Sennett Laconcienc Delojo

You might also like

Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 22
out ae E a 2 | SENNETT, Benard, La concieaua del je. PRIMERA PARTE o Madnd . versal, 199 4 ' @ = creel (4, Cease hao Sombras interiores | | e Richard Scune dl . The Gngaance oF the Cye- gies chen team eee j | I 5 x ® @ 3 Et refugio Interior y exterior Lis ens el Arviguo-Tesumento 0 separaban la vida espiticual de ninguna experiencia mundana, Al fyeal qos fon prego as clones ootinen oi les waehth coimada de las plagas divinas, det milagroso separarse de los ma- res, de las voces que hablabian desde las zarzas en llamas. Dios siempre estaba presente. Al contrario que los griegos, sin embargo, Ias genes que aparecen en al Anvguo Tesamleno se considersban némadas desarraigados. El Yahvé del Antiguo Testamento era de hecho un dios némade, su Area de ls llanea ers pondil 9, en palabras de Harvey Cox, te6logo, -cuancio por fin se apoderaron fos filsteos del Area, los hebeegs empezaron a dave coena de gue Yah a sguiera estaba dere de cll. Viajaba con su gente con un pueblo, por doquiera.! Yahvé era, pues, mas bien un dios del tiempo, que_tn dios del luger, un dios que habia prometidoa sus fieles dotar de significacién divina a su desdichado peregrinar. |\ ‘La _errancia y la exposicién eran consideradas como conse- cuenclr de fe, deform tv invensa ene los primereseiiapos como entre los jucios de! Antiguo Testamento, El autor de la -Epis- tola a Diognatus-, en el momento culminante de la gloria del lm- perio Romano, proclamé que 1. Harvey Cox, The Secular City, edicibn evisads, Nuews York, Macmillan, 1966, 9.49. Leconciencia delaje 19 BOo00ad oOo a »¢ OGGeo wo (0s cristianos no se distinguen del resto de la bumanidlad ni bor a ligar de procedencia 9 te resdenes it onpeen a lengua y sus costumbres. ¥ es que no habitan en ciudades que les ertenezcan (-.) ni practican tampoco un estilo de vida extraor- inario (...) Habitan en sus propios paises, pero solamente en calidad de transetintes (...) Culguier pats exiranjero podria ser Para ellos ta patria, pues hasta su patria es un pais extranjero? Esta imagen del némada 6 : ada en perpetua errancia lleg6 a ser una dle las vias a través de Ins cuales San Agust as cuales San Agustin clefinié las dos ciuda- des en La ciudad de Dios i Serene Hoy sabemos que Cain consiniyé una ciudad, mieniras que Abel, como st mo fiuese mds que un peregrino de paso por la tiem, 70 construys ninguna. No en vano la verdadlera Ciudad de los x Satios se halla ext el cielo, aunque aqui en la tierra dé fa existen. a | : Cla a ciudadanos que por ella vagan com idanos que por ella vag no si fueran de peregrinaje | Ja través atet tiempo, en pos del Reino de la Etemidad Este -peregrinaje a ccavé sclel tiempo, y no el esabieciniento Sn un determinado lugar, extrae su autorizaci6n de la negativa de Jestis ane sus discipulos, a quienes prohibié expresamente que de desinir el Templo de Jenusaten centea en experiencias propias dela dislocacion espirieal y dela carencia de pati y de hogar. Los terorespropios dels enpesten 2¢ hallan en el coraz6n mismo de-nuestca imaginacion religose Nuestea fe no estuvo nunca en pie de igualdad con el lugar, ya ai hasta nuestcs propios dioses eran dadlos a a enrancin con aot en tempos de Agustin estaba ya model esta resistencie pity tual al aseatamiento en un determinad luge. La chutes ce Dios le ‘Agustin, iene su arianque en el Saqueo de Roma por los homies de Aluric, acaecido en agosto cle aio 410. Agustin sin un pres sa nrayoria de sus contempordneos, sobre tode por'el heche de 2 Tadeo iad por Jada ea, jet Prgh Raven, Yale University Press, 1985, pp. 49-50. - Ann a edad Dts Sa, CSL, 983 20° Senneie [ : | [ ‘que las iglesias cristianas no resultasen perjudicadas por los barba- ros. Cuinndo hubo de responder 2 las acusaciones de Volusianus y de algunos otros, segiin las cuales Ia Cristiandad habia socavado Ia voluntad cle combate de los comanos hasta agotarla, lo pas6 fraa- ccamente mal para defender a sus corteligionarios; basé su defensa en que era posible ser a un tiempo tun buen soldado y un buen cristiano, precisamente por estar abismalmente In guerra separada del mundo de la experiencia. Y ante In acusacién de que la cris- tiandad floreceria sobre Ins ruinas del Imperio Romano, Agustin respondié que aunque Dios, sirviénclose del instrumento de las, horas de los barbaros, habia acabado con los infieles, el cristiano ino estaba llamado a insealarse en calc de amo y seftor destinaclo a ceconstnuir Roma, dado que su deber era un deber de alma, y no tun deber manual. Las dos ciudacles de Agustin son, asj pues, dos _ ‘grupos de seres humanos, 2 los cuales llamamos “ciudades" de acuerdo con el uso especial ques este vocablo se da en nuesieas Escrituras- Ese uso de la ciudad! tiene por ‘objeto describir dos formas de autoridad, -clos pirdmices de leakades.’ en ver de luga- res propiamente dichos, Para los cristianos de los tiempos de-Agustin, en ténninos generales, el conflicto entre vida espiritual y experiencia muncana se interpreta como un conflicto que se-pfoducia en el interior de todo ser humano; el cristiano se comprometia en esta batalla espi- ritual tanto si vivia o habia vivido en’las casas donde los paganos habian crindo a sus hijes como si no, (anto si se bafiaba donde Ios paganos se hubiesen baitado como sino, y desce luego hacia uso de los cemplos dedicados a Minerva o a Apolo para alabar a Jests Con todo, el libro de Agustin podria constiuir el fundamento teolégico de una civclad cuya arquitecturs, cuyas formas urbanas dieran un hogar a los intranquilos y.2 los descontentos, Ello es asi porque Agustin creia en la visi6n religios:~en cuanto acto conere- (0 y perceptive, y ao como simple metifora verbal. La -visién celigiosa- habria de conducir, a Ia postre, 2 una vida interior que terininaria por cobrar forma materializada en cristal y en piedra Desde aquellos tiempos, y hasta hoy en dia, nuestra civilizacién se | ha propuesto estar al menos a ta par del desarraigo espirtual, ‘tanto mediance el ojo como mediante la palabra 4. Agustin, De cfitate Det 141.1218. 5. Peter Brown, Augustine of Mio, Berkeley, Universiy of Cafornia Pees, 1967, p. 314 La conciencia del ain 20 SDOSGO9OVDA: 3 Oe IUGeWSEOG Tan pronto anuncia sus dos ciudades Agustin asume ya la naturaleza de la visién. Como ‘i dijéramos, una sombra de esta Ciudad Etema se ha proyectado sobre la tierra, como profética representacién de algo todavia por venie, y no como presentacign verdadert en el tiempo. En este pasaje, la visién adquiere un tinte distintivamente cristiano. Para Agustin, Ia -sombra de lo eterno, Que no es sino una impalpable insinuacién de la fe, proyecta a su yez otra sombra, una mezcla de luz y de tinieblas que resulta palmacia a simple vista, canto para el creyente como para el incré dulo: -En la comunidad de este mundo, asi pues, encontramos dos formas; tna que es la apariencia visible ce la ciudad terrenal y otra ‘cuya presencia se manifiesta como sombra de la Ciudad Celestial: \Su concepto de la -visién religiosa- supone algo muy similar a la percepcion, en cimaca lenta, cle una imagen que rebotase a Jo largo de un corredor repleto de espejos. Dicha imagen cuenta con una propiedad hano peculiar: cuanto més se aleje cle su frente espiritual, cuanto mis se acecque a la vida cotidiana, mas Facil serd verla. La sombra resulta mucho més definila que ta fuz que la crea Esta sencilla proposici6n sugirié 2 Agustin el proceso mediante el cual los incrédulos pueden llegar a ser creyentes. Quienes mis necesitados estin de Dios, léase los incréclulos, pueden encontrar. Je mediante (una simplicisiina) utilizacién cle sus propios ojos. Bas- &2 con buscar de déndle proviene Ia imagen, basta con hallar fa luz que proyecta esa sombra tan claramente delineada. La fuente de luz queda definida como el punto en que termina ese lacguisimo corredor. El bidgrafo modemo de Agustin, Peter Brown, ha mencionado este -efecto estereascépico- como un principio rector que organiza los argumenios dispuestos alo largo de La ciudad de Dios? Agustin comienza con algo pagano y conocido, para aAadirlo a otras icleas mas dificiles, pero atin paganas, hasta que de promo, como si se hubiese recorrido de golpe ese tinel visual, se llega a su extremo y aparece cevelads una imagen por éompleto cristina El cristiano que se limite a seguie su mirada tecminacé por encontiar 4 Dios Para Agustin, el ojo era un 6rgano de Ja conciencia, al igual que para Platén; cientamente, el trmino griego que significa eoria £8 theoria, que a su vez significa -mirar, -ver- 0 —en el uso moder. 6, Agustin, Ca eincel e Dios. 7. Been, op. cit, p. 306, 22 Sennen 1no del vocablo, que combina la experiencia fisica de Ia luz con el conocimiento—, -ilminacién-. De (odos modos, esta vision reli- sgiosa no era una sibita iluminacién, como Ia que se produce al accionar el interruptor de Ia luz en una habitaci6n a oscuras. Era preciso implicarse en una busqueda que iba a durar toda Ia vida a fin de dar con la fuente de la luz Entre los paganos contemporaneos de Agustin, Ia vida en ‘cuanto busqueda se entenclia en términos de acccién en el mundo, tal como en un principio la concibi Homero. Por ejemplo, los hombres se proponian restaurar el honor cle sus familias, vengar uni antiquisima afrenta, mediante Ia busqueda del. enemigo a lo largo de kx vida eterna. La bisqueda cristiana, en vez de una saga dle accién, estribaba en Ia busqueda de Ia fe.que emprenctian un hombre o una mujer, es decir, se trataba cle una bisqueda en todo caso més vuelta hacia el interior. En las Confesiones de Agustin, cuando el santo goza por fin de su momento de iluminacién, siente que acaba de suceclerle algo que Hevaba toca la vida persi guiendo, a pesar de no haber sabico nunca qué era fo que deseaba Mas tarde se convencié intelecwalmence de su propia adhesién religiosa, aun cuanclo todavia cacecia de la plena iluminacién de ia creencia religiosa. Es evicente que s6io al final se alcanza a ver la uz La propia nocién que enteafia ese -encontrar Ia fe, como si Dios estuviese escondido, crea vina honds incertidumbre. El paga- no, al igual que el antiguo hebseo, a0 tenia ninguna duda sobre las presencias divinas, Estas presencias se percibfan en el fumor del viento entre los Arboles, en el hecho de que una plaga azotase vwna ciudad, Para Agustin, el hecho de encontar la fe implicaba antes bien una reforma de los poderes de percepcién propios de! ser humano: era preciso volver a aprender a mirar. A pesar de todo, no existia ninguna (ranula que el cristiano pudiese aprender ex gna escuela, ni en tx oracién, ni mediante un ejemplo, a la manera soeritica, que le insteuyese en fa mejor manera de encon- tear su camino hacia el lugar desce el cual emanaba aquella I. Los griegos habian concebico ese -estar centraclo en et mun- do-, como ya he dicho, en lo que denomiaaban sopbrosyie, que se puede teaclucir como gracia o eguilibrio. Ese ideal griego puede explicarse en términos moclernos cuando de un bailarin 9 una bailarina se dice que esta bien centrado en su cuierpo; los griegos imaginaron una especie cle giruscopio espiritual que refrendaba el concepto cle equilibrio fisico. El centro espirital de Agustin no era La concincin dl on 23 t)& GOUUVEuUy l fie! de una balanza; no era fa suya una basqueda en pos de la sophrosyme, El cristiano que emprendia la busqueda de su centro spiritual podia perder 2 lo largo cel proceso toda guia que le Proporcionasen las cosas tal cual eran; de ninguna manera podia CSO 50 G8OGGO cuanto ciudad dentro de la ciudad, en cuanto elemento discontinue cle otras formas de vida, por lo demas seglares, En la ciudad de Cordes, en la provincia francesa de Tam, sé ve que este proceso de orquestacién de la ‘clacidad sagrada ha tenido lugar en el plazo de un siglo. Cordes era una bastide, es de- cit, una guacnicién fonificada, separada del castillo del sefior que habia fundado dicha bastide, Cordes fue fundada por el Conde Raimundo VII de Toulouse en 1222, tas la estela de las guerras albigenses, que habian diezmado la poblacién local. En el plano Original, las casas se abrazaban a una enorme muralla de forma oblonga; por espacio de unos cuantos arios se construyeron, a la lsanza romana, dentro de un entcamado regular. Hacia 1273, sin embargo, las guerras ya no eran sino vn lejano recuerdo, y a la Siucad se le ororgé el derecho de albergar un mercado, de manera que la Iglesia de Saint-Michel se empez6 a construir en la cima de la colina que habia sido la sede de Ia bastide original. Se teata de Una de las iglesias mas exquisitas de finales del siglo soa, el barrio de casas de esta rica y pacifica ciudad nueva se esparcié al azar Tal contraste en la relacién horizontal del enfoque y el desenfoque se reforzo en términos también venicales. La relacion de Ia altura con la fe no es privativa del cristianismo, ai tempoco {0 ¢s la relacién opuesca, de la profundidad con el mal. Los primeros escritores islimicos imaginaron el universo en forma de embudo cuyos circulos concéntricos corresponderian al cielo y al infierno, a la manera de Ia Divina Comedia de Dante. La diferencia que existe entre el constructor de una mezquita medieval y el acquitecto sristiano solamente incide en el plano de la representacién, La religion del constructor de la mezquita prohibia la representacion Pictoriea de imagenes sageadas, afin de impecir la idolatra, y esta Prohibicién se extendié a los. edificios, que de ninguna manera debian imitar a Dios. En cambio, el constructor cristiano, al igual Que el pintor religioso, deseaba hacer explicita la Fe a los ojos del reyente. La planta cruciforme de las iglesias imita sin lugar a dudas el sufrimiento cle Cristo en ta cruz; igualmente explicta resulta la Ascension, registrads en aquellos extraordinarios esfuerzos por ‘construir hacia lo alto, : Las aguias que vemos en miltiples iglesias. medievales son adiciones del siglo sx; la altura, tal como fue originariamente con. Sebida, era cuestién de mirar hacia lo alto desde el interior, en el acto de la oraci6n, y de disponer asi de una experiencia visual de 'a Ascensién. No deja de ser interesante comparar el efecto de 30 Senne 3 decimonénicas con la altura original de a iglesia cuanto més, mejor, y en este caso, cuaato mas alto, mAs espirtual. De hecho, las adiciones solamente consiguen que la esteuctura sumer su eso 3 pane super, 8 ques agus no gua dan ing poporién conn bse. Enel nts cmb en cechumbre ms aja menudo ane precnmenc leit de. seado que se bUscS mis aelat ene exter: a veda et perecamenteclbada dene de J esta, de modo que lo ue in hci Io ako wisn dud ssa muy eos pole Si destino, lorie da echumbre, todas. eb con todo desl, Eat como se ve [spa infso del Cio, Es a precitn de a forma esr ro else mato del ei Gio, lo que logis conseguir exe efecto, S tomas vn edificio totalmente moderno -el interior ce la nave central de I Cac de tj he Divine en Nueva York pot eemplo—,obsersans que su nero perceptible mas levado que el de [a nave dea ete de Rover, que es del Medievo: a nave de 5 Joho inmensa, pero a de Rouen inspira temor y reverencia. En ls less medicals originals la rect ena ala era sufktemte para exblecer vn dominio wel que prevaleia sobre as ans horizontales de lo seglar. Ademnis, la clardad vertical y fa clara horizontal esaban ierseaconadss. ta lubeek'medievs, por eempio,conabs con cinco isis principles, en ninguna Gon ee alive de a elle, aunque st guneabs elcn sina de sus edos, de maners que desde culguier punto de uibeck era posible alae la micada y lecalizar cualquiera de ella alana ences ou poe Is formas especies 2 construccién de Ia ciudad medieval experimencaron iamensas Raison a oeamiene teeta ares ees a orgenizs el cero reat de Bremen que es cade st cs ds al ero, senna en func des woken co- mercial Las ciudades medievales Kalianas conservaron «aato las tics acta (one beer Te nts wise en juego una cantidad muy superior de légica eer aes escnniein ia napa Ge ead coe ciudad haosetca de Rostock. Con (d,s el epasio we: diane defncones que contaxasen con la freularidaé sea foe una carecteruca que defn el wanisno cecdenal, Lae cludades msulmanas cootemporinas nea han wazado une 2 jance distincién entee lo sagrado y lo seal, entce Ia mezquita y Lnconciontia detoje 31 VOUGUwWYY mercado; durante la época romana de muchas ciudades cristianas, Tos acueductos se disefiaban con icéntico cuidado que los temples. El centro religioso dle ta ciudad cristiana tenta.que.cumplic con la prometicia obra de protecci6n; San Agustin habia prometiclo que a medida que el errante de la religion empezase a ver con mayor claridad, pasaria a gozar del cuidado de Dios. Las reglas cristianas de los santuarios datan de la Edad Media: no es posible dar captura aun enemigo en el interior de una iglesia; quienes se encuentren en el interior de una iglesia, o de un monasterio, tienen derecho 2 los alimentos y al cuidlado, en caso de estar enfermos En tiempos de Isidoro, el tejidlo ucbano estaba apenas realizado; los campos y los bosques a menudo aparecian contaminados por las propias murallas de fa ciuclad, Hacia el siglo x, el tefido de las ciudades cespondia a una hechura mas prieta (salvo en las ciudades que carecian de murallas, como son los casos de Canterbury 0 Gloucester). La expansion de la ciudad sacra entré en colisién con Ja expansin de Ia ciudad seglar. Cierto es que toda la ciudad seglar medieval que rodeaba a la iglesia era un tinico mercado. Sus habitantes hacian sus compras y sus ventas en cualquier lugar, en las calles, en las plazas o en las casas. Las plazas en que se celebraba el mercado nit siquiera eran centros seglares dentro de Ia ciudad ya que ello habria granjeado al espacio seglar una especie de paridad con el centro sagrado, Las plazas de mercado rara vez obedecian a un determinado disefo; lisa y lanamence, eran oc0s tanios de los espacios en que se reabia Ia mercancia, se regate’ba y se vendia, espacios que abundan ruidosamente por todos los espacios abieros. Cientamente, los gremios mecievales disponian de sus espacios reservaclos en las iglesias, ya que @ menudo eran los que respaldaban la construcccién de Ia propia iglesia. En estas condiciones cle continua expansion, como iba a servir la iglesia de baluane contra el mundo? En ciudacles cuyo origen fue el de ser monasterios, como es el caso de Magcleburgo (Alemania), 0 cle Saint Gall (Suiza), una cle las maneras de establecer los santuarios era colocatlos en los espa- cios directamence adyacentes a Ia iglesia, que pastban a ser terra de nadie. Aunque Ia masa y la altura de las iglesias, asi como los dlemis edificios, daban sombra y cobijo del viento, con lo cual podria haberse fomentado el comercio, la separaci6n tajante que existia entre lo sagrado y lo seglar prohibfa tales usos. Esa feanja 32 Senneee | i i e ( i acta mostraba que los propios términos de la vida cambiarian tan pronto como se ingresara en ese nuevo espacio, Esta interrupcion Pred en corno a [a iglesia lo que se ha dado en llamar una zona de inmunidad. Alli se instélaban los mendigos; ali se transportaba a fas viedinas de una plaga que todavia siguieran con vida. Tal era también el Iuigar en que solia abandonarse a los recién nacidos. Em el lugar en que todos los necesitados se ganaban el derecho a ~ que otro les cuiciara. Originariamente, el atrio situado ante la iglesia formaba parte de esta zona de inmunidad (el atrio, de forma regular y algo elevaco sobre el nivel del suelo, es més una excensién del inex dle la iglesia que una 20na perteneciente estrictamente al exterion). Con el tiempo, el stro pas a ser un lugar en el que se célabraban rituales piblicos, como representaciones de teatro, 0 se pronuneiaban cliscursos dle contenido politico, mientras que la zona abierta del santuaiio se resolvi6 en una serie de jarclings situados tris 7 en los laterales cle Ia iglesia, en los huecos que formaban los conteafvertes. Tales eran las 2onas de transicion, e5 decic, wn exterior a pesar de todo apanado de ly ciudad, destinado a crear et silencio del centro la palabra catedral, que aparece por vez primera en la Alta Edad Media, no hacia referencia tan s6lo al edificio cle la iglesia, no tambign a la resicencia.y administracion cel obispo, @ wn > mercado especializado y destinado a servic a las necesidades de los eclesidsticos y al bével-Diew en el que se cuidaba de los enfer- mos. Este conjunto de edificaciones operaba segin las mismas regins que regian en la zona abierta de inmunidad. Si ua habicance de una ciudad modecna pregunta a dénde puede clrigirse para solictar ayuda, primero es estrictamnsnte necesario definic la exacia condlicién cle su inquietucl: una persona afectada de sila lo clescu- brird gracias a un méclico, y asi podra defini los servicios especifi- cos que precisa gracias a un asistente social, 0 a un abogado, para ponerse clespués a buscar el mejor lugar en el que pueda procurarse dicha ayuda. En Ia ciuciad medieval, el espacio abierto y Ia cons- ‘ruecién del santuario hacen que dicha busqueda se invierta: una persona necesitada acuclia en primer lugar-al sitio en que dar ayuda era algo obligntorio, y después se calibraba la nacuraleza cle su dado para, de ser posible, procurarle el remedio acecuado. No ‘era necesario conocer al cletalle [a propia condicién 2 fin de pedir ayuda y In Idgistica de Ia construccion de la iglesias era tal que 00 Gabia ninguna cuda sobre a cénde habia que ir. En cierto sentido, las zonas de! santuario no son mas que La conciencin del ojo, 33 luna miniiscula nota al pie en lt historia ce Ia forma urbana. Es cierto que la relacién del castillo con Ia ciuclad plantea cuestiones de mayor envergadura, y de indole abienamente politica, acerca el significado de la protecci6n, En Avignon, como en Granada 0 en la Mannheim medieval (antes de que fuera derruica fa muralla existente entre el castillo y la ciudad), el castillo funcionaba como lun dominio al margen de la iglesia, y de esa forma estaba también al margen de toda posible rebelién. De cuando en cuando, los. castilos hicieron las veces de fortalezas desde las cuales los sefiores feudsles se aprovechaban cle sus propios conciudadanas. Sin em- Dargo, estos santutrios-baluarte dependian tinicamente de sus propias pieceas, mientras que la iglesia estaba protegidla por la gia: Dios habia puesto una barrera invisible en toro 2 estas i donde descollaban los contrafuertes, doncle In monjas in.a los nifios abandonados, donde. mendigaban los le pprosos, para hacer palpable que alli la necesidad hablaba por st sola El corrosive. clualismo cteacio entre.el interior y- el exterior fue visible por vex primera, en cuanto forma urbana, en esta manera propia del Medievo, a la hora de marcar el territorio. FL espacio dlel santuario establecia por necesidad dénde empezaba a estar auseate la caridad y el cuidado de los dems: [a caridad no existe en las calles, Tras las oraciones, se podia pasear por el exterior y ver cémo asesinabaa y descuarizaban a alguien, Los espacios migicos no siempre tienen este resultado divisorio, 0 al menos no por fuerza. La zona de inmunidad que rodeaba a las iglesias me- dievales tenia un cardcter muy diferente, por ejemplo, del que posein el terreno encantado que protegia al templo griego. Ese terreno sagraclo protegia fisicamente al templo, pero el devoro debia wansportar las experiencias que recibia en su interior a In ciudad v acwar en consonancia con ellas, Y esto constituye una noticia espiritual muy diferente de la que se clifundia mediante las procesiones rales por las calles de la ciuclad medieval. Tan promo I procesién desaparecia al doblar una esquina, dicho con las palabras de un parisino cel siglo xn, la calle -volvia 2 manos de los lobos.. Durante una época en tn que lo sagrado y lo seglar se presionan mutua y continuamente, se llevd a cabo un vigoroso esluerzo por definir el espacio sagrado dentro del cual Ia actividad. profana no podia intervenir. El teatro de la Edad Media i ejemplo sorprendente: los autos sacramencales, en un principio representadas dentro de las iglesias, poco a poco se desplazaron al 34> Boner i “exteriog, durante el siglo x1, mientras el Demonio y sus secuaces pasaban a ser figuras cémicas, de dimensiones humanas, y no Aquellas fuerzas primigenias y aterradoras que intervenian en el combate con lo sagrada. Aunqute los monasterios esparcidos por el campo habfan contraido las mismas obligaciones de santuario que los de Ins ciudades, el hecho de que los seres humanos viviesen en éstas de forma mucho més compacta conforma el contraste existente entre Ja conciencia sagrada y la indiferencia seglar. La zona de inmuriidad procegia a las personas de la propia ciudad, ‘aunque también dejaba a la civétas det mundo seglar sumica en un espacio amorfo, violento, indefinido, de amnesia moral He aqui, pues, una cle las caices histéricas del moderno mie- do a la exposicién. El dolor se podia ver, se toleraba y de hecho era motivo de disfrute en aquellos lugares en los que las personas se hallaban expuestas. En el-exterior- carecia cle un valor moral de aversién: si uno se fijaba demasiaclo en aquellos que padeci dentro de un lugar expuesto, era primordialmente por et especté- culo que ello entrafiaba. En cambio, nada mas egar a los terrenos de un templo, el sufrimiento adquiria una sGbita gravedad; In sola visién del sufrimienco obligaba @ quien lo contemplase a realizar tun acto de caricac, Solamente én el terreno de lo sagrado cobraba el dolor carta de realidad. La ética se concreté en términos espe- Giales, en un lugar cuyo cardcter visual se definia con toda preci- siéa Agustin imagind 2 un peregrino inmerso en el mundo; d- rante la errancia ce este peregrina, sus sentidos se hallaban sum dos en el caos, y solamente cuando el peregrine experimentaca por fin la profundicad de la iluminaci6n espiritual le cesuliaria evideme dénde estaba: de ahi esa concepcién del lugar que Agustin imaginaba como el lugar propio de cada cual dentro de la jerarquia. ‘Ahora bien, la Optica de la fe habia recundado en la consteucecién Fisica de los edificios. 1a natucaleza de In peregcinacién se hal alcerado. En una ciudad que acticutaba claramente la relaciéa del Hombre con Dios en términas fisicos, el viajero espiritual ya no tenia ninguna necesidad cle proseguir su bisqueda en la calle, ya! 10 tenia ninguna necesidad dle sondear qué subyacta a las diferen: cias humanas. Bastaba con hacer uso de los propios ojos para saber a ciencia cieta dénde terminaba el viaje.Al converirse en tuna cuestion expresada en piedra, la diferencia entre el interior espicitual y el exterior mundano crecié sin cesar, Y de todas las modemas consecuencias de esta historia, que tiene un milenio de 35 La conciencia dl O8OO0090 . d¢ antigiiedad, ninguna podria cesultar mas desiructiva que esta divi- si6n: el exterior como dimensién de Ia diversidad y del caos ha perdido su interés para la mente del hombre en cuanto dimension ie valor moral, por contraste con un es valor moral, spacio interior en qu: etl definido, es Elmoderno miedo a la exposicisn Una de In delegaciones cle una famosa casa de subastas vende en Manhattan baratijas de familia, sf como Objetos de cierta imponancia, Las polvorientas acuarelas que la tia Ethel compré en un viaje a Venecia, hace unos cuarenta afios, 1 un Joven y encantaclor anista, o la coleccién de punzones de plata que tio Herbert leg6 a amasar clécada tras década, después de aquel vinje fatal... todas esas muestras cle una vida ya extinguida se exhiben clurance wn cia entero antes cle celebrarse [a subasta, con un pablico hano peculiar, compuesto en su mayor parte por voyeurs confesos. Junto a una maquina de coser se enctientra una bafiera de asiento cle la épaca victoriana; en primer plano destaca tina coleccién de cocteleras de estilo air déco, quizd a manera de adverencia de que Ia bebicla puede llevar al comprador a cambiar dle sitio en la sala. ¥ a uno y otra lado se ven montones de cuadros ¥ de fotografias enmarcacias ce personas'que de aingtia manera Podrian haber estaclo empareniadas entre si, una misceldnea colec. i6n de narices, mentones, barrigas y hombros desnudos Entre todo aquello crei haber enconteaclo un objeto de cierto valor comercial. Result ser un esbozd al bleo de The First Cloud, uri cuadro de William Orchardson que data de Ia déeada de 1890 + hoy se encuentra en Ia Tate Gallery, en Londees. El cuadro de Orchardson obedece a las normas de la pintura cle costumbres ¥ Fepresenta a una mujer joven que sale de una habitacién mientrag St esposo, vestido muy formalmente, con las manos sobre el fain, 's observa reirarse. Parece molesio y confuso; es evidente que acaban de discuti, que acaba de pasar sobre ellos -la primera nube-a que alude el tio. . Es un cuadro que trae a las mientes, a cualquiera que tenga cierto conocimiento de la época victoriana, una famosa profesion de fe sobre las virtdes cel hogar que hiciera john Ruskin en Sésamo y azucenas, publicado en 1865: 36 Sennett He abi ta verdadera naturaleza del bogar: se trata de un lugar de paz, el lugar en donde refugiarse no s6lo de todo mal, sino de todos tos terrores, las dudas y las divisiones. Mientras no sea precisamente esto, no serd wrt hogar; mientras las ansiediades de la vida exterior penetren en él, mientras la sociedad inconsistente, odiada u bostil que hay en of mundo exterior tenga libre acceso gracias, bien al marido, bien a la mujer, y frangues el umbral, dajard de ser un hogar, y sera solamenie una parte mds del mundo exterior, wna parte, e50 si, fechada, con un buen fuego en la chimenea. En cambio, mientras se trate de un lugar sagrado, de un templo vestl, de un tempio de to doméstico... siserd un hogar? Alo largo cle Sésamo y azucenas, ese suefio de iin interior salvaguardado y seguro hace presa en Ruskin con muchisima fuer- za, tal como hizo presa en sui época, El esbozo del cuiadro de Orchardson que tengo ahi delante, un cuadko igualmente muy celebraclo en su tiempo, manifesta el dgspentar del suefio de Ruskin Cienamente, seria sobrecargar este modesto cuadro con un injusto contenido simbélico si digo que muestra el desenlace de la fe cristiana hecha construccién, Con todo, creo que muestra la realidad mundana de una dificultad muy superior, la dificultad de conseguir que la visiOn cristiana obte en el mundo seglar. Las palabras ssagrado- ¥_-seglar+ no son, por descontado, una simple pareja de términos opuestos. El aclvenimiento de la Revolucion industrial hizo crecer un geai anhelo de santuario, y los trabajado- res que afcomtaron por vez primera la Revolucién industrial volvie- ron, no sin cierta naturalidad, a la religi6n, en busca de palabras que expresaran sus quejas y que les diesen fuerza en sus acduas labores. Un recurso harto similar es el que se da de forma mas amplia en la sociedad cusndo las personas buscan imagenes pro- tectoras; se echa mano de las imagenes religiosas de los lugares dedicados a un santuario. Por decirlo aunque sea sin demasias exactitud, el -hogar- pasd a ser Ia versién seglar del refugio espiri- tual Ia geogeafia de ls seguridad se cesplaz6 del santuario situado en el centro urbano al interior doméstico. Ea cualquier caso, ast como los trabajaciores inclustriales descubrieron que Ia célera de Dios contra Mammon no bastaba para abaicar el mal intrinseco del (rabajo basado.en las maquinas, quienes buscabaa el santuario en 9. John Ruskin, Sésano y azucerat. Madi, Daniel Jaro Editor, 107 La contienciadetoje 37 2 > GoUUvY JOR el hogar descubrieron muy a menudo que el mero hecho de cefu- giarse en lo doméstico solamente redundaba en un incremento de SUS propios pesares. Esto es precisamente | i : mente lo que manifiesta el cuadro de Orchardson: de pronto los dés jévenes que habitan en Ia misma casa se ven el uno al oto con excesiva claridad La larga sombra que ha proyectado la religion sobre el mun- do creado a pais det RevoluclonInduseal for coreg sob tedo, producto de ta conexién entre el intetony la mee interior. Agustin habia dado pie a esta conexién al suponer que la persona que encontraba la fe necescaba a toda costa que Dios a provegiese de este mundo; los consteuctoves del Medievo se pro- pusieron separacla vida de la calle cle la vida espiritual y proteger al espiria dentro de los muros de la iglesia. Ahora bien, en la dlimensin seglar, ha sido el entenclimiento psicolbgico del hombre el que ha parecido cristalizar y definirse cuando uno se retisaba del mundo a su interior Un siglo antes cel advenimiento de la Revoluci6n industrial que alenié el suefio dé Ruskin, la nocién de wn interior espiritual de ninguna manera reaultaba tan compulsiva para la época, que ante todo celebraba la Naturaleza, Parecta perfectamente viable entender a alguien contemplando sencillamente su aparizacia ex-| terior. En el siglo xa, 10s pintores como Gainsborough se propt siecon revelar el carécter de sus figuras situdindolas al aire libre: la dama que posa con un sencillo vestido y tendida sobre el césped, con el rostro gentilmente enmarcado entre Ia vegetacién, © el caballeco que se recuesta 2 su lado con Ia camisa abierta: ella nos ‘mira y 4 le habla con animada expresién, La Naturaleza nos los revela. A fin de transmitir cOmo eran sus personajes un siglo mis tarde, elretatista los colocaba en un interior, dentro de una escena de cardcter familiar. Un contemporéneo de Orchardson llamado James Tuxen, a quien se encargé la celebracién de las bodas de oro dle Ia Reina Victoria, en 1887, sitéa a fa anciana reina en un sillgn que comparte con dos nifas, que son por cierto sus nietas, y los cuerpos , viejos y j6venes, se hallan apretujacios en vin espacio dlestinado a na sola persona, al tiempo que lo rodean a izquierda ¥ derecha otras nas, oras nets: Ia anciana aparece apaciblemente rocleada del movimiento ¥ la actividad de muchas carnes j6 : ey es, en tante que les gnats del peri Bani apes aI fond, pues e tata de un eat cc plneda en ls spose 38 Sameer privados de la rina, yno en su cimara de Estado, Por qué orques- ta Tuxen a sus personajes de este modo no puede ser mas sencillo ‘es ahi, en su medio familiar, donde el espectador puede comprobar cémo es de veras [a reina. Es posible observar interiores menos exaltados y descubrie ese mismo proceso de definicién psicologica. Existe, por ejemplo, tina famosa fotografia de Sarah Bernhardt, en la cual aparece pre- suntamente fotagrafiada por sorpresa en su tocadar. Bajo un dosel adornado con flecos, la actriz se reclina sobre su cama, sobre varios almohadones de aire oriental, La cama esté cubierta por varias pieles desordenadas, y a los pies hay més pieles a0n, una de alas, de 050; el 050, con los ojos abienos y las fauces dle par en par, en las cuales se ven las cos hileras de clientes blancos, guarda fa su duefia, En primer piano, junto al oso, hay una trabajacisima Himpara marroqui cle hierro forjado, con una pantalla en forma de céipula. El oso guardian yace sobre mits alfombras persas y bereberes superpuestas. Este esplendor horizontal prosigue por las paredes. Sobre la cepisa, Ia actriz ha colocado’dos cuemnos de gacela, tras Jos cuales se halla un cuadro enorme. En la parte superior de la fotografia vemos una limpaca de arafa y las hojas de una planta seguramente colgada del techo La habitaci6n sirve para mucho més que para guardar la calidez de su duefa, La auténtica mujer se halla expuesta 2 wavés de Ia decoracién; ella esta impecable, primorosamepve vestida. Sin em bbargo, esia fotografia no constituye una revelacion semejante a la Olympia de Manet, otra escena de tocador en la cual una esclava negra sirve a una mujer desnucla, Madame Bernhardt, en cambio,| no parece sino tno mis de los miikiples objecos que pueblan esa ‘escena de interior, y ademas es mucho menos notoria que los objecos. Esta caverna de Ia sensualidad es un espacio divorciado del exterior: el eros se revela mediante el interior en el cual se encuentra fa figuca humana. Mi esboz0 de Orchardson también pertenece al empa- én interior con un interior propiainente dicho, Para los espectadores victorianos, Ia riqueza de estos jovenes habria sido uno de los rasgos visuales més sobresalientes, visible len cuanto lecciéa sobre el hecho de que la riqueza pueds eswropear el caricter de los jévenes. Hoy, por el contrario, nadie se fijaria tanto en las perlas que adornan el cuello de cisne de Ia joven, ni en los diamantes cel pasador de la corbata que lleva él, sino sencilla- mente en el sitio en que se encuentran, No cabe ninguna duda de Le canciensia deloje 39 ae que han pasado muchas veladas juntos, en cenas y en bales. Para tuna clegante pareja cel Antiguo régimen, estas apariciones en so- ciedad habrian resultado ocasiones para la verdad, Era necesario, Puss, que Jos recién casados de Orchardson apareciesen retirados del mundanal ruido. Por fin, en el hogar, cada uno de ellos se evela al otro tal cual es. Se trata del mismo terrtario‘del suieio de Ruskin: el pintor ha considerado, que esta habitacién es el marco donde mejor se revela el sentido de suanécdota, EL poder definitorio que se adjudicaba al interior estribaba asimismo en que los socialistas como el Conde cle Saint-Simon viesen literalmente como cobraban forma sus suefos de una socie- lad mejor. Saint-Simon intent consteuir pequesias comunidades, de cardcter casi intimo, en las que los tabajadores, los propietarios Y los distribuidores pudiesen convivic, la comunién diacia mre {© el intercambio cara a cara, segiin ef convencimieno de Saint-Simon, bastaria para superar las hostilidacles de clase. Canclo los seguidores de SaintSimon quisieron ganar un mayor apoyo Popular, en 1848, prepararon un cartel que ilustrase los principios del maestea, El caret mostraba una escena en tina Fabrica quie mas parecia un cordial cuanto de estar, en la cual las méquinas estin limpias y son del tamaiio de un sofi, mientras los teabajacloves discurren con decoro por entee ellas. Su respuesta a lo que hacia de un interior un refugio clel tamafo de una casa se ceniré en Ia scala; las alienaciones propias del capitalismo pasan mis inadver {idas cuanto menor, y por tanto més personal, sea el espacio en el que se desarrolla el trabajo. Esta visi6n de un interior en cuyo calor Ia gente se muestra mas abierta ha quedaclo engastada en Ia jerga de las ciencias socin- les gracias a Ferdinand TSnnies, quien es el responsable de haber acufiado Ia oposicién entre Gemeinschajt y Gesellschaft. La Gemeinschafi representaba en su opinién una relacion social cara 4 cara- en un lugar de dimensiones reducidas y socialmente cerra do, mientras la Gesellschaft representaba un intercambio mas ex- Puesto, muclo, Comprar una cacerola en un pequefio estableci- miento en el que se puede conversar y regatear era una experiencia Propia de la Gemeinschafi, mientras que comprar esa misma cace- rola en vinos grandes almacenes, y sin mecliar palabra, era una Operacién encuadrada dentco del dominio de la Gesellschaft Ténnies, al igual que Ruskin y Saint-Simon, tradujo estos clos tétm ‘108 al plano del espacio. Hizo de esta contraposicion el contraste entre pueblos y ciudades y, dentro de Ins ciuclades, entre casas y 0 Sennett | | | i calles, cafés pequenos y grandes cafés, una comunidad! de vecinos yuna multitud. Se supone que, cuanto més encerrado en su inte- rior sea el nticleo, tanto mis sociable serd. Las imagenes de genie que habla y que se toca, la comunién entre dichas personas como Vineulo entre las mismas, son escenas de la vida subjetiva por fin establecida y abierta: Gemeinschaft podria traducirse literalmente por -compartir lo que hay de mi. La imagen revelada dentro de cada cual no seria, tal como pensaba Saint-Simon, la del trabajador harapiento y desdlichado, sino fa de un ser humano de mirada bien clara. Esta noble figura habia estado ahi en todo momento, en espera dle que se levantase el manto ce la opresi6n. El advenimiento de Ia Revolucién inclustrial wajg, con todos sus horrores una intensa necesicad del santusrio laico. Ahora bien, en Ja cultura occidental, el ideal del sancuario se halla acraigaco en algo que no es la sola proteccién fisica. El santuario parece ofrecer, como diriamos hoy, la posibilidac! de un desarrollo psicol6gico, tal y como se offece al monje que busca Ia iluminacién espicitual clentro del refugio de su celdla. Pensamos que, ratando de encontrar un refugio de la basura del poder mundano, podeemos entendiesnos mds ¥ mejor 2 nosostras mismos. En el retiro descubrimos que toclo es mas claro, Lo que ha de-reveldrsenos.en el santuario es nuestro verdadero y mejor yo: he ahi el peso del pasado medieval en el presente. En una sociedad Inca, en cualquier cso, concebir tales expectativas de un santuario es pedic demasiado. Resulté evidente, casi desde el principio, que las expectativas plenas de un santuario no podeian cumplicse en un mundo laico, Por ejemplo, en 1830 las viejas familias nobles de Francia fueron requeridas para jucar lealtadl al nuevo cey, Luis Felipe de Orléans, representante en cualquiec caso de una nueva época burguesa. La revolucién de julio, que fue muy breve, sievié para encumbrar en el pocler al nuevo rey; fue una revolucion relativamente no violenta, ¥ colada de esperanzas; personas procedenses de toclas las clases Sociales, de todos os oficios, se.unieron pan exigic un gobierno mas igualitario que el que rein6 tras Ia Restauraci6n, ‘le 1815 4 1830. Luis Felipe dio al traste con estas esperanzas; pas6 a ser un titere en manos de los corredores de bolsa y de los juristas cormuptos. Cuando el rey convocs a Ia aristocracia para que refrendara con su prestigio a Ia ntteva camarilla en el poder, muchas dle las antiguas Familias le negaron su sumisién; renunciaran a los despachos que Ln cenciencin det ojo 4 habian detentaco bajo ef régimen anterior, se retiraron a sus ha- ciendas campestres y se abstuvieron de toda implicacién pablica. Esta retirada voluntaria de la aristocracia se denominé en la Spoca emigration intérioure, términa radicalmente distinto del exilio de Jos aristcratas durante Ia Gran Revolucién de 1789-1794. Al margen del terror que impulsé @ sus pacts, estos arisiScratas se movieron Principalmente por disgusto, La émigration intériewre pacecié al principio, lisa y llanamen- te, una locura; no hay ningin hombre que, en sus cabales, renuncie voluntariamente al poder. Sia embargo, pasados unas aftos, al pu- blico en general le resultaron mas comprensibles las acciones dle las viejas familias, sobre toclo a Ias mas jovenes. En Francia, a igual que en Inglaterra, en Prusia y en América, las primeras seaales cle la nueva eea industrial empezaban a hacer mella en la conciencia de los jovenes; lt vacuidacl que enteaaaba el vivic la vida como si 10 fuera més que un libro cle contabilidad en el que se cegisteaban las pérdidas y las xumancias emipezaba a afectar las impresiones de Ia vida eotidiana Como si fuesen un eco de los antiguos nobles, los jévenes sintizcon un deseo atin mds fuere de retirarse lejos del mundo, aun cuando fa riqueea del quevo orden les otorgase también gran. des oponunidides. Buscaron el santuario mediante un premedica- do acto de retiro psicologice. Esta generacin de 1840 supo hacer sefiales para expresar cuan carente de afecto se sentia: el encogimiento de hombros ‘cuando se hablaba de los estudios o de la carrera, la burla ante los viejos que, como el rey, adoptaron enseguida esta tipica forma dle pera pravocada por el exceso de buenos alimentos y la escasez cle nuteicién intelectual. Las crénicas de la ambicién juvenil se despla- zaron de las que hacia Balzac a las que hizo Flaubert; del retrato que hace Balzac de Rastignac, apasionaclamente deseoso de con- quisiar Paris, esgrimiendo el puio cerrado desde Montmacre y contra fos relucientes € innaccesibles trofeos de allé abajo, pasa- mos al retrato que hace Flaubert de Frédéric Moreau, de su ambivalencia ance deseos muy similares. Frédéric era ua joven en la década de 1840; habia entendido que, cuando menos, debia manifestar una ciera vergiienza ante sus propios esfuerzos. Se propuso’entender su verdadero yo en aquellos momentos en que tanto asco le inspiraba el mundo. De todos modos, al contrario ce lo que ccursid con la émigration intérieure de los arist6cratas ha- cendados de 1830, Ia afirmacién de Ia propia integridad interior 42 Senner que tuvo lugar una clécada més tarde se produjo cargada de un cieto aborrecimiento por uno mismo. Cada cual negaba las cir- cunstancias de sv propia infancia, negaba aquellos suefos de los padres que eel inicio de la vida cantar’ la verdad de cada cual. £1 aristécrata psicol6gico xara vez se sentia a sus anchas en su propio pasado. La bisqueda de refugio terminaba sumida en la inquietud. No habia forma de clasficar nada en el retico; al contrario, cada cal peidia su propia orientacién, Fue sin dua esta lficultad cultural de representar el santuario dents de una sociedad! Inia lo que apareci6 entonces como pro- blema propio del disefio visual. El disefio del santuario presuponia un problema especifico: zcémo seria factible transport las cuali- dades de_una estructur -inenensa, como eca una cutedral, a la ‘scala de una casa? Ademés, la catedral era un lugar en el que reinaba la precisi6n, a clespecho del caos que imperaba en el mun- do circuncance: qué reglas de precisién podiian aplicar, pues, las personas a su propia orientaciOn, 2 su anclaje en una casa? La importancia que tuvieron estas cuestiones para los victorianos auin se detectan hoy en la permanente confusién sobre las cualidades del refugio en el disefo de Ia casa y, de forma mas amplia, en cémo puede servir un edificio como medio para la comprension gue sushabtates puedan ene de sf mismos. Alfa yal cabo, és a Ia promesa intrinseca de la catedeal - fe Parca medivaes hea muy pocas habiaciones, di mos, especializadas, ya‘ fuera para el amor 0 para cualquier otro propésito. Incluso entre los acaudalados, la misma habitacién po- dia servir como lugac para comer, defecar, hacer negocios ¥ dormir. El mobiliario necesario para cada una de estas actividces se metia y se sacaba de cacia habicacién, en caso de que fuera lo suficieate mente ligero, o simplemente se arrinconaba conta la pared cuan- do no estaba en uso. Esta estructura se prolongs hasta bien entra- do el siglo xv en Ia mayor pare de las habitaciones, aunque para fentonces solamente los nifios dle fas clases pobres seguian cur- rmienclo en kas mismas habitaciones en que sus padres docmian y fen las que hacian el amor, al contraio de fo que habia sido anve- riormente prictica comiin en todo el espectro social, Los rexretes se uiilizaban abundantemente dle dia a mediados del siglo su, mien- tras que los orinales quedaron relegados.a las necesidades noctur- nas, si bien Ia gente continu6 oritando durante el dia, incluso dentro de las casas de renombee, alli donde se encontvaba un lugar fen apariencia adecuado, La casa del Ancien Régime era como una calle cubiera Exconciencia deloje 43 A lo largo del siglo xtx, los disefios de interiores domésticos empezaron a separar cada vez mis a los miembros de la propia Familia, aglemés de ocultar las necesidades corporates dentro de In casa, La casa contaba con su propia divisién de espacios piblicos ¥ Privados, de salones y dormitorios. En.las césas en donde era “posible contar con el concurso de varios criados, los domésticos fueron por ver primera secuestrados, en lo quie atatie a sus movi mientos, a finales cel siglo xvut gracias a la construccion dle lag e Galeras ¥ entradas wraseras. Los parvularos se inventaron para que los ninos tuviesen un sitio donde jugar. Silas familias mas pobres medraban y mejoraban de posici6n, los cambios introducidos en Sus casas imitaban las estructuras domésticas dle los ricos: en lag casas empezaron a introducirse diversas particiones, o bien au. imentaron de amano mectante In adicién de habitaciones espe. cializaclas. Asi, y en la préctica, el suefio del reino familiar concebiclo Por Ruskin encraié que la experiencia subjetiva se dividiera en clversos ducados domésticos: el amor, el juego, la sociabilidad!, cada cual dentro cle su propio interior distintivo. Cacla uno cle estos espacios subjetivas setraron de circulacion, a su vez, alos espacios del cuerpo: fa cocina, el aseo y el retreve El interior doméstico que pas6 a ser caracteristico del Nueva ‘York industrial, tas llamadas viviendas en forma de tren, consteui. clas en un edificio destinado a alquile, ejempliica esta lagicn le la division. En estas viviendas, Ins habitaciones suelen estar en linea, ¥ cada una de las puertas suelen cara un mismo lateral de pasillo Cada una de las habitaciones se halla netamence diferenciada de cara a una actividad concreta, y al cuanto de estar sigue el come. dor, al cual siguen uno 0 varios dormitorios, para encontrar al final {a cocina, Si no, la divisién suele ser algo menos neta. En su forma Primigenia y burguesa, los pisos en forma de tren inccocujeron las Puertas entre una y otra de las habitaciones: entre el cuanto de estar y el comedor, o entre el cuarto de estar y otro saldn de menor mario, La razén que se adlujo en su momento no hace referencia 3 una mayor facilidatl de comunicacién, sino a una mayor privacidad: cualquier persona pocka desplazarse del salén format. al cuarto dle estar informal: sin tener que aparecer por el espacio comdn de la casa, e8 decir, por In estrechez del pasillo Retospectivamente puede considerarse esta vivienda de al. quiler como una construccién del demonio. A medida que estas vivienclas fueron quedando en manos de los pobres, cada piso de viviendas en forma de tren pas6 a ser una especie cle ciudad en st 44 Sennett «la calle mayor: las familias se apitaban | isms. El pasillo pas6 ase : [a vivienda de alquilerdelataba por qué el sueio de sancario que | ‘obsesiono a Ruskin no podia cobrar vida mediante la consteucciéa sna nueva clase de interior. ; teal mando pabilce Ge ba cal er Aspe, sobrecargado de cies 0, be oo, conto por missina compli El reino de lo privado aspiraba al orden y a la claridac! mediante In aplicacin de la clivsi6n del trabajo al reino emocional de Ia fai i des median ompaninctcn dela expen x ; «algo en sus pares, is habicaciones. La l6gica es la cle descomponer al Pee eae aS ice cate ae eee alae fue la cisconinuided mecieval ente cos y cladad, el proceso de fgmenscién comenzarcio et el eto de 0 pblco se ceri simplemente en la esfer de lo privado meviange In visi de tcabajo. La separacion genera aislamienco ent ka familia, asi como sla calle or Nuestros antepasados disinguleron ls pruebas palpables de ae abi facade en su ierto de crear el cfu al au i ura alemana que eseribia en ia epiraban. Un critica de Ia arquitect ’ decaca de 1850 a primera década de fervienteacoracion eee dloméstco, describe el asunto enfiticamente en lo que stave al efecto divisorio en las antiguas cisas cuando se reconan de acuer- do con los nuevos principios: xa y xr abrian al visi- Nuestras casas urbanas de los sigfos xv y tant, an mismo lenpo, apis epi, salone ard nies. espacios cuya amplitud estaba destinada al ct las residencias modernas todos los miembros de la casa. En las ; de los ciudadanos acomodlados, en cambio, locos los expacios gue pertenecen a la comunidad de la familia y ios eriados, se han reducido tanto como ba silo posible.” Dicho en tings de un cic de a moderna a gia del enciero yb paricién no fomenabe Ia laid domestic El hogar presuniamente ena que dr clr, un cuando dvs del trabajo, encarnada en el interior en cuanto busqueda de inte Se Domi Oben They ora ew Fase Yew Pe, 16 nea dondefiguan tm ss psbascone ns ded conemperino E Inet mee permit luo de sui rein gn por soe, qe slo due Ia cores traduccion literal del alemén realizads por el profesor Emcanciencin delojo 45 @ Q & flores mas especificos y adaptados a las diversas formas cle la via subjetiva, graclualmente empezaba a proyectar su propio y helador espectro. Dereste modo, la clavifieacién visual de interior no bast paca crear el santuario. El hogar fracas6 como refugio aun cle otra forma, asimismo consecuente: no bast para vetar la desigualdad. En el interior de Una iglesia, codos los fieles eran merecedores por igual de la cari Gad. El interior sageaco expandia el valor moral, por asi decie, de los ricos y de los pobres. Al cobrar su forma el -hogar., a mediaclos Gel siglo sax, Jas mujeres ingresaron en vina especie de purdah seglar que habria resultado impensable y econémicamente inviable ‘en €pocas anteriores. El hogar eva el refugio moral en el que estaban recluidas las mujeres, mientras que a los hombres se les permitin salir ala calle. Habria sido faltaea fa exactiud, no obstance, pensar aue los hombres asfixiaban a las mujeres en el interior. Las mujeres clominahan de igual forma a las mujeres, forzando a las demés 2 permanecer en el espacio interior. {Las mujeres londlinenses de la clase tabajadora, por ejemplo, NO podian permitirse siquiera sofiar el swefio de Ruskin. Las necest, dades domésticas, como tender Ia ropa a secat, las llevaba a la Calle, Las mujeres mas pobres, que también trabajiban, compartian los placeres de los wabajadores, yéndose a tomar una copa des. us del trabajo a los cafés o a los pubs. Para las mujeres de clase media, esas lavanderas, linpiadoras y costiveras estaban expues {35 2 un peligro tanto fisico como moral, y la materniciad siempre se resentia de esta exposicién al exterior. Del origen dle In visita domésticz que llevaban a cabo los asistentes sociales, Christine Stansell comenta que {a ideologia de la domesticidad arrojé ast por resultado el iowpetu inicial de lo que después legaria a ser un invento de clase, el movimiento rformista de les barriadas obreras y de Jes casas de los pobres entra 1830 y 1660." los de dnimo mas generoso solamente consiceraban oportu- Ro intervenic en la vicla de los pobres para llevarselos al interior, a 1. Chisine Stansell, City of Women: Sexsand Clas in Ww York, 1789-7860, Muevs Yotk, Knopt 1986; Univesity of Winois Press, 1987,» 6 46 Senne 1 domesticidadl bajo refugio, donde al menos sus vidas presua- iamentepanaian vn eto orden, Se ints de un orden cb mente moral. Este dominio estaba muy alejado de la fe que preten- 6 susciar Jestis entre los pobres. ; 1 ard fron as pevers consti dea bs de refugio en Iz sociedad laica: un incremento ea uinelene y dea desigultad. Dentro del modem orden industria al como se compricha por vez primera ya en el siglo pasado, el proceso del abajo acenia un sere de dvisione desigalesf tendentes a ssaienc de las personas Este proceso inva a construc cién del espacio incerios, De enue a ll, $= prodjo une émigrvion intérieure mis grande, si abe, que el Geneinschj igre casa. Con code, convene inode una imporani adverencia si pretendemas comprender ls sombras que el siglo xx proect sobre el nes, A pear de este inino ablamieno, “a profunda creencin en la cast en cuano heat propio de a seforma moral permanecis irate Ea un ariel tad Una o dos nociones més acerea del bienextee domésico, aparecio ene Appleton's Journal en 1879, un colérico escritor proclamaba qu hogar no es el retiro «dle la muyjers, sito su campo de batalla, su ec ices htc, fra pop, ara wt me bogerreprevnta le vide mii, para un bomb, le ede del reposo... Ella no dispone de otra esfera en fa cu i ar sus acuidedes... la mujer, por las propias necesdades de su existencia, tiene que lener del hogar una idea muy distin ce (a que tiene un hombre. El interior es pues un lugar compulsivo por ser el Waar de ua verdad, el lugar propio de wea buens ama de casa o de mismisima Sarah Bernharck, Las habitaciones de su casa pa cacién... esfera- tuna magaética arena... limitac ee La ccencia cle que el interior el verdadero y ico escent tio de la vida intecior es herencia, dentro de la sociedad laica, 12. Gwendolyn Wright, Aforaion aud the Model Home, Chicago Universiy Press, 1980. p. 292 15, Cindo en Wid 0.59. La tanciencia doje $7 OGs CGE +O lun ideal cristiano mas antiguo. Ahora bien, este espacio interior del alma se habia convertido en un espacio propio de una nueva especie de vida inerior. El hogar ha terminado por semejar cle forma tan necesaria un refugio precisamente a causa de la idea lnica y moderna del cardcter humano: se trata de algo maleable, y los momentos mas significativos de su modelado acontecen muy al comienzo del ciclo de la vida, Para modelar a un joven ser huma- No, @s preciso protegerde cle las influencias exteriores y destructivas. Esta creencia, evidence por st sola para tocios nosotros, no era tan eviclente en épocas anteriores, en las cuales se practicaba lo que a nosotros nos pareceria una pasmosa desacencidn cle los mas jove- nes, El hecho de que fuesen tantos los nifios que morian en el Ancien Régime aoves de llegar a la edad adulta ha conduciclo a enmudecer sentimientos muy intensos acerca de ellos. Gracias a las mejoras en el cuicido de los nifios, y a una serie de progresos médicos como las vacunas, pasd a ser mucho menos peligroso emocionalmente cuidar con intensidad de los propios hijos. Ade- mds, la economia dictaba que asi se hiciese. En épocas en las que rimaba la herencia de la propiedad y de los lugares, Ia consangui- niidad era la tinica manera de que las relaciones fainiliares dejaran su huella sobre fa propiedad, la posicion y el poder, La de Ruskin fue una época en la que la herencia cle la posicién social y de la Propiedad se habia resquebrajado; en cambio, se animé la compe- fencia empresarial, y la formnacion dé esa mentaliiac agresiva en el hijo varén pasé a ser una necesidad apremiante. ademas, el tiem- PO Que tanco los nifios como las nifias parecian necesitar para desarrollarse plenamente alcanzé los veinte aos, y no los diez de * amatio. La nifiez se divici6 en varias etapas, como el espacio de la casa, de forma cada vez mas elaborada. Todas Ins etapas cle desa- | trollo de la persona humana, en los tiempos en que esctibia Fre parecian seguirse en tun continuo descoblamiento, fisico, ntental y psicologico, en el que cada etapa conclucia a fh siguiente, de cara al fucuro. El concepio de que el caricter se clesarrola y se revela en un interior definido por la divisién del teabajo se proclamaba logica- mente en el siglo x a panic de Iz queva impontancia que se habia ‘otorgado al desarollo de ta infancia; el refugio regido por diversas paniciones pasb a ser necesario de Cara a alrontir este proceso prolongado, éifcil y peligrasc. Par coniraste, ls confusiones pro. 48 Sennett 7 ku sth ene R TCT RTS la muchedumire, cle Ia calle, de wa bac repleto ce humo, no de converir a tn recién nacido en un adulto. Los estimlos de ta taile earecn del orden secuencial que proporcionabaa las habita ciones de una casa. Et desarrollo dela persona y la exposicin alas diferencias propias dela ciudad legaron asi a oponerse en términos visuales: el orden lineal e interior clel desarrollo de escenas subsi- guientes, como se dan en las habitaciones de un piso en forma de ten, s6 opuso aun cao exterior,» [a cle wis en calidad de collage ¢l refugio de lo secwencial se opuso a In exposici6n a lo incrbnico. Tal como poxlré verse en otro capitulo, todavin expta- ‘mos lo que nos rocien segtin los tértninos de esta oposicién. En sum, [a éigration iniériewre fue un retico voluntario y eictaclo por el digusto ante na sociedad materia) El lugar de tba que propugnaba StinSimon ert un hgae de comproniso socil en el que ls abjadoresrencan que poner de manifesto Ia dignidad oculta tras la suciedadl. El asstente social que iba de visita por las casas se habia propuesto salvar a los pobres dle la | rina moral atizando el fuego del hogar, mientras que, en st (0c: dor, Maclame Bernhard se roceaba de lujos en plena depravacion. Ruskin sofi6 con poner fin a las luchas que se claban en el interior de la casa. Los recién casados de Orchardson, que sin cuela habian pasado velada tas velada con toua clase cle acompaianies y cara sociedad, de pronto se enconaron, una vex en ese con aban en pleno campo ce batalla. Luis XIV se mosteé an SNS sce, enon cucos de poe, como Nae elo com Jpiter la Reina Victoria opt6 por ia imagen cle la abuela. Cacia una de esas imagenes vino a reforan el sisi valor de es ero: res, cargados del sentido de espacios de vida, Sin embargo, el diseno no estuvo als par de ls neces de I cultura, sobre todo aquellos ineriores incapaces de cumplir con Ia funcién de protege prmecioar awd iri. ible imaginar cémo explica eee abieo entee Ins capaciades del disefo y Ins necesidacies huumanas. El antagonismo que se percibi6 en la prime: t% époen madera de In industlieacin ¥ que oponin el collage de I calle y el desaolo serial del interior reverber aén hoy y ns trae ecos de la antigua oposicién ene cnos ¥ definiei6n. De todos modos, uno de aquellos primeros cristianos leeria en el diseio uno dle los primeros cris- Lneancienci detajo 49 90 o00G08 9 »UCOG modemo una tendencia al fracaso porque nuestra cultura estd en os del desarrollo de cada cual, y no de la fe que trasciende al propio yo. ; Espacios de autoridad 12 otra imagen que encontré en aquella misnia subasta parece tener muy poco en comin con el esboro de Orchardson. Era una fotografia amaillenta, valiosa solamente por 50 propia antiguedad en fa que aparecta la exquina dela Oninen ‘Avenida con In Calle Veintiuno, una forografia tomada probable. ment anes de 1653 conocie ot ls sions al histor In gracias an cliscacompilcion que hiciers May Black de ns lca dla aig Nueva York ena coleein de In Est fouografia muestca simplemente una filers de présperas casas en la Calle Veintiuno, al socaire del Union Club dle a Quinta Avenida Se tataba de un club explendoraso, en un edficio cus: dleado, con ventanas al estilo de Palladio, distribuidas en orden 2s srededr. En la fovograa no apace hee Eee ni ut solo animal visible en la calle. Ademnds, las persinnae del Union Club estin baja, y ese blanco opaco y plano parece més impermesbe ala mirade del espectidor desde el punta de visa ce 5 cabrlleros que estarén cenando o roncanda en los sillones del interioe. Los arboles de la Calle Veintiuno no tienen hojes, y le casas urbanas que aparecen en la fotografia debieron de construe se cn bloque, ya que todas son iguales F 12 fotografia, como digo, es sobradamente conocicla, quis Porque esta esquina desiera y uniforme despierta en muchos es. Beats, oro en mas, una ins espues, lien gra io en Ia esquina de la calle, con las pueras y los ventanas cerradas, la escena cla una clerta confianza por su solides ¥ SU pes0. Es cieno sin embargo que ao debigramos renccionns Asi. Lo que aqui vemos es el triunfo de la burguesia, la ausencia de vida en la calle signifiea que las masas estén encerraclas, asfixi en sus mindsculas viv is alo cerca de los mueiles as fendas, unas cuantas manzanas més al oeste, 1M. Vee Mary Bach, Ot Sew Yr in Ey : nw York Bol Phere ‘ ‘York, Dover, 1973, ilusicscién 111, p. 131, EN eran: 50 Seine soe 5 Aqui también encontramos una definiclén. La calidad cécnica de ln fotografia explica al menos en parte Ia respuesta del especta- dor. Fuera quien fuese el fotOgrafo que tomé esté instanténes del Union Club (probablemente se trate de Samuel Marksville, fotsgea fo de sociedad cuyo estudio quedaba cerca de esta esquina), sin duda era un maestro en su campo. La luz sobre el edifcio es de vuna extraordlinaria niticlez, la cémara enmarca perfectamente tanto Ia esquina como la calle, y el revelado es excelente, En cambio, tanto en mi esbozo como en el cuadro de Orchardson al que sirvié ide preparacion, las pinceladas son torpes y a compasicion desmafada. El conteaste visual no puede ser mis sugerente: un exterior definido con precision frente a un interior defectuosamen: te representado. La cesolucién de la fotografia del Union Club fonma pane de sus comodidades, mientras la torpeza del esbozo cle Orchardson cla cuenta, en pare, de su trastorno. Este contraste podria cener alguna relacién con las materias representadus: una escena qule represenia proteccién frente a una escena que representa el deseo, una verdad personal. La claridad de la fotografia hace que veamos el Union Club como un lugar que puede desgajarse limpinmente de ta confusi6n, de los humos y el ruido de la ciudad ta seguridad del edificio frente a In complejidad de la ciudad. Eri cierto sentido, claro esta, fa fotografia representa todas y cada una de las Fantasias del tipico burgués rechoncho: uno en- cuenta el santuario mas en el club que en su propia casa. Sin embargo, la fotografia puede resultar t2n onerosa como el cuadro de Orchirdson: he aqui el aspecto que tiene la autoridad en un espacio urbano moderno. En un estudio sobre como ve la gente la ciudad cle Boston, Kevin Lynch, urbanista, ba subrayado Ia gran importancia que tiene -concentrarse especialmente en wna cuatidad visual conereta la aparence clavidad y la slegibilidacl- del paisaje wbano-. En The Image of a City, Lynch describia lo que entendlia por claridad tal como sigue: Por claridad entenclemios a la facilidad con que pueden 1e- conocerse sus diversas partes, la facilidad con que puedten organizarse dentro de una estrictura coherente, Al igual que esta pagina impresa, si es legible, puede apre-henderse tisualmente en cuanto estructura interrelacionada de sint- bolos reconocibles, una ciudad legible seria aquella cuyos disiritos, divisorias 0 vias de comunicacion puedan identifi La céncentia dels ST CSOo00 carse y agrupar men Ee eens fAcilmente dentro de una estructura Iavocaba, pues, la idea cle -imaginabiliac! ‘ + pues, La i simaginabilidad- emo guia que debieran seguir los planificadores wrbanes, ya que en la id cot ana, segtin su creencia, Ins personas se esfuerzan continuamente Por tomar Fotografias claras cle los divetsosescenariostrbanos po los que ransitan, Pasados treinta aos fear eae Na afios desde que publicara su fs props bebantes ean en Baton 9 ates de oon rentey dette de su chided, que se habla crn por interccén de yoy el espacio, exta inagen on tor oore cial a su: fiencion real como a sit bienestar emocional." ien definida, si el planificacor urbano agen legible aeae ee loclernas metropolis en continua fe dimensiones de la claridad. Muestra un lugar del cual se na nee el espectador; Por utilizar las palabras de Lynch, ahi iglesia, abienta a todos los que deseen entrar, sino de un club snail, privado y exclusivo. La isima legibilidad de la fotografia contvibuye a resaltar Ia cualidad hermélica del higar 15 Revintynch,Phemape ofa ci wea 8 9 0f ip Came (Masschusee) BIT re 16. sin Lynch econsie a econitng he tage of the Cy, en oy Ran oben Hoe compn, cits ete int agesand Teer of esse jucial Sciencies, Nueva York, Plenum, 1984, p. 135, cae 17. Amb cau en wil Sharpe y cond a ona lock, comps, Yon of he dem Cy, Dkinor. Johns Hopkin Universy Pres 960.0 52 Sennere [ E : E i & | t | i E espacio de autoridad. Podeia tatarse de un lugar, un escénirio, tuna imagen de la que emane el privilegio. Pero ello nos levaria a cometer con los ojos un error sociolégico, pues asi el poder y Ia autoridad parecerian idénticos. En el Nueva York de hoy en dia, la distincion quie se da envee el aspecto del poder y el aspecto dle la autoriclad puede verse en el diseiio de ese complejo de rascacielos que durante cincuenta afios ha definico la miodemidad de Ja ciudad: el Rockefeller Center, constrvido en Ia década de los treinta y los cuarena por un equipo de arquitectos bajo la direccién cle Raymond Hood. En los esboz0s hechos para la Regional Plan Association, en 1931, Hood, Hugh Fertis y Thomas Adamis presentaban dos alteriativas ance el incre- mento dle rascacielos en Nueva York. En uno cle los difnujos apare: ‘cen las torres ce Ia ciudad con tal densidad, debida a up desarrollo al azar, que Nueva York semeja sina cordillera artificial. El otro! itustea fo que los miembros de la Regional Plan Association prefer por entonces: Ia imagen de una ciudad controlada en Ia cual las torres conservan su identicad, los éclficios son de formas bien claras, vistos desde cualquier Angulo, y las torres se combinan para | formae un.orclen légico, no una masa desordenada, Eso es lo que construy Hood. ‘Una historiadora del Rockefeller Center, Carol Krinsky, adj: dica en pace su -sobriededl: formal a uno de los colaboradores de Hood, Harvey Wiley Corbett. Habia diseiado los juzgados de la ciudad y aplicé las mismas reglas de autoridacl monumental al nuevo centro de Ia ciudad, haciendo el exterior con

You might also like