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‘2 we La bevatin nse fruro stmpee de arbiceajes multiples del Estado sobre las era- dliciones, las resistencias y los incereses en presencia. ¥ porque la regulacica, expliiea 0 implicta, por acciones u omisiones, con- dliciona siempre el juego econsmmico y de competenca de la tele~ visida. En ese sentido, la economia de la elevisén es siempre una economia politica, que necesita estudiar no so los «precios» del sector, sus ageates ¥ mecanismos de fijacién, sino cambiéa la ar- ‘iculacién del mercado con el Estado en cada espacio y tiempo his- ‘cio determinado, incluyendo sus vertencessocioculeurales sa es en defiaiiva la perspectiva y la ambiciéa de este libro: ‘nereduci al lector interesado en el fenémeno televisivo desde la iocidad a la dinkmica econémica. Pero sia olvidar el marco poli- ‘eo-culeural que condiciona necesariamente en cada caso esas gicas de mercado, de costes y beneficos. ¥ sin caer campoco en 1na vision mediacéacrica de la televsiéa que enmascare su inte- ‘aciéa inevitable en la sociedad. En definitva, la elevisi6n como lemenco fundamental de una economia de mercado y como re- so de sus realidades, pero cambiéa como agente y colaborador + buena parte de sus transformaciones. i i n La televisién econémica Una economfa muy particular La primera constataci6n necesatia en el sector televisivo essa ‘acuraleza compleja, compuesta por actividades de muy distineo signo: La produccién de contends © programas audiovisuales que ddeben alimentar la ella de programaciéa. ~ Le propramacién 0 empaquetado de programas distribuidos fn una secuencia temporal, como operacin central de las ‘empresas operadoras 0 difusoras que, por definiciéa, llama- ‘mos televisiones. ~ Le difusin de la etal en una determinada zona de cober- Algunos aurores han distinguido asf entre un «mercado pri- ‘mario» en el que las televsiones se aprovisionartan de los imputs de programas, y un mercado secundario en el que los difwsores dlistribuyen la «mercancia» programacién alos expectadores (Kopp, 1990: 5). Podria aftadirse un mercado «terciario» que incluitia la ddisevibucién y comercializaci6n televisiva. Tal diferenciacién ‘iende a destacarjustamente las muy diversas dindmicas que atra- viesaa la televisi6n, pero minimiza sus interrlaciones (Orra perspectiva stil, que asimila la «fibrica tlevisi6n» a la de cualquier otro tipo de producto, percibe esas diversas activi- dads como un proceo ene qu la produccida de progam as smaterasprimas)esarian stuadas en el monte desde donde el ‘proceso productivo corre hacia el valle en donde se ubicarian las actividades de elaboraci6a del producto acabado (la rejila de pro- ‘gramaci6o) y su comercalizacin y distibuci6n, Se subraya con csta mecifors, stil como veremos para analizar cambién otros sapartados de la economfa televsiva, a aticulaci6n y unidad de ‘una serie de actividades que concurren a la arquiectura del sec- tory ala economia de la televisi6n. Las notables especificidades de esa economia nacen sin embar- 10 de otros aspectos dela producciay el consumo de la telesi- sin, en especial de su naruraleza eéenica como seal distribuida ‘por ondas hertianas en su forme incial y todavia dominance, que Ja configura como un bien inmateral, un «servicio». De esta for- ‘ma, como han destacado autores de muy diferenes escucas, a te- levisia es un tipico «bien piblicos, accesible gratuitamente en principio a todos los consumidores (salvo, naturalmence si se co- dlfca I sefil) y cuyo consumo no destruye el producto ai impide su disfate por otros consumidores. Es por lo tanto un servicio inagorable. Ademés, y precisamente por ello, aunque sus costes fijos (abricacién y puesta a punto de su programaci6a) sean ele- ‘ads, el coste marginal suplementario para llevar el producto & ‘cade nuevo consumidor ~dada una determinads red y cobereura— ‘snulo (Collins, Garam, Locksley, 1986; Kopp, 1990: 13-19). De estas singularidades dela tlevsin se obtienen imporan- ts conclusiones de orden peictico que han estado en la base de buen ‘iimero de debates en la Gtimas décadss. Porque si Ia tlevsi6n, polucto costoso como hemos sefialado, no puede cobras ni su ‘consumo dscriminarse vi precios, es evidente que séloel Esado puede hacerse cargo de su mantenimiento, gestién y desarrollo. Y si cada cadena tlevsiva una ver realizado el gasto ye iesgo dela fa- bricacin de su programacién, silo tiene que gana ela expansién _mxima de sus audiencias, estamos ante un caso claro de economias ‘de esa ilimitadas, de fuerte reduc de los costes unitarios por consumidora través de a maximizacién desu nimero, que cond : Se polio, Por ambas razones vinculaas, la celevisin ha de susraerse als reglas normales de una economia de mercado. “ales particlaridades de la economfa en la televisén ban raid desde ace as la stencin de escuelas empefiadas en ha- lar, desde el punco de vista dela eficienca de los recursos y dela maim scsfcci del usuario, la soluci6n ideal la estructura y gestidn dela televisi6n. Diversos autores intentaron as{ mode- liar los resultados de la competencia entre un admero limitado de cadenas en competencia (tres frecuentemeate, como ocurfa durante alot en Estados Unids) par concluir que la bésqueda del ‘ximo benefci en el mercado impulsari a todas las cadenas ‘ concentare enn mismo tipo de oferta dirgida a as audien cias mayoriaras, consiguiendo asf un norable desplfaro de re- casos yuna minima satsfacién de ls audiencis (homogenei- 2aci6a de la programacién sobre el denominador comin menos sechuzado)( Owen, Bebee, Manning, 1974; Kopp, 1990:13-42; 144. 164), La conclusién frecuene de esos estadios era que la opcién mis favorable conssiaen el monopoio, aunque no fltaran quie- ‘es, sin tener en cuenta las posbiidades Financiers de cada merc do, propagnaroa un nimeroindefnido de cadens en comperencia como formula para sarsfacer los incereses de todos los segmentos 1 minorias de los consumidores, Por una u ocr vas legaba a una formulacién similar ala que durante afosreiné en la tora econémica en otros determinados secrores de actividad, como las elecomunicaciones. La teora del “rmonopolio natural, excep ala rela general dela bce com petencia po el mercado, designabajustamente actividades en las due el importante ahorro en os costes representado por las econ- ‘las de esalapermitia una mayor eficiencia de recursos en el caso de a produccin por una sola empress mientras quelacompeten- ia significa un fuerte desplfarr de recurs temporal, en tanto 1a dinémicaeconémica no llevase icevitablemente al monopoio. ‘Ademés, se aaa con frecuencia, ess actividades estaban mazca- das por la ripida innovacia teenalgicay, en conseuenci, por las {a teen erméen ‘ngetes iverson: fequetids en coniuiad, expusas que podia dar mejor el ahorto y a efciencia del monopolio. Perola era del monoplio natural oe deni auca ne cesaiamente con a tlre ola esp, io de hecho enlguncs pats «empress pica qu uch oo fo bj el mane deemed y Je cogent cet gener Adem tei a sid consada creme tea ls kina dca. En no oc coo resucve lcae tia pinata y fundamestal qu eneros que planets sate cualuie sii ernie qin ene quai olo que lo mismo qué tanacin confirma un aot de cided Y seul ier de das espa geod uivealha levdo 2 confiuions ootbls, porque ext spun depende ecesie tmene dela irae ya finncincind endacio de levi, La teansaccién econémica de la televisi6n: equé vende? + Lacelevisisn piblica Gon financiaciéa pablica coal o hegeménica no vende nada a nadie. En su forma dominante de fnancaci por un canon o im puesto especfico, se dirge al ciudadano, que paga por la dspo- nibilidad de unas programaciones protegidas de la presi co- ‘mercial incluso en el cso de que no las consuma. ¢ Latelevisién publicitaria ‘Vende, sega una version ya clésica y ampliamente divulgada, 4a udiencia producida en paquetes homogéneos precisot a los snunciantes (Smythe, 1977). Sin embargo, esa afirmacién que te- i i a teleitin econ a te la ventaja de destaca al primer cliente de la celevsign publi- citaria y que cechaza la hipécesis de un «doble» mercado (como © en la prensa), ba sido ampliamente critcada y matizada. Se ha ppunculizado sf que as adenas comerciales ao buscan maiemizar ‘suaudienca sno incrementa su rendimiento—su «calidad» como consumidores-, que veaden realmente tiempos de comunicaci6a, comuniacones de menses Parcuelles, 1993:99) incluso tiem por de acacia de sus espectadores. Es mds, la pica cenrada nla «product de audiencia» como auténtco objetivo central de las elevisiones comerciales ha sido acusad de economicsmno ‘con az, poque ocultael papel poltcoridel6gico dea celevi- si6a, omnipresent en todos os sistemas televisvos yen todos los pases Beaud,Fichy, Sauvage, 1991). En todo caso pues, ras una aparene opeacidn de cucque, se encontrar una soistcadaf- ‘mula de sancacineaptalisca que, asu vez, oculea una sste- smética opercin de r-produccién ideolégica En cualquier caso, aos encontramos en esta elvis con un verdadero mercado, ene qu el operadoe se consteuye en «autén- ‘ica miquina de caasformas invesioes en programas en ingrescs sacados de a andiencia de esos programas» (DiberderCoste-Cer- dan, 1990), y en donde el espectador-iudadano ha sido sustituido por el consumidor (ltelespectador en cuano comprados de otroe productos y servicios). Aunque «50 no elimine la contradiceiéa ‘mayor apuntadeancerioemence: elementos concets y costae le progranas- que se offecen «graitamente>, mientras ques cO- ban carols elementos nd inmaterilesy dificiles de evalua, deci In audienciay Ia atencin de los especadore. # Latelevisin de pago Finalmente, vende la dsponibilidd (en el sbooo) oe coasu- smo efectivo de unos programas exclusivos. ¥ se ditige no al ciu- dadano ai al consumidor genera, sino al espectdor-ciéne, al mismo tfralo que en cualquier oto producto o servicio.

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