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La Memoria Histórica en Finestrat
La Memoria Histórica en Finestrat
Un viaje entre los recuerdos de los acontecimientos que marcaron nuestra historia
a mediados del siglo XX
colegio fuimos junto a la gente del pueblo, detrás de ella por el carrer Nou hasta la el
Ayuntamiento donde se colocó en el balcón-.
Tras la proclamación de la República en Finestrat gobernó la Izquierda
Republicana, de Manuel Azaña, sin que se dieran notables cambios en la población,
aunque si notó en las nuevas libertades que el pueblo podía disfrutar.
Pero en apenas seis años el espejismo de una incipiente democracia dio al traste.
No fue el 18 de julio, sino el 17, y no fue en España, sino en el Protectorado de
Marruecos, donde los militares que alentaban la insurrección, proyectada para las
primeras horas de la mañana del 18 de julio, comenzaron con el tiro a bocajarro sobre
los jefes militares indecisos. Allí mismo, en los despachos de los cuarteles, entre voces
y griterío. La primera víctima, el general Romerales, marcó la norma futura: para
garantizar el éxito había que liquidar, como primera providencia, a los jefes y oficiales
que declaraban su lealtad al Gobierno legalmente constituido o que se mostraban
remisos y dubitativos.
A partir de este instante, los acontecimientos se desbordaron en una implacable
demostración de fuerza: si la muerte era el destino de los compañeros desafectos, ya se
puede imaginar cuál podría ser el de los obreros, campesinos y autoridades republicanas
allí donde ofrecieron débil resistencia. Ocurrió así en tierras del Protectorado en la tarde
del 17 de julio y la pauta se impuso de inmediato en los focos de rebelión que
alumbraron desde las primeras horas de la mañana y se extendieron por la tarde y noche
del 18. La Coruña y Vigo, Álava y Navarra, las capitales de Castilla la Vieja, Sevilla.
En todas partes se repitieron idénticas escenas: insurrección, detención y fusilamiento
de jefes y oficiales indecisos, sin importar grado de parentesco o amistad; adhesión,
donde las hubiera, de milicias falangistas y carlistas; rápido control de las calles,
incursiones de castigo en los barrios obreros; asesinato de alcaldes y gobernadores
civiles. En Madrid, en la noche del 17 al 18, la República estuvo pendiente de un hilo:
habría bastado la decisión audaz de quienes ocupaban todos los establecimientos
militares para acabar con el régimen en unas horas. Pero la rebelión puso en marcha un
movimiento de resistencia obrera y popular
Los recuerdos de Natividad se detienen en las circunstancias del comienzo de la
guerra en el pueblo.
-En Finestrat, al comienzo no hubo represión contra la gente de derechas, en
otros lugares si la hubo, pero aquí no. Los cambios más significativos se dieron en la
iglesia, que se utilizó como almacén de abastos- recuerda Natividad.
Su participación en la contienda pasó por su implicación en el Batallón Alicante
Rojo, que servía de ayuda al ejercito constitucional republicano. Recogiendo comida y
avituallamientos, al comienzo y más tarde junto a dos chicas más de Finestrat, se alistó
como enfermera en el Hospital de Campaña de Guadalajara, llamado Hospital de Sangre
a las ordenes
del
Comandante
Médico
Barrera.
En los
momentos
finales de la
guerra se
mantuvo en
Alicante, en el
Comité
Republicano y
fue miembro
del pasaje de
uno de los
últimos barcos
que salieron de
la ciudad con
destino a Orán, antes de que la capital de la provincia cayeran en manos de las fuerzas
del General Franco, siendo Alicante, el último reducto del gobierno republicano del
país.
Recuerda con emoción a las 24 mil personas que quedaron en Alicante sin poder
embarcar. -cuando la guerra terminó logré escapar en uno de los últimos barcos que
salió del puerto de Alicante hacia Orán, el “African Trade”, el 18 de marzo de 1939,
era un barco de bandera griega gobernado por voluntarios. Al llegar a Orán nos
impidieron desembarcar durante cuarenta días y cuando por fin desembarcamos, nos
trasladaron, como si fuéramos criminales, al campo de Boghari-
Tras algunos meses
en el campo de
concentración, se trasladó
a Francia, donde
permaneció en un Campo
de Concentración, ante la
imposibilidad de regresar
a España, ya que su
nombre aparecía en la lista
de personas perseguidas
por el régimen. Hecho que
supuso presiones por las
fuerzas fascistas a su
familia. Su regreso a
España se produjo a través
de Barcelona y Valencia,
algún tiempo después,
hacia 1941, donde formó
parte de las “Cédulas”,
grupos antifascistas,
formados por tres personas
con actividad política
clandestina, hasta que tuvo
que huir a Barcelona
gracias a un chivatazo que
anunciaba una redada
contra ellos.
Cuando terminó la
guerra , al pueblo llegaron
militares italianos junto con la falange. Según le contaron, hubo algunas represalias. Al
contrario que al principio de la guerra, cuando ésta terminó, enviaron gente a Campos
de Concentración, e incluso hubo un fusilamiento, donde la clemencia que pidió la
mayor parte del pueblo no fue atendida.
Las penurias de la postguerra se pasaron en Finestrat como en otras partes del
País Valenciano, -Aquí, no se paso mucha necesidad, porque en los pueblos valencianos
había huertas y todo el mundo tenía gallinas y conejos, en las ciudades fue peor.- Y
luego estaba el estraperlo. Se llevaba aceite hasta Teruel, y se cambiaba por grano y
embutidos, también las frutas y verduras se llevaban a cambiar por otros alimentos a los
pueblos de alrededor, sobre todo a La Vila y a Benidorm, en entonces era un pueblo
pequeñito como Finestrat.
-Pensábamos que íbamos a cambiar el mundo, y ahora mira... pero es
importante haber luchado, el trabajo y esfuerzo de muchos hombres y mujeres por la
libertad y la democracia.-
Recuerdos de una época donde el sereno guardaba el orden de las calles por la
noche, daba las horas y servía de transmisor de las noticias y bandos, cuando no
llegaban periódicos, y la gente se comunicaba por cartas, y el agua se recogía en
cántaros de las numerosas fuentes de Finestrat, recuerdos que al finalizar este escrito
enlazan con el conocido poema de Bertolt Brecht: