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¢YA LEISSSTE? DEL RANCHO AL INTERNET DE Carlos Monsivais Sa yy Acerca del ensayo El centauro de los géners lam don Alfonso Reyes (1880 1959) al ensayo, expresando con su acostumbrado ingenio fa nat ralezaprofunda de esa modalidad de escritura. Dijo con tal defini cin que el ensayo no conoce fronteras y por tanto, com malicia en ‘casionesinaudita, puede vista y visita eases ajenas de Ta cus les sin mis s auf, no habiendo quejas de nae, Asi, ensayo consideramos a remembranzas en forno de una figura, habiendo en esto reminiscencas de biografi, cuando no la entrega de and: dota sabrosis: ola recreaidn de algin suceso unas veces humo ristico y otras grave, dndose entonces apraximaciones a la nar tiv; de pronto el ensayo vise toga de académico y engoa el tomo para expresur opiniones en torno de alin ema eradito y,legado 1 caso, enreda su idioma y presume aires de dcto, cuando no 280 ‘ma as nares en el campo de la politica 0 la economia discure sobre los resbloses motives que componen tales aetvidades. Si pro- sito, desde luego, es enrguecer a lectr mediante ponderaciones en toro de cualguier tema importante, En ls grandes ensayisas, esa propuesta de erudicin viene acompafada por la capacidad de cntetener una de ls obliguciones que no qusigeamos alivare a Ja fiteraura Como todo producto humano, el ensayo tse orien e inclu ‘0, un progenitor. Cuentan los specialists (.y por qué no eer Jes?) que ese inventor fe anes ys lamaba Miguel de Montaigne (1533-1592), Hombre de gran erudicién a causa de fos estudios hechos, omens a escribir sobre las ideas que le vena la cabe- ‘aay sobre las évales meditaba horas enteras. Aqu permitames de nuevo la entrada de Jos especilistas, Nos informan que Montaigne comenzé sus ensayos en 1572, dedicdndose a ellos hasta el mo- ‘mento de su mvere.;Por qué no concederle al aut mismo el in- formarnos de eusles eran sus intenciones al escribie ensayos? He aqui sus palabras: "Es éte un libro basado en la buena fe, lector Desde el principio te advierte que ning fin me he propuesto que no sea domestic o privado”. Es decir, a itimidad de un hombre expresada en ideas. PPorgoe el ensayo consiste en exponer ides. Nuestes ideas, Proponer un dilogo al lector. He ag sus motores. Cuando la men- {e que examina el mundo es de intelgencia privilegads, le lega a «quien lee el placer de enriquecerse mediante tl letura As, en Ia Jiteratura inglesa podemos mencionara Francis Bacon (1561-1626) Ye a espafiola a Mariano José de Lara (1808-1837), cuyos “Ar ticulos de costumbres” conservaron para la posteridad modos de vida imeresantes de conocer, vi de periodismo que nuestros er nists dl siglo XIX —Angel del Campo, Guillermo Prieto, lena «io Ramirez— tansitaron con mucha donostr. ‘As, el ensayo ha sido una tentaién constante pata los eser- ores. Permite una libertad de expresiGn que se antoja imposible 4e resistr. Como si su nombre, “ensayo”, hubiera adgurio otra cualdad agulla de insinuar que puede intentarse cualquier tema cualquier prosa siempre y cuando el resultado tiga entetni ‘mien y rigueza intelectual de alain tipo, Nuestro medio eultral 6 ha sid préigo en ensayista de primera linea. Alpunos fe dedican todos sus afanes, y mencionamos ya a don Alfonso Reyes, el mais destacado de ellos. Pero una lista necesariament fg propone Suto Sierra, José Vasconcelos, Samuel Ramos, Justno Ferindez, Edrnundo O'Gorman, Silvio Zavala, Femando Benitez, José Luis ‘Martinez, Pablo Goszilez Casanova, Carlos Monsivis, Margit Freak, Pero agreguemos que ests tentacién constante no deja fue- ra desu influecia a quienes primeramente son poeta, narradores ‘ dramaturgos, pero asimismo visitantesasiduos del ensayo, como ‘hime Torres Bodet, Jorge Cuesta, Octavio Paz, Ramén Xiray, Car- tos Fuentes, Juan Garcia Ponce, José Emilio Pacheco, Vicente Quire. ‘Adentrarse en los ensayos producids por estos y otros ite lectuales mexicanos es asombrarse ante la variedad de temas, de enfoques, de prosa que a su disposicin tiene el lector acucioso. Alfonso Reyes hablando de la traduecia; Martin Luis Guzmn ponigndonos al tanto de su vida en el exlio; la itertura de viaje ‘que, ocasionalment, permite dos vistones de un mismo lugar: la Venecia de Jaime Torres Bodet y aquella posterior de Sergio Feménder; las consideraciones de Sergio Pitol en tomo de sus eseritors preferdos; ls incursiones de Juan Garcia Ponce en te- rrenos de la pinura: I ftima y amorose relacin de José de la Colina con el cine: e examen de Juan Vicente Melo hecho por Lis Arturo Ramos; las visiomes del rock establecidas por Juan Vlloro ao largo de varios aos, Ted esto nos leva a proponer una hips tesis: muy arduatarea Ja de quien intentara mencionar un poeta, un dramaturgo, un naradorajeno a los canto seductres del ens yo. De no existir material publicado,algn caj6n guardard sin duda ‘onstanci de tal actividad. Y élo de hallarse todes Ios cajones vacios de tales prosas pudieraestablecerse la figura de ese ente Wl | tity absolutamente inconeebible: un esertor que munca sufi la vee dad de incursionar en el amplio mundo del ensayo. Con todo fo nti, esperaos haber despertadl el interés ye apetito del ee- tor, quien se invita, desde Neg, at star estos camino, Po LO POPULAR EN LAS REPUBLICAS CONFUNDIDAS aque, sin dase cucnta, la inversion de tempo se le anor en zaancias del esp, Lox edivores Cow tas gues de indepen dena, apecen oS promorven as nes Weds dep te frmaimnt independents (era bolivia, a fuing lo parnguay, fo gsenaliee lo mexican) ge Somos delete ignfiads, Aor ects ss nolo lens. ni ‘encomienda el aprovisionamiento de tos, realidad hstricas, desripciones de costumbres, en sua Jos contenidos que aseguren la Muidez del propdsito cisilizador En el principio, se saben redeados del atraso, la inhumanidad 4e fos caudillosy la indiferencia de la socieda. Afirmaa fines de siglo XIX el poeta Amado Nervo: En general, en México se escribe para los que eseriben, El literato cuenta con un eensculo de escogides que lo leen y scaba por hacer de ellos su nico publico. El gros public como dicen os frances, a lo pagan lo eomprende, por sencilla que sa lo que eseribe, ;Qué cosa mis natural que cescrib para los que Sino To pagan fo Fee al menos? Al precisar el caricter de quienes no fos len, los escritores suelen identifica ates ndcleos fundamentales: sus semejantes (que otros tlaman fa élite), ef Pueblo (en el siglo XIX, lo que hoy seria sindnimo de clases medias), y Ia gleba “el gran abst culo para cl Progreso", en su versidn indigena o en si versin 4e patias urbanos. El Pueblo, de modo leno, petenece a la na- cin la gleba no, esté a las afueras, es un conjunto andnimo, desbordante de voces y rostos pintorescos y amenazadores y, Por tanto, hondamentealegécos, Sila Barbarie con mayisculas es asunto del campo (bien lo dijo Sarmiento) y de ese trato fimo con la selva y el lane que ‘ncorpors a los hombres a la Naturaleza, la impiedad urbana se descarga sobre quienes, al no pertenecer a Tas “categoras del respeto” social, s6lo tienen derecho, en su calidad de sombras, a a impresién costumbrista, ;A qué més podean aspirar los ‘catentes de tod informacién y casi po lo mismo, de todo poder? Al dibujo alegérico, a ls frases como epitafios, a los adjtivos estremecedores las anotaciones desolladoras conmisertivas, No es tanto asunto de autores como de literaturas. ;Quign evita culturalmente durante siglo y medio el despreco ala masa itredenta, movida por impulsos primarios,ajena a los cambios? Las revueltasincesantes, los cauillos que embematizan el pobiee- ro posible, las tirana efimeras © permanenes, la empleomani, la falta de editriles y librerias, la sujecin agotadoa al perio- tismo, todo Io identiticado con el atraso nacional o ls limita cones de Tos paises perifrios, agrava el odio contra ese expre- sid inerme de la barbare, Ia pobreza, Pr es, el adistrado en 10 tos pevilegios abunda en diatribas antpopulares. Est al tanto limite de sus petensiones esl fala de pblic,y el sitio mar ginal de su cin destuye las pretensiones de lanzamiento uni- versal. Al no ser europeos, los escritores no tienen mercado interno y pueden (si se les antoja) prever con detalle las reac cones de cada uno de sus lectores. Ergo: el culpable es el vul- go. Francisco Bulnes, un intelectual dela dictadura de Poriio Diaz, detesta ala canalla: “no la canalla baja, de aca sno lx canallaproletara,educada,viciosa, cobarde, enviiose, desho- nesta y disolta”, José Vasconcelos decreta: no “existe mas vil espectéculo que el de un pueblo embriagado de su propia inep- titud, como enfermo desahuciado que sereerea en sus lagas”. ‘La mejor novela mexicana del siglo XIX (Los bandidos de Rio Frio, de Manuel Payno), excelente ecuento de costumbres y lenguajes populares, es un proyecto mural que eomprime, sin ‘demasiados distngos, a burgueses y vendedores de floes, a je fes de poliefa que eneaberas el hampa y abogads siempre frau dulentos, a héroes y asaltantes, a Virgenes asesinos lscivos. Pero nadie escape del todo a las leyes de Su época, y la inten cin de realismo de Payno deriva de las fatalidades de clase y 4e nacién: no hay sada para los personajes de fa penis por- ‘que su origen es su mala suerte, la pobreza es un ertor moral, un defecto ontoligico. Payno también lo sabe: la novela es popular o noes nada, Porque és es el jnico paisaje humano omnipresente. Todavia estd lejana la idealizacién de la miseria (simultineamente inescapable y redentora) que proclamarin el melodrama liera- 1 padre, la mace, al! hijo por su cuenta, y nadie se de- tiene, saben dénde van, al otro arrabal, al otro extrem, la soled y a as tnieblas La Naturaleza Voraz ara la mayorfa de los lectores de esta naraiva (casi sin distn- 20 de cases) lo populares fo tipo y I gran identi enire masasdoblementeanénimasy lo popula, se expres con defiicones janes (mejor ejemplo, la naatva del realis- smo) El anecdotaro del berismo ese ciclo de fs pes, sectficio in recompensas sociales esl ténica de ocuamien- to, aris vulgar ese idioma de a incomprensin, ls ideale son los tempos del esentimients,y slo la ene forza la poco gue tod loss caudal de ange ue tod lo reine) json os pobre, ens mario anno En a naratva relia de Peri, Colombia, Venezuela, Ee dor, México, los domRadores de la Naturaeza pagans haza- fa trsmatindos ellos mismo en Natralea cruel, En ls obras de Mariano Azula (Las de abajo, Las caciques, Las moscas), José Eustcio Rivera (La Vordigne), Cio Alegria (EL mando «es ancho yajeno), Romulo Gallegos (Doi Brbara, Canaima, Caniaclaro, Jorge Ica Huasipungo), Rafael Mufo (ie monos con Pancho Vill, Se Hevaron el cain para Bachimba), Martin Luis Guzméin (a sombra del cau, El ‘iguila y ta serpiente), y en ls serie de cuentos y novelas que cexploranluchas armadas, devastaciones de los hacendados y las compaiias norteamericanas y europea, dramas del etnociio, ‘conquistas de la selva y la montaha se desenvuelve una visi del Pueblo, entidad al principio geneross, pervertida si quiere iervenir en la realidad, engafiada por sistema, desaparecida sinenterase de cusles son sus errors 0 sus aiertos, que sobre- Vive en la amargura y combina orgdnicamente el idealismo y la crueldad En Los de abajo, indiscutible obra maestra, la narracion es ccompleja y matizada, y ejemplifca las razones. imas de los campesinos que se van a la revolucién porque nada tienen que perder. Sin embargo, a a descripcin la contraicen fas refexio- res de autor, en boca desu personajeautobiografico, el idealis- (a Alberto Solis Hay que esperar un poco. A que no haya combatentes, 4 que no se oigan més disparos que los de las turbas en- leegadas a las delcias del saqueo: a que resplandezca die fana, como una gota de agua, Ia psicologta de nuestra raza, condensada en dos palabras jrobat, mata... ;Qué ‘chasco, amigo mio, sos que venimos ofrecer todo nues- tro entusiasmo, resultésemos los obreros de un enorme pedestal donde pudieran levantarse cien o doscientos mil ‘monstruos de la misma especie... ;Pueblo sn ideale, pue- blo de tranos..Lstima de sangre! Et realismo como admonicién En Ia primera mitad del siglo XX, abundan los personajes novelisticos sin Psicologias Trascendentes segin las normas de Ia literatura “svilizadora”. ;Cémo podirfan tenerlas si carecen de costumbresrefinadas y lengusje sugerent, si son pobres en tina palabra?. Y estos personajes, nunca cabalmente individualizados, importan por ser las victimas que seria vetimaros, las tragdias nomadas, los finales sin principio con- cebible. Cuando estas novelas aparecen, la mayor‘a de los Tee- ‘ores (incluidos los progresisas) ven en sus personajes popula- res —con la retérica espantadiza de la época— a emviados plenipotenciarios del Monstruo-de-Mil Cabeza, a seres de tal simpleza que no son propiamente humanos. En la prcticanarrativa, Jo popular es aguello que no pue- 4de evitar sero, lo propio de multitudes sin futuro concebible, el acervo de sentimentalismo, indefension esencial y candor que cen los “desheredados” hace las veces de sentido dela Historia y el arte. El patrimonio ideolégico y el repertorio de vitores y _maldiciones de los pobres es el nacionalismo, el contacto mais entrafiable de lo popular con la nacn, En ls relatos, el Pueblo la furia del mar en movimiento, y su Gnica huella notoria es el recomenzarinfnito, adelanarse sin llegar nunca, evolucio- nar sin modificase en lo mimo. En el vértigo del simbolismo destructivo, Canaima (Dosa Barbara) (La Vorgine) (La Revolucidn), la condensacién de lo no sujeto a controles humanos, e cobra caro la intensidad que i proporciona, y el Pueblo existe slo para ser elevado un instan- te por las fuerzas que To aplastarin sin remedi. “Jugué con mi ccorazén al zzar y me lo gan6 la violencia”, declara famosamente Amuro Cova en La Voriigine, Ya los personajes populares los ‘gana Ta violenea sin siguiera la dca del albedo, De tener co- raz6n, ya el determinismo de la pobreza lo arrends todo, De principio de siglo alos sesentas (con protongaciones actuales), el segundo gran acereamiento a lo popular se da cen respuesta al realismo Titeario. Muchos de los mejores eseri- tores, al deseibir los sueesos de la plebe se reservan el dere- cho de un lenguajeclisico donde el estilo liteario sea la distan cia espirtual. Para contener Ia irupcidn de la gleba, conviene el valladar de la Alta Cultura (entonces y a gr0sso modo, tuna seleccién ritual de lo mejor det canon de Oceidente en ‘ers francesa). Demostracin nitida: el hermoso libro de er6- nicas de Martin Luis Guzmn, El dguita ya serpiente, de 1928, donde una etapa de la lucha armada en México (1910-1915). ces reereada por un idioma culto, colmado de referencias libresas, 4e alusiones mitoligicas, de eanoblecimientos de esa pesadilla latinoamericana: la ret6rica neoclésica. Guzmin ve a las turbas revolucionarias aniquilarse entre s{ en plena ebrie- dad, al lugarteniente de Villa Rodolfo Fierro asesinar perso- nalmente a trescientos prisioneros, al militar honrado que se enfrenta al pelotén de fusilamiento sin derramar la ceniza de su puro, al Palacio Nacional sojuzgado por los pelados. En el capitulo “Una noche de Culiacén”, refiere Guzmén la condicién de la ciudad en los dias siguientes al sitio, casas sbandonadas, tendas saqueadas, desolacién, y las ine “imagenes higubres” Y una imagen se agita entonces en la memoria, se apodera

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