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BORIS GROYS La posdata comunista ‘Traduccidin de Griselda Marsico (cRUcE] cruce casa editora ‘fruo nIcWat Das hrm Rots ermanuccoe Gnas Meo ‘oumcen: Ande Moneys yKlektvye Dein AQUETACION¥ OER cre as eitre "tls coo sant inDICE Introduccién 4. Laverbalizacién de la sociedad 2, Laparadoja.en el poder 3. Eleomunismo visto desde afuera 4. Elgobiemo de los lésof delametanoia jadministr Introduccién El tema de este libro es el comunismo. El modo de hablar s0- bre el comunismo depende de lo que se entienda por comu- nismo. En lo que sigue entiendo por comunismo el proyecto ica para delat que la_po- ‘Ga opera con palabras: con argumentos, programas y resolu- Sone or er en emer ¥ disposiciones. La revolucién comunista es la transferencia de la sociedad desde el medio del dinero al medio del len- guaje, Es un turn en el plano de Is praxis social; ‘porque no aléanza con definir al ser humano como hablante, ‘como lo hace en general la filosofia moderna, sin perjuicio de todas las sutilezas y diferencias que distinguen a las di- -versas posicionesfilosdficas. Mientras viva bajo las condicio- nes de la economia capitalista, el ser humano necesariamen- te permaneceré mudo porque su destino no le habla; porque siel humano no es interpelado por su destino, tampoco pue- de responderle. El acontecer econdmico es anénimo y no se _—— puede expresar con palabras. Por es0 no podemos diseutir con él, no podemos hacer que cambie de opinién, convencer- lo, persuadio, ponerlo de nuestro lado recurriendo a las pa labras. Sélo podemos adaptar nuestro propio comportamien- to aese acontecer. Contra el fracaso econémico no se puede argumentar, como tampoco el éxito econémico necesita fun- damentaciones discursivas adicionales. En el capitalismo, Ja confirmacién 0 refutacién definitiva de Ta aecién hum: ‘fa no és verbal sino econémica, No se la expresa con pala- bras sino en cifras. ¥ asf queda abolida la lengua como tal Recién cuando el destino deja de ser mudo y de gober nar en un plano netamente econémico, cuando es objeto de tuna formulacién verbal y de una decisién politica desde un principio, como sucede en el eon vierte realmente en un ser que existe en la lengua y a través de la lengua. El humano accede ast a la posibilidad de argu- mentar, de protestar, de agitar contra las decisiones fatales. Tales argumentos y protestas no siempre muestran su efee- to. A menudo se los ignora o incluso se los reprime, pero en si no carecen de sentido. Tiene su sentido y esté justficado reaccionar ante las decisiones politicas en la lengua como ‘medio porque las propias decisiones han sido formuladas en la lengua como medio. Bajo las condiciones del capitalismo, en cambio, toda critica y toda protesta necesariamente ca- recen de sentido; porque en el capitalismo la propia lengua funciona como mercancia, es decir, es muda desde el origen. Los discursos erticos 0 de protesta se reconocen como un éxito si se venden bien, y como un fracaso si se venden mal. De modo que estos discursos no se diferencian en nada de todas las demas mercancias, que tampoco hablan (o que s6lo hhablan pata hacer autupublicidaad) La critica del capitalismo no opera en el mismo medio en el que opera el propio capitalismo. Puesto que el capita- lismo y su critica discursiva son incompatibles en términos de medio, no pueden encontrarse jamés. Primero hay que transformar la sociedad, verbalizéndola, para Iuego poder criticarla con sentido. De modo que se podsia reformular la famosa tesis marxiana segiin la cual la filosoffa no debe in- ismo, el humano se con- terpretar el mundo, sino transformarlo: para que la sociedad sea criticable primero tiene que volverse comunista. Esto ex- plica la preferencia instintiva por el comunismo que tiene ‘cualquiera que esté dotado de conciencia ertica, porque s6lo el comunismo lleva a cabo esa verbalizacién total del destino humano que abre el espacio para una critica total. La sociedad comunista puede definirse como una socie el dad en Ta que el poder y su critica operan en el misino ine: dio, Por lo tanto, si ahora nos preguntamos si el régimen de Ta antigua Unién Sovietica puede considerarse comunista ~y esta pregunta parece ineludible cuando se habla hoy de co- munismo-, a la luz de la definicién dada anteriormente la respuesta a esa pregunta es que sf. En términos histéricos, a Uni6n Soviética fue més lejos que cualquier otra sociedad anterior en la realizacién del proyecto comunista. Durante los afios treinta quedé definitivamente elirninado todo tipo de propiedad privada. Eso le dio a la ditigencia politica la posibilidad de tomar decisiones independientes de los inte- reses econémicos particulares. No es que esos intereses ha- yan sido sofocados. Simplemente ya no existian. Todo cit dadano de la Unién Soviética trabajaba como empleado del Estado soviético, vivia en una casa que pertenecia al Estado, compraba en los negocios estatales y viajaba sirviéndose del transporte estatal por el territorio del Estado. 2Qué intereses econémicos podia tener ese ciudadano? Solo el interés de que al Estado le fuera:mejor para que el ciudadano pudiera sacar més provecho no importa si legal o ilegalmente, me- diante el trabajo o la corrupciGn- de ese Estado. De modo que en la Unién Soviética imperaba una identidad funda- mental entre el interés privado y el piiblico. La tinica coer cin externa era de cardcter militar: la Unién Soviética te- nnia que defenderse de sus enemigos externos. No obstante, ya en los afos sesenta el potencial militar del pafs era tan grande que un ataque militar exterior podia calificarse de sumamente improbable. A partir de entonces la dirigencia soviética no tuvo conflictos “objetivos’, no tenia oposicién interna y tamipoco era sometida a coerciones externas que pudieran limitar su poder administrativo interno. De mane- " za que pudo permitirse que sus decisiones practicas estuvie ran guiadas tinicamente por su propia razén politica, por sus ppropias convicciones internas. Claro que fue su raz6n pol tica, puesto que era la razén dialéctica, la que lev6 a la diri- gencia sovietica a eliminar el comunismo por propia y libre decisién, Pero esta decisién no modifica el hecho de que sea necesario pensar que el comunismo tuvo su realizacién en la Unién Soviética. Al contrario: como se mostraré en lo que sigue, fue esta decisién la que completé la realizacién, la ma- terializacin, la encarnaci6n del comunismo. En todo caso, no se puede decir que la Unién Soviética haya fracasado econémicamente, porque el fracaso econérni 0 s6lo es posible en el mercado. Pero en la Unién Soviética no existia el mercado. De modo que no se podia constatar “objetivamente’, es decir en términos neutrals, extraideold gicos, el éxito o el fracaso econémico de la conduccién tica, En la Unién Soviética habja determinadas mercancias que se producfan no porque tuvieran salida en el mercado sino porque cuadraban con la visién ideolbgica del futuro comunista, En cambio las mercaneias que no se podian le- gitimar ideol6gicamente no se producian, Esto concernia a todas las mercancias, y no solamente a los textos o imagenes de la propaganda oficial, En_el comunismo sovietico toda. mereancia se convertia en_un_enunciado ideolégicamnen- te relevante, as vel capi >. todo enw “conv a, Se podia comer, vivie, vestirse como” omunista; 6 como no comunista, o incluso como anticomus a. Por eso en la Unién Soviética se podia criticar y pro testar contra los zapatos 0 los huevos o las salchichas que se ofrecian en las tiendas de la época de la misma manera que se podian eriticar las doctrinas oficiales del materialis ino histérico, y con los mismos conceptos. Porque esas doc trinas tenfan el mismo origen que los zapatos, los huevos y las salchichas: las correspondientes decisiones del politburé del Comité Central del PCUS. Todo To que era en el comunis. ‘mo era como era porque alguien habia dicho que debi. otra manera, ¥ todo lo que ha sido decidido en la Ieiigua puede también ser objeto de una critica verbal De modo que la pregunta por la posibilidad del comu rnismo est muy vinculada con la pregunta por la posibili- dad de gobernar, de organizar, de administrar politicamente en la lengua y a través de la lengua. Esta pregunta central se puede formular de la siguiente manera: ;Puede la lengua como tal ~y en caso afirmativo, en qué condiciones llegar a ejercer una coercién suficiente para que se gobierne ala sociedad por medio de la lengua? [Esta es una posibilidad que suele ser directamente negada: en especial en nuestra época esta muy difundida la concepcién de que la lengua en sies totalmente débil, totalmente impotente. Esta concep- i6n refleja correctamente la situacién de la lengua bajo las, condiciones del capitalismo. En el capitalismo la lengua es, en efecto, impotente]Partiendo de esta nocién de lengua por Jo comin también se supone, y no careciendo de todo fun- damento, que en el comunismo los aparatos de dominacién se caracterizan por actuar detras de la fachada de la lengua oficial y por obligar a la gente a aceptar la lengua del poder. Esta sospecha, en efecto, parece estar suficientemente con- firmada por la larga historia de las represiones politicas en los paises comunistas Pero asi queda abierta la cuestién de por qué esos apara- tos de represién actuaban a favor de una concepcién ideo- légica determinada, y no, por ejemplo, a favor de las otras concepciones, alternativas. Porque la lealtad de los aparatos ‘a una ideologia determinada no se sobreentiende. Paa que esos aparatos se vuelvan leales y mantengan su lealtad pri: ‘mero hay que persuadirlos. De lo contrario se quedan quie- tos y no actiian, tal como ocurrié en el final de los Estados comunistas de Europa del este. Ademis, bajo las condicio- nes del comunismo no es posible separar limpiamente estos aparatos del resto de la sociedad, porque en una sociedad compuesta exclusivamente de empleados del Estalo -y la sociedad soviética era esa clase de sociedad~ la cuestién de quién reprime a quién y cémo no se plantea del mismo ‘modo que en las sociedades en las que los aparatos del poder estan separados de la sociedad civil de manera més 0 menos limpia, Por lo tanto, si hablamos del poder estatal en los Es- tados comunistas no podemos olvidar que ese poder era co- municado a través de la lengua, con érdenes y disposiciones que podian ser obedecidas 0 no. Esto es algo que los dirigen- tes de los patses comunistas entendian mucho mejor que sus adversarios. Por esa razén esos dirigentes invirtieron tanta fuerza y energia en darle forma a la lengua de la ideologia oficial y conservarla, y cualquier desviacién minima de esa lengua les provocaba una profunda confusién. Porque sa bian que aparte de la lengua en realidad no posefan nada; y que si perdian el control de la lengua perdian todo, La propia doctrina marxista-leninista tiene una nocién de la lengua que, como no es infrecuente en ella, es amt valente. Por una parte, cualquiera que conozca esta doctri- na ha aprendido que la lengua dominante siempre es la len- gua de las clases dominantes. Por otra parte, también hemos aprendido que la idea que se ha apoderado de las masas se convierte en fuerza material y que el propio marxismo tiene (0 tendra) éxito porque esta en lo cierto. En lo que sigue se mostraré que precisamente esa ambivalencia es lo que im- porta cuando se da forma a la sociedad comunista. Pero pi mero nos ocuparemos de otra cuestién: cémo debe funcio- nar la coercién “ideal’, lingdstica, que puede “apoderarse” de los individuos y eventualmente también de las masas, para transformarse asi en una fuerza revolucionaria, generadora de poder. 1. La verbalizacién’ de la sociedad En la tradicién filos6fica occidental fue Platén el primero en elevar la lengua como medio a la categoria de medio del poder total, de la reorganizacién total de la sociedad. En su Repiiblica declara el gobierno de los fildsofos como telos de la evolucién social. Platén define al filésofo como aquel que, + Enlalengu genet yen algunos lenguses expciakzados (rami, pelagoi, Plcolgi) verbo versvochlicher iene el mismo lance que verbo en exp sign poner en palabras expresar, dale forma verbal sigo Enel contest de fa Alowfiahabermasana, por oa pate, mustantveVersprocNchg ha i aco como lingstzacén eg Haber Ua ingen del sar’ en Teoria de la acincomanicatve ta de Mane jms Redondo, Madrid Taurus, 1987 Thy 111160), emi sido adoptado también en a prodecn en exp sbire sa sect del foot de Habermos. Sin embage,intoduct ngs y ling 2a ena presente tedccn brs significa, nuestro ju vcentar on texto que secaracrea por lessens determinate y nslogimon ycuynestaegiadiscasie, ‘onsite fundamentamenton sprtar ala clridad expos la scbiedad tngtticn or tata, decdimos realizar el mise movimiento que el utr ens lengua ot inal adopt una plabra ya exinentey ampli uslgfiend, ese va conven fnel exo a put dela definions que dl autor y de so contested Elector por lo tnt, deberd tone present exe dro expel de verblcaciny or tread deberi ener en cuenta qu ets scepin nev entra encompetenia on tna arepein qesen oe contest Sx, encontard tei como Unga INdela a diferencia del sofista, no representa, egitima y defiende los intereses privados, parciales haciendo uso de la lengua, sino que piensa el todo de la sociedad. Pero pensar el todo de la sociedad significa pensar el todo de la lengua que habla esa sociedad. En eso la filosofia se diferencia de la ciencia o del arte, que especializan la lengua de una manera u otra. La cies _cig pretende hablar vinicamente una lengua que esté exenta de contradicciones, que sea logicameénte correcta, EI aité pi ‘onde Viablar una Tengua estéticamenté ambiciosa, La filoso- ia; én cainbio, es un uso de la lengua que interpela al todo de la lengua, Pero pensar el todo de la lengua e interpelarlo “significa necesariamente pretender gobernar la sociedad que hhabla esa lengua. En ese sentido, el comunismo se sitéa en la tradicién platénica; es una forma moderna de platonismo practicante. Por eso resulta obvio buscar en Platén la prime ra respuesta a la pregunta de cémo la lengua puede ejercer tuna coercién suficiente, una coercién que le permita al ha- blante ejercer un gobierno sobre y por medio de la lengua, En opinién de Sécrates, el héroe de los diélogos platdni- os, la capacidad de persuasién que irradian los discursos pulidos, bien construidas, de los sofistas de ninguna manera aleanaa para gobernar|La coercién suficiente sélo puede ser la coercién Iogica. Es la evidencia légica de un discurso lo Uinico a cuyo efecto no puede sustraerse quien se ve confron- tado con esa evidencia, Sin duda, quien oye o lee un enuncia- do evidente puede decidir contradecir deliberadamente ese enunciado para afirmar con esa resistencia su libertad inter: na, absoluta, subjetiva en relacién con toda coercidn externa, incluida la coercidn logica. Pero como se dice en estos casos~ ni él mismo se creera” esa contradiccién] Quien no acepta como tal lo logicamente evidente queda escindido interior mente y debilitado por esa escisién, en comparacién con el que acepta y dice s{a la evidencia. Aceptar la evidencia I6gi ca fortalece, en cambio negarla debilita. AIK se manifiesta, para la filosofia clésica, el poder de la razén, que s6lo con la Tengua, con la légica, con el ejercicio de la coercién légica, es capaz de debilitar interiormente ~y en definitiva también de vvencer- a los enemigos de la razén, que niegan lo evidente. [ Pero la cuestién que se plantea es de qué manera se pue- de y se debe generar tal evidencia légica. En. principio se puede suponer que en un discurso la evidencia légica se pre- senta cuando ese discurso no contiene contradicciones in temas y por lo tanto es coherente, consecuente en su argu ‘mentacién. Usualmente, el modelo de este tipo de evidencia es la matemiética, En efecto: quien se vea confrontado con el enunciado a+b =b + a, dficilmente podré sustraerse a la evidencia de este enunciado. Pero goémo se presenta la cevidencia logica en una argumentacién politica, que no se basa en axiomas y teoremas matemiéticos sino que intenta formular qué es bueno y qué es dafino para el Estado? Para Platén, el crterio del discurso ligicamente correct, cente, también parece ser ~por lo menos a primera vista~ su coherencia, es decir, la ausencia de contradiccién inter- na, Si Sécrates diagnostica una contradiecién interna en un orador, su discurso queda de inmediato descalificado como no evidente, y el propio orador es desenmascarado como no apto para el ejercicio justo del poder en el Estado. Las pre- juntas de Séerates rompen la superficie pulida, centellean- te, de los discursos sofistas y dejan al descubierto su nicleo contradictorio, paradgjico. Se comprueba que estos discur- 505 s6lo superficialmente parecen tener cohesién y coheren- cia, pero que en su estructura interna, légica, son confusos y oscuros porque son paradéjicos. Por eso estos discursos no sirven como manifestaciones dl pensamiento claro, eviden- {e, sino sdlo como mercancias en el mercado de las opinio- ‘nes, La eritica principal que Sécrates dirige alos sofistas es, ‘que sélo componen sus discursos por la paga. Aqui se mani fiesta la primera determminacion de la paradoja. La paradoja cardcter paradéjico se convierte en mercancia. ~— [Pero cSmo conseguir que Ta Tengua sea completamente evidente, de modo que ya no pueda circular como una mera rmercancfa oscura en el mercado de las opiniones sino ser vir a la autorreflexién transparente del pensamiento? Por ue recién con una lengua cuya evidencia no es s6lo superfi cial, sino intrinseca se puede generar la coercién légica que esté en condiciones de gobernar el mundo. A primera vista parece plausible que tal discurso completamente evidente debe estar exento de contradicciones, ser coherente, Idgica- mente correcto. Los intentos de generar de manera sistema- tica este tipo de discurso exento de paradojas comienzan a mds tardar con Aristételes y subsisten hasta hoy. Pero el lec- tor atento de los didlogos platénicos advierte que[Sécrates de ninguna manera se esfuerza por producir a su vez un dis- curso coherente, exento de paradojas, Sécrates se conforma con descubrir y poner en evidencia las paradojas de sus ad versarios. Y con raz6n, porque ya al descubrir las paradojas oultas tras la superficie de los discursos sofistas la evidencia resplandece con tanta intensidad que los oyentes y lectores de los didlogos platénicos se fascinan con ese resplandor y yano pueden sustraerse a él por mucho tiempo. Alcanza en- tonces perfectamente con mostrar, dejar al descubierto, reve Jar la paradoja oculta para hacer surgir la evidencia ria Resulta innecesario generar después un discurso exento de contradicciones,El lector conffa en las palabras de Sécra- tes gracias a la evidencia irradiada Gnicamente por las pa- radojas que él descubre. A la luz de esta evidencia Sécrates cconsigue el derecho de hablar en mitos, ejemplos y similes sugestivos; y consigue que a pesar de eso le crean. Sécrates tampoco afirma jams que un discurso genuinamente exen- to de paradojas, es decir, en el fondo un discurso sofistico Perfecto, un discurso no sélo superficial sino intrinsicamen- te coherente, sea posible o incluso deseable. Al contrario: S6- crates no sélo descubre las paradojas en los demas sino que 41 mismo se instala en una paradoja al posicionarse tinica mente como “flésofo’, es decir, como aquel que si bien ama y busca la sabiduria en el sentido del discurso completamen- tw exento de contradicciones y autoevidente, no dispone de sa sabiduria y con toda probabilidad jamés dispondré de ella No puede existir el sofista perfecto.{El ideal de un dis curso totalmente exento de contradicciones sera siempre in- alcanzable. Y en el fondo es innecesario. or lo tanto, Sécrates se dedica a poner al descubierto las aradojas que diagnostica en los discursos sofistas sdlo en apariencia con una intencién critica, es decir, con el objetivo de limpiar esos discursos de su carécter paradéjico. Lo que Sécrates muestra es_mas bien que ningtin discurso puede evitar set ontradictorio, El pensamiento genuino, st por “pensar se entiende descubrir la estructura interna, légica de ‘un discurso, no puede describir la natucaleza logica de ese discurso sino como autocontradiccién, como paradoja. El lo 405 es paradéjico. S6lo la superficie retérica de un discurso puede comunicar la impresién de la ausencia de contradic- ciones. La comprensién socrdtica de la naturaleza paradéjica e todo discurso, de toda manifestacién, de toda opinién, se correlaciona, por cierto, con el reclamo democratico de que todos los discursos y opiniones estén equiparados. Bajo las condiciones de la libertad de expresién democratica las opi niones, en efecto, no pueden subdividirse en opiniones “co- herentes”o “verdaderas" y “no coherentes” o “no verdaderas’, porque semejante subdivisién serfa a todas luces discris toria y antidemocratica. Seria antidemocritica porque ria la igualdad de oportunidades de las epiniones y daiaria su competencia libre y usta en el mercad abierto de las opi- niones. El axioma del mercado democratico di 1 libre circulacién de las opiniones sélo se ppuede decir que algunas opiniones son més populares o tie- nen més posibilidades de ser mayoritarias que otras, sin que so las vuelva automaticamente “més verdaderas’. Contra un prejuicio muy difundido, Nietesche es uno de los pensadores mis concecuentes de la democracia y al mismo tiempo el profeta del mercado libre, porque elimina el favorecimiento del “discurso verdadero” y proclama la equiparacién légica de todas las opiniones. Seria absurdo y ademés directamente reaccionario intentar reintroducir una distincién entre o niones verdaderas y no verdaderas. Hay que constatar, mas bien, que toda doxa es paradéjica. Como ya lo ha mostrado ‘Sécrates, in bajo las condiciones de liber ‘ie realidad Porque la mayorfa cree que sus opiniones contradicen otras opiniones, se oponen polémicamente a otras opiniones, pero de hecho esas opiniones sélo se autocontradicen, Todo ha- blante dice lo que cree querer decir, pero también dice lo “opuesto, La contradiccion interna, Ja paradojalidad interna slo que caracteriza por igual a todas las opiniones que ci culan en el mercado libre de las opiniones. Por eso el fildsofo puede pensar lo compartido, lo total de todos los discursos y trascender asi el mero opinar, sin por ello reivindicar la verdad de la opinién propia. El filésofo mas bien no tiene ‘ninguna opinién propia: no @ un sofista. El pensamie filoséfic el plano dé Ta'opinién individual, sino en el plano transindividual de lo que todos los discur 308 tienen en comiin en términos légicos. Este plano més profundo, légico, que trasciende la superficie del mercado libre de las opiniones, es el plano de la autocontradiccién, de la paradoja que constituye la estructura légica interna de toda opinién. (La tinica diferencia entre los discursos sofis, tas y el discurso filosofico esta en que el discurso filosofico tematiza explicitamente la autocontradiccién que los discur- 306 sofistas pretenden ocultai.]Por lo tanto, cuando Platén en su Repiiblica afirma que Ios fildsofos, es decit aquellos que por definicién no son sabios sino que simplemente aspi- ran ala sabidurfa, son quienes deben gobernar el Estado, se trata de una paradoja; que para Sécrates evidentemente es tuna paradoja méxima, de modo que permite capturar la na turaleza paraddjica de todo discurso. Esta paradoja de la cual se vale Sécrates para describir su propia situacién no debe er eliminada, no debe ser superada, pero tampoco debe ser deconstruida: esta paradoja es més bien To que fundamenta Ja pretensién de poder politico del fildsofo. Queda claro ast que para Platén s6lo la paradoja es capaz de generar la evi- dencia necesaria para gobernar el mundo mediante la coer- cién ldgica. El Estado plat6nico se basa en la evidencia de adoja, y e8 administrado por la paradoja. El-defecto principal del discurso sofista no esté en ser paraddjico, sino ‘icamiente-en.dcultar su cardcter paradéjico, En lugar de dejarla resplandecer, el sofista oculta esta paradoja detrés de » la superficie pulida de un discurso que sélo en apariencia es coherente, lgicamente correcto; la paradoja queda asf encu- bierta. La paradoja deja de ser entonces un lugar donde se toda claridad la estrictira Iogica del lenguaje y se en cambio en el miicleo oscuro del disca Ieante, mticleo donde el oyente inexorablemente sospecha la esfera de accién oculta de intereses privados, manipulacio- nes secretas, apetitos no confesados. Porque los intereses y Aapetitos, como se sabe, son oscuros y ambivalentes. Se pue- de decir que el discurso sofista sustituye la paradoja légica- ‘mente evidente por la ambivalencia oscura de los sentimien- tos. El trabajo del fildsofo, en cambio, consiste en hacer que se ilumine la naturaleza puramente ldgica, lingtistica de la paradoja, para sacar asi a la lu el nticleo oscuro del discur: 80 que s6lo en apariencia es légicamente correcto y a Ja vex convertirlo en luz. El sofista es un empresario que ofrece la superficie vacia del discurso urdido coherentemente a todos los que quieran ocultarse tras esa superficie. El verdadero encanto de la mer- cancia lingiistica que ofrece el sofista no es tanto su super- Ticle Togicamente correcta como el espacio oscuro detrds dé ‘a superficie, donde el cliente puede instalarse con como- didad, Se seduce al oyente para que se apropie del micleo ‘oscuro del discurso sofista y lo ocupe con su propio interés, Dicho de otro modo: el discurso que oculta su propia estruc- tura paradéjica se convierte en mercancia porque invita a penetrar en su interior paradéjico. Pero todo discurso que se presente como légicamente correcto es un discurso sofista, Fl espacio oscuro de la paradoja, que se oculta tras la super ficie del discurso construido con coherencia, amas se puede liminar del todo. Es cierto que las reglas de la logica formal pretenden excluir la paradoja por completo, Pero por lo me- nos desde Russell y Gadel sabemos que también la matemé- tica es paradéjica, sobre todo cuando los enunciados de la ‘matemitica se refieren a si mismos y al todo de la matem4- tica, La autorreferencialidad del lenguaje de todas formas es inevitable. Claro que se puede lisa y lanamente prohibir ha- blar sobre el todo del lenguaje, sobre el logos en sf, como en. N su momento lo reclamé Wittgenstein, Pero semejante prohi bicién no sélo es innecesariamente represiva sino que a su ‘vez es autocontradictoria, porque para poder prohibir hablar sobre el todo del lenguaje hay que hablar sobre el todo del lenguaje. En iltima instancia, todo enunciado puede ser in. terpretado como un enunciado sobre el todo del lenguaje, porque todo enunciado es parte del todo del lenguaje. El discurso sofista parece coherente sélo porque es par- cial, porque se afsla del todo, porque encubre su propia Te- lacién paradjica con ef todo del Tenguaje. EI sofista alega ‘a favor de uiia posicién determinada aut Sabiendo que ala vvez hay muchos argumentos a favor de la posicién contraria En el afin de construir un discurso coherente y consecuen- te, el sofista sélo utiliza en su discurso los argumentos que fortalecen la posicién que él defiende, y omite mencionar todos los posibles argumentos en contra, De esa manera el sofista sustituye el todo del lenguaje por el todo del capital més importante d ‘so construido con coherencia finge seguir es el tertiam non ‘el tert 10 del le flico de las pasiciones, cada tn de las cuales defiende de manera coherente y consecuente determinados intereses privados, parciales, particulares, lleva en iiltima instancia a la conciliaci6n. En una disputa de esta clase, la coneiliacién es imprescindible porque es lo tinico que puede establecer la paz entre las partes en litigio y mantener asi la unidad de toda Ia sociedad, La conciliaci6n tiene en realidad la forma de la paradoja porque acepta y afirma a la vez dos enuncia- dos opuestos, A y No A. Pero a diferencia de la paradoja, la conciliacién no se formula en un medio constituido por la Tengua sino por el dinero; porque la conciliacién consiste en {que tanto los que sostienen A como los que sestienen No A de Ia contraparte. En este tipo de compensacién econdm a también se compensa econémicamente a los sofistas que hhan argumentado a favor de ambas partes. Por lo tanto, se puede decir que cuando la paradoja es sustituida por la con: ciliacin el poder sobre el todo pasa de la lengua al dinero. La conciliacién es una paradoja a Ja que se le paya pare que. Tose muestra come paradols El ildsofo, en cambio, deja que la paradoja oculta resplan- dezca en toda su evidencia logica. El brillo resplandecien te se debe en primer lugar al efecto de la sibita franqueza, del desocultamiento de lo oculto, de Ia puesta al descubier- to de lo que antes estaba detrés de la superticie. Mientras Ja paradoja que estructura el interior del discurso sofista se mantenga en la oscuridad, ese discurso necesariamente es- tard bajo la sospecha de ser manipulativo y de servir a inte- reses oscuros. El filésofo confirma esa sospecha al poner al descubierto el nicleo paraddjico del discurso sofista. As esa sospecha revierte -aunque s6lo por cierto tiempo- en una confianza incondicional en el filésofo que ha efectuaco la puesta al descubierto. El destinatario del discurso sofisia es el pueblo, Pero el pueblo es desconfiado por principio. Muy especialmente desconffa del discurso pulido, bien construi do, elocuente. Puede ser que se admire al orador por su elo- ‘cuencia, pero no se conti en él, Sécrates hace suya esa des confianza del pueblo. Agita contra los sofistas en nombre de la desconfianza del pueblo. No por casualidad en sus discur s0s siempre se hace mencién elogiosa de los artesanos, como Jos que construyen naves o los médicos, y se los contrapo ne como modelos positivos a los mentirosos sofistas. 2er0 al mismo tiempo Sécrates afirma la supremacfa de los que se ocupan del todo, de la totalidad, y que no se dedican sola ‘mente a las ocupaciones parciales, como hace la mayoria del buebla Es dei que tambidnenelaspeco tei gia d que saben’, y al mismo fansooak con e Diieblo. Asi consigue ehojar a todos por igual. Pero es0 106 Te preocupa mucho al filbsofo, porque el filésofo no pretende seducir, sino conducir. Para eso no necesita lo oscuro, sino la luz. El filésofo pretende ser un gobernante que fascina, ilumina, deslumbra y guia con la luz de la paradoja revelada, Claro que el complicado juego de confianza y desconfian: za que siempre vuelve a producir el efecto de evidencia no le- {ga a proporcionar una explicaci6n suficiente de la naturaleza especifica de la evidencia que surge en el discurso filos6fico que revela la paradoja. Esta evidencia tiene un carécter muy especial, porque se relaciona con el todo. La paradoja es el fcono de la lengua en su totalidad; porque la patadoja con siste en que A y No A pueden ser pensados y considerados verdaderos simultineamente, Pero el todo de la lengua no es otra cosa que pensar la unidad de todos los posibles Ay No A; lo cual se sigue ya del hecho de swefle Ja paradoja se pue- den derivar todas las proposiciones de Ta lengua segtin las re- glas de la logica formal. La paradoja es el icono de la lengua porque abre la perspectiva hacia el todo de la lengua] Pero la paradoja no es més que el {cono de la lengua ~y no, digamos, su imagen mimética~ porque no reproduce una totalidad de lalengua ya existente desde siempre, previamente dada, sino que hace surgir esa totalidad como forma por primera vez. El icono como representacién de la tradicién cristia rna es una imagen de ese tipo, que no tiene modelo, porque el dios de la religién cristiana es invisible. La paradoja que descubre 0 més bien crea el fil6sofo es un icono del logos en su totalidad que posee e irradia una evidencia absoluta precisamente porque esa evidencia no puede ser ensombre- cida por la comparacién con el original. No obstante, la luz de la evidencia que ha generado la puesta al descubierto de tuna paradoja puede haberse agotado con el tiempo. Como dirfan los formalistas rusos: la paradoja se “automatiza” con el tiempo. y por eso ya no se la percibe como paradoja sino casi como una obviedad. Y entonces la paradoja se oscurece, ‘como se oscurecen los fconos viejos con el tiempo. Cuando pasa eso, la paradoja en cuestin debe ser restaurada 0 susti- tuida por una nueva paradoja, por un nuevo fcono del logos. lato que no todas las paradojas se convierten en paradojas ic6nicas que irradien un resplandor tan intenso de eviden- cia y expongan con tanta luminosidad el todo del logos que el excedente de evidencia que producen alcance para hacer u que la filosofia gobierne todo el campo politico por lo menos por un cierto tiempo historico. Allo largo de toda su historia la filosofia siempre ha inten- tado descubrir o inventar nuevas paradojas para prevalecer sobre la parcialidad del discurso cientifico y politico, La his toria de la filosofia se puede presentar como una coleccién de paradojas icénicas, cada una de las cuales irradia su pro~ pia evidencia sin contradecir a otras paradojas, porque las pparadojas no pueden contradecirse. Por esa raz6n las llama- das teorias filos6ficas, que en realidad no son tales, pueden coexistir pacificamente, mientras que las teorias cientif.cas compiten entre si. Ya en la refundacién de la filosofia occi dental por parte de Descartes la voluntad de la paradoja tivo un rol decisivo: la subjetividad pensante fue entendida por Descartes como lugar y medio de la duda. La epojé cartesia- na respecto de las opiniones contradictorias con las cuales se confronta constantemente el filésofo como oyente y lector, no significa otra cosa que la decisién de vivir en la paradoja, de tolerar la paradoja, porque la decisién de suspender todas las opiniones es légicamente tan paradéjica como la decisién de aprobar negar todas las opiniones. El resplandor de evi- dencia emitido por esta paradoja iluminé toda la moderni- dad. Y fue esta sola paradoja la que hizo plausibles las argu- mentaciones en apariencia coherentes, metodologicamente correctas de Descartes, cuya evidencia légico-formal, obser- vada con mayor detenimiento, es més que problematica La evidencia de! método cartesiano es una evidencia prestada, prestada por la paradoja que constituye el punto de parcida de este método. Mas tarde la epojé cartesiana fue repevida por Husserl en otra forma. Su método fenomenolégico, su puestamente evidente, también vive de hecho de la eviden- cia de la paradoja que constituye la epojé fenomenolégica En las iltimas décadas se ha intensificado incluso con siderablemente la biisqueda de nuevas paradojas brillantes, sobre todo en la filosofia francesa. Més alld de lo que pueda decirse en particular sobre Bataille, Foucault, Lacan, Deleu- 2e 0 Derrida, hay algo que esta fuera de discusién: hablan en paradojas, aprueban la paradoja, aspiran a una paradoja “Sone el materia dletien Yl mats histric pp. 140177 [Geshe der Kormunisischen Patel der Sowjetunion (Bochenl) ~Kurzer Lebrgang, Belin ed, 95, cap. 4 (93 1933). Menschewiki und Bolichewik in der Peis der SoiypinschenReaktion Forming er Bolschewt 2 ener slitindgen maristscen ante, “To dence und hitorschen Materialism pp. 83103. dad: "Por eso, el método dialéctico entiende que ningtin fe- rnémeno de la naturaleza puede ser comprendido si se le en- foca aisladamente, sin conexién con los fenémenos que le rodean."(p. 142) Y més adelante Stalin remite a formulacio- nes de Lenin al respecto: “Dialéctica en sentido estricto, es “dice Lenin- el estudio de las contradicciones contenidas en la misma esencia de los objetos” (p. 146) Y Stalin declara entonces: "Tales son, brevemente expuestos, los rasgos fun damentales del método dialéctico marxista.” ibid.) Queda claro asf que para Stalin el todo del mundo es in- trinsecamente contradietorio y que esas contradicciones a la ver se reproducen constantemente en cada cosa del mundo. Por lo tanto, entender el mundo significa entender la contra diccién que define la configuracion del mundo en un mo mento dado, La dinémica de la evolucién social esté deter- ‘minada para Stalin sobre todo por las contradicciones entre base y superestructura. Las fuerzas de produccién jams se expresan simplemente a través de las relaciones de produc- cidn y sus respectivas instituciones culturales. La superes: tructura no es tn meto reflejo pasivo de la base. Porque el orden institucional y la reflexién tedrica jamés pueden re flejar con neutralidad, con objetividad, el grado de desarro Tio de las fuerzas productivas. Puede suceder més bien que Ja superestructura se atrase con respecto al desarrollo de las fuerzas productivas, y por lo tanto demore el desarrollo 50 ial, o que preceda a ese desarrollo y por lo tanto lo impulse conscientemente, En el primer caso se trata de una superes- tructura reaccionaria; en el segundo, de una progresista Tor un lado, Stalin afirma “Esto quiere decir que, ett po a, para no equivocarse y no convertirse en una coleccién de vacuos sofiadores, el Partido del proletariado debe tomar ‘como punto de partida para su actuacién, no los ‘principios’ abstractos de la ‘raz6n humana’, sino las condiciones con- eretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la fuerza decisiva del desarrollo social; no los buenos deseos de los ‘grandes hombres, sino las exigencias reales impuestas 4 WL Lenin, Aus dem philsopischenHachlf Rin, 963 p28 eV Leni, Cuca lft, Buenos Ate Esato, 96,248) por el desarrollo de la vida material de la sociedad,” (p. 155) Pero por otro lado, las ideas no son una cuestién secunda: ria: “Pero las ideas y teorias sociales no son todas iguales. Hay ideas y teorias viejas que han cumplido ya su misién Y que sirven a los intereses de fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de la sociedad, su mar. cha progresiva. Y hay ideas y teorias nuevas, avanzadas, que sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la so- ciedad. El papel de éstas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva, siendo su importancia tanto més grande cuanto mayor es la exactitud con que res- ponden a las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad. [..] En relacién con esto, dice Marx: ‘La teoria se convierte en una fuerza material tan pronto como prende en las masas'(C. Marx y F. Engels, Obras Completas,. I, pig. 406). (p. 156)" Stalin rechaza, por lo tanto, a los tedricos que se niegan a conceder a la superestructura un rol activo en el proceso his- t6rico. Pero al mismo tiempo argumenta contra la otra des- viaci6n, la opuesta, que exagera el rol configurador de la su- perestructura: “El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos los populistas, los anarquistas y los socialrevoluciona: ios, se explica, entre otras razones, porque no reconocian la importancia primaria de las condiciones de vida material de Ja sociedad en cuanto al desarrollo de ésta, sino que, eayendo en el idealismo, erigian toda la actuacién préctica, no sobre las exigencias del desarrollo de la vida material de la socie- dad, sino, independientemente de ellas y en contra de ellas, sobre ‘planes ideales’y ‘proyectos universales’, desligados de la vida real de la sociedad.” (p. 155) Por lo tanto fla historia es descripta por Stalin como un proceso impulsado por la contradiccién permanente entre Ia base y la superestructu- rade a sociedad en el que ninguna de las dos parté puede prevalecer. Pero la cuestién central que se plantea es la del medio en el que surge esa contradiecién que impulsa el proceso histérico. 4 CL Kael Mar, Coa de a lose del derecho de Hoge ra de A Ry MH ‘A Buenos Aires, Eliciones Noevas 1968.30.

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