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Sobre la propuesta de libertad religiosa y de creencia en el Perú

(A proposito de la moción de Abraham Paz y Miño)

Por Claudio Chipana G.

Sin duda es un documento denso y con muchas implicaciones.


Quizás, antes que una moción pudiera servir más como un documento de debate en torno a la
religión y el problema de libertad de conciencia en el Perú.

Por cierto que comparto el criterio de trato igualitario de toda creencia sea religiosa o no, y ello
haciéndose extensivo a toda creencia en general. De cualquier forma, esta tesis encaja
centralmente en uno de los principios centrales del legado liberal de la libertad de la conciencia y
que es inherente al espíritu de la modernidad. Sin embargo este igualitarismo debe ser
contrastado con las circunstancias socio históricas específicas. La tesis que intento esgrimir es
que el punto de vista liberal resulta un avance pero tiene sus limitaciones.

Así mismo, el postulado de un estado laico es plausible. No obstante, hay que reconocer que ni
en los países más liberales, al menos los que a sí mismos se consideran así, no hay tal estado
laico.

En Inglaterra the Church of England es la iglesia oficial al lado de otras iglesias reconocidas
como la iglesia católica. Conocemos la historia del nacimiento de la iglesia anglicana que en el
fondo fue por una disputa por el poder político y económico.

Aquí en Europa, lo que hay hoy es más bien no tanto una preocupación por la libertad religiosa
en general, sino más bien una discrepancia y un temor a la vez, compartido por los propios
liberales, para no mencionar a los conservadores, respecto de la posibilidad de una nación
multiconfesional. Sólo así se explica la islamofobia reinante, en la que se incubó la infame
invasión a Irak. Lo cual representaría un retroceso frente a los propios postulados liberales
primigenios. Es algo que se percibe en el resto de Europa. En nombre de la libertad se recusa el
derecho de las mujeres musulmanas a llevar el burqa, la prenda que cubre sus rostros. En Francia
las niñas que se cubren la cabeza con estas prendas son impedidas de ingresar a las escuelas. Es
el debate nacional aquí y allá sobre la conveniencia o no de las escuelas multifaitth. Los más
liberales – liberales de izquierda - las justifican en razón de la presencia de múltiples minorías
étnicas en muchas ciudades europeas. Los conservadores se oponen porque ello llevaría, dicen
ellos, a una polarización de la sociedad. Se alude, para justificar esta intolerancia real, al criterio
de la necesidad de la adaptación a las leyes y las costumbres del país receptor por parte las
minorías étnicas como un requisito de su integración y ciudadanía. Es decir, que las minorías
deben renunciar a ciertas prácticas que estarían fundadas en actitudes no 'aceptables' de acuerdo
a normas 'civilizadas' occidentales. Esta por ejemplo la ley sharia musulmán tan debatida en
Inglaterra para su rechazo o aceptación.

En el Perú tenemos a la iglesia católica impuesta desde la conquista, y que el estado republicano
ha adoptado como oficial. Sabemos que esta imposición significó también la exclusión de otras
prácticas religiosas, festivas y culturales de la nación andina y otras naciones no occidentales,
que sobrevivieron siglos después de la destrucción del imperio de los incas. Los pueblos
originarios quedaban excluidos en su derecho de ejercer sus creencias. Sabemos que danzas
rituales como la danza de tijeras quedaron prohibidas durante la colonia. También ideologías
como el Taki Onqoy fueron excluidas por ser subversivas. Ver los trabajos de Flores Galindo y
otros.

La presente situación pienso que es la de una superposición de elementos que tienen que ver con
la cuestión de la libertad de creencia- de toda creencia religiosa- , el tema del estado laico , y el
apoyo por igual a toda creencia 'organizada' por parte del estado para citar un término empleado
por Manuel Paz y Miño. También debería considerarse las diferencias ya clásicas entre la iglesia,
religión y religiosidad, es decir, entre las instituciones y las creencias. Junto con todo esto sin
embargo, no debe perderse de vista la relación entre la exclusión y la inclusión en relación a las
manifestaciones culturales occidentales hegemónicas y las no occidentales periféricas.

Ahora bien, la aplicación del principio liberal a secas de igual trato para todos y la idea de
recortar los privilegios a una iglesiaconsiderada oficial para darle iguales preferencias a otras
manifestaciones religiosas nos conduce al debate sobre la posibilidad de un estado ‘multifaith’
multiconfesional, debate hoy muy recurrente en Europa. De hecho Europa rechaza esta opción.
Pues el sistema liberal existente y los sectores más conservadores tienden a ignorar y rechazar las
culturas y creencias que se consideran ‘ajenas’. A lo sumo hay una tolerancia limitada.
De suerte que el sistema liberal muestra sus limitaciones en la medida en que todo sistema de
creencias se liga a determinadas relaciones de poder.
En el caso del Perú, nuestro liberalismo reflejó inicialmente el entusiasmo libertario vivido en
Europa. Sin embargo nuestro liberalismo estaba doblemente limitado. Por un lado la resistencia
de una aristocracia gamonal renuente a la modernidad, y la inexistencia de una burgesía
realmente liberal, y por otro, el peso la ideología colonial incluyendo el poder eclesiástico. No es
de extrañar que la extirpación de las idolatrías del periodo colonial haya tenido su continuidad en
la marginación y explotación la de poblaciones indígenas a quienes se negó y hoy se les sigue
negando sus derechos y creencias en nombre de la modernidad y la globalización. Aquí el
principio liberal tiene sus limitaciones si es que no reconoce al otro. En Europa se le pide al otro
negarse a sí mismo para incorporarse al ‘mainstream’, para adquirir la ciudadanía.

Consecuentemente, estamos hablando del principio de libertad de creencia en general, y de la


religiosa en particular, pero sobre todo – algo que deseo subrayar - de la tolerancia respecto del
otro. Como no existe una libertad absoluta o abstracta , pues las creencias están sujetas a las
leyes de un Estado concreto, a las prohibiciones de las costumbres y a la sujeción de lo aceptado
por la comunidad internacional en términos de derechos humanos, etc. arribamos a la paradoja de
que el propio liberalismo no puede evitar, rechazar ideologías y creencias consideradas como
‘extremistas’, como un riesgo para el sistema social. Lo cierto es que las ideas no alcanzan a
tener el mismo peso de legitimidad respecto otras. Algunas ideologías o sistema de ideas y las
creencias en general pueden entrar en contradicción con los derechos de otros sectores de la
sociedad, o más precisamente pueden poner en riesgo la existencia de otro sector de la sociedad.
Por ejemplo la ideología nazi esta prohibida en muchos estados europeos. Lo cual obedece no
tanto a un temperamento puramente liberal como a postulados de derechos humanos que se
fortaleció sobre todo después de la segunda guerra mundial producto de los crímenes de lesa
humanidad acontecidos. Igualmente son negadas algunas manifestaciones ‘fundamentalistas’ de
corrientes islamistas. No hay duda que los límites son inevitables y a veces necesarios en
relación a las corrientes que atentan contra la vida. En la práctica la justificación de estas
prohibiciones están en el plano moral, es decir, principios éticos que la humanidad comparte sin
distingo alguno.
Por ello el tema de la libertad de las ideologías políticas resulta ser más controvertido que el de la
libertad de las creencias en general. Además, la creencia religiosa puede resolverse en el plano de
lo estrictamente personal tal como Paz y Miño lo señala. En el caso de Inglaterra una importante
mayoría no se considera religiosa, pero tampoco se considera atea. La opción agnóstica no deja
de ser una opción para muchos.
Por otro lado, es innegable que históricamente muchas guerras han tenido un cariz religioso,
aunque es cierto también que éstas siempre han tenido motivaciones políticas e intereses
económicos. Muchas veces las potencias agresoras han esgrimido el argumento de ciertas
creencias y designio divino para justificar invasiones y agresiones a otros pueblos. El caso
reciente de Bush es paradigmático, pues justificó la agresión al pueblo iraquí con seudo
argumentos de la defensa de la libertad y cierto mandato divino.

Una vez más estamos frente al tema de la tolerancia. Es decir si el sistema liberal es capaz de
aceptar al otro. Hasta que punto los que plantean un cambio del ‘sistema’ pueden ser
considerados parte de este sistema liberal. En el fondo, no será tanto un tema de una igualdad
abstracta como una disputa en torno a reales intereses en la jerarquía social. Entre los que
detentan el poder y aquellos que no poseen ninguno. En consecuencia no basta proclamar la
igualdad formal, también debe plantearse el tema crucial de la justicia en el plano social. Las
ideologías trasuntan los intereses concretos de una determinada clase o estamento social. Por eso
es que el reclamo de la igualdad formal colisiona con las profundas desigualdades reales
existentes en la sociedad.

Pienso que el tema de la libertad de creencias y de ideas debería desglosarse en varios planos, en
lo que tienen de particularuno y otro. Por un lado está el plano de la libertad religiosa y la
libertad ideológica – política- por el otro, no obstante su interrelación. Un tercer aspecto a
considerar es la cuestión del estado laico que particularmente interesa a Paz y Miño. Pero sin
dejar de mencionar uno más, que es central, el asunto de las creencias, ideas, concepciones del
mundo no accidentales, del otro, de los pueblos dominados por el sistema neocolonial.

Otro modo de plantear la libertad de religión, creencia o ideología, es verlos como distintos
planos de la conciencia social en tanto que ésta expresa los antagonismos sociales subyacentes.
Al mismo tiempo esta conciencia social puede ser individual o colectiva, sin dejar de expresar
los intereses disímiles de los que detentan el poder y el de los subordinados. En otras palabras, el
tema de la libertad de conciencia no puede desligarse de la base económica, del sistema social y
político. Sin llegar a un determinismo ya ampliamente criticado en otros debates.

De donde llegamos inevitablemente a la relación entre las ideologías políticasy las creencias
religiosas. Las creencias religiosas no están exentas de las batallas que se operan en el plano
político, a las disputas entre el liberalismo y el socialismo a nivel global, entre el mercado
(neoliberalismo) y las doctrinas sociales. Las creencias religiosas se pueden manifestar como
posturas abiertas de derecha y de izquierda, como una defensa de los intereses de los poderosos o
los intereses de los débiles, del progreso y de la reacción. No es de extrañarse que haya una
teología de derecha (Opus Dei) y una de izquierda, como la Teología de la Liberación. El Dalai
Lama, queriéndolo o no se convirtió en una punta de lanza del boicot mediático contra las
olimpiadas de Beijing, cayendo en las redes de la campaña occidental por la ‘independencia’ de
Tibet.
Por lo que las cuestiones de consenso y la tolerancia en el plano de la conciencia tienen que ver
con problemas de orden social y político, pero también con el tema de la inclusión que implica ir
más allá del pensamiento liberal, hacia una reconsideración del otro. Los conceptos de
heterogeneidad y multiculturalismo intentan llenar sus vacíos. Consecuentemente, hay otros
elementos a considerar como la relación con el poder y los privilegios sociales, cuanto la
cuestión de la inclusión de culturas diferentes. Hay que explicar por qué algunas jerarquías
eclesiásticas vienen apoyando golpes de estado como en Honduras y otras expresiones religiosas
que están por posiciones progresistas. Y hay que explicar por qué los nativos de la Amazonía
peruana siguen siendo considerados como incivilizados, es decir fuera del sistema liberal.

Hasta aquí algunas reflexiones.

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