La politica y el mito
E) movimiento estudiantil de 1968 cambié la historia del
“México modemo, Pero en la textura de su evocacién se mezdan,
“no siempre discernibles, la politica y el mito. La politica es el
de fines y medios. El mito, cn cambio, es un relato simbé-
‘ico y un vinculo emotivo, La sola mencidn evoca imagenes
miiltiples entre sus participantes y testigos: despierta un gusto
le nostalgia, una emocién heroica y compartida,
_ Es un estereotipo que condensa impresiones a veces imborra-
“bles. La herencia mitoldgica es tan intensa que durante anos
inhibido cl anilisis (la memoria est cargada de mitologta).
EI 68 es recordado con emocidn, como algo tinico, integrado,
“exento de contradicciones. Se evocan sus atributos formida-
“bles, sc omiten los detalles; resaltan sus virtudes, jamais los
OnIOHN DEL, MTO
mito surge una vez que los sucesos construyeron un conjunto
49de representaciones simbélicas que forjaron una identidad colec-
tiva, entre ellas el Consejo Nacional de Huelga, los puntos del
staciones como fenémenos rituales.
pliego petitorio y las ma :
E] lance fundacional esta fechado el 2 de agosto, con el primer
desplegado del CNH:
Tos tiltimos dias han sido de angustia y tensi6n para el pucblo
de México, La violencia y Ia agresi6n asaltaron al PN y a la
UNAM. Esta situacién fue desarada por la actitud histérica y
absurda de un cuerpo policiaco a todas luces antidemocrati-
co, desprestigiado ¢ irtesponsable por sus continuos atropellos
a toda la poblacién, que por lo mismo no inspita ni tiene
autoridad moral para imponer orden alguno. Los estudiantes
no hemos hecho otra cosa que oponer la razén a la violencia
de la cual hemos sido objeto. La libertad est cada dia mis
reducida, més limirada y se nos esti conduciendo a una per
dida total y absoluta de la libertad de pensar, de opinar, de
reunirse y de la libertad de asociarse. Los estudiantes estamos
hhartos de las calumnias y campafas de mentiras por parce
de la gran prensa nacional, Ia radio y la televisiSn. Estamos
cansados de este clima de opresién, Evidentemente estas situa-
ciones conducen en todos los sentidos a un atraso progresivo
del pais. Quetemos subrayar que la raz6n y Ia cultura siempre
se imponen a la barbarie y le opresi6n; Galileo se impuso a la
Tnquisicién y al oscurautismo; Joliot Curie se enfrenié valicn-
temente al régimen fascista; Belisario Dominguez combatié la
tun ejemplo de firmera y
usurpacién y la opresién y nos
valor civil. Nos consideramos dignos de la mejor tradiciéon de
defensa y desarrollo de la cultura y justicia social y exigimos
garantias juridicas suficientes para todos los participantes on
este movimicnto.
Los estudiantes exigimos a les autoridades correspondientes
Ja solucién inmediata de los siguientes puntos:
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1, Libertad a los presos politicos
2. Destitucién de los generales Luis Cueto Ramirez y Rat
Mendiolea, asi como también del teniente coronel Armando
Frias.
3. Extincién del Cuerpo de Granaderos, instrumento dire
to de la repres
In y no creacién de cuerpos semejantes.
4, Derogacion del articulo 145 y 145 bis del Cédigo Penal
Federal (Delito de Disolucion Social), instramentos juridicos
de la ageesién,
5. Indemnizacién a las familias de los muertos y a los he-
ridos que fueron victimas de la agresién desde el viernes 26
de julio en adelante
6. Deslindamiento de responsabilidades de los actos de re
presion y vandalismo por parte de las autotidades a través de
la policla, yranaderos y ejército,
El uso de Ia primera persona del plural (‘nosotfos, los estu-
diantes”) opera una s{ntesis crucial, una fusién donde las indy
dualidades se levantan al unisono, como un solo hombre. El
tono de desafio, apoyarse en la historia, citar a grandes figuras
del pensamiento para subrayar la postura progresista, concretar
el discurso a través de peticiones especificas, cristalizar una
organizacion colectiya, todo esto influyé de manera decisiva
para suscitar la emocién y adhesion. El desplegado del 2 de
agosto conquisté credibilidad por su coherencia perfecta, por
su fuerza evocativa y perstiasiva.
Los DOS PLANOS DE LA ACCION
La dimensién mitica se sustenta, al menos en este caso, en un
entramado racional y politico. La géstacién del CNH result de
un conjunto de acciones ditigidas a superar resistencias. Habia
facciones que sc oponfan enétgicamente a la idea de una orga-
31nizacién formal que planteara objetivos comunes. Entre ellas,
grupos que reivindicaban la accién armada como tinico método
de lucha vélido y sectas de corte marxista que rechazaban la
organizacién representativa (por “burgucsa”) y defendian, en
‘cambio, una supuesta estrategia revolucionaria.
lc sin la adhesién
La unidad del movimiento seria inconcebi
emotiva de las masas. El mito configura un carécter unificador
Esa unidad no encontraba su reflejo en la esfera ditectiva —el
Consejo Nacional de Huelga— porque en el CNH no dominaba
Ja emocién sino el célculo. Este organismo se convirtié en la
sede permanente de una pugna entre demécratas y radicales
que se enconé muy pronto. Quienes no tomaron: partido se
vieron obligados, poco a poco, a adoptar una posicién ante
las tendencias beligeranti
EN LA BASE, BL MITO
Las divergencias entre los lideres fiteron notorias, pero lejanas
de la base estudiantil donde no predominaba el caleulo. En las
asambleas predominaba el mito, Para el activista, la grandeza
y bondad de su causa cran irrebatibles: su conviccién era que
habja Ilegado la hora de cambiar el pais y que correspondia
a los estudiantes realizar ese gran cambio. Las deliberaciones
en las asambleas eran, en su gran mayoria, actos rituales que
servian para reafirmar Ja estructura basica del mito que refren-
daba la unidad y la fe en la causa.
En la base, la critica tendia a expandirse. E
yolvfa, una y otra vez, a la discusién del pliego petivorio, pero
entre las brigadas crecia el universo de las reformas posibles.
Ta lectura de los volantes revela esta expansién de su discurso.
Ya no sélo querfan cambiar a la policfa y el Cédigo Penal: se
uataba ya de acabar con la pobreza, transformar la estructura
el CNH se
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de los Poderes de la Unién, mejorar los servicios asistenciales,
revisar el Poder Judicial, etcétera,
EN 1a césmpe, La port
En el CNH se enfientaban, dos concepciones divergentes, La
ICA
reformista se concentraba en el plicgo petitorio como un fin en
sf mismo, Para arrancar la solucién al Estado contaba con los
estudiantes y cl peso de la opinin publica las capas medias
simpatizanes. ¥ nada més
Por su parte, los defensores de la idea revolucionaria no
pensaban que el fin fuera el plicgo petitorio sino el socia-
lismo. A su juicio, el despliegue tenfa un valor circunstancial,
episédico. Lo trascendente exa que ese despliegue detonara
a insurgencia obrera (como habja sucedido en Francia) que
sf seria capaz de culminar el cambio: de modo que era un
medio y el pliego petitorio nada significaba, salvo una bandera
de agitacion, “gQué importa —argumentaban— suprimir un
articulo como 145 del Cédigo Penal? En qué va a cambiar
650 las cosas?”
Bi. PRINCIIO DE REALIDAD ¥ EL MUNCIFIO DEL PLACER
Fsta dualidad fue un raggo sustantivo del 68, En la esfera d
rectiva del ¢
entre los activistas predominaba el entusiasmo, m:
IH habfa un ambiente siempre renso; en cambio,
osten-
sible en las brigadas, cuya accién diaria resultaba vistosa y
eficaz, Como los adolescentes gue eran, se divertian a la vez
que realizaban la mds seria de sus tareas. Sobre esta comu-
nidn forjaron otro tipo de relaciones: al calor de la lucha
impregnada de matices liidicos, la solidaridad se consolidé y
€n algunos casos se tradujo en otra clase de rclaciones, algunas
Yeces amorosas.
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