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COPERNICO Y EL INICIO DE LA MODERNIDAD Sail Rengifo Vela El 24 del pasado mes de mayo, se cumplieron 445 afios de Ja muerte de Nicolas Copérnico asi como de Ja primera edicién de su obra capital, Dé Revolutionibus Orbium Coelestium. Fecha y ocasién propicias para recordar el decisivo aporte del astrénomo polaco en la conformacion de una nueva etapa de la humanidad en sus conocimientos del universo, de su mundo y de si misma. 1, Copérnico Miklas Koppernigk nacid el 19 de febrero de 1473 en Torun, pequefia ciudad distante hacia el norte unos 600 kms. de Cratovia, por entonces centro politico y cultural de la dinastia de. los Jagellone que did forma, por espacio de dos siglos, a un extenso y respetado imperio que representa una como época dorada de la historia de Polonia. En su universidad, que data del siglo XIV y era muy afamada por entonces (gracias precisamente a su cdtedra de Astronomia y Matematicas) el joven Copérnico inicié sus estudios superio- res, los que continué entre los Ultimos afios del siglo XV y los primeros del siguiente en diversas universidades italianas —Bolonia, Padua, Ferrara, todas fundadas entre los siglos XII y XILI— que vivian por entonces el apogeo de su temprano renacimiento. En ellas, atin cuando cursé estudios de medicina y derecho candénico, Copérnico tuvo oportunidad de alternar con estudiantes de muchas naciones que se matriculaban en bloque y sobre todo con célebres maestros de la época, como los astrénomos Gidcomo di-Pietramellara y Doménico Maria de Novara —de quien llegé a ser amigo personal— con quie- nes reafirmé y consolidé su educacién y conocimientos astronémicos. Apro- veché también su estancia en Italia para registrar una serie de observacionés astronémicas que tuvo oportunidad de hacer, como el eclipse de luna del 6 de noviembre de 1500. De regreso a Polonia permanecié unos afios con un tio suyo, obispo, que lo habia tomado a su cargo a Ja muerte de su padre, cuando Nicolas con- taba 10 afios. A la muerte de su tio.en 1512, se traslad6 a una canonjia que le consiguiera su tio en Frombork, en donde permanecié hasta su muerte. 65 Sus dilatados afios de estudiante proporcionaron a Copémico ‘una vaste erudicién en diversos campos del saber. Incursioné en la geograffa,ien 1a €co- nomia y en la diplomacia, enfrentando a la Orden de los Caballeros Templa- rios. También estudié a los clasicos griegos y latinos y entre los suyos fue'éspe- cialmente conocido como médico, todo esto sin descuidar jamas sus deberés como candnigo. Desde 1515 en adelante —tenia entonces 42 afios— trabajard en la preparacién de la obra que expresa sus puntos de vista sobre el cosmos. Tras quince afios de incesante trabajo concluye por fin su obra, ala que titula “‘De revolitionibus orbium coelestium” —sobre las revoluciones de las esferas celestes—. Ese mismo afio —1530— hace circular un breve manus- crito, el “Pequefio Comentario”, donde, a modo de resumen de su obra prin- cipal, expone sucintamente su teoria heliocéntrica del universo. Luego de su elaboracién todavia han de transcurrir trece afios de espera en el escritorio del autor antes de ser Ievado a la imprenta. Asi, la primavera de 1543, vid final- mente la primera impresién de la obra de Copérnico; lamentablemente, éste recibiria el primer ejemplar impreso de la obra en su lecho de enfermo donde moriria victima de una penosa enfermedad dias después, a los 70 afios de edad, el 24 de mayo de 1543. 2. La Astronomia de Copérnico. Ahora bien, la visidn con que la humanidad Ilegé a los albores de la edad moderna estaba tomada de Jos cldsicos griegos, en particular de la astro- nomia de Claudio Ptolomeo y de la fisica de Aristételes transmitidas por los arabes. Segiin esta tradicion, el universo no era otra cosa que una gran esfera inmensa, pero no infinita, compuesta por un conjunto de esferas que tenian en comin un centro, la tierra inmovil. Para los més avisados, la tierra no estaba en el centro mismo, pero se hallaba muy proximo a él; no cabfa dudar, sin embargo, de la inmovilidad de Ta tierra (geoestatica). El movimiento aparente de los planetas, tanto el directo como el retré- grado, lo concebfan como uniforme y circular y lo procuraban explicar con ayuda de recursos geométricos, que habian asimilado los medievales como parte de la estructura real del universo. Estos recursos asimilados —ciclos, epiciclos y deferentes— que exigian el uso de multiples y complicados dibujos para explicar el movimiento de los astros, aumentaron por supuesto la complejidad que tenfael universo para el astronomo. El profano se contentaba aparentemente con recibir su imagen del cosmos tal como lo asumfa la iglesia al finalizar el medioevo, un cosmos donde el centro era ocupado por la tierra inmovil y alrededor suyo giraban en drbita circular determinado nimero de 66 esferas que contenian, unas, los demds cuerpos celestes (movidos en la imagi- neria popular por. angeles), y. otras, las mds alejadas, el conjunto. de. seres espirituales. que aceptaba el dogma catdlico, hasta Iegar.por fin. a la.esfera Ultima (el Empireo para Dante) que englobaba.todas las demas y. que era asiénto. de} trono de Dios para el religioso y el hombre comin y el lugar.de las estrellas para e] astronomo. Copérnico por su parte, lejos de pretender ser un innovador radical, asume muchos.elementos de este cosmos, e] de su tiempo. En primer lugar, coincide también en afirmar Ja existencia ‘de un universo esférico, compuesto por sucesivas esferas que contenfan a su vez cuerpos celestes que, como la tierra, eran también de naturaleza esférica. Todos estos ; cuerpos obedecian.a una cinematica circular uniforme. Hasta aqui habia ‘seguido fielmente. Ja tradicién, pero animado por la misma motivacion de los antiguos, esto, 8, deseando salvar o explicar satisfactoriamente las apariencias —léase el movi- miento aparente de los astros— decide transferir al sol una serie de propieda- des que hasta entonces a ojo cerrado se atriburan a la tierra: Comienza por plantearse nuevamente el heliocentrismo (idea que habia adelantado en quince siglos Aristarco de Samos), afirmando que no es la tierra sino el sol- el centro del uniyerso —o, para ser més. precisos, dirernos que, siguiendo la nocién del excéntrico, Copérnico postula como ‘céntro del cosmos un punto muy proximo al sol—; y que no es la tierra'sino el sol el que se mantenia inm vil en su hugar (heliofijismo). La tierra, al igual que todos lds demas planetas en sus respectivas esferas, a excepcion de Ja de Jas estrellas, a las que consideraba fijas, se mueven circular y uniformemente-alrededor del sol, y registra ademas una rotacién completa en un dia sobre su propio ejé, movimiento éste necesario para poder explicar el movimiento ‘aparente de las estrellas. fijas. El movimiento retrégrado de Jos planetas lo atribufa-a: una distorsién. 6ptica del movimiento directo de éstos contra el fondo: de las estrellas fijas. Con estas innovaciones Copérnico logré simplificar: el esquema’ de esferas reduciendo el mimero de éstas que se’ suponia' conformaban ‘el universo. (que los. drabes contabilizaban en’ mds de cincuenta) designando un total de nueve esferas, una para cada uno de los siete ~planetas entonces conocidos, una para la luna y otra para las estrellas fijas‘que en Jos confines del universo completaba la imagen que tenia de éste: Con todo, la: versién de Copémico atin estaba lejos de poseer la simplicidad que por lo general se le atribuye.-A fin de explicar adeciladamente el movimiento de los planetas salvando la idea del movimiento circular de 67 éstos, tuvo que echar mano del sistema de ciclos, epiciclos y deferentes intro- ducido en la época clasica por Apolonio de Rodas y retomado por Hiparco de Nicea primero y por Ptolomeo después, quien origind precisamente por el uso de este sistema la gran complejidad que caracterizé a la astronomfa antigua y medieval. Con Copérnico se redujo el ntimero de esferas, pero el movimiento de los planetas, por considerarlo todavia de trayectoria circular, era aun bastante complejo. Este problema recién serfa resuelto sesenta afios después, con la aparicién,en 1609, del “Astronomia Nova” del cientifico alemén Johann Kepler consagrando 1a cinemética elfptica como 1a propia de los planetas. Basado en las observaciones de Tycho Brake, con sus leyes Kepler le did nueva forma a la tesis de Copérnico y preparé el camino para su consagracion definitiva, tarea que llev6 4 término el genio de Galileo en la primera mitad del siglo XVI. 3. Significado de la Astronomia de Copérnico. Como facilmente se podrd desprender de lo resefiado sobre la vida y la obra de Copérnico, la verdadera importancia del astronomo y clérigo de Frombork no se puede limitar a una referencia, por muy minuciosa que sea, de Jos setenta afios de su vida. Su obra sdlo se entiende a Ja Juz de una tradicion que por siglos se mantuvo invariable, y en funcién del espiritu que animé a toda una época de la que Copémnico es uno de sus mas conspicuos represen- tantes. La significacion de su obra, andlogamente, se entiende sdlo en relacion a las influencias que tuvo sobre las mentes mas esclarecidas de 1a Edad Moderna y por las polémicas que, sélo mucho después de su muerte, surgieron con fuerza y Ilegaron incluso a formularse en un tono por demés encendido. Pero no se reduce-a influencias sobre astrénomos posteriores y a polé- micas entre ellos el aporte del canénigo polaco a la ciencia moderna. A pesar de que jamds fue esa su intencién, y atin dirfamos a pesar quizd de su propia actitud personal, la importancia de su aporte informa incluso el esp{ri- tu y la actitud cientifica moderna, espiritu cuya mas temprana formacién em- pieza unas tres centurias antes con la peculiarfsima obra —para su tiempo— del inglés Roger Bacon y de su maestro Robert Grosseteste, y que se va a ver coronado y conformado.en su sentido que hoy conocemos en la obra de Galileo y posteriormente en la de Newton. Copérnico, sin imaginarselo ni proponérselo, senté las bases para que el hombre moderno rompiera por fin de una vez por todas con la tirania de lo que Mird Quesada amé el dogmatismo sensorial —la limitacién estrecha y 68 agobiante a Jo percibido directamente por los. sentidos—, en pro del caréc- ter racional y. explicativo de la. nueva ciencia, aun cuando este cardcter fuera contra las explicaciones dadas por el sentido comin sobre los fenémenos aparentes. Ahora bien, la significacion de la obra copernicana no se limita al campo cientifico, aunque con-esto fuera ya bastante. De ser asi, no'se expli- caria el tono virulento de las criticas que de diversos sectores —atin de los Progresistas en su momento, lideres de la reforma alemana, por ejemplo— se dirigieron contra la idea de un sistema césmico heliocéntrico. En este punto debemos decir que las tesis de Copérnico, cuando pudieron ser difundidas y vulgarizadas, trascendieron el campo cientifico Megando a tener un valor filos6fico y sobre todo vivencial_ para.el hombre comin, referido con el natu- tal problema de éste de asimilarse a un nuevo cosmos, extrafio para él. De ahi las reacciones polarizadas que provocaron. Por supuesto que de esto no fue Copérnico la tnica causa. Desde su gestacién la Epoca Moderna fue una etapa de grandes y decisivas transforma- ciones. En el plano fisico, el mundo se ensanchaba y dejaba de ser solo Euro- pa y lejanas y confusas referencias orientales para devenir en un mundo nuevo, amplio, desconocido, allende los mares. En el campo politico y cultu- ral, las grandes naciones se cohesionaban ‘interiormente y una conciencia nacional cada vez més clara sentaba las bases para la formacién de los Esta- dos moderos. A nivel filos6fico, el hombre descubrié que podia pensar por si mismo y no en funcién de una autoridad dogmitica y opresiva. El sentido de la dignidad de la persona y de la raza humana es quizd lo més caracteris- tico de esta etapa de Ja historia de la humanidad, cuyo coronamiento va a ser precisamente la Declaracion de los Derechos Humanos consagrados por la Revoluci6n Francesa hacia el final del periodo: A todo esto, y sobre todo a la conformacién del espiritu ciéntifico moderno, como queda ya indicado, contribuy6 decisivamente nuestro cané- nigo de Frombork. EI no tuvo conciencia de lo que se avecinaba, y hasta cabe especular que si alguien se lo hubiera adelantado, el fiel catélico polaco se habria escandalizado de s6lo imaginar lo que su obra Hegarfa a significar sobre todo para el desmoronamiento del poder politico de la Iglesia, cuyo detrimen- to ya se hacia notar siglos antes. del nacimiento de Copérnico. Con todo, pues, en su justa dimensién-acaso quepa’ dudar del cardcter revolucionario de Ja persona de Copérnico (por lo demds, un hombre compro- metido con su tiempo, que did muestras-de su elevada calidad humana al compartir largas horas de trabajo con un protestante, su discipulo Réthicus, 69 en una época cuando las diferencias de credo comenzaban a hacer comunes los enfrentamientos cruentos). No cabe dudar sin embargo del carécter revolucionario de su obra. Aunque para precisar mejor debemos decir que las imprevisibles consecuencia de su obra, antes que ella misma, si tuvieron ese cardcter que permite designar a ese fendmeno cientifico—cultural que originé una imagen del universo mas proxima a la actual y ayud6 a conformar el espi- ritu moderno de la ciencia, con el nombre de “revolucién copernicana”. Bibliograffa 1 COHEN, Bernard. £1 Nacimiento de una nueva fisica. Bs. As., EUDEBA, 2a. ed., 1963. i KESTERN, Herman. Copérnico y su Mundo. Bs. As., Ed. A. Zamora, la. ed., 1948. KUHN, Thomas, La Revolucion Copernicana. Espafia, Ed. Ariel, la, ed., nov, de 1978, MASON, Stephen. Historia de las ciencias. Barcelona, Ed. Zeus, 1966. MIRO-QUESADA, Oscar. Copérnico, su vida y su obra. Lima, Soc. Peruana de Filosofia, 1950. SANZ, Julio. Introduccién a la Ciencia. Lima., Amaru Editores, 1987. SARTON, George. Historia de la ciencia. Bs, As.,EUDEBA, 1965 (4 Tomos); Ensayos de historia de la ciencia. México, Ed. UTEHA, 1a. ed. espafiola, 1968.

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