Objeciones

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COMPENDIO DE LAS OBJECIONES CONTRA LAS MEDITACIONES ¥ DE LAS RESPUESTAS DEL AUTOR PRIMERAS OBJECIONES POR CRATERUS I. No hay ms realidad objetiva en el entendimiento, que el acto mismo del espiritu; y este acto no necesita una causa productora extrafia. Asi, la idea de Dios, no exige una causa fuera del espiritu. Las ideas estan deter- minadas por la necesidad de la verdad y si no son todas iguales, es porque la verdad se nos muestra por frag- mentos. Tienen razon los que dicen que la idea no es nada, si con esto quicren dar 4 entender que no es una realidad; pero estan en un error si declaran que es un ser imaginario. La idea es un acto de concepcién que no necesita de una causa productora, extraha al espi- ritu II. Para apoyar la cxistencia de Dios sobre la causa eficiente hace falta investigar no la causa de nuestras 126 OBRAS DE DESCARTES ideas sino la causa de nosotros mismos. Las palabras por si ticnen dos sentidos; el primero, positivo : ser por si como por una causa, y negativo el segundo : ser por si, no por otro. La primera acepcién es absurda; en la segunda, lo que es por si, esta limitado y no puede darse todas las perfecciones. TI}. Las cosas que conocemos muy clara y distinta- mente son verdaderas; pero ;conocemos clara y distin- tamente los infinitos? De que tenemos idea clara de lo infinito, concluis que existe, porque la existencia es una perfeceién que no puede faltar al ser soberana- mente perfectos; de este razonamiento resulta que las cosas significadas por cl nombre de Dios, estan en el entendimiento y no en la naturaleza; Dios puede haber tenido idea desde la eternidad del compuesto : Leén existente, 8in que esta idea implicara la existencia real en la naturaleza, de ese compuesto 6 de alguna de sus artes, TV. La distincién de alma y cuerpu €s una distincién formal, de la que no puede concluirse la distinci6n real. RESPUESTAS A LAS PRIMERAS OBJECIONES J. El objeto exterior no esta en cl entendimiento; pero hay en éste una entidad representativa de aquél, lamada realidad objetiva de la idea. Concedo que la realidad objetiva no es un ser real, en cuanto no esta fuera del entendimiento; no es tampoco un ser de raz6n, pero si algo real que es concebido; luego osta concepcién necesita una causa. No basta decir que el entendimiento lo produce como una de sus operacio- nes, porque es preciso indicar la fuente de la realidad objetiva de esa concepcién. La realidad objetiva de la idea de Dios no procede de que las cosas se nos mues- tren por fragmentos, del mismo modo que la idea de una maquina perfecta no procede de que no sepamos mecanica. T. No he apoyado la existencia de Dios sobre las causas de los objetos sensibles, porque es més cvidente que estos objetos, y porque la imposibilidad de admi- COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 427 tir una serie indefinida de causas, no prucba més que la imperfeecién de nucstro cspiritu. He fundado la existencia de Dios sobre Ja causa que me conserva en tanto tengo idea de lo infinite. No es imposible que un ser sea la causa eficiente de si mismo, porque la causa eficiente es contemporanea de su efecto. Dios se con- serva 4 si mismo, y como esta conservaciOn es una crea- cién perpetua, puede decirse, que Dios es su propia causa. La imperfeecién de nuestro espiritu es la que nos hace admitir frecuentemente que una causa es por st, en el sentido negativo, es decir, sin causa. Pero cuando nos preguntamos cOémo se conserva nos vemos obli- gados 4 concebir que se conservapor sé positivamente, como por una causa, 6 que es conservada por otro ser que es por sé positivamente porque es su propia causa. Si yo, que soy una cosa que piensa, no reconozeo en mi cl poder de conservarme, concluyo que existe por otro que, teniendo la fuerza necesaria para conserva- me, con mayor razon debe tenerla para conservarse. Este ser existe por si puesto que é] mismo se conserva. TIT. Lo infinite no puede ser abarcado, pero si com- prendido por el pensamiento; porque entender clara- mente que una idea no puede tener limites es tener idea de lo infinite que es preciso distinguir de Jo inde- finido 6 cosas cuyo fin no percibimos aunque lo tengan. En Dios no distinguimos, como en los demas objetos, la existencia de la esencia, porque es el unico cuya existencia es necesaria. Las cosas unidas no por su naturaleza sino por una ficcion del entendimiento puc- den ser desunidas de la misma manera, como un leon existente, un tridngalo inscrito en un cuadrado; no su- cede lo mismo con Dios existenie. 1V. La distincién entre el espiritu y el cuerpo es real y no formal. 128 OBRAS DE DESCARTES SEGUNDAS OBJECIONES RECOGIDAS POR EL R. P. MERSENNE, I. Por una ficcién habéis rechazado las aparienciaS de los cuerpos; no podéis concluir de esa ficcién que el pensamiento no sea el movimiento de algim cuerpo. Il, La idea de un ser soberano puede derivarse de las perfecciones que contemplais en vos mismo y en los demas. No es necesario que todas las perfecciones del efecto se den en la causa : las moscas y las plantas son producidas por la accién del sol, de la lluvia y de la tierra que no tienen vida. La idea de la soberana per- feccién, procede en vos, de la educacién, de la idea de las cosas corporales (porque no habéis indicado el medio de procurarnos idea de alguna cosa incorpérea), y de la generalizaci6n. III. Si no estais seguro, de una verdad mas que con la condicién de tener la més completa certeza de la existencia de Dios, no sabéis ciertamente que sois una cosa que piensa cuando os apoydis en este principio. Un ateo concibe claramente las proposiciones geométricas aunque niegue 4 Dios. La presencia del mal y la plu- ralidad de los seres, estan en contradiccién con la hipotesis de un ser infinito y perfecto, el cual excluye no sdlo todo el mal, sino también toda existencia que no sea la suya; porque de existir otra cosa ya no es infinito. 1V. Algunos escoldsticos admiten, contra vuestra opinion, que Dios puede engafarnos, como cuando anuncia en la Escritura acontecimientos que 4 pesar del anuncio no se realizan, cuando endurece el corazén de Faraén, y cuando infunde en los profetas el espi- ritu de la mentira. ¢No puede engafar 4los hombres pa- ra su bien, como un padre 4 sus hijos y un médico 4 sus COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 129 enfermos? Por otra parte, el error no es posible que se origine en vuestra naturaleza? La claridad no es una prueba de verdad, porque muchas veces nos equivo- camos en cosas que parecen més claras que el sol. V. Si la voluntad peca adhiriéndose 4 las concep- ciones confusas y obscuras del entendimiento ¢ pecan Jos infieles que abrazan la religion catélica, no cono- eiendo la verdad? VI. La cuestién esté en saber si la existencia de Dios nos contradice su esencia, Ademas, no conocemos la naturaleza de Dios con bastante claridad para concluir algo de ella; vos mismo confesdis que no concehis et infinito mas que imperfectamente. VII. Las meditaciones no contienen demostracién alguna de la inmortalidad del alma, ni siquiera de la distincién entre ésta y cl cuerpo. Hubiera sido més util presentar 4 continuacién de las cuestiones, una serie de definiciones, postulados, axiomas y demostraciones segun el método geométrice. RESPUESTAS A LAS SEGUNDAS OBJECIONES ‘ I. En ja segunda Meditacién no investigo atin si el espiritu es diferente del cuerpo; pero en la sexta expon- go la demostracién de que el cuerpo no puede pensar, y la hago resaltar de la claridad con que concebimos que el cuerpo puede existir sin el espiritu y viceversa. Luego, si cuerpo y espiritu son realmente distintos, ningun cuerpo es espiritu porque ningtin cuerpo puede pensar. II. Creo que la idea de Dios tiene en nosotros mismos un fundamento suticiente porque cs innata. Las mos- cas y las plantas nada poseen que no encontremos en la tierra y en el sol, 6 no derivan de esas causas como de sus causas totales. Son principios evidentes por si mismos, que nada hay en el efecto que no se encuentre en la causa en més alto grado; que las cosas se hacen de algo; que toda la realidad debe estar formal 6 emi- nentemente de sus causas. Si yo he sacado la idea de Dios, de la ensefianza de los astros, ¢de d6énde la han 4130 OBRAS DE DESCARTES sacado éstos? Querer formar esta idea con el conoci- miento de las cosas corporales es lo mismo que querer adquirir por la vista la idea del sonido. En la segunda Meditacién, he dado los medios de elevarse 4 la con- cepcidn de algo incorporal; Jo que he dicho del espiritu humano puede aplicarse también al cntendimiento di- vino. Observemos, sin embargo, que las cualidades que en nosotros encontramos no son en Dios del mismo modo, sino que tienen una unidad y una inmensidad que no vemos en ningun sitio adonde dirijimos los ojos. Lo cual prueba que la idea de Dios no es una ficcién de nuestro espiritu; concebimos en él la ciencia y el poder infinito, y en cambio no podemos concebir en él, numero y la longitud infinitos. Dios es concebido de la misma manera por todo cl mundo, y los teélogos estan de acuerdo respecto 4 los atributos de la divi- nidad. El que se aparta del conocimiento del verdade- ro Dies es porque no ha fijado su atencién en la idea que de él Hevamos grabada en el alma 6 porque mez- clandola con otras ideas se ha forjado un Dios quimé- rico, cuya existencia rechaza la raz6n. La facultad que tengo de afiadir siempre el mayor de los nameros, no puede proceder sino de un ser mas perfecto que yo. III. La certeza de la existencia de Dios no nos es necesaria para admitir los principios en cl momento en que las concebimos con claridad, pere si para recibir las consecuencias de los principios que hemos olvi- dado y de los que nos acordamos solamente por haberlos concebido con claridad en otras ocasiones. La verdad : pienso, luego existo, no debe ser considerada como con- clusién, sino como el fundamento de esta otra : todo lo que piensa, existe. El ateo no posee la verdadera cien- cia de las matematicas porque ningun motivo tiene para creer que no se engafia en las cosas que més evi- dentes le parezcan. El poder de pensar pucde ser infi- nito en Dios, sin disminuir en nada el nuestro; no ocurre lo mismo con los demas atributos. Es posible, por tanto concebir 4 Dios como infinito, sin exclusién de las cosas creadas. IV. Es preciso distinguir la mentira verbal de Ja mentira de intencién. Esta ultima cometeria Dios si nos engahara en la evidencia. Dios puede pronunciar COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 131 temporalmente alguna mentira en interés de los hom- bres; pero nuestros juicios claros y distintos no son corregibles por otros, y si nos engatara, el error seria eterno. Los que se equivocan en Jas cosas mas claras que el sol, apoyan, no en una concepcién distinta, sino en los sentidos 6 en algun prejuicio. V. La fe tiene por objeto coses obscuras; pero la razén que nos determina 4 creerlas es distinta y clara; esta razon cs una luz interior y sobrenatural que la gracia de Dios nos concede. Si pecan los infieles es resistiéndose 4 esta gracia 6 no mereciéndola; y si, des- tituidos de la gracia, se dejan atracr 41a religion por falsos razonamientos, pecan porque no se sirven bien de su razon. Por otra parte, la regla que impongo 4 la voluntad de no seguir més que las concepciones claras, es aplicables 4 las cosas especulativas y no 4 las practicas. 1. La esencia de Dios es posible porque norepugna 4 la inteligencia humana. Aunque concebimos 4 Dios muy imperfectamente, al menos tenemos de él una idea bastante clara para saber que su naturaleza os posible 6 que no implica contradiccién. Vil. Ya he dicho en otro lugar porqué no he tratado de la inmortalidad del alma, y creo haber probado sufi- cientemente la distincién de alma y cuerpo. En el método de los geémetras hay que considerar dos pun- tos : 1.° El orden, que consiste en conocer las cosas primeras sin el auxilio de las siguientes y éstas con la ayuda de aquéllas. 2.0 La manera de demostrar que se divide en analisis y sintosis. La primera es la via por la cual ha sido descubierta la verdad, y la he seguido en Jas Meditaciones; la segunda no es tan aplicable 4 las verdades metafisicas como 4 los principios geométricos relacionados con los sentidos. No obstante puede pro- barse este Ultimo procedimiento (compendio de las Meditaciones, dispuesto, conforme al método geomé- trico, en definiciones, proposiciones, axiomas, teoremas, y demostraciones. 132 OBRAS DE DESCARTES TERCERAS OBJECIONES POR M. HOBBES CON LAS RESPUESTAS DEL AUTOR 1, Hace mucho tiempo que se ha observado la poca certeza de las cosas sensibles. El autor hubiera debido abstenerse de publicar observaciones tan antiguas. Respuesta. No se han publicado para adquirir glo- ria sino para describir la enfermedad cuyo remedio se queria_ensefiar. _ oo, II. De que yo pienso puede inferir que yo soy, pero no que yo soy un espiritu. Es imposible concebir un acto sin un sujeto, y el pensamiento sin una cosa que piense y, por consiguiente, sin una cosa corporal, por- que todo sujeto es considerado como material. Respuesta. He aplazado la cuestién de saber si todo lo que piensan es corporal. Todo el mundo distingue entre substancias espirituales y substancias corporales. 11. Ei entendimiento y cl sujeto que entiende son cosas diferentes. Respuesta. No niego que yo, que pienso, sea distinto de mi pensamiento; pero esto quiere decir, 4 mi jui- cio, que hay diferentes maneras de pensar. IV. E] autor no establece bien la diferencia que existe entre la imaginacién y el entendimiento. Imaginar es tener alguna idea, y entender, concluir por el razona- miento que alguna cosa existe. Pero si el rezonamiento no es més que una unién de nombres enlazados por la palabra es, nuestras conclusiones versaran, no sobre la naturaleza de las cosas sino sobre el acuerdo 6 pro- iedad de las denominaciones que hayamos puesto 4 las cosas. De suerte que sera preciso referir el razona- miento 4 los nombres, los nombres 4 la imaginacién y la imaginaci6n al movimiento de los érganos corpora- les, COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 133 Respuesta. El razonamiento no une los nombres, sino las cosas significadas por ellos. Para poner nombres es necesario conocer las cosas, Si se afirma que el espiritu es un movimiento, puede afirmarse también que la tierra es el clelo. V. Siendo la idea una imagen, no tenemos idea de Dios. Respuesta, Entiendo por idea todo lo que es inmedia- tamente concebido por el espiritu. VI. En la voluntad 6 en el temor, existen la idea de un objeto y un movimiento del cuerpo para buscarlo 6 huirlo; este movimiento no es un pensamiento; luego en cl temor y cn Ja veluntad no existe mas que la idea. Respuesta. Una cosa es ver &un len, y otra, temerle; el ver correr 4 an hombre no es asegurar que se le ve. XII. La ignorancia proviene de Ja ausencia de una facultad; pero no puede decirse lo mismo del srror : Ja picdra no yerra porque no ticne entendimiento; cl error, pues, procede de una facultad positiva. Respuesta, Para equivocarse, cs necesaria la facu!- tad de juzgar; pero de eso no se sigue que el error sea algo positivo @ real en la facultad de juzgar; es, uni- camente, la ausencia de una perfeecion. XIII. No depende de la voluntad el saber 6 el ereer las cosas; las ereemos cuando se nos demuestran, que- ramos 6 no queramos ereerlas. Respuesta. Cuando creemos una cosa, ¢s imposible gue no queramos ereerla. XIV. Si el tridngulo no existe en ningtin sitio del mundo, no comprendo cémo tiene naturaleza. La esencia tiene realidad por la existencia. Respuesta. Todo el mundo distingue la esencia de la existencia. XV. Si Dios puede engafarnos para nuestro bien, no es Seguro que exista cl mundo material. Respuesta, Sin duda alguna, Dios puede engafarnos 4 veces; pero basta que nuestra inclinacién 4 creer cn el mundo material sea verdadera en el mayor namero de Jos casos, para que mcrezca confianza. XVL. ~No podemos sofiar que nuestro suefio se liga A nuestra vida pasada, y esta ilusién no desvanecera Ja distincién que establecéis entre el suefio y la vigilia? El 8, 134 OBRAS DE DESCARTES ateo, gno puede reconocer que est despierto por la memoria de sus actos pasados? Luego para tener este conocimiento no se necesita el de Dios. Respuesta. Sélo imperfectamente podemos unir un suefio 4 nuestra vida pasada. El ateo conoce que esta despierto, por la memoria de sus actos pasados pero no de una manera cierte si no sabe que ha sido creado por un Dios que no quiere engafiarle. OBJECIONES CUARTAS POR ARNAULD I. De la najuraleza del espiritu humano. De que la existencia se pruebe por el pensamiento, no se deduce que el espiritu sea distinto del cuerpo. De que yo me conozca, ignorando al mismo tiempo si hay algan cuer- po en el mundo, no se sigue que ningin cuerpo existe ni que sdlo me pertenece el pensamiento. Dos cosas concebidas claramente como completas pueden ser se- paradas por la voluntad omnipotente de Dios; pero ¢quién os asegura que el pensamiento sea completo sin la extensién, y el cuerpo sin el pensamiento? Por otra parte, ino es posible Negar con ese argumento 4 la con- elusi6n de que nada de corp6reo hay en mi y que el hombre es un puro espiritu? La idea de pensamiento sin extensién no puede ser una idea abstracta como Ja de la linea sin anchura? ¢No prueba el ejemplo de los nifios y los locos que el pensamiento esté adherido 4 los érganos corporeles? ¢Es posible creer que los animales no piensan, y es posible explicar la huida de la ovejaa la vista del lobo, por un movimiento mecanico? II. De Dios. No es faisa la idea, sino el juicio que la refiere 4 un objeto exterior. Sila idea del frio representa una privacién, es verdadera ; si representa un ser posi- tivo, no es la idea del frio; ademas, una idea positiva no puede venir de la nada. Dios no es, respecto 4 él COMPENDIO DE LAS ORJECIONES 135 mismo, lo que la causa eficiente es respecto 4 su efecto. Si la causa precede al efecto, tendria el ser como causa antes de recibirlo como efecto; y esto es absurdo, Lo que que no puede crearse 4 si mismo, no puede tampoco conservarse, porque cso equivaldria 4 reproducirse continuamente. No se pregunta la causa cficiente de la naturaleza del trianguia; no debe preguntarse tampoco la de la naturaleza de Dios, y esta naturaleza compren- de la existencia. Hacer descansar la evidencia en el conocimiento de Dios, es meterse en un circulo vicioso, porque la existencia de Dios descausa en la evidencia. No es exacto decir que nada existe en el espiritu sin que de ello tenga conocimicnto. III. De las cosas que pueden detener & los tedlogos. Advirtamos ante todo que la duda propuesta por el autor cs una ficcién; que cuando explica la causa del error, habia dei que se comete en cl discernimiento de lo verdadero y de lo falso, pero no del que se comete en ja eleceién entre e] bien y el mal; que el precepto de no prestar nuestro asenso mas que 4 Jas verdades con- cebidas clara y distintamente, se extiende sdlo 4 las ciencias, y no 4 las materias de fe y 4 los actos de la vida. Lo vituperable no es Ja creencia en la autoridad. sino la opinién. Finalmente, de los principios del autor parece deducirse que si quitamos la substancia del pan eucaristico, desapareceran también los accidentes, pues- to que, segin él, los accidentes son los movimientos de la substancia, RESPUESTAS A LAS ANTERIORES OBJECIONES I, Lo que en mi conozco; me basteria para existir estar seguro que Dios podia crearme sin las cosas que ignoro; por consiguiente, estas cosas no pertenecen 4 mi esencia. Para establecer una distincion real entre dos cosas, no es. necesario un conocimiento completo, como ec] de Dios; basta que las conozeamos como pu- diendo existir por cllas mismas 6 independientemente una de otra, 6 cn otros términos, como substancias, que es lo que yo entiendo peor cosas completas. De la 136 OBRAS DE DESCARTES distincién entre el cuerpo y e} ulma, no resulta que el hombre es puro espiritu; ya dije que el alma y el cuerpo estén substancialmente unidos. El pensamiento puede ser perturbado por los 6rganos, sin ser producto de ellos. E] movimiento se verifica siempre en los anima- les como 4 veces en nosotros, es decir, sin intervencién do la razén, y porque los sentidos, impresionados por los objetos exteriores, reaccionan sobre los espiritus animados. II. Al hablar de ideas falsas, he querido decir que algunas inducen al jvicio erréneamente; al decir que Dios €s por si como por una causa, he entendido que la raz6n por la cual no hay necesidad de causa, es una razon positiva, es Su inmensidad. La nocién de la exis- tencia de Dios no nos es necesaria para referirnos 4 la claridad de una idea en el mismo momento en que la idea estA en nuestro espiritu; pero si para admitir la consecuencia de principios que hemos olvidado y que nos acordamos de haberlos concebido claramente en otras ocasiones. He afirmado que nada hay en el espi- ritu que no conozcamos en el sentido, en el sentido de que conocemos todas sus operaciones, pero no todas sus facultades. IIT. Reeonozco los peligros de la duda y la distin- cién que es preciso establecer entre la especulacién cientifica, por un lado, y las materias y practica de la vide, por otro. Los objetos no obran sobre nucstros sen- tidos mas que por la superficie; y esta superficie es el Kmite del movimiento de las particulas del cuerpo; si ponemos una substancia en lugar de otra y sus particu- las se mueven como las de la primera, nos afectara del mismo modo que ésta. He aqui cémo cambian- do Ja substancia quedan los mismos accidentes 6 cua- lidades, aunque estos accidentes no tengan ninguna substancia particular. COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 137 OBJECIONES QUINTAS POR GASSENDI CONTRA LA PRIMERA MEDITACION De las cosas que podemos poner en duda. Hubiera bastado tener por inciertos algunos conoci- mientos, para separarlos de los reconocidos como ver- daderos, en lugar de considerarlos todos como falsos (cosa que equivale 4 un nuevo projuicio) y de recurrir 4 Ja ficeién de un suefo perpetuo y de un Dios que nos engaiia, ficcién, indigna de un filésofo. CONTRA LA SEGUNDA MEDITACION De la naturaleza del espiritu humano y que es més facil de conocer gue el cuerpo. I. No era necesario tan gran aparato para probar que sois; pudisteis concluirlo de cualquier acto. La difi- cultad consiste no en saber si se existe, sino lo que se es. No hay que rehusar al cuerpo el movimiento espon- taneo. Il, No debe atribuirse exclusivamente al cuerpo, la forma, la extensién, 1a impenetrabilidad y la movi- lidad, porque la conciencia no nos muestre de ningu- na manera que esas cualidades pertenccen al scr que piensa. III. El ser que piensa, se fortifica y debilita con el cuerpo; mueve los miembros de éste, y consiguiente- mente, se mueve; puede ser un cuerpo sutil. Es nece- sario probar que ningan cuerpo piensa, que el alma de los animales es inmaterial, y que el cuerpo humano en nada contribuye al pensamiento. 8. 138 OBRAS DE DESCARTES IV. El alma no piensa siempre : ¢piensa acaso mien- tras dormimos? ‘piensa en el seno dela madre 6 algu- nos momentos después de haber salido de él? V. No 03 conocéis por un pensamiento diferente de la imaginaci6én; cuando os contemplais, os representdis como una substancia pura, clara, sutil, que se extiende por el cuerpo, 6 al menos por el cerebro; las cosas que concebis por la imaginacién, no pueden convenir — segun vos afirmdis — al conocimienio que de vos mismo tenéis; y un poco antes habéis dicho que no sabiais todavia si esas cosas pertenecian 6 no 4 vuestra esen- cta. VI. No hay inteleccién que no sea imaginactén, ni imaginacién que no sea inteleccion. VII. Si incluis Ja facultad de sentir entre los modos del pensamiento el sentimiento de Jos animales es un ensamiento y como su alma es material, la del hom- re puede serlo también. VIII. La inteleecién que tenéis de la substancia de la cera es un acto de la imaginacién, porque no podéis despojar A csta substancie de la extension, forma y color; si pensamos que bajo los sombreros y los trajes hay hombres, no es el entendimiento, mejor que la facultad imaginativa, el que nos hace juzgar asi; por otra parte, el perro reconoce 4 su amo por los mismos signos. EX, No se trata de probar que sois, sino lo que sois. Se os antoja no admitir en vos nada mas que el espi- ritu, y hablais de la cera y de sus accidentes, cosas que no podéis conocer sin manos y sin ojos. Decir que el espiritu es una cosa que piensa no es hacernos conocer la substancia del espiritu. CONTRA LA TERCERA MEDITACION De Dios, que existe. 1. Todo lo que resulta de la claridad de una idea es que la tal idea os parece lo que os parece. Las opinio- nes de los hombres son diferentes, y todos conciben COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 139 claramente lo que defienden. Seria necesario encontrar un método que, entre las cosas claramente concebidas, nos hicicra distinguir las verdaderas de las falsas. II. Las ideas facticias estan compuestas de las ideas exteriores. Las ideas de las cosas en general, de verdad y de pensamiento, son generalizaciones. TIT. Si dudarais de las ideas adventicias no marcha- riais sabre la tierra. Si el ciego de nacimiento carece de toda idea de la luz, es porque jas cosas extcriores no pueden darle Ja imagen. Jas dos ideas que del sol tene- mos son verdaderas, 6 mas bicn, la que la astronomia ensejia, no es una verdadera idea porque no podriamos representarnos cl astro de la misma manera aque es, segim la demostraci6n astronémica. TV. No tenemos mas que una idea, confusa y contra- hecha, de la substancia, en lugar de una verdaderaidea, con realidad objetiva; y aun en el caso de que esta realidad objctiva estuviera contenida en la idea de la substancia, no seria mayor que la de los accidentes; no podemos coneebir la substancia sino como algo extenso, figurado, coloreado, etc. La idea de Dios se origina en vos por la educacién. No contiene mds realidad objetiva que Ja idea de una cosa finita, porque no somos capa- ces de concchir lo infinito; ademas, la idea de los atri- butos de Dios es la de nuestras cualidades agrandadas. Y. La causa eficiente difiere, con frecuencia, de su efecto. El arquitecto no comunica 4 la casa su propia realidad. Yo soy le causa de la idea que de mi habéis formado; esta realidad, emanacién dc mi substancia, tiene menos realidad que yo mismo; y como su reali- dad objetiva es el orden de las partes de su realidad formal, bien podemos deducir que nada de eso es real. VI. No son necesarias razones de ninguna clase para probarnos que en el mundo existe algo mas que nos- otros. No éis Ja idea de vos mismo; y en todo vaso ecoémo derivais de ella, Ja de la substancia corporal? VII. La idea que los antiguos filosofos se formaban de un mundo infinitamente extenso, de una infinidad de principios y de una infinidad de mundos, no probaba la realidad formal de estos objetos. Decir que pars tener una ides clara del infinito, basta concobir de él alguna 140 OBRAS DE DESCARTES cosa, es decir que hariais mi retrato trazando la extre- midad de uno de mis cabellos. VIII. Lo que deseais no siempre es mas perfecto que vos; e] pan no es mas perfecto que el cuerpo. Las cosas que concebimos estan actualmente en la idea pero no por eso en la Naturaleza. IX. No es necesario que una causa exterior mds per- fecta que vos, presida vuestra conservacién por una especie de creacién perpetua; hay efectos que perse- veran en la existencia, aun cuando su causa ya no exista. Nada esta mas indisolublemente ligado que las partes del tiempo; éste es exterior 4 vuestra vida, y no contribuye 4 ella mas que las olas 4 formar la roca que bafian. En vos reside una virtud que os conserva, aun- que no tengais conciencia de ella. Procedemos de nues- tros padres; ¢por que no hemos de remontarnos de nuestros padres 4 una serie infinita de causas? El pro- greso infinito es absurdo en esas causas que se enlazan como los arillos de una cadena, pero no en aquellas otras en que Ja segunda puede subsistir y continuar su aeci6n aun cuando la primera sea destruida. Vos habéis podido formar la idea de un ser perfecto, con perfec- eiones humanas que han sido amplificadas por vues- tra_imaginaci6on, X. No es exacto que en la idea de Dios no se pueda suprimir ni afiadir cosa alguna; esa idea nunca fué como es ahora, y vos no negaréis que es muy posible que se perfeccione todavia mas. Si la idea de Dios esta en nosotros, como la sefial 6 signo dei obrero impreso en su imagen jcual es la forma de ese signo? Si no es diferente de la obra, sois semejante 4 la idea de Dios, y; por consiguiente, sois también el signo y el objeto signado. Para ser heches 4 imagen y semejanza de Dios seria preciso que é] tuviera forma humana; la obra nunca es semejante al obrero. Concebis esta semejanza al mismo tiempo que os reconocéis incompleto y de- endiente, gNo es més bien una diferencia lo que de- Picrais concebir? Si Dios ha impreso en nosotros su idea por qué esta es tan diferente en todos los hom- bres? COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 144 CONTRA LA CUARTA MEDITACION De lo verdadero y de lo falso. ¥. ¢Cémo podemos recibir el error, de la nada, y por qué Dios no nos ha dado una facultad que nos impi- diera consentir en aquél? Es indudable que las cien~ cias fisicas no deben ocuparse de las causas finales, pero si la teologia natural. ¢Qué seria en vos la idea de Dios si nunca hubiérais hecho uso de vuestros sentidos externos? IL. ¢No seria el universo mas perfecto si ninguna de sus partes fuera defectuosa, Be ejemplo: sino estu- vierais sujeto al error? ecir que le presencia de algunas partes imperfectas, constituye una mayor perfeccién en el Universo, es afirmar que un Estado compuesto de hombres buenos y malos es mas perfecto que otro compuesto exclusivamente de hombres bue- nos. Siendo el error una negacién que en nada se ori- gina, gno pudo Dios, al erearos, remediar esta negacién?' II. La voluntad no es mas vasta que cl entendimien- to: nunca se aplica A una cosa de que no tengamos idca previamente. Cuando en el entendimiento no hay razon que incline la voluntad en determinado sentido, no hay juicio. Si el entendimiento concibe claramente el libre arbitrio pronuncia su juicio sin vacilacién; pero cuando es obscura la concepeién del entendimiento, el libre arbitrio teme y vacila. IV. Repito que la dificultad estriba en saber cuales son los casos en que una concepcién clara nos extra- via, y cuales son aquellos en que nos conduce recta- mente 4 Ja verdad. CONTRA LA QUINTA MEDITACION De la esencia de las cosas naturales y de la existencia de Dios. I, Lo que !lamamos esencia de una cosa, no es sino lo que conviene generalmente 4 todos los individuos; por consiguiente, la csencia, no puede existir sin los 442 OBRAS DE DESCARTES individuos. El hombre es, he aqui la ezistencia; el hombre es animal, he aqui la eseneia; pero el que dice : el hombre existe, entiende también que es animal; y el que dice : el hombre es animal, también entiende que existe. Luego la existencia y la esencia no pueden se- pararse. No es, pues, cierto que hayais tenido la idea del tridngulo sin haberlo visto ni tocado nunca. HI. Pretendéis que la existencia forma parte de la esencia de Dios, del mismo modo que es de esencia, en un tridngulo rectilineo, que sus tres 4ngulos sean igua- jes 4 dos rectas. Luego esta igualdad forma parte de la esencia del triangulo de Ja misma manera que la omni- potencia forma parte de la esencia de Dios. Pero, si la existencia pertenece 4 la csencia divina, por Ja misma razén podemos afirmar que la existencia pertenece también 4 Ja esencia del tri4ngulo. Por la demostra- cién conocemos la relacién de los tres Angulos con las dos rectas; y por la demostracién debemos conocer la relacion de la existencia con la idea de Dios. III. Haeéis descansar la seguridad de la evidencia en la existencia de Dios; pero vos estabais plenamente convencido de las verdades geométricas, y admitiais la proposicién : pienso, luego existo, antes de tener la certeza de la existencia de Dios. Por nadie son ncgadas las demostraciones geométricas de muchos que ponen en duda ta existencia de Dios. CONTRA LA SEXTA MEDITACION De la existencia de las cosas materiales, y de la distincién entre el alma y el cuerpo del hombre. I. Vos no concebis el kiliégono mejor que lo imagi- nais; sabéis que esta palabra significa mil angulos; he aqui en qué consiste, en este caso, toda la operacién intelectual : un nombre. La inteleccién y la imagina- cién siguen la misma suerte en cuanto 4 claridad; no difieren mas que en el grado. II. Si 4 veces, nos engafian los sentidos, también, 4 veces, nos muestran la verdad. COMPENDIO DE LAS OBJECIONES 143 III. De la facultad de concebir sin el auxilio del cuer- po concluis que sois distinto de éste. No se trata de saher si sois ese cuerpo grosero compuesto de miem- bros, sino un cuerpo mas sutil esparcido en el otro. IV. gComo siendo inextenso podiais recibir la espe- cic representativa del cuerpo, que es extensa, formada, eto. ? No sabdis lo que sois aunque supongais que sabéis que no sois cxtenso. ¢Podéis carecer de extensién estando en todas las partes de vucstro cuerpo? ¢Si no sois corporal cémo podéis mover el cuerpo? V. ¢Cémo es positiva la union siendo los seres uni- dos corporal el uno é incorpéreo el otro? El dolor es una separacién de partes. Como podiais sufrir si érais simple & indivisible? VEL Aprucbo vuestras conclusiones respecto 4 la creencia que debemos conceder, en Ja mayoria de las ocasiones, 4 lo que nos muestran nucstros sentidos; res- pecto 4 la distincién entre la vigilia y el sueno; y, final- mente respecto 4 las debilidades y flaquezas de nues- tra naturaleza. RESPUESTAS DEL AUTOR De las objeciones contra la primera Meditacién. Ninguna de las objeciones presentadas contra la primera Meditacién, va acompaiiada de pruebas. De las objeciones contra la segunda Meditacién. I, El aparato que he empleado para probar que existo, no ha sido demasiado grande por cuanto no os he eonvencido; no podia concluir mi existencia sino del pensamiento, porque todes los demas actos cran dudo- 808. II. He heeho ver que no soy un viento cuando he demostrado que no puedo suponer Ja existencia de viento en el mundo sin alterar el conocimiento que de mi mismo tengo. III. Si el alma parece que muere con el cuerpo, s¢ 144 OBRAS DE DESCARTES asemeja en esto al obrero que no puede trabajar con un mal instrumento. A vos toca probar que soy un cuerpo, que el alma de las bestias es corporal y que ol cuerpo contribuye al pensamiento. IV. ¢Por qué el alma no pensara siempre, si es una substancia que picnsa? No es extraho que olvidemos los pensamientos que hemos tenido en el vientre de nuestras madres, 6 durante el suefio, puesto que nos olvidamos de muchos pensamientos de la vispera y de la edad madura. V. Lo que he dicho de la imaginacion es bastante claro. Una cosa es pertenecer al conocimiento gue tengo de mé mismo, y otra pertenecer 4 mi esencia. VI. Considero como murmullos ¥ no como razones lo que decis de la imaginacién y la inteleccién. VII. Todo lo que alegais respeeto 4 los animales esta fuera de lugar, porque el espiritu recogiéndose en si puede experimentar que piensa pero no que los anima- les tiencn pensamientos. VIII. No he separado el concepto de Ja cera del con- cepto de sus accidentes; pero he querido mostrar cémo en estos se manificsta la substancia; no comprendo sobre qué argumento fundais la afirmacién de que el perro juzga del mismo modo que vos. IX. Sabiendo Jo que soy, sé mi naturaleza, porque para mostrar claramente una substancia no necesi- tames més que dar 4 conocer sus diversos atributos. Cuando hablo de la cera y de sus aecidentes, no pre- tendo servirme de Ja vista, y del tacto que se ejercitan por el intermedio de Jos érganos, sino del solo pensa- miento de ver y de tocar, semejante al de nuestros suenos. De las objeciones contra la tercera Meditacién. I. Nadie puede probar que las personas cuyas opi- niones son falsas, las conciban clara y distintamente. Creo haber dado un método para saber si la claridad de un conocimiento es verdadera 6 aparente. I]. Pretender que la idea facticia viene del exterior, es afirmar que Praxiteles no ha cincelado sus estatuas.

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