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CAPITULO 3: i LOS ACTOS LINGUISTICOS BASICOS* ANTECEDENTS: ‘Tal como lo hemos sealado previamente, segin nuestra ONTOLOGIA DEL Telcameto ena sda primer en ENGUAJE Sere Pesca wal computed enon dot duro de 40 MBs, estas frases se entienden normalmente sabieig | ime desepionen de ae propiedad de ates Shto fel marten pasado extn nese, compstador. | Cobnd Sige temtono snshisiny gnc, et | SattSteetenden como descripeiones de sentimentos. ‘Nuestro send comin da porsentado que ellengus | __jedbctbeclentad dela ons, ata concecion supone wesc iaelided ya ett cht mucho antes que el lenge, | iolgue hace at lenguaje ee simplemente deserbile, | Znabidraerelia'sesupone que el pepe del lenguae es | SMfet tenguaje sempre lege tarde, cuando seal Fad yesehectablecido, yaa Scwpedo su propioluger | ——-Pard'tnte, prtmero viene la senda, denpucs ellen fanjeElpepeldellenguajepareiera sere de dar cuenta | Beibennente | ata es una interpretacién muy antigua del lenguaje, | cuyovorlgen se remonta a lov aniguos gregos. Es fan ! i | ‘leja que normalmente olvidamos que se trata de una interpretacién, Adin mas, legamos incluso a pensar que esta interpretacin es, en verdad, una descripcién de lo ‘Que es el lenguaje y, porlo tanto una fil representacién de $u propia «realidad. RAFAEL ECHEVERRIA ay agiadecido al De. Fernando Fores y « Business Des otrioe de lou derechos de ator de tabsjs en oe {gee cebnss ere segment, por permite gentlimente hacer ro en ‘Sie br delargasseclones de tates tabaou z & g 6 Esta interpretacin, tan largamente sostenida, ha sido seriamente cuestionade desde la segunda mitad del pre- Sente siglo con la aparicién de una rama de la filosofia Tamada la filosofia del lenguaje y, muy particularmente, a partirde as contribuciones tardias del filésofo austria- co Ludwig Wittgenstein. La filosofia del lenguaje pronto planteé que cuando hablamos no solamente describimos una realidad exis- tente; también actuamos. El lengua, se sostuvo, es ac- ign. Tomemos tn ejemplo. Cuando decimos a alguien Te felicito», no estamos describiendo una felicitacién, estamos realmente haciéndola. Estamos realmente ejecu- tando el acto de felictar. El fildsofo briténico .L. Austin fue el primero en destacar esta cualidad activa del len- gusje o, empleando sus propias palabras, la naturaleza Sejecutanter (‘performative’) del lenguaje. Se dio cuenta Geque aun cuando describimos, estamos shaciendo» una Geseripeién y, por lo tanto, estamos actuando. tro avance importante lo produjo el fildsofo norte- americano, John R. Searle, quien propuso—de una forma ‘que nos recuerda las indagaciones deos antiguos sofistas, Briegos y muy particularmente de Gorgias— lo que lla- no una taxonomia de los actos de habia. Segin Searle, Cuando hablemos, ejecutamos un niimero restringido tespecifico de acciones. Estas acciones las lamé actos de hhablaw, Nosotros los Ilamaremos actos lingisticos, ya ‘que estos actos pueden también ejecutarse en forma no verbal ‘Searle sostuvo que, sin importar el idioma que hable- mos, sea éste expatiol, inglés 0 chino, siempre ejecutare- ‘mos el mismo mimero restringldo y especifico de actos lingaisticos. Quizds no sepamos hablar chino, pero sabe- _mos, seguin Searle, ue cuando los chinos hablan ejecu- tan el mismo tipo de acciones que hacen los mexicanos, Ios ingleses 0 10s rusos, Todos los seres humanos, independientemente del idioma que hablamos, al hablar hacemos afirmaciones, hacemos declaraciones, hacemos, peticiones, etegtera. Estas acciones lingtisticas son uni- 70 \ i i vversales. Las encontraremos en todos los idiomas, sea ‘cual sea el lenguaje especifico que se hable. La propos cién de Searle reviste la mayor importancia. Ahora pode- mos observar el lenguaje y distinguir las diferentes ac- iones que ejecutamos cuando nos comuntcamos. Gracias @ estas contribuciones —y a otras que no es del caso tratar aqui— una interpretacién generativa y activa del lenguaje ha progresivamente sustituido nues- tia vieja interpretacién pasiva del lenguaje que lo res- tringia a su carécter descriptive LOS ACTOS LINGUISTICOS La presentacién de los diferentes actos ling sticos que haremos a continuacién, simulténeamente se apoya, a la vyez que se aparta de la propuesta realizada por John R. Searle. Insistimos, por lo tanto, en advertir que el trata- miento que haremos de los actos lingisticos no corres~ ponde a aquél hecho por el filésofo norteamericano, sino {Gue representa una elaboracién efectuada a partir de su Propuesta Afirmactones y declaraciones [Al observar el habla como accién, es més, como una ‘accion que siempre establece un vinculo entre la palabra, por un lado, y el mundo, por el otro, cabe preguntarse lo Siguiente: cuando hablamos, zqué tiene primacia? El mundo ola palabra? En otras palabras, jcudl de los dos "la palabra o el mundo— conduce ia accién? ,Cudl podriamos decir que «manda»? Estas preguntas tienen el Indrito de Ilevarnos a establecer una importante distin- Gon: a veces, al hablar, Ia palabra debe adecuarse al ‘mundo, mientras que otras veces, ol mundo se adecua a Ia palabra, ‘Cuando se trate del primer caso, cuando podamos sostener que la palabra debe adecuarse al mundo y que, por lo tanto, el mundo es el que conduce a la palabra, fablaremos de afirmaciones. Cuando suceda lo contra- to, cuando podemos seAalar que la palabra modifica al ‘mundo y que, por lo tanto, el mundo requiere adecuarse na 4 lo dicho, hablaremos de declaraciones. Lo importante de esta distincidn es que nos permite separar dos tipos de facciones diferentes que tienen lugar al hablar: dos actos lingtisticos distintos. Habiendo efectuado la distinci6n, examinemos a continuacién cada uno de sus términos por separado. 2) Afirmaciones Lasafirmaciones corresponden al tipo de actolingaistico, que normalmente llamemos descripciones. En efecto, Giles parecen descripciones. Se trata, sin embargo, de proposiciones acerca de nuestras observaciones. Cree- ‘mos importante hacer esta aclaracién. "Tenemos el euidado de no decir que las afirmaciones escriben las cosas como son, ya que, como hemos postu- lado, nunca sabemos cémo ellas son realmente. Sabemos solamente como las observamos. Y dado que los seres ‘humanos comparten, por un lado, una estructura biol6- gica coman y, por el otro, la tradicién de distinciones de fu comunidad, les es posible compartir Io que observan. ‘Cuando nuestra estructura biolégica es diferente, ‘como sucede por ejemplo con los dalt6nicos, no podemos hhacer las mismas observaciones. Lo que es rojo para uno puede ser verde para otro. :Quién tiene la raz6n? ,Quién fests equivocedo? {Quién esté més cerca de fa realidad? Estas preguntas no tienen respuesta. S6lo podemos decir ue estos individuos tienen estructuras biolSgicas dife- Fontes. El rojo y el verde sélo tienen sentido desde el ‘punto de vista de nuestra capacidad sensorial como es ecie para distinguir colores. Las distinciones entre el ojo y el verde s6lo nos hablan de nuestra capacidad de reaccign ante el medio externo; no nos hablan de le realidad externa misma. Los seres humanos observamos segiin las distincio- nes que poseamos. Sin la distincién mesa no puedo ob- servar una mesa. Puedo ver diferencias en color, forma, texture, etcéters, perono una mesa. Los esquimales pue- den observar mas distinciones de blanco que nosotros. {La diferencia que tenemos con ellos no es biolégica, n Nuestras tradiciones de distinciones son diferentes. Por Io tanto, la pregunta {Cudntos tonos de blanco hay resl- mente alli? s6lo tiene sentido en el contexto de un determinada tradicién de distinciones. ‘De manera similar, no podemos hablar de martes, Madrid y sol sin las distinciones martes, Madrid y sol. “Alguien que no tenga estas distinciones no puede afir- ‘mar «#lizo solel martes pasado en Madrid. gQuuién tiene taxon? 2Quién esta equivocado? {Quién esté mas cerca Ge la realidad? La persona que tiene las distinciones? ;O la persona que 20 las tiene? Estas preguntas slo tienen sentido para las persons que comparten el mismo con- junto de distinciones. Desde este punto de vista, es vsli do decir que vivimos en un mundo lingiistico. Las afir- Imaciones se hacen siempre dentro de un «espacio de distinciones» ya establecido. Como los seres humanos podemos compartir lo que observamos, suponemos que ésta es Ia forma como son realmente las cosas. Pensamos que, silo que yo observo pareciera ser lo mismo que observa mi vecino, tendré que Ser que las cosas son como ambos las observamos. Pero esta conclusign et obviamente discutible. Aungue mi vvecino y yo compartamos las mismas observaciones no podemos decir que observamos las cosas como realmen- fe son. Solamente podemos concluir que compartimos las tismas observaciones, que observamos 10 mismo. Nada més. La dnica deseripcién que hacemos es la de nuestra observacién, no la descripcién de la realidad. ‘Sin embargo, basindose en esta capacidad comin de observacién, los seres humanos pueden distinguir entre ffirmaciones verdaderas o faleas, Esta es una de las distinclones més importantes que podemos deducircuan- do tratamos con afirmaciones. Es necesario advertir, sin embargo, que la distincién entre lo verdadero y lo falso s6lo tiene sentido al interior dde un determinado sespacio de distinciones» y, por lo tanto, sdlo bajo condiciones sociales hist6ricas determi- nadas. Ella no alude a la «Verdad» (con maydscula) en ‘Caanto aprehensidn del «ser» de las cosas. La distincién 7 entre lo verdadero lo falsoes una convencién social que hhace posible la coexistencia en comunidad. ‘Una afirmacin verdadera es una proposicién pare la ‘cual podemos proporcionar un testigo. Un testigo es un iemtbro cualquiera de nuestra comunidad (con quienes Compartimos las mismas distinciones) que, por estar en fl mismo lugar en ese momento, puede coincidir con fnuestras observaciones. Al decir «Hizo sol el martes pasedoen Madrid», lamaremos verdadera a esta afirma- Eign si podemos demostrar que alguien, con quien tene- ‘mos distinclones comunes, habiendo estado allel mar- tes pasado, comparti lo que observamos. as afirmaciones no sélo pueden ser verdaderas, pue- den también ser falsas. Una afirmacién falsa es una pro- posicign sujeta a confirmacién, pero que cualquier testi- fo, cualquier persona que hubiese estado alld en esa ‘Seasién, podria refutar. El acto lingifstico de decir «Llo- ‘Vid el martes pasado en Ciudad de México» es una afir- -macién,a pesar de que este hecho pueda ser refutado por ftros que hayan estado allé ese dia. Si es refutado, va a seguir siendo una afirmacién, pero faa. 'No todas las afirmaciones, sin embargo, pueden ser separadas en la préctica en verdaderas ofalsas. Algunas, ‘Yeees no se pueden confirmar por no exist las condicio- ‘nes necesarias para su corroboracién. ‘Los pronésticos del tiempo constituyen buenos ejem= plos. Si alguien dice «Va a llover mafana», hace una Ifirmacién Se trata de una proposicién que esta sujeta a Confirmacién. Sin embargo, tendremos que esperar hasta fnafiana para determinar si esa afirmacion es verdadere 0 false. En el intertanto au calidad va a ser de indecisa Por regla general, as afirmaciones acerce del futuro tlenen la calidad de indecisas. ‘Cuando hacemos afirmaciones acerca de! pasado, puede ocurrir algo similar. Si decimos, por ejemplo, ENev6 en Bariloche el 10 de abril de 1415, ésta es une afirmacion, Tedricamente puede sercorroborada. Ess, se sigue tratando de un tipo de proposicién en la que la palabra debe adecuarse al mundo y, pot lotento, se trata m dde una afirmaci6n, En la préctica, sin embargo,no vamos ‘encontrar a nadie que haya estado presente alld en ese ‘momento y 0 existen registros con observaciones de festigos. La calidad de esta aflrmacién (si verdadere 0 falsa) también permanecerd indecisa ‘Cada vez que ejecutamos un acto lingtistico adqui mos un compromise y debemos aceptar la responsebili- dad social de lo que decimos. El hablar nunca es un acto inocente. Cada acto lingiistico se caracteriza por involu- crar compromisos sociales diferentes. En el caso de las afirmaciones el compromiso social guarda relacién con la necesidad de establecer de manera efectiva que la pala- bra cumple con Is exigencia de adecuarse e las observa- clones que hacemos sobre el estado de mundo. or lo tanto, cuando afirmamos algo nos comprome- temos con Ia veracidad de nuestras afirmaciones ante la comunidad que nos escucha. Contraemos una responsabili- ‘dad social por su veracidad. En otras palabras, nos compro- ‘metemos a la posibilidad de proporcionar un testigo que Corrobore nuestras observaciones o,en su defect, de curm- ir con cualquier otro procedimiento que, en la comunidad la que pertenecemos, se acepte como evidencia. ‘Cuando hacemos afirmaciones hablamos del estado ‘Ge nuestro mundo y, por lo tanto, estamos hablando de un ‘mundo ya existente, Las afirmaciones tienen que ver con lo ‘que liamamos normalmente el mundo de los «hechos b) Declaraciones Muy diferente de las afirmaciones es aquel otro tipo de acto lingiifstico llamado declaracién. Cuando hacemos declaraciones no hablamos acerca del mundo, genera- ‘mos un nuevo mundo para nosotros, La palabra genera tuna realidad diferente. Después de haberse dicho io que se dijo, el mundo ya no es el mismo de antes, Este fue transformado por et poder de la palabra ‘Tomemos un clasico ejemplo histérico. Cuando un _grupo de personas se reuni6 en Filadelfia enjulio de 1776 ¥, asumiendo la representacién de las 13 colonias ingle- sas en Norteamérict, dieron a conocer al mundo un texto que comenzaba dicienda: «Cuando en el curso de los 75 acontecimientos humanos, lega a ser necesario para un. [pueblo el disolver los vinculos politicos que lo conecta Fan con otro ..», ellos noestaban hablando wsobre» lo que Sucedia en el mundo en esos momentos. Estaban creando tun nuevo mundo, un mundo que no existia antes de realizarse la Declaracién de Independencia de los Esta dos Unidos de Norteamérica ‘Las declaraciones no s6lo suceden en momentos muy. ‘especiales de la historia. Las encontramos en todas par- tesa lo largo de nuestra vida. Cuando el juez dice «ino- Ccenteln; euando el &rbitro dice «jFueral»; cuando el oft ‘lal dice «Los declaro marido y mujer»; cuando decimos fen nuestra casa «Es hora de cenar»; cuando alguien crea ‘una nueva compafta; cuando un jefe contrata o despide a alguien; cuando un profesor dice «Aprobado»; cuando tuna madre dice a su nifio «Ahora puedes ver televisiGn», ten todas estas situaciones se estén haciendo declaracio- nes. Y en todos estos casos, el mundo es diferente des- pués de la declaracién. La accién de hacer una declara- ign genera una nueva realidad. ‘En eada tno de estos casos, ia palabra transforma al mundo. Una ver que una declaracion fue hecha, las cosas Gejan de ser como eran antes. En cada una de estas instancias, el mundo se rearticula en funcién de! poder dde Ia palabra, Cada una de ellas, es un ejemplo de la capacidad generativa del lenguaje. Se trata de situacio- nes concretas en las que podemos reconoceraslimitaciones. Ge nuestra concepein tradicional, que concibe al lenguaje ‘como un instrumento fundamentaimente pasivo. Las declaraciones nos acercan a lo que cominmente asociamos con el poder de los dioses. Son la expresién. mAs clara del poder de la palabra, de que aquello que se dice se transforma en realidad; que la realidad se transfor- ‘na siguiendola voluntad de quien habla. Noesextrafio, por Io tanto, constatar cSmo, en nuestra tradicién judeo-ristia- na, se sostiene que en el inicio slo existia la palabra y que fue precisamente la palabra, como nos lo relata el Génesis, aque crea el mundo a través de sucesivas declaraciones. «Hagase la luz», declaré Dios, y la luz se hizo. 76 Las declaraciones no estin relacionadas con nuestras capacidades compartidas de observacién, como aconte- Gia con las afirmaciones. Estén relacionadas con el po- der, Solo generamos wn mundo diferente a través de inuestras declaraciones ai tenemos la capacidad de hacer- las cumplir. Esta capacidad puede provenir de la fuerza ‘ohabernos sido otorgada como autoridad. La fuerza nos, obliga a inclinarnos ante una declaraci6n y acatarla por- (que queremos evitar el riesgo de desintegraci6n. La au {oridad es el poder que nosotros o la comunidad otorga a clerlas personas para hecer declaraciones vilidas. Ambas, Ia fuerza y la autoridad, son expresiones de poder. ‘Volvamos a nuestro primer ejemplo, la Declaracion de Independencia de los Estados Unidos. Cuando los ingleses supieron della, evidentemente nola aceptaron de inmediato. Para ellos ésa no era una declaracién véll- dda sino un acto de arrogancia de algunos de los sdbditos dela Corona, ¥ asi se los hizo saber el rey Jorge Il. Sin embargo, comola historia ha demostrado, losingleses no tuvieron suficlente poder para oponerse a esa declara- cign y, al fina tuvieron que aceptarla. Esta declaracién tuvo vigencia porque aquellos quella hicieron tuvieron el poder de asegurar su cumplimiento y validez El caso de un oficial que celebra un matrimonio es diferente. En este caso, hemos otorgado a un funcionario Ia autoridad para hacer la declaracién. Si alguien sin auloridad dijera «Los declaro marido y mujer» no toma- amos en serio lo que esa persona dice. E mundo no cambiaria después de esa declaracién. Sin embargo, el mundo no permanece el mismo de antes —no para la pareja que se esté casando ni para la comunidad en la cual Se efectla el matrimonio— cuando la declaracién es hecha Dor un oficial investido de Ia autoridad para hacer. Las declaraciones no son verdaderas ofalsas, comolo eran las afirmaciones. Ellas son vélidaso invélidas segiin tlpoder dela persona que las hace. Esta es una distincién fundamental cuando nos ocupamos de las declaraciones. ‘Una declaracién implica una clase diferente de com- promiso del de las afirmaciones. Cuando declaramos ” algo nos comprometemos a comportarnos consistente- ‘mente con anmueva realidad que hemos declarado, Elofcal {que celebré la ceremonia por ejemplo, no puede decir mas tarde que realmente no queria decirlo que declar6, sin sufrir Jas consecuenclas de un actuar inconsistent. Cuando hacemos una declaracién también nos com- prometemos por la validez de nuestra declaracién. Esto Significa que sostenemos tenet la autoridad pare hacer taldaclaracién y que ella fue hecha de acuerdo a normas socialmente aceptadas. La autoridad ests generalmente Timitada anormas sociales especificas. La persona a quien se le otorgé autoridad para hacer una determinada de- claraci6n debe, comiinmente, cumplir con ciertos requi- sitos para poder hacerla, Un jurado, por ejemplo, tiene la autoridad para declarar un veredicto de inocencia, pero para hacerlo debe cumplir con normas sociales clara- mente esteblecidas. ©) Algunas declaraciones fundamentales en la vida Hemos dicho que para hacer determinadas declaracio- nes es necesario tener la debida autoridad. Sin que tal autoridad haya sido concedida, estas declaraciones no tienen validez y, por lo tanto, no tienen tampoco eficacia Sin embargo, hay un vasto vango de declaraciones que no requieren de una concesién social de autoridad, sino que estén asociadas ala propia dignidad dea persona humana. ‘Asi como el dignatario, por ocupar una posicién de autoridad, tiene el poder para efectuar determinadas declaraciones que la sociedad reserva slo para algunos, dela misma forma, toda persona humana tiene el poder de efectuar determinadas declaraciones en el émbito de Ia propia vida personal y en cuanto ejerza tal poder asienta su dignidad como persona. Una sociedad de hombres y mujeres libres es precisamente aquella socic~ dad que reconoce y sanciona socialmente los derechos que guardan relacién con la dignidad de la persona umana. Ello se relaciona directamente con el reconoci- lento de que el individuo, por el simple hecho de serlo, tlene autoridad para efectuar determinadas declaraciones. 8 ‘A continuacién vamos a referimos aun conjunto de declaraciones que pertenecen a este Ambito de autoridad personal. Nos restringiremos s6lo a seis, conscientes de que podriamos afadir varias mds. La declaraci6n del «No» El decir «No» es una de las declaraciones més importan- tes que un individuo puede hacer. A través de ella asien- tatanto su autonom{a como su legitimidad como persona J, por lo tanto, es Ia declaracién en la que, en mayor {rado, comprometemos nuestra dignidad. En cuanto in- dividuos, tenemos, podemos arrogarnos el derecho de hno aceptar el estado de cosas que enfrentamos y las ‘demandas que otros puedan hacernos. Este es un dere- cho inalienable que nedie puede arrebatarnos. En mu- ‘chas oeasiones, sin embargo, el precio de decir que no es alto y depende nuevamente de cada uno pagarlo o no. Pero, aunque el precio sea alto, como individuos pode- mos seguit ejerciendo nuestro poder de decir que no. Muchos de nuestros héroes, muchos de nuestros santos, son personas las que admiramos porque estuvieron ispuestos a pagar con sus vidas el ejercicio de este derecho. Existen dos importantes instituciones sociales que descansan en el reconocimiento social del derecho de los individuos a decir que no: la democracia y el mercado. ‘Ambas descansa en el derecho del individuo a escoger ¥ todo derecho a escoger se sustenta, en ltimo término, en el derecho a decir que no. Obviamente no se trata de las tinieas instituciones sociales en las que este derecho se ‘manifiesta, ni se trata tampoco de sostener que no poda- ‘mos reconocerles Limitaciones. Pero analizar esto nos sacaria del tema que estamos tratando. ‘Ms allé de héroes y santos, de la democracia y el ‘mercado, queremos destacar la importancia de la decla- racin «No» en la vida cotidiana de cada persona. Cada vez que consideremos que debemos decir «No» y no lo digamos, veremos nuestra dignidad comprometida. Cada, vex que digamos «Nor y ello sea pasado por alto, consi- 79 deraremos que no fuimos respetados. Esta es una decla- racién que define el respeto que nos tenemos a nosotros mismos y que nos tendrin los demés. Es una declaracién ‘que juega un papel decisivo en el dar forma a nuestras relaciones de pareja, de amistad, de trabajo, a la relacién. ccon nuestros hijos, eteétera. De acuerdo a cémo ejercite- ‘mos el derecho a le declaracion de «No», definimos una ‘otra forma de serena Vida. Es més, definimos también uuna u otra forma de vida. ‘Ladeclaracién de «No» puede adquirir formas distin- tas. No siempre ella se manifiesta diciendo «Nov. A ‘veces, por ejemplo, la reconocemos cuando alguien dice ‘Bastaly, con lo cual declara la disposicién a no aceptar To que se ha aceptado hasta entonces. Ella se refiere, por lo tanto, a un proceso en el que hemos participedo y al que resolvemos ponerle término. También reconoceros claNow cuando alguien dice «Esto no es aceptable para imi y, al hacerlo, le fija al otro un fmite con respecto alo que estamos dispuestos a permiticle jn de aceptactén: el «Si El -Sis pareciera no ser tanppoderoso comoel «No». Después ddetodo la vida es un espacio abierto al «Si. Es, como dirfan los especialistas en computacion, la declaracion que opera “por omisién» (by dfaul). Mientras no decimos que «No», rnormalmente se asume que estamos en el «Si». Sinembargo, hay un aspecto extremadamenteimpor- tante con respecto al oSis que vale la pena destacar. Se tefiere al compromiso que astmmimos cuando hemos di- cho «Sin o su equivalente «Acepto». Cuando ello sucede pponemos en juego el valor y respeto de nuestra palabra Dado que sostenemos que somos sereslingiisticos, seres ‘que vivimos en el lengua, se comprenderé a importan- ia que atribuimos al valor que otorguemos a nuestros ‘Sin. Pocas cosas afectan més serlamente la identidad de tuna persona que el decir «Sin y el no actuar coherente- mente con tal declaracién. Un area en Ia que esto es ddecisivo es el terreno de las promesas. Sobre ello habla- remos mas adelante, La decl 80 La declaracién de ignorancia Pareciera que decir «No sé» fuese una declaraciOn sin mayor trascendencia. Algulen podria incluso argumen- tar que no se trata de una declaracién, sino de una afirmacidn y, en algunos casos, efectivamente puede ser ‘considerada como tal (cuando, por ejemplo, la comuni- dad —cualqulera que ella sea— establece consensual- mente eriterios que definen con claridad para sus miem- bros quién sabe y quién no sabe), Ello, sin embargo, no siempre acontece y, es més, en muchas ocasiones tampo- 0 es posible alcanzar ese consenso. La experiencia nos muestra cudntas veces solemos coperar presumiendo que sabemos, para luego descubrir Cuan ignorantes realmente éramos. Uno de los proble- mas criciales del aprendizaje es que muy frecuentemen- te no sabemos que no sabemos. Y cuando ello sucede, simplemente certamos la posibilidad del eprendizaje y ‘bordamos tn terreno pleno de posibilidades de apren- der cosas nuevas, como si fuera un terreno ya conocido. ‘Cualquier cosa nueva que se nos dice, queda por lo tanto atrapada en lo ya conocido o en la descalificacion prema- fura, Cuantas Veces nos hemos visto exclamando: «/S0- breesto yo séls 0 «Estos el viejo cuento de.» para luego, mucho més tarde, comprobar que escuchabamos presumiendo que sobre aquello sablamos, y descubrir ‘Gue nos habiamos cerrado a una posibilidad de apren zaje. Yhay quienes podrén morir sin que logremos con- vvencerlos de que no saben. ‘Declarar «No sé» es el primer eslabén del proceso de aprendizaje. Implica acceder aquel umbral en el que, al sienos, sé que no $6 y, por lo tanto, me abro al aprendi- zaje. Habiendo hecho esa primera declaracién, puedo ahora declarar «Aprender6» y, en consecuencia, crear un tespacio en el que me serd posible expandir mis posibili- ddades de accién en la vida. Nuestra capacidad de abrir- hos tempranamente al aprendizaje, a través dela decla- tacién «No sé», representa una de las fuerzas motrices més poderosas en el proceso de transformacién personal ¥ de creacién de quienes somes. at La declaracién de gratitud Cuando nifios nos ensefan a decir «Gracias» ya menudo miramos a esa ensefanza como un hébito de buena edu- cacién, una formalidad que facilita la convivenciacon los demas, No siempre reconocemos todo lo que contiene tesa pequena declaracién. Por supuesto, podemos decir Gracias» sin que ello signifique demasiado, aunque, Ingistimos, decirlono es nunca insignificante. Pero pode- ‘mos mirar la declaracién de «Gracias» como una oport- nidad de celebracién de todo lo que la vida nos ha proveldo y de reconocimlento a los demés por Io que hacen por nosotros y lo que significan en nuestras vidas, En este contexto, no podemos dejar de reconocer el poder generative de la accién que ejecutamos al decir Gracias». Cuando alguien cumple a plena satisfaccién on aquello a que se ha comprometido con nosotros y le ddecimos «Gracias», con elo no estamos sélo registrando tal cumplimiento, estamos también construyendo nues- trarelacién con dicha persona. No hacerlo puede socavar dicha relacién. No importa el tipo de relacién de que se trate, sea ésta sentimental, de amistad ode trabajo, agra- decer a quien cumple con nosotros o a quien hace suya anuestras inquletudes y actia en consecuencia, nos per~ mite hacernos cargo del otto y dirigimos a su propia inguietud de ser reconocido en lo que hace y de recibir nuestro aprecio por la atencién de que fuimos benefici dos, Por no agradecer, podemos generar resentimiento y Quien se eemeré en servirnos, en estar cerca nuestro, termina diciendo #Y no dijo ni gracias». Es muy posible que en el futuro no volvamos a contar, si puede evitarlo, con su ayuda. Pero no sélo las personas, la vida misma es motivo de gratitud y celebraci6n por todo lo que nos prove. Decir~ le «Gracias a la vida», como lo hace, por ejemplo, la bella, cancién de Violeta Parra, es un acto fundamental de regeneracién de sentido, de reconciliacién con nuestra existencia, pasado, presente y futuro. No nos puede extrafiar, por Io tanto, que algunas sociedades tengan 82 como una de sus principales actividades la celebracion de un dia de accign de gracias. Al declarar nuestra gr ud, no sélo asumimos una postura efrenter alos otros frente» aa vida. Al hacerlo, participamos en la genera- ‘ign de nuestras relaciones con ellos y en la de a propia ‘construccién de nuestra vida La declaracién del perdén Bajo este acépite incluimos tres actos declarativos dife- rentes, todos ellos asociados al fen6meno del perdén. Asi Como destacdbamos previamente la importancia de la declaracién de gracias, debemos ahora examinar su re- ‘verso. Cuando no cumplimos con aquello a que nos hemos comprometido o cuando nuestras acciones, sin que nos lo propusiéremos, hacen dafo a otros, nos cabe dSumir responsabilidad por ello. La forma como normal- mente lo hacemos es diciendo «Perdén». Esta es una declaracién. En espafiol, sin embargo, el acto declarative del per- don solemos expresarlo frecuentemente en forma de pe- tici6n. Decimos «Te pido perdén» o «Te pido disculpas». Con ello hacemos depender la declaracién «Perdén» que hhace quien asume responsabilidad por aquellas acciones {que lesionaron al otto, del acto declarative que hace el Iesionado al decir «Te perdono». Ambos actos son ex- taordinariamente importantes y nos parece necesario zo subsumir el primero en el segundo. {Lo importante de mantenerlos separados es que nos permite reconocer la eficacia del decir «Perdén» con Independencia de la respuesta que se obtenga del otro. En otras palabras, lo que estamos sefalando es que la responsabilidad que nos cabe sobre nuestras propias fcclones no la podemos hacer depender de las acciones de otros. El perdén del otro no nos exime de nuestra responsabilided. El haber dicho «Perdén», aunque el ‘otro no nos perdonara, tiene de por si una importancia mayor y el mundo que construlmos es distinto —inde- pendientemente del decir del otro— segiin lo hayamos 0 hho declarado, Obviamente, en muchas oportunidades el 83 ddeclarar «Perdén» puede ser insulficiente como forma de ‘hacernos responsables de las consecuencias de nuest acciones. Muchas veces, ademés del perdén, tenemos que asuinir responsabilidad en reparaz el dao hecho © fen compensar al otro, Pero ello no disminuye la impor- tancia de la declaracién del perdén. El segundo acto declarativo asociado con el perdén cs como lo anticipsramos, «Te perdono», «Los perdono> ‘o simplemente «Perdono»- Este acto es obviamente may Siferente del decir «Perdénm. A él vamos a referienos también cuando abordemos el tema del resentimiento. Sin embargo, permftasenos hacer algunos aleances al respecto, ‘Cuando alguien no cumple con o que nos prometiera ‘se comporta con nosotros de una manera que contravie- ne las que consideramos que son legitimas expectativas, ‘muy posiblemente nos sentiremos afectados por lo acon- tecido, Mas todavia si, luego de lo sucedido, la persona responsable no se hace cargo de las consecuencias de su. actuar (0 de su omisién). Posiblemente, con toda legiti- ‘midad, sentiremos que hemos sido victimas de une injus- ticia,¥ al pensar as, justificaremos nuestro resentimien- to.con el otro, sobre todo en la medida en que nosotros nos hemos colocado del lado del bien y hemos puesto al ‘otro del lado del mal. Por lo tanto, consideramos que tenemos todo el derecho a estar resentidos. De lo que posiblemente no nos percatemos, sin em- Dargo, es que al caer en el resentimiento, nos hemos [puesto en una posicién de dependencia con respecto a gulen hacemos responsable. Este puede perfectamente hhaberse desentendido de lo que hizo. Sin embargo, nues- to resentimiento nos vaa seguir atando, como esclavos, a ese otro, Nuestro resentimiento va a carcomer nuestra paz, nuestro bienestar, va probablemente a terminar ti- fendo el conjunto de nuestra vida. El resentimiento nos hace esclavos de quien culpamos y, por lo tanto, socava no sélo nuestra felicidad, sino también nuestra libertad. ‘como personas, 84 Nietzsche, ha sido el.gran flésofo del tema del resen- timiento, Cuende habla de él, lo asocia con la imagen de Ia taréntula. El resentimiento, nos dice Nietzsche, es la emocién del esclavo. Pero cuidado. No se trata de que los fesclavos sean necesarlamente personas resentidas. Mu- tchas veces no lo son, como nos lo demuestra el ejemplo Ge Epicteto, Se trata de que quien vive en el resentimien- to vive en esclavitud. Una esclavitud que podré no ser legal o politica, pero que seré, sin lugar a dudas, una ‘esclavitud del alma. ‘Perdonar no es un acto de gracia para quien nos hizo dato, aunque pueda también serlo, Perdonar es un acto eclerativo de lberacién personal. Al perdonar rompe- ros la cadena quenos ata al victimario y que nos mantie- rhe como victimas. Al perdonar nos hacemos cargo de ‘nosotros mismos y resolvemos poner término a un proce- So abierto que sigue reproduciendo el dasio que original- ‘mente se nos hizo. Al perdonar reconocemos queno slo el ‘otro, sino también nosotros mismos, somos ahora responsa- bles de nuestro bienestar. ‘Cuando hablamos de perdonar,suele surgir también ‘el tema del olvido. Hay quienes dicen «Yo no quiero ‘olvidar 0 «Siento que tengo la obligacién de no olvi- dar». Olvidar o no €s algo que no podemos resolver por medio de una declaracion. De cierta forma, no depende enteramente de nuestra voluntad. El perdén, sin embar- 0, es una accion que esté en nuestras manos. El tercer acto declarative asociado al perdén es, esta vvez,no el decir «Perdén»,nitampoco el perdonar a otros, sino perdonarse a si mismo. En rigor, ésta es una moda- lidad del acto de perdonar y, por fo tanto, lo que hemos dicho con respecto al perdonar aotros vale paral perdo- harse a sf mismo, La diferencia esta vez es que asumimos tanto el papel de victima, como de vietimario. ‘Una de las dificultades que encontramos en relacién al perdén a s{ mismo proviene de sustentar una concep- idn metafisica sobre nosotros que supone que somos de ‘una determinada forma y que fal forma es permanente. Por lo tanto, si hieimos algo irreparable ello habla de 85 ‘cémo somos y no podemos sino cargar con la culpa porel resto de nuestras vidas. Esta interpretacién no da lugar al reconocimiento de que en el pasado actuamos desde condiciones diferentes de aqueéllas en que nos encontra- ‘mos en el presente. Sin que ello nos permita eludir la responsabilidad por nuestras acciones y nos evite actuar para hacernos cargo de lo que hicimos, tal postura no reconoce que el haber hecho lo que entonces hicimos y el recriminarnos por las consecuencias de tales acciones, de por st, nos transforma y aquél que se recrimina suele ser ya alguien muy diferente de aquél que realizara aquello que Iamentamos. E1 perdén a si mismo tiene el mismo efecto liberador de que hablibamos anteriormente y hacerlo. una mani- festacién de amor a sf mismo y a ia propia vida. La declaracién de amor La dltima declaracién de la que queremos hablar en esta seccién es aquella en la que un individuo le dice a otro ‘Te amo» o «Te quiero», Sin entrar a examinar en esta ocasién lo quees elamor desde un punto de vista lingais- ico, es importante sefalar que éste remite a un vinculo particular, un tipo de relacién, entre dos personas. Dada a ya aludida capacidad recursiva del lenguaje podemos también hablar de amor a s{ mismo, referiéndonos preci samente al tipo de relacién que mantenemos con noso- {05 mismos. ‘Un supuesto comin es que el amor existe y que decir Te amo» no hace més que describir lo que esté all. Basados en tal supuesto, a veces escuchamos @ quienes dicen «JQué sentide tiene decirte que te quiero? Ello no ‘cambia nada». Es posible que ello no cambie la emocién ue uno siente por el otro, pero decirlo o no decirlo no es indiferente a la relacién que construimos con el otto, particularmente cuando este otro es también un ser hu ‘mano, El declarar «Te amo» 0 «Te quiero» participa en la construccién de mi relacion con el otro y forma parte de Ia creacién de un mundo compartido. 86 Es importante examinar nuestras relaciones persona Jes fandadas en vinculos de afecto —como lo son, por cjemplo, nuestra relacién de pareja, con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestros amigos, eteétera— y preguntamos cuén @ menudo solemos declararnos mu- fuamente el afecto que nos tenemos. Preguntarnos tam- bien qué diferencia le significaria al otro el escuchar esta, declaraci6n. Es importante no olvidar eémo el hablar — y, Por lo tanto, también el callar— genera nuestro mun- Yor Mientras escribo, recuerdo la pelicula inglesa “Remains ofthe Day», que viera unos dias atrés. El tema Central de la pelicula es precisamente la ausencia de la declaracién de amor. En ella vemos lo que sucede con dos personas que fueron incapaces de decirse el uno al otro Se amon, 4) Sobre la relacién entre las afirmaciones ylas declara- clones Hasta ahora, hemos identificado dos acts lingsticos, las afrmaciones y las declaraciones. Parecira, sin em- bargo, que ambos ae sitdan a un mismo nivel ys6lo se diferencian segin quien conduce la relacién palabra- ‘mundo, No habria ningin problema con ello, de n0 ser {que omite un aspecto que consideramos importante des- facar, Las declaraciones epresentan el acto Linghstico primatio por excelencia. Vale decir, el que crea as condi- Clones para la emergencia de los demds. Sin que ello {plique negar la distineién que hemos efectundo entre armacions y delraone, abe reconocer gus, sea ue tengamos afrmaciones, requerimos de un expeclo Aedarative en e cul elias e contituyen- "Tomemos un ejemplo para llustrar fo anterior. Decir

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