Fernandez, J. Sevilla, C. Urban, M. (Eds.) (2012) - Ocupemos El Mundo. Occupy The World.

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Estelieo ha sido impreso en papel 100% Amigo de los bosques proveiente de bosques sastenibles yon un proceso de produccén de TF (Total Chlorine Free), par colaborar en una (gestion dels bosques respetuosa cone medio ambiente yeconémicamente sostenible. seca Cen Comat de Rennie NoComerisCompariga 25 Espa Ud ied copia iby comunicr panne oben, yc obras ero tao conn nue Resmi. marl pd er ibid, copide yea pr ees emer ln os © si com No pocket obs pa Set cones amped ln © pre opens tp nem Eun ne ie ro ep er ce cnn dade Tepes Segoe Diseo dela cube Adana Fabs Fotografia de a cubierta: Diego Gonzalez Sanz © Joseba Fenéndez, Carlos Sevilla, Miguel Urbin, Eric Toussaint, Sandra Exquerra, Colectivo Madrilonia, Andrés Antebi, José Sanchez, Guillermo Zapata, Josep Maria Antentas, Esther Vivas, Cinzia Arruzza, Victor Sampedro, Santiago Alba Rico, Panagiotis Sotiris, Diego Crenze, Sergio Yahni, Adriano Campos, Savoj Ziéek, Marco Marques, Daniel Alcalde © Deesaedicién Tear editorial, sa. ‘Arcde Sant Cristofol, 11-23 (08003 Barcelona ‘wew. icariaeditorial. com Primera edicin: Febrero de'2012 ISBN: 978-84-9888-407-4 Depésto legal: B-1656-2012 Fotocomposicién: Text Grafic Impreso en Romany3/Valls, 5.2. Verdaguer, 1, Capelades (Barcelona) Printed in Spain. Impresoen Espana, Prohibida la reproduccin total o parcial {NDICE Introduccién: jIndignados del mundo, unfos!, ‘Joseha Ferndndez. Gonzélez, Carlos Sevilla Alonso y Miguel Urban Crespo 7 . El topo querfa tomar (el) Sol, Joseba Ferndndez, Carlos Sevilla y Miguel Urban 13 . La indignacién mundial y su marco internacional, Eric Toussaint. 27 TL. Nuevos hovigones del 15-M: hacia una perspeciva estratégica, Sandra Eequerra 4 IV. Cuando la gente reinventa la politica: lenguajes y actitudes del movimiento 15-M, Colectivo Madrilonia 53 V. Plazas fuertes: de Midan Tahrir a la Placa de Catalunya, espacio piiblico y revueltas populares contemporineas, Andrés Antebi y Jose Sanchez 67 VI. Los nuevos pantfletos, las nuevas plazas. Redes Sociales y movimiento 15-M, Guillermo Zapata 85 VIL. El nuevo internacionalismo de la indignacién, Josep Maria Antentas y Exther Vivas 93 Vill. Occupy America, Cinzia Arruzza 105 IX. La (rlevolucién islandesa. No una, sino tres, Victor Sampedro 121 X. Las revoluciones érabes: democracia, islam, apocalipsis, Santiago Alba Rico 133 XI. El «movimiento de las plazas» en Grecia: crisis politica y conflicto social, Panagiotis Sotiris 149 XIL. La revolucién del Bulevar Rothschild de Tel Aviv, Diego Crenzel y Sergio Yabni 163 XIII. Portugal: «precarios nos quieren, rebeldes seremos», ‘Adriano Campos y Marco Marques 177 XIV. Rusia: de nuevo, la historia, Daniel Alcalde Gitelfo 189 XV. Ladrones del mundo, unios, Slavoj Zizek 199 INTRODUCCION: jINDIGNADOS DEL MUNDO, UNI[Os! Joseba Fernindez Gonzalez, Carlos Sevilla Alonso y Miguel Urban Crespo Ni reft, ni llorar sino comprender. BARUCH SPINOZA Kristin Ross, en su brillante libro Mayo del 68 y sus vidas posteriores, trataba de combatir la reapropiacién, desde arriba e interesada, de todo el acontecimiento del mayo-junio francés que se habia producido con el objetivo de «despolitizar su memoria». Atin es pronto, demasiado pronto, para saber qué ha significado, politica yculturalmente, el movimiento global de los «Indignados». E igual de incierto es tratar de predecir cémo seré su evolucién futura: cémo mutard, qué caminos recorrerd, cémo podré afrontar los ‘enormes desafios que enfrenta, cémo se desarrollaré en funcién de la evolucién de la crisis capitalista y las salidas que, respecto a ella, se puedan dar. Pero, mirando al futuro, si acaso hay algo que ya podemos hacer quienes nos sentimos parte de este ciclo rebelde a escala planetaria, es permanecer fieles a sus inicios. Reivindicar ¥ reafirmar sus potencias. Resistir a una idealizacién que trate de Convertir al movimiento en un caso més de epifendmeno folcl6rico dela crisis del sistema. Para ello, nada mds necesario que agarrarnos a nuestros propios relatos. Contarnos nuestra propia historia. No poner en otras manos la narracién de lo que (nos) ha pasado. Este es, en definitiva, el objetivo de este libro coral: traspasar, modestamente, al campo sagrado de la forma-libro un conjunto de relatos sobre lo ‘que esté pasando. O, més bien, sobre algunas cosas de las que estén pasando. Resulta imposible abarcar la totalidad de los movimientos. Casi podriamos decir que cada plaza, cada ciudad tiene su propio relato. Y seri necesario hacerlo emerger para asegurar su/nuestra memoria y continuidad. Aqui, sencillamente, nos hemos rodeado de algunas experiencias nucleares internacionales (Islandia, EEUU, Grecia, las revoluciones 4irabes, etc.) ¥ las hemos querido acompafar de algunos textos de re- flexién y de estrategia sobre el propio movimiento: qué nos ha llevado ala «indignacin global», cmo se conecta este tiempo histérico con la ‘denta impaciencia» de quienes «cepillamos la historia a contrapelo», por que las plazas han sido nuestras «casas» y los «espacios liberados» frente al agotamiento de la «normalidad democriticay, por qué y cémo através de las tedes sociales nos auto-convocamos, nos re-inventamos, nos federamos sin centros tinicos de mando. Laextensién imparable de las luchas populares contra los efectos devastadores del nuevo crack de la economia capitalista ha dado forma a este «ciclo rebelde global». Experiencias de resistencia que han conjugado graméticas, tiempos y modos bien diferentes. Pero que han sabido reconocerse entre si el sentido de comunidad con los movimientos de otras partes del mundo y la demanda politica de cambios radicales son elementos comunes de estas protestas. Estos meses hemos sido, de algiin modo, un huelguista portuario de Oakland, una estudiante griega okupando su facultad, un islan- dés cacerola en mano enfrente de un banco, una activista egipcia enfrentando a Mubarak y a la Junta Militar, un precario portugués organizndose contra el miedo y la inseguridad. La «dictadura de los ‘mercados» ha sido ese elemento necesario para reconocernos en el cotto». Somos la misma cosa: el mismo objeto de explotacién. Pero también somos el mismo sujeto, el mismo cuerpo capaz de negar lo existente como inevitable. Es por eso que hemos aprendido juntos y juntas. Cada prictica de resistencia esté siendo un estimulo. Se difunden y se re-adaptan a contextos aparentemente desconectados. Y lo hacen para trasladar, casi cada dia, el centro del movimiento de tun escenario a otro: hoy es Egipto, mafiana alguna ciudad de EEUU, pasado Atenas. El mes siguiente un nuevo pais. Este ha sido el recorrido natural del movimiento desde la re- ‘vuelta en Tiinez hasta el 15-O. Unos meses frenéticos, en los que el tiempo condensado y la experiencia politica acumulada por millones de personas han dado forma a una cartografia de las resistencias inimaginable un afio antes. El 15-O marcala iltima estacién global del movimiento. No seré la tiltima. Nuevas convocatorias llegardn. Y lo hardin, seguramente, con mis fuerza si cabe. Los de arriba son conscientes de eso. Su desorientacién en estos momentos solo es comparable a sus precauciones. As{ lo atestigua que la propia Fo- reign Office del Reino Unido alerte a sus ciudadanos sobre posibles turbios en Europa ante un eventual colapso del euro.' Pero el movimiento (los movimientos) no es solo su vertiente expresiva (sus lem, sus manifestaciones). Son también las expe- riencias que impulsa y acompafia. Son los espacios okupados para realojar a desahuciados, es su ariculacign onvidiana en la defensa de los bienes comunes. Es la proliferacién de practicas y discursos contrahegeménicos. Porque, a estas alturas, es ya casi imposible delimitar el espacio, por ejemplo, del 15-M. :Qué es y qué no es el 15-M2, ;cudl es y cual no una convocatoria del 15-M? Este libro, por tanto, no trata de establecer qué es y qué no es el 15-M 0, en general, el «movimiento de los Indignados». Serfa mas que pretencioso: seria un imposible. Tampoco ¢s, ni lo quiere set, un relato definitivo del movimiento. Ni siquiera un relato de coyuntura. Cada semana que pasa la situacién politica de muchos paises es tan cambiante que se hace insostenible mantener una narracién actualizada. Luchar contra la despolitizacién de un movimiento también ¢s enfrentar, honestamente, sus limites y sus contradicciones. Este ciclo global no escapa a ellas. Mas atin: cada experiencia particular ‘muestra sus aristas problematicas. Esconderlas, tratando de ofrecer una suerte de panegirico sobre el movimiento, nos parece suma- mente irresponsable. Creemos que hay que dejar atrés el tiempo dela épica y del ensimismamiento. No debemos obnubilarnos con la potencia del movimiento. Interrogarnos sobre el movimiento, asumir sus fallas, descubrir sus impotencias es una forma necesaria para hacerlo avanzar. La celebracién permanente del movimiento, as{ como la terrible autocomplacencia, pueden ser el camino més corto hacia su marginacién autorreferencial. Asi, los textos de este libro nos sefialan, en las reflexiones y en los andlisis de caso, algunas de estas cuestiones que no podemos evitar si también queremos permanecer ficles al acontecimiento. 1. hpi//www:telegraph,co.uk/news/politics/8917077/Prepare-for-riots-in- curo-collaee-Forcign-Ofce-warns html. es Esta fidelidad implica, entre otras cosas, seguir profundizando en Jo que Slavoj Zitek llama el evacio en el terreno de la ideologia hege- ménica».? Hoy més que nunca la economia especulativa y de ficcién de la actual fase del capitalismo esté en crisis. Es su legitimidad social, mis ain que su cuenta de resultados, lo que ha entrado en disputa. Erosionar las bases y los dispositivos de control de la «mercadocracia» sel reto maytisculo para el movimiento. La decadencia sin frenos del modelo de democracia que se impone desde arriba es percibida por cada vez mis sectotes sociales. La salida hacia gobiernos técnicos de contencién es un escalén més en esta huida hacia adelante. El dilema yaes elocuente: capitalism o democracia. Efectivamente, estamos asistiendo a los primeros signos de una nueva fase histérica marcada por la posibilidad de insurreccién, tal ¥y como expresa Panagiotis Sotiris en el articulo que incluimos en esta compilacidn. Y no nos referimos solamente a las «insurreccio- nes no organizadas» del proletariado metropolitano acaecidas en la banliewe en 2005, en Grecia en 2008 0 en Londres en 2011. El cardcter, y no la forma, de la insurreccién reside en la manera en la que estos movimientos se dirigen a politicas de cambio radical que no aspiran a restaurar un supuesto sistema representativo del pasado sino a experimentar nuevas formas de expresién democritica cen todas las esferas. En cierta medida esta aspiracién democrética radical es una respuesta al déficit y ala desafeccién democritica amplificada por la edictadura de los mercados». En los ltimos meses estamos asistiendo a auténticos «golpes de Estado posmodernos» orquestados por la aristocracia financiera internacional y las lites politicas nacionales. El gobierno de los tecndcratas (Grecia, Italia, etc.) y las politicas de austeridad son las manifestaciones més profundas de la crisis de legitimidad democritica del sistema. Esta forma de dominacién y de gestién de la crisis en clave «posdemocritica» y «pospolitica» cn la practica esté abriendo el camino de las crisis politicas y a las explosiones sociales. La irrupcién internacional del movimiento de los Indignados ofrece un nuevo paradigma de autoorganizacién 2. hetp:// www.elpais.com/articulo/opinion/ violento/silencio/ nuevo! ‘comienzo/elpepuopi/20111117elpepiopi_11/Tes. 10 colectiva y de solidaridad. La transicién de la proliferacién de las actuales protestas a los procesos destituyentes (como en Tiinez 0 Egipto), y de estos horizontes politicos de transformacién social, requiere inicialmente una estrategia contrahegeménica, que, como sefiala Inigo Errején,? se basa en la ordenacién dicotémica del cam- po politico entre un nosotros —el resurgimiento del pueblo como sujeto colectivo— y de la identificacién, agrupacién y designacién del régimen, de ellos, como una casta parasitaria «poshegeménicay sometida al Diktat de los mercados. Queda mucho camino por recorrer pero la emergencia de estos movimientos, como formas y procesos de invencién colectiva por- tadores potenciales de autonomia, autogestién y por qué no «doble poder» en el siglo XXI, permite socializar entre amplios puiblicos debates sobre las cuestiones estratégicas: {Cémo inventamos una sociedad alternativa que sea verdaderamente democritica? Qué ‘organizacién social puede susticuir al capitalismo actual? ;Qué tipo de organizaciones politicas y sociales necesitamos? Este libro pretende, a partir de reflexiones generales y de relatos de casos concretos, estimular respuestas, necesariamente provisiona- les, a las citadas preguntas. Para ello hemos estructurado el libro en dos partes complementarias. Primeramente, hemos reunido textos destinadosa transitar por diferentes aspectos clave en el movimiento. Hemos querido reunir reflexiones diferentes sobre las razones politicas, ‘econémicasy materiales que explican este ciclo deluchas nivel global. De ello se ocupan, especialmente, los dos primeros capitulos. Por otro lado, hemos reservado dos capitulos que hacen re- ferencia a (re)pensar el movimiento en clave explicativa (qué nos ha pasado) y estratégica (algunas pistas sobre hacia dénde poder avanzar). ‘Asuver, hemos considerado oportuno atender alo que han sido algunos elementos constitutivos del movimiento: la ocupacién del ‘espacio piblico y, por otro lado, el uso intensivo de las redes sociales ‘como herramientas de y para el movimiento. Hemos contado para ello con activistas especializados en estos asuntos. Gag? E60 O11) 1 15-M. Patendo aber GRoMD mapeie ne 1 u La segunda parte del libro consta de un repaso por algunos escenarios clave del movimiento a escala global. Obviamente, no hemos podido abarcar ni todo lo necesario ni todo lo que nos hu- biera gustado. Recogemos aqui algunas voces que nos acercan a los procesos vividos en diferentes puntos nodales de la protesta de los Indignados. Como en el conjunto del libro, son voces distintas, ‘con enfoques particulares y, seguramente, no exentas de polémicas abiertas al debate. La muestra de experiencias de movimientos es amplia y ciertamente diversa. Es cuestionable, ylo asumimos, stuar en un mismo esquema de conflicto y de movimiento situaciones tan diferentes como las de Islandia, Israel, Grecia 0 Estados Unidos. Cada una, como comprobard una despierta lectura, responde a légi- cas propias ¢ independientes. Pero creemos que todas ellas forman parte, de alguna manera, de una «cartografia de las resistencias» en este momento critico de la historia de la economia capitalista y del régimen demoliberal. Esperamos, en definitiva, que este material sirva para alumbrar nuevas narraciones y reflexiones sobre el movimiento. Por nuestra parte, hemos tratado de asegurar una gran variedad y riqueza en los puntos de vista a través de las distintas reflexiones aqui vertidas. Reflexiones que, por otro lado, no agotan (ni de lejos) el enorme torrente de ideas que Aluye por las venas de la indignacién global. Partiamos, al iniciar este proyecto, de la conviccién de que lo vertiginoso de los acontecimientos no debfa subsumir la necesidad de pensar sobre lo que nos ha pasado y, sobre todo, de imaginar estratégicamente lo que nos gustaria que nos pasara al 99%. ‘Confiamos, humildemente, en haber contribuido a ello. Ese libro, claro esté, no habria sido posible sin el trabajo desin- teresado de quienes en él han decidido tomar parte, aportando sus experiencias y sus ideas. A ellos y ellas, fundamentalmente, nuestro reconocimiento y agradecimiento. ‘También queremos agradecer la ayuda prestada, en distintos trdmites y momentos, por nuestro amigo y compafiero Daniel Alcalde Giielfo. Y, en definitiva, est libro se debe ala Iealtad con el movimiento: con las y los de abajo. 2 I. EL TOPO QUERIA TOMAR (EL) SOL Joseba Fernandez, Carlos Sevilla, Miguel Urbén* Europa se levantaré y gritard jubilosa: ;Bien has cavado, viejo topo! KARL MARX, £118 Brumario de Luis Bonaparte Daniel Bensaid escribia que muchas veces solo nos quedaba «la paciente observacién de las grietas de la dominacién por donde pueda surgir una posibilidad intempestivan. Esa grieta se ha abierto con el referente simbélico del movimiento de las plazas (de Tahir a Zuccoti Park, de Syntagma a la Puerta del Sol, pasando por la Placa Catalunya, la Qasba tunecina o el Bulevar Rothschild) y con el desarrollo de un auténtico ciclo de protesta rebelde global. A modo de amalgama de indignaciones que han convergido en una expresi6n colectiva difusa y que nos han permitido aprovechar una posibilidad de intervenir en el tablero de una politica, hasta ahora, secuestrada. El viejo topo se ha asomado por las plazas del mundo, aprovechando la grieta de la indignacién acumulada tras afios de cavar pacientemente sobre los efectos de la crisis, Salta a la superficie como resultado de una historia anterior de resistencias, suefios ¢ ilusiones truncadas, de la maduracién de un desarrollo, del allanamiento de un terreno ilusoriamente firme. * Joscba Ferninder es investigador en el departamento de Ciencia Politica de la Ury-tHU y forma parte del Centro de Estudios de Movimientos Sociales (CeMs). Contacto: josebafergon@gmail.com. Carlos Sevilla es autor de La fibica del conocimiento. La universidad-empresa en la producciin flexible, Edivorial El Viejo Topo, Barcelona, y miembro de la redaccién de la revista Viento Sur. Con- ‘aco: sevilla alonso@gmailcom. Miguel Urbn ¢s autor junto a Carlos Sevilla y Judith Carreras del libro: Ewrowniversidad. Mito y realidad del proceso de Bolonia, Teatia (2006), Forma parte del la redaccién de la revista Viento Sur. Contacto: ‘urban. crespo@yahoo.es. Lairrupcién del movimiento 15-M constituye todo un aconteci- ‘miento politico. Ya no hay discusién al respecto. Este acontecimiento ¢s la expresién de una «vélvula de escapes social que puede canalizar el malestar. Una movilizacin que ha abierto nuevas vias y que su- pone, sin matices, un punto de inflexidn en la respuesta social a la crisis a nivel internacional y, en particular, en el Estado espafol. Su continuidad, en forma de marchas populares, asambleas barriales y de miiltiples y diversas iniciativas ciudadanas, ha desbordado a todo el mundo: partidos, sindicatos, prensa, policia. Incluso a los propios protagonistas. Nadie es capaz de surfear y cabalgar la ola. Se trata, ‘en todo caso, de construir colectivamente un astrolabio para poder abrirse rumbo con las estrellas. Los antecedentes: el caldo de cultivo, la dejacién de funciones de algunos y la impotencia de lo «alternativo». Crisis, qué crisis? Extenderse, nuevamente, sobre los factores que explican el profundo deterioro social, econémico, medioambiental y del conjunto de la vida politica espafiola no tiene mayor sentido. Es de sobra conocido cémo ha estallado la crisis econémica capitalista sobre el modelo de desarrollo espatiol y cémo eso ha afectado a millones de personas. También el modelo de salida a la crisis disefiado por las élites. Una dinémica de lucha de clases «desde arriba» (Warren Buffet dixit) que, al dictado de la troika del BCE, la UE y el FMI, ha dejado un reguero de victimas y un escenario de triunfo demoledor para la banca, los grandes capitales, los especuladores de distinto signo y las dltes politicas a su servicio. De alguna forma, el balance del saldo de la economia espafola tras el crack es aterrador. La financiarizacién de las clases medias, el «efecto riqueza» y el suefio aletargador de la sociedad de propie- tarios y del ascensor social habia funcionado, perfectamente, como mecanismo ilusorio para el plicido devenir del modelo econémico de desarrollo de este pais. Sin embargo, el reventén de las varias burbujas que arenazaban la economia espatiola ha hecho saltar por los aires este esquema del capitalismo de casino. De una sociedad parcialmente euférica por el credo del crecimiento se ha pasado a tuna sociedad mayoritariamente golpeada y sin asideros sociales a los 4 queagarrarse: ahorradores aterrorizados, consumidores endeudados, trabajadores con miedo a perder el trabajo. Y, sin entrar en psicologismos huecos, se ha pasado de una ciudadania basada en las diversas redes de confianza a una sociedad desconfiada de las instituciones sociales y politicas sobre las que se asienta el régimen espafol. Pero este trinsito se ha hecho esperar. El KO que ha recibido Ia composicién politica mayoritaria de la fuerza de trabajo ha sido administrado y digerido a través de diferentes fases y momentos. Nadie pasa de la euforia al miedo y de este ala indignacién y la mo- vilizaci6n en una secuencia cortay mecénica. Pero, evidentemente, elecaldo de cultivo» que ibaa producir el «estallido» del 15-M seiba tejiendo, poco a poco, y soterradamente. Y, en los tiltimos meses, al margen de los canales y as estructuras de los que se esperaba pu ran protagonizar una respuesta amplia y antagénica a la situacién de emergencia social y de golpe de Estado posmoderno que vivia la economia y la soberania politica. Sin embargo, una brecha anterior se habia abierto unos meses, antes. Fue el 29-S, Ese dia (y las semanas previas de preparacién) la posibilidad real de ampliar el marco de las resistencias y las res- puestas populares (no solo desde el émbito del trabajo sino mucho més alld) quedé reafirmada en la convocatoria y seguimiento de la hhuelga general. El cierre del esquema del conflicto sindical y el compromiso ‘con el didlogo y pacto social por parte de los sindicaros mayoritatios supuso la imposibilidad de aprovechar esa oportunidad politica real para intervenir, desde esas estructuras, para seguir un modelo distinto ydeacumulacién de fuerzas en la respuesta social ala crisis. El dafio {que causé el Acuerdo Econémico y Social (pensionazo) sobre la moral de no pocos activistas y la deslegitimacién real (y merecida) que han suftido las centrales mayoritarias explica que estos agentes no puedan ser percibidos, en estos momentos, como herramientas reales para interpretar y dar cauce al «malestar general». En cierta medida, las organizaciones tradicionales de las corrientes hegemé- niicas del movimiento obrero que surgieron, proliferaron y entraron ‘en declive entre el final del siglo XIX y la década de los noventa del siglo xX, no solo estin siendo golpeadas por esta crisis; son parte activa y responsable. 15 ‘Tampoco el balance de lo que podemos llamar, amplia y difu- samente, la izquierda alternativa y anticapitalista ha sido mucho mejor. Evidentemente, no en su papel de legitimador ni comparsa de la farsa de la paz social. Pero si, al menos, en su capacidad de expresar en la calle la alternativa que pod/amos significar. Si bien el resistencialismo ha sido notable, las incapacidades organizativas y su escasa implantacién social, la desconexién real respecto a lo que no son miicleos de activistas o, simplemente, la puesta en marcha de repertorios de accién atractivos y atrayentes para otro perfil de publico han conducido a movilizaciones que, no por necesarias y relativamente exitosas, no han podido dar inicio en ningtn mo- mento a.un ciclo de movilizaciones. Ast, el sindicalismo alternativo, los movimientos sociales més radicales y coherentes o la izquierda politica rupturista no han podido romper el circuito de autoconsumo en el que se movian. Si bien es verdad que se ha ampliado en los tiltimos meses, su papel como dinamizador de la batalla en la calle ha tenido siempre su techo. Pero también es cierto que las pequefias iniciativas que se han ido concretando estos meses y afios han ido ‘generando parte del discurso que hoy van asumiendo mds sectores de los hoy movilizados. Con este panorama y estos balances, la perspectiva de algiin tipo de «ruptura» desde abajo se iba fraguando como una hipétesis cada vex més plausible. Entre determinados sectores del activis- mo se barruntaba que, frente a estos limites y ante una situacién social crecientemente explosiva, una salida «a la argentina» tras el corralito, parecia ya una solucién mas factible que no un proceso de movilizacién sostenido y de acumulacién lineal de fuerzas. El cémo y cudndo podia ocurrir eran dudas que solo el tiempo podfa despejar. Sin embargo, algunas pistas habfan llegado de dentro y de fuera: la rebelién estudiantil mundial contra la mercantilizacién de la educacién, la sucesin de huelgas generales nacionales en los paises de la UE en los afios 2010 y 2011 contra los planes ajuste estructural, la organizacién y movilizacién de una experiencia como la de Juventud sin Futuro, el surgimiento de Demoracia Real Ya o la extensién estaral de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en el Estado espafol y, sobre todo, las revueltas y procesos destituyentes érabes. 16 El efecto emulacién y las resistencias en el planeta de los desposeidos. Crear dos, tres, muchas Plazas Tahrir La falta de referencias précticas, simbélicas y de identidad atenazé la posibilidad de respuestas sociales en los meses previos ala irrup- cién del 15-M. Llamando a nuestra puerta aparecieron en forma de revueltas, rebeldfas y revoluciones otros pueblos, experiencias y nuevas formas de autoorganizacién que, en suma, han contribuido a gjercer de inspiracién y hasta de modelos de aprendizaje para el devenir de la protesta en el Estado espafiol. Ha sido el caso de la generacién precaria y de los sindicatos por- ‘ugueses en su lucha contra el FMI, los estudiantes Berlusconi, la precariedad y los recortes en educacién; el sindicalismo y la juventud griega contra la deuda y el chantaje de la troika; las universidades ocupadas y movilizadas en Reino Unido; la Francia rebelde ¢ insumisa a perder derechos sociales. Y especialmente de forma intempestiva, el levantamiento de la dignidad y contra la tiranfa de los pueblos drabes. Y, de alguna manera, nos hicieron perder el miedo. Es dificil demostrar de qué manera han tenido impacto es- pecifico sobre este despertar de la rebeldia instintiva en el Estado espafiol. Solo dos apuntes al respecto: anivel de discurso y de formas de organizacién (manejo de las redes sociales y fuerza simbélica y real del espacio puiblico) parecen haber ejercido ya como auténticas inspiradoras. La originalidad y radicalidad de las consignas o la biisqueda de la simpatia y las alianzas a nivel internacional estén sirviendo también aqui de impulso en y para la movilizacién. Asi ‘ocurrid, y esté ocurriendo, en los paises arabes. Y, por ultimo, el movimiento de acampadas que emergié tras el 15-M no se puede ‘entender sin la experiencia y la leccién al mundo de la Plaza Tahrir (El Cairo, Egipto), la Qasba (Tiine2) y la Plaza de la Perla (Manama, Bahrein). Esa irrupcién visual, simbélica y violenta de las masas en el espacio urbano y nuclear de las metrépolis es ya la imagen de las revoluciones posibles del siglo XI. Por otro lado, nos encontramos ante lo que yaes un movimiento de cardcter global. La escala del conflcto se ha anclado también en la misma escala del origen del problema. La rapidez con la que se hhan emulado formas organizativas y de protesta, elaboracién de 7 discursos y de demandas nos remite a lo que ¢s la prefiguracién de tun movimiento de indignacién global. En el marco de una crisis financiera, social, de los cuidados y ecolégica que no tiene contor- 1nos fijos, las resistencias se han ido diseminando, con sus propias particularidades, por distintos contextos y escenarios. Pero todas cllas con una légica comin: la voluntad ciudadana de apropiarse de nuestras propias vidas frente a los poderes dictatoriales, a través de la autoorganizacién. Esta légica comiin a las protestas se ha expresado a través del ejercicio de una desobediencia de masas. Simbolo de la existencia de legitimidades en disputa, la desobediencia ha sido un factor cons- tituyente de estos movimientos. En las ocupaciones del espacio publico, en las marchas no autorizadas, en la oposicién y paralizacién de los desahucios y en las ocupaciones de realojo provisional de los desahuciados en la desobediencia a la Junta Electoral o en las sen- tadas frente al abuso policial, la desobediencia activa ha germinado como el instrumento mas elemental y efectivo para contrarrestar los dispositivos de control represivo de las protestas. Juventud :divino tesoro? El término juventud, como sefiala Inigo Errején, se ha venido utilizando exitosamente en las movilizaciones que antecedieron al 15-M como un ssignificante vacio» que condensaba buena parte de la realidad social y del imaginario colectivo capaz de legitimar tuna movilizacién de este tipo. Y, por ello, se convertia en condicién de posibilidad para la creacién de hegemon{a. Analisis que, como ‘vemos, sigue funcionando y lo seguird haciendo mientras vivamos instalados en la era de la precariedad vital propia del neoliberalismo y sus flexi-inseguridades. Si bien es cierto que el «condensador» Juventud ha podido funcionar eficazmente para la incorporacién de un sector signifi- cativo en el origen de las protestas, no podemos obviar que estas movilizaciones y, en general, este «ciclo rebelde global», esté atra- vesado también por el fraccionamiento que a nivel més general se da en los procesos productivos y en el conjunto de la fuerza de trabajo. Buena parte de los participantes, con background uni- versitatio, alertados por la descomposicién en curso de las clases 18 medias hacia la reproletarizacién y del cierre a nivel colectivo de las expectativas de futuro o de promocién social, reproducen en Ia forma de organizacién de las acampadas y en el desarrollo pos- terior de las comisiones del movimiento (al menos en Madrid) la divisién social del trabajo y del mundo de las «profesiones»: las economistas crearon la comisién de economia, los periodistas la comisién de comunicacién, las abogadas la comisién legal, etc. Es evidente que cada uno pone sus capacidades y afectos a trabajar en la medida que considera mejor para contribuir al desarrollo de Ia protesta. Este hecho simplemente refleja que la composicién técnica de una parte importante de la fuerza de trabajo se esté traduciendo de forma caleidoscépica en la composicién politica del movimiento. Y esto es un gran paso adelante. Por otro lado, también refleja que hay otros sectores (trabajado- resmanuales, parados y desempleados) de esa composicién técnica de la fuerza de trabajo, migrante y nativa, que han permanecido pricti- ‘camente ausentes de esta recombinacién surgida de las plazas. Y esto ‘esuna muestra de sus limites. Estos sectores, ausentes de este ciclo de protesta global, han entrado en escena a través de las mal llamadas srevueltas anémicas» por una sociologfa destinada a la criminaliza- ibn (versién conservadora) 0 a la compasién benevolente (versién pprogresista). Se trata de auténticas «insurrecciones no organizadas» (revuelta de la banlieween Francia en 2005, de la juventud griega en 2008, en Londres en 201 1) en las que ha irrumpido ese proletariado juvenil condenado el subempleo y a los peores trabajos, sometido al ‘control policial yal racismo institucional. La reintegracién de estos sectores de la fuerza de trabajo, es decir, el devenir politico de la ‘composicién técnica, es una de las tareas fundamentales del periodo. Se trata de reconstruir la desintegrada vida social y l espacio piblico ‘en el que se puedan reencontrar. El resurgimiento del pueblo como sujeto colectivo puede jugar ese papel. Por otro lado, en el ciclo de protesta transnacional del 68, la rebelidn de la juventud estudiantil tuvo un efecto contagio que animé a otros sectores ala protesta, en condiciones completamente diferentes. La diferencia fundamental con los movimientos del 68 estriba en que estos se desarrollaron en el contexto de los «treinta gloriosos» afios del Estado de bienestar, de acumulacién capitalista ininterrumpida y de cierta redistribucién parcial. Se trataba de 19 sociedades de casi pleno empleo sin grandes inquietudes respecto al futuro. En cambio, el contexto actual de crisis sistémica y planes de ajuste estructural reforzard el desmantelamiento en curso del Estado de bienestar, a explosi6n de las tasas de desempleo juveniles y la precarizacién generalizada de las relaciones laborales. La educacién hoy no solo no garantiza la movilidad social ascendente sino que se cesté reestructurando sobre una base censitaria. Mientras os hijos de las clases medias corren el riesgo de no reproducir el propio estatus de proveniencia, la seleccién social esta cada vex. més determinada cen base al precio que se esta dispuesto a pagar por la formacién. En este sentido, la financiarizacién de la economia ha alcanzado ya al sector educativo donde la deuda estudiantil es otra losa sobre los dificiles equilibrios de las economias populares. ‘Sin embargo, latrascendencia de la movilizacién de la juventud como elemento catalizador de antagonismos sociales vuelve a ser un hecho. ¥ lo esté haciendo en contextos demogrficamente (caso de los paises drabes versus casos europeos) y politicamente (a nivel de politica de movimiento) muy desiguales. ¥esté ocurriendo asf porque, en este momento, se han traducido en movilizacién, de forma imprevisible como no podia ser de otra manera, los cambios en la composicién técnica de la fuerza de trabajo juvenil: el incremento del «capital cultural» de la juventud gracias a la generalizacién del acceso a los studios superiores y a momentos de formacién fuera de los lugares formales; la amplia variedad de destrezas y capacidades adquiridas y derivadas de la polivalencia forzada del trabajo vivo desempefiado en multitud de trabajos precarios; la creacién, a través del uso multiple de internet, de una cierta cultura organizativa y de trabajo comiin basada en la comunicacién horizontal, la importancia del intercambio, la cficacia de la descentralizacién y la necesidad de la cooperacién;' en fin, por la creacién de un eespacio piblico hibrido»? entre las redes medidticas digitales, como forma organizativa virtual, que hibrida con las redes sociales alternativas culturales y politicas. 1. Desarrllado por el articulo del colectivo Madiilonia en el presente libro 2. A este respecto;, ver el articulo de Andrés Antebi y José Sanchez en el presente libro. 20 Esta movilizacién no se hubiera desencadenado sin la sociali- zacién de un discurso previo difuso sobre la precariedad laboral y vital que tiene la capacidad de amalgamar demandas y construir identidad: somos precarios/as porque no tenemos casa, ni curro, ni pensiones. No future. Condenados/as a la incertidumbre, a las inseguridades y a constituir, desde la supuesta formacién académica, un auténtico «ejército de reserva» de la sociedad del trabajo pero, siempre, como «precarios/as en formacién». De hecho, la acumulacién de experiencias y de discurso contra- hegeménico en las universidades, desde ya antes de las movilizaciones anti Bolonia, en los iltimos afios no es nada desdefiable. Son ya varias Jas generaciones de activistas las que se han socializado politicamente cn espacios de lucha que han conectado, nitidamente, las reformas educativas con el mercado laboral basura al que estén sometidas. La puesta en marcha de iniciativas con tanto potencial como las de Juventud sin Futuro 0 Democracia Real Ya constituyen una muestra més, en esta fase, de cémo los sectores del movimiento estudiantil y de ese nuevo movimiento en el que coexisten miltiples identidades y participan nuevos activistas sin trayectoria organizativa previa, han sabido reconocerse, articular un discurso con capacidad de sumar y afinar précticas de movilizacién con capacidad de im- acto social, Error del sistema Las palabras del replicante Roy Blatty en Blade Runner? explican ‘mejor que nadie el mejor dispositivo de control y dominacién en Ia sociedad actual: el miedo. Y es, precisamente, la victoria sobre el miedo la més importante de las conquistas del 15-M. Eso clamaban yya semanas antes los carteles de Juventud sin Fucuro: sin casa, sin curro, sin pensién. Sin miedo. Y eso se grité colectivamente en las calles: sin miedo. El gran triunfo de las politicas neoliberales ha sido hundirnos en probleméticas individualizadas (en el miedo al trabajo, a futuro, a los bancos, a la desconexién social). Un miedo 3. «Es dur vivir con miedo, verdad? En exo come ser exclavos. 21 que solo nos lo podemos quitar de encima desde lo comin, desde la colectividad, alejados de falsas soluciones individuales, ese miedo puede dar paso a otros estados de dnimo. Y parte de ese miedo ya 1nos lo hemos sacudido. Una de las miiltiples pancartas que afloraron en los primeros dias de la toma de la Puerta del Sol, rezaba lo siguiente: «Error del sistema». En el ecuador de una campafia electoral anodina, surgié una falla politica que monopolizé la informacién y el debate en aquellas semanas: se habfa producido un error en el sistema. El guién prefijado de la politica establecida se habfa roto. ¥ las ma- sas entran en escena, por la puerta de atrés, para protagonizar la politica con maytisculas. Esa politica definida por Alain Badiou como: La accién colectiva organizada segiin ciertos principios, que tiene como objetivo desarrollar en Ia realidad las consecuencias de una nueva posibilidad rechazada por el estado dominante de las cosas. Una amalgama diversa de personas, principalmente jévenes, pero no solo, ha encontrado en el movimiento 15-M una expre- sién politica colectiva con diferentes intereses. En algunos casos, incluso contrapuestos. Unificados en un malestar y una indignacién colectiva no vehiculada a través de mediaciones sociales clisicas 0 preformadas. Pero s{ con la potencialidad de transformar la politica rechazada por el estado dominante de las cosas, descolocando el supuesto consenso neoliberal ante la crisis. Tas plazas de nuestros barrios y ciudades se han transformado y han transformado a las personas que la habitan: de tradicionales plazas reservadas para el cemento, el trinsito y el comercio a espacios de encuentro y socializacién, 4gora colectiva de debate, donde las personas se han convertido en ciudadanas/os, en el que un 15 de ‘mayo se produjo un error del sistema. Un error que, en el caso espa- fiol, remite a la crisis del régimen surgido de la Transicién pactada. Un régimen que se ha mostrado estos meses, mds que nunca, como un régimen de clase al servicio de los grandes poderes econémicos y financieros. Un régimen que permanece inalterablemente insta- lado, en sus élites, en la cultura del consenso de la transicién con el 22 objetivo de seguir manteniendo el control y el mando de la gestién neoliberal de la crisis. Pero es ahi precisamente donde se ha abierto una brecha. Una reciente distancia simbélica y cultural que apunta a un cierto divorcio de legitimidades entre el Régimen y el pueblo. Y que nos ‘muestra que no hay salida posible en el marco del propio régimen. La logica democratizadora del movimiento es, irremediablemente, absolutamente antagénica con los limites del régimen politico y econdémico derivado de la trégica transicién espafiola. ‘Asi es como las fallas de la actual mercadocracia se han podido conectar con la propia memoria respecto a nuestro pasado y a las légicas perversas que esconde la «democracia» en este pafs de paises. Entre el miedo, la incomprensién, el estupor, la desconfianza y la esperanza. Hic Rhodus, Hie Salta Lairrupcién del movimiento del 15-M, de los indignados o simple- mente de as ocupaciones de plazas publicas (da igual el nombre) ha provocado miedo, estupor, incomprensién, desconfianza y esperanza a partes iguales entre muchos sectores de la izquierda y la derecha. Nos ha pillado a todas/os con el pie cambiado. Pero el 15-M no ha sido, ni mucho menos, una movilizacién jiuvenil nila sefial de un falso conflicto intergeneracional. Ha sido la puesta de largo de lo que puede ser un nuevo sujeto politico-social, con evidentes contradicciones pero con atin mds posibilidades. Un ‘movimiento casi imposible de caracterizar por su propia naturaleza irrepresentable innombrable, que era necesario y que ha roto con Ia inercia de derrota y pesimismo que se habia apoderado de la izquierda social en sentido amplio, Este movimiento muestra, por otra parte, que la tensién entre organizacién y espontancidad ¢s irresoluble y falsa. No existe margen para un fortalecimiento dela movilizaci6n y la sedimentacién de experiencias organizadas sin margen para la espontaneidad; pero tampoco hay margen para esta sin un trabajo de organizacién previo que se abre también a lo inesperado. Y si es ilusionante, es debido al niimero de personas que ha co: fo (la mayor movilizacién desde la Transicién?), porque 23 la mayor parte de los discursos son propios del discurso que ha venido repitiendo la izquierda desde mucho antes del estallido de la crisis: contra la dictadura de los mercados y de los bancos, contra los recortes sociales, contra este modelo de «democracia». Y eso es ya tuna victoria: socializar en las calles las banderas de un movimiento alterglobalizador en crisis terminal, de los estudiantes, de los docen- tesy de personal de sanidad en lucha estos afios, de los sindicalistas honestos y combativos. Es, por tanto, un discurso y una prictica que debe ser acompa- fiada, que es posible construirse en camino y a la que los sectores que han trabajado las resistencias desde las facultades, los centros de trabajo, el movimiento ecologista, el antirracista, el feminista deben (y deben poder) Ilenar de contenido. El 15-M y las plata formas asentadas sobre el terreno que han surgido constituyen una posibilidad para que esas izquierdas y esos movimientos sociales amplien el publico de sus discursos y de sus précticas. Porque este movimientos, afortunadamente, no ha surgido de acuerdos entre aparatos, no son experiencias para el debate entre los sectores més conscientes. Es, por fin, una experiencia en marcha para la movilizacién. La respuesta ante este fenémeno de las instituciones y de la juierda acomodada es sintoma del propio éxito del movi- 10, La estigmatizacién de las protestas, las etiquetas sobre ellas mismas, su minusvaloracién y represidn son la prueba palpable de la inquietud que estén provocando. Algunas voces de la progresia intelectual nos pedian indignarnos y reaccionar. Cuando lo hacemos consecuentemente, somos violentos antisistema que no ofrecemos alternativas. Algunos llegan a oponer el movimiento 15-M.a los riots de Londres, obviando que ambos fenémenos, protagonizados por clases sociales diversas, responden a las mismas causas. Siem- pre el mismo cuento de aquellos instalados en lo «politicamente corrector. Siempre hemos mantenido que la lucha de clases ¢s una batalla de largo aliento. Que no hay atajos ni recetas mégicas. Y que ya ni siquiera sabemos cémo se puede cambiar el mundo. No tenemos un manual de instrucciones. El pasado no ilumina el porvenir. Tampoco el 15-M y lo que ahora esté pasando es una leccién definitiva. Pero si que ha sido una pequefia ruptura en la normalidad de esta de- 24 mocracia que se imparte a golpes de porra y de decretos antisociales bajo los espurios designios de eso que llaman «mercados». ‘Aprovechar esta grieta, conformar espacios de resistencia sobre 1 terreno que no abandonen los grandes problemas, articular este «movimiento de movimientos», consolidar espacios para la préctica de la resistencia y de la democracia son ya las tareas que nos deja el grito del 15-M. Esa ha sido la gran leccién que, colectivamente, hemos podido vivir. Seguramente, asi lo ha experimentado mucha gente no asidua a los rituales de manifestacién y expresién de la izquierda. Y eso es un regalo para la inquierda y los movimientos sociales: la posibilidad de politizacién de nuevos sectores. Un aumento de la conciencia, una acumulacién de memoria y de experiencia de lucha y de resis- tencia. Mas alld de lo que pueda ocurrr, la resaca del movimiento surgido a partir del 15-M nos dejaré eso: una leccién autoimpartida de organizacién colectiva y de democracia popular. Al grito de «Si se puede» hemos visto paralizar decenas de desahucios, realojar provisionalemente a desahuciados en inmuebles vactos, detener redadas de migrantes en situacién administrativa irregular, organi- zar actos simbélicos de denuncia en plazas, debatir colectivamente sobre lo comiin. Estamos, ante todo, ante un acontecimiento de autoorganizacién en marcha. De autoconvocatoria cotidiana de las multitudes subalternas. Mis alld de sus posibles logros o de la continuidad de sus es- tructuras, el 15-M esté suponiendo una profunda alteracién en las précticas de contestacién social. Y es que este movimiento marca ya un estilo, un modus operandi que, de alguna manera, ha venido para quedarse. Los nuevos lenguajes, las metodologias asamblea- rias utilizadas, el tipo de comunicacién empleado no son descu- brimientos propios de este movimiento. Pero es a través de dl que hhan conseguido saltar desde el campo de las minorias activistas y movimentistas a un piblico mas general. Por esto, precisamente, el estilo 15-M marca una impronta para la organizacién y desarrollo de cualquier espacio de resistencia. A partir de ahora, lo importante seguird siendo qué se hace frente a quién. Pero mucho més lo seri el cémo. Esta herencia respecto a determinadas formas de articula- cién de la protesta, ademés, serd ficilmente conectable con luchas sociales parciales: de las plazas a los barrios y de estos a los centros 25 de trabajo. Ahi esté el ejemplo de la marea verde de la ensefianza en la Comunidad de Madrid o las movilizaciones del personal sanitario cataldn frente a los recortes. En este sentido, el 15-M se estd configurando como un anclaje natural y local de un modelo de «movimiento de movimientos» dispuesto a enfrentar diferentes ataques (desahucios, privatizacién de bienes y servicios comunes, criminalizacién del propio movimiento, etc.) bajo una légica articuladora comin. De esta forma, nos encon- tramos con nuevos y viejos repertorios de protesta conviviendo en movimientos capaces de generar amplio apoyo social. Todo ello, a través de légicas procedimentales basadas en las posibilidades tecno- légicas al alcance y en la prctica de férmulas de democracia directa. La profundidad del impacto del 15-M se puede observar también en su influencia en los Ambitos culturales y artisticos: el proyecto ‘musical de la Fundacién Robo* de generar la «banda sonora» del ‘movimiento, la multitud de proyectos de disefio gréfico* destina- dos a crear estéticas y simbolos adaptados a la situacién social o la creacién de un universo poético® del movimiento. Estamos tan solo ante el inicio de una bonita amistad, de una fusidn alquimica entre la contracultura y la politica alternativa. EL 15-M muestra que ni estamos ante el «fin de la historia» programado ni ante un happy end garantizado. El viejo topo sigue cavando paciente pero obstinadamente. La topera va tomando for- maa medida que se construye. El 15-M es una topera stibitamente abierta a la luz. Hic Rhodus. Hic Salta 4, Seautodefine como «proyecto musical colectivo que trabaja alrededor dela cancién populista desde mayo de 201». En él han participado entre ottos Nacho ‘Vegas, Albert Pla, Roberto Herreros (ex Garz6n, ex Grande Marlaska). Mas info cn: www fundacionrobo.org. 5. hep://vocesconfucura.tumblr.com/. 6. heep://poetasdell Sdemayo.blogspot.com/. 26 II. LA INDIGNACION MUNDIAL Y SU MARCO INTERNACIONAL* Eric Toussaint”* En ef transcurso de 2011, el movimiento social y politico rebel- de hizo una nueva irrupcién en las calles y las plazas de todo el mundo. Tomé una nueva forma y nuevos nombres: primavera 4rabe, indignados, movimiento Occupy Wall Street (OWS), etc. Las principales regiones que vieron surgir este fenémeno fueron: Africa del Norte y el Préximo Oriente (incluido Israel), Europa y América del Norte. Ciertamente, no todos los paises de estas Tegiones se vieron afectados por esta ola de movilizaciones y estas nuevas formas de organizacién, pero todo el mundo se enterd de estos movimientos. En los paises en los que no fue masivo, algunas minorfas activas han tratado de arraigarlo con diversos resultados. En el hemisferio sur solo en Chile, en 2011, se vivié algo similar al movimiento de los indignados.' raducido por Griselda Pier. Eric Toussaint, doctor en Ciencias Polticas de la Universidad de Liege —Bélgica—y dela Universidad Paris VIII —Francia—; Maitre de conferences enla Universidad de Lidge (Balgca), presidente del Comité paral Abolicién de la Deuda del Tercer Mundo (red internacional basada en Lidge, Bélgica: www:cadtm.org), riembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial desde su fundacién ‘en 2001, autor de varios libros de los cuales: La criss global, Editorial Viejo Topo, Barcelona, 2011; Una mirada alrerovisor: El nealiberaismo desde su origene asta le actualidad, Editorial cara, Barcelona, 2010, Coautor con Damien Millety otros de La Deudeo la Vida, Editorial lari, Barcelona, 2011. 1. Véase Franck Gaudichaud, «Reflexiones en torno al ‘largo mayo chile- no’ Cuando el neoliberalismo triunfance se agrietav: hep://www.rebelion.org! noticia php’id=137928. 27 Sie trata de resumir a grandes rasgos la accién de los movimien- tos sociales en el Ambito internacional, se puede distinguir diferentes fases relacionadas con la evolucién de la situacién mundial. Entre 1999 y 2005, frente a una profundizacién de la ofensiva neoliberal en los paises del Norte, tuvieron lugar grandes movi zaciones contra la OMC (Seattle en Estados Unidos, en noviembre de 1999), contra el Banco Mundial, el FMI y el G8 (Washington en abril de 2000, Praga en septiembre de 2000, Génova en julio de 2001). En ese marco nacié el Foro Social Mundial en enero de 2001, en Porto Alegre, que se extendié répidamente a todos los continentes (Latinoamérica, Africa, Europa, Asia del Sur, América del Norte). Se crearon nuevas redes internacionales: Jubileo Sur (sobre la deuda), ATTAC (contra la dictadura de los mercados), la Marcha Mundial de Mujeres, Nuestro mundo no esté en venta, etc. Se reforzaron redes antiguas (nacidas durante la primera mitad de los afios noventa): Via Campesina, el CADTM (red Norte/Sur sobre la deuda, el Banco Mundial y el FMI). El movimiento al- termundialista (0 antiglobalizacién) se configuré durante esta fase, esencialmente en el marco del FSM. Después de 20 afios de dominacién neoliberal en América del Sur, en muchos paises las. luchas fueron masivas y varias tuvieron éxito: la guerra del agua en 2. Por supuesto que hay otras acciones que habian preparado el terreno: sebelién (neo) zapatsta que surgiéel 1 de enero de 1994 y tuvo un impacto inter- nacional muy importante durante varios afios especialmente durante el encuentro inemaconal de Chiapas 1996, lamado, nro urea, Encoen ine rico en defensa de la humanidad, en el que partciparon muchos movimientos (eis cor lor que ema oCADTI. Tuba fen 1994 cuando se conmemoré el 50° aniversario de la fundacién del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con una enorme manifestacién de protesta en Madrid. Este evento inspiré mas tarde alos franceses, quienes, en la movilizacin contra el G7 en Lyon, en 1996, instauraron los colectivos «Les autres voix de la planéte» (Las otras voces del planeta). La iniciativa espafiola reunié a ONG, el CADTM Bélgica ¥y movimientos como la «plataforma 0,7», cuyo objetivo era conseguir que el pais ‘dedicara el 0.796 de su PIB ala ayuda piiblca al desarrollo, y también sindicatos, ‘movimientos feministas y ecologistas. Ya con ocasiGn de esta contracumbre se reunieron movimientos que mis tarde se reencontrarian en Seattle en 1999, en Porto Alegre en 2001, ee. En 1997, en Amsterdam, durante una contracumbre frente ala Unidn Europea, las marchas europeas contra el desempleo tuvieron un papel catalizador. 28 Bolivia en el afio 2000; el levantamiento indigena que en Ecuador derrocé a un presidente neoliberal (2000); una rebelién que derro- 6 al presidente neoliberal argentino (fines de 2001) y abrié una ctisis prerrevolucionaria en diciembre de 2001, que prosiguié en 2002; levantamiento popular en Venezuela en abril de 2002 para el retorno de Hugo Chavez a la presidencia después de su derro- camiento por un putsch (11-13 abril de 2002); guerra del gas en Bolivia en 2003, con la destitucién del presidente neoliberal pro ‘Washington; derrocamiento de un nuevo presidente neoliberal pro estadounidense en Ecuador en 2005... A continuacién de estas movilizaciones, algunos gobiernos rompieron parcialmente con el neoliberalismo y se opusieron a la dominacién de Estados Unidos, iniciando reformas politicas y restaurando en parte el control ptiblico sobre los recursos naturales (Venezuela a partir de 1999, Bolivia en 2006, Ecuador en 2007). Bajo la presién po- pular, el gobierno argentino, que no tiene un origen de izquierda convencional, aplica medidas heterodoxas que no siguen el camino del gobierno del PT en Brasil o del Frente Amplio en Uruguay, ya que estos prolongan a politica de sus predecesores neoliberales, agregando una dosis importante de «asistencialismo» para mejorar lasituacién de los més pobres y consolidar asi su base electoral. La zona de libre comercio para las Américas, deseada por Washington, se abandoné en 2005 gracias a la oposicién de una mayoria de gobiernos de América del Sur y a la movilizacién social. Mientras tanto, el 1 de septiembre de 2001 trajo una nue- va ofensiva bélica de Estados Unidos en Iraq y Afganistan, que desprende un fuerte olor a petréleo y de refucrzo de su ventajosa posicién militar. Esta ofensiva iba acompafiada de una fuerte res- triccién de las libertades democriticas, especialmente en Estados Unidos y Gran Bretafa. El nuevo pretexto fue la lucha contra el terrorismo. Frente a este endurecimiento imperial, el movimiento altermundialista consiguié la mayor marcha contra la guerra de la historia (de 12.a 13 millones de manifestantes marcharon en todo el planeta, en febrero de 2003) pero no logré impedir la invasién de Iraq un mes més tarde. El declive del Foro Social Mundial co- + menz6 en 2005. Una de sus causas seria el persistente rechazo de su consejo internacional de transformar un foro de encuentros y de intercambio en un medio democritico y abierto de convergencia 29 y aglutinacién para la accién. A esto se agrega la institucionaliza- ‘cién de un proceso dominado por ONG y lideres de movimientos sociales que se alinean con gobiernos socioliberales (el gobierno de Lula en Brasil y de Prodi en Italia, en particular). A partir de 2004, a escala internacional, ya no hay grandes movilizaciones ‘contra el FMI, el Banco Mundial, el G8, la OTAN, la OMC, contra Jas guerras imperialistas. El movimiento altermundialista sufre manifiestamente una pérdida de velocidad aunque haya habido ediciones del FSM, como la de 2009 en Belem (Brasil), que tuvie- ron un gran éxito. En 2005, al adoptar antidemocriticamente el Tratado Consti- tucional de la Unién Europea, las clases dominantes europeas y los gobiernos de turno reforzaron la orientacidn capitalista neoliberal de la integracién europea en el marco de la UE y de la zona euro, {que se extendié progresivamente a 17 pafses. Los paises capitalistas ‘més industrializados, asi como China y los paises exportadores de materias primas, gozaban de una salud que parecia buena. Las clases dominantes continuaron su ofensiva en términos de precarizacién del trabajo, pero el consumo se mantuvo por las comprasa crédito y Ja burbuja inmobiliaria, que produjo una falsa impresién de riqueza y bienestar en varios paises (Estados Unidos, Gran Bretafia, Espafia, Trlanda, y varios estados de Europa central, miembros de la UE). Por otro lado, los perceptibles efectos del cambio climatico en curso comenzaron a provocar una concienciacién critica con respecto al capitalismo productivista. ‘A partir de 2007, aparecieron nubarrones en el cielo capitalista. Comenzé entonces la mayor crisis capitalista después de la de los afios 1930. Existe una interconexién entre las diferentes crisis: en Jos paises mds industrializados se producen crisis bancarias y finan- cieras, inmobiliaria, econémica; en los paises del Sur, en particular en Africa y en algunos paises de Asia, la crisis alimentaria —Lati- noamérica estd menos afectada— generada principalmente por dos ‘causas originadas en la politica de los gobiernos de los paises mas industrializados: 1. Eldesplazamiento dela especulacién hacia el mercado de futuro de los cereales, debido al estallido de la burbuja inmobiliarias 2. el apoyo a la produccién agroindustrial. 30 Lacrisis alimentaria provocé en 2008 motines contra el hambre ‘en més de 15 paises. El ntimero de personas que suften hambre pasé de 865 millones a ms de 1.000 millones. La salud econémica de China, el taller del mundo, ha terminado por provocar en el antiguo imperio huelgas obreras que llevan a aumentos saariales (partiendo deun nivel muy bajo). La crisis de gobernanza es bien visible a escala planetaria. Tres ejemplos de ello: 1, El proceso de acentuacién de la desreglamentacién de los intercambios definida en Doha en noviembre de 2001 esté bloqueada, y por lo tanto también la OMC. 2 EL FMI, entre 2002 y 2008, pasé por una crisis radical: dos directores generales se sucedieron sin terminar su mandato; los af emergenes eembobaron sus deuda al Ft anicipada- mente para deshacerse de su cutela directa y seguir poli parcialmente heterodoxas. ae 3. EIG7 (Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Japén, Francia, Italia y Canada), donde se originé la crisis financiera y eco- némica, no puede pretender, de nuevo, encontrar ¢ imponer soluciones mientras las economias emergentes gozan de una buena salud econémica, rebalsan sus reservas de cambio y se han desendeudado (con respecto a la deuda externa). Las capitales de los paises mas industrializados convocaron un G20 en 2009 y pidieron a los paises emergentes ayuda para salir del pantano en el que se encontraban. Los efectos publicitarios se multipli- caron: se reformaria el sistema capitalista, incluso se hablé de refundarlo, se pondria orden en las finanzas internacionales tirindole de las orejas a los paraisos fiscales, se reduciria las extravagancias de los banqueros y de sus adléteres, se limitaria la especulacién de los alimentos, se reformarian las grandes instituciones, como el FMI y el Banco Mundial, para dar més espacio a los paises emergentes, se encontrarfa soluciones para el cambio climético.... Pero finalmente, ninguna de estas promesas se cumpli. Por su lado, el FMI pudo volver a ser protagonista. Aunque haya debido aflojar la presién sobre los pafses emer- gentes y estuvo al borde de la asfixia financiera (a tal punto que tuvo que despedir personal), volvié al ataque en los paises del Norte: en 2008-2009, prescribié sus recetas neoliberales a 31 Islandia y a varios paises centrales y del Este (ex miembros del bloque soviético que ahora son miembros de la UE 0 candidatos a entrar en ella). En 2010, le tocé el turno Grecia y a Irlanda. En 2011, Portugal bajo presién tiene que pedir ayuda al FMI. El 620 decide reflotar la economia del Fondo aunque la ejecucién del proceso sea complicada, puesto que las grandes potencias no ceden espacio fécilmente a las potencias emergentes, a las que, sin embargo, les piden dinero.’ En 2008-2009, la crisis de los paises més industrializados afects Ja buena salud de la economia china, las autoridades reaccionaron lanzando un vasto plan financiado por el Estado —planes que siempre fueron rechazados por el FMI para los paises del Sur con- frontados a una crisis. En 2007-2008, las clases dominantes y los gobiernos de los paises mds industrializados tuvieron mucho miedo: el milagro capitalista estaba por evaporarse, el capitalismo expuesto por sus propias contradicciones, comenz6 a aparecer como la causa de la crisis. Para evitar las movilizaciones masivas que podrian tomar una dindmica radical, incluso anticapitalista, a fines de 2008 y en 2009, ‘Washington —donde Obama asumié la presidencia en enero de 2009— la Comisién Europea y las capitales del Viejo'Continente implementaron amortiguadores sociales (salvo en pafses de la pe- riferia europea, como las repiblicas balticas, Hungria y Ucrania). El inicio de la estrategia del shock tuvo lugar realmente a partir de 2010. En 2011, se profundizé. Los ataques contra lo que queda de las conquistas por las que lucharon los trabajadores después de la segunda guerra mundial son brutales, en particular en los paises periféricos, dentro o fuera de la Unién Europea. : Mientras tanto, entre 2008 y 2009, el epicentro-de la crisis cn los paises més industrializados se desplaz6 de Estados Unidos a la Unién Europea por tres razones: primera, la estructura de la 3. Durante la reunién del G20 mantenida en Cannes en noviembre de 2011, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) no estuvieron de acuerdo en aportar fon- dios hasta que, en forma clara y rotunda, no se les dé més lugar en las instancis internacionales. 32 Unién Europea acenvia la crisis, ya que los mecanismos de ayuda y de transferencia hacia los paises més débiles se han reducido notablemente; segunda, los bancos privados europeos amenazan con derrumbarse y provocar un cataclismo financiero del tipo creado por la quiebra de Lehman Brothers. Rescatados por los Estados, los bancos contintian asumiendo enormes riesgos al utilizar los fondos puestos a su disposicién en forma casi gratuita a FED, el BCE, el Banco de Inglaterra, el Banco Suizo; tercera; en lugar de adoptar una politica de relanzamiento econémico y de imponer reglas estrictas a los bancos, la Comisién Europea y los gobiernos imponen una cura de austeridad que comprime la demanda y deprime la actividad econémica. En consecuencia, la deuda publica, que es muy inferior a la deuda de las empresas privadas, explota. En varios paises europeos (Espafa, Irlanda, Gran Bretafia, Hungria y otros), el estallido de la burbuja inmobiliaria condujo a una situacién dramatica a cientos de miles de familias que estaban fuertemente endeudadas y que perdian su vivienda. Gientos de miles de empleos fueron suprimidos en la construc- cién. En 2010-2011, la crisis de la gobernanza europea adquiere proporciones considerables. Las cumbres de crisis se suceden con el fin de adoptar unos planes de rescate que cada vez se revelan insuficientes. Los bancos estan de nuevo al borde del abismo y si no se hunden es tinicamente gracias al apoyo estatal. De la primavera drabe a Occupy Wall Street, pasando por el movimiento de los Indignados En Tiinez y en Egipto, pafses que solo son exportadores de ma- terias primas en forma marginal, las condiciones de vida de las poblaciones se agravaron durante los tiltimos afios, y condujeron a protestas sociales que fueron duramente reprimidas. Esto pro- ‘yocé, primero en Tiinez, una reaccién masiva que répidamente tomé dimensiones politicas. El pueblo reunido en la calle y en las plazas afronté la represién —hubo 300 muertos— y exigié la partida del dictador Ben Ali. Este debié abandonar el poder el 14 de enero de 2011. A partir del 25 de enero, el movimiento se extendié a Egipto, cuya poblacién estuvo sometida a décadas de comtrarreformas neoliberales dictadas por el Banco Mundial y el 33 FMI combinadas con un régimen dictatorial aliado, como el de Tidnez, a las potencias occidentales (y totalmente comprometido en una alianza con las autoridades israelies). El 11 de febrero de 2011, menos de un mes después de la caida de Ben Ali, Mubarak fue obligado a dimitir. Otros paises de la regién se inflamaron y la represidn se abatié sobre el pueblo. Las luchas contintian, el proceso en la regién todavia no ha terminado. En Tuinez y en Egipto, las clases dominantes locales tratan, con laayuda de las potencias occidentales, de controlar la situacién para que el movimiento no desemboque en una revolucién social. El viento de la rebelién atraviesa el Mediterrineo, desde el norte de Africa hacia el sur de Europa. En Portugal, el 12 de marzo de 2011, el movimiento de los precarios convocé una manifestacién: ientos de miles marcharon pero el movimiento duré poco. El 15 de mayo el movimiento alcanzé a Espafia y se prolongé hasta el 23 de julio, y luego se relanz6 en el émbito mundial el 15 de octubre de 2011. En ese tiempo, el movimiento llegé a Grecia el 24 de mayo de 2011. La Puerta del Sol en Madrid, la plaza Catalunya en Barcelona, Ja plaza Sintagma en Atenas y centenares de otras plazas de Espafia y Grecia vibran al mismo ritmo desde junio de 2011. En julio-agosto, la protesta sacudié igualmente a Israel, el bulevar Rothschild en Tel Aviv ocupado, pero sin poner en peligro al gobierno y sin buscar la uunién con la lucha palestina. En septiembre, el movimiento logré atravesar el Atlantico Norte. Alcanzé Estados Unidos por su costa este, comenzando por Nueva York y Wall Street luego se ha exten- dido por una gran parte del territorio estadounidense, hasta la costa este, en la que Oakland vivié la experiencia mds radical. El 15 de octubre de 2011, fecha definida por el movimiento de los Indigna- dos en Espafia, mds de un millén de personas se manifestaron en todo el mundo, desde Japén hasta a costa oeste de Estados Unidos, csencialmente en los paises més industrializados. Las manifestaciones més importantes de ese dia fueron en Madcid, Barcelona, Valencia, ‘Atenas y Roma. Los dos principales centros financieros del planeta, Nueva York y Londres, son el lugar de las manifestaciones en el marco de este vasto movimiento. Realmente es una novedad en la historia. Ninguna organizacién dirige al movimiento y este no busca dotarse de una estructura de coordinacién internacional, pero jla comunicacién se propaga muy bien! 1 Algunos rasgos comunes en las movilizaciones En 2011, rodos los movimientos mencionados tenfan varias carac- terfsticas comunes: 1. Reocuparon la plaza piblica, incluso se instalaron, y también mubtiplicaron las manifestaciones en las calles. En el pasado, las acciones radicales comenzaban a menudo en el lugar de trabajo o de estudio e implicaban la ocupacién de instalaciones (Fébricas, cescuelas, universidades...) Aunque las huelgas y las ocupacio- nes de fébricas 0 de establecimientos escolares no hayan estado ausentes en algunos paises como Egipto o Grecia, la forma de accién mas extendida adoprada por los participantes consistié en Ja recuperacién del espacio piblico. Una parte importante de los manifestantes no tenian ni tienen la posibilidad de organizarse cn los lugares de trabajo, debido, en particular, a la represién ya la atomizacién de los trabajadores. Un gran ntimero de participantes no tiene empleo —y es una de las razones de su ‘compromiso en la accién—, 0 debe contentarse con un empleo precario. Entre los manifestantes, en algunos paises, hay un gran niimero de diplomades sin trabajo. En paises como Espafia, afectados fuertemente por la crisis inmobiliaria, o como Israel, donde la falta de vivienda para la gente modesta es clamorosa, las personas victimas de esta crisis pueden estar muy bien re- presentadas. Ademés de estas razones, la voluntad de ocupar la plaza puiblica tiene que ver, por supuesto, con la voluntad de reunirse, de contar sus fuerzas, de hacer una demostracién de fuerza frente a un poder percibido en Tiinez, en Espafia, en Grecia, en Egipto (o para una buena parte de manifestantes en Estados Unidos) como completamente sordo a las necesidades y pedidos de la mayoria de los ciudadanos y ciudadanas del pais. Laexigencia de una auténtica democracia esti en el centro del movimiento. 2. En varios paises, la comunicacién y la movilizacién via las re- des sociales (facebook, twitter, etc.) tuvo un papel importante aunque no hay que exagerar el fenémeno. 3. La forma «asambleistay del movimiento constituye una carac- teristica comtin. Con ese mismo espiritu, existe una reticencia, 35 incluso claramente un rechazo, hacia la eleccién de delegados y delegadas. Se quiere la democracia directa y participativa. En varios paises, la desobediencia civil ha sido reivindicada y practicada sisteméticamente como un acto de resistencia frente a un poder totalitario —casos de Tiinez y Egipto—, o frente a un poder autista (Grecia,...) que no duda en utilizar la re- presidn para vaciar las plazas o impedir pura y simplemente las concentraciones, como es comin en el caso de Estados Unidos. Estas manifestaciones estén muy alejadas de las tradicionales, que parecfan més procesiones que marchas de protesta. En cierta forma se ha producido un salto cualitativo. Mientras que hasta este momento, la ideologia dominante y la represién habfan con- seguido individualizar, atomizar los comportamientos debido al miedo (ala represién, a perder su empleo, a perder su vivienda, a perder su derecho a una pensién, a perder sus ahorros...), la amplitud de la crisis y el hecho de que se haya llegado a una ‘masa critica de manifestantes permitié que muchas personas se sobrepusieran al aislamiento, principalmente con la idea de que no habfa mucho que perder. Para la mayoria de los participantes en el movimiento se trata del primer combate colectivo con una dimensién politica. En la mayor parte de los casos, no ha habido una elaboracién de un programa de reivindicaciones, incluso silas comisiones de trabajo del movimiento de los Indignados espafioles produjeron propuestas y declaraciones. Respecto a esto, conviene subrayar la importancia de la declaracién conjunta entre Puerta del Sol y Plaza Sintagma: Llamamiento Sol-Sintagma y que afirma espe- cialmente: «No al pago de la deuda ilegitima. Esta deuda no es nuestra! jNo debemos nada, no vendemos nada, no pagaremos nadal»‘ En el caso de Tiinez y Egipto, existe un acuerdo sobre tuna reivindicacién central: la partida del dictador que se expresa en una exhortacién muy clara: jMérchate! Los manifestantes no se agruparon sobre una base identitaria: e- nia, religién, clase, generacién u orientacién politica. La mezcla 4, Ner epi! /www.madrid.tomalaplaza.net. 36 dominaba aunque algunas categorias entre los més explotados hayan estado subrepresentados en algunos casos. La férmula adoptada en Estados Unidos por Occupy Wall Street comenzé ripidamente a hacer la vuelta al mundo: «Somos el 99%!>. Podriamos agregar una séptima caracteristica comiin: en ningtin aso, el Foro Social Mundial, el Foro Social Europeo, el Foro Social de las Américas constituyeron una referencia para los manifestantes. El término altermundialista o antiglobalizacién tampoco forman parte de sus referencias. Desde ese punto de vista, el ciclo abierto por el Foro Social Mundial en 2001 parece, indudablemente, haberse cerrado y otro ciclo se ha abierto, se verd a dénde conduciré. Lo importante serd participar. Mésallé de las caracteristicas comunes, hay diferencias que saltan ala vista. En los paises del norte de Africa y de Oriente Préximo, los principales objetivos fueron los regimenes dictatoriales y los regime- nes autoritarios, aunque la cuestién social estuviera bien presente y en la base del movimiento. En los paises més industrializados, los objetivos son los banqueros y los gobiernos a su servicio. La defensa de los bienes comunes es un punto de convergencia. La cuestién social se expresa en el modo de rechazar el trabajo precario, las pri- vatizaciones de los servicios piiblicos (educacién, sanidad, etc.), en la necesidad de encontrar una solucién a la cuestién de la vivienda y-de la deuda hipotecaria (particularmente en Espafia y en Estados ‘Unidos, pais en el que hay que agregar la deuda de los estudiantes, que totaliza un billén de délares), en el rechazo a pagar la crisis provocada por el 1% més rico. En los paises més industrializados, existe también una gran dife- rencia entre la radicalidad del movimiento en Grecia, que se acerca a una posible crisis prerrevolucionaria como la de Argentina 2001- 2002, ylasituacién de Espaita, y no digamos de Estados Unidos. Las diferentes historias de estos paises y de sus movimientos sociales, el grado de implantacién de los diversos partidos politicos de la izquier- dda dura—Ia izquierda radical griega incluyendo el partido comunista puede representar cerca del 25 al 30% del electorado ¢ influenciar luna parte importante del movimiento sindical, similar a Portugal, ¥ por supuesto totalmente diferente en Estados Unidos— no han sido borrados por el movimiento nacido en 2011. 37 Como conclusién y perspectiva El porvenir dela primavera érabe, del movimiento de los Indignados, y de Occupy Wall Street es muy dificil de predecir. La rebelidn en Tainez 0 en Egipto corre el riesgo de acabar en una transicién parecida a la ocurrida en Latinoamérica, Fil 6 Corea al final de las dictaduras durante los afios ochenta, 0 en ‘Sudéfrica en los afios noventa, sin hablar de otros estados del Africa Subsahariana: la estabilizacién de un régimen burgués neoliberal. Laépoca es diferente, las caracteristicas del mundo musulmén son particulares, los retos geoestratégicos —particularmente con respecto a Egipto y al Proximo Oriente, menos en el caso de Tiinez— tendrén su peso, la historia es un proceso abierto. La capacidad de desarrollar la autoorganizacién de los oprimidos sera decisiva. Parael movimiento Occupy Wall Street, y sus equivalentes en el resto del territorio estadounidense, :la fase actual de represién unida ala entrada del invierno acabaré con él? Las tentativas del partido demécrata de lanzar una OPA con éxito al OWS, con la perspectiva de las presidenciales de 2012, conseguirén dividirlo? Para el movimiento de los Indignados europeos, fuera de Grecia donde ¢l movimiento se enfrenta directamente con el gobierno, veremos si el movimiento se consolida en Espafia, retoma fuerzas cen Portugal, logra implantarse en Italia, donde acaba de empezar, tocard finalmente Irlanda y otros paises de Europa. En los casos griego, espafiol y portugués, cuando nacié el movimiento, los so- Cialistas estaban en el poder y gobernaban a beneficio de los bancos responsables de la crisis aplicando politicas neoliberales. Después, la derecha volvié al gobierno gracias a elecciones y esté totalmente decidida a imponer una cura todavia mds dristica de austeridad —en Grecia se constituyé en noviembre 2011 sin elecciones un gobierno de una unién nacional entre el PASOK, la derecha y la extrema derecha, bajo la presién de la UE. El contexto politico ha cambiado, zel movimiento de los indignados recuperard sus fuerzas, entrar directamente en confficto con el gobierno? La respuesta a estas cuestiones serd determinante para la capacidad de afrontar la profundizacién de la crisis. El pueblo irlandés saldré de su letargo? {Nacerd un movimiento de Indignados irlandés? Los movimientos sociales italianos tuvieron un papel determinante al comienzo de los 38 afios 2000, durante la fase ascendente del movimiento antiglobali- zacién y del Foro Social europeo y mundial. Luego se produjo un reflujo, en algunos casos por una adaptacién a la politica socioliberal del gobierno de Romano Prodi y en otros por la desmoralizacién producida por el retorno de Silvio Berlusconi. ;Qué pasar con el gobierno de gestién de Mario Monti y la tutela parcial de Italia por Ja Comisién Europea y el FMI? ;El movimiento de los Indignados encontrar una férmula particular a la italiana en 2012 o la resis- tencia pasaré principalmente por otros canales? En Francia, donde hubo un poderoso movimiento social en 2010 en defensa de las pensiones y que en 2011 permanecié al margen de los Indignados, arraigard un movimiento de los Indignados cuando la nueva dosis, de austeridad entre totalmente en aplicacién, ya sea con Nicolas Sarkozy 0 con el socialista Frangois Hollande? ;Y qué pasard en Gran Bretafia, Alemania, Bélgica...? Sila crisis de los bancos privados se traduce en nuevas quiebras, siguiendo los pasos del banco franco-belga Dexia, en octubre de 2011, ;cual seré el efecto sobre las poblaciones? De todas maneras, gracias ala primavera érabe, alos movimien- tos de los Indignados y a Occupy Wall Street, el balance del afio 2011 ¢s evidentemente positivo para los movimientos sociales en lucha. Hubo pueblos que se liberaron de dictaduras en el norte de Africa, mientras que en Estados Unidos no es el Tea Party el que centra la atencién sino Occupy Wall Street, y en muchos paises de Europa se organiza la resistencia a gran escala, tomando nuevos caminos.... Una cosa ¢s cierta, el problema de la deuda constituirs, cada ‘vez més, la piedra angular del combate para resistir a los planes de austeridad y a la prosecucién de la destruccién de las conquistas sociales. El reembolso de la deuda publica constituye el pretexto para imponer la austeridad al mismo tiempo que un potente meca- nnismo de transferencia de ingresos de los de abajo hacia los de arriba (del 99% en beneficio del 1%). El combate para romper el circulo infernal de la deuda es vital. Si no se hace una campafia frontal, hay pocas posibilidades que se pueda vencer la préxima oleada de ofensivas neoliberales. Ademds, en paises como Espafia o Irlanda, donde el estallido de la burbuja inmobiliaria afecté a cientos de miles de familias, la anulacién de la deuda hipotecaria y la garantia del derecho a la vivienda decente se convierten en cuestiones centrales. 39 En varios pafses (Grecia, Francia, Espafia, Portugal, Irlanda, Italia, Bélgica), un amplio abanico de movimientos sociales y organizacio- nes politicas de izquierda coinciden en la necesidad de actuar para la anulacién de la deuda ilegicima. La creacién de colectivos por la auditoria ciudadana de la deuda es un paso adelante para reforzar la dindmica del movimiento de los Indignados alli donde existe y para pasar a la contraofensiva a escala europea. Ill. NUEVOS HORIZONTES DEL 15-M: HACIA UNA PERSPECTIVA ESTRATEGICA Sandra Ezquesra* Tiempos de aceleracién Tal y como apuntaba Daniel Bensaid, el tiempo que marca los -episodios de cambio social noes el tiempo liso dela aguja del reloj ‘sino mas bien un tiempo roto, ritmico, de aceleraciones bruscas y ralentizaciones repentinas. Al revivirlo desde la distancia resulta dificil creer que tantos acontecimientos, tanta intensidad y tanto trabajo puedan haber cabido en unas pocas lineas del calendario. El movimiento 15-M constituye uno de esos casos inauditos de desaceleracién y celeridad simultaneas del tiempo, asi como de condensacién de todo lo que en él sucede: momentos donde los ‘minutos albergan horas, los dias semanas, las semanas meses y, como resultado, se tornan contenedores de procesos de avance, debate y aprendizaje extraordinarios. ‘Numerosas ciudades espafiolas vieron el 15 de mayo sus calles jinundadas por multitudinarias manifestaciones reivindicando que Sandra Ezquerra es doctora en sociologia y profesoraenla Universitat de Vic. ‘Colabora también con el Centre d'Estudis sobre Moviments Socials (CEMS) de la Universitat Pompeu Fabra y el Grup d Estudis sobre Reciprocitat de la Universitat dde Barcelona. Ha participado activamente en el movimiento 15-M desde sus ini- ios. El presente texto se basa en y expande las relexiones inicialmente publicadas fen Exquerra, S. (2011), «15-M, nuovi orizzonti per gliIndignadose, Loop. N° 15, (traduccin al italiano de Jordi Rabassa). 4 ano somos mercancfas en manos de politicos y banqueros». Las noches posteriores fueron testigos del estallido de una chispa que Ilevaba tiempo fragudndose. Las decenas de personas que inicialmente acamparon en las plazas devinieron centenares y miles. Las victimas de una crisis sin precedentes y de un sistema econémico que sobrevive al precio de crear miseria mostraban por fin su hartazgo y exclamaban piblicamente que el rey anda desnudo. Siete meses més tarde ya no vivimos en las plazas pero seguimos trabajando con tes6n en nuestros barrios, en nuestros pueblos, en nuestro entorno més inmediato. El principal valor del 15-M ha sido su capacidad de involucrar en la préctica politica a una enorme can- tidad y variedad de personas que hasta hace solo unos meses habfan observado los efectos de la crisis desde la distancia. Su verdadera importancia yace, a dia de hoy, en su inesperada gestacién de una nueva generacién de disidentes, de luchadoras, de politicos profa- nos. Estos nuevos actores sociopoliticos no se configuran siguiendo recetas ni manuales. Lo hacen mediante la reflexidn, el debate y, lo que es més importante, mediante la praxis. ‘Tiempos de estrategia ‘Sin embargo, el movimiento anda errado si piensa que su mera irrupcién o unas cuantas victorias simbélicas pueden provocar el cambio social que exige: los dias autorreferenciales de las plazas han quedado atrés. Estas, a pesar de lo que pudimos pensar en algiin ‘momento, nunca fueron el fin, como tampoco lo fueron, ni lo son, Jas numerosas manifestaciones, asambleas 0 concentraciones que se han convocado en los tiltimos meses. Tal como escribié en su dfa Rosa Luxemburgo, «el movimiento, como tal, sin relacién con el objetivo final, el movimiento como objetivo en si mismo, no es nada». El camino puede ser baldio si se recorre perdiendo de vista el destino anhelado. ‘A pesar del amplio apoyo social que ha obtenido desde sus i cios,' el 15-M estd perdiendo a ritmo acelerado el salvaconducto de la 1. Garea, E «Apoyo a la indignacién del 15-M», El Pais Digital, 5/6/2011. 42 simpatia y la novedad. A su ver, la brutalidad tanto de la crisis como de las respuestas del nuevo gobierno del Partido Popular agudizaré la necesidad de respuestas sociales contundentes, las cuales encontrardn tuna més que segura creciente represién policial y provocarin serios debates en su seno sobre las técticas que seguir. Asimismo, sino quiere caer en la deriva de la inercia y la espontaneidad, asi como en el cansancio derivado de la caética hipertrofia de convocatorias y actividades, el movimiento deberd concretar objetivos y delinear un minimo horizonte estratégico comtin. Existen al respecto importantes dilemas técticos y politi- cos en relacién a la forma que la accién global debe adoptar. Estos giran, por un lado, en torno al papel que la politica de demandas y la politica de accién deben tener respectivamente en la forma de trabajar del movimiento y, por el otro, a la posibilidad de que el 15-M seconvierca en un movimiento explicitamente anticapitalista ©, por el contrario, se limite a buscar reformas del sistema. No hace falta decir que el resultado del debate politico determinaré en gran medida las apuestas técticas Dicho de otro modo, una vez que el 15-M se haya convencido de que no puede detener todos los desahucios efectuados cada dia en el Estado espafol, focalizaré sus energias en reformar la regula- Gin del mercado hipotecario o en liberar edificios vacios para alojar a familias afectadas? ;Denunciaré la xenofobia inherente en la Ley de Extranjerfa.o paralizaré redadas policiales y deportaciones de los Centros de Internamiento de Extranjeros? ;Criticaré los recortes en educacién u ocupars los rectorados de las universidades? ;Buscard reformar la normativa laboral o trabajard para la organizacién de una huelga general a la altura de las circunstancias? Si bien soy consciente de la trampa en la que incurro al plantear dichas posi- bilidades en términos mutuamente excluyentes, pensarlos asi de manera momenténea puede facilitar una reflexién sobre la furura direccién del movimiento y, particularmente, sobre su grado de radicalizaci6n. sPolitica de accién? Hay una diversidad de voces en el seno del 15-M que consideran que la politica de demandas se limita a cambiar el contenido de 43 la dominacién y la explotacién sin acabar, no obstante, con ellas. Segiin esta visi6n, las reivindicaciones derivan en la perpetuacién de las estructuras dominantes y, por lo tanto, se las debe substituir por una politica de accién que abogue por cambiar el mundo aqui y ahora mediante la creacién de cooperativas, proyectos de convivencia alternatives u otros espacios contrahegeménicos autogestionados. Desde una ldgica de la autosuficiencia de los movimientos sociales alejados de la politica, se busca la generacién de propuestas posi- tivas en forma de experiencias sustraidas a la I6gica del mercado para combatir al capitalismo. Tal y como explica Hakim Bey, estos espacios tienen el potencial de convertirse en «enclaves de libertad» © formas de insurreccién deslizandose entre los intersticios de la sociedad moderna. Cabe decir que si bien este tipo de experiencias sociales pre- sentan en sf mismas un gran interés, el movimiento no deberia caer en la ilusién de que, al extenderse, estas irin gradualmente ganando terreno ala dominacién del capital sin afrontar la cuestién el Estado, No nos encontramos en el momento de ser capaces de construir una sociedad perfecta sino en el de devenir movimiento real que, como ya defendié Marx, destruya el orden existente desde tuna perspectiva global y de lucha politica. Por otro lado, tal y como postulé Daniel Bensaid, el rechazo de la relacién entre la institucién cstatal y la experiencia parcial o local corre el riesgo de transformar esta tltima wen una especie de comunidad de élite» compuesta por grupos de afinidad. La evasién individual del trabajo remunerado, por ejemplo, no tiene en cuenta las relaciones sociales en que el trabajo de casi todos y todas permite la ociosidad de algunos y, asu ve2, losy las que apuestan por «irse» del sistema inevitablemente han de tener adonde ir. Es més ;podemos marcharnos todas y todos? Y aunque la respuesta fuera «s(» lo podrfamos hacer en igualdad de condiciones? Mientras el poder politico mantenga los intereses del capital intactos, las experiencias parciales van a encontrarse con seriaslimi- taciones para ni tan siquiera acercarse acuestionar el orden existente. La autogestién no es verdaderamente emancipatoria a no ser que seamos capaces de garantizar que se da de forma generalizada, y eso pasa inevitablemente por examinar cémo se regulan las relaciones sociales desde las distintas arenas institucionales. Ignorarlo significa 44 darle la espalda a la gran mayoria de la poblacién. El acto, aunque importante, no puede substituir al proceso. La tactica no puede reemplazar ala estrategia. Politica de demandas? A diferencia de la brevemente descrita politica de accién en el seno del 15-M, no han sido pocas las personas que han defendido que los pasos del movimiento deberian perseguir reformas legislativas. Algunas de las propuestas que han recibido més apoyo han sido la reforma de la Ley Electoral o, entre otras, la reforma de la Ley Hipotecaria. Mientras que las demandas en relacién a la primera se han centrado en una mayor transparencia, equidad y propor- cionalidad en el proceso electoral y el sistema parlamentario, la inda se ha visto protagonizada por una undnime defensa de la regulacién de la dacién en pago y, quizés en menor medida, por a creacién de un parque piblico de viviendas de alquiler. Existen indudablemente otras esferas, como la laboral o la de los recortes sociales y la privatizacién de los servicios piblicos, respecto a las que el movimiento se ha pronunciado de manera contundente. Estas, sin embargo, se han caracterizado mds por ser una respuesta defensiva a la grave politica de austeridad impuesta por distintas administraciones y no tanto por constituir iniciativas estratégicas ala ofensiva. La historia nos muestra que en tiempos de recesién econé- mica, el capital y el Estado no suelen ser proclives a buscar la paz social mediante concesiones politicas. El tsunami de contrarre- formas en la Unién Europea durante los tiltimos afios es un claro ejemplo de ello. Otros ejemplos los constituyen las draconianas condiciones que han precedido a los «rescates» de paises como Grecia, Portugal o Irlanda, la instauracién de gobiernos «técnicos» en paises del sur de Europa o la negativa de Yorgos Papandreu, si- guiendo el mandato de a troika, de permitir un pronunciamiento del pueblo griego respecto a los planes de austeridad mediante un teferéndum, Desde que estallé la crisis no solo ha sido imposible mejorar los derechos de los trabajadores, trabajadoras y las cla- ses populares sino que ademds la recesién esté resultando ser la coartada perfecta de la clase politica y financiera para arrebatar- 45 nos de un plumazo las victorias acumuladas durante décadas de luchas y concesiones apaciguadoras. El 15-M debe evitar creer y caer en tna coreografia de negociaciones donde los pasos hacia atrés siempre van a superar a los avances. El Estado, tal y como exponfa Gramsci, ¢s un organismo propio de las clases dirigentes y se dedica a crear las condiciones favorables para su méxima expansién. La actual correlacién de fuerzas simplemente elimina cualquier posibilidad de una salida institucional de la crisis de cardcter democratico y social. Dicho esto, si bien el 15-M debe defender cualquier medida que contribuya a mejorar las condiciones sociales, econémicas 0 laborales de las clases populares, su trabajo debe encuadrarse en tuna perspectiva de cambio radical. No sirve de mucho perseguir la participacién o incluso modificaciones en la esfera institucional sin cuestionar sus marcos fundamentales. Una simple apuesta por reformas resultantes de acuerdos de minimos quizds podria arran- carle al sistema unas cuantas migajas pero a su vez inevitablemente equivaldria a una pasiva acumulacién de fuerzas que en ningtin caso puede poner en jaque al capitalismo o, dicho de otro modo, puede crear Ia ilusién de estar reformando todo para que en el fondo no cambie nada. La obtencién por parte del 15-M de un pufiado de reformas simbélicas en el terreno politico no hard més que aplacar ‘momentaneamente las contradicciones del capitalismo y reforzar, a largo plazo, su egitimidad. El movimiento no debe limitarse a jugar el papel de grupo de presién ni conformarse, como decia Bensaid, con los resquicios politicos disponibles o con una concepcién de la politica como gestora de lo posible. Podemos y debemos aspirar a mucho més. Todo lo expuesto no significa que el movimiento no pueda cjercer una politica de demandas. Tal y como afirmaba el filésofo francés, las reformas no son en si mismas ni reformistas ni revolu- cionarias. El criterio para discriminar entre ambas depende de la finalidad que persigan y el porencial que contengan: de si cumplen la funcién de incrementar la conciencia y la movilizacién o, por el contrario, a contenerlas y desviarlas. Es precisamente en la capacidad de realizar este discernimiento donde yace una verdadera estrategia anticapitalista en la actualidad. 46 La fusidn estratégica de la accién y la demanda La emergencia de ciclos de protesta depende en gran medida, tal y como afirma Tarrow, del delicado equilibrio entre la existencia de condiciones objetivas que estimulan su aparicién y la conciencia sub- jetiva c interpretacién de dichas condiciones. Si bien las condiciones objetivas creadas por la presente crisis y el declive del capitalismo global constituyen sin duda un escenario favorable para cuestionar frontalmente al sistema, las dimensiones subjetivas todavia estén por configurar: venimos de la cultura de las luchas fragmentadas y Ia derrota, el movimiento acaba de nacer, sus estructuras atin son frigiles y, tras décadas de desmovilizacién social y sindical, muchos de los militantes mds veteranos se muestran escépticos y desmorali- zados. Las mds jévenes 0 noveles, a su vez, tienen poca experiencia activista y escasa trayectoria de pensamiento critico. Teniendo todo esto en cuenta, no es realista esperar que el movimiento desarrolle propuestas y acciones inequfvocamente revolucionarias de la noche ala mafiana. Ante este escenario, el 15-M debe trabajar para construir puentes entre reivindicaciones y acciones centradas en problemas y remedios inmediatos por un lado y una voluntad de cambio social, politico y econémico en profundidad por el otro. Con unas tasas de desempleo que superan ya el 21%, por ejemplo, en lugar de intentar reformar una normativa laboral legitimadora de un creciente grado de ex- plotacién de los trabajadores y trabajadoras, resulta més relevante Y urgente que nunca incidir en la consigna de la reparticién de los trabajos y la reduccién de la jornada laboral sin reduccién de salario. Es esta una reivindicacién que, mientras por un lado se enmarca cada vez mds en lo que muchas ciudadanas de a pie consideran «sentido comtin», por el otro ofrece la posibilidad de desenmascarar la imposibilidad del sistema de materializar un mercado laboral basado en el pleno empleo y el bienestar social. Otro ejemplo de demanda parcial y accesible que tiene el potencial de atentar contra las bases del capitalismo patriarcal es la instauracién de un permiso de paternidad obligatorio, intransferible y de igual duracién al de maternidad que contribuya a la redistribucién de todos los trabajos incluido el reproductivo, Mientras que los gobiernos lo evitan utili- zando el pretexto de la crisis, lo cierto es que la supervivencia de la a7 economia global requicre del mantenimiento de la divisién sexual del trabajo productivo y reproductivo. El capiralismo no se puede permitir que los hombres trabajen menos cobrando lo mismo para atender de manera equitativa sus responsabilidades familiares ni que ast vez las mujeres se incorporen al mercado laboral en igualdad de condiciones, sino que necesita que la reproduccién continie do jurisdiccién, altruista y gratuita, de las mujeres. Una alteracién radical del régimen de géneros podria tener un impacto irreversible en la esfera de la economia «productivar. ¥ viceversa. Por otro lado, més alld del arduo trabajo realizado reciente- mente para impulsar una Iniciativa Legislativa Popular a favor de la dacién en pago, resulta impresionante repasar las decenas de desahucios de familias hiporecadas y en alquiler que centenares de activistas del movimiento han conseguido parar en los tltimos meses. Si bien el problema de la vivienda se ha manifestado como tuno de los més graves y dramaticos desde que estallé la crisis, ha sido el hecho de poner literalmente el propio cuerpo para detener un desahucio, o ser testigos de cémo otras personas lo hacian, lo que ha convencido a miles de personas sobre la inadmisibilidad de que, en pocas palabras, el capitalismo y su crisis estén dejan- do a mucha gente y familias en la calle. En los iiltimos meses el movimiento ha dado otro paso adelante y, ante la creciente represién y opacidad envolviendo a los desahucios, ha empeza- do a «liberar» edificios vacios y a destinarlos a realojar a familias que han perdido su casa y a actividades comunitarias. dems de proporcionar soluciones concretas a necesidades inmediatas, objetivo nada despreciable, la lucha del 15-M por una vivienda digna ha sido capaz de visibilizar, de manera sencilla pero también desgarradora, la compulsiva generacién por parte del sistema de miseria y sufrimiento. Ha conseguido que para muchas personas el bloqueo de desahucios o la recuperacién de edificios vacios ya no sean atribuibles a colectivos situados més alld de las fronteras de la sociedad sino que sean considerados acciones y respuestas le- sitimas a problemas generados por las élites politicas y financieras: Te ha puesto caray nombre a la injusticia y a su vez.ha despertado conciencia entre amplias capas sociales. Este proceso no tiene por ‘qué constituir una estrategia alternativa a as iniciativas legislativas actualmente en marcha para reformar la regulacién del mercado =e 48 ae hipotecario sino que puede ser complementario. Se trata de librar la batalla en distintos niveles. A su ve2, el potencial transformador de ambas técticas no reside tanto en sus éxitos a corto plazo sino mis bien en que, lejos de convencernos de que el sistema puede garantizar el derecho de todas las personas a una vivienda digna, nos muestran cada dfa con més claridad que en realidad se alimenta vorazmente de la especulacién y la creciente desigualdad que él mismo genera. Lo que caracteriza a todas estas luchas y reivindicaciones, entre muchas otras, no reside en que los politicos profesionales se nie- guen a escucharlas sino mas bien en que el capitalismo es incapaz de satisfacerlas sin moriren el intento: no puede permitirse repartir los trabajos de manera equitativa, no puede tolerar un mercado laboral justo ¢ igualitario y no puede garantizar un techo seguro para todo el mundo. Es por ello que la tarea del movimiento debe consistit en trazar el vinculo existente entre las demandas y necesi- dades inmediatas de las mujeres, los hombres, las trabajadoras y las. clases populares y el requisito de una profunda transformacién de la sociedad. Muchas de las reivindicaciones presentes en el 15-M pueden contribuir, y de hecho ya lo estin haciendo, a consolidar los factores subjetivos requeridos por todo proceso de cambio social ©, dicho en otras palabras, ayudar activamente a acumular fuerzas mediante la creacién de las condiciones necesarias de pedagogia, teflexi6n y accién para que las clases populares tomen conciencia de su posibilidad y urgencia de emancipacién. Ello, en parte, es posible hacerlo mediante reivindicaciones y acciones que ayuden a comprender los limites del sistema y, por ende, a sobrepasarlos. Tal y como afirmé Derrida: Cada avance de la politizacién obliga a reconsiderar y, por ende, a reinterpretarlos fundamentos mismos de los derechos tal como habfan sido previamente calculados y delimitados. Laposibilidad o imposibilidad de realizar demands, en el fondo, poco tiene que ver con la arena parlamentaria y es, en todo caso, tuna cuestién de relacién de fuerzas resoluble tinicamente mediante la lucha y sin perder de vista el objetivo final. Lo que urge hacer hoy, tras un largo ayer de travesfas por el desierto, es trabajar para 49 aunar fuerzas que nos ayuden a librar las batallas del mafiana. La gran ventaja del movimiento 15-M es que es suficientemente plural, flexible y vigoroso como para ser capaz de hacetlo desde diferentes frentes y esferas: caben en él bloqueos de desahucios, iniciativas legislativas populares, manifestaciones masivas, liberacién de edi- ficios, acciones directas contra los simbolos del poder, consultas populares, debates pedagégicos, fiestas reivindicativas, asambleas multitudinarias y mucho més. EI 15-M no puede ni debe conformarse con actitudes concilia- doras ni cambios puramente cuantitativos. Ya dijo el viejo revolu- cionario que la politica se parece mds al dlgebra que a la aritmética. ‘Tampoco puede caer en la ilusidn de a posibilidad de construirislas fuera del capitalismo. No se trata de aceptar ni enmendar la reali- dad, como tampoco sc trata de evadirse de ella: se trata en verdad de aprovechar la aceleracién y la ruptura del tiempo de auge de la conffictividad social para transformarla. El camino esté, precisamen- te, en continuar trabajando para, mediante todas las herramientas a nuestro alcance, seguir agrupando a miles de personas, despertar su conciencia, convencerlas de la posibilidad de transformar su si- tuacién y, en definitiva, mostrarles la inevitabilidad de un cambio esencial, y desde la base, de sistema. Referencias BENSAID, D. (2004), Cambiar el mundo, Madrid, La Catarata. — (2009), Elogio de la politica profana, Barcelona, Peninsula. BEY, H. (1990), La zona temporalmente auténoma, Ed. Blectrénica hexp://www.elimbo.com/articulo/articulo.php?newsid=1674, DERRIDA, J. (1997), Fuerza de ley, Madrid, Tecnos. EZQUERRA, S. (2011), «15-M, nuovi orizzonti per gli Indignados», ‘Loop, n° 15 (traduccién al italiano de Jordi Rabassa). GAREA, F. «Apoyo a la indignacién del 15-Mo, El Pats Digital, 5/6/2011. GRAMSCI, A. (1985), La politica y el Estado moderno, Barcelona, Planeta-Agostini. LENIN, V. I. (2006), El estado y la revolucién, Madrid, Alianza. LUXEMBURGO, R. (1975), Reforma o revolucién (y otros escritos contra dos revisionistas), Barcelona, Fontamara. 50 ‘TARROW, S. (1996), «States and Opportunities: The Political Struc- turing of Social Movements», en McAdam, D., McCarthy, J. & Zald, M., Comparative Perspectives in Social Movements: Polisi- cal Opportunities, Mobilizing Structures and Cultural Framing, Londres, Routledge. + Universitat de é »*U « Oficina de ee teida Gi IV. CUANDO LA GENTE REINVENTA LA POLITICA: LENGUAJES Y ACTITUDES DEL MOVIMIENTO 15-M ‘Colectivo Madrilonia La estafa de la crisis En Espafia la crisis quiere decir pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ydel sistema econémico que gener6, con fuertes consecuencias para la gente: unas 500.000 familias desahuciadas de 2007' a 2011 y «asi cinco millones de parados.” En contraste, los rescates bancarios hhan supuesto 90.000 millones’ de euros hasta 2010. Estos datos muestran quién esté pagando la recesién, pero lo cierto es que ya cen los afios del boom, las politicas econdmicas, fiscales y laborales perjudicaban a los trabajadores y trabajadoras: los gastos para man- tener una familia casi se han duplicado entre 2002 y 2009* en un pais donde el 40% de los asalariados cobra 850 euros 0 menos al mes y el 55% no llega a los 1.100 euros.> Tres afios después de empezar la crisis global, los grandes em- presarios espafioles demandaron una reforma laboral y el gobierno del PSOE acat6. Se calcula que desde su aprobacién a finales de 2010, e1 93% de los nuevos contratos firmados han sido de caricter 1. heep:/fafectadosporlahipoteca.wordpress.cony. 2. Encuesta de Poblacién Activa, segundo trimestre de 2011. 3. Peo z¥ esto cémo se paga’,\sidro Lope hrtp://madeilonia.org/201 1/06! pero-y-esto-como-se-paga.! 4. 15 datos que explican el 15-M, Victor Lenore. http://madtilonia.org/2011/ B75 dace que plan eh 5. Diagonal n® 158, del 29 de septiembre al 11 de octubre de 2011. 33 temporal.‘ El «contrapeso» sindical traté de oponerse a esta reforma convocando la huelga general del 29 de septiembre de 2010, cali- ficada de «éxito moderado», con paros en los sectores econémicos tradicionales (aquellos con empleo estable y presencia sindical). Sin embargo, el 27 de enero los sindicatos y el gobierno llegaban a un acuerdo sobre la reforma de las pensiones. El «pensionazo», que au- menté la edad de jubilacién a los 67 afios y el periodo de calculo de lacuantia de los 15 a 25 afios, fue aprobado el 25 de marzo de 2011, cortando en seco cualquier esperanza en una oposicién contundente de los sindicatos a las llamadas «medidas de austeridad>. Nunca pasa nada? En esos meses, sin embargo, algo se movia bajo la superficie. La plataforma Democracia Real Ya (DRY) surgia con fuerza gracias a su trabajo de difusin y capacidad de atraccién a través de internet. (Casi de forma simultdnca al éxito de las manifestaciones convocadas por Internet para el 12.de marzo en diferentes ciudades de Porcugal, DRY publicaba su manifiesto’ y convocaba a una movilizacién para el 15 de mayo de 201 1. Sus propuestas eran: climinar los privilegios de los politicos, medidas sociales contra el desempleo, por la vivienda ylos servicios puiblicos, control de las entidades bancarias, reforma fiscal y més democracia. Unas 200 asociaciones suscribieron su ma- nifiesto y apoyaron la manifestacién. Bajo la aparente normalidad politica, miles de personas replicaban el llamamiento en internet. Las conexiones establecidas contra la Ley Sinde se actualizaban y crecian siguiendo modelos complejos de colaboracién y distribucién dela informacién. ‘Con el lema «No somos mercancia en manos de politicos y ban- queros», el 15 de mayo de 2011 unas 100,000 personas salieron ala calle en 50 ciudades del pais, especialmente en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Las pancartas autofabricadas y las consignas de- jaban ver una critica descrefda del bipartidismo («PSOE-PP la misma 6. Diagonal n® 158, del 29 de septiembre al 11 de octubre de 2011. 7. beep/ www democraciarealya.es/manifiesto-comut’. co mierda es»), el rechazo a los recortes y los rescates a la banca («esta crisis no la pagamos», «no es una crisis, es una estafa») y por supuesto una enorme indignacién contra los mercados («;por qué manda el mercado, si yo no lo he votado?»). En Madrid, unas 25.000 personas llegaron a la Puerta del Sol. Esa misma noche una docena de ellas decidieron acampar hasta el ‘domingo siguiente, 22 de mayo, dfa de las elecciones municipales y autonémicas. Con la plaza Tahrir como referente simbélico, la acampada daba cuerpo al Movimiento 15-M. Al dia siguiente, por la tarde, hubo una asamblea de 1,000 personas y unas 200 se quedaron adormir. A las 5:30 de la mafiana del 17 de mayo, la policta desalojé ‘el campamento. Ese mismo dia, a las 20:00 se concentraron 10.000 personas en la Puerta del Sol yen la asamblea quedaba claro que «no tenemos casa, nos quedamos en la plaza». Fue lanzada la primera ccuerda, alzados los primeros toldos, se crearon comisiones y grupos de trabajo. La palabra circulaba entre desconocidos. Las asambleas y acampadas se multiplicaron por todo el Estado. El dia 18 de mayo las localidades con movilizaciones ascendian a cincuenta y dos. Concentraciones de apoyo, convocadas por espa- fioles en el «exilio econémico» se sucedian en el resto del planeta: Londres, Buenos Aires, Paris, Nueva York. Las protestas fueron recogidas por la prensa extranjera. El mismo 18 la Junta Electoral de Madrid prohibié la concentracién convocada a las 20:00 horas porque «la peticin de voto responsable a la que se hace referencia puede afectar a la campafia electoral y ala libertad de los ciudadanos ‘en su derecho de voto». Los indignados decidieron quedarse. Mas de 15.000 personas se concentraron en Sol y aledafios. El dia 19, la Junta Electoral Central emitié un comunicado que prohibia las manifestaciones, afirmando que: Las concentraciones y reuniones a las que se refieren las consul- tas elevadas a esta Junta son contrarias a la legislacién electoral desde las cero horas del sébado 21 de mayo hasta las 24 horas del domingo 22 de mayo de 2011 y en consecuencia no podrén celebrarse. A pesar de esto, se anunciaron concentraciones en varias ciuda- des para la tarde-noche del viernes que incumplian el dictamen de 35 Ja Junta. Miles de indignados inauguraban con «gritos de silencio» la jornada de reflexién a las 12:00 de la noche. El sébado 21, pesar dela prohibicién, decenas de miles de personas volvieron a salir ala calle en casi todas las ciudades del pais. El Ministerio del Interior, totalmente superado, ordenaba ala policfa seguir el criterio de pro- porcionalidad: «no habria cargas si no se producfan incidentes». Tras la intensa semana de mayo, en las grandes ciudades el movimiento se descentralizé por barrios, caso de Madrid 0 Barce- Jona. Las acampadas se levantaron durante el mes de junio en la mayoria de ciudades, y las asambleas, grupos de trabajo y comisiones ‘quedaron como espacio de encuentro, discusién y organizacién del Movimiento. Las dos grandes convocatorias conjuntas, el 19 de junio contra el Pacto del Euro, y la legada de las Marchas Indigna- das desde distintos puntos del Estado a Madrid el 23-24 de julio, fueron un completo éxito. El 19-J se contabilizaron 50.000 per- sonas en Madrid, 25.000 en Valencia, 16.000 en Galicia y 75.000 en Barcelona. Especialmente importante fue esta convocatoria como respuesta a la criminalizacién suftida por el Movimiento tras el bloqueo del Parlament el 15 de junio. Si los barceloneses fueron tachados de antidemécratas y violentos, a pesar de que las acciones agresivas (tirar plétanos, pintar chaquetas con espray...) fueron absolutamente minoritarias y nada agresivas, la ciudadania de Barcelona demostré el 19-J que seguia apoyando al Movimien- to. Ya habfa ocurrido anteriormente con el intento de desalojo de Plaga Catalunya del 27 de mayo: el rechazo a la violencia policial, claramente desproporcionado segiin las imagenes, fue undnime centre la poblacién. El apoyo al 15-M entre la poblacién espafiola ha sido muy elevado: el 70% tenian una visién positiva y el 80% habian se- guido las movilizaciones con interés. Esas cifras contrastan con la desconfianza hacia la clase politica, que se ha convertido en el tercer problema para los ciudadanos, segtin el mismo barémetro del Cis." Datos recientes apuntan que entre 6,5 y 8 millones de espafioles 8. Piblice, 6 de julio de 2011: «El 15-M agudiza la distancia entre los ciu- dadanos y los politicos», véase http://www publico.es/espana/385627/el-15-m- agudiza-a-dstancia-entrelos-ciudadanos-y-los-politicos poe han participado en las movilizaciones y entre 0,8 y 1,5 millones lo han hecho de forma intensa.? La ttima iniciativa que concentré las fuerzas del amplio y diverso movimiento ha sido la jornada mundial del 15-O, que su- peré, una vez més, todas las expectativas. El 15-O ha demostrado el aprendizaje que ha supuesto el rodaje desde el 15 de mayo, de hecho, fue una reactivacién de lo vivido previamente. Esta ver la apuesta era global, casi 1.000 ciudades del mundo salieron ala calle. {Por quéha triunfado globalmente la propuesta de las plazas y de las acampadas? ;Qué tienen los lemas que suscitan un apoyo masivo? {Cémo se autoconvocan cientos de miles de personas sin estructuras de referencia? ;Qué lenguajes comunes hacen que la gente se sienta parte de la misma lucha en Wall Street, Roma o Sevilla? Algunas claves sobre el 15-M y la convocatoria global del 15-O En Espafia, las primeras convocatorias contra la gestién de la crisis no tuvieron demasiado éxito. Las huelgas de 2010 no tuvieron apenas repercusién, entre otras cosas por la pérdida de legitimidad de los grandes sindicatos debido a los pactos firmados previamente. Pero no podemos comprender la aparicién del movimiento 15-M simplemente por el fracaso de algunas de las organizaciones ya exis- tentes. Es mds interesante analizar el éxito del 15-M en relacién a Jo que aporta en un contexto como el actual. Podemos afirmar que la nueva manera de convocar eventos de protesta y tomar el espacio puiblico tienen que ver con formas de cooperacién y organizacién que responden a procesos de fragmentacién del mundo laboral y provienen de subjetividades emergentes en la supuestamente «so- ciedad liquida». Desde la autoconvocatoria surgida el 13 de marzo de 2004 para protestar contra la gestién de los atentados por parte del gobierno de Aznar, pasando por las sentadas de V de Vivienda y la capacidad 9. El Mundo, 8 de agosto de 2011: «Hasta 8 millones de espafioles aseguran haber participado en el 15-M», véase http://www.elmundo.es/elmundo/201 1/08/ (03/espana/1312372873-html. 7 de los internautas para bloquear la Ley Sinde, podemos rastrear esa «otra» manera que tienen individuos aparentemente dispersos de pasar ala accién de manera colectiva. El 15-M y otros movimientos actuales recogen, mejoran y amplian estas experiencias previas 1. Interpelacién de los iguales En cuestién de semanas, Democracia Real Ya, que acababa de formarse, atrajo a cientos de asociaciones que venian realizando activismo social y politico. Pero la génesis del proceso, su lenguaje y su estética tenfan poco que ver con los discursos utilizados por los militantes sociales. Democracia Real Ya se presentaba de esta form: Somos personas normales y corrientes. Somos como tt: gente due se levanta por las mafianas para estudiar, para trabajar 0 para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que tra- baja duro todos los dias para viviry dar un fururo mejor los que nos rodean. [...] Unos nos consideramos més progresistas, otros més conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologias bien definidas, otros nos consideramos apoliticos. Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama politico, econémico y social que vemos a nuestro alrededor. Por Ia corrupcién de los politicos, empresarios, banqueros... Por la indefensién del ciudadano de a pie. La ausencia de banderas y etiquetas posibilité la agregacién masiva que hemos descrito. En las manifestaciones, concentracio- nes y acampadas no se han visto apenas siglas politicas. De hecho, se repite que el 15-M esté formado por personas, no por grupos, por «personas normales»; en las asambleas se habla como personas y no como miembros de organizaciones sociales 0 politicas. En las movilizaciones y en las discusiones que se establecen en grupos de trabajo y asambleas, todo tipo de personas participan y expresan sus opiniones. Para la mayorfa ha sido la primera vez que se dirigia a tanta gente yal hacerlo, han establecido una comunicacién inclusiva, que llama la participacién. La experiencia en la red y las plazas muestra una doble identifi- cacién. Por un lado, de «nosotros entre nosotros»: los que me rodean 58 ‘en una asamblea o en una manifestaci6n son iguales a mi, hablan y piensan como gente normal, son como mi primo o mi vecina. Por ‘otro, de enosotros frente a los de arriba»: la gente que comparte las asambleas o eventos se siente afectada por los mismos problemas y tienen claro que quieren mayor democracia, pero siempre recono- ciendo y respetando la diversidad social eideol6gica de los dems. El efecto que esto provoca es la sensacién de una igualdad de partida, de una comunidad de intereses, de una empatia general. Laconvivencia en las plazas ha sido una prioridad para la gente mis activa en el movimiento. El respeto se convirtié en una de las palabras mds repetida, una expresidn que concentra la necesidad del cuidado entre iguales para sostener los espacios comunes. La micropolitica est4 muy presente, como decia un participante en una asamblea durante la Acampada-Sol, «si queremos cambiar un sistema injusto y poco democritico debemos empezar por transformar la manera de relacionarnos». 2, Esléganes amplios y radicales Laconvocatoria de Democracia Real Ya sefialaba tres elementos cla- ves: 1) La democracia que vivimos no es digna de tal nombre; 2) No somos mercancia y el mercado no puede regir nuestra vida y 3) Los politicos y banqueros son los maximos responsables de la situacién. Estas ideas abarcan muchas de las problematicas que distintos gru- pos trabajaban por separado y conectaba con las dificultades que la poblacién atraviesa en plena crisis. Agrupa los conflictos en torno a tres puntos claros: falta de democracia, dominio de los mercados y-excesos de politicos y banqueros. Como decia Simona Levi, acti- vista por la defensa de la neutralidad de Internet: «No educamos; compartimos y magnificamos percepciones comunes» La consigna clave durante las protestas, «No nos representan», sefiala la deficiencia del consenso en torno ala legitimidad del sistema democratico surgido de la Transicién. Los partidos no representan los intereses de la poblacién, sino los suyos propios y los de la clase rentista-empresarial. «Lo llaman democracia y no lo es», consigna coreada durante las protestas contra la guerra de Iraq, ha sido reto- mada, con mds profundidad si cabe: en el 15-M, lo que se critica son las reglas del juego tout court, no solamente a los politicos de turno. La democracia representativa es puesta en cuestién por stu 59 incapacidad para producir un régimen realmente democratico. Las condiciones formales de soberania popular estén tan restringidas que el voto no legitima a los politicos para que lleven a cabo deter- minadas politicas. Los partidos ejecutan medidas que no estaban cen sus programas clectorales. No existen consultas sobre cuestiones importantes. Incluir iniciativas legislativas populares ¢s un calvario. Puede set democritico un sistema solo por organizar elecciones para votar a partidos cada cuatro afios? F115-M pone en cuestién la forma, pero también el contenido de la democracia representativa. Han sido las politicas econémicas las que han hecho mas visibles las intenciones de la elite partidista: «Noes una crisis, es una estafa», «Arriba las manos, esto es un con- trato». Se ha sefialado en las plazas la divergencia de intereses entre los representantes y los supuestos representados. Pero también se ha sefialado que no basta con mejorar las cuestiones formales, democra- tizarla democracia, porque zacaso es democratica una sociedad que genera desigualdad, que expolia los recursos naturales y los bienes y servicios colectivos, que niega los derechos ciudadanos a una parte de la poblacién? «La sanidad no esté en venta», «Menos policia y més educacién», apuntan a la democracia como consecucién del bien general a través de la decisién colectiva. 3. La potencia de la red Tal y como ha quedado patente en el relato de la genealogia del movimiento, no podria entenderse el 15-M sin internet. Pero no solo porque la primera convocatoria y el trabajo desarrollado se hayan basado en la red, sino porque el uso masivo de cierta forma de trabajo y comunicacién durante los tiltimos afios ha favorecido |a in-corporacién en nuestro cotidiano de ciertos principios fun- damentales como la comunicacién horizontal, la importancia del intercambio, la eficacia de la descentralizacién y la necesidad de la cooperacié: Laconciencia de que la red es un producto colectivo, basado en compartir los contenidos generados de forma auténoma por miles de personas, crea la base de otra forma de entender la produccién, la informacién y las relaciones sociales. Internet es la materializa- cién de la inteligencia colectiva; una ver se ha comprobado que funciona, todos los discursos sobre la necesidad de jerarquia y ‘orden se vuelven ideologfa barata. Antes de ejercer la democracia directa en la calle, muchos ya habfamos experimentado esa forma de hacer en la red. El 15-M ha demostrado a muchos escépticos que la colabo- racién por medio de wikis y foros, los debates a través de blogs y ‘comentarios, las redes débiles mantenidas en Facebook y los teletipos ppermanentes de’Fwiter no pertenecian solo al mundo virtual. Detrés hay personas dispuestas a defender con el cuerpo lo que escribian con el teclado. Personas que llevan afios practicando otra forma de organizacién. 4, Democracia directa EL 15-M va més allé de una critica al establishment, al que sin duda sefiala como estafador y manipulador, y apunta también a la vo- luntad de ser protagonistas de la democracia. Los grandes partidos y los grandes grupos de la comunicacién han quedado retratados: bloques corporativistas que responden a sus intereses y no al bien eral; estructuras opacas y jerérquicas que ven el disenso como tun problema y la informacién como una amenaza; representantes {que niegan la voz a los supuestamente representados; periodistas que tratan de instrumentalizar la informacién en la era de la comunica- cién. Nunca se habjan visto asambleas en las calles y plazas como hrasta el 15-M. Asambleas masivas, comisiones y grupos de trabajos poblaban Sol y las plazas aledafias. Desde el primer dia empezé a formarse un corpus asambleario: grupos de dinamizacién, artistas, personas que tomaban palabra... a la btisqueda de consensos cons- truidos partir de propuestas y disensos: del debate colectivo saldrian las mejores ideas, moldeadas por matices y argumentos a favor yen contra. Gente que nunca habia hablado en piblico, y se disculpaba por sus nervios, era acogida y aplaudida por los demas. Porque cada asamblea era una celebraci6n. Se inauguraba la posibilidad de ser nosotros los que decidiéramos nuestro destino. Se han generado también formas de vigilancia a las previsibles captures de lo colectivo, normas que impien la formacion de lites: = Todas las decisiones se toman en Ia asamblea, que es abierta y publica. on — Las asambleas son preparadas en grupos de trabajo abiertos y piblicos. — Todas las actas son colgadas en la red. — Todas las figuras visibles y portavoces serdn rotativos y aquellos que han tenido mas presencia volveran a la tiltima fila. — Si alguien se extralimita de la funcién para la que ha sido en- comendado, la asamblea y las comisiones y grupos de trabajo podrén censurarle. — Cada persona es un nodo de informacién, que da cuenta desde su punto de vista del devenir del movimiento. La manipulacién se hace imposible. Podemos decir que el movimiento 15-M ha construido un nuevo horizonte de organizacién social y politica combinando formas tele- imiticas y presenciales que evitan la asfixia y aseguran la informacién, la comunicacién, la participacién y la inteligencia colectiva. 5. Accién directa no violenta El 15-M ha crecido desde el principio con acciones directas no violentas: la ocupacién de plazas contra los dictados de la Junta Electoral; el mantenimiento de las acampadas en contra de la voluntad del gobierno; el sefialamiento de bancos y oficinas de las administraciones piblicas; el bloqueo del Parlamento catalén; las manifestaciones espontaneas; la paralizacién de desahucios; el rechazo a las redadas racistas a inmigrantes. En estas acciones se pone en tensién lo legal y lo legitimo. ;Qué es més importante: respetar el orden piiblico o no ser desalojada de tu casa? Se incide mas en la realidad, creando situaciones 0 provo- cando efectos tangibles: la gente no puede obviar que la plaza de su ciudad estéllena de gente que quiere cambiar las cosas. Se pone el cuerpo con otros y se genera una subjetividad fuerte, en relacién con la identificacién entre iguales de la que habldbamos més arriba: :Quién no esté a favor de parar los desahucios? ;Quién estd en con- tra de manifestarse por la democratizacién de la democracia? Solo aquellos que no ven comprometido su futuro. El movimiento no tiene miedo de la represién policial, pero trata de esquivarla mediante formas pacificas de confrontacién so- al y politica. «Que no, que no, que no tenemos miedo» habla de 62 ‘esta decisién colectiva de enfrentar la posible violencia del Estado centre todos. Pero ademas, frente al intento de criminalizacién, el movimiento responde con una pregunta fundamental: ;Qué es violencia? La respuesta pone en el centro la responsabilidad del sistema: «Violencia es cobrar 600 euros», «No soy antisistema, el sistema est4 contra mi». 6. Ni adentro ni afuera {Quin participa en el movimiento 15-M? ;Cémo se coordina? ;De dénde salen las propuestas? ;Por qué tanta gente lo apoya? Digamos que el movimiento es una red con multitud de nodos donde el ‘centro no existe. La iniciativa es cambiante y la fuerza se concentra en deverminados momentos. Hay propuestas que se replican de acuerdo a parimetros de eficacia, pero también de creatividad. Los niveles de participacién son cambiantes, la gente entra y sale, alguien puede tomar mayor responsabilidad en determinado momento y luego retirarse. Digamos que la potencia del movimiento consiste en que es muy abierto y esté descentralizado. ‘Desde la convocatoria lanzada por DRY y durante las acampadas, siempre se ha tratado de crear un movimiento inclusivo. Las plazas se toman para convertirlas en espacios abiertos a la participacién. La gente acude ala plaza para aportar y para aprender. Se toma un espacio para que las personas lo utilicen. Aunque siempre existe la amenara de desalojo, la prioridad no es defender un territorio cueste lo cueste, sino que lo importante es la participacién, que cualquiera pueda entrar y salir. La idea es sumar evitando cualquier accién © discurso que cierre el movimiento, que sea excluyente. Todo el mundo sabe que es necesario que mucha gente siga apoyando y que mds personas participen. Perspectivas El Movimiento 15-M no ha dejado de crecer en cada convocatoria piiblica, pero esté claro que es imposible mantener la intensidad vivida en los dias en que se tomaron las plazas de manera constante. Tal vez debemos cambiar aquella perspectiva que vincula el éxito de las revueltas sociales con el crecimiento lineal de la acumulacién de fuerzas. Este texto ha intentado mostrar, a nuestro entender, una 63 cuestién clave,: los momentos de gran visibilidad, de confluencia, tienen que ver con procesos no tan visibles de cooperacién a pe- {quefia escala capaces de conectar en determinados momentos con alescares generales. Otro elemento importante ¢s la dimensién europea y global del 15-M. Laccisis parece que no es algo pasajero y esté claro que las éli- tes politicas y econémicas no se plantean cambios profundos a corto plazo. Por lo tanto no es descabellado pensar que sigan creciendo Jos movimientos «hermanos» de Europa y el resto del mundo. La primavera drabe dista mucho de apagarse. En FE UU esté surgiendo lun movimiento capaz de generar simpatias en diferentes sectores de la sociedad norteamericana. En Europa, el ejemplo de Grecia se puede extender: un pafs blanco de ls politicas de ajuste ala vez que su poblacién responde masivamente en las calles. Los momentos vividos durante las semanas siguientes a las manifestaciones del 15 cde mayo en Espafia pueden repetirse en otros espacios-tiempos. Pero la cuestin fundamental es que cada explosién ayude a extender un movimiento cada vez més global. En clave territorial, lo que sucedié en mayo se puede interpretar como el principio de un largo proceso. Mucha gente ha tomado la politica como algo propio y cotidiano, vivido en primera persona, ‘que se practica colectivamente y de forma horizontal. Sin embargo, no se ha producido ningiin cambio importante en materia econémi- a, ni en profundizacién democratica. Uno de los debates a futuro es cémo llevar el movimiento a los centros de trabajo para tener mayor incidencia. Pero detrés de este objetivo hay tres preguntas {que es necesario hacerse: ¢Cémo se detiene la produccién cuando las fabricas se han dispersado? {Qué huelga puede hacerse hoy en dia? ;Cual es la huelga que queremos? El reto consiste en convocar una huelga inclusiva, que vincule a las y los auténomos, parados, becarios, inmigrantes con o sin papeles, cuidadores y trabajadores fijos. Pero también es importante que transcienda el marco nacional, que sea por ejemplo una convocatoria euromediterrinea. Seguramente el incremento de la capacidad de ataque pase por irigir los esfuerzos a las diferentes facetas de nuestra vida, ala ver que se incrementan las alianzas globales. El movimiento sigue: Cémo ‘mantener los espacios de cooperacién una vez pasado el momento Algido del movimiento? ;Cémo seguir trabajando de forma des- centralizada sin que desparezcan las reivindicaciones transversales y sgenerales? Qué nuevas instituciones democréticas surgirén a partir dela descentralizacién de los movimientos actuales? Qué aportard la nueva ola de protestas sociales a la gestién de los bienes comunes ‘como el agua, la sanidad, la educacién o el conocimiento? ;Qué herramientas permitiran la replicacién de propuestas y la relacién de los movimientos en toda Europa, en todo el mundo? Preguntas ‘que van dirigidas a toda la gente que suefia y trabaja por un cambio global. Gente que forma parte del «99%» de la poblacién. 6 V. PLAZAS FUERTES: DE MIDAN TAHRIR ALA PLACA DE CATALUNYA, ESPACIO PUBLICO Y REVUELTAS POPULARES CONTEMPORANEAS* ‘Andrés Antebi y Jose Sinchez"* La plaza por ser la plaza tiene una mitad de oro y la otra mitad de plata... ENRIQUE MORENTE Desde enero de 2011, el grito que resuena en los més diversos rincones del planeta contra los sistemas politicos corruptos, esté * Este articulo forma parte de un proyecto colaborativo desarrollado por el Observatori de la Vida Quotidiana (OVQ), el Grup de Recerca d'Enografia dels Espais Publics y el Grup Ciutadanies del Insticut Catala d’Antropologia, cuyo ‘objecivo es promover una investigacién internacional en red alrededor de la plaza ‘como lugar para el conflicto. En ella ensayaremos una comparacin transcultural ‘entre los uso sociale y politicos de esos espacios pibicos embleméticos en dife- ‘entes ciudades del mundo. ** Andrés Antebi es antropélogo y documentalista. Trabaja como profesor ‘universtario ¢ investigador en el Observatori de la Vida Quotidiana (OVQ), una ‘organizacién asambleara interdisciplinar que se dedica a fusionar investigacién social ycreacién audiovisual. Tambien forma parte del Grup de Recerca Exnografia, dels Espais Publics de l'Instcut Catala d’Antropologia, en cl que ha desarvollado ‘numerosasinvestigaciones sobre las apropiaciones yusos festivos 0 reivindicaivos de la calle, andres@ovg,cat/ www.ovg.cat. Jose Sinchez Garcia es doctor en An- ‘topologfa Social y Cultural, con una tesis basada en investigaciones etnogrificas sobre las culturas juveniles y espacio pablico en la ciudad de El Cairo. Entre sus lineas de investgacién destacan la Antropologia de la Juventud, del Género, el Espacio Piblico y los movimientos sociales consecuencia de la globalizacién. Ha Publicado sobre cuestiones metodoldgicas de la Antropologia de la Juventud, la ‘onstruccién identitaria de jévenes en paises del Golfo Pérsco, el fervor religioso de jévenes pakistanfes en Cataluia y sobre el uso festivo del espacio piblico en sociedades érabes. Es miembro del grupo de investigacién Ciutadanies del Institut Catala d'Antropologia. sanchezgarciajose@gmail.com. o7 provocando una transformacién social acelerada que, entre otras muchas cosas, obliga a repensar de manera radical el concepto de ‘espacio piiblico como lugar para el conflicto. La sucesiva toma de las principales plazas en centros urbanos de los cinco continentes tiene ahora una relacién directa y de retroalimentacién permanente con la consolidacién del ciberespacio como émbito politizado. ¥ el cuerpo a cuerpo sobre el asfalto coexiste ya, de manera indisoluble, con la habitacién propia conectada y la conectividad mévil, en un proceso queen la arena politica, como en otras, abre nuevos campos de batalla ¥y augura cambios profundos en un plazo no muy lejano. {Qué analogias podemos encontrar en ese desdoblamiento? {Qué contradicciones se apuntan? Sila plaza ha sido siempre, al fin yal cabo, representacién a escala de una determinada sociedad y a la ver locus para la lucha, zqué ocurre cuando esta coexiste con una «plaza de plazas» virtual que revienta las fronteras? De plazas y redes: espacios piblicos hibridos En Tahrir, la Plaga de Catalunya y muchas otras, las ocupaciones masivas, acampadas, manifestaciones y otras acciones de protesta han imampido con fuerza, interrumpiendo los usos ordinarios del corazén de las ciudades y aumentando significativamente sus pulsaciones. ‘Como es sabido, esas movilizaciones han tenido en ocasiones preludio y continuidad en la propia Red, a través de un goteo permanente de acciones coordinadas de comunicacién, contrainformacién, bloqueo y ddefensa, organizadas muchas veces por activstas sin rostro, amparados ‘enelanonimato. Un anonimato que es precisamente la cualidad prin- cipal del transetinte en la ciudad —aquel cualquiera que se desplaza habirualmente de casa al trabajo en su actividad ordinaria—, pero que en determinado momento puede cambiar de parecer y organizarse para subvertirel ritmo de la urbe y cortar el flujo rutinario mediante bloqueos, aglomeraciones o deambulaciones multitudinarias. Hoy, en las nuevas plazas hibridas, de la calle al ciberespacio, los andnimos, juntos, trastocan el espacio social de forma andloga: se organizan, irrumpen, defienden, aracan... y hablan. La emergencia de ese vigoroso espacio puiblico transfronterizo, sas allé de las calles, las plazas o los parques, implica afrontar cues- tiones como la hibridacién, la superposicién de capas diversas de realidad y, en definitiva, la puesta en marcha de un proceso impara- ble en el que los flujos urbanos convencionales o extraordinarios —carne sobre piedra— se unen flujos de informacién —bits—que circulan a toda velocidad en forma de poss, sweets, correos yun sinfin de estrategias intercomunicativas. Primer aviso a navegantes. La informacién y la comunicacién siempre han sido claves para la batalla politica. Los espacios disi- dentes se han nutrido a lo largo de la historia de libros, periédicos, carteles, octavillas, cédigos cifrados, emisiones de radio, comu- nicaciones telefnicas y muchas otras herramientas para intentar ‘conseguir sus objetivos. Internet y las redes sociales no surgen de la nada y se han constituido como una potente herramienta mds, ala vez fruto y catalizador contempordneo de esa lucha. Es la capacidad —hasta ahora ilimitada— para la aceleracién en la difusién de mensajes e informaciones, uno de los giros de tuerca ‘que més pénico provoca entre los poderes politicos y econémicos. El alineamiento entre poderes y medios de comunicacién ha asegurado durante mucho tiempo el ritmo, el sentido, la unidireccionalidad y lahhegemonta de determinados discursos. Sin embargo, los mensajes cortos de los activistas disidentes, la circulacién de relatos alternativos sobre la realidad politica y social o la propagacién de contrainfor- macién inmediata, han hecho saltar por los aires la forma de control clisica de los canales de informacién, posibilitando la construccién de nuevos imaginarios. En el convulso contexto social contemporineo, este espacio hibrido aparece, cada vez més, como susceptible de ser apropiado para la accién politica. Apropiado en la doble acepcién del término, por un lado eadecuado» para ser usado con finalidades expresivas Y por otro «tomado» por la multitud, y objeto, por ello mismo, de una transformacién simbélica radical. Justo alli donde el poder habitualmente se muestra, controla y domestica, se recrea ahora un lugar otro, distinto, compartido y vivido para la representacién de las desigualdades, las diferencias y las alternativas. De la plaza y el poder... El poder se ha servido de la calle para ponerse periédicamente en ‘escena, ya sea ejecutando reos, desflando con pompa y boato, coro- 0 nando reyes o espectacularizandolo todo. Pero siempre le ha temido. Hahecho lo imposible por controlar lo que no puede comprender. En ese sentido, la desjerarquizacidn, descentralidad e imprevisibilidad de Ja Red han incrementado sus temores. Politicas como las de tolerancia cero, el urbanismo preventivo o el mérquetin urbano, pero también los patéticos intentos de salvaguardar los derechos de propiedad inte- lectual y la criminalizacién de ciertos usos considerados perversos de Internet, son algunos de los mejores ejemplos contemporineos. Hace siglos que en toda la geografia europea, en el norte de Africa, en Asia, en America, hasta en los mas remotos lugares, se construy6 un espacio para ubicar fisicamente el poder de los gobier- nos. Ayuntamientos, sedes; ntales, policfacas, eclesids ceducativas... ocuparon la plaza fisica y simbélicamente, demostran- do quién y cémo detenta el poder. Eso es asi desde el tiempo de las sociedades tribales primitivas, cuando la vida en comunidad en las aldeas se organizaba alrededor de espacios comunes para dirimir la cuestién puiblica. ‘Asimismo, fue en esos espacios de y para el poder, donde en- tre otros muchos dispositivos de control concebidos a lo largo de los afios aparecié el reloj. Desde entonces el tiempo capitalizado, alienado, apropiado por el poder econémico, se convirtié en aliado del poder politico y dejé de pertenecer al ser humano. En épocas mis recientes, la plaza se ha manifestado como marca, a sangre y fuego, de la dominacién colonial y también del control social, especialmente tras la consolidacién de los estados-nacién durante la segunda mitad del siglo XIX. La historia de Midan Tabrir, en El Cairo, es, como veremos, un ejemplo significativo de ello. En las iltimas décadas muchos de esos escenarios han sido paulatinamente secuestrados a sus usuarios cotidianos por el po- der financiero. Hoy, més que nunca, la plaza es testigo directo de cémo los poderes econdmicos subyugan al poder politico. Es, en muchos casos, la sede de un mercantilismo globalizado, modelo contemporineo de control de lo ptblico, capacitado para impo- net elecciones, cambios presidenciales o impedir la celebracién de consultas populares. La Placa de Catalunya, entre muchos otros, ¢s un buen ejemplo de lugar secuestrado, semiprivatizado, donde el capitalismo financiero se exhibe, domina y recuerda alos ciudadanos que el tiempo de su vida ya no les pertenece. 70 Como la piedra, el espacio virtual —disefiado en su origen ‘como herramienta de control militar—es objeto de instrumenta- lizacién por parte del poder. Las infinitas posibilidades que ofrece para acceder al émbito privado de las personas suscitan el interés de gobicrnos, multinacionales y medios de comunicacién, que se preparan a toda velocidad para el asalto definitivo a la Red. Para ello, se han desarrollado sistemas de vigilancia y seguimiento de la conectividad mévil con fines coercitivos; legislaciones para deter- minar el uso adecuado, plataformas hegeménicas para la difusién de informacién, filtros para la deteccién de vocabularies sospe- chosos y multitud de formas de mercantilizacién. En definitiva, un despliegue virtual de los medios de coercién y coartacién de derechos individuales y colectivos, andlogos a los disefiados para la toma de la calle. ...al poder de la plaza A pesar de los intentos de domesticacién o propaganda con que los poderes politico y econémico pretenden someter tradicionalmente a la plaza, esta es, siempre ha sido, un lugar para el desacato, la revuelta y la contestacién. Los dispositivos allt instalados por aquellos que se pasan el tiem- po concibiendo y controlando la ciudad, son descubiertos por los que la practican como apropiables, en un sentido completamente diferente del proyectado. Del peatén solitario 0 multitudinario, de quien solo se espera que se avenga a circular y colaborar, parte una actividad colonizadora que, sin pedir permiso, hace con el entorno turbano cosas otras. El ansiado espacio tranquilo, décil, descon- flictivizado, se convierte, asf, en manos de su legitimo duefio, en tun espacio heterogeneizado, incorporado a un nuevo sistema de representaci EI relato que los congregados construyen cuando forman ‘codgulos o ciimulos multitudinarios en una plaza es siempre el de tuna legitimacién y el de una victoria: la del propio grupo sobre el ‘espacio y el tiempo, que ahora dominan. La concentracién politica, ya sea festiva, vindicativa, pusildnime o exaltada —eventualmente violenta—, lo que hace en todos los casos es proclamar, interpelar © desautorizar un estado de cosas. Como si un tipo de energia ecto- 7 plasmatica se hubiera desencadenado de repente y un concepto, una idea, un proyecto compartido se hubiesen hecho carne sobre la piedra. ‘Aqui y alld, ayer y hoy, las apropiaciones insolentes de esos espacios los convierten en plataformas para la inversi6n, la trans- gresién, la relativizaci6n y la suspensién de las normas sociales que dominan la vida cotidiana. Son acontecimientos-irrupcién o acontecimientos-interrupcién que afirman una dimensién discon- tinua en la experiencia urbana, implican morfogénesis singulares y ponen en marcha diferenciaciones que desmienten la voluntad homogeneizadora del poder. Més que estructurada, la multitud aparece coagulada en la plaza, en un determinado momento y por tuna motivacién concreta. Se crea alli una communitas en el sentido de Turner, una antiestructura que hoy, lejos de ser efimera, tiene inuidad en las llamadas redes sociales, permitiendo que la ilu- én del momento ritual de la ocupacién se transmute en realidad expandida, cristalizada y compartida. La lucha por la apropiacién espacial en la plaza virtual se desa- rrolla de forma andloga ala lucha por la piedra. Desde el periodismo cibernético, que acaba con el monopolio discursivo de los medios —WikiLeaks seria su mejor representante— hasta el copyleft o el sofiware libre, pasando por los ataques a las paginas web de partidos politicos, empresas y gobiernos —con Anonymous a la cabeza— 0 las campafias masivas que circulan porla Red en un momento deter- minado —hacktivistas principalmente—estamos frente a estrategias de confrontacién con los poderes politicos y econémicos que tienen en las luchas callejeras su otro lado del espejo. ‘Acampar, construir, defender... en Midan Tahrir El jedive Ismael disefié Midan Tahrir (Plaza de la Liberacién) desalojando asentamientos populares, para convertirla en el centro simbélico del nuevo Egipto que crecia a finales del siglo XIX. En realidad, la plaza propiamente dicha no es més que una rotonda de unos 20.000 metros cuadrados, concebida como elemento esencial para la organizacién del trinsito de vehiculos y peatones. En ella desembocan todas las formas de poder politico 0 econémico y confluyen las principales vias que conducen a todos los rincones 72 dela urbe: Bulag Abu al Ala, Imbaba y Shubra en el norte; Gizeh, Zamalek y El Muhanidisin al este; Garden City, Dar as Salam y El Maadi al sur; y Ghourriyya, Abasiyya, El Roxy y Heliopolis al este. De hecho la plaza se extiende mucho més all de su circulo, hacia las amplias aceras que la circundan, con sus cafés y restauran- tes de comida répida, o los intersticios ajardinados y medianeras que se abren entre edificios y avenidas. Este «lugar de lugares» es uno de los principales puntos de encuentro para los cairotas. Alli, cada dfa, ocupan sus aceras y parterres para comer, tomar té, jugar al fitbol 0 al backgammon, discutir y manifestarse. La plaza es también el recinto privilegiado para la fiesta popular, sea esta tradicional o de nuevo cufio, como en el caso de las celebra- ciones de las victorias de «los faraones», apelativo de la seleccién nacional de futbol. En las fachadas de los edificios que circundan Tahrir —el Museo Nacional, la sede de Liga Arabe, la sede del partido guber- namental, el mastodéntico Mogamma, la Universidad Americana © los hoteles de cinco estrellas— se puede leet buena parte de la historia oficial de Egipto. El Musco Nacional, por ejemplo, recuer- da la lucha por retener el tesoro de la tumba de Tutankamén en 1922, convertido en un auténtico simbolo para el nacionalismo egipcio. Décadas después, la aproximacién del régimen nasseristaa la Unin Soviética posibilité la construccién del térico edificio del Ministerio del Interior, lugar desde donde el régimen de Mubarak dirigié la represién de la disidencia. Durante la infitah, politica ‘econémica liberal de Saddat, se construyé el lujoso hotel Hilton y aparecieron toda clase de multinacionales, asi como enormes carteles publicitarios de neén. ‘Como en tantas otras plazas, ese simbolismo convirtié a Tahrit cen escenario habitual de la lucha politica, ya fuese contra los co- lonizadores, la monarquia, los poderes financieros o los supuestos garantes del orden global. En 1926, por ejemplo, la multitud dijo basta ante la humillacién de los colonizadores britanicos y se concentré desafiante frente a la sede del gobierno inglés siruada en la plaza, donde fue duramente reprimida. De igual manera, en 1952, durante los disturbios que precedieron a la caida de la monarquia egipcia, se congregaron alli las multitudes para las 73 plegarias colectivas en recuerdo de las victimas. Sus piedras fueron también testigo de las protestas contra el Estado de Israel en las rras de 1948 y 1967, y centro de la celebracién de la victoria en la de 1973. Ya con Mubarak al frente del Estado, las protestas por el encarecimiento de los productos bésicos, contra los abusos israclies, 0 tras atentados islamistas, también han escogido esta plaza como punto de encuentro. En 2001 Tahrir acogié protestas contra la visita del Papa; en 2002, una de las mds masivas hasta ahora, contra la ocupacién israeli de la franja de Gaza y en 2005, después de las enésimas elecciones fraudulentas, contra la deten- cién de Nour —presidenciable de la oposicién. Laapropiacién del corazén de Egipto en enero de 2011 no fue nada facil. Tres largos dias de violentos enfrentamientos con los antidisturbios, la policfa secreta, los matones contratados por el régimen y los infiltrados en el propio movimiento dejaron un saldo de casi mil muertos, miles de heridos y detenidos. Segundo aviso a navegantes. Pese a los miiltiples articulos e informaciones que sefialan lo contrario, en Egipto, el uso de las redes sociales tuvo una importancia relativa en la organizacién y extensién de la revuelta. Alli, el nivel de implantacién de internet —ahora disparado—era todavia muy minoritario y estaba en manos de las élites ilustradas, Hasta entonces, los grupos de ciberactivistas, a pesar de algunas tentativas, nunca habfan conseguido movilizar a las masas para la toma del espacio urbano.' En realidad, la forma de conseguir una participacién masiva en la calle siguié dependiendo de una de las caracteristicas distin- tivas en la organizacién social de la urbe drabe: la solidaridad entre desconocidos familiares que se ponen de acuerdo para solventar todo tipo de accidentes, problemas y necesidades comunitarias. En 1. En Egipto, antes de la Revolucién de Enero, el 6% de la poblacién se informaba por internet, c1 28% usaba Internet, habitualmente, solo el 18% de la poblacién tenia un ordenador en casa y usaba el correo electrénico el 14%. Es certo que después de la Revolucién se ha producido un aumento significativo del uso de la Red como consecuencia del abaratamiento de més del 60% del ‘coste de acceso. (Fuente World Publics Welcome Global Trade — But Not Im- migration. «47-Nation Pew Global Attitudes Survey» 2007 Pew Research Center wow: pewresearch.org)- 74 este tipo de sociabilidad no importa quign es el otro, sino la ayuda ‘mutua. Se trata por tanto de asociaciones espontneas, sin centro y sin estrategia aparente..., algo que recuerda las nuevas formas de onganizacién en la Red, con la diferencia que en El Cairo llevan practicindose desde que el mundo es mundo. Poco después de Ia caida de Ben Ali en Tuinez, se hizo un primer llamamiento a través de las redes sociales para tomar la calle el 25 de enero. Como siempre, ese dia, los principales edi- ficios piblicos aparecieron protegidos por policias antidisturbios ya la calle salieron los activistas habituales. Intimidados por las fuerzas del orden, desde varios puntos de la ciudad iniciaron su camino a la plaza Tahrit. Durante la marcha ocurrié algo insélito. Fueron uniéndose a ella grupos de jévenes sin filiacién politica. La visibilidad de la ocupacién callejera multiplicé la potencia de a movilizacién. Cairotas de toda condicién entendieron que era su momento. Al llegar a la plaza, una de las primeras acciones consensuadas fue impedir la presencia de cualquier simbolo asociado a una for- macién politica concreta. De esa manera la protesta no podia ser instrumentalizada por ningtin grupo opositor. Esa fue precisamente la clave del éxito. El llamamiento para el Viernes de la Ira, el 28 de enero, con el histético corte del acceso a Internet y el bloqueo de las comu- nicaciones méviles por parte del gobierno, solo pudo tener éxito a través de los mecanismos de interaccién culturalmente asentados. Después de la oracién del mediodia, los cairotas ocuparon ma- sivamente la plaza. Al mismo tiempo, los ciberactivistas globales consiguieron burlar el apagén y organizar un sistema paralelo, basado en el teléfono y el fax, que se convirtié, mds que en un medio para la organizacién de la multitud inteligente, en una herramienta para explicar al mundo, minuto a minuto, lo que allf ocurria y denunciar los sangrientos excesos provocados por Ios iltimos coletazos del régimen. Al poco de iniciarse, la revolucién ya parecia atascada. Los politicos recuperaban la iniciativa y en los salones diplomédticos se fraguaba una supuesta solucién. Muchos de los acampados, cansados, resignados, aceptaron la propuesta de Mubarak: elec- iones en septiembre sin su candidacura. Pero el rais cometié un 7s error fatal que le costarfa el poder. Envié a la plaza a sus matones a lomos de camellos, armados con cuchillos y machetes. Fueron rechazados en una épica batalla cuerpo a cuerpo. Probablemente sil gobierno no hubiera lanzado esa ofensiva, los defensores de la plaza hubiesen terminado por aceptar esa victoria a medias, amarga, falsa. Se habrian marchado a casa después de algunos dias de indignacién, levandose la frégil promesa del presidente como tinico trofeo. La batalla de Midan Tahrir concluyé con la apropiacién del territorio. Convirtié la plaza en un fortin que, ahora si, se organizé mediante formas de autogestién habituales en otras ‘manifestaciones culturales propias. La organizacién de acampadas para celebrar fiestas en honor de los morabitos o los fear (ruptura del ayuno) de Ramadén, fueron herramientas esenciales del saber colectivo, usadas por los sublevados para mostrar el potencial de su rabia. En la plaza se montaron escenarios para alocuciones, actuaciones musicales, obras teatrales y hasta bodas, pero no se permitié que ningiin politico ocupara el centro de atencién. Los acampados se estructuraron segiin las divisiones sociales egipcias: clases altas —difundiendo mensajes a través de la Red—, clases medias y bajas organizando la cocina, los servicios de limpieza y hasta el orden piiblico. Entraron en accién los Comirés de Defensa Populares, buscando infiltrados y deteniéndolos, y en una de las entradas de la parada de metro de Saddat se instalé una cdrcel, no sin cierta oposicién por parte de algunos de los acampados. Nada ha sido igual en Egipto desde entonces. Tras la salida de Mubarak-y un golpe de estado militar, las acampadas han seguido en la plaza. Ya sin el foco medidtico encendido, las plegarias salafis- tas cislamistas multitudinarias, las manifestaciones de grupos que denuncian el régimen, las demostraciones de rabia ante la prepo- tencia israeli, las rupturas del ayuno que acaban convirtiéndose en protestas contra la Ley de Emergencia y los enfrentamientos con los cuerpos de seguridad del Estado se han sucedido dfa tras dia, El temor de la junta militar de que de nuevo la plaza desbordase al régimen llevé a decretar la isleta central como «zona restringida», CCualquier intento de poner un pie allf acabaria con detenciones. Ese temor estaba fundamentado. La segunda batalla por Tahir, 76 iniciada a finales de noviembre de 2011, ha devuelto el poder a la plaza? w= yen la Plaga de Catalunya ‘Nunca se han levantado all los edificios-simbolo del poder politico 10 religioso, y sin embargo la Plaga de Catalunya es el indiscutible ‘centro neurilgico de Barcelona. Como Tahrir, constituye el niicleo no solo fisico sino representacional de la vida ciudadana entendida ‘como globalidad. Urbanizada entre finales del siglo XIX y principios del XX, lazona se convertirfaen el gran nexo de unin entre la ciudad nueva, surgida del Pla Cerda, y el viejo centro histérico amurallado. Ellugar es completamente circular, ocupa 50,000 metros cuadrados y-deall{ parten —o confluyen—algunas de las més importantes vias de comunicacién. Sede durante més de un siglo de todo tipo de celebraciones festivas, concentraciones reivindicativas, actos religiosos 0 mues- tras de fuerza del poder, con el paso de los afios, la plaza se ha ido convirtiendo en el simbolo de un centro urbano literalmente ase- diado por el poder econémico. Hoy en sus contornos se levantan imponentes edificios que acogen bancos, multinacionales, hoteles y centros comerciales; la gran mayoria de sus transetintes son turistas 'y uno de sus iconos mas reconocidos es un enorme reloj giratorio con publicidad del BBVA. Cotidianamente, la zona, poblada por millares de palomas, es atravesada en todas direcciones por gente de los origenes més diversos, casi siempre cdmara en mano. En Barcelona, a lo largo del tiempo, resulta complicado encon- tar acciones 0 deambulaciones multitudinarias de cualquier signo que no ocupen, salgan, desemboquen o atraviesen este lugar. En sus parterres, usados al principio para el mercadeo informal, bro- 2. Mientras concluimos estas lineas, en el corazén de las revueltascairora se ‘tin escribiendo nuevos episodios. En Tahrir, el 20 de noviembre de 2011, con la ocupada por los grupos progresstas, el poder militar ataca alos acampados, gasea, quema sus tiendas y dispara con fuego real causando decenas de muer- ‘0s. Los concentrados resisteny se entabla la segunda batalla de Midan Tahir. En Paralelo, la televsién nacional ecibe un ataque de hackers que bloquea la emisin. Lalucha sigue. taron ardientes rosas de fuego en el transcurso de la huelga general revolucionaria de 1902. Afios después, durante la Guerra Civil y el proceso revolucionario, la plaza increment6 su dimensién simbélica, crigida en epicentro del combate entre los bandos enfrentados. El 19 de julio de 1936, al caer la tarde, mientras los obreros armados cantaban victoria, su pavimento estaba cubierto de cadveres y caba- llos muertos. Al poco llegé el invierno més duro: en enero de 1939, junto a sus fuentes circulares, se oficié una gélida misa purificadora que sancionaba la caida de Barcelona en manos de los fascistas. El primer desaffo multitudinario al franquismo en forma de gran concentracién callejera sucedié de nuevo en esta plaza. En 1971, 6.000 obreros de la SEAT fueron capaces de desacatar frontalmente el férreo control sobre el espacio puiblico, ocupando su centro en tuna enorme asamblea. Fue durante una huelga, tras la muerte de tun manifestante en el violento desalojo de la factoria de la Zona Franca. Ladictadura agonizaba, y bien conocida sla explosién piiblica «que se produjo en la calle durante la llamada Transicidn, Antes, sin embargo, ya el fitbol empezé a proveer vias de escape politico en el espacio publico. En 1974, tras el 0-5 contra el Real Madrid en el Bernabéu se desaté una euforia insélita y buena parte de los barce- loneses perdieron de golpe el miedo a los grses. Participes de aquella fiesta callejera, recuerdan lo asombrosa que les parecié la visi6n de la multitud saltando y gritando en Canaletes y entrando en la Plaga de Catalunya. En su vida habfan visto nada parecido. El poder del dinero, el mismo que rodea con sus muros de piedra Ja Plaga de Catalunya, el mismo que se denuncia y se impugna en las acampadas del 15-M a través de los muros de Facebook, ha sido una de las principales causas de movilizacién ciudadana en Barcelona en latiltima década. En la calle, las protestas actuales contra politicos y banqueros tienen precursoras directas como las manifestaciones de 2001 contra el Banco Mundial y el FMI y de 2002 contra la Europa del Capital. La tiltima huelga general, el 29 de septiembre de 2010, ya con Ja Gran Estafa disfrazada de crisis causando estragos, tuvo de nuevo en la plaza su epicentro. Pese a que se ha recordado muy poco, en Barcelona, esa movilizacién ha sido uno de los més claros prede- cesores del movimiento de los indignados. Esta vez, la ocupacién, 78. unos dias antes, del antiguo Banco Espafiol de Crédito funcioné ‘como una auténtica lanzadera y la jornada de lucha fue especial- ‘mente combativa. En mayo de 2011, todo empezé tras la convocatoria de una manifestacién contra el sistema econémico y politico, que recorrié las calles de Madrid, Barcelona y un total de 50 ciudades del Es- tado, bajo el lema «No somos mercancfa en manos de politicos y banqueros». Desde hacia meses, grupos muy diversos, coordinados a través de la plataforma Democracia Real Ya, llamaban a salir a la calle desde decenas de webs, blogs y foros de Internet. La respuesta popular, una incégnita hasta cl mismo dia de la marcha, fue masiva y reunié a miles de personas. Estudiantes, trabajadores precarios, pensionistas, parados y un largo etcétera de anénimos indignados ‘se reunieron en la Plaga de Catalunya y desfilaron hasta el parque de Ja Ciutadella en un ambiente festivo, muy similar al de las marchas, altermundistas de principios de siglo. En Madrid, tras el final de la manifestaci6n, un pequefio grupo se dispuso a acampar en la Puerta del Sol, pero fue violentamente desalojado por la policfa. La represién calde6 el ambiente y tuvo una inesperada respuesta: al cabo de unas horas los sibitos campistas se contaban por millares. A partir de ahi el movimiento 15-M se extendié como la pélvora. Espoleadas por las noticias que llegaban desde Madrid, el 16 de mayo, unas cincuenta personas decidieron ocupar el centro de Ja Placa de Catalunya y pasar la noche. La convocatoria empez6 a circular por la Red y al dia siguiente eran miles los emplazados. Durante tres semanas, el lugar devino una pequefia ciudad reivin- dicativa en el coraz6n de la ciudad escaparate. Justo en el espacio que mejor simboliza la apropiacién capitalista del centro urbano, alli donde confluyen las principales conexiones mercantiles, inmo- biliarias, financieras y curisticas de la ciudad, la acampada emergié para transformarlo todo en otra cosa. Ver el trabajo incansable de las comisiones, o los numerosos corros de personas que pocos dias antes se cruzaban indiferentes por la calle, discutiendo apasionadamente sobre la situacién politica y buscando alternativas, fue algo que apenas recordaban los més viejos del lugar. El momento més emocionante, sin embargo, la auréntica ‘comunién entre la multitud congregada en la plaza, se daba cada 79 tarde con la cacerolada, antesala de una asamblea general formada por miles de personas. La organizacién de la cotidianidad —en la que también la Red jugé un papel muy importante— se combiné con acciones fuera del recinto. Desde la acampada se convocaron casi diariamente marchas y concentraciones més 0 menos concurridas, que surcaron las calles en todas direcciones, en movimientos espasmédicos, de salida y retorno a la plaza. Ese dibujo se mantuvo tras la disolucién de la acampada en asambleas de barrio, diseminadas por toda la ciudad. La defensa de la Plaga de Catalunya tuvo dos capitulos destaca- dos, marcados por la coincidencia entre la acampada y la celebracién popular dela victoria del Barca en la Champions League. El primero, en un movimiento fuera-dentro, se escribié el 27 de mayo, tras un violento desalojo ordenado por la Conselleria d'Interior catalana con la excusa de «limpiar la plazar que caus6 més de cien heridos. En pocas horas, con la plaza tomada por la policia, miles de per- sonas fueron concentréndose en todos y cada uno de los accesos. La presién popular acabé con el asalto fisico al recinto y la huida en desbandada de los uniformados. El segundo capftulo, dos dias después, tas la victoria del equipo de fitbol, produjo un auténtico cortocircuito, Los acampados decidieron separar la concentracién festiva de la reivindicativa y organizaron un cordén de seguridad multitudinario para proteger la plaza. Parad6jicamente, durante las cargas policiales que buscaban dispersar a los clésicos provocadores de fin de festa furbolera, muchos de ellos se sumaron al compacto grupo que defendia el recinto, al grito de «no-violencia, no violen- cia» cuando las porras se aproximaban. Lo que sf fue desalojado por complero aquella noche fue el macroespectaculo que cada vez ‘que gana el Barca organiza la televisién catalana con el apoyo de las instituciones con el claro objetivo de domesticar la fiesta callejera y convertir a los actores en meros espectadores. Coda Podsfamos establecer, entre una y otra plaza, entre uno y otro movi- miento, miltiples lineas comparativas. Otras cuestiones son sin duda incomparables. La toma de Tahrir supuso un momento fundacional para la extensién de las protestas a otras partes del mundo, sobre todo tras la explosién de los indignados espafioles, que asumieron Ja acampada cairota como referente. Sin ir més lejos, ese vinculo se refleja en uno de los carteles que presidié el centro de la Plaga de Caralunya en esos dias: «Placa de Catalunya = Plaga Tahrir». Sin embargo, como hemos visto, las diferencias son apreciables. En Espa- fia, el movimiento, de carécter reformista y corte mayoritariamente ecopacifista, ha desdefiado el uso de la violencia lesiva en todas sus acciones negando un aspecto fundamental que ha marcado las luchas cairotas: el enfrentamiento directo contra aquellos elementos del régimen que pretendian sitiar, tomar y desalojar la plaza. En enero de 2011 perdieron la vida en Tahrir més personas que durante el 19 de julio de 1936 o la mal llamada Setmana Tragica de 1909, por citar dos de los momentos insurreccionales més importantes de la historia de Barcelona. ‘Tercer aviso a navegantes. En relacién con la lucha por el espacio puiblico, el ciberactivismo egipcio y el espafiol muestran diferencias signifcativas. Si en Plaga de Catalunya la organizacién dela acampada se sirvié para las multiples convocatorias de acciones reivindicativas, en Tahtir su funcién quedé limitada a la contrain- formacién. Alli, la plaza actuaba como una sola voz de los presentes que discutfan, intercambiaban impresiones y organizaban mediante megéfonos y equipos de radio las necesidades comunes y la propia defensa del enclave. Para participar habfa que estar en cuerpo y alma. Asi, tanto los miembros de las clases altas, con sus posibilidades tecnolégicas, como los de las clases desfavorecidas participaban en pic de igualdad en la lucha politica. Es absurdo negar que la confluencia entre el ciberactivismo y la manifestacién callejera, la contrainformacién y los mensajes impresos, la accién individual y la inteligencia colectiva, abre nue- vvas y potentes formas de luchar. Pero esté por ver, como sostienen algunos ciberentusiastas, si efectivamente, asistimos al proceso de construccién colaborativa de una sociedad que experimenta modos diferentes de organizarse, anélogos a los que se experimentan en el espacio puiblico cibernético. No existen aqui certezas, medios tinicos, ni formulas univocas. Es cierto que la piedra se expande hacia un espacio sin fisico, amorfoldgico, y que esa yuxtaposicién posibilita una progresién 81 geométtica de las luchas. Pero el poder sigue temiendo ala calle més que a la Red. Hoy, el combate por el espacio hibrido sigue siendo, como siempre fue la calle, un campo de batalla entre poderes y contra-poderes. Y la fuerza de las protestas sigue residiendo en la capacidad que tiene la calle de erigirse en un lugar para la isidencia. Una capacidad amplificada hoy por la irrupcién de la Red, aunque no tan determinante como a los tecnoiluminados les gustaria. Hay lecturas més 0 menos optimistas de estas sacudidas piiblicas en las que estamos sumidos en los tiltimos tiempos. Pero, més all de las disputas, cabe esperar que la emergencia de esas nuevas plazas, hfbridas, rebosantes de vida, con sus luces y sus sombras, empiece a resquebrajar, de una vez por todas, el férreo dominio que han gjercido las «plazas duras». Y que la ira popular organizada llegue convertirlas, poco a poco, en auténticas plazas fuertes, ala vez nido y lanzadera, para la articulacién de formas diversas, miiltiples y no excluyentes, de combatir juntos por lo que es nuestro. 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La comunicacién y la politica Mayo del 68: Una pintada en una pared dice «Aislado- Asesinado». «Q, la novela escrita por el colectivo italiano Luther Blissett narra, entre otras muchas cosas, el nacimiento del panfleto asociado al nacimiento de la imprenta. Mayor distribucién y descentralizacién de la comunicacién, nuevas posibilidades politica. 2011: El gobierno egipcio intenta bloquear internet para de- tener los mecanismos de difusién y comunicacién de las primeras revueltas de la primavera érabe. Los activistas de la red vuelven a las versiones anteriores de su modelo comunicativo, al tiempo en ‘que eran radioaficionados. Sacarén la informacién por radio hacia paises que no tengan su red bloqueada y, as, lo que esté sucediendo cen Plaza Tahir saldré al mundo. Aislado... Asesinado. Conectado... Con vida. Las redes sociales son un condensador de las tres formas prima- rias de la comunicacién politica. Condensador en el sentido de que ‘cumplen funciones que anteriormente se daban separadas (o que, * Guillermo Zapata es guionista de televisién y cortometrajista. Lleva aos colaborando con diferentes inicativas de comunicacién en Red: Sindominio, Indyacp. , Madilonia, etc. Ha sido miembro del colectivo editorial de la revista Y participa en el érea de comunicacién del Patio Maravilla. ‘Mantiene una columna mensual en la web Libro de Notas analizando fenémenos cculturales llamada «Crénicas del Hype». 85 simplemente, no se daban por dificultades técnicas) ¢ innova en la interaccién entre ellas. Contrainformar ‘Tanto Tuenti, Facebook, Tumblr 0 Twitter, con sus singularidades, fancionan como un lugar en el que sea «crea» relativamente poco en comparacidn con los que se «conecta». La mayor parte de lo que circula por las redes sociales son enlaces a imagenes, videos 0 textos que se han elaborado fuera de ellas mismas (en blogs, medios de comunicacién digitale, plataformas de creacién de todo tipo, etc.) La mayor parte de esa informacién sigue el viejo principio de «contar Jo que otros no cuentan». Sin embargo, al ser las redes sociales un espacio completamente abierto a la interaccién en el que nuevos y viejos medios se entrecruzan, esa légica de contrainformacién ya 1no consigue solo «despertar conciencias», sino que también modi- fica y condiciona la agenda de politicos, asociaciones y medios de comunicacién. De igual forma, es el contenido y no el continente el que empieza a tomar relevancia comunicativa. Asi, se produce un agujereado en las viejas estructuras de la comunicacién que vendian «paquetes informativos» donde lo que comprabas era una cabecera al completo ppara pasar a una informacién en moléculas, donde un articulo de un blog, uno de El Pats, otro de una web ligada al 15-M o un tercero de tuna pagina de contrainformacién clisica atraviesan las redes sociales practicamente en pie de igualdad. Construir campo magnético La parte «creativa» de las redes sociales tiene que ver con dos cuestio- nes. Una, la personalidad virtual que personas y colectivos vuelcan en cllas y, por otra, las redes de conexién que generan unas con otras. Los «followers» o los «amigos» no son simplemente una interconexién técnica, sino politica, en la medida en que lo que se juega es una relacién de confianza. El deseo de conectarse con alguien (sea un «alguien individual» o colectivo) a partir de lo que cuenta, lo que informa o lo que propone genera hilos que van més alli del mero acceso a la informacién. Genera confianza y corresponsabilidad. El uso que el movimiento 15-M ha construido en redes sociales ha generado una cultura compartida, un sentirse parte de lo mismo ‘que produce un campo magnético, un campo de atraccién y sobre todo, un sentido colectivo de lo que esté pasando. Asi, es imposible ‘entender experiencias como la de la Marea Verde por la educacién piiblica o la creacién y proliferacién de lemas a escala internacional (por ejemplo, el «Somos el 99%» que ha introducido Occupy Wall Street» y que estén en permanente proceso de redefinicién) sin este uso colectivo. Es importante recalcar que esos sentidos colectivos no se reducen a logos o lemas, sino que tienen una conexién mis profunda y material. Por ese motivo, los intentos de construir lemas similares que se perciben de forma exterior (los lemas de campafia electoral del PP y el PSOE, por ejemplo) no funcionan de la misma manera. Esa produccién de un campo magnético funciona de forma horizontal y distribuida, por un proceso de seleccién colectiva y de descartar aquello que se encuentra fuera del sentido comin del mo- vimiento. Ese proceso de fltrado dificilmente se puede imponer, sino que tiene més que ver con un ejercicio de escucha y de respirar con el movimiento que con una «intervencién» en términos clésicos. Pensemos entonces que ha habido un cambio también en la apreciacién de lo relevante de fases anteriores de la accién politica comunicativa (como por ejemplo en el momento de los Indymedia) con respecto a la fase actual. Un contenido que funciona no es un contenido que genera un debate, sino un contenido que prolifera, que genera el deseo de ensefiérselo a otros. Que se copia. Esto no quiere decir que no se produzcan debates. Pero ese clisico de «el texto tiene muchos comentarios» como base para entender su éxito ha terminado. La comunicacién que organiza Un colectivo de fotografia llamado Fotograccién, que habitualmente cubre las movilizaciones del 15-M y otras que suceden en Madrid, decide cubrir algunos de los encierros de estudiantes con motivo de las huelgas convocadas por la «Marea Verde». Sin embargo, no saben exactamente cudntos encierros hay, dénde son, etc. Asi que lanzan un documento colaborativo usando «Google Docs» para {que los institutos con encierros les digan dénde estin y poder ir a cubrirlos. El link al «Google docs» se distribuye por redes sociales y, en pocas horas, los encierros se multiplican. {Existian esos encierros previamente al documento compartido o fue el conocimiento de la existencia de otros encierros lo que animé a muchos a encerrarse? Una sencilla herramienta de comunicacién produce organizacién politica efectiva. David Bravo, abogado vinculado al movimiento Copyleft, es invitado al festival de Cine de San Sebastién para hablar sobre nuevos modelos de distribucién de contenidos, etc. En su intervencién lanza tun documento colaborativo similar al de Fotograccién en el que la gente, a través de redes sociales, empieza incluir links espacios de descarga de material protegido con Copyleft. Una demostracién en vivo y en directo de la inutilidad préctica de la Ley Sinde realizadaa través de mecanismos de comunicacién que organizan una protesta y producen movimiento. 11 de octubre de 2011: Los mismos estudiantes encerrados han organizado asambleas en sus centros y lanzan una convocatoria cinterasambleas» para coordinarse. El llamamiento dice: Queremos organizar un movimiento para la creacién de una red de comunicacién entre los alumnos de los diferentes centros de ensefianza piiblica de Madrid. Esta red permitiré a todos los estudiantes coordinarse para tomar sus propias decisiones frente alos recortes del presupuesto para la ensefianza. Chavales y chavalas de 15, 16 afios, que han entendido perfec- tamente el cambio de paradigma y que entienden que la comuni- cacién que organiza no es una simple cuestién «técnica» ligada a las redes sociales. Ensimismamiento, estrés y politica de tierra quemada Lamentablemente, no todo ¢s tan sencillo ni can bello (aunque sea bello y sencillo). Los andlisis sobre los usos de las redes sociales suelen tener un tono apologético que deja la critica para otro dia y aquellos que las critican terminan por levarnos a conclusiones tipo: elo que hay que hacer es ir donde esté la gente», «lo que hay 88 aque hacer es pegar més carteles y estar en las calles». Que tampoco es que sirvan para mucho. ero podemos hacer critica de las redes sociales desde las redes sociales. Las redes sociales nos ofrecen una realidad construida a partir de los pedazos que uno quiere de ella, exactamente igual que las descargas de internet generan una programacién televisiva a nuestra medida. Bl problema es que también producen ensimismamiento. Es decir, la sensacién de que eso es el mundo y no un fragmento del mundo. Este es un problema mucho més complejo de resol- ver que el simple «salgamos ahi fuera al mundo real», porque ese fragmento del mundo también es el mundo. También es real. El problema del ensimismamiento es que ¢s autocomplaciente, no invita a la investigaci6n, no invita al cuestionamiento y no invita a la experimentacién. Cuando ese ensimismamiento es muy pro- fundo se responde construyendo unas fronteras muy rigidas que no «queremos violentar porque estamos cémodos en ellas, y empezamos a construir al resto como «lo otro». De ahi a la soberbia y al juicio ‘moral: «los que nos movemos, los idiotizados que no lo hacen» hay tun miserable golpe de tweet. Las redes sociales tienen una temporalidad propia que es la del medio digital. Nuestro cuerpo fisico, sin embargo, es anal6gico. Se cansa, se despista, le cuesta procesar toda la informacién, tiene hambre, etc. La relacién entre el «tiempo digital» y el «tiempo analégico» produce un sensacién constante de estrés. Ese estrés se traslada al movimiento y le impone un ritmo digital imposible de seguir. Las redes sociales nunca cierran, nunca jamds paran. Es una comunicacién en forma de torrente que no concibe el silencio. Sin embargo, el silencio es fundamental para tejer cualquier proceso colectivo. Sin embargo, Ia politica digital nos instala en la sensacién. de que si nos callamos, desaparecemos, morimos. Por tiltimo, se da en las redes sociales una politica de tierra que- mada con respecto a las herramientas de comunicacién «previas» a ellas. La innovacién tecnolégica nos leva de aplicacién en aplicacién yaveces es facil olvidar que hay gente (mucha, mucha, mucha gente) que no ha llegado hasta ahi y que no va. llegar. Y que sin embargo ¢s esencial para el movimiento. Asi, no es que no vayamos a pegar carteles, es que parece que mandar un mail es cosa del pasado. Pensar criticamente las redes sociales desde las redes sociales cs esencial para identificar patologias, vicios, errores, y para pensar formas nuevas de interaccién y experimentacién. Mientras tanto, hoy como siempre, la comunicacién y la politica van de la mano. Esta vez a golpe de tweet, actualizaci6n, sms y «me gusta». ‘Addenda pos 15 de octubre: sobre la organizacién del movimiento {Cudndo, dénde y cémo se decidié la gran movilizacién internacio- nal del 15 de octubre? Habré quien diga: «En la asamblea general de Sol». Incluso habré quien proponga que fue, de hecho, en su comisién. He ofdo a gente decirme: «Se me ocurrié a mip. Es una pregunta tan poco titil como: «:quién mandé el primer SMS la noche del 13 de marzo?» o «:quién inventé el pasalo?». Esas respuestas pueden resultar satisfactorias para el ego 0 servirnos para trazar narraciones lineales de los acontecimientos ‘que son, como en las buenas conspiraciones, reconfortantes. Es més fécil pensar que hay un plan que una gran improvisacién. No puedo probarlo, asf que cojamos esta reflexién con pinzas, pero tengo la sensacién de que la movilizacién del 15 de octubre marca un nuevo punto en la forma de organizacién de las redes sociales y el movimiento 15-M. La clave ¢s que ha habido a la vez un gran plan, una narrativa lineal y una gran improvisacién. Un cas creativo. Podemos decir que la decisién de la movilizacién del 15-O sirvid para levantar las acampadas fijando una nueva fecha comtin en torno ala cual organizarse. Digamos que las comisiones de extensién inter- nacional de las asambleas, la propia extensién internacional de DRY y laaparicién de fenémenos andlogos a lo sucedido aqui en Estados Unidos con la iniciativa de Occupy Wall Street dieron cobertura.a las movilizaciones. Digamos que las coordinadoras y redes internaciona- les preexistentes al 15-M, sobre todo las heredadas del movimiento antiglobalizacién, sirvieron como conectores también. Nada de eso explica la proliferacién del movimiento y, sobre todo, nada de eso explica la construccién colectiva de la convoca- toria y su éxito absolutamente apabullante en el Estado espafil. Si pensamos en la dinamica de las redes y las herramientas puestas en movimiento encontramos pistas que, quizés, sean ttiles para el futuro. 1. Existe una jerarquia en las redes sociales. No es lo mismo un tweet lanzado por un usuario anénimo que un tweet lanzado por @acampadaso. La propia jerarquia de legitimidad de tweeter (Niimero de followers, relacién del follower con la propia cuenta, etc.) juega para la legitimidad de unas informaciones u otras. 2. Laconvocatoria del 15-O tenia web propia, carteleria propia y, vamos a llamarlo, «imaginario propio». Esa «nueva narracién» se construye como un nuevo filén del movimiento. Un capitulo «que se engarza con los anteriores presentando una novedad y que se construye como acontecimiento. Tiene, incluso, su propia épica. Eso la distingue de las miles de convocatorias que el mo- vimiento construye cada dia. Si nos fijamos, algo similar sucede con la #mareaverde o con la lucha por los deshaucios. No son convocatorias, sino fragmentos de una narracién particular y a aver colectiva. Se distinguen de las convocatorias tradicionales en una clave, se narran como parte de un proceso constitutivo, no como un acto de protesta. No son reactivas, sino afirmativas de una realidad de nuevo tipo (incluso las movilizaciones por la defensa de la educacién tienen parte de estas trazas, por mds que sean movimientos «defensivos» en origen) 3. Los medios de comunicacién tradicionales legitiman la movili- zacién, no porla via de la opinién, sino por la via de la atencién. E115 de octubre la cobertura de la prictica totalidad de los medios de comunicacién miraba al movimiento. La clave es que esa legitimacién no es ideolégica, no es un apoyo, sino una doble jugada. Por un lado, el apoyo o la directa participacién de numerosos periodistas como uno ms en el movimiento. Pero también la propia concepcién de los medios de que no cubrir ‘esa movilizacién les separaba de la sociedad. Es decir, de sus potenciales consumidores de informacién. Esto es fundamental en un contexto de crisis del modelo econémico del consumo, produccién y reproduccién de la informacién. 4. Por tiltimo, como prueba de esa «autorfa colectivay de la mo- vilizacién, no se han producido précticamente andlisis o valo- raciones de la misma a posteriori. Nadie, por mds que en un a” entorno privado puedan sentirse parte de esa autoria, se atrevea reconocerla piiblicamente y decir «esto ha sido asi». « Valoramos de tal modo lo sucedido». La pregunta que abre el post 15-O no s menos fascinante. Si 1 origen fisico del 15-O fue en un momento en el que existian las acampadas y, por tanto, la condensacién de las energias principales del movimiento estaba concentrada en un punto, como generar los siguientes momentos colectivos —sean estos de la naturaleza que sea— en un momento en el que prima la descentralizacién de los nodos? ;Cémo organizar un nuevo ejercicio de autorfa colectiva si nadie se siente legitimado para «tirar la primera piedra» de los pro- ‘cesos? Es posible que un contexto tan cerrado como es el electoral no sea el mejor momento para pensar estas cuestiones. Pero serd la pregunta central a partir del 21 de noviembre. Esos espacios de construccién de movimiento, de imaginacién y elaboracién de los nuevos eslabones colectivos no pueden partir solo de las redes, pero no pueden escindirse de ellas. Porque, como ya hemos visto, no hay separacin organizativa més artificial que esa que prima un «univer- so» sobre otro sin entender sus dinémicas de interdependencia. 92 VII. EL NUEVO INTERNACIONALISMO DE LA INDIGNACION Josep Maria Antentas y Esther Vivas* Han pasado ya més de tres afios desde la quiebra de Lehman Brothers y del estallido formal de la crisis, «una racionalizacién irracional de un sistema irracional» como nos recuerda David Harvey. Entonces los duefios del mundo vivieron un breve momento de pinico alar- ‘mados por la magnitud de una crisis que no habfan previsto, por su falta de instrumentos tedricos para comprenderla y por el temor a tuna fuerte reaccién social. Llegaron después las vacias proclamas de «cefundacién del capitalismo» y los falsos mea culpa que se fueron cevaporando, una vez apuntalado el sistema financiero de su primer hhundimiento y en ausencia de una explosién social. Seentré asi en una nueva fase en la que las politicas aplicadas en el conjunto de la Unién Europea han buscado recortarlos derechos * Josep Maria Antentas, profesor de sociologia en la Universitat Autdnoma de Barcelona (UAB). Miembro del Centre d'Estudis Socioldgics sobre la Vida Quotidiana iel Tieball (QUIT). Es coautor junto con Esther Vivas de Resistencias Globales. De Seattle a la criss de Wall Steet (Editorial Popular, 2009). Pertenece a la revista Viento Sur. Esther Vivas activsta y autora de diversas libros sobre mo- vimientos sociales y soberania alimentaria como Resstencias Globales. De Seatle «a la criss de Wall Sereet (con Josep Maria Antentas, Editorial Popular, 2009), Del ‘campo al plato (aria, 2009), En pie conta la deuda externa (El viejo topo, 2008), y Supermercades, no gracias (Icaria, 2007). Forma parte del Centre d'Estudis sobre ‘Moviments Socials (CEMS) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Blog personal: Anup: //esthervivas wordpress.com. 1, Harvey, D. «Los siete momentos del cambio social, Viento Sur, 31/ 12/2009 (disponible en: hetp://www.vientosur.info/articulosweb/noticial index php?x=2684). 93 sociales, infligir una derrota histérica alos trabajadores y reforzar los mecanismos de dominacién de clase. Una verdadera «guerra social europea» empez62 Para los poderes econémicos las regulaciones sociales que alin existen en el viejo continente son un freno para la competitividad internacional de la economia europea y un molesto peso en la espalda del que se quieren deshacer. Las medidas del difunto gobierno Zapatero desde mayo de 2010 y los recortes del gobierno de Mas, en Cataluiia, el «gobierno de los mejores» (con las tijeras) se inscriben plenamente en esta dindmica general. La socializacién de las deudas bancarias agravé la situacién de las cuentas piiblicas, colocando a los paises de la periferia europea en el ojo del huracin ¢ intensificando los ataques a los derechos sociales y su subalternizacién en el seno de la Unién. La propia naturaleza de la Unién Europea la ha hecho particularmente vulne- rable a la crisis, exacerbando las tensiones en su seno y reforzando las relaciones jerdrquicas centro-periferia. Los «golpes de Estado» recientes en Grecia e Italia, con la designacién de los gobiernos de Papademos y Monti, ambos figuras salidas del mundo financiero y ligados a Bruselas, son el més claro ejemplo de una légica donde a Unidn Europea actéa como «una potencia neocolonial» con su propia periferia y «aparece como lo que es, una amenaza mortal para las reglas democréticas mas elementales, incluso las del régimen parlamentario liberal».> Hemos franqueado el tercer aniversario de la crisis con una sensacién ambivalente. Por un lado, con la cruel constatacién de la ‘magnitud de la tragedia y los graves efectos sociales de un descalabro ‘econdmico que, lejos de haber quedado atrés, amenaza con agravarse con la aceleracién de las turbulencias financieras internacionales y la crisis de la zona euro, en un contexto donde las clases dominantes, ‘manifiestan una virulenta determinacién por hacernos pagar a todos el coste de su crisis. Por otro lado, sin embargo, llegamos.a este punto 2. Udry, Ch. André. «Ha empezado una nueva guerra social en Europa, Viento Sur 11, julio 2010, pp. 19-24. 3. Kouvelakis, . Golpe de Estado europeo frente al levantamiento popular, Viento Sur, 8111/2011 (disponible en: heep://wwrw:vientosur.info/ariculosweb/ noticia/index.php?=4570). ae con la alentadora evidencia de que, finalmente, la revuelta social contra un intolerable estado de cosas ha comenzado dejando atrés tun periodo inicial de desconcierto, miedo y resignacién. La rebelién de I@s indignad@s Siempre anacrénica, inactual, intempestiva, la revolucién llega centre el «ya no» y el «todavia no», nunca a punto, nunca a tiem- po. La puntualidad no es su fuerte. Le gustan la improvisacién y las sorpresas. Solo puede llegar, y esta no es su menor paradoja, si (ya) no se la espera —sefialaba Daniel Bensaid.* Una vez més, como tantas otras veces en el pasado, la Revolu- cin irrumpié de nuevo en el curso de Ia historia, sin avisar antes de llegar, y por donde menos se la esperaba. Esca ola revolucionaria que prendié en Tuinez y que reco- rrié todo el mundo 4rabe,’ aunque imprevista, no nace de la nada. Sus razones de fondo son el impacto prolongado de tres décadas de neoliberalismo y el cansancio ante la represién y el dominio de regimenes corruptos, en un escenario de ausencia de perspectivas de futuro para la juventud y de dificultades para la supervivencia cotidiana de amplios sectores de la poblacién, golpeados por el paro y el aumento de los precios de las materias primas en 2008." La revoluciones en el mundo érabe iniciaron esta ola de indig- nacién global que ha marcado el afio 2011, un afio que, sin duda, serd recordado como el de las revoluciones érabes y del ascenso del 4. Bensaid, D. La discordance des temps, Paris, Les Editions de la asin, 1995 5. Aunque «irabe> es el término comiinmente utilizado, més alld de su significado geopolitico seria mas preciso més preciso hablar de «mundo érabe, drabe-berber (o amazigh)». Ver en este sentido: Achcar, G. «Las revoluciones drabes en perspectivar (entrevista), Viento Sur, 08/08/2011 (disponible: herp: ‘Iseww.vientosut.infolarticuloswebl/noticia/index.php?x=4241) y Khelifa, H «Los amazighs de Africa del Norte, Viento Sur, 17/04/11 (disponible en: hep: iveww.vientosutinfo/articulosweb/noticia!?x=3842). 6. Antentas, JM. «201 I:¢lafio de ls revoluciones en el mundo érabe>, Viento ‘Sur 117, julio 2011, pp. 5-18. 95 movimiento de I@s indignad@s, Con los acontecimientos del norte de Africa como aguijén inicial, mediante un efecto de emulacién ¢ imitacién, la protesta llegé a la periferia de Europa (si bien en el ‘caso griego esta habia empezado ya anteriormente). El Mediterrineo se situaba asi en el corazén de esta nueva oleada de contestacién social, en un momento donde entrébamos en una segunda fase de la crisis que tiene en la zona euro su punto focal. La rebelién de I@s indignad@s representa la emergencia de un nuevo ciclo internacional de protesta que tiene su elemento motriz, en la lucha contra los efectos de la crisis y las politicas que buscan transferir su costea las capas populares. En términos hist6ricos repre- senta el segundo gran ciclo movilizador posterior al fin de la guerra fra y a la proclamacién del «nuevo orden mundial» a comienzos de los afios noventa. El ciclo «antiglobalizacién», que tuvo su apogeo a finales de Jos afios noventa y comienzos del nuevo siglo, permitié mostrar las falacias de las promesas del ncoliberalismo triunfante en la posguerra frfa y del consenso de Washington. Ayud6 a deslegitimarlo simbé- licamente y desenmascarar algunas de sus principales instituciones. Mostré que la historia, contrariamente alas teorias de Fukuyama, no habia terminadoy que, después de los retrocesos de los afios ochenta, habia renacido la capacidad de movilizacién social. La partida reco- menzaba de nuevo, aunque en condiciones muy desfavorables. Pero no tuvo fuerza suficiente para frenar al neoliberalismo avasallador e imponer un cambio de paradigma. Este segundo «round» de nuestro combate contra el capitalis- mo global se desarrolla en un contexto muy distinto del que vio acer al movimiento «antiglobalizacién». Estamos en otra fase de la evolucién histérica del capitalismo, la de la egran crisis» de 2008. El ciclo presente se desarrolla en medio de una crisis sistémica de dimensiones histéricas y por ello la profundidad del movimiento social en curso y su arraigo social es sin duda alguna mayor. La propia naturaleza del capitalismo global y la magnitud de la crisis contempordnea empuja ala internacionalizaci6n de la pro- testa social. Hay que entender la ola en curso como un proceso que tiene unas caracteristicas generales que deben interpretarse en su globalidad y, al mismo tiempo, una concrecién especifica en cada pais. No se trata de disolver las particularidades de cada situacién 96 nacional en un esquema generalizador, nial contrario, de tener una visién fragmentaria del proceso. ‘A medida que el impulso «indignado» ha ido recorriendo el planeta, siguiendo una peculiar geograffa que cruza primero las dos orillas del mediterréneo y después el Adantico, millones de personas se han sentido identificadas con las ocupaciones y movilizaciones, teniendo la sensacién de formar parte de un mismo movimiento, del mismo «pueblo», el «pueblo de I@s indignad@s», y de compartir uunos objetivos, agravios y adversarios comunes. Emerge asf un nuevo «internacionalismo de la indignacién», ‘cuya hasta ahora mejor expresién ha sido la jornada de protesta del pasado 15 de octubre (15-O), bajo el eslogan «Unidos por el cambio global». El 15-O fue la primera respuesta internacional coordinada a la crisis y la primera gran accién global del movimiento de los in- dignados, més allé de las muestras de solidaridad con las acampadas en el Estado espafiol que se sucedieron en muchos paises del mundo durante mayo y junio del 2011, Fue la jornada de protesta mundial ‘més importante desde la gran movilizacién global del 15 de febrero de 2003 (15-F) contra la guerra de Irak. De dimensiones mucho mas modestas, expresé sin embargo una dindmica social més profunda que la histérica jornada contra la guerra. Aquella fue simulténeamente el momento dlgido y el final dela fase ascendente del ciclo internacional de protestas antiglobalizacién. «EI mundo tiene dos superpotencias: Jos Estados Unidos y la opinién piblica mundial» escribié el New York Yimes después del 1SE. Desde enconces, sin embargo, la coordinacién internacional de las protestas languideci6 y los instrumentos lanzados por el movimiento antiglobalizacién, como el Foro Social Mundial, perdieron fuerza, centralidad y utilidad concreta. ‘Més alld del 15-O, sin embargo, las luchas en ascenso tienen el reto de poder articular una resistencia internacional sostenida. Esto es particularmente evidente dentro de la Unién Europea, donde la necesidad de coordinar a escala continental la protesta a los planes de austeridad y de «curopeizar las luchas» aparece como un imperativo ineludible para unos movimientos sociales que se enfrentan a un ataque sin precedentes de los derechos sociales de los trabajadores y los pueblos de Europa. Los limites de la resistencia nacional-estatal quedan patentes en la impresionante movilizacién popular del pueblo griego. 7 EI movimiento dibuja una «escala mévil de los espacios»” que concibe la relacién entre los distintos niveles espaciales-geogrificos de la resistencia alos impactos dela crisis y los intentos de transferir su coste a los trabajadores de forma dialéctica y no excluyente. A diferencia del periodo antiglobalizacién, la interrelacién entre los distintos planos espaciales de la accién, el local, el nacional-estatal y linternacional,¢s ahora mucho més s6lida. El vinculo entre lo local y global, lo concreto y lo general, es muy directo y evidente. Ast, por ejemplo, con las resonancias de las movilizaciones en el mundo arabe de fondo, el 15-M estallé como una protesta en el Estado espafiol con manifestaciones en bastantes ciudades. Répidamente se dispersé geogrificamente por un sin fin de municipios y por los barrios de las grandes urbes. Las asambleas barriales nacieron 0 se fortalecieron sintiéndose parte de un movimiento general. Su acti- vvidad localiza las demandas y objetivos globales del movimiento y globaliza los problemas concretos particulares. Hay un camino de ida y vuelta del barrio a las protestas globales como la jornada del 15 de octubre y viceversa. No somos mercancias en manos de politicos y banqueros EI movimiento tiene un doble eje constitutive inseparable: la critica a la clase politica y a los poderes econémicos y financieros. A los Litimos se los sefiala como responsables de la crisis econémica y alos primeros su servilismo y complicidad precisamente con el mundo de los negocios. «No somos mercancias en manos de politicos y banqueros» rezaba uno de los esléganes principales del 15-M. Se enlaza as la critica frontal a la clase politica y a la politica profesio- nal y la critica, aunque no siempre bien articulada y coherente, al actual modelo econémico y alos poderes financieros. ;Capitalismo? Game over. Las movilizaciones indignadas ponen en el centro de la diana a quienes son identificados como responsables de la crisis y de su gestién. Esléganes como «Somos los de abajo contra los de arriba» cexpresan este rechazo a la lite financiera y a su servil clase politica. 7. Bensaid, D. Elogio de la politica profine, Madrid, Peninsula, 2008. 98 Pra rm El movimiento Occupy Wall Street ha popularizado el lema «Noso- t10s somos el 99% y ellos el 1%». La formula légicamente presenta problemas analiticos pues el sistema actual no se sustenta sobre solo 1 1% de la poblacién, y el 99% restante no es un «pueblo» homo- géneo sin contradicciones internas. Pero funciona como metéfora y traduce bien el rechazo a una elite financiera depredadora y rapaz cuyo solo horizonte es el enriquecimiento a corto plazo y que es identificada como el micleo duro del sistema actual. Lacindignacién», tan de moda a través del panfleto de Hessel, cuyo contenido es por otra parte bastante limitado en términos de perspectiva estratégica de cambio social, se ha convertido en la idea-fuerza que define al nuevo ciclo y en el concepto que da una identidad compartida a las luchas acaecidas en los distintos paises. «La indignacién es un comienzo. Uno se indigna, se levanta y después yave>, sefalaba Daniel Bensaid, para quien la indignacién significa, precisamente, «lo contrario del habito y la resignacién».* Poco a poco, sin embargo, se ha ido pasando del malestar a la indignacién y de esta a la movilizacién. Estamos ante una verdadera sindignacién movilizaday. Del terremoto dela crisis, surgiéfinalmente el tsunami de la movilizacién social. Para luchar no solo se requiere ‘malestar e indignacién, también hay que creer en la utilidad de la ac- cin colectiva, en que es posible vencer y en que no todo esté perdido antes de empezar. Durante afios los movimientos sociales en Europa, Estados Unidos y gran parte del mundo han conocido esencialmente derrotas. La falta de victorias que muestren la utilidad de la moviliza- cién social y hagan aumentar las expectativas de lo posible ha pesado ‘como una losa en la lenta reaccién inicial ante la crisis. Inspirdndose en la plaza Tahrir el método «ocupacién de plaza + acampada» ha servido como catalizador del movimiento en sus ‘comienzos, como hemos visto en el Estado espafiol y en Estados Unidos y en el caso de Grecia donde el movimiento de protesta, precedente al espafiol y a las revueltas del mundo drabe, integré la simbologia y los métodos del 15-M e inserté su légica en la dindmica internacional naciente. 8. Bensaid, D. Les irreductibles. Théoremes de la résistance a Uair de temp Paris, Textuel, 2001, 4 ‘Acampadas y ocupaciones de plazas no han sido un fin en si mismas (aunque a veces algunos as{ lo hayan podido pensar errénea- mente). Han actuado simulténeamente como referente simbélico, base de operaciones, palanca para propulsar movilizaciones futuras y altavoz amplificador de las presentes. Se han convertido en autén- ticas «luchas fundacionales» y en el punto de arranque del nuevo ciclo en el que, como cada vez.que empieza uno de nuevo, irrumpié con fuerza una nueva generacién militante, y la «juventud» como tal adquiere visibilidad y protagonismo. En todos los movimientos internacionales de indignad@s, la juventud ha tenido un peso esen- ial, Emergié una verdadera «generacién Tahrir, «Sob», «Catalunya © «Wall Street» como antes lo hizo una «generacién Seattle» o una «generacién Génovay. Sibbien este componente generacional y juvenil es fundamental, yen el caso espafiol se ha expresado ademas en algunos de los mo- vimientos organizados que han tenido visibilidad como «Juventud Sin Futuro», hay que remarcar que la nueva ola de protesta no es uun movimiento generacional. Es un movimiento de critica al actual modelo econémico con un peso fundamental dela juventud. Donde el movimiento se ha desarrollado con més fuerza, la protesta juvenil hha actuado como factor desencadenante y caalizador de un ciclo de luchas sociales més amplio y plural en términos generacionales. (Sin) Futuros posibles Desde su estallido el movimiento ha comportado un fuerte pro- ceso de repolitizacién de la sociedad, de reinterés por los asuntos colectivos y también de reocupacién social de un espacio piiblico usurpado cotidianamente por los intereses privados. Ha significado un aprendizaje colectivo del ejercicio dela democracia y la autoorga- nizacién, Nos ha ensefiado a comenzar a «aprender a desaprender» para deshacernos de las ideas hegeménicas sobre la realidad y ha contribuido a difundir un «sentido comin alternativor. Efectivamente, si ha transmitido algiin mensaje, este es el de la esperanza, ante el desnimo y el pesimismo, en la capacidad colectiva de cambiar las cosas, en el «nosotros», en poder ser sujetos activos, y no meros objetos pasivos de las necesidades del capital y su logica del beneficio y la comperencia. La esperanza que el movimiento 100 ee hha traido a aquellos que quieren «cambiar el mundo de base» es directamente proporcional a la inquietud que ha generado en los grupos dominantes de la sociedad, abruptamente interpelados por lun muevo actor que desafla su monopolio sobre los asuntos colectivos ylavida publica y cucstiona las definiciones oficiales de la crisis, que presentan una visién unilateral ¢ interesada de ella. No estamos ante un fenémeno episédico o coyuntural, sino en el comienzo de una nueva oleada contestataria internacional que expresa una marejada de fondo que no vaa evaporarse. Su desarrollo no serd sin embargo lineal, sino discontinuo y con altibajos, como se ha podido comprobar este otofio en el caso del Estado espafiol. La oleada de luchas en curso ha supuesto una «modificacién brutal de la relacién entre lo posible y lo imposible» en palabras de Badiou,? aunque cn un contexto donde el movimiento se desarrolla en unas condiciones adversas y bajo una degradacién muy fuerte de la co- rrelacién global de fuerzas y en las que tiene serias dficultades para conseguir victorias. Una de las paradojas del ciclo actual en los paises del norte ese re- tomo della nocién de «revolucién» a raiz de las revoluciones en Egipto y Tine, después de décadas en las que el término se ha movido entre elolvido en el Ambito politico y social y la banalizacién comercial, pero en un contexto marcado por la ausencia de expectativas de cambio social, como consecuencia de la acumuulacién de derrotas y retrocesos en las tiltimas décadas y la falta de victorias concretas signficativas. Sin duda, hacia afios que no escuchdbamos esléganes como «Aqui empieza la revolucién» proferidos en las movilizaciones del 15-M. En el mundo érabe, el proceso revolucionario sigue en pie y asi Joconfirman las movilizaciones preelectorales en Tahrir. Pero existen recientes dificultades para profundizar las revoluciones en marcha ¥ para conseguir transformaciones econémicas y sociales profundas, asi como para contrarrestar desde el campo de la izquierda la fuerza del islamismo conservador. En Europa y Estados Unidos la marea indignada no ha alcanzado todavia consistencia suficiente para pro- _ 9. Badiou, A: «Una modificacién brutal de la relacién entre lo posible y To imposible, Rebeliém 26/06/2011, (disponible en:hrrp:/wwww.rebelion.org! noticia php*id=131163). 19 ‘te ao vocar un cambio de rumbo y de paradigma ni para frenar los ataques sociales cada vez més intensos, pero si ha supuesto un desafio sin precedentes a un neoliberalismo de muy maltrecha legitimidad y a los intentos de socializar el coste de la crisis, que hasta hace pocos meses parecian incontestables. La movilizacién en la calle contrasta con las dificultades en los, centros de trabajo, donde el miedo y la resignacién son atin domi- nantes debido al paro, la precariedad y los cambios en la organiza- cién empresarial, y donde las corrientes sindicales democraticas y combativas no tienen fuerza suficiente para contrarrestar la politica de los sindicatos mayoritarios, orientados todavia a un didlogo social ccuyos frutos son inexistentes, y a una rutinaria actividad sindical instirucionalizada, burocratizada y desmovilizadora. En paralelo asistimos en toda la Unién Europea a un fuerte ascenso también de una «indignacién reaccionaria» de los discursos xen6fobos y populistas de derecha fruto de la desestructuracién del movimiento obrero y de las clases trabajadoras, y de la frag- mentacién social y la descomposicién de las organizaciones y de la cultura de izquierdas en los barrios populares. Es una muestra de hasta qué punto los valores individualistasy a l6gica capitalista han penetrado en el seno de amplias capas de la poblacién. La izquierda ‘mayoritaria, politica y sindical, tiene una particular responsabilidad cenllo. Es sobre las ruinas de su politica que se cimienta el ascenso de las fuerzas reaccionarias. Sus politicas social-liberales colisionan con los intereses objetivos de su propia base social. El resultado es la desmoralizacién, la desafeccién y la desorientacién de los traba- jadores. La institucionalizacién y burocratizacién de la préctica y el discurso sindical mayoritario y la pérdida de vinculo orginico y de identificacién entre la izquierda parlamentaria y su base social tradicional, en particular la de origen trabajador, abre la puerta al ascenso de la demagogia de la derecha populista y xen6foba fruto de la «desorientacién de un pueblo que ha sido abandonado por la izquierda» en palabras de Traverso."” 10. E-Traverso, «La islamofobia esti en la fuente del nuevo populismo de derechas», Viento Sur, disponible en: hrtp://wrww.vientosusinfo/articulosweb! noticia/index.php?x=3463. 102 Todas las grandes crisis de la historia del capitalismo se han saldado con una reorganizacién de las relaciones sociales y entre clases. Lo que esté en juego es una salida proempresarial a la crisis, que refuerce el dominio del capiral en el seno de a sociedad, agrave las contradicciones sociales y medioambientales y vaya paralela al ascenso de las ideologfas reaccionarias,o una salida en clave solidaria y anticapitalista, «No se puede ser neutral en un tren en marcha», nos recorda- ba el historiador Howard Zinn en su autobiografia,"' y menos en un tren desbocado hacia el precipicio como lo es la humanidad, retomando la liicida metéfora de Walter Benjamin. La «rebelidn de los indignad@s» y la politica dominante representan dos légicas diferentes, irreconciliables. Por un lado, la aspiracién a la justicia social y a una democracia real en el sentido més amplio del térmi- no, es decir, a la capacidad de decidir sobre el propio destino. Por otro lado, los dictados de los intereses empresariales y el imperio del beneficio privado. Ambas marcan dos hojas de ruta antagénicas para la humanidad. Nuestro futuro seré muy diferente en funcién de cual prevalezca. 1, Hina, You can be newer on a moving main «penonalhisery of eur ‘#imes, Beacon Press, Boston, 2002. . ae om 103 Bibliografia Empire of the Periphery: Russia and the World System (Pluto Press, 2007) — Boris Kagarlitsky Russia under Yeltsin and Putin: Neo-Liberal Autocracy (Pluto Press, 2002) — Boris Kagarli Nowy polski kapitalizm (Le monde diplomatique, 2010) — Jane Hardy ‘www.internationalviewpoint.org. www.revkom.com. www.newleftreview.org. www krytykapolityczna.pl. www.rabkor.ru. www.igso.ru. 198 XV. LADRONES DEL MUNDO, UNIOS* Slavoj Zitek** La repericién, segiin Hegel, tiene un papel crucial en la historia: cuando algo sucede solo una vez, puede ser descartado como un accidente, algo que podrfa haberse evitado sila situacién se hubiera manejado de manera diferente; pero cuando el mismo evento se re- pite, se trata de una sefal de que un proceso histérico més profundo se esté desarrollando. Cuando Napoleén fue derrotado en Leipzig en 1813, parecié una cuestién de mala suerte; pero cuando perdié de nuevo en Waterloo, estaba claro que su tiempo habia pasado. Lo mismo vale para la persistente crisis financiera. En septiembre de 2008, algunos la presentaron como una anomalia que podria corregirse mediante una mejor reglamentacién, etc. pero ahora que los signos de una crisis financiera se repiten esté claro que se trata de un fenémeno estructural. Se nos dice una y otra vez que estamos viviendo una crisis dela deuda, y que todos tenemos que compartir la carga y apretarnos el cinturén. Todos, ¢s decir, excepto los (muy) ricos. La idea de gra- vvarlos mas ¢s tabii: silo hiciéramos, nos dicen, los ricos no tendrfan * Aparecido originalmente en London Review of Book ytraducido por S. Segut: hhup://www.lr.co.uk/201 1/08/19/slavoj-2iaek/shopliftrs-of-the-world-unite. ** Slavoj Zick, filésofo esloveno, es profesor en la European Graduate ‘School. Es también director internacional de Birbeck Institute for the Humani- ties (Universidad de Londres) ¢ investigador sénior en el Instituto de Sociologia de la Universidad de Liubliana. ningiin incentivo para invertir, se crearian menos puestos de trabajo y todos sufrirfamos. La tinica manera de salvarnos en estos tiempos dificiles es empobrecer més a los pobres y enriquecer a los ricos. {Qué deberian hacer los pobres? ;Qué pueden hacer? Apesar de que los disturbios en el Reino Unido los desencadené el sospechoso incidente del tiroteo a Mark Duggan, todos coinciden cen que expresan una inquietud més profunda. Pero, zde qué tipo? Aligual que en la quema de automaéviles en las banliewes de Paris en 2005, los amotinados del Reino Unido no tienen ningin mensaje «que transmitir. (Un claro contraste con las manifestaciones masivas cstudiantiles de noviembre de 2010, que también fueron violentas. Los estudiantes dejaron claro que rechazaban las reformas de la edu- cacién superior que se proponian.) Por esta razén, es dificil concebir a los alborotadores del Reino Unido en términos marxistas, como ejemplo de la aparicién de un sujeto revolucionario; encajan mucho mejor con el concepto hegeliano de «chusmar, es decir, los que es- tdn fuera del espacio social organizado y que solo pueden expresar su descontento por medio de arrebatos «irracionales» de violencia destructiva, lo que Hegel llamé «negatividad abstracta». Hay un viejo cuento sobre un trabajador sospechoso de robo: todas las noches, al salir de la fabrica, inspeccionaban cuidadosa- mente la carreilla que empujaba. Los guardias no encontraban nada, siempre estaba vacia. Por tltimo, cayeron en la cuenta: lo que el trabajador estaba robando eran las propias carretillas. Los guardias obviaban la verdad evidente, del mismo modo que han hecho los comentaristas de los disturbios. Se nos ha dicho que la desintegracién. de los regimenes comunistas, en la década de 1990, marcé el fin de las ideologfas: el tiempo de los grandes proyectos ideolégicos que culminaron en catéstrofes totalitarias habia terminado, y habriamos entrado en una nueva era de politicas racionales y pragméticas. Si el t6pico de que vivimos en una era posideolégica es cierto en algiin sentido, ello es visible en este reciente brote de violencia. Ha sido una protesta de grado cero, una accién violenta sin ninguna cxigencia. En su intento desesperado de encontrar significado en los disturbios, los socidlogos y editorialistas han ofuscado el enigma que presentan los disturbios. Los manifestantes, aunque socialmente desfavorecidos y ex- cluidos de facto, no vivian al borde de la inanicién, Personas en 200 n material, para no hablar de situaciones de opresién fisica e ideolégica, han sido capaces de organizarse en fuerza politica dotada de programas claros, El hecho de que los alborotadores no tengan programa es pues en si mismo un dato que exige interpretacién y que nos dice mucho acerca de nuestra situacién politica-ideolégica y del tipo de sociedad en que vivimos, una sociedad que celebra la posibilidad de eleccién, pero cuya tinica alternativa posible al vigente consenso es un ciego acting out, La oposicién al sistema ya no puede articularse en forma de una alternativa realista, o siquiera como un proyecto utépico, sino que solo puede tomar la forma de un arrebato sin sentido. {Qué sentido tiene celebrar nuestra libertad de eleccién cuando la tinica opcién esté entre la acepracién de las reglas del juego y la violencia (auto)destructiva? Alain Badiou sostiene que vivimos en un espacio social que se cexperimenta cada vez més como «sin mundov: en este espacio, la Xinica forma que puede tomar la protesta es la violencia sin sen do. Tal vez es este uno de los principales peligros del capitalism aunque en virtud de su ser global abarca el mundo entero, sostiene una constelacién ideolégica «sin mundo» en la que se encuentran personas privadas de su modo de localizarsignificados. La leccién fundamental della globalizacién es que el capitalismo puede acomo- darse a todas las civilizaciones, dela cristiana a la hinds o budista, del Esteal Oeste: no hay una visin capitalista global, ni una civlizacién capitalista en sentido estricto. La dimensién global del capitalismo representa la verdad sin sentido. La primera conclusién que puede extraerse de los disturbios, por lo tanto, es que tanto las reacciones conservadoras como las liberales ante el descontento no son suficientes, La reaccién con- servadora ha sido predecible: no hay justficacién para este tipo de vandalismo, es preciso usar todos los medios necesarios para restaurar cl orden, para evitar mds explosiones de este tipo no hace falta mas tolerancia y ayuda social sino disciplina, trabajo duro y sentido de la responsabilidad. Lo malo de este relato no es solo que hace caso ‘miso de la desesperada situacién social que empuja a los jévenes 2 estallidos de violencia, sino, tal vez més importante, que no tiene en ccuenta la forma en que estos arrebatos se hacen eco de las premisas cocultas de la misma ideologia conservadora. Cuando en la década ee ED an —s Universitat de Tea. = de 1990, los conservadores lanzaron su campafia de «vuelta a lo basico», su complemento obsceno fue revelado por Norman Teb- bitt: «El hombre no es solo un ser social, sino también un animal territorial; debemos incluir en nuestros programas la saisfaccién de estos instintos basicos tribalistas y territoriales.» Esto es lo que la ideologia de «vuelta a lo basico» fue, real- mente: la liberacién del bérbaro que acecha bajo nuestra sociedad aparentemente civilizada y burguesa, mediante la satisfaccién de sus «instintos basicos». En la década de 1960, Herbert Marcuse introdujo el concepto de «desublimacién represiva» para explicar Ja llamada revolucién sexual: era posible desublimar los impulsos, darles rienda suelta y mantenerlos sujetos al mecanismo capitalista de control, a saber, la industria del porno. En las calles briténicas, durante los disturbios, lo que vimos no eran personas reducidas a bestias, sino la forma esquemitica de la «bestia» producto de la ideologia capitalista. ‘Mientras tanto, los progresistas de izquierda, igualmente pre- decibles, pegados a los mantras de los programas sociales, las inicia- tivas de integracién, el abandono que ha privado a los inmigrantes de segunda y tercera generacién de sus perspectivas econémicas y sociales: los brotes de violencia son el tinico modo que tienen {que articular su descontento. En lugar de caer nosotros mismos en fantasias de venganza, debemos hacer un esfuerzo para comprender las causas profundas de los estallidos. ;Podemos siquiera imaginar Jo que significa en un barrio pobre ser joven, mestizo, sospechoso por sistema para la policfa y acosado por esta, no solo desempleado sino también no empleable, sin esperanza de un futuro? La impli- ceacién es que las condiciones en que se encuentran estas personas hacen inevitable que salgan a la calle. El problema de este relato, sin embargo, es que solo cuenta las condiciones objetivas de los disturbios. La revuelta consiste en hacer una declaracién subjetiva, declarar de manera implicita cémo uno se relaciona con sus propias condiciones objetivas. Vivimos en una época cinica y es facil imaginar a un manifestan- te que, atrapado saqueando y quemando una tienda, sise le presiona para que exponga sus razones, responda con el lenguaje utilizado por los trabajadores sociales y los sociélogos, citando cuestiones como escasa movilidad social, inseguridad creciente, desintegracién de la 202 en auroridad paterna o falta de amor maternal en su més tierna infancia. El sabe lo que esté haciendo, pero no obstante lo hace. No tiene sentido reflexionar sobre cudl de estas dos reacciones, la conservadora o la progresista, es la peor: como habria dicho Stalin, las dos son peores, y eso incluye la advertencia dada por las dos partes de que el peligro real de estas explosiones se encuentra en la reaccién predeciblemente racista de la «mayoria silenciosa». Una de las formas de esta reaccién fue la actividad «tribal» de los vecinos locales (turco, caribefio, sikh) que ripidamente se organi- zaron en unidades de vigilancia para proteger su propiedad. ;Son los comerciantes una pequefia burguesfa dispuesta a defender su propiedad contra una protesta genuina, aunque violenta, contra el sistema, 0 son representantes de la clase obrera en lucha contra las fuerzas de desintegracién social? Aqui también deberiamos rechazar la exigencia de tomar partido. La verdad es que el conflicto se dio entre dos polos de los més desfavorecidos: los que han conseguido funcionar en el marco del sistema en oposicién a aquellos que estén demasiado frustrados para seguir intentindolo. La violencia de los rigida casi exclusivamente contra su propio grupo. Los coches quemados y las tiendas saqueadas no lo fueron en los barrios ricos, sino en los propios barrios de los manifestantes. El confficto no es entre diferentes segmentos de la sociedad: es, en su manifestacién més radical, el conflicto entre una sociedad y otra, entre los que tienen todo y los que no tienen nada que perder; entre los que no tienen ningtin interés en su comunidad y aquellos cuya apuesta es la mis alta posible. Zygmunt Bauman ha caracterizado los disturbios como acciones de «consumidores defectuosos y descalificados»: més que nada, una ‘manifestacién de un deseo consumista violentamente escenificado, incapaz de realizarse del modo adecuado: por la compra. Como tal, también contiene un momento de genuina protesta, en formade una irénica respuesta ala ideologia consumista: qNosinvitan a consumis, ala ver que nos privan de los medios para hacerlo adecuadamente; as{ que lo estamos haciendo de la tinica manera que podemos!» Los disturbios son una manifestacién de la fuerza material de la ideologfa, lo que desdeciria la llamada «sociedad posideolégica». Desde un punto de vista revolucionario, el problema de los distur- bios no es la violencia como tal, sino el hecho de que la violencia 203 no sea realmente autoasertiva. Es rabia imporente y desesperacién cenmascaradas como exhibicién de fuerza, es la envidia disfrazada de carnaval triunfante. Los disturbios deberfan enmarcarse en relacién con otro tipo de violencia que la mayorla progresista actual percibe como una amenaza a nuestra forma de la vida: los ataques terroristas y los atentados suicidas. En ambos casos, violencia y contraviolencia se encuentran atrapadas en un circulo vicioso, cada una de ellas generando las fuerzas que trata de combatir. En ambos casos, esta- mos hablando de ciegos passages @ l'acte, en los que la violencia es tun reconocimiento implicito de impotencia. Lo distinto es que, diferencia de los disturbios del Reino Unido o de Paris, los ataques terroristas se llevan a cabo al servicio del Significado Absoluto que proporciona la religién. {Pero no fueron los levantamientos frabes un acto colectivo de resistencia que evité la falsa alternativa de violencia autodestructiva y fundamentalismo religioso? Lamentablemente, el verano egipcio de 2011 sera recordado como el fin de la revolucién, el momento ‘en que su potencial emancipador fue sofocado. Sus sepultureros han sido el ejército y los islamistas. Los contornos del pacto entre el ejército (que sigue siendo el ejército de Mubarak) y los islamistas (que fueron marginados en los primeros meses del levantamiento, pero que estén ganan- do terreno) son cada vez més claros: los islamistas tolerardn los privilegios materiales del ejército y a cambio proporcionarin la hegemonia ideolégica. Los perdedores serdn los progresistas pro occidentales, demasiado débiles —a pesar de los fondos de la CIA que reciben— para «promover la democracia», asi como los verda- deros agentes de los acontecimientos de la primavera, la iquierda laica emergente que ha tratado incesantemente de crear una red de organizaciones de la sociedad civil, de los sindicatos a las fe- ministas. Antes o después, la situacién econémica, que empeora répidamente, sacard a los pobres, en gran parte ausentes de las protestas de la primavera, a las calles. Es probable que haya una nueva explosién, que plantee la dificil pregunta de quiénes son los sujetos politicos de Egipto capaces de canalizar la rabia de los pobres. Quign va a traducirla a un programa politico: la nueva inquierda laica o los islamistas? 204 Lareaccién predominante de la opinién publica occidental ante clpacto entre los islamiseas y el ejército seré sin duda una exhibicién triunfal de sabiduria cinica: se nos dird que, como quedé claro en el caso de Irén (pais no arabe), los levantamientos populares en los paises érabes siempre terminan en un islamismo militante. Y Muba- rakaparecerd como si hubiera sido un mal muy menor: mejor seguir con el diablo conocido que enredar con la emancipacién. Contra tal cinismo, uno deberia permanecer incondicionalmente fiel a la esencia radical-emancipatoria del levantamiento egipcio. Pero también es preciso evitar la tentacién del narcisismo de la causa perdida: es muy facil admirar la belleza sublime de los levan- tamientos condenados al fracaso. La izquierda de hoy se enfrenta al problema de la «negacién determinadav: gqué nuevo orden deber4 sustituir al antiguo después del levantamiento, cuando el sublime entusiasmo del primer momento se haya acabado? En este contexto, el manifiesto de los indignados espafioles, cemitido después de las manifestaciones de mayo, es revelador. Lo primero que salta a la vista es el tono deliberadamente apolitico: Algunos de nosotros nos consideramos progresistas, otros conservadores. Algunos de nosotros somos creyentes, otfos no. Algunos de nosotros tenemos ideologias claramente definidas, los demas son apoliticos, pero todos estamos preocupados ¢ indignados por las perspectivas politicas, econémicas y sociales que vemos a nuestro alrededor: la corrupcién de politicos, em- presarios y banqueros, que nos deja indefensos, sin voz. Protestan en nombre de las verdades inalienables que debe- rian regi nuestra sociedad: «el derecho a la vivienda, el empleo, Ja cultura, la salud, la educacién, la participacién politica, el desarrollo libre y personal y los derechos del consumidor, para una vida sana y feliz.» En su rechazo de la violencia, instan a una sevolucién éticar. En lugar de colocar el dinero por encima de los seres humanos, lo pondremos de nuevo a nuestro servicio. Somos personas, no productos. Yo no soy un producto de lo que compro, de por qué lo compro y a quign se lo compro. 205 {Quignes serén los agentes de esta revolucién? Los indignados descartan a toda la clase politica, derecha e izquierda, como corrupta yy poseida por el ansia de poder, sin embargo, cl manifiesto consiste en tuna serie de demands... zdirigidasa quién? No alla propia gente: los indignados (todavia) no afirman que nadie més lo hard en su lugar, que ellos mismos tienen que ser el cambio que quieren ver. Y esta es la fatal debilidad de las recientes protestas: expresan una auténtica rabia incapaz de transformarse en un programa positivo de cambio sociopolitico. Expresan el espiritu de revuelta sin revolucién. Lasituacién en Grecia parece mds prometedora, probablemente debido a la tradicién reciente de autoorganizacién progresista (que desaparecié en Espafia después de la caida del régimen de Franco). Pero también en Grecia el movimiento de protesta muestra los limites de la autoorganizacién: los manifestantes mantienen un espacio de libertad igualitaria, sin autoridad central que lo regule, tun espacio ptiblico donde a todos se les asigna el mismo tiempo de intervencién, y as{ sucesivamente. Cuando los manifestantes comenzaron a debatir qué hacer a continuacién, c6mo ir més alé de la mera protesta, el consenso de la mayorfa fue que lo que se necesitaba no era un nuevo partido o un intento directo de tomar el poder estatal, sino un movimiento cuyo objetivo sea ejercer presién sobre los partidos politicos. Esto claramente no es suficiente para imponer una reorganizacién de la vida social. Para conseguirlo se necesita un organismo fuerte, capaz de tomar decisiones répidas y ponerlas en prictica con todo el rigor necesario. 206 (2 yy. +

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