Bases Neurobiologicas

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MASSON, S.A. Fotacopiar sin autorizacién es un det. 7—EE Op — EE Bases neurobioldgicas del desarrollo del lenguaje Juan Narbona y Secundino Fernandez INTRODUCCION En este capitulo pretendemos sintetizar los co- nocimientos actuales en torno a las relaciones entre el desarrollo del cerebro y el de las funcio- nes mentales, con especial énfasis en los proce- sos del lenguaje. La neuropsicologia del nifio posee unas raices mucho més recientes que la del adulto y plantea dificultades sobreafiadidas. £| cerebro infantil se encuentra en curso de maduracién morfofuncio- nal y las correlaciones anatomoclinicas son menos especificas que las del adulto. Aunque el cuerpo de conocimientos actualmente disponible sobre el desarrollo prenatal del sistema nervioso es muy abundante (Evrard y cols. 1992), los datos acerca de su maduracién posnatal son més frag- mentarios, si bien las aportaciones de las tres ulti mas décadas permiten emitir postulados bastante plausibles sobre e! paralelismo entre el desarrollo comportamental humano y sus bases bioldgicas (Huttenlocher y Dabholkar 1997, Herschkowitz y cols. 1997, 1999). Las lesiones estructurales tem- pranas y las experiencias de privacién y enrique- cimiento en estimulos ambientales constituyen también una fuente importantisima de conod- miento sobre los mecanismos de reestructuracién vicariante y de la plasticidad neural. Nuestra exposicién va a proceder de la siguien- te manera: en primer lugar revisaremos sintética- mente los mecanismos neurales de! lenguaje en el sujeto con cerebro maduro y las enmarcaremos en el conjunto de funciones cerebrales superio- res. A continuacién estudiaremos las bases de neurobiologia del desarrollo que sustentan la ad- quisicién de! lenguaje en el nifio y, por ultimo, reflexionaremos acerca de los datos disponibles para fundamentar las nociones de aprendizaje, reestructuracién vicaria y plasticidad neural, que confieren a la neuropsicologfa infantil sus pecu- liaridades clinicas y pronésticas propias. REDES FUNCIONALES NEUROCOGNITIVAS Combinando las caracteristicas ontogenéticas, citoarquitecténicas y funcionales de las distintas regiones del cerebro, se denominan dreas cortica- les primarias las de proyeccién simple sensorial 0 motriz (circunvolucién parietal ascendente, cir- cunvolucién de Heschl, bordes de la cisura calca- rina, circunvolucién frontal ascendente); las dreas corticales secundarias son la corteza premotora y la corteza asociativa sensorial unimodal adyacen- te a las areas primarias (circunvolucién parietal superior, dreas pericalcarinas 18 y 19 de Brod- mann, planum temporale); las reas corticales ter- ciarias son las de asociacién sensorial plurimodal (Circunvolucién supramarginal y pliegue curvo en la encrucijada parieto-témporo-occipital, cir- cunvolucién lingual en la cara inferior del Iébulo temporal) y la corteza prefrontal. £/ gradiente fun- cional entre las éreas primarias, secundarias y ter- Ciarias es, progresivamente, mas complejo en cuanto a procesamiento de informacion y, en sentido inverso, menos especifico en cuanto a modalidad informacional (Jiménez-Castellanos 1959). Las prolongaciones neuronales (dendritas, axo- nes) que afluyen a la corteza o parten de ella se disponen «verticalmente» en forma de haces per- pendiculares a la superficie cortical. Ademés, las dendritas que interconexionan los componentes celulares de las capas corticales en sentido «hori- zontal» se disponen paralelamente en la corteza y son especialmente abundantes en las capas Il, IV y V, constituyendo el neuropilo de asociacién intracortical que posibilita las complejas funcio- 4 PARTE | Desarrollo normal nes de! cerebro humano. Las areas de la corteza primaria de proyecci6n simple sensorial y motriz correspondientes a cada hemicuerpo no estan li- gadas entre si; establecen tan sdlo conexiones con el drea de asociacién especifica unimodal respectiva. En cambio, las distintas areas de aso- ciacién unimodal y plurimodal (secundarias y terciarias, respectivamente) se asocian mediante fasciculos subcorticales intrahemisféricos e inter- hemisféricos. Para una revisién actualizada y di- dactica de las referencias neuroanatomicas y neurofisiolégicas aconsejamos consultar Habib (1994) y Mesulam (1997). La clasica discusion entre modelos localizacio- nistas y globalistas se ha modificado sustancial- mente en el tiltimo cuarto de siglo, Luria (1973) propuso una sistematizacién de la actividad cere- bral superior en tres bloques funcionales. Las es- tructuras centroencefélicas y limbicas constituirian el primer bloque funcional y tienen a su cargo la vigilia, la direccionalidad y selectividad cogniti- vas (atencién, motivacién) y la fijacién de los contenidos de aprendizaje. Las éreas posroldndi- cas (sensoriales primarias, secundarias y tercia- rias) constituirian el segundo bloque funcional y su principal papel estarfa en la recepcién e integra- cidn de las percepciones. En la corteza prerrolan- dica de la convexidad o tercer bloque funcional se realizarian la planificacién, la decisién y el con- trol de las respuestas adaptativas, Este esquema, junto con su sencillez diddctica, resumié en su momento bastante bien el funcionalismo neuro- cognitivo, aproximando los modelos localizacio- nistas a los actuales modelos informacionales. Los modelos de la actual psicologia cognitiva (Ellis y Young 1992) y los derivados de la tecno- logia computacional postulan un procesamiento distribuido-paralelo (PDP) de la informacion en el encéfalo (v. revisiones en Kupfermann 1996 y Farah 1997). Los problemas cognitivos no serian Tesueltos por una progresién secuencial-jerérqui- ca hacia metas predeterminadas, sino mediante una consideracién simulténea e interactiva de multiples posibilidades y limitaciones hasta Ile- gar a una satisfactoria solucién; asi, la textura de la actividad mental esta caracterizada por una ri- queza y una flexibilidad casi infinitas. Actualmente se concibe que cada Area cortical asociativa contiene el sustrato neural de los com- ponentes de diversas funciones complejas, reu- niendo varias redes parcialmente superpuestas; eaneo das menitesactones cagnitiva-camparta- mentales patolégicas por déficit de un determi- nado componente de la red o sistema funcional como las remodelaciones vicarias que se esta- blezcan tras un periodo de recuperacién tradu- cen la participacién de todos los componentes de las distintas redes en las que interviene el componente dafiado (Luria 1973, Mesulam 1990, Pefia-Casanova 1991, Farah 1997). Las redes o sistemas funcionales complejos no s6lo se extienden por el neocértex de la convexi- dad cerebral; en ellas participan también estruc- turas mesiales (sistema limbico, 4rea motriz su- plementaria) y subcorticales (télamo, ganglios basales) (Crosson 1985, 1992; Nauta 1986). Con- secuentemente, en su aspecto espacial, las redes funcionales poseen una dimensién «tangencial» (corticocortical) y otra «perpendiculam a ésta (corticosubcortical). De esta concepcion «tridi- mensional» del funcionalismo neurocognitive de- ivan los modelos actuales que combinan el pro- ceso jerérquico secuencial, desde las areas de proyéccién simple hasta las de asociacién unimo- dal y plurimodal, con el proceso paralelo, en el que, simulténeamente, zonas jerarquicamente diversas de la convexidad cerebral trabajan en continua consulta con las estructuras mesiales y subcorticales (Mesulam 1990, Crosson 1992, Kolb y Whishaw 1997). CEREBRO Y LENGUAJE Los mecanismos més especializados en las fun- ciones formales del lenguaje tienen su asiento neural sobre una extensa porcion del cértex peri- silviano primario, secundario y terciario del he- misferio cerebral izquierdo en el 87 % de los humanos sin tener en cuenta la preferencia ma- nual; en el resto, un 8 % asienta su lenguaje so- bre el hemisferio derecho, mientras que un 5 % Jo hacen de forma repartida en proporcién simi- lar sobre los dos hemisferios (Milner y cols 1966, Subirana 1969, Coren y Porac 1980, Springer y cols. 1999, Frost y cols. 1999), Tam- bién participan el télamo, los ganglios de la base, la corteza prefrontal, el drea motriz suple- mentaria y la corteza limbica de ambos hemisfe- tios. A las regiones perisilvianas del hemisferio derecho conciernen las funciones supraformales de prosodia y de adecuacién comunicativa. Para el lenguaje escrito se requiere, ademas, el fun- cionalismo de la corteza calcarina y de sus dreas adyacentes secundarias de asociacién visual. En [a figura 1-1 se representa un diagrama simpiificade ae fos procesos ae fenguaje oral junto con las estructuras neurales que los susten- ‘tan. A continuacién describiremos mas detallada- mente los distintos elementos: (©MASEON, S.A. Fotecopiar ein autorzacién o¢ un deo. Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 5 Areas de Areas de asociacién _ Areas de asociacién plurimodal prefrontal CA, ene cereal, ( hemisferios) (hemisferio izquierdo) (hemi ») 8 ‘Analisi Reconocimiento Z auditivo lexical y de relaciones 3| fonémico sintdcticas 8) Goatees -Panum teporaes 2 ' 3 ' Semantica 2 ! 5 i De los De fos Repeticion componentes . componentes: sin Iéxicos y prosédicos y seméntica morfosintaécticos : emocionales ‘ (hemistorio izquiordo | (hemisterio derecho ‘roleenciainents) | proferencimenie) g E 6 es 3 2 Formulacién y & Articulacién) <> | programacion morfosintactica Sarena Trea do Boca Pogue curve y ronal ascondone pars operou at ara ergs ‘rea proton Fig. 1-1. Diagrama simplificado de fos procesos de lenguaje oral con indicacién (en cursiva) de las estructuras neurales que los sustentan, Vias terminales de entrada y de salida Una vez transformadas por el drgano de Corti las sefiales acuisticas en sefales bioeléctricas (po- tenciales de accién), son llevadas por los exones de las células del ganglio de Scarpa (VIII nervio craneal) a establecer sinapsis en el nucleo coclear homolateral, a nivel de la unién bulboprotube- rancial. ‘A partir de aqui los axones de las neuronas del nticleo coclear constituirén el lemnisco lateral, que asciende por protuberancia y mesencéfalo hasta el télamo, con una organizacién altamente sofisticada (Buser e Imbert 1987). Una parte pe- quefia de estos axones asciende desde el nucleo coclear homolateral, mientras que el contingente principal (70 %) procede del lado opuesto. La via lemniscal posee estaciones intermedias en el complejo olivar superior (protuberancia media), en los nticleos del lemnisco lateral (protuberancia su- perior) y en los tubérculos cuadrigéminos o colicu- los inferiores (mesencéfalo); estos acimulos celu- lares a cada lado del tronco cerebral se conectan entre si mediante axones que cruzan la linea me- dia. En el complejo olivar superior existen neuro- nas binaurales (que responden a estimulos pro- cedentes de ambos oidos), lo que permite la localizaci6n de la fuente sonora. Las neuronas més periféricas de los coliculos inferiores envian conexiones hacia la sustancia reticular ascenden- te (alerta auditiva) e intervienen en reacciones motoras de orientacién corporal hacia el sonido. De la parte central de cada colfculo inferior sur- ge la proyeccién hacia el cuerpo geniculado me- diano homolateral que forma parte de la masa taldmica (una pequefia proporcin de axones co- necta con el geniculado del lado opuesto). Tanto en el coliculo inferior como en el cuerpo genicu- lado medial existe una organizacién neuronal to- notépica; esta tiltima estacién posee capacidad de discriminacién de frecuencias e intensidades acusticas. Desde el cuerpo geniculado medial, la radia- cién auditiva constituye un denso tracto que, 6 PARTE I Desarrollo normal atravesando la regién sublenticuler (Tanaka y cols. 1991) desemboca homolateralmente en la corteza auditiva primaria, constituida por el giro transverso de Heschl en la cara superior de cada Iébulo temporal, oculto en la profundidad de la cisura silviana. Se han discutido largamente los limites de la corteza de proyeccién auditiva; re- Clentemente una rigurosa investigacién de los potenciales auditivos corticales de latencia media (N-13, P-17 y N-26), mediante electrodos im- plantados por estereotaxia en pacientes epilépti- cos, concluye que el drea auditiva primaria se restringe a la porcién posteromedial de la circun- volucién de Heschl (Liegeois-Chauvel y cols. 1991). La vie eferente final parte bilateralmente de la porcién més inferior de la corteza motora (circun- volucién frontal ascendente, opérculo roléndico) constituyendo el haz geniculado, que forma parte de la via piramidel, cuyos axones corticofugales dan las «érdenes» oportunas a las neuronas de los nuicleos de los nervios craneales VII, IX, X, XI y XII para la motricidad fonoarticulatoria. Pero antes de constituirse esta via descendente es mo- dulada por los circultos cértico-estrio-télamo-corti- cales y cértico-cerebelo-corticales (Rothwell 1987, Alexander y Crutcher 1990) y por las informacio- nes téctiles y propioceptivas de la boca y de la fa- ringe que se proyectan sobre la corteza retrorro- léndica (circunvolucién parietal ascendente). Corteza asociativa secundaria En la cara superior del Idbulo temporal, la zona cortical comprendida entre el giro de Heschl por delante y el dngulo de reflexién del valle del Silvio por detras constituye, a su vez, el planum temporale; éste y una pequefa porcién de la cara externa de la primera circunvolucion temporal constituyen el drea de Wernicke (fig. 1-2), en el hemisferio izquierdo, para la gran mayoria de su- jetos. A este drea se atribuye el papel de decodifi- cacion de las sefiales auditivas llegadas al cortex primario adyacemte y, en particular, las que reu- nen los rasgos de fonemas o unidades minimas distintivas del lenguaje (Geschwind 1965). El drea de Wernicke forma parte de la corteza secundaria de asociacién especifica auditiva; ésta, en el he- misferio izquierdo, posee mayor anchura y recibe informacién proveniente del plenum temporale derecho mediante axones interhemisféricos que cruzan en el esplenio del cuerpo calloso. En la zona correspondiente del hemisferio derecho también ocurre un primer procesamiento de las sefiales acusticas verbales elementales, pero pare- Fig. 1-2. Areas corticales del lenguaje oral ¢ indica- cin de sus relaciones mutuas. A) Cara externa del he- misferio izquierdo. 8) Cara interna del hemisferio dere- cho. Las dreas primarias de proyeccién simple auditiva, (1) proyectan hacia las areas secundarias y terciarias: Wernicke, giro supramarginal y pliegue curvo, que for- man el érea posterior integradora del lenguaje (2). Esta establece conexién mediante el fasciculo erqueado directo subcortical con la porcidn mas anterior del érea de Broca (pars triangularis) (3) para la formulacién lin- Quistica y activa la porcidn posterior de! drea de Broca (pars opercularis) (4) para la programacién verbal; a su vez, ésta activa la porcién més inferior de la circunvo- luci6n frontal ascendente (5) para la emision de «érde- nes» motoras hacia los nticleos de los nervios craneales que inervan las estructuras necesarias para la fonacion la articulacién del lenguaje. Antes ha recibido la mo- dulacién pertinente desde los ganglios basales y el ce- rebelo. La regién prefrontal (6) interviene en la recu- peracién lexical y en la adecuacién del mensaje al contenido semantico a través de su conexidn con el area posterior de integracién del lenguaje. Las areas motrices suplementarias de ambos hemisferios (7) go- biernan la iniciativa verbal activando el drea prefrontal que, a su vez, activa la porcién anterior de Broca para la formulacién. El sistema limbico (6) de ambos hemis- ferios tiene asignadas |a memoria verbal y la tonalidad afectiva de! lenguaje; mediante sus relaciones con las regiones perisilvianas y parietales del hemisferio dere- cho, controla la prosodia. in autorizacion as un detto, MASSON, S.A, Fotocopiat ce ser que son, sobre todo, los componentes me- lodicoemocionales (prosodia, musica) los que se decodifican preferentemente en este hemisferio. El conjunto de investigaciones acerca de la anatomia funcional de las conexiones bidireccio- nales entre el cértex auditivo primario y asociati- vo con los nucleos talémicos han sido revisadas por Pandya (1995). El andlisis espectral de los estimulos sonoros se realiza mediante conexio- nes entre la parte central (core) de Ja corteza au- ditiva primaria y la porcién ventral del cuerpo geniculado medial. El reconocimiento de los per- files sonoros, la localizacién espacial de los rui- dos, la memoria auditiva inmediata y la integra- cién de los datos auditivos con los de otras modalidades sensoriales dependen, por una par- te, de las dreas auditivas primarias marginales (root y belt) conectadas con las areas asociativas adyacentes y, por otra parte, de las porciones magnocelular y dorsal del cuerpo geniculado medial y de otros nuicleos talamicos asociativos (pulvinar, posteromediano e intralaminar). Ro- manski y cols. (1999) han demostrado, mediante marcaje inmunohistoquimico, la existencia de vias de proyeccion auditiva sobre la corteza fron- tal superior (secundaria premotora) y anteroinfe- rior (terciaria prefrontal) en el cerebro de maca- cos; esta trayectoria es paralela a la de las vias del «donde» y del «qué» descritas para la moda- lidad visual por Ungerleider y Mishkin (1982). En el tercio posterior de la tercera circunvolu- cién frontal izquierda se situa el drea de Broca (fig. 1-2), adyacente al rea motora primaria co- rrespondiente a la muscultatura oro-faringo-lin- gual, en la parte més inferior de la circunvolu- cién frontal ascendente. Se distinguen en el 4rea de Broca dos porciones anatémicas: la pars oper- cularis (posterior) y Ia pars triangularis (anterior). Esta ultima forma parte de Ja corteza terciaria de asociacién plurimodal (v. mas adelante) y tiene el cometido de formular las conductas verbales; en cambio aquella otra esta constituida por cor- teza secundaria de asociacién unimodal y, al ser més cercana al area de proyeccién motora sim- ple, se ocupa de programar los esquemas ges- tuales de los organos fonoarticulatorios donde se genera el material sonoro del habla (Geschwind 1965, Lecours 1975a). Tanto el area de Wernicke como la de Broca no son sino dos «cuellos de botella» donde se realizan, respectivamente, la primera decodifica- cidn de las sefiales auditivo-verbales y la ultima claboracién (formulacién y programacién mo- triz) para la realizacion de la palabra (Mesulam 1990). Una y otra drea estén conectadas entre si ee ee ee mediante el fasciculo arqueado subcortical y tam- bién estan conexionadas con las areas terciarias de asociacién (giro supramarginal, pliegue curvo y region prefrontal), asf como con las estructuras limbicas y con las masas grises talamoestriadas, mediante circuitos secuenciales-paralelos, como veremos més adelante. Corteza asociativa terciaria El gran cinturén cortical terciario sustenta las ca- pacidades representativas mentales que posibili- tan el lenguaje como actividad simbdlica. Esté constituido por el cértex prefrontal, el cortex pa- rietal inferior (giro supramarginal y pliegue cur- vo) y el giro fusiforme de la corteza inferotem- poral (fig. 1-2), El giro supramarginal y el pliegue curvo del he- misferio izquierdo tienen encomendadas las mas sofisticadas funciones de andlisis morfosintactico y semédntico de los mensajes verbales. Algunos autores francéfonos clésicos inclufan estas dos circunvoluciones en la descripcién del area de Wernicke, pero en la bibliografia actual los auto- res parecen estar de acuerdo en cefiir el limite de dicha drea a la zona asociativa secundaria que se describié en el apartado anterior (Lecours 1975a, Damasio y Damasio 1989). El andlisis y la identificacidn de los rasgos morfosintécticos pare- cen operarse predominantemente en el giro su- pramarginal, mientras que el pliegue curvo ten- dria su principal cometido en el acceso al Iéxico. EI pliegue curvo es también el centro de integra- cidn de gnosias tactiles, visuales o auditivas no verbales, como corresponde a su naturaleza de cértex terciario de asociacién plurisensorial; asi- mismo, es el polo asociativo de las simagenes mentales» de los gestos. El almacén lexical se en- cuentra ampliamente distribuido por todo el ce- rebro: Mohr y cols. (1994) han demostrado que las palabras 0 los morfemas funcionales (pro- nombres, preposiciones, adverbios, adjetivos de- mostrativos, conjugaciones verbales, etc.) son calmacenadosy casi en su totalidad por el hemi ferio izquierdo, mientras que los lexemas (nom- bres, verbos, etc.) se «almacenan» por igual en la corteza de ambos hemisferios. Ahora bien, para identificar el significado de los lexemas y de las estructuras sintdcticas, 0 recuperar determinados significantes para expresar un concepto, el pro- ceso parece tener un «paso obligado» por las dreas de asociacién terciaria del hemisferio iz- quierdo a las que nos estamos refiriendo (Gesch- wind 1965, Damasio y Damasio 1989, Mesulam 1990, Warburton y cols. 1996). 8 PARTE | Desarrollo normal La tecnologia neurofisiolégica ha enriquecido nues- tros conocimientos acerca de los mecanismos centrales del lenguaje. Ya en 1959 Penfield y Roberts, mediante electro-cértico-estimulacién durante el estudio prequi- rurgico de pacientes epilépticos, consiguieron construir un mapa de las dreas implicadas en el procesamiento formal del lenguaje: sobre la regién prerrolandosilvie~ na izquierda, la zone cortical del lenguaje coincidla con la ya conocida por los estudios de correspondencia anatomociinica; ademas afadieron las éreas motrices suplementarias (region premotora de la cara interna en ‘ambos hemisferios) y mostraron su implicacién en las tareas de cinicietivey verbal. Ojemann (1975), con si- ilar metodologia, demostré el rol del tdlamo en los, procesos de decodificacién, de recuperacién lexical y de control de la produccién linguistica, Estimulando el rea de Broca se obtiene una «respuesta motora nege- tivan (Lesser y cols. 1984), con detencién de los patro- rnes motores complejos buco-faringo-laringeos sin pare- sia; también puede observarse dificultad tansitoria para los patrones motores de gratia, con integridad motora de la extremidad superior. Ojemann y cols. (1989), tras estudiar 117 sujetos con dicho método, concluyen que el mapa funcional neurolinguistico del hemisferio izquierdo posee una amplia variabilidad in- terindividual, sin coincidir exactamente con el que se ostula desde los datos clinicoanatémicos, Ms recien- temente, Liders y cols. (1991) han demostrado la rele- vancia del érea temporobasal (giro fusiforme occipito- temporal), cuya electroestimulacién produce una afasia global inmediata; si la estimulacién se protonga, la comprensién y la expresién del lenguaje van recupe- randose, al igual que sucede tras ablacién quirdrgica de esta area; ello hace pensar que este drea basal tem- poral del lenguaje posee solamente una funcién auxi- liar del rea de Wernicke Mediante el cartografiado del consumo meta- bélico y del flujo sanguineo cerebral regional usando tomograffa por emisién de positrones (PET) en voluntarios sanos, Petersen (1988, 1990) ha demostrado que la corteza prefrontal izquierda se activa durante la tarea de identifica- cién de palabras (por via auditiva 0 visual), pero no con material de seudopalabras; el cortex occi- pital pericalcarino se activa con la presentacién visual de palabras identificables y de seudopala- bras (logatomas), pero permanece inactivo si se presentan dibujos no significativos o simples conglomerados de letras que no se atienen a las. reglas de la combinatoria lingiifstica, lo que con- firma el rol de esta area cortical en el proceso asociativo de aferencias especificamente verba- les. Con el mismo método Fritch y cols. (1991) han confirmado que la corteza prefrontal dorso- lateral izquierda (érea 46 de Brodmann) es una estructura esencial para las tareas de decision lexical y de generacién intrinseca de vocablos. Una serie de trabajos (Wise 1991, Price 1996, Warburton y cols. 1996) han logrado precisar mejor el papel de la corteza prefrontal del he- misferio izquierdo en el acceso a los campos se- ménticos, lo cual posibilita tanto la comprensién de las palabras como la recuperacion del Iéxico necesario para formular enunciados. En la PET, las regiones superotemporales y la parte opercu- lar del drea de Broca (corteza asociativa secunda- ria) se activan durante una tarea de simple repe- ticién de palabras. En cambio, cuando la tarea exige comprensién de vocablos y/o generacién de palabras (y mas, si se trata de verbos) se com- prueba la activacién de las siguientes dreas corti= ales asociativas terciarias: a) la parte triangular del area de Broce y de una zona més extensa de la corteza prefrontal, b) la corteza parietal poste- roinferior (giro supramarginal y pliegue curvo), y ¢) la corteza temporal inferior. Por su parte, Pe- rani y cols. (1999) han comparado las activacio- nes producidas por las palabras con contenido concreto y por las de contenido abstracto: estas Ultimas ponen en juego, ademas de las areas ter- ciarias anteriormente sefialadas, la corteza fron- tal inferior de ambos hemisferios y el polo tem- poral y la amigdala del hemisferio derecho. En Io concerniente a la lectoescritura, los mo- delos neurocognitivos actuales coinciden en ad- mitir que, tras la recepcion de las aferencias vi- suales en el érea visual primaria (bordes de la cisura calcarina en el lébulo occipital), ocurre una primera identificacin de las sefiales graficas y de su disposicién secuencial en la corteza se- cundaria paracalcarina (éreas 18 y 19 de Brod- mann) y desde ahi se retine la informacion de ambos hemisferios en la encrucijada temporooc- cipital izquierda (fig. 1-3). A continuacién existen dos procesos posibles (Coltheart 1985): uno si- gue la llamada ruta fonolégica, o indirecta, que se ditige a la porcién posterior del planum tem- porale (rea de Wernicke en sentido estricto) en donde se realiza la transposici6n de las sefiales visuales (grafemas) en sefiales sonoras (fonemas) que a continuacién recibiran e| mismo trata- miento que el lenguaje oral en el giro supramar- ginal y el pliegue curvo del hemisferio izquierdo para el reconocimiento morfosintactico y lexico- semdntico, y otro se realiza a través de la ruta se- méntica, o directa, desde las areas de asociacién visual secundaria hasta el pliegue curvo, para el acceso inmediato a la morfosintaxis y al signifi- cado, La modalidad fonoldgica realiza una lectu- rade tipo analitico, mientras que la modalidad se- méntica o global permite la lectura global u holistica; ambos procesos pueden ser utilizados MASSON, S.A. Fotocoplar sin autorizacin os un dative, Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 9 3 Via indirecta, 4 i Cuerpo calloso directa 5 Hemisferio Hemisterio lizquierdo derecho 1 2 2 Fig. 1-3. En lo que concieme a la lectura, las areas visuales primarias (1) proyectan sobre las areas de aso- ciacién especifica (2) en el cértex occipital para realizar el primer reconocimiento de los signos gréficos. Desde aqui estas sefiales iran al drea auditiva de asociacion secundaria (3) para le decodificacién por correspon- dencia grafofonémica y luego pasaran al cortex tercia- rio (4) para completar e! proceso de reconocimiento linguistico (via indirecta de la lectura); también las sefia- les visuales pueden acceder inmediatamente a las are- as terciarias del lenguaje (via directa de la lectura). Para la proyecci6n de estas sefiales visuales sobre las dreas del lenguaje, les que proceden de! Ibulo occipital de- recho (hemicampo visual izquierdo) deben atravesar el esplenio del cuerpo calloso (5); las que proceden del ldbulo occipital izquierdo (hemicampo visual derecho) proyectan homolateralmente sobre las dreas del len- guaje. simultaneamente por el sujeto lector normal, si bien la modalidad global es usada preferencial- mente en los sujetos con mejor nivel lector, Rol de las estructuras mesiales y subcorticales en el lenguaje Al igual que las demas conductas humanas, el lenguaje esté posibilitado por la atencién, la me- moria de trabajo, la memoria a largo plazo y Ia ca- pacidad de contro! de respuesta. Estas funciones se sustentan en un amplio sistema neural presidido por la corteza prefrontal que, a su vez, establece conexiones con el sistema limbico (fig. 1-4), con el neoestriado, con el nucleo reticular del tala- mo, con los coliculos y con el sistema reticular del tronco (Stuss y Benson 1986, Goldman-Rakic 1992, Sato y Jacobs 1992) A partir de las correlaciones anatomoclinicas y de los datos de experimentacién neurofisiolégi- c@, Crosson (1985 y 1992) ha propuesto un inte- resante modelo explicando el rol de las estructu- ras talémicas y de los ganglios basales en el procesamiento del lenguaje (fig. 1-5). El area cortical de la formulacién verbal (porcién ante- tior del area de Broca) conecta a través del nu- cleo ventral anterior y pulvinar del talamo con el érea posterior cortical de Wernicke; esta cone- xidn es bidireccional y permite el ajuste semanti- co de la produccién verbal. Aderés, el tdlamo queda bajo la influencia inhibitoria del globo pa- lido que, a su vez, esta normalmente inhibido por el nucleo caudado y éste queda bajo el con- trol de la corteza; asi se establece un control cor- ticosubcortical del flujo verbal y de la organiza- cién de los mensajes. El control de la propia produccién fonolégica se realiza mediante el fas- culo arqueado, que conecta directamente el drea de Wernicke y la porcion posterior del area de Broca. Recientemente se esta evidenciando que el ce- rebelo posee también un papel, a través de sus conexiones corticales y talamicas, en la progra- macién fonoldgico-sintéctica y en la recupera~ cién lexical, asf como en otros procesos cogniti- vos (Schmahmann y Sherman 1998); viene al caso recordar aqui e! mutismo transitorio que se observa tras ablacién cerebelosa extensa para ex- tirpacién de tumores cerebelosos (Koh y cols. 1997) y los diversos grados de apraxia de! habla que presentan los pacientes con apraxia oculo- motora congénita, cuya fisiopatologia parece implicar las conexiones corticocerebelosas (Jan y cols. 1998). Las conexiones talamocorticales generan una actividad bioeléctrica oscilatoria en la banda gamma, con predominio de los ritmos a 40 Hz. Se postula que esta actividad ritmica ejerce una funcién de coalescencia temporoespacial que, probablemente, facilita la experiencia consciente y sirve como marco de referencia para el proce- samiento de la informacién sensorial, para la or- ganizacidn de la conducta motora y para el «es- culpido» anatomofuncional del cerebro desde etapas muy tempranas del desarrollo (Artieda y Pastor 1996, Nichelli 1996, Lopez-Barneo 1996), Concretamente, en referencia al lenguaje, la per- cepcién de indices temporales del orden de sdlo algunas decenas de milisegundos parece ser im- 10 PARTE! Desarrollo normal Sistema de ‘asociacién percentiva Sistoma Sistomas de: limbic Orientacién mottiz (premotor) (motwacién) Control supervisor (prefrontal) Vies sensoriales y sistema reticular activador ascendente Fig. 1-4. Esqueme de los mecanismos de atencién. Los estimulos sensoriales activan la sustancia reticular ascen- dente del tronco cerebral y el nuicleo reticular del tdlamo (1). Desde aqui son «consultadose el sistema motivacio- nal limbico (2) y las areas de integracién sensorial perisilvianas (3). A su vez el télamo y el sistema limbico estén conectados con las reas prefrontales (4) que, en interaccién con las dreas perisilvianas, codifican los estimulos como relevantes 0 irrelevantes, lo que pondrd en marcha al ndcleo reticular talémico para que active el paso de los estimulos hacia el procesamniento superior 0, por el contrario, los «filtre» si son irrelevantes para la tarea en curso. El neoestriado (5) posee conexiones activadoras sobre el drea prefrontal. Los coliculos (superiores para esti- ‘mulos visuales e inferiores para los auditivos), el cértex limbico y el cOrtex premotor (6) generan reacciones moto- ras de orientacién corporal hacia el estimulo diana, El sistema atencional actéa de forma permanente en la activi- dad mental y muy especialmente en las actividades linguisticas. La maduracién de esta amplia red secuencial y paralela interviene de forma importante en el desarrollo intelectual y en el del lenguaje. prescindible para el procesamiento fonolégico receptivo y expresivo (Tallal y cols. 1985, Tallal y cols. 1996). cognitiva entre ambos hemisferios cerebrales. Siendo claramente simétricas la morfologia cere- bral y la representacién cortical de los actos sen- sitivos y motores elementales (corteza primaria), ‘Ciadientes de/dommnanda fundonal el asiento cerebral de las funciones cerebrales su- hemisférica Desde la primera observacién de Broca (1865) se ha reunido un importante numero de eviden- cias clinicas y experimentales acerca de la exis- tencia de un gradiente de especializacién neuro- periores posee, en cambio, unos patrones asimé- tricos. Se admite que el hemisferio izquierdo desem- pefia un papel preponderante en los aspectos formales (fonologia-morfosintaxis) del lenguaje en, al menos, el 87 % de los humanos (Milner y OMASSON, S.A. Fotocopia sin autorizacién es un delta, Fig. 1-5. Mecanismos subcorticales del lenguaje FOR, formulacién del lenguaje; PM, programacién mo- ttiz del habla (ambas porciones constituyen el drea de Broca); DEC, decodificacion del lenguaje. Aparte de las conexiones directas por el fasciculo arqueado (FA), en- tre las éreas posteriores y anteriores de integracién, existen vias a través del ndcleo ventral anterior (va) del tdlamo y los ganglios de la base: caudado (ca) y palido (pa), que ejercen un control inhibitorio sobre la pro- gramacién motriz del lenguaje. Ademés, el dree de programacién motriz «consulta» continuamente el drea cortical posterior del lenguaje a través de los nicleos ventral anterior (va) y pulvinar (pul) del télamo para controlar la adecuacién de los patrones motores lin- Uisticos antes de ser emitidos. (Dibujo a partir de los, postulados de Crosson 1985 y 1992, modificado por Habib, 1994, Reproducido con permiso de la edi- torial.) cols. 1966, Corballis y Morgan 1978, Coren y Porac 1980). Mediante resonancia magnética funcional (diferencia entre la sefial dependiente del aumento local de oxigenacién sanguinea du- Tante una tarea linglfstico-seméntica y la produ- cida por otra tarea de discriminacién auditiva no lingijstica, v. cap. 11), Springer y cols. (1999) han demostrado, en 100 voluntarios manidex- tros de ambos sexos, que el 94 % de los sujetos activan el hemisferio izquierdo, mientras dicha activacién es bilateral més 0 menos simétrica en el 6 % restante. Con un paradigma similar en 50 hombres y 50 mujeres sanos, Frost y cols. (1999) demuestran que el procesamiento lingiiistico po- see el mismo grado de lateralizacién sobre el he- misferio izquierdo en uno y en otro sexo. Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 11 El hemisferio derecho, en cambio, manifiesta superioridad jerdrquica en la atencién, en la orientacién espacial, en la prosodia y en la ade- cuacién contextual del lenguaje (Ross y Mesulam 1979, Mesulam 1981). Se ha postulado también que, en lo que concierne a la inteligencia, el he- misferio izquierdo presidiria los procesos de pen- samiento hipotético-deductivo, mientras que al hemisferio derecho corresponderfan tareas holfs- ticas e inductivas, pero éste es un paradigma que esté sujeto a importantes criticas en la actua- lidad (Tenhouten 1992). Ha llamado la atencién desde antiguo que la habili- dad manual no es igual en ambas manos, siendo pre- ferencial el uso de la mano derecha en la inmensa ma- yoria de los humanos, si bien existen diversos grados, de ambidextralidad; la dominancia absoluta de la mano izquierda parece ser una caracteristica excepcio- nal (Subirana 1969, Coren y Porac 1980). Esto se acompafia, en general, de dominancia del hemisferio cerebral izquierdo para el lenguaje; sin embargo, exis- ten individuos diestros de mano con asiento del len- guaje sobre el hemisferio derecho e individuos prefe- Tencialmente zurdos con leteralizacién hemisférice derecha o izquierda para el lenguaje, como ha sido de- mostrado utilizando el test del amital sédico (Milner y cols. 1966; v. también cap. 8 de esta obra). Los hallaz- gos de los uitimos treinta afios nos ensefian que las, asimetrias funcionales neuropsicolégicas de los hemis- ferios poseen un sustrato morfolégico previo al apren- dizaje. La aportacién pionera de Geschwind y Levitsky en 1968 abrid una nueva etapa en el afrontamiento del problema; estos autores habian observado en 100 ce- rebros que el planum temporale (regién de la cara supe rior del Iébulo temporal comprendida entre la insula, el giro de Heschl y la linea de reflexién del surco de Silvio) estaba generalmente més desarroliado en el he- misferio izquierdo gracias a que, en dicho lado, el giro de Heschl es més oblicuo hacia delante y afuera y le Ii nea de reflexién del surco silviano se sesga mas hacia atrds. El planum temporale es el principal componente del area cortical de Wernicke, y el hallazgo era con- gruente con los conocimientos afasioligicos previos, En cambio, la porcidn anterosuperior de! plieque curvo posee mayor superficie cortical en el hemisferio dere- cho, lo que puede relacionarse con su papel preponde- rante en la integracién de datos visuoespaciales y en la atencién visual (Eidelberg y Galeburda 1984). Estos hallazgos fueron sequidos de varias replicacio- nes (Wada y cols. 1975, Yeni-Komshian y Benson 1976); el conjunto de estos trabajos demuestra que el planum temporale es ms amplio a izquierda en el 60-83 % de sujetos, més amplio a derecha en el 10-30 % y posee una amplitud similar sobre ambos hemisferios en el (0:26 %. Haciendo planimetria sobre imagenes de es- céner cerebral de adultos, en el 70.% de sujetos dies- ros el Idbulo occipital izquierdo es més amplio que el 12 __ PARTE Desarrollo normal derecho y realiza una protrusién asimétrica sobre la ta- bla interna craneal subyacente. Los cortes sagitales rea~ lizables mediante resonancia magnética petmiten hoy dia medir ain mas fiablemente las asimetrias del pla- num temporale y del opérculo parietal (Habib y Gala- burda 1986). DESARROLLO NEURAL Y LENGUAJE El desarrollo del sistema nervioso central hu- mano, al igual que en otros mamfferos, puede esquematizarse en dos grandes grupos de fendme- nos. Enel primero ocurre la histogénesis, se gene- ran los elementos celulares especificos y se dis- ponen mediante una citoarquitectura particular. En el segundo se realiza la hodogénesis o desa- rrollo de las vias de interconexidn nerviosa, a partir de la expansi6n de prolongaciones neuro- nales (dendritas y axones) que estableceran un complejo sistema de conexiones sinapticas, lo cual posibilita los cometidos propios del sistema nervioso: conducir y procesar informacién. ‘Aunque estos dos grandes grupos de fendme- nos se suceden en el tiempo, entre ellos existe cierto solapamiento durante el segundo trimes- tre de gestacién; el periodo de hodogénesis es el més largo: se prolonga durante varios afos pos- natales, La definitiva configuracién del sistema nervioso seré el resultado de procesos aditivos y sustractivos, condicionados por factores genéti- cos y epigenéticos; éstos (nutricién, aprendizaje, etc.) influyen sobre todo en el perlodo de hodo- génesis (Caviness 1989). Morfogénesis: citogénesis y migracion celular En la cara dorsal del embrién, a partir de su compo- nente mas externo (ectodermo), se induce la formacién del tubo neural; éste queda constituido y cerrado por sus dos extremos durante la cuarta semana gestacional en la especie humana. De su extremo caudal va a deri- var la médula espinal, mientras que la porcion cefalica, tras sucesivos plegamientos, va a dar origen a les di- vversas vesiculas encefélicas (Larroche 1967). De las pare- des del tubo neural deriva, por una parte, la empalize~ da ependimaria que reviste las caviciades ventriculares encefdlicas; por otra parte, se constituye la matriz ger minal subependimaria, en donde las células se multipli- can muy activamente y van a diferenciarse en sentido neuronal o glial (astrocitos y oligodendrocitos; las célu- las de microglia son de origen mesodérmico). Ya en la s€ptima semana de gestacidn existen en el encéfalo embrionario cuatro estratos diferenciables, desde la su perficie hasta la cavidad ventricular: a) capa marginal; b) placa cortical (ambos constituirén luego conjunta- mente la corteza); ¢) zona intermediaria paucicelular (que serd més tarde la sustancia blanca del encéfalo), y ¢) zona germinal periventricular (en donde contindan multiplicdndose y diferencidndose las células). La dife- renciacién de las células germinales en la linea neuronal o en [a linea glia se realiza probablemente al final del ci- clo proliferative de cada célula (Marin Padilla 1970, Caviness y cols. 1981). De las repetidas mitosis en un determinado sector de la capa germinal se generan sucesivamente neuro- nas polimérficas, piramidales gigantes, estrelladas, pi- ramidales medianas y pequefias; otros ciclos mitéticos dan como producto células oligodendrogliales 0 astro- citos, estas dltimas caracterizadas por poseer le protel- na acidica fibrilar glial (GFAP) (Levitt y cols. 1983). Ciertos grupos neuronales (p. e)., las células piramida- les del giro dentado del hipacampo) realizan sus ulti- ‘mas mitosis cuando ya ocupan su lugar en la estructu- ra cortical. Una vez completadas sus divisiones en la zona germinal, las jévenes neuronas emprenden un proceso de migracién para ocupar su lugar en la corteza y en ciertos nuicleos situados en la pro- fundidad de los hemisferios (neoestriado). En particular, as que van a constituir la corteza cere- bral y cerebelosa han de recorrer un larguisimo camino y, para ello, siguen una direccién colum- nar-radial, «trepando» a lo largo de los prolonga- dos brazos de unas células astrocitarias que les sirven de gufa (Sidman y Rakic 1982). Este pro- eso migratorio transcurre en el hombre durante un centenar de dias, en el segundo trimestre de gestacién principalmente. El ascenso de las neu- Tonas a lo largo de las guias gliales es una forma altamente especializada de locomocién celular, dependiente de las relaciones entre neurona y glia a través de unos cortos filopodios y lamelo- podios emitidos por la neurona que, franquean- do el espacio interneuronoglial, se insertan en la prolongacién astrocitaria y posibilitan el desliza- miento de la neurona; recientes estudios acerca de los componentes moleculares de este proceso migratorio en el hipocampo y el cerebelo sugie- ren la existencia de un antigeno (astrotactina) que funciona como sistema sefalizador de pri- mer orden en las relaciones entre neurona y pro- longacién glial (Hatten 1991). Terminada la mi- gracién, las neuronas se independizan de las gufas astrocitarias (que luego involucionaran has- ta desaparecer) y quedan bajo la influencia de otros factores quimiotécticos de adhesion celular para ordenarse en los diversos estratos que cons- tituirén el cértex definitivo; estas nuevas relacio- nes entre neuronas estan codificadas desde antes de la migracién (Caviness y cols. 1981). ‘© MASSON, S.A. Fotocoplar sin autorzacion e@ un Hodogénesis (del griego 086% via) camino, El crecimiento de las prolongaciones neurona- les en busca de dianas para estabilizar contactos sindpticos y constituir los circuitos que vehiculan la informacién se realiza a un ritmo muy acelera- do durante el tercer trimestre de gestacién y los dos primeros afios de vida extrauterina en la es- pecie humana (Ramén y Cajal 1909 y 1911), prosiguiendo luego de forma bastante activa a lo largo del primer decenio y, més tarde, a un ritmo mucho més pausado, durante toda la vida, pues los procesos de aprendizaje y olvido no ce- san, y el cerebro es un procesador de informa- cin vivo, que se modifica, se construye y se re- modela a s{ mismo a partir de los programas genéticos y de las aferencias experienciales. Expansién neuronal y sinaptogénesis Inicialmente las arborizaciones dendriticas cre- cen de forma desmesurada. Mas tarde, las pro- longaciones que no encuentren una diana con la Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 13 que establecer contacto sindptico involucionardn, e incluso ocurrird la muerte programada de mu- chas neuronas (casi el 50 % de! contingente ori- ginal) cuyo ciclo vital es més breve que el de aquellas otras que permanecerdn hasta la senec- tud (Cowan 1984, Huttenlocher 1984). La ma- duracién del sistema nervioso es, pues, fruto de procesos aditivos y sustractivos: multiplicacién, arbo- rizacién, sinaptogénesis, «poda» axonal y muerte neuronal (fig. 1-6). La expansin de las dendritas esté dirigida por unos organulos especializados, los conos de creci- miento, que liberan sustancias neurotransmisoras y contienen en su membrana superficial recepto- tes de distintas clases. En la vida intrauterina y en las etapas ulteriores, el crecimiento de las ra- mificaciones dendriticas, con sus espinas, y la «bUsqueda» de dianas para establecer contactos sindpticos est dirigida por factores humorales; diversas moléculas identificadas como factores de crecimiento neuronal desempefian un papel im- portante (Levi-Montalcini 1960-1987, Snider y Johnson 1989), Varios neurotransmisores (Acido glutémico, Acido gamma-aminobutirico, cateco- @_Estructura diana Fig. 1-6. Esquema de la eliminacién competitiva de sinapsis y de la muerte neuronal selectiva, tras las primeras arborizaciones y contactos sindpticos exuberantes. Es éste el mecanismo del «esculpidon neural y de la estabiliza- ion sinaptica selectiva (Changeux 1983; Huttenlocher 1984). (MModificado de Habib 1994, Reproducido con per miso de la editorial.) 14__ PARTE I _ Desarrollo normal laminas, serotonina, péptidos) y hormonas (tiro- xina, cortisol) modulan también la diferenciacion neuronal y la hodogénesis ya desde la vida fetal (Blue y cols. 1982, Lauder y Krebs 1984, Emerit ycols. 1992). Los axones de proyeccion larga hacia una zona diana comin tienden a crecer juntos formando un fasciculo; su aposicién se establece mediante moléculas de adhesion neuronal (neural cell adhe- sion molecules, NCAM), cuya accion desaparece en las regiones terminales para que ocurra el proceso inverso de desfasciculacién y cada axén se dirija hacia su exacta diana especifica (Edel- man 1984), El gradiente de ramificacion dendri- tica depende de la complejidad funcional del sis- tema que se considere y de su interaccién con el entorno de estimulos (Rakic 1977, Turner y Greenough 1985, Stryker y Harris 1986, Shatz 1990) Casi tado lo que se sabe sobre hodogénesis proviene de la investigacién en el sistema visual y en el cortex prefrontal de simios y de otros mamiferos inferiores (Rakic 1977, Goldman 1978, Shatz 1990). En lo que respecta al desarro- lo dendritico de las regiones corticales humanas de integracidn de! lenguaje hay muy pocos estudios que abarquen més alld del primer afio de vida Es de particular interés la aportacién de Simonds y Scheibel (1989) sobre la maduraci6n posnatal de las areas corticales que sustentan la progra- macién motora de la expresién verbal. Estos au- ores cuantificaron, en 17 cerebros de nifos fa- Ilecidos en edades comprendidas entre 3 meses y 6 afios, la longitud de las dendritas basales en las neuronas piramidales de la V capa cortical de las porciones posteriores de la circunvolucién frontal inferior (area premotora) y regién adya- cente de la circunvolucién frontal ascendente (area motora primaria) en ambos hemisferios ce- rebrales, Sobre los cerebros mas jévenes (3 me- ses) encontraron que la longitud dendritica total y la de los segmentos dendriticos de orden infe- rior es significativamente mayor en las areas mo- toras primarias orofaciales que en las de progra~ macién motora del habla, e incluso predominan estas mismas variables en el hemisferio derecho con respecto al izquierdo. Este esquema se va in- virtiendo progresivamente: en los cerebros de sujetos con més edad (2-6 afios), los complejos procesos de crecimiento e involucién conllevan tun predominio significativo de la longitud den- dritica total en las dreas de programacién motriz del habla de ambos hemisferios, siendo, no obs- tante, mayor la longitud de las dendritas de or- den superior en el hemisferio derecho todavia en los cerebros de 5 y 6 ajfios. Finalmente, la se- cuencia del desarrollo hasta la edad adulta haré que predomine la longitud de dendritas de or- den superior en el érea premotora de programa- cién del habla del hemisferio izquierdo (corres- pondiente con la pars opercularis del érea de Broca) comparada con todas las demas areas es- tudiadas, segtin habia mostrado el mismo equi- po (Scheibel y cols. 1985) en un trabajo previo sobre las neuronas de la corteza supragranular (capa Ill) de 8 cerebros adultos, Otro trabajo més reciente, también del citado equipo (Jacobs y cols. 1993), ha confirmado es- tos hallazgos, tanto en la regién de Broca como en la de Wernicke, estudiando la capa supragra- nular de un sujeto epiléptico de 30 aos cuyas reas de lenguaje habian sido delimitadas me- diante estimulos eléctricos en el curso de un estudio prequirtirgico, dos afios antes de que fa- lleciera. Se considera clésicamente que las den- dritas de orden superior (a partir de la 4.* ramifi- cacién) y sus espinas estén particularmente implicadas en los procesos mas complejos, como es aqui el caso del lenguaje. Aunque se trate de estudios preliminares con muestras bastante limi- tadas, este conjunto de trabajos del grupo de Scheibel aborda brillantemente, en el plano neu- robiolégico, la cuestién del «periodo critico», en el que los factores epigentticos influyen para la configuracién estructural del desarrollo del len- guaje. Por otra parte, se ha estudiado cuantitativa- mente, con un método similar, la arborizacién dendritica en las circunvoluciones superior y me- dia de la corteza prefrontal derecha en siete ce- rebros humanos con edades comprendidas entre 7 meses y 27 afios (Koenderink y cols. 1994, Ko- enderink y Wylings 1995). La complejidad y lon- gitud de las dendritas se incrementa durante el primer afio posnatal en la capa Ill y se estabiliza a continuacién, pero en la capa V el incremento prosigue, en cambio, hasta el final del quinto afio, para estabilizarse a partir de entonces. Mie Las prolongaciones neuronales se recubren du- rante el desarrollo con una vaina de mielina, que facilita la conduccién del potencial de accién; esta vaina estd constituida por células gliales (oli- godendrocitos en el sistema nervioso central) que se enrollan en torno al axdn y se cergan de una matriz proteolipidica. La mielinizaci6n se inicia en momentos distintos y posee un ritmo y una duracién variables pare jzacion MASSON, S.A, Fotocopia sin aulorizaciin es un dol, cada regién del sistema nervioso. Los estudios iniciales de Flechsig (1901) y luego los de la es- cuela de Harvard (Yakovlev y Lecours 1967, Gi- lles y cols. 1983, Brody y cols. 1987, Kinney y cols. 1988) han proporcionado un detallado co- nocimiento del proceso mielinogenético huma- no; es muy probable que la maduracién neuro- nal constituya un prerrequisito para el inicio y la secuencia de mielinizacién (Van der Knaap y cols. 1991); ésta puede estar influenciada tam- bién por factores externos, como la nutricién. La mielinizacién de los nervios craneales impli- cados en la articulacién de la palabra esta com- pletada en el recién nacido a témino; la via acustica central pretalémica tarda en mielinizarse todo el primer afio de vida extrauterina y la via Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 15 actistica postalamica posee un ciclo rhielinogené- tico mas lento, que se prolonga hasta el quinto afio. Por contraste, la via Optica postalémica completa su mielinizacién en el primer semestre de vida y la via somestésica lo hace al final del primer afio, junto con las vias motoras corticofu- gales, Finalmente, los fasciculos subcorticales asociativos interhemisféricos, intrahemisféricos y la red intracortical prolongan su. mielinizacion durante todo el primer decenio de vida (figu- ra 1-7). No parece casual el paralelismo existen- te entre las sucesivas etapas del desarrollo de! lenguaje y el avance de la mielinogénesis en las. diversas estructuras neurales implicadas, segin ha postulado Lecours (1975b). En general, la mielinizacién se inicia en las regiones centrales rz imo a Mes de gestacion Mes del primer afio Haginise: al ecittio Gh) 1Oahos —1Safos 4[s[6[7Js][1[2]3]415[6[7[elopojnpel2[s[4[s[e|7 L L SSD Vs wcistica protatrnica RD 6001210 postarica — | Vias épticas pre y postaldmica —— ED Vie piramial —— | Nervi craneales motores Fascioulos de asociacion Subcorticales e intracorticales = nD Fig. 1-7. Génesis de la mielinizacién, representada de forma muy esquematica, en referencia a los principales tractos implicados en el lenguaje, segtin los datos clésicos de Yakovlev y Lecours (1967). (Modificado de Habib 1994. Reproducido con permiso de la editorial.) Destaca el més lento proceso de mielinizacién en los tractos acus ticos postalémicos y en los fasciculos de asociacién subcorticales e intracorticales, que no concluye hasta el final de la primera década, 16 PARTE} Desarrollo normal del cerebro y sucesivamente invade las regiones occipitales, temporales y frontales (Kinney y cols. 1988); ademés, las areas primarias, secundarias y terciarias tienen un ciclo mielogenético menos © més corto segtin la complejidad funcional a que estan destinadas («campos mielinogenéticos primarios, intermedios y terminales», seguin Flechsig 1901). La maduraci6n mielinica de las vias centrales correlaciona negativamente con la latencia de los potenciales evocados (Lauffer y Wenzel 1990). El proceso mielinogenético ence- félico puede actual mente ser observado en el su- jeto vivo mediante resonancia magnética (Van der Knaap y Valk 1990, Hassink y cols. 1992). Desarrollo de la dominancia hemisférica para el lenguaje Frente a la teorfa de «accién de masa» postula- da hace mas de medio siglo (Lashely 1929), se ha desarrollado un amplio debate acerca de si las areas especificas del lenguaje en el hemisfe- rio izquierdo entran en funcionamiento més o menos tempranamente (Witelson 1987, Van Hout 1990). De nuevo se ha utilizado la infor- macién brindada por la casuistica clinica. Lenneberg (1967), apoyandose en las observa- ciones de afasia infantil por lesién de uno u otro hemisferio publicadas hasta la época, postulé que ambos hemisferios eran equipotenciales en Jos dos primeros afios de vida y que luego se irfa instalando el lenguaje progresivamente sobre el hemisferio izquierdo; a lateralizacién funcional estaria completada en torno a la pubertad (a los, cinco afios, seguin Krashen, 1973). Segun Brown y Jaffé (1975), en el interior del hemisferio iz- quierdo también existiria una equipotencialidad inicial y la especificacién de las distintas dreas se realizaria progresivamente a lo largo de la infan- cia, dado que las afasias del nifio por lesion hemisférica izquierda tenfan en comin la no- fluencia y, en cambio, la comprensidn estaba ge- neralmente bien conservada, independientemen- te del asiento més o menos posterior de la lesion; la programacién expresiva se lateralizaria antes que las funciones de comprensién y éstas sélo se alterarfan tras lesiones bihemisféricas; el gradiente de especificacién funcional en el he- misferio seguirfa un sentido anteroposterior en el eje silviano. En 1977 fue propuesta por Kinsbourne y His- cock la hipstesis de la invariancia: la lateralizacion funcional hemisférica apareceria desde el inicio claramente expresada y apenas cambiaria a lo largo de la vida. Abundantes estudios en sujetos normales han apoyado esta hipstesis. Mediante el test de escucha dicética se ha corroborado fa superioridad funcional del oido derecho (hemis- ferio izquierdo) para el material verbal en nifios de 2 y 3 afios (Lokker y Morais 1985, Hiscock y Kinsbourne 1980a). La superioridad del hemisfe- Tio izquierdo para el procesamiento linguistico se ha evidenciado también a través del método de «tareas concurrentes» desde la edad de 3 afios (Hiscock y Kinsbourne 1980b). También se ha observado que la motricidad espontanea del he- micuerpo derecho disminuye significativamente y en forma selectiva ante estimulos de naturaleza verbal desde la edad de 5 semanas (Segalowitz y Chapman 1980). La progresién de la preferencia manual se expresa claramente ya en el curso del segundo afio de vida, Por otra parte, en referen- cia a actividades preferentemente procesadas por el hemisferio derecho, concretamente las de orientacién espacial como la imitacién de postu- ras y movimientos, se ha demostrado que son més perfectas con la mano izquierda (hemisferio derecho) en preescolares desde los 3 afios de edad (Ingram 1975). Todos estos datos hablan también a favor de que Ja asimetria hemisférica funcional se establece muy precozmente, pesando més la predisposicién neurobiolégica que los factores experienciales. En lo que concierne a la especializacién intra- hemisférica izquierda de las «dreas del lenguaje», las observaciones recientes contradicen los postu- lados de Brown y Jaffé (1975). Utilizando una metodologla neuropsicolégica rigurosa se han comunicado afasias adquitidas tempranas con defectos especificos de comprensidn y de repeti- Gi6n, parafasias, etc. Esta semiologia, similar a la del adulto (Van Dongen y cols. 1985, Van Hout y cols. 1985, Van Hout y Lyon 1986, Van Hout y Evrard 1967), permite concluir que la disposi- cién de las distintas areas corticales de integra- cién del lenguaje en el eje anteroposterior silvia- no del hemisferio izquierdo ocurre ya, al menos, desde la edad de tres afios. A la cuestién de si las asimetrias anatémicas interhemisféricas se adquieren a lo largo de la vida extrauterina o si existen ya predeterminadas al nacimiento, los trabajos anatémicos de Witel- son y Pallie (1973), de Wada y cols. (1975), de Chi y cols. (1977), sobre un total de 321 cere- bros de neonatos fallecidos entre 24 y 42 sema- nas posconcepcionales, han demostrado que la mayor amplitud del planum temporale izquierdo es patente ya desde la 26 semana de gestacién No obstante, las asimetrias se acentuan a la par que el cerebro madura hacia su forma adulta. Al [© MASSON, S.A. Fotovoplar sin aulorzacién es un del, parecer, el planum temporale derecho es inicial- mente mas amplio pero, teniendo un grado ma- yor de muerte celular, detiene su crecimiento an- tes que el izquierdo. Diversos estudios paleontolégicos recopilados por Le May (1984) han mostrado asimetrias craneales con gruentes con los datos anatémicos actuales en restos humanos muy antiguos: hombre de Neandertal (60.000 afios) y hombre de Pekin (500.000 afios). Por otra parte, regresando sobre especies inferiores, también se han encontrado asimetrfas funcionales y anatémicas en varios simios, en el gato, en el ratén y en pajaros cantores (Heffner y Heffner 1984, Gannon y cols. 1998). La destruccién selectiva del niicieo hiperes- triatum ventrale izquierdo en el cerebro de los pinzones © la seccién del nervio hipogloso izquierdo afectan 0 suprimen el canto, pero no ocurre as! si se lesionan en el lado derecho (Nottebohm 1984); el hemisferio dere- cho posee espesor y superficie corticales mayores que el izquierdo en los ratones y ello concuerda con la su- perioridad funcional hemisférica derecha de estos ani- males en el plano comportamental (Denenberg 1984). De todo lo anterior podria deducirse que la to- pologia cerebral del lenguaje tiene una predeter- minacién biolégica innata y que las posibles in- fluencias de tipo ambiental (educacién, noxas, etc.) poseen un papel secundario al respecto (Narbona 1989). Existe, no obstante, una expe- riencia con sujetos sordos que hace poner en duda este concepto: utilizando el paradigma de «tareas concurrentes» (verbal y manual) no pudo ponerse en evidencia una lateralizaci6n neta del lenguaje en adolescentes cuya sordera databa de los tres primeros afios de vida, mientras que sf se demostré lateralizacién cerebral para el lenguaje en los sujetos cuya sordera se habia instaurado después de la edad de tres afios (Marcotte y Mo- rere 1990). La preferencia manual diestra también aparece tem: pranamente, aunque completard su especificacién comportamental de manera progresiva en los primeros afios: se muestra incipientemente al comienzo del se- gundo afio y queda bien definida en el 50 % de suje- tos durante el cuarto afio y, en el resto, entre el sexto Y octavo afos de vida (Corominas 1968, Flament 1975, Bruml 1972). Los estudios acerca de la relacién entre la preferencia manual de hijos y padres eviden- cian un condicionamiento genético segun la hipdtesis propuesta por Annett (1985): la dextritud y la zurdera no son variables dicot6micas sino los extremos de una sola curva desviada hacia la utilizacién preferente de la mano derecha y un asiento preferente de las capacida- des lingUisticas sobre el hemisferio izquierdo; esta ten- dencia mayoritaria estaria condicionada por un factor genético denominado RS (right shift); el gen (0 el con- Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 17 junto de genes que compongan dicho factor) no po- seeria dos alelos opuestos (diestro-2urdo), sino un solo tipo de alelo cuya presencia se indica por (RS+) y su ausencia por (RS-); la tendencia diestra seria mas 0 menos fuerte seguin el estado homocigoto (RS-+, RS-+, en el 25 % de individuos) 0 heterocigoto (RS+, RS-, en el 50 % de casos); en el 25 % de individuos restan- tes, habria una ausencia completa del factor RS (For: mula RS-, RS-) y no existiria influencia hereditaria hacia ninguno de los dos lados, quedando la diferen- ciacién sometida al azar y a los factores ambientales (posibilidades: diestro, ambidiestro o zurdo). Por su parte, Geschwind y Galaburda (1985a,b) creen que to- dos los sujetos poseen predisposicién genética a la pre- valencia del hemisferio izquierdo, pero algunos facto- res ambientales disminuyen esta tendencia en algunos «casos, Se ha postulado que la testosterona podria ser tuno de estos factores. Un modelo natural que viene a apoyar dicha hipstesis proviene del estudio de sujetos con hiperplasia suprarrenal congénita, enfermedad ge- nética que condiciona una produccién excesiva de tes tosterona desde la etapa fetal. Plante y cols, (1996) han observado que un grupo de nifios y nifias afecta- dos por esta enfermedad presentaba una frecuencia mayor de trastornos del desarrollo del lenguaje y de asimetria volumétrica entre los dos hemisferios, frente 2 un grupo control de familiares no afectados. En el nifio ocurre la aparente paradoja de que, por lo general, las lesiones tempranas ocurridas en el hemisferio izquierdo tienen poca incidencia sobre el ulterior desarrollo del lenguaje; en con- traste, los trastornos especificos del desarrollo del lenguaje oral y escrito, asi como el sindrome de afasia adquirida con epilepsia y los trastornos de comunicacién inherentes al sindrome autista no son atribuibles a lesién o disfuncién cerebra- les lateralizadas (Chevrie-Muller 1990). Esto no va en contra de las evidencias citadas acerca de la originaria asimetrfa anatomofuncional hemis- férica puesto que, ademés, es preciso tener en cuenta la plasticidad neural, con mayores posibi lidades vicariantes interhemisféricas cuanto mas joven es el sujeto. Un poco més adelante com- pletaremos la discusién a este respecto. Maduracién de los elementos mecanicos fonoarticulatorios Raymond H. Stetson (1928), pionero en el es- tudio del habla, la definid como un «movimiento audible». En efecto, el habla se genera a partir del flujo aéreo pulmonar que, a su paso por la glotis, y merced a su delicada funcién esfintéri- €a, produce sonido que seré matizado y articula- do de manera precisa y concreta por los distintos espacios y estructuras fijas y méviles del tracto 18 PARTE! Desarrollo normal aerodigestivo superior. Por eso es fundamental, a la hora de analizar y valorar los distintos proce- sos neurofisiolégicos y psicologicos que constitu- yen o intervienen en la ‘comunicacién verbal hu- mana, tener también en cuenta el desarrollo de los subsisternas mecdnicos que permiten la fono- articulacién, Légicamente la actividad de estas estructuras dependeré de un programa motor central que esta en funcién del cédigo lingistico aprendido, pero también dependeré de las pro- piedades mecédnicas y acusticas inherentes al sis- tema efector periférico: Enel recién nacido el tracto vocal no slo es mucho mds corto que en el adulto, sino que existen grandes diferencias en cuanto a la forma y al tamafo relativo de las estructuras que lo constituyen. El neonato poset tun canal orofaringeo que discurre con suave pendiente hacia la glotis, mientras que en el adulto forma un n- gulo recto. La laringe, en el neonato y en el lactante de pocos meses, tiene una localizacién mds alta, de he- cho la epiglotis contacta précticamente con el paladar blando (Crelin 1976), lo que le permite deglutir sin problemas, pero carece del espacio faringeo, uno de fos resonadores més importantes, y el vestibulo larin- geo es muy reducido. La cavidad bucal es proporcio- falmente més corta y ancha, esta ocupada casi por completo por la lengua y, ademas, carece de dientes. Debido a la orientacién de los musculos extrinsecos de Je lengua, ésta tiene limitados los movimientos de as- enso, [0 cual limita la articulacién de rnuchos fone- mas, si bien facilta la deglucién. El tono muscular del paladar y de la musculatura mandibulofacial es deficiente en el nifio pequefio, lo ‘ual se manifiesta en un precario control de la nasaliza~ Gon y de la regulacién de la presién intraoral en rela~ cidn con la fonacién y vocalizacién. Los componentes de los mecano y quimiorreflejos laringeos son despro- porcionados a la intersidad de los estimulos y repercu- ten de manera negativa en el autocontrol fonoauditiv. La capacided respiratoria y el control del flujo aéreo y de la presién subgidtica son deficientes; por eso la lon gitud de los discursos orales es comparativamente mas corta, y la velocidad de diccién, mas lenta que en los adultos. En general, esta menor longitud del tracto vo- ‘al y de las cuerdas vocales y los pequertos diémetros de los resonadores son responsables de las caracteristi- as actsticas de la voz infantil. La frecuencia fundamen- tal (FO) y las frecuencias de los formantes son mds altas. Las frecuencias de los formantes se espacian a interva- Jos de 2.000 Hz, a diferencia de los adultos, en los que dicho intervalo es de 1.000 Hz. El rango de la FO es mayor y a veces alcanza valores tan altos que son técni- camente difcles de medir. Los nifios pequelios poseen perfiles de entonacién propios y gran variedad de tipos Fonatorios peculiares, como son: el desdoblamiento ar- ménico, cambios en la FO, bifonaciOn, tremor vocal y un mayor 0 menor grado de sobrecarga en el soplo (Eguchi y Hirsch 1984, Baken y Orlikoff 1999). Estas diferencias, asf como los cambios en el tamano y en la localizacion de las estructuras méviles y/o resonadores condicionan las caracte- risticas acisticas y las posibilidades articulatorias del ser humano, sobre todo en la primera déca- da de la vida y de manera especial durante las fases del balbuceo y de la emision de las prime- ras silabas (Baken y Orlikoff 1999, Kent y Read 1992). APRENDIZAJE Y ENGRAMAS NEURALES El proceso de sinaptogénesis depende, por una parte, de factores programados genética- mente en las neuronas; por otra parte, depende de factores epigenéticos que implican la activi- dad bioeléctrica neuronal (potenciales de accién) generada intrinsecamente o inducida por los es- timulos ambientales (Kalil y cols. 1986, Shatz 1990). La densidad de sinapsis por unidad de yolumen en las cortezas visual primaria, auditiva primaria y prefrontal ha sido objeto de sucesivos estudios electromicroscopicos en una veintena de cerebros desde la etapa fetal tardia hasta edad adulta (Huttenlocher 1979, 1984; Hutten- Jocher y Dabholkar 1997). Durante los dos_pri- meros afios crece muy répidamente la densidad sindptica en las cortezas visual y auditiva; aquélla alcanza su pico maximo al afio postérmino, y éta entre los 2 y 4 afios; la corteza prefrontal enriquece sus sinapsis a un ritmo més lento en el primer afio pero lo acelera a partir del segundo, alcanzando una densidad sindptica similar a la corteza auditiva a los 4 afios (entre 50 y 60 si- hapsis por 100 4? de corteza). A partir del tercer afio (corteza visual) y del cuarto (cortezas audit va y prefrontal) se reduce progresivamente la densidad sindptica para quedar en un 60 % de las cifras citadas desde la adolescencia hasta la edad adulta avanzada. De forma paralela, el consumo de glucosa, segin se ha demostrado mediante PET (Chugani y cols. 1987), alcanza ni- veles mds altos en los tres primeros afios (coinci- diendo con la gran proliferacién de arborizacio- nes sindpticas y con el rapido avance de la mielinogénesis); luego decrece progresivamente (eliminacién de sinapsis redundantes, retracci6n y muerte neuronal), para estabilizarse en la pu- bertad, Jernigan y cols. (1991), Sowell y cols. (1999) y Giedd y cols. (1999) han mostrado mediante re~ sonancia magnética que el espesor de la corteza frontal y parietal inferior aumenta durante la ni- jiez para luego disminuir durante la adolescencia (MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorizacién 9s un dele, Bases neurobiologicas del desarrollo del lenguaje 19 y la edad adulta. Esto tiene que ver no sdlo con la reduccion de sinapsis sino, sobre todo, con el aumento de la sustancia blanca subcortical; am- bos hechos parecen estar en relacion con el afi- namiento y la sofisticacién progresivos de las ca- pacidades de procesamiento de informacién en la corteza terciaria, La capacidad de aprender est4 basada en la constitucién de circuitos especificos mediante modificaciones covalentes de proteinas preexis- tentes en las membranas sinapticas para facilitar © inhibir su funcionamiento (aprendizaje a corto plazo), 0 bien mediante cambios duraderos en el genoma neuronal que, a través del RNA mensa- jero, codificara la produccién de nuevas protef- nas e incluso la multiplicacién de sinapsis y su reorganizacién espacial (aprendizaje a largo pla- 20), segin han mostrado los brillantes experi- mentos de Kandel y su grupo (v. revisiones en Kandel 2000 y Martin y cols. 2000). Asi, la si- naptogénesis esté condicionada inicialmente por el programa genético, pero en el transcurso de la vida dicho programa se restringe y especifica con arreglo a las influencias ambientales. Ello motiva que unos sistemas se fortalezcan («estabi- lizacién sindptica selectivan en terminologia de Changeux 1983) y que otros se extingan me- diante la «poda» de arborizaciones dendriticas irrelevantes (Cowan y cols. 1984). Aunque las in- vestigaciones se refieren a aprendizajes asociati- vos muy simples en animales, es tentador esta- blecer hipstesis andlogas sobre las bases moleculares de otras actividades cognitivas mas complejas en el ser humano. PLASTICIDAD CEREBRAL La plasticidad anatomofuncional es una cuali- dad comin de los organismos vivos y de los apa- ratos y sistemas que los componen; permite la adaptacién del sujeto a los azares que alteran el programa genético, enriqueciéndolo o bien dis- minuyendo las consecuencias negativas de even- tuales agresiones que podrian truncar transitoria- mente las potencialidades normales. En ciertos 6rganos 0 aparatos (higado, rifdn, pulmones, musculos) la adaptacién funcional va a realizarse mediante cambios fundamentalmente cuantitati- vos (hipo o hipertrofia, y la intervencién o supre- sién de grupos celulares 0 microsistemas «de re- serva»), En el sistema nervioso los factores epigenéti- cos, sean influencias normales (aprendizaje), 0 agresiones patégenas, inducen fenémenos de re- modelacién a la vez cuantitativa y cualitativa, se- gtin la distinta especificidad anatomofuncional de cada subsistema neural. La plasticidad neural es varlable seguin el tipo de estructura y seguin la edad. De acuerdo con lo primero, la vicariacién entre modalidades aferenciales a nivel primario es menos posible que en los sistemas de asocia- cién secundaria y terciaria; de acuerdo con lo se- gundo, los procesos de remodelacién del sisterna nervioso ocurren preferentemente (aunque no de forma exclusiva) en determinadas edades de Ja vida, variables para cada conjunto de estructu- ras neuronales; de aqu/ deriva la nocién, bastan- te relativa, de los «periodos criticos» en neuro- biologia (Changeux 1983). Fenémenos de suplencia neural en privaciones sensoriales En el desarrollo del sistema auditivo existen influen- cias recfprocas entre las estructuras neurates auditivas y la formacién coclear; el sentido de la influencia es cen- trifugo en las etapas mas iniciales y centripeto después (Ruben y Rapin 1980). Al principio, para la induccién morfogenética de la céclea a partir de la placoda audi- tiva es imprescindible la existencia de un romboencéfa- lo correctamente constituido; luego, progresivamente, tal influencia neural seré sustituida por la del mesén- quima cefélico (Van de Water y cols. 1980). Ms ade- lante atin, a lo largo de la vida embrionaria tardia, del periodo fetal y de los primeros meses posnatales, las influencias exteroceptivas sonoras transducidas por la céclea van a condicionar la correcta maduracién de los centros nerviosos de la via acistica. Webster y Webster (1979) demostraron que la privacién sonora en ratones durante los 45 primeros dias de vida causaba, frente al grupo de sujetos control, una disminucién significativa en el tamafio de varios grupos celulares pertenecientes a los nicleos de la via auditiva en el tronco cerebral; ho efecto no era reversible mediante exposicién al sonido tras el periodo de privacién, Périer y cols. (1984), comparando ratones normoauditivos y ratones mutantes con degeneracién temprana del aparato de Corti, encuentran a la edad de 180 dias que, mientras en la corteza visual no habia diferencias electromicros- cépicas, la corteza cerebral auditiva de los ratones sor- dos poseia un 40 % menos de sinapsis que la del gru- po contol La privaci6n auditiva temprana en humanos, aunque sea incompleta, produce efectos sobre el desarrollo linguistico y sobre el resto de los aprendizajes, cuya reversibilidad, tras resolver el problema auditivo, no ha podido ser claramente demostrada ni refutada (Rapin 1979, Périer y cols. 1984). Los efectos de la otitis serosa bilate- ral recurrente durante los primeros tres afios de 20 PARTE! Desarrollo normal la vida han sido objeto de abundantes estudios que trataban de relacionar tal antecedente con defectos de discriminacién fonolégica ulterior, retrasos del habla y otros trastornos de aprendi- zaje; los resultados son heterogéneos y contra- dictorios; en general, los disefios de estos traba- jos son criticables, ya que no se controlan ciertas variables adversas de indole social y cognitiva a las que se asocia frecuentemente el hecho de pa- decer mas frecuentemente otitis media y que po- drian ser la causa principal de los trastornos de aprendizaje encontrados (Rapin 1979, Hall y Hill 1986, Friel-Patti 1992). Estos datos acerca de los efectos negativos de la privacién temprana de estimulos sobre el de- sarrollo de la via acustica en animales no son ciertamente extrapolables a los humanos; en tér- minos clinicos, no se ha confirmado una pérdida auditiva definitiva valorable tras resolver un pro- blema temprano de hipoacusia infantil. No obs- tante, si ascendemos hasta el nivel neuropsicol6- gico, parece poder afirmarse la existencia de un perfodo critico para la adquisicién de un sistema de andlisis categorial fonémico y de su correlato en el conjunto de competencias psicolinguiisticas (Changeux 1983). Los sordos prelocutivos que logran aprender a leer cometen errores de trans- duccién grafofonémica similares a los de los su- jetos disléxicos normoauditivos (Dumont 1991). El lenguaje de signos es un excelente ejemplo de tarea en la que se combina la discriminacién es- pacial del campo visual periférico con la secuen- Ciacién propia del cédigo lingistico; bajo el mer aspecto, este lenguaje gestual se codifica principalmente en el hemisferio derecho y, bajo el segundo, en el hemisferio izquierdo. Existe en los sordos un espacio perceptual, topolégico, y un espacio linguistic, procesados, respectiva- mente, por el hemisferio derecho y por el iz- quierdo, como lo confirman algunas observacio- nes clinicoexperimentales (Poiznel y cols. 1987, Damasio y cols. 1986). La mayor competencia visuoespacial de los sujetos sordos y su capaci- dad para la utilizacién lingdistica de estos datos no sdlo se deben a una mayor ejercitacién, sino, probablemente, al establecimiento de conexio- nes mas ricas entre las areas cerebrales de proce- samiento visual y las areas terciarias con capaci- dad simbolico-verbal. Existen también interesantes experiencias de remo- delacién en las vies visuales. En monos a los que se enu- clearon ambos ojos antes del nacimiento se ha demos- trado que, junto a un hipodesarrollo neurodendiitico en el drea visual primaria (calcarina), existe un enrique- cimiento de conexiones de las éreas asociativas par calearinas con otras reas asociativas del mismo hemi ferio y del hemisferio contralateral (Dehay y cols. 1989). La eliminacidn de una retina permite el aumen- to de proyecciones retinogeniculadas homolaterales desde |a retina intacta (Cowan y cols. 1984, Kalil y cols. 1986, Shatz 1990). Consecuencias de las lesiones hemisféricas Precoces, Durante el desarrollo de los sistemas enceféli- cos que poseen aferencias bilaterales, los campos sindpticos se solapan inicialmente y luego se se- gregan mediante eliminacion competitiva de si- napsis. Goldman-Rakic (1992) demostré que las neuronas del cértex prefrontal del mono rhesus alteran el recorrido de sus prolongaciones como respuesta a una lesién. Normalmente la corteza prefrontal de cada hemisferio envia la mayor parte de sus proyecciones axonales al. niicleo caudado homolateral; extirpando dicha porcién cortical seis semanas antes del término de la ges- tacién y sacrificando al animal dos semanas des- pués del término, comprobé que la corteza pre- frontal del hemisferio intacto habia enviado una gran proyeccién hacia el caudado contralateral (cuyo correspondiente cértex prefrontal se habia extirpado), ademds de proyectar normalmente sobre el caudado de su mismo lado. Esta expe- riencia demuestra, por una parte el aumento cuantitativo de axones y, por otra, su cambio de destino al suprimir la influencia inhibitoria desde la corteza extirpada, Es bien conocido que la hemiplejfa infantil congénita no conlleva paresia facial; en cambio ésta ocurre constantemente en las hemiplejfas adquiridas posnatales (Lenn y Freinkel 1989); por su parte, las encefalopatias congénitas 0 pe- rinatales que cursan con tetraparesia suelen con- llevar paresia facial y linguofaringea. Ascendiendo en complejidad funcional, los fe- némenos de remodelacién neural son también evidenciables; la compensacién vicaria interhe- misférica tras lesiones unilaterales tempranas ha sido objeto de numerosos trabajos. Las lesiones unihemisféricas izquierdas, si son adquiridas du- rante un periodo de la vida posnatal que oscila entre los dos y los cinco afics de edad, suelen causar una pérdida de las funciones formales del lenguaje previamente desarrolladas, pero estos cuadros afésicos se presentan con menor fre- cuencia y con mejor pronéstico que en edades posteriores, ya que, en el primer quinquenio de vida, el hemisferio derecho posee mayores posi- (MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorizacion os und bilidades de asumir las funciones verbales; ade- més, las lesiones de hemisferio derecho durante estas edades tempranas originan afasia con ma- yor frecuencia que en los adultos (Hécaen 1983, Witelson 1987). En cambio, cuando la disfun- cién hemisférica es bilateral, como en el caso del sindrome de afasia adquirida con epilepsia (v. cap. 26), los fenémenos de suplencia no pue- den ocurrir y, por ello, la recuperacién es mucho peor; en esta entidad, al revés de lo que ocurre en las lesiones unilaterales, el prondstico del trastorno de lenguaje es tanto peor cuanto mas precoz sea la edad de instauracién (Deonna y cols. 1989). En lo concerniente a los efectos de lesiones congénitas lateralizadas y hemisferectomias pre- coces, bastantes publicaciones carecian de sufi ciente rigor metodoldgico (v. revisién critica rea- lizada por Bishop 1988); algunos otros trabajos. bien disefiados muestran que, aunque la lesi6n congénita del hemisferio izquierdo no impide globalmente la adquisicién del lenguaje, si afec- ta de forma selectiva el desarrollo de las capa- cidades sintacticas (Kiessling y cols. 1983); al parecer, las habilidades lexicales tienen asiento difusamente en ambos hemisferios, pero las que conciernen a la secuenciacién sintactica y, proba- blemente, a la fonologia estan profundamente ligadas al hemisferio izquierdo y son dificilmente asumibles por el derecho (Gazzaniga 1989, Ga- bari y Narbona 1987). Existen evidencias recien- tes de que la dislexia posee una base lesional disfuncional del hemisferio izquierdo (Galaburda y.cols. 1985, Humphereys y cols. 1990, Hynd y cols, 1990, Landwehrmeyer y cols. 1990). La zurderia patoldgica de sujetos nacidos pretérmi- no, que testimoniaria un dafio predominante del hemisferio izquierdo, correlaciona con un menor rendimiento escolar, sobre todo en tareas verba- les (Ross y cols. 1992). ENSAYO DE SiNTESIS. CUESTIONES Y PERSPECTIVAS FI lento proceso de maduracién cerebral de- semboca en el desarrollo de la capacidad metain- terpretativa, que permite al sujeto humano gene- rar hipdtesis acerca de la naturaleza de sus actividades cognitivas y de sus comportamientos; esta capacidad asegura en la especie humana el actuar de forma libre frente a las sacudidas de los estimulos ambientales (Gazzaniga 1989; Herschowitz y cols. 1997). La capacidad de pla- nificar e hilvanar pensamientos y acciones, asi Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 21 como de comprender el lenguaje e incorporar nuevos aprendizajes, depende en gran parte de la memoria de trabajo, que combina la conciencia del momento actual (motivaciones internas y realidad externa) con la informacion acerca de fenémenos inmediatamente ocurridos, pero ya no presentes en el campo perceptivo, y con la informacién almacenada desde mas o menos an- tiguamente. Numerosas experiencias demues- tran que las operaciones de esta imprescindible memoria de trabajo se realizan en las regiones prefrontales; la representacién mental y las acti vidades con respuesta retardada sélo son po: bles cuando las regiones prefrontales han madu- tado suficientemente (Goldman-Rakic 1992); éstas no completan su mielinizacién hasta poco antes de la pubertad (Yakovlev y Lecours 1967); el rendimiento de nifios normales de 5-6 afios en una tarea de categorizacién (Wisconsin Card Sorting Test) se asemeja al de adultos con lesio- nes prefrontales y, a los 10 afios, los resultados se hacen ya similares a los de adultos normales (Chelune y Baer 1986). No obstante, al final del primer afio ya se esboza en el lactante la «per- manencia del objeto», que es la base de la capa- cidad representativa, segun la epistemologia ge- nética. Ademas se ha demostrado que los neonatos pueden realizar con éxito tareas de apareamiento bimodal (identificacién visual de un objeto que sélo ha sido conocido por el tacto bucal, seguin las experiencias de Meltzoff y Bor- ton 1979), lo que confirma la existencia de co- nexiones corticales entre regiones de asociacién especifica de distintas modalidades sensoriales ya antes de toda experiencia al respecto. No sélo la maduracién del gradiente funcional izquierda-derecha, sino también el que procede desde las regiones posteriores hasta las ante- riores del cerebro, culminando en las areas pre- frontales, condicionan el desarrollo cognitivo- comportamental, atencional e intencional. Las nuevas y atractivas teorias modulares del cerebro s6lo son plausibles si los aproximadamente tres millones de «médulos» neurales existentes en el cerebro humano (Eccles 1984) se interconexio- nan de forma distribuida-paralela en grandes re- des corticosubcorticales (Mesulam 1990). La «teoria de la identidad» postulada por Church- land (1986), segdn la cual existiria una corres- pondencia entre las estructuras funcionales del cerebro y las formas de funcionamiento mental, necesitaria, para ser aceptada, la resolucién de numerosas cuestiones (Llano 1987, Smythies 1992, Lain-Entralgo 1992-1995, Eccles 1994) re- ferentes a las diferencias individuales y a las 22___ PARTE | Desarrollo normal complejas modalidades de expresién del espiritu humano (metafisica, arte, trascendencia, etc.). Los datos mas relevantes de los que hasta aqui se han comentado sobre maduracién cerebral humana posnatal se resumen en la tabla 1-1. In- dudablemente, parece muy légico que el balbu- ceo comience cuando las vias corticofugales y ta- lamocorticales (auditivas) estén mielinizadas (2.° semestre de vida) y que el lenguaje propiamente dicho se desarrolle a partir de que la corteza pre- frontal y las demés estructuras neurales, que sus- tentan la atencién y la memoria de trabajo sean funcionales. Por otra parte, el entramado sindpti- co fino subyacente a los elementos formales lin- Tabla 1-1. Resumen de los principales acontecimientos del desarrollo neurobiolégico posnatal hasta la adolescencia, relevantes para el lenguaje y las demas funciones cognitivas Desarrollo neurobiolégico posnatal Principales acontecimientos Referencias Dendritificacion Sinaptogénesis: fenémenos aditivos y sustractivos Espesor relativo de la cor- teza en imagen de reso- nancia magnética Mielinizacion Consumo de glucosa Lateralizaci6n. hemisférica para el lenguaje Distribucién funcional: in- trahemisférica izquierda Potencia espectral de EEG y de potenciales evoca- dos corticales ‘Aumenta progresivamente durante los 6 primeros. afios en corteza premotora inferior, mas en he- misferio izquierdo, comparativamente con la co- rrespondiente corteza motora primaria de la cir- cunvolucidn frontal ascendente. En la corteza prefrontal el desarrollo dendritico es progresivo hasta el final de! 1.* afio en la capa Ill y hasta el final del 5.° afo en la capa V Maximo numero de sinapsis en la cisura calcarina durante el primer afio y en la corteza frontal du- rante el segundo afio. Luego decrece el numero de sinapsis lentamente hasta la adolescencia Decrece en la corteza frontal y en la parietal desde la infancia tardia hasta la adolescencia (sustrac- cién dendritica cortical y aumento de mieliniza- cién subcortical) Radiacién éptica (2.° mes); proyeccién corticoespi- nal (1." afio); radiacién actstica postalémica (1 afio); neurépilo asociativo intracortical tem- poral (5.° afio); neurépilo asociativo intracortical prefrontal (7.° afio) En estudio con PET: répido aumento global del consumo total durante los 3 primeros afios; lue- go, decremento progresivo hasta la edad adul- ta. Considerando por regiones, la progresién es occipitofrontal y el patron topogréfico adulto se aleanza al final del primer ano En escucha dicética: ventaja del ofdo derecho (he- misferio izquierdo) ya en el primer trimestre de Vida extrauterina; luego, acentuacién progresiva Integracién diferenciada de la comprensién y la expresién en el eje posteroanterior silviano des- de la edad de 3 afios (estudio de corresponden- cias clinicolesionales) Asimétrica, con valores relativamente menores en ‘e| hemisferio izquierdo ya a la edad de 3 meses; luego, acentuacién paulatina hasta la pubertad Simonds y Scheibel 1989 Koenderink y cols. 1994 Koenderink y Wylings 1995 Huttenlocher 1984, 1990 Huttenlocher y Dabholkar 1997 Jernigan y cols, 1997 Sowell y cols. 1999 Giedd y cols. 1999 Yakovlev y Lecours 1967 Brody y cols. 1987 Flechsig 1901 Chugani y cols. 1987 Hiscock y Kinsbourne 1980a Lokker y Morais 1985 Van Hout y cols. 1985 Van Dongen y cols. 1985 Van Hout y Evrard 1987 Davis y Wada 1977 MASSON, S.A Fotocopiar sin autorizacio es un delta, glilsticos no se conoce, pero los procesos de mie- linizacién intracortical asociativa, de dendritogé- nesis y de estabilizacién (por eliminacién) sinap- tica selectiva coinciden, en su mayor parte, con al desarrollo de las estructuras morfosintdcticas y con el crecimiento de! léxico en edad preescolar Y escolar temprana. Resulta tentador postular paralelismos de esta indole entre los hitos de maduracién encefélica y los de desarrollo lin- giiistico (Lecours 1975, Bates y cols. 1992), pera tales asociaciones no dejan de ser especulativas en el momento actual, Con sus determinantes genéticos y epigenéti- Cos, el sistema nervioso es una unidad viva. Y Por eso es también, pese a las eventuales taras biolégicas, susceptible de remodelacién y de mejora funcional. AGRADECIMIENTOS A Ricardo Insausti, Profesor Agregado de Anatomia en la Universidad de Navarra (Pamplona), y a Marie- Christine Calvet, Directeur de Recherche en el Institut, National de la Santé et de la Recherche Médicale U- 336 INSERM (Montpellier). Han revisado las primeras versiones espafiola y francesa de este capitulo y nos han brindado valiosas sugerencias. BIBLIOGRAFIA Bases neurobiolégicas del desarrollo del lenguaje 23

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