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iB eee EVELYN UNDERHILL. ESTUDIO DE LA NATURALEZA Bees GivoltKe ne \-ae Were) (al: sf coaf 0 Las ideas de Bergson y Bucken ya no ocupan el Si tuviera que escribirlo ahora, mis ejempl fos, sobre todo de aquellos que estin volviendo a traer al pensamiento moderno el realismo critico de los escoléstices. Pero, la postura que aqut se defiende —que un dualismo limitado, una sflosofia de dos pasos», es el finico tipo de metafisica adecuado a los hechos de Ia experiencia :istica— sigue siendo, en mi mente, igual de cierta que antes. Ahora que la mfstica goza del apoyo de muchos pfos monistas y naturalistas flos6- ficos, esta parece mas necesitada que nunca de tna formalacién vvigorosa y definitiva, 58 Capitulo IM MISTICA Y PSICOLOGIA ‘Vamos 4 considerar ahora el aparato mental que esté a disposici6n del yo, ‘vamos a preguntarnos qué puede decirnos del método gracias al cual pue- de escapar de la prisién del mundo de los sentidos, trascender su ritmo y alcanzar el conocimiento de una Realidad suprasen: consciente con ella. Hemos visto al yo normal encerrado en esa p yle hemos visto llevar a cabo, con ayuda de la ciencia y de la filosofia, tuna investigaci6n del recinto y ¢ mo! uros y especulant penetren desde sa celda trabajan sin cesar dos fuerzas: el deseo de saber mas y el dese de amar més. Alli donde predomina el ‘mos al resultado temperamento filoséfico 0 superado por el ardor del amor insatisfecho, la reac cosas deviene po tistico y, de manera caracteristica —atunque no ‘Vemos, asimismo, que sonas afirman haber escapado de la pr 0, sélo puede ser con el fin de satis- facer estos dos deseos acuciantes. Pues ellos, y sélo ellos, convierten en podrfa ser un ble hotel. ¥ puesto , estén en todos nosotros, activos 0 punto débil de ico se libra de los grilletes de los sentidos y emprende el hacia el hogar, parece oportuno que examinemos los mecanismos de los que dispone el yo consciente normal, la criatura, o parte de la cria- ‘ura que reconocemos como «nosotros misma». Antes, los psicélogos 59 Ja pasién del amante, de proceso digestivo ue se le presenta, y acaba por absorber un cierto mimero de los conceptos resultantes, que convierte en parte de sf mismo o de su mundo. 3) Los movimientos del deseo, la accién de la raz6n, 0 ambas cosas en distintas combinaciones, despiertan en el yo une determinaci6n mediante la que la percepci6n y el, concepto devienen en accién, corporal, mental o espiritual. De ab que Voluntad, y el temperamento individual se considerase emot 1 volitivo, segiin llevara las riendas el sentimiento, el pensamiento la voluntad, Los psicdlogos modernos se han apartado de esta concepcién diagra- i ie la psique adie— y en algtin aspecto de su deseo energético, su libido, 0 simpulso hérmicor, como factor que go- bierna su vida. Rstas concepeiones resultan titles para el estudioso de la ica, aunque no puedan aceptarse de manera acritica ni considerarse 12 en su aspecto emocional quiere, tal curioso, quiere saber més. La 1 vex despierta, sospecha que ambos apetitos estén sometidos a una dicta escasa; que realmente se puede amar mds y se pue- de saber mas, si se accede al misterioso mundo exterior, y que asimismo grande y perdurable que el Urgida en consecuencia por los anhelos del sentimiento y del pensamien- to, la conciencia esta siempre tratando de escapar ¢ ir al encuentro de lo Absoluto, y se ve siempre obligada a volver. Se prueban, uno tras otro, al nitido sistema flos6fico, los diagramas de Ia ciencia, el «toque de la puesta de sob». El arte y la vida, los accidentes de muestra condici6n hu- ‘mana, pueden fomentar la perspectiva emocional. Hasta que el postergs- do intelecto se alza y proclama que esa perspectiva carece de validez. La tafisica y la ciencia parecen ofrecer al intelecto una ventana abierta a la verdad. Hasta que el corazén mira a través de ella y proclama que este je es un desierto inhdspito en el que no puede hallar alimnento algu- stos diversos aspectos de las cosas deben fusionarse o trascenderse, si el yo ha de verse satisfecho en su totalidad. Pues la realidad que busca tiene que cumplir ambas condiciones y compensar plenamente 60 HIsTICA ¥ PsicoLogia Cuando Dionisio Arcopagita alos Angeles que estin més cer ca de Dios en Serafines, que arden en amor perfecto, ¥ Querubines, lle- nos de perfecto conccimiento, no hizo mas que dar expresién a las dos més intensas aspiraciones del alma humana, y describir con esta imagen Ja doble condicién de fa Vision Beatiica que es su meta! Hay un sentido en el que cabe decir que el deseo de conocimiento cs parte del deseo de amor perfecto. Ya que un aspecto de esa pasién aque todo lo incluye consiste claramente en tn anhelo de conocer la cosa adorada en el sentido mas hondo, pleno y cercano, Ia actividad caracte- ristica del amor —pues el Amor, todo alas, es inherentemente activo, y «eno puede ser perezosoe, como dicen los misticos— es una salir hacia un objeto deseado, que s6lo seta plenamente conocido cuando sea poseido, y s6lo cuando sea plenamente conocido sers perfectamente adorado?. La c ima, no menos que la veneraci6n, pertenece a su esencia; Ia fruicién jubilosa es su fin mismo. Esto es cierto de todas las biisquedas del Amor, tanto si el Amado es humano como divino: la novia, cl Grial, la Rosa Mistica, la Plenitud de Dios. Pero no hay ningéin sentido en el que quepa decir que el deseo de amor es meramente parte del deseo de conocimiento perfecto. Pues esa ambicién estrictamente intelectual no incluye adoracién, ni gasto de sf mismo, ni reciprocidad de sentimiento entre Conocedor ¥ Conocido, El mero conocimiento es, por s{ mismo, una cuestién de rec de actuar: de ojos, no de alass un asunto muerto en vida, en el mejor de los casos. Hay, asf pues, una hacer entre estas dos grandes experiencias de la vida: el pasivo conocimiento. Una de ellas estérelacionada ulso dinamico de hacer algo, av ¢s, casi por completo, asunto de lav. luntad estimulads por Ia emocién. Pues la accién inten- intelecenal que parezca, es siem- 1. Segin Ia bela imaginesia de Dionisio, los abies Querubines son todo smantes Serfines son stado alas», Mientes que los Serfines la figars dol Amor mis in su earacteristiea sn el ard 61 porque s que queremos actuar, porque sentimos que tenemos que hacerlo, ‘Tanto si la fuerza que inspira nuestra accién es una mera referencia o un deseo irreprimible, nuestro impulso a eactuar» es tuna sintesis de det én y deseo. Todas las consecu el resultado de la conacién, munca del elintelecto no mueve nada: hha hecho sino confirmar es concie! competencia es analitica, no explorator y ordena el material que tiene a mano. Pero no se aventura més al su propia regién samiento no penetra gran cosa en el objeto en el que el yo no tiene interés —esto es, hacia el que no experimenta un movimiento «onativor de atenci6n, ter6s es el tinico método que nos es conocid asegurar que nuestra atenci6n se fie para hacer posible c intelectual, Nadie piensa much decis, que no toque algin aspe: las personas que odiarlo, am: ner algein iento al respecto, que tendemos hacia el mundo de Jas cosas. fe queda en casa y le importe, es Para pensar en lo, desearlo. Tienen [el deseo] e if ome rota ch’ igualmente é mossa® [cual rueda que fstos se mueven juntos para cumplir el Plan Cés- medida en que no sea amor che m jel amor que mueve Ly a las demas estrellas es la fuerza motria del huumano espiritu, En inventores, los filésofos y los artistas no menos que en los héroes y los santos, La reivindicacién de la importancia del se: to en nuestra vida, y cn particular su primacia sobre la razén en todo cuanto tiene que ver ‘on el contacto hums hha sido una de las grandes consecuciones de la reli- gién se rec 3. Dante, Paatzo, XXXL, 143, 62 MisticA ¥ PsicoveciAa fecunda y més digna de confianza que la prueba dialéctica, Uno tas otto la ciencia oficial los lugares comunes de la mnistica, y se les da el « les corresponde en la psicologfa de la vida espiritual. Ast, Leuba, al que dificilmente puede considerarse un testigo ‘muestra de acuerdo con el Cuarto Evangelista en que «la da més grande, més rica, mas satisfactoria,e lidad de la religioms', y ya hemos visto que la vid como Ia conocemos, tiene el carfcter de affn movido por u que depende de manera més directa de la voluntad y el sentimie del pensamiento, De este impulso, de este deseo, el pensamiento no es en rigor mis que un criado, un criado hébil y a menudo arrogante, con una stante tendencia a la usurpacién. Alguna forma de sentimiento —in- rerés, deseo, temor, apetito— tiene que suministrat la fuerza motivadora, Sin esto, la voluntad estaria dormida, y el intelecto caerfa en el estado de méquina calculadora, ero, ademiés, «el coraz6n tiene sus razones que la raz6n no conoces. Forma parte de la experiencia que, en nuestros momentos de profunda emocién, por transitorios que puedan ser, nos sumergimos més a fondo en la realidad de 1¢ podemos esperar conseguirlo en horas de la més brillante argumentacién. Al contacto con la pasién se abren puertas que Ia légica ha golpeado en va pasién hace entrar en actividad, no meramente la mente, sit ser humano. Bs el amante, el pocta, el doliente, parte por un momento el privilegio del mistico de levantar el velo de Tsis gue la ciencia manosca impotente sin conseguir otra cosa que dejar en él ledos. Kl coraz6n, Avido e incansable, sale a lo esc 1y realmente, con «alimento fresco para el pensamiento». De ahf que quicnes ssienten para pensar» es probable que posean una experiencia més rica, més real, aunque menos metédica, que ‘uienes epiensan para sentir». La ley psicol6gica, facil de demostrar por lo que se refere alas cues EL HecHO wlerico nes» de los apologetas de la existencia de lo Absoluto, destapa los ojos a las cosas nunca vistas antes: Por cso, sempre que tesientas movido por Ie gracia ala actividad contem- plativa y ests determinado a realzara, eleva con sencilez tu corazén a Dios con un suave movimiento de amor. Piensa solamente en Dios que te «106, que te redimis y te guia esta obra. No dejes que otras ideas tobee Dios entren en tu mente. Incuso esto es demasiado, Basta con un puro impulso hacia Dios, cl desco de €l solo. ‘Vemos aquf a la emocién en el obrar que le es mas propio: el mo- vimiento del deseo que pasa repentinamente al acto de concentra {a reunién de todas las potencias del yo en un estado de determinada atencién que es tarea dc la Voluntad. «Este impulso y atraccién», dice Ruysbroeck, elo sentimos en e! corazén y en la unidad de todas nuestras facaltades corporales, sobre todo en nuestras potencias desiderativas»’. Esta perfecta concentrac focalizacién apasionada del yo sobre un to, cuando se aplica scon nudo instinto» a las cosas reales y trascen demtales, constituye en el lenguaje técnico de la mistica el estado de reco- leccién®: condiciéa que es peculiarmente caracteristica de [a conciencia io de la pura contemplacién, ese estado en el -otnunién con la Realidad. Hasta aquf hemos llegado en nuestra descripei6n del mecanismo de Ja exper in su posesidn, como otras personas, de faculta- des de sentimiento, pensamicato y voluntad, es esencial que el amor del istico, y su determinacién, afin en mayor medida que su pensamiento, se centren en la Realidad Trascendente. Tiene que sentir una fuerte atrac- cién emocional hacia el Objeto suptasensorial de su busqueda: ese amor que [a filosoffa escoléstica definfa como la fuerza o el poder que cada criatura siga la tendencia de su propia naturaleza. De nacer la voluntad de alcanzar la comuni6n con ese Objeto Absoluto. voluntad, este ardiente y activo deseo, debe cristalizar en esa definitiva y consciente concentracién del todo ext el OI precede el estado contemplativo, y debe expresarse a través de Ia misma, Vemos ya hasta qué punto se equivocan quienes ven en el temperamento mistico un ¢a- acter pasivo, rés debe, en consecuencia, dirigirse a continuacidn a este estado contemplativo: a lo que hace y a dénde lleva, éCules son a) st explicacién psicolégica y 6) su valor empitico? Ahora bien, al tratar de 6 Ibid cap. Vis Lat mube dl no-sber, ct p. 8 7. Raysbrocet, 8. Véaee inf mistIcA ¥ psicovocin ste y de otros raros estados mentales, estamos tratando de deseribie de de fuera, lo que s6lo desde dentro puede describirse adecuadament smo decir que s6lo los misticos pueden en realidad escribie ‘Afortunadamente son muchos los mfsticos que ast lo han t de sus experiencias y de las explicaciones que, en otro as deducciones elemen- Ihecho ya p plano, ofrece !a psicologta, pod tales. De ellas se desprende, de placién es para el mistico una puerta psiquica: un método para un nivel de conciencia a otro. En lenguaje técnico, es el estado cambia su «campo de percepcin» .ctiva del universo, Que existe esa perspectiva car peculiar de ning j raza, lo prueba la historia del mis demuestra con suficiente claridad que en algunos seres humanos puede liberarse otta clase de conciencia, otro «sentido» més allé de las facul- Agustin vio la luz que nunca cambiae' Es, dice Al Gazalt, mfstico persa del siglo xt, «como una percepcién inmediata, como si se tocara el objeto con las propias manos»', Segiin las palabras de su gran sucesor san Bernardo, «puede definirse como fa verdader alma, la aprehensién de la verdad sin vaci de la verdad», dice santo ‘Tomés de Aquino, «termina en un movimiento de deseo» Esta infundido de ardiente amor, pues a sus poscedores se rimordialmente un movimiento del corazén, con Pues su ardor se consume totalmente en el més sublime de los objetos 9. Plotino, Enéadas VI, 9 10, Theologia Germanica, cap. VU les Arabs, p58. pl CLK at 3. ed Ty 3. del pensamiento, con impévida voluntad, ya que sus aventutas se em- prenden frente a las dudas naturales, 2 los prejuicios, languideces y auto- complacencia humanas, Estas aventuras, que quienes se quedan en casa miran como una forma de Elevada Pereza, son en realidad las labores ‘més arduas que cabe realizar al humano espiritu. Son los tinicos métodos comunién con fa Personalidad tr nte en | Que se reannda la vida, etitnaasccctee Maria ha elegid ditige hacia esos Pri confrontado con el tipo contemplativo, «Encore sontils heurew No deja de ser aspirar sea en gran accién crea- lencio, con el fin de Este sosegado esfuerzo esté totalmente alejado de i eg segura lescanso porque le gra y la hace poderosay libre mediante el don 4 tabsar alee suave y deletosament. Selo lama, en eon santo ocio y atsreadtsimo descanso, y se hella asf en la quietud del pean apremio y bestial raid de los camales descos! : fa y " Si quienes han cultivado esta latente facultad aciertan en sus afiz- maciones, el yo se equivocé al suponer que estaba por completo inco- municado con el verdadero universo exterior. Posee, a lo que parece, tentéculos que, una vez que ha aprendido a estiratlos, extenderén sensibles dedos mucho més allé de la envoltura limitadora en la que est normal, y le dard noticia de una més elevada que pudo deducir de los informes de ios sentidos. 1umana, plenamente desarrollada y completamente consciente, 15. The Scate of Perfection, libro I, cap- XL 66 puede abrirse como Io hace la anémona y conocer el océano en que se bafia, Este acto, este estadi i rreras, lo Absoluto pen: challamos y sentimos imiento»", es el verdadero westad placi6n reside en que tiende a producir este estado, liberar este sentido trescendental, y convierte asf la «baja setvidumbres, en la que vive el el dominio de su terrenal ambiente, a la «més alta servidumbre» de la dependencia plenamente consciente de esa Realidad sen Quien vivimos y nos movemos y s nuestro ser», @oudl es, entonces, preguntamos, la naturaleza de este sentido especial —esta conciencia trascendental— y cémo la liber la contemplacién? Tox de responder a esta pregunta pone en escena otro as- pecto de la vida psiguica humana: un aspecto de la maxima importancia para el estudioso del carécter mistico, Hemos pasado revista alas princi- pales maneras en las que nuestra conciencia superficial reacciona ante la experiencia: una conciencia supetficial que se ha adiestrado, en el curso de largas edades, para tratar con el universo de los sentidos. Sabemos, no obstante, que la personalidad del scr humano es una cosa mucho més profunda y misteriosa que la soma de sus sentimientos, pensamiento y voluntad conscientes; que este yo superficial este Ego del que cada uno de nosotros somos conscicntes— apenas cuenta en comparacién con las profundidades del ser que oculta. Escribe Law: a en nosotros ¥, apresuréndonos a su abrazo, Infinito por encima de toda rax6n y de todo icon. El valor de la contem- Hay en ti una raft u hondura de donde proceden todas estas facultades, como Iineas que salen de un centro, o ramas que salen del tronca de un rbol. A esta profundidad fondo u hondén del ceanso, sino la infinitud de Di ‘Ya que el hombre normal es por completo incapaz de establecer re laciones con la realidad espiritual a través sentimientos, su pen-* xramente en esta profundidad del ser —en 16. Raysbrosek, De Septom Gradibus Amoris, exp. XIN. car Prayer (Liberal and Mystical Writings of Wiliam Law, p 67 FL Hecho Histico Ia emergencia, desde este «fondo w », de alguna facultad que la vida diurna mantiene oculta en su doctrina de la personalidad incons- >, ha reconocido este hecho de la existencia de un ica que yace por debajo y més alla del campo cons- ciente. En rigor, ha insistido tanto y ha definido de tal modo esta sombria ue es en realidad menos una «regi6rm que una itil denomi- \— que a veces parece saber més de [a vida inconsciente del ser ano que de su vida consciente. Ahi encuen fuentes de sus instintos mas animales, sus facultades menos explicab sus intuiciones més espirituales: «el mono y el tigre», i rofecia, el insomnio y el encaprichamiento, ciente 0 subconscie1 vvos, el psicdlogo parece tener fendmenos de la experiencia rel ciente» que buscan una satisfaccién oblicua de deseos reprimidos. se ocupa de las mas peligrosas funciones de la apologética, © mismos fenémenos diciendo que «Dios habla al iente»', con lo que Gnicamente quiere decit que nuestca apel de lo eterno tiene el carfcter de intuicién, més que de pensamiento. Sin inconscienter no es, al fin y al cabo, més que un nombre weniencia para el agregado de esas facultades, partes 0 cualidades del yo entero quc, cn un momento dado, no son conscientes, o de las, {que no es consciente el Ego. En ridades automaticas mediante las que se perpetia la vida del cuexpo: todos esos instintos y vicios «incivilizados», del ances: ‘ae que Ia educacién ha obligado a salit de la corriente de la conciencia y que ahora slo envian sus mensajes a la superficie en una forma cuidadosamente disfrazada. También funcionan idos abi esos ankelos para los que la atareada vida del mundo no y ahi sc encuentra ese hondo pozo, ese corazén de la persona- lidad, desde donde, en momentos de Incidez, un mensaje puede llegar al campo de la conciencia. Asf pues, en las personas normales, lo mejor y lo jes y las més espirituales del ca idas «por debajo del umbral». Los pastidarios del suelen olvidarse de mencionar este hecho. 18. G.B, Cutten, Bychologial Phenomena of Christian of Religious Experience, p. 15S, Una exposicon morlerada y J.B. Prat, The Religious Canscioumness. We James, Varieties in es la ofreida por 68 NIsticA¥ psicOLoGiA Se sigue, en consecuencia, que, si bien podemos encontrar conve- Servirnos de los simbolos y fa psicologia para explorar la via mfstica, no debemos olv ra ga significacién que se adhiere a estos simbolos, ni el caricter hipo- de muchas de las entidades que representan, ‘Tampoco debemos permitirnos utilizar el «inconscienter como el equivalente del sentido |. trascendental humano. A este respecto, sin duda han desplegado los mis- ticos un espirita més cientifico, un més delicado poder de anilisis, que Jos psicdlogos. También ellos han sido conscientes de que, en las personas I sentido espicitual est4 por debajo del umbral de la concien- cia, Aun cuando no disponfan de las metéforas espaciales de la escuela pintorescos términos de niv campos, proyecciones, repres tan naturales a los investigadores de menor duda en cuanto a su visién de spiritual humana significaba para ellos, to de este sentido trascendental, su conquista del campo de la ia, y la apertura de esas sendas que permiten la afluencia de una spiritual més grande, la percepcién de una realidad mas elevad: medida en la que se tratara de un acto aislado, este surgimient era la econtemplaciéns. Cuando formaba parte del proceso general de La facultad o personalidad implicada en el ‘Nuevo Nacimiento» —el chombte espiritual», capaz. de vida y visi6n espicituales, disociado del chombre naturale, adaptado tini Vida natural—Ia distingufan siempre claramente de la personal consciente o inconsciente. Se trataba de algo definido, de un trocito o spectos para responder a las demandas del "A los ojos de estos nuevos especialistas, el 6 sacarlo de su ocultamiento y unificarse en idad humanay. ‘Al ndcleo divino, el vida divina en la que esté inmersa y en la que se sustenta, se le han da ruchos nombres en el curso del desarrollo de la doctrina mistica. To- dos ellos significan clacamente la misma cosa aunque hagan hinca en diferentes aspectos de su vida, Algunas veces se lo llama S uardidn o preservador de su ser; otras, la Chispa del Alm de los misticos alemanes, y otras, su Apice, ef punto en ciclo. Luego, en sabita hnida al otto extremo de fa escala con el fin de poner énfasis en su participaci6n en el puto Ser, més que cn enc respect ta mera naturales se Jo denomina el Suelo del indamento o materia bésica habitada por Dios, de donde brota toda vida espiritual. Todas estas conjeturas y sugerencias tienen una meta y deben entenderse en su totalidad en un sentido simbélico. Pues, tal Como observare Malaval, en respuesta 2 las anhelantes preguntas de sus alos sobre este tema, «puesto que el alma humana es ta cosa es- itual y no pude por tanto tener divisiones ni partes, no puede en con- secuencia tener altura ni profundidad, ctispide ni superficie. Pero, dado __ ue juzgamos las cosas espirtuales eon ayuda de cosas materiales, ya que onocemoe mejor a Eat Y nos son ms familiares, llamamos cispide a la rns alta de todas las formas de concepcidn, y superficie « la mi a de comprender las cosas», eee es en todo caso, sea el que fuere el nombre que se decida dar! cl 6rgano de la coi ‘spivtual del hombre, ef lugar en el que s¢ refine con lo Absoluto, el germen de su vida real. Este es el asiento de ese profundo «Sent lentale, eel principio y fin de la me- {fsica» que es, a decir del profesor «a la vez el solemne sentido del Ser Atemporal —de “Eso que ha sido y es y siempre sera” y que nos eclipsa—- y la conviccién de que la Vida es buenav. «Mantengo», dice este mismo antor, «que es en el Sentimi se manifiesta en la Fe en el Valor de la Vida, y que extiticamente se mani- fiesta como Ser Atemporal, y no en el Pensamiento, que procede a través de una construccién especalativa, cuando la Conciencia se acezea més al objeto de la metafisica: la Realidad Ulkimas". Inge C2 psc "A. Stewart The Myths of Paro, pp. 41 y 43. Debo quizé sealer que este Sen- fo canto de [a plegaria como de la poesia— entra, ina dob percepcin de la Realidad: el ser entico yt mente, p. 56. 70 La existencia de tal «sentidos, de semejante parte integral o cle del sex humano completo, la hen afirmado, y hen insistido no eto los mistcos, sino los videntes y maestros de todos los tiempos y ser ta han abrmado, en gipto, Grecia y la Indi, posts los feeuires, los filsofos y los santos. La erencia en 9 Fo ad es el je de farMoeruracristana, En rigos, de toda relighdn que metsam tal nombre. da Ferosifeacion del mistciamo, del asceramo, de toda le Desi de ee autorrenuncia, Que existe un punto extremo en el due Jane tava humana toca lo Absoluto; que su fundamento o suse twriisdero, est penetzado pot Ia Vida Divina que constiuye fa realidad Tebyacente de las cooas, es la base sobre Ia que debe fescasa toda la sreension mistica dela posible unién con Dios Aan dicen los misticos, ‘neulo con la realidad, y sélo en este lugar puede celebrarse esté nuestro vi elem: ‘del que procede el Sefior-™. Pay otra de estos dagramas, es graciss ala existencia dentro de 4 de can cispa inmorta, procedente de fuego central, por lo que oF: fiumano cs implfcitamente un «hijo de Jo infinito». 1a via debe eat onsectencia, una vida, una disciplina, quealtere de tal modo los Ser Fayentes de st vida mental como para inclu eta chispa dentro q cempo de la conciencia, como para sacarla de su ocultamicnto

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