Silverstone Television y Vida Cotidiana CAP1

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tar el ca08 (...) Poreso nuestro Tos simbolas de nuestra orien- ‘contra la angustia, Se podria considerar defensa es precisamente la solucisn al pro- nen su definicién cldsiea, aunque no siempre ide este modo. Y se trata de una defensa ela iamente, en los niveles individual, instit de la realidad. Se argumenta que la vi /se sostiene sin un orden —un orden que se ma diversosritos, tradiciones, rutinas y ac- ‘muchisima energia, muchisimo esfuerzo ognitivos y emocionales. Con el ordenamiento ‘Vida diaria evitamos el panico, construimos y sentidos,cumplimas con nuestras responsabildades,expe- Fimentamoe placer dolor con un grao mayor © menor de Ealisfacign contol, per sobre todo cadimoxel vagy Pa Fallante hotor dele amnaza del coe. Las insivciones {ju heredamoe y por las cuales seguiostuchando: a fat ‘lin near, el vecindat, la comunidad, In nacién (ada tezmie vulnerable quid, expuesta alos desefondlcan- Tio oral ytecnoligic) con proseaments la inaibuiones gue MsticamenteTueton el continnto de muestra apitad tira mantener ea fons yl que nod wuministraron los Focurss pra ealizarla. Yau vor ea aptitude basa en ie {qe toncros para preservar, dentro de las actividades de hen vida caldiane, una creenla onl contin y la tonfiblidad dels eas, determina, en la maida deo punbl, ln necnsaria distancia entre nosotros los diversos Peligros que amenazan es continuidad ea ngandolos por Exmpleto sen aboorbiendaos, de un modo oro en la trama enucstra vida “go” Semele argamentar qu, en clmundo modern, as ame- an ec yan cmd pr deiner Alan se han vat ptenciadae pr lo cambios industrials 3 tocnligin. Bato mundo modern, ol mundo del estan amjentocopcictemporal,segun le términos de Anthony Sine es ne mundo de la dicolucion de las acioroe premodernas basaas en lo qu Alf Shute (1973) lamaria cel presente vividoe: I experiencia de las (ecco a tern on un copecio y un Germpo far [inca mansjblony rcleivervante nmctabes, wn tne dovataha eats sun renarmcisn camara poe los ot hata del holoausto nuclear, del desasre ambiental, pro {ambién por nuestra vlnerebilidad ant as exigencas de Inpoliticanecimalointerneconely por ee paredsja de uh ciara Gonmicialionplanctario que nou conecta gal ‘En mundo (asl al instant nce deaconecta doo quota okro sentido etd por omplet fuera de nest aleanco, "Yeaidn ln quesotienen que este mundo moder expe rimenta una trasformacién radical, pero esta vez justamen’ te por la combinacién de cambios producidos en las toon logias medistiens y de la informacién que tienen expres cen la politica (la aparicién simultanea de la sg yy dol renacimiento de los localismos y los regionalismo#), ‘economia (la reestructuracién de la produccién en maa La primera se refiere a la verdadera cotidianidad de Ia visiGn. {Cémo logré esta tecnologia penetrartan profun- 2 intimamente en el tejido de nuestra vida diaria? {Cémo, ci? Creo que la respuesta a estas dos preguntas. nile sobre todo de la manera en que entendamos la na- ‘de la vida cotidiana; y para comprender esa vida de tins debemas averiguar primero, aunque sélo sea imperfecta, las condiciones de su propia postbi- decir: explicar Ias condiciones previas nevesarias pueda existir una vida social como un todo. La fe- ia, la sociologia, el psicoanglisis y la antropolo- das disciplinas que, con arreglo a su especificidad, ido estas cuestiones; y yo, cuando retomo sus ex-/ diversas, y en cierta medida trato de alca y quiero formular una interpretacién de lo que). » periencia televisiva: la experiencia de la tele,,“// ‘su cotidianidad, en toda sufactualidad. §— (°4”/8//2 ‘se refiere al reconocimiento de que existe un In investigacién. Resefas recientes de estu- :musivos de comunicacién han indicado jonado circunstancias sociales y hhibitos generales para el uso de aw 0 expectaciones sobre los benefici ‘consiiguientes actos de eleccién .y ol nexo de todo ello con otros a nas (MeQuail, 1987, pig. 25). Jen averiguar esos factores 0 ‘uislados, sino en pro- integra Las mencionadas resefas tienden a separar la dindmica Lsignificaciin politica, or tratarse de una instituciSn, | de la recepciin mediatica del ambiente social donde ocurre. lal del Estado moderno: esa integracién es total y \ Buena parte de las investgaciones a que se referen obran, de ese modo. Aun las que toman seriamente en cuenta el «de esa integraciin se puede explicar en parte por ambiente socal fracasan en ofrecer una explicacin tedriea nde los escritas de quienes han analizado la ea. | de la intogracién de los medios en a fabric de la vida cti- tyladinsmica de a vida cotidians, aun si esos auto- diana. Fracasan en tratar convenientemente la significa- on en especial el papel de ls medios masivos | )scvatccenn reece inssong wee “itennatasetetterrs Tar, en lo que Stephen Heath llama «su equivalencia conti- nes bbligrafia, sobre todo en lo referid alas, nua con la vida social» (Heath, 1990, pig. 267). Lo cotidiano a itribuciones esenciales ¢ interrelacio- 4 se oscapa, y en esa evasin se escapa también la televisién. nel estudio de la fenomenclogia del mundo social 7) En este capitulo quiero abordar Ia televsin en un nivel su influencia en la experiencia televisiva. La todo lo elemental que parezea posible y razonable. Mirar | television, hablar y leer sobre televisién se ajustan a hora- ros son et resultado de una atenclén-enfoeada 0 desenfo- ‘cada, consciente oinconsciente. La televisién nos acompaia ‘cuando nos levantamos, tomamos el desayuno, bebemos un 3 to vamos a un bar. Nos reconforta cuando estamos solo. (Nos ayuda a dormir. Nos brinda placer, nos aburre y a veces {71 nos cuestiona, Noda a oportunidad de ser sociable ytam- ign soltarios. Hy la tlevisién n urs, aunque wy desde logo no siempre haya sido asTy tavimos que apron. til der a incorporar este medio a nuestra vida (Spigel, 1990, 1992). La televisn nos parece hoy natural como nes lo pa ooo la vida cotidiana. Queremos algo més de ela (algunos in de la tolevisién en la vida cotidiana, a ‘nosotros); nos quejamos de ella (pero de todos modos la To que ya expuse como los niveles basi 8); pero no comprendemos muy bien (ni sentimos la \de la realidad social, trae un serio ries -necesidad de comprender) cémo opera ni desde el punto de oy exencialismo. Se podria entender que, ‘Vista mecsinico ni desde el punto de vista ideoldgico (Hall, ‘aspectos del fenémeno de la televi 1977, pig. 825). Nuestra experiencia dela television o® oo. mo nuestra experiencia del mundo: no esperamos ni Jpaooe ais ppeliaga sor significntivamentn diferente (chy 19783, pig. 29), La integracién vivencial de la televisién en nuestra vida diaria: su significacin emocional como perturbadora y cory {ortadora; su significacién cognitiva como informadora y dae sinformadora; su significacién espacial y temporal, ineorp vada a las rutinas de nuestra vida cotidiana; su visibilidad, no sélo como objeto —Ia caja que esti en el rincén—sinas revistas, secciones de los diarios, earteleras public Tiros come este—; su impacto, tanto recordado como. "Noes lo que intento o espero lograr en este capituloni en todo el libro, Desde luego que no hago sino rendir cuenta de las hipétesis sobre Ia naturaleza humana que mi argumen- tacién supone, y que también se dan por supuestos en las cexplicaciones sobre casi todos los fenémenos sociales, aun- ‘que normalmente estén bien escondidos y no explicitas. Sos- ‘tengo, con respecto a la tel ‘que, precisamente por haber ella colonizado es0s niveles bisicos de realidad social, rnocesitamos entenderla mejor. Si no obtenemos esa com- prensién, desconoceremos los fundamentos de su poder y apreciaremos mal las dificultades que traeria el intento de ‘eambiarla o controlarla. Pero un interés por esos niveles, fundamentales de la realidad social nace, y ereo que se jus tifica, precisamente por las condiciones sociales e histéricas J que —se puede sostener— los amenazan. No quiero decir {ave por estar la talavakin integra a tanta profundiad no ‘se pueda hacer nada para cambiarla,o que factores sociales, pconémicos y politicos harto tangibles no tongan igual im- (Cportancia para llegar a comprender su significacién. Al con- fo. Por estar integrada hasta ese punto, y por el intimo entrelazamiento de es0s factores sociales, econémicos y poi: ticos en la existencia misma de la televisién, necesitamos, prestar una atencién aun mayor al medio en tanto es —para ‘mejor y para peor—una fuerza compleja y multidetermina- da en la sociedad moderna. Volveré sobre estas cuestiones enel tiltimo capitulo del Ibo. Television y seguridad ontolégica La diseusiin planteada por Anthony Giddens sobre lo aque 6 denomina «seguridad ontoldgica> es un componente esencial de todo su proyecto destinado a proporcionar una ‘base tebrca para comprender la vida social del mundo mo dero, Baa eon, que Giddens llama storia de extructy raciény, oomienza y termina remit iar peo inelubl, de la eoiologia: el problema dd estructura y accién. No pretendo analizar aqui lo que ~ sullé ser un extenso e intenso corpus. Pero al extraer do un elemento, debo reconocer que puedo cometer el error descontextualizar el concepto, con lo cual desvirtuarit i lo que Giddens eseribié. De modo que citaré mente el parrafo en el que Giddens define la seguri- {dad ontol6gica] denota la fe que la mayor parte morsasan meinen para los sentimientos de seguridad onto- Ii que ambas estén relacionadas desde el punto ligico. La seguridad ontolégica concierne al llama el «proyectos (1989, pag. 279) de la jigiea. Consideremos solo algunos. (of In nocesaria interrelacién entre la segu: 'y Ia confianza, como aspectos individuales no fendmeno biisico y universal. Giddens que yo pueda tener confianza en el otro, ‘conflanza en mi mismo. Pero, como vere. i mismo me exige un proceso evolutivo Bapeloclogie eocial yen la toor pi- Hiriekson, Laing, Winnicott, ete), na Giddenssno es una simple sontolégicas no pueden confi- setdrons de la gran teoria so- ‘propio Giddens, tanto la con- on el producto de un _guaje, Tambien es cognitivo; exige comprensién, memoria, rreflexién, una conciencia de Ia pesicién que se ocupa en el, ‘tiempo y en el espacio. ¥ también es un compromiso afec- tivo: nuestra relacién con objetos materiales, con otras per- sonas,y con simbolos se basa en procesos inconscientes, pero silo puede mantenerse en virtud de una fe, nacida de la ex- periencia, en la certeza del mundo, es decir, en virtud de ‘una especie de dogma. Es una especie de dogma porque la, confianza, para sostenerse, tiene que depender, particular- ‘mente en Ia sociedad moderna, de «una sensacién de se- _guridad en la respuestas de otros distantes en el tiempo y en, ‘el espacio» (Giddens, 1989, pag. 278). Giddens define asi Ia confianza, esa condicién previa para la seguridad ontolégica y para nuestra capacidad de ‘mantener un compromise active que controle la angustia en, nuestro mundo eotidiano: «fe en la fiabilidad dw una per- sona o un sistema, respecto de un conjunto datlo de resul- tadas o sucesos donde esa fe expresa la creencia en la pro- bidad 0 el amor de otro o en la correccidn de unos principios abstracts (conocimiento tenico)» (Giddens, 1990, pag. 34). ‘Asu vez, esa fe implica la capacidad de afrontar, contrarres: tar o reducir al minimo los diversos peligros y amenazas ‘que parecen desafiarnos, tanto en nuestra condicién de in: dividuos como en nuestra condicidn de miembros de colecti- vvidades. Y este es el requisito sine qua non de la vida social ‘Nuestra eapacidad individual y colectiva para confiar es ‘una consecuencia de la crianza recibida (véase infra). Pero también es algo que dsbomoa mantener on las actividados rrutinarias de nuestra vida diaria; actividades que exigen de nosotros una atencién constante y elaboradas habilidades, ‘por mais que estas tiltimas suelan darse por sentadas: ee aati nisin ide wears call Crnetetg iirc oo a oaios a aprende sélo la correlacién de rutina, int idad y eles oo aga a four inti wea aeeaegeam "Es ct enn prt, ur un or Tacs mails potsie (anes ae hace y neoraiay bas aaa aaa ‘mas casual encuentro con otros puede potencialments mee Blase 150, pe BB a que, en Ins sociedades moderna fen las cuales se mantiene nuestra seguridad en de-un orden significativamente diferente de ins propia de las sociedades premodernas. orel cambio social ye cambio toonologcs, qu por consecuencia que muchos de nucstrs tives (sino ya la mayor parte dello) per’ do encuentroscara-acara para dar por suf abntractas ola pericia de otro, In seguridad ontlégien es una funcion del espacitempora, En is sciedades moder da er menos en las relaciones de paren- Ta localidad (el vecindaro, Ia comuni- misma sgnfieacién como fuente sostén cada ves nos apoyamos mas en redes ¥ ‘relacién cuyo funcionamiento no podemos prte de nuestras pautas de vida diaria das. El dinero, los viajes en avin ol motos, sn todas cosas en ln cuales, de conflamos, Evidentemente lo funcionan fh las, Giddens sostiene que hemos distancia» (por asi decir) como resul- primerisimas experiencias infantiles, pero para hacerlo siempre vulnerable Wve menos proviene del sy natural asp de eigen social Gikions ow ei enlow NEWS mecanismos 2 .¥ atonuada es en gran medida in- ) nie» (Giddens, 1989, pag. 279). del mundo social vivenciado con- de tiempo y espacio, de yrutinas que se crean y se sus- os diferentes elementos de para proteger alos ind- ingobernables, que ce un modelede la vida socal ultrsordenado,ultrarracional Bs hlerra:un sentido bésloo de confianza en cl ¥, paraddjicamente, ultraamenazado. Cada una de estas urrollo, Pero al considerar las circunstancias de. interprotaciones tiene alguna justificacién, Su modelo de lo aio, me propongo amplinr Ia perspectiva de social es el de un orden social rutinizado, defendido. En sa fatender no silo al desarrollo de la seguridad ‘modelo de inconscienta triunfa la razén sobre los complejos Fila experiencia de una confiana bsica, sino | ¢cirreselubles confletos dea peique. En su modelo de socie- Haserrollo de un sentir de lo simbslico que com-, | dad moderna, el nivel de rieage e incertidumbre es una ame- i-acompadia, ¥ sostendré que en las teoriast naza palpable y siempre presente. Su juicio sobre la fragi- ‘inglés D. W. Winnicott, y en general en la lidad de la seguridad ontoligica bajo las condiciones de la litica conocida como teoria de laa rela’: ‘modernidad, comparadas con las de la época premodern, parece exagerado. Su evaluacién sobre a ealidad de la vida it ‘ontempordnea parece contradictoriay poco justificada. Pe- rosi cada una de estas objeciones es en parte cierta, no de- ‘bemos dejar que disimulen lo que a mi juicio constituye el de una idea que, aunque desarrollada valor dela teoria de Giddens —al menos en atencién al te- ‘aniliss de los constreiimientos pauta- ‘ma que tratamos—: pues esta nos suministra los primeros 10 roza la signifieacin esencial de pasos de un enfoque anal ue deseriptiva dela es- ‘elevisién para la vida cotidiana bajo las Be nodernidad. Y esto concierne al papel cen~ ‘Desde Tuego, el mundo come lo experimentamos y como In vida cotidiana; habito, serialidad, lo experimentan los demas no coincide punto por punto con ool papel de los medios en defini 3 Ia caracterizacién que hace Giddens. En realidad, con fre s ceuencia vivimos, como el propio Giddens To reconoce (1984, ‘pag. 50), en un mundo de pautas violadas, de acciones irra cionales y tramposas, de confictos iresolubles y de sucesos {mpredecibles, tanto en Ips ambientes seguros como en los fronterizos. No obstante, aquellos de nosotros que nos vale ‘mos (6 que nos valemos In mayor parte del tiempo) a pesar Ao loo docatioe rioeqou de Ia vida diaria lo hacer porque ontamos, como individuos y como miembros de grupos so: ciales, con los recursos —nuestro sentimionto de eonfianzat y-do seguridad— suministrados por nuestras experiencia do rutinas predecibles en el tiempo y en el espacio. La curios? sé tardiamente dl tores significativos en la an ce | “Tea pigs 7) j open erplwn a rconcr ah | gue su propia teoria interesa para llegar a comprendetla Eslo que me importara aqui, para lo cual consideransy pliaré con algo mais de detalle des puntos de cin de Giddens. ‘Mi argumento seguira dos direcciones. La primera cede, por asi decirlo, hacia Ins condiciones priced | 28 sino, al contrario, precisamente como el producto y ala vez el prodactr de actos de comunicasin simbélica. En el pre- sente contexto, iene a sostener lo mismo. Winnicott y otros autores de lo que ha llegado a constitur la escacle-inglesa Gfe psicoanalisis (Kohon, 1986) abrieron una puerta en el psicoanlisis para considerar lo social, y desde luego que al (mismo tiempo abrieron una puerta en el estado de lo social para considerar procesos psicoanalitias y psicodinaémicos. En la raiz dela tris de Winnicott sobre el desarrello del individu esta el vincul del bebé con su madre, un vinculo cuyo fe, literal y simbslicament, el pecho de Ia madre. Segtin Winnicott, la clave para la emergencia lograda del individuo es la aptitud de ese nifo para separarse dela ma- dre. ¥ esta aptitud dependera a su vex dela calidad de los ceuidados que se le brinden, particularmente por la fiabili- dad y la consistencia de estos (y también por su intensidad), > Elnitio se puede separar de la madre sien el vinculo existon C confianza y seguridad suficientes para que él lo haga sin riesgo. Pero esa separaeién no es un proceso seneillo ni signifieante. ‘La separacién, en realidad, también incluye conexién La aptitud de un individu de verse a si mismo separado da otro se basa en una predisposieién para reconocer al mismo tiempo los lazas que lo unen a ese otro. Independencia supo: ne dependencia. La emergencia de un individuo ontolgicas ‘mente seguro exige tanto distanciamiento como proximiciad én sus vinculos con los demas y requiere que la seguridad Interior ee complements con la seguridad exterior. Intoriory wway dela realidad objetiva, deben distinguirse pero también relacionarse em {re wi. {Gémo se logra esto? {Qué implicaciones tiene? ‘Winnicote sostione que la emergoncia del individuo ea proceso que tiene in social y una dimen ‘simblica; se procéso se basa sustancialmento en la riencia de un espacio yun tiempo, yu importancia ea cial para comprender el surgimiento de la cultura. La racién del individuo, la ereacién del individuo como m social, supone la emergencia de un espacio, un espacio tencial (quiza sea més exacto decir: espacio par lo pi cial) donde se pueda realizar In tarea de separaciény In racién entre «a mb y «no a mis. Bste espacio poten {cepacto transicional en una multiplicidad de santidni 2B sun espacio donde los primeros objetos emergen eepeisn del nifio. Los primeros objetos son los os primeros simbolos: = ¥Tos primeros actos creati- ‘cultura, Este espacio Mota, Bs ol eopacie dentro del cual cl infants realidad y empieza a adquirir la capacidad gen engaiiosamente sencillo se encuentra / ‘Winnicott sobre la primera posesién. La / ‘omienza cuando el bebé empieza a mor- yyeonduce eventualmente ala afcién ea, una manta; es decir, lo que Win- icionals. Bete objeto llega a Tuna gran actividad emocional y ogni. de quo el nif reoooce que de ode Ia madre. Bs el foco de tats I ins emocionales y fantasias que ad fo quiere porque le resulta fa- ‘un objeto migico que encarna la Jou matarnos y In erentividnd ‘en una siniple sustitucion ‘el objeto transicional ha- /pecho shizo las veces de la vida), pero, en el espacio, yon virtud del cual el bebs mente ylo ques conocido subjetivamente,yenlasluciin Tene problema no halla all el sr bumano que noha Sioa iicado por la mare lo bastante bin. dre infer ota gin que me reir eel drea consent a infante Fs ‘retildad primariny perepean objetva basa ev Slexamen de raided. Loe ensmenostansiionales r- roontan ls primero estas dl uso dea asin, sn la ‘nll or hamnano no encuentra sentido en idea de un felaisn con un bjeb guelos demas perciben om exterior ‘ewer, Wincott, 1075, pg, 29, lasbastardllas on del ovina, Winnicott identifica esta zona intermedia de experiencia con Ia posterior aptitud del individuo para llegar a realizar ‘cualquier actividad creativa; en las artes, en la religion, «ve ‘vir de manera imaginativa (...) realizar un trabajo ciens tifico creatives (ibid., pag. 242). ‘En su andlisis del nexo entre los fenémenos u objeto transicionales, el individuo emergente y la cultura, Winnie ‘cott sostiene, entoncos, una serie de tesis interrelacionaclas (1974, pag. 118). La primera de ellas es que Ia experienc\k | cultural se sitiia en el espacio potencial entre el individuo ¥ 5 almente, el objeto). Esto es igualmentie ble aj era exprésién de la experienci (cultural. La segunda es que la aptitud deeada individuo pa ra usar ese espacio esti determinada por las experienc .s desu axistencia. Desde el comic el bbs tiene expericneiaa intoneas ey espacio potencial situado entre el objeto subjetivo (su pro ‘ser emergente) y el objeto pereibido subjetivamente (lo ‘asm{oel otro). Hite espacio potencial est en la interfano) tre «no hay nada para experimentar mds que a-mi y ‘otros objetos ¥ fenémenos que estiin fuera de mi conth ‘Todos los bebés tienen, dentro de ese espacio potencial periencias buenas y malas, favorables y desfavorabl J comienzo, Ia dependencia es absoluta. El espacio | Silo se erea won reacin con tun sentimiento do fe» dl —por su eapacidad para confiar, o para que se lo ali \ confiar—y por la fe que generan una figura materna ‘elementos del ambiente. La fe (confianza) consis introyeccién (Ia interiorizacién) de pruebas de een dad, Finalmente, Winnicott sostiene que, par igo Ia vida cultural del individuo, «se debe estu- tino del espacio potencial que existe entre un beb materna humana (y por lo tanto falible) que es adaptativa en virtud del amor» (ibid) ear algunos de estos argumentos a la televir es de hacerlo extraoré algunos apuntes de lo ‘ahora; espero que estos apuntes establezcan on mi anilisis anterior sobre la seguridad onto- sapunte se puede considerar un comentario so- to presentado por Winnicott. Quiz dlestacar (acaso lo sea después) que los di sobre madres y pechos se pueden consi imadrus reales y pechos reales y ambos femocién) 0 metaféricos; es decir, la per ‘uidadoe al bebé puede no ser una «madres bien puede ser un biberin. De manera’ decir que no hace falta tomar dema- e] manifiesto interés de Winnicott por la transicional. No todos nosotros he ‘mantita por toda la casa como el perso- i do Schultz; el espacio creado por fue ereado—se puede ocupar de mii- te puede hat ereido ono en la nece- tien doun pecho auténticn:la.ca: dona madre slo bastante buena» es ppuradejarabierta la cacstiGn. Pe no intaresa a su arsumentacién. ‘os ln consistencia del cuidado Ta novesidad de ‘Ya ptitud del nino = ‘su individualidad, separarse 7 ‘ser un agente indepen- lifieil de exponer. Con- ‘Winnicott por la patolo- 10s posible tomar dis- dependencia estén separadas por una linea tan delgada, ‘como un eabello y sin embargo son totalmente interdepen- dlientes: creatividad y adiocién son expresiones de esa rela- cidn reciproca. De manera semejante, el limite que separa al individuo de quienes lo rodean es igualmente frégil y vulnerable. El limite entre una madre (0 figura materna) lo, bastante buena y una madre que parece haber fracasado es igualmente delgado y disutible. No obstante, una vez mis cel mérito de la posicidn de Winnicott para la presente diseu- ‘sidn no es tanto el jicio clinic sino el hecho de reconocer que el ambiente constituye un factor esencial para com- prender el desarrollo fundamental dl individuo como agen- ‘tesocial y cultural y,loque es mis importante, como agente psicodinamico, "Esto abre paso a un tercer apunte. El desafio que lanza ‘Winnicott a Ia sociologia os real, aunque con un foco dife rentey menos tangible que el planteado por el psicoanilisis freudiano y, de otro modo, por la teoria Iacaniana (véase Giddens, 1991), Porque Winnicott presenta un relato de criptivo y analitico dela creacién del sujeto como unidad so- tial y simbiliea (no, a despecho de Lacan, como un sujeto Iragmentadlo por ya través de o simbelico) que por supues- topuede resultar dafadoy destruido, pero que tiene la posi bilidad de llogar a ser (y las mas veces llega a serio) un actor social viable. Winnicott presenta ademas un relato que x {re foraren cuenta sobre todo le socal, Peo no en una sim- plo relacién de causa y efecto. [Lae ospacioe potenciale, Ios fandmenes transicionales. son precisamente eso: potencies y transicionales. En am- bos casos ataiien ala dialéetica de in dependenciay la liber- Aad, de la conffanza y la inseguridad, de Ia creatividad y la ‘dela impotencia,y Ia omnipotencia, que sefialan “problemitca de Ia accién en la vida eotidiana. Dentro de este espacio y a través de estos fenémenos —en ‘ilkima instancia culturales—, ls individuos legan de al sin modo a entenderse con lo percibido subjetivamente, con Jas circunstancias objetivas, primero de su ambiente tem- prano y luego del ambiente que los va cireundando. Por lo {anton tora psiodinémice de Winnicott es también una ‘teoria sociolégien. Que nos la apropiemos aqui no nos hace ‘caer en un reduocionismo; supone silo un desafio para tra tar de entender la sociedad y la cultura atendiendo a 32 struccién que hacen de ellas individuos en ambientes frecuencia les son ajenos. ‘ecuacién que ofrecemos aqui ya fue propuesta por ‘aunque en un registro diferente. Es la ecuacién ‘confianza, seguridad, y la eapacidad de actuar, tanto al como socialmenta. A estas, Winnicott agrega ex- ente Ia capacidad de crear. Principalmente se re- Ja cultura pero, al analizar los objetos transicionales, serefiere a los medios. In expresién experiencia cultural como una exten- idea de fenémenos transicionales y de juego si 0 de poder definir la palabea “cultura”. Pongo ‘en la experiencia. Al emplear la nila t n heredada, Pienso en algo que esta {1 comtin de Ia humanidad, a lo cual pueden cont duos y grupos de personas y en lo cual todos; 8 si tenemos dénde colocar lo que encont , 1974, pag. 116, las bastardillas son del m la dificultad en que se ve Winnicott para de- . Sin embargo, su iltima observacién nos ‘vigorosa metafora que ayuda a entender Ia cul- ‘algo de 1o que todos participamos aunque con: os de competencia y con diferentes grados de ‘mismo mod, In frase si tenemos déndo colo participaciGn es esencial el fendmeno transi- transicional. Aqui quiero sefialar lo que si- ama la atencién sobre el rol central que o transicional tanto para el desarrollo ia creacién, en el nuevo individuo sepa- to de identidad y de seguridad dentro ede propio ser y otros. En el ‘In significacién emocional del do se reduce finalmente a que ocupaba se lena con que contimian la tarea de de trasijar realidad inte- Jn tarea de acoptar Ia rea- 1idad nunca se completa, como lo sefiala el propio Winnicott, 11975, pig. 240). Este trabajo cultural eontintia, con sus s3- frustraciones consiguientes, y la continuada 'y de medios que lo faciliten. Quiero s quiz sobre todo la te- Ievisién, ocupan el espacio poteneial que dejaron las raanti- ‘tas, los osos de paiio y el pecho materno (Young, 1986), ¥ funcionan, desde el punto de vista cultural y catéctico, como objetos transicionales. Como tales, los medios son, desde quego, vulnerables a las exigencias de nuestra propia crian- ‘za individual as{ como a los requisites de los ambientes don- ‘de se los produce y se los consume. E igualmente son vulne- ‘Tables al precario equilibrio entre patologia y salud al que Winnicott se manifestaba tan sensible clinicamente y al ‘que también yo debo volver la atencién aunque sélo sea bre- vemente. ‘Puede resultar itil ilustrar el nexo entre los argumentos de Winnicott y los mios, y Ia condicin de los medios como bjetos transicionales, tamando uno de los estudios de casos {el propio Winnicott: el caso de la cuerda (1965). Era un ni- fio de siete afios obsesionado por las cuerdas. Constante- mente ataba las sillas a las mesas, los cojines a la chime- thea, y antes de que lo viera Winnicott, se lo habia encontra- Jirededor del cuello de su hermana. ‘racién de un amigo utilizando el teléfonc» (ibid, {Los sintomas se aliviaron cuando la madre fue capaz de ha- ‘blur de las angustins de su hijo con él. Ja significacién simbdlica de la cuer” ffuridad y on la dea dea falta de comuntcacién- La eu {Ta habia logado a serno tanto un medio de unin como de negar la separacin. «En su card és cpu, a Surin sont on a cn Algo que tiene propiedades peligrosas y que debe ser A Winnicott este caso le sirvié no slo para inda- patologia en relacién con los fendmenos transicio- sino también como un ejemplo del desarrollo de una sin potencial. En comentarios posteriores (1974), ott observa que el muchacho no se curs y desarrolls adicciones, incluso adiccién a Ins drogas durante la {qué modo puede contribuir este caso a comprender jios? En sus ultimos comentarios, Winnicott se pre- jun investigador que estudia Ia adiccién a Ins drogas Ja correspondiente ateneién a la psicopatologia cen la esfera de los fenémenos transicionales. ‘en relacién con el empleo de la televisién, ¥¥ no patoldgico, creativo y adictivo, es explicita- 0. Pero sostengo que en ese uso hay mucho uestién de patologia, aunque tal euestién gy y siempre magnificada en las discusiones so- n. Aqui es posible hacer una serie de obser- (primera es una observacién sociolégica general fsfminmaadictivao conduce a adiocionos poe eta eridenta qua al ciclo regular depini. Wooos con el miedo a la adiecién (véanse , 1992, sobre Ia televisién). Verosi- 0a, como lo ha sugerido Giddens, una 7 moxierna si surge de las deman- icon imlipes cbjtos price Semin tacsivea (y oon frecuencia tuandoIoe medina les suri mi en particular el easo de o puede emplearse tanto po- como una cuerda, de descubrir su raiz en las primeras ex- periencias infantiles, precisamente en relacién con cues- tiones tales como la seguridad, la separacién y el deseo de ‘comunicacién. Sibien Ia cuerda es un medio muy simple, la ‘televisién, por supuesto, es otra historia. El espacio cultural en general y la televisién en particular El espacio potencial el espacio en el que se forman las ‘dentidadies con o sin la participacién de objetos transicio- nales, en un ambiente deeonfianza ode alta de confianza— tx el sitio en el que se siembran las semillas de la cultura. Poro Winnicott reconoce que las semillas se siembran en ‘una tierra paradéjica: cel rasgo principal en el concept de objets y fendmenos teansicionale (.. es la paradojay Ta aceptacin de la po- > ado: el beg crea el objeto, pero el objeto estaba all opera de ser eeado y de pasar a serum objeto catectizado SCY munca desafiaremos al niio a responder la progunta (ixeaste eso o lo encontrastel», Winnicott, 1974, pig. 104, las bastardillas son del original. in verdad esta es una paradoja fundamental. Una para- linja que se impone en ted diamsim sobre la cultura ola fromtvidad. ¥ también se impone con fuerza en todo ané isis del papel de i telovisign y de a audiencia tlevisiva Volverumo sobre esto on ol iltimo capitlo. Pero, por el o- ‘cs importanto sofalar quo, aunque no queramos n- al nifio, debemos interrogarnos sobre lo que trac onsigo esa paradoja on tanto trabaja la experiencia de la cultura y especialmente la experiencia de la televisiGn (véa- Se Hodge y Tripp, 1986, ap. 9; aunque nétee que su ani- Tisises en esoncin un andlisis cognitivo-piagetiano). ‘No obstante, la pregunta ahora es: qué hace de la tele~ visién on objeto transicional potencialmente tan signifi ativo? La pregunta es razonable porque Ia televisién, como ila cuerda, no es cbjeto infinitamente maleable ni neutro. Al relacionayse patoldgieamonte con la cuerda, el muchachita 0 estudiado por Winnicott utilizaba algo que ya tenia lo primero que haya que sefialar es que la televi- trasformard en objeto transicional en aquellas cir cis en las que ya esti permanentemente disponi- soo or une conacints (senor persona materna como baby sitter; es decir, como mientras el/la encargado/a de cuidar al niio pre- mida 0 atiende, durante un lapso indeterminado, ‘cosa en algin otro lugar. Las continuidades de de imagen, de voces o de miisica, pueden convertirs een un elemento reconfortante que brinde mera presencia. La disponibilidad de la tele: es un aspecto, pero ademas hay otro. ‘explica Winnicott, Ia creacidn del objeto transi nile de una especie de examen de realidad que el, ‘supuestamenta cierta secuencia. sta rnifio se allega al objeto, contintia con el i de ‘omo soportes dela real del eapitalo querria cambiar de registro y apartar la io lo individual y Io psicodinaémico para conce ten lo eolectivo y lo social, pero preservandio el interés ‘el fundamentodea-ida socal y la importancia eru- simbolic la tarea'de encontrarle-sentido. ‘dad ontoligiea se sotiene por lo familiar y 10 le, Nuestras actitudes y creencias de sentido co- 'Y apoyan nuestra comprensién préctia del fin la cual la vida llegaria pronto a resultar intole- ‘sentido comin se basa a su ver en el conocimiento se expresa y mantiene por toda una serie desi ‘simblicas. Los simboles dela vida coti- Visiones y sonidos diarios del lenguaje natural y familia; los textos medisticos emitidos pablica- leras, en periédicos, en televisin; los ritos ' pblicos, que constituyen ritos de past ‘onacionales,ocelebraciones de carécterinter- ‘sos simbolos, en su continuidad, su care- ‘oambiguo son ofras tantas apuestas por el ‘Martin, 1981, pég. 70, sobre la cultura de . Defensivos 1 ofensivos, esos simbolos const r nosotros, como seres sociales, los intentos de do de dominar a los demds, de dominar- Mlenen sus races en la experiencia que ein- sas contradiceiones bisicas dela vida social: edeperecin- Independence de dential: laa Winnieoti:y Tas tienen también en. iva de socinlidad, en las exigencins a Jinteracién cara-a-cara (Goffman, 1969), ‘do losagrado (Durkheim, 1971) y en estructura que se expresa en todas. Jes, euyos prototipos son el mito ‘el rito r, 1969). ERIE ppl dol lei ono -y ooulto de Ta vidwrcotdiana; en su pau inserciénen pautas objeto: 08 su Ps fanas do todos ls dia a ns rutinassagradas de horarios y a ae La cevsion como mdi: que arplin muestra ere gn y nuestna soguriad en wn mundo de informa copes now alo en una red de relacones espacio ‘porales, asi locales como globales, domésticas como nacio- rere se uimenazan con abrumarnos, ore qu al sm aa puministran las bages Para que hos sinks seunos omiembres dona cnmunidad ode un veinds- sanalovisin como proveodora de entretenimiento ¥ de tans on sun gary nats so tl / nos perturba, nos da paz y tranquilidad, y nos ofrece dentro (eee crn unnexpresn yun forcalecimientodelas \ se aldndea contenedoras dea cotdianidad. ‘ non de vinta en expan pbs eva: Jos escenarios y las bambalinas; os espacios do género y ') generacién, de domesticidad y de comunidad. insti La televisi ni) ida parte deeso-cardetor snd ep Senda ai se te Sn por doom ido cl ama de casa (Modleski, 1989). Las configura- ‘narratives mismas, Ia esencil recursividad de co- ‘continuar y terminar, y de accién y caracterizacién, ‘expresién homologica dein condicién narrative a én narrative iz, 1992), la competencia final de la Capa. (Real, 1982). De modo similar, nuestra espacia~ ‘sebasa en los patrones que gobiernan nues- los dias al paso que nos trasladamos juntos de tun tinio televisor 0 de los distin (én instalados en el living, el dormi- ‘oun sitio pblico. ¥ también se basa en la cam- tetre lo global y lo local, relacisn que la tele- teforzaa (ejrowitz, 1985) ampliando el Jos limites tanto material como feno- ‘rasgos, los tiempos y espacios cotidianos po- profanos. Podemos distinguirlos (lo ha- bs sucesos predecibles o manejables (como Jas bodas, los nacimientos y las muertes) foco de ritos domésticos miso menos pla, ‘podemos distinguirlos de aquellos acon ‘obien predecibles y manejables, obiew i y atomorizantes, para cay: mos de la televisién. El desvio hacia (Waihinger, 1924) que la televisién macién realista como en la de fic- ito). Aun dentro dela pauta de ‘como especinles. Durante esos yuta do Ia jornada se mantiene/ ‘oontenta el teléfono. Ne Hon riton parnddjicamente’ we i | | ccotidianos» estén firmemente integrados en Ia estructura de la vida diaria, Pero aun Ios que no se integran tan tilmente, los que cuestionan y perturban y por eso sumi- rnistran el foco de una respuesta ritualizada 0 ritualizadora pueden considerarse articulados en la vida cotidiana a tra- ‘és de la televisién (con frecuencia) y la cultura de la tele- isin. La Navidad, que es una celebracién intensamente doméstica y ampliamente piiblica, se festeja alrededor del televisor, La costumbre cada vez mas difundida de registrar «en video las bods sobredetermina estas como rites ineorpo- rad iva. También las crisis y eatistro- {es, naturales o provocadas por el hombre, son objeto de un ‘manejo por las altamente regularizadas yritualizadas es- ‘ructuras y el flujo de las noticias (Mellencamp, 1990; Ale- xander, 1986). Todos estos acontecimientos son expresiones dela capacidad del medio televisive para movilizar lo sagra- {doy crear lo que los antropélogos llamaron la xcommunitasy: In experiencia compartida, aunque frégil, me ay sintética, de comunidad. ‘Las tradiciones pueden cambiar, perola tradieién se con- serva, Como sostiene Giddens (1990, pag. 105), la stradicion hhace un aporte fundamental a la creacidn de la seguridad ntolégica en la medida en que mantiene la confianza en la | continuidad de pasado, presente y futuro, y vineula esa con- fienza con las prictieas sociales que llegan a convertirse en rrutinay, Una vezimas, este argumento deftende las tradicio- nes piblicas y privadas, las tradiciones cada vez més inter- “dependientes de la fannitia y la nacién. Como dioe Seannell Bin el momento mismo en que ceremonias y simbolos par- ticulares pierden repercusion y quedan relegados al desvain do log trastos viejos de Ia historia, otros nuevos los rempla- ‘jun. Kn el proceso demodernizacién, el rito ya tradicién se ddespojan de la intimidad que los unia a la religién, mientras se inventan veloz y prolificamente nuevas tradiciones secu- Tares. Yesto ocurre con la mayor diligencia en la reconstruc: cién de las imagenes y los emblemas de la nacionalidads, Scannell, 1988, pag. 16. ‘Scannell destaca la creciente ritualizacién de Ia nacional ‘dad, proceso en el que las emisiones estiin materialment ‘comprometidas, Pero estas nuevas tradiciones no son sl 46. haya proporcionado un nuevo contenido alos ritos do- a Say arveaiege Gi caer pment 1a forma y Ia funcintradicionales de tals rtos i fueron y son preservadaa las formas familiares fenmascaradas de narratividad en programas tele- que, tanto en sus expresiones realistas como de fic ministran un mareo seguro para representar y con ino familiar o amenazador. Este cardcter mitico de ha sido sefialado con frecuencia. Denota la per de formas orales familiares de contar cuentas, es ‘narrativas estructuradas de folklore presentes en los dramas y ls documentales; Ia significa: al particular de Ins formas de narrar historias ineien las contradiociones endémicas e irreso- ociedad multiadinaria; tambien denota el ode las imaigenes los relatos que natura pla realidad de lohistricoy deo elaborado (Barthes, 1972). |Mllencamp ofrece un ejemplo particularmente ‘el proceso de mitficacién en su anslisis del Jas catistrofes por parte de la televisién Jeatdstrofes pueden tener la misma significa mentos de Garfinkel con la confianza en Pentructtra de Io ctidiano: unas y otros re- “inoposiciin, el caricter de lo que se da por uo inveresa en este ejemplo desde el punto ‘ngumentacin e, por un lado, la inda- ‘ia real que de feen (y del eardcter o fuorza socal y simbélica,y, por el is la representacisn de Ia eatastrofe doa disminucién de la angustia: ‘al paciente en detalle los proce- después de la intervencién, In catistrofe, RS) brinda vomejante a una plegaria 0 di euriosidad, del deseo de, tica”, se trasforma en relato, terapia y rito colectivo. Poste- riormente se la conocer como mito», Mellencamp, 1990, pag. 248. ‘Volveré sobre todos estos temas en capitulos sucesivos. Por el momento me basta con lo dicho para entretejer los hilos deste capitulo y tratar de resumir la primera etapa de mi ‘argumentacin. veces fon parted la él de en vie a. ‘capitulo intenté explicar emo podria en- “Yaniderse el que haya aleanzado esa condicién. La televisis no llegé a ser lo que es como resultado de una imposicién ‘xbitraria o politica de un medio sobre una cultura que se resistia a él (aunque en algunas circunstancias esto podria ~ formar parte de una explicacién), sino ocupando progresiva~ mente espacios y tiempos particulares de un nivel basico ‘Ta realidad social, Tengo una buena razén para poner el ‘cnto on eh epi ema como lhc hasta ahora y ‘como continuaré haciéndolo. En realidad no es nada sor ite presentar estas dos catogorias como las catego- ‘as primarias a las que debe referirse cualquier intento de .prender las condiciones previas para que la vida social ‘sea posible y para que un individuo pueda tener su lugar ¥ ‘su competencia dentro de ella. He yaxtapuesto la teoria do \ Giddens yla de Winnicott en un intento de proporeionar un ‘marco tedrico donde delimitar el territorio que quiero explo- rar, ya que las metiforas y las preocupaciones de Giddens ton principalmente temparales, y las de Winnicott, princi- palmente espaciales. Los medios —y fundamentalmente Ia televisién, por supuesto—son mediadores (probablemente ‘on cualquier definicién, y ciertamente en la practica) tanto del tiempo, y ademas se producen y se con- -y en el tiempo. En cada caso la calidad y el tiempo es significativa tanto desde el punto de vista material como desde el punto de vista simbélico. ‘Ahora bien, la television es una parte tan esencial do nuestra vid nivel.no sdlo sociolégico, sino ta fen la teoria psicoanalitica en general y en la teoria de Win: nicotten particular una base verosimil para ofrecer tna ex: plicacién (en lugar de, por lo menos inicialmente, presenta ‘explicaciones mas estrictamente psiclégieas), os ante todo 48 asi puedo rendir cuenta del desarrollo del individuo alo social y lo simbilico, por un lado, ¥ entender la ‘de los procesos conscientes ¢ inconscientes, por el ‘oftece una explicacién estructurada de manc- - En el trabajo de ambos autores, la televisién est y sin embargo es un medio que exige —quiza ni snos que otros productos sociales, pero indudable- necesita— el mismo enfoque polivalente. Este ha umento y en él se basa el resto del libro.

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