Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 4
Georges Perec LO INFRAORDINARIO Traduccién, prélogo y notas de Jorge Fondebrider Ras ‘ETERNA CADENCIA EDITORA ZAPROXIMACIONES A QUE? Lo que nos habla, me parece, es siempre el aconteci- miento, lo ins6lito, lo extraordinario: la primera pagi ‘na a cinco columnas, grandes titulares. Los trenes solo empiezan a existir cuando descarrilan, y cuantos mas pasajeros muertos, més existen; los aviones solo acce- dena la existencia cuando los secuestran; los autos tie- nen por tinico destino estrellarse contra los plitanos: cincuenta y dos fines de semana por afio, cincuenta y dos balances: jtantos muertos y tanto mejor para la in- formacién si las cifras no cesan de aumentar! Detras del acontecimiento tiene que haber un escéndalo, una fisura, un peligro, como sila vida solo debiera revelar- sea través de lo espectacular, como si lo que se dice, lo significativo fuese siempre anormal: cataclismos natu- rales o conmociones hist6ricas, conflictos sociales, es- cindalos politicos... En nuestra precipitacién por medir lo hist6rico, lo significativo, lo revelador, no dejemos de lado lo esencial: lo verdaderamente intolerable, lo realmente inadmisible: el escéndalo no es el grist, es el trabajo en las minas. Los 3 « malestares sociales” no son “preocupantes” en periodo de uelga, son intolerables veinticuatro horas por dia, trescientos sesenta y cinco dias por afio. Los maremotos, las erupciones voleénicas, las to- res que se derrumban, los incendios forestales los» neles que se desmoronan, ;Publicis® que se quema y que habla! Ae ae iTerriblet jMonstruoso! iEscandalosot Pero, zdénde estd el escandalo? gE] verdadero escén- dalo? zAcaso el diario no dijo tinicamente: quédense tranquilos, ya-ven que la vida existe, con sus altibajos, jue pasan cosas? yo tos diarigs hablan de todo, salvo de lo diario. Los diarios me aburren, no me ensefian nadas lo que cuentan no me concierne, no me interroga y ademas no respon de a las preguntas que planteo 0 que quisiera plantear. Lo que pasa realmente, lo que vivimos, lo demés, todo lo demés, ¢dénde esta? ;Cémo dar cuenta de lo que pasa cada dia y de lo que vuelve a pasar, de lo be nal, lo cotidiano, lo evidente, lo comin, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual? ¢Cémo interrogarlo? ;Cémo describirlo? * Perec se refiere al edificio de una famosa agencia francesa de poblcd, siuado sobre os Champ Fetes que cefectivamente, incendié el tiembre de cabs pene ex consejero del ministro Albin Chalandon durante el gobierno de Jacques Chaban-Delmas y la presidencia de ‘Georges Pompidou. En 1972, dijo tener copias de documentos que jncriminaban a cuarenta y ocho importantes figuras politicas por tri fico de influencias ¥ negociados, lo cual provoes las renuncias de Chaban-Delmas y de Chalandon, 14 Interrogar lo habitual, Pero, justamente, es a eso a Jo que estamos habituados. No lo interrogamos, no nos interroga, parece no constituir un problema, lo vivimos sin pensar en ello, como si no transmitiera ninguna pregunta ni respuesta, como si no fuera portador de ninguna informacién. Ni siquiera es condicionamien- to, es anestesia. Dormimos nuestra vida con un suefio sin suefios. Pero, gdénde esta nuestra vida? Donde esta nuestro cuerpo? gDénde esté nuestro espacio? Cémo hablar de estas “cosas comunes”, cémo ase- diarlas, cémo hacerlas salir, arrancarlas del caparazén al que estan pegadas, cémo darles un sentido, una lengua: que finalmente hablen de lo que existe, de lo que somos. Quizés se trate de fundar, finalmente, nuestra propia antropologfa: la que va a hablar de nosotros, la que va a buscar en nosotros lo que durante tanto tiempo les hemos copiado a los otros. Ya no lo exdtico, sino lo endético. Interrogar lo que tanto parece ir de suyo que ya he- mos olvidado su origen. Volver algo del asombro que podian experimentar Jules Verne o sus lectores frente a un aparato capaz de reproducir y de transportar los so- nidos. Porque ese asombro existié, y miles de otros, y son ellos los que nos han modelado. Aqui se trata de interrogar, sea el ladrill, el hormig6n, el vidrio, nuestros modales en la mesa, nuestros uten- silios, nuestras herramientas, nuestros horarios, nues- tos ritmos. Interrogar aquello que parece haber dejado de sorprendernos para siempre. Esta claro que vivimos, esta claro que respiramos; caminamos, abrimos puer- tas, descendemos escaleras, nos sentamos a una mesa para comer, nos acostamos en una cama para dormir. ¢Cémo? gDénde? ¢Cuindo? gPor qué? Describa su calle. Describa otra. Compare. Haga el inventario de sus bolsillos, de su bolso. In- terréguese sobre la procedencia, el uso y el devenir de los objetos que ha sacado de abi. Interrogue a sus cucharitas. {Qué hay debajo de su empapelado? gCudntos gestos son necesarios para discar un nti- mero de teléfono? ¢Por qué? {Por qué no hay cigarrillos en los almacenes? Por qué no? Poco me importa que estas preguntas sean, aqui, fragmentarias, apenas indicativas de un método, a lo sumo de un proyecto. Me importa mucho que parez~ can triviales y fitiles: es eso lo que, precisamente, las vuelve tanto més esenciales que muchas otras a través de las cuales hemos intentado vanamente captar nues- tra verdad. 16

You might also like