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LA RECUPERACIÓN DE NUESTRA MEMORIA HISTÓRICA.

Un viaje entre los recuerdos de los acontecimientos que marcaron nuestra historia
a mediados del siglo XX

En este año 2006 se cumple el 75.º aniversario de la proclamación de la Segunda


República Española y el 70.º del comienzo de la Guerra Civil. El Acuerdo aprobado por
unanimidad en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados el 20 de
noviembre de 2002, subrayó el papel de la Constitución Española como instrumento de
concordia y convivencia para el futuro.
La experiencia de más de 25 años de ejercicio democrático permite hoy abordar,
de forma madura y abierta, la relación con nuestra memoria histórica, teniendo en
cuenta que recuperar dicha memoria es la forma más firme de asentar nuestro futuro de
convivencia. Hoy resulta así oportuno recordar y honrar a quienes se esforzaron por
conseguir un régimen democrático en
España, a quienes sufrieron las
consecuencias del conflicto civil y a
los que lucharon contra la dictadura
en defensa de las libertades y
derechos fundamentales de los que
hoy disfrutamos.
En el tiempo transcurrido
desde la recuperación de las
libertades, tras cuarenta años, se han
dictado numerosas disposiciones,
tanto por el Estado como por las
Comunidades Autónomas, dirigidas a
reparar, en la medida de lo posible, a
quienes padecieron persecución
durante el régimen franquista y a
proporcionarles recursos o
compensarles por lo que perdieron.
En este sentido, durante esta
Legislatura se ha aprobado la Ley por la que se reconoce una prestación económica a
los ciudadanos de origen español desplazados al extranjero, durante su minoría de edad,
como consecuencia de la guerra civil, y que desarrollaron la mayor parte de su vida
fuera del territorio nacional. También se ha aprobado la orden ministerial 3945/2005, de
16 de diciembre, por la que se establecen subvenciones a actividades relacionadas con
las víctimas de la guerra civil y del franquismo.
Para completar esta tarea, las Cortes Generales han abordado también el
reconocimiento de las víctimas de la guerra civil y del franquismo. Un reconocimiento
que ha sido demandado por el Congreso de los Diputados en numerosas ocasiones,
desde la restauración democrática, así como, con diversos grados de concreción, en
varias resoluciones, aprobadas por el Pleno de la Cámara durante la presente
Legislatura. En efecto en los últimos meses, las Cortes han aprobado el reconocimiento
de determinadas figuras políticas relevantes de la Segunda República (Lluís Companys,
Manuel Carrasco y Formiguera, Alexandre Bóveda), y este proceso de reparación
pronto se verá culminado con la aprobación de un Proyecto de Ley para la recuperación
de la memoria histórica a instancia de la resolución aprobada por el Congreso de los
Diputados de 8 de junio de 2004.
En el 75.º aniversario de su proclamación, se pretende recordar también el
legado histórico de la Segunda República Española. Aquella etapa de nuestra historia
constituyó el antecedente más inmediato y la más importante experiencia democrática
que podemos contemplar al mirar nuestro pasado y, desde esa perspectiva, es necesario
recordar, con todos sus defectos y virtudes -con toda su complejidad y su trágico
desenlace-, buena parte de los valores y principios políticos y sociales que presidieron
ese período y que se han hecho realidad en nuestro
actual Estado social y democrático de Derecho,
pero, sobre todo, a las personas, a los hombres y
mujeres que defendieron esos valores y esos
principios.
A los 70 años del golpe de estado militar,
los nietos de los perdedores quieren recuperar la
memoria de sus abuelos. En un movimiento que se
reavivó alrededor del año 2000, bajo la mayoría
absoluta del PP, centenares de jóvenes, en su
mayoría nietos de vencidos y represaliados, han
querido conocer y rehabilitar las historias trágicas
de la guerra y la represión franquista. Han reabierto
fosas comunes y han presionado en sus pueblos
para que retiren las calles, los monumentos y las
placas franquistas. La Asociación por la
Recuperación de la Memoria Histórica calcula que
hay más de 30.000 personas enterradas en las
cunetas y fosas comunes de los cementerios. Dos
mil familiares les han escrito para encontrar los restos de sus abuelos. Doscientos
cincuenta de ellos ya han sido recuperados, lentamente, con tesón.
El esfuerzo de todos ellos culminó en la Constitución Española de 1978, como
instrumento de concordia y convivencia para el futuro, y que nos ha llevado a disfrutar
del período democrático más estable de la historia de nuestro país. A pesar de que el
Consejo de Europa y el Parlamento Europeo han declarado esta fecha como día
internacional de condena, una iniciativa similar tuvo en el Congreso español el veto del
PP. Por tanto, oficialmente se conmemorará en toda Europa menos en España.
En Finestrat, también han permanecido durante todos estos años las vivencias
subyacentes que han acompañado la historia de nuestro pueblo. Natividad Climent
representa para nosotros la imagen de unos años convulsos. Una luchadora, que todavía
irradia esa energía que deslumbra a su interlocutor. De mirada serena, pero firme,
contagia de emoción la narración de sus recuerdos, y junto a vivencias de enorme
trascendencia, nos regala la sensación de lo vivido, sin pena de ni gloria, pero con la
certeza de haber actuado desde lo más profundo de sus convicciones, y con la confianza
que da el saber que el tiempo te ha dado la razón.
Numerosos cambios ha experimentado el pueblo desde su juventud hasta nuestra
fecha. Sus recuerdos nos relatan la imagen de mujeres limpiando el pescado en la calle.
Pescado que se subía desde La Vila en carretas, y que era junto a la producción de los
huertos familiares la base de subsistencia del municipio. En aquellos tiempos no había
agua potable, ni luz eléctrica, ni alcantarillado, y la emigración a Francia y otros lugares
estaba a la orden del día.
No obstante, -asegura- el hecho de poder ir a Francia a trabajar, permitía que
más tarde volviesen las familias con algo de dinero ahorrado, y es que el vínculo con el
pueblo, en la mayoría de los casos no se perdía. De hecho, las esposas de los emigrantes

volvían a Finestrat a dar a luz, junto a su familia.


El padre de Natividad fue capataz de caminos en diversas obras de los
alrededores de París, donde vivía con su familia, aunque tal y como nos relata, tanto ella
como su hermana nacieron en el pueblo. Hacía 1925 se instalaron de nuevo en Finestrat,
donde su padre puso una carnicería, que junto a la producción de aceite fue la fuente de
ingresos de su familia.
Con doce años fue testigo de la proclamación de la II República en Finestrat –
Una alegría enorme, una señora de Finestrat, la señora Isabel, salió con una
bandera republicana que tenía guardada, una bandera vieja y todos los niños del

colegio fuimos junto a la gente del pueblo, detrás de ella por el carrer Nou hasta la el
Ayuntamiento donde se colocó en el balcón-.
Tras la proclamación de la República en Finestrat gobernó la Izquierda
Republicana, de Manuel Azaña, sin que se dieran notables cambios en la población,
aunque si notó en las nuevas libertades que el pueblo podía disfrutar.
Pero en apenas seis años el espejismo de una incipiente democracia dio al traste.
No fue el 18 de julio, sino el 17, y no fue en España, sino en el Protectorado de
Marruecos, donde los militares que alentaban la insurrección, proyectada para las
primeras horas de la mañana del 18 de julio, comenzaron con el tiro a bocajarro sobre
los jefes militares indecisos. Allí mismo, en los despachos de los cuarteles, entre voces
y griterío. La primera víctima, el general Romerales, marcó la norma futura: para
garantizar el éxito había que liquidar, como primera providencia, a los jefes y oficiales
que declaraban su lealtad al Gobierno legalmente constituido o que se mostraban
remisos y dubitativos.
A partir de este instante, los acontecimientos se desbordaron en una implacable
demostración de fuerza: si la muerte era el destino de los compañeros desafectos, ya se
puede imaginar cuál podría ser el de los obreros, campesinos y autoridades republicanas
allí donde ofrecieron débil resistencia. Ocurrió así en tierras del Protectorado en la tarde
del 17 de julio y la pauta se impuso de inmediato en los focos de rebelión que
alumbraron desde las primeras horas de la mañana y se extendieron por la tarde y noche
del 18. La Coruña y Vigo, Álava y Navarra, las capitales de Castilla la Vieja, Sevilla.
En todas partes se repitieron idénticas escenas: insurrección, detención y fusilamiento
de jefes y oficiales indecisos, sin importar grado de parentesco o amistad; adhesión,
donde las hubiera, de milicias falangistas y carlistas; rápido control de las calles,
incursiones de castigo en los barrios obreros; asesinato de alcaldes y gobernadores
civiles. En Madrid, en la noche del 17 al 18, la República estuvo pendiente de un hilo:
habría bastado la decisión audaz de quienes ocupaban todos los establecimientos
militares para acabar con el régimen en unas horas. Pero la rebelión puso en marcha un
movimiento de resistencia obrera y popular
Los recuerdos de Natividad se detienen en las circunstancias del comienzo de la
guerra en el pueblo.
-En Finestrat, al comienzo no hubo represión contra la gente de derechas, en
otros lugares si la hubo, pero aquí no. Los cambios más significativos se dieron en la
iglesia, que se utilizó como almacén de abastos- recuerda Natividad.
Su participación en la contienda pasó por su implicación en el Batallón Alicante
Rojo, que servía de ayuda al ejercito constitucional republicano. Recogiendo comida y
avituallamientos, al comienzo y más tarde junto a dos chicas más de Finestrat, se alistó
como enfermera en el Hospital de Campaña de Guadalajara, llamado Hospital de Sangre
a las ordenes
del
Comandante
Médico
Barrera.
En los
momentos
finales de la
guerra se
mantuvo en
Alicante, en el
Comité
Republicano y
fue miembro
del pasaje de
uno de los
últimos barcos
que salieron de
la ciudad con
destino a Orán, antes de que la capital de la provincia cayeran en manos de las fuerzas
del General Franco, siendo Alicante, el último reducto del gobierno republicano del
país.
Recuerda con emoción a las 24 mil personas que quedaron en Alicante sin poder
embarcar. -cuando la guerra terminó logré escapar en uno de los últimos barcos que
salió del puerto de Alicante hacia Orán, el “African Trade”, el 18 de marzo de 1939,
era un barco de bandera griega gobernado por voluntarios. Al llegar a Orán nos
impidieron desembarcar durante cuarenta días y cuando por fin desembarcamos, nos
trasladaron, como si fuéramos criminales, al campo de Boghari-
Tras algunos meses
en el campo de
concentración, se trasladó
a Francia, donde
permaneció en un Campo
de Concentración, ante la
imposibilidad de regresar
a España, ya que su
nombre aparecía en la lista
de personas perseguidas
por el régimen. Hecho que
supuso presiones por las
fuerzas fascistas a su
familia. Su regreso a
España se produjo a través
de Barcelona y Valencia,
algún tiempo después,
hacia 1941, donde formó
parte de las “Cédulas”,
grupos antifascistas,
formados por tres personas
con actividad política
clandestina, hasta que tuvo
que huir a Barcelona
gracias a un chivatazo que
anunciaba una redada
contra ellos.
Cuando terminó la
guerra , al pueblo llegaron
militares italianos junto con la falange. Según le contaron, hubo algunas represalias. Al
contrario que al principio de la guerra, cuando ésta terminó, enviaron gente a Campos
de Concentración, e incluso hubo un fusilamiento, donde la clemencia que pidió la
mayor parte del pueblo no fue atendida.
Las penurias de la postguerra se pasaron en Finestrat como en otras partes del
País Valenciano, -Aquí, no se paso mucha necesidad, porque en los pueblos valencianos
había huertas y todo el mundo tenía gallinas y conejos, en las ciudades fue peor.- Y
luego estaba el estraperlo. Se llevaba aceite hasta Teruel, y se cambiaba por grano y
embutidos, también las frutas y verduras se llevaban a cambiar por otros alimentos a los
pueblos de alrededor, sobre todo a La Vila y a Benidorm, en entonces era un pueblo
pequeñito como Finestrat.
-Pensábamos que íbamos a cambiar el mundo, y ahora mira... pero es
importante haber luchado, el trabajo y esfuerzo de muchos hombres y mujeres por la
libertad y la democracia.-
Recuerdos de una época donde el sereno guardaba el orden de las calles por la
noche, daba las horas y servía de transmisor de las noticias y bandos, cuando no
llegaban periódicos, y la gente se comunicaba por cartas, y el agua se recogía en
cántaros de las numerosas fuentes de Finestrat, recuerdos que al finalizar este escrito
enlazan con el conocido poema de Bertolt Brecht:

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.


Hay hombres que luchan un año y son mejores.
Hay los que luchan muchos años y son muy buenos.
Pero están los que luchan toda la vida. Estos son los
Imprescindibles” (Bertol Brech).

José Ramón García Gandía


18 de julio de 2006

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