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EL ARBITRAJE EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL Y EN LA NUEVA LEY DE ARBITRAJE COMERCIAL (1998) ARISTIDES RENGEL ROMBERG I. INTRODUCCION La institucién del arbitraje es una de las més controvertidas en el derecho procesal. La cuestién de sustraer la resolucién de las controversias, o mas en general, los conflictos de intereses, de sus jueces naturales, que son los érganos del Estado, psa entregarlos a ‘uno 0 mas terceros designados por las partes inteA@hdas, a los cua- les se encomienda la decisién, es considerada por Scialoja un fe- némeno interesante, tanto para los sociélogos como para los juris- tas, esto es, tanto para aquellos que miran los hechos sociales en si mismos, como para aquellos que consideran su importancia juridi- ca; y piensa dicho autor, que la causa del florecimiento de la varie- dad de formas de juicios privados esta en el deseo, a menudo iluso- rio, de lograr mayor rapidez y economia de gastos; en la descon- fianza acerca de la independencia y capacidad, 0 en algunos casos de la falta de conocimiento de tecnicismos especiales de la magis- tratura publica’. En Italia, incluso se controvierte acerca de las razones por las cuales se introdujo en el titulo preliminar del Cédigo de Proced miento Civil de 1865 los temas de la conciliacién y del compromi- so. A este respecto la Relacién Pisanelli explica que el interés social en la definicién de los litigios "es plenamente satisfecho cuando las partes, por medios civiles, ponen por si mismas fin a la controver- sia, o proveen los medios que estiman oportunos para ponerle tér- mino”, pues asi como pueden transigir, "pueden también someter la 1 Cf, SCIALOJA, Antonio, 496 ys. 3ii Arbitratt liberi", Riv, Dirt. Comm, 1922, Pate I, p. 7 controversia al juicio de personas meritorias de su confianza, y la ley debe allanar esta via;" y agrega la Relacién: "la conciliacién y el compromiso se presentan principalmente como dos medios preven- tivos, dirigidos a excluir absolutamente o parcialmente la conten- ci6n judicial y las formas que la acompafian". Las referidas consideraciones y el modo como funcionaba pa- ra la época el juicio arbitral en Italia, ha llevado a Mortara a pre- guntarse cual sea prictica y positivamente, la utilidad producida por el instituto; y a estos fines, luego de hacer referencia a la estadistica judicial sobre los juicios arbitrales en los afios 1899-1900, destaca esta observacién que considera de hecho importantisima, y confir- ma su modo de pensar acerca de la evolucién de este instituto con el progrese de la vida civil: "En Italia, la costumbre de estipular y de respetar los contratos de compromiso predomina, pero en mo- desta proporcién, en las provincias en las cuales la prosperidad econémica y las operaciones industriales son mas difundidas; y es nocién sociolégica elemental, que estas condiciones van parejas con el desarrollo de la cultura y con la tendencia de los individuos a mantener con espontaneidad las condiciones de la pacifica convi- vencia social. En otras palabras: la frecuencia de los compromisos esta en razén inversa de la litigiosidad de la poblacién; y al contra- rio: la frecuencia de las impugnaciones de sentencias arbitrales se verifica en razén inversa de aquella de los compromisos. De alli que dicho autor resuma su pensamiento en esta observacién: "Donde las condiciones de menor bienestar econdmico y de menor cultura intelectual hacen condiciones propicias a la tendencia liti- giosa, los ciudadanos encuentran generalmente, casi por instinto, mds segura y tranquilizante la garantia de la funcidn jurisdiccional del Estado". Y es \égico -aftade Mortara- porque dadas aquellas condiciones, es menos probable que surja la confianza en otros par- ticulares mientras la confianza en el érgano oficial de jurisdiccién es necesaria; y es tal vez mas viva en las personas menos cultas y expertas, en las cuales el sentimiento de obsequio hacia la sobera- nia, en sus diversas manifestaciones, es todavia més exagerado. Quien quiere litigar ante el juez, prefiere aquél que tiene la aureola de la consagracién oficial. Quien no ama litigar, busca la pacifica- 18 cién, y naturalmente la busca entre los amigos personales o entre Jas personas que estima més respetables y dignas de confianza. Si se puidiese hablar en metiforas -agrega Mortara~ diria: “el enfermo requiere el médico, el sano busca al higienista". Por tanto, donde os arbitrajes son més raros, alli es més frecuente ver impugnadas as decisiones mediante aquellos procedimientos _judiciales (principalmente acciones de nulidad contra la sentencia de los arbi- tros) los cuales anulan todo efecto benéfico de Ta institucién I. NATURALEZA JURIDICA DEL ARBITRAJE La naturaleza juridica del arbitraje es muy controvertida en la doctrina y en la jurisprudencia. Se discute si los arbitros ejercen una fancién jurisdiccional o simplemente privada; se niega que el Iaudo arbitral constituya una sentencia y se plantea desde esta perspectiva la cuestién de la naturaleza del compromiso arbitral; otros contro- vierten sobre la naturaleza del arbitraje de derecho frente al arbi- traje de equidad por arbitros libres o amigables componedores; y se sostienen posiciones contrarias sobre la validez del compromiso y de la cldusula compromisoria dirigidos a constituir un juicio arbitral en el exterior’. Por todo esto, conviene comenzar el estudio del ins- tituto por aclarar en general, la naturaleza jurfdica del arbitraje ri- tual, esto es, aquél contemplado en el ordenamiento juridico vigen- te, lo cual dard ocasin para tratar de las demas cuestiones relacio- nadas. a Joico, "Comentario del Ctice e dele Lege di Prose 2 Ge Moet Dow. Prancesoo Vand, Mima, Vol I, 2-34, Be 3% % 38, Min 3, pas 40, p46 2 BaYGHTOLENGH, Ghseppe. “Ancor sug abit etre sla provogs fella pusione olarak. Dirt Conn, 1916, Parte Ip. 925 y $8 CAIONELUTTL "Perna forma dell abivatot i. Dirt. Comm. 1923, Parte CSE IDEM "Athi Arbitto, Rh Dir Proc Civ 1924, Parte {p21 YE. BETTE Emit. "Sulla vlc della clasolacompromisoca per sbi Yao enero second it dito alana Ri. Dir.Proe Civ. 1927, arte Ip Seay a6 ROCCO, Aled, La senencia cl Trad. Esp. de Marino Ove, Bar Silo Méxiso, DF. 1944,D.61y 19 a) Teoria contractualista. Como dice Rubino-Sammartano, la doppia anima (doble al- ma) del instituto arbitral, o sea, traer por un lado origen de una convencién entre las partes y concluir por otro lado con una provi- dencia semejante a una sentencia y fortalecida de ejecutoriedad, ha hecho que se venga dando prevalencia al aspecto contractual, y de aqui la teoria contractualista o privatista, y otras veces al aspecto procesal, y de aqui la teoria procesalista o publicista'. La teorja contractualista sigue la tradicién civilista del Dere- cho Romano ¢ Intermedio y la doctrina de los pandectistas. Para Gliick, la constitucién de un arbitro tiene lugar por medio de un doble contrato: uno entre las partes que se ponen de acuerdo en de- ferir la decision de su controversia juridica a un tercero y someterse a su decisién, contrato éste que se lama compromissum y los arbi- tros se dicen iudices compromissarii 0 arbitri compromissarii; y el otro contrato es el concluido entre las partes de un lado y el arbitro del otro, por el cual éste se obliga a decidir la cuestién que le ha sido deferida segin el acto de compromiso; contrato éste que se lama receptum. y tiene la naturaleza de un mandato 0 de una pro- cura, A esta forma de compromiso se aplican las normas siguientes: 1. Tiene la naturaleza y la fuerza de un acuerdo: se le aplican por tanto los principios generales de la transaccién. 2. El compromiso se debe interpretar de modo restrictivo. En otras palabras: a) Tiene eficacia solamente entre las personas que lo han concluido. b) Se refiere solamente a la cosa que era litigiosa al momento en que fue concluido, y en tomo al cual se comprometié. No se puede por tanto referir a otro que no le sea conexo y mucho menos a cosas futuras’, En la posicién contractualista se colocan, entre otros, Wach en Alemania y Chiovenda en Italia, Para Wach, el procedimiento 4 Cf. RUBINO-SAMMARTANO, Mauro. I! Diritto dell Arbitrato (Interno), CEDAM, 1991, p. 13 Cfr. GLUCK, Federico. Commentario alle Pandette, Tad. it. de Lando Lan- ducci, Velardi Editore, Milano, 1 890, Libro IV, p. 282. 20 arbitral es similar al proceso y tiene de comin con éste la finalidad de liquidar los litigios por sentencia y lo logra por un medio de casi igual eficacia. Hoy -dice Wach- vale plenamente 10 dicho por PAULO: "el compromiso se establece a semejanza de los juicios y pertenece al concepto de la terminacién de la litis"®. Pero “el proce- dimiento arbitral -agrega Wach- no es un ordenamiento coactivo, ni de tutela juridica, Su fundamento esté en el arbitrio de las partes. El frbitro no tiene jurisdiccién, ni imperium. Su misién no es decir el derecho ni ejercer la coertio procesal; ni tiene su sentencia efecto coactivo en el sentido de ejecutabilidad. Es un juez arbitrado y co- ‘mo tal deriva su funcién de la voluntad de las partes. Por consi- guiente, su tarea no consiste en aplicar el derecho, sino en el arbi- tramento del litigio conforme a su libre opinién"’. Partiendo de ta- les premisas, Wach sostiene que si el drbitro fuera érgano del Esta- do, dotado de jurisdiccién estatal el laudo seria una "sentencia pa- sada en autoridad de cosa juzgada", pero que no estando dada esa premisa, no solamente no lo es, sino que ni siquiera tiene todos esos efectos, no obstante el texto del Art. 866 CPO segiin el cual: "El Taudo produciré para las partes los efectos de una sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada". Resumiendo la posicién de Wach, tenemos que segiin el ilus- tre Prof. alemén, el laudo no es una sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada; carece de ejecutabilidad, que sélo puede obtenerla mediante una sentencia ejecutiva, como lo exige el Art. & Che WACH. Adolf. Manual de Derecho roca Civ, Tea, dlalemé por ‘omds A Baha, EJEA, Bnon Ae, 1977, VL p15 7 GR WACHL ob foe cen not) se qeja de PLOT, cl cual, ea era de ous jurgads del ido. de su aforiad public, aedice gue el bite es un Ser urns pares, confomidd onl vol del Exado,tastiere Junin pli, sane qu ssiene quel abi aee de oe & Gre Wacit on ep 118 tse cbs gus el coteniso del Art 869 e- fio, see aversion og dela CO a Sem dea obra de Wah, pos ive sogincl exo dela ZFO vgn dss cl cero de 134 feast TOME "laud rita dr ene os part os mimes fete Gs una sentenciajuical™ (vertnduccin dela ZPO de Leonardo Prieto Eo, ana su aducein ds segunda ein lemana del Derezho Pro- cen Ge ro James oleh El, LABOR, 1936 p39) 2 GON 2va ® anda; A OsalAvanr 868 CPO; al igual que el procedimiento arbitral, el laudo esta sujeto alla disposicién de las partes, de la cual esta a cubierto la sentencia; y las posibilidades de impugnacién del laudo son considerable- mente més amplias que las de la sentencia, tanto desde el punto de vista formal como del material En la posicién contractualista se coloca también Chiovenda, el cual al tratar del compromiso arbitral, dice que éste implica una renuncia "al conocimiento de una controversia por obra de la auto- ridad judicial." Al compromiso -sostiene- la ley le reconoce una relevancia procesal negativa, en cuanto concede a las partes una excepcién procesal, porque si una de las partes del compromiso introduce demanda y cita a la otra ante el juez, ésta puede impedir el examen del mérito mediante la excepcién de compromiso, que no es ni de competencia ni de litispendencia, sino de renuncia al pro- cedimiento judicial. Lo que las partes sustituyen al proceso -explica Chiovenda- "es afin al proceso en su figura légica, es una definicién de controversia mediante un juicio de otros, pero el arbitro no es funcionario del Estado, no tiene jurisdiccién, ni propia ni delegada, no actda la ley, no ejecuta, sus facultades derivan de la voluntad de las partes, expresa inconformidad con Ia ley; su decisién (sentencia arbitral 0 laudo) es irrevocable por voluntad de las partes, pero no es ejecutiva. El Estado hace ejecutivo el laudo mediante un acto del propio drgano jurisdiccional: este acto de jurisdiccién respeta la naturaleza privada del laudo en sus origenes y en su exterioridad, pero asume el contenido como propio fundamento, con lo cual, el Taudo hecho ejecutivo es elevado al nivel de acto jurisdiccional”. Y agrega el Maestro italiano: "En la sentencia, el elemento légico no tiene otro valor sino el de preparacién del acto de voluntad, con el cual el juez formula la voluntad de la ley en que consiste el acto jurisdiccional sentencia. La mera preparacién logica de la senten- cia, no es por si misma un acto jurisdiccional, sino sélo cuando es cumplida por un érgano jurisdiccional”™. 9. Cir, CHIOVENDA. Istituzion’ di Divito Processuale Civile, Napoli, Nicola Jovene Editore, 1933. Vol. I. n, 26. p. 70. 22 La referida posicién contractualista es compartida sustancial- mente por Redenti, Calamandrei, Betti, Rocco y otros juristas ita- Tianos, tanto bajo la vigencia del Cédigo de Procedimiento Civil de 1865, como bajo el vigente de 1940, y también por Ia predominante jurispradencia. Asi, una sentencia del Colegio Supremo del 20 de ‘agosto de 1949 establecié el siguiente principio: "E! compromiso es un contrato de derecho privado querido por las partes para produ- cir efectos de derecho procesal, por cuanto da a dichas partes fa: ‘cultad de impedir que la litis en él considerada sea conocida por e {juez ordinario;" principio éste confirmado por sentencia de la ape Jacién de Bolonia del 10 de junio de 1955, y que en sentencia del 10 de marzo de 1962 referida en general al procedimiento arbitral, fue expresado en la siguiente maxima: "El procedimiento arbitral, sustitutivo del juicio ordinario, adquiere naturaleza jurisdiccional s6lo por via refleja, en seguida del decreto del pretor que confiere al laudo eficacia de sentencia””. b) La teoria jurisdiccionalista Fn la posicidn jurisdiccionalista se coloca Mortara, para ¢l cual el tema debe examinarse en relacién con el concepto del Esta- do moderno; de los fines de su actividad, y en particular, de la tu- tela jurisdiccional de los derechos que ejercita. Para Mortara, la libertad civil de los singulares sujetos de de- recho, que es de la esencia del Estado modemno en cuanto se desen- vuelve en la esfera de las convenciones privadas, garantiza sin duda la facultad de encomendar la resolucién de las controversias a la decisién de terceros, o mejor dicho, de convenir que la voluntad del AS 23 tercero seré aceptada por las partes para la resolucién de sus con- flictos. Pero esta no es atin la forma de un juicio, porque a la vo- luntad del tercero falta toda fuerza de coaccién para imponerse a las partes contratantes, Seria légica y estrictamente contenida en los. confines de la libertad contractual, la aplicacién de los principios generales del derecho de las obligaciones, en el sentido de que la parte, que violando la promesa se niegue a aceptar la voluntad del tercero, deba resarcir los daiios derivados de la violacién del pacto bilateral, y pueda ser constrefiida con accidn judicial a cumplir en tal caso, ella debe gozar de la libertad de defensa, de tal modo que el ejercicio de la accién por incumplimiento del contrato hace Tenovar ante el juez la discusién de toda la controversia; de donde resulta que el compromiso, no sélo seria initil, sino tal vez un no- civo episodio". Segiin Mortara, el oficio (uffizio) jurisdiccional, es una fun- cién de soberania; por su intrinseco y natural cardcter, los actos por medio de los cuales se cumple poseen fuerza imperativa y obligato- ria respecto de los actos juridicos de la comunidad social. Pero este enunciado concepto se funda a su vez, sobre un presupuesto ind clinable: que la funcién sea ejercitada por un érgano de soberania, por un poder legitimamente constituido en el Estado y rodeado de aquellas garantias que concilian la segura defensa del derecho indi- vidual con la eficaz actuacién del poder de coaccién con el cual se protege y se mantiene el orden juridico puiblico y privado. La ma- gistratura ordinaria -dice Mortara- es tal érgano de soberania; no lo son, al contrario, los arbitros libremente elegidos por los particula- res, ni los jueces de otro Estado. Ahora bien, el legislador considera oportuno que pueda sustituirse para la declaracién del derecho con- trovertido, 1a obra de los arbitros privados o de los jueces extranje- Tos a aquella de los magistrados del Estado; pero no considera, ni habria podido considerarlo, que estos rganos decisorios fuesen al mismo tiempo érganos de soberania, por lo cual ha puesto un co- min criterio de limitacién a la obra jurisdiccional de los unos y de 11 Clr. MORTARA, Lodovico. Comentario del Codice e delle Leggi di Proce- dura Civile. Dov. Francesco Valardi, Milano, Vol. Il. n. 36. p. 42, 24 Jos otros. Por cuanto se trata -anota Mortara- de érganos 4 mente diversos por su origen, naturaleza y funcionamiento, la caps cidad de ejereicio de actos jurisdiccionales por los unos y por los ojros es una mera creacion del derecho posiivo, por lo cual, tanto tos tribunales arbitrales como los extranjeros, deben ser considera- dos "érganos impropias de la jurisdicetén elil ordinaria,” si bien Ia funcién que cumplen, por el contenido y por los efectos, da vies a "actos de jurisdiccién” en los confines dentro de los cuale: gjercicio de esta funcién es atribuida a ellos’ No hay duda -dice Mortara- que las leyes de hey consideran icita y valida la facultad de comprometer stendiendo a 1a materia juridica objeto de Ia contoversia y no a la finalidad de constitur pot las partes privadas un drgano electivo de soberaniadigno de ser preferido a los érganos jurisdiocionales del Estado, pues completa da o transformada, en el modemo derecho piibico, la nociOn de soberania, se ha venido modificando adecuadamente también la sancién del contrato de compromiso. Ella no consiste mas en igua~ lar el arbitro al juez del Estado, en cuanto se refiere a la fuerza coercitiva de la decisin, sino en someter Ia decision del arbitro a ciertas y determinadas formalidades, mediante las euales se cumple Ta adopeién por parte del juez del Estado de donde nace y es lee timada precisamente aquella fuerza coercitiva sin 1a cual el arbitraje todavia hoy, la mis de las veces, se reslveria en un torneo vano, pérdida de tiempo y de gastos, en mayor provocacion de las pasio- nes de los litigantes, empujados fatalmente al combate judicial que habjian creido poder evita"? c) Teoria intermedia de Carnelutti Para Camelutti, Ia cuestién de la naturaleza del arbitraje y del laudo arbitral, supone aclarar las nociones de potestad jurisdiccio- nal y del conferimiento de ésta a los arbitros. 12 Cit MORTARA, Lodoveo. 06 et. Vol. Th. 10:p. 7. 8: Vol IL n. 34. p 36,yn, 36. 42. 13. CH MORTARA, ob. it, Vo. n. 37. p.42y5s. 25 En su Teoria General del Derecho, al tratar de los Poderes Ju- ridicos, define la potestad como el poder de mandar super partes, y como tal, ocupa el escalén mas alto del poder, ya que es expresién de soberania, como lo son, por ejemplo, el poder del juez y el poder del legislador'*. Mis tarde, tratando de la potestad jurisdiccional y del confe- rimiento de esta potestad, Camelutti se hace esta pregunta: ;De quién y de qué depende ta potestad jurisdiccional? Y se responde: “La pregunta es la misma que se plantea en cuanto a ta potestad legislativa; y no hay otra respuesta mas que aquella de que, ante soda, depende, esto ¢s, es conferida por el Estado...” Y pasando a considerar la situacién de los arbitros y de la sentencia del juez ex- tranjero, afirma que ciertamente carecen de jurisdiccién; el irbitro es un particular cualquiera, al cual las partes no pueden atribuir potestad alguna, por lo que su decisién, de por si, no tiene ninguna eficacia imperativa: igualmente e} juez extranjero, si tiene jurisdic- cién frente al Estado al cual pertenece, no est ciertamente provisto de ella frente a un Estado diverso. Sin embargo, tanto la decisién del uno como la decisién del otro pueden adquirir la misma eficacia que la decisién de los jueces dotados de potestad jurisdiccional cuando uno de éstos, en los modos prescritos por la ley, la haya sometido a un cierto examen y haya pronunciado respecto de ella una cierta providencia que en cuanto a la decisién del arbitro co- rresponde al pretor (Art. 825-2 epe) y en cuanto a la decision det juez extranjero corresponde a la Corte de Apelacién (Art. 796 epc). ‘La verdad es -expresa Carnelutti- que tanto la decisién del arbitro como Ia del juez extranjero no pueden dejar de proceder de una potestad jurisdiccional cuando despliegan la misma eficacia que las decisiones pronunciadas por un juez provisto de tal potestad, pues la eficacia juridica del acto supone la existencia del poder 0 del de- ber; y por otra parte, la identidad de los efectos supone ta identidad de las causas; asi pues, "si estos jueces no tenian la potestad antes, deben haberla adquirido después por virtud del acto que ha conferi- 14 Cf. CARNELUTTL “Teoria General del Derecho", Trad de la 3* ed. por Francisco Javier Osset. Ed, Revista de Derecho Privado. Madrid. 1955. p. 197. 26 do eficacia a su decisién; confer tal effcacia sin reconvene © ffs la potestad, seria una contradiceién en los términos: y mina = wre al futuro: no se trata de excluir del pasado algo que ha pasado, sino de incluir también en el juicio al pasado’ Como anota el mismo Camelutti, la solucién mencionada puede considerarse implicita en la construecién del arbitrale Por _ is 0. EIE 15 Che CARNELUTTI. Derecho y Proceso. Trad. de Sentis Meleno, EIEA cage ies 1971-0, pP.98 935 . : Fe ae A Ut, Micra General del Derecho" it ns. 186,157 y 15% pp. 409 y ss 27 Chiovenda, segiin el cual: "el laudo hecho ejecutivo es asumido por el Estado en el nivel de acto jurisdiccional." De modo que, si la eficacia jurisdiccional del acto implica la potestad del agente, no se puede negar que tal asuncién confiera retroactivamente al agente la potestad de la cual estaba privady. El laudo: arbitral, antes del de- creto, es un acto imperfecto en fase de constituibilidad. Segiin Camelutti pues, 1a definicién del decreto del pretor 0 de la sentencia de delibacién (reconocimiento) en el caso de la sentencia extranjera, como "la verificacién de la condicio a la cual estd subordinada por la ley Ia eficacia jurisdiccional del uno y de la otra, y por tanto el otorgamiento a los Arbitros y al juez extranjero de la respectiva potestad, excluye naturalmente la concepcién del laudo mas el decreto o de la sentencia extranjera més la sentencia nacional, como acto complejo, "como lo habia considerado el Maestro italiano en un primer intento de profundizacién del cono- cimiento de tales fendmenos; posicién ésta objetada por Calaman- drei, para el cual, los Arbitros no estin investidos de una funcién piiblica, por el simple motivo de que el puro razonar sobre lo que es derecho sin potestad de mandar de conformidad con el razona- miento, no es jurisdiccién; ni el laudo un acto complejo, porque a su juicio, para la constitucién de una sentencia subjetivamente compleja es necesario que las diversas manifestaciones de voluntad © los diversos juicios de que la sentencia se compone tengan todos cardcter ptiblico, 0 sea, que deriven todos de érganos del Estado”. Por otra parte, bajo la vigencia del nuevo Cédigo de Procedi- miento Civil italiano de 1940, Carnacini considera que el ordena- miento italiano ofrece, bajo la categoria genérica de los procedi- mientos especiales, un equivalente del juicio ordinario, aunque este Liltime conserve una cierta supremacta, no s6lo en cuanto repre- senta la regla, sino sobre todo porque constituye el medio exchusi- Yo, ya para la cognicién de las cuestiones que no pueden ser objeto 17 Chr. CARNELUTT "Arbitato estero" en Riv. Dirt. Comm. 1916. 1. p. 386 IDEM. Derecho y Proceso. cit. 51. pp. 95 y ss nota (27), CALAMANDREL "La sentencia subjetivamente compleja", en Estudios sobre el Proceso Chi Trad, de Sentis Melendo Ed. Bibliogrifica Argentina, 1945. p. 467 y ss espe- cialmente n. 16. p. 503 y ss 28 so arbitral o para Ja emisién de providencias cautela- : aa Mara los coatroles sobre Ia obra de esos mismos drbitros "Asi contemplado a grandes rasgos el arbitraje ritual die Camacin- "se presenta como el instituto en que se concede al pati ilar, en la mayor medida posible, que contribuya con su ot ; Grereicio de aquella funcién que, en atencién al fin que persigue y al eyltado a que lleva, no puede menos de lamarse jurisdiccional. Posicign ésta de Carnacini que se correspond con la jrispruden- ci, que considera alos dbitos rituals, especialmente para disin- ros de Tos no rtales, como investdos de fnconesjurisdieio- rales, y habla de ellos como susttutos del juez ordnario, queen el ejercico y en virrud del poder procedente deta Tey y no de Ja mera voluntad de los patculres, formalan el luo con act uric de su voluntad, y no como representantes de quien les ha con 0", onan Ia variedad de doctrinas acerca de Ia naturaleza del ati traje en Talia, parce infur Ia diversidad de imerpretaiones exe- actias aque dan lugar los textos positivas que gobieran el inst tuo, tal como aparece regulado en el Titulo octavo del Libro Cuarto del Cédigo de Procedimiento Civil, que tata de los Proce: dimientos Expevaes,y sobre too la interpetacién del Ar. 825 de dicho Cédigo relative al deposit del lnudo en le careileria de a pretura del Iugaren el eual a sido pronunciado, norma ésa a otorga al petor el poder de decarr la tempestvida del depésitoy la reguardad formal del laud, asi como delaras ejcutvo.me- diante decreto, el cual tiene el efecto de conferir al laudo eficac ae To que levamos dicho: segiin la tesis contrac- jo que levi ; tual el procedimion atta no €5 ordeamiet cae, ni de ttela jurdia, El drbtrono es funcionaio del Estado, no tie ne jurisdiccién, ni propia ni delegada, sus facultades derivan TG CASAC Titi a Dt nin 29 voluntad de las partes; su decisién es irrevocable por voluntad de las partes, pero no es ejecutiva, (Gliick-Wach- Chiovenda). Segiin la tesis jurisdiccionalista, el Estado moderno garantiza la facultad de encomendar la resolucién de las controversias a la decisién de terceros; pero ésta no es atin la forma de un juicio, por- que a la voluntad del tercero falta toda fuerza de coaccién para im- ponerse a las partes contratantes. Tanto los tribunales arbitrales como los extranjeros, deben ser considerados "érganos impropios de la jurisdiccién civil ordinaria", si bien la funcién que cumplen, por el contenido y por los efectos, da vida a "actos de jurisdiccién” en los confines dentro de los cuales el ejercicio de esta funcién es atribuida a ellos (Mortara). Finalmente, segun la tesis intermedia, tanto la decisién del ar- bitro como la del juez extranjero, no pueden dejar de proceder de una potestad jurisdiccional cuando despliegan la misma eficacia que las decisiones pronunciadas por un juez provisto de tal potes- tad, pues la eficacia juridica del acto supone la existencia del poder © del deber; asi pues, si estos jueces no tenian la potestad antes, deben haberla adquirido después por virtud del acto que ha confe. rido eficacia a su decision, pues conferir tal eficacia sin teconocer- les a ellos la potestad, seria una contradiccién en los términos; y ningiin obstaculo légico se opone a tal deduccién, puesto que, natu ralmente, al conferimiento de la potestad se le puede atribuir efecto retroactivo, ya que el reconocimiento se define como una condicio iuris de la eficacia de la decisién y con ella de la potestad del juez que la ha pronunciado, (Camelutti). 4) Nuestra posicién de principios. Segiin nuestra Constitucién, la Reptiblica de Venezuela es pa- ra siempre e irrevocablemente libre e independiente de toda domi- nacién o proteccién de potencia extranjera (Art. 1°); lo que signitfi- ca que es una Nacién soberana; soberania que reside en el pueblo, quien la ejerce, mediante el suftagio, por los érganos del Poder Pui. blico (Art. 4°). Estos érganos del Poder Piiblico son: el Poder Le- gislativo Nacional, el Poder Ejecutivo Nacional y el Poder Judicial 30 ‘Nacional, cuyas atribuciones las define la propia Constitucién y las reyes, y @ ellas debe sujetarse su ejercicio (Art. 117). EI Poder Judicial se ejerce por Ia Corte Suprema de Justicia y por los demés Tribunales que determine la ley (Art. 204°). Pero la Zdministracion de justicia y la creacién, organizacién y competen- cia de los tribunales, es de la competencia del Poder Nacional (Art. 136. Ord. 23°), ; Ahora bien, la funcién jurisdiceional es manifestacién de la soberania en referencia a la justicia. Es la funcién estatal, vale de- cir, publica o del Estado que se encarga de la garantia del derecho, mediante la resolucién de los conflictos de intereses y la determina- cién de lo que es derecho en el caso individual y concreto. Por ello, independientemente de los elementos orginicos y formales, es co- mo las demés funciones, una sucesién continuada de actos de con- crecién e individualizacién creciente del Derecho, que da lugar a una lex specialis, reveladora de un proceso de creacién normativa que va del mandato juridico abstracto (lex generalis) al mandato juridico conereto (senteneia: lex specialis) y finalmente a la efectiva realizacién de éste (ejecucién). La sentencia judicial -afirma Kel- sen- es aplicacién del Derecho si se la considera en relacién con el grado normativo superior de la ley, por la cual es la sentencia juri- dicamente determinada. Pero es creacién de Derecho si se la consi- dera en relacién con aquellos actos juridicos que han de realizarse sobre Ia base de la misma (ejecucién), o en relacién con las partes cuyos deberes concretos son estatuilos por la sentencia. Del mismo modo, la ley, que es creacién de Derecho por relacién a la senten- cia, es aplicacién del mismo por relacién a una fase normativa su- perior, por la cual son las leyes juridicamente determinadas (Constitucién)”. fe. KELSEN, Teva Gener de Estado, Tin. ep de as Leg Lacan "9 EE Manco 198 p08 te om Teo Pura dal Deco. Tae de Jorge Teja sada, Buenos Aes 204946 p. 4-115 Ea miso ato: Bllon ane tl “No sol ly, soley Ta incon Juice som ns gue dar alpuslo su deco" y wnbign Moray Unger En Aas Rano, ale, Lr Snort Ci“ sop. de Marto Ove. Bul Splo Mlsio, DE. 14 p Ty 31 Ahora bien, es nocién generalmente aceptada, que la funcién jurisdiccional requiere el ejercicio de una actividad continuativa que se manifiesta en dos momentos: el conocimiento (cognizione) y la ejecucién (esecuzione forzata). El primero supone la verificacién por el juez de la coincidencia del supuesto de hecho concreto, exis- tente en la realidad sensible, con el supuesto previsto en la norma general y abstracta en que consiste la ley positiva, y declarar en la sentencia si el comportamiento prictico de la parte coincide 0 no con el supuesto en abstracto por la norma positiva y por consi- guiente, si procede o no la consecuencia juridica prevista en la norma. En cambio, el segundo momento o fase de la jurisdiccién (ejecucién forzada) consiste en hacer que el mandato individualiza- do y concreto cuya certeza esté expresada en la sentencia, sea pric- ticarnente cumplido o ejecutado” Como se ve, la estructura de la sentencia es la de un juicio 1é- gico, que la doctrina generalmente denomina el silogismo judicial, pues el juez determina la existencia de una premisa mayor que es la norma juridica positiva (fattispecie legale), una premisa menor, que son las circunstancias de hecho verificadas cn la realidad (fattispecie reale) y una conclusién, que es el precepto individual y conereto, dirigido a personas determinadas, que individualiza el efecto juridico establecido en abstracto en la norma?! De lo anterior se ve claro la estrecha relacién existente entre la Jurisdiccidn y la Sentencia, por ser estrecha la relacién que existe entre una fincién y el acto propio de la misma. Sin la funcién juris- diccional, sustitutiva de la autodefensa en el Estado modemo, no puede darse la sentencia; y a la vez, ésta no podria existir como acto 20. Cf. CALAMANDREI, Istitwzioni di Diritto Processuale Civile Secondo il Nuovo Codice. 2 Ed, CEDAM. Padove. 1943, Parigrato 10. p. 29 y ss. y Parigrafo 19, p. 53 y ss. Cft. ROCCO, Alfredo. La Sentencia Civit cit n. 11. p. 49 y ss. el cual in

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