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fisicas de la armonia universal: peso, cohesi6n, rigidez y masa, cl juego de la luz y la sombra, forma y simetria. La pintura ea y la jardineria, el poder silencioso, en paz espiritual, Be la voluntad impersonal en la naturaleza; Ja escultara y la pintura de animales muestran el caricter de las especies. El Fesnudo en pintura y escultura expresa la gracia de la especie humana; y el retrato, como ya se ha di ble del individuo en cuanto especie en si mismo. La misica, no mite, tiene una funcion aparte, pues no se ocupa de las formas en el espacio, sino del tiempo, puro tiempo. No s, ‘como las demas artes, una expresion de lo que Platon denom sino de la voluntad misma, la voluntad del mundo, Ge la cual las «ideas» no son sino inflexiones. «Se podria denominar al mundo “mi asi como “volun- tad_encarn eseribié Schopenhauer, mando asi el antiguo tema de la misica de las esferas 'Y en el arte de la Gpera wagneriana, por Jo tanto, la misica debe expresar el sentido del tiempo pt de las escenas presentadas en el espacio exterior del escenario. Su relacién pom esas escenas es la misma que la de la voluntad con el 'y tanto en el sentido como en el efecto, equivale, por 1 la pociéa de amor, en virtud de la cual las dos intades de Isolda y de Tristin actuarén como una la muerte: han anulado -t del universo cambia: ica encarnada’ 1 goce supremo fet, Esta et [a semilla que posee v ‘Wagner, Tristar sd Ll, a0 sd, ope, HTO08A1870, may abreviado. CapiTuLo 3 LA PALABRA TRAS LAS PALABRAS 1. Lenguaje simbélico Las cosas més importantes no pueden ser dichas; las que son menos importantes se malinterpretan, Después, tenemos la conversacién civilizada; después, e] adoctrinamiento de masas; por tltimo, el itezeambio cultural. Procediendo asi Hegamos Hi problema de la comunicacion; es decir, la revelacion de la Nerlad y profundidad propias a la profundidad y verdad de Otro, de tal manera que se establezca una auténtica comunidad de existencia "Ya he dicho que la mitologia que estamos tratando en este volumen surge de la experiencia individual, no de un dogma, la ciencia, los intereses politicos o los programas para renovar la sociedad; y Ia clase de existencia sobre la que nos hablaban las palabras de Eloisa y Rabi’a, Gottfried, Dante, Wagner y Joyee, es la de la inocencia y la majestad del amor. No se me zecapa que sus experiencias eran distintas, y que lo que para Eloisa, Gottfried y Wagner era amor, Dante lo condenaba como lujuria en el Canto V del Infierno, Pero Dante nunca Gado de la inocencia y majestad de su propia emocién, y lo {que aqui estamos tratando no es lo que unos hombres pieasan de otros, sino la fuerza de sus es basadas en su experiencia; y est sentido que da Ortega y Gasset al términ dual», en oposicidn a wcrcencia colectivan: no la fe en lo que se rnos ha dicho que creamos o en lo que pueda ser oportuno 1 lopia cretiva creer para ganar dinero, fama o cargos politicos, sino la fe en la propia experiencia, tanto si se refiere a un sentimiento, un hecho, la tazn o una vision. Pues, como sefiala Ortega, NNo esté en la mano del hombre pensar y cree querer pensar de otro modo que como, en efecto, se piensa, y trabajar [talmente por cambiar de opinion ¢iaclsive consegu puede es confundir nero querer pensir de o Ja pensamos como queremes, Una de Is eienas del Renaci Teonando de Vinci, acu para sempre la ‘ml, gue! cbe pri regia, El que no pueda To que quiere, que 4) puedes! Los cultos y mitologias autorizados socialmente de las tradiciones clasica y medieval, asi como de otras primitivas y tales tenian por objeto inculear una creencia y, en gene- lo conseguian, En algunos casos notorios, su cfectividad era tal que determinaban la forma y el contenido de las ‘que un arbat haya sido sosprendido por una visién de Cristo, ni de una monja cristiana por la de Buda. La imagen del vehiculo de la gracia, al llegar desde profundidades insonda- bles en una vision, adopta el aspecto del simbolo mitico local del espiritu y, micntras tales simbolos actiten, su mantenimien- to no se puede cuestionar. Sirven de guia del individuo no | menos eficazmente que de soportes del orden social. No obstante, las mitologias wolectivas» no actaan asi en todos los ‘casos, Siempre ha habido individuos en quienes las formas cidn. Algunos se han desmoronado en la soledad o en el ‘manicomio; otros han acabado en la pira o ante al peloton de fusilamiento. Hoy, afortunadamente, la propia mitologia co- lectiva es le que se esti desmoronando en todas partes, dejando 1 gui peut!) que se ilumine a st jerto que las clinicas mentales estan llenas y que gue sea lo suficientemente sensato como para dirigir su mirada mis alld de su iglesia caida habri visto en el escenario del * Jout Orrege 9 pp. 88:89, Alianza, Mi o que quiets Se puede texperiencias personales mis profundas. Nadie ha oido todavia socialmente impuestas no han producido ni visién ni convie- Jos psicoanalistas soa millonarios. Sin embargo, todo aquel sit, En term « Gali, en Obras Completas, vol. Vi | britinica debidamente rida, en la que cada uno tiene la La Palabra tras las palabras mundo, que todavia esta despejdndose, una serie de poderosos jndividuos: la gran orden de los que en el pasado hallaron y en dl presente siguen hallando en si mismos toda la guia necesaria, Jas mitologias de este libro son las producciones, las revela- ciones —las cartas lanzadas al mar en una botella— de esos hombres y mujeres que han tenido el valor de ser congruentes en sus deseos y sus actos, en sus ideas y en sus manifestaciones. ¥ podemos dejar a Dios, a Dante, ai sacerdote oa la prensa gue los pongan en el Ciclo o en Infierno. Pero es mejor el Jafierno con el caricter propio que el Cielo con el de otro; pues precisamente eso seria hacer el Cielo del Infiemo, y el Jnfiesno del Cielo. Profesar opiniones que no sean las propias y vivir de acuerdo con ellas —sea cual sea la sensacién de_participar socialmente, de plenitud 0 incluso de euforia que ello produz ca— conduce inevitablemente a la pérdida del yo y a la falsificacion. Pues en nuestros roles publicos y creencias con. vencionales somos —después de todo— pritcticamente inter cambiables. «Ahi fuera» no somos nosotros mismos, sino, en 4 mejor de los casos, s6lo lo que se espera que seamos y, en el peor, lo que estamos obligados a ser. El designio de las ‘antiguas mitologias de integrar al individuo en su grupo, de grabar en su mente los ideales de ese grupo, moldearle de acuerdo con uno u otto de sus estereotipos y convertirle en un dliché totalmente seguro ha sido asumido en el mundo mode no por uns serie de instituciones seculares desmitologizadas y, pese a su ostensible tolerancia, coercitivas. No obstante, en telacion con este cambio se empieza a manifestar una nueva Jnquictud; pues con cl aumento de nuestra eficacia para el adoctrinamiento de masas, por una parte, y de nuestro interés occidental peculiarmente moderno en fomentar auténticos in- Gividuos, por la otra, muchos estan sufriendo una nueva y dolorosa experiencia al darse cuenta de cuin profundamente eterminados estin nuestros sentimientos, acciones, pensa- mientos ¢ incluso nuestra capacidad para la experiencia por las huellas, los estereotipos y los arquetipos de la esfera social. En su «obra del absurdo» La cantante calva, lonesco pone a tuna pareja briténica debidamente casada en una sala de estar 114 | Mitologia creativa extraha sensacion de haber visto 0 conocido antes al otro en algan sitio, Son extrafios. Y, en el mismo talante, T. S. Eliog Genuncia en su pocma wos hombres huecos» (1925) —coma habia hecho en La sierra baldia (1922)— que actualmente estamos tan vacios de valores que incluso a la hora en que temblamos de ternura labios que quessian besar forman oraciones a piedea rota’ En las memorables palabras del poeta expatriado: pat teal bodega seca de auestras provisiones sin color, En las regiones primitivas y orientales de autoridad y fe colectivas, se elevaba a la categoria de sobrchumano cl origen de las costumbres locales. Entre los primitivos, solian ser los ntepasados mitol6gicos de lz edad mitologica quienes habian ectablecido, de una vez pata siempre, todas las costumbres que sus descendientes debian respetar para que el mundo y ellos ismos perdurasen. En el lejano Oriente, asi como en Sumer ¥ ‘Akkad, Egipto y Babilonia, el orden social ortodoxo se consi- deraba una pieza mas del orden natural, establecido —como el movimiento de los planetas— en el contexto de una ley cosmica implacable, eterna e impersonal. Y, segun nuestra tradicion, los érdenes morales del Antiguo y el Nuevo Testa: mento fueron instituidos por la voluntad de un Dios Creador TS: Blot, «The Hollow Mens, pate 11, exatro limos verso. > Thid., parte 1. aS La palabra tras las palabras / 115, personal qu habita (como ha sefalado el obispo Robinson en Pevaliente librito Honest 20 Gad) en algan lugar «ahiv fuera 0 artiba. TFueron los griegos y los romanos y, més tarde, los celtas y Jos germanos, quienes se dieron cuenta de que las leyes que fogslan las vidas de los hombres son de origen human: 99 podicticas, sino convencionales, y, Por tanto, susceptibles de srr nodificadas por la voluntad humana para que convengan * los medios humanos. Hoy consideramos la filosofia Jos fines y sega y €! derecho romano, asi como el concept moderno de Grado secular, Jos grandes jalones de esta liberacion del hombre de la pesadilla de su propio pasado, Y com esta emitologizacion de las normas de la sociedad —su reduccion cert condicion de un marco convencional wil, ordenado * conalmente, en cuyo terreno neutral deben poder prosperar Gerintas formas de vida humana con los minimos obsticulos posibles— el centro moderno de suprema atencion ba pasado Fe erden social come wn fin al individuo. Sin embargo, se ha producido un retroceso patologico a los tiempos ¢ ideales Prraicos en ese vasto imperio eusoasiitico de despotismo fizantino modernizado (delimitado por ametralladoras ditigi- dae hacia su poblacion presa) donde el layado de cerebro Gentiico ha sustituido al catecismo y la confesién; el comisa- fo, al obispo, y El Capital, ala Biblia. Ya en 1881, el genial Friedrich Nietzsche previo —e incluso deseribio— esta posibi- fidad, contra la que nos advirtio en el capitulo «Del nuevo idolow de Asi hablé Zaratustra: EEwado s¢ llama al mis frio de todos los ty esta es la mentiza que se de incluso ol Esudo, [Es uns mentee! Creadores Facron quienes crearon los pueblos y suspen ldictoa encima de ellos una fe y an amor: asi sirvieron a a vida foses som quienes ponen trampas para muchos y las lsman Snpenden cneima de ellos una espada y cien concupisencis fate no comprende al Estado y lo odia, hos. pueblo, onsideréndolo mal de ojo y pecado contra las costumbres y los det "Esta seful 0s doy: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del vrcing no la entiende. Cada pucblo se ha inventado su lenguaje en constumy bres y derechos. Pero el Extado miente en todas las lenguas de bien y del mal; y digs le gue igs, miente —y poses Io que posea, lo ha robado, 116 / Mitologia creativa La palabra tras las palabras / 117 ta «al bloque sin tallar. Y cada linea de los Upanishads ie a esa incfable fuente interior del set, de la conciencia y la adonde las palabras retrocedeny, junto con cl pensa- jento, sin haberla alcanzadow®, Falso €s todo en él; con dientes robacios muerde, eve mordedor. Falets sq incluso sus entraaas... Se ilumina 2 y sungue se sabe que se agita cen le sccrets cavidad del corazin, fue es sv gran soporte. Abi habits todo Tb que se agita y respira y parpadea”. mis alli de las palabras del misterio de la naturaleza y gq potencialidad como hombre —como el caballero errante gu se internaba en el bosque «por donde lo veia mas espeso»’ primera es Ia dificultad de traspasar el sistema de grabado en sus propios nervios por las fuerzas —al tiempo morales y lingaisticas— de su juventud. Freud ha denominado proceso de introyeccién el mecanis psicolégico por el cual, en la infancia, los mandatos pate se graban indeleblemente en los centros motivadores de. voluntad; y el lingiiista comparativo Benjamin Lee Whorf. demostrado en una serie de minuciosas comparaciones ha qué punto el lenguaje aprendido en la infancia determina s6lo la manera en que se expresan los pensamientos y mismas pautas de esos pensamiento tanto, incluso en la soledad de ica desde el piilpito de su sede, esctibia sobre el silencio de ¢ las cosas en que escuchaba la voz del Amado*. ‘Pero entonces, cuando a uno s¢ le ha conferido realmente na experiencia propia —trascendiendo las categorias escritas Ja comunidad sobre el rostro de la naturaleza— al regre- por asi decirlo, a la corte del rey y reunitse en la Mesa edonda con aquellos a quienes también les fueron conferidas experiencias en el oscuro bosque, surge la segunda dificul- establecer una forma de vida en términos propios, y no de “Jpantigua «creencia colectivan: | En una nota de La tierra baldia, T. S. Eli “de Appearance and Reality, de F. H. Bradley: un pasaje Mis sensaciones externas no soa menos privadas que mis pensa fs sentimientos. En ambos de relo, un circulo cerrado 'y cada esfera es opaca en todos sus por igual para aquellas que la rodean... En resumen, considerado ‘que aparece en un alma, el mundo entero es peculiar y hucllas de nuestra comunidad siguen con nosotros, tatuadas, el reverso de nuestra piel. Ese es el sentido del enigma mandato del maestto zen japonés: «Muéstrame el rostro tenias antes de nacet». En el Tao Te King leemos sobt sdusivo de cad al "No obstante, a la luz de Freud y de Whorf, esto no puede del todo cierto, pues las categorias en las que nuestra iencia se hace consciente nos han sido dadas por la icdad y son comunes a todos sus miembros, Las experien- sche, Alto Sprach Zarathustra, 1 U1: “Worn newen Gotzens, With pp. 69-72, abreviedo. a Benjamin Lee Whorf, «Science and Linguistics», The Tecbmoagy a 6 (abril de 1540), «Linguistics as an’ Exact Science>, ©'2 (diciembre de 1940); sLanguages and Logic», ibid, XLI {abril de 1941); «The Relition of Habitual Though and Behavior to Langu ittripa Upanizad 2.4, 1 Mundeke Upentad 22.1 § Tomis de Villanueva, Opera (Salamanca, 1761-64; Bibl. n° 1073) 388, The Wane Land, nota al verso 411, e0 F- H. Bradley, Appearance Reality (Londres, Swan Sonnenschein and Co., 1893), p. 346. Indian Languages, vol. 16, n° 2 (a Sagres p61 18 | Mit ogi ereativa cias realmente privadas no se producen mientras no se anulen, esas categorias; y entonces surge la segunda tarea, la de |g comunicacién: una comunicacion que no devuelva inmediata. mente todo el discurso —y la propia vida de la persona— a} modelo ya trascendido. En cl caso de los eremitas, no se intenta ni se desea comunicacidn alguna; eran aquellos a quienes Nietzsche deno- mind «olitarios», En el caso de una posesion amorosa com. partida como la que Gottfried celebraba en su gruta del lecho cristal no, surge inmediatamente un lenguaje secreto inteligible de signos y palabras, del que cl mundo queda automaticameme excluido. De forma semejante, en un contexto mayor, donde un equipo, un grupo, una tribu o un pueblo comparten experiencias significativas, surge inevitablemente un lenguaje que es ininteligible para los de fuera en toda su profundidad, aun cuando su significado racional 0 pragmético patezca evidente y traducible. En Mitologia primitiva he empleado el término «zona mito. genética para designar una zona geogrifica en la que puede demostrarse la aparicién de tal lenguaje de simbolos miticos y sus correspondientes ritos !. No obstante, cuando las formas de los ritos y simbolos se difunden a otras zonas, 0 pasan a zgeneraciones posteriores que ya no participan en la experiencia original, pierden profundidad, sentido, alma; de tal forma que si, al principio, su sentido y su efecto habian sido reconocidos y expresados espontineamente —como el sentido y el efecto de las llamadas de los péjaros entre las distintas especies, més tarde, al perder fuerza, se reinterpretan conscientemente ¥ se aplican a temas nuevos € incluso contrarios —como ocu- por ejemplo, con el simbolo de la serpiente en el Oriente Proximo, cuando pas6 de la mitologia sumetio-babilénica a la Biblia", En el mundo moderno de la ciencia y la méquina accionada por energia, del comercio 2 escala global y de masivos inter: cambios culturales, han desaparecido los entornos fisicos y logis primitive, pp. 439-40. i ecidntl, pp. 25.34 jos en patejan en la deseripeion de Nietzsche), « La palabra tras las palabras / sociales de los que surgieron los antiguos Ordenes simbolicos, ‘Ademés, en nuestro presente entorno mundial, con su mezcla ge comunidades religiosas, nacionalidades y razas, cases socia~ jes y economias, no hay una verdadera comunidad en profun- didad, ni siquiera alli donde, por cuestiones pricticas, parecen paberse alcanzado acuerdos. Nadie que haya asistido seriamen- fe aun congteso de filosofos orientales y occidentales, « una Gonferencia interrcligiosa oa una sesion de las Naciones Unidades creer que a través de una linde cultural se puede enviar algo més que barriles vacios (que, como dice el prover- bio, son los que hacen mas ruido). Como solian decir Jos antiguos romanos, «Senatus bestia, matores bor! vir: El senado ¢ una bestia, los senadores hombres buenos». La arena parla- fmentaria ha sido considerada durante siglos como la cancha ‘atinica del engaiio y cl compromiso. Sin embargo —haciendo justicia al Diablo— barriles completamente vacios es precisa- Mente lo que requiere esta época de nuevos vinos. Pues, como feconoceri hasta el mas pesimista, cl compromiso y el engano, Jjorce majeare adaptacion, estin configurando gradualmente en vote mundo (aunque quiz, trigicamente, con demasiada lenti- ud) una especie de orden social neutral, definido en un ceaperanto legal, que finalmente serviria lisa y llanamente de marco desmitologizado donde podrian desenvolverse las posi bilidades de una existencia solitaria o en comunidad en esta tierra viva y en el espacio infinito mas alla, Por supuesto, sigue existiendo el peligro del nuevo idolo, el estado, con su lavado de cercbro cientifico y su terrible producto cn serie, la mario neta de carne y hueso, no movida desde dentro, sino por sefales exteriores, como uno de los perros de Pavlov. Citando de nuevo las palabras de T. S. Eliot en «Los hombre huecos», «EL seior Kart —muerion. Al carr del bigeelomvo al igo chro bigy cbumo core del hige cnc les ence de la maton. 120 | Mitologia creativa labra tras las palabras / 121 yel acto fae la Sombra ‘porque Tipe sel Reino guaje sieve para comunicar informacién y mandatos. Los creativos, por otra parte, despiertan a la humanidad al cuerdo: convocan 2 nuestra mente exterior al contacto cons- ‘con nosotros mismos, no como participantes en este 0 Guel fragmento de la historia, sino como espiritu, en la anciencia del ser. Su tarea ¢s, por Jo tanto, lograr la comuni- facién directa desde un mundo interior a otro, de tal forma produzca una convulsion de la experiencia: no una mera ‘sion de informacion o persuasion, sino la comunica- ‘efectiva a través del vacio del espacio y el tiempo de un ntro de conciencia a otro. ‘En los sistemas tradicionales ésa era la funcién del mito y co. Como ya he sefalado, despues de originarse en la zona itogenética de un lugar y momento determinados, como el guaje profundo compartido espontineamente por todos © syoria de los miembros de una comunidad considerable- re homogénea, tal codigo de seftales perdi6 fuerza cuando sadiciones de las que habia surgido se modificaron histo- nente y cl misterio de Ia existencia se experiment6 a través de nuevas condiciones. Todos esos codigos estan desapare- endo; y dada la variada composicion de los cuerpos sociales lesy el hecho de que en nuestro mundo ya no existan mas jontes cerrados en cuyos limites se pueda establecer un dave de experiencia comin, ya no podemos acudir a las inidades para la genera Hoy, la zona mitogenttica es el individwo en contacto com su propia a interior, comunicindose a través de su arte com las que estén «abi Entre Ie concepeién yy ls creacion centre la emocicn y la respuesta ‘ae la Sombra te Vide es ay large Entre el deseo y el espasmo centre In potencia y el descenso ‘cae la Sombra i pees Tago er ol Reine pues Tayo es Ia Vida es pues Tuyo es Ati es como acaba e! mundo Ai es ome acaba e! mando “Asi ex come acaba e! mundo Ne com wm extalide sin com wn quai ere real de la vida al lenguaje de estos muertos —que, en r no estin muertos, sino dormidos, y entre ellos (como deby ft saber hasta los criticos sociales mas pesimistas) hay much que no estin muertos ni dormidos, sino buscando, y mucho otros que ya han desvelado en su interior una vida. mA despierta, Scfor Critico, de la que sueia tu filosofia. Pues nos movemos —todos— en dos mundos: el mun interior de nuestra conciencia y un mundo exterior de ps pacién en la historia de nuestro tiempo y lugar. El ciea ¢] historiador se ocupan del iltimo, es decir, del mundo de cosas «ahi fuera», donde las personas son intercambiables y 4 © Para ello deben emplearse signos comunicativos: palabras, nes, movimientos, ritmos, colores y perfumes, sensacio- legan del exterior y, por nto, inevitablemente cargadas de asociaciones, no sélo desfi- is por el pasado, sino también por la comunicacion remporinea. Entre la concepeion y la respuesta cae lz Sombra Biot, «The Hollow Meas, parte V, en Collected Poems 1909-1962, 182, ’ 122 | Mitologis creativa 2Como ¢s posible trascender esta interven Gerhart Hauptmann ha escrito en algin sitio: «Dichjeg heisst, binter Worten das Urwort erklingen lassen: hacer poesig significa hacer resonar la Palabra tras las palabras» Algunas escuelas poéticas han intentado clevar a la mente educada sirvigndose de una retorica cultivada a la que ng legan los ecos del mercado; otras, de acentos del suelo y notas salvajes para renovar en nosotros la fuerza de la tierra, Mag recicntemente, algunos han creido pui pensamiento y la tines, grufidos de cerdo, chillidos de Aguila, aullidos de mandril y silencios, volviendo Paleolitico inferior para comenzar de nuevo, Pero los gruaidos de cerdo en si mismos no expresan la trascendencia con mas clocuencia que log pareados alcjandrinos. El arte necesario consiste en hacer sonidos, palabras y formas, nobles o vulgares, abiertas «hacia tris», por asi decirlo, a la eternidad, y esto exige del artista que, en su experiencia individual, haya tocado de nuevo punto fijo de este mundo giratorio cuyas formas. miticas inmemoriales son Jos simbolos y garantes. En efecto, a juzgar por la historia, el secrero comiin a todos los artistas creativos realmente grandes de Occidente ha sido el de dejarse despertar para, a su Vez, revitalizarlos— por los simbolos mitologicos infinitamente sugestivos de nuestra tica herencia europea de tradiciones entremezcladas. Evitando, de una parte, el error de leer la mitologia como una referencia a hechos os y, de la ota, la puerilidad de rechazar la ¥. asi, ahogarse como un adolescente en el vado de su propia profundidad, han atravesado el punto de Escila y Caribdis y Hegado a esa puerta del sol, cuyos conoce- dores han cantado en todas las épocas, cada uno en la lengua de su propio mundo. Teas exponer su imaginacién al poder excitante de los simbolos, han seguido en su interior los ecos de su elocuencia —abriendo asi individualmente su propia via a la sede del silencio donde cesan las seftales. Y cuando después regresan al mundo y su compaaia, habiendo aprendi- do cn sus propias profundidas la gramitica del lenguaje simbé- 0, estin capacitados para dar nueva vida al museo del pasado os mitos ¥ suefios de su presente — de tal forma — i } ee [a palabra tras las palabras | 123, que traen (como en el coro final del Parsfal de Wagner) la Gidencion para el Redentor», haciendo que la sangre historifi- oda, pettificada, del Salvador, fluya de nuevo como una foente de vida espiritual. "asi pues, reconsideremos brevemente las principales co- ientes del lenguaje y los simbolos tradicionales que han cevido de guia a nuestros poetas y artistas hacia el silencio de Jj Palabra tras las palabras y de instrumento para comunicar su serebato; comenzando con la época de aquellos audaces poetas, ie Jos siglos X11 y XIN que fueron los primeros autores jndividuales en el auténtico sentido moderno y avanzando usta nuestros grandes maestros de la Palabra en el momento presente. II, La herencia clisica Ya hemos visto como Gottfried celebraba a Apolo y las queve Musas cn la cumbre paradisiaca del monte Helicén. Dante también is -al comienzo del Infierno, Canto II— y su guia en el Infierno y hasta la cumbre paradisia- ‘cade la montaiia del Purgatorio fue Virgilio, que a lo largo de la Edad Media habia sido idealizado como Faltissime poeta, la principal guia literaria, La figura 10 muestra una pintoresca representacion de su Dido y Eneas, procedente de un manus- qrito del siglo XI conservado en la Biblioteca Nazionale de Népoles. Por la forma y el gesto, las figuras no son clasicas, sino medicvales, pues, como afirma el fallecido profesor E. R Gartius en su excelente estudio La Literatura ewropea y la Edad Media latina, «la Edad Media tenia su propia concepcién de la ‘Antigiiedad». No menos en la filosofia y la ciencia que en la literatura y el arte, la autoridad de la herencia grecorromana incluso en el oscuro periodo desde el siglo V al XI era tal que Gartius hablaba de una nica tradicion europea que iba sin interrupcién desde Homero a Goethe. Estaba sustentada por TS mest Rober: Curtis, Enropeon Literate and the Latin Middle Ages, 1 Willard R. Teask, Bollingen Series XXXVI (Nueva York Pantheon Books, 1953), pp- 12 y 591. [Baicién eastllana: Litrratara larepa y ls Fsdad Mudie laine, PCE, 1976,]

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