Orión Como Síntoma

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Publicado en la columna Encuadre de Jason Day en el diario La Repblica el 26.04.

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Orin como sntoma


El abuso existe en un contexto que lo permite: no hay consecuencias, reina una oscura desconfianza y, al abusivo, ni se le cuestiona. En las calles de Lima vivimos una suerte de situacin de doble vnculo en la que por un lado conocemos las reglas y sabemos qu nos conviene: una ciudad ordenada, un transito respetuoso, seguro. Pero a la vez sabemos que, no importa el distrito, aqu impera la ley de la selva, donde sobrevive el ms fuerte: o metes el carro o pierdes; o cruzas a la mala, o te cagan. Lo difcil de una situacin de doble vnculo es que parece no haber salida y, disociados por la incoherencia, salir de casa es como entrar a una batalla. Conviene creer que el origen de todos los males tiene nombre de constelacin y que en cuanto sus buses y combis desaparezcan, el problema se habr resuelto y nos volveremos, de pronto, la nueva Frankfurt de Latinoamrica. Pero temo que, en la realidad, el problema no se llame Orin sino que Orin sea solo un sntoma y que seamos nosotros, los limeos, nuestra pobre autoestima, la falta de amor propio, el terror al otro y la desconfianza que llevamos como bandera, el problema mayor. Cuando dejemos de aplaudir las pendejadas y aplaudamos el respeto, la bondad y el aprecio por el otro y por la ciudad en la que vivimos, recin entonces, veremos cambios. Existen diversas frmulas para reducir el abuso: est la teora del panptico, donde todos estamos siendo vigilados, todo el da, toda la noche. Cada paso. Cada respiro. Tambin existe la del castigo (o la venganza?): Que le metan bala!, Cadena perpetua para todos!, Que los castren!. Y existe, por supuesto, la de construir un sentido de comunidad: espacios (fsicos e internos) de confianza lcida, desde donde no veamos al otro como un tipo que nos quiere hacer dao siempre, desde donde no seamos gente que est dispuesta a hacer dao siempre; donde nos respetemos. Esta ltima es la que mejor se sostiene en el tiempo y es la que rescata lo poco que tenemos por naturaleza los seres humanos: el afecto.

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