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La gran abadia de Saint-Riquier, en Ponthiew,tributaba al santo
tuna veneraci6n muy particular desde el silo x¥ cuando menos. Po-
co después de 152, el tesorero de la comunidad, Felipe Wallos, resol
vié adocnar con frescos la sla dela tesorera que estaba su cuida~
do en razén de su ofc. Yes muy posible que él mismo haya trazado
el programa del amplio ciclo pictorto, que todavia hoy se ve des-
arrollase en las paredes de Ja hermosa sal, cubierta de una boveda_
con delicadas nervaduras yen 6 no olvid6 por cierto san Marcalf.
-Mediante una audse.concepeién, lo represent6 cumpliendo la dona
cién maravillsa:e} abad de Nant, con la cruz. en su mano, est de
pie: frente a él se acrodilla un rey de Francia fastuosamente vestido,
com la corona puesta, su manto cubierto de flores de lis, e collar de
1 al cuello, El santo, con su mano sagrada, toca el ment6n
del principe: era el gesto que ls miniacuras y iminas dela época les
‘otorgaban a los reyes que tocaban escr6fulas, ya que la enfermedad
tenia en los ganglios del cuello su asiento preferido. BD artista no
crey6 poder encontrar otra actitud més elocuente para indicar a los
ojos de todos la tansmisién del poder de curaci6n. Debsjo del cua