Roa - Psiquiatria Cap 1

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CAPITULO 1 LOS DISTURBIOS PSIQUICOS Enfermedades mentales y concepto de enfermedad Los disturbios psiquicos pueden ser breves, como los provocados por tn ataque de angustia o una crisis alucinatoria epiléptica, o prolongados, como ocurre en Ta paranoia o en la esquizofrenia; lo importante es que mientras duran, la psique estd absorta en ellos, sin libertad para dedicarse a sus propias ‘areas, y de un modo u otro permanece impermeable a razones propias 0 sjenas que disientan con los fendmenos causantes del desasosiego, As{ en la expectaciOn ansiosa, al familiar retrasado en a legada a casa se lo supone vietima de_un suceso grave; el propio paciente se da cuenta de lo absurdo de sus pensamien- tos, procura serenarse, pero su inguietud no cede. La expectacién termina solo con [a apaticién de aquel por cuya suerte se temia. En las neurosis obsesivas, el enfermo se da cuenta de lo descabellado de sus preocupaciones, y sin em- bargo, los argumentos no Ie sirven, més bien lo alormentan por lo ineficaces. El delirante paranoico, trétese de un inventor, de un perseguido, de un celoso, (es a su vez absolutamente sordo al razonamiento ajeno, que si no coincide con ‘sus propios juicios, es tomado como incomprensién, incapacidad de penetracién (© malévolo deseo de tratarlo disimuladamente de loco. EI imantarse a preocupaciones, sin libertad para la entrega suclta s las labores habituales 0 a lo requerido’ por las circunstancias, y la ceguera al ra zonamiento es entonces lo definitorio de un trastorno psiquico. La mente pet- furbada carece de espacio para otras actividades: el divagar agradable, la con- versacién entretenida, el simple embeleso EI normal, aun muy ocupado. és capaz de postergar la tarea para cumplir con otras obligaciones, o sencille- ‘mente para irse al campo o a una playa a descansar. El trastornado no puede zafarse a voluntad de su fantasmagoria absorbente. ‘Al neurético obsesivo o de angustia le produce desaliento esa incapacidad de su razén pata introducir orden en su alboroto psiquico, como si la creenci strado por la fantasfa, pese a que él ve su irracionalidad 0 esca probabilidad, tuviese tun poder de conviccién superior al de todos los juicis tranquilizadores emitidos al respecto por 1a inteligencia. Ello lo hace creerse cenfermo. En muchas ocasiones, sin embargo, no es el smo paciente el dolido de fa sordera espiritual a los lamados de le inteligencia, sino que es el observa. dor, ef médico, quien tropieza con un muro cerrado a toda I6gica racional; el paciente, en cambio, cree estar en la verdad; su mente le parece égil, sagaz y ‘ginal pata desenvolverse en medio de las teorias o de las cosas concretas, y nadie podria hacerle titubear siquicra de que aquellos indices claros de per- secucion, de engafio erético, de descubrimiento de vias nuevas hacia Ia solu: ‘cién de problemas ain no resueltos por la ciencia, son, meras “‘ilusiones”, al no compaginarse con Ia realidad. Quienes sufren de alucinaciones auditivas, faceptan en ocasiones que cualquiera audicién de voces sin nadie cercano que rr las emita, implica locura, pero esas mismas personas son absolutamente incapa- ‘ces de aplicar tal juicio @ su caso, y “sus voces” les parecen reales. ‘Cuando el enjermo desde su propia inteligencia enjuicia como psiquica- ‘mente anormal 10 que le ocurre —0 sea, el que su psique se imante & proble- ‘mas y se absorba en ellos, sin lograr despejar el terreno para compartirlo con igual entusiasmo por el resto de las preocupaciones comunes a cualquier per- sona—, se habla en psiquiatria de la existencia de neurosis genuinas 0 react as, de personalidades psicopiticas, de reacciones psicopaticas, de exacerbacio- nes psicopdticas, y hasia en algunos casos, de trastornos. psiquicos. epilepticos, que pueden ser'a su vez pscudoneuréticas, pseudopsicopéticos © incluso psicd. tivos; los siltimos, los trasiornos psicéticos epilépticos (), son en general Tuga es, on forma de’salpicaduras, viniendo y desapareciendo varias veces al dia, a Ta semana, o al mes, pero en medio de una vida psiquica que, salvo dichas salpicaduras’psicsticas, parece perfectamente normal NEUROSIS Y PSICOPATIAS EL neurético enjuicia bien su situacién y la situacién general, es responsable en ‘su casa yen su trabajo, se resiste a solicitar feriados médicos o a sacar ven- tajas de su enfermedad, tiene nocién y conciencia de ella y expresa sus males en lenguaje notificativo, y no comunicativo, como el psicético. Hay difere su vez entre el neurético y el normal; el ‘normal cumple en general sus obli- ‘gaciones con libertad y gozo, en cambio el neurético las cumple bien, pero como or responsabilidad, pues su mirada intima no logra dejar de lado sus fast preocupaciones andmalas; no permenece disponible para nada més. El psicépata es en apariencia un normal, pero de dificil convivencia, pues Ievado sin moderacién por las inclinaciones de su cardcter, no medita el grado fen que esa conducta puede ser intolerable para los demés,’e incluso perjudicar st propia imagen, su confiabilidad, su responsabilidad en el hogar y en el tra: bajo. As al hipertimico, dado a las fiestas y a los negocios ilusos, no le im- Porta trasnochar y hacer trasnochar a otros, meterse en empresas absurdas, despilfarrar dinero, caer en estafas; con tal vida desenfrenada disminuye_ su: rendimientos en las labores y se despreocupa de la formacin de sus. hijos. El abilico se deja arrastrar a cualquier aventura, sin tener en cuenta que cumple mal en el colegio, compromete a su familia, cae en actos antisocales. El histérico, sediento de valoracién, de mimo, de afecto, de. primacia, de se- ducci6n, de’ aprovechamiento de la generosidad ajena, se sacrifica al minimo y obliga a rendirle constante pleitesia y a aceplarle que con un. pretcxto otro descuide el hogar y los hifos, pues vive al acecho de paseos, ‘programas de fin de semana, viajes, cargos de honor y de privilegio; si no lo consigue se transforma en fuente ‘de maledicencia, calumnias, enredos o enfermedades Bl fanético es intolerable por su incapacidad radical de aceptar creencias y posturas diversas a las suyas, y la reiteracion constante de los temas de su preccupacién; con una alta idea de si —‘es justo y verdadero”—, desconfia de todos; cualquier chiste 0 frase inocente respecto a él le parece sospechosa, no perdona errores minimos cometidos con su persona y tiende de un modo disimulado a desmerecer a los demés a través del chisine, de Ia frase insidiosa, Comparte al respecto el gusto por el chisme con los enequéticas —en general éstos tienen cierta veta fanétice— y con los histéricos, ‘Todo chisme desmerece, pero el del fanético se ensafia en lo més estimado entre las cualidades perso. rales de alguien, sea lo profesional, lo intelectual, lo espiritusl, y se tranqui- (9. Hay Wigicamenie las psicosis epilépticas con lucider u obscuridad de concen de larga duracién; aqui aludimos e las mds frecuentes, a las que’ pasan incluso por 2 liza cuando la difamacién se ha consumado; dado el poder convictivo de los fandticos por su abundante uso de la razin, son fécilmente creidos, salvo por personas de mucho espiritu critico. El chisme histérico incide més en lo eroti- 0, en lo vejatorio, en lo deshonesto. Debe distinguirse el chisme psicopética persistente contra tina persona, del chisme social, “del cual no se escapa nadie”, ¥ que es un modo de entretenerse, contando algo escandaloso de otro, Jo cual deja de interesar una vez conocido el hecho, necesiténdose en consecuencia nuevas victimas y nuevos escéndalas. El chisme social es una especie de satis- faccién intima al ver ejecutadas por otros el mismo tipo de acciones reproba- bles, 0 peores atin, que las realizadas por uno y Ias a punto de realizar y por suerte no ejecutadas 0 no conocidas; es una’ alegria por nivelacién en sus sprados infimos. El psicdpata tiene conciencia de su anormalidad caracterolégica y hasta noci6n més concreta, pues a veces va a donde el médico y deserr jorar de sus defectos; esto'se da de preferencia en algunos tip ‘mismos, en sus dos vertientes anancéstica y sensitiva, y ta todos hhipocondriacos, que se alarman ante molestias mini- lad exista incluso en el histérico, pero no expresada a la manera del neurético en un ir al médico y solicitarle de tun_modo preciso y claro su mejorfa, porque el histérico, por ejemplo, a lo mejor tiene Ta idea de ser victima de’ una conformacién irremediable desde «sn punto de vista, médico, entregindose entonces décilmente a los. histrionismos Pedidos por su natureléza, pues no tendria otro camino para deshacer Ia ten- sign intima, Por los motives ya expuestos, ef psicdpata es frépil frente a un trabsio perseverante y disciplinado, cae en conflicts con jefes ¥ compatieros “por lle varse de su idea”, falta con frecuencia, pues no pierde ocasiin de divertirse ¥ se acuesta tarde, come y bebe en exceso y cae enfermo por dos o tres dies, se encapricha porque no recibe el afecto, el halago y la valoracién suficientes, folicita permisos médicos por dolencias que cualquiera soportaria, etc. En lo de jugarse el trabajo —perdiendo a veces situaciones inmejorables—, por ex- abruptos. pendencias, discordias con los compaferos, enredos, chismes, pese a tener capacidad normal para rendir bien y poseer ray metas, yace 10 eéntrico de tas psicopatias, casi 10 definitorio. El psic6pata no. sabe’ soportar las penutias de su labor, las imperfecciones de los comnafieros, Ie postersacién en el reconocimiento de'To que hace. los “pelambres” naturales en todo grupo hhumano, y estalla, con Io cual 0 abandona su empleo oa lo menos pierde prestigio para un posible ascenso; en pocas palabras, tomado en un corte ver- tical como individuo es normal, pero junto a otros. en una convivencia més profongada, sea en el hogar, en el estudio o en Ia fibrica, no sabe dar y reci- bir afecto de manera adecuada. postergar, sus impulsos, reservarse juicios des- dorosos para otros, compartir las cargas del trabajo, responsebilizarse a fondo frente a sus compromisos, no dejarse arrastrar por veleidades. Como el hom- bre es por definicién un ser de compafifa, es justo el hacer grata y perdura- ble la compaiiia, lo no loprado por el psicSpata: asi aparece a Tos oios de los demas, pese a sus excelentes dotes, intelectuales, como poco confiable, enre- oso, autorreferente o a lo menos, “retorcido” de mente, segiin sea el tipo de psicopatia, pero en todo caso como alguien incémodo, con quien resulta cil tratar a To largo de la vida con soltura, confisnza y seguridad Distinguimos entre psicopatia y caracteropatia. El caracterépata tiene, los rmismos rasgos anormales del psicépata: timidez excesiva, inseguridad, rigidez en-au ideas, tendencia al chisie oa tas flestas conetantes, xeetin onl sen el efecto eje, pero a diferencia del psicépata, tiene alta conciencia del periuicio ‘que para su desarrollo fntimo esto le ocasiona v lucha contra ello, ya apelan- do a los demés recursos de su persona, ya acudiendo al médico, 3 PSICOSIS En las psicosis el enfermo puede ver que algo extrafio le sucede a su mente —a veces, ni esto ocurre—, ¢ incluso tener conciencia de que esté enfermo, pero no hay nocién, 0 sea concepto nitido, de que aquello es im trastorno con peligro de disolucién de lo psiquico, y por Jo tanto exigido de una terapia Inmediata, de cuya direccién y puesta en marcha deberia responsabilizarse él Hay esquizofrénicos y depresivos endégenos que, por ejemplo, no soportan el peso aplastante de sv enfermedad y creyéndose sin destino. Hegan al suicidio, pero en el pesimismo en si, en cl no confiar en la terapia, en “el no poder aguantar ni un minuto més seguros de que no hay esperanzas”, no logran pes- quisar un sintoma més del mal, sino que ereen ver un simple ‘balance realiste de su situacién, basados en los otros elementos del cuadro, con lo cual de rmuestran carecer de nocién de enfermedad. No se esperaria, por cierto, el que ellos viesen ahi una idea delirante nihilista con fuerte carga destructiva, sino {que tomaran dicho peso angustioso como otro sintoma morboso curable con ayuda médica, en cuyo caso. se hablaria no s6lo de conciencia, sino que de de enfermedad. En tales casos, se solcita ser mejorado de ta desconcen- tracién, de la fragilidad para soportar fracasos, con lo cual, sestin el paciente, desapareceria el pesimismo que le esté quitando el sentido 'e Ia cxistencia, sin darse cuenta, como deciamos, de que tal pesimismo es otro sintoma, pues con las capacidades que avin tiene podria desempefiar mientras tanto tareas «iiles y honorables, dando tiempo a la terapia para lograr recuperaciones més am- plias; en verdad, este tipo de pacientes desea desaparecer por estimarse algo indtil, “un peso, una carga”, y es la idea constante de lo inservible €), no la de In’ desconcentracion o la’ fragilidad, lo que le desespera. Se podria’ hablar de una nocién nihilista de inservibilidad y no de nocién de enfermedad: eso es lo prevalente en el cuadro. En su relacién con el médico el lenguaje psicdtico es meramenie comuni- cativo y no notificative, 0 sea, la persona parece no preocuparse mucho de {que se entiendan bien sus molestias, aun cuando los fenémenos, por lo abstu: sos, se presten a interpretaciones equivoces, por ejemplo, el robo de pensamicn- tos, el manejo a distancia del cuerpo, el’ fluido magnético expedido por las manos, y otros fendmenos similares relatados por los pacientes: es el médico daien debe preguntar una y otra vez a fin de circunscribirlos. En las neurosis es justo al revés: el neurstico insiste en demasia en una detallada explicacicn de cada sintoma, temiendo a cada rato ser mal entendido. Tipico de las psicosis, y mientras ellas duran, es detener el entiquecimicnto personal y en algunos casos incluso destruir lo logrado hasta entonces. Asi un ppaciente nuestro con una Paranoia nihilista, cuyo sintoma eéntrico es el “asco invencible por el género humano, oculto hipécritamente bajo méscaras virtuo- sas”, se emplea en agencias relacionadas con su profesién, con el objeto de ganar dinero para llevar una buene vida; se desempefia excelentemente durante unos meses; cuando ha obtenido lo suficiente, empieza los trémites para renunciar, ppues no soporta la presencia de jefes y compafieros; entregado un tiempo # hacer “lo que le da la gana”, es empuiado de nuevo a buscar empleo utgido por lo econémico; lo encuentra casi de inmediato por su excelencia profesional, y reinieia el ciclo. Es inteligente y se desenvuelve bien gracias a. condiciones innatas; sin embargo, a los 40 afios no ha logrado casarse, ni independizarse, ni Hevar una vida espiritual feliz, porque tiene un concepto sobrevalorado de su calidad intelectual y ética y la idea de que el resto de los hombres debie- ran ser arrasados, y s6lo cabe acercarse a ellos a fin de usarlos en beneficio propio. Este pacicnie, cuya capacided le habria abjerto # un desarrollo personal @ Hay pacientes con los mismos sfntomas de desconcentracién, fragilidad y desgano, pero que sin embargo no tienen la idea nihlista de inservibiid ‘on paciencia, esperanze 9, ch genera, de otra manera 4 y,social muy alto, aparece dependiente, inmaduro, monétono, de contenido ideacional pobre, hospitalizado ahora en una clinica psiquidtica Un maniaco, un depresivo, un esquizofrénico, también se detienen en su desarrollo mientras dure el cuadro, trtese de semanas, meses o afios. Suelen darse producciones espirituales magnificas en medio de la enfermedad, pero, 0 son inferiores a las del periodo normal, o son el rebote de lo cultivado hasta enton- ces, que sigue irrumpiendo ahora en forma de relémpago, donde lo normal y lo patol6gico se prodigan en una extrafia_y notable mezela, como se ve sobre todo en algunos genios: Horderlin, Nerval, Van Gogh, Artaud. En cambio, a un psic6pata hipertimico dedicado a la industria de la cons y con una historia parecida a la del paranoico nihilista antes citedo. fen de varias empresas por ilusoe irresponsable en la inversion de fondos: lo recontratan en otras por su eficiencia y simpatia; al poco tiempo, y por las mismas razones, repite el desastre. El dice: “creo en la gente, me lanzo en proyectos, invierto fondos y después esa gente trabaja mal o no’ responde, hhasta que me encuentro entre la espada y la pared; no tomo experiencia con las veces que me ha pasado; creo que he errado yo, y cuando empiezo de nuevo, vwuelvo a creer en que todo resultaré; esto ya debia haberme ensenado.” A dife: rencia del paranoico, se culpa a si mismo, sabe que su tendencia a proyect 8 ilusa, pero més fuerte que lo mostrado por la experiencia diaria, y acaba arrasirindolo de nuevo, En cierto modo, he adquirgo. un. conocimiento sobre sus defectos, se sabe “‘confiado e iluso incorregible”, sabiduria minima, si se quiere, pero'no vista nunca en un paranoico. Ademés, el psicSpata hipertimico aludido estudia bastante sobre su oficio, aconseja eficazmente a otros, se estima reprobado con razén por sus empleadores, es un buen “‘catador” de la vide ‘aun cuando de alguna manera simpatice con su defecto fundamental: “no puedo ttegar que gozo cuando tengo un proyecto de construccién por delante:”estu- dio la mejor manera de hacer algo bueno e infundo entusiasmo en mi gentes te alegro cuando avanza tal como yo queria, aunque de repente, por exceso d¢ fe 0 de apresuramientos, no prevea las contingencias naturales, los defectos huma- nos, Ia falta repentina de dinero, y haya que detenerse, o cambiar los planes por otros més modestos; me arrepiento; me digo: ‘Ia préxima vez seré precavi- do’; el arrepentimiento me dura poco: me doy cuenta de que he caido pero al servicio de tn buen proyecto, que de haber salido habria sido magnifico. lo menos el cerciorarse de. no adquirir expe es ya en sf una experiencia. El paranoico, en cambio, no se da cuenta de la diferencia entre lo que se quiere hacer, 10 que se debe hacer y lo que al final se hace, y si esto no resulta en acuerdo a lo esperado, no lo ve como fracaso humano, sino como algo tergiversado. por enemigos. PSICOSIS EXOGENAS Y ENDOGENAS Las psicosis se dividen en exdgenas, endégenas y reactivas: cada una puede darse en su inicio 0 a lo largo de su curso con claridad u oscuridad de con- ciencia. Respecto a los sintomas de la oscuridad de conciencia () s6lo insist riamos desde ya en que todo diagnéstico y prondstico puede variar demasiado segiin curse ef cuadro con conciencia Iticida 0 perturbada, por lo mismo la nece- sidad de investigar los sindromes de oscurecimiento leve, algunos de los cuales creemos haber sefialado por primera vez y parecen confirmados por Te clini: entre ellos recordamos los caracterizados por la premiosidad irracional en el alta, el sentimiento agobiante de culpa con rostro sombrio, el estado de “conformidad alegre”, etc. Juegan sobre todo un papel en la diferenciacién entre cuadros alu cindsicos prolongados exdgenos donde dichos sindromes se dan, y cuadros pa recidos, pero esquizofrénicos licidos, donde dichos sfndromes no se dan. ©) Véanse ol rrespondiente y ademis nuestro libro “Enfermedades Menta tes"."Ed. Universitaria. Santiago, 1981 15 El sentimiento de culpa de los alucinéticos alcohélicos oscuros de concien- cia es también diverso al de las depresiones endégenas licidas. En las depresio- nes Iticidas se da en forma mas razonada; se pone el acento en las omisiones, en Ia pereza, en el descuido de la educacién de los hijos y del manejo de casa, etc., sintoma al cual se asocian el sentimiento de indecisién, de incapa dad, de ser carga para los familiares, de estar de més. El sentimiento de culp ‘como indice de oscurecimiento de conciencia, surge, en cambio, de hechos com cretos penosos, por ejemplo: excesos aleohdlicos, infidelidades reales, gastos en cosas superfluas, descuido de necesidades fundamentales, etc., y se’ acompatia de abrumamiento y doloroso arrepentimiento. En la depresién endégena el arre- pentimiento aparece también, aunque asociado generalmente a un sentimiento Ce inutilidad: “quello no tiene vuelta; ya se hizo asf y con arrepentirme no gano nada, no se van a hacer las cosas de nuevo; el tiempo no retrocede.”” Las psicosis exdgenas hicidas son en general crénicas, e incluyen cuadros ‘como los decaimientos psiquicos, los estados residuales de’ defecto (propios de los aleohélicos), los sindromes de Korsakoff crénicos, las demencias. Importante, aun cuando estado no psicético, es el sindrome hinerestésico-emocional, especie de neurosis orgénica; deriva de exceso de actividades, déficit prolongado de suefio, hastio con labores mondtonas, problemas econémicos, familiares 0 profe- sionales graves. Hay intolerancia a los ruidos, a los cambios de temperatura, a las desconsideraciones de los parientes, a los defectos naturales de los setes ue Tes rodean; los enfermos tienden a volverse explosivos en los momentos de descanso en el hogar, en cambio en los lugares de trabajo soportan algo més Y¥ expresan su irascibilidad con cautela, Psicosis endégenas clésicas son te esquizofrenia, la psicosis maniaco-depre- siva, en su forma monopolar o bipolar, ta paranoia vera, la parafrenia: constitt yen en cierto modo lo nuclear de Ta psiquiatria, pues aparecen generalmente en Ja juventud y suscitan problemas en torno a cuestiones extraordinarias, como Ia vosibilidad de que creen un nuevo mundo de “realidades”: las alucinaciones, los delirios, las vivencias oniroides y extéticas, las despersonalizaciones, In pér- dida de la evidencia de los primeros principios de Ia raz6n, la plausibiitdad de teorias raras, etc. Lo tpico de tas psicosis exdgenas —y por ello pareciera més comprensible s productividad psfauica aberrante— es, en las apudss, el empafamiento. de Ja conciencia y en consecuencia de todes Tas disposiciones sfquicas, ven las erénicas, Ia merma directa de dichas disposiciones: intelizencia, memoria, volun: fad. En las psicosis endéeenas hay en cambio alteraciones psfauicas, pese conservarse intactas —a lo menos en un examen puntual— Ta conciencia, la inteligencia, la memoria. Agut la persona se exoerimenta a sf misma y expert menta al mundo de un nuevo modo, v no verifica a base de iicios racionales hasta dénde “lo nuevo” es mera inspiraciOn subjetiva aiena a To objetivamente real; tampoco apela al juicio de tereeros que pudiesen avudarle a centrarse en Jn verdad. Lo exoerimentado adquiere de inmediato una especie de evidencis fal. owe se transforma en una certeza inconmovible. EI depresivo endégeno no vibra con Ia existencia, no Je atrae, menos le Provoca, gozo: es como si la vosesién de cosas antes deseades. ahora pareciera sin sentido, v fo que tiene a la mano no compensase sus nenas; se. nota torpe ineapaz, intl, indeciso, un estorbo para los otros; tiene Ia impresiGn de estar en el abismo y casi Ia senuridad de no poder ser comprendido en la magnitud de su sufrimiento, EI manfaco ve al contrario una realidad décil hasta el infinito, todo Te resul- ta Tivigno, agradable, y él mismo se siente intligent. salutfero, seguro, répido, filantrépico, capaz de sacar adelante los proyectos més abstrusos y de avudar a quien sea, Si al depresivo “no se le ocurre nada, no le brota la chispe, ni Ta respuesta répida”, al manfaco se Te disparan al vuelo Tos chistes, Ins ocureneias, Tas salidas graciosas, los gestos cémicos. 16 El esquizofrénico se encuentra carente de perseverancia y disciplina, frégil timido, inseguro, angustiado, transformado de aspecto; algunos, al revés, pare: cieran’solazarse con el lado fécil de la existencia y se dedican al vegabundaie, Jas correrfas, a vida nocturna, 1a ingestién de drogas. Los paranoicos, setios y graves, se creen autores o victimas sefialadas de sucesos enaltecedores 0 vejatorios; con una alta idea de si mismos y desconfianza perpetua respecto del projimo, los inventos, persecuciones, perjuicios 0 despre- cios, ahora experimentados, aparecen como una extremizacién de sentimientos que siempre poseyeron. En'las paranoias, a diferencia de las esquizofreni delirios se acompafian de una conducta’ relativemente concordante y probar a los demds la veracidad de lo afirmado, valiéndose de razonamientos, coincidencias, vivencias oniroides, estados de éxtasis, ilusiones (nunca alucin ciones, salvo si éstas son catatimicas). No escasean en los paranoicos sensaciones somdticas curiosas: “‘una especie de fluido magnético escapa por los dedos”, “el rostro de las personas pareciera cambiado en el momento en que algo asi como tuna energia inmaterial brota del cerebro”, “la cabeza se agranda cuando se concentra en algo importante”, “voces claras del coraz6n anuncian que es hijo predilecto de Dios”, “sensacién de peso en los brazos y el cuerpo al ser mirado por la mujer infil.” Tos. iesea LO ENDOGENO Y LA INDIVIDUALIDAD La palabra endéoeno alvde. a nvestro. inicio. a trastornos venid interioridad psiquica, y no meramente derivados de quiebres de la i de la memoria, de la conciencia, las que por el contratio, como. se dijo, estén intacias. Alsunios investigadores’han hecho sinénimos los términos endégeno, constitucional y hereditario: sin embargo, no es, segin cteemos, el alcance que deberfa dérseles: desde luego, hay cuadros hereditarios claros ‘como el Corea de Huttinaton 0 le Tdiocia amaurotica de Tay-Sachs, que afectan gravemente fa inteligencia, no estimados end6genos, y otros de hetencia muchfsimo més rela- tiva de cuva endogeneidad no se duda; de esa manera, aunque el factor herencia sea capital en toda medicina, respecto a esto, no es el determinante. Tampoco fo es el que el origen de Tas psicosis endésenas permanezca ain desconocido, ‘pues en. general en el momento del examen clinico se establece ya si una psicosis es endégena 0 exégena, pues se habla en el fondo de psicosis endégenas en acuerdo a nuestro criterio, cuando hay psicosis pese a la conservaciin en buen estado de Tas disposiciones psiquicas fundamentales: conciencia, intcligencia, memoria: en caso contrario se postula un cuadro exdgeno. Si alsin dia se descubren Tas causas de Ia esquizofrenia o de Ta psicosis manfaco-depresiva, no por es0 dejardn ellas de ser enddgenas, pues enddgeno apunta a dos cosas: primero, a la manera peculiar normal con que cada persona ‘construve st historia. 0 sea. ata forma auic tes va cand a Tos materiales prodian- dos por la existencia, y segundo, a Ta irruncién més 0 menos desaforada de una individualizacién extremosa, que eva a Ta persona a sentirse radicalmente dis- ta de todas Tas otras, sin parecidos o semejanzas con su préjimo, como urgida a crear, a defenderse, a protezerse por sf sola. Bl depresivo no se siente com- prendido por nadie, ni cree aue ningtin otro esié en condiciones parecidas a las Suyas; el manfaco esté seguro de obtener éxito con su exclusiva sagacidad ¢ inventiva: el esauizofrénico, 0 no se cuida de la imagen que los otros puedan tener de él, o estima su imazen personal lamentable y sin remedio; el paranoico se considera el elegido, el tinico, para un invento, una redencién, un sacrificio © una veiacién. Por Jo mismo, poner el acento en Io idiopstico, en To desconocido, para aprupar tales psieosis, como se he intentado repetidas veces, nos 0. pues To identificador de un cuadro patolégico es Ta conf sus sinfomas, su evolucin, su término y no puramente su geno, repetimos, es desde el punto de vista de la. patologia, To que ataca to individualizador, fo peculiar de cada persona, su modo de enfrentarse consigo 7 y con el mundo; exdgeno es lo que ataca los instrumentos comunes a todo hom- bre, nevesarios previamente, por decirlo asf, para emprender aquella “poster tarée individuslizadora; tales “instrumentos” son la conciencia, la inteligen la memoria ‘Como se comprende, nada més peculiar de cada persona que fa gana, ef interés, la. perseverancia, la disciplina, Ia sociabilidad. la viveza, el modo’ de abordar los problemas; en cambio, las cuestiones matemiticas, por ejemplo, exi- gen una solucidn idéntica, sea quien sea el destinado a resolvertas. En los depre sivos, esquizofrénicos y parenoicos, el psiquiatra percibe la pérdida, o al revés, la acentuacién desproporcionada de cuanto constituye el proceso individualizador del hombre, de lo que le daa cada uno su sitio propio e irremplazable; lo que al enfermo haga de aqufen adelante era a To mejor intelotusimente bien. hecho, pero monétono, repetitive, sin vida, carente de. progresiGn biografica, incapaz de contagiar. Endogeno, en suma, apunta al sitio de donde emana el secreto de nuestra individualizacién; eso cs lo perturbado, lo detenido, lo acelerado, en esquizofrenias, paranoias, manias y depresiones. Lo dicho no significa la indem- nnidad absoluta de la inteligencia en los cuadros endégenos y su quiebra forzosa total en los exdgenos erGnicos; lo conservado en una esquizofrenia, por cjem: plo, son los marcos conceptuales, aquello en que un concepto se asemeja y se diferencia de otro, base de la cual parte todo razonamiento superior, pero su riqueza intima, su’ mostrar cada dia trasfondos mas florecientes, se Speco a vees al eabo de los nos quedan apenas restos de un antigo fur. Incluso algunos esquizofrénicos. cuyo pensar expresado en palabras poéticas deja fentrever una especie de veledo aire metafisico, tienen algo de repetitive, que aun cuando asombre, acaba por no abrir a nada. No obstante, insistimos, 10 Ilamado inteligencia por las prucbas psicol6gicas habituales se mantiene persis. tentemente, LAS PSICOSIS REACTIVAS Y LA DRAMATIZACION DE LOS CONFLICTOS En el estallido y configuracién de toda psicosis, endogena o exégena, participan , 1o cultural, 10 religioso, del paciente, y por lo tanto cualquier tratamiento requiere un cuidadoso manejo de los conflictos {ntimos, de los cuales forman. parte privilegiada los conflictos familiares, pero cuando se habla de psicosis psicégenas o reactivas, se alude # aquellas originadas y men- tenidas exclusivamente desde Io psiquico, con el objeto de darle tregua a un drama personal y ello parecicra lograrse a base de convertir lo realmente expe- rimentado en representacién, en el sentido profundo de la representacién teatral Cuando ef paciente, de individuo dolorido se convierte en personaje que repre- senta ante si mismo y ante terceros su propio drama, tiene que hacer una serie de ajustes en gestos, actitudes y palabras, que le permitan purificarlo de los revestimientos accidentales, propios de todo acontecer concreto, a fin de que —como en cualquier obra de teatro— quede en evidencia lo puramente esen del drama, su aleance para cualquier hombre. Revelar una esencia exige recurr 1 imégenes y simbolos diversos_@ los del lenguaje corriente, que obliguen a la ‘mente a abandonar sus modos habituales de mirar a Ia ligera Ia realidad, cen- trindola ahora en niveles hondos y dindmicos: ello hace creer a quenes no se fijan en esto, gue el paciente oculta y evade su problema. Légicamente, en la respuesta patol6gica a un agente pernicioso hay siempre una defensa; esto ocu- tre hasta con la fiebre; aqui, en la psicosis reactiva, el enfermo, al convertirse fen actor que se representa a s{ mismo y esforzarse por cumplir de la mejor ‘manera su. papel, olvida sus sinsabores concretos a fin de que sus actuaciones no desmerezcan de aquel objetivo que aspira_a personificar; en suma, como cualquier actor, para hacer visibles esencias afectivas casi inmateriales necesita ser poseido por un aire de trance. Dicho objetivo consiste # veces en mostrar Ja belleza de lo perdido; asi, ‘una muchacha de 18 afios abandonada por su novio, quien sin decirle nada se 18 casa con otra, se deprime los primeros dias, pero a la semana sale a pasearse al arate de i cata cleranemeie vsti: canis en vor balay raoe conver sa con la figura imaginatia de su antiguo enamorado reprochéndole con coque- teria no haber venido antes; coge flores y las coloca en los asientos de la glorieta donde acostumbraban conversar; vuelve a su habitacién a requerimiento de padres, se queda alrededor de una hora silenciosa, y retorna a la escena previ el cuadro dura una semana y termina con un restablecimiento completo y amne- sia de lo anterior; es Io llamado estado crepuscular En otros casos se autoironiza el sufrimiento; a un hombre de 25 afios, victima de un suceso parecido al de la muchacha, se le oye decir mientras se pasea errabundo en una terraza: “Yo sabia lo tuyo; bueno que me pase por tonto, por meterme con una prostituta: al imbécil del Marcos lo echaron de todas’ partes. se lo merece; yo entré a le empresa al rufidn; bueno, bueno, tos tonas, cochonas, coronas, valonas,..; Africa, Asia, Australia; bonito, bonito; merezco premio por inteligente, valiente, emergente..."; acoge a cuantos se Te sproximan con una sontisa entre irdnica e iracunda; @ ratos se tiende en su cama y fuma tranquilamente, @ ratos renueva sus paseos; a veces camina con tuna mirada ensofiada 0 ebriosa. A los cuatro dias mejora: parece bien los dos dias siguientes, aunque despreocupado de su trabajo como si estuviese en vacaci nes; conversa con animacién de varios proyectos, pensados desde mucho antes, Pero que ahora desea poner en ejecuci6n; por fin una mafiana despierta bien ¥ pregunta qué ha sucedido, pues no conserva recuerdo de los seis dias previos: vuelve a su oficina y todo toma su ritmo normal. ‘A veces, como en algunas obras del teatro del absurdo, se ge peradamente, se mira a la lejanfa en actitud de esperar a al haciendo sefiales vagas, se cae en rigideces de apariencia cataténica, se deam- ula a a manera de ios sonémbulos con algo de anhelante en el rostro; el conjunto da la impresién de apuntar a lo incomprensible. En Tas Tlamadas fugas histéricas en ave se va a otra ciudad de compras, en las psicosis histéricas, con su “bella indiferencia”, en el sindrome de Ganser ‘Sgeno. pareciera querer mostrarse que aun lo peor debe mirarse con sere- nidad v Tejanta, ‘Las psicosis reactivas, Jo mismo que el teatro, presentan. en suma, de las variadas maneras los afectos, creencias y formas de existir. que traban st mundo fntimo, con lo cual procuran alsin tipo de solucién o alivio, aunque sea a través del desvio de la atencién desde la situacién humillante 0 embara- zosa. hacia la elaboracién de las escenas apropiadas que entrarén en su repre- sentacién. FI que vivencias dolorosas similares las soporten con intrepidez muchas personas no cayendo en psicosis. depende seguramente del carfcter. de la vida familiar, de 12 educacién espiritual. del estado de salud fisica, de la situacién biopréfica del momento, etc. La capacidad de resonancia a ta verslienza. a Ie hhumillacién, al dilema ético ‘timo. es muy aguda en ciertos caracteres ‘como los fandticns. los sensitivos y los histéricos, cuva entereza es déhil y su grado de tolerancia para absorber ef sufrimiento, minimo: por eso presentan con faci- lidad cuadros reactivos: se descrihen asf los delirios sensitivos, Tas reacciones paranoicas. las psicosis histéricas: el cuadro entero pareciera movido saul desde el afén de ropresentacién escénica. en To cnal se diferenciarfan de las esquizofr niias reactivas, pues en estas dtimas lo organizador de la psicosis es més bien el subsuelo esauizofrénico puesto en activided por las vivencias penosas, sub- suelo afortunadamente sin vigor propio para seguir actuando dinémicamente por su cuenta cuando las vivencias despertadoras quedan superadas 0 desgastadas por el tiempo. LOS INSTINTOS Y LA SINRAZON Segtin las escuelas freudianas, los conflictos actuales no serian los _verdaderos ‘riginantes de las psicosis reactivas, sino simples detonadores de viejos conflic- 19 no resueltos, que ahora adquiririan gracias al nuevo estimulo extraordinaria viveza y asaltarian al Yo consciente; como al Yo le repug: hhan por su desenfrenada perversidad, y atin més corre el riesgo del castigo del Super-Yo, guardién de la ética, los rechaza, por lo cual lo invaden distrazados de suefos o locuras; asi los desvarios e insensateces que muestra el paciente y ve el observador, son maneras simbélicas e imaginarias de satisfacerse de los descos inconscientes del Ello, para los cuales el gozo con meras fantasfes actuadas a través de Tn conciencia misma, aunque no sea lo mejor, es por Jo menos un substituto aceptable del gozarse con la realidad, que es 10 que en verdad apete cen, Las psicosis reactivas serfan criptogramas, mensajes ocultos, indicadores de ituacién imperante desde antiguo en el subconseiente, y asf aun cuando la icosis mejore, deberia alertar en el sentido de que ahi existe un peligro poten- ial grande, necesario de climiner a través de un anéli senes, ‘A nosotros nos parece increfble suponer que situaciones veistorias, hum: antes, vtales para el destino, no tengan fuerza por si mismas para desencadenar tuna psicosis, como si las psicosis fuesen fenémenos tan extraordinerios 0 ext cos, que s6lo un conflicio trégico como el edipico pudiese explicarlas. Tal vez en in época de Freud, muy cercana atin a la fe en la raz6n, del siglo XVIII y al evolucionismo darwiniano de Ja primera hora, se crefa en la solider de la raz6n y de los instintos vitales y por lo tanto de’ aceptarse un desarreglo de Ta primera, s6lo podria venir de un predominio de los semundos, cuya fuerza habia sido eapaz nada menos que de evolucionar la vida en una ardorosa lucha desde Jos unicelulares hasta el hombre. En un terreno te6rico asf abonado, frente a tune razén sagrada, las psicosis s6lo serfan susceptibles de orovenir de una des- carga impetiosn de os instintos, pero no cabrian desarreslos de la razsin 0 de los afectos desde sf mismos, menos un agotamiento momenténeo o duradero, una descomposicién, un entrecruzarse de les Tineas que habitualmente ordenan su trabajo. Los instintos son tan poderosos y fecundos en el pensamiento de Freud, {que incluso la conciencia misma seria une astuta creacién de ellos, destinada al conocimiento de la realidad: vigilaria en la leianfe los obstéculos pelizrosos para el placer, alma de los instintos. a fin de que éstos puedan sozar indefinidamente con su objeto preferido, sin el riesgo de ser destruidos por un competidor im- previsto. En nuestra época, pese a la Etologfa (*, la existencia de instintos en el hom- bre. en el sentide de nlsiones ane nersisten sus fines ciosa pero orzanizada- mente, en acuerdo a un plan perfecto que casi nunca fracasa, merece cada vez ‘mas dudas; incluso respecto al sexo y a la preservacién de la existencia, Tas pul- siones més bien se desencadenan desordensdamente, sin ritmo temporal v sin atenerse a consecuencias perniciosss, debiendo ser gobernadas por Ia raz6n, 10 cual se obtiene a duras penas después de adiestrarlas a través de una educacion sostenida. Por otra parte, la razén en sf es débil, se equivoca facilmente, se ‘mueve en To trivial, dirize la mayor parte de sus esfterzos @ velar por las aparien- cias, por la imagen ante los demés: es erédula 0 desconfiada en exceso. Los afec- tos son a su vez inconstantes. contradictorios. de difieil manejo, no_ siempre obedientes a la vor de la cordura. La voluntad tampoco se caracteriza por ser firme. fie}, decidida, valerosa. clara en sns fines. La vanidad. In soberbia, In pereza. Ta Tujuria, la envidia, la violencia, la evericia, parecen directoras de gr parte de Ia existencia, sin que los juicios éticos tengan mucho éxito en su che. En medio de tn conjunto asi. revelador de un ser espiritualmente vobre entregado a sus propias fuerzas, no es extrafo el aleance de cualquier contra- tiempo menoscabador de la integridad de lo que més aprecia, su imagen, como Jo es la versiienza ante un desaire amoroso. ante el derrumbe del poder econé- ‘ico, ante el fracaso wetima de una injusticia, ante el peso de una grave inju- tia: ef efecto de algo asf es la descompaginacién total vy en ciertos casos de aun mayor frasilidad psiquica, 1a insania, mientras las fuerzas animicas reim- plantan de nuevo el orden. 10s edfpicos 0 pre-edit (© Btologia = ciencia de tos instintos. 20 LA PROTOPSIQUE En Ja vida normal y en Ia patologia 1a conciencia participa poco en los momen- tos verdaderamente creadores; las ocurrencias, las ideas nuevas, lo buscado lar- gamente, la intuicién que no se configura en conceptos nitidos pese a los esfuer- os, surgen de repente a la conciencia con su propia luz, en el momento mis inesperado, lo que mostraria que ellos en los instantes dc tregua han scguido claborindose en alguna parte ajena a la conciencia misma; atin més, cuando la ‘onciencia toma demasiada parte en la ejecucion de algo —escribir, bailar, expresarse correctamente— perturba la gracia y la inspiracion del acto; elle aria lugar a la suposicién de que ajena a la conciencia exisiria “una parte” de Ia psique destinada a trabajar por dentro aquello que recién enseguida, une vez elaborado, la conciencia ajusta, corrige y precisa en sus alcances concretos finales; esta psique donde se crea la vision profunda de la realidad, la poesia, la idea cientifica y filosdfica, la chispa en la conversacidn corriente, la ocurren cia feliz ante una decision rdpida, es lo que llamamos protopsique, por set el fundamento originario secreto de toda actividad animica; ella seria ademés la que escenifica y da cierta estructura intima a las psicosis reactivas, a lo cual ermanece ajena la conciencia, y crea todavia las alucinaciones y delirios del resto de las psicosis. La actividad onirica normal, que en el fondo también esce- ica las. preocupaciones, intereses, deseos, modos de ser habituales de cada persona, revelindole lo tipico de su individualidad, vendria de la protopsique, quien para obtener dicho objetivo da cierta coherencia a los suefios y orienta los cambios de escena. La experiencia diaria muestra en suma a la eonciencia, ajena a los momentos fecundos del esfuerzo ereador; por més que ella se empe- fie, no lograré “inventar” una poesia, una idea metafisica, o un sucio similar a fos del durmiente; cuando eso aparece irrumpe en la conciencia, la cual se limita a acogerlo, a estudiario, a clarlicarlo, a verificar su calidad y grado de aproximacién a lo bello y verdadero, lo que a su vez es por cierio tarea de suma_importancia ‘Légicamente otro papel decisivo de la conciencia es proponer los proble- 1mas por los cuales se interesa y azuzar a la psique en otal a esclarecerios, a no abandonarlos, a no desviarse del camino recto. Sin esa fustigaciGn decidida de la conciencia, quizés si no habria dinamismo psiquico ni vida ereadora alguna. ‘Més alld de la protopsique parcceria darse un érea animica atin més radi cal, de donde emergerian en algunos hombres las ereaciones geniales, las viven- cias religiosas, las grandes cosmogonias, los momentos privilegiados en que se vislumbran las realidades iltimas y se toma contacto casi mistico con ellas; por su cercania a lo primario del ser, a lo casi irreductible a palabras, la llamatia: mos primopsique. No se trata de tres instancias psiquicas —Yo, Super-Yo, Ello—, del tipo de las freudianas, ni de tres regiones separadas 0 en lucha entre si, sino de diversas fases en la elaboracién de lo psiquico, cada una necesaria; lo percibido ‘en la primopsique y en la protopsique puede asomar en estado embrionario a la psique consciente sin que ésta, en la forma en que le llega, sea capaz de darle su fisonomia y rigor final; entonces, 0 desaparece de alli, 0 petsiste in lizable, © todavia, 1a conciencia ‘a través de sus esfuerzos por penetrar el alcance de aquello en lo cual adivina algo importante, urge a la protopsique a trabajarlo ‘ fondo, hasta que un dia emerge con su desarrollo integro. Lo dejado de lado por fa psique consciente vuelve @ Ja protopsique micntras no se le necesita, presta Iz a las diversas labores alli en realizaciGn, pero no permanece pasiva’ mente en calidad de mero archivo de la memoria como pensaba el siglo XIX, © aprisionado como huella de visiones de una vida més alta, previa a la unién del alma con el cuerpo, a la manera supuesta por Platdn. Si esas experiencias devueltas a la protopsigue o yacentes en ella sin siquicra a veces haber i ‘conscientes, no diesen su luz para claboraciones cada vez mejores, no se expli earia el hecho de que, en general, s6lo quien se ocupa perseverantemente en aa algo, y junto 2 ello se crea ademés un mundo intimo rico en diversas clases de experiencias iluminadoras, entregard con originalidad y meestrla cosas en un principio nebulosas, repettivas y débiles. Podria llamarse las fases ajenas a la conciencia simplemente subsons- cientes, pero dicho antiguo nombre después de Freud ha adquirido tal connote cin en telaciGn con los instintos, que es inusable en otro contexto; ademés en Jas etapas prefreudianas, sobre todo entre los roménticos, se le supuso sitio de Jo inintelectivo e irracional del hombre: afectos, impetus, poesia, ensuefio. Eso sin embargo no explica lo experimentado a cada ralo; cquién después de esfuer- 420s indtiles por elaborar una conferencia o un articulo no ha. abandonado el intento, y al levantarse a la mafana siguiente ve asomarse a la conciencia las lineas principales de lo que aspiraba a decir con sus fundamentos nitidos y haste con los detalles explicativos necesarios, siendo ahora la labor de la conciencle darle los toques dltimos?; quién no ha titubeado largamente ante una decision importante, cuando de repente, en un momento neutro. cualquiera, le brotan exponténeamente las rezones clavficadoras dela determinacion a tomar?; ¢se Ilamar al trabajo extraconsciente, iracional, en el sentido de inintelec- tivo?; zson inintelectivos el arte, 1os suefios, las grandes visiones metafisicas, los presentimicntos cienificos? Cabe pensarlo sise hacen sinénimos los términos in- tcligencia y elaboracion de algo a través de argumentaciones Iigicas, silogstices, con una sucesion de causes y_consecuencias cuidadosamente enlazadas, pero es minimizar el alcance de la palabra; mas allé de la argumentacion silogistica, la inteligencia es la encargada de percibir lo trascendentc o intrascendente de algo, ¥ todavia, saber si cabe someterlo a argumentos ldgicos; s6lo a un hombre pi ‘ado de inteligencia se le ccurrirfa, por ejemplo, perfeccionar un poema dandole tuna estructura conceptual. Incluso los afectos y las pulsiones pueden yacer extra conscientes y actuar desde ahi, como en otros momentos actian desde la con- ciencia, y no se les puede reservar zonas psiquicas de su exclusividad. Los afec tos, las pulsiones, no se contraponen a la inteligencia, al contrario, le sirven de acicate, la incitan a ir més lejos, y de una manera u otra le son esenciales; la inteligencia comprende que sin afectos ¢ impulses. quedaria inmovil PSICODINAMISMOS Denominamos psicodinamismo a 1a capacidad de elaborar a espaldas de la psique consciente maneras de sentir, de actuar, de pensar, que transformen en una especie de dialecto grato, o a lo menos tolerable, modos intimos de experimentar la realidad, no coincidentes con los del comin de las personas, y que de expre- sarse crudamente serfen torturanies 0 absurdos para le conciencia. Una fobia f la calle quizés si sea a veces aversion ala manera de ser de los hombres, pero por orgullo no se da a conocer asi a la propia mente. En otros pacientes gon diversos los motivos de rechazo de algo, pero siempre el sntoma revelaenci- brimiento, autocngaiio. En la vida normal los psicodinamismos actdan desem- bozadamente; el empresario que Tiega tarde a su casa con el pretexto de velar por el bienestar de sus hijos, no se da cuenta de que en el fondo desea evadir fa tarea mucho més dificil de educarlos; personas convencidas de_sacrificarse por el bien ajeno, buscan muchas veces solo prestigio, poder, publicidad. Los psicodinamismos son de ese modo, en ocasiones, aptitudes de'Ja mente 0 para “ennoblecer” lo innoble, o para no confesarse una derrota vital, o para soslayar algo doloroso, convirtiéndose la persona desde autor o victima de algo, en actor {que personifica sentimientos elevados. Ellos no ocultan, a nuestro juicio, instin- tos probibidos, sino hacen tolerable ante sf lo directamente nauseabundo por ddesdoroso, feo, repudiable, humillante, culposo, insolucionable. Si en el caso de las psicosis reactivas el drama representado es’ de hecho de una calidad pobre, fe porque un problema meramente individual, sin grandeza alguna, se tata de ‘en universal y porque la victima se vuelve actor de su propio caso, que en los actores teatrales verdaderos idad de ocultar stu propia personalidad sumando toda la fuer- za intima de ésta a 1a de un personaje gue justamente no es él, sino la materia fizacién de un destino humano cualquiera. Los psicodinamismos son en suma f veces capacidades maestras de autoengafio generadas en Ia protopsique y ‘convincentemente entregadas a la psique consciente como si fuesen expresiones de la realidad misma; autoengatio no es idéntico @ deseo de ocultamiento, sino tendencia vehemente @ construirse una buena imagen trasmiutando ilusoriamente los defectos; tal vez a esto apunté Freud cuando estimé a la conciencia poco honorable. Dividimos las psicosis reactivas en reactivus proplamente tales (defensi directa contra el sentimiento doloroso) y reactivas histéricas, en las. cuales se busca ademés castigar al ou provocéndole intenso sentimiento de culpa y centrar fa atencién de familiares y amigos en el propio caso moviendolos al afecto, « le compasién, al repudio indignado del vitimario; despertar en suma tuna ola de simpatia a su alrededor. Cuando la culpa es de la propia persona, enfermedad sirve pare apartar lo atencion ajena de sus menguados habites’ de vida, de su conducta egoiste y holgazane, obligando a preocuparse de su mal, dada en miltiples formas fuera de la. psicosis, como fo son’ los ataqucs, as Pardlisis, las cegueras, ete. LA FABRICACION DE ENFERMEDADES COMO OBRA CULTURAL Las psicosis reactivas muestran al lado de las numerosas capacidades creadoras del hombre la de inventer enfermedades. Mas de alguna vez. se ha deseado tenfermar para aliviarse de una responsabilidad, de una obligacion, de algo opro- bioso; la histeria muestra 1a posibilidad de hacerlo en forma inocua, sin el peli- ‘0 de invalidez o muerte, propia de los cuadros sométicos; el histérico adiestra al cuerpo como cl pianista a la mano, a fin de caer enfermo en el momento oportuno. E] soma obedece habitualmente a le psique en la vida normal @); basta tuna orden para poner el cuerpo en marcha, movilizarlo, etc.; un estado de tedio provoce flojera de moverse y al revés el entusiasmo del maniaco lo torna infatigable; una buena noticia lo aliviana y una mala, lo derrumba, El histérico, ‘rracias al ‘uso de recursos similares a los de la autohipnosis, logra pardliss. Gegueras, temblores, ataques, estados crepusculares y deliriosos, sin recordar le orden deda a sf mismo, como tampoco ei hipnotizado victima de una pardlisis, recuerda su origen en tna orden del hipnotizador. En ciertos estados extracons: cientes, desde la protopsique, se elabora esta especie de obra de arte, que es tuna enfermedad despojada del peligro de progresidn. El hombre es capaz de fa- bricar sus enfermedades, tal como sus suciios, o sus obras culturales, a fin de sfacer st ansia de ser dueno de todo, incluidas Ia salud y la enfermedad. ‘A veces se aprovecha un mal orginico para hacer la enfermedad; asi, per sonas con alteraciones de la columna vertebral caen con dolores, inmoviiidad, fiebre, al pasar por un periodo biogréfico penoso, volviendo a ia normalidad —pese a la inmodificabilidad de lo orpéinico—, cuando dicho periodo cesa ‘A tal respecto, en las entidades mérbidas, desde’la gripe hasta el efncer, hay algo de construido y ganancioso, pero en ia histeria, en la paranoia de conver- sin, en la neurosis transbiografice, es 1o morboso én sf lo construido. La transformacién de un deseo de enfermar en cuadro morboso no tiene tanto misterio: es similar a lo ocurrido con una exigencia premiosa de elaborar ‘una conferencie a la cual estructura casi milagrosamente a nuestras espaldas la protopsique, sin darnos cuenta del detalle del proceso (). Algunos investigadores niegan a los cuadros histéricos el carécter de enfer- medad, pues no vendrian de cambios estructurales o bioquimicos del soma; los (©) Al sovés, el soma influye de igual modo en ta psigue (+) Logleamente eso le ocurre's quien a teabejade aos el tema a sbordor 23 supuestos sintomas serian mods lingtisticos de emitir mensajes del subconscien- te, intraducibles en palabras habituales por su contenido desdoroso y por el eseaso poder convictivo de este tipo de palabras para conmover al espectador 3 gil a prestar auxiio; un sague, una pardisis, una psicosis reaciva, eran tun lenguaje icdnico —similar al de los jeroglificos egipcios-— que tendria de suyo un patetismo especial al expresar su contenido no a través de significantes reutros, como los del idioma corriente, sino a través de palabras-imigenes en que se dibuja de inmediato un contenido, aun cuando el significado preciso més hhondo del contenido haya enseguida que desciftarlo; no seria lo mismo decir este dilema me tiene loco”, a mostrar directamente Ia imagen (icono) de la locura, poniéndose loco; tampoco es lo mismo decir: “estoy enredado en un conflicto que me paraliza toda decision”, a mostrar de inmediato a través de tuna hemiplejia que se esté paralizado, indicando de paso que eso no cesar mientras no se ayude a resolver los problemas originantes del estado. Diche hipotesis basada en el freudismo clésico la ha expresado agudamente Thomas Szazs en varias obras, una de ellas “El mito de las enfermedades mentales”. Los argumentos de Szazs parecen a primera vista convincentes, aunque su afén de transformar todo sintoma histérico en lenguaje, le da a dicho término tal sgeneralidad, que al fin segin eso toda manifestacién humana. podria mirarse como expresién icénica, sin saberse bien en qué se diferencia ‘un padre que twabaja —que podria ser un modo lingiifstico iconico de hablarles a sus hijos a través del ejemplo respecto a la importancia del trabajo—, de un histérico gue a través del mismo tipo de lengua rechara las obliaciones y penosiddes impuestas por su medio o simplemente por la vida, Mirado asi el lenguaje de toda calidad para diferenciar fendmenos y entre ellos, lo normal y lo patolé- Fico, salvo que se legue a la extremosidad de considerar los fendmenos histé- ricos de clase idéntica a la de los demés fendmenos de la existencia, lo cual parece un exceso. Nosotros creemos vélida la antigua distincién entre palabras y obras, entre decir y hacer, siendo las obras las legitimadoras del peso de las palabras, que ‘no acompafadas de obras, se convierten en expresiones va- ‘cuas sin poder convictivo alguno, El que se puedan dar las primeras sin las segundas, e incluso sea lo frecuente en la gente que promete y no cumple, mues- tra un estatuto ontoldgico diverso para cada una y en consecuencia enteda el ue un hecho (por ejemplo un sintoma histérico somético) se yea también como ‘a, ¥ no, all contrario, como lo que por ser ajeno a la palabra en cuanto realiza 0 no lo afirmado por ésta, le sirve de testigo de su mentira o su verdad. La psicosis reactiva, el estado erepuscular de Ganser, el ataque histérico, estallados en cada ocasidn critica en que una situacién necesitaria enfrentarse, sefialan el escaso coraje del histérico, el vacfo de sus palabras y afectos, pues ‘gracias a aquellos fenémenos patol6gicos, abandona la lucha cuando debe res- Ponsabilizarse de su conducta. Las pardlisis histéricas no son lenguaje ieSnico, sino actos negadores de Ia responsabilidad de obrar. Cultura es el deseo irrefrenable del hombre de poner Ia realidad entera, incluida la suya misma, bajo su voluntad, aun cuando ello signifique transfor’ mar cuanto existe; asi fe gustaria disponet de cerebros, corazones, rifiones arti- ficiales para cambiar los suyos ante un asomo de dafio(’); de igual manera aspira a disponer de enfermedades artificiales conirolables respecto. a sus posi- bles secuelas, pues elles le servirian de cémodo retiro frente a determinadas situaciones y hasta de medio privilesiado para entretener cl ocio. Ya en las ‘més remotas culturas se ven médicos, chamanes y hechiceros procurdndose elixires de vida y fSrmulas mégicas para prolongar la existencia o menguar Ia del enemigo; también se buscan enfermedades atificiales, que puedan usarse y eliminarse en cl instante oportuno sin dejar rasiros. La’ primera descubierta, fl parecer muy al comienzo, es la histeria; desde entonces se la ha empleado siempre. En medio de los cambios desencadenados por la tercera revolucion (@) Aungue quizds sea excssivo, investigadores de nota bablan del término de la era de 1a medicina preventiva, y su reemplazo por Ta aveva, de la medicina sututiva, 24 industrial con el paso desde Ia sociedad de trabajo a Ja del ocio que pareciera avecinarse, es tal vez, de lo creado por las viejas culturas, lo Gnico que perdura original y'misterioso’ como hace miles de afos. ‘Szazs en el fondo no le da a la histeria categoria de enfermedad, por Ia usencia de compromises sométicos y de peligros vitales potenciales propios de todo To patolgico, spin Ia viele definicién; pero en, vedad st se acts, en acuerdo a lo postuiado por nosotros, como de fa esencia del concepto de enfer edad, la pérdida de la disponibilidad det cuerpo o de la psique para cedicarse con libertad a lo que se quiera, debido a causas intracorpdreas 0 intra-animicas, ‘una psicosis reactiva, una parilisis histérica, una enterocolitis, una neumonia, una fobia a ta calle, son enfermedades, en cuanto privan al hombre ‘de actuat libremente en esferas tipicas de su dominio personal, aunque sea a veces la simple nevesidad de privarse de ciertos alimentos, ejercicios 0 salidas a hora; en esa medida las parilisis histéricas,o las agorafobias, al quitarles libre disponibilidad 2 sus movimientos, son enfermedades en el sentido mas pleno, Para nosotros la histeria no es entonces lenguaje icénico, sino obra hecha y esta obra es una enfermedad artificial a la mano de ciertas personas, cuya protopsique es capaz de fabricarla, de Ia misma manera que crea ciencia y arte. EL “mecanismo” ultimo en virtud del cual se da tal posibilidad es ol enigma de cualquier creacién, nacida siempre a espaldas de la conciencia, debiendo esta testificarla, La histeria no es una supercherfa, un engao, es una verdadera enfermedad, s6lo que artificial. Para mirar ast las cosas debemos acostumbrar- ‘nos a datle’al término artificial el antiguo sentido, de “lo venido del arte”, de la fuerza constructiva del alma, y no el de lo artificioso, que en vez. de admirar Ja naturaleza, y por es mismo desear recrearla, slo ia adultera, Ia imita en sus aspectos adventicios y muertos. Dentro de la naturaleza es tan asombrosa la salud como la enfermedad; lo vio Novalis; el hombre aspira siempre por 10 mismo a ser soberano de ambas. LA ANTIPSIQUIATRIA Y LA POSIBLE INEXISTENCIA DE ENFERMEDADES MENTALES Desde aro frente, la anipiquara,eruela fundada por Laing y Cooper, inide en lo de Ja inexistencia de enfermedades meniales; sogtin ellos, no hay tales enfermedades y es la sociedad actual con sus trabas, desérdenes e injusticias a que al aprisionar al hombre, lo desespera, apelando éste a la clarividencia de la locura para salvar su libertad. En efecto, segin ellos, la sociedad, repre- sentada por la familia, lo enmarca’ desde el nacimiento en un sistema rigid de normas y convicciones, a fin de ponerlo a su servicio. La familia impone sus valores de un modo sutil'y siniestro; no se niega —por ejemplo— directamente 4 los deseos del hijo, sino que lo despista y desconcierta inciténdolo con palabras fa defender lo suyo y negindole con gestos y actitudes ese sagrado derecho; as, desorienténdolo to induce de hecho @ guiarse por lo nico seguro: las normas aceptadas por iodos. Si el individuo se conforma, obtiene reconocimiento y dinero, pero a costa de convertirse en un robot, Si por el contrario escucha él lamado intimo que lo invita a no abandonar su set, st aisla, se angustia, se rebela; entonces la sociedad pone en guardia sus defensas, encierra al sublevado y evita el contagi. Los médicos, y en especial los psiquiatras, son su policia encargada de conven: cerlo de 10 iluzorio de sus deseos, para curar los cuales es necesaria la reclusiOn. La enfermedad més al alcance de la tarea represiva es la esquizotrenia por lo lamativo de sus sintomas, y el trabajo sutil del psiquiatra consiste en sugerirlos 4 través del interrogatorio, @ fin de que todos se convenzan de que aque! hom. bre se aisla porque anda mal; de ese modo surgen el robo de pensamiento, 1a ppercepcién delirante, las alucinaciones auditivas, los fendmenos de despersons- lizacién, El supuesto enfermo, por complacer al médico, o por configurar de alguna manera el desasosiego intimo provocado por su soledad, los acepia y més tarde los confiesa esponténeamente. No obstante, a lo que verdaderamente aspi- 25 ta, es a retroceder dentro de sf mismo, hasta sus origenes embrionarios en el Seno materno, o aun antes de eso, a fin de ir al encuentro de su ser en la pureza de una edad en que la sociedad ain no se ocupabe de adiestraro. La ocura un sumergirse en las profundidades y emerger de nuevo a le vide adulte con tan conocimiento claro de cusl es el destino por el que deberia lucharse y cudl es el falso, impuesto por la sociedad. Con este conocimiento en la mend cabe contribuir al verdadero bien comtin partiendo de lo exigido para sf mismo. por |e propia existenc Semin la antipsiquetria los verdaderos psicéticos son ‘los femiliares, los médicos, los Hlamados sanos; ellos necesitan tratamiento: su locura es oponerse 4 lo cuerdo: ta realization libre y personal del hombre: el normal en cambi (el esquizofrénico), erréneamente. diagnosticado como loco, orienta. su. luche, ‘muy sana, al encuentro de lo segrado de su esencia. En resumen, fos cuadros mentales no serfan entidades naturales, sino argucies de las sociedades y cult ras actuales en persecucion de, fines poco nobles La antipsiquatria no ha logrado imponerse; los hechos cientficos 1a con tradicen. Desde luego el porceniaje de esquizofrénicos es similar en las més diversas civiizaciones y continents, y de ningin modo predomina en los pue bos indusriles. $i los sintomas.esquizofrénicos (}) pueden ser_sugeridos “por al médico es curiosa su aceptacién sélo por el 19% de la poblacién negindose al resto a eso, resto que persisie en quejarse. de angustia, fobias, obsestones otras cosas, y ello ocurre igual en todas partes: es curioso’ademés que un buen niimero de’sintomas productivos esquizofrénicos: delrios, elucinecions, desper- sonalizaciones, cedun ante los psicofdrmacos, los cusles sin necesidad de vuelta 4 los origenes primordiales en el seno matemo. acabarian entonces por via quimi- ca con la supuesia rebeldia del enfermo, Cabria agregar que varios. sintomas son similares en diversas latitudes de la Tierra y en époces culturales distints, sin saberse cémo lograron ponerse de acuerdo médicos provenientes de pueblos Y eivlizaciones tan variados para hacer las mismas preguntas y sugerit fos mis- mos sintomes. : En todo caso, cualquiera sea su valor, le antipsiquiatria ha obligado a examinar de nuevo el eoncepto de sindrome’y de enfermedad, el alcance de Ia influencia de la familia, y sobre todo la del médico como fuente de siniomas introgénicos protongados, a través de su desmedido apego a los exémenes te nicos ya les psicoterapies transitoriamente de moda, casi todas ajenas a la feelided clinica, o sea, al verdadero mundo intimo del hombre (© Insistimos en Ja esquizofrenia, pues ha sido la enfermedad modelo de tos antips. ‘quiatras, EI T%e es el porcentaje de esquizofrenias pesquisedo hoy en divertos pucbloe altura, 26

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