Obi11 PDF

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a be. (Sonera de Santeria cabana El mito de Obi, el coco sagrado (Este mito tiene su origen en Obara Osé, patrén 6-9, del diloggiin.) De todas las creaciones mortales de Obatalé, Obi era perfecto, puro. Nacido con todas las bendiciones del cie- Jo, Hevaba una vida de caridad y servicio. Viéndose rodeado de pobreza, renunciaba a sus riquezas para socorrer a los ne- cesitados, y era amigo de los mendigos y vagabundos. Suyas eran las palabras de alivio en medio de la desesperacion. Las palabras de Obi eran bondadosas y nunca las pronunciaba en vano, Su belleza interna era tal que su cuerpo se conformé a imagen de esa belleza. Su piel mortal era lisa, suave como el énice; sus ojos, oscuros como manchas de tinta, reflejaban todo lo que le rodeaba. Ninguna mujer tenfa una piel tan suave como la suya y, sin embargo, ningiin hombre tenia una forma més masculina. El cuerpo de Obf era sélido, escultural y templado, pero cuando andaba su flexibilidad era sensual y ritmica, como la musica. Obf estaba tan libre de vanidad y de mal que Ol6fin le bendijo otorgéndole la vida eterna. Enton- ces la belleza interna de Obf, potenciada por el aché de Ol6- fin, se reflejé todavia més externamente. Obf irradiaba blan- cura y pureza. Todos los orishas estaban de acuerdo en que no habfa nadie més radiante ni mas hermoso que él. Para los nacidos después de la creacién de los humanos, Obf era conocido como el coco, fruto de un blanco brillante y deslumbrante. Su piel era como el mérmol, iridiscente como Ja nieve virgen; sus ropas, siempre inmaculadamente limpias y planchadas, reflejaban el resplandor del sol y de la luna. ‘S6lo las ropas de Obatalé estaban més limpias que las suyas. ‘Cuando Obi caminaba durante el dfa, cegaba la vista de los que le rodeaban y todos los orishas se maravillaban de su magnificencia, Aunque elevado por su humildad y su actitud respetuosa, el ego de Obi fue creciendo lentamente a lo largo de los siglos Para entender al orisha Obi 23 hasta que egé a creer que no habia nadie mas bendito ni is importante que é1. -Si la belleza es un don de Olédumare —musitaba Obi—, jonces soy el més dotado. Sin duda es por todas las buenas ‘as que he hecho sobre la tierra. Nadie merece la belleza y locuencia mas que yo. leggué, que conoce todas las cosas, supo que la oscuri- como un cancer en el corazén de Obi. Muchas ve- i6 a Obatalé, pero cuando éste miraba al elevado que habia creado sélo veia en él la perfeccién. Eleg- iegé a presentarse ante Ol6fin, pero éste atin estaba ce- por su propia magia, que habia elevado a Obi al estatus orisha. Su aché habia conseguido que la luz interna del we irradiase al exterior; la belleza de su creacin que- Itada por su blancura, y ni siquiera el que era dios tierra pudo ver més alld. Como tantos otros, Oléfin la belleza fisica con la pureza espiritual. Y esa pu- fa quedado manchada. Finalmente ocurrié que Oléfin dio una gran fiesta para to- os orishas en su opulento palacio. Obi pasé muchas se- \s preparéndose para esa fiesta, encargando nuevos ro- ie debian ser confeccionados con las mejores telas, con blanco y resplandeciente terciopelo. Sélo se usaron los més puros, que fueron cosidos por los costureros de 's mas limpias. Una vez acabados, los ropajes blancos aban profundamente con su piel oscura. El poder de ‘a reforzaba la blancura, y juntos brillaban y resplande- to que parecia que Obi era la fuente de toda luz, que suyo. Se sintié satisfecho. Lleg6 la fiesta y Obi asistié a ella, seguro de que no habria tha mejor vestido ni mas magnifico que él. o habia legado pronto, Obi observé desde la distancia la de los dems orishas: Yemayé en su vestido de espu- +has, del que colgaban piedras preciosas y perlas as; Oshtin en sus terciopelos amarillos més elegantes, y

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