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traduccion de ADRIANA HIERRO DEMOCRACIA CONTRA CAPITALISMO, La renovacién del materialismo histérico por ELLEN MEIKSINS WOOD 58 10 ECONOMICO Y LO POLITICO EN EL CAPITALISMO bemar y regi, permanecersn inconelusas hasta que impliquen no sélo las insttuciones del estado, sino tambien los poder Galitene que se han privatizado y transferido ala esfera ccpnovnicn ba voce sentido, la propia diferenciacion de lo econdmice'y lo peice og el capitalismo ~Ia division simbiotica de la fueran de udbejercoten las classy el estado~ cs precisamente lo quehace cantina le las luchas econémicns y politica, y lo que debe haces aus socilismo yla democraca sean singnimon |" haCEF ABE 2 REPENSAR LA ESTRUCTURA Y LA SUPERESTRUCTURA, La metafora estructura/superestructura siempre ha sido mas pro- blematica que stil. Aunque el propio Marx la utiliz6 en raras oca- siones y s6lo en contextos por demas aforisticos y alusivos, se le ha adjudicado un peso teérico muy superior a sus limitadas posi- bilidades. En cierta medida, los problemas inherentes a su empleo como una especie de abreviatura se vieron agravados por Ia ten- dencia de Engels a emplear un lenguaje que sugeria la comparti- mentacién de esferas cerradas 0 “niveles” ~de indole econémica, politica, ideolégica-, cuyas relaciones entre sf eran externas. Pero los verdaderos problemas empezaron con el establecimiento de ortodoxias stalinistas que elevaron,-0 redujeron- la metafora all primer principio del dogma marxistasleninista, lo que afirma la supremacia de una esfera econémica auténoma sobre las esferas, subordinadas, que la reflejaban pasivamente. De manera més es- pecifica, se tendié a concebir la esfera.econémica mas 0 menos ‘como un sindnimo de las fuerzas técnicas de produ raban de acuerdo con leyes naturales intrinsecas del progreso tec- nolégico, de tal suerte que la historia se-convirtié en un proceso mas 0 menos mecanico de desarrollo tecnolégico. Estas deformaciones de las percepciones materialistas hist6ricas originales de Marx han establecido los términos del debate mar- xista desde entonces. Ambos lados de las diferentes controversias que han surgido entre los marxistas en las tiltimas décadas se han podido encerrar en este sistema tedrico. Algunas veces se ha pre- sentado la tendencia a tratar las cleformaciones como el evange marxista y sobre esa base aceptar o rechazar el marxismo. Lo mas probable cs que cualquiera (como E.P. Thompson) que trabaje en guna parte de las fisuras entre las alternativas presentadas por este marco tedrico sea muy mal interpretado por seguidores y crt cos por igual, o que su trabajo sea descartado como una anomalia, una imposibilidad teérica. Las objeciones a la metafora estructura/superestructura casi 60 REFENSAR TA ESTRUCTURA Y LA SUPERESTRUCTURA, siempre se han dirigido a su “reduccionismo”, tanto su negacién de Ia intervencién humana como su incapacidad de darle un higar adecuado a los factores “superestructurales”, a Ia conciencis tal como se encarna en Ia ideologia, la cultura la politica, Las co- trecciones a este reduccionismo casi siempre han adoptado la for, tha del llamado “humanismo” marxista, o bien han puesto el acento en la “autonomia relativa” de los “niveles” de la sociedad, su mutua interacci6n y el aplazamiento de la determinacién por lo “cond. mico” a la “altima instancia”. Uno de los acontecimientos mas im. portantes de la teorfa marxista occidental, el marxismo estructu. ralista de Althusser, rechaz6 la opcién humanista y replantes la otra en una serie de formas peculiares y tedricamente complejas. Ante la opcién de un modelo simplista y un modelo merarico de estructura/superestructura, por un lado, y una “intervencién humana” aparentemente desestructurada, por el otro, Althusser y sus seguidores encontraron una solucién ingeniosa, Redefinieron las relaciones entre estructura y superestructura de tal forma que {a impredecibitidad de la intervencién humana podia ser “riguro- samente” excluida de la ciencia de la sociedad, insistiendo en de. terminaciones completamente “estructurales”, y al mismo tiempo permitiendo la especificidad impredecible de la realidad historive Lograron esto con cierto ntimero de argucias conceptuales, porque si bien prevalecia un deteiminismo rigido en el reino de la estrac. tura social, result6 que este reino pertenecéa, para todo fin pric tico, a la esfera de la teorfa ‘pura, mientras que el mundo real y empirico -aunque de poco interés para la mayoria de los tedricon Ithusserianos-, siguié sierido (pese a todas las denuncias explicitas de contingencia) efectivamente contingente e irreductiblemente particular. La capital distincién althusseriana entre “modo de produccién” y “formacién social” ilustra este aspecto. El modo de produccion determinado estructuralmente no existe desde el punto de vista €mpirico, mientras que la formacién social que en realidad existe €s particular, “coyuntural” y capaz de combinar en un mimere infinito de formas indeterminadas los diversos modos de produc. cién ¢ incluso varios niveles estructurales “relativamente (cabsolu tamente?) auténomos". Las consecuencias de esta simple dualidad entre el determinismo de la teorfa estructuralistay la contingencia 2 Ta que relegé la historia quedaron ocultas por el hecho de que tos althusserianos escribicron muy poca historia, pero también por [REPENSAR LA ESTRUCTURA Y LA SUPERESTRUCTURA 61 sngafioso rigor de sus incursiones en el mundo empfrico, donde mente rigurosa por medio de categorfas taxonémicas infinitamen- te expandibles, derivadas de la teoria de Ia estructura. EI marxismo althusseriano, entonces, poco hizo por alejar los términos del debate tedrico marxista del terreno establecido por la ortodoxia stalinista. El modelo estructura/superestructura con- serv6 su naturaleza mecanica y su conceptualizacion de estructura social en términos de “factores”, “niveles” 0 “instancias” discretos, discontinuos y relacionados externamente, incluso si la relacién mecdnicamente determinista entre la base y sus reflexiones super- estructurales se volvian realmente inoperantes en el mundo real por Ia rigida separacién entre estructura € historia y por el apla- zamiento indefinido de la determinacién econémica a una “iltima instancia” imprevisible. El aparato conceptual estructuralista tam bién tendié a alentar la clase de separacién entre lo “econémico” ylo “social” e *histérico” que con frecuencia implica la identifica- cidn delo “econémico” con la tecnologia; y no sorprende encontrar marxistas de persuasién estructuralista buscando en el determinis- mo tecnol6gico c6mo proporciona el dinamismo historico ausen- te en su vision del mundo como una serie de estructuras disconti- nuas, auténomas y estaticas, Por el momento, sin abandonar las falsas alternativas de los de- bates en torno al stalinismo, los marxistas podrian repicar y tam- bién andar en la procesi6n. Evadirfan el “economicismo crudo” 0 elreduccionismo vulgar” sin abandonar el modelo meramente me- cénico de estructura y superestructura. Todo lo que se requeria era que adoptaran la tajante dualidad althusseriana de estructura € historia, determinismo absoluto y contingencia irreductible. Y a pesar del desdén althusseriano por el “empirismo” -o precisamen- te por él (por Ig. menos debido a la dualidad conceptual en la que se basaba)-, en principio era hasta posible aventurarse al mismo. tiempo en a teorfa y en el empirismo mas puros. Era s6lo cuestign de tiempo que esta incémoda sintesis se des- moronara, Pronto se descubrié que el althusserianismo tan sélo habfa remplazado ~o complementado~las viejas alternativas falsas con otras. Los marxistas podian optar entre estructura ¢ historia, determinismo absoluto y contingencia irreducible, teoria pura y empirismo puro. No sorprende que los tedricos mis estrictos de Ja escucla althusscriang se convirtieran en los empiristas mas puros 62 REPENSAR LA ESTRUCTURA Y LA SUPERESTRUCTURA, de Ia generacién postalthusseriana, por lo menos en teorfa. En la bra de escritores como Hindess y Hirst, otrora los “antihistoricis tas” y “antiempiristas” mas rabiosos, las determinaciones absolutas ¢ incondicionales de la estructura dieron paso a la contingends absoluta e irreductible de la “coyuntura” particular.’ La afirmacion ‘posmarxista” de la “no correspondencia” entre lo econémice y lo politico -asi.como el abandono de la politica de clase que este implica-, el rechazo no sdlo del modelo estructura/superestruc a, sino también de las complejas nociones materialistas histOricas que tenfa que representar Ia infortunada metifora, entonces, ne es mas que la otra cara de la moneda althusseriana, ELresultado ha sido un marco de debate completamente distor. sionado, que amenaza con excluir al propio Marx del ambito de 1a posibilidad te6rica. Gon arreglo al marco de referencia “posmar. xista’, simplemente no ¢s posible, por ejemplo, rechazar el “eco. nomicismo crudo” -por lo general concebido como determinisimne tecnologico- y seguir ereyendo en la politica de clase, en el papel central del conflicto de clases en la historia o en la primacia de la

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