Reinhart Koselleck
Future pasado
Para una semdntica
de los tiempos histéricos
GU24ES
&
ediciones
PAIDOS
Barcelona
Buenos Aires
MéxicoPrélogo
Introduccion ..
BYNES
CoN KM
10.
1h.
12.
. Futuro pasado del comienzo de la modernidad
. Historia magistra vitae ..............0 00.005
. Criterios histéricos del concepto moderno de revolucién
. La. prognosis histérica en el escrito de Lorenz von Stein so-
. Historia conceptual e historia social ................
. Historia, historias y estructuras formales de! tiempo
. Representacién, acontecimiento y estructura .,.......
. El azar como residuo de motivacién en la historiografia
. Compromiso con la situacién y temporalidad .........
SUMARIO
PRIMERA PARTE,
SOBRE LA RELACION ENTRE EL PASADO
Y¥ EL FUTURO EN LA HISTORIA RECIENTE
bre la constituci6n prusiana ............ 0.00000. e eee
SEGUNDA PARTE
SOBRE LA TEORIA Y EL METODO
DE LA DETERMINACION DEL TIEMPO HISTORICO
TERCERA PARTE
SOBRE LA SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO
DE LA EXPERIENCIA
Sobre la semdntica hist6rico-politica de los conceptos con-
irarios asimétricos :
Sobre la disponibilidad de la historia .
Terror y sueifio
FH 48727
il
13
21
41
67
87
105
127
141
155
173
205
251
2678 EL FUTURO PASADO
ls 287
14, «Espacio de experiencia» y «Horizonte de expectativa», dos
categorias histéricas . .
359
365
indice de nombres
Indice analitico332 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA BXPERIENCIA
sela. Por otra parte, esta misma posicién puede establecerse en el
futuro como utépica, de manera que nunca se pueda realizar —o bien
se situa en el pasado presente, de modo que esté ya verdaderamente
superada, retrasada y, por lo tanto, vencida—. En cierto modo, esta-
mos tratando con formas vactas de las dimensiones temporales, que
pueden ser ocupadas arbitrariamente. Y tan pronto como los crite-
rios de futuro de lo deseable entran a formar parte del juicio, ya no
se pueden rebatir empiricamente las coordinaciones criticas de la
ideologia. Remiten a un futuro que sélo fue descubierto por la mo-
dernidad, sin haber sido alcanzado desde entonces.
La determinacién de la modernidad como tiempo de transicién
no ha perdido en evidencia epocal desde su descubrimiento. Un cri-
terio infalible de esta modernidad son sus conceptos de movimiento
—como indicadores del cambio social y politico y como factores lin-
gilisticos de la formacién de la conciencia, de la critica ideologica
y del control del comportamiento.
XIV
«ESPACIO DE EXPERIENCIA» Y «HORIZONTE DE EXPECTATIVA»
DOS CATEGORIAS HISTORICAS
1. Observacién metédica preliminar
Puesto que tanto se habla en contra de las hipétesis, se debiera
intentar alguna vez comenzar la historia sin hipétesis. No se puede
decir que algo es, sin decir lo que es, Al pensarlos, se refieren los fac-
ta a conceptos y no es indiferente a cudles.' Con estas frases resumid
Friedrich Schlegel un siglo de consideraciones teéricas sobre qué era,
cémo se conocia y cémo se debia escribir la historia. Al final de esta
Tlustracién historica, provocada por una historia experimentada
como progresista, esta el descubrimiento de la «historia en y para
six. Dicho brevemente, se trata de una categoria trascendental que
retine las condiciones de una historia posible con las de su conoci-
miento? Desde entonces ya no es conveniente, aunque sea muy co-
rriente, tratar cientificamente de la historia sin aclararse respecto
a las categorias en virtud de las cuales se va a expresar.
El historiador que recurre al pasado, por encima de sus propias
vivencias y recuerdos, conducido por preguntas o por deseos, espe-
ranzas e inquietudes, se encuentra en primer lugar ante los Hama-
dos restos que atin hoy subsisten en mayor o en menor ntimero. Cuan-
do transforma estos restos en fuentes que dan testimonio de la
historia cuyo conocimiento le interesa, entonces el historiador se mue-
ve siempre en dos planos. O investiga situaciones que ya han sido
articuladas lingtiisticamente con anterioridad, o reconstruye circuns-
tancias que anteriormente no han sido articuladas lingitisticamen-
1. Friedrich Schlegel: Kritische Schriften, bajo la direccién de W. Rasch, 2. edic.,
Munich, 1964, pg. 51 (Fragmento del ateneo).
2. Véase mi articulo «Geschichte, Historie», en Otto Brunner /Werner Conze /Rein-
hart Koselleck (comps.), Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 2, Stuttgart, 1975, pag. 647
sigs. Las reflexiones siguientes se basan en los trabajos del diccionario del lenguaje
sociopolitico en Alemania, que ya se ha citado, En sefal de agradecimiento estan de-
dicados a Werner Conze, sin cuyo estimulo incansable no se hubiese podido realizar
Ja tarea cientifica comin.334 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA
te, pero que extrae de los vestigios con la ayuda de hipétesis y méto-
dos. En el primer caso los conceptos tradicionales de la Jengua de
las fuentes le sirven como acceso heuristico para comprender la rea-
lidad pasada. En el segundo caso, el historiador se sirve de concep-
tos formados y definidos ex post, es decir, de categorias cientificas
que se emplean sin que se puedan mostrar en los hallazgos de las
fuentes.
Tenemos que tratar, pues, de los conceptos ligados a las fuentes
y de las categorias cientificas del conocimiento, que deben diferen-
ciarse aun pudiendo relacionarse, pero no siendo necesario que lo
estén. Con frecuencia, una misma palabra puede cubrir el concepto
y la categoria histéricos, resultando entonces atin mas importante
la clarificacién de la diferencia de su uso. La historia de los concep-
tos es la que mide e investiga esta diferencia o convergencia entre
conceptos antiguos y categorias actuales del conocimiento, Hasta
aqui, por diferentes que sean sus métodos propios y prescindiendo
de su riqueza empirica, la historia de los conceptos es una especie
de propedéutica para una teoria cientifica de la historia —conduce
a la metodologia historica.
Acontinuaci6n, al hablar de espacio de experiencia y de horizon-
te de expectativa como categorias histéricas, diremos de antemano
que estas dos expresiones no se investigan como conceptos del len-
guaje de las fuentes. Incluso renunciamos conscientemente a deri-
var de forma historica el origen de estas dos expresiones, actuando
en cierto modo en contra de la pretensién metédica a la que debiera
someterse un historiador profesional de los conceptos. Hay situacio-
nes en la investigacién en las que el abstenerse de preguntas histérico-
genéticas puede agudizar la mirada sobre la historia misma. En todo
caso la pretension sistematica a la que aspira el procedimiento si-
guiente queda mas clara si anteriormente se renuncia a una histori-
zacién de la propia posicién.
Ya del uso cotidiano del lenguaje se desprende que, en tanto que
expresiones, «experiencia» y «expectativa» no proporcionan una rea-
lidad histérica, como lo hacen, por ejemplo, las caracterizaciones o
denominaciones histéricas. Denominaciones como «el pacto de Post-
dam», «la antigua economia de esclavos» o «la Reforma» apuntan cla-
ramente a los propios acontecimientos, situaciones o procesos his-
iéricos. En comparacién, «experiencia» y «expectativa» sélo son
categorias formales: lo que se ha experimentado y lo que se espera
respectivamente, no se puede deducir de esas categorias. La antici-
pacién formal de explicar la historia con estas expresiones polarmen-
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 335
te tensas, tinicamente puede tener la intencién de perfilar y estable-
cer las condiciones de las historias posibles, pero no las historias
mismas. Se trata de categorias del conocimiento que ayudan a fun-
damentar la posibilidad de una historia. O, dicho de otro modo: no
existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las ex-
periencias y esperanzas de personas que actdan 0 sufren. Pero con
esto atin no se ha dicho nada acerca de una historia pasada, presen-
te o futura, y, en cada caso, concreta.
Esta propiedad de la formalidad la comparten nuestras catego-
rfas con otras numerosas expresiones de la ciencia historica, Recor-
demos «sefior y siervo», «amigo y cnemigo», «guerra y paz», «fuer-
zas productivas y relaciones de produccién»; o pensemos en la
categoria del trabajo social, de wna generacién politica, en las for-
mas de construir una constitucién, en las unidades de accién socia-
les 0 politicas, o en la categoria de frontera, en el espacio y el tiempo.
Siempre se trata de categorias que todavia no dicen nada sobre
una determinada frontera, una determinada constitucién, etc. Pero
el hecho de que esta frontera, esta constitucién o esta experiencia
y aquella expectativa hayan sido cuestionadas y expuestas, presupo-
ne ya el uso categorial de las expresiones.
‘Ahora bien, casi todas las categorias formales que hemos men-
cionado se caracterizan por haber sido a la vez conceptos histéricos,
es decix, conceptos econémicos, politicos o sociales, es decir, proce-
dentes del mundo de la vida, En esto comparten la ventaja de aque-
llos conceptos tedricos que en Aristételes proporcionaban una vision
intuitiva a partir de la comprensién de la palabra, de manera que
el mundo cotidiano de la politica quedaba superado en su reflexién.
Pero, precisamente respecto al mundo de la vida precientifico y a sus
conceptos politicos y sociales, resulta evidente que se puede diferen-
ciar y graduar la lista de las categorias formales derivadas de ellos.
¢Quién negard que expresiones tales como «democracia», «guerra 0
paz», «sefiorio y servidumbre», estan mds Ilenas de vida, son mas
concretas, mas sensibles y mas intuitivas que nuestras dos catego-
rias «experiencia» y «expectativa»?
Evidentemente, las categorias «experiencia» y «expectativa» re-
claman un grado mis elevado, ya apenas superable, de generalidad,
pero también de absoluta necesidad en su uso. Como categorias his-
toricas equivalen en esto a las de espacio y tiempo.
Esto puede fundamentarse seménticamente: los conceptos que se
han mencionado, saturados de realidad, se establecen como catego-
rias alternativas o significados que, al excluirse mutuamente, cons-336 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
tituyen campos de significacién mas concretos, delimitados cada vez
mas estrechamente, aun cuando permanezca su referencia mutua. Asi
la categoria del trabajo remite al ocio, la de guerra a la paz y vicever-
sa, la de frontera a un espacio interior y a otro exterior, una genera-
cién politica a otra o a su correlato biolégico, las fuerzas producti-
vas a las relaciones de produccién, la democracia a una monarquia,
ete. Evidentemente, la pareja de conceptos «experiencia y expectati-
va» es de otra naturaleza, esta entrecruzada internamente, no ofrece
una alternativa, mds bien no se puede tener un miembro sin el otro.
No hay expectativa sin experiencia, no hay experiencia sin expec-
tativa.
Sin el animo de establecer aqui una jerarquizacién estéril, se pue-
de decir que todas las categorias condicionales que se han mencio-
nado para las historias posibles se pueden aplicar individualmente,
pero ninguna es concebible sin estar constituida también por la ex-
periencia y la expectativa. Por lo tanto, nuestras dos categorias indi-
can la condicién humana universal; si asi se quiere, remiten a un dato
antropolégico previo, sin e! cual la historia no es ni posible, ni siquiera
concebible.
Novalis, uno de los testigos principales de aquel tiempo en el que
empez6 a tomar alas la teoria de la historia antes de consolidarse
en los sistemas idealistas, lo formulé en una ocasién en su Heinrich
von Ofterdingen. Ahi opinaba que el auténtico sentido de las histo-
tias de los hombres se desarrolla tarde, aludiendo a! descubrimien-
to de la historia en el siglo XVIII. Sdlo cuando se es capaz de abar-
car una larga serie con una sola ojeada y no se toma todo literalmente
ni se confunde petulantemente, sdlo entonces se observa la concate-
nacion secreta entre lo antiguo y lo futuro y se aprende a componer
la historia a partir de la esperanza y el recuerdo}
«Historia» no significaba todavia especialmente el pasado, como
mas tarde bajo el signo de su elaboracién cientifica, sino que apun-
taba a esa vinculacién secreta entre lo antiguo y lo futuro, cuya rela-
cién sdlo se puede conocer cuando se ha aprendido a reunir los dos
modos de ser que son el recuerdo y la esperanza.
Sin detrimento del origen cristiano de esta visién, aqui se pre-
senta un auténtico caso de aquella determinacién trascendental de
la historia a la que me referfa al principio. Las condiciones de posi-
bilidad de la historia real son, a la vez, las de su conocimiento. Espe-
3. Novalis: «Heinrich von Ofterdingen» 1, 5, en Schriften, bajo la direccién de
Paul Kluckhohn y Richard Samuel, 2 edic., vol, 1, Stuttgart, Darmstadt, 1960, pag, 258.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 337
ranza y recuerdo o, expresado mas genéricamente, expectativa y ex-
periencia —pues la expectativa abarca mas que la esperanza y la ex-
periencia profundiza mas que el recuerdo— constituyen a la vez la
historia y su conocimiento y, por cierto, lo hacen mostrando y elabo-
rando la relacién interna entre el pasado y el futuro antes, hoy o
mafiana.
Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos
categorias adecuadas para tematizar el tiempo histérico por entre-
cruzar el pasado y el futuro. Las categorias son adecuadas para
tentar descubrir el tiempo histérico también en el campo de la in-
vestigacion empirica, pues enriquecidas en su contenido, dirigen las
unidades concretas de accion en la ejecucién del movimiento social
0 politico. ; .
Expondremos un ejemplo sencillo: la experiencia de la ejecucién
de Carlos I abrid, mas de un siglo después, el horizonte de las pers-
pectivas de Turgot cuando instaba a Luis XVI a que realizase refor-
mas que le preservasen del mismo destino de aquél. Turgot aviso en
vano a su rey. Pero entre la revolucién inglesa pasada y la francesa
venidera se pudo experimentar y descubrir una relacién temporal
que Ievaba mas alla de la mera cronologia. La historia concreta se
madura en el medio de determinadas experiencias y determinadas
expectativas. |
Pero nuestros dos conceptos no estan sdlo contenidos en la eje-
cucién concreta de la historia, ayudandole a avanzar. En tanto que
categorias son las determinaciones formales que explican esa ejecu-
cién, para nuestro conocimiento histérico. Remiten a la temporali-
dad del hombre y, si se quiere, metahist6ricamente a la temporalidad
de ta historia.
Intentaremos clarificar esta tesis en dos pasos. En primer lugar
esbozaré la dimension metahistorica: en qué medida la experiencia
y la expectativa, como dato antropolégico, son condicion de las his-
torias posibles.
En segundo lugar intentaré mostrar historicamente que la coor-
dinacién de experiencia y expectativa se ha desplazado y modifica-
do en el transcurso de la historia. Si sale bien la prueba, se habra
demostrado que el tiempo histérico no sélo es una determinacién
vacia de contenido, sino también una magnitud que va cambiando
con la historia, cuya modificacién se podria deducir de la coordina-
cién cambiante entre experiencia y expectativa.338 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
Il. Espacio de experiencia y horizonte de expectativa
como categorias metahistoricas
Pido la comprensién de los lectores por empezar con Ia explica-
cién del significado metahistorico y por tanto antropoldgico, pues
s6lo podré hacerla en un breve esbozo, al que me arriesgaré, sin em-
bargo, a fin de distribuir mejor la carga probatoria. Al aplicar nues-
tras expresiones en Ja investigaci6n empirica sin una determinacién
metahistérica que apunte a la temporalidad de la historia, caerfa-
mos inmediatamente en el torbellino infinito de su historizacién.
Por eso, ensayemos algunas definiciones a modo de oferta: la ex-
periencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido in-
corporados y pueden ser recordados. En la experiencia se fusionan
tanto la elaboraci6n racional como los modos inconscientes del com-
portamiento que no deben, o no debieran ya, estar presentes en ef
saber. Ademds, en la propia experiencia de cada uno, transmitida por
generaciones o instituciones, siempre esta contenida y conservada
una experiencia ajena. En este sentido, la Historie se concibié desde
antiguo come conocimiento de la experiencia ajena.
Algo similar se puede decir de la expectativa: esta ligada a perso-
nas, siendo a la vez impersonal, también la expectativa se efectiia en
el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavia-no, a lo no experi-
mentado, a lo que sélo se puede descubrir. Esperanza y temor, deseo
y voluntad, la inquictud pero también el andlisis racional, la visién
receptiva o la curiosidad forman parte de la expectativa y la cons-
tituyen.
A pesar de estar presentes reciprocamente, no se trata de concep-
tos simétricos complementarios que coordinan el pasado y el futuro
como si fueran espejismos.* Antes bien, la experiencia y la expecta-
tiva tienen modos de ser diferenciables. Esto queda explicado en una
4, Véanse los andlisis de Agustin en el libro {1 de sus Confesiones, donde las tres
dimensiones del tiempo se remiten a la expectativa, ala percepcidn y al recuerdo
enelesptritu, en el Anima. Ademas los andlisis de Heidegger en Sein und Zeit, espe-
cialmente en el capitulo 5 «Zeitlichkeit und Geschichtlichkeit», donde la constitu.
cién temporal de la existencia [Dasein] humana se revela como condicién de la histo-
ria posible. Por supuesto que ni Agustin ni Heidegger han extendido sus preguntas
al tiempo de {a historia. Queda aqui como pregunta abierta si las estructuras tempo-
rales intersubjetivas de la historia se pueden en todo caso deducir suficientemente
de un andlisis de la existencia. A continuacién se intentan usar las categorias meta-
histéricas de experiencia y expectativa como indicadares de los cambios de! tiempo
hist6rico. La implicacién histérica de toda experiencia ha sido descubierta por Hans-
Georg Gadamer en Wahrheit und Methode, Tubinga, 1960, pag. 329 sigs.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 339
frase del conde Reinhard, quien en 1820, después de volver a esta-
lar sorprendentemente la revolucién en Espaia, le escribio a Goet-
he: Tiene usted toda la razén, mi estimado amigo, en lo que dice so-
bre la experiencia. Para los individuos siempre llega demasiado tarde,
para los gobiernos y los pueblos no estd nunca disponible. El diplo-
matico francés hizo suya una expresion de Goethe que se impuso en
aquel momento, quizA también en Hegel y que certificaba el final de
la aplicabilidad inmediata de las ensefianzas de la Historie. Sucede
asi —y quisiera llamar la atencién sobre el pasaje que sigue sin per-
juicio de la situacién hist6rica en la que fue concebida, por primera
vez, esta frase—, sucede ast porque la experiencia ya hecha se expone
unificada en un nucleo y la que atin estd por realizar se extiende en
minutos, horas, dias, afios y siglos, por lo gue lo similar no parece
nunca ser similar, pues en un caso sélo se considera el todo y en el
otro partes aisladas®
El pasado y el futuro no llegan a coincidir nunca, como tampoco
se puede deducir totalmente una expectativa a partir de la experien-
cia. Una vez reunida, una experiencia es tan completa como pasados
son sus motivos, mientras que la experiencia futura, la que se va a
hacer, anticipada como expectativa se descompone en una.infinidad
de trayectos temporales diferentes.
Nuestra perifrasis metaforica se corresponde con esta situacién
que ha advertido el conde Reinhard. De todos modos, ya se sabe que
el tiempo sélo se puede expresar en metaforas temporales, pero evi-
dentemente resulta mds convincente hablar de «espacio de experien-
cia» y chorizonte de expectativa» que, al contrario, de «horizonte de
experiencia» y «espacio de expectativa», aun cuando estas locucio-
nes conservan su sentido, De lo que aqui se trata es de mostrar que
la presencia del pasado es algo distinto de la presencia del futuro.
Tiene sentido decir que la experiencia procedente del pasado es
espacial, porque esta reunida formando una totalidad en la que es-
t4n simultaneamente presentes muchos estratos de tiempos anterio-
res, sin dar referencias de su antes ni de su después. No hay una ex-
periencia cronolégicamente mensurable —aunque si fechable segiin
su motivo— porque en cualquier momento se compone de todo lo
que se puede evocar del recuerdo de la propia vida o del saber de
otra vida. Cronolégicamente, toda experiencia salta por encima de
los tiempos, no crea continuidad en el sentido de una elaboracion
aditiva del pasado. Antes bien, se puede comparar —utilizando una
5. Goethe y Reinhadr: Briefwechsel, Francfort, 1957, pag. 246, Véase antes pag. 60.