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Anous Huxtry Idous Leonard Huxley (1894-1963), a diferencia de su abuelo TH. Huxley ysu hermano mayor Julian, pero como su tio abuelo materno Matthew Arnold, miré siempre el progreso dé la ciencia con ojo desconfiado. En su novela més gran de, Punto'contrapunta, un personaje moldeado en D.H. Lawrence expone sus dibujos de dos contrastantes Perfiles dela Historia, Uno, a la manera de HG, Wells, inicia ala izquierda con un pequefio mono. Sigue con el hombre prehistérico, nego, a wavés de la historia, las figuras se hacen més y més grandes hasta que culminan en gigar tescas semejanzas de Wells, que salen en espiral del papel hacia la Utopia. El otro Parfiles como lo ve Lawrence. La figura mas grande es un griego antiguo, y luego los hombres se hacen cada vez mas pequefios. Los victorianos son casi enanos, los hombres del siglo xx son todavia més chicos. “Entre las nieblas del futuro se puede ver una compaiifa empequefeciente de fetos y gargolitas... El nuendo feliz, publicado-en 1932, es la versién sardénica del segundo Peyil. Es la mas notable de las utopias negativas, ese géne roinquictante de la fantasia cientifica cn cl cual indeseables teiden- cas actuales son las pesadillas del futuro. El propio Wells lo hab hecho en When the sleeper wakes, y George Orwell lo haria en 1984. Las tres visiones tienen mucho en comin, pero la de Huxley ha tenido un impacto més intenso, a pesar del hecho de que algunos lectores la han finalizado sin darse cuenta de que es una novela satirica. Para comprender el capitulo que aqui se reproduce es ne- cesario dar un breve bosquejo de la feliz sociedad de Huxley. cLO32d:Fe-es decir; “después de-Ford*>Gomo profeta dela produccién en masa, por ka cual el estado crfaa sus nifios, Ford ha reemplaado a Dios en la mitologia religiosa que el gobierno sluice rH © Lan grandes ensryen ela cienvi © Matin Ci s patrocina, El Proceso de Bokanorsky habit los Criaderasa divi dir cada huevo humano fertilizado cn 96 pemclos idémicos, que son cuidaclosamente incubados en tubos de ensayo, Un sistema neopavloviano de acondicionamiento, combinado con ka hypnopedia (ensefianza en el suefio), produce una estricta sociedad que va de Jos administradores Alfa Plus a los Epsilon Minus Semiidiotas, que completan las tareas mas bajas. La ciencia thanticne jovenes y salu- dablesa los ciudadanos, y felices con una combinacién de entreteni- niiento controkido por el gobierno (particularmente las “sensible- fas”: films en 3-D, con olor y tictiles), sexo obligatorio y soma, que es una droga tanquilizante para escapar de la realidad sin efectos cundarios desagradables. “Made” es palabra obscena. Las mucha- neuméticas” mascan chidlede-hosmonassexuales, usan cinty- cla Jud mental cuando sienten tamento del saxofn, y les preocupa su que se estén cnearinando demasiado con wi hombre, esuna sociedad completamente estable, de ciudactanos felices y bue- nos como son felices y buenas los hebés y las abejas. John, un “salvaje” de una Reserva donde se mantiene como espe- cimenes a hombres y mujeres no acondlicionados, ¢s Hevado a Lon- dres por un psicdlogo inseguro, de nombre Bernard Marx. Buen eclor de Shakespeare, el Salsaje espera encontrarse el “mun- pero en su lugar encuent‘a un mundo donde resultado cono do feliz” de Mivand: la felicidad més alta se ha olvidado. q Enel capitulo que hemos seleccionado, un “inspector mundial’, Mustafii Mond, le explica al Salvaje por qué la ciencia y el arte de- 3 este tipo deconero! gubernamental: A Hider grandes ejemplos de cci6 necesario reprimir la antropologia moderna y su eviden- le ento de cia de igualdad racial, y Stalin cu persona apoy6 ef movimi rior introducci6n a su novela: “Hoy parece posible que el horror esté sobre nosotros dentro de un siglo. i rones maltusianos para cargar anticoncejptivos, bailan pasoquinto al j : i La ciencia en el mundo feliz: Atvous FHuxtey LAWIABITACION A 1A QUE SE LES condujo era el despacho del Inspector. Su Forderia bajaré en un momento. El nfayordomo Gamma los «lejé solos. Helmholtz rompié a reir a carcajadas. —Mas parece esto una reunién para tomar caleina dil un juicio —dijo y se dejé caer en el sillén neuniatico mas lujoso— iAnimate, Bernard! —agregé cuando su vista tropez6 con el sem- blante verdoso y triste de su amigo. Pero Bernard no queria qu nadie lo animara; sin responcler, sin mirar siquiera a Helmholtz, fue asentarse a kt silla ins incémod de fa habitaci6n, cuidacosamente clegida con la oscura esperanza de aplacar de algiin modo fa ira de los poderes superiores. El Salvaje daba vucttas, inquieto, alrededor de fa pieza, miranco con vaga y superficial curiosidad los libros de los estantes, los rollos “Aquinas de leer en sus columbarios numerados. En fa mesa, bajo la ventana, yaefa un muy grueso volumen, encuadernado e exible imiracién de enero, estampaclo de grandes tes doradas, Lo ond y lo abrié: Mi vida y mi obra, por Nuestro Ford. Ul libro babi sido editado en Detroit por la Sociedad para la Propagacién de Co- entos Fordianos. Con pereza pasé las paginas, ley6 una sen- aqui, un parrafo por alld, y acababa de Hegar a ka conclusion de que el libro no le interesaba cuando se abrié la puerta y el Ins- pector Residente Munclial de la Europa Occidental entré en la hae bitacién con ligeros paso Mustali-Mond-les-tendio-ta-mano-a-los-tras;-pero-se-cl Salvaje. —Entonces no le gusta mucho la civilizaci6n, sefior aque, 280 + Los granules ensayos de la ciencia. *) Martin Gardner 6. Habfa venido decididoa mentir, fanfarronear, a simpatica inte- in rode El Salvaje lon neciamente no contestar; pero, tranguilizado por ligencia del rostro del Inspector, decidié decir ta verdad —No—y hasta meneé la cabeza. Bernard se estremeci6 y lo miré horrorizado. Qué iba a pensar el Inspector? Estar etiquetado como amigo de un hombre que dice que no le gusta la civilizacién —que lo dice abiertamente y al mismisimo Inspector— era espantoso. —Pero, John... —comenz6, y una s Jo redujo a un abyecto silencio. —-Naturalmente—reconocié el Salvaje— hay algunas cosas muy agradables, Esa misica del aire, por ejemplo... ola mirada de Mustafa Mond mil voces, : El rostro del Salvaje se iluminé con sibito placer. —2Usted también fo ha leido? —pregunt6—. Crefa que nadie sabfa nada de ese libro aqui en Inglate —Casi nadie. Soy de los pocos. Esta prohibido, éve? Pero como yo hago aqui las leyes, igual puedo quebrantarlas. inpunemente, sefior Marx —agreg6, volviéndose hacia Bernard—, cosa que me temo usted no puede hacer. ‘A Bernard lo envolvi6 un abatimiento todavia menos esperanza. —Pero épor qué esti prohibido? —pregunt6 el Salvaje. Con la emocién de haberse encontrado a alguien que habfa leido a Shakespeare, habfa olvidado momentineamente todo lo lems El Inspector se encogid cle hombres. —Porque es viejo mas que nada. ¥ aqui no nos sirven las cosas viejas. —zAunque sean be — Sobre todo si son bellas. La belleza es atractiva, y no queremos “veces ini-sonotos instrumentos susurran,amioido; otras, que el pueblo se sienta atrafdo por cosas viejas. Queremos que Ie 5 gusten las nuevas. —Pero es que las nuevas son esttipidas y horribles. isas farsas en que sélo hay helicépteros volando por todas partes y uno sla tas personas besandose! —hizo una mueca—. iCabrones y micos —sélo cn las palabras cle Otelo poxlia hallar un adecuado vehicula para su odio y desprecio BA « Losgremdes ensayo de la ciewcia + Main Gardner dio maquinaria industrial y Alfas preparado especialmente. Se les agricola y los dejaron gobernarse por sf solos. El resultado cumplié exaclamiente todas kas pr eclicciones tedricas, Las tierras no se cultiva- ron bien; hubo huelgas en todas las fabricas; las leyes eran menos- preciadas, las 6rdlenes se lesobedecfan; las gentes destinadas a efec- (uar trabajos inferiores intrigaban todo el tiempo para conseguir otros mejores, y los empleados en los trabajos superiores contra trigaban para mantenerse a toda costa donde estaban, En menos de seis aifos armaron una guerra civil de primerisimo nivel. Cuando murieron diecinueve mil de los veintidés mil, los sobrevivientes pi- dieron undnimes que los Inspectores Mundiales reasumieran el go- bierno de la isla. Lo hicieron; ése fue el fin de la Gnica sociedad de + -Alfis que chinundedecanorido, El Salvaje stspir6:profundamente. —La poblaci6n éptinta —dijo Mustafa Mond—ha sido modela- da como un iceberg: ocho novenos bajo el agua y uno encima, —2Y son felices bajo el agua? —Pues més felices que encima, Mas felices que su amigo, por ejemplo —y lo sefialé. —éA pesar de ese trabajo espantoso? —ZFFspantoso? Para ellos no lo es. Al contrario, les gusta. Es leve yde una simplicidad infantil. No agota ni la mente ni los miisculos. Siete horas y media de un trabajo tranquilo y nacka agotador, y luc go la racién de soma, y deportes y copulacién sin trabas y peliculas sensibleris. Qué mas pueden pedir? Es cierto —agrego— que po- drfan pedir menos horas. ¥ podriamos concedérselas, naturalmen- te. Serfa muy sencillo reducir el wabajo de las castas inferiores a tres o cuatro horas al dia~Pero-éserian-mas felices? No, no lo serfan. Ya se hizo elexperimento, hace mvs de siglo y medio, ‘Toda Irlanda se onganiz6 en cuatro horas al dia, €Cudl fué el resultado? Revueltas y unaumento en el consumo de soma; nada nas, Estas ures horas y media suplementavias de ocio estaban tan lejos de ser un manantial de dicha, que la gente tenfa que pedir vacaciones para librarse de el La Oficina de Inventos esti atascada de planes de procedimientos para economizar trabajo. Los lay por tiles Mustafa Mond hizo un amplio ademan—. Que por qué no lo realizamos? Por el bien ; serfa pura cructdad alligitlos con ocio excesivo, de los trabajadores “Aldous Fuvsley * La ciencia en el mundo feliz. + 288 plicaba todo el espacio y la potencia de la irresistible maquina. La oratoria cle Mustafi Mond alcanzaba casi estnclares sintéticos, —Tenfa la curiosidad —dijo el Salvaje—, épara qué los tienen si pueden sacar lo quie quierarttleto8-envases? ¢Por-qué-no-hacensaa todo mundo un Alfa Plus Doble, ya que estan en eso? 7 Mustafi Mond se echéarefr. - —Porgqie no se nos ca a ganna quit Nosotros creemos en Ia felicidad y en la estabilidad. Una sociedad de Alfas no podria evitar el ser inestable y desgraciada. Imaginese tuna fAbrica lena de Allas, es decir, inclividuos diferenciados y sin parentesco, de buena herencia y acondicionaclos para ser eapaces (con ciertas limitaciones) de escoger libremente y asumir responsabi- lidades* Imaginésela! —repiti El Salvaje trat6 de imagindrsela, pero no puclo. Es absurdo. Un hombre decantado para Alfa, acondicionado para Alfa, se volverfa loco si tuviese que hacer el trabajo deun Epsilon Semiidiota, se volveria loco o se pondria a destruir todo. Los Alfas pueden ser completamente socializactos, pero sélo si se les pone hacer trabajos de Alfas. Séloa un Epsilon se le pueden pedir sacrifi- os de Epsilon, por la sencilla raz6u de: que no son sacrificios para sla linea de menor resistencia, Su acondicionamiento ha tend. do los rieles por donde él ha de rodar. No puede impedirlo; esta predestinado, Aun después de ka decantacidn esti siempre en el interior de un envase, de un invisible envase de infantiles y ‘embrionarios cédigos. Cada uno de nosotros, desde luego —conti- nud pensativamente el Inspector—, vive su vidla dentro de un envi ‘se, Pero si somos Allis, nuestros cnvases, relativamente hablando, son enormes, Y sufvirfamos intensamente si raat ur espacio mas estrecho. No se puede echar imitacion de champana de s superiores en las botellas cle la casta inferior. Tedricamente es jo demostrado también en la practica. El resultado del experimento de Chipre fue convincente. —eCual? Mustafa Mond sonrié: ==[neno, puede tammarlo-experimento-de-reenvasacién,si-gus~ ta, Se inicié en el aio 473 d. F. Los Inspectores hicicron evacuar ta ln de Chipre y la recolonizaron con un grupo de veintidés mil 108 degiellens —-respondio— tin Gardner 282 + Los grandes ensayas de la ciencia * Mi se llamé antafio arte sublime. Hemos sacrificado el arte sublime. En su lugar tenemos las peliculas sensibleras y el 6rgano de perfumes. i Pero no significan nada. : —Significan lo que signifi bles para el auditorio. —Pero si estén... contadas por un idiota. EL Inspector se puso a reir. —No es usted muy amable con su amigo, el sefior Watson, uno de nuestros més dlistinguidos Ingenieros de emociones... —Pero es la verdad —dijo sombriamente Helmholtz—. Porque ¢s idiota escribir cuando no hay nada que decir. —Precisamente. Pero eso requiere gigantesca habilidad. Hacer itos-con el minimo-acerosobmassthecarte. sinspracticamente otra cosa que pura sensacién, El Salvaje meneé la‘cabeza: —A inf todo esto se me hace horrible. —Pues si, La felicidad real siempre parece muy menguada en comiparacion de las compensaciones que brinda fa miseria. ¥, natu- ralmente, la estabilidad no es para nada tan espectacular como la inestabilidadl. Y el estar satisfecho no tiene el encanto de fa lucha contra la desgeacia, ni el pintoresquismo de la pugna contra la ten- | taci6n, 0 de tina fatal derrota a manos de la pasion o de la duda. La felicidad nunca es grandiosa, —Tal vez —dijo el Salvaje, tras un silencio—. Pero édebe de § ser tan fea como esos gemelos? —y se pas6 la mano por los ojos, como si quisiera borrar la recordada imagen de las filas de ena- 4 nos idénticos en las mesas de montaje, de aquellos rebaiios de cnanos haciendo cola a la enirade de la-estacion-del monortiel § 1 Brentlord, de aquiclios gusanillos humanos pululando alrede j dor del lecho de muerte de Linda, del rostro interminablemente repetido cle sus asaltantes. Mird su mano izquierda vendada ys) estremeci6—: IQué horrible! ie —iPero qué iitill Veo que no le gustan nuestros Grupos Bokanow- 4 sky; pero son el cimiento donde todo lo dems se construye, se lo seguro. Son el giréscopo que estabiliza el cohete del Estado en st marcha indetenible, La voz profunda vibraba con emocion, ka gesticulante unano im 1n; son muchas sensaciones agrada- ia Ne be Aldous Huxley * La ciencia en el ameco felix * 281 —Lindos animales, domados—murmuré el Inspector, entre pa- réntesis, —¢Por,qué no mejor que vean Olelo? . ~Ya sé lo dije: es viejo. Y ademas no le enteriderian. Si, era verdad. Recordé cémo se habia reido Helmholtz de Romeo yfulieta. —Bueno—dijo tras una pa se parezca a Olelo y que puedan entender —Es0 es lo que rodas hemos dlesearlo escribir— dijo Helmholtz, rompiendo un largo silencio. Y lo que jamnés escribiran—dijo el Inspector—. Porque si real- mente se pareciera a Otelo ninguno podria entenderlo, aunque fue- ra nuevo. Y si fuera nuevo, imposible que se pareciera a Otelo —ePor qué? —Si, épor qué? —repitié Helmholtz, También a él se le estaban olvidando las desagradables realidacles dle la situacién. Livido de ansiedad y aprensi6n, s6lo Bernard las recordha; los otros no le hacfan caso—. éPor qué? —Porque nuestro mundo no eset mismo que el de Olelo. No se pueden hacer automéviles sin acero, y no se pueden hacer tragedias sin inestabilidad social. Ahora el mundo es estable. La gente es feliz; tienen lo que desean, y no desean nunca lo que no pueden tener. Estan a gusto; estin seguras; nunca estin enter nas; no tienen miedo a fa muerte: viven en fa bendita ignorancia de la pasién y la vejez; no les pesan ni padres ni madre neti ésposas, ni amantes que les causen emociones violenta tan tan bien acondicionados que, précticamente, uo pueden de- jar de comportarse como deben. Y si cualquier cosa saliera mal, ahf esti el soma, Que usted ha lanzado por la ventana en nombre de la libertad, sefior Salvaje. iLibertad! —rié—, IEsperar que los Deltas sepan qué es eso! IY ahora esperar que comprenctan Olelo! IPobre inocente! El Salvaje se qued6 callado un momento, —A pesar de lo que diga —insistié obstinadamente: Bueno, es mejor que esas peliculas sensibleras, —Pero por supuesto —dijo cl Inspector—. Ese es el precio que he- mos paygadto por ky estabilidd, Hay que escoger entve kr didi y ko que 1, pes entoncesalgo nuevo que Otelo es a Aldous Huxley + La ciencia en el mundo elit * 285 Lo mismo ocurre con Ia agricultura. Podrfamos sintetizar hasta la ikima miga de nuestros alimentos, si quisiéramos. Pero no. Preferi- mos que un tercio de la poblacién se dedique a los trabajos de la tierra, Y esto,“én'Su-propid heneficio: porque cies Mis tie Po obtener el alimento de la tierra que dle una fabrica, Ademés, tene- mos que pensar en nuestra estabilidad. No queremos cambiar. Cada cambio es una ameniza a la estabilidad, fsa es otra razon por la que estamos tan poco inclinadosa aplicar invenciones nuevas. Cada des- cubrimiento de ciencia puraes potencialmente subversivo; hasta la ciencia ha de ser tratada como un posible enemigo. Si, hasta fa ciencia, éLa ciencia? El Salvaje fruncié el cefio. Conocfa la palabra. Pero no podia clecir qué significaba exactamente. Shakespeare y los an cianos Gel pueblo nunca habfan mencionado la ciencia, y de Linda solamente habfa recogido vagas indicaciones: la ciencia era algo con que se hacen helicépteros, algo que te hace reir de las Danzas del Matz, algo que te impide estar enfermo y que se te caigan los dlien- tes. Hizo un desesperado esfirerzo para comprender lo que el Ins- pector queria decir —Si—prosegufa Mustala Mond—, ése es otro punto en el costo de la estabilidad. No sélo el arte es incompatible con ka dicha; tam- bién la ciencia loes. La ciencia es peligrosa; hemos de tenerla cuida- dosamente encadenada y amordazacta —2Qué? dijo Helmholtz, pasmado—. Pero si siempre estamos diciendo que la ciencia lo es todo. Es un lugar comin hipnopédico. —Tres veces por semana, de las trece a las dliecisiete —apoyd Bernard. Y toca fa propaganda cientifica que hacemas en ka exc. —Si, pero équé ciencia? —pregunté Mustali Mond sarcistica- mente—. Ustedes no han recibido cultura cientifica, entonces no pueden juzgar. Yo fui un fisico bastante bueno en mi tiempo. Dema- siado bueno. Comprendi que toda nuestra ciencia es apenas un li- bro de cocina, con una ortodoxa teoria de la cocina, que nadie tiene derecho de cuestionar, y una lista de recetas a las que nada se puede afiadir sino con permiso especial del cocinero mayor: Yo soy ahora cocinerormayor: Pero-fui-tambiér-trrgalopin-curiosillo-Me-diotam= bién por cocinar un poco a mi manera. Cocinar heterodoxo, coci- nar ilfcito. Un poco de ciencia de verdadl —guard6 silencio. _ nator fiermaedéme otra oportunidad-comenzaron a fui 286 © Los gromdes envy dela ciencia + Martin Gardner Y équé pas6? —pregunté Helmholu. Watson EL Inspector suspir6. —Casi lo que les va a pasar a ustedes, muchachos: to de que me enviaran a una isla. Las palabras galvanizaron a Bernard, y lo pusieron en wna acti- vidad violenta y poco oportuna. —éMandarme a una isla? —se paré de un brinco, cruz6 corrien- do el cuarto y se puso a gesticular ante el Inspector—: No pueden mandarme a una isla. $i yo no he hecho nada. Fucron los otros. Se Jo juro fueron los otros —y seftalé acusante a Helmholtz y al Salva- je—. Se lo ruego, no me mandea Islandia, Le prometo que no voy a hacer mas que lo que tenga que hacer. Déme otra oportunidad. le las lage mhas=" Es étilpa suya, le estoy diciendlo—sollozaba—. A Islandia no, Su Forderfa, por favor, a Islandia, no... —y en el paroxismo de la abyeccion se hincé ante el Inspector: Mustafa Mond intenté levantarlo, pero Bernard persist rastrerfa. ALfin el Inspector tuvo que llamar a su cuarto secretario, —Traiga es hombres —ordlené— y Ilévense al sefior Marx a un dormitorio, Denle una buena vaporizacién de soma y déjento acostado. El cuarto secretario sali6 y volvi6 con tres lacayos gemelos, uni- formados de verde, Se levaron 4 Bernard atin entre sollozes y chi- lids. ive a pun- en st Sualquiera dlirfa que lo iban a degollar —dijo el inspector, cuando se cerré la pucrta—, Adems, si tuviera un poco de sentido, a que st castigo es en realidad un premio. Lo mandan comprender a unirisa-Es deci, fo mandan a un lugar donde encontraré a los hombres y mujeres mas interesantes de todo cl munclo. Todas las personas que, por una u otra causa, han aleanzado denmasiada per- sonalidad para poder adaptarse a la vicla de comunidad. Todas las que no estan conformes con la ortodoxia, Todas las que ienen icleas “Todas las que, en una palabra, son alguien. Casi fos envi- dio, sefior Watson. Heluholtz se ri6. Lonces por qué no esté usted ambién en cna ista ? —Porque, finalmente, preter esto —respondid el Inspector Aldous Hundley + La ciencia en el mundo feliz * 287 Me clievon a escoger: enviarme a una isla, donde habria podido continuar con mi ciencia pura, o entrar al Consejo de Inspectores, con la perspectiva de conseguir, en su momento, un Inspectorado. Bscogi.esta_y dejé.la ciencia —y.tras.na.dareye,pausa.agrego—: veces afioro la ciencia” La felicidad es un arivo tirénico, particutai mente la felicidad de los otros. Un amo mucho mas irAnico, sino se std acondicionado aceptarlo incuestionablemente, que fa verdad. Suspird, guard6 otra ver silencio.y luego continud en un tono nfs animado: —En fin, el deber es el ileber. No se pueden consul rencias cle uno. Me interesa la verdacl, me gusta la ciencia, Pero la verdad es una amenaza y la ciencia un peligro ptiblico. Tan peligro- sa come fue benéfica. Nos ha dado el mas estabsle equilibrio de la historia, El de China, en comparaci6n, era desesperadamente in- seguro; ni los matriarcados primitivos eran mAs seguros que noso- wos. Gracias, repito, a la ciencia, Pero no podemos permitir que la ciencia deshaga su excelente obra. Por eso limitamos tan cuidadosa- mente el campo de sus investigaciones, por eso estuve a punto de que me mandaran a una isla. No le permitimes ecuparse mas que de los problemas inmediatos. ‘Todas las denvis investigaciones se evitan con la mayor diligencia, Es curioso —siguié, tras una breve pausa—leer lo que se escribia en tiempo cle Nuestro Ford del pro- greso cientilico, Parectan imaginar que proseguiria indefinidamen- te, sin prestar atenci6n a nada mas, Fl saber era el mis alto bien; la verdad, el valor supremo; todo lo demas era secundario y subordi- nado. Es cierto, lasideas comenzaban a cambiar por entonces. Nues- ro Ford mismo hizo mucho por quitarles prestigio a hu verdad y ka belleza y dérselo a la comodidad y la felicidad. La produccién en masa exiga este cambio. La felicidad universal hace que los engra- najes funcionen al parejo; la verclad y la belleza, no. Y desde luego, siempre que las masas obtenfan el poder politico, era la felicidad, mids que la verdad y la belleza, lo que interesaba. Pero, a pesar de toclo, se permitfan avin kas investigaciones cicnutticas sin restriccio- nes, La gente seguia hablando de la verdad y la belleza como si fueranJosbienessoberanos-Astsigguié-husta-la Guerva-de los Nueve- Aftos. Esa sf los hizo cambiar de tono. Para qué sirven la belleza o la verdad o el saber cuando las bombas de Zintrax te estalkan alrede- ar las prefe- 28K + Lox grandes enutyr dela cieneia * Mactin Gardner dor? Entonces, por primera vez, fa ciencia comenz6 a ser vigilada: después de la Guerra de los Nueve Afios. La gente estaba dispuesta hasta a que le vigilaran el apetito. Cualquier cosa con tal de vivir tranquilos. Hemos seguido controlando desde entonces. Claro es gue esto no ha sido muy bueno para la verdad, Pero sf lo ha sido para la felicidad. Todo tiene su precio. La felicidad hay que pagarla. Usted Ia paga, sefior Watson, la paga porque le interesa demasiado Ja belleza, A mi me interesaba mucho la verdad; yo también he pa- gad, —Pero usted no terminé en una isla —dijo el Salvaje, rompien- do un largo silencio. El Inspector sonvié. —Astes como lo he pagadlo, He escogiclo servir ala felicidad. La -dalos otws-no la mia, Esuana sueete=-agreg6 ras ura pausa— que haya tantasislas en el mundo. No sé qué harfamos sin ellas. Meter- los a todos a una cAmara letal, creo, Por cierto, sefior Watson, épre- ficre el clinta tropical, Las Marquesas, por ejemplo, o Samoa? &O algo mas calurosa? Helmholtz se levanté de su silln neumitico. —Prefiero el mal clima—respondié—. Yo creo que podria escri- bir mejor si el clima fuera malo. Si hubiera vientos y tempestades, por ejemplo... El Inspector dijo si con la cabeza, —Me gusta su espiritu, sefior Watson, De veras me gusta mu- cho, Tanto como lo desapruebo oficialmente —sonrié—. ¢Estarén bien las islas Falkland ? —Si, pues yo creo que spondié Helmholtz—. ¥ bueno, si no le parece mal, voy a ver cémo anda el pobre Bernard

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