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Notas Sobre La Noción de Analiticidad: David Hume (1711-1776)
Notas Sobre La Noción de Analiticidad: David Hume (1711-1776)
Numa Tortolero
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the mind, to separate them from each other, to class them under their proper
heads' (13). To do this, Hume adopted an empiricist theory of knowledge,
dividing all the `perceptions of the mind' into the more lively `impressions,'
as `when we hear, or see, or feel, or love, or hate, or desire, or will,' and the
less lively `ideas' formed as copies from the impressions (1819). All thinking,
and all ideas, originated in their cor- responding impressions, Hume argued.
Attempts by abstract thought to go beyond impressions, as prior metaphy-
sics had done, involved going beyond the very things that gave our thoughts
content. The antidote to such meta- physics was, Hume argued, to introduce
a `greater clearness and precision into philosophical reasonings' by analyzing
the denitions of disputed or obscure concepts in terms of their component
impressions:
Complex ideas may, perhaps, be well known by denition, which is noth-
ing but an enumeration of those parts or simple ideas, that compose them.
But when we have pushed up denitions to the most simple ideas, and nd
still some ambiguity and obscurity; what recourse are we then pos- sessed
of ? . . . Produce the impressions or original sentiments, from which the ideas
are copied. These impressions are all strong and sensible. They admit not of
ambiguity. (1988, 62)
Hume used this method to investigate a variety of traditional metaphysi-
cal concepts, most famously including the ideas of causation, cases of seem-
ingly necessary connections among ideas, and freedom of the will (cf. 1988
4055, 6079, 80103). The verdict of Hume's investigation into these con-
cepts was invariably a `skeptical' one. He could not nd a corresponding
impression for them that was strong and sensible, and so argued that our
belief that these concepts corresponded to something real (an impression)
rested instead on the `custom or habit of the mind' (43). Insofar as tradi-
tional metaphysics rested on the claim that these concepts did correspond to
some real object, it was mistaken.
Nonetheless, Hume granted a distinction that would anticipate the later
analyticsynthetic distinction. The distinction, known as `Hume's Fork,' di-
vided all objects of human reasoning into `relations of ideas' and `matters of
fact':
Of the rst kind are the sciences of Geometry, Algebra, and Arith-
metic; and in short, every armation which is either intuitively
or demonstratively certain . . . That three times ve is equal to
the half of thirty, expresses a rela- tion between these numbers.
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Propositions of this kind are discoverable by the mere operation
of thought, without dependence on what is anywhere existent in
the universe. Matters of fact, which are the second objects of hu-
man reason, are not ascertained in the same manner; nor is our
evidence of their truth, how- ever great, of a like nature with the
foregoing. The contrary of every matter of fact is still possible;
because it can never imply a contradiction, and is conceived by
the mind with the same facility and distinctness, as if ever so con-
formable to reality. That the sun will not rise to-morrow is no less
intelli- gible a proposition, and implies no more a contradiction,
than the arma- tion, that it will rise. (1988, 256)
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Entonces, los juicios que son inmunes a la refutación por la experiencia por la
experiencia son aquellos que pueden ser conocidos a priori y son necesarios.
Denido en qué consiste una verdad necesaria se plantea el problema de
cómo se originan los juicios que son necesariamente verdaderos. Kant pensaba
que que el conocimiento a priori tiene su origen en intuiciones puras, no
sensoriales: el tiempo y el espacio, las cuales el consideraba precondiciones
de la experiencia sensorial. Para explicar qué hace necesario a un juicio,
Kant planteó una distinción que distingue dos tipos de juicios sobra la base
de su signicado, la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos. Esta
distinción al estar basada en el signicado de las expresiones es una distinción
semántica. La distinción entre juicios a priori y juicios a posteriores, que
reera a como la verdad de un juicio puede ser conocida, es una distinción
epistemológica.
En el caso de la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos,
ambos juicios pueden ser verdades a priori, es decir, ambos pueden referir a
verdades que podemos constatar independientemente de la experiencia, pero
por motivos distintos, porque su verdad se conoce en manera distinta en cada
caso. Uno de los criterios para distinguir entre ambos era, proponía Kant, la
consideración del contenido de los términos de las proposiciones.
CITA
El problema de este criterio es que sólo se aplica a enunciados que tie-
nen la forma sujeto-predicado y, además, no es claro el signicado de estar
contenido. Por otro lado, tampoco puede aplicarse a proposiciones con forma
sujeto-predicado que sean negativos, ya que estos sostienen que el sujeto no
está contenido en el sujeto.
Todavía queda la distinción entre verdades necesarias y proposiciones
contingentes. Se trata en este caso de una distinción metafísica. Para Kant,
una verdad necesaria es toda proposición cuya negación implica una contra-
dicción. De manera similar, Leibniz había denido las verdades de razón, así
que él sería el precursor del concepto de juicio analítico de Kant. El crite-
rio presupone reconocimiento cognitivo del contenido conceptual del término
sujeto sin el cual no puede comprenderse cómo un juicio como 'un cuerpo no
es extenso' implica una contradicción. Así que el criterio del principio de no
contradicción no es independiente del criterio de contenido.
Es la noción de intuición la que parece ser la clave empleada por Kant
para explicar las proposiciones sintéticas a priori. En el caso de las verdades
analíticas, su necesidad deriva del hecho de que el predicado está contenido
en el sujeto. Negar esto es violar la ley de no contradicción, la cual es una
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verdad necesaria e inviolable.
Las verdades sintéticas a priori son verdades necesarias y conocidas a
priori en virtud de lo que Kant llamó una 'construcción en la intuición'.
Tenemos ciertas intuiciones puras y a priori del espacio y el tiempo. En
este sentido, las intuiciones son un tipo de relación inmediata de la mente
con un objeto de conocimiento. Esta relación es inmediata, en el sentido de
que es una relación directa con el objeto de conocimiento no mediado por
signos, marcas ni conceptos. Son intuiciones que no son sensoriales pero que
constituyen parte de la base de nuestra experiencia sensorial.
Espacio y tiempo no son descubiertos en la experiencia sino más bien
presupuestos por la experiencia. Por ejemplo, la misma intuición pura del
espacio que hace posible la experiencia hace verdadera a las proposiciones
de la geometría, las cuales son necesarias pues derivan de las condiciones
que hacen posible a la experiencia. Los juicios de la geometría son sintéticos
porque están constituidos por nosotros de acuerdo a nuestra intuición acerca
de lo que Kant llamó una necesidad inherente en los conceptos (B16-17).
Las proposiciones matemáticas derivan su necesidad y carácter a priori del rol
que juega la intuición a priori del tiempo al hacer posible nuestra experiencia
(A719-20/B747-8).
Kant pensaba que había otros tipos de verdades sintéticas a priori, las
formadas no por construcción en la intuición sino por una 'síntesis' que pro-
cede a priori de acuerdo a ciertos conceptos (A719/B747). Algunos conceptos
pueden construirse en la intuición, como el concepto de número, y otros no,
como las llamadas 'categorías' o 'conceptos puros del entendimiento'. Son
conceptos tales como unidad, pluralidad, existencia, causación y posibilidad.
Según tales conceptos expresaban restricciones o reglas sobre posibles pen-
samientos (A87/B120f ). Por ejemplo, el concepto de causación es a priori y
determina qué tipo de juicios acerca de causas son posibles. Al restringir los
pensamientos y juicios que podemos formar acerca de causas, el concepto de
causación exige que todo evento tenga una causa. El juicio es sintético a priori
y necesario en virtud de que deriva de un concepto (causación) que determina
cómo pensar acerca de ciertas cosas, tales como secuencias causales.
El interés de Kant en las condiciones que hacen posible la experiencia le
llevaron a centrarse en las verdades sintéticas a priori como claves de nuestra
comprensión de por qué nuestra experiencia es de esta manera. Pensaba que
la losofía tenía como tarea explorar nuestro conocimiento de tales verdades y
revelar cómo las condiciones que hacen posible la experiencia impone límites
sobre qué puede alcanzar el pensamiento en forma signicativa.
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Empirismo Lógico
Una de las motivaciones del positivismo es la percepción de cierto contras-
te entre la losofía tradicional y las ciencias naturales. Mientras las ciencias
despliegarse rmemente, en un progreso ininterrumpido y en continuo acuer-
do general sobre los resultados, la losofía parece enredada en un sin n de
disputas irresolubles. El positivismo se inicia con la idea de que el paradigma
del conocimiento genuino es el conocimiento cientíco y con la desconanza
en los conceptos metafísicos fuera de las ciencias naturales. El positivismo se
plantea entonces dos proyectos:
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El análisis losóco es un método para claricar ideas en la medida que
puede revelar sus constituyentes esenciales. En cierto sentido, la labor de la
losofía es similar a la de la química, pues estudia algo dividiéndolo en sus
partes, como la química estudia objetos dividiéndolos en busca de sus com-
ponentes más elementales. Pero el análisis losóco analiza ideas y conceptos
que inicialmente son oscuros. Cuando nos preguntamos por el signicado de
ciertas palabraspor ejemplo, cuando preguntamos ¾que es justicia? ¾que es
verdad? o ¾que es belleza?no buscamos mayor información acerca de aque-
llo a qué reeren sino una explicación del signicado de la palabra. El análisis
debería satisfacer estos requerimientos de explicación y claridad suministran-
do deniciones aceptables de las expresiones que presentan problemas.
Uno de los procedimientos que se aplicó para cumplir la tarea del análisis
losóco fue introducido por B. Russell a través de su teoría de las descrip-
ciones.
En su ensayo, Sobre la Denotación, Russell presenta una teoría que emplea
los nuevos métodos lógicos de Frege para analizar las descripciones denidas,
tales como el caballo que ganó el último Kentucky Derby, y las descripcio-
nes indenidas, como un hombre. Decía que descripciones indenidas como
un hombre no denotan una entidad (Russell 1956, 42-3). Tales expresiones
denotan solamente dentro del contexto de una proposición como todos los
hombres son mortales, combinándose con otros componentes proposiciona-
les para expresar la proposición: 'Si x es humano, x es mortal es siempre
verdad'.
Para las proposiciones denidas, Russell propuso un análisis en el que
la proposición donde ocurría la descripción denida debía ser reemplazada
por una oración que asevera que el predicado usado es satisfecho sólo por
cualquier objeto que tenga esa propiedad denotada por el predicado.
Russell adjuntó una tesis epistemológica a su teoría según la cual sólo
se puede entender una proposición si uno está familiarizado inmediatamente
con todo constituyente de ella.
La teoría de las descripciones complementaba esta tesis, pues uno no
necesita estar familiarizado inmediatamente con el tema de una descripción
para entender una proposición que la involucra. Uno podría saber que el
último gobernante romano de Alemania perdió tres legiones a pesar de no
estar familiarizado con ese gobernador. Por la teoría de las descripciones, la
proposición conocida cuando uno conoce este hecho acerca del gobernante no
contiene al gobernante como un elemento. Más bien, uno está familiarizado
con los constituyentes de las funciones proposicionales (x es un gobernante,
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x perdió tres legiones, etc.) que comprenden la función proposición original.
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ciados analíticos y enunciados sintéticos pasa por la determinación aceptable
de un concepto de sinonimia.