Alcibiades I PDF

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7 we 2 DIALOGOS DUDOSOS siempre seguro y casi dogmatico. La conclusién de Motte es que se trata de un dislogo platénica de su primer periada ALCIBIADES 1 SOCRATES, ALCIBIADES SOCRATES. — Hijo de Clinias, creo que te sorprende 10» ‘que, después de haber sido yo el primero en enamorarme de ti, sea el tinico en no abandonarte cuando los demas lo han heclio, a pesar de que, mientras ellos te estuvieron importuntando con su conversacidn, yo a lo largo de tantos afios ni siquiera te dirigi la palabra. ¥ el motivo de ello ho era humano, sino que se trataba de un impedimento divino, cuya potencia conocerés mas adelante. He vuelto a ti ahora gue ya no se me opone, y tengo la esperanza » dle que en lo sucesivo no me apartara més, En efecto, durante este tiempo he estado examinando cémo te com- portabas con tus admiradores, y me he dado cuenta de que, por numerosos ¥ orgullosos que fueran, ninguno de ellos se ha librado de verse superado por tu arrogancia. Quiero explicarte fa raz6n de esta altaneria: dices que no necesitas a niadie para nada; tus recursos son amplios, de modo que no careces de nada, empezando por el cuerpo y terminando por el alma, pues crees en primer lugar que teres muy hermoso y muy alto, y, desde luego, en este sentido todos deben estar de acuerdo en que no mientes, ‘Ademas, perteneces a una familia muy emprendedora de z —————— 4 DIALOGOS DuDOsos * mimero, que estarian dispuestos a ayudarte «i on algo Ios fam as: Por parte de tu madre tienes también otros {antes QUE NO son menos influyentes . De toda, Ing ven. AaH8s Que he enumerado, piensa que te proporciona tx ma. 1G) Poster, de/Perksles) cl|iijalde tamper g quien tw Padre 08 dej6 como tutor tuyo y de tu hermane Pericles Puede hacer lo que'quiera, no sélo en esta ciudad, sino én toda Grecia y entre numerosos grandes pucblos barba. * Fax Afiadiré que te encuentras en ef niimero de tos ricos, brepuesto a tus admiradores, y ellos, sinners inferioves perenne MO" dominar, cosa que a ti no te past dene Pereibida. Es por e80, estoy seguro, por lo que ve pregun. ton Ofprendido con qué idea no renuncio a imi meen y fan Gus ssPeranza me mantengo, cuando fos deme ya han abandonado, ACCIBIADES. — Tal vez no. sepas, Sdcrates que por ve dina its tomado ta delantera, pues yo tenia la inn ata ALCIBIADES 1 25 Soc. — Pues bien, esctichame con atencién, si verda deramente, como aseguras, esiés deseoso de saber qué Blenso. Vay a hablar pensando que me vas a oir con pa. ALC. — Muy bien. Habla entonces, SOc. ~ Ten cuidado, porque no seria sorprendente que lo mismo que me cost6 trabajo empezar, pueda terminar fambien con dificultades Atc. — Habla, querido amigo, que yo estoy dispuesto 4 escucharte Soc; = Hablemos entonces. Aungue no es cémodo pa ‘a un enamorado presentarse ante un hombre que no se att mismo que tienes ottos designios, con lo cual com brenderds que me he pasado el tiempo prestindote aren al punto si no puedes conseguir nada més?», estoy seguro dle que preferitias ta muerte. Pues bien, voy a explicarte con SePeranza vives. Piensas que si dentro de poco cours ces ante el pueblo ateniense (y calculas que ello Fon ekenito de pocos dias), al presentarte demostrards » Fi stenienses que eres digno de honores come ne ia fueron ni Pericles ni ningin otto de sus predecesores, y aria hacer esta demostracién conseguirds el mayor poder St Jt cludad. Y si eres aqui el mis poderoso, tambien lo Sino in tasy 2H Grecia, y no sélo entre los griegos, “tne incluso entre cuantos bacbaros habitan el mismo con | 26 DIALOGOS DUDOSos tinente que nosotros. Y si de nuevo el mismo dios te di. jera que debes reinar en Europa, pero que no se te per © milla pasar a Asia ni emprender alli actividades, creg ud mo estarfas dispuesto a vivir en estas condiciones sin Poder saturar, por asi decitlo, a toda la humanidad con {u nombre y tu poder. Yo creo que, a excencién de City » Jeties, plensas que ningin hombre fue digno de conside. facion, Tal es tu esperanza, estoy seguro, y no me apoyo gn conjeturas. A lo mejor td me preguntarias, sabiendo ue digo la verdad: «Y qué relacion hay, Sécrates, entre estoy las razones por las que afirmabas no abandonar. me?» Yo a eso te responderé: «Querido hijo de Clinias ¥ Din6maca, ta razén es que sin mi ayuda es imposible ue des cumplimiento & todos esos proyectos tos. tan srande es la influencia que crea tener sobre tus intereses 3110 Propia persona; y es por ello por lo que pienso que ¢l dios me ha impedido durante tanto tiempo hablar con. (igo, permiso que yo esperaba que algtin dia me concede. + Ha, Porque de la misma manera que ti tienes la esperanza ie demostrarle a la ciudad que lo vales todo para ella y de esa manera conseguiras al punto plenos poderes, tam. bién yo tengo la esperanza de ser muy poderoso a tu lado, demostrando que para ti lo valgo todo, hasta el punto ue ‘ni tu tutor, ni tus parientes ni persona alguna son aPaces de conseguirte el poder que deseas, excepto yo, Con la ayuda del dios, por supueston. Mientras tt eras bastante Joven, antes de que te desbordaran tantas espe. ranzas, en mi opinién el dios no permitia que te hablava para evitar que lo hiciera inutitmente. Ahora me ha dejado “en libertad porque ya estas dispuesto a escucharme ™ Alc, — Verdaderamente, Sécrates, me pareces ahora mucho més sorprendente, desde que empezaste a hablar, ue cuando me seguias en silencio, y eso que entonces ya ALCIBIADES 2 oco. Y en cuanto a que yo tenga © na los Io eras, ¥ 90 po avectos que me atribuyes, ti ya lo has decidida, al pe aan aunque lo niegue, no tendré mas probabilidades puedes decirme como se levard a cabo por tu mediacién, y como sin ella no seria posite? Sc. — ;Me estés preguntando si puedo decirlo con un largo discurso, como los que 1 ests acostumbrado escuchar? Porque no es ésa mi norma, a pesar de lo cual, creo que puedo demostrarie que las cosas son como he dicho, con la Unica condicién de que me hagas un pe queito favor, ALC. — Estoy dispuesto, si no te refieres a un favor > complicado, SOc. — ¢Acaso te parece complicado responder a las preguittas? ‘ALC. ~ No, me parece facil Soc. — Entonces, contéstame Avc. ~ Pregunta SOc, — Voy a hacerte las preguntas dando por supues- ¢ to que realmente tienes los pensamientos que te atribuyo ALC, — De acuerdo, si asi lo deseas, para que sepa lo que vas a decir Soc. — Veamos, pues. TH te propones, segin mis afir- maciones, comparecer ante os atenienses dentro de poco para darles consejos. Pero supongamos que, cuando vas a dirigirte a la tribuna, yo te detengo para’ preguntarte: «Aleibiades, ;compareces para aconsejar a los atenienses sobre un tema que se proponen deliberar? {Lo haces por- ue se trata de temas que tii conoces mejor que ellos?». 2Qué me contestarias? ALC. — Te diria que, en efecto, se trata de un tema @ que conozco mejor que ellos SEEES' 5 i 28 DIALOGOS DUDasos SOC. — Lucgo eres un buen consejero en los temas que conoces ALC. — Naturalmente SOC. ~ LY no es cierto que Gnicamente conoces los te mas que aprendiste de otros o que ii mismo deseubriste? ALC, — ZY qué otros temas podrian ser? SOc. — Entonces, ghay algo que hayas aprendido o averiguado por ti mismo alguna vez, sin querer aprenderio ni investigarlo por ti mismo? ALC. — No es posible. Soc. — Por otra parte, ghabrias querido averiguar 0 aprender lo que td creias saber? ALC. — Desde luego que no. SOc. — Luego lo que sabes ahora ghubo un tiempo fen que pensabas que no lo sabias? ALC. — Necesariamente, SOC. — Pues bien, eso que has aprendido, yo lo sé mas 0 menos, y si se me pasa algo por alto, corrigeme Tu has aprendido, en lo que yo recuerdo, a leer y escribir, @ tocar Ia citara y a luchar; no quisiste, en eambio, apren der a tocar Ia flauta. Esto es lo que tii sabes, a no ser que hayas aprendido algo sin que yo me enterara, Pienso que en ese caso seria sin salir de casa ni de dia ni de noche. ALC. — No, porque no he recibido mas ensefianzas que éstas Soc. — Siendo asi, te levantas para aconsejar a los atenienses cuando tratando de ortografia someten a delibe- racién la manera correcta de escribir? ALC. — {No, por Zeus! Desde luego, yo no. Soc. — ZY cuando discuten sobre el arte de tocar la lira? ALC. ~ De ninguna manera. ALCIBIADES 1 29 sc. — Ni tampoco suelen deliberar en la asamblea fe las luchas de atletas, — Efectivamente, no. sobt ALC Soc. — Entonces, ide qué tema discuten cuando ti in rerienes? Porque no sera para trata sobre las construc . ALC. — Claro que no, S0c. — Porque an arquiteco en este tema dard meio res consejos que tt Aue. — Si . Soc. — {No seré cuando deliberen sobre un tema de adivinacion?? Atc. — No. Soc, — Porque un adivino también sabe de ese tema mas que td. Aue. — Si SOc. — ¥ ello tanto si es grande como si-es pequeno, hermoso 0 feo, noble o de baja estirpe Auc. — Sin duda. Soc. — Porque, en mi opinion, el consejo correspon de al que sabe en cada tema, y no al rico, ALC. — Desde luego que si SOC, — Luego el que sea rico 0 pobre el consejero les tendra sin cuidado a los atenienses cuando deliberen sobre la sanidad publica, pero procuraran que el consejero sea « un médico. Ac. — Es lo l6gico SOc. — Entonces, ¢a propésito de qué tema de discu Se sabe (Eurén 3h.) ue los acvinasfomaban parte en Atenas en as deleraciones plblicas, Ademds, se consultabs oficilmentealein cordculo, sobre todo el de Delfs, y habla un intxprete piblico de tos oriculos. CF. Leyes 759d (a 30 DIALOGeS DUS sion tendras ocasiin de levantarte para dar un buen con. sejo? ALC. ~ Cuando deliberen sobre sus propios intereses, Séerates. Soc. — :Te refieres a la consteuccién de barcos. cuan do discutan qué clase de naves se deben construir? ALC. —No es eso lo que quiero decir, Sécrates Sc — En efecto, en mi opinion ti no conoces ta construccién naval. {Es ésa la razn o hay alguna otra? ALC. — Es precisamente és Soc. — Entonces, ¢a qué clase de intereses te refieres Para que tii intervengas en la deliberacién? ALC. — Son los temas referentes a la guerra y a la paz, Séerates, 0 cualquier otro asunto propio de la ciudad SOc. — {Quieres decir cuando discuten con quiénes hay ue hacer la paz ya quiénes la guerra y de qué manera? ALC. ~ Si Soc. — ZY no hay que hacerlo con quienes sea mejor? Ate. — Si Soc. — ZY en la ocasion mais oportuna? ALC. — Naturalmente. Soc. — ZY durante tanto tiempo como sea mejor? Ate. — Si SOC. — Pero si los atenienses diseutieran contra quié. nes deben luchar en las palestras y con quignes llegar a las manos y de qué manera, gles aconsejarias mejor ti o el maestro de gimnasia? ALC. — El maestro de gimnasia, sin duda S0c. — cY podrias decirme con qué intencidn el maes- .. tto de gimnasia aconsejaria con quignes conviene luchar ¥ con quiénes no, cuindo y de qué manera? Quiero decir 1o siguiente: ;No se debe luchar contra quienes es mejor hacerlo, 0 no? ALCIBIADES 1 31 auc. — Si Soc. — gY en la medida més conveniente? ue ALC. — ASI es, Soc. — iY en el mejor moment? ‘ALC. — Desde luego. Soc. — ¥, de la misma manera, cuando se canta acom- patado de citara, ,no hay que ajustar el paso al canto? ALC. — Es preciso hacerlo. Soc. — 4¥ en el momento mas adecuado? ALC, = 5i Sic. — ZY tanto como sea mejor? Aue, — De acuerdo. Soc. — Pues bien, ya que diste el nombre de «mejor» » a estos dos casos, al acompafiamiento de la citara, al can- to ya la lucha, ja qué lamas «mejor» en el acompana miento de la citara, lo mismo que a lo mejor en la Tucha Jo llamo entrenamiento gimnéstico? gCémo defines ti lo mejor? ALC. — No se me ha ocurrido, Soc, — Entonces procura hacer lo mismo que yo. Yo contesté que lo mejor es lo absolutamente correcto, y es correct lo que se hace de acuerdo con el arte. No es asi? ALC. — Si. Soc. — zY no se trataba del arte de la gimnasia? ALC. — En efecto. SOc, — Yo afirmé que 1o mejor en la lucha era el en « lrenamiento gimnastico, ALC. — Eso es 10 que dijiste, en efecto. Soc. — g¥ no es correcto? Alc. — Yo creo que si SOc. — Ahora te toca a ti, pues también te conviene razonar correctamente; dime en primer lugar cul es el arte 32 DIALOGOS DUDOSOS que correspande a tocar la citara, cantar y¥ llevar el paso correctamente. ;Cémo se llama conjuntamente? £0 es que no sabes responder? ALC. — Desde luego, no sé. SOC. — Pero inténtalo al menos; {cuales son las dio. sas de este arte? Alc. — {Te refieres a las Musas, Sicrates? 2 SOC. ~ En efecto. Peto fijate: gqué nombre deriva de ellas el arte? ALC. — Me parece que te refieres a la misica SOc. — A eso me refiero ZY qué es lo que resulta co. Frecto en ella? Lo mismo que yo te definia lo que es co. Frecto en el arte de la gimnasia, gedmo dices ti también que se llama en este caso? ALC. — Musical, me parece. SOc. — Buena respuesta. Sigamos pues. Cuando se ha ce To mejor en la guerra-y en la paz, gcomo defines ti lo que es aqui lo mejor? Lo mismo que al definir lo me- jor en cada cosa decias que lo mejor en misica era lo «= mas musical y en cuanto a ejercicios fisicos lo mejor era lo mas gimnéstico, intenta definir también aqui lo mejor. Atc. — Es que, en realidad, no puedo. Soc. — Pues es una vergiienza que, mientras estas dan do consejos sobte abastecimientos diciendo que esto es mejor que aquello, y ahora y en tal cantidad, alguien te Pregunte: «qué entiendes por mejor, Alcibiades?», ti le respondas que lo mas sano, aunque no pretendas ser mé dico. ¥ cuando se te pregunta, por el contrario, sobre 1» algo que ti pretendes saber e incluso aconsejar porque lo © conoces bien, jo te avergonzarias de no poder decirlo? No parecera vergonzoso? ALC. — Desde Iuego que si Sc. — Entonees reflexiona y trata de definir en qué ALCIBIADES 1 3 consiste lo mejor: en el mantenimiento de la paz o en ha. fer la guerfa con quienes conviene. Auc. — Pues aun considerdndolo no consigo darme cuenta ‘sdc. — gNo sabes entonces que cada vez que fi ta guerra nos reprochamos mutuamente desgracias para lanzarnos al combate y qué térmiinos usamos entonces? ‘Ac. — Ya lo creo que si: decimos que nos engafan, {que varios obligados 0 que nos privan de nuestros bienes. ‘SOc, — Sigue. :¥ cOmo sufrimos cada una de esas des: Intenta definir cada uno de los casos, eracias? © suc. — iQuieres decir, Socrates, si es justa o injusta: mente? Soc. — Eso mismo. ‘ALC. — Pero es que en ese caso se diferencia de punta a cabo. ‘Soc. — gComo? {Con quiénes aconsejarias a los ate- rrienses que hicleran la guerra, con los que obran justa- mente 0 con los que som injustos con ellos? ALC. — iQué cosa mas extrafia preguntas! Porque si alguien piensa que hay que hacer la guerra a los que ac: tian justamente, al menos no lo admitiria SOc. — Porque aparentemente eso 0 ¢s licito. ALC. — Claro que no, y ni siquiera parece honorable. Sc, — Entonces, gpensando en la justicia darias tus consejos? Auc. — A la fuerza. Soc, — Entonces, lo que yo te preguntaba hace un momento sobre lo que es mejor en cuanto a luchar 0 no hacerlo, y con quignes hay que luchar y con quiénes no, en qué ocasién y cuando no, jes otra cosa que lo mas justo? {Ta qué dices? Alc. — Lo parece al menos. Mu DIALOGoS DUDOSOS 4 SOC. — 4Cémo, pues, mi queride Aleibiades, no te diste cuenta de que sabias eso sin darte cuenta, 0 es que @ mi me pasé desapercibido que i estabas aprendiendo y frecuemabas a un maestro que te ensenaba a distinguir lo justo de lo injusto? ;¥ quién es ese maestro? Dimelo, Para que me presentes también a mi como discipulo ALC. — Te estas burlando de mi, Sécrates. Soc. — Te juro que no, por el dios de la amistad co- min a tiv ami, por quien yo de ninguna manera juraria en falso. Pero si realmente tienes ese maestro, dime quién es ALC. — Pero cy si no lo tengo? 50 es que crees que to puedo saber de otra manera qué es lo justo y lo in- justo? Soc. — Si puedes, suponiendo que lo hayas encon- trado. ALC, — Pero jerees que yo no podria encontrarlo? SOc. — Podrias, desde Iuezo, a condicién de buscarto. ALC. — Luego crees que yo no lo habria estado bus. cando Sc. — Yo creo que lo habrias buscado si hubieras creido ignorarlo, ALC. ~ Entonces, jes que no hubo un tiempo en que yo lo creta? Soc. — iMuy bien! ;Podrias decirme cusll es ese tiem. 110 Po en que tti no creias conocer lo justo y lo injusto? Vea- ‘mos, {lo buscabas el aio pasado y no ereias saberlo? 20 si lo creias? Dime ta verdad, para que nuestra conversa cid n0 sea intl, ALc. — Yo creia ya saberlo, Soc. — ZY hace tres o cuatro, o cinco, no ocurria to mismo? ALC. — Desde luego. ALCIBIADES { Soc. — Porque antes de ese tiempo ti eras un nifio {No es asi? ALe. — Si Soc. — Pues bien, estoy seguro de que ya en esa épo: ca ti creias saberto. Aue. — :Cémo estas tan seguro? 0c. — Muchas veces, cuando ti eras un niio, te es- « cuchaba en la escuela y en ott0s sitios, cuando jugabas a las tabas 0 a algin otro juego? y no tenias ninguna duda sobre lo justo y lo injusto, sino que hablabas con mucha seguridad de cualquiera de tus compafieros de si fier, afirmando que era malo e injusto y que actuaba con engafio. {No es cierto lo que digo? ‘ALC. — ZY qué otra cosa iba a hacer, Sécrates, cuan do alguien me trataba injustamente? Soc, — Pero si, en realidad, tii ignorabas entonces si te 4rataban injustamente 0 no, por qué me preguntas to que tenias que hacer? Ac. — iPor Zeus! Es que, en realidad, yo no lo ig hnoraba, sino que sabia perfectamente que era victima de uuna_injusticia. SOC. — Luego, por lo que se ve, ya ereias conocer lo justo y lo injusto desde tu infancia, ‘ALC. — Naturalmente, y desde Iuego lo conocia. Soc, — {Cuando lo descubriste? Parque, sin duda, no. seria cuando ya creias saberlo, ALC. — No, por cierto, » I juego de tabas era muy popular en Grecia desde muy antiguo. Platén en el Teetero (JS4c) habla de sus posbles combinaciones, que 4 menudo provoran discusiones entre los jugadores (ef. Meda XXII $5.8), — 6 DIALOGOS DUDOSOS Soc. — ZY cuando crefas ignorarlo? Pignsalo, porgue no encontrards ese tiempo. ALC. — jPor Zeus!, Sécrates: en efecta, no puedo res. ponder SOc. — Luego no to conoces por haberlo descubierto AL, — No me lo parece en absolute, Soc. — Sin embargo, decias hace un momento que lo sabias sin haberlo aprendido. Pero si no lo descubriste ni lo has aprendido, jcdmo lo sabes y de donde? ALC. — Tal vez no te contesté adecuadamente al decir que lo sabia por haberlo descubierto personalmente Soe. — Entonces, jcémo habria sido la respuesta? ALC. — Creo que lo aprendi como todo el mundo, Soc. — Entonces volvemos al mismo punto. gDe quién aprendiste?- Dimelo. ALc. — De la gente. Soc. — Desde luego, no te amparas en maestros fa- mosos al recurrir a Ia gente. Alc. — aY qué? ;Acaso la gente no es capaz de en SOc, — Ni siquiera a jugar a las damas* en el mejor de los casos, a pesar de que eso es menos serio que la justicia, ZO no lo crees td asi? ALc. — Si SOC. — Luego, si no son capaces de enseitar lo mis facil, ;podrian enseftar lo mas dificil? ALC. — ¢Por qué no? Al menos son capaces de ense- ar cosas mucho més dificiles que el juego de danas. Soc. — 4A qué te refieres? 4 En divesos didlogos platénicos (Cirmides 174, Gorsias 450d, Re- publica 3335 y 374) se habla de este juego ALCIBIADES | 0 arc. — Por ejemplo, yo aprendi de ellos 2 hablar aie ALC. dPor qué? SoG. Pryor tian on we sipee fa ge deen se Acs 2A qué te refers? oc. — No sabes que los que tienen que ensehar cul auier cosa primero ilenen que saberla ellos? {0 no? Ate. — Sin ninguna duda SOc. — zY no es cierto que los que saben deben estar de acuerdo entre si y no ser discrepantes? ALC, — Si Soc. — ¥ si discrepan en alguna materia, jdiras que la saben? ALC, — Desde luego que no Soe. — {Como podrian entonces ensefarla? Auc. — De ninguna manera. Soc. — Bien. {Tu eres que la gente discrepa a pro: pasito de lo que es piedra o madera? Y cualquiera que sea la persona a la que preguntes, no estardn de acuerdo ‘en la misma respuesta, y no se apoyardn en una misma cosa cuando quieran coger una piedra 0 una madera? Y lo mismo sucederd con todas las cosas parecidas. Mas 0 menos me imagino que es a esto a lo que ti llamas saber atiego. {No es asi? ALC. — Si. SOc. — iY no es verdad que en esto, como deciamos, todos estan de acuerdo entre si y cada uno de ellos en 38 DIALOGOS DUDOSAS particular, y las ciudades no discuten piblicamente sobre estos temas dando opiniones coniradictotias °? ALC. — Desde luego que no 2 SOC. — Luego, ldgicamente, son buenos maestros en estas materias ALc. — Si SOc. — Entonces, si quisiéramos que alguien supicra de estos temas, obrariamos correctamente envidindole @ la escuela de la gente, ALC. — Desde luego, Soc. — ¥ si quisiéramos que supiera no sélo qué son los hombres y qué son los caballos, sino tambien quiénes son buenos corredores y quiénes no, ;seria también la gen. te capaz de ensenarselo? ALc. — Ciertamente, no SOc, — cY te parece prueba suficiente de que no sae ben ni son genuinos maestros en estas materias el hecho ede que no estén de acuerdo entre si sobre ellas? ALC. — A mi me lo parece, 1C. — Pero si quisiéramos saber no s6lo quiénes son Jos hombres, sino cudles son los sanos o los enfermos, {seria la gente capaz de instruirnos? ALC. — Cierto que no. Soc. — {No te bastaria como prueba de que son ma. los maestros en estas materias el hecho de ver que ellos mismos estin en desacuerdo? ALC. — A mi si Soc. — Bien, Y, volviendo al tema de los hombres y 2 las cosas justas € injustas, {tii crees que la gente esta de acuerdo entre si y con los otros? 5 Bfectivamente los griegos se entendian perfectamente, a pesar de las diferencias dialecrals, que Platén no toma en consderacin. ALCIRIADES 39 ALC. — iPor Zeus, Sécrates! En absoluio, 0c, —Entonces, {tii crees que estan muy en desa cuerdo entre ellos sobre estas temas? ALC, — Muchisimo. 6c. — Tampoco crea que hayas visto alguna vee ni hayas oido hablar de personas discutiendo con tal vehe mencia sobre lo sano 0 malsano que hayan llegado a pe learse y matarse unos a otros a causa de ello, Atc. — Desde Iuego que no. S0c, — Pero aunque no hayas visto tales discusiones sobre fo justo y Io injusto, estoy segura de que al menos » has ofdo contar otras muchas en Homero, ya que conoces la Odisea y la Miada. Auc, — Las conozco, desde luego, Sécrates. SOc. — GY no tratan estos pocmas sobre las diserepan clas acerca de Io justo y lo injusto? Ac. — Si SOc. — ¥ los combates y las muertes se produjeron por estas discrepancias entre los aqueas y los troyanos, qual que entre los pretendientes de Penélope y Ulises Ac. — Lo que dices es cierto. . Soc. ~ ¥ creo que también por este motive murieron en Tanagra atenienses, lacedemonios y beocios, y los que murieron més tarde en Coronea, entre ellos tu padre Cli nias. Estas muertes y estos combates se produjeron preci samente por la discrepancia sobre lo justo y lo injusto Yo es Alc. — Asi es SOc. — {Diremos entonces que estas personas disien- ten con tal furia sobre las cosas que saben que en su mu- 4 tua contradiccién Megan hasta las mayores violencias? ALc. — Evidentemente, no. 40 DIALOGOS DUDODSOS ALCIBIADES 1 4) SOC. — ZY no es & estos maestros, que ti reconoces atc. — Soy yo. que son unos ignorantes, a los que tii te referias? S0c. — Y si yo te preguntara como se escribe el nom. ALC. — Asi parece. pre de Sécrates y 14 me lo dijeras, ;quién haria la afir ‘Soc, — ,Entonces, qué probabilidad hay de que tiico. —_-macidn’? nozcas 10 justo y lo injusto en temas en los que andas Ac. — Yo vacilante, cuando resulta evidente que ni los has aprendida soc. — Entonces, veamos, dime en una palabra: cuan de nadie ni ti mismo los has averiguado? do se produce una pregunta y una respuesta, cquién es ALC. — A juzgar por lo que estas diciendo, no es pro. et ue dice las cosas, el que pregunta o el que responde? bable. ‘ALc. — Yo creo que el que responde, Sdcrates. Soc, — Te estis dando cuenta de que no te expresas Soc. — Y hace un momento, a to largo de todo el ra- bien, Alcibiades? ronamiento, ino era yo el que hacia las preguntas? ALC. — En qué? ALC. — SI. ‘S6c. — Cuando afirmas que soy yo quien hace tales SOC. — 2Y tit el que respondias? afirmaciones. Auc. — Desde luego ALC. — {Cémo? {No eres ti quien afirma que Yo no Soc. — Entonees, gquién de nosotros dijo lo que se Sé nada acerca de lo.justo ¥ de lo injusto? ‘hijo? Soc. — Ciertamente, no ‘ALC. — Parece evidente, Séerates, a juzgar por lo acor- ALC. — {Entonees soy yo? dado, que era yo soc. — Si Soc. — i¥ no se dijo respecto a lo justo y lo injusto ‘ALC. — {Como es 650? que el bello Alcibiades, hijo de Clinias, no sabia, pero Soc. — Lo vas a saber. Si yo te pregumtase qué e cea saber, y que estaba dispuesto a comparecer ante La mis, el uno 0 el dos, gdirias que el dos? asamblea para dar consejos a los atenienses sobre cosas ‘ALC, — Por supuesto. que ignoraba? No era eso? SOc. — ¢En cuanto? ALc, — Es evidente. ALC. — En una unidad. Soc. — Entonees, Alcibiades, aqui ocurre lo de Euri Soc, — ;Quin es entonces entre nosotros el que dice Pies: parece que has oido estas palabras de tu propia bo- que dos es mis que uno en una unidad? cay no de la mia, no soy yo el que hace tales afirma- ‘Ate. — Yo. cones, sino tl, que me las atribuyes sin fundamento. Y, ALC Ve. yo eh.qe preguntas» et que rex sit embargo, aun as ces ln verdad, pues tenes en th i, ment intenar une enipresa lca, mi querido amigo, la de Pra of esenar fo que no sabes después de haberte desentendio de apni, Soc. — ¥ en este tema, soy yo quien hace las afir- ! maciones cuando pregunto 0 ti cuando contestas? 2 BIALOGOS DUDOSOS 4 ALC. ~ Yo creo, Socrates, que los atenienses y los otros griegos raramente se preguntan qué es lo justo y qué es lo injusto, pues piensan que tales cosas son evidentes, ¥, dejando estos temas de lado, examinan qué clase de ac. tividades son itiles. Porque vo creo que no es lo mismo Jo justo y fo titi, pues muchos se benefiviaron cometiendo grandes injusticias y, en cambio, ottos, en mi opinién, no sacaron beneficio de sus justas acciones SOc. — ¢¥ qué? Aun suponiendo que una cosa sea lo justo y otra lo conveniente, zo crees saber sin duda lo que conviene a los hombres y por qué razén? ALC. — {Qué puede impedirlo, Sécrates? Salvo que vuelvas a preguntarme de quién lo aprendi o cémo lo ave rigué yo mismo Soc, — {Qué manera de actuar la tuya! Si dices algo que no es cierto y se da la posibilidad de demostrartelo por el mismo procedimiento que en el razonamiento ante rior, tit sigues creyendo que hace falta oir de nuevo otras demostraciones, como si las anteriores fueran como ropa uusada que 0 te querrias poner, si no te presenta alguien nus una prueba limpia e inmaculada. Pero yo voy a prescindir de tus preémbulos discursivos y te seguiré preguntando, a pesar de todo, de dénde aprendiste a conocer lo itil, quign fue tu maestro, y resumiré en una sola pregunta todo lo que te pregunté con anterioridad, Porque es evi dente que irds a parar a lo mismo y no podrés demostrar ni que conoces Jo titi! por haberlo averiguado ti mismo ri que lo aprendliste alguna vez. Y como eres tan delicado que no Ce gustaria que Ce repitiera el mismo razonamiento, prescindo de examinar si sabes o ignoras lo que es itil a 6 los atenienses. Pero ,acaso es lo mismo lo justo y lo itil, © son diferentes? ;Por qué no lo demostraste? Si lo de- ALCIBIADES 1 a seas, hazlo, preguntandome como yo te pregunté, 0 desa srolla 18 mismo tu propio razonamiento. ‘AUC. — Es que no sé si seria capaz, Sécrates, de desa rrollarlo ante ti. 0c. — Entonces, mi querido amigo, imaginate que yo soy la asamblea y el pueblo, porque alli tendras que con vencer a cada uno en particular. ,No es asi? ALC. — Si Sc. — Pues bien, se puede persuadir a una persona individualmente lo mismo que a una multitud, de la misma manera que el maestro de gramatica, cuando se trata de letras, persuade lo mismo a uno que a muchos, ALC. — Es cierto, ‘Soc. — Y en materia de niimeros ;no convence una misma persona a uno como a muchos? Atc. ~ Si ‘SOc, — ZY esta persona ser la que sabe, ef matemé: tico? Ate. — Sin duda. Soc. — Entonces, tambien td, si eres capaz de conven: cer a muchos, ;n0 podras también convencer a uno de las rmismas cosas? ALC. — Es logico. SOc. — Evidentemente, se trata de las cosas que sabes Alc. ~ Si SOc, — LY en que otra cosa se diferencia el orador que habla ante el pueblo del que lo hace en esta reunién, salvo en que el primero convence a sus oyentes en conjun- to y el otro lo hace individualmente? ALC. — Asi parece. Soc. — ;Fa, pues!, ya que parece propio de la misma persona convencer a muchos y a uno solo, practica en mi € intenta demostrar que 10 justo a veces no conviene. 44 DIALOGOS PUDOSOS ALC. — Eres un burlén, Sécrates, Soc. — Pues segiin eso ahora voy a convencerte, en plan de burla, de lo contrario a lo que 10 te opones a convencerme a mi ALC. — Habla, entonces SOc. — Ti limitate a responder a mis preguntas © ALC. — No, habla ta solo. Soc. — jCémo! {No eres ti el que desea sobre todo ser persuuadido? ALC. — Muchisimo, desde luego Soc. — Pues bien, si tii mismo declaras que las cosas son como yo digo, {le considerarias especialmente per suadido? ALC. — Asi lo creo. SOc. — Entonces contesta, y si ti mismo no te oyes decir que lo justo tambien es conveniente, no des crédito a otro que lo diga ALc. — Ciertamente no, pera hay que contestar, pues no creo que ello me perjudique en absolut. lis SOC, — Tienes dotes adivinatorias, pero dime: idices que entre las cosas justas unas son ventajosas y otras no? ALC. — Si. SOc. — ;¥ unas son bellas y otras no lo son? ALC. — {Qué quieres decir con eso? Soc. — Si te parecié que alguien hacia cosas vergon- zosas pero justas. ALC. — No lo creo. SOc. — {Pero todas las cosas justas son bellas? Ate. — Si. SOc. — iY qué ocurre con las cosas bellas? {Son to- das buenas 0 unas lo son y otras no? ALC. — Yo creo, Sécrates, que algunas cosas bellas son malas. ALCIBIADES 1 45 Soc. — a¥ erees también que hay cosas vergonzusas buenas? ALC. — Si 0c. — iAcaso te refleres, por ejemplo, 4 que muchos fueron heridos © muertos por haber ayudado a un compa: ero oa un familiar, mientras que otros que ao lo hicie ron, debiendo hacerlo, regresaron sanos y salvos? Ate. — Es asi soc. — Entonces {ti piensas que tal ayuda es bella en cuanto al intento de salvar a quienes debian? {Es esto la hombria o no? ALC. ~ Si Soc, — Pero la tienes por mala en to referente a las muertes y heridas, ;No es asi? ALC. — Si ‘Soc. — iLuego una cosa es la hombria y otra la muer te? ALC, — Desde luego. ‘Sc. — ¥ por esa misma razén, socorrer a los amigos ino es a la ver bello y malo? ALC. — No lo parece. ‘SOc. — Considera entonces, siguiendo el mismo pro- cedimiento, si esta accién en cuanto bella también es bue- nna, pues td estabas de acuerdo, en cuanto a la hombria, que la ayuda era buena; considera ahora esto mismo, si a hombria es buena o mala, y reflexiona qué es lo que td preferisias tener, el bien o el mal Ac. — El bien SOc. — ¥, desde luego, el bien mas grande posible. Atc. — Si $6c. — ,¥ no admitirias de ningin modo ser privado de a? ALc, — Naturalmente. 46 DIALOGOs DUDOSOS Soc. ~ i¥ qué me dices sobre la hombria?, Precio aceptarias ser privada de ella? 2a qué Alc. — Yo no aceptaria la vida siendo un cobarde Soc. — Luego la cobardia te parece el colmo de los males, ALC. — AL menos a mi, si Soc. — Tan malo como la muerte, al parecer. ALC. ~ Desde luego, Soc. — GY no es cierto que fo més opuesto a la muer fe y Ia cobardia son la vida y ta hombria? Ale. ~ Si. * squnie: —e¥ aué preferisias tener, étas sobre todo y aquéllas no tenerlas de ninguna manera? ALC. — Si Soc. — (No es porque éstas te parecen excelentes y aquétlas malisimas? ALC. ~ Desde luego SOc. — No erees que ta hombria s¢ cuenta entre lo mejor y la muerte entre los males peores? ALC. = Yo, sf SOc. — {No calificas de hermoso el ayudar a los ami- 80s en el combate, en cuanto que es una accién hermosa Por realizar un bien que es la hombria? ALC. — Es evidente. Soc. — Pero como realizacién de un mal que es la muerte, tii fa calificas de mala, ALC. = Si. SOC. — Luego es justo calificar asi cada una de estas Acciones: la lamas mala si produce un mal, mientras que hay que llamarla buena en tanto que produce un bien © ALC. — Eso creo yo, Soc. — Ahora bien, zn0 es hermosa en cuanto es bue- ‘na, y fea en cuanto es mala? ALCIBIADES 47 si Soe. — Liege, cuando Hamas hermosa @ ie ada a is aitgalcn el combate pr ule Ua acest en que calificarla de buena y mala a la vez atc. — Creo que dies le vedad, Sorte Soc. — Per congue, ninguna dels eons bells, en cuanto bela, esl, n nada vergonzou buna fc. Esdentemente Soc, — Otra consteractn todavia: quenguera que obra ben, ano et tanibin un hombre qu se porta bea * ne 3 SOc. — iY los que se portan bien no son felices? ALC. — {Quién lo duda? SOc. — ZY no son felices por la posesién de bienes? ALc. — Sobre todo por eso Soc. — EY no adquieren estos bienes gracias al obrar bien? ALC, — Naturalmente. SOc. — Luego es bueno portarse bien. ALC. ~ Desde luego. Soc. — jLa buena conducta es bella? ALC. — Si. SOc. — Entonces, de nuevo se nos muestra que lo be- lo y lo bueno son una misma cosa. Ate, — Sin duda, Soc. — Luego, con este mismo razonamiento, cuando encontremos una cosa bella, nos daremos cuenta de que la misma es también buena ALC. — A la fuerza Soc. — Pero ilo que es bueno es provechoso 0 no? * Para Séerates, xportarse biew» es user feliz 48 DIALOGOS DUDOSOS ALC. — Lo es Soc, — gRecuerdas ahora en qué estilbamos de acuer: do sobre lo justo? ALC. — Me parece recordar que las avciones justas ne- ccesariamente son bellas, Soc. — GY que también tas acciones bellas son buenas? ALC. — Si S6c. — ZY que lo bueno es proveehoso? ALC. = Si SOc. — Luego, Alcibiades, lo justo es provechoso. ALC. — Creo que si Soc. ~ ZY no eres ti quien dice esto y yo et que pre. gunto? ALC. — Parece que soy yo. Soc. — Entonces, si alguien se levanta para aconsejar, sea a los atenienses 0 a los de Pepareto, y. creyendo dis. tinguir lo justo de lo injusto, afiema que a veces las ak ties justas son malas, {qué otra cosa harias sino reitte de 41, puesto que ti mismo afirmas que lo justo y lo prove © choso son una misma cosa? ALC, — jPor los dioses, Sécrates!, ya no sé ni lo que digo, y en verdad me da la impresién de que me encuen- fo en una situacién absurda, pues al contestarte, unas ve- ces pienso una cosa y otras veces otra Soc. — ¥ esta confusién, mi querido amigo, zignoras qué causa tiene? ALC. — En absolute, Soc. — Entonces, jerees que si alguien te preguntara si tienes dos ojos o tres, y dos manos 0 cuatro, 0 alguna cosa parecida, le darias unas veces una respuesta y otras veces otra, © siempre la misma? ALC. — En realidad, ya temo por mi mismo, pero ereo que daria siempre la misma respuesta ALCIBIADES 49 Soc. — Entonces, ;seris porque se trata de cosas que sabes?, ges éa la causa? ALC. — Creo que si ‘SOc. — Entonces es evidente que das respuestas con- tradictorias contra tu voluntad en las materias que igno: ALC. — Es probable. S0c, — {No estas afirmando que te contradices en tus respuestas sobre lo justo y lo injusto, lo bello y lo vergon. 2080, lo conveniente y lo no conveniente? Es evidente que, si te contradices, es porque no sabes acerca de esas cosas, Ac. — Ast lo creo. ‘Soc, — En ese caso, asi estan las cosas: cuando alguien tno sabe, {necesariamente su alma cambia de opinién en ese tema? ALC, — Sin duda, SOc. — Veamos: jt sabes de qué modo podrias subir al cielo? ALC. ~ iPor Zeus! Yo al menos, no. Soc. — Entonces, jtambién cambia tu opinign en ese aspecto? ALc. ~ Ciertamente, no. SOc. ~ ;¥ conoces la causa, 0 quieres que te Ia ex plique? ‘ALC. — Explicamela. SOC, — Pues bien, querido, es porque no crees saber- lo, ya que lo ignoras ALC. — ;Qué quieres decir con eso? Soc. — Examinémoslo juntos: en cuante a las cosas que no sabes y que t reconoces ignorarlas, gcambias de opinion en ese aspect? Por ejemplo, {sabes sin duda que no sabes acerca de la preparacidn de alimentos? ALC. — Desde luego. 50 DIALOGOS DUDOSOS. Soc. — En ese caso, zopinas ti mismo sabre cémo deben prenararse y te contradices, © te contias al que sabe? ALC. ~ Hago esto ailtimo, Soc. ~ ¥ si navegaras en un barco, jopinarias que @ hay que mover el timén hacia dentro o hacia fuera y por no saber cambiarias de opinion, 0 te contiarias al pilote ¥ te quedarias tranquilo? ALC. — Me confiaria al piloto. Soc. — Lucgo no te contradices en las cosas que ig: ‘horas si efectivamente sabes que las ignoras ALC. — Creo que no. SOc. — Te estés dando cuenta de que los errores en 1a conducta se producen por esta ignorancia, que consiste en creer saber cuando no se sabe? ALC. ~ {Qué quieres decir con eso? Soc. — Cuando emprendemos una accién, ;no es cuan- do creemos saber lo que hacemos? Alc. — Si. © Soc. — ¥ cuando algunos no creen saber no se con- Fian a otros? ALC. — Desde luego. SOc. — 4¥ no es asi como los ignorantes de este tipo viven sin cometer equivacaciones porque se remiten a otros ‘en tales materias? ALc. — Si Soc. — Entonces, gquienes son los que se equivocan? Porque inducablemente no son los que saben ALC, — Desde luego no son ellos. Soc. ~ Luego, si no son los que no saben ni los igno- "8 Fantes que son conscientes de su ignorancia, jacaso nos uedan otros que los que no saben, pero creen que saben? ALC. — No, son éstos ALCIBIADES | 31 Soc, — Luego es esta ignorancia fa causa de los males y la verdaderamente censurable’ ALC. = Si soc. — Y cuanto més importantes sean los temas, se- ra tanto mas perjudicial y_ vergonzosa Aue. — Es muy cierto. Sav. — Pero veamos, gpodrias citar algo mas impor- tante que lo justo, lo bello, lo bueno y lo iti? ALC. — Ciertamente, no. Soc. ~ ZY no dives ti que te contradices en estas ma alc. — $i Soc. — Y site conteadices, sno resulta evidente, a juz: ar por lo dicho anteriormente, que no sélo ignoras las cosas més importantes, sino que aun sin saberlas crees due las sabes? ALC. — Es posible SOc. — Ay, Alcibiades, qué desgracia Ia tuya! Aun- aque yo vacilaba en calfcarla sin embargo, como estamos solos, debo hablar. Porque estds conviviendo con la igno~ rancia, quetido, con la peor de todas, tal como te esta i mismo, Por deiatando questro razonamiento, e incluso t cso te lanzas a la politica antes de recibir formacién en alla. ¥ no eres ti solo el que padece esta deseraca, sino también la mayoria de los que gestionan los asuntos de nuestra ciudad, excepto unos poces, y entee ellos tal vez Ww tutor Pericles ALC. — Pero al menos se dice, Sderates, que si ha ile gado a ser sabio no ha sido esponténeamente, sino por haber frecuentado a muchos sabios, a Pitoclides y Anaxi- » Sdcraes mismo se considera enor, pero Is peor de Ii noranit ct In de no enact ~~ DIALOGOS DUDASOS, foFas ene ellos. ¥ aun ahora, su edad tiene ten Soc. ~ g¥ que? £0 es que as visto alguna ver & ap bio a oto en to mismo que ef Por eiemplo, eh auc ensené as letras erat mismo un sab Toe canes tc. = 8h 4 Soc. — 2No serias capne ti ambi del, de instruir a otro? ° atc. — si ALC. — Desde Igo, Soe. — Porque, sin dua, ésta es una by del saber de los que saben cualquier cons seh cae conseguir que también otro sep ALC. — Eso creo 0 Soc. — Senin «50, spuedesdesizme a qui bio Pericles, empesando por ss his? «ALC. ~ iQue pregunta, Séerates teniendo en cuenta Aue 10s dos hijos de Pericles fueron toma! Soe. = Entoncs, atu hermano Chee seadt©: ~ #QU postias decir de Clas una cabera Soe; — Eatonces, puesto que Clinias es un anormal y los dos ios de Perce resukarontontos, spor nee nank Ne podemos suponer que desdena tl fornare a ALC. ~ Creo que tengo yo la eulps por no text atencién. ule : " " Pitoclides de Ceos, fautstafamoso, era ademds un politico sagaz (f. Protégoras 3163), como Damon (Puurasen, Perle 4} ALCIBIADES 1 3 Soc. — Entonces citame algun otro, ateniense o extra jero, libre 0 esclavo, que gracias a sus relaciones con Peri ces 3 haya hecho mis sabio, como yo podria citarte a Pitodoro, cl hijo de Iséloco, y a Calias, el hijo de Calia des, instruidos por Zenén; cada uno de ellos le dio cien minas y Se hicieron sabios y famosos. ALC. — iPor Zeus!, no puedo citarte a nadie Soc. — De acuerdo. Veamos entonces: qué te propa nes sobre ti mismo?, ,quedarte como estés ahora o dedi: carte a alguna ocupacién? ALC. — Lo discutiremos juntos, Séerates, aunque pien- so en lo que has estado diciendo y estay de acuerdo con. ‘igo, pues creo que nuestros politicos, excepto unos pocos, son personas incultas SOc. — g¥ qué sacas de ello? ALC. — Pues que si fueran personas cultas, quien in- tentara rivalizar con ellos tendria que-instruirse y entrenar: se como si fuera a enfrentarse con atletas. Pero, en reali dad, como vienen sin la menor preparacién a dedicarse 4 la politica, jqué necesidad hay de ejercitarse y dedicar ‘muchas molestias a instruirse? Porque estoy seguro de que en lo que a mi se refiere estaré muy por encima de ellos por mis aptitudes naturales, Soc. — jAy, mi querido amigo, lo que acabas de de- cirl Es muy indigno de tu empaque y demas citcunstan. ALC. ~ :Qué quieres decir especialmente con eso, $6 crates? Soc. — Me indigno por ti y por mi amor. ALc. — ¢Por qué? Sc. — Porque consideras que tu lucha es con las gen- tes de ag ALC. — Pues con quiénes si no? mes tengo que competir? Si i ns a cm 4No €s con ellos con quie. Esa es precisamente mi idea 7 Entonces, para ti ya vale mucho la pena el he GA qué jefes te refieres? . éNo te has enterado de que nuestea ciudad es rag utinuamente en guerra contra tos lacedemonios yal gran rey? ALC. — Es cierto persas ALC. — Me parece que tienes razén, SOC. — Mi querido amigo, no es en Midas el criador ALCIBIADES 1 53 de cndornices ’ en quien debes poner tus ojos, ni en otros de su misma especie, que intentan meterse en politica te- riendo todavia en el alma la tonsura de la esclavitud, co- mo dirian las mujeres a causa de la incultura que atin ao han perdido, ya que se nos han presentado sin saber sricgo con la intencién de adular al pueblo, pero no para gobernarlo. Es en ésos en quienes debes fijarte, como di 20, ¥ con la mirada puesta en cellos abandonarte y no aprender nada de cuanto exige aprendizaje, cuando estds a punto de entablar una lucha tan seria, sin entrenarte en cuanto exige entrenamiento y sin prepararte con toda clase « de preparativos para afrontar la vida pablica ALC. — Socrates, creo que es verdad lo que dices, pe. 0, a pesar de ello, pienso que ni los jefes lacedemonios ni el rey de los persas se diferencian en nada de los de- Sdc. — Entonces, querido, examina el valor de ese pen- samiento tuyo. ALC. — jEn qué sentido? Soc. — En primer lugar, gti crees que te preocupa rias mas de ti mismo si fos temieras y creyeras que son temibles, 0 al contrario? ALC. — Es evidente que si los juegara temibles Soc. — {¥ crees que si te preocuparas de ti mismo te perjudicaria? ALC, — De ningiin modo, sino que creo que me bene. ficiaria muchisimo. "Un entrenamiento corriente de los jovenes atenienses era el de ab. tir codornices a pedradss. Midias era un gran aficionado a este jueto » Aristéfanes, en una comedia perdda, le ama aderribador de codor ES OL ITIOS, ALCIBIADES | 37 Soc. ~ Entonces ese pensamiento tuyo sabre ellos con, cambio, somos personas corrientes, tanto nosotros como tiene en primer lugar una grandisima desventaja Cae nuestros padres. Y si tuvieras que hacer valer a tus ante a — Tienes razén. jasados y a Salamina como patria de Eurisaces 0 a Egina eee tec neta Spee ee Seer eee eee eee ont: — Es evidente que se encuentran entre los még UMA de TA grandeza actual de los reyes lacedemonios de los éforos, para que en la medida de lo posible no les nazca, sin que se den cuenta, un rey que na proceda de tos Heraclidas? Y en cuanto al rey de los persas, hasta tal punto destaca su majestad que nadie puede sospecher que el monarca pueda tener por padee sino a otto rey Por esa razén, no tiene otra guardia que el temor. Cus do nace el primogénito, @ quien corvesponde la. corona primero lo festejan todos los subditos del rey ¥ luego, pasado el tiempo, en el dia de su natalicio, toda Asia lo celebra con sacrifcis y fiestas. En cambio, cuando nace mos nosotros, Alcibiades, apenas si se enteran los vecinos, como dice el cémico. A continuacién, ali, no eta al nino una mujer cualquiera a sueldo, sino los eunucos,selecio nados como los mejores entre los que rodean al rey. A ellos se les encomtiendan los restantes euidados del recien nacido y se ingenian para que el nifio sea lo mas hermoso Dosible, remodelando y enderezando los miembros del i fo. Por sus cuidados, se les tiene en gran estima Cuando el nino tiene siete aos, empieza a montar a "Ene pase ees la mentalidad dominate a prinipios de. w, caballo, toma leccfones de equitacion y comienzs 2 i de Crop 1, name Peat en ambiente tenor Cr. ewe, acer. Cuando aleanza dos veces los siete aos, se hacen Crop ta, cargo de ellos los lamados pedagogos reales, que son per- considered cond soon ait, 8 SOF ¥ Deal esaba | as ya-mayores selecconadee co minaret ee ceeeeb eee los mejores: el mas sabio, el mas justo, el mas prudente 122 ei Soc. — <¥ no lo es también que los bien nacidos, si se les educa bien, acaban perfeccionandose en la virnad? ALC. — Sin duda. Soc. — Consideremos entonces, comparando nuestra aturaleza y la de ellos, en primer lugar si creemos que los teyes de los lacedemonios y los de los persas son de faza inferior". 20 es que no sabemos que unos proceden de Heracles y de Agamensn y que su linaje se remonta a Perseo, el hijo de Zeus? tn _ALC. — ¥ el nuestro, Socrates, se remonta a Eurisa es, y el de éste a Zeus Soc. — El linaje nuestro, mi buen Alcibiades, se re- monta a Dédalo ", y el de éte « Hefesto, hijo de Zeus, Pero el suyo, empezando por ellos mismos, es una secuen cia de reyes hasta Zeus: unos, reyes de Argos y Lacede. ‘monia, Otros que siempre fucron reyes de Persia y a me. fnudo incluso de Asia entera, como ahora. Nosotros, en — WO ALOGOS: DUDOSOS: ALCIBIADES 1 39 ee eae net lo eter cefetige eeenet Ciencia Porque si estds dispuesto a fijarte en las riquezas de los de los magos de Zoroastro, hijo de rote Ne) cea eer comprenderds hasta qué punto las nuestras me Us eS doses: ensena también el arte de ren FF quedan muy por detrds. Porque es tan grande la extension iiss Justo enseha a decir la verdad durante oda fe sists que poseen en su territorio y el de Mesenis, que nadie sims aden, a no dejare dominat no sean cnt nosotros podria discutiles ni ta vane igs teas OsUMBTE 8 Ser libre y a Comportarse cog dad. por no hablar de la posesién de esclavos, sobre todo insti ae ds abiendo contener en primer lugar mee tos ilotas, ni la de eaballos o de cualquier oxto tips de ’stintos sin dejarse eselavizar por ellos. El mas valeroso ganado que se crie en Mesentia. Pero dejando de lado todo e ke Race intépido y audaz, hacigndote ver gu ct sama es esto, no hay en conjunto en toda Grecia tanto ore y plate esclavitud "AG, en cambio, Pericles te Pe ragam® Pe como el que tienen en privada en Lacedemonta 3, ya que * tg0ko a uno de sus criados, completamente inna Por Su desde hace muchas generaciones esta entrando alli proce, rai 2OPit0 el tracio. Podria exponerte tambien ot Geta dente de todos tos paises griegos e incluso bibaros, » ng I €l testo de ta educacién infantil de tae ieee isto sale ninguna parte, sino que, tal como die en la Tabu a fuera demasiada largo y lo dicho no fuece Suficiente para ge Esopo la zorra al le6n, del dinero que entra en Lacede- Att todo Yo ue le sigue. En cambio, de tu mocha ‘monia hay huellas muy visibles hasta alli, pero nadie po {0, Alcibiades, de tw crianza y educacién, como de lade dria ver hucllas que salgan. Por ello es preciso reconocér seagiet O10 atenense, no se preocupa madi, not asi que en oro y plata son los griegos mis ricos, y. entre ‘tecirlo, a no ser algiin amante tuye ellos, su rey. Porque tos reyes se benefician de las més Pues bien, si quisieras diriir tus ojos a las raters, numerosas y mayores aportaciones de oro y plata y ade al tajo, las vestiduras, las mantos que se de semanig es Hs sigue existiendo el tributo real, que no es peoueno, rear eee conte aetene actecerrae ¥ se lo pagan los lacedemonios a los reyes we sac (os demas tefinamientos de los pers, te mine {as riquezas de los lacedemonios son grandes compara- 5 sins onearits al darte cuenta de lo baja que queda no das con las de los griegos, aunque no son nada en vcla, ol decor cults si uisierasfijarte en la prndenei cin con las de los persas y sus reyes. Asi lo of en una Cuecoro, Ia desteeza y buen humor, la grandeea da Beit ocasin a alguien muy digno de confianza de tos que sue. len ir a la corte del rey; decia que habla atravesado una comarca muy grande y fértil, de una extensién de una jor. nada de marcha aproximadamente, llamada por los habi. tantes «el cinturén de la reina»; habia otra a la que lla. maban «el velo», y habia todavia otras muchas zonas ¢ 11 Seuin ARSTOrELES (Police 1 9), babi cludadanos muy pobres ST INOFOWTE en Ciropedio (1) coincide en tnas eneraes, ¥ otros exageradamente vicos CARTER ES SEDOSOS, ALCIBIADES | 61 Enis que estaban reservadas para elatavio de ede, SS al ver que ti, tan mediocremente fornado, te propones we a fst zonas Mevaba el nombre de aa ni tivalizar com su hijo. Verdaderamente, ;no te parece ver Uf {08 aderezas, de modo que vo creo que 4 ‘Aewleh le gonzoso que las mujeres de nuestros enemigos jureon iijera a la madre del rey y esposa de Jers Jatt: jor que nosotros mismos edmo debemos ser pars recs, “Se bropone rivalizar con tu hijo el hijo ce Dinémaca, Nacarles? cam Wet Cty0 alavio puede vatorarse en cinewenrs minas “En vista de ello, mi querido amigo, hazme caso ami maga i £180 Mo poses en Erqia un ten ne # la misima de Delfos «eondeete a ti mismon. va gee “ni llega a trescientasfanegasn, se pregumann rarrendida ys svales son éstos y no los que ti crets rive a ne com Aaja #18 Allbiades para proponere ates ue n0 podriamos superar por otra medio que con la api homing StS, ¥ pienso que ella misma iia gos ot avin el saber. Porque siti careces de esas dos enon Hamre no Podia confiar pata su empress os oe cosa cammbién te verds privado de llegar a ser famoso ernre ing hana ae esate ¥ 1 su destreza, que son las dni ariegos ¥ los barbaros, Io que, si no me equivoce, eat dignas de consideracién entre los Briegos. Y si ademas se: ansiando mas que ninguna otra cosa en el mundo. empresa a til tal Alebiadesintenta ahora semen ne ALC. — Pero qué es a lo que hay que aplicarse, $6 J eneloas Sn Biner lugar sin tener i siguiera veins ane crates? :Puedes explicirmelo? Parque parece que estas de a ent haber recibido ninguna formacign, sean ciendo la verdad como nunca trea Se WE Quien le aprecia Te dice que sare cede ibe SOc: ~ Puedo explicartelo, péro debemos hacet una don el ney Peetestionarse y entrenarse antes de vivaioee reflexion comin sobre la manera de perfeccionarnos, Par eee que To que yo digo sobre cémo hay que eduicarse no cy ae denna ate 3 tiene suficiene preparacion, ieee distinto pata ti que para mi. Séto hay entre nosenroc une Caso dedaria ssombrada y pregunaria: «Pere, Oe diferencia Majer a tenta el jovencto?». Y emtoncee ire ALC. — {Cul es? paramos que cuenta con su belleza, su estaving os esti. Soc, — Que mi tutor es mejor y mis sabio que Peri compara a gi faIeMO natural, ster Atiiacee cles, que es el tuyo ees Stade cae ta ae eae ALC. — GY quién es ese tutor tuyo, Socrates? FE MOS hemos vuelto locos. Pienso que tamfnn Lampido, Soc. — Es un dios, Alcibiades, et mismo que no me NE Ae Hotiguides, mujer de Acquidame 5 ae de _permitia hasta este dia hablar contigo. Por la vonfianns bien ets Jo cuales fueron reyes", se aomionnae a dive tengo en el, te digo que iinicamente se manifestart Dien ella, fiiéndose en las disponbilidades ye ke Suyos, 8 ti a través de mi. ALC. ~ Estés bromeando, Séerates ‘ ta aE Hy Um nAronano, put Ano di coone Soc. — Tal vez, Pero aun asi digo la verdad al afir- i ee es eae Bee necesitamos aplicacién todos los hombres, pero an especialmente nosotros. dos. SRAM DIALOGOS DUDOSOS ALCIBIADES 1 6 eee a auere la feeteerier eauivoca, auc. — Si Soc. — Ni tampoco en cuanto a rai S0c. — ZY malo al insensato? QC = Entonces, :qué podriamos hacer? ALC. ~ Sin duda SOc. — No hay que desanimarse ni ablandarse, com Sc. — zo es acaso el rapatero el que tiene sentido pare ra fabricar calzado? GUC = Desde luego, no conviene, Séerates PvALC. — Desde huego Soc. ~ No, en efecto. pero hay que Teflexionar ene. soe. — z¥ es bueno para ella? Jone Me" cafirmamos que estamos dispueston a 5 Me ALC. — Lo es, jores? Soc. — ¥, en cambio, ;no careceria de sentido el za. Ate. — si patero para fabricar vestidas? SOc. ~ 2A que virtud aspiramos? ALC. — Si AUC — Evidentemente, a ta que aspiran tos hombres Sc. — Luego es malo para eso. . habites. ALC. — Si SOC. — jHabites en qué? Soc. — Luego, con este mismo razanamiento, la mis. ALC ~ Es evidente que en el desempeno de Activi. ina persona seria mala y buena dades ALC. ~ Parece que si Soc. — iCuales? {La equitacién, por ejemplo? SOC. — iEstds diciendo entonces que tos hombres bue- ALC. — Claro. que no. nos son también malos? Soc. — Porque en ese caso nos dirgiiamos a os macs. ALC. — No, por cierto. tros de equitacién Soc. — Entonces, 5a quiénes llamas tu hombres bue Ate. — si nos? SoC. ~ sBmtonces te refieres alas actividades navales? ALC. — En lo que a mise refiere, llamo asi a los ea ALC. ~ No. paces de gobernar la ciudad Soc: — Porque entonces acudiriamos a tos ‘marinos SOC. ~ {Pero m0 los caballos? Ae, — si ALC. — Claro que no. Soc. — Emtonces, a cuales? .Quignes son los que las SOC. — {Entonces a los hombres? Practican? ALC, ~ Si SUC: = Precisamente los atenienses hombres de bien S6c. — 2A los hombres enfermos? og NOC: ~ aLlamas hombres de bien a tee sensatos 0 a tc, — No. Jos insensatos? SOC. — {A los navegantes? ALC. — A los sensatos ALC. ~ Tampoco. © S6c.— ¥ no es bueno ef que en cada caso es sen SOc. — (A los que recogen ta cosecha? sato? ALc. — No 64 DIALOGES DUBESES © SOC = GA Tos que av hacen nada oa Ios que hacen algo? ALC. — Me refiero a los que hacen algo. SoC. ~ cHacen qué? Intenta explicarmelo, ALC. — Me refiero a fos que se relaciontan entre ell y tienen (rato mutuo, como vivimos nosotros en las ciy dades, SOc. — Te refieres a mandar a hombres que se rela cionan con otros hombres? ALC, ~ Si Soc. — GPor ejemplo, a tos comitres que utilizan a los remeros? ALC. — No me refiero a ellos SOc. — Porque esta virtud corresponde al piloto. Ac. — Si SOc. — Te reficres emonces a mandar a tos flautis: 4 tas, que dirigen a los cantores y disponen de coreutas? ALC. — Tampoco, SOC. — Porque también esta virtud cortesponde al maestro de coro ALC. ~ Desde luego. Soc. — cEntonces qué llamas Wiser capar de man ALC. — Yo me refiero'a los hombres que panician de ta vida pica y que se Gatan unos soon sea caaz de mandar a tos on Is shad Soc. ~ ZY cual es ene are? Er como si voviers a hace capaz a un hombre de saber manus ase ga ALC. — El arte de ser io SOC. — a¥ qué cencin ctpaca para manda a fos que ALCIBIADES ( 65 participan del canto, de la que hablébamos hace un mo: mento? ALC. — Precisamente la que tii decias, la de maestro de coro. Soc. — c¥ c6mo llamas a la ciencia de los que parti cipan de la politica? ALC, — Yo la llamo buen consejo, Socrates: Soc, — {Pero es que piensas que la ciencia de los pi- lotos carece de consejo? Ac, — Claro que no. Soc. — ¢Entonces hay buen conseja? ALC, — Yo creo que lo hay, al menos para salvar a los navegantes Soc. — Tienes razon. Pero ja qué tiende lo que ti lamas buen consejo? ALC. —A mejorar la administracién de la ciudad y mantenerla a salvo, Soc. — ZY euéles son las cosas con cuya presencia 0 ausencia se mejora la administracién y la seguridad? Es como si tii me preguntaras qué presencia y qué ausencia mejoran cl régimen y la seguridad del cuerpo. Yo te con. testaria que la presencia de la salud y la ausencia de en: fermedad. ,No lo crees wi asi? ALC. — Si SOc, — ¥ si ti de nuevo me preguntaras: «,Qué cosa presente mejora los ojos?», yo te contestaria, de la misma manera, que la presencia de la vista y la ausencia de la ceguera. Y en cuanto a los oidos, diria que por la ausen- cia de Ia sordera y por la presencia de la audicién se me- joran y se mantienen en mejor estado. ALC. — Es correcto. ‘Soc. — ¥ si consideramos una ciudad, ;eon que pre: 66 DIALOGOS DUDOSOS Sencia ¥ qué ausencia mejora y esti mejor atendida ¥ go bernada? © ALC. — Yo creo, Séerates, que ello ocurre cuando hay feelproca amistad y al mismo tiempo estin ausentes odio y las luchas de partidos, Soc. — Llamas amistad a la concordia 0 a la diver encia de opiniones? ALC. ~ A la concordia, SOc. — iY en virtud de que arte las ciudades estan de acuerdo en los niimeros? ALC. ~ Por la aritmética Soc. — z¥ en cuanto a los individuos? ¢No es tam, bién la misma? ALC. = Si. SOc. — 2¥ también cada uno consigo mismo? ALC. — Si Soc. ~ ¥ en virtud de qué arte cada uno esta dé @ acuerdo consigo mismo sobre la longitud del palmo y el codo? {No es por el arte de la medicién? ALC. ~ Sin duda. SOc. ~ c¥ no estén de acuerdo también entre si los individuos y los Estados? Alc. — Si. SOC. — ZY no ocurre lo mismo en to referente al peso? ALC. — En efecto, Soc. — ¥ en cuanto a la concordia de Ia que tii ha- blas, cen qué consiste, a qué se refiere y qué arte la pro Porciona? Y to mismo que se la proporciona a la ciudad, ise la proporciona también al individuo, tanto para él en si mismo como para otro? ALC. — Es logico que asi sea. Soc. — iCudl es entonces? No te canses de mis pre © guntas, sino procura responderme. ALCIBIADES 1 67 ALC. = Yo creo que me estoy refiriendo a la amistad ala concordia que hacen que el padre y la madre estén de acuerdo en su amor al hijo, el hermano con el herma ¥ la mujer con su marido, Soc. — iCrees entonces, Alcibiades, que un marido uede estar de acuerdo con su mujer en cuanto a la ma forse hire ue no sabe corso, que afte? ALC. — Claro que no. Soc. — Ni falta alguna que hace, ya que se trata de un conoeimiento propio de la mujer ALC. ~ Si Sic. — ¥ en ese caso, zpodria estar de acuerdo una 12) mujer con su marido en lo referente a Ja infanteria pesa- da, sin haberlo aprendido? ALC. — Desde luego que no. Soc. — Porque probablemente tii dirias que es cosa de hombres, ALC. ~ Efectivamente Soc. — Luego, segtin tu razonamiento, unos conoci mientos son propios de mujeres y otros de hombres. Aue. — Sin duda. Soc. — O sea, en ese caso no hay concordia entre mu Jetes y hombres, ALC. — No. SOC. — Ni tampoco amistad, si efectivamente la amis lad era concardia ALC. — No lo parece. SOc. — Por consiguiente, cuando las mujeres llevan a abo las labores propias de su sexo, los hombres no las guieren, ' Socrates se est burlando de Alcibiades, pues notmalmente un ma rido no pretende saber esas coses

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