510
+ Parte = Subsistema de mantenimiento de recursos inumanos
Ene.
Feb.
Mar.
Abr.
May.
sun.
‘ul
Ago.
Sop.
ct
Nov.
Dic,
Se verificé que las empresas del sector metalirgico tuvieron en 1996 un
coeficiemte de frecuencia (CF) medio de 56,46, en tanto que el coeficien-
te de gravedad (CG) fue 2,049. Fernando Torres, jefe de la seccién de
higiene y seguridad de Mesarisa, no crey6 en estos datos y solicits a los
miembros del Cipa un tiempo para confrontar tales datos y elaborar un
programa de prevencién de accidentes para la fébrica. Al verifcar sus
Gifras, Femando hizo las siguientes anotaciones:
SSR PO TST
sev
228,700 18 2.850
239 300 25 3.180
305.900 8 3.820
266.300 2 3900
279.200 2 3.450
276.300 26 3.900
292.600 28 4.020
280.900 40 4220
280.300 7 4160
279.200 2 3.850
252.100 Py 3.230
224.600 19 2.820
Con estos datos, Torres pretende mostrar a los miembros del Cipa
cual es la posicién de Mesarisa con respecto a las demas empresas del
sector metalirgico frente al CF y al CG, asf como presentar un programa
de prevencién de accidentes que pueda implantarse con éxito pata redu
cirla ocurrencia de siniestros en la fabrica.
merry see
Relaciones
laborales
Er subsistema de mantenimiento de recursos humanos cobija tam-
bién las relaciones de la propia organizaci6n con las entidades que
representan a sus empleados: os sindicatos, Estas relaciones se deno-
minan relaciones laborales porque tienen que ver con él trabajo del
personal y son nogociadas y acordadas con 16s sindicatos. En otros
las felaciones laborales se basan en a politica de la organi
zacién frente a los sindicatos, tomados como representantes de Tos
anhelos, aspiraciones y necesidades ~por lo menos en teorfa~ de los.
empleados. Las relaciones laborales constituyen la politica de relacién
de Ta organizacién con sus propios Tiembros. En la practica, 65 una
espécialidad politica, pues ‘el conilicto entre capital y trabajo
puede resolverse, en una sociedad en transicién, mediante una nego-
ciacién poltca inteligente
POLITICAS DE RELACIONES LABORALES
La politica de relaciones con los sindicatos refleja de modo directo la ideo-
logia, la cultura y fos valores asumidos por la alta administracién cle la orga:
nizacién, los cuales, a su vez, estén influenciados por la etapa de desarrollo
del sindicalismo, por el régimen politico del gobiemo y por la situacién
coyuntural de la economia del pais, entre otros factores ambientales.512
Parte V- Subsistema de mantenimiento de recursos humanos
Entre las pollticas de relaciones laborales que la organizacién puede
adoptar, podemos definir cuatro": paternalista, autocritica, de reciproci-
dad y participativa.
Politica paternalista
Caracterizada por aceptar con facilidad y rapidez las reivindicaciones
de los trabajadores, sea por inseguridad, falta de habilidad o incompe-
tencia en las negociaciones con los lideres sindicales. A medida que
los sindicatos logran atender las necesidades o reivindicaciones de sus
bases, van creando otras de interés colectivo o particular de sus pro-
pios lideres, y las presentan como si proviniesen de las bases que te
presentan. E! sindicato se fortalece mediante el esfuerzo positivo: a
cada necesidad salisfecha sigue otra mayor que debe ser atendida.
Cada concesién representa, para a empresa, un costo adicional. La
isin global de las necesidades y aspiraciones de los empleados se
sustituye por el casuismo y la inmediatez pata satisfacer cada reivindi-
cacién que va surgiendo. Esta actitud cortoplacista, orientada hacia la
solucién de problemas, debilita la organizacidn y transmite inseguri-
dad a los gerentes y supervisores de primera linea frente a las constam-
tes presiones sindicales.
Politica autocratica
CCaracterizada por la postura rigida ¢ impositiva de la organizacién, que
actia de modo arbitrario y legalista para conceder lo estipulado por ley y
de acuerdo con sus intereses. No siempre se atienden las reivindicacio-
nes, lo cual provoca el surgimiento de focos de indisciplina y grupos de
‘oposicidn en el sindicato frente alos fracasos en los intentos de negociar
i6n. Dichos fracasos generan refuerzo negativo frente a la imagen de la
organizacin, y cierta tensidn entre la organizaci6n y sus miembros. La
falta de dislogo perjudica la gerencia y la supervisién porque carecen de
autoridad para satisfacer las aspiraciones y necesidades de sus subordina-
‘dos, lo cual origina descontento, insubvordinacién e indisciplina en el per
sonal. La supervision es servil ante los superiores, pero rigida con los
7 Ademar Faljone, Pritica das negociagées sindlicals, So Paulo, Tama, 1984, pp. 14-23.
Relaciones laborales
subordinados. La politica autocrética no puede sostenerse por mucho
tiempo, dado su cardcter unilateral e impasitivo, que causa frustracidn
indignacidn en el personal
Politica de reciprocidad
Se basa en la reciprocidad entre la organizacin y el sindicato. Las reivindi-
ccaciones se resuelven de modo directo y exclusivo entre la direccién de la
corganizacién y la del sindicato; la participacién de los trabajadores y los
supervisores es escasa. El objetivo es constituir un pacto y atribuir al sindica-
to la responsabilidad de impedir que las clausulas pactadas sean violadas
por [os trabajadores, Este pacto no siempre contempla las necesidades de
los trabajadores ni las recomendaciones de los supervisores, lo cual origina
presiones de! sindicato contra los trabajadores y de la direccién contra los
supervisores. Ademas de no contar con el apoyo y el compromiso de traba-
jadores y supervisores, esta politica no siempre se cumple y produce des-
confianza y falta de credibilidad de los trabajadores en la direccién del
sindicato, y de los supervisores, en la direcci6n de la organizacién.
Politica participativa
Caracterizada por considerar que las relaciones laborales involucran al
sindicato y a los trabajadores, por un lado, y a la organizacidn, a los dir
gentes y a los supervisores, por otro. Esta visi6n propicia una evaluacién
amplia y objetiva de cada reivindicacién o situacién en cuanto a su viabi-
lidad, naturaleza, oportunidad, validez y, sobre todo, en cuanto a integra-
ign ¢ identidad con las demas polticas y objetivos de la organizacién.
Presupone que las soluciones se negocien y discutan con datos concre-
tos, abjetivos y racionales, y que no se sustenten en gpiniones persona
les. Esta politica requiere buenas relaciones con los trabajadores y un
lima organizacional sano en que gerentes y supervisores sean asesora-
dos por especialistas de staff, no solo en los asuntos de relaciones labora:
les, sino también en la buisqueda de soluciones a los problemas
relacionados con las relaciones humanas en el trabajo.
La poltica participativa tiene en cuenta al empleado desde el punto
de vista social, politico y econémico, y no sélo desde el punto de vista
productivo. El cumplimiento de los acuerdos, asf como la solucién de los
problemas, quejas y reclamos incividuales de los trabejadores, se delegan
513Bid
Parte V_- Subsistema de mantenimiento de recursos humanos
cen los supervisores de primera linea. Los problemas relacionados con gru-
pos o situaciones mas amplias, 0 incluso la interpretacién de la ley 0 de
las condiciones de la convencién colectiva, deberan tratarse con la geren-
cia y especialistas en relaciones laborales para evitar que la solucién cree
precedentes de usos y costumbres en la solucién de problemas en el
futuro. Hallada la solucién, la aplicacién se encomienda a la supervision
directa. La direccién de la organizaci6n y del sindicato se encargan de
resolver los problemas generales que involucran a todos los trabajadores.
La politica participativa corresponsabiliza al sindicato en el mantenimien-
to de un ambiente arménico en las telaciones laborales y en el cumpli-
miento de los acuerdos colectivos. Esta politica, basada en el consenso
centre las partes, es preventiva y no correctiva, pues se anticipa a los pro-
iblemas 0, por lo menos, Tor wate cuurtio SorrcontroaBles. La autoridad
de Ta gerencia y la supenision se realzan y legitiman, mientras que el
sindicato adquiere prestigio al privilegiar la negociacién como medio de
llegar a un acuerdo, convencidn o comtrato colectivo.
En la actualidad, uno de los mayores desaffos del area de ARH en
varios paises, consecuencia de la apertura politica y el creciente desarro-
Ilo del sindicalismo, es la convivencia con la evolucién sindicaly la part
pacién de los trabajadores, por un lado, y, por el otro, la necesidad de
que todos los niveles de la administraci6n de la organizacién tomen con-
ciencia de la nueva realidad laboral y de la creciente participaciGn de los
trabajadores en movimientos de reivindicacién. Es evidente la necesidad
de preparar a los empresarios y a todos los niveles de la administracién
para que adopten una posicién democratica fundamentada en una polit
ca de relaciones laborales participativa.
‘Ademés, existe otro desafio para el érea de ARH: la necesidad de
Cconquistar espacio organizacional para actuar en los niveles téctico y es-
tratégico, lo cual exige ganar mayor credibilidad junto a la alta administra-
cién y los demas niveles de la organizacién, y obtener mayor autonomia
y poder de decisién.
EL SINDICALISMO
E sindicalismo no es un fendmeno reciente en la historia de fas relaciones
entre la organizacién y sus miembros, pues sus orfgenes se remontan al
surgimiento del sistema capitalista, a partir del siglo XVII, con el inicio de
la Revolucién Industrial en Inglaterra. Los sindicatos nacieron cuando los
‘empleadores comenzaron a establecer premios entre trabajadores y const
Relaciones laborales
imidores, es decir, cuando se desarrollé el sistema de remuneracién, resul
tante del aumento de la poblacién local (urbanizacién) y la expansion de
los mercados internos. La presién de la competencia de precios entre pro-
ductores de bienes o servicios provocé presién sobre los salarios, situacién
que impuls6 a los trabajadores a buscar proteccidn mutua contra tales pre-
siones. Los sindicatos no surgieron en las fabricas, sino en pequefios estar
blecimientos como zapatertas, sastrerfas, constructoras, etc,, cuando esos
negocios comenzaron a producir para mercados mayores y para salisfacer
la demanda futura. Antes de 1800, varios grupos de trabajadores empeza-
ron a organizarse para actuar contra las condiciones de trabajo inhumanas.
‘Al comienzo estas organizaciones fueron perseguidas de manera legal, pues
Jos sindlcatos eran considetados organizaciones criminales, segsn las leyes
inglesas. Los empresarios buscaron combatir a toda costa esas organizacio-
nes subversivas. En los periodos de aumento de precios, los sindicatos lo-
‘graban reclutar miembros para presionar eliza en los salarios para sobrevivir.
Appesar de momentos de decive, el movimiento sindical experiment6 pro-
‘gr€505 constantes, incluso en los periodos de depresi6n econémica.
Ast, de una reaccién contra las condiciones de trabajo, el sindicalismo
evolucioné hacia la representaci6n firme y legttima de fos derechos y Tas
expectativas de las clases trabajadoras. En la actualidad el sindicalismo.
Tepresenta un proceso de reivindicaciones por salarios y condiciones de
‘abajo mejores; ademas, 6s una fuerza politica que Torma parte natural
dela asputa del poder en un régimen democrsticn.
“Sarfublar de fr Ristorla del movimiento sidial, Gramsc? destaca
que los sindicatos constituyen el tipo de organizacién proletaria espect
fico del periodo de la historia dominado por el capital. En cierto sentido,
el sindicato es parte integral de la sociedad capitalista y cumple una
{unci6n inherente al régimen de propiedad privada. Segdin él, la natura-
leza esencial del sindicato es la competencia, no el ser comunista. El
sindicato no puede ser instrumento de renovaci6n radical de la socie-
dad: puede ofrecer al proletariado burdcratas expertos, técnicos espe-
Cialistas en asuntos laborales, pero no puede ser la base del poder
proletario, Su razén de ser se halla en el trabajo, en la produccién indus-
trial, no en la divisién de clases. El sindicalismo no es un medio para
hacer la revoluci6n; es simplemente una forma de la sociedad capitalis-
ta que organiza a los obreros no como productores, sino como asalaria-
dos, es decir, como criaturas del régimen capitalista de propiedad privada,
2 Antonio Gramsci, Escrtos politics, Usboa, Seara Nova, 1977, V.2, pp. 4I-44
515,