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Ubc 2015 February Nassiperic Brunofernando PDF
Ubc 2015 February Nassiperic Brunofernando PDF
by
MASTER OF ARTS
in
(Hispanic Studies)
December 2014
The primary object of analysis of this thesis is the novel Mala onda (1991) by the Chilean
writer Alberto Fuguet (Chile, 1964). The hypothesis specifically states that this text can be
interpreted as a tool that facilitates defamiliarization (in the terms proposed by Viktor
Shlovsky in his essay Art as Technique, published in 1916) on readers who are part of
contemporary consumer society. Both in terms of content (strongly on this point, because this
is where the summit defamiliarization in the novel moment occurs: the moment when the
main character runs away abruptly from home) as in a formal level (form acts as a adjuvant
to fulfill the potential of defamiliarization that the novel has), Mala onda is presented as a
text that can generate the alleged breach of perception that has fallen into the habitual. In
other words, an effect of strangeness upon the one who lives accustomed to the consumer
society, who does not stop to reflect on it. Thus, both in terms of content and formal level,
Mala onda ends up setting a narrative formula -form and content conjugated to produce
defamiliarization or estrangement on the reader, who is imbued within the current consumer
society.
El objeto primario de análisis de esta tesis es la novela Mala Onda (1991) del escritor
chileno Alberto Fuguet (Chile, 1964). La hipótesis, concretamente, plantea que este texto
puede interpretarse como una herramienta que facilita la desfamiliarización (en los términos
que propone Viktor Shlovsky en su ensayo Art as Technique, publicado en 1916) en los
lectores que son parte de la sociedad de consumo contemporánea. Tanto a nivel de contenido
ii
desfamiliarización en la novela: el momento en el que el personaje central huye
abruptamente de su hogar), como a nivel formal (la forma actúa como un coadyuvante de
todo el potencial de desfamiliarización que tiene la novela), Mala onda se presenta como un
sociedad de consumo, que no se detiene a reflexionar en ella. Así, pues, tanto a nivel de
contenido como a nivel formal Mala onda termina por configurar una fórmula narrativa –
contenido y forma conjugados para, finalmente, desfamiliarizar– que puede considerarse una
iii
Prefacio
iv
Tabla de Contenidos
v
Agradecimientos
Santos. Ella siempre estuvo muy atenta a mi trabajo, dándome siempre opiniones importantes
dispuestos a ayudar.
vi
Dedicatoria
A mi tío Risto Perich, cuyo cariño paternal y constante apoyo también han sido clave
vii
1 Introducción
Mi propósito en esta tesis es trabajar con la novela Mala Onda (1991) de Alberto
Fuguet (Chile, 1964) y proponer que esta puede interpretarse como una herramienta que
aspecto), Mala onda se presenta como un texto que puede generar el pretendido
desfamiliarización con respecto al entorno de consumo extremo que lo rodea (un viaje y
el arte son coadyuvantes, como se verá, para que esto suceda). El momento más potente
va de su casa. Hasta antes de este evento, el distanciamiento con su entorno había sido
paulatino y se mantenía, sobre todo, al nivel de la reflexión. La huida de casa es, por ello,
una sorpresa que termina por cuajar todo el potencial desautomatizador que tiene la
Desde el punto de vista formal, la novela nos ofrece una construcción narrativa
que, como se verá en detalle, hace que la atención del lector no caiga en la habitualidad,
es decir, a través de una serie de recursos se evita que la lectura se vuelva monótona y
1
predecible. En otras palabras, la percepción del lector es retada constantemente, lo cual
desfamiliarización dentro de Mala onda: los generales y los específicos. Dentro de este
primer grupo están aquellos que son propios del género novelesco en general, como se
hallan los elementos desfamiliarizadores que son originales del texto, como la huida de
bien relacionada con la forma y produce un efecto más sutil en el lector, pues no
representa algo novedoso en sí mismo (aunque esto también dependerá del tipo de lector
que se acerque a la obra, es decir, si es un lector experimentado o uno que recién se está
con el contenido, es decir, donde cae el peso más fuerte del efecto desfamiliarizador. Por
todo esto es que decía líneas arriba que es sobre todo a nivel de contenido donde se halla
Entonces, finalmente, tanto a nivel de contenido como nivel formal Mala onda
contemporánea, resulta una novedad y, por ello, mi interés en desarrollar esta tesis.
2
Es importante señalar que el marco teórico, que desarrollaré en seguida, estará
sustentado en las ideas claves que ofrece Viktor Shklovsky en su texto Art as Technique1
tesis, el aporte de otros autores será, también, de vital importancia. Dentro de ellos, son
Cárcamo, autor del libro Tramas del mercado: imaginación económica, cultura pública y
literatura en el Chile del siglo veinte (2007). En este texto, el autor explica las especiales
circunstancias en las que en Chile se potenció a gran escala la sociedad de consumo y las
consecuencias de esta situación. Asimismo, este autor sitúa a Alberto Fuguet y su obra
dentro de todo este contexto. De modo que varias de sus ideas se podrán encontrar a lo
largo de la tesis. Por otro lado, algunas ideas claves del libro La sociedad de consumo.
Sus mitos, sus estructuras (1970) del famoso sociólogo y filósofo francés Jean
Baudrillard serán de gran utilidad para enmarcar teóricamente al entorno consumista que
tesis).
examine the general laws of perception, we see that as perception becomes habitual, it
1
El título original en ruso de esta obra es Искусство как приём y su autor, Viktor Shklovsky
(1893 – 1984), perteneció a la escuela denominada “Formalismo ruso”, que, en líneas generales buscó un
análisis científico de la literatura. Esta escuela se forjó durante los tiempos de la Primera Guerra Mundial y
más tarde fue condenada por el estalinismo por no seguir preceptos revolucionarios. Sin embargo, su
influencia ha sido –y sigue siendo– de gran importancia dentro de la teoría literaria.
2
El concepto de “percepción” podría parecer un poco gaseoso si no se analiza. El Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española tiene la siguiente definición del término: “Sensación interior que
3
becomes automatic. Thus, for example, all of our habits retreat into the area of the
nuestro entendimiento del mundo, se vuelva habitual y, por lo tanto, pase a ser
inconsciente. Esto, nos dice el formalista ruso, entraña un grave peligro, pues la vida
Habitualization [sic] devours work, clothes, furniture, one’s wife, and the fear of
war. “If the whole complex lives of many people go on unconsciously, then such
lives are as if they had never been.” And art exists that one may recover the
sensation of life; it exists to make one feel things, to make the stone stony. The
purpose of art is to impart the sensation of things as they are perceived and not as
they are known. The technique of art is to make objects “unfamiliar”, to make
forms difficult, to increase the difficulty and length of perception because the
poder existir: el individuo debe consumir constantemente; el consumo debe ser un hábito.
vuelve un acto automático que no se cuestiona y que, peor aún, dirige la vida de los
individuos sin que estos reaccionen (los esfuerzos, finalmente, se enfilan a tener la
resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos”. Yo interpreto este concepto como la
habilidad que tenemos todos los individuos de sentir e interpretar, desde nuestros particulares lugares de
enunciación, el mundo que nos rodea y, ciertamente, a nosotros mismos. Por ello a Shklovsky le resulta
terrible que esta caiga en el marasmo de la habitualidad, pues pierde su capacidad fundamental de
interpretación y, consecuentemente, de posible opinión y crítica. Si no se percibe realmente, por ejemplo, la
ferocidad de una guerra, es decir, si no se interpreta lo terrible que puede ser ésta, entonces implícitamente
está el riesgo de aceptarla como parte habitual de la vida.
4
consumista puede devorar la capacidad crítica (y, ciertamente, la sociedad de consumo se
vale de una serie de medios3 para volver autómatas consumistas a los individuos o, en
otras palabras, entes habituados a consumir lo máximo posible). El arte, sin embargo,
como dice Shklovsky, puede ser una herramienta para evitar caer en la pasmosa
habitualidad (y esta capacidad no se pierde por más que las formas artísticas –y el
concepto mismo de arte– cambien con el transcurrir del tiempo; tan desautomazidador
pausada –lo que no es equivalente a pasiva, por supuesto–, atenta y, en el mejor de los
casos, crítica.
retrato crítico de una sociedad consumista a través de la particular mirada de Matías, sus
3
Sin duda, la publicidad es una aliada –acaso la principal– para que, en la sociedad de consumo, la
percepción se vuelva habitual. Mario Vargas Llosa, en su ensayo La civilización del espectáculo (2011),
hace la siguiente anotación respecto al poder de la publicidad en nuestros días:
El vacío dejado por la desaparición de la crítica [para Vargas Llosa, en nuestros tiempos,
elementos como la moda y la cocina han reemplazado los espacios en los medios de comunicación
que antes podían ocupar filósofos, científicos, profesores y, en consecuencia, la influencia crítica
de estos últimos prácticamente ha desaparecido] ha permitido que, insensiblemente, lo haya
llenado la publicidad, convirtiéndose ésta en nuestros días no sólo en parte constitutiva de la vida
cultural sino en su vector determinante. La publicidad ejerce un magisterio decisivo en los gustos,
la sensibilidad, la imaginación y las costumbres (38).
De modo que, como argumenta Vargas Llosa, el poder de la publicidad en nuestros tiempos es
muy grande. No debe sorprender, entonces, el poder que puede tener su influencia en la habitualidad que
necesita la sociedad de consumo para poder subsistir.
5
y efectos de la misma. Al estar retratada en el texto, la sociedad de consumo se vuelve
aquel que puede volver a sentir como piedra a la piedra, el lector de Mala onda puede
sentir a la sociedad de consumo como tal y tomar una postura crítica de la misma o, por
lo menos, salir de su habitualidad y darse cuenta del tipo de sociedad en la que vive.
Shklovsky comenta, además, que “Art removes objects from the automatism of
perception in several ways” (16). Es decir, no hay una receta única para lograr este efecto
contra el automatismo, con lo cual queda claro que, a su modo, toda obra de arte puede
elementos formales –como en el caso del narrador caballo de Tolstoi que Shklovsky cita
La novela nos presenta a un personaje imbuido en una sociedad alienada por el consumo
excesivo que siente que su identidad, realmente, está en otro lado, que es distinta a la de
su familia y la de sus amigos, quienes viven sin cuestionarse el mundo que los rodea, es
decir, habituados (en determinado punto de la novela, como se verá en el tercer capítulo,
el narrador dirá que sus hermanas dejan pasar lo mejor de la vida por estar inmersas en el
ningún sentido; la suya es, justamente, una búsqueda por algún sentido que le brinde un
confrontará con su círculo familiar y amical, marcará una distancia crítica, pues él mismo
6
Por otro lado, evidentemente, una novela tiene, físicamente, un principio y un fin.
Pero, como dice Shklovsky, más allá de la extensión espacial lo que importa es su
continuidad, lo que a mi juicio quiere decir que el efecto que causa no se termina cuando,
en este caso el lector, cierra el libro, sino que la lectura lo lleva a un despertar de la
están abocados al consumo y nada más, es muy difícil que el arte tenga un lugar en sus
es un objeto que se puede comprar, incluido el arte. En ese sentido, cuando el arte
de consumo y abrir una grieta. Ese es el caso de Mala onda que, siendo finalmente un
objeto comercial, encierra una “trampa”: pone en evidencia los efectos negativos de la
sociedad de consumo de la que es parte. Por supuesto, se podría sugerir que las obras
literarias –y el arte en general– tienen casi siempre este efecto desfamiliarizante, pero
de la sociedad de consumo, como otras obras pueden ser desfamiliarizantes en otro tipo
de ámbitos.
En suma, Mala onda puede ser considerada una obra de arte con un potencial
que está constituida hace que en sus lectores se interrumpa la percepción habituada y más
7
prolonga la percepción y, de este modo, deja en evidencia las estructuras de la sociedad
de consumo y el efecto alienante que puede tener en quienes son parte de ella.
conexiones con otras líneas teóricas, como la posmoderna de Jean Baudrillard que utilizo
concepto que tampoco está circunscrito solo a un tipo de literatura, sino que se trata más
bien de una propuesta englobante que sin ningún problema puede aplicarse a la literatura
Shklovsky de ninguna manera impide que su propuesta siga siendo válida, se pueda
trayectoria reconocida. Sin embargo, a nivel crítico, lo que se ha escrito sobre él está muy
(José Donoso, Roberto Bolaño e, incluso, Isabel Allende, por mencionar algunos
nombres). Al revisar algunas tesis que incluyen a este autor, es común encontrarlo como
parte de ellas y no necesariamente como punto central. Así, por ejemplo, se le menciona
8
Hay, también, una fijación en su trabajo como cineasta, que en los últimos años ha
Con respecto a la crítica concreta sobre Mala onda, debo decir que, más allá de
los trabajos citados en el cuerpo de la tesis, la crítica –que, como se puede deducir de lo
citar ciertos trabajos son dos: 1.) su análisis analiza aristas distantes a la que yo propongo
literarias5); 2.) no estoy de acuerdo con las hipótesis esbozadas, pese a que se trata de
Fuguet.
Dentro de este último grupo, debo mencionar una idea difundida en torno a Mala
onda con la cual estoy en completo desacuerdo, esto es, la presunción de que se trata de
un Bildungsroman (María Nieves Alonso, Grínor Rojo, Santos López6, entre otros). En
4
Una muestra de estos trabajos críticos es la siguiente: “A McOndo Writer’s Take on Literature in
the Era of Audiovisual and Digital Communication: The Case of Alberto Fuguet’s Las películas de mi
vida” de Linda S. Maier; “Narrating History trough Memory In Three Novels Post-Pinochet Chile” y
“Santiago’s Children of the Dictatorship: Anamnesis versus Amnesia in Alberto Fuguet’s Por favor,
rebobinar” de Patrick L. O’Conell; “Todos gozamos como locos: los medios de comunicación masiva y la
sexualidad como módulos de filiación entre Manuel Puig y Alberto Fuguet” de Christian Gundermann;
“Escritura y cultura audiovisual en Por favor, rebobinar de Alberto Fuguet” de Edmundo Paz Soldán”.
5
Me refiero concretamente al ensayo “De armarios y bibliotecas: masculinidad y tradición literaria
chilena en la obra de Alberto Fuguet” de Cristián Opazo. Su aproximamiento a través de la teoría de género
(concretamente se sostiene en las ideas de Judith Butler) a la obra de Fuguet es bastante original. Sin
embargo, su eje teórico va por un camino distinto al de mi hipótesis y, por otro lado, su análisis concreto de
Mala onda me parece que fuerza demasiado los ejemplos que extrae de la novela en pro de corroborar su
marco teórico. Por otra parte, le agradezco el dato de que Roberto Bolaño llamaba despectivamente
“donositos” a Fuguet y a otros escritores que fueron alumnos de un taller literario de José Donoso.
6
Los trabajos críticos de estos autores son, respectivamente, “Alberto Fuguet: un (in)digno
descendiente de una buena tradición”, “«Mala onda», «mala lata» e «ironía» en Mala onda de Alberto
Fuguet” y “El Bildungsroman urbano: apuntes sobre la narrativa de formación en Santiago de Chile y
9
primer lugar, yo considero que el narrador implícito construido por Fuguet está al
servicio de hacer una crítica a la sociedad de consumo que se instauró en Chile a partir de
Matías, sino utilizar a este como vehículo para la crítica y, en los términos de esta tesis,
temporal muy limitado (once días), lo cual contraviene la estructura típica de las novelas
encarar con fuerza la “mala onda” de su entorno. Pero eso no implica que el aprendizaje
haya terminado; por el contrario, recién empieza y no sabemos qué sucederá después. Por
Debo reiterar, en todo caso, que como he tratado de demostrar, mi tesis, si bien
hipótesis incluye a la novela como un todo, dentro de la cual, por supuesto, Matías es
clave. Eso no quiere decir, sin embargo, que la tesis sea un análisis del personaje en sí.
sostenimiento de mi hipótesis, debido a que tendría que haber entrado en una serie de
digresiones que me hubiesen desviado del propósito central que es probar mi hipótesis; he
Ciudad de México”. Todos estos trabajos son de interés y, como mencioné, constituyen una contribución al
corpus crítico en torno a la obra de Alberto Fuguet. No obstante, parten de la premisa de que Mala onda
constituye un Bildungsroman. Ese enfoque, válido por supuesto, a mi juicio deja poco espacio de análisis
en torno a la novela como un todo, ya que el foco de análisis es Matías. Yo considero que Mala onda se
presta para un análisis que va más allá de Matías y más bien lee a la novela como un todo.
10
tratado de seguir una línea recta que se encaminara hacia ese propósito. Asimismo, tomé
en cuenta que esta tesis tiene una extensión sugerida que ya ha sido ligeramente
el que deben primar las propuestas del autor, por supuesto enmarcándose dentro de un
Mala onda con la propuesta teórica de Shklovsky ni, consecuentemente, se ha leído que
describir de modo sintético el desarrollo del corpus. Este estará compuesto por los
siguientes capítulos:
se verá cómo dentro de la trama de la novela (lo cual es, a su vez, un reflejo de la realidad
nacional) se manifiestan los efectos de las políticas sociales y económicas instauradas por
11
novela como el autor de la misma, es decir, la denominada Generación X y las
2). Análisis formal del narrador. En esta parte de la tesis, examinaré la voz
narratológico, los recursos que utiliza y su conducta dentro del texto. De la mano de esto
último se verá que existe un uso de la polifonía que, sin duda, le da fortaleza al narrador
amplio análisis del entorno consumista del personaje central de Mala onda (del cual
también él forma parte, por supuesto). A través de un análisis de sus familiares y amigos,
de los espacios que se presentan y, finalmente, del cuerpo usado como mercancía, se
podrá tener un panorama amplio del entorno concreto del cual el personaje-narrador
busca distanciarse. En este capítulo empezaremos a ver –aunque en los anteriores también
se hace mención a ello– el creciente desencanto de Matías con respecto a su entorno que,
capítulo.
12
tanto para el personaje como para la novela como herramienta desfamilarizadora. En ese
propia desfamiliarización del personaje de Matías y, por otro, aquella a la que llega el
lector, quien, evidentemente es un agente activo durante la lectura del texto; ambos
procesos, no obstante, están imbricados para que, finalmente, Mala onda pueda ser
desarrollado en el corpus. Asimismo, haré una reflexión final que incluye mis
consideraciones en torno a lo que esta tesis puede dar pie para futuras investigaciones que
pretendo realizar.
13
2 Contexto socio-político, literario y generacional
económico, cultural, etc.– en el que fue creada. Es por ello que es indispensable tener en
cuenta este factor en el momento de hacer un análisis crítico, pues de este modo se
pueden tener mayores herramientas para poder comprender la dinámica que se propone
dictadura pinochetista instaurada desde 1973 había puesto en marcha, por un lado, todo
neoliberal basada en las ideas del economista Milton Friedman. Todo esto llevó, como
Alberto Fuguet y de su obra literaria a inicios de los años noventa. El contexto específico
democracia a Chile. Por otra parte, examinaré también las ideas centrales del movimiento
McOndo (1996), titulado “País de McOndo”) que, en líneas generales, suponía una
14
ruptura con el realismo mágico que se impuso en la literatura latinoamericana en los años
sesenta.
novela como del autor de la misma: la Generación X. Esto es importante, pues en el caso
del personaje de Mala onda encontramos muchas características que se han definido
como propias de dicha generación y, por tanto, ayudan a comprender algunas conductas
Allende (1908 – 1973) sufrió un Golpe de Estado perpetrado por el general Augusto
Pinochet (1915 – 2006), quien hasta entonces fungía como Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas Chilenas. Se inició así una cruenta dictadura que duraría diecisiete
años. Como es evidente, este hecho histórico significó una serie de cambios radicales en
la sociedad chilena.
cultura pública y literatura en el Chile del siglo veinte un hecho trascendental para
entender las nuevas dinámicas que se produjeron en la sociedad chilena a partir del
Golpe: “El 26 de marzo de 1975, en el Edificio Diego Portales de Santiago tuvo lugar un
15
evento clave para entender las transformaciones simbólicas y materiales de la sociedad
chilena a fines del siglo veinte: la conferencia dictada por el economista norteamericano
Las transformaciones fueron, en efecto, claves, pues como explica el mismo autor,
fueron unos pocos, justamente aquellos pocos a los que pertenecen, en las líneas de Mala
en este punto:
7
Con respecto a las ideas económicas que propone la doctrina de Milton Friedman y el modo en el
que se aplicó en Chile, Cárcamo explica lo siguiente:
Es sabido que Friedman constituye una figura mayor en el diseño intelectual de la economía de
libre mercado, propuesta que apunta a la drástica desregulación de la actividad económica,
cancelando la centralidad del Estado y liberalizando los mercados. Su discurso de marzo de 1975
en Santiago tiene como audiencia privilegiada la élite económica, empresarial y militar del periodo
y, básicamente, tiene por objetivo el promover y fortalecer el posicionamiento del círculo de
economistas que, en esa época, favorecen el giro propiciado por su filosofía económica; grupo que
se popularizó bajo el epíteto de los Chicago Boys. (81)
8
El caso chileno es tan emblemático en la historia del neoliberalismo, que la misma Margaret
Thatcher lo cita como “ejemplo” en un discurso (reproducido en la página web de la Margaret Thatcher
Foundation) en defensa de Pinochet ante la House of Lords el 6 de julio de 1999: “Chile has seen the
establishment of a thriving, free-enterprise economy which has transformed living standards and made
Chile into a model for Latin America”.
16
Después regresaron [el tío Sandro y su familia, de Estados Unidos] con BMW,
refrigerador de dos puertas, con esa cuestión para el hielo, varios televisores en
color, etcétera. Internaron todo sin pagar derechos. Aprovecharon una ley, una
ley de Pinochet para incentivar que volvieran al país todos los que se fugaron del
terror rojo. Mi padre siempre criticó esa ley. «Claro, premian a los cobardes que
se arrancaron y a los que nos quedamos peleando con los comunistas ni siquiera
nos dan las gracias», opinaba. Pero yo creo que no era una cuestión ideológica
sino de envidia: de la envidia que siente por ese BMW azul-cobalto que se trajo el
economía que llevó a cabo el gobierno liderado por Pinochet. Sin embargo, lo más
interesante es notar que, como comenta el narrador, finalmente –al menos para la clase
social a la que pertenece– lo que importa no es tanto la ideología, sino el beneficio propio
(en este caso expresado a través de la envidia material) que trajo como consecuencia esa
nueva ideología (los cambios simbólicos y materiales que menciona Cárcamo). Las
políticas económicas, entonces, permitieron una nueva dinámica de consumo que marcó
Por otro lado, como señala Cárcamo, es importante recalcar que el giro
económico hacia el libre mercado –y, por ende, las consecuencias sociales y culturales de
este– que dio Chile tuvo matices que lo hicieron bastante especial:
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Reagan, y en Gran Bretaña, durante el de Margaret Thatcher. En Chile, bajo la
tiempo, dirigida bajo la rigidez de un régimen militar que, como se sabe, llegó al
“peligro”. Es así que, para 1980, que es el año en el que se sitúa la trama de Mala onda,
las clases sociales beneficiadas con las políticas económicas ya estaban bien
consolidadas, aunque tenían, de todos modos, que vivir bajo la represión de la dictadura.
Pero aunque uno propone, Dios dispone. Y Pinochet por desgracia, no está del
todo de acuerdo con esto de que la gente joven ande en la calle hasta tan tarde.
Quizás por habernos pasado tantos días en Rio haciendo lo que nos daba la puta
principal.
apareció una patrullera con dos pacos [soldados del ejército] y unas feroces
políticas neoliberales del régimen que permiten que un grupo de muchachos de clase alta
se puedan dar el lujo de tener una competencia de autos. Sin embargo, pese a este
beneficio, se tienen que enfrentar a las medidas represivas del régimen (las “normas
18
básicas”, es decir, las normas ya internalizadas y habituales9). En este caso concreto la
Es importante señalar, también, que en este pasaje hay una comparación implícita
entre el régimen autoritario que gobernaba Chile y el de Brasil. Este último, pese a estar
bajo una dictadura militar que se inició en 1964 y culminó en 1985, ya para 1980 había
bajado los grandes niveles represivos que tuvo a sus inicios. De modo que para Matías y
sus amigos, haber pasado unos días en un país con un régimen más flexible los sacó de
alguna manera de la habitualidad de las “normas básicas” en las que vivían. El problema
acaso por la comparación, se hicieron –al menos para Matías– más fuertes y se sumaron a
la sensación de “mala onda” que finalmente hará que el personaje se hastíe de todo su
entorno (volveré con más detalle sobre la influencia del viaje a Brasil de Matías en su
contemporánea. En el caso concreto de Mala onda, sin todo el contexto descrito líneas
9
Podemos aquí mencionar aquí el concepto de “habitus”, propuesto por el sociólogo francés Pierre
Bourdieu en su texto Esquisse d’une théorie de la pratique (1972). El autor define el concepto de la
siguiente manera: “El habitus se define como un sistema de disposiciones durables y transferibles -
estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes- que integran todas las
experiencias pasadas y funciona en cada momento como matriz estructurante de las percepciones, las
apreciaciones y las acciones de los agentes cara a una coyuntura o acontecimiento y que él contribuye a
producir” (54; cit. en Bordieu, Pierre, La distinción. Criterios y bases sociales del gusto). En otras palabras,
los agentes están acostumbrados a una estructura predeterminada que ellos mismos luego siguen
reproduciendo de modo habitual. En el caso de Mala onda, las normas establecidas por la dictadura de
Pinochet se muestran como la configuración a la que la población está habituada y que se ha acostumbrado
a acatar y reproducir.
19
arriba, la trama de la novela –y la emergencia de su autor– no hubiese sido posible.
[E]l libre mercado adquiere así el estatus de ficción literaria. Producto y proceso,
circulación: tropo y trama del mercado alrededor del cual se urde la ficción
economía, de la circulación, transitando a través del espacio del mall, del diseño y
(165 – 166)
Fuguet, elementos capaces de formar parte de las tramas, configurar el modo en que estas
revelador:
El Pumper Nic [centro comercial] está lleno, como todos los sábados. El aroma a
Chicken y el Carl’s Jr. y el Jack in the box. El Pumper Nic –el nombre me parece
patético, demasiado tercermundista– no está tan mal pero es una mala copia, eso
Como es evidente, hay una ligazón establecida por el narrador entre progreso y
Estados Unidos. Aquello que a Matías le recuerda a Estados Unidos (las marcas, los
20
lugares emblemáticos y hasta el olor a grasa) y que ve imitado en el centro comercial
santiaguino le hacen sentir que existe “progreso”. Pero esa percepción, podemos deducir,
pupilos. De modo que resulta lógico, en ese contexto, identificar el progreso local en la
medida en que se sienta el espacio cada vez más parecido a Estados Unidos. Y un gran
medio para parecerse a Estados Unidos es, sin duda, tener la presencia de sus marcas
emblemáticas.
Unidos. Puede que estén las marcas norteamericanas, que esté el “olor” norteamericano,
que se sienta una fuerte reminiscencia a Estados Unidos, pero siempre habrá un elemento
–en este caso el nombre del centro comercial– que hará recordar que se sigue
importante, por ello, que el narrador tome distancia con esta falsa idea de progreso al
identificarla como una copia, pues demuestra que él no cree a pie juntillas ese mundo de
10
En la introducción al ensayo Simulacra and Simulations de Jean Baudrillard, Rivkin y Ryan
explican que “In a deconstructive mode, Baudrillard argues that eventually in contemporary times, the
referent disappears altogether and people come to live in pure simulations, replications of reality that
resemble it in all aspects save they are representations through and through” (384). Es decir, la realidad, en
los tiempos contemporáneos, ha sido reemplazada por una simulación, una réplica; una hiperrealidad,
como él la denomina. Podemos extrapolar este concepto al contexto de Mala onda, en el cual la realidad
chilena ha sido dejada de lado y, más bien, se ha construido una simulación basada en el modelo
norteamericano. Pero esta construcción es eso mismo, una simulación. Lo interesante es que Matías se da
cuenta de esto y, a diferencia de sus pares, es capaz de ver la simulación.
21
Finalmente, no hay que dejar de remarcar que la liberalización de la economía en
Chile también fue seguida en la mayoría de Latinoamérica en las décadas de los ochentas
y noventas. Esto causó, evidentemente, todo un cambio interno, a nivel social y cultural,
market reforms all over Latin America had to reform us as well. How could they not? If
the point of liberalization was to open the doors, a cultural and social flood had to pour
Esta cita termina por corroborar lo que se ha visto en este punto de la tesis, pues,
en efecto, la liberalización del mercado no solo es una medida con implicancias políticas
cómo nos percibimos y de cómo actuamos dentro de una nueva cultura que se ha
impuesto ya no por las armas, sino por la economía. Esta cita, además, es importante,
pues Alberto Fuguet nos muestra aquí que es un crítico cultural muy atento. Y esta
dimensión crítica se refleja, sin duda, en su trabajo como escritor (Mala onda es prueba
de ello).
libro, titulado “País de McOndo”, puede leerse como un claro manifiesto –aunque sus
22
autores nieguen que se trate de un manifiesto literario– en contra del realismo mágico
“ingrediente” esencial para que la literatura latinoamericana fuese considerada como tal
ante los ojos norteamericanos y europeos. El siguiente fragmento del prólogo sintetiza las
El nombre (¿marca-registrada?) McOndo es, claro, un chiste, una sátira, una talla.
real (que, a todo esto, no es real sino virtual). Nuestro país McOndo es más
En nuestro McOndo, tal como en Macondo, todo puede pasar, claro que en
el nuestro cuando la gente vuela es porque anda en avión o están muy drogados.
latino) nos parece tan realista mágico (surrealista, loco, contradictorio, alucinante)
como el país imaginario donde la gente se eleva o predice el futuro y los hombres
clima cambia, los ríos se salen, la tierra tiembla y Don Francisco coloniza
mundo hispano, en general) el halo fantasioso bajo el cual la cubrió el realismo mágico
en los años sesenta y cuya influencia continuó por mucho tiempo. En otras palabras,
también podemos leer esta declaración como una manera de sacar a Latinoamérica –y a
23
su literatura– del cariz habitual del realismo mágico, es decir, de esa forma que se habría
esperable. Por lo tanto, para romper con esa familiaridad Fuguet y Gómez proponen la
realidad palpable cuya magia es más bien la locura de las mega-ciudades mal
organizadas, en sociedades aletargadas por voces como la de don Francisco11 donde los
Pero estos autores consideran también que “Vender un continente rural cuando, la
verdad de las cosas, es urbano (más allá que sus sobrepobladas ciudades son un caos y no
funcionen) nos parece aberrante, cómodo e inmoral” (9). Es decir, detrás de su propuesta
de quitar la visión habitual del realismo mágico que se cierne sobre Latinoamérica
también hay un componente ético, del cual no solo podemos suponer que se desprende
una crítica hacia la literatura del realismo mágico, sino también a las consecuencias
representación literaria, por tanto, de la realidad del modo más crudo y que, además,
11
Don Francisco, nombre artístico de Mario Luis Kreutzberger (Chile, 1940), es un famoso
presentador de televisión. Se hizo famoso gracias a su programa televisivo de entretenimiento llamado
Sábado gigante, que se transmitió en Chile y en muchos otros países (incluido Estados Unidos) desde 1962
a 2012.
24
demuestre la falsedad de los prejuicios es un herramienta desautomatizadora en estos
muy lejano al que podría esperarse de una literatura del realismo mágico. Si acaso hay
levitaciones, en efecto, son realmente un estado alucinógeno por efecto de las drogas.
Ahora bien, para el tiempo de publicación del prólogo, Fuguet ya había publicado,
además de Mala onda, el libro de cuentos Cuentos con Walkman (1993) y la novela Tinta
roja (1995); el primero fue publicado por el sello Alfaguara y la segunda por Planeta. Es
industria editorial en Chile. Por un lado, hacia finales de los ochenta, un grupo
12
No quiero dejar de comentar que José Donoso, si bien es identificado como un miembro
indiscutible dentro del Boom, realmente él no fue uno de los más consagrados por esta “ola”. Así, en su
Historia personal del boom, de 1972 (obra solo posible con una cercanía al fenómeno, pero, a la vez, con
cierta distancia crítica de quien lo vivió pero que no estuvo imbuido por completo en él, ni recibió,
ciertamente, los mejores réditos comerciales y financieros), hace eco de lo que posiblemente Ángel Rama
(u otro “crítico simpatizante” [del Boom]) comenta sobre él: “[El] verdadero boom tenía solo cuatro sillas
fijas: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, y una silla más,
movible, ocupada por Ernesto Sábato y por quien esto escribe” (198). De modo que Donoso estaba y no
estaba en Boom, su luz fue intermitente y no cegadora como la de los cuatro grandes autores que se
consideran los “consagrados” por este fenómeno.
Con todo esto quiero dejar en claro que no existiría una contradicción entre que Fuguet y otros que
luego renegarían del realismo-mágico –uno de los sellos del Boom– hayan sido, a inicios de los ochenta,
cuando Donoso regresó a Chile después de dieciséis años de auto-exilio en España (en Sitges,
concretamente), alumnos del taller de escritura que el autor de El jardín de al lado, de 1981 (una novela
mordaz sobre el Boom) montó en su propia casa. Me atrevería a sugerir, sin haber sido testigo de esas
sesiones y sin haber encontrado récord de ellas, que la influencia de Donoso en estos escritores nóveles
estuvo orientada en el arte de la escritura en sí mismo y no en una tendencia estilística ni mucho menos
temática.
25
otro, también hacia fines de los ochenta, ejecutivos españoles de la editorial
de las letras chilenas a inicios de los años noventa tienen indudablemente como base toda
cercano al poder todavía por varios años más. Sin embargo, las consecuencias de sus
políticas crearon para entonces el “clima” bajo el cual la industria editorial pudo darles un
espacio importante a Fuguet y a otros. Fue, además, una apuesta calculada en base a un
caso parecido: “En ese contexto [el del precedente de éxito literario-comercial en
Biblioteca del Sur, creando las condiciones para la paulatina emergencia de ‘un nuevo
plataforma para este fenómeno literario conocido por Nueva Narrativa Chilena, que fue,
ciertamente, un “boom” para autores como Alberto Fuguet. Y, al igual que el Boom de la
Se explota así la idea de una literatura nacional como gancho y ficción local. Sin
embargo, en dicha urdimbre del corpus literario nacional subyace una trama (y
una trampa): la ficción del “fenómeno literario chileno” aparece mediada por una
26
política editorial de carácter multinacional, gestada y gestionada, en este caso, a
nuevamente desde España se dirigió una literatura que se vendió con un tinte local
continente, sino, como anota Cárcamo, construir un canon literario chileno. Sin embargo,
y otros gracias a la Nueva Narrativa Chilena les dio el espacio y la difusión necesaria
realista-mágica impuesta en los tiempos del Boom. De modo que, muchos años después,
frente al nuevo “boom” que supuso la Nueva Narrativa Chilena, el coronel Aureliano
Buendía y todos los personajes de ficción representantes del realismo mágico, serían
puestos frente a una especie de pelotón de fusilamiento por estos nuevos autores que,
del consumo en la década de los ochenta. Él habla de las masas urbanas y juveniles
27
Estas masas de jóvenes acomodados, que viven en la ciudad y cuya identificación
parece estar signada, ante todo, por el consumo forman parte de la llamada Generación X.
The exact time frame remains sketchy; however, sources tend to define its range
conexión con Mala onda, pues como se ha visto en este apartado, existe un vínculo muy
fuerte entre los jóvenes de la clase alta chilena y la cultura de consumo de los Estados
Unidos. Por supuesto, los jóvenes chilenos acomodados que encontramos en Mala onda
(empezando por el personaje de Matías, por supuesto) tienen matices locales (como el
contexto político represivo que los rodea), que los vuelven más complejos que la
descripción de Jackson. Sin embargo, como decía, en líneas generales, dado el vaso
rememora un día en el que fue suspendido del colegio, es un buen ejemplo para ver varios
28
de los elementos mencionados en la Encyclopedia:
La Santander, en tanto, estaba en inspectoría por tomar pisco con Fanta en plena
clase de Química. Ahí nos hicimos amigos, y cuando nos enviaron a los dos de
vuelta a casa, nos fuimos al Pumper a comer papas fritas. Me acuerdo de que nos
encontramos con las mellizas Garmendia, del Villa María, haciendo la cimarra,
como es típico en ellas. Estuvimos los cuatro juntos hasta pasada la hora del té. Y
–Y nos va a ir mal –le respondió la Ximena–. Gente como nosotros nunca sale
Yo la miré con una admiración que, en ese instante, confundí con amor.
Es importante notar que estos jóvenes, en vez de irse a sus casas, se van a un
centro comercial que, como se veía en una cita en el primer apartado de este capítulo, es
norteamericano. Es un lugar al que han llegado por no acatar las normas básicas de
conducta del colegio y no por algún desencuentro ideológico; esa es su rebeldía, es decir,
rebeldía pesimista, pues considera que han perdido de antemano y, por ello, deben vivir el
momento antes de que el “enemigo” –el sistema político, las costumbres, podemos
suponer– se imponga.
29
tienen mayores esperanzas en el futuro, que se refugian en el consumo, que hablan de un
enemigo pero que no luchan contra este, sino que lo dan por vencedor por adelantado. En
otras palabras, en ellos hay un claro desencanto por la vida, un desasosiego que los lleva
casi al nihilismo. Curiosamente, sin embargo, en algún momento Matías rompe con esa
pasividad propia de su generación. Pero aun en esa ruptura, en esa rebelión –personal, por
sensación de vacío existencial (Matías, a diferencia de quienes solamente llenan ese vacío
con el consumo masivo, por lo menos hace el intento de buscar algo más real fuera del
mundo consumista).
Creo que es importante mencionar que una diferencia crucial entre la Generación
primer caso parece existir cierta uniformidad, es decir, se podría considerar que gran
parte de la juventud norteamericana estuvo identificada bajo este rótulo (de allí que sea
opresores, en su mayoría apoyados por Estados Unidos. En ese sentido, hubo un grupo de
jóvenes –muchos de ellos hasta ahora desaparecidos– que sí tuvieron un interés político.
de este término, pues las circunstancias socio-políticas y las marcadas brechas sociales
(se podría sugerir, incluso, que en América Latina fueron sobre todo los jóvenes de las
clases privilegiadas, como la de Matías, los que pudieron darse el “lujo” de la apatía)
30
hacen más difícil un criterio de uniformidad como sí se podría encontrar en
Norteamérica.
Ahora bien, así como el personaje central de Mala onda, Matías, puede ser
de la novela, Alberto Fuguet. En efecto, si nos ceñimos al rango de edades que propone
Jackson, el autor de Mala onda sería miembro de esta generación. Pero más allá de la
además de ser el epíteto para un grupo de personas nacidas entre ciertos años, también
Franzen, George Saunders, Jonathan Lethem, entre otros. Con respecto a la situación en
Generation, sino también porque, como se ha visto, existe un vínculo muy fuerte entre
Cervantes Virtual:
Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del
muro de Berlín (1989) y el inicio del uso de internet y del correo electrónico. . .
fue el detonante. Obtuvo un gran éxito de ventas, sobre todo por lo dicho, que la
31
juventud lectora encontró reflejada en sus páginas una búsqueda de identidad
Etxeberría, José Machado, Juan Manuel Olcese, entre otros. Todos estos autores, al igual
identidad (como la que expone Matías en Mala onda) en años anteriores. De modo que se
puede hablar de una especie de tradición literaria de la Generación X que no solo estuvo
por ello a una cultura del consumo importada de Estados Unidos (ejemplificada
32
una prosa simple y en ocasiones con reminiscencias orales. . . También Rodrigo
(45, 46 – 47)
De modo que esta autora considera que existe una confluencia entre los
como ella menciona, existen elementos en común que son evidentes y recurrentes, como
Alberto Fuguet, según esta autora y otro que ella cita, sería el más destacado
creación editorial de la Nueva Narrativa Chilena. Ahora, según lo que comenta esta
personajes creados por este autor sean un reflejo o estén también imbuidos dentro de la
denominada Generación X.
33
Queda claro, entonces, que dentro de la ficción de Mala onda, hay una impronta
muy fuerte del contexto socio-político en el que se insertan sus líneas, así como una
huella generacional13. Estas marcas realistas, sin duda es, a su vez, producto de la idea de
(esto, a su vez, tiene eco de las implicancias de la cultura de la Generación X), sino más
bien realista-realista, sin que eso quite, por supuesto, que sucedan hechos que muchas
veces linden con lo increíble (como que un dictador como Pinochet haya durado
diecisiete años en el poder y haya muerto prácticamente impune por sus crímenes).
cultura, generación– que, si bien los hemos estudiado por separado, solo enhebrándolos
circunstancias reales que permitieron que esta fuera escrita. Pero no solo que sea escrita,
sino que no se quedara empolvándose en los escaparates de las librerías chilenas, sino que
tuviera un éxito comercial añadido que supuso el traspaso de las fronteras nacionales (lo
cual, aún hoy, es difícil para los escritores latinoamericanos que no tienen grandes
auspicios). Sin la creación de la serie Nueva Narrativa Chilena por parte de la Editorial
Planeta, así como sin los oficios de la agente Carmen Balcells, el editor Carlos Barral y
otros en los tiempos del Boom, la emergencia de Fuguet y otros autores quizás no hubiese
13
Sin duda, puede parecer contradictorio proponer que, en Mala onda, hay una confluencia entre lo
socio-político y la Generación X, cuyo distintivo es justamente ser apolítica. Sin embargo, en este caso
concreto, como decía, Matías, al sentirse disgustado con su entorno y ser crítico del mismo, supera en cierto
sentido la apatía de la generación a la que pertenece. Sin duda, tiene elementos de ella, como el pesimismo
y hasta cierto nihilismo, pero su capacidad de tomar distancia y hacer críticas le dan un cariz especial. De
allí que se pueda hablar de una confluencia de ambos elementos en el texto.
34
tenido tanta resonancia14 (así hayan sido discípulos de José Donoso y, por eso mismo,
14
Escritores de la talla de Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards han opinado positivamente de
autores pertenecientes a la Nueva Narrativa Chilena (sobre Arturo Fontaine y Roberto Hozven,
concretamente). Asimismo, estos autores han publicado en sellos importantes, como Planeta, Alfaguara,
Mondadori, Sudamericana, Seix-Barral. Todo es muestra de que, en efecto, esta literatura alcanzó una alta
resonancia en el momento en el que surgió.
35
3 El narrador
Ciertamente, podemos considerar que una obra de ficción, como una novela,
busca persuadir a sus lectores, convencerlos de que el universo narrativo que se propone
es verosímil, es decir, creíble (consecuente consigo mismo, con lo que propone como
texto) aunque se trate de una ficción. Considero que uno de los elementos dentro de una
narrador, pues es la entidad que conecta al lector con la trama propuesta. Creo que esta
del de Mala onda), pues es indispensable que este, dentro de su visión limitada, tenga
poder de persuasión –es como el orador que tiene que convencer a su audiencia–, pues de
imprescindible que el lector pueda realmente “creer” que está leyendo la historia de un
adolescente de diecisiete años de clase alta a inicios de la década de los ochenta que
siente hastío por su entorno. Si la voz narrativa pareciese una caricatura o se encasillara
desfamiliarización.15
15
Es importante señalar que no existe contradicción entre el concepto de verosimilitud y el de
desfamiliarización; por el contrario, el primero es un primer paso para que se concrete el segundo. La
desfamiliarización implica que se produzca una distancia, un extrañamiento. Sin embargo, este efecto es
imposible si previamente el contenido expuesto –en este caso la trama de la novela– no resulta verosímil, es
36
De modo que me parece relevante dedicar este capítulo al análisis del narrador
básicamente, en conocer su forma y el modo en que opera dentro del texto. Todo esto, por
supuesto, enfocado a corroborar su importancia para convertir a Mala onda en una novela
En Mala onda, el narrador cumple dos funciones que, aunque las menciono por
separado, están enhebradas entre sí: por un lado, es el nexo del lector con la obra y todo
el potencial que esta, como un todo, tiene para causar desaumotatización. Por otro lado, el
narrador es, en sí mismo, una entidad narrativa desfamiliarizante: evita –a través de saltos
y que su percepción esté todo el tiempo en alerta. Nexo y forma son, en síntesis, dos
dimensiones que convergen en la figura del narrador construido por Alberto Fuguet y que
crean una entidad que es el primer pilar dentro del potencial desfamiliarizador que tiene
el texto.
decir, creíble. Para que la deshabituación se lleve a cabo, primero es imprescindible establecer una
conexión real con el texto, lo que no implica, por supuesto, caer en la percepción habitual (la forma, por
ejemplo, puede encargarse de evitar este marasmo sin medrar la verosimilitud de lo narrado). En Mala
onda, si el lector no encontrase a Matías verosímil, no podría compenetrarse con él y vivir con él la
experiencia desfamiliarizadora. Asimismo, si la trama no lo atrapase, no se sentiría sorprendido cuando
Matías se va de su casa. Y, finalmente, si toda la fórmula de Mala onda no resultase verosímil, la sociedad
de consumo allí retratada sería una caricatura que no causaría extrañamiento alguno, sino más bien desdén.
En pocas palabras, el extrañamiento o deshabituación no puede generarse si antes no ha habido un
compromiso con aquello que se está leyendo. Para que la desfamiliarización ocurra, el lector tiene que
conectarse con un texto verosímil que lo sorprenda por su forma y contenido y, de este modo, despierte su
percepción aletargada.
37
Ahora bien, en términos formales la voz narrativa en Mala onda está dada
alterna con uno en segunda persona que hace las veces de una conciencia del personaje
sin que esto llegue a convertirse en un monólogo interior. Veamos el primer párrafo del
Estoy en la arena, tumbado, raja, pegoteado por la humedad, sin fuerzas si quiera
para arrojarme al mar y flotar un rato hasta desaparecer. Estoy aburrido, lateado:
hasta pensar me agota. Desde hace una hora, mi única distracción ha sido sentir
cómo los rayos del sol me taladran los párpados, agujas de vudú que alguna ex me
narración de la novela in media res, es decir, sin dar ningún tipo de contexto previo y,
sobre todo, sin presentarse a sí mismo. Con respecto a esto último, me parece pertinente
narradores. En cierto sentido, cada discurso, cada gesto, cuenta algo; la mayoría
papeles. (144)
16
Si recurrimos a la terminología propuesta por el autor estructuralista y estudioso de la narratología,
Gerard Genette, en su libro Figuras III, entonces podemos categorizar al narrador de Mala onda como
“extradiegético-homodiegético”, es decir, un “narrador en primer grado que cuenta su propia historia”
(302).
38
En Mala Onda, Matías no inicia la narración declarándose como un agente
narrativo que va a relatar su historia o que va a exponer, a través de una división por
fechas, una serie de eventos; no hay, tampoco, una introducción formal de su personaje;
no está, como anota Booth, explícitamente clasificado. Lo que tenemos, más bien, es un
discurrir de los hechos. Son las diferentes situaciones, personajes, reflexiones las que van
develando los datos 17 . En ese sentido, se puede proponer que Fuguet usa, en la
poder configurar todo el entramado de su obra y así darle al lector la información que
En otras palabras, aquello que “debe” saber el lector –los detalles y circunstancias
incomodidad del personaje. Pareciese que se buscara un “borrado” del lector, es decir,
crear la sensación de que la obra no está destinada a ser leída18 (o no al menos por todo
tipo de lector). Pero en este “borrado”, realmente, el lector es interpelado y, por ende, su
descubrir quién habla, cuál es su lugar de enunciación, su entorno, sus circunstancias, etc.
17
Así, por ejemplo, la situación socio-política del país no es descrita por el narrador directamente,
sino que se deja entrever por distintas situaciones. Cárcamo anota lo siguiente al respecto: “El trasfondo de
dichos desplazamientos [el deambular de Matías por los espacios urbanos de Santiago] es un país marcado
por los signos de la neomodernización y la atmósfera política represiva del régimen militar de Pinochet”
(194). Y, en un nivel más general sobre la obra de Fuguet, este mismo crítico comenta: “la narrativa de
Fuguet deja entrever –de un modo tangencial– las tensiones políticas y sociales que se vivieron en el Chile
de la época [los años ochenta] (166).
18
Las referencias localistas que no tienen en consideración al lector que no está familiarizado con el
entorno refuerzan esta idea. El siguiente pasaje me parece un buen ejemplo: “La partida iba a ser en ese
paso peatonal sobrenivel que nadie usa, ése que tiene un rayado AC/DC y está un poco más arriba de
Manquehue” (95; sábado, 5 de setiembre de 1980).
39
En otras palabras, al no tenerle “consideración” al lector y ponerlo, de pronto, en una
situación de la que poco a poco tiene que ponerse al día, se le “obliga” a empezar a
despierta desde el inicio una actitud inquisitiva. De esta manera, ya desde el comienzo
hay una estética desfamiliarizante, pues el texto demanda una lectura atenta, es decir, que
supere la percepción habitual. Asimismo, el modo de hablar del personaje, con sus
modismos, sus expresiones vulgares, sus referencias, crean una atmósfera en la que se
siguiente: “A partir de una narración en primera persona, este libro [Mala Onda] relata
once días del discurrir amical, familiar y urbano del adolescente Matías Vicuña durante
septiembre de 1980 en Chile, adoptando de este modo el formato del diario de vida” (193
–194).
las fechas son solo hitos narrativamente necesarios para configurar todo el universo
ella; asimismo, dan el “piso” sobre el cual se erigen una serie de saltos al pasado
(flashbacks19), explicaciones sobre otros personajes y, sobre todo, reflexiones que son
19
El siguiente es un ejemplo de este recurso:
Ayer perdí otro día.
Recapitulo:
Estábamos jugando pool con el Patán, el Julián Longhi y el huevón del Papelucho en esos billares
que están cerca del cine Las Condes. (93)
Este tipo de flashbacks o analepsis son frecuentes en el texto y, como en este caso, son útiles para
narrar un evento que, a su vez, sirve para contextualizar la trama y dar más detalles de las circunstancias de
la vida del personaje y su entorno. Así, por ejemplo, también a través de un salto al pasado se descubre que
el abuelo por parte de madre de Matías realmente es judío y que esto es un secreto familiar.
40
muy importantes, pues es a través de las cuales el hastío del personaje con respecto a su
medio familiar y social se va volviendo cada vez más evidente. Así, finalmente, el
narrador opera dentro de una novela compleja que, en todo caso, se sirve del modelo de
diario de vida para establecer cierto orden, pero que no depende necesariamente de este
dentro del marco ficcional, el teórico de la literatura de origen checo Lubomír Doleẑel,
afirma lo siguiente:
privilegiada viene dada por el hecho de que, en ausencia del narrador anónimo en
privilegiada de los hechos que narra (él mismo construye su universo, como Matías),
pero, por otro lado, el mundo que construye es relativo, pues finalmente son sus creencias
–verdaderas, auténticas– las que se exponen y, por consiguiente, el lector no tiene ante sí
41
tercera persona (no tienen un narrador como el de Cien años de soledad [García Márquez,
1967], por ejemplo, que puede brindar el más mínimo detalle y hasta predecir el futuro)20.
lector debe reconstruir o interpretar o incluso dudar del universo narrativo que el narrador
en primera persona construye. Como hemos visto líneas arriba, en Mala onda no hay
la trama se van develando. Pero estas revelaciones siempre están sujetas a la voz del
narrador, a su autoridad dentro del texto, por lo cual el lector tiene no solo la “tarea” de ir
captando los elementos que le ayuden a comprender la trama, sino que también puede
dudar de lo que el narrador dice, es decir, puede cuestionar que desde su lugar de
enunciación tales o cuales juicios o, incluso, toda la manera de narrar estén sujetos a una
(para familiarizarse con la historia narrada por alguien más, como sucede en el mundo
propone); lo que sí quiere decir es que dentro de su inmersión no da por sentado todo el
20
Podemos complementar esta explicación de Doleẑel con la categoría de “focalización”, propuesta
por Mieke Bal en su canónico texto Teoría de la narrativa. (Una introducción a la narratología). Explica
allí la autora que “la focalización es la relación entre el agente que ve, y lo que se ve” (107). Ahora bien, en
cuanto a este agente, “el focalizador”, dice que “constituye el punto desde el que se contemplan los
elementos”. Existen, como es deducible, varios tipos de focalizadores, entre ellos el que es focalizador de
su propia historia, como Matías en Mala Onda. Dice la autora sobre este tipo de focalizador: “Un
focalizador personaje que podríamos llamar por comodidad FP colleva parcialidad y limitación” (107). En
otras palabras, otra vez se enfatiza la idea de que este tipo de narradores tienen una visión sesgada de los
hechos que narran. Como decía comentando a Doleẑel, esto le brinda al lector un mundo narrativo más bien
dudoso, en el que tiene que estar constantemente alerta, descifrando códigos e interpretando las
afirmaciones del narrador. Aunque no es propio de Mala onda, este recurso me parece que sigue siendo un
aliciente dentro del potencial desfamiliarizador de la novela.
42
tiempo un grado de “objetividad” que, finalmente, encerraría su lectura dentro de un
Ahora bien, dentro de los recursos narrativos que utiliza el narrador, las
reflexiones me parecen de suma importancia, pues son las que muestran, finalmente, el
con el mismo; asimismo reflejan las dudas del personaje, sus incertidumbres frente lo que
vive, lo cual pone en vilo la habitualidad. Las líneas de Mala Onda proponen, en buena
cuenta, la lectura que hace un personaje del contexto que le ha tocado vivir. Para dar
cuenta de esta “lectura”, son importantes los pensamientos, las reflexiones. Estas,
además, muestran a Matías como alguien que no cae en la habitualidad frívola y sin
cuestionamientos que tiene su entorno; y esta deshabituación del personaje, sin duda, se
transmite al lector.
Las reflexiones en las que constantemente incurre el narrador no solo están dadas
por lo que dice directamente la voz de Matías, sino también por la voz en segunda
persona que, como decía líneas arriba, se alterna con el narrador en primera persona. Esta
mediante este ejercicio, permite que el lector se infiltre más en los pensamientos –pero
sobre todo sentimientos– del personaje. De este modo, desde un punto de vista narrativo,
la familiaridad aumenta, pues se conoce de modo más íntimo al personaje. Pero desde un
43
relevante en este punto, pues es un buen ejemplo de cómo se construye en el texto la
a ninguna parte, maneja un poco más lento, ¿quieres? Hay algo en ti, una suerte
de rabia, un odio, una carencia, algo que te asusta, cualquier cosa, que no te
permite entrar en el juego, dejarte llevar, cerrar los ojos y disfrutarlo. Es por tu
egocentrismo, recuerda. Si no fuera por él, ahora estarías con la Antonia. Pero
eso es imposible. No por ella. Por ti. Quizás tenga razón. Tú eres el intolerante, el
a Matías con los cuestionamientos que le hace su entorno (y los que, producto de ellos, se
hace él mismo). Se trata de una voz insidiosa, lacerante (en general, ese es el talante que
tienen este tipo de reflexiones que maneja la voz en segunda persona), pero que, al mismo
tiempo, es el espejo en el que se refleja lo que Matías piensa y siente, así como de las
consecuencias que le empieza a traer su reticencia cada vez más fuerte a ser parte de la
realidad social en la que vive. Sin embargo, son estos clichés –el hecho de que se les
aparentemente negativos, los que separan –no sin dolor emocional, por supuesto– a
En cuanto a las reflexiones que Matías hace directamente, es decir, en las cuales
44
muchas veces se introduce un elemento de duda (una duda generada internamente por el
discurso del narrador, distinta a la que genera en sí misma la forma del narrador). De esta
manera, muchas de las reflexiones u opiniones que da Matías no son de la forma “yo creo
que…”, sino más bien se pone una coma al final y luego el verbo “creer” en forma
incertidumbre, de duda incluso hasta de las propias creencias; es una contradicción, por
inversamente proporcional a las necesidades y deseos de uno. Por eso cuesta tanto estar
Esta reflexión –pesimista, aunque realista– de Matías parece una idea de la que el
introducir el “creo” se genera una desestabilización que, sin embargo, hace que el
personaje aumenta su cuota de verosimilitud: Matías está lleno de dudas, por lo cual sería
inverosímil que esté completamente seguro de lo que propone o piensa. Eso no quiere
decir, sin embargo, que no sea auténtico; todo lo contrario, ese margen de duda,
más un adolescente que está cuestionando todo su entorno– tenga un nivel más alto de
duda que dé certeza aun de aquello que percibe (en este caso la contrariedad con la que
pues pone en tela de juicio las certidumbres que son, finalmente, las que construyen
45
habitualidades. De modo que ese creo al final, también puede leerse como una
En su texto The Discourse in The Novel, Mikhail Bajtin da una definición del
The novel can be defined as a diversity of social speech types, sometimes even
The internal stratification of any single national language into social dialects,
of various circles and of passing fashions, languages that serve the sociopolitical
purposes of the day. . . –this internal stratification present in every language of its
historical existence is the indispensable prerequisite for the novel as a genre. (674)
etc.2122. Podría pensarse que el narrador de Mala onda, por ser joven y estar inmerso en
21
Si bien, como anota Bajtin, la multiplicidad de voces es propia del género novelesco en general, lo
importante de remarcar en el caso de Mala onda, no es que en ella sea una novedad, sino que el hecho de
que la novela cumpla con este requisito, digamos, ayuda formalmente a todo el proceso de
desfamiliarización que se lleva a cabo dentro del texto.
22
Esta confluencia, a su vez, es definida por Bajtin bajo el término de “heteroglosia”. Él define este
término de la siguiente manera: “Heteroglossia, once incorporated into the novel (whatever the forms for its
incorporation) is another's speech in another's language, serving to express authorial intentions but in a
refracted way” (681). Entonces, se trata justamente de una incorporación por parte del autor –a través de su
46
una clase social alta (“barrio alto”) solo reproduce el lenguaje que le resulta familiar. En
efecto lo hace, y palabras y frases típicas de su contexto y estatus como “bomb”, “heavy”,
comenta al respecto que el narrador deja traslucir “un masivo influjo del discurso
afirma que “recurre a un estilo coloquial permeado por la jerga juvenil santiaguina de la
situaciones y posiciones políticas de sectores muy disímiles al suyo. Con esto se crea un
habitualidad.
Alejandro Paz, quien, como se puede ver en la siguiente cita, tiene un discurso subversivo
a nivel político (aunque también contradictorio, pues idolatra a Estados Unidos) que
contrasta con la apatía de Matías: “«Para socavar esta sociedad, hay que socavarla desde
dentro, Matías», me dijo una vez. «Eso lo vas a cachar cuando entres a la universidad.
narrador, podemos decir– de una multiplicidad de discursos que, finalmente, logran concretar su intención
de reproducir dentro de la novela distintos lugares de enunciación, como ocurre en Mala onda.
47
Según la Flora, Borges es un genio pero no sabe nada de sexo; por lo tanto, todo
cae en el vacío. Tampoco sabe de política. Ella misma se lo dijo, en su cara. Fue
Esta anécdota la contó a inicios del año pasado. Y dio pie a un pequeño escándalo,
ya que fue la primera vez que todos nosotros escuchábamos hablar de política en
forma pública. Nunca antes un profesor había siquiera insinuado que no estuviera
de tiesto. Y se lo dije:
–Yo creo que Borges aceptó el premio porque era Chile el que se lo daba. El
–Mira, Vicuña, una cosa es ser ciego y otra huevón. (258 – 259; martes, 9 de
setiembre de 1980)
Como es evidente, en ambos casos las voces que reproduce el narrador son muy
entramado de la novela y convergen no solo con la voz distinta del narrador, sino también
con la de los otros personajes. Se crea, entonces, dentro del universo narrativo un
como decía líneas arriba, un discurso monocorde que haría de la novela un objeto
monótono que propiciaría más bien una lectura habitualizada, es decir, predispuesta a
corroborar que el narrador de Mala onda logra reproducir varias voces disímiles a la suya
48
un personaje que tiene claramente un lenguaje distinto al de Matías y su familia, así como
una posición política en contra del régimen de Pinochet. Sin embargo, de alguna manera
es parte de la familia Vicuña, pues está en la casa, sabe lo que ocurre en ella y, sobre
todo, se permite, ante Matías, tener un discurso completamente descarnado sobre sus
jefes y mantener un trato coloquial con él. Desde mi punto de vista, la voz de Carmen es,
dentro de Mala onda, la que mejor sustenta que la novela cumple con la variedad de
voces y posturas que Bajtin considera que debe tener el género novelesco. Veamos
algunos pasajes donde el narrador le da voz a Carmen para tener más claro el panorama:
–Déjame trabajar, será mejor. Hay invitados a almorzar. Viene esa loca de la
Loreto. Esto ya parece restorán. Estoy más choreada, por la puta. ¿Vas a quedarte
–Yo estaba comprando mariscos en ese boliche de la otra cuadra. Tu madre y tus
–¿Quién soy yo? ¿Kojac? No tengo idea. Llevó sus palos, eso sí.
49
En otro momento, el mismo personaje hace el siguiente comentario político-
social:
–Como dice mi comadre Iris: este país es tan mierda que los milicos ni siquiera
van a tener que hacer trampa [en el plebiscito del 11 de setiembre que decidiría la
solo los ricos. En La Pintana, donde yo vivo, la mayoría apoya al culeado del
Pinocho. Les ofreció unas cagadas de casas y los maracos entregan el poto a
cambio. Si la gente es muy rehuevona. Se merecen lo que les espera. (292; martes,
Como se puede notar, la voz del personaje de Carmen que reproduce el narrador
funciona en varios niveles: reproduce cierto tipo de lenguaje que reflejaría el habla
popular –“poto”, “maraco”, “culeado”, “Pinocho”– dentro de una casa de clase social
alta. Asimismo, critica –a través del vituperio–, en ese mismo ambiente, a quienes, como
la madre y las hermanas de Matías, despilfarran el dinero que a ella le falta, dando cuenta
de las marcadas diferencias económicas. También se debe notar que, a través de ella, se
puede conocer lo que otros sectores sociales muy distantes al del narrador piensan con
respecto a la situación política del país. Esto es importante, pues deja saber que, como
ella dice, no solo los ricos apoyan a Pinochet, sino también gente pobre a las que él,
mediante medidas populistas, ha “convencido”. Así, entonces, este personaje nos termina
y al contexto consumista del “barrio alto”, sino que le agrega el esencial componente de
la polifonía; componente que, como considera Bajtin, debería ser esencial en el género
novelesco.
50
Entonces, en síntesis, tenemos a un narrador que cumple una función dual:
ciertamente, no sea un elemento original de Mala onda ni forme parte de los elementos
este narrador está ordenado bajo la estructura de un diario de vida, sin embargo este
parece ser solo un marco referencial para generar toda una estructura más grande y
Por otro lado, dentro de los recursos narrativos que utiliza el narrador, el de la
reflexión, en sus distintas formas, es una pieza muy importante, pues no solo permite el
ingreso al fuero interno del personaje, sino que también ayuda al potencial
que al mismo tiempo que familiariza al lector con el personaje, lo mantiene fuera de la
habitualidad.
desempeño del narrador, pues demuestra que no está encerrado en sí mismo sino que está
51
genera que la novela constituya realmente un universo narrativo variado que no la deja
52
4 Entorno consumista
mismo. La importancia de esta parte de la tesis radica en que si se propone que existe un
contexto con el cual se produce una ruptura, es indispensable tener los detalles de cómo
de Matías, ya que analiza las características concretas del entorno del cual toma distancia.
Y sirve, también, para demostrar que el personaje tiene en su carácter la virtud de querer
familiar y amical de Matías, puesto que, como es evidente, son quienes están más cerca
los espacios de consumo, que son elementos clave para entender la dinámica consumista
de consumo más.
Es importante remarcar, por último, que las ideas de Jean Baudrillard expuestas
en La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras serán la herramienta teórica que
me ayudará en el análisis.
53
4.1 Entorno familiar y amical
consumo) sintetiza muy bien el modo en que los bienes materiales se vuelven un medio
Los bienes se convierten en signos distintivos —que pueden ser unos signos de
relacionalmente— para ver que la representación que los individuos y los grupos
tienen los bienes la que ayuda a realizar esta diferenciación social. (XXX)
Sin duda, para una clase alta beneficiada, reforzada y, sobre todo, salvada por las
como era –y es– el de la sociedad chilena de inicios de los ochenta. Este apremio por
–Bueno ya, me voy a dar una vueltecita por la famosa fiesta. Ahora deja de
–Más vale que vayas arreglado y que te eches una afeitada, mira que va a ir pura
54
Es importante, entonces, demostrar que se está al nivel –usar los mismos
símbolos– que demanda la clase social, pues esa es justamente la garantía que se sigue
indispensable para ser aristócrata. Y dentro de los signos que se utilizan para alcanzar
este reconocimiento está, por ejemplo, la vestimenta, que, muchas veces, deja su función
práctica para convertirse, como en este caso, en un objeto de consumo que brinda
identidad. Así, pese a que Matías acepta ir a regañadientes a la reunión y vestirse así, se
hace exclusivo– que él y su padre llevan para la ocasión: “Me pongo una camisa a rayas y
un FU’s poco gastado que mi vieja me trajo a su regreso del viaje número cuatrocientos a
Miami, y me siento a esperar. Finalmente aparece [el padre], todo perfumado de Azzaro,
vistiendo un terno gris de Milán, con mil rayas y una corbata guinda seca” (55; viernes, 5
de setiembre de 1980).
Por otro lado, dice Baudrillard que “La posesión de objetos y de bienes de
como consecuencia que, “En cuanto consumidor, el hombre se vuelve solitario, o celular,
o como mucho gregario (la televisión en familia, el público del estadio o del cine, etc.)”
(90). De estas ideas del filósofo y sociólogo francés, se puede inferir que el individuo –el
clase alta, pues finalmente este deseo de pertenencia responde a una satisfacción
individual, egoísta; allí no existe la satisfacción que viene del sentimiento solidario de
55
formar un grupo, solo importa lo que subjetivamente significa ser identificado como
muchos bienes materiales y, sobre todo, a aquellos que demuestran gran poder
adquisitivo.
cuidado personal, que siempre procura “pasarlo bien” (lo que incluye consumo de
cocaína y otros vicios) y cuyo goce egoísta está justamente en ostentar su éxito. A él no le
preocupa, evidentemente, que éste esté proyectado hacia la sociedad en general (apenas si
hacia su familia, ya que continuamente es infiel), sino que se vea reflejado en él mismo.
el departamento justo cuando está por empezar El chavo del ocho en la tele. Lo
veo a través del vidrio. Al verme me hace una seña. Entro desde la terraza. El tipo
culpable de no pasarlo bien todo el día, como él. (52; viernes, 5 de setiembre de
1980; mi énfasis)
Es tan fuerte la imagen del éxito personal-consumista (lo que implica, por
supuesto, estar feliz y pasarlo bien durante todo el día) que, como dice Matías, incluso
genera hasta cierta culpa no seguir ese modelo o no estar a la altura del mismo. Pero, al
mismo tiempo, la vanidad que supone el éxito personal-consumista es tan fuerte que
56
pretende extenderse: “Mi viejo sueña con que yo me convierta en una vitrina donde él
pueda reflejarse. Y si algo tengo claro es que ese placer no se lo voy a dar (54; viernes, 5
a este último en una extensión de sí mismo, con lo cual convertiría a su hijo en una
especie de objeto –como un reloj caro o un automóvil de lujo– más con el cual ostentar su
capítulo de la tesis, no está interesado en ese modelo, sino en buscar una identidad
auténtica.
especie de burbuja, también sus hermanas están inmersas en esta dinámica; ellas han
adquirido esta “educación” de sus padres y no la cuestionan, como sí Matías. Así son
La Pilar, la mayor, está casada con un asco de tipo que solo sabe de rugby
Mi madre dijo que fue prematuro, pero eso no es nada: ha hecho cosas
peores con tal de salvar la honra y por eso me rehúye, de pura culpa, supongo.
Las otras dos son enfermas de engreídas, nadie las puede tomar en serio.
Hablan todo el día por teléfono y coleccionan discos 33 que compran en Circus.
1980; mi énfasis)
57
Es muy interesante e importante que Matías califique a sus hermanas como
“estereotipos” y que diga que sus vidas pasan sin que se den cuenta, ya que, en otras
consumista. Han perdido su esencia, casi su humanidad podemos decir, por estar
sujeto que describe Shklovsky que vive el día a día automáticamente sin percatarse de
nada. Es más, cuando Matías dice que dejan pasar lo mejor de la vida, las pone en el
extremo de lo que sucede con quienes viven inmersos en la habitualidad: sus vidas se
transforman en nada.
sin lugar a dudas que este personaje tiene un grado de consciencia superior al que existe
las exclusiones sociales” (583). Tanto la familia de Matías como su grupo de amigos,
señora que trabaja como empleada doméstica en la casa de Matías está dentro de los
58
excluidos por tener una capacidad muy limitada para adquirir bienes materiales o, en
en primer lugar por su posición dentro de la dinámica de consumo. Así, quienes están
más imbuidos en esta tienen más privilegios y, sobre todo, gozan de prestigio23 (de ahí,
aparentar a través de símbolos como la ropa). Este “prestigio” autoimpuesto hace que se
cree un desprecio vertical muy grande hacia quienes no se benefician de las políticas que
impone la dinámica neoliberal. Así, por ejemplo, resulta lógico que a una chica de clase
alta como la compañera de colegio de Matías llamada Antonia, preocupada por los signos
que la distinguen como miembro de los “privilegiados”, le consterna estar cerca, así sea
Me acordé del entierro del Óscar Sobarzo. Mi madre me prestó su auto y pasé a
buscar a la Antonia a su casa. Andaba con un abrigo azul, largo, de hombre. Para
variar, casi no habló, tan solo comentó lo espantoso que era saber que uno iba a
ser enterrado a pocas cuadras de un barrio tan horroroso como Recoleta. «La pura
beneficiada con las políticas neoliberales que, como se ve, una muchacha de diecisiete
23
Es interesante notar que, además de la literatura, en la música también hubo una resonancia de esta
nueva lógica social impuesta por el neoliberalismo. Así, el famoso grupo Los prisioneros tiene algunas
canciones que se refieren concretamente a las diferencias sociales que se crearon en Chile en los ochenta.
Dentro de su discografía resaltan, por ejemplo, las canciones Jet Set (una burla de quienes pretenden, a toda
costa, ser de la “nueva aristocracia”), El baile de los que sobran (una alusión a los que quedaron fuera del
“boom” económico y parecen no tener esperanza de progreso) y Quieren dinero (una sátira de la ambición
desmedida por la acumulación).
59
años ya lo tiene profundamente internalizado y lo considera normal. De allí que le
parezca un horror, algo inconcebible estar cerca, así sea en la muerte (estado,
supuestamente, que nos iguala a todos los seres humanos), de aquellos a quienes le han
terreno o el nicho donde yacerá el cadáver es un objeto de valor que brinda distinción.
Por otro lado, como se ha visto en el primer capítulo, también es símbolo de buen
estatus estar cerca de aquello que representa Estados Unidos. Así, los amigos de Matías
se rinden ante el personaje del norteamericano Rusty Ratliff, quien de algún modo se
vuelve un objeto de consumo que determina que se está en un nivel social privilegiado:
estar asociado a ellos. El Rusty, que tiene el pelo rubio y enredado, entre cafesoso
cree. Todas las minas babean por él. Según Cox, ya se ha tirado a varias. El
Papelucho, que alguna vez fue divertido, ha pasado a ser su discípulo, su brazo
Unidos, es decir, dentro de la ficción de la novela (y, diríamos, dentro de gran parte del
imaginario latinoamericano) el progreso (y, progreso, por supuesto, quiere decir gran
quieren poseer; estar cerca de él, ser su amigo (o, como anota Matías, su discípulo), es
estar cerca del progreso y, por lo tanto, brinda un estatus privilegiado. Él es consciente de
60
este poder de atracción que causa su presencia y de ahí que tenga conductas erráticas que,
Matías reconoce en la adulación que tienen sus amigos por Rusty Ratliff un
sentido de alienación (dejan de ser ellos mismos –si es que alguna vez lo fueron– para
Es por ello que no encaja en la dinámica que se arma en torno a este personaje. Esta
autenticidad es firme. Y justamente será esta firmeza la que lo lleve a la situación límite
vuelven espacios en los que se pueden apreciar claramente las dinámicas del consumo.
mercancía, el centro comercial, por su parte, ofrece el recital sutil del consumo,
61
donde todo el «arte» está precisamente en pulsar la cuerda de la ambigüedad del
entre una tienda de comestibles finos y una galería de arte, entre el Play-boy y un
se mezcla con la moda, la comida, etc. y se crea una “neocultura”. No hay, como explica
discos, vestidos son objetos que pierden finalmente su identidad, su esencia, para
Pumper Nic. Este espacio de comercio es un calco24 del modelo de centro comercial
norteamericano, tal como lo reconoce el mismo Matías. De allí que no debe sorprender
que, estando allí, él pueda pasar de comprar discos a cortarse el cabello y antes de ello
haber comprado ropa. La siguiente cita ilustra parte de su recorrido por este lugar:
Salimos de Circus [tienda de discos]. A cada segundo hace más calor y el ánimo
rumbo a Yamil. Tranquilos, cero apuro. Cruzamos entre las cientos de minas
24
Ver nota ocho
62
apostadas frente al Drugstore y al Pumper, pero yo estoy en otra. (119; sábado, 7
de setiembre de 1980)
que, como se ha visto, se instauró en Chile a partir del giro neoliberal a mediados de los
setenta. Lo importante, sin embargo, de este pasaje es notar que Matías se distancia (está
“en otra”) de esta masa pegada a las vitrinas, lo cual es otro signo de su desdén por la
cultura consumista.
El hipermercado (en este caso la cadena Jumbo), por su parte, también tiene una
dentro de la dinámica diaria. Así, por ejemplo, Matías no duda en afirmar que su familia
Me acerco a la orilla y miro hacia abajo. Ahí está todo Santiago: mi barrio, lleno
Leones, con sus trampas de arena, esa cicatriz que es la Avenida Kennedy, el
63
termina abrupta y seca allá por donde vive Cox. (128; sábado, 6 de setiembre de
1980; mi énfasis)
consecuencia directa de la nueva cultura de consumo que se gesta con la adopción de las
políticas neoliberales. En esta nueva cultura consumista, como anota Cárcamo, sucede
que hay espacios donde el objeto de consumo es más importante que el consumidor
mismo, pues este se halla alienado en su deseo desmedido de consumo que, a su vez, es
alimentado por la sobreoferta, con lo cual se crea un círculo vicioso muy difícil de
romper.
Matías cumple con la tarea de comprar licores que le ha asignado su padre: “Miro la
oferta, casi toda importada. Saco botellas a destajo: Johnny Walker Etiqueta Negra,
Heineken, dos tequilas con gusanos al fondo” (281; martes, 9 de setiembre de 1980). La
amplia carta de licores y la cantidad de los mismos hacen posible que el personaje pueda,
como dice, comprar “a destajo”, es decir, sin limitaciones. Podemos deducir aquí que la
sobreoferta alimenta al mismo tiempo el deseo consumista de Matías y, por ello, termina
64
en una compra exagerada.25
entre la neo-cultura consumista y las altas esferas del gobierno no ya en el sentido de las
políticas públicas neoliberales, sino más bien en un sentido de corrupción. Así, por
los buenos auspicios que tiene el dueño con personalidades ligadas a la plana mayor de la
Uno de los puntos altos del Juancho’s es que el Toro, que en realidad se llama
Juan, nos fía. Más bien, tiene varias cuentas abiertas donde uno anota lo que
gasta. Y si al cabo de un mes uno no tiene el billete suficiente para pagar, el Toro
los viejos siempre pagan, porque el Toro está asociado al Padrino y al sobrino de
Pinochet. Eso es lo que une a toda esa red nocturna que incluye varios bares,
pubs, cabarets, traficantes de jale y pepas, casas de masajes, saunas y quién sabe
hipermercado, como hemos visto), sino también un submundo criminal que puede
realizar sus operaciones impunemente gracias a sus relaciones corruptas con el gobierno.
Los tentáculos del consumismo, podemos argüir, abarcan tanto la neo-cultura oficial que
25
Vale mencionar aquí que, por más que, como veremos en el siguiente capítulo con más detalle, el
personaje de Matías reniegue de los “valores” que trata de imponerle la sociedad consumista, él sigue
siendo parte de ella y de sus dinámicas. Sin embargo, actitudes como la de compras desmedidas (o comprar
desmedidamente) son más bien una excepción dentro de la conducta del personaje, quien, ante todo, es un
gran cuestionador.
65
se puede promocionar en los medios masivos, así como la subcultura delincuencial que,
aunque se maneje en las sombras y en el disimulo, tiene también una amplia gama de
ávidos consumidores.
modo ridiculizado:
¿Los niños ya no son niños? Entonces se sacraliza la infancia. ¿Los viejos están
consumo que, a su vez, propician otros objetos de consumo, como escuelas de padres,
libros sobre cómo sobrellevar la vejez, etc. En el caso concreto del cuerpo, que es la
cual exhibe ciertos “valores” (o la falta de ellos, lo cual es una condena) que se exaltan
66
(lozanía, delgadez, sensualidad). Sin duda, siempre el cuerpo ha tenido “exigencias”, pero
publicidad. En Mala onda, un claro ejemplo de alguien que luce su cuerpo para demostrar
Ahora bien, en esta caricatura del cuerpo exaltado podemos incluir, sin duda, a la
trata, claro, de una habitualidad que, como la compra de ropa de marca, también es
importante “practicar”.
Así, en Mala onda, por ejemplo, el “éxito” del padre de Matías no solo se mide en
lo económico, sino también en lo sexual: “Tiene minas por kilos. No son inventos, sino
reales, con harta cadera, harta teta. Culea de lo lindo, me consta” (57; viernes, 5 de
Pero aún más que el padre de Matías, es su tía política Loreto Cohn, quien
desesperadamente usa la sexualidad como un medio para mantener su, digamos, vigencia
social. No solo basta con vestir buena ropa, sino con demostrar (y demostrarse) que
todavía es sensual. Matías la describe así: “Mi tía Loreto les quita la cáscara a los
camarones como seguro les saca el preservativo a todos los tipos con los que se ha
67
metido. Es una especulación de mi parte, pero estoy seguro que es verídica.
Absolutamente. La pobre es medio puta, pero ahí está su gracia, supongo (122; sábado, 6
de setiembre de 1980)”.
Loreto Cohn, despeinada y con una blusa semitransparente, con buena parte de los
una puta. Una pareja más normal, en la mesa vecina, miraba la escena con algo de
asco. En especial cuando el tipo se echó hacia atrás y ella se le acercó aun más y
comenzó a besarlo, manchándole el cuello blanco con un rouge color rojo sangre.
devoradora (el personaje femenino parece estar vampirizando con su colorete rojo sangre
de consumo (se puede decir que el arte de la seducción, en general, es como un negocio),
pero sí es cierto que en ésta el sexo ha pasado a ser un mero objeto de intercambio que le
da prestigio a quien lo posee, como también puede darlo un reloj caro o un automóvil de
lujo.
68
Como dije en la introducción de este capítulo, el consumismo excesivo que se
refleja en Mala onda llega más allá del uso de objetos, con lo cual se corrobora lo
mismo, en más de una ocasión, rememora escenas en las que se le ve inmerso en este
consumo sexual. Sin embargo, reconoce que no es como su padre: “Soy un romántico. O
un tímido. Más bien un huevón. Para mi padre, en cambio, engrupirse a una mina es tan
fácil como encender la tele” (57; viernes, 5 de setiembre de 1980). Lo importante de estos
adjetivos que Matías se autoimpone corroboran una vez más que, pese a estar inmerso en
un entorno consumista, tiene una sensibilidad especial. Es esta, finalmente, la que hace
desfamiliarización.
instauradas por la dictadura pinochetista. Se trata, en suma, como expone Baudrillard, del
nacimiento de una nueva cultura que le rinde culto al consumo. Pero también, como anota
contexto concreto en el cual se desarrolla la obra se crea una dinámica social que hace
mucho más grande la brecha entre quienes pueden beneficiarse de las políticas
neoliberales y quienes no. Se crea, pues, un nuevo tipo de identidad social que, grosso
desplazamiento físico, sino de uno en el que aquel que no tiene las posibilidades de
69
Este capítulo, además, deja bastante claro que el personaje de Matías vive en las
entrañas del aparato consumista que ha producido toda una neo-cultura cuyo discurso ha
calado hasta las dimensiones más íntimas de las relaciones humanas. Se trata, pues, de un
entorno del cual es difícil salir, pues su “mala onda” lo contamina todo. Sin embargo,
como también se ha podido corroborar, si bien el personaje forma parte de este contexto,
tiene una distancia crítica frente al mismo. Será esta la piedra angular para que, como se
obtenga una identidad más auténtica frente a la alienación que su entorno le propone.
70
5 Ruptura con el entorno
su punto álgido cuando Matías confronta a su tío embajador y decide irse de su casa, no
sea un hecho predecible (de allí su importancia, como veremos). Estos son, por un lado,
el viaje a Brasil, que le permite conocer una realidad distinta (más libre y auténtica) a la
que vive en su país, con lo cual puede cuestionar la habitualidad en la que ha estado
viviendo. Por otro lado, el arte –a través de la literatura y un cantante de rock inventado
por Fuguet– le confirma a Matías que sí es posible desvincularse del entorno habitual y
novela. Es por ello que este episodio merece un detenido análisis por su importancia
dentro del hilo narrativo de la novela, así como también porque es la demostración que
71
Tras los análisis de los acápites mencionados, me detendré a ver cómo,
se empezó a germinar en Matías un gran malestar por el hecho de tener que regresar a su
vida habitual: “Esto de tener que regresar [a Chile] me deprime, me tiene enfermo, ha
en Chile, la depresión que lo invade tiene como base la certeza de que no volverá a
puro volado, hubiera apretado record en vez play y después cachara que mi cassette
favorito se borró para siempre: quedan los recuerdos, seguro; hasta me sé la letra, pero
nunca más volveré a escucharlo. Cagué. Estoy de vuelta. Estoy en Chile” (37; viernes, 5
de setiembre de 1980).
con el personaje de Cassia, que aparece solo como un feliz recuerdo en la novela, pero
que lo hizo vivir momentos inolvidables en donde la experiencia vital era más importante
que el consumo. Volver ha sido, para el personaje, como darse cuenta que el entorno en el
72
Algo estaba fallando. Este regreso, regreso que siempre supe iba a ocurrir, me
estaba resultando más complejo y menos atractivo de lo que jamás pude imaginar.
La gracia de viajar, pensaba, era justamente volver para recordar lo vivido. Pero
ahora era distinto. Era como si no pudiera estar acá. Había algo de miedo, un
ruido ausente, como cuando uno de estos milicos dispara un arma vacía; algo de
dejaba tranquilo. Pero no era solo eso: era mi familia, quizás; los amigos, la
ausencia de minas, la onda, la falta de onda, la mala onda que lo está dominando
todo de una manera tan sutil que los hace a todos creer que nada puede estar
mejor, sin darse ni cuenta, sin darnos ni cuenta aunque tratemos. (101 – 102;
Eso que Matías siente que “estaba fallando” podemos leerlo, en realidad, como el
su viaje a Brasil, como comenté líneas arriba; la “falla” es la ruptura con la percepción
habitual. Prueba de ello es lo que dice hacia el final de esta cita: hay una mala onda que
subrepticiamente está corroyendo todo y nadie se da cuenta; por el contrario, piensan que
entorno, quienes parecieran haber caído en esa pasmosa habitualidad de la que habla
Es así que en los días subsiguientes a su regreso, Matías siente que ya no encaja
como antes con su grupo de amigos y, sobre todo, se permite criticarlos (y, por añadidura,
criticarse, pues él es parte de ese entorno). De ahí, por ejemplo, el siguiente comentario:
73
“Y eso [haber usado la influencia de su padre –un alto mando de la Armada de Chile–
para salir de un apuro] lo hacía sentirse [a su amigo Nacho] miembro de los elegidos, de
esa nueva aristocracia, que a mí, cada día me parecía tan pendeja como sobrevalorada”
Evidentemente, esa “nueva aristocracia” son los allegados y/o simpatizantes del
gobierno que se beneficiaron con las políticas neoliberales que, como se vio en el primer
élite entrar en una gran vorágine consumista. Es interesante, por ello, que el narrador
adjetive de “sobrevalorada” a esta nueva camarilla de ricos y poderosos: ellos que son
simbólico– que se ofrecen en el mercado (en los malls, en los supermercados, etc.) son, a
su vez, por esta conducta frívola, considerados como “sobrevalorados” por Matías. Él,
apenas cuatro días, pero Matías ya se siente bastante hastiado de su entorno y, como
cosas en la balanza.
74
Y si te fueras, por ejemplo, si te marcharas sin mirar atrás, asumiendo la
soledad, sabiendo que puede ser un error, un grave error, pero igual te sentirías
bien, ¿lo harías? Perderías la seguridad pero, ¿qué significa estar seguro? ¿alguien
lo está? ¿podrías admitir, sin hacer trampas, que realmente estás seguro?
Hay preguntas que es mejor dejar sin responder, ¿no? (204; lunes, 8 de
setiembre de 1980)
Es claro, entonces, que Matías siente una gran desesperación por escapar de todo
ese mundillo banal corroído por lo que él considera es la “mala onda”. Estos
cuestionamientos que se ven a través de las preguntas retóricas que el personaje se hace,
rápidamente. Es en este punto que el arte juega un rol importante, pues se vuelve un
punto de apoyo para que estas dudas sean respondidas y, subsecuentemente, lleven al
retrospectiva, pues la súbita huida de casa, como mencioné, no es un hecho que se pueda
anticipar).
con su amigo el barman Alejandro Paz, quien le pregunta por un libro que le ha prestado:
–¿El Penthouse?
75
–Leer. No pajearse, huevón.
–Read it.
El libro en cuestión es The Catcher in the Rye (1951) de J.D. Salinger. El desdén
de Matías con respecto al texto desaparece cuando lo lee pocos días más tarde y es tal su
Alejandro Paz por haberle dado el libro: “Quiero contarle al Alejandro Paz sobre Holden
Ese día, además, Matías ha roto con su rutina habitual y ha decidido no entrar al
colegio (en la noche de ese mismo día la ruptura con su mundo habitual será
ciudad y, para ello, asume la identidad del personaje principal de la novela de Salinger:
Y me doy cuenta de que sí, quizás es verdad, quizás Holden, o su voz, o su forma
de ser sí pueden ser llevados a la práctica. Eso es lo raro. Nunca me había pasado
algo así con un libro ni una película, ni siquiera con un disco. O una persona.
asusta, porque largarme a mentir así fue algo incontrolable, compulsivo. Cómo
76
No sé qué me está ocurriendo. Igual puede que todo esto estuviera ya dentro.
Estas ansias e impulsos, esto de querer cortar con todo. (250; martes, 9 de
Como vimos en el apartado anterior, Matías siente que ya no encaja –ni quiere
hacerlo– en su entorno y que busca una manera de salir de él, de encontrar una identidad
alterna que lo aleje de toda la “mala onda” que él siente en el ambiente. La literatura, en
ese sentido, a través del personaje de Holden Caulfield (quien tiene similitudes26 con
Matías), le sirve como una vía para poder encontrar una “nueva” identidad a través de la
menciona.
“asumir” el rol de Holden Caulfield. Como él mismo dice en el pasaje, se trata de llevar a
la práctica lo que este personaje puede representar: cinismo y rebeldía ante la vida y
desprecio por el entorno acomodado que lo rodea. Sin embargo, como es natural,
Pero en esa nueva mirada, que es una mirada detenida, sopesada, que no es automática,
descubre, como él mismo comenta, que tal vez realmente él es como Caulfield, que tiene
26
Holden Caulfield y Matías comparten varias similitudes, entre ellas que ambos son adolescentes
de diecisiete años, son de familias adineradas y huyen de sus respectivos domicilios (en el caso de Caulfield
se trata de una residencia estudiantil). Ambos, además, tienen una visión muy crítica y, al mismo tiempo,
desdeñosa de su entorno. También son personajes que se detienen a analizar a las personas que los rodean
y, generalmente, les encuentran más defectos que virtudes.
77
The Catcher in the Rye, al igual que Mala onda, está narrada en primera persona y
Matías, dentro de la ficción de Mala onda, le sirve como un medio para poder encausar
su voz propia, su identidad, que parece haber estado silenciada por la vida automática
ante él por su amigo Alejandro Paz27) que le sirve como refuerzo en la construcción de su
identidad. Se trata del rockero inventado por Alberto Fuguet llamado Josh Remsen. Este
ahí el interés de Matías). Así, por ejemplo, cuando Matías trata de conseguir algo de su
música, no puede:
–No lo ubico –me dice la vendedora de la Feria del Disco que, como es típico,
27
Alejandro Paz y la profesora de literatura Flora Montenegro forman parte de las voces disímiles
que reproduce la voz narrativa, como se menciona en el capítulo sobre el narrador. En ese sentido, es
importante señalar que Matías finalmente elige las recomendaciones (Salinger, Remsen) de Alejandro Paz
antes que el discurso “intelectualizante” de la profesora: “Me apestan esas propuestas intelectualizantes: tú
eres así, por lo tanto piensas asá. Sí, quizás sea verdad: no soy igual a la Antonia. Y me alegro de no serlo.
Pero no por eso soy la Flora, ni el brazo armado del MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria] (264;
martes, 9 de setiembre de 1980).
Es lógico que si Matías estaba en búsqueda de un camino a través del cual poder canalizar su voz,
la propuesta de la profesora no sea la indicada: si bien es distinta a la de su entorno, también supone un
encasillamiento. Ya no es el encasillamiento en el mundo consumista, pero sí en el ideológico que, como él
dice, le da un molde predeterminado. En cambio, las recomendaciones de Alejandro Paz son eso mismo,
recomendaciones, no imposiciones. Y, finalmente, dentro de estas, Matías encuentra personajes –Caulfield,
Remsen– que se parecen mucho a él y, por lo tanto, pueden ser el caudal por el cual puede encontrar su
propia voz.
78
–¿Le suena el álbum El Coyote se comió al Correcaminos?
–Lo siento.
Quizás tengan el disco en Circus. Pero la sola idea de ir para allá me deprime. Lo
primer caso (El Coyote se comió al Correcaminos) se trata, evidentemente, de una chanza
al famoso dibujo animado producido por la Warner Brothers Wile E. Coyote and the
correcaminos; las trampas terminan volviéndose siempre contra él. Remsen le da una
El segundo título por el que pregunta Matías, sin embargo, es el más revelador en
cuanto al tipo de artista que es Remsen dentro de la ficción de Mala onda. El durmiente
que él quiere despertar puede leerse como el mismo sujeto habitualizado al que
Shklovsky quisiera despertar a través del arte como herramienta desfamiliarizante. Ese
durmiente que debe despertar también es, por supuesto, Matías, quien justamente quiere
79
Busco el artículo central, meto la pajita en el vaso, trago el chocolate amargo y
leo:
en el exclusivo Upper East Side de Manhattan, hoy un héroe del East Village,
las plantaciones de marihuana de Jamaica a los bares más duros de Dublín, este
chico frágil pero tenso, de veintidós años, que nunca terminó la secundaria pero
mete a Joyce en sus erráticas y embriagadoras letras ha encontrado algo que, por
roja con negro, enrollo mi Village Voice y salgo como si nada –como si todo–
hubiera pasado.
El reportero que dice que Holden Caulfield sería, si hubiese nacido años después,
Josh Remsen demuestra que Holden Caulfield representa una opción de autenticidad que
va más allá de él mismo; es la metáfora de una identidad que busca diferenciarse del
“sacrificio” de abandonar su casa (en el momento que lee el Village Voice28 ya se ha ido)
28
Matías elige esta revista, pues días antes su amigo el barman Alejandro Paz le había comentado
que allí entrevistaban a Josh Remsen.
80
cotidiano y que busca encontrar una opción que no esté dada por lo predeterminado. De
allí que salga de la cafetería “como si nada”, pero, a la vez, por fin, esté más claro que es
válido sentir ese distanciamiento del entorno y buscar una voz propia. Remsen se lo ha
terminado de confirmar.
sus amigos. Es así que el martes, 9 de setiembre (fecha clave dentro de la trama de la
novela, como veremos), recibe una llamada de su amigo Lerner, quien le hace saber que
–¿Tú que haces hablando con la Luisa? ¿Y por qué esa huevona se mete
en lo que no le importa? Si hay algo que me apesta son los chismes. Se nota que
esta tropa de conchas de su madre no tiene vida propia con la cual entretenerse.
Yo por lo menos tengo problemas, lo que es algo. Este país está seriamente
harto que desear. Con razón el Nacho no te pesca. Y esas fugas, ¿qué onda? No sé
81
hasta al Chino le caíste mal. Lo mismo ocurrió donde la Barros. La propia
–No se trata de eso, Vicuña. Te has metido en una onda muy mala;
El reclamo que le hace Lerner a Matías de que deje el “hueveo” es, podemos
pieza más dentro del engranaje hace que sus amigos se incomoden ante él: deja de
reproducir el patrón con el que todos se sienten cómodos –como la admiración desmedida
adulan, pero que Matías desprecia– porque justamente están habituados a él.
Sin embargo, esta ruptura explícita (ya hemos visto que él desde varios días antes
toma distancia) con los amigos que sucede la tarde del martes, no es un acontecimiento
de la misma magnitud del que ocurre esa misma noche en la casa de Matías, donde se
está llevando a cabo un agasajo para un tío suyo que es embajador (no en base a sus
méritos, pero sí a sus influencias). Veamos este episodio –acaso el más importante–
dentro de la novela:
82
Yo abandono el bar y me acerco al comedor. Mi padre está ahí, sujetando el vaso
con todas sus fuerzas. Con la cabeza gacha. El tío Sergio se acerca y mira con
rellenas.
El resto de los concurrentes ríe de buena gana ante el humor y la rapidez del
huevadas.
Mi tío queda lívido. Nadie dice nada. Yo ni siquiera trato de respirar. Pero no
pestañeo.
cierro con llave y busco su chequera. Me robo uno, el último del talonario. En el
plateado que no tiene nada que hacer ahí. Tiritando, abro la puerta, pero no hay
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nadie. Voy a mi pieza, agarro mis llaves, la billetera, mis anteojos oscuros, The
–¿A dónde crees que vas? –me grita mi madre frente a todos.
no ir al colegio o el diálogo con su (ex) amigo Lerner que se vio líneas arriba. Sin
subsecuentemente irse de su casa podía predecirse (Matías es echado, sí, pero tiene la
este evento, la idea de “virarse” era todavía parte de una serie de dilemas que el personaje
no quería responder. Es por ello que considero este evento como el punto de inflexión
84
relato que, como decía, se mantenía en la línea de las reflexiones y acciones no
demasiado drásticas. En ese sentido considero esta escena como el equivalente a los
conjunto la novela tiene una esencia desfamiliarizante hacia la sociedad consumista, este
momento es el que le da una fuerza especial a este efecto, pues se trata de una acción
violenta (en el sentido de lo inesperado) que produce un cambio súbito no esperado por el
uno un parecido con el actor Robert Mitchum; es decir, ni siquiera en los minutos
previos, digamos, se puede presentir que un evento tan grave va a suceder en la trama de
la novela.
La frase de Matías que desencadena todo este episodio, como él mismo dice, no
fue algo que piensa demasiado, sino que siente que debe decir. Y ese deber que siente,
ese momento formaba parte importante de la vida del personaje, se cambia en segundos
Matías, con su acción de increpar la broma cruel de su tío, se enfrenta también con sus
propios demonios: al decidir no pensar y, más bien, decir y luego al asumir estoicamente
las consecuencias de su acción, responde finalmente a sus interrogantes de qué hacer con
respecto a su hastío con su entorno. Eso no significa, sin embargo, que ya su vida
adquiera en adelante una línea clara o que las dudas desaparezcan; por el contrario,
aparecen más interrogantes, pero ciertamente su acción de increpar al tío e irse de la casa
85
puede leerse como la acción concreta y definitiva de rompimiento con el entorno. Si antes
la novela, como decía, su punto más fuerte para convertirla en una herramienta
Es importante no dejar de lado el diálogo final que mantiene Matías con su madre.
argumento es que “lo conoce”. Ciertamente, ella conoce a Matías, pero al Matías previo
al viaje al Brasil y previo a la lectura de The Catcher in the Rye (el detalle de que una de
las pocas cosas29 que se lleva Matías sea el libro de Salinger corrobora lo importante que
Matías que estaba habituado al mundo consumista y frívolo. No se ha dado cuenta –ya se
vio cómo realmente vive pendiente del qué dirán antes que de su familia y más tarde se
descubre, además, que tiene como amante a un amigo y socio de su esposo– del cambio
rotundo de Matías y, por ello, considera que apelar a lo que “conoce” de Matías evitará
Pese a que este giro de la trama, cuando se analiza a posteriori, resulta que tiene
como base la deshabituación que sufre Matías gracias a su viaje al Brasil y a la literatura,
también es posible argumentar que es, en sí mismo, otro elemento desfamiliarizador para
entorno; la salida de casa (un segundo viaje, en cierto modo, aunque con otro cariz) lo
29
Los anteojos oscuros quizás sugieren que el personaje, al salir de su casa, quiere, también a través
de la indumentaria, empezar a construir su nueva identidad. En otras palabras, los anteojos oscuros le
permitirían no ser reconocido –y, simbólicamente, no reconocerse él mismo– como el Matías que todavía
vivía con sus padres. Por otro lado, quizás también, metafóricamente, los anteojos implican una nueva
manera de ver la realidad, es decir, tener otra visión de ella.
86
deshabituó en un sentido más concreto, es decir, lo sacó de un espacio físico conocido
para llevarlo por lugares que, aunque parte de su ciudad, no conoce (justamente el primer
lugar al que llega tras subir a un bus sin tener claro a dónde ir es a una de las poblaciones
“Estoy perdido, pienso. Me van a matar. Ojalá que no duela” (297; martes, 9 de setiembre
de 1980).
crudamente con la realidad de su país. Pero esa es la consecuencia inevitable por haber
NO (30%), con lo cual la dictadura del general Pinochet se prolongó por ocho años más.
su propio proceso de deshabituación hace que pueda comprender mejor el miedo que se
produce cuando lo habitual puede cambiar. Así se lo hace saber a su amigo Alejandro
Paz:
Él dice que nos espera lo peor; que lo peor es justamente la calma, el hecho de
acostumbrarse. Yo le dije que quizás, pero que ahora entendía mejor a los del SÍ,
87
a los que votaron por mantener todo igual porque, ahora lo sé, lo que más asusta
quebrantamiento de todas las seguridades. De ahí, por ejemplo, que hasta llegue a pensar
ciudad. También, por ello, pese a que se va de su casa se asegura de llevarse consigo
algunos elementos –dinero, drogas (una legal y otra ilegal) y el libro de Salinger–
familiares que le dan cierta seguridad en medio del mundo de incertidumbre en el que se
interna con su salida. Porque es, ciertamente, una gran incertidumbre la que lo invade tras
abandonar su casa; la suya no es, como hemos visto, una huida premeditada. Es así que
Y esta es una de las peores situaciones en que uno se puede encontrar. Es como
estar en un aeropuerto con pasaje para todas partes y no saber qué avión tomar. O
peor: averiguar que ningún avión va a partir. O querer partir y darte cuenta de que
1980)
88
Por supuesto que, como anota la voz en segunda persona que hace las veces de
consciencia, Matías antes no era así. No era posible que lo fuese, pues la burbuja en la
que vivía le daba ya de antemano una senda que seguir, es decir, seguridades diarias que
marcaban su vida: ir al colegio, salir con los amigos, ir a lugares conocidos, regresar a
casa. Solo al romper con esta rutina y salir al mundo real, es decir, el ir por lugares
nuevos de la ciudad, quedarse en un lugar muy distinto a su casa, ver de cerca las
protestas sociales, etc., es posible llegar a un “círculo vicioso existencial” que finalmente
Salinger y Remsen lo ayudan a construir una voz auténtica, pero la salida física y
concreta de la rutina es la que termina por concretarla. Así termina por reconocerlo él
He conseguido reemplazarlos por piezas nuevas, más fuertes, más confiables, pero
soporte, claro, pero cambian las piezas. Y no es igual porque, al final, uno siempre
se fija en los detalles. Los detalles son los que cuentan. (350 – 351; domingo, 14
de setiembre de 1980)
Entonces, Matías, a través de esta metáfora concluye sobre sí mismo que, si bien
esencialmente sigue siendo el mismo (y es importante que así sea, pues en esa esencia es
89
produce la “mala onda”– ha tenido importantes cambios; cambios solo posibles, como
concretarse con la salida de la casa. Solo después de todo este proceso es que puede darse
Es importante señalar que estos “detalles” importantes que Matías reconoce como
parte de su nueva identidad más auténtica y fuerte, solo se perciben cuando la mirada es
Ya con el panorama más claro sobre cuál es su nueva situación y, sobre todo, ya
con su identidad reforzada por esas “nuevas piezas” Matías puede tomar la decisión de
reformularse como individuo y alcanzar –en la medida que eso es posible en todo ser
humano, por supuesto– una identidad auténtica, no mediada por los dictámenes del
medio, desea volver: “Volví a mi casa, claro. Era lo que debía hacer, fue lo que deseaba”
radical: se descubre que su madre era amante de un socio de su padre, Sandro Cohn, el ex
esposo de Loreto Cohn, quien al descubrir el affaire se suicida. Luego de este evento
ambos fugan a Argentina. Las hermanas menores de Matías se van a vivir con su
hermana mayor, Francisca, tras estos hechos. De modo que quedan solo Matías y su
padre, quienes, antes de que este último regrese a su casa, se amistan y se van juntos de
90
parranda (este episodio, bastante bizarro, merece ser tema de algún análisis más allá de
como él mismo lo manifiesta, es su deseo volver. Pero este deseo no hubiese podido
germinarse sin antes haber logrado tener una mayor seguridad en sí mismo; seguridad
que, como se ha visto, se termina de consolidar con la salida de su casa. Ese pequeño
complejo que se inicia con el viaje30 a Brasil y se termina de consolidar cuando vive fuera
de su burbuja consumista por un par de días. Todo este proceso, finalmente, hace que el
personaje pueda fortalecer su personalidad y esta sea más auténtica, es decir, no mediada
todo su círculo social y familiar. Solo en este punto de desarrollo vital el personaje puede
30
Es importante señalar que, finalmente, el viaje resulta un elemento de articulación dentro de la
novela. Así, encontramos cuatro viajes: el iniciático a Brasil; el literario –a través de las figuras de Holden
Caulfield y Josh Remsen (con énfasis en el primero) –; la huida de casa y el consecuente recorrido por la
ciudad; y, finalmente, el retorno al hogar. Agregaría un quinto viaje potencial: el de un nuevo tránsito
(ahora ya con el personaje fortalecido) alrededor del entorno y de la sociedad de consumo misma.
91
resistir, pues, como mencioné, ahora está fortalecido y con mejores herramientas para
enfrentar a su entorno.
Ahora bien, este deseo de encontrar una voz más auténtica que se empieza a
vislumbrar desde la incomodidad que siente el personaje por volver a la rutina de su país,
como hemos visto, necesita algunos pilares de los cuales asirse. Matías encuentra estos en
rockero ficticio –conectado con Caulfield– Josh Remsen. A través de estos personajes,
Matías descubre que sí es posible tener una voz alternativa a la que el entorno propone.
personajes lo que enciende la chispa para que Matías se atreva a confrontar a su entorno
él. No es gratuito que uno de los pocos objetos que se lleva de su casa sea su ejemplar de
El guardián del centeno. Tampoco es casualidad que Alejandro Paz, quien le “presenta” a
Matías estos personajes, considere que lo peor que pudo haberle pasado a su sociedad es
92
6 Conclusiones
materiales. Como se ha visto, el régimen dictatorial instituyó una política neoliberal que
del mercado son los hitos que marcan el contexto que se reproduce en la novela y que,
finalmente, constituyen todo el universo del cual el protagonista no quiere ser parte.
hubiese existido.
Sin embargo, la literatura suele ser una respuesta a las contingencias como las que
vivió Chile durante la dictadura. Así, más allá de los factores externos que hicieron
posible la obra de Fuguet, su texto aquí tratado es una representación crítica de los años
oscuros de la dictadura y de sus políticas neoliberales. Este cariz crítico que sin duda
tiene la novela hace posible que pueda leerse como una herramienta desfamiliarizadora.
podría decir). Al presentarnos un retrato verosímil y, sobre todo, crítico de esta situación,
ciertamente una reconsideración por parte del lector y hasta un posible cambio.
93
Así como tenemos en cuenta el contexto socio-político, también es importante
remarcar la tendencia literaria del autor. Sabemos que Fuguet pertenece a una generación
de escritores que rechaza la etiqueta de “realismo mágico” bajo la cual se suele identificar
a la literatura latinoamericana y que más bien aboga por relatos de corte realista, como
extrañamiento tiene un espacio limitado para existir. Al crear un universo con elementos
mágicos, fantasiosos, todo lo que ocurre allí se vuelve plausible, es decir, carente del
elemento sorpresa31. Así, una Remedios la Bella que levita no es extraña en el universo
realista mágico de Cien años de soledad. En cambio, en una novela de corte realista, el
duda, la figura formal del narrador es el primer elemento que contribuye al efecto
desaparezca. Esto es de vital importancia, pues solo así el lector puede seguir el hilo de la
trama y sentir, a su vez, el efecto desautomatizador que esta brinda. De modo que hay una
introducción, constituyen finalmente una fórmula concreta que hace de Mala onda una
31
Esto no se contradice con el ejemplo de desfamiliarización del narrador caballo en un texto de
Tolstoi que propone Shklovsky. Allí, justamente la desautomatización es porque Tolstoi pertenece a una
tradición realista y al presentar un narrador-caballo causa, indudablemente, extrañeza. Si, por el contrario,
Tolstoi hubiese pertenecido a una tradición donde este tipo de recursos fueran habituales, la sorpresa
realmente no sería tal.
94
Ahora bien, así como es importante comprender la forma del narrador, lo es
también analizar el entorno con el que convive. La sociedad de consumo que se instauró
en Chile tiene matices muy particulares y terminan por configurar toda una gran
atmósfera que al personaje le resulta repulsiva. Entonces, si contamos con que el narrador
personaje se desautomatiza de su entorno y, junto con él, los lectores, es indiscutible que
se analice la reproducción que se hace del contexto del cual toma una distancia crítica.
Ahora bien, es importante remarcar que el hecho de que la sociedad de consumo que se
de Occidente aunque con sus matices locales, por supuesto). De modo que Mala onda
personaje mismo y que se inicia, como vimos, en el viaje a Brasil y se consolida con la
salida de la casa familiar, Matías finalmente se salva de una vida que podría haberse
que consume y sigue las líneas que todo el aparato propagandístico de la sociedad de
consumo le dicta. Matías se salva de este peligro de una vida sinsentido gracias al viaje, a
95
Sin embargo, la sensibilidad y la perspicacia no son, por supuesto, virtudes únicas
de Matías. El gran aporte de Mala onda es que logra que el lector (quien se ha mantenido
como agente activo durante toda la novela, gracias a los elementos formales y de
contenido que ella le brinda), que es parte de la sociedad de consumo y que tiene su
perspicaz frente a su realidad. Esta tesis, a lo largo de sus cuatro capítulos, ha buscado
desfamiliarización.
tratado de demostrar que, una vez más, la literatura tiene un rol importante dentro de la
sociedad: crear una conciencia crítica que no se deje dominar ni amedrentar por los
solo en relación a la sociedad de consumo, sino también en relación con otros discursos
como los políticos, mediáticos, etc. que ciertamente también tienden a ralentizar la
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