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SOE anon Distribuetén Limi tada SHIC~71/CONP. 19/13 PARIS, 21 do octubre de 1971 Original espaol OPSANIZACION PE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ELUCACION,LA CIENCIA Y LA CULTURA MUSICA TRADICIONAL Y FOLKLORICA EN CHILE por Manuel DANNEMANN Estudio preperaio a peticién de la Unesco para la reunién sobre "La misica tradicional de los paises de América Latina", organizada por la Unesco en Ceracas, Venezuela, del 22 al 30 de noviembre de 1971. De las opiniones expuestas en este estudio responde sélo el autor y no la Unesco, SUIC-71/CONW. 19/15 1 INTRODIUCCION ITSTORICA SOPRE LA MUSICA PRIMITIVA Y FOLKLORICA DE CHILE La Misiea Aborigen Para formar un planteamlento histérico orgfinico y sistem4tico de la misica incigena correspondiente al actual territorio chileno, sofaleré tres distintes grades de ella, en relacién con su localizacién geogrét ica, A. Extinguida en su funcién cultural, y sélo conocida documentalmente por medio de recolecciones hechas en les postrimerias de su existencia. Comprende 1a denominada patagénica, en particular la tehuclche, y la llamada fueguina subdividida en ona, alacalufe y yagana, ambas del extremo sur del pais, Carece- mos de testimonios del lenguaje musical de otros pescadores y cazadores némadas, como los ures, del norte; los changos, que habitaron hasta el centro, y los chonos, pobladores de gran parte del litoral de la provincia de Aisén; asf como tenbign de las culturas preagricolas de las regiones de Arica, Pisagua y Toltel, y de los dieguitas, pertenscientes a la zona que se extiende desde 1a provincia de Atacama hasta la de Coyuimbo., No obstante, de todos estos puebles de tipo primordial (1), nivel del cuel hay que exceptuar el Gltimo e incluir en é1 a los aludidos nficleos pategénicos y fueguincs, se conocen muestras de su patrimonio organogréfico (2), gracias a descubrimientos arqueolégicos y estudios etnogré- ficos, los que destacan, entre los idiéfonos, diversos tipos de campanas de madera 0 de cobre en todo el norte; entre los membran6fonos, algunos tambores, también nortinos, con cuerpo de madera o hueso; entre los aeréfonos, flautas comunes y flautas de pan, construides de pisdra, tiueso, cafia, con una dispersién que abarca desde 1a provincia de Terapacd hasta la de Araveo; ademis de silbatos y ocarinas diaguitas, de roca blenda los primeros y de piedra o greda las se- gundas. B, De débil vigencia y escasa frecuencia de uso, mantenida principalmente por pequefios grunos, en su mayorfa familiares, de s6lidas ccstumbres tradiclona- les. Est& representada por expresiones atacamefias de las localidades de Peine y Secaire, provincia de Antofarasta, y por las de la isla de Pascua, en nuestros @fas cultivadas tanto en ésta como cn le ciudad de Velperaiso. €. De plena o ccnsiderable vigencia y de gran repercusién social comunita- ria. ln esta situacién se halla la misica andina propagada por las culturas de lengua aymara y quecia, en las provincias de Tarapacd y Antofagasta, y asimismo la mepucho y 1a huilliche, que se practican desde les provincias de Arax‘co y Bio-Bio hasta 1a de Llanquthuo, prolengéndose parcialmente 1a segunda a la regién de Chileé, sin quo tengasos vestigioc puros de la picunche, presuntamente implicita en acompefiientos instrumentales folkléricos, como cbservaré en su oportunidad. Respecto de este tercer grado, hay que indicar la coexistencia de una pode- rosa conservacién de factores autéctonos y de una trasculturacién cada vez mis intensa y acclereda, 1a tiltima de les cvales marca el transito de la musica etnogréfica a la folklérica, proceso que expondré en el pérrafo siguiente. SHC-71/CONF.19/13 - pbs. 2 La Misica Folilérica ‘Tres corrientes étnico-culturales han participado en 1a formacién de la misiea follérica chilena: 1a europea, con ostensible preeminencia de la hisp4- nica, de acuerdo con la magnitud, cantided y disemtnacién nacional de ésta, cuyo m&s profundo aporte al cancionero criollo se produjo con la penetracién de ele~ mentos prorrenacentistas, como se aprecia en la supervivencia de romanves (3) y de especies juglarescas que utilizan la décima cantada con caracteristicas mda~ tes (4). Una dertvacién de este caudaloso acervo espafiol en su trayectoria de mestizaje, es la irradiacién folklérica hispanoamericana de oste siglo, consoli- dada en Cite hacia 1950, muy espectficamente con el baile mexicano del corrido, on la actualidad de dispersién nacional, y con el malanbo argentino, trasferido a las provineias de Antofagasta, Aisén y Megallenes, ambas especies coreogréficas ya refolklorizadas. Secundariamente, aparece la contribucién francesa, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, sobre todo en materia de batles descendientes de la gavota y del minuet, como es el caso del cuando, hoy en desuso (5). La inglesa que, por via espafiola, habria introducido en Chile, a principios del siglo XIX, la forma de la contradanza (6), que perdura con el cielito y la pericona. La alemana, a partir de mediados del siglo anterior, en virtud de la colonizacién de las pro- vineias de Valdivia, Osorno y Llanquihuo, y la cual se trasunta en cantos corales festivos propios de reuniones o excursiones de compafieros de estudio o trabajo, y que, probablemente, es la causante de la llamada polca alemana en la zona cen- tral, debido a cauces atin no determinados. Y la yugoslava, circunscrite a la ciudad de Punta Arenas, provincia de Magallanes, de pequefius consecuencias folkl6ricas, y cuyo mejor ejemplo es la cancién Tamo Daleko, La segunda corriente es la aborigen americana. En ella sobresale la inter- veneién incaica, reflejeia en numerosos tipos de cantos y danzas, con su respec- tivo acompatiamiento instrumental, de gran fuerza en 1a provincia de Tarapacé, que decrece, hasta desaparecer, en la de Antofagasta, De mucho menor indice cuanti- tativo es la ingerencia picunche-mapuche, demostreda con la ejecucién de la pifilca men6fona, folklorizada como flauta, pito o pifano, principalmente en las provineizs de Coquimbo, Aconcagua y Valparaiso, y presente adem4s ~s6lo la mapuche- en la coreografia y desempefio instrumental de la fiesta de Indios de Lora, provincia de Curicé, En tercer término se encuentra la exigua participacién negra, cuyas tnicas manifestaciones palmarias perviven en el nombre y movimientos coreogréficos pecu- eres de las cofradias de Morenos, que concurren a las festividades de santua- rios de romerfa, en el norte, y en el estilo de canto responsorial de la especie cuculf del pueblo de Putre, en el departamento de Atica. SUC 71/00N. 19/15 =P II PONMAS FRINCIPALES DE LA MUSICA PRIMITIVA ¥ FOLKLORICA De CHILE Misdea Ind{gena Siguiendo el orden del capitulo primero, recordaré que las manifestaciones musicales tehuslches representasivas (7) eran las relacionadas con el naci- miento, la boda y la muerte, junto con las ocasionales ejecuciones de celo, arco musical con portacuerJas de medera, dotado de una sola cuerda de crin de cabillo © implemento frotador de hueso de céndor o de guanaco. La extensién de estas canciones es breve, con melodfas simples que tienden a la trifonfa y tetrafonia, en un émbito usual de 5a, 0 de 6a., con vigoroso es- tilo reiterativo y frecuentes irregularidaies métricas. La tem&tica de los cantos fueguinos tiene claras afinidades con la de los tehuelchos, de acuerdo con la general y decidida actitud aborigen de interpretar musicalmente las circunstancies trascendentales de la vida, lo que se comprueba con los cantos de los curanderos onas, con los funerarios de los yagenos y con los de trabajo de los alacalufos, complementados por los de mera entretencién. Sin embargo, los yaganos cenotaron una fuerte inclinacién por las danzas y cantos imdtatives zoomérficos, las més de las veces de indole totémica, la que no fue distintiva de los tehuelches. Por otra parte, no emplearon el arco musical, asf como tampoco los dos conglonerados fueguinos restantes y, en un sentido estricto, se dirfia que carecieron de una organografia sujeta a normas de construceién arte- sanal-actistica, pero es innegeble que utilizaron tradicionalmente rudimentarios instrumentos, como los bastones de madera para golpear el suelo en danzas de ceremoniales de defuncién, 0 los silbatos de los nifios hechios con un hueso o un cafién de pluma de ave. En sintesis, los cantos fueguinos presentan cominmente una morfologia basada en un solo motivo, con mayor o menos desarrollo de pequefios elementos que se afiaden a 61; habituales inclusiones complementarias de recitados; un estilo vocal enf4tico, una ritmica trecaica dinémica, un Ambito reducido de 2a. 0 3a.; pero en las canciones onas alcanza a una 5a, y hasta a una 8., diferencia a la que se suman una emisién de voz fragmentada, con pulsacién continua y una aproxi- mactén al denominado tipo melédico escalonado, por empezar en "la nota alta con el meyor volumen y descender arrastrando el motivo paso a paso". (8), La mis genuina micica atacanefia es la del ceremonial agrario del taléfur, realizado al finalizar la limpieza de los canales de riego. Consiste en un canto soleme, salmédico corel, con una melodia trigénica, de cuyo texto postino sus cultores conocen el significado de vnas pocas palabras, por estar en la olvidada y autéctona lengua kunza. En cuanto a su acompatiamiento instrumental, 1 se halla confiado fundamentaliente al putu o putute, un cterno de vacuno que pro- duc# una nota pedal, y al clarin, otro aerGfono, pero de cafia cubierta con hilos de lana de llama, de aproximadamente 1,50 m. de largo, con embocadura lateral, y que, en concordanela con la triada vocal, emite el sol, el si, el re y llega a la octava baja de éste. Completan el conjunto un tambor o caja y una agrupacién de campanas metdlicas, llamada chorimén o cherrimorri (9). SHC-71/CONF,19/13 - pds. 4 La misiea de la cultura pascuense conservé su mayor pure: hasta medindos de2 sigts XIX, épeca en que se iniciara la adopeién de cantos religtosos europeos, seguida del influjo polir4sico a fines de dicha centuria, y de la violenta apa- ricién de elementos internacionales y de mesomisica chileaa ya avanzado este siglo. Como en ei caso de los atacamefios, 1a pérdida del idioma antiguo como medio de commicacién cotidiane, poro propio de los textos posticos de las cancicnes. Ampide a monudo a los cantores percatarse de gran parte cel ooslenido de su re- pertorio, La misica primitive puede clasificarse funcionaimente de esta manera: los cantos de creencias en los esp{ritus que vagan por la isla, vale decir los de aku-aku. Los afectivos por excelencia, subdividides en los de até, concernientes a sentimientos de dolor, muchas veces con una coda de insistencia en el posar, y en los de uté, referentes a la alegria, en especial 1a de amor, que empiezan con una llamada de 3a, ascendente, y cuyas melodias son my ondulantes, een termina- cién de fraze en largas notas mantenidas por uno de los cantantes, que es suce- dido por otro al iniciarse la frase siguiente. Los de miscelénea, llamados de riu, forma que comprende el mayor némeru de viejos cantes y que tiene argumentos para cualquier ccntingencia de la vida, siendo los més hermosos los funsrarios, con cavacter de letanfa y una de las veces como nota pedal, Loc ltidiccs,de kai-kai, reeltados ritmieos que aconpafian la evolucién de las figmas geométricas obtenidas mediante movimientos de un hilo cogide por los dedos meiiicuss y los dientes. Los satirico-jocosos cenominades de ei,que son controversic de dos bandos,con libertad de improvisacién y que recogen propicdades musicales de todos los anteriores. Los de aku-aku todavia son acompafiados de un modo esporadico por las maea, piedras de entyechoque, o por el koho, tambor de piedra colocado sobre un hoyo hecho en la tierra, con arena en el fondo, sobre la cual se pone un calabazo, Las danzas fueron primordialmente cevemoniales, como la propiciatoria del pAjavo manu-tara, ligads a la importancia alimenticia de los huevos de aves mari- nas. Ellas han desaparecido, y en su esrurio reemplazo estén las de procedencia tanitiana y de funcisn erética, de f4cil atractivo turistico. Segtin la tnica investigacién etnomsicolégica integren efectuada hasta chora de esta cultura -fuente de consulta sustencial de esta relacién informativa (10) 1a forma primitive de la cancién pascuense tiene como motivo m4s simple el ascenso ¥ descenso de la voz, motivo que cambia permanentemente en las repeticiones, sin atenerse a normas musicales sino més bien e las modificaciones de los textos. Las empliaciones mot{vicas siguen un curso descendente: al primer grado se agrega otro; "e? sonido secunderio del motivo originario se convierte en sonido princi- pel del scgndo motivo. Sueesivamcnte en 1a misma forma se van generando caden=s de motives hasia conslituir temas bestonte organizados conv se encuentra generai~ mente en los cantos de até" (11). En cuanto a las escalas, se imporen las meno- res, evidenciando una intervélica restringida a segundas mayores y terceras, ente, peculiaridades 2 las quo so suman una esponténca tendencia a la poligonta, efectos timbristicos my inf lutaes” por 1a lengua native, en especial en les nasalizaciones, y divisisn irregular de compases, llegéndose en los kai-kai, a la mera acentuacién stlébica. IC-71/CONF. 19/13 = pois. La miisica antina persiste en localidades precordilleranas y altiplanicas, y su tnico rubro de veal validez indigena ineaica es el coreogréfico, en cl que me- reeen especial mencién el taquirari, el huaifiu, huaino e tualnito y 1a danza de sicuras, El primero atafe tanto a un baile individualizado por su condicién coreogr4- fica orgénica distintiva, coma a un patrén riitmico que rige para diversas dunzas, casi todas folklorizadas. El segundo no s6lo sigue la bifurcacién del anterior, sino que agre: cauce de expresién. [n efecto, es un baile festive, por lo general de pareja, o bien un ritmo importante en varias danzas “olestivas, como las de cuycess, trenza- doras de la vara de 1a fecundided; las de llameras, las de villancicos, las de cacharpayas, designacién de las despedidas; en una u otra situacién tocado con zampofias, 0 pusas, o lacas -los nombren més genéricos de la flauta de pan en Ghile- 0 con lichiguayos, vale decir quenas graves, y la infaltable percusién de menbreaéfones, instrumentos tarbién del taquirari. Pero ademés puede exteriori- zarse a través de solos instrumentales, sin la funcién antes citeda, para lo cual la quena es el medio sonoro m4s apropiado, ln términos basicos, el huaino tiene modo menor y ritmo binario, distribuido en compases de 2/4 (12). Respecto de la danza de sicuras, sus cultores reciben tal nombre por exten- sin del que téene una clase de zampotia de gran tamafio, que tocan simulténeamente con un pequeiio tembor, mientras bailan en efrculo con técnica de paso semiarrastra- do. Durante todo su prolongado desarrollo se mantiene el modo menor y su melodia se ajusta a 1a escala pentdfona, Los factores esenciales que pescen en comin le misica mapuche y 1a Inuilliche permiten un examen conjunto, Teles diferentes nombres no implicen una delimite- cién geogréfica que establezca fronteras msicoles. Como ninguna de las pertenecientes al segundo y tercer grado de 1a sistema~ tizecién planteada en el primer capitulo, ellas emploan y proyectan reciemente un Lenguaje sonuro sustentado en recursos mAgicos, con el propésito de establecer contacto con seres superiores bien definidos, ya sea para solicitar su proteccién © para aluyentarles, sin caer en el panteismo egénico de los atacamefios, ni en la vaguedad de los pascuenses respecto de sus aku-aku, ni en ci liberal dualismo re- Ligioso incaico-cat6lico de los grupes bilinglles eywara y quechua-espafioles. Por lo tanto, a este plano profundamente significativo haré las referencias que com- peten a este estudio de sintcsis, eJemplificéndolo con expresiones misicales de la machi, personaje chaménico por excelenci. La machi utiliza el cultrin, menbran6fono de cuerpo semiesférico de madera, de golpe directo, con un solo parche y piedrecillas redondcadas en su interior, Los cantos de estas chamanes cumplen una funcién m&gico-terangutica, al alejar a los espfritus malignos que provocen las enfermedades. De ahf{ que para Carlos Isamitt (13), la mayor autorided en el estudio de la miisica mepuche y huilliche, su "ayuda a la sugestién hipndética del enfermo les hace tener un sello un tanto leténico; las frases, ritmos o dibujos melédicos se repiten muchas ve~ ces. Su fluir, que parece inacabable, debe realizar tanbién su efecto de encan- tacién unido al que agroga la percusién ritmica del cultrén. Podemos conside- rarlos por esto, como monodias acompafiadas" SIIC-71/COHY.19/13 - ph. 6 Cabe aftadir que le oultura de estos aborigenes oc rica en otras varlodales de eantos, descollando por sus condiciones de sensibjlidad y turnura los amato- rios y los dirigidos a les nifies, singularmente les canciones de cunn. Caracle- rintieas representativas gencrales de le misica vocal son la tundencia a la tetrafonfa y el estilo de inflexiones ascendentes de final de frase, en les in- terpretaciones fomeatnas a menudo en 3as. menorcs. AsdmJsmo conserva wna notable diversidad de danzas, las que reciben una designacién wenérica de Purun. Los unos y las otras obtienen un valioso acompafiamlento inscrumental de le trutvuca =Junto al cultitin, los exponentes més calificades d+ la organografta-, un aer6- fono d3 testa peco mis de tres metros de largo, hecha de una vara de quila, pre- vianente partida en forms Longitudinal para extraerle su corezsn vegetal y luego unir anbas miteties en toda su extensién con una tira de intestino de caballo, poniendo un cuerno de vacuno en su extreno m4s grueso a manera de pabell.én y practicando en el otro un corte diagonal para la embocadura. Sus recursos de eJe- cucién dependen actsticamente de la cantidad del soplo y de la capacidad de resonancia del material. Su melodfa es ondulante, mostrando también en su aco tumbrado glissando de finalizacién, una linea ascendente, de interesante simtl tud estilfstica con la técnica vocal ya citada, y todo su desarrollo esi4 basado en una nota a la que se vuelve después de intentar otras posibilidades melédicas pasajeras, Masica Folklérica Un procedimicnto selectivo overante de 1a misica folkl¢rica también necesita el apoyo de un criterio de localizacién geogréfica, para ccnseguir un pancrana de real validez significativa, donde se aprecie 1a diversidad de géneros y espe- cies en el marco de la unidad nacional. En consecuencia, acogeré aqui la divisién territorial que he propuesto con Aintencién exploretoria en mi Estudio Preliminar pera el Atles Polklérico Musical de Chile (14), en raz6n de la confluencia de los ya mencionados elementos étnico- culturales que hen participado en la configurecién y trayectoria de la misica folklérica, remitiéndone a una sucesién de 4reas, en cada una de las cuales es posible establecer tentativamente un indice de hispanizacién, conforme a la si- tuacién actual de su folklore y al predozinio asignado a este factor en el capitulo primero. I, Area andina. 2° grado de hispanizacién, Desde el l4mite con el Fer y Bolivia, provincia de Torepac4, hasta el pueblo de San Pedro de Atacama, provin- cia de Antofagasta. Examinaré tres expresiones de valor regional: el cachimbe, el canto y danza de aurora de la cofrad{a de los Chunchos y el villancico huachi-ter‘to. La primera corresponde a un baile de monguada vigencia y frecuencie de uso, tocedo con guitarra sola o unida a la mandolina, o bien con conjunton de aeréfonos autéctonos, principalmente quenas, o con bandas de bronccs, derivadas de las que poseen las instituciones militares, y en las cuales encontramos desde trombones hasta trompotas, mis la inexcusable percusién de bombe y caJas. La versién de los coreétonos es 1a mis hermosa y expvesiva; .enriquece la linea melédica y mestr variedad de funciones arnénicas excepeional en el folklore chileno, con un caimés de 6/8 que pasa a 9/8 en su coda llamada terco. Su coreografia es de pareja suelta, con tendencia al paso valseado. Carece de texto pogtico y su funcién es festive. SHC-71/COMP.19/13 - pie. 7 La segunda constituye un homenaje a la Virgen de La Tirana y es una t{pica utilizacion ritwica indfgena incaica con fines religicsos hispanicos, para lo cual se ha adaptado un texto versificado, scquide de movimientes corcoisréficos que culminan con desplazanientos y evolucienes de saltos, con el acompaiiamtonto de banda, ya aludido respccto del cachimbo. Su morfologia m:sical resporde a un solo periodo binario, y su canto, de émbito melédico reducido, se eJecuta al unfsono, contrastendo su tempo y contenido argumental con el bricso ritmo de taquirari -ya indicado- que sirve de soporte coreogréfico fundamental. El villancico en referencia se canta y baila durente la celebracién de la Navidad, con ejecucién de guitarra o acordeén, o cada vez més escasamente de quenas, siendo normal la presencia de bombo y tambor, Su compés de 2/4 confirma a superioridad del ritmo binario, II. Area atacenistio-hispena, 2° grado de hispenizecién, Desde San Pedro de Atacama hasta 1a ciudad de Copiap6, provincia de Atacama. Las coplas cantadas de carnaval con acompafamiento de caja o tambor figuran como el fenémeno folklérico musical m4s distintivo de esta 4rea, con una disper- si6n privativa de ella. Hipotéticamente, su melodia de tres notas podria tener antecedents en los cantos atacanofios. Por ahora expondré que los ejemplos reco- gidos vermiten hallar principalmente una trifonia constituida por si> - re - fa, y una gran semejanza de estructura y estilo vocal con la baguala argentina (15). III, Area diaguita-picunche-hispana. Grado 1° de hispanizacién. Desde Copiap6 hasta las provincias de Valparaiso y Aconcagua inclusive. Me referiré, en primer término, a las lanchas y a la danza, por ser absolu- tamente regicnales. Ambas especies corecgréficas -la primera lleva siomprs esta denominacién plural-poseen funcién ceremonial de homenaje a 1a Virgen de Palo Colorado o a un nifio merto menor de cinco afics, llamado angelito. Sélo presentan misiea instrumental sin melodia, menifestada por una clase de ejecucién reiterada y simple de 1a guitarra. Se pueden describir como una pulsacién m4s que una for- ma propiamente tal, en gran medida a causa de le ordenacién ritmica y de le arménica, ésta con amplios acordes que acentten los tiempos fuertes, y producida por el encadenamiento cadencial de los tres principales acordes del tono, el cual es sol mayor, S6lo dificren en el compfs, que en la primera es de 3/8 y en la segunda, de 2,}. En las dos 1a coreografia alterna pases de zapateado, esco- billado y cepillado, con répidos cambios de midanzas (16). Su mayor intensidad de pr&ctica adquieren en esta &rea los bailes de chinos ~chino, del quechua: servidor-, que sigaifican otra forma de venereién coreo- gréfica a la divinided, en este caso a la Virgen y a seatos patronos de nunerosas localidades. Los grupos de denzantes, cada wo de cuyos componentes est& previsto de una flauta monéfona, con excepeién de los que scMalaremos, se sujetan a estrictas formaciones de dos filas paralelas, encabezadas por el tamborero mayor, seguido dol. alférez o abencevads, quien no baila y acttia de cantor solista, colocéndose al final el tambercro menor y el tocador del bombo. Los movimientos coreogréficos son dirigidos por el tanborero mayor, primando los brincos y flexiones en un reducido espacio y con gran resistencia acrob4tica, a la par del uso constante de los instrumentos, SHC-71/COM.19/13 ~ pag, 8 El canto es de tipo responsorial: el alférez improvisa cuartetas octosila- bac sobre melodias b4sicas de frecuentes variaciones accesorias y con ritmo irre- gular, coreendo el resto del grupo las dos iltimas lfneas estr6ficas al unfsono, ala pauta melédica del abanderado, pero imprimiendo a su réplica un ritmo regular apoyado en la percusién del bonbo. El modo es mayor, El émbito melédico es de una Sa. por regla gencral, y casi todas las melod{as empiezan en la dominente. Los eultores dan mayor impor- tancla al texto poético y al baile que al canto y a la eJecucién instrumentel. IV. Area piounche-hisnana, Grado 1° de hispanizacién en categoria méxima. Desde el limite norte de 1a provincia de Santiago hasta el sur de las provincias de Nuble y Concepeién. Como en ella cobran extraordinario vigor 1a tonada, el canto a lo pueta y a lo cueca, tres de las més primordiales expresiones del folklore misical chileno, si bien la dispersién de 1a dltima es nacional y la de los restantes cubre un vasto sector del territorio, las trataré en este pérrafo de mi estudio. Morfolégicamente, la toneda se caractertza por un periodo binario, con re- peticiones en la primera o en la segunda frase, o también en ambas (aab - abb - aabb - aba), La linea melédica es sencilla, sobre la base de intervalos pequefios. El compés es de 6/8 en la gran mayoria de los casos y normalmente determinado por el acompafiamiento rasguedado de la guitarra, diferenciéndose de esta manera de la cancién, que le tiene punteado y usa el comp4s de 3/4 preferentemente. El modo es siempre mayor. En cuanto a su organografia, como ya queda dicho se impone la guitarra, a menudo con afinaciones propias del folklore, como es la por tercere alta: re - la- re - faf-1a- dot. En algunas oportunidades este instrumento aparece Junto al arpa y raras veces se utiliza ésta sola, En las casas de canto se sume el piano a los ya nonbredos, aparte de una mesita con cublerta de hojalata y lis- tenes de madera, destinada a la percusién manual, denominada tormento o tafiador, pero tal percusién se produce més f4cil y frecuentemente con golpes scbre la tapa arménica de la guitarra. Es imprescindible recordar que existe una fanilia misical tonada, esto es una agrupaciér de especies de distinta funcién social pero con los mismys carac- teres musicales ya indicados, A ella pertenecen el esquinezo, la glosa, los para- bienes, el romance, el villancico -diferente del nortino danzado-, fuera de la tonada comin, de variada temética, con predominio de la amatoria y funcién fes- tiva (17). EL canto a lo pueta implica un complejo comportamiento Juglaresco, musical- mente cristalizado por el verso, una composicién estréfica en décimas, de estilo épico~lfrico, organizacién tem&tica universalista y funcién ceremonial o festiva. La mansra més simple y precisa de establecer clases de versos desde un punto de vista misical, radica en dividirios en los de ritmo regular y en los de ritmo irregular. Ambos se acompatien con guitarra o guitarrén, este tiltimo de tanatio semeJente al de le primera, aunque de caja m&s alta y previsto de cinco érdenes de cuerdas, las que totalizen veinticinco con los dos pares laterales. Esté SHC-71/CONF.19/13 - pag. 9 afinado como la muitarra, con la emisién del mi grave, pero una tercera més abajo, y en el tercer orden -denominado requinta- se reunen tres miD en octavas dife- rentes, por lo que se dan en 41 1a nota més aguda y la m4s baja de las cuerdas sobre el batidor (18). La armonfa de estos cordéfonos se limita a las funciones de ténica y domi- nante y en contalas ocasicnes afiate 1a de subdominente. Respecto de la fraseclo- gia del canto, ella muestra una sintexis bien definida, con cedencias resolutivas en la cuarta y décima linea estréfica. La melodfa tiene un Anbito reducido, con invervalos poquetios, y cuendo la ritmica es irregular o libre, se parece a la del salmédico canto Llano, con el refuerzo de los elementos modalrs que suelen hacerse presente, como ya se dijera, El modo més comin es el mayor, aye he hallado el uso del menor en regiones distantes entre s{, pero sélo en las inter- pretaciones masculinas, de mucho mayor indice cuantitativa que las femeninas. La cueca, otrora zambacueca o zamacueca, danza de pareja suelta con pafiuelo y funeién festiva, es la nacional chilena por excelencia, Probrablemente su ori- gen se remonta a una pantomima incalca precolombina, hispanizada poética y misi- ealmente, En Chile goza de una gran aceptacién desde el primer cuarto del siglo XIX, y su expansién hispanoamericana actual alcanza a Argentina, Bolivia y Pert, principalmente. Su forma estréfica consta de uns cuartota inicial, de una seguidilla y de un pareado o remate, con diversas posibilidades de repeticiones en inclusiones de muletillas, a las que se suman convencionales y esporddicas voces de animacién, Su morfologia musical tiene un solo periodo, usualmente binario y con comp4s de 6/8. La mayorfa de las cuecas se tocan con guitarra, con funciones arménicas de ténica, dominente y menos de subdominante, aunque 1a melodia sugiera el empleo de una o dos funciones m&s, eliminadas por casi todos los ejecutantes, Su modo es mayor, excepto en el norte, y la 1fnea melddica puede decirse que se centra en un émbito habitual de 7a., con una intervélica que, adem&s de 2as. y 3as. mayores ascendentes y descendentes, egrega Has. Justas, 6as. mayores y atin 7as., estas Wtimas siempre ascendentes, asi como también lo es la conclusién de 1a cueca en términos generales, que tiene la clésica Peculiaridad de ser un antecedente de frase. V. Area mapuche-huilliche-hispena. Grado 2° de hispanizacién, Desde el limite norte de las provincias de Arauco y Bfo-Bio hasta el limite sur de la de Llanguihue. La masica folklérica est& representada aqui por cuecas y tonadas, fundamen- talmente, ya deseritas en p&rrefos anteriores. VI. Area chilota, Grado 1° de hispanizacién, Provincia de Chiloé, Se mantiene la cueca como forma saliente, aunque con un aumento considerable de tempo que influye en sus movimientos corecgréficos, y con una ejecucién ins- trumontal que ineluye my a menudo el acorde6n y la percusién de bombo. De gran interés regional son los villencicos, los cantos funerarios desti- nados a los nifios -llamados 4ngeles- con el solo acompafiamiento del membranéfono SUC~71/CONP 19/15 = ple, 10 ya oitado, y lan oraciones cantadas. S81 bien todos ellos rewnen los onracteres rfitmiso-melédicos eseneiales del caneionero hispano-chileno, los dos Giltimos se distinguen en tudo el folklore nacional por su marcada {idole melismAtica, Lou fuctores arcalzantes de esta zona han permitido conserver la artesania y uso del rabel, rastico violin de tres cuerdas, y la préctica de la saloma, canto de trabajo monédico destinado a acieatear personas y animales, VII, Area fueguino-hispana, 2” grado de hispanizacién. Provincias de Ayseu y Magallanes. Las manifestaciones folkléricas musicales de mayor importanela son de orden cor, grafico: la cueca y el malambo de procedenoia argentina, como ya se scfia- lara, sin excluir de esta enumeracién el baile del corrido. VIII. Area antértica, Grado de hispanizacién no mensurable. Carencia de folklore regional, por razones de inestabilidad de poblamento. IX. Area pascuense. Grado 3° de hispanizacién, La superposicién de grupos étnicos sin aculturacién regular y con recientes Antromisiones de influjos musicales internacionales, difioulta la apreciacién de una misica de verdadera calidad folklérica, la que, a mi entender, estaria ges- téndose entre los restos de la cultura musical autéctona en trance de extinclén y los factores tahitianos y chilenos de los tltimos alios, de ahi que estime la imposibilidad de fijar formas folkléricas, como puede hacerse en el resto del pais y, en cambio, pueda afirmar que el fenémeno imperante es, por ahora, la mesomisica, CONCLUSIONES 1, La misica indtgena demuestra una tendencia creciente a la trasculturaci.n, y en algunos casos lamentebles ~pascuense y atecamemia- a la desoulturacisa y a la extincién, 2. En la misica aborigen vigente se destacan los recursos polifénicos pascuen- ses, la riqueza organogréfica y la pervivencia de la pentafonia de la cul- ‘ura andina y las pr4cticas mégiCas de los grupos mapuches y huiliches. 3. La misica folilérica ha llegado a una situacién de decantamiento y homoge- neidad bésica a lo largo de un proceso de preeminencia hispénica, con inte- resantisimas mantenciones de elementos arcaizantes. Lste estado de culmi- nacié: histérica deberé afrontar 2 corto plazo los cambios internacicnules del presente y que permitan comprobar qué cauces seguiré la fultura folklo- rizacién musical. 4. Caracteristicas esenciales de la misica folklérica chilena son: a) Su gran importencta corecgrAfica, con especies de dispersién nacional. b) La vigencia de la tonada, el canto a lo pucta, 1a cueca y el corrido coms fenémenos sobresalientes. 4, 10. le 12, 13. sic-71 /0U LO/US = phy. LL c) Gu mareada sobriedad rftudeo- melédica y arménica, a) Su predominio del modo nuyor, ¢) St morfolosfa eminentemente cerrada, mono o biperiédiea, para con {nite moyordtario de compés binario, f) Diversidad organosréfioa, g) Gron valor comunicativo del toxto poético en los cantos prov. BLATTOU ATA KELLER, CARLOS, Introduecién a Medina, José Toribio, Las Aborigenes de Chile. imp, Universitaria, Santiago, 1952. pp. VII-LXKI. LEMMANN NUTSCHE, ROPERT, Patagonische Gestinge und Musikbogen. Anthropos, II1, Wien, 1908, pp. 916-940, BARROS, RAQUEL y DANNEMANN, MANUEL, El Romancero Chileno, Ediciones le la Universidad de Cnile, Santiago, 1970. 119 ps. GREBE, MARIA ESTER, La Estructura Musical del Verso Folklérico, Estudio Critico de sus Elementos Modales y otros Arcafsmos. ‘Tesis de Licenciztura en Ciencias y Artes Musicales con Meneién en Musicologia. Universidad de Chile, Facultad de Ciencias y Artes Musicales, Santiago, 1965. 76 ps. PEREIRA S., EUGENIO. 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SHC-"71/CONI.19/13 = Ws, 1S 'TLPOS DE ADESUADOS PARA COLECCION UN MUSICA TRADICLONAL CHITANA 20 MUSICA ARORIGEN Danza de sicwas de la cultura sneatca HWuaino de la cultura incalea Taldtur de la cultura atacamena Canto polifinico Ue la eultura pascuense Kai-kai de 1a cultura pascuense Canto de niechd de 1a evltura mupuche Canto anatorio de la cultura mapuche ‘Toque instrumental de trutruca Es posible que se pueda copiar la misica Sueguina grubada por el Profesor vhilono Alberto Medina, 1a que se encuentra cn USA., y que ro es Ja ineluida en la colsceién E.M. von Hornbostel (Ethnic Folkways Library FE 175) Incuestionablemente, los ejemplos atacamefios, pascuenses, mapuches y fregul- ros ser'ion los m&s distintivos de la cultura musical ind{gena chilera, ya que los incaicos se enctentran, con matices diferentes, en Perd y Polivia. MUSICA FOLKLORICA Cachinbo tarapaquefio Canto y danza de cofradia de danzantes Coplas Je carnaval Lanchas y Danza Verso acompafiado por guitarrén Verso acompafiado por guitarra ‘Tonada Cueca Canto de alférez Romance nada de casa de canto Fregén Cancién Pairo Saloma Mi criterio pare esta seleecién se base en la representativided y va- riedad de las piezas musicales propuestes, desde un punto de vista de su valor nacional chileno. Creo que es el criterio vélido y apropiado. Manuel Dannemann R, Profesor Universidad de Chile

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