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LAS PARADOJAS DE CICERON A M. BRUTO. PROEMIO. He advertido, amigo Bruto, que tu tio Catén, al decir su parecer en el Senado, trataba muchas veces lugares graves de la filosofia muy distantes del uso forense y pUblico, pero que conseguia, sin embargo, con su oracién que aun al pueblo le pareciesen proba- bles. Lo cual es tanto mas de admirar en él, que en ti 6 en mi propio, porque nosotros seguimos mds aque- lla filosofia (1) que produjo la abundancia de decir, y en que se dicen cosas que no se apartan mucho de la opinién del pueblo. Pero Catén, perfecto estoico en mi sentir, tiene opiniones que ciertamente no aprue- pa el vulgo, y sigue aquella secta que no busca adorno alguno en Ja oracién, ni dilata su asunto, sino que con menudas preguntas, y como puntos, prueba y concluye lo que se propone. Mas no hay cosa tan increible que el discurso no haga probable, nada tap drido y seco que no reciba esplendor de Ja oraci6n, y quede en alguna manera més pulido. En lo cual como yo pensasc, aun me he atrevido 4 mas que (1) La Académica y Peripatética, que aprendié con eapeciatide3 Ticer6n de Antioco de Ascalona. 318 MARCO TULIO CICERSN el mismo de quien voy hablando: porque Catén sola- mente suele hablar de la‘ grandeza de dnimo, de la continencia, de la muerte, de la alabanza general de la virtud, de los Dioses inmortales, del amor de la patria, segtin Jas opiniones de los estoicos, afiadiendo los adornos de la oratoria, Mas yo por divertirme he tratado como lugares comunes aquellas sentencias que en los gimnasios y en el ocio apenas prueban los estoicos; 4 las cuales, porque son admirables y contra la opinién de todos, Nlaman ellos también Paradojas He querido tentar si sc podrian sacar al pablico, esto es, al foro, y decirse de modo que fuesen aprobadas, 6 siera distinta la oracién de los eruditos de la del pueblo: y con tanta mas complacencia las he escrito, porque estas que llaman Paradojas, me parece haber salido de la escuela de Sécrates, y que son muy vere daderas. TA admite esta pequefia obra trabajada en estas noches més cortas, puesto que ha salido con tu nombre aquella otra de mas trabajo y cuidado (1); y probaras este género de ejercicio, de que acostumbro 4 usar cuando traslado 4 este nuestro género de decir oratorio aquellas que se aman en las escuelas Cues- tiones universales. Mas no te pido que publiques esta obra, porque no es tal que pueda colocarsc en el alcd- zar, como la Minerva de Fidias (2), sino sélo que dé a entender que sc ha formado en Ja misma oficina que Jas deinds. (1) Las Cuestiones Tusculanas, los libros de Finibus y los ds Natura Deorun. ‘ (2) La cual se colocd en el alcézar de Atenas. Es muy digna de advertirse una circunstancia que acerca de elle cuenta Aristéte- Jes on el libro de Afundo, capitulo vi, y refiere Ciceron en las Cuestiones Tusculanas, y es que Fidias escuipié con tal arte su retrato en el escudo de la estatua, que no se podia quilarle sin deshacerla. LAS PARADOJAS. 319 PARADOIJA I. Cae sélo es busno fo que es honesto, CAPITULO PRIMERO. Temo que esta proposicién parezca 4 alguno de vosotros sacada de las disputas de los estoicos y no de mi cabeza; pero diré lo que siento, y aun con mis wrevedad de lo que tan grave asunto requiere. Nunca he contado yo entre los bienes ni entre aquellas co- sas que merecen ser deseadas, los caudales de éstos, ni las casas magnificas, ni el poder, ni los imperios, ni los deleites 4 que ellos son muy inclinados: porque estoy viendo que aun en la mayor abundancia de es- tas cosas, con todo desean aquellas mismas de que abundan. Porque nunca se harta ni satisface Ja sed del deseo; y no solamente son atormentados por la codicia de aumentar aquellas cosas que tienen, sino también por el miedo de perderlas. En lo cual echo de menos ciertamente la prudencia de nuestros ante- pasados, aquellos hombres de tanta moderacién que pensaron se debian llamar con el nombre de bienes estas partes del dinero flacas y variables, habiendo juzgado en la realidad y en sus hechos muy de otra manera. {Puede acaso el bien ser mal para alguno? 4O puede alguno no ser bueno en medio de abundan- cia de bienes? Pues estas cosas vemos que son tales, que también los malos las poseen, y son de daiio 4 Jos buenos. Y asi, aunque se burle el que quiera, con todo eso valdraé mas para conmigo ja recta razon 820 MARCO TULIO CICERON que la opinidn del vulgo: y no dire yo jamas que ha perdido sus bienes el que haya perdido su ganado 6 sus alhajas; ni dejaré de alabar 4 aquel sabio (Bias 4 Jo que entiendo, que se cuenta entre los siete) que ha- ‘biéndose apoderado el enemigo de su patria, Priene, y huyendo 1os otros ciudadanos cada une con los mas de sus bienes que podia, aconsejado por otro que hi- ciese é] tambien lo mismo, le respondié: «Ya lo hago, porque todos mi bienes me Ievo conmigo. De modo que aun no tuvo por suyos estos juguetes de la for- tuna que nosotros llamamos bienes. Pues qué cosa es bien? preguntara alguno. Aquello que se hace rec- ta, honesta y virtuosamente, se dice con verdad ser bien hecho, y yo sdlo creo ser bien aquello que es recto, honesto y virtuoso. CAPITULO I. Mas esto puede parecer algo mis oscuro en la len- titud de la disputa. Es menester ilustrar con ejemplos . de la vida y de las obras de los varones esclarecidos Jo que con palabras se cree que se trata con demasia- da sutileza. Preguntoos, pues, si aquellos que nos de- jaron esta reptiblica tan excelentemente fundada, os parece que tuvieron algfin pensamiento, 6 de dinero para la avaricia, 6 de amenidades para la diversién, 6 de albajas para las delicias, 6 de manjares para los deleites. Poncos delante de los ojos 4 cada uno de los reyes. 2Queréis comenzar por Rémulo? 26 después do libre la ciudad por aquellos mismos que la libertaron? qPor qué grados, pues, subié al cielo Rémulo? jsubid acaso por aquellos que éstos aman bienes, 6 por sus . LAS PARADOJAS, wai - hazatias y virtudes? 7¥Y Numa Pompilio? gyuzgamos por ventura que fueron menos agradables 4 los Dio- ses inmortales sus tazas y vasijas de barro, que las copas labradas de estos otros? Paso en silencio 4 los demés, porque todos fueron iguales, 4 excepcién del Soberbio. Mas si pregunta alguno cuéi fué e} intento de Bruto en libertar 41a patria; qué fin siguieron, 6 é qué aspiraron los demas que ayudaron 4 aquel in- tento, ghabré quien piense que se propusieron el de- leite, las riquezas, ni otro interés mas que la obliga- cién de varones fuertes y magnanimos? ,Qué fin mo- vi6 4 C. Mucio para intentar la muerte de Porsena, sin esperanza alguna de queédar é1 con vida? Qué fuerza sostuvo 4 Cocles solo en el puente contra todo e] poder de los enemigos? ;Cud] fuerza sacrificé 4 De- cio el padre, y metié al hijo por las espesas armas de los contrarios? jPues qué diré de la moderacién y templanza de Cayo Fabricio? ,Qué objeto tenfa la par- simonia en la comida de M. Curio? JA qué aspiraban aquellos dos antemurales en la guerra panica de los dos Escipiones Cneyo y Publio, que con sus mismca cuerpos, como con una valla, cerraron la venida de los Cartagineses? {Qué diré del mayor Africano? squé del menor? jqué de Catén, que llené el intermedio de ja edad de estos dos? zy qué de otros innumerables? porque abundamos mucho nosotros de ejemplos den- tro de nuestra misma casa: ypensamos que tuvieron estos por digno de desearse en 1a vida sino lo que era landable y esclarecido? SOMO Iv. , al oe MARCO TULIO cICERON. CAPITULO TIL. Vengan, pues, ahora estos escarnecedores de esta otacién y sentencia, y juzguen ellos mismos si que- frian més parecerse 4 alguno de los que abundan en casas de maérmol adornadas de marfil y de oro, en estatuas, en pinturas, en oro y plata labrada, y obras éorintias, 6 4 C. Fabricio, que ninguna de estas cosas tuvo ni quiso tenerlas. Aquellas que se mudan ya & un lugar, ya 4 otro, ficilmente se reducen 4 no con- tarlas entre los biencs; pero con todo sostienen fuer- temente y defienden con gran tesén que el deleite es elsumo bien. expresién que 4 mi me parece pro- pia de brutos y no de hombres. Ti, habiéndote dado 6 Dios 6 1a naturaleza, madre, por decirlo asi, de to- das las cosas, un animo que es el don mas excelente y divino, ste has de bajar y abatir tanto, que no creas haber diferencia entre ti y una bestia? yHay alguna cosa buena que no haga mejor al que la posee? Por- que aquel que més partes de bien tiene, es el que més alabanzas merece, ni hay bien alguno de que no se pueda gloriar honestamente aquel que le posee. Mas r 2qué hay de estas cosas en el deleite? jhace al hombro mejor 6 més digno de alabanza? jhabra quien se va- nagiorie y se ensalce por gozar de los deleites? Pues si el deleite, que tantus patronos y defensores tiene, no se debe contar entre los bienes, y cuanto es ma- yor, tanto mas aparta al 4nimo de su estado, y asien- 0, ciertamente no es otra cosa vivir una buens vida y foliz, sino vivir recta y honestamente. LAS PARADOJAS. £28 PARADOIA II. Al varin virtuoso nada le falta para vivir feliz. CAPITULO PRIMERO. Nunca tuve yo por infeliz ni miserable 4 M. Ré- gulo. Porque no era atormentada por los Cartagineses su gravedad, ni su fidelidad y constancia, ni alguna de sus virtudes, ni finalmente aquel énimo suyo que, guarnecido de tan grande auxilio y conjunto de vir- tudes, no pudo ser preso, como lo fué su cuerpo. Tam- bién vimos 4 C. Mario, que me parecia 4 mi en las prosperidades uno de los mas afortunados, y en !as adversidades uno de los varones mas esclarecidos, que es lo mas dichoso y feliz que. puede acontecer @ un hombre mortal. No sabes, loco, no sabes cudnto poder tiene la virtud; tomas solamente el nombre de ella, é ignoras cuanto vale. El que en si solo se lo halla todo, y que en si solo pone todas sus cosas, NO puede dejar de ser muy feliz; pero aquel cuya espe- ranza toda, y razén y pensamiento depende de la fortuna, éste nada puede tener de cierto, y nada que tenga sabido y averiguado que Je ha de durar un solo dia. A un hombre como éste, si hubieres hallado al- guno de tal naturaleza, -podrés amedrentarle con amenazas de muerte 6 de destierro; pero 4 mf cual- quiera cosa que me aconteciere en tan desagradecida ciudad, me cogeré sin rehusarlo, cuanto més sin re- pugnarlo. Porque jqué he trabajado yo, 6 qué he he- @ho, 6 en qué se desvelaron mis cuidados y pensa- ok MARCO TULIO CICERSN. - mientos, pues que no be ganado ni he podido con- seguir el vivir en un estado de donde ni la temeridad de la fortuna ni la injusticia de los enemigos me pueda derribar? yMe amenazas por ventura con la muerte para que de todo me aparte de los hombres, 6 con el destierro para que me aparte de los malos? La muerte eg terrible para aquellos 4 quienes todo se les acaba con la vida; mas no 4 aquellos cuya alabanza no puede perecer: el destierro atemoriza & aquellos que tienen como circunscripto y limitado el lugar dé su morada; no é aquellos que ¢reen que toda la re- dondez de Ja tierra es una sola ciudad. A ti te opri- inen todas las miserias y afanes que te juzgas feliz y floreciente; 4 ti te atormentan tus liviandades; t& eres afligido dia y noche, 4 quien ni basta lo que tie- nes, y eso mismo que tienes temes que note ha de du- rar mucho; 4 ti te remuerden las malas obras que has hecho, y el miedo de los juicios y de las leyes te des- anima: 4 cualquiera parte que vuelves los ojos, alli se te representan como furias infernales tus injusti- cias, que no te dejan respirar. Por lo cual, asi como el malo, el necio 6 ignorante de ningun modo puede scr feliz, asi el varén bueno, sabio y fuerte no puede ser miserable. Ni puede dejar de ser alabada la vida de aquel cuya virtud y costumbres merecen alaban- za; ni aquella vida que la merece se debe huir y abo- rrecer, la cual seria aborrecible si fuese miserable. ¥ asi cualquiera cosa que es laudable, debe parecer tam pién dichosa, floreciente y digna de ser descada. LAS PARADOJAS, $25 PARAOOJA Il. @ue los pecados y tas buenas obras son iguales (1). CAPITULO PRIMERO. Cosa es, diré alguno, de poca importancia, pero grande la culpa: porque los pecados no se han de me- dir por los acontecimientos de las cosas, sino porlos vicios de los hombres. Aquello en que se peca pueds ser uno mayor 6 menor que otro; pero lo que es el pecar, de cualquier modo que lo tomes es uno. Si un piloto pierde una nave cargada de oro éde paja, en esto hay alguna diferencia; pero la ignorancia del piloto la misma es en una cosa que en ofra. Recae una pasién liviana en una mujer no conocida: pertenece el seutimiento 4 mds pocos que si hubiera sido atre- vida con una doncella generosa y noble; pero pec6 no obstante, porque el pecar es com el salirse de ia lfnea; Jo cual una vez hecho se comete culpa: mas cuan lejos se haya pasado una vez que se pasé, nada importa para acrecentar la culpa. Cicrtamente 4 nin- guno le es licito pecar; y lo que no es licito,en esto tiene toda su fuerza en que se pruebe no ser licito. Esto, si nunca puede ser mayor ni menor (porque e& pecado consists ea que no es licito, lo cual es siem~ () Esta es una de aquellas cuestiones abstractas y metafisicas que sélo sirven de ejercitar el entendimiento, aunque 4 veces tam- Dién logran deslumbrarle; y asi no es menester impugnarla, pues No habré quien, consultando sé!o al sentido comin, dele de cono- er on falgeded. ‘ ‘ ~e 328 MARCO TULIO CICERON. pre uno), los pecados que de ello nazcan necesaria- mente seran iguales, Pues si las virtudes son iguales, es necesario que también lo sean los vicios. Mas que las virtudes son iguales, y que no puede haber otro més bueno que el varén bueno, ni mas templado que el templado, n1 mas fuerte que el fuerte, ni mas sabio que ei sabio, esto facilmente se puede conocer. Por ventura, jdirés que es buen varén aquel que volvié el depésito de diez libras de oro, hecho sin ningtn tes- tigo, pudiendo quedarse con él impunemente, si no hiciere lo mismo en un depésito de diez mil libras? 20 llamarés templado 4aquel que se contiene en una liviandad y se desliza en otra? La virtud es unay simple, y consiste en la conformidad de la razén y constancia consigo misma; 41a cual nada se puede aiiadjr con que sea mas virtud, ni quitar quedéndola este nombre. Porque si las cosas bien hechas son ver- daderamente buenas obras, y no hay cosa mas recta que la que es recta, tampoco se podra haliar otra mas ‘buena que la que es buena. Siguese, pues, que tam- bién los vicios sean iguales, porque los defectos del alma se llaman debidamente vicios. Pues supuesto que las virtudes son iguales, y las buenas obras que nacen de las virtudes deben ser también iguales, asi- mismo es necesario que lo sean los pecados, puesto que nacen de los vicios. , CAPITULO 1, Dices que tomo esto de los fildsofos Yo estaba te- miendo que me dijeses de los rufianes. Sécrates dis- putaba de esta manera. Yo me alegro; porque 50 cuenta de éste haber sido docto y sabio. Mas no obs: LAS PARADOJAS. 327 tante te pregunto (puesto que disputamos con pala- bras y no 4 pufiadas) si acerca de los bienes se ha de preguntar, qué sienten los mozos de esquina y los jornaleros, 6 los hombres mas doctos y sabios. Espe- cialmente no pudiéndose hallar otra sentencia ni mas verdadera ni mas ftil para la vida de los hombres. Porque jqué fuerza hay que més aparte é los hombres de toda maldad, que si llegaren 4 estar persuadidos de que no hay en los delitos diferencia alguna, y que igualmente peca el que pone las manos en un particular que en un magistrado, y que en el mismo delito de liviandad cae el que comete un estupro en, cualquiera casa que sea? Pues qué, jno hay diferencia, diré aiguno, de que mate uno 4 su padre 6 4 un sier- vo? Si propones esto simplemente sin circunstancia alguna, es dificultoso resolverlo. Si el quitar la vida # un padre es por si maldad, los Saguntinos, que qui- sieron que muriesen sus padres libres antes que vivir esclavos, fueron parricidas Luego también 4 un pa- dre se puede quitar la vida sin delito alguna vez, y & un siervo no se puede muchas veces sin injusticia. Asi que la causa es la que distingue estas cosas, no eu naturaleza; la cual causa, cuando se junta 4 al- guna de las dos, aquella 41a que se junta hace in- Clinar la balanza; y si se junta 4 entrambas, entonces seran iguales. Mas hay esta diferencia: que cuando se mata 4 un siervo, si se hace sin raz6n,se peca sim- plemente; pero en la muerte de un padre se cometen muchos pecados. Se ofende al que engendré, al que crié y enseiié, al que colocé en su asiento y en su casa y en la repablica: excede en el mayor nimero de pecados, y por esto es digno de mayor castigo. Pero nosotros en la vida no debemos mirar 4 la pena que esta seiialada 4 cada pecado, sino cuanto es li- Cito 4 cada uno: debemos pensar gue todo lo que no $238 MARCO TULIO CICERON. conviene hacer es delito, y que todo lo que no es He cito es impiedad. ,Aun en las cosas més pequefias? Si. Porque no podemos fijar limite y tasa en las cosas; pero podemos tenerla en nuestros animos. Sera bien que 4un comediante, sise movid un poco fuera del compas, 6 si pronuncié en algun verso una silaba még breve 4 mas larga, se le silbe y se le desprecie; yenla vida, que debe ser mas moderada que todos los meneos y gestos, y mas arreglada que todos los versos, jdirés que pecas como en una silaba? No ad- mito la excusa del poeta en una friolera; zy he de ad- mitir la de un ciudadano en una sociedad de la vida, que mide por los dedos sus pecados? Los cuales cuando parezcan mas ligeros, jeémo pueden parecer mas leves? Siendo asi que cuando se peca se peca por perturbacién de la razén y del orden, y ésta una vez perturbada, nada se puede afiadir por donde parezca que se peca mis. PARADOJA IV. Que todos tos neclos son locos. (2) CAPITULO PRIMERO. Yo te probaré con argumentos verdadefos y nece- sarios, no que eres necio, como muchas veces, ni (1) En esta paradoja, aunque hay mucha elocuencia dirigida, como en otras ocasiones, contra Clodio, echan menos los eruditos més fandamentos para probar la cuestién general que se propone por argumento. Algunos han creido que éste es un fragmento de Ja paradoja que escribié Ciceron, y no la paradoja entera, ‘Veanse iss buenas ediciones de Cicoréa, LAS PARADOJAS. 229 malo, como siempre, sino loco é insensato. El dénimo del sabio, fortalecido de la grandeza del consejo, dcl sufrimiento de los acontecimientos humanos, del me- nosprecio de la fortuna, y, finalmente, de todas las virtudes, como de unas murallas, jpuede ser vencido y conquistado, pues ni aun puede ser echado dela ciudad? Porque jqué es la ciudad? jEs por ventura toda junta aun de hombres fieros y barbaros, 6 toda multitud de fugitivos y ladrones, congregada en un mismo lugar? Ciertamente me dirés que no. Luego no era ciudad Ja nuestra cuando nada valian en ella las leyes, cuando estaban por tierra los juicios, cuan- do las costumbres de los mayores estaban aniquilae das, cuando arrojados con armas los magistrados no habia en la reptblica nombre de Senado. No era aquello ciudad, era un concurso de piratas, un latro- cinio establecido en el foro, de que ti eras el autor principal, y las reliquias de la conjuracién, que se pasaron de las furias de Catilina 4 tus locuras y ma'e dades. Y asi, no fui yo echado de la ciudad, que no lo era, y fui llamado 4 la ciudad cuando hubo cénsul (1) enla reptblica, que antes no le habia; cuando hubo Senado, que entonces estaba perdido; cuando huba consentimiento del pueblo libre, y, en fin, cuando se repitié la memoria de las leyes y la justicia, que son los nervios de la ciudad. Pero repara cuanto he menospreciado yo estas armas de tu latrocinio. Siem- pre he estado en Ja inteligencia que ta habias ases- tado y- disparado contra mi una malvada injuria; pero (1) El céasul P. Léntulo, con sa compaiiero Q. Metelo, proe puso en el Senado que se hiciess un decreto para restituir 4 Cleese rén del destierro. Antes dice que no habia consul, cuanioen el tribunado de Clodio eran céngules Pisén y Gabinio, de los costes pabla Cicerda en otrog muchos paanjes, 350 MARCO TULIO CICERON. jamas he crefdo que me llegase 4 tocar; sino es que acaso piensas que cuando derribabas las paredes, 6 cuando metias en mis habitaciones malvadas teas, era atruinado 6 abrasado alguno de mis bienes. Nada que pueda ser quitado, 6 robado, 6 perdido, es mio ni de ninguno. Si me hubieras quitado la divina constancia de mi animo, mis cuidados, mis desvelos, mis consejos, por los cuales se mantiene hoy con gran Fpesar tuyo la reptblica; si hubieras borrado 1a me- moria inmortal de este eterno beneficio, y aun mucho mis si me hubieras quitado aquel entendimiento de donde procedieron estos consejos, entonces si confe- saria yo que me habias agraviado. Pero si esto no hi- ciste ni podias hacerlo, tu injuria me dié una glorio- sa vuelta, y no un destierro desgraciado. Luego yo siempre fui ciudadano, y entonces en especial cuando el Senado encomendaba mi vida como de muy buen ciudadano 4 las naciones extranjeras; pero ti ni aun ahora Jo eres, si no es que 4 un mismo tiempo pueda uno ser ciudadano y enemigo. ,Distingues ta acaso el ciudadano y el enemigo por la condicion y el iu- gar, y nopor su 4nimo y por sus hechos! Ta has hecho muertes en el foro, ta has ocupado los templos con ladrones armados, th has incendiado las casas de los particulares y las sagradas. jPor qué se tiene 4 ‘Espartaco por enemigo, si ta eres ciudadano? jPuedes ser ciudadano ta, por quien en algun tiempo no hubo ciudad? jY me Hamas 4 mi desterrado, que es nombre propio tuyo, cuando todos juzgan que la reptblica fué la desterrada con mi salida de ella? Qué, zes posi~ ble, loco sin sentido, que nunca te mires 4 ti mismo, que nunca has de considerar ni lo que haces ni lo que hablas? ;No sabes que el destierro es pena de los delitos, y que aquella ini jornada fué emprendida por mis gloriosos hechos? Los impios y malvados, de LAS PARADOJAS. 331 evyo caudillo ta te precias, 4 quienes piden las leyes que se destierre, éstos, aun cuando no muden de tierra, son los desterrados. 7¥ no lo serds tu también, cuando lo estén clamando todas las leyes? jNo se I!a~ maré enemigo aquel 4 quien se hallare con armas? Dentro del mismo Senado se te cogid 4 ti un punal. jAquel que haya dado muerte 4 ofro? Ta se Ja has dado 4 muchos. ;Que haya puesto fuego 4 algtn edificio? El templo de las Ninfas fué abrasado por tus propias ma- nos. Que se haya hecho fuerte en los templos de los Dioses? Hasta en la plaza has puesto ta tu real. JMas para que hago yo mencién de estas leyes comunes, por todas jas cuales eres desterrado” Tu grande amigo promulgé un expreso (1) para que, si hubieses estado en el secreto sacrificio de la diosa Bona, salieses des- terrado. Y esto de haberlo asi ejecutado sueles tf ha- cer jactancia. Como, pues, siendo desterrado por tan- tas leyes, no-te asusta el nombre de desterrado? Pero t0 4 esto dices que estis en Roma: y en el sacrificio también estuviste. Mas no por estar uno en un lugar ha de gozar del derecho de aquel lugar, si no con- viene segan las Ie +s qv sts on él. (1) Se vié precisado Pisin 4 proponer este expreso, por el canal bubiera sido cruelmente castigado Clodio, por haberse introdu- cido en los sacrificios de la diosa Bone; pero porla amistad que teaia con Clodio, tayo maiia para que el decreto no se resiliose. 332 MARCO TULIO CICERON. ° PARADOIA V. Que solos los sablos son libres, y todos fos neclos slervos CAPITULO PRIMERO. Mas alabese & este General (1), 6 llamesele asf, 6 sea reputado digno de tal nombre. ;Cémo? 34 que hombre libre ha de mandar quien no puede mandar y sujetar sus deseos? Refrene primero sus liviandades, menos- precie los deleites, reprima su célera, contenga su avaricia, eche de si los demas vicios y manchas del dénimo, y ¢Omience entonces 4 mandar 4 los otros, cuando deje él de obedecer 4 aquellos tan malvados sefiores, como son el deshonor y la torpeza; pero mientras & éstos estuviere sujeto, no sdlo no ha de ser tenido por capitan, mas ni aun por libre. Porque dijeron muy bien los varones doctisimos, de cuy9# autoridad no usaria si hubiera de hacer yo este dis« curso 4 algunos hombres del campo; pero 4a vista y presencia de unos muy prudentes, para quienes nada de esto es nuevo, {por qué tengo de fingir que si he puesto algun trabajo en estos estudios, le he perdido? Dicho es, pues, de varones muy doctos (2), que nadie es libre sino el sabio. Porque yqué es la libertad? Es una facultad de poder vivir el hombre como quiera. (1) Puede entonderse esta invective de muchos Generalen de aquel tiempo que fueron esclavos de sus pasiones, como. @1. César, M. Antonio, etc.: de este ditimo parece que habla. (2) Estos eran Jos estoicos. . LAS PARADOTAS.~ $38 2¥ quién es el que vive como quiere, sino el que si- gue lo recto, el que se complace en su obligacién, el que tiene fija y considerada manera de vivir, el que obedece 4 las leyes, no por micdo, sino que las sigue y las respeta porque juzga ser en gran manera saluda~ ble; aquel que nada dice, nada hace, y, finalmente, nada piensa sino con su gusto y libertad, cuyos con= sejos todos y todas suis operaciones de él nacen y 4 él se refleren, y no hay ccsa que mas pueda para con él] que su misma volintad y juicio; aquel 4 quien Ja imisma fortuna, que tanta fuerza se dice que tiene, cede, como dijo el sabio poeta: Cada uno se hace su fortuna por sus costumbres? Pues sdélo al varén sabio acontece e] no hacer cosa alguna contra su voluntad, nada con sentimiento, nada por fuerza. Lo cual aun- que necesita de un largo discurso para confirmar ser asi cierto, esto no obstante sin muchas palabras se ha de confesar que nadie es libre sino el que de estos sentimientos esté animado. Luego todos los malos gon siervos; cosa que no tanto en realidad, como en el decirse, es inopinada 6 admirable; porque no se dice que ellos sean siervus de aquella condicién que lo son los esclavos, que éstos son hechos siervos por la compra de sus sefores 6 por otro derecho civil; pero sies servidumbre, como lo es en efecto, la obediencia de un 4nimo humilde y abatido y que carece de su © albedrio, yquién puede negar que todos los hombres livianos, todos los ambiciosos y, finalmente, todos los malos son esclavos? 934 MARCO TULIO CICERGN. CaPiTULO IL iTendré yo acaso por libre & aquel 4 quien manda ‘una mujer; que le impone leyes; que le ordena, le manda y le prohibe lo que le parece; que nada que lé mande puede negarla; que nada se atreve 4 rehusar- Ja que je pide y la ha de dar, le llama y ha de venir, le arroja de si y se ha de ir, Je amenaza y ha de temer? Yo 4 un hombre tal no solo juzgo que se le llame sier- vo, sino siervo muy vil, aun cuando haya nacido de uns familia ilustre. Y asi como en una familia dila- tada hay siervos mds nobles, como éllos creen, pero gon siervos barrenderos de los atrios y jardineros; asi tan necios son aquellos 4 quienes deleitan mucho las estatuas, las pinturas, la plata labrada, las obras co- rintias y los edificios suntuosos Pero somos, dicen, hombres principales de la ciudad. No sois ni aun prin- cipales entre los que reparten con vosotros esa servi- dumbre. Mas al modo que en la familia los que tra- tan estas cosas,-los que limpian, untan, barren, rie- gan, no tienen muy decente lugar de servidumbre; _ asimismo en le ciudad los que se han dado 4 los de- seos de estas cosas tienen en ella casi el aitimo lu- gar. Dirfsme acaso: yo he hecho grandes guerras; he tenido grandes gobiernos y provincias 4 mi cargo. {nfeliz! Ten més bien un animo digno de alabanza. Una pintura de Equién te detiene aténito 6 alguna estatua de Policleto. Dejo aparte de dénde 1a has to- mado y cémo la tienes; cuando yo te veo mirarla, maravillarte y dar gritos do alegria, te juzgo siervo _@e todas las boberias. gPues no son estas cosas agrae LAS PARADOIAR. * 835 tables ¥ deliciosas? Silo son; que yo también teugo cultos Ios ojos. Pero ruégote que sean estimadas, nv como prisién de los hombres, sino como juego y diversi6n de nifios. Porque dime: ysi Lucio Mumio viera 4 alguno de éstos tratando con muchisima pa- sidn una imagen corintia que representa un siervo que da el orinal, habiendo él menospreciado todas Jas riquezas de Corinto, le tendria por un ciudadano esclarecido 6 por un atriense diligente? Resucite ahora M. Curio 6 alguno de aquellos en cuyas gran- jas y casas nada hubo resplandeciente y adornado sino ellos mismos, y vea 4 alguno de los que han re cibido grandes beneficios del pueblo sacar barbos marinos de un estanque, y que se alaba de la abun- dancia de lampreas que tiene; 34 este hombre no le tendré por siervo, de tal modo que ni le guzgaré digno de otro mayor ejercicio en la familia? ,Es acaso dudosa la esclavitud de aquellos que por el de- seo del peculio no rehusan manera ni condicién al- guna de muy dura servidumbre? La esperanza de la herencia, qué iniquidades no aguanta en el servir? {Qué mirada no observa del viejo rico y sin herede- ros? Hablale 4 su voluntad; cualquiera cosa que insi- nua, hace; Je adula, se sienta junto 4 él, le regala. Qué cosa de éstas es propia de un libre, 6 no lo es de ds un siervo inatil? CAPITULO TIL. Phes aquel otro deseo que parece mis honroso de honor, de imperio, de provincias, jcuén rigoroso seior bs, cudn imperioso, cudn vehemente! Este obligé & que sirviesen & Cetego, hombre de no muy buena 36 fame, otros que se tenian por muy esclarecidos, & re galarle, 4 ir de noche 4 su casa, 4 rogarle y suplicar- le: scudl es servidumbre, si ésta se puede llamar Ii- bertad? y¥ qué cuando al dominio de los deseos st- cede otro sehor del remordimiento de los pecados, que es el temor? ;Cudn miserable y cruel es esta scr- vidumbre! Hase de servir 4 los jévenes un poco mag habladores; se temc como 4 sefiores 4 todos aquellos - que parece que saben algo. Mas un juez zcudnto do minio no tiene? ;Con qué temor no asusta 4 los ma los? Y bien, ;todo miedo no es servidumbre? ;Qué quie- re decir aquella mas abundante que sabia oracién del muy elocuente L. Craso? Sacadnos de servidumbre. ;Que servidumbre es ésta en un varén tan esclarecido y noble? Toda timidez de un 4nimo apocado, humilde y abatido es servidumbre. No querdis permitir que sir- vamos é nadie. ;{Quiere acaso que se le vuelva la liber- tad? De ningiin modo. Porque jqué es lo que afiade? sino é todos vosotros (no quiere scr libre, sino mudar de Schior): 4 quienes podemos.y debemos. Mas nosotros si te- neomos un 4nimo excelso y elevado y acrecentado de virtudes, ni debemos ni podemos. Ti di que puedes, puesto que puedes; pero no digas que debes, porque ninguno debe sino aquello que es torpeza el no vol- verlo. Pero baste !o dicho. El vea cémo puede ser ca- pitén, cuando Ja razén y la verdad le convence ao que aun no es libre LAS PARADOJAS. 337 PARADOIA VI. Que sdlo el sabio es rice. CAPITULO PRIMERO. {Qué vana ostentacién es esa tuya (1) en hablar do tu dinero? ;Por ventura tf solo eres rico? ;Oh dioses inmortales! {No me he de gozar yo de haber oido y aprendido alguna cosa? jSdlo ta eres rico? ;Y si aun no eres rico? 3Y si aun eres pobre? Porque j4 quién entendemos por rico? ;Quien es aquel 4 quien se da este nombre? Creo que 4 aquel que tiene tantas pose- siones que se contenta con: facilidad para vivir hon- radamente; que nada busca, nada apetece, nada mas desea. Tu dnimo es el que conviene que le juzgue rico, no cl habla de los otros hombres, ni tus mismas posesiones; que nada crea que te falta y nada més procure. JEstés satisfecho 6 contento con tu dinero? Concédotelo: eres rico; pero si por la codicia del di- nero ningin género de ganancia tienes por torpe, cuando en ese orden ninguna puede habcr que sca honesta; si todos los dias defraudas, engafias, pides, pactas, quitas y robas; si hurtas 4 los aliados, si des- pojas el erario, si estas aguardando los testamextos de tus amigos, 6 aun no los aguardas, sino que th mismo los finges, pregunto: jéstas son sefales de : (1) Todo e} discurso se dirige contra M. Craso, hombre de mu- shas riquezas en aquel tiempo; pero por la definiciéa del hombre ‘ico prueba que él no lo era, TOMO IV. 2 338 MARCO TULIO CICERON. abundante 6 de necesitado? El animo del hombre es el que se suele llamar rico, no sus cofres; los cuales, aun- que estén Menos, mientras & ti te veo vacfo no te ten- dré por rico. Porque miden los hombres Jas riquezas por aquello que 4,cada uno le basta. jTiene uno una hija? Necesita dinero. JTiene dos hijas? Mas dinvro. {Tiene mds? Todavia més dinero. ¥ si como dicen de Danao son cincuenta las hijas, tantas dotes gran suma de dinero requieren: pues segin aquello que vada uno necesita, se regula, como dije antes, Ja calidad de la riqueza. Mas aquel que no tiene muchas hijas, pero si deseos innumerables, que en breve tiempo pueden acabar grandes abundancias, 4 éste ycumo le Yamaré yo rico, cuando 61 mismo reconoce que esta necesitado? Muchos te han ofdo decir que no era hom- bre rico el que no podia mantener un ejérvito 4 su costa; que apenas pucde el pueblo romano, muchos tiempos ha, con todas sus rentas. Luego esto supuesto, nunca seras rico hasta que tus posesiones te den de sf tantas rentas que con ellas puedas mantener seis le- giones y un gran nfmero de tropas auxiliares de ca- palleria y de infanteria. Con que ya conficsas que no eres rico, pues que tanto te falta para tencr cumplido lo que deseas. Y esta tu pobreza, 6 por mejor decir, esa necesidad y mendiguez tuya, bien clara ha sido siempre. CAPITULO IL Porque asi como aquellos que buscan honestamente hacienda, 6 por mediv de mercaderfas, 6 trabajando en las obras, 6 toméndolas, entendemos que necesi- tan buscar y adquirir; asf el que ve en tu casa justa- LAS PARADOIAS. $39 tnente congregados 4 un tiempo acusadores y Jucces, quien ve 4 los reos malos y adinerados buscar modo de corromper el juicio siendo ta el autor de ello, quien ‘ve tus pactos de alguna merced por las defensas, 1as fianzas interpuestas en la unién de los prétendientes, Jos libertos que envias 4 comerciar y robar las provin- cias, las expulsiones de los vecinos, los latrocinios en los campos; los que se acuerden de las companias es- tablecidas entre los siervos con los libertos y depen- dientes, de las posesioncs vacias, de las proscripcio- nes de los ricos, la mortandad de los municipios y de aquel chmulo de bienes del tiempo de Sila; los que de los testamentos supuestos, de las muertes de tan- tos hombres; los que vean, finalmente, que todo se vende, la leva, el decreto, Ja ajena sentencia y la propia, el foro, la casa, la voz, el silencio, yquien no creeré que este hombre confiesa estar necesitado? Pues el que necesita, jquién dira jamds que es rico? Porque el fruto de las riquezas consiste en Ia abun- dancia, y esta abundancia la declara Ja hartura y co- pia de las cosas; la cual como no la conseguirés ta nunca, por eso mismo nunca seras rico. Mas porque haces menosprecio de mi riqueza, y con razon, la cual en opinién del pueblo es mediana, en Ja tuya ningu- na, y en la mia moderada, callaré por lo que 4 mf toca y hablaré del asunto. Si hemos de sentenciar y decidir este punto, zestimaremos en mas el dinero que Pirro daba 4 Fabricio, 6 1a moderaci6n de Fabri- cio que no le queria admitir? ,Apreciaremos en mas el oro de los Samnites, 6 la respuesta de M. Curio? La herencia de L. Paulo, 6 la liberalidad de Africano, que dié 4 su hermano Q. Maximo la parte que 4 élle cupo? Sin duda estas acciones, hijas de las mayores virtudes, merecen m4s estimacién que aquelias que vienen del dinero. Pues supuesto que aquel: es tenido 840 “MARCO TULIO CICERON, por rico que posee mas, jquién puede dudar que las riquezas consisten en la virtud, pues-que ninguna posesién, ninguna gran cantidad de oro ni plata se Gebe estimar m&s que la virtud? CAPITULO IIL- 10h dioses inmortales! no comprenden los hombres cuan gran renta es la moderacién: vengamos ya 4 los gastadores; dejemos 4 este ganancioso. Aquel saca de sus heredades seiscientos sextercios; yo de las mias 8aco Ciento: el que quiere en su granja los techos do- rados, el suelo de marmol; que desea infinitamente te- ner estatuas, pinturas, alhajas y vestidos, no sélo no le alcanza surenta para su gasto, sino aun es poca para pagar la usura: y de mi corta renta, quitados los gas- tos del lujo, aun ha de sobrar algo. Pregunto: jquién es mas rico? j4 quién le falta, 6 4 quién le sobra? jEl que necesita, 6 el que abunda? zAquel cuya posesién por ser mayor necesita mas para conservarse, 6 el de aquella que con sus mismas fuerzas se conserva? {Mas para qué hablo yo de mi, que por Ja corrupcién de las costumbres y de los tiempos soy quiza comprendido también en el propio error de este siglo? En tiempo de nuestros abuelos, Marco Manilio (por no hablar siempre de los Curios y Luscinos) fué ciertamente un pobre,-porque tuvo tan sélo una casa pequeiia en Ca- rinas y un poco de tierra en el Labicano. zAcaso so- mos més ricos nosotros que’tenemos mas? jOjala lo fuéramés! Mas-no por la‘estimacién de las riquezas, sino por el uso y porte de vida se aprecian ellas. El no ser deseoso, dinero es; no ser comprador de todo eg una renta; mas el estar uno contento con le que LAS PARADOJAS. 841 tiene son muy grandes y muy ciertas riquezas. Pues si estos astutos apreciadores de las cosas estiman cn mucho los prados y algunas eras, porque este género de posesiones no esté expuesto @ datos muy graves, jen cudnto diremos que se ha de apreciar le virtud, la cual ni se puede robar, ni quitar 4 hurto jamés, ni se pierde con el naufragio 6 incendio, ni se muda con la variedad de las estaciones y de los tiempos? Solamente los que estén adornados de ella son los ricos, porque ellos solos poseen cosas fructuosas y de eterna duracién; y s6lo ellos (como es propio de las riquezas), contentoscon lo que tienen, juzgan que aquello les basta, nada apetecen, de nada carecen, nada creen que les falta, nada més buscan. Mas los malos y avarientos, como sus posesiones son de cosas inciertas, y que consisten en casualidades, y siempre apetecen tener mas, y no se habra hallado uno hasta ahora que le bastase lo que tuviese, no solamente no son abundantes y ricos, sino que han de ser tenidoa por necesitados y pobres. Bis. U.N.A.M. MARIO DE LA CURVA

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