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SIEMPRE

POR TI: JACK


SERIE LOS CHICOS DEL SARGENTO
JOE
ALEXIS MORGAN

Argumento

Nadie entiende la lealtad familiar como Jack McShane. Él haría cualquier


cosa para honrar los últimos deseos de su padre adoptivo, incluso si eso significa
poner sus propios planes en espera para manejar el negocio de construcción de
Joe. Ex operativo de las Fuerzas Especiales, Jack prospera con la emoción de los
rescates por todo el mundo. Pero ahora se le necesita más cerca de casa. Su
madre adoptiva tiene sus manos llenas con un adolescente turbulento, y cuando
Jack conoce a la tutora contratada, éste descubre a una mujer que agita sus
instintos protectores, y sus deseos más profundos.
Caitlyn Curtis sabe que el buen aspecto puede ocultar un temperamento
ardiente. Después de que un matrimonio abusivo aplastara sus sueños de un final
feliz, ella renegaba de los hombres… hasta que un embriagador baile entre los
fuertes brazos de Jack rompió todas sus barreras emocionales. Duro aunque
tierno, deja a Caitlyn anhelando más de su suave seducción. A pesar de la
violencia que él ha visto, Jack es un buen hombre. Y aunque la pasión puede ser
peligrosa, la promesa del beso de Jack la tienta a creer que el amor es un riesgo
que vale la pena correr.
Agradecimientos

Muchas gracias a todas las que dedicaron su tiempo y trabajo en este proyecto,
gracias por este excelente trabajo; y en especial a todas nuestras lectoras.
MODERADORA
Maxiluna;
TRADUCTORAS
Alhana; Apollimy; Fangtasy; Hechizo de Luna;
KraliceKhalida; Maxiluna; Nad!
CORRECTORAS
Alhana, Bibliotecaria70, Fangtasy, Maxiluna, Nyx
LECTURA FINAL
Fangtasy
DISEÑO

Esta es una traducción independiente de fans, para fans, está hecha para el disfrute y el incentivo de
la lectura.
Para que todos los de habla hispana tengamos la posibilidad de leer estas maravillosas historias.
Está hecha sin ningún fin de lucro.
Incentivamos a todas nuestras lectoras a comprar los libros de nuestras autoras favoritas cuando se
tengan los medios económicos y la oportunidad de tener estos libros en nuestro idioma, ya que sin ellas no
podríamos disfrutar de estas maravillosas historias.
Índice
SIEMPRE POR TI: JACK
Agradecimientos
Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Epilogo
Continua con...
Capítulo Uno
Prólogo
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

Se escucharon veintiún disparos, y tres hombres de uniforme se
precipitaron en posición de firmes. Mientras el sonido se desvanecía con la brisa,
un solitario corneta se llevó lentamente un cornetín de metal a los labios. En
1
cuestión de segundos, los conmovedores compases de Taps hicieron llorar a más
de un puñado de personas reunidas alrededor de la nueva tumba.
Una pequeña mujer estaba sentada delante y en el centro, sus manos
temblorosas se aferraban a su regazo mientras los soldados doblaban
cuidadosamente la bandera que había envuelto el ataúd de su marido. Cuando
terminaron, la saludaron y luego se la entregaron junto con la sincera gratitud de
la nación y de su comandante en jefe. Ella agarró el símbolo del servicio de su
esposo a su país y lo sostuvo cerca de su corazón como si estuviera aferrándose
al hombre en cuestión.
2
Tan pronto como los soldados se alejaron, los hijos de su corazón
relajaron su postura y la abrazaron. Estaba tan orgullosa de los hombres en los
que se habían convertido, cada uno a su manera, un reflejo de su marido. Eran el
verdadero legado de Joe, la fuente del mayor orgullo de su vida. Éste había
dotado a cada uno de ellos con un sentido de propósito, un lugar al que
pertenecer, una familia.
Ahora sería su trabajo ayudarles a encontrar la última cosa que cada uno
necesitaba: alguien que los amara como ella había amado a su Joe. Si pudiera
hacer eso por sus hijos, entonces consideraría bien vivida su vida.
Capítulo Uno
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

Habían pasado dos días desde el funeral cuando Jack McShane y sus dos
hermanos entraron en la oficina de un bufete de abogados local. Después de que
se identificaran, la recepcionista los condujo a una sala de conferencias
dominada por una pesada mesa de madera rodeada de diez sillas. —Caballeros,
por favor pónganse cómodos. Estoy segura de que el Sr. Beaumont vendrá
enseguida. Mientras esperan, ¿puedo ofrecerles café o una botella de agua?
Jack respondió por los tres mientras se sentaban al final de la mesa. —
Café. Todos lo tomamos solo.
En realidad, no sabía cómo tomaban el café sus hermanos en estos días,
pero no estaba de humor para escuchar mucha discusión sobre las cremas con
sabores y el azúcar versus los edulcorantes. Si había algo que había aprendido
mientras servía en otras partes del mundo, era que la gente del noroeste del
Pacífico se tomaba el café demasiado en serio.
Puesto que ninguno de los otros dos protestó, o lo había hecho bien o no
estaban de humor para molestar con detalles sin sentido. A los pocos segundos
de sentarse, Tino empezó a moverse sin descanso en su asiento. Jack pensó que
era la situación y no la silla lo que hacía que su hermano mediano se sintiera tan
incómodo.
Como era de esperar, fue Mikhail quien dio voz a su preocupación. —
Ojalá supiéramos por qué este abogado quería reunirse sólo con nosotros. Sigo
pensando que deberíamos haber insistido en que mamá viniera con nosotros.
Jack no se molestó en responder. Habían tenido esta misma conversación
varias veces desde que el abogado los llamó para pedirles que vinieran hoy. Le
había asegurado a Jack que su madre estaba al tanto de la situación, y que eran
libres de discutirlo con ella si sentían la necesidad. Demonios, sí, habían sentido
la necesidad. No había forma de que ninguno de ellos fuera a actuar a espaldas
de Marlene. Para su sorpresa, ella simplemente había verificado lo que el
abogado les había dicho y añadió que era mejor que fueran solos.
La puerta se abrió unos segundos más tarde, y el Sr. Beaumont entró con
una pila de carpetas debajo del brazo y llevando una pequeña bandeja que
contenía cuatro tazas y una jarra de café. Jack no estaba seguro de por qué se
sentía obligado a ponerse de pie, pero al menos sus hermanos le siguieron.
—Aprecio su paciencia, caballeros, y permítanme comenzar expresando
mis condolencias por la muerte de Joe. Era un gran hombre, y estaba orgulloso
de llamarlo mi amigo.
Una vez más, Jack tomó la delantera. —Gracias, Sr. Beaumont. Sé que él
también le tenía en alta estima.
Uno por uno, estrecharon la mano del abogado antes de volver a sus
asientos. Después de servir el café, el Sr. Beaumont entregó a cada uno de ellos
una carpeta. Jack notó que la suya estaba específicamente etiquetada con su
nombre. Interesante.
—Dentro de esas carpetas encontrarán una copia del fideicomiso de su
padre, o al menos la parte que les corresponde a ustedes tres. Repasaremos los
puntos culminantes aquí en un minuto. Sin embargo, les recomendaría que lo
estudien ustedes mismos, y Marlene también tiene el documento completo del
fideicomiso en su casa. Ya ha indicado que están invitados a leerlo en su
totalidad. Estaré encantado de responder a cualquier pregunta que tengan, ahora
o después de que todos hayan tenido tiempo de reflexionar.—Se detuvo para dar
un sorbo a su café. —Para empezar, encontrarán un sobre sellado en esas
carpetas de archivos, el cual contiene una carta de Joe. Aunque no tengo
conocimiento del contenido real, él me dijo que tenía algunas cosas que quería
decirle a cada uno de ustedes individualmente, cosas que pensó que deberían
saber. Tenía miedo de que algo le impidiera hacerlo en el momento oportuno.
Esta era su manera de asegurarse de hacer el trabajo.
Jack se levantó de su silla. —¿Papá sabía que se estaba muriendo y no nos
lo dijo?
Porque si Joe lo hubiera sabido y no se lo hubiera dicho, eso habría
cabreado a sus hijos, y mucho. Pero el abogado ya estaba negando con la cabeza.
—No, no lo sabía. Su ataque al corazón tomó a todos por sorpresa. Les aseguro
que tengo estas cartas en mis manos desde hace más de dos años. Joe me las dio
la última vez que él y Marlene vinieron a hacer una revisión rutinaria de su
fideicomiso para asegurarse de que todo estaba al día.
De acuerdo, entonces. La presión arterial de Jack volvió a la normalidad.
Asintió con la cabeza para animar al abogado a seguir adelante.
—Dijo que las cartas no debían ser leídas inmediatamente, sino que cada
uno de ustedes con el tiempo se daría cuenta de cuándo másnecesitarían escuchar
lo que él tenía que decirles.—El abogado sonrió brevemente. —Todos ustedes
conocían a Joe mejor que yo, pero supongo que esos sobres contienen el tipo de
consejos que un hombre quiere compartir con sus hijos cuando algo importante
está pasando en sus vidas. Mi recomendación sería que pusieran sus cartas en un
lugar seguro, y cuando más deseen que su padre estuviera allí para hablar con
ustedes, lean lo que él quería decirles.
Evidentemente eso era todo lo que tenía que decir sobre ese tema, porque
abrió el expediente frente a él y dijo: —Si sacan el extracto del fideicomiso, me
gustaría que lo repasaran conmigo. —Cuando cada uno de ellos tenía los papeles
delante de ellos, él siguió hablando. —Ahora, les haré un breve resumen de lo
que su padre quería que discutiera con ustedes en esta reunión. Como todos
ustedes saben, después de que Joe se retiró del ejército, se hizo cargo de la
compañía de construcción de su padre. En total, la empresa existe desde hace
casi sesenta años. Estoy seguro de que todos estarán de acuerdo en que es un
logro asombroso, especialmente considerando los altibajos del negocio de la
construcción.
¿Adónde iba el hombre con esto? Parecía estar esperando algún tipo de
respuesta.
Jack hizo un breve contacto visual con sus hermanos antes de hablar. —
Definitivamente hubo momentos difíciles en el camino, pero papá siempre se las
arregló para mantener la compañía con fondos, y para poner comida sobre la
mesa. Se enorgullecía mucho de eso.
El abogado sonrió. —Lo hizo, en efecto. Aunque no voy a entrar en
detalles, tengan la seguridad de que el futuro de Marlene está asegurado gracias
a su arduo trabajo y sus cuidadosas inversiones. No debería tener que
preocuparse por quedarse sin dinero en su vida.
Era bueno saberlo. Pero incluso si Joe la hubiera dejado sin un centavo, sus
tres hijos habrían dado un paso al frente para asegurarse de que tuviera lo
necesario.
—Así que, ahora llegamos a la verdadera razón de esta reunión. Como
verán en el fideicomiso, era la ferviente esperanza de Joe que el negocio familiar
lo continuase la siguiente generación. En resumen, él ha dejado a cada uno de
ustedes una participación igualitaria en la compañía. La transmisión de la
propiedad comenzará inmediatamente. Una vez más, Marlene estuvo
profundamente involucrada en esta decisión, y ésta cuenta con su aprobación.
Aunque está dispuesta a ayudar en la transición, no tiene ningún deseo de
mantener un papel activo en el negocio una vez que ustedes tres hayan tenido la
oportunidad de situarse.
Después de esa pequeña bomba, lo que sea que el hombre tenía que decir
era poco menos que un galimatías para Jack. Sospechó que era lo mismo para
Tino y Mikhail. ¿Por qué demonios Joe no les habría preguntado si alguno de
ellos quería el negocio antes de atarlos con toda esta jerigonza legal? Por lo que
Jack sabía, los otros dos planeaban hacer una carrera militar. Tino era parte de la
policía militar del ejército, y Mikhail pertenecía a un grupo de asalto de los
marine.
Hasta hace poco, Jack había estado en las Fuerzas Especiales. Había
dejado el servicio hace tres meses debido a una lesión en su rodilla derecha que
haría improbable su regreso al combate. Desde entonces, había estado trabajando
para un amigo cuya compañía proporcionaba fuerzas de seguridad y servicio de
guardaespaldas para compañías con intereses comerciales en lugares inestables
del mundo. En estos días, eso era casi en todas parte. El trabajo era lucrativo,
pero no era por eso que Jack había aceptado el puesto. Necesitaba la disciplina
que le proporcionaba porque... cortó esa línea de pensamiento cuando de repente
se dio cuenta de que la reunión se estaba disolviendo.
Mierda, ¿se perdió algo importante? Si es así, esperaba que Tino llenase
los espacios en blanco para él.
—De nuevo, siento lo deJoe, y por favor, háganme saber su decisión sobre
el negocio tan pronto como sea posible para que podamos procesar el papeleo
necesario.
Esta vez, Jack dejó que sus hermanos tomaran la iniciativa, cada uno de
ellos parándose lo suficiente como para estrechar la mano del abogado por
última vez. Tan pronto como estuvieron afuera, se dirigió directamente a la vieja
camioneta de Joe. —No sé ustedes dos, pero a mí me vendría bien una cerveza...
o tres.
Mikhail le dio una palmada en el hombro y le dijo: —Hermano mayor, me
encanta cómo piensas.

Veinte minutos más tarde, los tres estaban acomodados en su reservado


favorito en un pequeño bar no muy lejos del bufete de abogados. Cuando la
primera ronda estaba situada frente a ellos en la mesa llena de cicatrices, Tino
puso a rodar la pelota. —Entonces, ¿cómo queremos manejar esto?
Jack tomó un largo y lento trago de cerveza, para evitar responder más que
porque tuviera sed. Si esperaba lo suficiente, normalmente podía depender de
Tino para responder a sus propias preguntas. A Jack le gustaba eso de su
hermano. Eso no significaba que siempre le gustara lo que el hombre decía. Su
instinto le gritaba que este iba a ser uno de esos momentos.
—Está claro que uno de nosotros tiene que dar un paso al frente y tomar el
control. Ya sabes, inmediatamente. —Tino miró a su hermano menor antes de
continuar. —Mikhail y yo pensamos que es obvio quién debería ser.
Tal vez para ellos. Jack no lo veía así, al menos no si hablaban de él. Para
ganar un poco más de tiempo, le hizo señas a la camarera para que trajera otra
ronda. Cuanto más tiempo resistiera, mayor sería la posibilidad de que uno de
sus hermanos se adelantara y se ofreciera como voluntario.
El silencio que continuo dejó claro que eso no iba a suceder. Maldita sea,
lo tenían acorralado y lo sabían. Gracias a su rodilla mala, él era el único que no
tenía que volver al servicio. Además, ninguno de ellos dejaría en la estacada a
Marlene Lukash, especialmente cuando acababa de perder al que fue su esposo
por más de cuarenta años. Dejó su bebida sobre la mesa un poco más fuerte de lo
necesario.
—Bien, pero no estoy haciendo ninguna promesa a largo plazo. Por ahora,
me sentaré con mamá y veré qué hay que hacer. Si se ha empezado un trabajo, lo
terminaré. Si papá ya ordenó materiales para un trabajo, me encargaré de que se
haga. —Se inclinó hacia delante, mirando fijamente a cada uno de sus hermanos.
—Pero eso es todo. Si sólo hubierahecho un presupuesto o tuviera una cita
programada para hacerlo, deberíamos pasar el trabajo a otro contratista. Mamá
sabrá cuáles son los mejores para recomendarlos.
Mikhail ya estaba negando con la cabeza. —A ella no le gustará eso, y lo
sabes. Ver cerrar el negocio será como si estuviera perdiendo a papá de nuevo.
Además, odio la idea de que ella ande sola en esa casa tan grande tan pronto
después de su muerte. Sin mencionar que no puede cuidar de toda la casa y de
ese enorme jardín.
Jack resopló. —Hermanito, quiero estar ahí cuando intentes decirle eso.
Seguro que te pateará el culo calle arriba y calle abajo por sugerir que no puede
cortar su propio césped.
—Eso no significa que tenga que hacerlo todo ella sola.—Mikhail se
acercó para golpear el brazo de Jack. —Y no soy tu hermanito, imbécil. Hay
menos de un año de diferencia de edad entre nosotros tres.
Tino se unió de nuevo a la conversación. —Mikhail tiene razón en ambos
sentidos. A mamá no le gustará si cerramos la compañía de construcción de Joe,
y no debería estar sola justo ahora.
Mikhail hizo chocar su botella de cerveza contra la de Tino. —Escucha,
escucha.
Tino sonrió. —Pero habiendo dicho eso, Jack también tiene razón. Eres
diez meses más joven que él y seis meses más joven que yo. De cualquier forma
que lo mires, eso te convierte en el bebé de la familia. —Saludó a Jack con su
cerveza en una muestra de solidaridad. —Así que, ahora que hemos llegado a un
acuerdo, ¿qué podemos hacer para ayudarte a hacerte cargo del negocio?
La rendición tenía un sabor amargo. Pero después de su tiempo en el
ejército, Jack sabía cuando una batalla era una causa perdida. —Si ustedes dos,
idiotas, pueden quedarse unos días, haré un viaje al este para empacar mis cosas.
Si voy a estar aquí por un tiempo, no tiene sentido pagar el alquiler de allá. Haré
los arreglos para que me lo envíen todo y traeré conmigo las cosas que necesitaré
a corto plazo. Considerándolo todo, me llevará una semana, más o menos, volver
aquí con mi SUV.
Tino se recostó en su asiento, pareciendo mucho más relajado de lo que
estaba hace unos minutos. —Puedo quedarme aquí otra semana por lo menos.
Mientras no estés, mamá y yo podemos revisar los trabajos en activo para ver
qué hay que hacer. Llamaremos a los clientes para asegurarnos de que sepan por
qué habrá un retraso. Debería tenerlo todo organizado para cuando vuelvas.
Mikhail se unió. —Pedí tres semanas de permiso, así que yo también
estaré aquí. Mientras él trabaja con mamá, yo haré el trabajo de jardinería y
revisaré la casa para ver si hay algo que necesite atención inmediata antes de
tener que irme. Y si ella quiere ayuda para recoger las cosas de papá, también
podemos hacerlo. Si hay algo de él que quieras, házmelo saber.
Jack se sorprendió a sí mismo frotándose el pecho, tratando de aliviar el
dolor que se había instalado allí en el momento en que recibió la llamada sobre
la muerte de Joe. El hombre había sido la única roca en la vida de Jack, y su
muerte había dejado un gran hueco en las vidas de todos sus hijos, eso era
seguro. Forzó su mano a bajar a la mesa. La respuesta a la pregunta de Mikhail
era fácil. —No sé si mamá va a deshacerse de algo de la biblioteca de papá, pero
me gustaría su colección de libros de Zane Grey si no se han desintegrado por
completo a estas alturas.
Los tres hermanos sonrieron. Jack no sabía los otros dos, pero él había
perdido la cuenta del número de veces que había visto a su padre leyendo esas
viejas historias del oeste. A menudo pensó que Joe se sentiría como en casa en el
Salvaje Oeste. Definitivamente tenía la personalidad para ser un representante de
la ley duro, siempre a la caza de forajidos.
Mikhail asintió. —Le diré a mamá que te gustaría tenerlos.
Jack terminó su segunda cerveza y puso el vaso vacío sobre la mesa. —
Será mejor que volvamos a casa para que pueda organizar el viaje.
Era el turno de Tino para pagar, así que al salir tiró algo de dinero sobre la
mesa para cubrir su cuenta. Afuera, se amontonaron en la vieja camioneta de
Joe. Jack giró la llave, y el motor arrancó inmediatamente. La camioneta tenía
más de dos décadas de antigüedad y se veía de esa edad después de todos los
años que había pasado en las obras. Sin embargo, como todo lo demás que era
importante en la vida de Joe, el motor y la transmisión estaban en perfecto
estado de funcionamiento. Eso trajo de vuelta otro cúmulo de imágenes de Joe y
ellos tres pasando horas juntos poniendo a punto coches y motores de cortadoras
de césped. Incluso ahora, Jack casi podía oír al hombre diciendo: “Cuiden sus
herramientas, muchachos, y ellas cuidarán de ustedes”.
El recuerdo le hizo sonreír.
Condujeron en silencio la corta distancia de regreso a casa. Cuando se
adentraron en el camino de entrada, Tino se aclaró la garganta. —Chicos, ¿qué le
vamos a decir a mamá sobre el negocio? No quiero engañarla y dejar que piense
que nos estamos preparando para tomar el control de la compañía
permanentemente cuando claramente no lo estamos. ¿Creen que honrar los
últimos compromisos de papá será suficiente para hacerla feliz?
Jack ya sabía la respuesta a eso. Diablos, no, ella no estaría feliz. Marlene
y Joe habían soñado con el día en que sus tres hijos regresaran a casa y
comenzaran sus propias familias. Sin duda los dos se habían
imaginadoentregándoles la compañía de esta manera como una forma de poner
en marcha ese proceso. Jack no sabía cómo se sentían los otros dos sobre esa
posibilidad, pero no tenía intenciónde perpetuarla doma del mundo con otra
generación de McShanes. —Hablaré con ella después de cenar y les haré saber
cómo se lo toma.
Entonces los tres entraron en la casa y trataron de fingir que no parecía
muy vacía sinJoe viviendo allí.
Capítulo Dos
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

Dos semanas después, Jack contuvo una maldición al tocar el suelo. Su
maldita rodilla lo estaba matando gracias a demasiadas subidas y bajadas de la
escalera para alcanzar el techo empinado que estaba reparando. Si esto se
prolongaba mucho más, iba a tener que contratar a un asistente para que le
trajera las cosas que necesitaba en lugar de tener que hacer tantos viajes de
regreso ala camioneta él mismo. Contratar a un empleado era lo último que
quería hacer. Tal vez pudiera encontrar a alguien que estuviera interesado en
conseguir dinero extra pero sin la promesa de un empleo a largo plazo.
Como ese chico que estaba dando vueltas por la zona y observando cada
movimiento de Jack. Lo había visto por primera vez holgazaneando en las
afueras de un pequeño parque que había calle abajo. Ayer, el chico se había
acercado sigilosamente, pero se había retirado por completo en el momento en
que se dio cuenta de que Jack lo había visto. Se preguntaba si volvería hoy, pero
no había habido ninguna señal de él en toda la mañana hasta que apareció de
repente hacía un rato.
Esta vez el chico se mantuvo firme incluso cuando supo que lo habían
visto. Probablemente pensó que podría dejar atrás a Jack en caso de tener que
echar a correr. Considerando el dolor en su rodilla ahora mismo, tenía razón. En
lugar de hacer movimientos bruscos, Jack caminó lentamente hacia su camioneta
con las manos llenas de herramientas.
— ¿Quieres algo, chico?—Jack lo miró sobre la caja de carga de la
camioneta. —¿O crees que verme arreglar un techo y tapar unas ventanas es un
deporte para espectadores?
El chico se acercó un poco más. —Parece que necesitas ayuda. Tal vez
recogiendo trozos del techo, dándote herramientas, cosas así. Pero sólo en
efectivo.
Dios, eso me traía recuerdos. —Iba a tomar mi descanso para almorzar
ahora mismo, y no me gusta hablar de negocios cuando tengo hambre. Pensé en
caminar hasta ese parque y sentarme en uno de los bancos. Eres bienvenido a
unirte a mí si quieres. Mi madre siempre prepara más de lo que puedo comer.
Podemos hablar después del almuerzo.
Ahí lo tienes. Él había hecho la oferta. Dependía del chico si quería
aceptar. Jack apostaría a que la confianza era difícil para él. Tomó su nevera y se
dirigió al parque, haciendo todo lo posible para no cojear. Al final, el chico llegó
al parque delante de él y ya había escogidoun banco para los dos. Jack se sentó
en el extremo opuesto y puso la nevera entre ellos.
—Sírvete un sándwich, una bolsa de patatas fritas y una botella de agua.—
Luego le dirigió al chico una mirada de ojos entornados. —Pero mantente
alejado de mis galletas. No las compartiré con alguienque no conozca al menos
por su nombre.
Luego, para comenzar la conversación, añadió,—Me llamo Jack McShane.
El chico ya estaba dando buena cuenta del grueso sándwich de jamón.
Tragó el bocado con un trago de agua. —Ricky.
Jack lo intentó de nuevo, aunque no le sorprendió que el chico no
compartiera su apellido. —¿Ricky qué?
Los ojos del chico se apartaron de Jack. —Sólo Ricky.
—Vale, Sólo Ricky. Supongo que tal vez puedas comer una o dos de las
galletas.
Se quedaron en silencio mientras Ricky seguía devorando su comida.
Cuando terminó su sándwich, Jack sacó un segundo para cada uno de ellos.
Mientras comían, reflexionó sobre qué hacer con el chico. Puede que no supiera
mucho sobre Ricky específicamente, pero definitivamente reconocía a los de su
tipo. Debería; había sido igual que él a esa edad, incluyendo la ropa andrajosa y
los moretones desvaneciéndose.
Siempre era posible que algún otro chico le hubiera dado una paliza a
Ricky, pero el instinto de Jack decía que alguien mucho más cercano al chico era
el responsable. Como tal vez su padre o posiblemente un padrastro. De cualquier
manera, hizo que Jack lo viera todo rojo.
Entre los dos, dieron buena cuenta de cada pedazo de comida como una
bandada de langostas. Lo único que quedaba en la nevera era una bolsa de las
mejores galletas de chocolate de Marlene. Ricky no había intentado servirse a sí
mismo, pero definitivamente tenía un ojo sobre ellas. Jack decidió mostrarle un
poco de piedad y le lanzó toda la bolsa.
—Puedes quedártelas. Ya he tomado una pocas esta mañana.
Vale, eso era mentira, pero no podía soportar pensar que el chico pasara
hambre sólo porque Jack fuese goloso. Además, observar lo que Ricky hacía con
las galletas revelaría mucho sobre la situación actual del chico. Y Jack apostaría
a que el muchacho vivía en la calle al menos parte del tiempo.
Las galletas desaparecieron en la mochila del chico junto con la mitad de
su segundo sándwich. Maldición, Jack realmente esperaba estar equivocado.
También necesitaba averiguar cuánto podía hacer para ayudar al crío sin
asustarloy hacer que se largara para siempre.
—Bueno, esto es lo que puedo ofrecerte, Ricky. Quédate y ayúdame esta
tarde, y yo te invitaré a cenar y te pagaré, digamos, veinte dólares. Haz un buen
trabajo, y podemos hacer lo mismo mañana.
Le gustaba que Ricky no aceptara inmediatamente. Un chico de su edad, y
viviendo solo, no debería confiar en nadie demasiado fácilmente. Demasiados
depredadores merodeaban por las calles buscando a su próxima víctima. Peor
aún, si las autoridades lo arrestaban, Ricky podría ser enviado de vuelta al lugar
donde estaría en mayor peligro.
—Trato hecho.
—Bien, vamos a trabajar. El trabajo no se terminará solo.
Otro de los dichos de Joe. Sólo que esta vez Jack era el adulto que se lo
decía a un crío que estaba atrapado en el mismo infierno en el que Jack había
estado atrapado a esa misma edad. Gracias a Joe y a Marlene, había sido
rescatado y se le había dado la oportunidad de una vida mejor. Tan demencial
como parecía, especialmente después de una tan breve relación, quería hacer lo
mismo por Ricky.
Los dos volvieron al trabajo. Jack mantuvo un ojo sobre el chico para
asegurarse de que no estaba aprovechando la oportunidad de inspeccionar la casa
de los clientes para una visita posterior y llevarse algo de valor. Por lo que podía
decir, sin embargo, Ricky pasó su tiempo recogiendo las viejas tejas que Jack
tiraba al suelo y cualquier otra cosa que se le pedía que hiciera.
Gracias a su ayuda, Jack terminó todo lo que había planeado hacer ese día
antes de lo esperado. Revisó su reloj. Era un poco temprano para la cena, pero
había prometido alimentar al chico. El verdadero problema era dónde podía
llevarlo cuando se veía y olía como si no se hubiera bañado recientemente. Jack
finalmente se decidió por un lugar de pescado y patatas fritas que tenía asientos
afuera.
—Tira esa última bolsa de basura en la parte de atrás, y podemos ir a esa
cena que te prometí. Espero que te guste el pescado con patatas fritas, porque se
me ha antojado algo así durante todo el día.
Ricky miró la camioneta, tal vez debatiendo si quería subirse ala cabina
con un hombre que realmente no conocía. —¿Dónde está este lugar?
—Junto al mar. Entiendo si no quieres venir conmigo, pero te prometo que
sólo quiero cenar. Desde allí, puedes tomar un autobús a donde sea que necesites
ir.
Finalmente, Ricky entró, pero abrazó la puerta y mantuvo un firme agarre
sobre la manija en caso de que decidiera hacer una salida rápida. Mientras tanto,
Jack sacó su celular y llamó a casa. —Mamá, ha habido un cambio de planes. En
lugar de que yo cocine esta noche, ¿qué te parece un poco de pescado con
patatas fritas? Me voy a comer el mío junto al mar, porque se está muy bien
afuera. Estaré encantado de traerte algo cuando termine.
Él escuchó mientras ella hablaba con Mikhail antes de aceptar su oferta. —
Vale, y para ser claros, tu cena corre por mi cuenta, mamá. Mi hermanito puede
pagar la suya.
Se rioante la respuesta de Mikhail cuando Marlene le transmitió el mensaje
de Jack. —Nos vemos pronto.
Los dos iban a extrañar al menor de los hermanos cuando éste se fuera para
reunirse con su unidad en un par de días. Fiel a su palabra, Mikhail había hecho
el mantenimiento del patio e incluso completado un número impresionante de
trabajos alrededor de la casa que Marlene había querido que se hicieran. Mikhail
se había estado quedando en la casa principal con ella, pero cuando Jack regresó
al pueblo, ella le dijo que prefería que se quedara en el anexo, el garaje
reconvertido al otro lado de la entrada. Marlene insistió tranquilamente en que
necesitaba acostumbrarse a vivir sola, y que eso comenzaría tan pronto como
Mikhail se fuera.
El anexo era lo más cercano a un hogar permanente que Jack podía
reclamar en estos días. Allá, cuando los hermanos habían empezado a cumplir
dieciséis años, Joe había conseguido aunar la ayuda de ellos tres para convertir el
garaje de tres coches en su propio apartamento. El piso principal era una
combinación de sala de estar, gimnasio, baño y cocina. El piso de arriba estaba
dividido en tres pequeños dormitorios y otro baño completo.
Habían terminado el proyecto un año más tarde. Jack se había mudado allí
cuando cumplió diecisiete años, y los otros dos le siguieron cuando llegaron a
esa edad también. Incluso ahora, era donde se quedaban cada vez que volvían a
casa de vacaciones, lo que les permitía estar cerca de Joe y Marlene, pero aun así
tener algo de privacidad. Ahora le servía para el mismo propósito.
Se dio cuenta de que Ricky lo estaba mirando fijamente con una mirada
extraña en su cara. Cuando no dijo nada, Jack dijo lo obvio. —Esa era mi madre
y mi hermano menor. Es mi turno de hacer la cena.
—En serio, hombre, ¿todavía vives en casa de tu madre a tu edad?
Jack se encogió de hombros. —Acabo de regresar. He pasado los últimos
diez años en el ejército y recientemente me licencié. Mi padre falleció
inesperadamente hace un par de semanas, así que he venido a casa para
quedarme con mi madre hasta que arreglemos las cosas. Mis hermanos más
jóvenes se tomaron un permiso de emergencia para ayudar, pero uno de ellos ya
ha tenido que volver al servicio. El otro se irá en un par de días para reunirse con
su unidad. El negocio de construcción era de nuestro padre, y estoy terminando
los contratos que él empezó.
La sonrisa del chico se desvaneció convirtiéndose en curiosidad. —¿Así
que tus hermanos están en el ejército?
—Sí. Uno es policía en el ejército. El otro es un marine de reconocimiento.
Nuestro viejo también pasó veinte años en el ejército.
—¿Qué hay de ti?
Jack pre-señalizó para cambiar de carril antes de contestar. —Estuve en las
Fuerzas Especiales hasta hace unos meses. Salí por mi rodilla.
Ricky se sentó más derecho, por primera vez soltando su agarre mortal
sobre la puerta mientras miraba la pierna de Jack. —Te vi cojeando. ¿Recibiste
una bala o algo así? Ya sabes, ¿en combate?
—No, con respecto a la bala. Sí, respecto a lo del combate. Aterricé mal en
un salto nocturno.
Y eso era todo lo que iba a compartir con el chico respecto a esamierda en
particular. La única cosa buena que había salido de esa misión fue que todos
regresaron a la base más o menos de una sola pieza. Su rodilla, que había
requerido una revisión mayor, había sido la peor lesión, no es que se estuviera
quejando. Todo lo que realmente importaba era que todos habían salido vivos de
lo que podría haber sido un desastre total. Podría haber sido fácilmente mucho
peor.
Miró a su compañero. Sí, justo como pensaba, el chico parecía
decepcionado. Probablemente jugaba a videojuegos y pensaba que representaban
combates reales. Sí, algunos de los gráficos eran bastante realistas. Eran las
cosas que dejaban fuera, como el olor a sangre y los gritos de los heridos, lo que
marcaba la línea divisoria entre un juego y el infierno real.
Al menos la conversación podría darle a Jack la oportunidad de descubrir
un poco sobre la propia situación de Ricky. —¿Qué hay de ti? ¿Alguien en tu
familia ha servido en el ejército alguna vez?
La expresión del chico se quedó totalmente en blanco. —No.
En lugar de presionar para obtener más información, Jack cambió de tema.
—Me vendría bien tu ayuda mañana, si no estás ocupado.
Ricky había vuelto a agarrarse a la puerta. —Tal vez, pero no estoy seguro
de dónde estaré.
Recordando cómo había estado a la misma edad, viviendo al borde del
miedo todo el tiempo, Jack asintió. —Vale, si estás ahí, estás ahí.
Jack señaló por la ventana. —Ese es el restaurante, ahí adelante a la
izquierda. La parada de autobús está en esa esquina, a menos que quieras que te
lleve a casa.
—El autobús está bien. No querrás que la comida de tu madre se enfríe.
Jack miró afuera, y encontró un lugar para aparcar justo en frente del
restaurante. —Ve y encuentra una mesa junto al agua antes de que estén todas
ocupadas mientras hago el pedido.
Ricky asintió y se dirigió hacia la playa. En realidad no había prisa en
conseguir un lugar para comer porque había varias mesas disponibles. Jack sólo
necesitaba un minuto lejos del chico para controlar su temperamento. No estaba
enojado con Ricky, sólo con los adultos que deberían haber estado cuidando del
chico.
A menos que llamara a la policía, lo que Ricky vería como una traición del
más alto nivel, no había mucho que Jack pudiera hacer hasta que el chico
confiara lo suficiente en él como para pedirle ayuda. Después de que comieran,
él tendría que conducir lejos y esperar que Ricky apareciera para trabajar otra
vez por la mañana. Mataría a Jack dejarlo en la calle. Pero si tratara de
arrastrarlo a su casa ahora mismo, Ricky se largaría.
Por otro lado, tal vez Jack podría darseuna vuelta y ver qué autobús
tomaba Ricky. Al menos de esa manera, si no se presentaba a trabajar mañana,
Jack tendría un punto de partida para empezar a rastrearlo.
Había llegado al frente de la fila. —Tomaré dos cenas de tres piezas con
todos los acompañantes y dos batidos de chocolate grandes.
Una vez que tuvo la comida, se dirigió a reunirse con Ricky en la mesa,
donde el chico prácticamente engulló su cena. Tan pronto como terminó, se
levantó para irse.
—Espera un minuto antes de irte. —Jack sacó una de las tarjetas de Joe y
un bolígrafo. Garabateó su nombre y su número de teléfono celular en la parte de
atrás y agregó los veinte dólares que le había prometido. —Si alguna vez quieres
ponerte en contacto conmigo, el número en el frente es nuestro teléfono fijo. El
de atrás es mi celular. Llama a cualquier hora, de día o de noche.
Ricky metió la tarjeta y el dinero en su bolsillo. —Gracias.
—Espero verte mañana, Sólo Ricky.
El chico sonrió y se fue. Fue muy duro verlo irse, pero no había mucho
más que Jack pudiera hacer. Esperemos que Ricky aparezca mañana. Si no, Jack
saldría a cazar y no pararía hasta encontrarlo.
También hablaría con Marlene sobre el chico cuando llegara a casa y vería
qué sugerencias podría ofrecerle. Dios sabe que ella tenía mucha experiencia
tratando con chicos maltratados emocional y físicamente. Mientras tanto, él
pidió la cena para ella y para Mikhail, todo el tiempo vigilando a Ricky para ver
a dónde iba. Como ya había dejado pasar un autobús, probablemente estaba
esperando que uno se dirigiera en una dirección específica.
La suerte estaba con él. El pedido de Jack estaba listo justo cuando Ricky
se subió al autobús. Después de memorizar el número de la ruta, Jack se subió a
la camioneta y siguió al autobús, teniendo cuidado de quedarse lo suficiente
atrás para que Ricky no pudiera verlo. En un semáforo, llamó a casa. —Mamá,
lo siento, pero la cena va a tardar un rato. Te lo explicaré cuando llegue.
Su paciencia fue recompensada poco tiempo después cuando Ricky se bajó
del autobús y cabizbajo caminó por un callejón. Mientras Jack pasaba, vio al
chico entregándole su sándwich a otro niño y repartiendo las galletas a unos
cuantos más. Jack no podía arriesgarse a seguirlo más por miedo a ser visto.
Ricky ya era bastante asustadizo sin que se hiciera la ideade que Jack era una
especie de depredador.
Saber que el chico no estaba completamente solo dejó a Jack sintiéndose
marginalmente mejor respecto a la situación. Eso no significaba que se
mantendría a salvo en las calles indefinidamente, pero tal vez le daría a Jack
tiempo para pensar cómo ayudarlo.
—Joe, ojalá estuvieras aquí. Sabrías qué decirle, pero haré lo que pueda
para ayudar al chico.
Y una vez más, escuchó la voz de su padre en el fondo de su mente
diciendo: “Lo mejor que puedases lo más que cualquiera pueda pedirte, hijo”.
Eso podría ser cierto, pero ¿qué pasaría si lo mejor que él podía dar no era
lo suficientemente bueno? No necesitaba que nadie respondiera a esa pregunta,
porque ya sabía lo que iba a pasar. Sería Ricky, y no Jack, quien pagase el precio
de su fracaso.
Capítulo Tres
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

—¡Hijo, despierta! Alguien ha venido a verte.
Jack pasó de inconsciente a totalmente despierto en un abrir y cerrar de
ojos. El subidón de adrenalina de ser despertado de un sueño profundo con una
sacudida quemó todas las telarañas, dejándolo en estado de alerta y mirando a su
madre. Pateando las sábanas para liberar sus piernas, se sentó en el borde de la
cama.
—¿Quién es?
—La policía. Quieren hablar contigo.
¡Bueno, mierda! No se molestó en cambiarse la parte inferior de su pijama
de franela por pantalones vaqueros antes de seguir a su madre escaleras abajo y
al otro lado del camino de entrada de su casa. Ella había dejado a los dos
oficiales esperando en la sala de estar. Por la expresión sombría en las caras de
los oficiales de policía, Jack sabía que las noticias no iban a ser buenas. Pero
claro, nunca había una razón feliz para que la policía viniera a llamar a tu puerta
en mitad de la noche.
—Hola, oficiales. Soy Jack McShane. He oído que me están buscando.
—Lo estamos, Sr. McShane. —El mayor de los dos se adelantó. —Soy el
detective Daily, y él es mi compañero, el detective St. John. Queríamos saber si
esta es su tarjeta.
Jack sólo le dirigió una mirada superficial antes de asentir con la cabeza; él
ya sabía que era suya. La única pregunta era qué le había pasado a Ricky desde
la última vez que lo vio. El chico apareció el segundo día para ayudar, pero Jack
no lo había visto desde entonces, a pesar de que le había dicho cuál sería su
próximo lugar de trabajo. Se había dado un par de paseos por el área alrededor
del callejón donde Ricky había ido ese primer día, pero no lo había visto ni a él
ni a ninguno de los otros que habían estado allí con él.
—Sí, es mía. ¿Por qué lo pregunta?
—¿Puede decirme cómo Richard Patton llegó a tenerla?
Así que al menos ahora Jack sabía el nombre completo de Ricky. —Yo se
la di. Ricky se acercó a mí en un lugar de trabajo hace unos días para ver si
necesitaba ayuda. Parecía que había estado viviendo en la calle, así que le ofrecí
veinte dólares para que me recogiera la basura.
El policía más joven habló. —¿Y es usted un experto en el aspecto que
presentan los niños sin hogar?
Jack sintió que su madre se movía a su lado. Por ella, él mantuvo su
temperamento bajo un estricto control. —No pretendo ser un experto en el tema,
detective. Puedo hablar del hecho de que Ricky se parecía mucho a mí cuando
tenía esa edad, cuando yo también vivía en la calle. Ropa con una mezcla de
demasiado pequeña y demasiado grande, todo muy desgastado y necesitando ser
lavada. Supongo que tampoco se había bañado en un tiempo. Cuando compartí
mi almuerzo con él, se devoró un sándwich y medio, pero se aseguró de guardar
la otra mitad para más tarde. También tenía un impresionante conjunto de
moretones descoloridos.
Los dos policías fueron al grano. —¿Por qué no denunció al chico a las
autoridades?
—Porque no sabía nada de él, excepto que me dijo que lo llamara Ricky.
No tenía ni idea de si ese era su verdadero nombre, ni sabía su edad. —Jack
sopesó cuánto decirles. —Volvió al día siguiente para trabajar, pero eso fue lo
último que supe de él.
Decidiendo que había respondido a muchas preguntas, hizo las suyas. —
¿Qué le pasó, y cómo de grave es?
El detective St. John miró al detective Daily, quien asintió. —Richard está
en cirugía para reparar un brazo roto. También tiene algunas otras heridas
menores. Se negó a decirnos quién lo atacó. La razón por la que vinimos es
porque su tarjeta era la única cosa que el chico llevaba encima aparte de su
permiso de conducir falso.
—¿No hay ninguna denuncia de persona desaparecida sobre él?
—No que podamos encontrar, al menos no con ese nombre o que encaje en
su descripción. Hasta que se despierte y nos diga lo que está pasando,
esperaremos para seguirinvestigando.
Bien. Al menos eran lo suficientemente inteligentes como para saber que
las últimas personas que el chico podría necesitar en este momento son su propia
familia, especialmente si uno de ellos era responsable de sus lesiones. Al menos
su dilación le daría tiempo a Jack. —¿En qué hospital está?
El detective Daily dudó. —Supongo que quiere ir hasta allí para ver al
chico.
Jack amplió su postura y cruzó los brazos sobre su pecho. —Quiero.
¿Tiene algún problema con eso?
Su madre eligió ese momento para involucrarse. —Jack, por favor. Estos
oficiales no te conocen, y tienen buenas razones para preocuparse por tu joven
amigo.
Ella tenía razón. No se merecían su ira. La miró fijamente y le ofreció una
pequeña reverencia con la cabeza, tanto para disculparse como para reconocer
que tenía razón. —Lo siento, caballeros. Dado mi propio pasado, esto me ha
traído recuerdos desagradables. Sí, me gustaría estar allí cuando Ricky salga de
la cirugía. Lo hará mejor si al menos una cara familiar está ahí cuando se
despierte. Los chicos con experiencia similar a la suya y la mía rara vez
responden bien a estar rodeados de uniformes de policía.
—No, no lo hacen, —admitió el detective Daily. —Para que lo sepa, ya
hemos notificado a los Servicios de Protección de Menores, así que se
involucrarán en el caso.
—No esperaría menos.
Pobre Ricky. Más de lo mismo, el muchacho ya tenía más que un
conocimiento casual de cómo funcionaba el sistema y no le había gustado ni un
poquito. El presentimiento de Jack era que Ricky ya había sido puesto en un
hogar de acogida en algún momento, pero no había funcionado. O eso, o las
autoridades lo habían enviado de vuelta al mismo ambiente que le había
proporcionado al chico esos moretones en primer lugar. La única pregunta era si
Ricky estaba protegiendo a alguien con su silencio y, de ser así, ¿por qué? Hasta
que estuviera listo para arriesgarse a confiar en alguien, sería difícil para
cualquiera obtener una respuesta directa de él, pero Jack tenía más posibilidades
que los policías de conseguirlo.
—Si me cuentaalgo útil, prometo compartirlo.
—Más le vale. —El detective Daily suavizó el comentario con una sonrisa
y luego miró en dirección a Marlene. —Conocía a su esposo, señora. Joe era un
buen hombre. Compartimos más de una cerveza en el salón de veteranos a lo
largo de los años. Siento su pérdida.
Como siempre que se mencionaba a su marido, el dolor de Marlene asomó.
—Gracias, detective.
El policía volvió a prestar atención a Jack. —Tu padre estaba muy
orgulloso de sus hijos. Me estoy jugando el culo diciéndote dónde está Richard.
No me jodas.
Sí, Jack podía ver cómo este hombre pudo haber sido amigo de Joe. —
Haré cuanto pueda, señor.
Los policías estrecharon la mano a Jack y se fueron después de darle el
nombre del hospital. Esperó hasta que partieron antes de decir nada. Jack
necesitaba vestirse y salir. Pero antes de eso, iba a necesitar la ayuda de su madre
para superar todas las reglas y regulaciones que de otra manera le impedirían
estacionar el trasero de Ricky justo aquí, en esta casa.
— ¿Me ayudarás?—Aunque ya sabía que no necesitaba preguntar.
Ella asintió. —Estaré lista en veinte minutos.
—Gracias, mamá.
Se fue corriendo a darse una ducha rápida y vestirse. Veinte minutos no era
mucho tiempo, y sólo debería tomar otros veinte llegar al hospital a estas alturas
de la noche. Aparcar y encontrar la habitación de Ricky, y estarían con él en
menos de una hora. Aun así, eso era demasiado tiempo. Sesenta minutos en la
vida de un chico aterrorizado era una eternidad.

—¿Estás seguro de esto, Jack?


Apartó la mirada del chico herido y maltratado que yacía en la cama para
encontrarse con la mirada de su madre frente a frente, dejando que ésta viera por
sí misma que él estaba tan serio como la muerte acerca de su decisión.
Ella mantuvo la voz baja cuando habló. —Según recuerdo, sólo ibas a
terminar los pocos trabajos que tu padre tenía programados y eso sería todo. No
deberías asumir la responsabilidad de un chico como Ricky si no vas a estar
disponible para él a largo plazo.
Cuando Jack empezó a protestar, ella levantó la mano para cortarlo. —He
mantenido mis credenciales de Hogar de Acogida todos estos años, pero soy
demasiado vieja para hacerme cargo de un chico de su edad para algo más que
una estancia de emergencia a corto plazo. Eso no es lo que él necesita, no más
que como resultó ser cuando tú y tus hermanos vinieron a quedarse con Joe y
conmigo.
Maldición, Jack lo odiaba, pero ella tenía razón. Mientras pensaba en todas
las ramificaciones, no pudo evitar mirar a Ricky. El adolescente necesitaba
estabilidad. Más aún, necesitaba un lugar donde pudiera sentirse seguro. Era
hora de algunas verdades duras.—Lo miro y me veo a mí mismo, mamá, sin
mencionar a Tino y a Mikhail. No hay forma de que pueda alejarme de ese chico
ahora, no después de verlo así. Si eso significa quedarme aquí y mantener el
negocio de papá en marcha, entonces eso es lo que haré.
Marlene rodeó la cama para pararse a su lado. —Está bien, entonces.
Hablaré con su asistente social y veré si ella me lo asigna por ahora. Si ella está
dispuesta a hacer eso, entonces tendrás que tener la infame charla de Joe con él.
Por primera vez en horas, Jack sonrió. Él y sus hermanos siempre habían
pensado en la conversación que cada uno había tenido con Joe justo después de
que vinieran a vivir con él y Marlene como esa charla, con "C" mayúscula. Eso
fue cuando Joe les expuso los detalles del trato que les estaba ofreciendo. Lo que
se esperaba de ellos y lo que recibirían a cambio. Hasta el día de hoy, Jack no
sabía por qué había aceptado la oferta, pero nunca se había arrepentido de esa
decisión. Esperaba que Ricky sintiera lo mismo.
Abrazó a su madre, necesitando esa conexión física con una de las dos
personas que habían salvado su alma. —Si es tan terco como nosotros tres, esto
podría ser interesante.
—Pero vale la pena, Jack. —Ella le dio un fuerte apretón antes de dar un
paso atrás. —Y una cosa más. Necesitarás que te aprueben como Hogar de
Acogida. He criado a mis hijos. Esta es tu responsabilidad.
Una oleada de pánico se asentó en las entrañas de Jack. De repente se
sintió como el recluta novato que había sido a los dieciocho años cuando le
preguntó a Joe si creía que él tenía lo que se necesita para ser un buen soldado.
Al igual que entonces, su vida dependía de la respuesta a esa pregunta. —¿Crees
que puedo hacer esto, mamá? ¿O tal vez debería estar preguntando si debería
hacerlo? Después de todo, ¿qué sé yo de lo que necesita un chico?
Ambos miraron a Ricky, que estaba empezando a moverse un poco. —
Hijo, nadie sabe mejor que tú lo que un chico como él necesita. Tu padre y yo
sólo leímos sobre lo que tú habías pasado. Pero tú realmente lo viviste. Al igual
que cualquiera que asuma el papel de padre, no tienes que ser perfecto. Sólo
tienes que estar ahí para él.
De repente, los ojos de Ricky se abrieron de par en par, y una miríada de
emociones aparecieron en su pálido rostro: confusión, dolor, miedo, y luego más
confusión. Marlene inmediatamente salió de la habitación para ir a buscar a la
enfermera, quien les había pedido que la avisaran cuando Ricky se despertara.
Mientras tanto, Jack se acercó a la cama. —Está bien, chico. Estás a salvo.
El doctor me dijo que hizo un gran trabajo con tu brazo roto. También tienes una
nueva cosecha de chichones y moretones, así que te va a doler por un tiempo.
Ahora mismo, sigues grogui por la anestesia. Sólo para que lo sepas, esa mujer
que acaba de irse era mi madre. Fue a buscar a la enfermera para hacerle saber
que estás despierto.
La niebla en los ojos de Ricky comenzó a despejarse, y él luchó por
sentarse, poniendo una mueca de dolor. —¿Jack? ¿Qué coño estás haciendo
aquí?
—Quédate quieto y déjame ayudarte. Y cuida tu lenguaje cuando vuelva
mi madre. No le gusta que nadie hable inapropiadamente a su alrededor.—Jack
presionó el botón para levantar la cabecera de la cama. —En cuanto al resto, la
policía encontró mi tarjeta en tu bolsillo cuando te trajeron al hospital. Vinieron
a la casa para ver por qué la tenías y si te conocía.
El miedo había regresado. —¿Qué les dijiste?
—Que yo era tu amigo, pero ellos volverán y querrán respuestas a sus
preguntas.
Le dio a Ricky un minuto para asimilar eso antes de continuar. —No sé
cuánto recuerdas sobre lo sucedido. Evidentemente, los policías recibieron una
llamada anónima desde un teléfono desechable indicándoles que había alguien
gravemente herido. Cuando te encontraron, no había nadie más alrededor. Estaba
lloviendo tan fuerte que pensaron que cualquier evidencia probablemente se
habría desvanecido o habría sido comprometida. También revisaron el permiso
de conducir que llevabas, pero es falso. No hay coincidencias ni con el nombre.
Ahora mismo eso es todo lo que saben.
Jack dejó de hablar, esperando que el chico le ofreciera alguna explicación
sobre lo que le había pasado. Parte de la tensión de Ricky desapareció, pero su
boca permaneció firmemente cerrada. No había duda de que no sería más
comunicativo con la policía cuando aparecieran.
—¿Quieres que llame a alguien?
Así de rápido, Ricky se puso tenso de nuevo. —No, nadie.
—Ricky Patton, si ese es tu verdadero nombre, sé que realmente no me
conoces. Sólo soy un tipo que te dio unos dólares y un par de comidas.
—¿Y? Estaba bien por mi cuenta antes de eso, y estaré bien una vez que
salga de aquí.
—Eso es mentira, y ambos lo sabemos. —Jack se acercó lo suficiente para
obligar a Ricky a mirarlo. Entretejiendo sus palabras con acero puro, le expuso
todo al chico. —Tienes que confiar en alguien alguna vez. No digo que tenga
que ser yo. Los dos policías que vinieron a verme parecían decentes. Elige uno
de ellos en cambio. Pero sin importar a quién elijas, el mensaje entre líneas es
que podrías haber sido asesinado hoy. Alguien te dejó tirado en la alcantarilla
todo roto y sangrando. Quienquiera que sea el bastardo que lo hizo debe estar
tras las rejas, no vagando por las calles libre para hacerlo de nuevo. Y si es a ti a
quien tiene como objetivo específico, la próxima vez que se cruce contigo en el
camino probablemente será la última, porque estarás muerto. Por lo menos, dile
a la policía lo que sabes para que puedan ir tras él.
Ricky se puso aún más pálido. —¡Apártate de mí! No le diré nada a la
policía. Como dije, puedo cuidarme solo.
A pesar de las palabras valientes, el chico asustado detrás de esa
bravuconería asomaba en sus amplios ojos y en la forma en que su voz se
rompía. Jack retrocedió un milímetro. Apostaría cualquier cosa a que el chico
estaba protegiendo a alguien, pero no a sí mismo.
—Bien, este es el trato. La policía asume que eres menor de dieciocho
años. Supongo que tienen razón, y seguro que ya han llamado al Servicio de
Protección de Menores. Mi madre tiene las credenciales apropiadas para
proporcionar un Hogar de Acogida y probablemente conoce ala asistente social
asignada a tu caso. Vas a necesitar un lugar seguro para quedarte, especialmente
con tu brazo así de jodido. Date un respiro y ven a vivir con nosotros al menos
hasta que se te cure el brazo. Tendrás tu propia habitación, que tiene un cierre de
seguridad por la parte de dentro. Nadie entrará a menos que tú se lo permitas.
Ricky se movió y le dio la espalda a Jack, pero el chico no le dijo que se
fuera a la mierda. Tal vez estaban llegando a algún entendimiento.
—Estamos dispuestos a que te quedes con nosotros dos, es decir, mi madre
y yo, pero no te mentiré. Se espera que las personas que viven en nuestra casa
aporten su propio esfuerzo, así que habrá algunas reglas y regulaciones
involucradas. Cosas como trabajar para volver a la escuela. En la medida que tu
brazo lo permita, harás tareas y tendrás otras responsabilidades mientras estés
con nosotros. Y para que conste, no hay límite de tiempo respecto a cuánto
puedes quedarte, siempre y cuando hagas un esfuerzo de verdad para seguir la
línea. Podemos hablar de los detalles cuando te sientas más despejado.
Silencio, pero de nuevo ningún rechazo. Al menos el chico lo estaba
pensando. Jack estaba a punto de irse para darle un poco de espacio al chico,
cuando Ricky se giró y se tumbó de espaldas, maldiciendo cuando le dolió el
brazo. —¿Por qué harías esto? ¿Qué sacas tú de esto?
Dios, el chico sonaba como lo había hecho Jack en su día. Le sonrió a
Ricky. —Mi mejor suposición es un montón de labia por tu parte.
Una pequeña sonrisa apareció y desapareció antes de que Ricky pudiera
ocultarla. Aún desconfiado, frunció el ceño. —En serio, ¿por qué harías esto?
Nadie hace una mierda por nadie sin sacar algo de ello.
Ahora no era el momento para contar la historia de la vida de Jack. Optó
por decir lo que Ricky realmente necesitaba escuchar. —Por ahora, todo lo que
necesitas saber es que mi madre me sacó de las calles cuando tenía más o menos
tu edad, y me fue bien. Tal vez creo que mereces la misma oportunidad que yo
tuve.
Podía oír a su madre hablando con alguien, lo que significaba que ella y la
enfermera estaban cerca de la puerta. —No tienes que decidir de inmediato,
Ricky. Sólo pensé que descansarías mejor sabiendo lo que estaba pasando y
cuáles serían tus opciones cuando echen a patadas tu flacucho trasero de aquí.
La comisura de la boca de Ricky se curvó un poco hacia arriba. —Dos
cosas, Jack. Primero, mi trasero no es flacucho. Segundo, ¿tu madre hornea
galletas muy a menudo?
Jack lo miró fijamente, con cara severa y serio como el infierno. —Dos
respuestas, chico. Sí, lo es, y… sí, lo hace.
Ricky levantó lentamente su mano buena y se la tendió. —Entonces hay
trato.
—Sabía que eras más listo de lo que parecías, chico.
Jack estrechó la mano de Ricky pero ignoró el repentino brillo en los ojos
del adolescente y la forma en que éste parpadeaba como loco para despejar las
lágrimas que amenazaban con derramarse por sus mejillas. Jack sabía por
experiencia propia cuánto significaba el orgullo para un chico como Ricky.
Cuando no tenías nada más que la ropa que llevas encima, a veces el orgullo era
todo lo que tenías a tu favor. Mientras se volvía para saludar a la enfermera y a
su madre, Jack se dio cuenta de que la piedra de preocupación de diez toneladas
de peso que había estado aparcada sobre sus hombros toda la noche de repente se
sentía mucho más pequeña.

Caitlyn Curtis se detuvo junto a la acera y estacionó. Antes de salir de su


coche, estudió la casa donde su más reciente cliente estaba quedándose. Era,
probablemente, dos décadas más antigua que la casa en la que ella había crecido,
pero había definitivamente similitudes. Si tenía que adivinar, el salón principal
probablemente estaba en el primer piso, mientras que los dormitorios estaban
todos en el segundo. El dormitorio principal estaba situado probablemente hacia
el frente, con los dormitorios más pequeños con vistas al patio trasero. Al menos
eso había sido cierto en las dos acogedoras habitaciones que ella y su hermano
mayor habían reclamado en el hogar de su infancia. El recuerdo de aquella
habitación la hizo sonreír. ¿Cuántas horas había pasado acurrucada en el asiento
de la ventana soñando despierta mientras miraba el mundo exterior?
Sacudió la cabeza, despejando los recuerdos para concentrarse en sus
primeras impresiones de sus clientes más recientes. Le gustaba que el jardín
estuviera recién segado y que los parterres se mantuvieran limpios y ordenados.
La casa en sí también estaba bien mantenida, de modo que incluso un observador
casual sabría que los propietarios se enorgullecían de su casa. Esperemos que eso
significara que extenderían el mismo grado de cuidado al niño que había sido
enviado a vivir con ellos.
Sólo había una forma de averiguarlo. Cogió su maletín y su bolso antes de
salir del coche. Caminó por el camino de entrada, tomando nota del par de
vehículos estacionados allí. Uno era, definitivamente, una camioneta de obrero
con todas las mellas y abolladuras para probarlo. Había un letrero en la puerta
del conductor que decía JOE'S CONSTRUCTION. El segundo, un SUV de
último modelo, era obviamente el bebé mimado de alguien. Sería interesante
conocer a los dueños y ver si ella podía adivinar a cuál de ellos pertenecía cada
vehículo.
La puerta principal se abrió antes de que ella pudiera llamar. Caitlyn sabía
que debía presentarse, pero en ese momento no estaba segura de poder
encadenar las palabras en un orden coherente. Le habían dicho que Marlene
Lukash, la madre de acogida, era una mujer de cincuenta y muchos años.
En lugar de eso, la persona al otro lado de la puerta mosquitera era un
hombre de su misma edad, ¡y qué hombre! Era unos doce centímetros más alto
que ella, lo que lo convertía en aproximadamente uno ochenta y dos de altura,
pero sus hombros estaban a punto de abarcar todo el ancho de la puerta. Su pelo
castaño rojizo estaba cortado al estilo militar, y sus ojos verdes se clavaban en
los de ella con una intensidad increíble. Dios, esperaba no estar babeando.
Alzó una ceja, claramente preguntándose por qué ella estaba allí parada sin
decir una palabra. —¿La Sra. Curtis?
Se las arregló para responder. —Sí, lo siento. No me esperaba... me dijeron
que sería mayor. —Y decidiendo que podría ir a por todas, añadió, —y una
mujer.
Su boca se curvó con una pequeña sonrisa, claramente disfrutando de su
vergüenza. —Así que, dígame, Sra. Curtis. ¿Está decepcionada de que ninguna
de esas cosas sea verdad?
De ninguna manera ella iba a responder a eso. Aun así, no podía recordar
la última vez que había estado tan consciente de un hombre. Aunque sus rasgos
eran demasiado osados para ser considerado clásicamente guapo, su aspecto
seguía siendo atrayente. Luego estaba el hecho de que siempre había sido una
tonta cuando se trataba de un tipo con un malvado sentido del humor. Esos
increíbles hombros y esos ojos sonrientes eran sólo la guinda del pastel, ricos y
demasiado tentadores. Respiró profundamente mentalmente y volvió a la tarea.
—¿Está disponible la Sra. Lukash? Soy la tutora que contrató para trabajar con
su hijo acogido.
—En realidad, soy yo quién pagará su cuenta. —Abrió la puerta para
dejarla entrar. —Soy Jack McShane. Marlene Lukash es mi madre. Ella y Ricky
están en la tienda, pero volverán en unos minutos. Quería tener la oportunidad de
hablar con usted antes de que conozca a su nuevo alumno.
Entonces, ¿por qué no le habían dicho todo esto de antemano? Dudó antes
de entrar en la casa. —Tenía entendido que me presentaría directamente ante la
Sra. Lukash.
Su sonrisa se extendió. —¿Qué pasa, Sra. Curtis? ¿Teme que pueda
morderle?
Respondió a su sonrisa con una de las suyas. —No, pero le advierto que yo
a usted sí.
Su risa la envolvió, haciéndola mucho más consciente de él. Dios, ¿en qué
estaba pensando? No tenía nada que hacer coqueteando con un cliente.
¿Aceptaba el trabajo o se marchaba?
No era un concurso, no cuando ella sabía que había un estudiante
involucrado que necesitaba su ayuda especializada. Todo lo cual significaba que
era hora de concentrarse en el trabajo en cuestión.
—¿Por qué no nos sentamos y hablamos de sus preocupaciones, Sr.
McShane? Estoy segura de que preferiría hacer sus preguntas antes de que Ricky
regrese a casa.
—Llámeme Jack, y tiene razón. Deberíamos empezar.
Al menos él se apartó del camino para dejarla pasar. Ella hizo lo mejor que
pudo para concentrarse en lo que la rodeaba en lugar de en lo bien que la
camiseta de punto que llevaba Jack mostraba ese impresionante conjunto de
músculos. El interior de la casa tenía una sensación cálida y anticuada que
encajaba perfectamente con el exterior. Después de seguir a Jack a la sala de
estar, se detuvo para mirar a su alrededor. Los muebles sobrecargados estaban
diseñados para la comodidad, y los cuadros de la familia esparcidos alrededor
sólo añadían más atractivo al cuarto.
—Siéntese, Sra. Curtis. ¿Puedo traerle algo?
—Nada por ahora, gracias. —Alguien le había enseñado a Jack buenos
modales. Después de instalarse en la silla más cercana, ella sacó su portátil. —
¿Por qué no le explico cómo trabajo, y luego puede hacer sus preguntas?
Jack se instaló en el sofá. —Estoy escuchando.
Caitlyn comenzó resumiendo sus credenciales, las cuales la hacían
particularmente apropiada para trabajar con chicos como Ricky. —Por lo que
entiendo, usted todavía no ha conseguido sus registros de su anterior escuela
para usarlos como punto de partida.
—Eso es verdad.
—Entonces yo sugeriría que comencemos haciendo una evaluación
completa para ver dónde está Ricky en todas las materias académicas
principales. Una vez que tengamos esos datos, podré preparar un plan de acción
para él. —Se dio cuenta de que Jack estaba frunciendo el ceño. —¿Es eso un
problema?
—No, en absoluto. Pero si está muy atrasado, ¿podrá ponerlo al día antes
de que empiece el semestre de otoño?
Hace mucho tiempo aprendió a pecar de ser cauta en lugar de hacer
promesas que tal vez no pueda cumplir. Había demasiadas variables que
entraban en juego, como lo duro que Ricky estaba dispuesto a trabajar. —
Desafortunadamente, no puedo garantizarlo, pero prometo hacer todo lo posible
para ayudarlo a tener éxito. Sin embargo, trabajo estrechamente con el distrito
escolar local, así que estoy muy familiarizada con sus programas. Si Ricky no
está al día y preparado para la escuela secundaria en el otoño, hay un programa
alternativo que está dirigido a los estudiantes que se han atrasado y necesitan
ayuda extra antes de reintegrarse a las clases regulares.
—Quiero que reciba toda la ayuda que necesite.
Ella le ofreció su mejor sonrisa profesional. —Entonces estamos en la
misma página.
Antes de que pudieran continuar la conversación, se abrió la puerta
principal. La primera en unirse a ellos fue una mujer atractiva que parecía tener
entre 50 y 60 años. Tenía que ser Marlene Lukash, la madre de Jack, aunque no
había ningún parecido familiar. Su pelo liso era oscuro y volviéndose gris, nada
como los destellos rojizos y el indicio de una onda en el de Jack. Tampoco había
similitud en la forma o el color de sus ojos. Los de ella eran de color marrón
oscuro, mientras que los de su hijo eran de color verde brillante. Interesante.
Un adolescente entró justo después de ella, pero se congeló en cuanto vio a
Caitlyn. Ésta dejó su laptop a un lado y se puso de pie. —Sra. Lukash, soy
Caitlyn Curtis.
—Bienvenida a nuestra casa.—Marlene cruzó el área para dirigirse a
donde Caitlyn estaba de pie y estrechó su mano. —¿Y puedo presentarle a
nuestro hijo acogido, Ricky?
El niño ya era más alto que ella, pero le quedaba un largo camino por
recorrer para llenar ese marco adolescente y desgarbado. Le recordaba a su
hermano a esa edad, todo brazos y piernas largas. Caitlyn le sonrió y le ofreció
su mano también. Ricky le dio a su mano un torpe apretón pero luego se retiró
para pararse junto a Jack, quien también se había puesto de pie. Mientras ella
miraba, Jack le dio al chico un golpe rápido consu hombro, diciéndole sin
palabras que él estaba ahí para él. Una cosa más que le gustó del hombre.
—Ricky, la Sra. Curtis es la tutora de la que hablamos. Está deseando
trabajar contigo.
La mandíbula del niño se apretó lo suficiente como para advertir a Caitlyn
que no estaba tan entusiasmado con la perspectiva de trabajar con ella. Eso
estaba bien. Con el tiempo suficiente, ella se lo ganaría. —Encantada de
conocerte, Ricky. No hay mejor momento que el presente para empezar. ¿Por
qué no vamos a buscar un lugar tranquilo y nos ponemos a trabajar?
Jack puso su mano en el hombro del chico. —Chico, tengo un par de citas
esta tarde con respecto a nuevos trabajos, pero mamá estará aquí si la necesitas.
—Miró su reloj. —Debería estar de vuelta a las cinco.
Volvió a prestar atención a Caitlyn. —¿Cuándo podemos discutir los
resultados de su evaluación, Sra. Curtis?
—Si todo va bien, debería tener un plan establecido para mañana por la
tarde. Puedo reunirme con todos ustedes aquí a cualquier hora que sea
conveniente.
Jack revisó su agenda. —Apuntemos a las cuatro y media si no es
demasiado tarde para usted.
—Eso debería estar bien.
—Bien, entonces me voy de aquí. Ricky, no te comas más que tu justa
ración de esas galletas que mamá horneó esta mañana. Las conté, así que lo
sabré.
El niño se rio, por primera vez aparentando su edad real, la cual Caitlyn
estimaba que era de unos catorce años, tal vez quince. Él observó hasta que Jack
salió por la puerta y se subió al SUV. Sí, ella debería haberadivinado que ese era
el suyo. También notó que la habitación se sentía mucho más grande ahora que
él no estaba.
Ricky finalmente se volvió para mirarla. —¿Qué tengo que hacer?
—Nada demasiado doloroso. No hay suspensos, ni aprobados en estas
pruebas, Ricky. Están diseñadas para hacerme saber por dónde deberíamos
empezar a trabajar. De esa manera, no repetimos cosas que ya dominaste.
La Sra. Lukash señaló hacia la puerta en el lado opuesto de la habitación.
—¿Por qué no usan la mesa del comedor? Estaré arriba en mi cuarto de costura
si me buscan.
—Estaremos bien.
Ricky la siguió, moviéndose lentamente, claramente sin prisa por empezar.
—Voy a por algo de beber primero. ¿Quiere algo?
—Yo no diría que no a un vaso de agua helada.
Ella pasó el tiempo que él estuvo en la cocina disponiendo todos sus
materiales. Sabiendo que una actitud positiva era una gran parte del éxito de un
estudiante, ella le daría todo el tiempo que él necesitara para prepararse en lugar
de apresurarlo para que hiciera las pruebas. Y si, mientras esperaba, sus
pensamientos estaban llenos de imágenes de Jack McShane, bueno, ese era su
propio pequeño secreto.
Capítulo Cuatro
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

Jack se preparó para lo que sospechaba que sería una conversación difícil.
Vertió un vaso de leche y lo llevó junto con un plato que contenía dos
browniesrecién hechos al comedor, pensando que la bondad del chocolate casero
de Marlene podría ayudar a allanar el camino. Cuando entró en la habitación,
preguntó: —Oye, chico, ¿a qué hora es tu clase hoy?
Ricky levantó la vista del problema de matemáticas en el que estaba
trabajando, sus ojos entrecerrados por la sospecha. —A las tres y media. ¿Por
qué?
Después de poner la leche frente al adolescente, Jack se sentó al otro lado
de la mesa para evitar apretujar al chico. Le ofreció a Ricky un brownie y luego
tomó el otro para él.
—No quiero interferir con tu sesión con la Sra. Curtis, pero necesito
llevarte a comprar más ropa y tal vez zapatos nuevos.
En realidad, definitivamente unos zapatos nuevos, considerando que las
zapatillas de Ricky parecían algo que había sacado de un contenedor de basura
en alguna parte. Sin embargo, es importante no hacer demasiado, demasiado
rápido. Incluso después de vivir con Jack y Marlene durante la mayor parte de
las dos últimas semanas, Ricky seguía siendo tan asustadizo como un gato
salvaje. Haría falta mucha persuasión para que aceptara lo que probablemente
vería como caridad. Ricky ya estaba descontento con que Jack le pagara a
Caitlyn para que le ayudara a ponerse al día con sus estudios. Por supuesto, él
estaría igualmente descontento si Jack señalara que podían contactar a una de las
organizaciones que proveen ropa para los niños de acogida. Al menos de esta
manera él tendría alguna opción respecto a lo que ponerse.
Ricky engulló el brownie con un trago de leche antes de responder. —No
necesito más ropa.
Entonces inmediatamente volvió a trabajar en su problema de matemáticas
como si fuera la cosa más fascinante que había visto en su vida. Si su cara no
hubiera adquirido un interesante tono de rojo, Jack podría haberse tragado el
acto. Se tomó un segundo para disfrutar de su propio brownie y luego regresó a
la discusión.
—Sí, Ricky, la necesitas. A mi hermano Tino no le importará que hayas
estado usando algunas de sus cosas, pero no te quedan bien. Además, sólo estoy
hablando de un par de jeans, unas camisetas y ropa interior. No es para tanto.
Por la forma en que Ricky agarraba el lápiz con los nudillos blancos, Jack
se equivocaba al respecto. Para el chico, obviamente era algo importante.
Maldita sea, ¿no sabía que se merecía un par de vaqueros que no tuvieran
agujeros en las rodillas y una camisa que no estuviera tan desgastada que se
pudiera ver a través de ella? Jack se recostó en su silla y cruzó los brazos sobre
su pecho.
—Así que, Ricky, supongo que volvemos a la parte de “no acepto
caridad”. Créeme, lo entiendo. He estado ahí, he hecho eso yo mismo en mis
tiempos. Sin embargo, no puedes esperar que mi madre siga lavándote la ropa
todos los días sólo porque sólo tienes un par de calcetines.
El chico se encogió de hombros, su cara apretada por la frustración. —
Bien. Puedo lavar mi propia ropa. Nunca le pedí que me atendiera.
Bien, obviamente ese había sido un argumento equivocado para que Jack
lo intentara. —Sólo ha estado lavando tu ropa por tu brazo roto. Créeme, una vez
que tu brazo esté curado, estarás lavando tu propia ropa. Mamá siempre ha sido
clara sobre el hecho de que no está aquí para dar servicio de criada a ninguno de
nosotros.
Al menos eso hizo sonreír un poco a Ricky. —Sí, puede haber mencionado
eso cuando vio la ropa sucia y las toallas mojadas en el suelo de mi habitación.
Jack pensó en la pila similar en su propia habitación. Por lo menos tenía su
propia lavadora y secadora en el apartamento del garaje, así que su madre no
tenía razón para venir a husmear, buscando ropa para lavar. Aun así, sería mejor
que recogiera un poco cuando volvieran de las compras.
No le había pasado desapercibido el hecho de que Ricky había usado el
tema de la lavandería para redirigir la conversación. Jack los arrastró a ambos de
vuelta al asunto en cuestión. —Así que, ¿por qué no te tomas un descanso de tus
deberes y vienes de compras conmigo?
La sonrisa de Ricky desapareció tan rápido como había llegado. —Como
dije, no necesito más ropa.
—Y ambos sabemos que sí la necesitas. —Jack levantó la mano para
detener lo que Ricky estaba a punto de decir en protesta. —Si quieres, podemos
hacer un seguimiento de lo que gastamos, y te lo descontaré de tu salario cuando
puedas volver a trabajar para mí.
Vale, evidentemente esa idea había funcionado, aunque Ricky todavía no
parecía convencido o muy contento con la perspectiva. Dejó el lápiz más fuerte
de lo necesario y cerró su libro de matemáticas. —Sólo recuerda que todavía
tengo más trabajo que hacer antes de que Caitlyn llegue aquí. Le diré que es tu
culpa si no logro hacerlo todo.
Jack sacó sus llaves. —Me parece justo. Hablaré con ella sí parece que no
terminarás a tiempo, pero no estaremos fuera tanto tiempo.
No es que le importase tener una excusa para hablar con Caitlyn. Desde
aquella primera reunión, en la que los dos habían intercambiado algunos
comentarios burlones, ella no había hecho otra cosa que ser profesional. Él
supuso que así era como debía ser, pero su brillante sonrisa aún perseguía sus
sueños. Más de una vez, se había quedado despierto durante la noche
preguntándose si sus labios serían tan suaves como parecían. Incluso si ella
estuviera dispuesta a permitirle averiguarlo, no estaría bien. Ella estaba ahí para
Ricky, no para cumplir las fantasías de Jack.
Una vez que estuvieron en el SUV, Ricky preguntó, —¿Alguna posibilidad
de que podamos conseguir algunas hamburguesas para el almuerzo? Tu madre es
una gran cocinera, pero nunca he comido tantas ensaladas.
Disparando al niño una sonrisa compasiva, Jack asintió. —Sí, lo entiendo.
Si me dejas comprarte zapatos nuevos sin quejarte, hasta te dejaré elegir a qué
restaurante de comida rápida vamos de camino a casa.
El entusiasmo de Ricky por un par de hamburguesas se desvaneció un
poco, pero luego asintió. —Bien. Acabemos con esto de una vez.
Diez minutos después, Jack metió el SUV en el estacionamiento de una
tienda de descuento. —Podemos hacer esto de dos maneras. Puedo ir contigo
para ayudarte a elegir lo que necesitas, pero sin ir al probador contigo porque
ninguno de nosotros quiere eso. La otra opción es que puedo esperar en la
cafetería en el frente de la tienda. Puedes venir a buscarme cuando termines, y
pagaré para salir de aquí.
—Puedo encargarme de las compras por mi cuenta. —Entonces Ricky
dudó y levantó ligeramente su brazo roto. —Bueno, tal vez excepto por los
zapatos.
—Me parece justo. —Jack sacó un trozo de papel de su bolsillo. —Mamá
hizo esta lista de cosas que deberías conseguir. Sé que es probablemente más de
lo que quieres, pero te sugiero que hagas lo que ella dice. De lo contrario, los dos
estaremos aquí mañana para terminar el trabajo.
Ricky escaneó la lista y luego se la metió en el bolsillo. En vez de
quejarse, sorprendió a Jack sonriendo. —¿Saben los tipos con los que serviste
que un tipo duro como tú aún le teme a su madre?
Vale, eso fue divertido, no es que fuera a permitir que el chico lo supiera.
En cambio, le dirigió a Ricky una mirada perversa. —No, no lo saben, y si
alguna vez conoces a alguno de ellos, te agradecería que mantuvieras la boca
cerrada al respecto. Además, ella sólo te lo va a poner fácil por tu brazo roto, y
está tratando de engordar ese culo flaco tuyo. Dejará de tratarte con guantes de
seda después de que hayas engordado un poco y te quiten el yeso. Entonces
veremos quién le tiene miedo.
Ahora mismo Ricky parecía más preocupado que divertido. —¿Qué hay de
tus hermanos? Cuando eran niños, ¿también vivían con miedo de ella?
Obviamente Ricky no se dio cuenta de que Jack sólo bromeaba respecto a
Marlene. —No tenemos miedo de nuestra madre. No de la manera que creo que
quieres decir, de todos modos. Por supuesto, ella nunca soportó ninguna mierda,
pero ni ella ni papá levantaron una mano para lastimarme a mí o a mis hermanos.
Después de la mierda por la que pasamos, ninguno de nosotros se prestaba a
confiar en nadie, pero no nos llevó mucho tiempo darnos cuenta de que
estábamos bien con ellos. —Para ese momento ellos estaban entrando en la
tienda, así que Jack dejó el tema. Agarró un carrito. —¿Quieres ver lo zapatos
primero? Una vez que hayas terminado con eso, te dejaré encargarte del resto
mientras tomo un poco de café.
Ricky no contestó, pero se dirigió hacia la parte de atrás de la tienda donde
estaban los zapatos.

Jack estaba con su segunda taza de café cuando Ricky vino a buscarlo.
Después de tirar el resto de su bebida a la basura, Jack siguió al adolescente
hasta la caja registradora. Era tentador hacer una revisión sobre la marcha para
asegurarse de que Ricky había conseguido todo lo que estaba en la lista de
Marlene. Sin embargo, había un montón de ropa lo suficientemente grande en el
carro como para hacerle creer a Jack que el chico había hecho todo lo posible
para seguir sus sugerencias.
La cola de salida era sorprendentemente corta, y no tardó mucho en sonar
un total que hizo a Ricky tragar con dificultad. Le dirigió a Jack una mirada de
pánico. —Mierda, hombre, no pensé que sería tanto. Voy a regresar algo de esto
a su sitio.
Cuando empezó a agarrar una de las bolsas, Jack lo detuvo mientras le
daba al empleado su tarjeta de crédito. El total había sido impresionante, pero no
rompería la banca. —No. Como dije, si no lo conseguimos todo ahora, mamá
nos enviará de vuelta mañana.
En realidad, había sido su sugerencia que ella fuera quien escribiera la lista
para Ricky, pensando que él se lo tomaría mejor viniendo de ella. Ella había
escrito lo básico y añadió las pocas sugerencias adicionales que Jack había
hecho. Ricky podría necesitar algunas cosas más antes de que empezara la
escuela, pero estaría bien abastecido hasta entonces.
Cuando todo estaba empaquetado y listo para salir, se dirigieron al coche
de Jack. Después de que guardaron todo y devolvieron el carrito, Jack encendió
el motor. —Bien, te ganaste tu almuerzo. ¿Adónde quieres ir?
Ricky miró a su alrededor a los varios restaurantes de comida rápida que se
sucedían en la calle. Señaló el más cercano. —Tienen las mejores hamburguesas
y patatas fritas.
—¿Quieres entrar y comer o pedir para llevar y regresar a casa?
—¿Le importará a tu madre que lo llevemos a casa? Realmente necesito
volver para hacer esas matemáticas.
Era interesante que Ricky estuviera tan empeñado en hacer su tarea. —A
ella no le importará mientras le llevemos su almuerzo, también. Sé que tiene
debilidad por sus batidos de chocolate y sus hamburguesas dobles con queso.
Cuando se alejaron de la ventanilla de pedidos sin bajarse del coche unos
minutos más tarde, Jack decidió averiguar un poco más sobre la tarea de Ricky.
A pesar de que se estaba quedando atrás en algunas materias, las matemáticas
eran la única cosa en la que estaba a la altura de su grado académico, o incluso
por encima de ese nivel.
—¿En qué tipo de matemáticas te tiene trabajando?
Ricky giró la cabeza para mirar por la ventanilla lateral. —Álgebra 1.
—¿Te gustan las matemáticas? Porque por lo que nos dijo, tienes talento
para ellas.
—Está bien, supongo. Además, todo esto es un repaso para mí.
Bueno, esto no estaba llevando a Jack a ninguna parte. —Según recuerdo,
la geometría es normalmente lo que viene después. ¿Fue así para ti?
El chico le dirigió una mirada oscura antes de volver a darle la espalda. —
Habría sido.
¿Qué demonios se supone que significa eso? Desafortunadamente, ya
habían llegado a la casa. Ricky salió disparado del SUV antes de que Jack
hubiera tenido la oportunidad de poner el freno. Tomó las bolsas de comida y la
bandeja que contenía los batidos y se dirigió hacia la puerta principal.
De seguro, él encontraría tiempo para hablar con Caitlyn Curtis a solas
para ver si ella había sido capaz de convencer a Ricky de compartir algo de su
historia con ella. La Sra. Harkens, la trabajadora social del Servicio de
Protección de Menores, había prometido hablar con Jack, si se las arreglaba para
rastrear los registros familiares y escolares de Ricky. Hasta ahora, no había
tenido noticias de ella. Si bien los registros podrían ser útiles para que el chico
vuelva a las clases en el nivel adecuado en otoño, a Jack le importaba un bledo si
alguna vez encontraban a su familia.
Si Ricky quisiera que supieran dónde estaba, ya lo habría dicho. Su
negativa a mencionar nada sobre su pasado desencadenaba todo tipo de alarmas.
Ricky obviamente sabía quién lo había enviado al hospital con un brazo roto y
múltiples contusiones. Si hubiera sido un ataque al azar de un extraño, no habría
razón para que no cooperara con la policía. En vez de eso, Ricky había levantado
un muro de piedra bloqueando a todo el mundo.
Así que, sí, Jack no estaba tan ansioso por que la familia de Ricky supiera
de su paradero. Tendrían que tratar con ellos de un modo u otro en algún
momento. Sólo deseaba que Ricky le contara lo que estaba pasando en ese
frente. Al menos, de esa manera podrían formular un plan de acción viable. Por
ahora, todo lo que Jack podía hacer era vigilar al chico y esperar que
eventualmente confiara en Jack o en Marlene lo suficiente como para hacer algo
más que mantener un techo sobre su cabeza y alimentar su flaco trasero.
Hablando del demonio, Ricky reapareció en la puerta de entrada. —Hey,
¿dónde está mi hamburguesa? ¡Preferiría comérmela mientras todavía esté
caliente!
—Ya voy. Ya voy.
Después de entregar su mensaje, Ricky regresó a la casa. Jack se las
arregló para esconder su sonrisa hasta que el adolescente no pudiese verla. Tal
vez se estaba aferrando a un clavo ardiendo, pero sospechaba que era una buena
señal que el chico se sintiera lo suficientemente cómodo cerca de Jack como
para actuar como un incordio en el buen sentido. De cualquier manera, él
prefería eso a que el chico se escondiera en su cuarto o, peor aún, que atacara
cada vez que Jack o su madre le hablaban.
Sintiéndose un poco mejor con respecto a la situación, se dirigió al
comedor para repartir las hamburguesas y los batidos. Pero más tarde, seguiría
adelante con la idea de tener esa charla con Caitlyn Curtis.

—Una parada más, y puedo irme a casa por hoy.


Nunca fue una buena señal hablar consigo misma, pero la cabeza de
Caitlyn le estaba latiendo, y necesitaba el recordatorio verbal de que el final
estaba casi a la vista. El día había sido difícil hasta ahora. Desafortunadamente,
la mayoría de los adolescentes con los que trabajaba preferirían estar por ahí con
sus amigos en lugar de estar puertas adentro haciendo tareas escolares con
Caitlyn. Mantener a los chicos más pequeños concentrados y avanzar no era más
fácil. Independientemente de sus edades, ella no dudaba en ponerse firme
cuando sabía que era por su propio bien.
Al menos su último estudiante del día estaba deseoso de hacer el trabajo
que ella le asignaba. Hasta ahora, al menos. Sospechaba que ella y Ricky estaban
actualmente en la etapa de luna de miel de su relación. Obviamente le gustaban
las matemáticas, y le resultaban fáciles. Por eso las eligió como primera materia
a abordar.
En contraposición, no había obtenido una puntuación tan alta en lenguaje y
literatura, y su puntación en lectura era ligeramente más baja de lo que ella
pensaba que debería ser. Estarían agregando esas dos materias a su agenda a
principios de semana. Sería bueno saber más sobre los antecedentes del chico.
Ella sospechaba que sus problemas en algunas de las áreas de estudio podrían
deberse a la baja asistencia, pero él no había sido muy comunicativo acerca de su
experiencia pasada con la escuela.
Se detuvo frente a la casa de la familia Lukash y apagó el motor. Mientras
recogía los materiales que necesitaba para la lección de Ricky, trató de ignorar la
pequeña parte de ella que estaba contenta de ver que tanto el SUV de Jack
McShane como la discordante camioneta que usaba en sus trabajos de
construcción estaban estacionados uno al lado del otro en la entrada.
No tenía por quéestar pendiente de nada sobre el hombre, incluso si era él
quien le pagaba su salario. Era al niño al que ella estaba allí para ver, y éste se
merecía toda su atención. Aun así, había algo en los ojos verdes y la sonrisa
amistosa de Jack que realmente la atraía. También admiraba su determinación
por ayudar a Ricky. Por las pocas cosas que el adolescente había dejado escapar,
los dos se habían conocido cuando Ricky se había ofrecido a hacer un trabajo
monótono para Jack cuando estaba fuera haciendo un trabajo.
Hasta ahora, ninguno de ellos había explicado cómo eso había conducido a
que Ricky estuviera viviendo con Jack y su madre. Por supuesto, era Marlene
Lukash quien estaba licenciada para ofrecerle un Hogar de Acogida y custodia
legal a Ricky. Ambos habían dejado claro que era sólo temporal hasta que Jack
obtuviera sus propias credenciales. Incluso ahora, Marlene definitivamente
adoptaba un segundo plano cuando se trataba de tomar decisiones con respecto
al cuidado del adolescente.
La puerta principal se abrió antes de que ella tuviera la oportunidad de
llamar. Una vez más, Jack estaba allí de pie, llenando la puerta con sus anchos
hombros y manteniéndola cautiva con su mirada directa.
Después de un segundo, abrió la puerta mosquitera y la mantuvo abierta
para ella. —Sra. Curtis, pase. Ricky está esperando en el comedor.
Se echó hacia atrás, dándole suficiente espacio para que entrara en la
casa... apenas. Aunque nunca tuvieron contacto real, ella pudo sentir el calor que
irradiaba de su gran cuerpo al pasar. O quizás el calor que sentía provenía de su
aguda percepción de él como hombre, lo cual no era nada menos que estúpido,
por no decir poco profesional.
Al menos tenía suficiente control sobre sus reacciones como para mantener
un ritmo constante en su camino para reunirse con su estudiante. Sólo había dado
unos pocos pasos cuando Jack detuvo su progreso hacia adelante tocando su
brazo, lo que la sorprendió tanto como para dejar caer sus papeles por todo el
suelo. Él inmediatamente retiró su mano y se arrodilló para empezar a
recogerlos. Tan pronto como su corazón se ralentizó a un ritmo más normal, ella
se unió a él para recoger sus cosas.
Mientras le entregaba las últimas páginas, Jack le ofreció una sonrisa de
pesar. —Lo siento. No quise asustarte. Dije tu nombre en voz alta para llamar tu
atención, pero no creo que me hayas oído.
Forzó una sonrisa que probablemente parecía poco sincera. —No me
asustaste. Mi mente estaba en...otra parte. Me has sorprendido. Eso es todo.
—Bien, —dijo, aunque claramente no creyó ni una palabra de lo que ella
acababa de decir.
Con el paso de los años, se había vuelto buena mintiendo sobre sus
reflejosdemasiado sensiblesante un sobresalto, los cuales habían sido
perfeccionados hasta el límitetras años viviendo con su ex-marido. Llevaban
divorciados casi cinco años y sus reacciones generalmente ya no eran tan
exageradas. Tal vez debería compartir un poco más de la verdad.
—Lo siento, Sr. McShane. Tengo un dolor de cabeza atroz, así que hoy no
soy yo misma.
Sus ojos verdes pasaron de dudosos a preocupados. —¿Has tomado algo
para eso?
—Aún no. No tenía nada conmigo, pero esta es mi última parada del día.
—Qué tal si entras con Ricky. Te prepararé una taza del té calmante de
confianza de mi madre y te traeré un par de ibuprofenos.
Esta vez su sonrisa fue más fácil. —Gracias. Eso suena encantador.
Jack asintió y empezó a alejarse. Luego se dio la vuelta. —Antes de que
me olvide, quería hablarte de algo.
Jack miró más allá de ella, obviamente comprobando dónde estaba Ricky,
antes de continuar. —Cuando estés lista para irte, te acompañaré a tu vehículo.
Probablemente para que el chico no escuchara la conversación. ¿Tenía
noticias sobre los antecedentes de Ricky? Esperaba que así fuera.
—Te haré saber cuándo esté lista para irme.
Jack asintió. —Mientras tanto, iré a por ese té.

—¡Buen trabajo, Ricky! Estás llevando muy bien el álgebra. Una vez que
termines el resto de las lecciones de actualización, te pondré en contacto con la
clase on-line del distrito para que puedas obtener crédito por el curso. No debería
llevarte mucho tiempo terminarlo, lo que significa que podrás ser matriculado en
geometría al principio del año escolar. —Empezó a empacar sus cosas. —Para
que lo sepas, empezaremos las clases de lengua y literatura el lunes.
Los hombros de Ricky inmediatamente se hundieron. —¿Tenemos que
hacerlo?
—Lo siento, chico, pero tenemos que hacerlo. Si pones el mismo empeño
en esas lecciones que el que has puesto en las matemáticas, lo harás bien. Ella
mentalmente cruzó los dedos y esperaba que eso fuera verdad.
—¿Alguna pregunta antes de irme?
—No.
Dejó de barajar los papeles para mirar realmente a su estudiante. —Ricky,
¿pasa algo?
—No—,dijo por segunda vez.
Caitlyn se arriesgó a poner su mano en su brazo roto. —¿Estás seguro?
Cuando él se encogió ante su toque a pesar de que no pudo haberlo sentido
a través del grosor del yeso, su estómago se retorció con empatía. Obviamente,
no era la única a la que le costaba aceptar un simple gesto. Era una característica
compartida por un buen número de sus estudiantes a lo largo de los años,
especialmente aquellos cuyas vidas se habían puesto patas arriba como lo había
hecho la de Ricky. Llevaba tiempo y paciencia superar su comprensible
desconfianza. Se enorgullecía de su perseverancia tratando de persuadirlos para
que le permitieran hacer lo que pudiera para que por lo menos un área de sus
vidas fuera más tranquila. Teniendo en cuenta lo que sospechaba sobre cómo se
había roto el brazo, no le sorprendió que fuera un poco asustadizo. —Sabes que
puedes contarme cualquier cosa.
Le apartó la mano. —Estoy bien.
No, claramente no lo estaba, pero ella era reacia a presionar más fuerte. No
habían trabajado juntos tanto tiempo, y ella ciertamente no quería dañar su
todavía frágil relación. ¿Podría esto tener algo que ver con el porqué Jack quería
hablar con ella en privado?
—Vale, Ricky. Pero como dije, si necesitas hablar, te escucharé.
Eso es todo lo que podía hacer por él ahora mismo. Bueno, tal vez había
una cosa más. Sacó una de sus tarjetas de visita. —Aquí está mi dirección de
correo electrónico y mi número de móvil. Ya sabes, en caso de que tengas alguna
pregunta sobre tu tarea o algo así. Voy a estar entrando y saliendo este fin de
semana, pero te llamaré en cuanto pueda.
Cogió la tarjeta, se la metió en el bolsillo de su cadera, y sacudió su cabeza
en un rápido asentimiento para reconocer su verdadera oferta. —Nos vemos la
semana que viene.
Ella no se sorprendió cuando él se largó inmediatamente, abandonando
todos sus papeles y libros sobre la mesa, o cuando Jack se unió a ella tan pronto
como Ricky desapareció. Él miró hacia el lugar por donde su joven amigo se
había ido durante varios largos segundos antes de volver su atención hacia ella.
—¿Hubo algún problema?
Caitlyn se encogió de hombros. —No exactamente. Le iba bien mientras
trabajábamos en sus matemáticas. Cuando mencioné que íbamos a pasar a
lenguaje y literatura, y a la lectura la semana que viene, prácticamente se cerró.
Si recuerda, le dije que lenguaje, literatura y la escritura eran las áreas en las que
se evaluaba por debajo del nivel de su curso.
—¿Tiene algún tipo de problema de aprendizaje?
La expresión de Jack era difícil de descifrar, dejándola preguntándose
exactamente en qué estaba pensando. —No, no lo creo, al menos nada
significativo. Tendríamos que hacer pruebas más intensivas para estar seguros.
Sin embargo, no parece tener ningún problema en seguir instrucciones o leer las
explicaciones de su libro de matemáticas, así que eso es alentador.
Pero tal vez era hora de seguir esta conversaciónfuera. Ella inclinó la
cabeza hacia la cocina donde sospechaba que Ricky se estaba sirviendo un
bocadillo. —Tengo que irme.
Jack entendió la indirecta. —Si no le importa, saldré con usted. Iba de
camino a recoger el correo.
Cuando él le tendió la mano para llevar su laptop, ella vaciló antes de
entregárselo. Sin duda ayudarla a llevar sus cosas era otra maniobra en su
intención de disimular la verdadera razón para acompañarla a su coche. Él abrió
la puerta principal y le permitió salir primero, otro ejemplo de que alguien le
había enseñado buenos modales a Jack. Ella apostaba a que ese alguien había
sido el Sr. Lukash.
Cuando ambos estaban fuera con la puerta cerrada y separándolos de
Ricky, Jack aclaró su garganta como si lo que quisiera decir no fuera fácil para
él. Tal vez ella podría ayudarlo con eso.
—Está preocupado por Ricky y quiere saber si me ha dicho algo sobre su
pasado.
Jack se detuvo y la miró fijamente con el ceño fruncido. —Sí.
Exactamente.
—La respuesta corta sería no, no lo ha hecho. Le dije que si necesitaba
hablar... ya sabe, sobre cualquier cosa... que podía contactar conmigo. Tiene mi
dirección de correo electrónico y mi número de móvil.
—Si se pone en contacto con usted, compartirá la información conmigo.
Era hora de establecer algunas reglas básicas. —No puedo hacer una
promesa como esa sin reservas, Sr. McShane. Si guarda relación puramente con
su progreso académico, por supuesto que lo compartiré. Pero si comparte algo
personal y me pide que me lo guarde para mí, lo haré.
Jack puso su computadora en el capó de su auto con un cuidado exagerado
cuando obviamente hubiera preferido tirarla al suelo o tal vez patearla por la
calle. Cuando se volvió hacia ella, se acercó lo suficiente como para que supiera
que la estaba acosando deliberadamente.
—El bienestar de ese chico es mi responsabilidad, Sra. Curtis, no la suya.
No puedo ayudarlo si no me dice de qué o de quién huye asustado. Si le dice
algo y no comparte esa información conmigo o al menos con la policía, podría
ponerlo en más peligro.
Su propio temperamento se calentó. Había aprendido por las malas lo
importante que era mantenerse firme cuando se enfrentaba a un hombre
agresivo. Ella lo fulminó con la mirada a pesar de que tuvo que echar su cabeza
hacia atrás en un ángulo incómodo para hacer un pleno contacto visual. —Soy
muy consciente de ello, Sr. McShane. Puede estar seguros de que tendré presente
ese hecho cuando me cuente algo sobre su pasado. Si no puedo decírselo,
contactaré a su asistente social o a la policía. Ahora, retroceda.
Parpadeó y luego su boca se curvó lentamente con una pequeña sonrisa
mientras retrocedía medio paso hacia atrás. —Mensaje recibido y confirmado,
Caitlyn.
Como disculpa, eso apestaba. —Sabe, considerando todas las cosas, creo
que sería mejor que me llame Sra. Curtis. Y ahora tengo que irme.
— ¿Qué cosas serían esas?—Entonces su sonrisa desapareció mucho más
rápido de lo que había llegado. —No estás casada, ¿verdad?
Su dolor de cabeza estaba volviendo a aparecer. —Lo estaba, Sr. McShane.
Estoy divorciada, aunque eso no es asunto suyo.
—Por el amor de Dios, llámame Jack. Lo de Sr. McShane hace que suene
como si fuera más viejo que la tierra.
—Bien, Jack. Como tu madre y Ricky ya me llaman Caitlyn, no hay razón
para que tú no lo hagas.
Eso era una mentira. Realmente debería aferrarse a la pequeña cantidad de
distancia que sus nombres más formales le proporcionaba. Aunque siempre se
encariñaba de algún modo con sus alumnos, incluso con los más difíciles,
prefería mantener una relación profesional con sus padres o tutores. La
experiencia le había enseñado que era más fácil abogar por el comportamiento
del niño si los padres la veían de la misma manera que lo hacían con el maestro
regular de su hijo o hija. Se había dado cuenta de que se tomaban sus
recomendaciones más en serio cuando la veían como una extraña y no como una
amiga.
Sin embargo, cuando se trataba de Jack y su madre, aparentemente ya era
demasiado tarde para trazar esa línea en particular, aunque ella realmente debería
intentarlo. —Si no tiene más preguntas, Sr. McShane, realmente necesito irme.
—Jack. —Esa sonrisa devastadora había vuelto. —Vamos. No es difícil de
decir.
Luchó contra la necesidad de poner los ojos en blanco mientras apretaba el
botón de la llave para abrir el coche. —Bien, Jack. Volveré el lunes.
Su némesis llegó primero hasta la puerta del coche y la abrió para ella. —
Aprecio todo lo que estás haciendo por Ricky. Empezar en una escuela nueva ya
es bastante difícil para un chico de su edad sin el problema añadido de empezar
atrasado en todo.
Ese comentario le recordó algo que podía compartir. —No tengo ninguna
prueba concreta de lo que voy a decir, sólo mi experiencia tras trabajar con niños
en situación de riesgo. Mi presentimiento es que Ricky está atrasado
académicamente principalmente debido a la baja asistencia. Como dije, él lee y
entiende instrucciones escritas sin ningún problema. Con un poco de ayuda,
apuesto a que si se pone al día con lo que se ha perdido, le irá muy bien en sus
clases. Desafortunadamente, si los niños de acogidavan de un lugar a otro, esto
realmente interfiere en sus oportunidades de tener éxito en la escuela.
Jack miró fijamente hacia la casa. —Créeme, soy muy consciente de ese
hecho. Voy a hacer lo mejor que pueda para asegurarme de que eso no suceda.
Por extraño que parezca, ella le creyó. —Ricky está bendecido por tenerte
a ti y a tu madre de su lado. Es un adolescente y puede que no siempre recuerde
actuar de forma agradecida. Aun así, supongo que sabe lo afortunado que es.
—No quiero su gratitud. Sólo quiero que esté a salvo.
Entonces Jack se volvió para mirarla directamente y sintió el impacto hasta
en los dedos de los pies. ¿Qué había en él que la hacía querer tirar al viento su
habitual reticencia a estar rodeada de hombresgrandes? Era obvio que, de alguna
manera, él había pasado por encima de su guardia, probablemente debido a su
objetivo común de ayudar a Ricky. Por la razón que sea, cuando el chico había
necesitado desesperadamente a alguien, Jack había sido el que dio un paso al
frente para batear, y su corazón le decía que protegería a ese chico con todo lo
que tenía. Ella quería que Ricky tuviera éxito académicamente, pero
considerando todas las cosas, su seguridad era lo primero.
Cuando la mirada de Jack bajó lo suficiente para mirar fijamente su boca,
su cara se calentó. ¿Estaba pensando en besarla? Debería esperar que no, pero la
tentación estaba definitivamente bailando a lo largo de su piel. Luego él agitó la
cabeza y se retiró a una distancia más segura. Caitlyn se dijo a sí misma que era
alivio y no decepción lo que sintió cuando se subió al coche y arrancó el motor.
Jack le dio una palmadita al guardabarros y luego se alejó hacia el buzón al final
del camino de entrada, presumiblemente para cumplir con su excusa para salir
afuera con ella.
Él se movía con la misma gracia que uno de los grandes felinos del
zoológico. Su leve cojera no hacía nada para restarle confianza y fuerza a cada
paso que daba, como si no hubiera nada en el mundo para arrojarle que no
pudiera manejar. Ella tembló un poco, pero por una vez su reacción no se basaba
en el miedo sino en otra cosa igualmente primitiva: la apreciación femenina de
un macho dominante en la flor de la vida. Oh chico, ella realmente necesitaba
ponerse en marcha.
Cuando pasó junto a él, éste se detuvo lo suficiente como para saludarla
una última vez. Ella respondió de la misma manera y comenzó a contar las horas
hasta el lunes cuando volvería a ver a Ricky.
Y, con un poco de suerte, a Jack.
Capítulo Cinco
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

Jack le dio un puñetazo al saco de boxeo, golpeándolo seis veces con
fuego rápido, cambió de postura y luego volvió a atacar con la otra mano. Ya
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había sudado mucho al saltar a la cuerda y hacer calistenia . Después de unos
minutos más conelsaco de boxeo, terminaría levantando pesas. Había estado
holgazaneando últimamente en su entrenamiento normal, pero su conversación
con Caitlyn lo había dejado inquieto, por no mencionar cachondo.
Había algo en esos suaves ojos grises que lo volvía loco, queriendo saber
qué era lo que la hacía diferente. Por un lado, siempre llevaba pantalones
elegantes con una blusa hecha a medida. Muy conjuntada, muy pulcra y
arreglada. Elegante era la palabra para resumir su atuendo. Pero luego estaban
sus pendientes. Hoy eran un par de elefantes colgando en el mismo tono de azul
que su camisa. El otro día, llevaba un par de peces payaso de colores brillantes.
Quizás usaba esas cosas tontas como una forma de atraer a sus alumnos
más jóvenes, pero él sospechaba que realmente representaban un lado caprichoso
de su naturaleza que normalmente guardaba bajo llave. Independientemente de
la razón de su gusto en joyería, a él le divertía ver con qué salía después.
Si alguien le hubiera dicho alguna vez que se sentiría excitado por una
mujer con el pelo dorado recogido en una trenza larga y un par de pendientes de
elefantes, le habría dicho que estaba loco. Y habría estado equivocado. Había
necesitado todo su autocontrol para mantener sus manos quietas cuando salieron
de la casa juntos.
Después de que ella se fuera, él había lanzado el correo sobre la mesa
próxima a la puerta principal donde su madre lo vería y luego se dirigió
directamente al pequeño gimnasio que él y sus hermanos habían montado en el
primer piso de su apartamento en el garaje. Se había quitado los vaqueros y los
había reemplazado por un par de pantalones sueltos de gimnasia para permitirle
una mayor libertad de movimiento.
El dolor en su pierna dejó claro que se arrepentiría de no haberlo tomado
un poco más con calma, pero el hielo y la aspirina le ayudarían con eso. Ahora
mismo necesitaba quemar el exceso de energía más de lo que necesitaba cuidar
su jodida rodilla. Si se rindiera cada vez que la maldita cosa le molestaba,
terminaría pasando el resto de su vida estacionado en el sofá con una cerveza en
la mano. Mañana se lo tomaría con más calma, pero hoy tenía que esforzarse al
máximo.
Un golpe a la puerta le rompió el ritmo. Consideró ignorar la llamada, pero
luego rechazó la idea. Después de otra rápida serie de golpes, se acercó para
abrir la puerta. Ricky estaba justo levantando la mano para golpear de nuevo.
Saltó hacia atrás como si Jack lo hubiera asustado.
—¿Necesitas algo, chico?
—Sí, tu madre dijo que te dijera que un tipo llamado Gabe quiere que le
llames. Te llamó al celular, pero fue directo al buzón de voz.
Mientras transmitía el mensaje, Ricky inclinó la cabeza tratando de ver
más allá de Jack. Sin duda quería ir a echarle un ojo al gimnasio. Jack dio un
paso atrás. —Entra si quieres.
Ricky llegó al centro del estrecho gimnasio y miró a su alrededor. —¿Todo
este equipo es tuyo?
Jack se acercó a la pequeña nevera en la esquina y sacó dos botellas de
agua. Comenzó a lanzarle una a Ricky antes de que recordara que el niño sólo
tenía una mano en funcionamiento y se la llevó en su lugar. —Mis hermanos y
yo empezamos con ese juego de pesas cuando éramos adolescentes y hemos
aumentando la colección a lo largo de los años. Todos nos quedamos aquí en el
anexo cuando volvemos a casa para una visita. Sólo tenía sentido tener un lugar
conveniente para ejercitarse.
Tomó un trago de agua y luego se limpió el sudor de la cara con una toalla.
—Vale la pena mantenerse en forma de todos modos, y eso es especialmente
cierto cuando se está en el ejército. Yo ya no lo estoy, pero supongo que el hábito
se mantuvo.
Ricky miró los vendajes en las manos de Jack. —¿Estabas golpeando el
saco?
—Sí, lo estaba. —Inseguro de cuánto compartir con el niño, agregó: —
Golpear algo ayuda a quitarse la ansiedad de encima cuando me aburro o me
siento frustrado.
—¿Te gusta pelear? Ya sabes, ¿cómo boxear?
Jack negó con la cabeza. —No, nunca me gustó este deporte. Elsacode
boxeo es sólo parte de mi entrenamiento normal. Salto a la cuerda para
calentarme, hago una rutina de ejercicios que aprendí en el ejército, golpeo el
saco por un rato y luego levanto pesas.
—¿Así es como construiste todo ese músculo?
Jack reconocía la envidia cuando la oía. Ricky todavía tenía la complexión
larguirucha de un adolescente que aún no había llegado a su pleno crecimiento.
El hecho de que probablemente no hubiera comido regularmente durante un
tiempo antes de venir a quedarse con Jack tampoco había ayudado.
—Sí, más o menos. Yo era un palo de frijol cuando entré en la secundaria,
pero las pesas me ayudaron. —Miró a su alrededor para ver qué consejo podía
dar a su joven protegido. —Eres bienvenido a usar el equipo, aunque hay un
límite de lo que puedes hacer hasta que te quiten el yeso.
Ricky se acercó a estudiar las pesas libres, cogió una y flexionó su brazo
bueno varias veces antes de volver a bajarla. Luego se sentó en el extremo del
banco e intentó hacer algunos ejercicios para las piernas. Jack lo dejó mientras
hacía unas cuantas rondas más con el saco. No se había olvidado del mensaje
que Ricky le había dado. ¿Qué querría Gabe ahora? Jack había aceptado un
puñado de trabajos que su viejo amigo había arrojado en su dirección,
mayormente servicios de guardaespaldas para hombres de negocios americanos
que viajaban al extranjero.
Tenía un descanso en su agenda de construcción para la próxima semana,
así que ahora sería un buen momento para hacer un trabajo rápido para Gabe. Si
fuera más largo que eso, sin embargo, tendría que rechazarlo. A su madre no le
importaría cuidar a Ricky por un tiempo, pero el chico era responsabilidad de
Jack.
Con sus repeticiones con el saco ya terminadas, se dirigió hacia el banco
de pesas ya que Ricky se había trasladado a la cinta de correr. Haría una versión
abreviada de su programa habitual y lo daría por bueno. Después, subiría a
ducharse antes de llamar a Gabe.
Todo el tiempo que estuvo levantando pesas, estuvo al tanto del escrutinio
de Ricky. —¿Tienes algo en la cabeza?
—No. —Entonces, un segundo después, Ricky cambió de historia. —
Después de cenar, me voy a ir a ver a unos amigos.
Vale, esas no eran buenas noticias, pero Jack se obligó a pensar las cosas
antes de responder. No le gustaba la idea de que Ricky saliera a la calle solo. Sin
embargo, Jack sabía por propia experiencia cuando era adolescente que si le
fuera a prohibir a Ricky ver a alguno de sus amigos, el chico probable iría de
todos modos. Peor aún, puede que no volviera, al menos no por su cuenta.
Jack se quedó sentado en el banco con los ojos fijos en el suelo. Ricky
podría estar más dispuesto a entrar en razón si no sintiera que Jack estaba usando
su talla para intimidarle. Ambos sabían que Ricky tenía todas las razones para
temer a alguien más fuerte y más grande que él.
—No soy tu carcelero, Ricky, pero también tengo que decir que no me
gusta la idea de que estés solo en la calle. —Lentamente levantó la mirada para
encontrarse con la de Ricky. —Quienquiera que te haya atacado podría estar ahí
afuera.
En realidad, seguro que el tipo estaba ahí afuera. A juzgar por la forma en
que Ricky se estremeció, él también lo sabía. Eso cabreaba seriamente a Jack.
¿Cómo iba a mantener al chico a salvo si insistía en proteger la identidad de su
atacante?
Jack no se perdió el hecho de que Ricky se había bajado de la cinta de
correr y estaba caminando lentamente hacia el borde de la habitación. Se cuidó
de mantenerse fuera del alcance de Jack mientras se dirigía hacia la puerta. —
Estaré con mis amigos. No es para tanto.
—Bien, como dije, no soy tu carcelero. Dicho esto, habrá algunas reglas
cuando salgas de casa. Quiero saber adónde vas y cuándo regresarás. Además,
llevarás un celular contigo y contestarás cuando mi madre o yo llamemos. No
nos convertiremos en unos pesados, pero necesitamos poder comunicarnos
contigo en todo momento.
Finalmente se levantó, sin hacer ningún movimiento para acercarse a
Ricky. —¿Entiendes? Mi madre se preocupará.
Jack también, pero el chico podría preocuparse más por cómo se sentiría
Marlene. Ricky arrastró los pies y miró por la ventana. Si se parecía en algo a
Jack cuando vino a vivir con Joe y Marlene, la idea de que a alguien le importara
un bledo lo que le pasara era un concepto extraño. Al principio, Jack había
estado en contra de sus restricciones, pero poco a poco había llegado a apreciar
que le importara a alguien realmente.
Ricky lo fulminó con la mirada desde el otro lado de la habitación. —No
tengo celular.
Bueno, al menos eso no fue un rechazo puro y duro. Jack pensó un poco en
el asunto y luego dijo: —Esotiene una solución fácil. Necesitaré ducharme y
cambiarme de ropa primero, pero después de cenar iremos a la tienda de
teléfonos y nos ocuparemos de ese pequeño problema.
El comportamiento del chico cambió completamente. —¿En serio?
Jack sonrió. —Sí, en serio, pero no te emociones demasiado. Te conseguiré
un teléfono bastante decente, pero no tendrá todos los tonos y timbres más chic.
El entusiasmo de Ricky no se desvaneció en absoluto, aunque trató de
ocultarlo. —Algo es mejor que nada. Lo que sea que consigamos estará bien.
Sí, eso duraría hasta que viera todas las opciones disponibles. —Iré a
darme una ducha. Hazme un favor y dile a mamá adónde nos dirigimos después
de cenar por si necesita que recojamos algo mientras estamos fuera.
Cuando Ricky se fue, Jack subió las escaleras de dos en dos, haciendo todo
lo posible para ignorar la punzada en su rodilla. Si se apresuraba lo suficiente,
tendría tiempo de llamar a Gabe para ver qué quería. Ojalá fuera un trabajo a
corto plazo, porque realmente le vendría bien la distracción. Echaba de menos la
estructura de la vida en el ejército, y la disciplina requerida por una temporada
como guardaespaldas ocasional o haciendo un poco de trabajo de seguridad le
ayudaba.
Mientras subía la temperatura del agua a punto de casi escaldar, se le
ocurrió que tal vez podría dejar a Ricky en su camino de regreso para que viera a
sus amigos. De esa manera tendría al menos alguna idea de por dónde les
gustaba pasar el rato y quizás incluso quiénes eran. Sintiéndose un poco mejor
por la situación, se metió en la ducha y dejó que el chorro caliente quitara el
sudor y la suciedad. Era una pena que no hiciera lo mismo por la continua
hambre de su cuerpo por Caitlyn, lo que hacía aún más importante que hiciera
esa llamada a Gabe.
Pero tal vez mientras él estuviera fuera, podría estar pendiente por si veía
unos pendientes para ella. Loros, tal vez, o posiblemente un par de lagartos. El
pensamiento lo dejó sonriendo.

Jack cargó el último de los platos en el lavavajillas mientras que su madre


empacaba las sobras y las metía en el refrigerador. Por la forma en que ella
seguía mirando en su dirección cuando pensaba que él no se daría cuenta, tenía
algo en mente, algo sobre él que no la hacía feliz. Conocía a su madre lo
suficientemente bien como para saber que no diría lo que pensaba hasta que no
estuviera bien y lista. Todo lo que podía hacer era esperar a que ella lo soltara.
Finalmente, se acercó y susurró: —¿Estás seguro de que es una buena
idea?
—Es sólo un teléfono, mamá. No costará mucho añadir otra línea, y hará
más fácil seguirle la pista al chico.
Ella lo miró con disgusto. —Jack, no estoy hablando del teléfono. Por
supuesto que necesita uno propio. Me sorprende que no lo pensáramos antes.
Mientras esperaba a que ella llegara al punto, le dio ala encimera un rápido
pase con el paño de cocina y luego disminuyó la velocidad para hacer un mejor
trabajo cuando notó la mirada en la cara de su madre. Después de eso, volvió su
atención hacia la mesa de la cocina.
—Estoy hablando de que aceptes ese trabajo.
—Estaré fuera menos de una semana.
—De nuevo, ¿crees que es una buena idea dejar a Ricky por tanto tiempo?
¿Qué razón podía ofrecerle que ella creyera sin que él tuviera que admitir
que tenía problemas para vivir fuera del ejército? Que había necesitado las reglas
y regulaciones del ejército para mantener su vida en orden y proveer el sentido
de propósito que tanto extrañaba.
—Es un buen dinero.
Ella resopló. —Jack, por favor. Recuerda, estás hablando con tu madre.
Dime qué es lo que realmente está pasando.
Tiró el trapo en el fregadero y se apoyó en el borde de la mesa con las
manos metidas en los bolsillos. —No estoy mintiendo, mamá. El dinero es
bueno, y es el tipo de trabajo en el que soy bueno.
Sus oscuros ojos se llenaron de preocupación. —También eres bueno en el
trabajo de construcción que has estado haciendo. Sé que es un hecho, porque
cada cliente que hemos tenido desde la muerte de tu padre se ha desviado de su
camino para decirlo.
Jack daba crédito a quien se lo merecía. —Papá nos enseñó bien a todos.
Últimamente todas las sonrisas de Marlene eran un poco tristes, pero ésta
parecía mucho más genuina. —Sí, lo hizo, y con el expreso propósito de
asegurarse de que tuvieras un buen negocio al que recurrir cuando fuera que
dejaras atrás la vida militar.
Ahora mismo daría lo que fuera por tener a Joe con ellos. Jack amaba a su
madre, pero ella nunca había tenido que alejarse de la única cosa que le había
dado dirección a su vida. Al menos Joe sabía de primera mano lo difícil que era
hacer la transición de una carrera militar a encontrar su camino en el mundo
civil. Por supuesto, si Joe hubiera estado allí, Jack no habría estado tratando de
ponerse en sus zapatos en lo referente al negocio familiar.
— ¿Y si no puedo encontrar una manera de dejarla atrás, mamá?
¿Entonces qué?
Se dirigió directamente hacia él y le cogió la cara con las manos. —Date
algo de tiempo, Jack. Has tenido mucho que procesar, con la herida de tu pierna,
la muerte de Joe, y ahora criando a un adolescente. Considerando lo que
sospechamos que era la vida de Ricky antes de que viniera aquí, supongo que ha
despertado algunos malos recuerdos de tu propia infancia. Cualquiera de esas
cosas sería lo suficientemente difícil de manejar. Súmalos todos juntos, y no es
de extrañar que estés teniendo dudas respecto a en qué se ha convertido tu vida.
Marlene dio un paso atrás y dejó caer sus manos. —Fui una esposa militar
durante veinte años, y he sido una madre militar durante otros diez. No negaré
que me alegra tener a uno de mis hijos sin uniforme. —Ella sonrió un poco. —
Entiendo que no estabas listo para dejar el ejército cuando tu lesión en la rodilla
te obligó a abandonarlo. E incluso si hubieras estado pensando en licenciarte,
podrías haber tenido algún otro plan de carrera en mente en lugar de hacerte
cargo del negocio de papá. También puedo ver por qué aceptar trabajos de
seguridad para tu amigo Gabe te ayuda a mantener un pie en ese mundo mientras
te adaptas a tu nueva vida. Dicho esto, quiero que tengas cuidado acerca de los
trabajos que aceptas de él. Es todo lo que pido. Ricky y yo estaremos bien
mientras no estés.
Jack lo esperaba. Por mucho que pudiera usar el descanso que le daría ese
trabajo, le preocupaba dejar a Marlene sola con un adolescente volátil. —Gabe
dijo que este trabajo es pan comido. No puedo compartir detalles, pero es un
viaje de negocios rápido.
—¿Vas a alguna parte?
¿Cuándo se les había unido Ricky en la cocina? No importa. El hecho de
que Jack fuera a estar ausente no habría sido un secreto por mucho tiempo. —Sí,
me voy mañana por la mañana. Con suerte, volveré el viernes por la noche, el
sábado por la mañana a más tardar. —Se giró para mirar al chico. —Así que,
¿aún quieres ir a elegir un teléfono? Podría hacerlo yo por ti, pero no puedo
prometer que uno de esas carcasas rosas con brillantes no me llene el ojo.
Mientras Ricky balbuceaba indignado, Marlene le dirigió una rápida
sonrisa a Jack. —No seas ridículo. Todo el mundo sabe que esas carcasas de
color púrpura con brillantitos son las que están de moda en estos días. De hecho,
esa es la que yo tengo.
Giró su sonrisa en dirección a Ricky. —Oye, sólo piensa. Podríamos ser
gemelos.
Al principio parecía horrorizado, pero luego se dio cuenta de que los dos
estaban tomándole el pelo. —El rosa no es mi color. Por lo que he oído, lo
reservan para los ex soldados de las Fuerzas Especiales.
—Hey, cuidado con lo que dices de las Fuerzas Especiales. —Jack se
acercó para golpear al chico en el hombro, pero Ricky se rio y se agachó hacia
atrás fuera de su alcance. Jack le dirigió una falsa mirada airada. —Tal vez tenga
que repensar todo esto del teléfono y hacerte uno usando latas y un cordón.
Todavía sonriendo, Ricky levantó sus manos para rendirse. —Lo siento,
Jack, no quise herir tus sentimientos. Sigo olvidando lo sensibles que son los ex
soldados como tú. En serio, un simple teléfono negro estará bien para mí.
—Culo listo, vamos. Necesito volver y hacer las maletas.

Habían pasado tres horas desde que Jack había dejado a Ricky cerca del
mismo lugar al que lo había seguido el día que se conocieron por primera vez.
Odió dejar al chico solo en las calles, pero su instinto le decía que alguna vez
tendría que confiar en él. Ricky había prometido estar en casa a las once. Si iba a
llegar más tarde o necesitaba que Jack viniera a buscarlo, llamaría. Jack le había
dado algo de dinero para gastar y suficiente dinero extra para tomar un taxi si
por alguna razón no se sentía seguro esperando hasta que Jack pudiera llegar a
él.
Maldita sea, ver a su joven protegido alejarse había sido
sorprendentemente estresante. ¿Cómo habían sobrevivido Joe y Marlene todos
esos años acogiendo chicos? Debió de haber requerido de un coraje increíble
para que ellos asumieran la tarea de criar a Jack, Tino y Mikhail.
De vuelta en casa, se había detenido en la casa lo suficiente para darle las
gracias a su madre de nuevo por ayudarlo con Ricky. Creía que ella sabía lo
mucho que sus tres hijos apreciaban todo lo que ella hacía por ellos, pero no
hacía daño volver a decírselo. La muerte de Joe les había servido como un duro
recordatorio de que nunca sabías cuándo perderías tu última oportunidad de
decirle a alguien que eran amados.
Una vez que terminó de empacar, había enviado un correo electrónico a
sus hermanos para hacerles saber lo que estaba pasando. Ellos ya sabían acerca
de Ricky, pero él quería mantenerlos al tanto de sus propias actividades también.
Después de eso, fue realmente difícil buscar qué hacer hasta que llegara la hora
de que Ricky regresara. Hasta que el chico estuviera de vuelta en casa, no habría
forma de que Jack fuese capaz de dormir.
Mientras el reloj se acercaba a las once, Jack recogió sus llaves y se
preparó para salir a la calle y empezar la búsqueda. Pero antes de que llegara a la
puerta, alguien llamó. Preparándose para lo peor pero esperando lo mejor, Jack
se esforzó para encontrar la calma mientras abría la puerta. Era Ricky. Maldito
sea si el chico no había regresado a casa justo a tiempo.
—¿Sí, chico?
—Tu madre ha dicho que te dijera que he regresado.
—Vale, gracias por pasarte. Si no te veo antes de irme por la mañana,
compórtate y vigila a mamá por mí. Sé que ella actúa como si todo estuviera
bien, pero no olvides que acaba de perder a su marido. A veces la muerte de papá
todavía la golpea bastante duro.
Nada más que silencio, pero entonces se creció y asintió. —Sí, cuidaré de
ella por ti.
—Gracias, chico. Tienes mi dirección de correo electrónico, o puedes
enviarme un mensaje de texto si sucede algo. Responderé tan pronto como
pueda. Además, estaré de vuelta antes de lo que crees.
Ricky sonrió un poco. —No me amenaces.
Luego desapareció dentro de la casa, dejando a Jack mirando su espalda y
preguntándose cómo le había ido en la noche con sus amigos. No sabía cómo
preguntar sin sonar como si le estuviera aplicando al niño el tercer grado. Ricky
parecía relajado y había mirado a Jack directamente a los ojos como si todo
estuviera bien, y no tuviera nada que esconder.
Aun así, tal vez aceptar este trabajo no fueratan buena idea mientras su
relación estaba todavía en su etapa inicial.Estaba también el asunto de
quienquiera que envió a Ricky al hospital. El chico no estaría realmente a salvo
hasta que ese bastardo estuviera tras las rejas. Jack todavía veía rojo cada vez
que miraba ese yeso en el brazo del niño y pensaba en todos esos moretones que
finalmente se habían desvanecido. El niño nunca se quejó, pero Jack sabía por
experiencia personal lo mucho que tenía que haber estado sufriendo. Antes de
subir para irse a la cama, hizo un pequeño desvío para dirigirse al gimnasio y
descargar sus frustraciones con el saco de boxeo.
Ahora era demasiado tarde para replantearse lo del trabajo. Gabe contaba
con él. Se iría mañana y trabajaría duro para traer al cliente de regreso de una
pieza.
Después de eso, Jack se quedaría más cerca de casa hasta que tuviera una
mejor idea de cómo iba a resultar todo esto para él y para Ricky.

Capítulo Seis
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

—Sé que no quieres escuchar esto, pero creo que tus veranos serían
mejores si hicieras algo más que dar clases particulares. Tal vez algo divertido
como unas vacaciones en un resort que atiende a jóvenes solteros.
Caitlyn le dio un sorbo a su café en lugar de responder inmediatamente. Su
madre tenía razón en una cosa. Caitlyn no quería oírlo. Ya habían tenido
conversaciones similares demasiadas veces. Nada de lo que le dijo alguna vez
impidió que su bien intencionada madre mencionara el tema una y otra vez.
Ellen Curtis no era nada si no determinada.
—Me gusta lo que hago, mamá, y mis estudiantes necesitan ayuda extra.
—No lo dudo, Caitlyn, pero mereces tomarte un tiempo para ti misma. No
puedes decirme que no pueden arreglárselas sin ti una semana o dos. —Metió la
mano en su bolso y sacó un folleto. Después de mirarlo fijamente por un
segundo, dejó el papel de colores brillantes sobre la mesita de la cafetería y lo
deslizó hacia Caitlyn. —Tu padre está de acuerdo conmigo, así que decidimos
darte un regalo de cumpleaños anticipado. Compramos un certificado de regalo
no reembolsable para que tú y un amigo paséis una semana en este resort y spa.
Siete días maravillosos y seis noches, con todos los gastos pagados.
Caitlyn dejó el folleto justo donde estaba. —Mamá, no debiste hacerlo.
Su madre le ofreció una sonrisa brillante. —Bueno, ¿para qué están los
padres si no es para malcriar un poco a sus hijos?
Era difícil no poner los ojos en blanco en respuesta a eso. —Así que,
¿también fuiste a por un viaje a este spa para Jeremy y una amiga? También está
soltero.
Aunque la imagen de su hermano mayor, chiflado por la informática,
pasando el rato en un lugar como el que aparece en la portada del folleto hizo
que Caitlyn quisiera reírse. Mientras tanto, la mirada culpable de su madre fue
respuesta suficiente a la pregunta de Caitlyn. Empujó el papel sobre la mesa de
regreso a su madre.
—Gracias, pero no gracias, mamá. Mi verano está reservado por lo menos
hasta la segunda semana de agosto y luego tengo que prepararme para el año
escolar.
Los ojos de su madre brillaron con dolor y rabia. —Mencioné que no era
reembolsable, ¿no?
Ahora, ¿qué se suponía que debía hacer Caitlyn? —Mamá, sé que tenías
buenas intenciones…
Su madre la cortó inmediatamente. —Cariño, siento que tu marido haya
resultado ser un idiota. También lamento que no nos hayamos dado cuenta antes
de lo mal que estaban las cosas entre los dos. Dicho esto, no se puede condenar a
todos los hombres por una manzana podrida. Tienes que darles, a ellos y a ti
misma, otra oportunidad.
—Mamá, sé que no todos los hombres son como Josh. Los hombres en el
trabajo son todos buenos y mis amigas están casadas con grandes tipos.
Por alguna razón, la imagen de Jack McShane apareció en su cabeza. Era
irresistiblemente guapo y lo que su compañera de cuarto de la universidad habría
descrito como “malditamente sexy”. Sin embargo, eso también había sido cierto
con el esposo de Caitlyn, al menos al principio. Lo había aprendido, de la
manera difícil, que el buen aspecto junto con un cuerpo caliente no era razón
suficiente para arriesgarse a involucrarse con un hombre. A pesar de la tendencia
de su cuerpo a derretirse cada vez que se acercaba a menos de tres metros de
Jack, lo que realmente la atrajo fue la forma en que le había abierto su casa a
Ricky y la determinación que tenía de ofrecerle al muchacho una oportunidad de
tener una vida mejor.
Mientras tanto, su madre recogió el folleto y una vez más lo colocó frente
a Caitlyn. —Tu padre y yo queremos que encuentres la felicidad. Eso no
sucederá hasta que dejes atrás el pasado. No estamos diciendo que este viaje al
centro turístico será la respuesta final, pero podría ser un comienzo. Y quién
sabe, tal vez conozcas a alguien agradable. Al menos es una oportunidad para
recordar que no todos los hombres son como tu ex.
Caitlyn hizo lo mejor que pudo para apagar el ardor de las lágrimas. Una
vez más, sabía que no todos los hombres eran unos imbéciles abusivos como lo
había sido su marido. Después del divorcio, se había unido a un grupo de apoyo
que la había ayudado a lidiar con ese problema en particular. También había
aprendido a defenderse por sí misma y ningún hombre volvería a pasar por
encima de ella.
No confiar en los hombres no era el verdadero problema que la hacía dudar
respecto a involucrarse en una relación. No, eso se debía a otra cuestión que
surgió en el mismo período de su vida, una cuestión que permanecía demasiado
descarnada y dolorosa como para discutirla en un lugar tan público. Cogió el
folleto y lo metió en su bolso.
—No puedo prometerte que iré, mamá. Sé que tienes buenas intenciones y
aprecio la idea.
Más o menos, de todos modos.
En lugar de continuar la discusión, miró su teléfono. —Ups, casi pierdo la
noción del tiempo. Tengo un estudiante más que necesito ver hoy.
Antes de que su madre pudiera protestar, Caitlyn se levantó y caminó
alrededor de la mesita para besarla en la mejilla. —Gracias por el café y los
bollos. Saluda a papá de mi parte.
—De nada. Le transmitiré tu mensaje a papá, pero también tengo uno de él
para ti.
Su madre comenzó a recoger su propio bolso y la bolsa de la compra que
contenía el vestido que había comprado antes de encontrarse con Caitlyn, pero
luego los dejó de nuevo en su silla. —Me dijo que señalara, una vez más, que
hay más en la vida que el trabajo, y que mereces divertirte de vez en cuando.
Solo porque no haya funcionado lo tuyo con Josh, no significa que no puedas
tener un matrimonio feliz e incluso una familia.
Caitlyn se encogió de dolor. —¡Mamá! No puedo creer que hayas
olvidado...
Su madre levantó la mano. —No, no lo he olvidado, pero hay maneras,
Caitlyn. Me disculpo si mencioné un tema doloroso.
Caitlyn toleró el abrazo de su madre, con la esperanza de que esta
conversación finalmente se hubiera terminado. No fue así. Su madre le dirigió
una última mirada penetrante antes de soltar los brazos de Caitlyn. —Tu padre
no... no, en realidad, nosotros no seremos felices si no haces esa reserva.
No había nada que Caitlyn pudiera decir al respecto. Después de todo,
unos pocos días siendo mimada definitivamente tenían algo de atractivo. Era la
idea de que debería estar a la caza de un hombre mientras estuviera allí lo que la
molestaba. ¿Realmente pensaban que su vida carecía de sentido y propósito
porque no estaba casada y no tenía hijos?
—Dile a papá que su mensaje fue recibido.
Y sería ignorado.
Saliendo del estacionamiento, se preguntó por qué su madre no podía
entender por qué Caitlyn encontraba tan satisfactoria la vida que había
construido para sí misma después del divorcio. Un buen ejemplo era lo
emocionada que estaba con esta próxima sesión de tutoría. Siempre obtenía un
gran placer al ver el progreso de sus estudiantes y Ricky Patton era su alumno
estrella este verano. Debajo de esa rudeza de adolescente, era realmente
agradable, y estaba convencida de que podría sobresalir en la escuela si le daban
el apoyo adecuado. Ciertamente, él lo había hecho bien hasta ahora con sus
lecciones de matemáticas y tenía grandes esperanzas de que fuera capaz de
ponerse al día con la misma rapidez en sus otras materias.
Pero la honestidad la hizo admitir que parte de su emoción se debía a la
posibilidad de que pudiera volver a ver a Jack McShane. No tenía ningún deseo
de involucrarse con ningún hombre en este momento y especialmente con el
padre adoptivo de uno de sus estudiantes. Esa era una complicación que no
necesitaba en su vida.
Sin embargo, la intensa atracción que sentía por el hombre era un buen
recordatorio de que su exmarido no había tenido éxito en arruinarla para todos
los hombres. Quién sabe, tal vez se había curado lo suficiente como para estar
lista para dejar entrar a alguien en su vida de nuevo, lo que la trajo de vuelta a lo
de la reserva en el resort. Tal vez debería ir y disfrutar de un poco de coqueteo.
Nada serio. Nada permanente. Solo un poco de diversión y risas.
El tipo, quienquiera que fuera, tendría que ser atractivo e inteligente. Un
gran sentido del humor tampoco dañaría su causa. Mientras ella pedía la luna,
había una cosa más. Antes de conocer a Josh, siempre sintió inclinación por los
tipos que bailaban bien. Era una de las muchas cosas que había dejado por ese
hombre. La próxima vez, si la había, no se conformaría con nada menos que
alguien que la hiciera feliz, y eso significaba bailar.
Mientras conducía, trató de imaginar cómo sería este parangón de la
masculinidad estadounidense. En el pasado, habría dicho que prefería un rubio
de ojos azules, pero por alguna razón el tipo imaginario que la hacía girar sobre
una pista de baile poco iluminada insistía en tener el cabello castaño rojizo corto
al estilo militar y con unos ojos verdes e inteligentes. También era alto con
hombros anchos, la complexión perfecta para abrazar a una mujer.
El auto detrás de ella tocó la bocina, arrastrando a Caitlyn fuera de su
mundo de ensueño y volviendo al momento real. ¡Ups! La luz había cambiado
mientras su imaginación se desbocaba. Levantó su mano para disculparse y
condujo a través de la intersección. Teniendo en cuenta que estaba a solo unas
pocas manzanas de su destino, era hora de volver a meter la cabeza en el juego.
Pasó el tiempo restante revisando mentalmente sus planes de lecciones
para Ricky. Para cuando se detuvo frente a la casa, estaba lista y de vuelta a su
objetivo. Fue casi un alivio notar que el SUV de Jack no estaba en la entrada.
Nunca se entrometía en su tiempo con Ricky, pero había sido casi dolorosamente
consciente de que él se movía en la cocina o pasaba por delante de la ventana del
comedor de camino al garaje de atrás.
Marlene salió al porche justo cuando Caitlyn empezaba a recorrer el
camino de entrada. —Hola, Caitlyn. Pasa. Hice unas galletas con chispas de
chocolate esta mañana. Espero que no te importe que envuelva algunas para que
te las lleves a casa.
—Puede que mis caderas no te lo agradezcan, pero sería una locura
rechazar algunas de tus galletas.
La mujer mayor parecía contenta. —Sé que no debería hornear tanto como
lo hago, pero no puedo evitarlo. Mi difunto esposo era muy goloso y de alguna
manera el hornear me hace sentir como si todavía estuviera aquí conmigo. Como
chico en etapa de crecimiento, Ricky puede hacer que un buen número de las
galletas desaparezcan, pero incluso él no puede comérselas todas sin ayuda.
—¿Jack no le ayuda?
Marlene abrió la puerta y siguió a Caitlyn entrando en casa. —
Normalmente lo hace, pero está fuera de la... es decir, está fuera del pueblo por
unos días. Se supone que volverá el fin de semana.
Interesante. Esa ligera vacilación sonaba como si Marlene hubiera
empezado a decir alguna otra cosa antes de contenerse. ¿Adónde fue Jack que su
madre pensaba que había que mantenerlo en secreto? No es que fuera asunto de
Caitlyn. Se dio cuenta de que la otra mujer seguía hablando.
—De todos modos, también envío paquetes por correspondencia a mis
otros dos hijos. Si ellos no pueden comerse todo lo que les envío, sus amigos
simplemente están muy felices de ayudarles.
—Ricky mencionó que tienes dos hijos todavía sirviendo y que Jack
estuvo en el ejército.
El orgullo de una madre por sus hijos brillaba en la sonrisa de Marlene. —
Jack estuvo en las Fuerzas Especiales hasta que se lastimó la rodilla. Tino está en
la policía militar, y Mikhail es un marine de reconocimiento. Supongo que se
podría decir que es cosa de familia. Mi marido estuvo en el ejército durante
veinte años. Estaba tan contento de que todos nuestros chicos entendieran lo
importante que era servir a nuestro país.
Marlene cruzó la sala de estar para recoger uno de los retratos enmarcados
que estaban esparcidos por la habitación. —Esta foto de nosotros fue tomada el
año pasado cuando todos estaban en casa al mismo tiempo. Como puedes
imaginar, eso no sucede muy a menudo. De hecho, la última vez fue cuando
vinieron a casa para el funeral de Joe.
Su voz se quebró un poco, y sus ojos brillaron un poco demasiado con un
brillo de lágrimas. Luego respiró hondo y sonrió mientras le daba la foto a
Caitlyn. —Lo siento por eso. Algunos días son más difíciles que otros. Pero
como iba diciendo, estos son mis hijos. Todos han servido con distinción.
Caitlyn hizo todo lo que pudo para ocultar su sorpresa. Ya se había dado
cuenta de que Jack no se parecía a su madre y sabía que no compartían el mismo
apellido. No había pensado mucho en el asunto, pero estaba claro en la foto que
Jack y sus hermanos no podían estar emparentados por sangre. Aunque cada uno
era llamativo a su manera y se veían muy bien de uniforme, el parecido
terminaba ahí. El cabello castaño y los ojos verdes de Jack contrastaban con el
cabello y los ojos oscuros de un hermano, mientras que el tercero tenía el cabello
rubio plateado y los ojos azul hielo.
Más allá de eso, los rasgos de Jack eran más contundentes, y tenía más
músculo que cualquiera de los otros dos. El hermano de cabello oscuro tenía una
complexión de líneas más esbeltas y su guapo rostro parecía italiano o quizás
griego. El tercer miembro del grupo era varios centímetros más alto que
cualquiera de los otros dos y definitivamente tenía los pómulos para acompañar
su color de tez eslavo.
—Ya veo por qué estarías tan orgullosa de ellos. Son todos muy guapos.
Sospechó que algo de su confusión se manifestaba, porque la otra mujer
volvió a sonreír. Señaló a cada uno de sus hijos en sucesión. —Jack vino a vivir
con nosotros primero, seguido por Tino y después por Mikhail. Hay menos de un
año de edad de diferencia entre los tres.
Marlene puso la foto sobre la mesa. —Mi Joe y yo acogimos a varios niños
antes de que Jack llegara, la mayoría de los cuales necesitaban un lugar donde
quedarse por poco tiempo. Él fue el primero que necesitaba una ubicación
permanente.
Antes de que pudiera continuar, Ricky entró en la habitación, un
recordatorio visible de que Caitlyn no estaba allí para absorber información
sobre Jack McShane y sus hermanos. —¡Hola, Ricky! ¿Estás listo para empezar?
Asintió e inmediatamente se dirigió a su lugar habitual en la mesa del
comedor. Las dos mujeres lo observaron mientras se acomodaba y abría su libro
de matemáticas.
Marlene bajó la voz. —¿Cómo le va?
—Realmente genial, al menos hasta ahora. Empecé deliberadamente con
las matemáticas, porque le gustan. Sin embargo, hoy vamos a empezar a trabajar
con lenguaje y literatura, algo con lo que no está tan entusiasmado.
—Hazme saber si hay algo que pueda hacer para ayudar. Mientras tanto,
terminaré de empacar tus galletas. ¿Puedo traerte una taza de té?
—Eso estaría bien, pero no hagas ningún esfuerzo especial por mí.
—No es ningún esfuerzo. A menudo también tomo una taza a esta hora del
día. Prepararé el té y estaré arriba en el cuarto de costura.
Esa fue la segunda vez que Marlene mencionaba que pasaba tiempo
cosiendo. —¿Qué estás haciendo?
—Me gusta hacer edredones con retazos y pertenezco a un grupo de
colchas a través de mi iglesia. Donamos edredones de regazo a asilos de
ancianos, pero también hacemos algunos pequeños para que los bomberos los
regalen a los niños con los ositos de peluche que reparten después de accidentes
o incendios en sus casas.
Miró a la foto de sus hijos con una sonrisa melancólica. —También estoy
haciendo colchas para cada uno de mis hijos para cuando se casen algún día.
Hasta ahora, ninguno de ellos ha tenido relaciones serias, pero siempre puedo
tener esperanzas.
Considerando la conversación anterior de Caitlyn con su propia madre,
supuso que era un tema que frecuentemente estaba en la mente de una madre.
—Me encantaría ver algunas de tus colchas alguna vez.
Incluso si no tenía interés en ver la que Marlene había planeado para la
futura novia de Jack. —Ahora mismo, será mejor que empiece con Ricky.
Levantó la vista cuando ella se sentó a la mesa. —Terminé lo que me
quedaba de álgebra el fin de semana.
—¡Genial! ¿Tenías alguna pregunta o algo con lo que necesitaras ayuda?
—No, no lo creo. Fue en su mayoría un repaso, de todos modos.
Le quitó el libro de texto de álgebra y lo cambió por un libro de gramática.
—Vamos a empezar con esto ahora. Vamos a movernos a través del material
bastante rápido, pero creo que serás capaz de mantener el ritmo. Si no, iremos
más despacio.
Puso una mueca, pero al menos abrió la primera página. Después de darle
un poco de tiempo para que le echara una ojeada, comenzó en la parte superior y
pasó por las primeras tres lecciones con él, respondiendo a sus preguntas a
medida que avanzaban. Cuando llegaron al final, le dio algunas hojas de trabajo
para completar.
—Esto abarca el material que acabamos de revisar. ¿Quieres trabajar en
ellos ahora o hacerlos por tu cuenta para que podamos empezar con el libro de
geometría que traje?
Inmediatamente dejó los papeles a un lado. —Empezaré esto más tarde y
lo terminaré antes de que vuelvas el miércoles.
Escondió su sonrisa cuando sacó el nuevo libro de matemáticas de su
mochila. —Está bien, entonces. Empecemos con la geometría.
Mientras empezaba a mirar el libro de texto de geometría, ella se preguntó
si alguien había hecho algún progreso en rastrear a su familia o al menos sus
registros escolares. Tendría que preguntarle a Jack cuando volviera de su
misterioso viaje.
—¡Hey, Tierra a Caitlyn!
Parpadeó y se dio cuenta de que Ricky estaba agitando su mano frente a su
rostro para llamar su atención. —Lo siento, muchacho. Debo haberme distraído
por un minuto.
—¿Tú crees? Ya había dicho tu nombre dos veces. —Su sonrisa era un
poco malvada. —¿Tienes una cita esta noche o algo así?
—¡Ricky! —El rostro de Caitlyn se puso caliente, e hizo todo lo posible
para parecer severa. —Esa no es una pregunta apropiada para hacerme.
—Lo siento. —Aunque el brillo de sus ojos dejó claro que disfrutaba
viéndola nerviosa.
—Disculpa aceptada. Ahora, ambos deberíamos volver a la tarea. ¿Cuál
era tu pregunta?
Señaló a la página. —¿Puedes repasar esto conmigo? He leído el problema
dos veces y sigue sin tener sentido.
Giró el libro para poder leer el problema y la explicación ofrecida en el
texto. Luego tomó la pequeña pizarra que tenía a mano para estas situaciones. —
Desglosemos el problema en sus componentes y veamos a dónde nos lleva.
El resto de su tiempo pasó volando. Mientras guardaba sus provisiones,
sonrió a su estudiante. —Hiciste un gran trabajo hoy, Ricky.
Marlene apareció en la puerta de la cocina con un recipiente lleno de
galletas en la mano. —No quería que pensaras que me olvidé de las galletas.
Caitlyn miró fijamente el tamaño del paquete. —Dime que esas se
congelan bien, porque no puedo comer tantas en poco tiempo.
La otra mujer sonrió. —Se congelan bien. De hecho, solía guardar varios
lotes en el congelador todo el tiempo en caso de que llegara compañía. —Ella
miró a Ricky. —Últimamente, sin embargo, desaparecen tan rápido como yo las
horneo.
Éste agitó la cabeza e intentó parecer triste. —Sí, no es ninguna sorpresa
que Jack tenga que pasar tanto tiempo entrenando considerando cómo se come
sus galletas. Si no lo hiciera, no podría entrar por la puerta. Apenas lo logra ya.
La imagen de Jack sin camisa y con los músculos tirantes mientras hacía
pesas llenó la mente de Caitlyn. ¿Se había calentado la habitación de repente o
era solo ella?
Mientras tanto, Ricky seguía hablando. —La única razón por la que queda
alguna ahora es porque se ha ido.
Marlene cruzó la habitación para darle a Caitlyn el recipiente. Entonces
alborotó el cabello algo largo de Ricky con sus dedos. — ¿Así que estás diciendo
que no solo vació el congelador sin ayuda, sino que de alguna manera se comió
media docena de las que hice esta mañana aunque no esté aquí?
El adolescente esquivó a Marlene y al instante se encogió de hombros. —
¿Qué puedo decir? El hombre es astuto de esa manera. Deben ser todas esas
habilidades ninja de las Fuerzas Especiales que tiene.
Marlene se rio. —Debe ser. Ahora ve a buscarte un bocadillo.
Antes de que llegara a la puerta, ella agregó: —Y que sea algo saludable,
Ricky. Has comido suficientes galletas por un día.
—Está bien, vale.
Cuando desapareció, las dos mujeres se sonrieron la una a la otra. Caitlyn
asintió en dirección a la cocina. —No parecía importarle tener que comer algo
bueno.
Marlene dudó un poco antes de responder finalmente. —En realidad es
muy bueno en eso. Jack tenía razón acerca de que él había estado en las calles
por algún tiempo, entonces Ricky probablemente aprecia tener un suministro
regular de comida de cualquier tipo.
Caitlyn sufrió por el chico. —Tiene suerte de que lo hayas acogido.
—No fui yo. Eso fue todo obra de Jack.
Y por eso, en pocas palabras, Caitlyn había tenido dificultades para
mantener su distancia con él. Recogió sus cosas. —Bueno, será mejor que me
vaya. Volveré el miércoles a la misma hora.
Marlene suspiró. —Sabía que había algo que se suponía que tenía que
decirte. Ricky tiene una cita con el médico ese día. ¿Hay otro momento en el que
puedas venir o simplemente deberíamos saltarnos esa sesión?
Caitlyn revisó su agenda. —Podemos hacer nuestra sesión regular el
viernes y luego puedo volver el sábado si eso les viene bien a los dos.
—Odiaría que arruinaras tu fin de semana por nosotros.
—No, está bien. Ya tengo otro estudiante programado para esa mañana a
las nueve, así que puedo estar aquí a las diez y media. Como es otro estudiante
del miércoles, eso me dará una tarde libre para ocuparme de algunas cosas que
no puedo hacer el fin de semana.
—Bueno, si estás segura de que no te importa, se lo haré saber a Ricky.
—Suena bien, y gracias de nuevo por las galletas. Y a pesar del cambio de
horario, redactaré mi informe semanal que termina el viernes, como siempre.
Puedo dejártelo a ti para que se lo des a Jack cuando esté aquí el sábado.
—Podrías dárselo tú misma. Esperaba estar de vuelta para entonces.
Ignorando el repentino revoloteo de su pulso, Caitlyn sonrió una última
vez al salir de la casa. —Eso sería genial. ¡Nos vemos el viernes!
Cuando se subió al auto, pensó en la conversación que había tenido con su
madre. Si solo la mención del nombre de Jack la afectaba tan fuertemente, tal
vez era hora de que se metiera de nuevo en la piscina de las citas. Era un
pensamiento aterrador, pero solo una tonta dejaría que un hombre arruinase
cualquier oportunidad futura de ser feliz. Y si Caitlyn sabía algo, era que no era
la tonta de nadie. Ya no.

Capítulo Siete
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

Maldición, Jack estaba cansado. Ese trabajo de “pan comido” resultó ser
un poco más complicado de lo que Gabe había indicado que sería, no es que eso
fuera culpa suya. Ambos sabían que a menudo era el comportamiento del cliente
lo que determinaba lo fácil o difícil que era mantenerlo a salvo. Sobre el papel,
éste parecía ser un viajero experimentado que escuchaba a la razón.
En la práctica, había sido todo menos sensato. Después de culminar el
trabajo de cada día, había insistido en ir a los clubes nocturnos hasta altas horas
de la madrugada. Jack había sido contratado para mantenerlo a salvo de posibles
secuestradores. Resultó que había pasado la mayor parte del tiempo protegiendo
al tonto de su propio mal juicio.
Aun así, el quid de la cuestión había sido asegurarse de que el idiota
volviera a casa de una pieza. Según esa definición, el viaje había sido un éxito.
El cliente, su empleador y Gabe estaban todos contentos, lo que significaba que
el saldo bancario de Jack ahora parecía decididamente más saludable.
Todo estaba bien, incluso si se sentía como el infierno ahora mismo.
Su vuelo, durante el cual habría sido imposible dormir un poco, desde la
Costa Este había sido cancelado debido al clima tormentoso y había terminado
sentado sobre su trasero en el aeropuerto durante siete horas más antes de que
pudieran meterlo en otro vuelo. Incluso entonces, el único lugar disponible en el
tramo más largo de la ruta era un asiento central en una fila justo por detrás de
los motores. Se sentía como una sardina gigante metida en una lata pequeña. Al
menos finalmente estaba en la recta final. Tan pronto como llegase a casa,
comprobaría como iba todo con su madre y Ricky, se ducharía y después se
metería en la cama por unas horas.
Al doblar la última curva, vio un auto familiar estacionado frente a la casa.
A pesar de lo cansado que estaba, Jack estaba razonablemente seguro de que era
sábado aquí en el noroeste del Pacífico. Para asegurarse, revisó tanto su reloj
como su teléfono. Vale, tenía razón en eso. ¿Qué estaba haciendo Caitlyn Curtis
en su casa hoy?
¿Le había pasado algo a Ricky? Jack aceleró el motor y giró hacia el
camino de entrada con las llantas chirriando mientras frenaba con fuerza.
Después de agarrar su petate de la parte de atrás del auto, Jack subió por la acera
y entró en la casa.
En cuanto entró por la puerta, gritó: —Mamá, ¿está todo bien?
Tres personas vinieron corriendo, todas ellas deteniéndose abruptamente
en el vestíbulo para mirar a Jack con diversos grados de confusión y curiosidad.
Su madre fue la primera en responder. —Todo está bien, Jack. ¿Pasó algo que te
hizo pensar que no fuese así?
Obviamente había reaccionado exageradamente sin razón. —Lo siento, no
podía entender por qué Caitlyn estaría aquí un sábado.
La persona en cuestión habló. —Ricky tenía una cita con el médico a
nuestra hora normal el miércoles, así que lo reprogramamos para hoy. No quería
que se perdiera una lección. Espero que eso te parezca bien.
—Claro, está bien. Debería haber sabido que era algo así. —Dejó caer el
macuto al suelo. —Culpa a mi locura tras cruzar demasiadas franjas horarias en
un corto periodo de tiempo junto con una seria carencia de sueño.
Ricky finalmente se unió a la conversación. —Hombre, odio decirlo, pero
te ves horrible y hueles peor. ¿No tenían duchas o maquinillas de afeitar donde
quiera que estuvieras?
Jack se pasó la mano por la barba de tres días que cubría su rostro mientras
luchaba contra el impulso de sacarle el dedo corazón al chico. Su madre no lo
aprobaría, sin mencionar que daría un mal ejemplo frente a su invitada. Sin
embargo, la verdad es que estaba demasiado cansado para preocuparse. —Por
ese comentario, chico, puedes llevar mi mochila al anexo tan pronto como
termines tu lección.
Mientras abría el macuto para sacar una bolsa de plástico, Caitlyn lo miró
fijamente, sus labios temblando un poco como si luchara por contener una
sonrisa. —Puede llevarla ahora. Acabamos de terminar.
Ricky gimió mientras tomaba la bolsa con su mano buena y la sostenía a
tanta distancia como la longitud de su brazo le permitía mientras se alejaba. —
Bien, pero si pillo algún tipo de piojo de esta cosa asquerosa, no voy a estar nada
contento.
Aun quejándose, se dirigió a la parte de atrás de la casa. Jack esperó hasta
que lo perdió de vista para hablar. —¿Cómo le fue mientras yo no estaba?
¿Algún problema?
Su madre contestó primero. —Ninguno que haya notado. De hecho, se
quedó muy cerca de casa todo el tiempo, lo que sospecho que fue obra tuya. No
paraba de vigilarme, incluso cuando estaba arriba cosiendo. Finalmente lo
desterré de esa habitación hasta nuevo aviso.
Personalmente, Jack pensó que era una buena señal que el chico se hubiera
tomado en serio la petición de Jack de que la vigilara. —Me alegra oír que no
fue ningún problema para ti.
Finalmente dirigió su atención a la otra mujer en la habitación. —¿Cómo
ha sido para ti?
Caitlyn parecía contenta. —Ha estado trabajando duro en todas sus tareas.
Dejé su informe de progreso sobre la mesa para ti, pero la respuesta corta es que
lo está haciendo muy bien.
—Bien.
Había algo que quería hacer, pero su cerebro estaba tan frito que no podía
imaginar lo que podría ser. Afortunadamente, su madre se acercó para batear.
—Aunque podría haber tenido más tacto al respecto, creo que Ricky tenía
razón, hijo. Parece que una brisa fuerte te volaría por los aires ahora mismo.
¿Por qué no se sientan los dos en el comedor mientras preparo unos sándwiches?
Cuando Caitlyn parecía que iba a protestar, Jack la detuvo. —Me gustaría
saber más sobre cómo le va a Ricky y sería grosero de mi parte comer delante de
ti. Si no me crees, pregúntale a mi madre. —Estaba claro que todavía estaba
indecisa. —Vamos, Caitlyn. Tienes que almorzar en algún lugar. Bien podría ser
aquí.
—Bueno, si estás seguro de que no te estoy molestando.
Selló el trato tomando la mano de ella en la suya mientras la llevaba de
vuelta al comedor. —Mamá no se habría ofrecido si le importara.
En el comedor, ella liberó su mano y se sentó en el extremo más distante
de la mesa. En vez de atosigarla, se dejó caer en la silla que estaba justo enfrente
de ella. Al menos así tenía una excusa perfecta para mirarla mientras comían.
—¿Cómo fue tu viaje?
¿Qué podría decir a eso? No era que tuviera que mantener en secreto que
trabajaba para Gabe ocasionalmente. Era la naturaleza de ese trabajo lo que no se
sentía cómodo discutiendo. A lo largo de los años se había dado cuenta de que, si
bien los civiles sabían a nivel teórico lo que implicaba el trabajo de un soldado,
no les gustaba mucho conocer los detalles cuando se trataba de alguien que
realmente conocían. Había visto muchos combates durante su permanencia en
las Fuerzas Especiales y no habría dudado en usar la fuerza letal para proteger al
cliente de Gabe si hubiera sido necesario.
Se conformó con decir: —Estuvo bien. Estaba ayudando a un amigo.
Habría llegado a casa antes si no fuera porque mi vuelo original, que era sin
escalas, se canceló. El vuelo de reemplazo tenía dos escalas y no era la ruta más
directa a casa.
—Suena como si lo hubieras pasado mal.
—Los he tenido peores. —Aunque ahora que lo pensaba, Ricky no se
había equivocado. Jack necesitaba mucho esa ducha y un afeitado, sin mencionar
algo de ropa dentro de la cual no hubiera estado viviendo en los últimos dos días.
—Aunque me disculpo por mi apariencia.
El color de los ojos de Caitlyn se calentó hasta alcanzar el tono de la plata
fundida mientras le miraba fijamente. —No hay necesidad de eso. Un poco de
desaliño te queda muy bien.
Bien, entonces, tal vez la atracción no era del todo unilateral. Tan rápido
como llegó la pequeña oleada de calor entre ellos, desapareció y Caitlyn volvió a
ser toda profesional. Ella sonrió y buscó un papel junto a los libros de texto de
Ricky en el otro extremo de la mesa y se lo ofreció. —Este es mi informe
semanal sobre el progreso de Ricky.
Rápidamente escaneó el informe y volvió a repasarlo una segunda vez más
lentamente. —¿Así que le va bien?
—Lo está haciendo bien. Introduje dos nuevas asignaturas esta semana:
lengua y literatura, y geometría. Hasta ahora, se mantiene al día con las tareas y
trabaja duro. —Luego bajó la voz. —Para ser honesta, está a punto de ser mi
mejor estudiante del verano de todos los tiempos. Me sorprende que no se haya
quejado ni una sola vez de la carga de trabajo.
—Es bueno oír eso. —Jack se recostó en su silla y cruzó los brazos sobre
su pecho. —No puedo prometer que siempre será así, pero creo que debemos
estar agradecidos por su buen comportamiento mientras dure.
Caitlyn asintió inmediatamente. —Amén a eso. Trabajo con muchos niños
en situación de riesgo y sé que puede ser una montaña rusa.
—Eso es bastante cierto. Una vida hogareña dura combinada con
hormonas en pleno aumento es una mezcla volátil. —Ciertamente había sido así
para él.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado como para estudiarlo. —¿Estás
hablando de Ricky o de tu propia experiencia?
¿Qué le había estado contando su madre a Caitlyn? No importa. Como
siempre, se recordaba a sí mismo lo lejos que había llegado en aquellos días. —
Un poco de ambos. Él y yo tenemos mucho en común. —Odiaba la lástima en
sus ojos grises. —No sientas pena por mí, Caitlyn. Gracias a Marlene y Joe, mis
hermanos y yo estamos entre los afortunados.
Su madre entró en la habitación con una bandeja colmada de los
ingredientes para hacer sándwiches. —No te subestimes, Jack. No negaré que tu
padre y yo les ofrecimos una mano a los tres, pero nunca olviden que todos
ustedes fueron lo suficientemente inteligentes para sacarle el máximo provecho.
Jack se apresuró a quitarle la bandeja, deteniéndose lo suficiente como
para besar a su madre en la mejilla. —Me llevaré esto.
Ella protestó. —No seas tonto. Tú eres el que está exhausto. Ve y siéntate
antes de que te caigas.
Con un susurro propio de un apuntador de teatro, indicó, —Nada como
hacerme parecer débil frente a Caitlyn, mamá.
Su madre puso los ojos en blanco e inmediatamente entregó la bandeja. —
Bien. Llévala tú, los cuatro pasos que faltan para llegar a la mesa.
Cuando se sentó en la mesa, Caitlyn le sonrió y se abanicó con la mano. —
¡Esa fue una asombrosa muestra de hombría!
Su madre se rio. —¿Verdad?
Fue agradable ver a Marlene disfrutando. Era hora de llamar a los
refuerzos. —¡Hola, Ricky! Entra aquí. Estas mujeres me superan en número y
estoy demasiado cansado para defenderme.
—Ya voy, ya voy.
El chico apareció en la puerta de la cocina con una segunda bandeja
equilibrada en su brazo bueno. Ésta contenía vasos llenos de hielo y varias latas
de refrescos. Parecía un desastre a punto de ocurrir, pero Jack dudó antes de
ofrecerle al chico una mano amiga. Aguantó la respiración hasta que el
adolescente se puso a su alcance y al instante le quitó la bandeja.
Mientras Ricky repartía las bebidas, Jack dijo: —Caitlyn dice que te va
muy bien con tus tareas escolares.
El chico se sonrojó un poco. —Me gustan las matemáticas.
—No tiene nada de malo ser bueno en matemáticas. Te sorprendería la
frecuencia con la que es útil.
Cuando Ricky se mostró un poco escéptico, Jack dijo: —En serio. El
ejército usa las matemáticas de muchas maneras. Se necesitan matemáticas para
leer la latitud y longitud en un mapa. Los ingenieros del ejército la necesitan
para construir puentes o para hacerlos estallar, para el caso. Diablos, los
francotiradores usan la geometría y otros cálculos para determinar el ángulo
correcto para hacer un disparo a larga distancia.
Los ojos del chico se iluminaron con interés, pero Jack no pudo evitar
notar que las dos mujeres en la mesa no se veían tan felices como Ricky. Ups, tal
vez pensaban que debería usar diferentes ejemplos.
—¿Recuerdas el techo en el que trabajaba en aquellos días en que me
ayudaste? Bueno, usé geometría simple para calcular el número de tejas que se
necesitarían para cubrir el área que necesitaba ser reparada. Es solo una forma de
usar las matemáticas en la construcción. Espero que una vez que tu brazo esté
libre de la escayola, vuelvas a trabajar conmigo. Si lo haces, verás de lo que
estoy hablando.
Cuando miró hacia Caitlyn, ésta le ofreció un pequeño asentimiento y
sonrió. De acuerdo, entonces. Al menos esa parte recibía su aprobación. Para
cambiar de tema, alcanzó la bolsa que había puesto sobre la mesa.
—No tuve mucha oportunidad de comprar mientras estuve fuera, pero traje
algunas cosas. —Sacó una camiseta de la bolsa y se la arrojó a Ricky. El chico la
levantó y se quejó de la frase cursi en el frente que declaraba que todo lo que
tenía era una estúpida camiseta. Aun así, parecía contento.
—Mamá, la tienda de regalos del aeropuerto era bastante limitada, pero
pensé que te gustaría esto.
Le ofreció un pequeño libro de cocina sobre la cocina del país que no
podía ser mencionado donde había estado haciendo de canguro.
Ella le ofreció una sonrisa complacida. —Gracias. Diría que no debiste,
pero sabes que me encantan los nuevos libros de cocina.
Mientras ella hojeaba las páginas, sacó el último objeto de la bolsa. Las
otras dos compras habían sido apresuradas, cosas que había sacado del estante y
pagado sin pensarlo mucho. Éste, le había llevado mucho más tiempo elegirlo.
Se inclinó sobre la mesa para poner la pequeña caja frente a Caitlyn. —Vi
esto y pensé que podrías necesitar una nueva adición a tu colección. —Ella miró
primero la pequeña caja y luego a él como si no estuviera segura de cómo
reaccionar. —Adelante, ábrelo, Caitlyn. Te prometo que no te morderá.
Se dio cuenta de que tenían audiencia, Ricky y su madre. Esto podría
ponerse incómodo si a Caitlyn se le metía en la cabeza que era inapropiado que
aceptara un regalo de él. Quizás debería haber esperado hasta otro momento, uno
más privado, para darle a Caitlyn su regalo. Finalmente, tomó la caja y levantó la
tapa.
La lenta sonrisa que se extendía por su rostro era las únicas gracias que
necesitaba. Ella se encontró con su mirada por segunda vez, pero esta vez no
había nada más que felicidad en su expresión. —Gracias, Jack. Son perfectos.
—¿No tienes ninguno como esos?
Levantó los pendientes de la caja y los sostuvo para que todos pudieran
verlos. —Puedo decir honestamente que estos son mis primeros pendientes de
gárgola. Mi colección y yo te lo agradecemos.
—De nada.
Ricky claramente no sabía qué pensar de las pequeñas bestias de plata,
mientras que la expresión de Marlene era mucho más calculadora, algo que
nunca era bueno. Era hora de cambiar de tema. Agarró el plato lleno de
fiambres. —Entonces, ¿dónde está toda esta comida de la que tanto he oído
hablar?
Después de eso, todos se mantuvieron ocupados haciendo sándwiches y
pasándose las patatas fritas. Jack estaba seriamente con el depósito vacío y
rápidamente devoró su primer sándwich. La comida ayudó a restaurar algo de su
energía, pero pronto se iba a estrellar. Mientras tanto, se preparó otro sándwich
de jamón y escuchaba como su madre y Caitlyn hacían el trabajo pesado para
mantener la conversación. Cuando estaba a medio hacer con su segundo
sándwich, su madre desapareció en la cocina de nuevo. Cuando regresó, traía
cuatro tazones de helado de vainilla junto con una variedad de ingredientes para
añadir al helado y un plato de brownies.
Cuando le puso un tazón frente a Caitlyn, ésta lo miró fijamente durante
unos segundos. —Eres una mujer malvada, Marlene Lukash, pero no puedo
resistirme a la tentación del helado y brownies.
Partió un pedazo de su brownie y se lo puso en la boca. El suave sonido de
felicidad total que hizo envió una descarga de alto voltaje directo a cierta parte
de la anatomía de Jack. Maldición, quería preguntarle si había otros tipos de
tentaciones a las que ella era especialmente susceptible, pero este no era el
momento ni el lugar para esa conversación en particular. Algo de lo que estaba
pensando debió haberse reflejado en su expresión, porque cuando hizo contacto
visual con Caitlyn, sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa.
Después de asegurarse de que su madre estaba ocupada hablando con
Ricky, le guiñó un ojo a Caitlyn y sonrió. Ésta arqueó una ceja e inmediatamente
se comió un segundo bocado de su brownie, masticándolo lentamente como si
estuviera saboreando cada segundo. Cuando su lengua se apresuró para lamer la
comisura de sus labios, Jack casi gimió. Oh, sí, era una mujer perversa, muy
perversa.
Jack le lanzó una mirada rápida que prometía venganza. Entonces se dio
cuenta de que Ricky había captado el intercambio y no le gustó mucho. Maldita
sea, incluso a pesar de lo cansado que estaba Jack, debería haber sabido que no
debía coquetear con la profesora del chico. Caitlyn había pasado de estar
relajada a estar incómoda, así que también se había dado cuenta del disgusto del
chico.
Era hora de huir. Jack tomó otro par de bocados de su helado y luego
empujó el tazón. —Siento dejar tan buena compañía, pero realmente necesito
abrazar el colchón.
Caitlyn empezó a levantarse al mismo tiempo que él. —Y yo debería irme.
Ricky permaneció sentado, pero continuó frunciendo el ceño mientras su
mirada rebotaba entre Jack y Caitlyn. En lugar de quedarse ahí sin hacer nada,
Jack recogió los platos vacíos. Caitlyn hizo lo mismo, lo que realmente no ayudó
en nada, pero no pudo ordenarse a sí misma aparcar su trasero y dejar que él
recogiera la mesa.
Cuando llegaron a la cocina, ella puso su tazón y su plato junto al
fregadero. —Bueno, eso fue incómodo.
Jack se rio un poco. —Sí, lo fue. Lo siento. Una vez más, atribúyelo a mi
cansancio. Me disculpo si te avergoncé delante de tu alumno.
—No cargues con toda la culpa, Jack. Yo fui igual de culpable.
—No debería haberte mirado fijamente. —Por mucho que lo haya
disfrutado. Su belleza fresca era un buen respiro tras una semana sombría que
acababa de pasar como niñera, muy bien pagada, en un país infernal.
Ella le sonrió. —Y ahora parecemos un par de niños de primaria
discutiendo sobre quién empezó.
Maldición, quería besar esa boca atrevida para ver si ella sabía a helado de
vainilla y brownies de dulce de azúcar. Ella también lo sabía, porque
inmediatamente retrocedió y negó. —Jack.
La reprimenda de una sola palabra fue suficiente para detenerlo sobre la
marcha. —Tienes razón. Ricky es tu estudiante. Eso tiene prioridad.
Jack pensó que no necesitaba señalar que el chico no sería su alumno para
siempre. Después de eso, todas las apuestas estaban perdidas.
—¿Cuándo empiezas la escuela?
Ella parpadeó ante el cambio brusco de tema. —El miércoles después del
Día del Trabajo. Sin embargo, tengo que reportarme antes para prepararme para
el año escolar. Probablemente tendré que dejar todas mis clases particulares
antes de finales de agosto.
Jack se acercó al calendario colgado en la pared de la cocina e hizo
algunos cálculos mentales. Vale, podría esperar tanto tiempo. Tal vez o tal vez
no. Sospechaba que se enfrentaría a largas horas de trabajo golpeando el saco de
boxeo seguidas de algunas duchas heladas. Maldita sea.
Tomó un bolígrafo, dibujó círculos alrededor del primer día de clases y
luego miró a Caitlyn con una sonrisa. Ella se aclaró la garganta. —Bueno,
ummm, quizás debería ir a ayudar a tu madre a terminar de limpiar la mesa.
—Me quedaré aquí y cargaré el lavavajillas.
Marlene se les unió en la cocina con un montón de platos. —No, no lo
harás.
Jack se apoyó contra la encimera y cruzó los brazos sobre su pecho. —¿No
haré qué? ¿No cargaré el lavavajillas o Caitlyn no limpiará la mesa?
—Ambos. Estás muerto de pie y ella es una invitada.
Su madre puso la bandeja que llevaba en la encimera. —Jack, ve a asearte
y luego duerme. Acompañaré a Caitlyn a la puerta y luego me encargaré de la
cocina.
Caitlyn siguió obedientemente a su madre fuera de la habitación,
deteniéndose en la entrada lo suficiente como para decir: —Adiós, Jack. Te
mantendré informado sobre el progreso de Ricky.
—Gracias.
Contrariamente a las órdenes de su madre, Jack comenzó a enjuagar los
platos y a ponerlos en el lavavajillas. Cuando regresó con otra carga del
comedor, suspiró. —Testarudo, nunca pudiste recibir órdenes muy bien. Me
sorprende que duraras tanto en el ejército.
Jack solo sonrió. —No olvides que muchas de las personas que dan
órdenes en el ejército portan armas. Eso tiende a hacerte tomar lo que tengan que
decir un poco más en serio.
Marlene se rio. —Tal vez debería empezar a llevar mi rodillo de amasar
conmigo. Tal vez escucharías mejor.
Ella dio un paso atrás y lo vio trabajar durante unos segundos antes de
volver a hablar. —Ricky va a salir con sus amigos un rato, pero prometió estar
en casa para la cena.
Jack se estremeció. Realmente deseaba saber más acerca de los amigos del
chico y sobre lo que hacían cuando salían juntos. Probablemente ahora no era el
mejor momento para obtener respuestas del chico sobre ese tema. —¿Está
molesto?
Al menos su madre no fingió no entender. —Lo superará, pero yo no
convertiría en una costumbre el coquetear con sus profesores en el futuro, al
menos no delante de él. Creo que considera a Caitlyn su amiga. Supongo que
nunca ha tenido muchos adultos en su vida en los que confiara. Compartirla
contigo podría no ser fácil para él.
—Nos dimos cuenta de eso un poco tarde, pero no volverá a pasar
mientras trabaje con Ricky.
—¿Y después de que ya no trabaje con él?
Puso el último plato en el lavavajillas y lo puso a funcionar. —Bueno,
tendremos que ver, ¿no?
Luego salió por la puerta trasera antes de que ella pudiera hacer mucho
más que balbucear.
Capítulo Ocho
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

Ricky pateó una roca mientras caminaba solo por la acera. Incluso
mientras seguía su trayectoria, mantenía un ojo cauteloso sobre su entorno. Sus
amigos se estaban haciendo de rogar hoy, lo que le hizo preguntarse qué había
pasado para que se escondiesen. La mayoría de ellos habían estado viviendo en
las calles el tiempo suficiente como para tener varios escondites en el área
circundante donde podían permanecer fuera de la vista si fuera necesario.
Sin embargo, a estas horas tan tempranas del día y en fin de semana era el
mejor momento para mendigar. No era típico de ellos perderse la oportunidad de
apelar a la gente para conseguir el suficiente dinero para una comida rápida. Tal
vez la policía estaba patrullando el área con más frecuencia de lo habitual.
Cuando eso sucedía, la gente de la calle a menudo se mudaba a otro vecindario
por un tiempo. Probaría en otros lugares y luego volvería a casa.
Ese pensamiento lo hizo frenar. No era un hogar. Era justo donde pasaba el
rato últimamente. Las comidas gratis y un lugar seguro para dormir valían el
precio de hacer un poco de tarea y fingir que le importaba lo que Jack y su
madre tuvieran que decir. Se sentía mal por la cantidad de dinero que habían
gastado en su ropa, porque lo más probable es que tuviera que dejar atrás la
mayoría de ella cuando llegara el momento de largarse. Luego estaba todo el
tiempo y dinero invertido en que Caitlyn le diera clases particulares. No era
como si esperase volver a la escuela como un chico normal. No podía arriesgarse
a quedarse tanto tiempo.
Ella y Marlene tenían buenas intenciones, pero no deberían perder el
tiempo con él. Sin embargo, no podía decirles eso. Además, en cierto modo era
agradable ser mimado y pretender que el futuro era todo brillante y prometedor
ahora. Además estaba Jack. Ricky aún no lo había descifrado. No era el típico
bienhechor que quería reformar el mundo. La mayor parte del tiempo, a Ricky
en realidad le gustaba Jack con su actitud de no admitir mierda respecto a
ninguna cosa. Excepto cuando vio al tipo mirando a Caitlyn como si fuera el
verdadero postre del almuerzo.
Todavía le resultaba extraño cómo Jack era capaz de adivinar tanto sobre el
pasado de Ricky sin conocer ninguno de los detalles. Tal vez era cierto que los
dos tenían mucho más en común de lo que Ricky había creído originalmente.
Trató de imaginarse a alguien golpeando a Jack, pero era difícil de imaginar. Por
supuesto, el hombre dijo que no siempre había tenido la constitución de un
defensa de fútbol americano. Si Ricky planeara quedarse, tal vez aceptaría la
oferta de Jack de usar su gimnasio para acumular músculo después de que su
brazo terminara de sanar.
Ese pensamiento le hizo frotar el yeso, aunque su brazo no le dolía mucho.
No podía permitirse hacer planes más allá del momento presente. Jack dijo que
Ricky podía quedarse con ellos todo el tiempo que quisiera. Tal vez lo decía en
serio, pero la gente hacía promesas todo el tiempo sin planear mantenerlas,
incluso tu familia. ¿Por qué un grupo de extraños lo haría mejor? Por ahora,
disfrutaría durmiendo en una habitación con una puerta que se cerraba con llave
y comiendo regularmente, sin mencionar que este era el tiempo más largo que
había pasado sin un nuevo conjunto de moretones en el último par de años.
Pateó la roca de nuevo, esta vez enviándola volando por la calle donde
rebotó en el parachoques de un auto que pasaba. Cuando el conductor le tocó la
bocina, Ricky le ofreció una disculpa con un solo dedo y siguió caminando.
En la siguiente curva, se detuvo. ¿Por dónde ahora? Tal vez habían ido al
parque, a aquel donde Jack había compartido su almuerzo con Ricky ese primer
día. En ese momento, Ricky no había confiado en él en absoluto, pero había
estado muy feliz de comer la comida del hombre y tomar su dinero. De hecho, se
sorprendió a sí mismo al día siguiente cuando se dirigió a ver si Jack lo decía en
serio cuando le ofreció el mismo trato si Ricky volvía a aparecer. Los cuarenta
dólares que había ganado lo habían alimentado a él y a algunos amigos durante
un par de días.
Había resultado agradable ganarse la comida en vez de buscarla. Eso
envejecía y estaba verdaderamente cansado de tener que estar en estado de alerta
constante tanto por los policías como por los depredadores. Estar siempre en
movimiento era agotador.
En la última manzana antes del parque, vio a uno de los adolescentes más
mayores que deambulaban por el área dirigiéndose directamente hacia él.
Aunque conocía al tipo desde hacía varios meses, Toby miró fijamente a Ricky
mientras se acercaba. ¿Qué carajo...?
Cuando Toby lo alcanzó, murmuró: —Sígueme. Mantén tu distancia.
Ricky asintió y siguió caminando unos pasos más. Después se arrodilló
como para atarse el zapato y escudriñó el área en busca de cualquier signo obvio
de peligro. Cuando no vio nada fuera de lo común, se giró y siguió la dirección
que había tomado Toby. El chico mayor lo estaba esperando junto a unos
arbustos altos a poca distancia por la calle transversal.
—¿Qué pasa?
Toby metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros. —Alguien ha
estado preguntando por ti. Un tipo mayor conduciendo una camioneta con
matrícula de California. Supongo que es tu viejo.
Un escalofrío de puro terror se asentó en el pecho de Ricky. —Mi padre
está muerto. ¿Por qué crees que este tipo me está buscando?
Mientras escudriñaba la calle a su alrededor, Toby seguía moviendo su
peso de un pie al otro, claramente no contento de permanecer en un mismo lugar
tanto tiempo. O tal vez estaba ansioso por su próxima dosis. —Preguntó por ti
por tu nombre. También describió la ropa exacta que llevabas puesta la última
vez que te vi. Ya sabes, esa sudadera con capucha azul con un gran agujero en la
manga.
Sus ojos finalmente se fijaron en el brazo roto de Ricky. —¿Él es la razón
por la que llevas esa escayola?
No había razón para negarlo. —Sí.
Toby no parecía particularmente molesto por ese hecho. Ambos sabían que
las calles podían ser un lugar brutal para vivir. —¿Dónde te has estado
escondiendo? Nadie te ha visto mucho desde hace un tiempo.
Por mucho que Ricky apreciara que Toby se preocupara lo suficiente como
para advertirle que le estaban dando caza, no confiaba lo suficiente en él como
para hacerle saber dónde se estaba quedando. Lo último que Ricky quería era
que su padrastro lo encontrara de nuevo. Ese bastardo no solo iría a por Ricky.
No, apuntaría a cualquiera que pensara que le estaba ayudando. Jack podría
hacerle frente, pero Marlene y Caitlyn no tendrían ninguna oportunidad.
—He estado en movimiento desde que me echaron del hospital.
—Buena idea. No querrías que te encontrara.
Ricky tembló al pensar en su padrastro poniéndole las manos encima otra
vez. Tuvo suerte de sobrevivir la última vez. —Gracias por la información. Será
mejor que me vaya.
Antes de que pudiera moverse, la mano de Toby salió disparada para
atraparlo por la manga de su sudadera. —Llevas ropa nueva. ¿Dónde la
conseguiste?
—Me la dieron en el hospital. Las viejas estaban desgarradas y cubiertas
de sangre, así que las tiraron.
Toby podría haber creído esa parte de la historia, pero no le tomaría mucho
tiempo preguntarse cómo es que la ropa se había mantenido tan limpia si Ricky
todavía vivía en las calles. En lugar de arriesgarse a que uniera todos esos
puntos, era hora de salir de allí. Consideró compartir con Toby parte del dinero
que Jack le había dado, pero eso solo suscitaría más preguntas que Ricky no
quería responder.
—Gracias de nuevo, hombre. Me largo. Te agradecería que no les dijeras a
los demás que me has visto.
Toby asintió y se fue arrastrando los pies en la dirección opuesta. Ricky se
dirigió a la vuelta de la esquina como si continuara hacia su destino original. A
mitad de la manzana, cruzó la calle y se metió en una pequeña tienda. Compró
un refresco y una bolsa de patatas fritas para que el empleado no lo molestara
por estar en el lugar.
Mientras tanto, vigilaba la calle. Claro que sí, Toby reapareció unos
segundos después. Ricky se agachó más en la tienda cuando el adolescente se
detuvo a mirar hacia arriba y hacia abajo en la calle. Después de unos segundos,
Toby frunció el ceño y siguió arrastrando los pies. Ricky esperó hasta que dobló
la esquina y desapareció antes de salir de la tienda. Tan pronto como salió por la
puerta, arrojó la bebida y las patatas fritas en una práctica papelera y se fue
corriendo hacia la casa de Jack.
Después de unas cuantas manzanas, aminoró la velocidad y miró hacia
atrás para asegurarse de que Toby no lo seguía. Todo despejado. Bien. Consideró
brevemente llamar a Jack para que viniera a recogerlo, pero no quería soportar el
interrogatorio que seguramente le seguiría. Había demasiadas preguntas que no
quería responder. No, seguiría caminando y esperaría lo mejor. Había suficiente
gente en la calle a esta hora del día para hacer improbable que incluso un idiota
como Lawrence se lo pensara dos veces antes de atacar.
Por si acaso, Ricky mantuvo su teléfono en la mano buena y aceleró su
ritmo lo suficiente como para poner más distancia entre él y Toby, pero sin
llamar la atención. Cuanto antes volviera a la casa, mejor. Una vez allí, se
escondería unos días más antes de aventurarse a volver a salir. Solo unas
semanas más para que le quitasen el yeso. Entonces tal vez consideraría dejar la
ciudad, tal vez ir al sur, a Portland.
La idea le hizo maldecir aún más el nombre de Lawrence. La madre de
Ricky se había liado con perdedores desde que su padre murió, pero Lawrence
era el peor. Desde el momento en que lo trajo a casa, él y Ricky se habían estado
peleando. Unos meses más tarde, ella había estado muy contenta de dejar atrás
su hogar en California cuando Lawrence se trasladó al área de Seattle, a pesar de
que Ricky no había querido mudarse tan lejos de su escuela y de sus amigos. No
le había sorprendido tanto que su madre eligiera ponerse del lado de su novio -
ahora su marido- en lugar del lado de su hijo. Lawrence puede que fuera un
gilipollas, pero tenía un trabajo estable y le proporcionaba un techo sobre su
cabeza. Eso era más de lo que Ricky podía hacer.
Por el bien de ella, él se fue a vivir a la calle con la esperanza de que ellos
dos tuvieran una vida más pacífica. Su único error fue regresar para ver cómo
estaba. Lawrence se enteró y salió en su busca. Había usado sus puños y sus
botas de trabajo de punta de acero para asegurarse de que Ricky supiera que ya
no era bienvenido en su casa. Sí, como si no se hubiera dado cuenta de eso por sí
solo. Su madre lo había dejado claro cuando le dijo que ella y Lawrence querían
comenzar su propia familia, claramente una que no lo incluía a él. Que Dios
ayude a sus hijos.
Ricky había estado tan perdido en sus recuerdos que no se dio cuenta de lo
lejos que había llegado. Si no hubiera alzado la vista, habría pasado de largo la
calle de Jack. Ser tan inconsciente no solo era estúpido, sino peligroso. ¿Y si
Toby hubiera puesto a Lawrence tras la pista de Ricky? Después de un rápido
chequeo en busca de cualquier cosa sospechosa, se dirigió en línea recta hacia la
casa. En el último minuto, se desvió hacia el anexo de atrás.
Jack podría estar durmiendo todavía, pero querría saber que Ricky había
regresado. El hecho de que se sintiera más seguro cerca del exsoldado de las
Fuerzas Especiales no tenía nada que ver con el porqué se estaba reportando. No,
para nada.
Llamó a la puerta y esperó a ver si Jack respondía. Cuando no lo hizo,
Ricky abrió la puerta y entró.
Jack se sentó en el borde de su cama y trató de decidir si estaba listo para
levantarse. No estaba seguro de lo que había perturbado su sueño, pero ahora
estaba despierto. Aunque se sintiera como si lo hubiera arrollado un tren de
mercancías, años de experiencia le habían enseñado que superaba el jet lag más
rápido si se programaba inmediatamente para vivir en el horario de cualquier
franja horaria en la que se encontrara en ese momento. Eso significaba que sería
mejor que se levantara ahora y volviera a la cama en su horario habitual.
Se metió en el baño y se salpicó el rostro con agua fría. Ayudó algo. De
regreso a su habitación, un ruido que provenía de abajo penetró a través de la
niebla que le entumecía el cerebro. ¿Qué diablos era eso?
Bajando los escalones descalzo, se detuvo a mitad de camino para volver a
escuchar. Silencio esta vez, pero había aprendido a tener la paciencia de un
cazador durante sus años en el ejército. Si alguien estuviera ahí abajo, tarde o
temprano revelaría su presencia. En realidad, Jack tenía una buena idea de quién
era, pero quería ver si Ricky confesaría haber estado husmeando en el anexo.
Claro que sí, el chico apareció al pie de los escalones. —¿Jack? ¿Estás
despierto?
—Lo estoy ahora.
Jack se dirigió hacia abajo para unirse a Ricky en la pequeña sala de estar.
El chico se sentó en el sofá de gran tamaño y miró en silencio la pantalla
apagada de la televisión. No parecía feliz. La cena no sería hasta dentro de una
hora, o así. Si Jack tenía hambre, lo más probable es que Ricky también la
tuviera. Sacó una bolsa de patatas fritas y vertió un poco de salsa en un tazón.
Luego agarró una cerveza para sí mismo y un refresco para el chico. Eso era
todo el esfuerzo que iba a hacer para jugar a ser un buen anfitrión.
Dejó caer la bolsa de patatas fritas en el regazo de Ricky y puso la salsa en
la mesa de café donde ambos podrían alcanzarla. Estacionando su propio trasero
en el otro extremo del sofá, Jack tomó el control remoto y encendió el televisor
de pantalla plana. Hizo zapping a través de los canales hasta que encontró un
partido de béisbol para ver. —Entonces, ¿qué pasa, chico?
El adolescente estaba muy nervioso, así que algo estaba pasando. Tampoco
era propio de él entrar en el anexo sin que Jack lo invitara a hacerlo.
Ricky se encogió de hombros. —Nada. Solo quería que supieras que he
vuelto.
Evidentemente eso era todo lo que quería decir sobre el tema, porque
inmediatamente agarró un puñado de patatas fritas y se las metió en la boca
mientras mantenía sus ojos fijos en el partido de béisbol. Jack apreciaba que el
chico hubiera hecho el esfuerzo de reportarse, pero apostaría su último dólar a
que algo había pasado mientras Ricky había estado fuera y que lo había
asustado.
Dejó pasar un par de minutos en silencio antes de volver a hablar. —
Entonces, ¿tú y tus amigos hicisteis algo divertido mientras estuviste fuera?
La respuesta de Ricky fue poco más que un gruñido y una negación con la
cabeza. Dando rodeos al tema no lo llevaba a ninguna parte, así que Jack silenció
el televisor y se enfrentó directamente a Ricky.
—Vale, dime si me equivoco, pero supongo que algo pasó mientras estabas
fuera, algo que te ha asustado. Dime que todo está bien y me retiraré.
—No eres mi niñera.
Una vez más, esa no era una respuesta útil ni una negación. —No, no lo
soy, pero soy responsable de ti ahora mismo.
Mantuvo su tono neutral, con la esperanza de evitar que la conversación se
convirtiera en una confrontación. Al mismo tiempo, cambió de posición para
mirar de frente la televisión, pero desde donde todavía podía dirigir una mirada
furtiva ocasionalmente en dirección a Ricky. Había mucha tensión en el chico,
pero Jack no podía obligarlo a compartir lo que le estaba molestando. O Ricky
confiaba en él lo suficiente como para hablar o no lo haría. Todo lo que Jack
podía hacer era estar ahí cuando el chico finalmente decidiera revelar sus
secretos.
Hubo otra entrada en el partido antes de que Ricky hablara de nuevo. —No
es gran cosa. Me encontré con un tipo que conozco mientras estaba fuera.
Compartió algunas malas noticias conmigo. Eso es todo.
Jack no podía probarlo, pero estaba dispuesto a apostar que las malas
noticias tenían más que ver con Ricky que con el chico que las compartió. Tal
vez algo que ver con el tipo que mandó a Ricky al hospital. Se dio cuenta de que
Ricky estaba mirando las manos de Jack con los ojos muy abiertos, las cuales
inconscientemente se había cerrado con los puños apretados. Después de
flexionarlas un par de veces para aliviar un poco la tensión, Jack tomó su
cerveza y se tomó un trago largo.
—Siento que tu amigo lo esté pasando mal. Si hay algo que pueda hacer,
házmelo saber. —Especialmente si era el propio Ricky quien realmente
necesitaba la ayuda.
—Gracias, pero nadie puede hacer nada. —Ricky fue a por las patatas
fritas y la salsa otra vez. —¿Alguna idea de lo que tu madre está haciendo para
cenar?
—Apuesto a que pastel de carne. Es uno de mis favoritos, así que lo
prepara siempre que he estado fuera, aunque solo hayan pasado unos días.
—Genial. Me encanta su pastel de carne.
Por ahora, Jack le permitió cambiar de tema sin protestar. Pero la próxima
vez que el chico saliera, puede que tuviera que seguirlo y hacer un poco de
reconocimiento. De una forma u otra tenía que averiguar exactamente quién
había puesto ese brillo de miedo en los ojos de Ricky. Y si el bastardo le ponía
una mano encima al chico, iba a haber un infierno de ajuste de cuentas.
Capítulo Nueve
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

¿Adónde se había ido el tiempo? Por supuesto, Caitlyn había trabajado


hasta después del almuerzo el sábado, pero el resto del fin de semana había
pasado como un relámpago entre ropa sucia, compras de comestibles y otras
tareas. Todo esto tenía que hacerse, pero incluso ella tenía que admitir que se
había enterrado en tareas muy laboriosas para no pensar en Jack McShane y en
sus ojos verdes y ardientes.
No había funcionado. A pesar de sus mejores esfuerzos, todavía se
encontraba tocando la comisura de su boca y sonriendo. Incluso desde el otro
lado de la mesa del comedor, había sentido el impacto de la mirada de Jack
mientras observaba cómo saboreaba ese brownie. Si el recuerdo seguía siendo
así de fuerte casi dos días después, tenía que preguntarse qué habría sentido si la
hubiera besado. ¿Y realmente quería averiguarlo? Temía que la respuesta fuera
sí.
Al menos él había admitido que necesitaban concentrarse en Ricky
mientras ella trabajara con él. Pero la mirada que le había dirigido después de
marcar el comienzo de la escuela en el calendario había dejado muy claro que
estaba postergando su campaña, no cancelándola por completo. No estaba segura
de cómo se sentía al respecto.
Vale, eso era mentira.
Pero considerando que acababa de estacionar frente a la casa de Jack,
necesitaba redirigir su atención a su estudiante. Podía hacer esto. Pero, ¿no se
emocionaría su madre si supiera que había al menos un hombre en este mundo
que podía romper las paredes que Caitlyn había erigido cuidadosamente
alrededor de su corazón desde que el desastre de su matrimonio se había
derrumbado por completo?
Cuando llegó al porche delantero, no fue ninguna sorpresa que alguien
estuviera allí parado para dejarla entrar. Se sintió aliviada al ver que era Marlene
y no su hijo. En serio, lo estaba.
—¡Hola, Marlene! ¿Tuviste un buen fin de semana?
—Bastante agradable. Vamos, entra. Ricky no está aquí ahora mismo. Fue
a un lugar de trabajo con Jack esta mañana para ayudarlo un rato. Llamó para
decir que estaba de camino y que llegará en cualquier momento.
Interesante. —¿Es capaz de hacer algo con el brazo enyesado?
La mujer mayor se encogió de hombros. —Probablemente no, pero pidió
ir. Creo que necesitaba salir de la casa por un tiempo y a Jack no le importa la
compañía.
—¿Así que los dos se están llevando bien otra vez?
Marlene no fingió no entender. —Ricky se fue durante un rato el sábado
por la tarde, pero se quedó con Jack viendo béisbol en el anexo cuando regresó.
Jack pensó que algo le molestaba a Ricky, pero dudo que tuviera algo que ver
contigo o incluso con Jack, para el caso. Evidentemente uno de los amigos de
Ricky compartió malas noticias que le habían disgustado.
Caitlyn siguió a Marlene al comedor para prepararse para la lección de
Ricky. —¿Dijo qué tipo de noticias?
—No, Jack sospecha que, sea lo que sea, tenía más que ver con Ricky que
con su amigo. A ambos nos gustaría que se abriera a nosotros, pero hasta ahora
eso no ha pasado. Desde el punto de vista positivo, él está eligiendo pasar más
tiempo con Jack. Ayer, los dos se ejercitaron juntos en el gimnasio de allá por un
buen rato y vieron otro partido de béisbol mientras Ricky terminaba su tarea.
—Eso suena prometedor, o al menos como un progreso.
—Así es. Sé que Jack se alegró cuando Ricky le preguntó si necesitaba
ayuda con el trabajo hoy. —Marlene sacó una silla y se sentó. —Evidentemente
los dos hicieron un trato, el cual consiste en que Ricky pague el costo de su ropa
y de sus zapatos nuevos ayudando en los trabajos de construcción.
Eso no sonaba bien. —¿En serio? ¿Y Jack estaba de acuerdo con eso?
Marlene miró por la ventana durante unos segundos antes de contestar. —
Escuchar eso me trajo recuerdos de cuando nuestros tres hijos vinieron a vivir
con nosotros. Ninguno de ellos se sentía cómodo con que le dieran ni la más
simple de las cosas. Tino, especialmente, actuaba como si tuviera que ganarse
todo lo que necesitaba, incluso las cosas que el resto de nosotros damos por
sentadas.
Finalmente se volvió hacia Caitlyn de nuevo. —Así que aunque no creo
que Jack esté de acuerdo con el arreglo, probablemente entienda la situación
mejor que cualquiera de nosotros. Los chicos como Ricky tienen buenas razones
para desconfiar. Con suerte, eventualmente llegará a creer que Jack solo actúa de
corazón, pero va a llevar tiempo y mucha paciencia.
La puerta principal se abrió y Ricky entró en la habitación. —Siento llegar
tarde, Caitlyn. Necesito lavarme y coger una botella de agua. Vuelvo en un
segundo.
Las dos mujeres se rieron. —Su relación contigo también ayuda, ya sabes.
Me gusta que lo alientes con elogios honestos, pero tampoco seas blanda con él.
El comentario de Marlene complació a Caitlyn. Ayudar a un chico como
Ricky, que sobresalía en una materia escolar pero tenía que pelear con otras, era
un poco como caminar por la cuerda floja. Si le ponía las cosas demasiado
difíciles, él podría frustrarse y darse por vencido. Pero si lo dejaba atenerse a lo
que le resultaba fácil, nunca se pondría al día.
Ricky había vuelto. La parte delantera de su camisa estaba cubierta de
manchas mojadas, probablemente por su prisa por lavarse y prepararse para
trabajar. —Jack me dejó salir para mi lección. Se supone que debo llamarlo
cuando terminemos, así puedo regresar y acabar mi trabajo ayudándolo.
Todo eso llegó con un largo suspiro. Obviamente había disfrutado de su
mañana en el trabajo. —Oops, olvidé mi tarea. Enseguida vuelvo.
Salió y echó a correr de nuevo. Marlene agitó la cabeza y sonrió. —Ojalá
tuviera solo una décima parte de su energía.
Caitlyn se rio. —Yo también.
—Bueno, te dejaré el camino libre. Tengo un par de recados que hacer. Si
no vuelvo antes de que te vayas, te veré la próxima vez.
Cuando se fue en una dirección, Ricky volvió volando desde la otra. Puso
sus deberes delante de Caitlyn. —Ten. Lo terminé ayer viendo béisbol con Jack.
—Eso es lo que me dijo Marlene. —Caitlyn echó un vistazo a la primera
página. —Parece que hiciste un buen trabajo. ¿Por qué no empiezas con las
matemáticas mientras echo un ojo a esto? Entonces haremos cualquier
corrección y seguiremos adelante.
—Genial.
No le tomó mucho tiempo revisar su tarea. En general, había hecho un
buen trabajo con solo un par de pequeños errores. Tal como sospechaba, él era
más que capaz de mantenerse por sí mismo con un currículo de nivel de
preparatoria.
Esperó hasta que terminó el problema en el que estaba trabajando antes de
mostrarle cómo lo había hecho. —¡Esto es fantástico, Ricky! Tienes un cuarenta
y ocho de cincuenta. Eso es un sobresaliente para cualquiera. Te va a ir tan bien
en la escuela este año. Estoy muy impresionada con la forma en que estás
manejando las tareas que has hecho para mí. Voy a arriesgarme y predecir que
volverás a tener el nivel de tu grado en todas tus materias, y tal vez incluso irás
por delante en algunas, especialmente en matemáticas. Quedarte en un solo lugar
durante un año entero marcará una gran diferencia en lo bien que lo haces.
Había estado a punto de señalar sus dos errores cuando se dio cuenta de
que Ricky no estaba tan feliz con su trabajo como lo estaba ella. —¿Qué pasa?
¿No oíste lo que dije? Hiciste un gran trabajo en tu tarea de lengua y literatura.
Miró el papel como si fuera a morderlo. —Sí, lo he oído.
Entonces, ¿por qué estaba tan molesto? —¿Dije algo malo?
En vez de responderle, se separó de la mesa y se levantó. —Mira, olvidé
que tengo que ir a un lugar esta tarde. ¿Puedes cerrar cuando te vayas?
Corrió tras él e intentó plantarse entre él y la puerta. —Ricky, ¿qué pasa?
Trató de escaparse rodeándola. —Nada. Como dije, tengo que ir a un lugar.
—¿Vas a recuperar el tiempo perdido con Jack en el lugar de trabajo?
La expresión en blanco de su rostro respondía a eso. —Por favor, Ricky,
no te vayas. Me iré si quieres, pero por favor quédate aquí. O al menos llama a
Jack para que venga a buscarte.
Esta vez logró esquivarla, y salió afuera, alejándose por la calle tan rápido
como podía. Podría correr tras él, pero nunca sería capaz de seguirle el ritmo. En
vez de eso, hizo la siguiente cosa mejor que podía hacer y regresó a la casa a
buscar su teléfono. Marcó el número de Jack y volvió afuera a esperar a que
contestara.
Tan pronto como lo hizo, dijo: —Jack, Ricky se ha ido, y tengo miedo de
que no vaya a volver.
Su primera respuesta fue corta, simple y obscena, no es que lo culpara por
usar esas palabras en particular dadas las circunstancias. Se dio cuenta de que
estaba en movimiento mientras hablaba. —Tengo que recoger mis herramientas
antes de irme, pero solo estoy a cinco kilómetros de casa. No me tomará mucho
tiempo.
El sonido de cosas siendo lanzadas dentro de una caja de herramientas o tal
vez en la parte trasera de la camioneta se escuchaba alto y claro. —Voy a colgar
ahora por si Ricky intenta llamar. Después de decirle al cliente por qué me estoy
marchando, voy para allá.
Las rodillas de Caitlyn temblaban hasta tal punto que se sentó en el escalón
delantero. —¿Debería esperar aquí o qué?
No hubo vacilación. —Espera.
—De acuerdo. —Eso estuvo bien porque no estaba completamente segura
de sí debería conducir.
—Voy a colgar ahora. Llámame si aparece antes de que llegue.
—Lo haré.
—Y, Caitlyn, sin importar lo que haya pasado, no te culpes. He estado
esperando algo así desde hace un par de días.
La línea se cortó antes de que pudiera responder. Mientras esperaba,
canceló su siguiente cita, que afortunadamente era la última del día. Incluso si
Jack no quería que lo ayudara a buscar a Ricky, estaba demasiado conmocionada
para ser de mucha utilidad para nadie. Además, no sería capaz de concentrarse
hasta que supiera que el chico había regresado a casa y estaba a salvo.
Por ahora, necesitaba estar lista para irse tan pronto como Jack llegara. Eso
significaba agarrar su bolso en caso de que quisiera que condujera su propio auto
y así doblar el área de búsqueda. Además, debería dejarle a Marlene una nota
rápida sobre lo que estaba pasando, y luego asegurarse de que la casa estuviera
cerrada con llave.
Estaba a punto de cerrar la puerta delantera cuando Jack vino rugiendo por
la calle. Se metió en el camino de entrada y se bajó de la camioneta. —
¿Podemos llevarnos tu auto? La camioneta tiene poca gasolina. Además, tanto
ésta como mi SUV son demasiado distintivos. Nunca nos acercaríamos a él en
ninguno de ellos. Tu sedán es más probable que pase desapercibido.
—Claro que sí. —Le lanzó las llaves y luego cruzó los brazos alrededor de
la cintura. —Tú conduces. Todavía estoy un poco agitada.
Inmediatamente, Jack pareció preocupado y con sus grandes manos
acarició sus brazos arriba y abajo, su calor calmando el escalofrío de su miedo
por Ricky. —¿No intentó hacerte daño ni nada?
—Oh, no, no fue así en absoluto.
Odiaba no poder evitar que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas. Jack
murmuró una maldición y usó las yemas de sus pulgares para enjugarlas. Al
instante la envolvió en sus brazos y la empujó contra su pecho. Su voz era un
profundo retumbar contra su mejilla. —Como dije, lo que pasó no fue culpa
tuya. Ha sido como un petardo con una mecha ardiendo durante un par de días.
Era solo cuestión de tiempo antes de que algo lo detonara.
Sorbió por la nariz un poco, aun luchando contra las lágrimas. —Califiqué
su tarea y se la mostré. Hizo un gran trabajo, le dije que, si seguía así, volvería a
su nivel académico en poco tiempo y tal vez incluso iría adelantado.
—¿Y eso le molestó?
Ella frunció el ceño y revivió la escena en su cabeza. —No, fue después de
eso. Le dije que si se quedaba en una escuela durante un año entero, eso
marcaría una gran diferencia. Fue entonces cuando se cerró y se fue.
—Sí, eso podría haberlo causado. —Sintió que Jack suspiraba antes de que
continuara. —No estoy seguro, pero supongo que ha estado rebotando mucho de
escuela en escuela. A veces la situación laboral de los padres lo hace necesario.
Con un fuerte apoyo familiar, a los niños les va bien. Pero en casos como el de
Ricky, donde lo más probable es que la familia sea el problema, él va a ser
reacio a hacer amigos o fuertes conexiones con alguien porque sabe que no está
allí para quedarse. La idea de permanecer en un lugar durante todo un año
escolar es extraña para él.
Su corazón se hundió. Tenía razón, por supuesto. Debería haber recordado
sus propias sospechas al respecto. —Así que, ¿qué hacemos ahora?
—Primero, voy a llamarlo. No quería intentarlo hasta que supiera
exactamente lo que había pasado.
Le dio un último apretón antes de alcanzar su teléfono mientras aún
mantenía un brazo alrededor de sus hombros. Fue difícil no aguantar su
respiración mientras él marcaba el número de Ricky y esperaba a ver si
respondía. Contó los tonos de llamada. Uno... dos... tres veces antes de que
saltara el buzón de voz. La decepción tenía un sabor amargo, pero tuvo que
admirar lo tranquilo que sonaba Jack cuando habló.
—Vale, chico, sé que hay un problema, pero no puedo ayudarte si no me
hablas. Si recuerdas, el trato para conseguirte un teléfono era que contestarías
cuando te llamara. Estaré esperando.
Desconectó la llamada. —Vayamos a buscarlo.

Jack mantuvo sus manos firmemente en el volante cuando todo lo que


quería era llevar a Caitlyn de vuelta a sus brazos. No estaba seguro de si era
porque quería consolarla o si era él quien necesitaba su toque para ayudar a
mantenerlo con los pies en la tierra mientras buscaban a ese condenado chico.
Las razones detrás del impulso de alargar la mano hacia ella no importaban.
Ahora mismo no podía permitirse rendirse a esa tentación en particular. Lo que
pudiera necesitar o querer no era importante. Ricky era el que estaba en riesgo
ahora mismo.
—¿Te diste cuenta por dónde se fue cuando se largó?
—Corrió hasta el final de la manzana y después giró a la derecha.
Jack se detuvo en la intersección para escanear la carretera en ambas
direcciones antes de hacer el giro. Al avanzar, notó que Caitlyn sonaba mucho
más calmada de lo que lo había hecho cuando él llegó a casa. Era algo bueno que
uno de ellos lo estuviera. —No te preocupes. Lo encontraremos.
—Eso espero, Jack.
Unos segundos más tarde, se volvió hacia él. —Sabía que no podría
alcanzarlo a pie. Tal vez debí haberme subido a mi auto y haber ido tras él en vez
de esperarte.
Vale, así que esos ojos asustados significaban que quizás no estaba tan
calmada. Su mano estaba fuera del volante y sosteniendo la de ella incluso antes
de que hubiera tomado la decisión consciente de alargar su brazo para
consolarla. —No te cuestiones a ti misma, Caitlyn. Hiciste lo correcto. Ricky es
mi responsabilidad. Sabía que estaba luchando para lidiar con algo y no te avisé
cuando debí hacerlo.
Ella entrelazó sus dedos con los suyos. —Tu madre dijo que Ricky llegó a
casa molesto después de ver a un amigo el sábado. Algún tipo de malas noticias.
¿Alguna idea de qué se trataba?
—No, pero tengo mis sospechas. Es solo una corazonada. Nada que pueda
probar con seguridad y el testarudo idiota no habla.
—Crees que el tipo que mandó a Ricky al hospital sigue ahí fuera,
¿verdad?
—Sí, lo creo. Por alguna razón el chico quiere que la policía y yo
pensemos que fue un ataque al azar. Creo que fue más personal que eso. Pero sin
testigos y con Ricky negándose a cooperar, no hay forma de encontrar al
culpable.
—¿Y la policía no ha tenido suerte encontrando a la familia de Ricky?
Le dolía el pecho de miedo por el chico y a causa de un montón de
frustración. —No. No hay ningún informe de persona desaparecida que encaje
con su descripción. Por lo que la policía sabe, nadie lo está buscando. Su mejor
suposición es que se escapó de casa y probablemente tenía buenas razones para
vivir en las calles. También hablé con su asistente social. La Sra. Harkens dijo
que había agotado todos sus recursos sin suerte. Si los datos de Ricky están en el
sistema, no puede encontrarlos. Me sentiría mucho mejor si supiéramos con
certeza lo que está pasando, pero ni siquiera sabemos si el nombre que nos dio es
real.
Caitlyn apretó su mano. —Has hecho mucho más por él de lo que
cualquier otro habría hecho, Jack. Es un chico inteligente. Una vez que se calme,
lo recordará y te llamará.
—Dios, eso espero.
Siguió conduciendo. Después de un rato, Caitlyn preguntó: —¿Adónde
vamos?
—El primer día que conocí a Ricky, me arriesgué y seguí al autobús que
tomó para ver dónde lo dejaba. No sabe que hice eso, pero estaba preocupado
por él. La mayoría de los chicos que viven en la calle tienen un territorio donde
pasan el tiempo mayoritariamente. Al menos es un lugar por donde empezar.
Cuando llegaron a la esquina donde el autobús había dejado a Ricky, Jack
se detuvo junto a la acera y estacionó. Necesitaba estar fuera y en movimiento,
haciendo algo más que conducir en círculos. —Salgamos y caminemos un rato.
Una vez más, tomó la mano de Caitlyn mientras bajaban por la acera. Se
detuvieron en cada esquina para mirar hacia arriba y hacia abajo por las calles.
No había señales de Ricky. Jack deseaba haber visto mejor a los otros chicos ese
primer día, pero desearlo no cambiaba el hecho de que no sabía nada acerca de
ninguno de los amigos de Ricky. No estaba seguro de reconocer a ninguno de
ellos aunque se cruzaran en su camino.
Su fracaso le hacía querer golpear algo. —Maldición, esto no nos lleva a
ninguna parte. Será mejor que volvamos.
Caitlyn lo empujó doblando una esquina hacia un callejón estrecho que
transcurría entre un par de tiendas pequeñas. —Vamos por aquí y luego damos
un rodeo para regresar.
Habían avanzado una corta distancia por el callejón vacío cuando sonó el
móvil de Jack. Una mirada a la pantalla desató un poco el miedo alojado en su
pecho. Colocó su brazo alrededor de los hombros de Caitlyn y la acercó. —Es él.
Al momento deslizó su pulgar por la pantalla para contestar la llamada. —
Ricky, dime que estás bien y después dime dónde estás.
Mientras escuchaba lo que el chico tenía que decir, Jack le ofreció a
Caitlyn una sonrisa tranquilizadora. —Espera ahí. Ya voy para allá. Para que lo
sepas, Caitlyn está conmigo, así que pide suficiente para tres. ¿Tienes suficiente
dinero contigo?
Esperó a que Ricky respondiera y dijo: —Bien, estaremos allí en quince
minutos.
El chico tenía una cosa más que decir, lo que hizo más feliz a Jack. —Sí,
se lo diré.
Fue tentador mantener a Ricky en línea hasta que llegaran a él, pero Jack
desconectó la llamada de todos modos. Esto iba a ser una muestra de confianza
por ambas partes. Por su parte, cumpliría su promesa de encontrarse con Ricky
en el restaurante de pescado con patatas fritas donde habían comido ese primer
día. El chico estaría allí, o puede que no, pero el instinto de Jack le decía que el
chaval estaría esperando en una mesa de picnic con tres platos de pescado.
—¿Dónde está?
—Ese mismo día que seguí su autobús, lo llevé a un lugar de pescado con
patatas fritas junto al mar. Nos está esperando allí. Por cierto, dijo que lamentaba
haber escapado de ti.
Sus ojos brillaban demasiado. Odiaba que esta situación la hubiera
perturbado tanto. —Ouch, cariño, no llores.
Cuando las palabras no funcionaron, hizo lo único que se le ocurrió para
distraerla, algo que había querido hacer desde el día en que se conocieron.
La besó.
Comenzó lentamente, una oferta de consuelo, algo que ambos necesitaban
desesperadamente. Los labios de Caitlyn eran tan suaves como siempre
sospechó, tan dulces como había esperado. Cuando sus manos ascendieron sobre
su tórax para acomodarse sobre sus hombros, la envolvió en sus brazos lo
suficientemente fuerte como para hacerle saber que abrazarla era importante.
Ella inmediatamente se inclinó más cerca, de modo que no había espacio
ni siquiera para una bocanada de aire entre ellos, solo un resplandor de calor que
pronto alcanzaría la masa crítica. La levantó y la llevó a un lado del edificio y la
presionó contra la superficie lisa de ladrillos. Él respiraba con dificultad y
deseaba que estuvieran en un lugar mucho más privado que este callejón.
—Maldición, mujer, sabes a tentación.
Caitlyn sonrió, claramente satisfecha con su evaluación. Ella le ahuecó el
rostro con las manos y lo bajó para darle otro beso. Esta vez no fue nada dulce.
Fuetodo lenguas y tentación, sin mencionar tormento, porque no podían llevarlo
más allá. No en este lugar público y no con Ricky esperándolos.
Ella también lo sabía, porque ya estaba ralentizando las cosas. El calor en
sus ojos se amortiguó y después se desvaneció. —Tenemos que encontrar a
Ricky.
—Sí, tenemos.
Secó una lágrima perdida de su mejilla. —Pero para que conste, no me
arrepiento de esto.
Su sonrisa en respuesta fue todo lo que podía haber esperado. —Yo,
tampoco.
Rezó para que eso fuera verdad y se mantuviera así. Al menos no protestó
cuando le puso su brazo alrededor de sus hombros de camino de regreso a su
auto.
Mientras conducía la corta distancia hasta la playa, ella dijo: —Sé que
estás aliviado porque haya llamado, pero no puedes estar contento por la forma
en que actuó. Me ayudaría saber cómo apoyarte en esto si supiera cuál es tu plan.
Su risa no era feliz. —A mí también me ayudaría, si tuviera un plan. Odio
admitirlo, pero estoy más o menos improvisando sobre la marcha. No es como si
hubiera criado a un chico antes.
Caitlyn le echó un buen vistazo. —No te subestimes, Jack. Los niños no
vienen con un manual de instrucciones y sospecho que la mayoría de los padres
improvisan la mayor parte del tiempo.
—Ya casi llegamos. ¿Alguna palabra de sabiduría que quieras compartir
después de tus años de experiencia trabajando con niños?
Circularon en silencio por un corto tiempo. A él le gustaba que ella pensara
seriamente en el asunto antes de dar su opinión. Finalmente, comentó, —Diría
que deberías tener muy claro que le estás haciendo responsable de lo que hizo.
Recuérdale que sus acciones nos causaron mucha preocupación a ti, a mí y
probablemente a tu madre si ha visto la nota que le dejé. Al huir de esta forma, te
obligó a abandonar el trabajo y también me obligó a mí a cancelar mi próxima
cita.
Genial. Había estado tan concentrado en Ricky que ni siquiera se le había
ocurrido que ella pudiera tener otras obligaciones. —¿Eso te causará algún
problema?
—No, ya llamé y lo reprogramé para mañana.
Eso era un alivio. —¿Algo más?
—Sé que es tentador gritarle, pero yo no lo haría. En vez de eso, déjale ver
que aunque estás enfadado y decepcionado con él, aún estás calmado y con total
control sobre tus acciones. Por lo que sospechas de sus antecedentes, eso podría
impresionarlo más. Quieres que se atenga a las normas, pero sin temer por su
vida.
Jack analizó y sopesó esa idea y finalmente decidió que sonaba bien. —
Bien pensado.
De repente, Caitlyn señaló hacia la playa. —¡Ahí está! Está sentado en la
mesa más alejada.
Jack estacionó el auto, y los dos se dirigieron directamente hacia un
adolescente que tenía aspecto de sentirse culpable.

Capítulo Diez
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

Ricky escogió una mesa de picnic que estaba a cierta distancia de las otras
en el área. Si le iban a patear el trasero por huir y luego no contestar al teléfono
cuando Jack llamó, preferiría tener un poco de privacidad. Se sentó en el lado
que le permitía ver el estacionamiento mientras bebía a sorbos su té helado. No
hizo mucho para calmar su garganta seca, que se sentía como si hubiera estado
masticando bolas de algodón.
Hacer esa llamada a Jack había sido una de las cosas más difíciles que
había hecho en toda su vida. Estaba medio convencido de que el hombre no
respondería y casi igual de asustado de que lo hiciera. Ricky todavía no podía
creer que no solo Jack había respondido después de un solo timbre, sino que sus
primeras palabras lo hicieron sonar como si estuviera más preocupado que
cabreado. Ricky no estaba seguro de qué hacer con eso. También le sorprendió
que Caitlyn estuviera con Jack.
Bueno, tal vez no. Había algo entre ellos dos a pesar de que trataban de
esconderlo a su alrededor. No era gran cosa. No era como si Ricky tuviera algún
derecho especial sobre Caitlyn. Era su profesora, eso era todo.
Aun así, aunque no le había gustado mucho cuando el sábado los dos se
habían estado haciendo ojitos, lo había superado. Bueno, más o menos. No
estaba acostumbrado a que tres adultos diferentes lo cuidaran, y no le gustaba
compartir dicha atención aunque fuera estúpido sentirse así.
¿Por qué tardaban tanto? El establecimiento del establecimiento del
pescado con patatas fritas no estaba tan lejos de la casa de Jack. Entonces se dio
cuenta de que ya estaban allí y se dirigían directamente hacia él. Había estado
buscando la camioneta o el SUV. Deben haber venido en el sedán de Caitlyn.
Preparándose para lo peor, se levantó. Jack rodeó la mesa para acercarse a
su lado y puso su pesada mano sobre el hombro de Ricky. —Siéntate y come.
Odio las patatas fritas frías. Hablaremos después.
Caitlyn se sentó frente a los dos. —Gracias por el pescado con patatas
fritas, Ricky.
Ese algodón estaba obstruyendo su garganta de nuevo, así que Ricky se
conformó con asentir mientras se dejaba caer de nuevo sobre el banco. Los
anchos hombros de Jack ocupaban la mayor parte del espacio disponible, pero
Ricky no se sentía apretado. No mucho, al menos.
Los tres prestaron toda su atención al pescado y las patatas fritas. Ricky
suponía que sabían bien, pero no podría decirlo con certeza, ni en un sentido ni
en otro. Estaba bastante seguro de que Jack le habría avisado si hubiera algún
problema con ellos. El hombre no era tímido a la hora de expresar sus opiniones.
Finalmente, terminaron su comida. Jack recogió toda la basura y la metió
en las bolsas de papel en las que había venido servida. Las puso frente a Ricky.
—Deshazte de esto. Estaremos esperando aquí cuando regreses.
Los contenedores de basura no estaban lo suficientemente lejos para la
comodidad de Ricky, y demasiado pronto estaba de vuelta junto a Jack,
esperando a que comenzaran los gritos.
—Empieza por decirme qué hiciste mal, Ricky.
¿Qué diablos? La orden de Jack fue pronunciada con voz tranquila y no
con el rugido que Ricky había estado esperando. No solo eso, el hombre estaba
sentado allí como si tuviera todo el tiempo del mundo para esperar la respuesta
de Ricky.
Y así lo hizo. —Me fui sin permitir que Caitlyn supiera adónde iba y sin
dejarle una nota a tu madre. No te llamé y no contesté cuando me llamaste.
Jack se inclinó hacia adelante con los brazos cruzados sobre la mesa y
miró a Ricky por encima del hombro. —Eso lo resume todo. Ahora, ¿hubo algo
que hiciste que estuviera bien?
Vaya, no esperaba esa pregunta. ¿Qué pretendía Jack con esto? Cuando
Caitlyn le hizo una señal a Ricky con la cabeza dándole ánimos, decidió que
debía tratar de encontrar algún tipo de respuesta. —Cuando me tranquilicé, te
llamé.
Jack asintió. —¿Y qué más?
—En serio, no tengo ni idea.
—Viniste aquí, un lugar público donde estarías a salvo hasta que yo
llegara. —Jack se inclinó cerca para chocar el hombro de Ricky con el suyo. —
Eso estuvo bien pensado.
Por mucho que le gustaría imputarse el mérito de ser tan inteligente, no
podía. —Para ser honesto, no creo que eso se me haya pasado por la cabeza.
Caitlyn se unió a la conversación. —Tal vez no a un nivel consciente, pero
te dirigiste a un lugar que les era familiar a ambos.
Tal vez. Seguro que esto no estaba saliendo de la manera que pensó que
saldría. Ninguno de los dos estaba actuando como si estuvieran tan molestos por
lo que había hecho. Quizás había estado equivocado y no les importaba. No, eso
no parecía correcto. Si no estuvieran preocupados por él, no habrían venido
corriendo en cuanto llamó.
Caitlyn se levantó. —Creo que ustedes dos tienen algunas cosas que
discutir y no necesitan audiencia. Voy a trabajar un poco con mi portátil en el
auto, así que estaré bien. No hay necesidad de que se apresuren por mí.
Jack abandonó su asiento junto a Ricky para caminar hasta donde estaba
Caitlyn. La besó en la mejilla. —Estaremos allí en un momento.
Ricky fue consciente del hecho de que tanto él como Jack la observaron en
silencio hasta que ésta desapareció en el estacionamiento. Pensó que Jack lo
había hecho en parte porque era una chica, pero sobre todo porque estaba
esperando a que no pudiera oírlos antes de comenzar con Ricky.
Después de tomar el lugar donde Caitlyn había estado sentada, las
siguientes palabras de Jack le dieron la razón a Ricky. El hombre estaba en busca
de sangre. —Vale, gamberro, ambos sabemos que metiste la pata a lo grande
incluso si te las arreglaste para hacer un par de cosas correctas después. Le di tu
mensaje a Caitlyn de que lamentabas haber escapado de ella. Aunque ésta aceptó
tu disculpa, debes saber que tuvo que cancelar su próxima clase por tu culpa. Eso
le quitó tiempo a otro niño que depende de ella para que lo ayude a ponerse al
día con sus tareas escolares. Ese es el strike uno.
El creciente trasfondo de enojo en la voz de Jack quedaba claro mientras
seguía hablando. —Tus acciones también me sacaron del trabajo, así que ahora
tendré que pasar dos días haciendo un trabajo de un día. Eso significa que voy a
tener que llamar a un segundo cliente para decirle que llegaré tarde a su casa
mañana. Con un pequeño negocio como el mío, la reputación de fiabilidad es lo
que hace que los clientes sigan llegando. No puedo permitirme malas críticas si
quiero tener comida en la mesa. Eso es el strike dos.
Jack se inclinó hacia delante, sus brazos cruzados sobre la mesa. —Todo
eso fue bastante malo, Ricky, ¿pero sabes cuál es el strike tres?
El rostro de Ricky ardía de vergüenza y no podría haber hablado incluso si
hubiera querido. Se alegró de que Caitlyn no estuviera ahí sentada escuchando
todo esto. Mientras tanto, Jack seguía hablando mientras miraba a Ricky, con el
rostro duro como una piedra y no un poco atemorizante.
—No contestaste a ese maldito teléfono. Strike tres, estás fuera.
El corazón de Ricky latía arrítmicamente, y luego de forma atronadora,
dentro de su pecho como si hubiera estado corriendo una carrera, una que
acababa de perder. Debería haber sabido que quedarse con Jack y Marlene no
duraría. ¿Adónde podría ir ahora? No había nada que decir aunque hubiera
podido forzar las palabras. Se puso en pie y empezó a irse.
La mano de Jack se disparó y lo atrapó antes de dar dos pasos. —¿Adónde
diablos crees que vas? No hemos terminado aquí.
Vale, no iba a sentarse ahí y dejar que Jack le redujera más a un guiñapo.
Si quería que se fuera, bien. Se marcharía. Pero cuando luchó por liberar su
brazo, Jack lo sostuvo. Ricky se estremeció ante su toque, sintiéndose impotente
y luchando contra el miedo. —¡Suéltame! Dijiste que estaba fuera, así que me
voy.
Jack mantuvo su agarre sobre el brazo de Ricky lo suficiente para ponerse
de pie y bloquearle el camino. —Diablos, chico, eso no es lo que quise decir.
Puede que esté cabreado, pero eso no significa que te esté echando a patadas. Así
no es como funciona esto.
Una onda de choque atravesó el pecho de Ricky. —¿De verdad?
—No, de verdad. Ahora vuelve a sentarte. —Jack se pasó los dedos por el
cabello. —Por favor.
Cuando Ricky se sentó en el asiento, Jack hizo lo mismo. —Entiendo que
algo que dijo Caitlyn te hizo enojar y perdiste los estribos. Se siente mal por eso,
pero no es por eso que estoy molesto contigo. Puede que no me alegre de que te
hayas ido sin tener en cuenta cómo tus acciones afectarían a otras personas, pero
a veces todos metemos la pata. Incluso yo.
Una vez más Jack se inclinó hacia adelante, logrando de alguna manera
atosigar a Ricky a pesar de tener el ancho de la mesa entre ellos. —Aquí es
donde descarrilaste, chico. El trato era que contestarías al teléfono cada vez que
te llamara. Sin excepciones. Pero la primera vez que realmente importó, no lo
hiciste.
Tenía razón, Ricky sabía que era un gran error cuando lo hizo. Agachó la
cabeza. —Lo siento.
—Necesito saber que puedo confiar en ti, Ricky. Que cuando das tu
palabra, hablas en serio. ¿Entendiste eso?
—Sí, lo entiendo.
—En el futuro, cuando uno de nosotros te llame, responderás, aunque estés
cabreado. Si no puedes hablar por alguna razón, nos enviarás un mensaje de
texto inmediatamente. Quiero tu palabra al respecto. Antes de responder,
comprende esto. Un hombre es tan bueno como lo sea su palabra. Las personas
que lo rodean tienen que saber que pueden depender de él, ya sea en el trabajo,
en la patrulla o con sus amigos y familiares. Si aún no lo has aprendido, entonces
apréndelo ahora.
Luego extendió la mano, claramente esperando que Ricky la estrechara.
Después de un segundo, lo hizo. —Bien. Responderé o enviaré un mensaje.
Jack parecía mucho más feliz cuando se recostó en su asiento. —Vale, esto
es lo que va a pasar ahora. Te disculparás con Caitlyn cuando nos vayamos de
aquí. Lavarás su auto para compensarla. Cuando lleguemos a casa, también te
disculparás con mi madre. Entonces también lavarás su auto.
Ricky levantó su brazo roto y le dirigió una mirada significativa, pero Jack
no dijo una palabra. En vez de eso, solo miró fijamente a Ricky hasta que éste
finalmente cedió y asintió. —Entendido.
—No tienes que lavar mi camioneta o mi SUV, pero limpiarás el anexo de
arriba a abajo.
Vale, esto estaba empezando a apestar, pero al menos no iba a tener que
dormir en un callejón sobre un trozo de cartón. —¿Hemos terminado aquí?
—Sí, hemos terminado.
Habían dado unos pasos cuando Jack se giró repentinamente para
enfrentársele. —No, en realidad no, hay una cosa más, chico.
—¿Qué?
La mano de Jack cayó sobre el hombro de Ricky. Una vez más, no pudo
evitar acobardarse aunque no le dolió. —Quiero darte mi palabra respecto a algo,
chico. Te prometo que nunca usaré mi fuerza contra ti, no para herirte, no
importa lo enojado que esté en ese momento. Eso es porque yo también he
estado en el lado de los que reciben esa mierda cuando era un crío. En la mesa,
cuando estabas a punto de irte, solo intentaba detenerte. Eso es todo.
Después dejó que su mano cayera de nuevo a su lado, pero aun así no se
alejó. ¿Qué estaba esperando? Finalmente, Ricky extendió la mano. Jack sacudió
la cabeza con un rápido movimiento de cabeza y los dos volvieron a darse la
mano por segunda vez en diez minutos. Se sentía raro pero bueno al mismo
tiempo.
—También te debo una por la cena.
Jack sacó su billetera y sacó un par de billetes de veinte. Ricky dudó en
tomarlos, pensando que tal vez les debía a Jack y a Caitlyn más que solo pescado
y patatas fritas por venir tras él. Finalmente, Jack le miró con disgusto. —
Vamos, chico, tómalo para que podamos salir de aquí. Hemos hecho esperar a
Caitlyn suficiente.

Caitlyn había perdido la noción del tiempo cuando Marlene se le unió en la


ventana delantera. —Todavía está ahí fuera.
—No me sorprende. Lavar los autos con una sola mano no es fácil, pero
supongo que por eso Jack eligió esa actividad en particular como castigo para
Ricky. Tal vez el chico se lo piense dos veces la próxima vez antes de irse así.
—Eso espero. Jack estaba muy preocupado por él. Los dos lo estábamos.
Marlene sonrió mientras miraba a Ricky trabajando. —Yo también.
Ricky había terminado de lavar los dos autos y ahora los estaba secando.
Parecía sudoroso y cansado, pero por lo que Caitlyn podía ver, no se había
quejado ni una sola vez desde que empezó a lanzar agua y jabón.
Cuando luchó por llegar a la mitad del techo, Jack se acercó y le quitó la
toalla de la mano y terminó eso por él. Lo que sea que le dijo a Ricky los hizo
reír a los dos. Mientras se alejaba, el chico hizo girar la toalla y la usó como un
látigo para golpear a Jack en el trasero. Eso lo provocó. Jack regresó a la carga y
se detuvo lo suficiente para agarrar el cubo de agua jabonosa que Ricky había
estado usando para lavar el auto.
El chico salió corriendo, gritando y gritando mientras intentaba
distanciarse de las piernas mucho más largas de Jack. Aunque no podía oír lo
que Ricky estaba gritando, sospechaba que tenía algo que ver con el hecho de
que acababa de terminar de secar los autos y no quería tener que empezar de
nuevo. Jack sonrió y continuó la cacería.
Cuando finalmente arrinconó a Ricky, el niño levantó las manos para
rendirse. Jack solo sonrió un poco más y balanceó el cubo preparándose para
lanzárselo directamente a su víctima. En el último segundo, alteró su trayectoria
lo suficiente como para no hacer blanco en Ricky, al menos en su mayor parte.
Fue bueno ver a la pareja haciendo el tonto juntos de esa manera.
Sospechaba que las payasadas como esa habían sido bastante inexistentes en la
vida de Ricky antes de esto. Jack miró por casualidad hacia la ventana y notó
que ella los observaba. Una vez más, sintió el peso de su mirada pese a la
distancia. Entonces vio que su madre también estaba allí. La saludó con la mano
y luego hizo una imitación creíble de un mimo comiendo.
En vez de quejarse, Marlene se rio. —Vale, supongo que eso me sirve
como instrucciones. Iré a ver si preparo un tentempié para todos nosotros.
—¿Necesitas ayuda?
—No, pero apreciaría la compañía.
Mientras se dirigían a la cocina, Caitlyn se dio cuenta de que eran casi las
ocho, aunque gracias a los largos días de verano en Seattle, todavía había luz.
¿Realmente había estado allí tanto tiempo? Ahora que su auto estaba lavado, era
hora de irse. —Tal vez debería irme, Marlene. No me había dado cuenta de lo
tarde que se había hecho.
—No tienes que irte. Quédate y toma algo de postre con nosotros. —
Marlene sacó cuatro platos del armario y en seguida puso un pastel de café en
mitad de la mesa de la cocina. —Además, no es como si tuvieras muchas
opciones, considerando que Jack le ordenó a Ricky que lavara tu auto. El chico
tiene suerte de que Jack no le obligue a aspirar los interiores o a lavar el lado
interior de las ventanas.
—Me alegro de que no lo hiciera. Mi auto no sabría cómo actuar si fuese
así de acicalado. Peor aún, ¡podría esperar que lo mantuviera tan limpio de ahora
en adelante!
Jack eligió ese momento para entrar en la cocina. —Vale, me pone
nervioso encontraros riéndoos así. ¿Qué estáis haciendo vosotras dos ahora?
Caitlyn le miró con los ojos muy abiertos, toda inocente. —Nada. Solo
decía que tú y Ricky podríais haberme causado problemas con mi auto. No soy
muy aficionada a lavar autos, y me temo que va a exigir que lo mantenga todo
abrillantado y limpio ahora.
Pasó junto a su madre para apoyarse contra la encimera junto donde estaba
Caitlyn. —No hay problema. Cuando creas que necesite lavarse, puedes traerlo
aquí. A Ricky le encanta lavar autos.
Dijo esa última parte más alto, sin duda asegurándose de que su joven
protegido escuchase cada palabra. Por supuesto, Ricky entró corriendo en la
habitación. —Habla por ti mismo, Jack. No soy yo quien trata de impresionarla.
—Cierto y tú en realidad estás trabajando tan duro con todas esas
matemáticas de ensueño solo porque realmente te gustan.
Caitlyn no estaba segura de quién se estaba sonrojando más ahora mismo:
ella o Ricky. Jack le guiñó un ojo, lo que solo empeoró las cosas.
Afortunadamente, Marlene tomó el control de la situación. —Es suficiente, Jack.
Corta el pastel. Ricky, prepara bebidas para todos. Yo tomaré té helado.
¿Caitlyn?
—El té estará bien.
Se sentó en la mesa y miró horrorizada el tamaño del pedazo de pastel que
Jack cortó y colocó frente a ella. —¡No puedo comer tanto!
—Seguro que puedes.
Sin dilación preparó tres más, uno de los cuales era la mitad del tamaño de
los otros. Lo colocó frente a Ricky y sonrió, claramente desafiando al
adolescente a que protestara. En vez de eso, Ricky lo recogió y se lo ofreció a
Caitlyn. —Si prefieres éste, estoy dispuesto a cambiarlo.
—Gracias, Ricky.
—Oye, se ha buscado problemas y no se merece un gran pedazo del mejor
pastel de café de mamá. —Jack fulminó con la mirada a cada uno de ellos por
turno. Nadie lo tomó en serio, no con ese destello de diversión en los ojos y por
la forma en que las comisuras de sus labios se agitaban como si estuviera
conteniendo una sonrisa.
Caitlyn se tomó un bocado del pastel de café. Era tan bueno como parecía.
Tomó su plato y lo sostuvo hacia Ricky. —Pensándolo bien, tal vez sí quiero el
pedazo grande.
Ricky deslizó su porción fuera de su alcance. —No. Demasiado tarde. Ya
le has dado un bocado a ese.
Mientras Ricky miraba a ver qué le decía a eso, Jack se lanzó a un ataque
furtivo y robó un pedazo del pastel de Ricky.
El adolescente jaló su plato cerca del borde de la mesa y bloqueó el acceso
a Jack con su escayola. —¡Hey! ¡Tienes el tuyo!
Marlene, siempre la tranquila, puso fin a sus travesuras con una simple
mirada. —Jack, creí que te había enseñado mejores modales que esos,
especialmente cuando tenemos compañía. Además, ¿no se supone que deberías
estar dando un buen ejemplo a Ricky?
Ricky no se molestó en esconder su sonrisa. —Sí, Jack. Soy joven e
impresionable.
Su hijo no parecía arrepentido en lo más mínimo, incluso cuando se acercó
para darle una colleja a Ricky. —Cuidado, mocoso.
Cuando le guiñó el ojo a Caitlyn por segunda vez esa noche, no pudo
evitar reírse. —Los dos sois incorregibles.
—Y orgullosos de serlo.
Marlene suspiró. —Muy bien, me rindo. Cómanse el pastel, caballeros.
Mientras los cuatro se terminaban su postre en poco tiempo, se le ocurrió a
Caitlyn que no podía recordar la última vez que se había divertido tanto.
Considerando lo preocupados que habían estado por Ricky hacíasolo unas horas,
el momento era mucho más especial para ella.
Sin embargo, se estaba haciendo tarde y definitivamente era hora de que se
fuera. Ya tenía un día completo de citas programadas para mañana y ahora iba a
tener que hacer un hueco para la que había cancelado.
—Bueno, debería irme. Gracias de nuevo por el pescado con patatas fritas,
Ricky, y por el postre, Marlene. —Tomó su plato y lo llevó a la encimera.
Cuando se dio la vuelta, Jack se estaba levantado y en movimiento. La
rodeó para poner su plato junto al de ella. No estaba exactamente echándosele
encima, pero todavía se sentía rodeada por el calor procedente de su gran cuerpo
y el olor de su piel. El aliento de Jack le rozó la mejilla cuando dijo: —Te
acompaño afuera.
Podría haber dicho “está bien”, pero era igual de probable que murmurara
algún tipo de tontería en respuesta. Ahora mismo, no estaba pensando con
claridad.
Cuando recogió su bolso, él bloqueó el camino hacia el comedor. —La
puerta trasera está más cerca.
Antes de salir, Jack se detuvo para mirar a Ricky. —Deberías irte a la
cama, chico. Te espero en el anexo, con los artículos de limpieza en la mano, a
las siete y media.
El adolescente gimió y dejó caer la cabeza sobre la mesa. —¡Es verano,
hombre! Nadie se levanta tan temprano.
—Yo lo hago. Tengo que trabajar y quiero darte tus órdenes antes de irme.
—Bien, pero estoy bastante seguro de que esto cuenta como un castigo
cruel e inusual.
Jack no parecía muy comprensivo. —Vivirás. Termina para la hora del
almuerzo y puedes venir a ayudarme en el próximo trabajo.
Para sorpresa de Caitlyn, Ricky parecía decididamente más feliz. —No hay
problema. ¿Cuán difícil puede ser limpiar ese lugar, incluso con una sola mano?
La risa de Jack era realmente malvada. —Considerando que nadie ha
tocado el lugar en semanas, bastante duro.
Después le alborotó el cabello a Ricky. —Te veo mañana, mamá.
—Está bien, hijo. Por cierto, voy a almorzar con una amiga, y luego tengo
una cita con el médico. —Marlene empezó a cargar el lavavajillas. —Y antes de
que preguntes, es solo una visita de rutina para renovar mis medicamentos.
Jack parecía aliviado. —¿Quieres que compre algo para cenar de camino a
casa?
—No, planeo poner algo en el horno lento antes de irme. Estaremos bien.
Caitlyn había llegado hasta el borde del camino de entrada mientras Jack
aún estaba adentro hablando con su madre sobre sus planes para la cena de
mañana. Decidió escabullirse, pensando que él tenía mejores cosas que hacer
que jugar al servicio de escolta. No era como si no pudiera caminar sola hasta el
frente de la casa.
Antes de llegar muy lejos, la puerta mosquitera se cerró de golpe y el
sonido de fuertes pisadas se dirigió hacia ella. —¡Caitlyn, espera!
Jack la alcanzó e inmediatamente le pasó el brazo por los hombros,
atrayéndola de nuevo al círculo de su fuerza. —Siento haberte hecho esperar.
—No es un problema. Iba a irme ya que sonaba como si los tres
necesitarais algo de tiempo para trabajar en vuestros horarios de mañana.
—Agradezco la intención. Pero si te hubieras ido, nos habríamos perdido
algo especial.
El brillo de sus ojos dejó claro lo que podría ser ese algo, pero no estaba
segura de que fuera una buena idea. —¿Quieres decir algo más especial que el
pastel de café de tu madre?
—Seguro como el infierno que eso espero.
En un movimiento repentino, Jack tiró de ella hacia un espacio entre dos
grandes arbustos de hojas perenne en la franja de setos plantados a lo largo del
lateral de la casa. —Jack, ¿qué estás haciendo?
—Me estoy asegurando de que estemos en el único lugar donde no
podamos ser vistos desde la calle o desde dentro de la casa. Quiero un poco de
privacidad para esto.
Entonces su boca cayó sobre la de ella. No había nada gentil en su beso.
No, era una campaña con intención de no hacer prisioneros desde un principio.
Decidida a dar lo mejor de sí misma, rodeó la cintura de Jack con sus brazos y
apoyó su cuerpo contra el de él. Él murmuró su aprobación mientras su lengua
entraba y salía de su boca, invitándola a unirse al juego.
Cuando salió de la casa inicialmente, había pensado que hacía un ligero
frío en el aire, algo nada inusual para una tarde de verano en Seattle. Pero ahora
mismo, los dos estaban caldeando la noche. Caitlyn se deleitó con la fuerte
presión del pecho de él contra el suyo, dejándola adolorida por más. Como si
estuviera leyendo su mente, Jack deslizó sus manos entre ellos para ahuecar sus
pechos con sus palmas, apretándolos suavemente varias veces antes de dejarlas
caer de nuevo hasta las caderas de Caitlyn.
Él rompió el beso para apoyar su frente contra la de ella. —Guau, es la
segunda vez hoy que pasamos de cero a sesenta en nada.
Su respiración sonaba tan jadeante como se sentía la de ella. Volvió a rozar
sus labios contra los de Caitlyn, pero no intentó retomarlo donde lo habían
dejado. —No quería que esto se saliera tanto de control esta vez.
—No te creo, —dijo y luego besó el pequeño hoyuelo en su barbilla para
hacerle saber que no estaba descontenta con la situación.
Jack metió las manos en los bolsillos de su cadera y retrocedió. —Será
mejor que volvamos a caminar antes de que la última de mis buenas intenciones
arda en llamas. Mi auto control suele ser mejor que esto, pero definitivamente ha
sido un día lleno de desafíos.
Caitlyn enganchó su brazo con el de él. —Así es.
—Hablando de eso, quiero agradecerte tu ayuda con Ricky. La calma era
definitivamente el camino a seguir con él.
Habían llegado a su auto, pero Jack no parecía tener prisa por irse. —Pobre
chico, mientras yo le explicaba todo lo que había hecho mal, conté sus ofensas
principales como si fueran strikes sin pensar en ello. Pero entonces dije
estúpidamente “Strike tres, ¡estás fuera!” y Ricky inmediatamente lo entendió
como que ya no quería que viviera con nosotros.
—¿Qué hiciste?
—Le dije que volviera a sentarse y escuchara. Rápidamente le expliqué
que eso no era lo que quería decir, en absoluto, pero que tenía que hacer algo
para expiar sus errores. Ya sabes, cosas como lavar autos y aspirar el anexo.
Demonios, te aseguro que no quería asustarlo así.
Jack miró fijamente en la distancia. —¿Qué clase de gente hace que los
chicos como él se sientan desechables?
Caitlyn sufría por el niño y tal vez un poco por el hombre también. —Odio
que sienta eso. A veces el mundo no tiene sentido para mí. ¿Por qué la gente,
como su familia, es tan despreocupada con un niño que es un regalo, como lo es
Ricky? ¿No se dan cuenta de que hay otros que darían cualquier cosa por tener
un hijo como él y nunca tendrán la oportunidad?
Y ahí estaba balbuceando sobre un tema del que nunca, nunca hablaba.
Afortunadamente, Jack todavía estaba demasiado concentrado en Ricky y sus
problemas como para darse cuenta de su dolor personal. Definitivamente era
hora de irse.
—Mejor me voy, Jack.
Abrió la puerta del auto para ella antes de agacharse para darle un último
beso rápido. —Cierra las puertas con el seguro y conduce con cuidado. —Luego
se rio. —Dios, no puedo creer que esté hablando como mi madre.
—Hay peores personas a las que emular, Jack.
Lo dijo en broma, pero su sonrisa desapareció inmediatamente. —Sí, lo sé.
Cuando dio un largo paso hacia atrás, parecía como si estuviera poniendo
mucho más que esa corta distancia entre ellos. Vale, debe ser la noche para tratar
temas delicados. Se subió al auto y cerró la puerta. Después de arrancar el motor,
bajó la ventanilla y dijo: —Bueno, supongo que te veré cuando te vea.
Asintió. —Tengo trabajo los próximos días, así que probablemente no
estaré por aquí cuando vengas a trabajar con Ricky.
Lo que probablemente era algo bueno. El hombre se estaba convirtiendo
rápidamente en una gran distracción para ella. —Está bien, entonces. Dile que
espero que haga un trabajo estelar con la tarea que le dejé sobre la mesa del
comedor.
Luego puso el auto en reversa y salió marcha atrás del camino de entrada,
sus faros bañando a Jack con su brillante haz de luz. Saludó con la mano una
última vez antes de volver por el camino de entrada y dirigirse hacia el garaje.
El teléfono de Caitlyn sonó antes de que llegara al final de la manzana.
Una rápida mirada a la pantalla reveló un mensaje de texto de Jack. Era corto y
conciso: ¿Cena el sábado por la noche?
Debería pensar en ello largo y tendido antes de responder. Había razones
definitivas por las que no era una buena idea. Estaba el hecho de que Ricky era
todavía su estudiante, sin mencionar que eso convertía a Jack en su empleador, al
menos temporalmente. Había sido justo el sábado pasado que el adolescente
había dejado claro que no le gustaba que Jack coqueteara con ella. ¿No habían
acordado ella y Jack que involucrarse sería una mala idea en este momento?
Cierto es que hoy no se había molestado cuando Jack la besó en la mejilla
frente a él o cuando Jack había anunciado que iba a acompañarla hasta su auto.
Sin embargo, a pesar de la volatilidad de Ricky en estos días, sus sentimientos
sobre el tema podrían cambiar en cualquier momento.
No, lo más inteligente sería decir gracias, pero no gracias.
Con todo eso en mente, se detuvo en la siguiente intersección el tiempo
suficiente para escribir su respuesta. Cuando terminó, la estudió durante unos
segundos y presionó Enviar. Jack debía haber estado esperando la respuesta,
porque su teléfono sonó una segunda vez antes de que llegara al final de la
manzana.
¡Genial! Te recogeré a las siete. Y, por cierto, ¡lleva tus zapatos de
bailar!


Capítulo Once
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Maxiluna

El sábado por la mañana Ricky se escapó después de decirle a Marlene que
volvería a la hora del almuerzo. Habían pasado días desde la última vez que
Ricky se aventuró a salir solo. Aunque esperaba evitar a Toby, había algunos
amigos que no había visto desde que se había mudado con Jack. Solía ser que los
cuatro siempre se cubrían las espaldas los unos a los otros, y quería asegurarse
de que les iba bien. También tenía algo de dinero para compartir con ellos. Jack
había insistido en darle a Ricky algo de dinero a pesar de que le había prometido
que le dejaría trabajar para compensar el costo de su ropa, recogiendo basura y
cosas en el lugar de trabajo.
Jack había admitido que ese era su acuerdo, pero luego dijo que eso no
significaba que no pudiera darle una asignación a Ricky. Algo sobre cómo un
tipo debe tener algo de dinero en su bolsillo cuando sale. Aunque Ricky no
conocía a Jack desde hacía tanto tiempo, lo conocía lo suficiente como para
saber que no tenía sentido discutir con él cuando tenía la mente puesta en algo.
Al menos de esta manera podría ayudar a un par de sus amigos que estaban
pasando por momentos difíciles. La verdad es que se sentía un poco culpable por
estar tan bien ahora, cuando tantos otros no tenían tanta suerte. Incluso había
considerado meter en una bolsa algo de la ropa que Jack le había comprado para
repartir. Sin embargo, eso sólo sacaría a relucir preguntas que no quería
responder. Sus amigos querrían saber cómo consiguió ese trato. Por otro lado,
aunque Jack podría no notar inmediatamente la ropa que faltara, Marlene lo
haría ya que ella todavía lavaba la mayor parte de su ropa.
Llegó al parque y se sintió aliviado al ver que Justin, Casey y Shelley
estaban todos allí. A diferencia de él, todos tenían más de dieciocho años y
estaban legalmente independizados. Cuando llegó por primera vez a las calles
para escapar de Lawrence, habían sido las primeras personas con las que se
había encontrado. Siempre estaría agradecido de que lo hubieran acogido bajo
sus alas y le hubieran enseñado cómo sobrevivir a la lucha diaria para
mantenerse caliente y llenar su estómago.
Después de una última mirada a su alrededor para asegurarse de que ni
Toby, ni Lawrence estaban alrededor, se dirigió directamente a donde el trío
estaba sentado en un banco hablando. Como siempre, los dos tipos flanqueaban a
Shelley. Por lo que había descubierto sobre su pasado, Justin y Shelley llevaban
siendo pareja durante varios años y eran inseparables. Casey se había unido a la
pareja en algún momento porque había seguridad en aumentar su número.
Shelley vio a Ricky primero y se lo hizo saber a los demás. Luego estaban
los tres levantados y dirigiéndose directamente hacia él.
—¡Chico, has vuelto!
Apreció los abrazos y las palmadas en la espalda, pero el olor de los
cuerpos sin asear y la ropa sucia lo golpeó fuerte. No podían evitarlo, y él no se
lo reprochó. Era más bien un recordatorio de cómo había estado él hace poco
tiempo, mirando constantemente sobre su hombro mientras los cuatro luchaban
por cada trozo de comida que comían.
A pesar de las promesas de Jack, Ricky no tenía muchas esperanzas de no
terminar de nuevo en las calles. Hasta ahora, lo había tratado bien, pero habían
sido estas tres personas las que se habían asegurado de que sobreviviera esos
primeros días y noches duros después de haber abandonado su casa.
Su casa. Eso le causaba risa. No había tenido un hogar de verdad desde
que perdió a sus dos padres. Aunque su padre era el único que había muerto
realmente, en muchos sentidos también había perdido a su madre esa misma
noche. Ricky había hecho todo lo posible para estar ahí para ella, pero nada de lo
que había hecho para ayudar había sido suficiente.
Se dio cuenta de que Justin estaba hablando con él. —Lo siento, tío, debo
tener la cabeza en las nubes. ¿Qué has dicho?
—Te preguntaba dónde has estado. Estábamos preocupados hasta que
Toby nos dijo que te había visto el otro día. Algo sobre que has conseguido una
buena oferta en alguna parte.
¿Cuánto quería compartir? No mucho. Aunque el trío había sido bueno con
él, salían con Toby. Considerando que lo conocían a él desde hacía más tiempo
que a Ricky, no estaba seguro de si podía confiar en que se guardaran algo de lo
que les dijera. Se conformó con una verdad parcial.
Levantando su brazo roto, dijo: —Terminé en el hospital cuando esto
sucedió. La policía llamó a los de Servicios de Protección de Menores, así que
me echaron el anzuelo y me aparcaron con una anciana y el capullo de su hijo.
Sólo me quedaré ahí hasta que me quiten el yeso.
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se sintió culpable.
Marlene no era sólo una anciana, y Jack no era un capullo. Al menos no la
mayor parte del tiempo.
Shelley le sonrió. —Me alegra que hayas encontrado un lugar seguro para
esconderte por un tiempo. ¿Averiguó la policía quién te golpeó?
—No, no lo han hecho.
Y no iba a decírselo. Tal vez eso era estúpido, y la idea de Lawrence tras
las rejas le hacía querer sonreír. Sin embargo, el tipo ya odiaba a Ricky. Era
tentador decírselo a la policía, pero no confiaba en ellos para mantener a
Lawrence encerrado. Con total certeza, si lo arrestaban, el bastardo iría tras
Ricky en cuanto saliera bajo fianza. Si eso sucedía, Ricky podría terminar en la
morgue en vez de en el hospital.
En realidad, no había ninguna duda al respecto.
Era hora de cambiar de tema. —¿Están bien, chicos?
—Igual que siempre.
—Eso es bueno—,dijo Ricky, considerando que “igual que siempre” solo
significaba que ninguno de ellos se había topado con ningún problema
importante últimamente.
Shelley le sonrió de nuevo. —Llegaste justo a tiempo. Estábamos a punto
de bajar al muelle. ¿Quieres venir con nosotros?
—Claro, ¿por qué no?
Por otro lado, tal vez no fuese una buena idea. Ricky sólo tenía una hora
más o menos antes de tener que volver a casa. Tal vez era hora para sus amigos
de ir en busca de una comida.
—Podría tener una idea mejor.
Justin se movió a un lado para apartarlos del camino de otras personas que
pasaban. —¿Cuál, chico?
Ricky sacó un billete de veinte dólares, uno que parecía como si hubiera
visto días mucho mejores. —Encontré esto en un aparcamiento ayer. Pensé que
podríamos comprar pollo teriyaki y arroz en el restaurante de la esquina.
Eso sí que llamó su atención. Los tres miraron el dinero como si no
hubieran visto nada parecido en mucho tiempo. Tal vez no lo habían hecho.
Siempre que mendigaban, la gente entregaba uno o dos dólares. Incluso un
billete de cinco dólares era motivo de celebración.
Shelley parecía muy feliz por la perspectiva de una comida caliente. —Eso
suena genial, Ricky. ¿Quieres que te acompañe para ayudarte a transportarlo?
—Sí, si no te importa.
Además, si la tenía a solas, podría darle un poco más de dinero. Ella era
buena cuidando de que el dinero que obtenían se utilizara bien. Casey era más
probable que lo malgastara en un cómic cuando lo que necesitaban era comida.
Empezaron a caminar por la calle hasta el pequeño restaurante. Ricky entró
solo y estudió el menú. Podría conseguir tres pedidos por poco menos de veinte
dólares. Era tentador pedir un cuarto, pero los demás se preguntarían cómo lo
había pagado. Estaban acostumbrados a dividir lo que tenían, así que compartir
tres raciones no les molestaría en absoluto.
Tomó las dos bolsas de comida y las llevó afuera donde Shelley lo estaba
esperando. Ella insistió en llevar las dos bolsas. —Vaya, eso huele bien, Ricky.
No desayunamos mucho esta mañana.
—Ten, toma esto, Shelley. —Él le ofreció algunos billetes más, uno de
cinco y tres de uno. —Sé que no es mucho, pero quizás puedas comprar algo en
la tienda para mañana.
Rápidamente se metió el dinero en el bolsillo. —¿Estás seguro de que
encontraste esto, Ricky? No quiero que te metas en problemas con esa mujer con
la que vives por robar dinero.
Ricky siempre se sorprendía de que Shelley hubiera sobrevivido tanto
tiempo en las calles con su naturaleza básica y dulce intacta. —Estaré bien. No
te preocupes.
—Si estás seguro.
Caminaron en silencio hasta donde los demás esperaban en uno de los
bancos del parque. Shelley no mencionó nada sobre el dinero adicional mientras
hacía un trabajo rápido dividiendo la comida y repartiendo los tenedores. Los
cuatro comieron sin hablar. A Ricky le gustó el pollo, pero no tanto como a los
otros. Por supuesto, él había estado viviendo con la excelente comida cocinada
por Marlene por un tiempo, lo cual lo había malcriado para cualquier otra cosa.
—Estoy lleno. ¿Alguien quiere el resto de mi pollo con arroz?
Inmediatamente, Justin y Casey levantaron sus platos de papel. Le echó un
poco a cada uno antes de darle el resto a Shelley, quien trató de negarse. —
Deberías comer eso tú, Ricky. Pagaste por ello.
—No, está bien. He desayunado muy bien esta mañana.
Y tendría dos buenas comidas más después de que regresara a la casa, las
cuales estarían sazonadas con un fuerte chorro de culpabilidad sabiendo que esta
podría ser la única comida caliente que sus amigos tuvieran en todo el día.
Tan pronto como todos terminaron, Ricky tiró la basura en una papelera
cercana. Los otros ya estaban en pie y en movimiento. Vagar por las calles con
ellos había perdido su atractivo. Además, tendría que volver pronto a casa de
Jack si quería llegar a tiempo.
—Escuchen, chicos, mejor me voy. A la vieja no le gusta que llegue tarde.
Shelley frunció el ceño. —¿Estás a salvo allí? Porque si no lo estás, eres
bienvenido a volver y pasar el rato con nosotros.
—No, estoy bien. Como dije, necesito estar fuera de las calles hasta que mi
brazo se cure. Después de eso, veré cómo va.
Justin miró los zapatos nuevos de Ricky, y luego sus ojos viajaron hacia
arriba. —Parece que has conseguido ropa muy bonita viviendo con ella, tío. Hay
que tener cuidado con zapatos como esos aquí en la calle. Los tíos matan por
cosascomo esas.
El repentino destello de envidia en los ojos de Justin hizo que Ricky
luchara contra el impulso de retroceder un paso. —Tendré cuidado.
De repente, marcharse parecía una buena idea. Estaba seguro de que
Shelley nunca levantaría una mano para hacerle daño. Ahora mismo no estaba
tan seguro de poder decir lo mismo de Justin, y Casey secundaría al otro tipo.
Definitivamente era hora de desaparecer.
—Será mejor que me vaya.
Casey lo rodeó para bloquearle el camino a Ricky. —¿Cuál es la prisa?
Acabas de llegar.
—Sí, lo hice, pero si no llego a tiempo, no estoy seguro de lo que hará la
anciana. Tal vez llamar a la policía o algo así.
Se arrepintió de haber dicho eso tan pronto como le salieron las palabras
de la boca. Tanto Justin como Casey se pusieron inmediatamente en alerta total,
y Shelley parecía muy preocupada. —¿Por qué harían eso? A nadie le importa lo
que le pase a gente como nosotros.
No hace mucho Ricky habría estado de acuerdo con ella. Pero recordó lo
preocupados que habían estado Jack y Caitlyn cuando se largó el otro día. No
estaban fingiendo su preocupación; él estaba seguro de eso.
—Tal vez sólo está haciendo amenazas vanas, pero no quiero arriesgarme.
Primero asintió hacia Justin y luego hacia Casey. —Fue bueno verlos,
chicos.
Luego, por impulso, abrazó a Shelley. —Cuídate.
Ella parecía contenta y le devolvió el abrazo. —Tú también, Ricky.
Gracias de nuevo por el pollo, y como te dije, puedes quedarte con nosotros
cuando quieras.
—Especialmente cada vez que encuentres otros veinte por ahí tirados en
alguna parte.
Justin se rio mientras lo decía, pero el tipo estaba muy serio. A Ricky no le
importaba compartir su dinero con ellos, pero odiaba pensar que una comida
gratis era todo para lo que servía en sus mentes.
—Nos vemos.
Pero tal vez no. Se alejó en la dirección opuesta a la que tenía que ir.
Considerando que Shelley y los otros se dirigieron inmediatamente hacia el
muelle, probablemente no necesitaba tomar un montón de precauciones extra
para asegurarse de que no pudieran rastrearlo hasta la casa de Jack. Hasta donde
él sabía, Justin y Casey nunca habían lastimado a nadie, pero claro, no sabía
mucho sobre sus vidas antes de conocerlos. Todos tenían secretos, incluido él,
así que tenía sentido mantener a sus viejos amigos separados de los nuevos.
Era curioso como un tan corto espacio de tiempo lejos de sus amigos había
cambiado la forma en que se sentía a su alrededor, como si estuviera fuera de
lugar y tuviera que cuidar cada palabra que dijera. Había cosas que no quería que
Jack y Marlene supieran, pero no estaban siempre hostigándolo con un montón
de preguntas que no podía responder.
Volvió dando un rodeo a la dirección correcta sólo para ver a Toby parado
al final de la cuadra. El otro chico estaba mirando hacia el otro lado, pero podía
cambiar de dirección en cualquier momento. Ricky se congeló y buscó un lugar
para esconderse. No había tiendas en esta cuadra, así que no podía entrar en un
edificio a esconderse hasta que Toby se alejara.
Esconderse en el patio de alguien sólo le traería problemas. Lo último que
Ricky necesitaba era que alguien llamara a la policía. Comenzó a retroceder
hasta la esquina cuando una camioneta pickup familiar se detuvo al otro lado de
la calle donde se encontraba. Jack bajó su ventanilla.
—Iba de camino a casa para almorzar cuando te vi caminando. ¿Quieres
que te lleve?
Claro que quería. Ricky corrió a través de la calle, contento de tener el
volumen de la camioneta como escudo entre él y Toby. Se subió a la cabina y
cerró la puerta de golpe. Cuando Jack se alejó de la acera, Ricky se arriesgó a
mirar hacia atrás en dirección a Toby. No había forma de saber si la camioneta
que se había detenido para recogerlo había llamado su atención. De cualquier
manera, era demasiado tarde para cambiar las cosas.
—¿Todo va bien, chico?
Ricky se dio cuenta de que estaba respirando mucho más fuerte de lo que
la corta carrera hasta el otro lado de la calle podría justificar. Forzó lo que
esperaba que fuera una sonrisa inocente. —Sí, todo está bien. Me pareció ver a
alguien que conocía al cruzar la calle. No era él.
—¿Encontraste a tus amigos?
—Lo hice. Salimos un rato, pero tenían que irse a algún lado. Le dije a tu
madre que estaría en casa para almorzar, así que decidí no ir con ellos.
Jack había vuelto a prestar atención al tráfico por delante de ellos. —
Podrías haberla llamado para hacerle saber que habías cambiado de planes. Ella
lo habría entendido.
—Nunca pensé en eso.
Eso no era mentira, pero la verdad era que no podía esperar a estar de
regreso en la casa donde estaba a salvo y no tenía que preocuparse por quién
podría estar esperando a la vuelta de la esquina.
Habían circulado en silencio durante unas cuadras cuando Jack se aclaró la
garganta. —Ricky, hay algo que quería preguntarte... bueno, en realidad,
decirte... y espero que no te importe.
Ricky pensó que sabía lo que vendría después y podría haber librado a
Jack de eso. Sin embargo, fue divertido ver al gran hombre retorcerse un poco.
Cuando no dijo nada más, Ricky se apiadó de él.
—Así que, ¿adónde llevarás a Caitlyn esta noche?
—Afuera a cenar y luego tal vez a bailar. —Jack giró la cabeza para mirar
a Ricky. —¿Lo sabías?
—Lo adiviné. No era difícil. —Se rindió y se rio. —Ha sido un verdadero
placer verte tratando de actuar indiferente a su alrededor, como si sólo te
interesara saber cómo me va en mis tareas.
Jack le lanzó una mirada de desagrado. —¿Qué me delató?
—Tal vez la forma en que babeas cada vez que ella entra en la habitación.
—Cuidado, chico. —Jack golpeó ligeramente a Ricky en el brazo. —
¿Quieres bajarte a caminar? Porque, ya sabes, podría pasarte por encima un par
de veces por accidente.
—No, estoy bien. —Inclinó la cabeza hacia atrás y se puso cómodo. —Sin
embargo, ya era hora de resolver el asunto, ya que Jack todavía se veía un poco
nervioso. —No puedo imaginar lo que ve ella en un tipo que tiene treinta años y
vive con su madre.
—¡Hey!
Esta vez hubo un poco de temperamento en la protesta de Jack. —Pero
estoy bien con que tú y ella salgan juntos mientras no te interpongas en mi
camino cuando estoy tomando mis lecciones.
—¿En serio?
Ricky no podía creer que su opinión realmente importara, pero
evidentemente lo hacía. —Sí, de verdad. Sólo asegúrate de tratarla bien, o
responderás ante mí.
Ambos sabían que Ricky no tenía ninguna posibilidad contra un tipo como
Jack, pero lo decía en serio. Estaba harto de ver a las mujeres de su vida
maltratadas.
Evidentemente Jack se tomó en serio la amenaza, porque no sonreía
cuando dijo: —Mensaje recibido y entendido.
Capítulo Doce
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Maxiluna

Jack estacionó la camioneta frente a la propiedad de Caitlyn. Había llegado
demasiado pronto y había dado dos vueltas a la manzana antes de decidir
finalmente que era el momento. A pesar de que se decía a sí mismo una y otra
vez que no tenía razón para estar tan nervioso, al parecer no podía calmarse.
Incluso si hacía mucho tiempo que no tenía una cita, todavía recordaba lo básico.
Incluso había planchado su camisa y sacado sus pantalones de vestir del fondo
de su armario.
El restaurante que había elegido era agradable sin ser demasiado elegante.
Quería impresionar a Caitlyn, no abrumarla intentándolo demasiado. Diablos, tal
vez todo esto era un error. Ella era una buena mujer, una que se merecía a un tipo
que tuviera su vida en orden. No un ex-soldado con una rodilla mala y sin idea
de lo que estaría haciendo dentro de un año.
Vale, eso no era verdad. Mientras Ricky y Marlene lo necesitaran, Jack
estaría justo donde estaba. Además, ya era demasiado tarde para echarse atrás.
La marcha hasta su puerta no le tomó el tiempo suficiente para calmar sus
nervios. Después de un último y largo aliento, pulsó el timbre. Se movió de un
pie al otro mientras esperaba que Caitlyn abriera la puerta. Cuando finalmente lo
hizo, su pulso entró en híper velocidad. ¿Y si Ricky tenía razón sobre lo de
babear?
Caitlyn estaba empezando a parecer un poco nerviosa, hasta el punto de
que miró hacia abajo como para asegurarse de que su ropa estaba en buen
estado. Dios, sólo había estado con ella quince segundos, y ya estaba arruinando
las cosas. Era hora de reorganizarse e intentarlo de nuevo.
Le ofreció el pequeño ramo de rosas y lirios que había comprado para ella.
—Lo siento, no quise mirarte fijamente, Caitlyn, pero te ves increíble.
Tomó las flores e inmediatamente las sostuvo cerca de su cara para inhalar
profundamente. —Gracias, y son preciosas. Entra mientras las pongo en agua.
Caitlyn desapareció a la vuelta de una esquina, entrando en lo que debía
ser la cocina. Sin saber si debía seguirla, Jack se quedó cerca de la puerta
principal y estudió la sala de estar. Ella lo había amueblado con muebles bonitos
que eran a la vez elegantes y cómodos. Era el tipo de habitación en la que podía
imaginarse a su madre y a sus amigas disfrutando de una taza de té, pero también
podía verlos a él y a Ricky relajándose viendo fútbol y comiendo pizza.
En pocas palabras, era como la misma Caitlyn, atractiva y definitivamente
un placer estar allí.
La mujer en cuestión regresó con las flores en un florero. Las puso en la
mesa de café. Después de arreglarlas a su satisfacción, ella se reunió con él en la
puerta. —Diría que no deberías, pero me encantan las flores frescas.
Antes de que pudiera decir nada, ella le dio un beso rápido. —Gracias.
Era tentador ver si estaba interesada en aumentar un poco la temperatura
de ese beso. Pero considerando que su reserva para cenar era para dentro de
media hora, ahora no era el momento de pensar en eso. Tenían tiempo de sobra
para llegar al restaurante, pero sólo si salían pronto.
—No quiero apresurarte, pero deberíamos irnos. Espero que te guste el
marisco.
—Sí, especialmente el cangrejo y las gambas.
Eso era un alivio. Al menos había hecho una cosa bien. —Eso es genial.
Caitlyn cogió un pequeño bolso y un chal en el mismo color azul suave de
su vestido. Mientras ella se movía, la falda se arremolinó y llamó su atención
sobre sus piernas. Jack nunca la había visto con nada más que pantalones
sueltos, y ahora mismo estaba pensando que era una lástima. Siempre había sido
un hombre que le gustaban las piernas de una mujer, y las de ella estaban ahora
oficialmente justo en lo alto de su propia lista personal de súper éxitos de todos
los tiempos.
Se quedó atrás y la dejó salir por la puerta, y esperó mientras ella echaba la
llave tras de sí. Unos segundos después, estaban en su SUV y dirigiéndose al
restaurante. Ninguno de los dos había dicho una palabra desde que salieron de su
casa. Aunque no era exactamente una situación incómoda, podría llegar a serlo si
el silencio se prolongara por mucho más tiempo. Jack nunca había tenido el don
de la palabra que sí tenían sus hermanos. Tino, especialmente, tenía un talento
asombroso para encantar a las damas. Tal vez Jack debería haberle llamado para
que le diera algunos consejos antes de partir esta noche.
No, con eso no habría logrado nada más que darle a Tino otra razón para
hacerlo lamentarse. Además, no debería necesitar ayuda para encontrar algo de
lo que hablar con Caitlyn; nunca antes había tenido ese problema. Por supuesto,
hasta ahora, la mayoría de sus conversaciones habían sido sobre Ricky. Tal vez
ese era un lugar seguro por dónde empezar.
—En caso de que te lo estés preguntando, Ricky está de acuerdo en que
salgamos esta noche.
Caitlyn se volvió inmediatamente hacia él, con los ojos muy abiertos. El
interior oscuro del SUV dificultaba el poder leerle su expresión con claridad,
pero él esperaba que ella pareciera sorprendida y no enojada. —¿Realmente le
pediste permiso?
Tal vez eso haya sido un error. —Más o menos. Le hice saber que teníamos
planes para esta noche. No quería que se enterara y pensara que actuábamos a
sus espaldas. —Volvió a mirar en su dirección. —Para que lo sepas, te prometo
que lo que pase entre nosotros queda entre nosotros. Dicho esto, con un chico
como Ricky, la confianza es algo frágil. No puedo esperar ganarme la suya si no
le ofrezco la mía.
Ella finalmente asintió. —Está bien, lo entiendo. Entonces, ¿qué tenía que
decir sobre el tema?
Jack sonrió. —Dijo que estaba bien siempre y cuando no interrumpiera el
tiempo que pasa contigo mientras le ayudas con sus lecciones.
Eso la sorprendió y soltó una risa. —Me parece justo. ¿Algo más?
Podríamos ir a por todas. —Dijo que si no era bueno contigo, tendría que
responder ante él. —Antes de que ella pudiera responder, Jack continuó. —No sé
con cuántos chicos con un historial como el de Ricky has tratado, pero esto es lo
que pasa. Como dije, no se permiten encariñarse con mucha gente. Lo tomo
como una buena señal el que le importe lo que te pase.
—Entonces me halaga que se sienta protector conmigo.
Habían llegado al restaurante. Jack estacionó el SUV y fue rodeando el
coche hasta el lado de Caitlyn para abrirle la puerta. Mientras ésta salía, ella lo
detuvo. —Creo que también dice mucho que se sienta lo suficientemente
cómodo como para imponerte esa norma.
Jack consideró su evaluación de la situación. —Tal vez tengas razón.
Espero que llegue al punto de decirnos quién es realmente y por qué nadie ha
denunciado su desaparición.
Era hora de aligerar el ambiente. —Pero basta de hablar de Ricky. Si yo no
puedo interrumpir su tiempo contigo, no es justo que pasemos toda la noche
hablando de él.
Ella le sonrió mientras entraban al restaurante. —Así que, mencionaste
algo sobre bailar, pero no dijiste qué tipo prefieres. ¿Debería haberme puesto
unas botas de vaquera en vez de tacones?
Jack le guiñó un ojo. —Eso habría estado bien para mí. He estado en
muchos lugares donde el baile favorito es el Two-Stepde Texas.
Se detuvo para hablar con la recepcionista, que les llevó a una pequeña
mesa junto a la ventana delantera. Después de que se sentaron, continuó. —Sin
embargo, por esta noche pensé que te dejaría elegir a ti. Hay un pequeño club de
baile cerca de aquí que a mis hermanos les gusta, con una banda en vivo que
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toca rock, R&B , y algunas cosas más contemporáneas. También mencionaron
un club nocturno que hay un poco más lejos con música tradicional de salón.
Caitlyn parecía un poco escéptica. —¿De verdad te gusta el baile de salón?
Fingió sentirse insultado. —¿Dudas de mis habilidades de baile?
Se mordió el labio inferior como si no estuviera segura de cómo proceder.
Finalmente, admitió, —Supongo que no creía que el tango y el vals fueran parte
del entrenamiento en las Fuerzas Especiales.
Era hora de apiadarse de ella. —No lo fueron, pero mi madre pensó que un
hombre debería conocer la pista de baile. Los tres tuvimos que aprender a hacer
más que lo que ella llamaba “convulsionarse” con la música. —Sonrió. —En
realidad, tanto a Joe como a Marlene les encantaba bailar. Deberías haberlos
visto bailando la polca en la recepción de la boda de un amigo. Fue todo un
espectáculo.
También lo fue verlos bailando en el pasillo, fuera de su dormitorio,
cuando Jack se había mudado a vivir con ellos por primera vez. Joe había
agarrado a su esposa y la había hecho girar hacia afuera y luego de vuelta a sus
brazos que la esperaban. La sonrisa de Marlene había sido la que Jack pronto se
dio cuenta que había reservado sólo para su esposo. Incluso a los catorce años, él
sabía que la danza había sido sólo el acto de entrada para lo que seguiría después
de que desaparecieran en su habitación y cerraran la puerta.
No le importaría tener algunos bailes en la misma línea en su propia vida.
El pensamiento tuvo un efecto intenso, pero incómodo, en el ajuste de sus
pantalones. Afortunadamente, el regreso de la camarera vino como una
desviación bienvenida de la dirección que sus pensamientos habían tomado.
Después de hacer sus pedidos, él redirigió su conversación.
—Cuéntame cómo te sentiste interesada en la enseñanza.

Los langostinos habían sido excelentes, así como el vino que Jack había
pedido para acompañar la cena. Después de estudiar la lista de la selección de
vinos del restaurante, eligió una botella de vino blanco de una de las muchas
bodegas de Washington. Era algo que nunca antes había tomado, pero que
realmente disfrutó. Entre plato y plato, habían tenido una animada discusión
sobre sus cosechas favoritas. Su conocimiento sobre el tema la sorprendió un
poco.
—Pensé que preferirías la cerveza al vino.
Jack le sonrió. —No hay razón para elegir una sobre el otro. Con pescado
y patatas fritas, me gusta una cerveza fría, mientras que un buen vino va mejor
con fletán asado. Tengo que admitir que una de mis cosas favoritas de vivir en el
noroeste del Pacífico es la gran cantidad de bodegas de vino y micro-cerveceras.
A partir de ahí, la conversación pasó a otros temas a medida que los dos se
iban familiarizando el uno con el otro. Finalmente, Jack le entregó el menú de
postres para que lo estudiara.
—Y no me digas que no deberías. Es un hecho. Una de las razones por las
que los postres tienen tan buen sabor es la culpa que conlleva pedirlos.
Personalmente, voy a tomar la tarta de manzana con una bola de helado de
vainilla.
Un hombre de su tamaño podría manejar esos billones de calorías extra
cargadas en cada plato del menú de postres mejor que ella. Por supuesto, eso no
iba a impedir que pidiera un trozo de pastel de triple chocolate o tal vez la crème
brûlée. Las oportunidades de comer en un restaurante como este no se
presentaban tan a menudo.
Evidentemente él asumió que su vacilación se debía a que ella trataba de
encontrar una manera educada de declinar. —Vamos, Caitlyn. ¿Cuántas veces te
rindes a la tentación?
Estudiando al hombre guapo sentado al otro lado de la mesa, su corazón
gritaba la respuesta a esa pregunta, que era ni de cerca con la suficiente
frecuencia. Jack McShane definitivamente pertenecía al menú de postres y venía
con sus propios peligros. Desafortunadamente, estaba bastante segura de que no
sería capaz de resistirse a él más de lo que podía resistirse al chocolate y a la
crema batida.
—Bien, tomaré el pastel de triple chocolate.
Y esperaba que el baile al que se dirigirían después quemara no sólo las
calorías sino también su súbita hambre por el propio Jack.

Al final, decidieron probar el club de baile que les gustaba a los hermanos
de Jack. Cuando éste abrió la puerta, la música los golpeó como un golpe físico.
El ritmo pesado y pulsante tenía los pulmones de Caitlyn revoloteando en su
pecho. Era eso o su extrema conciencia del brazo de Jack alrededor de su cintura
y la presión de su poderoso cuerpo contra su costado mientras los dos luchaban
por abrirse camino rodeando la multitud de bailarines retorciéndose, mientras se
dirigían hacia una mesa vacía en el lado opuesto del club.
Un camarero apareció inmediatamente en la mesa. Jack pidió una cerveza,
pero Caitlyn pidió un refresco. Su acompañante ya estaba nublando lo suficiente
sus pensamientos sin añadir alcohol a la mezcla. La música estaba demasiado
alta para facilitar la conversación, así que se sentaron en silencio y disfrutaron de
los ritmos mientras la banda en vivo pasaba de una canción a otra.
Cuando les entregaron las bebidas, Jack le pidió al camarero que le cobrara
la cuenta. Después de tomar un trago rápido de su cerveza, Jack se levantó y
tendió la mano. —¿Vamos?
Caitlyn le dejó llevarla a la pista de baile. La banda estaba tocando una
canción sobre las noches calurosas de verano, la cual era una de sus favoritas, no
es que importara. Cualquier canción con ritmo para bailar le parecía bien. La
única pregunta era si ella y Jack encajarían como pareja de baile. En los viejos
tiempos, en las pocas ocasiones que había podido convencer a Josh para que
saliera a la pista de baile, nunca habían encajado del todo, sin importar el estilo
de baile. Incluso cuando bailaban lento, se habían chocado los dedos de los pies
porque habían dado dos pasos en una dirección y luego dos pasos hacia atrás.
Mirando atrás en el tiempo, se habría ahorrado muchos dolores de cabeza
si hubiera sido lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que esos
pocos bailes se convertirían en la metáfora de todo su matrimonio. En vez de
eso, había dejado de bailar y de hacer casi todo lo demás que le traía placer antes
de que todo el fiasco llegara a su fin.
Los recuerdos del pasado amenazaban con abrumarla. Pero en el momento
en que Jack tomó a Caitlyn en sus brazos, los dos encajaron perfectamente. Él
también lo sabía. Después de unos pocos pasos, Jack hizo unos pocos
movimientos que los dejaron a ambos sonriendo. Aunque ella se había dado
cuenta de que a veces cojeaba de su pierna, no había señales de ello esta noche, y
a ella le encantaba que él prefiriera que se tomaran de las manos mientras
bailaban en lugar de simplemente estar de pie pegados.
Hacía mucho tiempo que no pasaba tanto tiempo bailando, y tres canciones
más tarde estaba sintiendo los efectos. No es que quisiera descansar en la
siguiente. Quién sabe cuándo tendría, si es que alguna vez la tenía, otra
oportunidad de disfrutar de una velada con un hombre guapo que bailaba con
ella como si hubieran sido compañeros de baile durante años en lugar de durante
un puñado de canciones.
Luego las luces se atenuaron mientras la banda tocaba los primeros
acordes de una vieja balada de Bon Jovi. Jack inclinó la cabeza hacia un lado y
extendió la mano, evidentemente dejando que fuera ella quien decidiera si quería
bailar un tema lento con él. ¿Por qué no? Al principio, la abrazó estrechamente,
pero no demasiado. No pasó mucho tiempo antes de que se sintiera
perfectamente natural que sus manos se asentaran en las caderas de ella,
mientras que las manos de Caitlyn viajaban hacia arriba para rodearle el cuello.
Las puntas de sus pechos se rozaban contra la dura extensión del torso de Jack,
provocando un feroz dolor que se extendió por todo su cuerpo. Ella quería más
de su toque, más contacto duro, de hecho, ¡simplemente quería más!
Él debía sentir lo mismo, porque un poderoso brazo se envolvió alrededor
de su cintura para tirar de ella contra la longitud de su cuerpo mientras inclinaba
su cabeza hacia abajo para que descansara contra la de ella. Ninguno de los dos
dijo una palabra mientras se balanceaban cada vez más lentamente con la suave
melodía. El aroma de Jack era embriagador, una cautivadora mezcla de
aftershave, sudor y el tenue olor de la cerveza que había estado bebiendo.
—Me encanta tu pelo. —Murmuró las palabras justo al lado de su oreja. —
Nunca te he visto llevarlo suelto. He estado despierto por las noches imaginando
cómo sería deslizar mis dedos a través de él mientras deshago tu trenza. Supongo
que te llega por debajo de la mitad de la espalda, y eso es muy sexy. Uno de
estos días, me encantaría averiguarlo por mí mismo.
¿Qué podría decir ella a eso? ¿Cómo puede sonar tan íntimo algo tan
simple como la imagen de él deshaciéndole la trenza, como si le desabrochara el
vestido? Cuando no se le ocurrió ninguna palabra para demostrar su aprobación,
Caitlyn hizo lo siguiente en su lista. Inclinó la cabeza en el ángulo correcto para
presionar un suave beso en su mejilla.
O al menos ese era el plan. Pero en el último segundo Jack se giró para que
su boca se encontrara con la de ella. Tal vez porque estaban en una pista de baile
y rodeados de otras parejas, él mantuvo el beso casi casto. En cualquier caso, el
suave juego de sus labios sobre los de ella le dio un buen puñetazo mientras sus
rodillas se aflojaban y su pulso se aceleraba.
Guau, hermano, el hombre definitivamente debería venir con una etiqueta
de advertencia. Algo sobre no conducir o manejar maquinaria, o incluso caminar,
después de besarlo. Afortunadamente, la siguiente canción fue otra balada lenta,
dándole a Caitlyn más tiempo para controlar la reacción de su cuerpo al abrazo
de Jack. Para cuando terminó y la banda anunció que iban tomarse un pequeño
descanso, ella estaba razonablemente segura de que podría llegar hasta la mesa
sin fundirse en un charco de lujuria antes de llegar allí.
Jack desplazó su silla hasta quedar a su lado en la pequeña mesa redonda,
de modo que estaban sentados hombro con hombro y muslo con muslo. —
¿Quieres otro trago?
—Sí, me encantaría otra Coca-Cola.
Después de captar la atención del camarero, Jack señaló hacia sus bebidas
y luego giró su dedo dibujando un círculo en el aire para señalar otra ronda. —
¿Siempre te ha gustado bailar?
Caitlyn asintió. —Sí, aunque ha pasado un tiempo desde que tuve la
oportunidad de darle un buen uso a mis zapatos de baile. —Se dio cuenta de que
Jack había encontrado algo en su respuesta un tanto curioso, pero no estaba
segura de sí diría algo. —Adelante, pregunta, Jack. Si es algo de lo que no
quiero hablar, te lo haré saber.
Como siempre, no se anduvo con rodeos. —Supongo que tu ex no te
llevaba a bailar.
—No, o al menos no a menudo. Josh tenía dos pies izquierdos y no tenía
sentido del ritmo. No era el tipo de hombre al que le gustaba que le recordaran
que había algo en lo que no era bueno. —Especialmente si se trataba de algo en
lo que no sólo ella sí era buena, sino que además le gustaba mucho. Pero no
quería que los pensamientos sobre Josh deslustraran su buen humor. —¿Qué hay
de ti? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste la oportunidad de mostrar tus
deslumbrantes movimientos de baile?
Ambos sabían lo que ella realmente quería saber. Jack enfocó su mirada en
la pared más lejana por un segundo antes de contestar. —Sabes, honestamente no
puedo recordar. Cuando estábamos estacionados en Estados Unidos, algunos de
nosotros íbamos a algunos bares cerca de la base donde bailábamos con
cualquiera que estuviese dispuesta. Sin embargo, he pasado la mayor parte de los
últimos años desplegado en una zona de guerra u otra. Eso no me dejó mucho
tiempo para trabajar en una relación a largo plazo. Diablos, ni siquiera en una a
corto plazo.
Ella odiaba saber cuánto tiempo en la vida de Jack había pasado viviendo
en peligro. Tuvo que ser un alivio para Marlene tener al menos a uno de sus hijos
en casa y sin uniforme. —¿Por eso dejaste el ejército?
Él agarró su cerveza, que ya tenía que estar caliente a estas alturas, y se
tomó un largo trago. Claramente había sacado a relucir un tema doloroso. Ella le
puso la mano sobre el brazo y le dijo: —Siento haberme entrometido, Jack. No
tienes que hablar de ello si no quieres.
—Está bien. No me importa.
El agarre apretado que mantenía sobre el cuello largo de esa botella decía
lo contrario mientras se daba una palmada en el lateral de su rodilla. —Me fui
porque esta pierna se arruinó en mi última misión. Los médicos de la
Administración de Veteranos hicieron un gran trabajo recomponiéndola. La
mayor parte del tiempo no me molesta mucho, pero hay días... Bueno, digamos
solo que no sería inteligente arriesgarse a aterrizar mal otra vez en otro salto
nocturno.
Se rio un poco después de la última parte, pero Caitlyn no lo encontró nada
gracioso. Tal vez Jack podría tomarse a la ligera lo que le había pasado, pero ¿y
si hubiera sido su cuello y no su rodilla lo que se hubiera roto esa noche? Ella lo
conocía tan solo desde hacía poco tiempo, pero la idea de que podía no haberlo
conocido nunca le dolía como el infierno. Desde ese primer día cuando la saludó
con una de sus sonrisas malvadas, una parte de ella que había estado herida y
dolorida desde que el desastre de su matrimonio le había estallado en la cara,
había comenzado a sanar.
Y luego estaba Ricky. ¿Qué le habría pasado al adolescente si Jack no
hubiera estado allí en el momento exacto en que el niño necesitaba urgentemente
que alguien diera un paso al frente y le ofreciera refugio? ¿Especialmente
alguien que entendía muy bien por lo que él estaba pasando?
Había muchas razones para estar agradecida de que Jack hubiera
sobrevivido al incidente, pero odiaba que él todavía portara las cicatrices, tanto
por dentro como por fuera. Él no apreciaría su empatía, así que Caitlyn dirigió su
enfoque en otra dirección, uno que los restauraría a ambos a un mejor estado de
ánimo. Después de dejar su bebida, ella se puso de pie y extendió la mano.
—La banda ha vuelto. ¿Listo para otra ronda?
Las sombras que habían oscurecido los ojos de Jack inmediatamente se
desvanecieron cuando llevó a Caitlyn al centro de la pista de baile. A los pocos
segundos de que la banda comenzara a tocar los primeros compases de la
siguiente canción, todos los pensamientos oscuros fueron firmemente
desterrados. La música llenaba su corazón y aliviaba su alma, y Caitlyn se sentía
más ligera de lo que se había sentido en años.
Mientras bailaban, ella estaba bastante segura de que mientras él la hacía
girar, era la sonrisa burlona de Jack lo único que mantenía sus pies atados a la
tierra. Cuando la banda se lanzó inmediatamente a otra canción lenta, ella
caminó hacia los brazos de Jack y sonrió mientras él la acunaba con tanto
cuidado.
Suspirando de puro placer, dijo: —Supongo que es demasiado esperar que
esta canción no termine nunca.
La voz de Jack era un retumbar profundo justo al lado de su oreja. —
Probablemente, así que disfrutemos de cada momento que podamos.
Luego la abrazó más estrechamente, sus brazos acunándola en lugar de
aplastarla. Si hubiera sido Josh quien la sostuviera, se habría sentido asfixiada.
En los brazos de Jack, sólo se sentía querida.
Capítulo Trece
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Maxiluna

La hora de las brujas había llegado y se había ido hacía dos horas. El SUV
de Jack no se había convertido de nuevo en una calabaza, pero tampoco era la
idea de nadie de un Príncipe Azul. No era un cuento de hadas, pero era la mejor
cita que había tenido en años. Posiblemente nunca.
No, definitivamente nunca, y odiaba que estuviera a punto de terminar.
Su conciencia le susurró que debía acompañar a Caitlyn hasta su puerta,
darle un beso de buenas noches y agradecerle por una noche divertida. Al mismo
tiempo, otra voz le gritaba que la acompañara a la puerta, la besara de verdad y
viera si podía convencerla de que lo invitara a entrar para divertirse mucho más.
Hacía mucho tiempo que no se entregaba a ese tipo de diversión en
particular. Entre los despliegues, la cirugía de la pierna y la recuperación, y
luego los trabajos ocasionales que había estado haciendo para Gabe, su tarjeta de
baile había estado bastante llena. Por otro lado, sospechaba que también había
pasado mucho tiempo para Caitlyn, tal vez incluso desde que su matrimonio
había terminado y probablemente durante algún tiempo antes de eso. Ella no
había hablado mucho de su ex-marido, pero éste definitivamente había dejado su
marca en ella. Obviamente el hombre había odiado bailar, así que le había
negado a su esposa ese pequeño placer.
¿Qué otras pequeñas e insignificantes cosas le había hecho a su bella
esposa que la había dejado tan temerosa cuando se trataba de hombres? Si sus
caminos alguna vez se cruzaban, tal vez Jack exigiría algunas respuestas y luego
un saldo de cuentas por hacerle daño. Mientras estacionaba el SUV frente a la
casa de Caitlyn, se preguntó cómo reaccionaría ella al saber que a Jack le
gustaría hacer algunas rondas con su ex sólo por principios generales.
Ajena a la oscura dirección que habían tomado sus pensamientos, Caitlyn
tomó la mano de Jack mientras caminaban la corta distancia hasta la puerta
principal de su casa. —Me lo he pasado de maravilla esta noche. Mis pies puede
que lamenten esos últimos bailes, pero yo no. Me encantó cada minuto que
pasamos en la pista de baile.
Jack apretó su mano. —Créeme, fue un placer.
Habían llegado a la puerta y al momento en que pronto tendrían que
separarse. Eso era lo último que quería hacer, y no se iba a ir sin darle un beso de
buenas noches. Él ya tenía su mano derecha agarrada, pero ahora también
sostenía su mano izquierda. Caitlyn no dudó ni un segundo cuando Jack tiró de
ella más cerca. Por el contrario, inmediatamente soltó sus manos para que
recorrieran sus brazos y que descansaran sobre sus hombros. La maniobra acercó
sus cuerpos, pero no lo suficiente.
La luz del porche resaltaba los reflejos dorados en los mechones de pelo
que se le habían escapado de la trenza y enmarcaban su bonita cara. Jack colocó
sus manos sobre la cintura de ella y acortó aún más la distancia entre ellos.
Inclinó la cabeza a la derecha, y ella hizo lo mismo. Sus labios finalmente se
unieron, primero con un toque ligero como el roce de una pluma, pero esa
vacilación inicial no duró.
Jack se abrió camino a piquitos a través de la suave curva de su sonrisa,
ida y vuelta. Le gustó que fuera ella quien profundizara el beso, su lengua
entrando y saliendo de la boca de Jack como si estuviera invitando a su lengua a
salir a jugar. Dios, sabía tan dulce.
A pesar de la hora tardía, no tenía prisa por irse, especialmente cuando ella
se apoyó contra su pecho y presionó todas sus suaves curvas contra él. Casi
había olvidado lo dulce que era tener entre sus brazos a una mujer cálida y
dispuesta. Sus manos se movieron más hacia el sur, trazando la curva de su
cintura, el resiguiendo sus caderas, y luego hacia la exuberante sensación de su
trasero. La única cosa mejor sería si sus manos se deslizaran sobre su piel
desnuda en lugar de sobre la tela sedosa de su vestido. Era tentador tirar de su
falda hacia arriba lo suficientemente como para hacer exactamente eso.
Pero evidentemente su conciencia ganó la discusión que había estado
celebrándose en su mente, recordándole que estaban parados frente a la puerta de
su casa bajo el resplandor de la luz del porche donde cualquiera que pasara por
allí podría verlos. Desplazó sus manos hacia un territorio más seguro en vez de
permitirles continuar explorando y silenciosamente les prometió que sería
diferente la próxima vez.
Si había una próxima vez. Tal vez debería asegurarse de eso antes de
subirse a su SUV y conducir a casa hacia su solitaria cama. Suavizó el beso y
esperó que ella sintiera su lamento. —Tal vez podamos ver una película una
noche de esta semana.
Caitlyn no dudó. —Me gustaría eso. Creo que el miércoles es la única
noche que tengo reservada.
—¿Por qué no apuntamos al viernes por la noche?
Principalmente porque era poco probable que alguno de ellos tuviera que
levantarse temprano a la mañana siguiente. Tampoco le dolía que el sábado no
fuera una de las sesiones programadas de Ricky con Caitlyn. —Y ahora será
mejor que me vaya mientras mis buenas intenciones sigan mayoritariamente
intactas.
—Y mientras sea lo suficientemente fuerte para dejarte ir.
Caitlyn trazó la línea de su mandíbula con las puntas de los dedos
deteniéndose sobre sus labios cuando ella empezó a hablar. —Esta noche fue
perfecta, Jack. Me gusta estar contigo, y es tentador invitarte a entrar para
retomar lo que acabamos de dejar...
Le dio un beso en los dedos y luego terminó la frase por ella. —Pero es
demasiado pronto. Lo entiendo.
Había verdadero arrepentimiento en sus ojos grises. —¿Me perdonas?
Jack dio medio paso atrás, pero mantuvo las manos justo donde estaban.
—No hay nada que perdonar, Caitlyn. Sólo has de saber que cuando estés lista
para hacer esa invitación, estaré encantado de aceptarla.
Después de besarla por última vez, esperó a que ella entrara y cerrara la
puerta con llave antes de irse. A él le gustó que ella mirara por la ventana
delantera hasta que él estuvo listo para irse. Le saludó con la mano por última
vez y luego apagó la luz del porche.
Jack subió el volumen del estéreo y tarareó junto con la canción mientras
volvía a casa. En general, había sido una noche genial, una para los libros de
récords. Buena comida, buen baile, y una hermosa mujer que ya se había
comprometido a una segunda cita. Un hombre no podía pedir mucho más que
eso.

Ricky estaba viendo el partido de béisbol con Jack en la sala de estar


mientras Marlene leía un libro con un tipo que llevaba una falda escocesa en la
portada.
Estaba a punto de ir a la cocina a rellenar su vaso de té helado cuando se
dio cuenta de que Jack estaba sonriendo de nuevo. El gran idiota había estado
haciendo eso toda la mañana, especialmente cuando pensaba que nadie se daría
cuenta. Ricky tenía sus sospechas acerca de la causa detrás del buen humor de
Jack, pero no tenía ningún deseo de averiguar si estaba en lo cierto.
Entonces Marlene hizo la pregunta de todos modos. —A juzgar por esa
sonrisa en tu cara, supongo que tu cita con Caitlyn fue bien anoche.
Su hijo miró hacia Ricky antes de contestar. —Sí, por supuesto que sí. La
llevé al restaurante de mariscos que me recomendaste. Luego fuimos a ese club
del que me hablaron Tino y Mikhail. Nos quedamos hasta que nos echaron al
cierre. Puedo decirte esto, mamá, a esa mujer le encanta bailar.
Marlene inmediatamente se alegró. —¿En serio? ¿Así que finalmente ves
el valor de esas clases de baile?
Ricky resopló y golpeó a Jack en el brazo. —¿Tomaste clases de baile?
En vez de ponerse a la defensiva, Jack se rio. —¡Chico, te lo has buscado!
Ricky se sentó más derecho y miró de la madre al hijo. Ella estaba
frunciendo el ceño mientras Jack se veía engreído y listo para que comenzara la
batalla. —¿Qué hice?
Marlene tranquilamente dejó a un lado su libro después de señalar hacia el
suelo donde se encontraba. —Jack, pon la música mientras me cambio de
zapatos.
Él gimió. —Au, vamos, mamá. He estado esperando toda la semana para
ver este partido. Además, él es el que dijo algo estúpido. No yo.
A pesar de sus protestas, Jack silenció inmediatamente el televisor y se
dirigió a estudiar el montón de CDs que yacían junto al pequeño estéreo sobre la
mesa de la esquina.
Alguien tenía que informar a Ricky de lo que estaba pasando. —¿Qué está
pasando?
Jack escogió un CD para reproducir antes de contestar. —Mamá cree que
todo hombre debe aprender a bailar, y a bailar bien. Escuché a mi padre contar
que ella lo convirtió en un requisito si quería salir con ella. Resultó que le gustó
mucho. Que yo sepa, nunca se quejó cuando de vez en cuando ella lo arrastraba
a algún estudio de baile para aprender un nuevo estilo. A la vez, nos enseñaba a
mis dos hermanos y a mí. Y gracias a esa boca inteligente tuya, ahora es tu turno.
—¿En serio?
—En serio, jovencito. —Marlene había vuelto. —Mientras vivas bajo mi
techo, aprenderás a bailar. Tal como le dije a mis tres hijos, no me refiero a esa
cosa de moverse con convulsiones como los jóvenes hacen con la música. Eso
definitivamente tiene su lugar, pero hay otros estilos de baile que deberías
dominar.
Sintiéndose bastante desesperado, Ricky acudió a Jack en busca de ayuda.
—Si me disculpo por burlarme de ti, ¿la detendrás?
—No, de ninguna manera. No funcionaría. Además, tiene razón. —Jack se
dejó caer de nuevo en el sofá. —En serio, puedo decirte por experiencia personal
que a las mujeres les encanta esa clase de mi…
Se detuvo a media palabra y lanzó una mirada de culpabilidad en dirección
de Marlene. —Ups, lo siento, mamá. Quería decir que a las mujeres les encantan
esas cosas. Si no me crees, pregúntale a Caitlyn la próxima vez que la veas. Te
estoy diciendo directamente que estaba impresionada por mis habilidades de
baile.
La mirada petulante en la cara de Jack hizo que Ricky se preguntara si esos
eran los únicos movimientos que el hombre le había mostrado a Caitlyn anoche.
Pensándolo bien, escuchó a Jack llegar un poco antes de las tres. Si realmente los
habían echado del club en el momento del cierre, eso sólo le dejaba el tiempo
suficiente para que Jack hubiera llevado a Caitlyn de vuelta a su casa antes de
regresar a su hogar. Bien.
Mientras tanto, Marlene empujó algunos muebles para hacer más espacio
en el centro de la habitación. Cuando estuvo satisfecha con el arreglo, le tendió
una mano a Ricky. —Bien, jovencito, empecemos. Será un poco incómodo con
el brazo enyesado, pero nos las arreglaremos.
Con su última excusa derribada, Ricky se unió a ella en el centro de la
habitación. Ésta colocó su mano derecha en su cintura y tomó su mano izquierda
en la derecha. Después de hacer algunos ajustes en la pose, dijo: —Esta es la
postura. Todo lo demás está construido sobre esta posición.
Dios, era raro estar ahí de pie aferrándome a Marlene. No había forma de
que le pasara desapercibido la forma en que le temblaban las manos, pero
esperaba que Jack no se diera cuenta. Cuando miró en su dirección, Jack le
ofreció un pulgar hacia arriba y luego comenzó la música.
Marlene estaba hablando de nuevo. —Normalmente lo último que me
gustaría que hicieras es que miraras nuestros pies mientras bailamos, pero
empezaremos de esa manera para que puedas ver de lo que estoy hablando. En
cuanto tengas los pasos básicos, seguiremos adelante.
Por supuesto, él la pisó nada más empezar, pero ella sólo se rio. —No te
preocupes por eso, Ricky. ¿Por qué crees que me puse mis zapatos de cuero de
caminar?
Luego sacudió la cabeza en dirección a Jack. —Aprendí esa lección
cuando le enseñé a él a bailar. ¿Te imaginas esos pies de la talla 13 aterrizando
duro directo sobre los dedos de tus pies?
Su hijo protestó inmediatamente. —Oye, no era tan malo.
—Si tú lo dices, Jack. —Marlene sonrió y le guiñó un ojo a Ricky. —Y
tuve tres hijos y un esposo a quien enseñar, Ricky. Mis pobres dedos de los pies
se llevaron una paliza por un tiempo. Ahora, empecemos de nuevo, pero esta vez
no mires nuestros pies.
—De acuerdo. —Pero tan pronto como ella comenzó a contar los pasos,
Ricky automáticamente miró hacia abajo para asegurarse de que él estaba
manteniendo una distancia segura entre sus pies y los de ella. Además, era difícil
estar tan cerca de Marlene y mirarla a los ojos.
Ella le dio a su mano izquierda un fuerte tirón, lo que hizo que volviera su
mirada a la de ella. —Enfoca tus ojos en algún punto más allá de mi hombro y
déjate sentir el ritmo de la música.
Hizo todo lo que pudo para cumplir con sus instrucciones. Después de
unas cuentas vueltas, los pasos de baile se sentían más naturales, y se
enorgulleció de no haber pisado los pies de Marlene otra vez.
Cuando la canción llegó a su fin, ella lo soltó y retrocedió. —¡Sabía que
serías natural, Ricky! Haremos dos canciones más para asegurarnos de que
tienes la idea y luego lo daremos por bueno.
Jack comenzó la música de nuevo, y una vez más Ricky tomó la mano de
Marlene en la suya. Esta vez, empezaron sin problemas. Podía ver por qué
alguien de su edad disfrutaría de este estilo de baile, porque apenas le costaba
esfuerzo. Las dos canciones pasaron a toda velocidad, e incluso ella le mostró un
par de pasos adicionales que eran bastante fáciles de seguir.
Incluso Jack aplaudió cuando terminaron su último baile. —¿Qué te parece
ahora, chico?
No estaba seguro de qué decir. Era difícil imaginar que alguna de las
chicas que conocía quisiera bailar así. Desafortunadamente con Marlene parada
justo ahí, no podía ser demasiado honesto. —Supongo que está bien, pero los
chicos de mi edad no escuchan mucho este tipo de música.—En realidad, para
nada. —Me gusta la música con un ritmo más rápido.
Después de que Jack le ofreciera otra de esas miradas, del tipo que
significaba que Ricky la había cagado de nuevo, volvió a rebuscar entre los CDs.
—¿Le enseñamos un ritmo más rápido, mamá?
—Jack, hace tiempo que no bailo así. No desde que tu padre... bueno, ya
sabes.
—A él no le importaría, mamá. Papá sabía lo mucho que te gusta bailar.
Además, el chico no creerá lo que puedo hacer en una pista de baile si no lo ve
por sí mismo.
Ricky apoyó a Jack. —Eso es verdad. Puedo ver como esos pies del
número trece harían un buen trabajo marchando, ¿pero bailando? No lo creo.
Ponía en duda que alguno de los dos estuviera engañando un poco a
Marlene, pero al menos ella asintió. —Un baile, Jack, pero sólo porque Ricky
necesita ver lo que tengo en mente para él.
Genial. Quizás debería haberse mantenido al margen. Demasiado tarde
para eso, así que se retiró al sofá a mirar. Jack apretó el botón para poner el CD
en marcha y tomó la mano de su madre. Segundos después, ambos sonreían
mientras giraban alrededor de la improvisada pista de baile, sus pies con
movimientos tan rápidos que resultaban imposibles de seguir con los ojos
mientras cruzaban la habitación.
Para cuando la canción llegó a su fin, Ricky no pudo evitar admirar sus
habilidades. Bailar así realmente parecía que podía ser divertido. Para
concederles ese punto, incluso aplaudió. —Vale, Jack, admito que sabes bailar.
Jack besó a Marlene en la mejilla. —Mamá me enseñó bien, y no estaba
mintiendo sobre lo mucho que las mujeres admiran a un hombre que sabe bailar.
Por supuesto, no hace daño ser tan guapo.
Su madre puso los ojos en blanco. —Y humilde, también.
—Sí, bueno, como papá siempre decía, cuando lo tengas, presúmelo.
Siguió ese comentario haciendo un giro rápido con su madre. Ella sólo se
reía cuando se detuvieron. —Joe era tan incorregible como tú y tus hermanos,
Jack. Ahora ustedes dos pueden volver a poner los muebles en su sitio. Voy a
subir a coser un rato.
Jack hizo la mayor parte del trabajo pesado de volver a ordenar la
habitación, pero Ricky echó una mano con su único brazo bueno. Los dos se
acomodaron en el sofá y volvieron a poner el sonido del partido.
Después de un rato, Jack miró hacia los escalones que conducían al cuarto
de costura de Marlene. —Gracias por seguir adelante con esa clase de baile,
chico. Es lo más feliz que he visto a mamá en mucho tiempo.
Ricky no se sentía cómodo con la gratitud. —No fue gran cosa.
—Lo fue para ella. —Jack volvió a prestar atención al partido. —Sabes,
siempre sospeché que nunca se propuso enseñarnos a bailar sólo porque creía
que los hombres debían saber hacerlo.
Ricky no estaba seguro de si Jack estaba hablando con él o con él mismo.
Aún así, tenía curiosidad sobre lo que estaba pensando. —¿Entonces por qué lo
hizo?
—Por mí. Creo que tal vez fue su manera de mostrarme de primera mano
que un hombre y una mujer que se aman pueden realmente disfrutar de su
compañía de muchas maneras. Ya sabes, además del sexo. Por no mencionar que
una mujer no debería vivir con miedo a los puños de un hombre.
Entonces miró en dirección a Ricky. —Los niños tampoco deberían. —
Antes de que se le ocurriera una respuesta, Jack siguió hablando. —Algunos de
mis recuerdos más gratos son de papá y de nosotros, sus hijos, turnándonos para
intentar eclipsar los unos a los otros bailando con mamá. Tal vez no tanto para
Tino, pero divertirnos así era definitivamente una primicia para mí y para
Mikhail. Nos llevó un tiempo darnos cuenta de que Joe y Marlene se esforzaban
por darnos buenos recuerdos para reemplazar algunos de los anteriores, que de
seguro que no eran nada felices.
Luego se levantó del sofá. —Voy a por otra cerveza. ¿Quieres algo
mientras estoy en la cocina?
—Claro. ¿Qué tal si me rellenas el té?
Cuando Jack salió de la habitación, un movimiento en la escalera llamó la
atención de Ricky. ¿Cuánto tiempo llevaba Marlene allí? Lo suficiente, adivinó,
considerando la expresión de su cara. Ésta se llevó el dedo a los labios,
pidiéndole en silencio que no dejara que Jack supiera que había escuchado su
conversación. Cuando Ricky asintió, ella desapareció por las escaleras.
Él no sabía lo que ella pensaba sobre lo que Jack había dicho, pero Ricky
sabía una cosa. Tenía algunos recuerdos de su madre y de su padre riéndose
juntos. Pero cuando se trataba de Lawrence y de su madre, no podía pensar en ni
uno solo. Quién sabe, tal vez las cosas eran diferentes entre la pareja cuando él
no estaba. Por el bien de ella, esperaba que eso fuera verdad.
Pero él no lo creía así.
Capítulo Catorce
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Maxiluna

Jack apagó su sierra eléctrica y la dejó a un lado cuando un coche patrulla
se detuvo frente a la casa donde estaba colocando un nuevo subsuelo. Los
dueños estaban en el trabajo, así que al menos no tenía que explicarles por qué la
policía podría estar buscándolo. Se lo comentaría a ellos más tarde cuando
llegaran a casa en caso de que uno de los vecinos lo mencionara.
Se quitó las gafas de seguridad y las dejó caer en su banco de trabajo
portátil y esperó a que los dos detectives vinieran junto a él. El detective St. John
había llamado hacía una hora y había dicho que querían hablar con él. Jack
esperaba que tuvieran noticias sobre la identidad de Ricky o, mejor aún, que
hubieran averiguado quién había enviado al chico al hospital. A juzgar por sus
sombrías expresiones, ese no era el caso.
—Detectives.
St. John sonrió a medias. —Sr. McShane, lamento interrumpirlo en el
trabajo, pero necesitábamos hablar con usted sobre Richard Patton.
Jack se quitó la gorra de béisbol y se limpió el sudor de la frente con la
manga de su camiseta. —Me lo imaginaba. ¿Qué necesitan saber?
El detective St. John sacó un pequeño cuaderno y un lápiz. —Empecemos
por cómo le va. ¿Le ha causado algún problema a usted o a su madre?
—Nada más que el adolescente habitual teniendo problemas por tener que
reportarse regularmente. Le conseguí su propio teléfono móvil para que le
ayudara con eso. Su asistente social lo ha estado vigilando a él y a nosotros
regularmente. De hecho, la Sra. Harkens y yo hablamos esta mañana. Pueden
hablar con ella, también, si tienen alguna preocupación.
El detective Daily se unió a la discusión. —Ya lo hemos hecho. Parece
feliz con cómo van las cosas en su casa. Dijo que tiene a Ricky con un tutor para
ayudarlo a ponerse al día con sus clases. Eso suena a que usted y su madre
planean quedarse con el chico incluso después de que empiece el año escolar.
¿Estoy en lo cierto sobre eso?
¿Adónde diablos iban con esto? Intentó sonar tranquilo más que a la
defensiva cuando contestó. —Sí. Le dijimos a Ricky desde el principio que tiene
un hogar con nosotros mientras así lo quiera.
Los dos hombres intercambiaron miradas, pero Jack no tenía ni idea de lo
que estaban pensando. Antes de que pudiera preguntar, St. John cambió de tema.
—No hemos tenido suerte rastreando a ninguna familia. ¿Le ha dicho el
chico algo o se le ha escapado algún detalle que pueda ayudarnos con eso?
Jack se colocó de nuevo la gorra en la cabeza. —No, no lo ha hecho. Sigo
esperando que me diga qué está pasando con eso, pero he sido reacio a
presionarlo demasiado para obtener respuestas. Ha salido un par de veces a ver a
unos amigos, pero ni siquiera lo ha hecho últimamente. La mayor parte del
tiempo se queda muy cerca de casa o viene al trabajo conmigo. La única razón
por la que no está aquí ahora es porque tenía una cita con el médico y luego su
lección con la señora Curtis. —Ninguno de los detectives parecía feliz. Jack no
los culpaba. Compartía sus propios sentimientos sobre el tema. —No puede ser
bueno que nadie haya denunciado la desaparición del chico. Lo mejor que puedo
imaginar es que es un fugitivo, pero no se sabe dónde empezó ni cómo terminó
aquí. A pesar de todo, sé que ustedes deben tener algún tipo de base de datos
nacional que han estado comprobando. Si nadie ha publicado información sobre
Ricky a estas alturas, sólo puede significar que nadie lo está buscando. —Añadió
un tono acerado en sus siguientes palabras. —Al menos alguien que tenga su
mejor interés en el corazón.
St. John se acercó un paso más a Jack mientras los dos detectives seguían
con su línea. —¿Está simplemente conjeturando o tiene alguna razón sólida para
pensar eso?
Jack metió las manos en los bolsillos de la cadera para evitar cerrar los
puños, lo que él estaba bastante seguro de que los policías no se lo tomarían
bien. —Una combinación de ambos. Por un lado, si hubiera sido un extraño
quien lo atacó, no habría razón para que no les diera una descripción del tipo.
Aunque Ricky estuviera malherido, tendría que recordar algo sobre él aunque
fuera el color de su camisa o alguna idea de su talla.
St. John guardó su libreta. —Sí, eso es lo que nosotros estamos pensando,
también.
Para darse un minuto para reflexionar, Jack sacó una botella de agua de su
nevera. La levantó para ver si alguno de los detectives quería una.
Daily alzó la mano. —Claro, me vendría bien una bebida fría.
Cuando ya había hecho de buen anfitrión, Jack tomó un gran trago y luego
comenzó a hablar de nuevo. —Creo que Ricky tenía una buena razón para irse
de casa, y esa razón sigue ahí fuera en alguna parte. Ya que él nunca ha dicho
una palabra sobre su situación familiar, es una conclusión obvia que tuvo que
haber sido bastante mala. Los niños pueden perdonar mucho cuando se trata de
sus padres.
—Y tú lo sabes bien.
Como en realidad no era una pregunta, Jack pensó que la policía había ido
a husmear en sus antecedentes. No estaba seguro de cuánto acceso tendrían a su
expediente, pero no era como si tuviera grandes secretos. Su mayor problema
con su pasado era que había aguantado la mierda de su padre durante tanto
tiempo.
—Sí, hablo por experiencia personal. Me quedé hasta que casi fue
demasiado tarde. Después de aquella última pelea con mi padre, terminé en el
hospital en condiciones similares a las de Ricky cuando ustedes lo encontraron.
Si los Servicios de Protección de Menores no hubieran intervenido cuando lo
hicieron, habría terminado muerto, y más pronto que tarde. —Se concentró en la
vieja camioneta de Joe, necesitando esa conexión con el hombre que había
salvado no sólo la vida de Jack, sino también su cordura. —Probablemente ya
sepan que mi padre y su hermano terminaron en la cárcel por golpear a un
hombre hasta casi matarlo. Dos semanas después, a mi padre le clavaron un
cuchillo en las tripas por traicionar al tipo equivocado dentro. Cuando eso
sucedió, mi abuelo exigió la custodia permanente de mí. Mi asistente social echó
un vistazo a cómo habían salidos sus hijos y pensó que no era una buena idea. —
Maldición, odiaba hablar de estas cosas y no estaba seguro de por qué se sentía
empujado a compartirlas con los dos detectives. —Unas semanas después de que
me colocaron con Joe y Marlene, mi abuelo apareció borracho y enojado como
de costumbre. Era un hombre grande y lo suficientemente aterrador cuando
estaba sobrio. Esperaba que Joe Lukash me arrojara a los lobos. En vez de eso, le
hizo frente al viejo bastardo. Nunca había visto a mi abuelo retroceder, pero lo
hizo ese día. La policía lo arrastró a la celda de borrachos para que durmiera la
mona. Cuando salió, Joe estaba esperando afuera de la casa del abuelo con un
bate de béisbol. Le dijo que si volvía a acercarse a mí, la policía tendría que usar
su ADN para identificar el cuerpo. Es decir, si es que encontraban el cuerpo. —
Entonces supo por qué acababa de compartir esa historia. Necesitaban saber
hasta dónde estaba dispuesto a llegar para proteger a Ricky. —En caso de que se
lo estén preguntando, todavía tengo ese bate de béisbol.
St. John empezó a decir algo, pero una mirada a su compañero lo hizo
callar. Después de asegurarse de que su joven compañero entendía el mensaje,
Daily habló por ambos. —No tengo que decirle que si acaba en la cárcel, no será
de mucha utilidad para Ricky. También destruiría a su madre.
—Bastante cierto. —Aunque pensó que ella lo entendería si las cosas se
ponían tan mal. —Si alguien viene en busca de Ricky, tenga por seguro que
planeo llamar al 911.
En silencio añadió, pero será mejor que la policía llegue rápido.
Después de eso, no quedaba mucho por decir. —Nos pondremos en
contacto con usted de vez en cuando, Sr. McShane. Si averigua algo, llámenos.
—No se preocupen. Lo haré.
Mientras se alejaban, él esperaba que su sonrisa de despedida pareciera
mucho más amistosa de lo que se había sentido.

Caitlyn pensó que el viernes por la noche nunca llegaría, pero finalmente
había llegado. No había visto a Jack desde su cita el sábado pasado, a pesar de
que ella y Ricky habían tenido sus tres sesiones habituales en el transcurso de la
semana. Finalmente, él había llamado anoche para hablar sobre cuál película le
gustaría ver y para preguntarle qué pensaba acerca de una barbacoa para la cena.
Parecía que le gustaban mucho las costillas y quería probar un restaurante que
acababa de abrir en la zona.
Después de ultimar sus planes, hablaron por teléfono durante casi una
hora. Los temas de conversación fueron desde los deportes hasta los libros, e
incluso el tiempo. Ella no sabía nada de él, pero con gusto habría hablado de
cualquier cosa sólo para escuchar su voz.
Amigo, lo tenía difícil.
Su madre estaría encantada de saber que Caitlyn tenía una cita, mucho más
la segunda en una semana con el mismo hombre. No es que tuviera intención de
contarle a sus padres lo de Jack. Era demasiado pronto para saber cómo se iba a
desarrollar todo esto, y ella no quería darles demasiadas esperanzas. Tal vez
después de esta noche, si todo iba bien, podría hacerle una mención casual a su
madre la próxima vez que hablasen.
O no. Era demasiado tentador mantener su relación con Jack y su familia
para ella sola por un tiempo. Tal vez era injusto que la madre de Jack ya supiera
de su relación, pero…
Un movimiento afuera descarriló esa línea de pensamiento. Jack acababa
de estacionar en el frente. Caitlyn revisó su aspecto una última vez. En general
estaba satisfecha con lo que vio en el espejo. Se había asegurado de llevar los
pendientes de gárgola que él le había comprado. Jeans conjuntados con una
camiseta sin mangas de color rojo oscuro y una camisa a juego daban la nota
adecuada para una película y una barbacoa. Era el hecho de que se había
sujetado el pelo fuera de la cara con un par de pinzas plateadas y luego lo había
dejado libre para que colgara por su espalda lo que la hacía dudar de sí misma.
No porque pensara que a Jack no le gustase. No, había dejado
perfectamente claro que le parecía sexy la idea de que se lo dejara suelto. Ella no
había podido resistirse a la tentación de darle exactamente lo que él quería. La
única pregunta ahora era qué más podría querer de ella que estaría dispuesta a
darle.
Cuando abrió la puerta, tuvo su respuesta: no había mucho que le negase,
especialmente en ese momento. Se veía tan bien. Jack tenía puesta una camisa
verde oscura de Henley que realmente resaltaba el color de sus ojos. Se había
remangado las mangas hasta la mitad de los antebrazos, lo que le permitía sacar
el máximo provecho de sus elegantes músculos.
Éste cruzó el umbral e inmediatamente le recordó lo mucho que le gustaba
que la envolvieran en esos poderosos brazos, sin mencionar lo mucho que le
gustaba la forma en que Jack la besaba. Su rápido y feroz abrazo parecía más
que un mero saludo, y era muy parecido a una proclamación. Cuando él enredó
sus dedos en el pelo de ella y profundizó el beso, ella supo que era una promesa
de que más tarde le ofrecería más.
Cuando él finalmente la soltó, Caitlyn se alegró de ver que no era la única
que respiraba con dificultad o con aspecto de estar tentada de retomar lo que
acababan de dejar.
Jack dio medio paso hacia atrás, pero se mantuvo lo suficientemente cerca
como para capturar un mechón de su cabello, enroscándolo entre sus dedos. —
Sabía que te verías muy sexy con el pelo suelto.
Sus palabras le agradaron, aunque ella sospechaba que se estaba
sonrojando. No podía recordar la última vez que un hombre atractivo la miró con
tanto calor en los ojos.
—Sigue mirándome así, Caitlyn, y voy a sugerir que veamos lo que hay en
la televisión esta noche. —Su voz se volvió un poco más grave. —Sólo nosotros
dos en el sofá. O al menos ahí es donde empezaríamos.
Puede que a Jack no le gustase lo sutil, pero no le importaba. No cuando
ella tenía los mismos pensamientos. Aún así, no quería apresurar las cosas. —No
tendrás tu barbacoa si no salimos de casa—, se detuvo para apoyar la palma de
su mano en su mejilla recién afeitada, —al menos por un rato.
Sus ojos se volvieron de un seductor tono de verde ahumado mientras Jack
se acercaba para recibir otro beso lento. —Apuesto a que podríamos conseguir
que nos traigan esas costillas, pero eso no sería justo. Te prometí salir a cenar y
ver una película.
¿Por qué querría sentarse en un cine lleno de extraños cuando podría tener
a este hombre sexy para ella sola? Caitlyn le ofreció a Jack un compromiso. —
¿Qué tal si echamos un vistazo a tu restaurante de barbacoa y luego volvemos
aquí y vemos qué hay en la tele de pago? Si no hay buenas películas, apuesto a
que podemos encontrar una forma de pasar el tiempo.
—Señora, me encanta cómo piensas. Salgamos a la carretera, porque
escucho a esas costillas diciendo mi nombre. —Entonces la boca de Jack se
expandió con una lenta sonrisa. —Pero esta vez, pidamos nuestros postres para
llevar.
—Trato hecho.

La cerveza estaba fría, las costillas estaban perfectas, y la mujer sentada


frente a Jack hizo que todo en el menú de postres pareciera insignificante. Le
encantaba ver la delicada forma en que mordía la suculenta carne de las costillas.
El garito de barbacoa era definitivamente rústico, con sus mesas toscas y sus
cortinas a cuadros, aún así Caitlyn parecía estar cenando en el mejor restaurante
de la ciudad. No de una manera arrogante, sino porque tenía clase.
Le hizo preguntarse qué hacía ella con un tipo como él. Sabía por lo que
ella le había dicho que tenía no sólo una, sino dos licenciaturas. Su propia
educación había sido mucho más práctica tanto en su carrera militar como en el
trabajo de construcción que hacía ahora. Demonios, esperaba que tuvieran más
puntos en común que un amor mutuo por el baile.
Caitlyn alzó la mirada en ese momento. —¿Qué pasa?
—Nada en absoluto. —Con ella, al menos.
Su respuesta claramente no la satisfizo. —Me lo dirías si tuviera salsa en la
cara, ¿no?
—Como si fueras a hacer algo tan grosero, Caitlyn. —Se rio y levantó los
dedos. —Estás limpia y presentable mientras que yo soy el que parece que se ha
estado bañando en la barbacoa.
—¿Estarías más feliz si goteara un montón de salsa en mi nueva camisa?
Porque eso podría arreglarse fácilmente. —Se detuvo para recoger otra costilla.
—La razón por la que me vestí de rojo fue porque no se vería tanto si goteaba.
Sus ojos automáticamente bajaron para estudiar su camisa. No vio ninguna
evidencia de salsa barbacoa. Ella pudo haber elegido el top por su color pero,
personalmente, a él le gustaba la manera en que esa camiseta sin mangas
acentuaba sus curvas femeninas. No podía esperar a llegar a su casa y poder
poner sus manos…
Upps, atrapado. —No quise mirarte fijamente. Lo siento por eso.
Bueno, en realidad, esa última parte era mentira, y la sonrisa de Caitlyn
decía claramente que lo sabía. Y para ser una mocosa, se echó el pelo por encima
de los hombros y luego trazó la curva de su labio superior con la punta de la
lengua. El efecto sobre él fue demasiado predecible.
Se movió en su silla, deseando desesperadamente que estuvieran en un
lugar mucho más privado. —Eso es cruel, mujer.
—Y yo que creía que los chicos de las Fuerzas Especiales eran tan duros.
—Le dio otro mordisco a la costilla, sus ojos grises llenos de risa.
—Lo somos. También somos ingeniosos. —Le dirigió una mirada lo
suficientemente caliente como para derretir rocas. —Y para que lo sepas, otra
cosa en la que somos muy buenos es en identificar a nuestro objetivo y luego ir
tras él con todo lo que tenemos. Considérate advertida.
Y para subrayar su punto, hizo señas a su camarera. —¿Podemos
empaquetar el resto de nuestras costillas junto con dos trozos de pastel de
chocolate para llevar? Tenemos que ir a otro lugar.
Cuando ella se fue para ocuparse de eso, sonrió a la mujer sentada frente a
él. —¿Alguna pregunta?
Ahora ella era la que parecía un poco nerviosa. —No.
El tráfico no era malo, pero tardó mucho más en llegar a la casa de Caitlyn
de lo que tardó en llegar al restaurante. La misma ruta, la misma distancia, el
doble de tiempo. Vale, sí, tal vez eso es lo que le parecía. Miró a Caitlyn, quien
agarraba la bolsa de comida como si fuera un salvavidas mientras ésta miraba
por la ventanilla lateral del SUV.
Si no se equivocaba, su nivel de tensión había estado aumentando desde
que salieron del restaurante.
—Sabes, no es demasiado tarde para elegir una película para ver en el cine
si eso es lo que quieres. —Ya está, hizo la oferta aunque esperaba que ella no la
aceptara. —O si has cambiado de opinión sobre ver una película, puedo llevarte
a casa, Caitlyn. —Cuando ella no respondió inmediatamente, él se detuvo junto
a la acera. Se giró en el asiento de modo que estaba mirándola directamente más
de frente. —Lo importante aquí es que no va a pasar nada que no quieras que
pase.
Finalmente se volvió para mirarlo. —Quiero... nosotros, Jack. Me siento
un poco asustada porque ha pasado mucho tiempo para mí.
Pensó que sabía a lo que se refería, pero necesitaba estar seguro. Su
respuesta a la siguiente pregunta podría cambiar todo sobre cómo esperaba que
terminara la noche. —Cuando hablas de mucho tiempo, ¿te refieres a citas en
general o a algo más específico?
Por alguna razón, su pregunta la hizo sonreír un poco. —Un gran tacto,
Jack. La respuesta a tu pregunta es ambas, pero especialmente la segunda. He
salido varias veces desde mi divorcio, pero nada lo suficientemente serio como
para hacerme querer invitar a alguien para algo más que tomar un pedazo de
pastel de crema de chocolate.
No estaba seguro de por qué le agradaba oír eso, pero así fue. —Quise
decir lo que dije, Caitlyn. Si todo lo que quieres hacer es ver una película y
disfrutar del pastel, está bien.
—¿De verdad?
—De verdad.
Lo mantendría todo informal y divertido si eso es lo que ella necesitaba.
Podría matarlo, pero ella significaba demasiado para él como para arriesgarse a
arruinar lo que tenían porque no estaba lista para dar el siguiente paso.
Evidentemente ella le creyó porque toda la tensión pareció abandonarla. —
Llévame a casa, Jack.
Haciendo todo lo posible para ocultar su decepción, volvió a poner la
camioneta en marcha. Antes de que él se alejara de la acera, ella se acercó para
poner su mano sobre su muslo y le dio un suave apretón. —Y luego llévame a la
cama.
Cuando él la miró rápidamente, ella sonrió y asintió. —Me escuchaste
bien, Jack. Te pedí que me llevaras a la cama.
En realidad, había sonado más como una orden, una que con gusto
cumpliría. Jack sonrió a través de la oscuridad. —Será un placer para mí... y para
ti.
Ella se rio y le dio a su muslo otro apretón.
A pesar de lo tentador que era pisar el acelerador hasta el fondo y enviar el
gran SUV a la carrera esa noche, era más importante llegar a su casa de una
pieza que llegar rápido. Afortunadamente, sólo les faltaban unas pocas cuadras
para llegar a su destino. Circularon en silencio, lo que no era malo. En este
momento, él estaba teniendo dificultades para concentrarse en su conducción en
vez de en el calor de la mano de ella, donde todavía descansaba sobre su pierna.
Si incluso esa pequeña conexión le estaba provocando un cortocircuito en
el cerebro, no estaba seguro de lo que pasaría una vez que se desnudaran a puerta
cerrada, pero no podía esperar a averiguarlo. Cuando finalmente llegaron a su
casa, él estacionó la camioneta y rodeó el vehículo para abrirle la puerta.
Caminaron la corta distancia hasta su puerta principal cogidos de la mano.
Le llevó un par de intentos meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. Tal
vez era una señal de lo nerviosos que estaban el que ambos lo encontraran
divertido. Estaba bastante seguro de que era una señal de que necesitaban
ralentizar un poco las cosas.
Mientras ella entraba, dijo: —Déjame poner la comida en el refrigerador.
La siguió hasta la cocina. —En realidad, creo que me gustaría mi postre
ahora, y entonces podremos ver qué películas hay en la televisión.
Justo como sospechaba, ella parecía un poco aliviada. —¿Estás seguro?
Jack le quitó la bolsa y la puso sobre la encimera. —Sí, voy a disfrutar de
mi pastel y luego veré si puedo convencer a mi cita para que nos besemos en el
sofá mientras vemos una película.
No pudo resistirse a tocar la larga seda de su cabello otra vez. —¿Crees
que a ella le gustará esa idea?
—Estoy pensando que podría gustarle. —Caitlyn capturó su mano en la de
ella. —Mientras tanto, ¿quieres un poco de café para acompañar ese pastel?
También tengo cerveza y refrescos.
—Una cerveza, si te parece bien.
Principalmente porque no le llevaría tanto tiempo quitarle la tapa a una fría
como le llevaría preparar la cafetera. Él le daría todo el tiempo que ella
necesitara, pero ahora mismo realmente la quería en sus brazos, aunque eso sólo
significara estar bien acurrucados en el sofá.
—¿Por qué no vas a elegir una película mientras sirvo el pastel y preparo
nuestras bebidas?
—Suena bien. —Le dio un beso rápido. —¿Alguna preferencia sobre el
tipo de película que vemos?
Ella le dirigió una mirada de burla. —¿Qué tal una película extranjera con
subtítulos?
—Por mí está bien. Y si es en francés o español, ni siquiera necesitaría los
subtítulos.
Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida. —¿De verdad, hablas otros
dos idiomas?
—En realidad, tres. También puedo arreglármelas con un par de otros,
aunque no los hablo con fluidez. Algunos de los miembros de las Fuerzas
Especiales a menudo servimos con tropas de otros países. Ayuda si podemos
hacernos entender.
—Vaya, estoy impresionada. Escogí alemán para cumplir con el requisito
obligatorio de idioma extranjero en la universidad, pero no puedo recordar
mucho más allá de hola, adiós y cómo preguntar dónde está el baño más cercano.
—Todas frases útiles. Mucho más que ser capaz de decirle a alguien cómo
desmontar su arma para limpiarla o para gritar “¡Entrando!” —Sus ojos se veían
un poco sombríos mientras la besaba en la mejilla. —Ahora, iré a ver qué
películas hay.
Capítulo Quince
Traducido Por Alhana
Corregido Por Maxiluna

Caitlyn vio a Jack desaparecer en la otra habitación. Ella sabía desde el


principio que él había estado en el ejército, pero por alguna razón realmente eso
no lo había asimilado hasta que hizo ese último comentario.
Su tono había sido ligero, pero había mucho peso en esas palabras. Ningún
arrepentimiento, solo una declaración de hecho, y una carga que él de buena
gana llevaba. No podía imaginar todo lo que había visto y hecho en el transcurso
de su tiempo en el ejército y ahora no era el momento de preguntar.
Simplemente la hizo más consciente de otro componente importante de un
hombre que absolutamente la fascinaba.
Ella rápidamente sirvió su pastel y tomó sus bebidas de la nevera. Era hora
de ir a ver qué película eligió para ellos. Jack estaba sentado en la esquina del
sofá con el control remoto en la mano.
—¿Qué te gusta más, ciencia ficción o thrillers legales?
Luego él nombró un par de películas que tuvieron un gran éxito en
taquilla. Por lo que sabía de ellas, la ópera espacial era una aventura divertida.
La otra que había elegido parecía bastante oscura. —Vamos con la ciencia
ficción.
Ella puso su pastel y bebida en la mesa de café y luego se unió a él en el
sofá. A medida que los créditos comenzaron a avanzar, Jack hizo un trabajo
rápido con su postre. Caitlyn tomó unos pocos mordiscos, pero sus nervios
estaban demasiado apretados para que realmente disfrutara del rico chocolate.
Finalmente, ella lo dejó a un lado.
Jack frunció el ceño. —¿No tienes hambre?
Ella estaba hambrienta, de acuerdo. —No de pastel.
Jack tomó su plato y lo colocó junto al suyo en la mesa de café, junto con
sus bebidas. Luego, en un movimiento sorpresa, se inclinó en la esquina del sofá
y la levantó sobre su regazo. Está bien, entonces, nunca dejes que se diga que un
ex soldado tarda en responder. Antes de que ella pudiera hacer mucho más que
soltar un grito de sorpresa, él inclinó el rostro de ella hacia él. Sus bocas se
unieron, pero en su prisa, no se alinearon del todo bien. Ella se movió un poco
pero fue demasiado lejos en la otra dirección. Jack resolvió el problema
anclando su cabeza en una posición mientras se concentraba en el ajuste
correcto.
Cuando su boca finalmente se instaló en su lugar, él sonrió y luego separó
sus labios con la punta de la lengua. Ella le dio la bienvenida y saboreó el sabor
de su beso, una extraña mezcla de chocolate, cerveza y algo que era exclusivo de
Jack. Sus dedos continuaron acunando la parte posterior de su cabeza mientras
su otra mano se posaba sobre su pecho. El beso podría haber provocado las
primeras chispas entre ellos, pero ese primer apretón suave definitivamente
avivó el fuego hasta convertirlo en llamas.
Cuando ella gimió, Jack se congeló. —¿Fui demasiado rudo?
Ella trazó las líneas preocupadas en su frente con la yema del dedo,
calmándolo. —De ningún modo. Eso fue definitivamente un sonido feliz, no una
protesta.
—Bien—, fue todo lo que dijo mientras su gran mano volvía a masajear
cada pecho por turnos y luego tiró suavemente de sus pezones hasta que se
endurecieron convirtiéndose en picos adoloridos. Cuando él lamió el punto
sensible en la base de su garganta, ella arqueó su cuello hacia atrás para darle un
acceso más fácil. Caitlyn estaba en llamas, y no era la única. Había una
evidencia, impresionantemente sólida,justo debajo de su trasero.
Jack jaló el cuello de su camisa, moviéndola a un lado. Ella captó la
indirecta y se encogió de hombros fuera de la camisa. Mientras estaba en ello,
dio un paso más y se quitó su camiseta sin mangas también. Debajo, llevaba un
sujetador color crema de encaje que combinaba con las bragas de corte alto que
llevaba debajo de los pantalones vaqueros. La sonrisa de apreciación de Jack fue
todo el agradecimiento que ella necesitaba.
—Hermoso—, murmuró mientras acariciaba el valle entre las curvas de
sus pechos. Luego atrapó la punta de uno en su boca y lo trabajó duro con sus
labios y solo un toque de sus dientes. Incluso a través de la delgada capa de tela,
la sensación fue increíble.
Ella envolvió sus manos alrededor de su cuello para mantenerlo más cerca,
pidiendo más sin palabras. Una vez más, usó su fuerza increíble para levantarla.
Esta vez la giró para que ella se sentara a horcajadas sobre su regazo, dándole de
inmediato un mejor acceso a sus pechos y haciendo que su núcleo tuviera un
contacto más directo con su erección. Cuando se meció contra él, Jack echó la
cabeza hacia atrás contra el sofá y cerró los ojos brevemente. Unos segundos
más tarde, los abrió lo suficiente como para revelar un brillo hambriento.
Ella se movió hacia adelante y hacia atrás, esta vez más lentamente.
Cuando comenzó a hacerlo de nuevo, él tomó sus caderas con sus manos y la
mantuvo quieta. —Necesitamos frenar esto un poco.
En lugar de discutir, ella levantó su camisa y recorrió con sus manos la
cálida piel de su pecho. Para ayudar a su esfuerzo, Jack se quitó la camisa y la
arrojó a un lado. Había estado soñando con la posibilidad de estar piel contra
piel con este hombre. En este momento, lo único entre los dos era el fino encaje
de su sujetador. Cuando ella alcanzó el broche frontal, él atrapó sus manos en las
suyas.
—¿Cuánto quieres ver esta película?
No estaba segura de poder unir suficientes palabras para formar una
respuesta coherente, tomó el control remoto y presionó el botón de Apagado.
—Buena respuesta. — Jack le desabrochó el sujetador y lo empujó a un
lado. Ella dejó que las correas se deslizaran por sus brazos para aterrizar en el
piso.
Su boca se había sentido traviesa y sexy a través del encaje, pero eso no
era nada comparado con cuando sus labios se posaron sobre su pezón,
succionando justo hasta provocarle un dolor agradable. Era demasiado y aún así
insuficiente.
Caitlyn atrajo su cabeza y lo besó fuerte y rápido. Jack la correspondió tan
bien como pudo mientras desabotonaba sus jeans y tiraba de la cremallera hacia
abajo. Cuando sus dedos encontraron su camino dentro de sus bragas, ella se
levantó de su regazo para que a cada uno le resultara más fácil conseguir lo que
querían. Sus dedos la acariciaron suavemente al principio, provocándola y
tentándola. Cuando Jack se estableció en un ritmo constante, concentrando sus
esfuerzos en el pequeño nudo en el centro de su pasión, la tensión en el interior
de Caitlyn comenzó a remontar hasta un nivel insoportable.
—Jack... por favor.
Su sonrisa era feroz cuando retiró su mano, dejándola decepcionada y con
ganas. —Tenemos que ponernos en posición horizontal. ¿Aquí o en tu cama?
Era tentador quedarse donde estaban, pero el sofá definitivamente
impondría algunos límites a las cosas. —Mi cama.
En el momento en que las palabras salieron de su boca, Jack los sacó a
ambos del sofá con una asombrosa muestra de fuerza. El movimiento repentino
la sobresaltó, pero luego se rio y envolvió sus piernas alrededor de su cintura y
se aferró,como si su vida dependiera de ello, mientras él maniobraba
cuidadosamente rodeando la mesa de café. Se detuvo cerca de la puerta de su
dormitorio para presionar su espalda contra la pared y robar su aliento con otro
beso.
Antes de que la llevara al otro lado del umbral, se detuvo por última vez.
—Dime que quieres esto.
Ella logró asentir, pero él se quedó quieto, evidentemente queriendo más
de ella. —Oh, sí, quiero esto, Jack. Te deseo.
Segundos después, la tumbó sobre el colchón. Permaneció de pie mientras
él alcanzaba sus pies. Después de quitarle las sandalias, tiró de sus pantalones
vaqueros y sus bragas a lo largo de sus piernas y los arrojó a un lado. Luego se
quitó su propio vaquero, llevándose los boxers con éste. Después, sacó un
paquete de su billetera. Incluso aunque ella no estaba preocupada por el
embarazo, le agradaba que no se descuidara con esas cosas.
—Gracias por pensar en eso.
Jack asintió con una pequeña sonrisa mientras encendía la lámpara de la
mesita de noche. Luego se estiró junto a ella, acostándose de lado con una pierna
sobre la de Caitlyn. —He estado esperando este momento desde el primer día en
que llamaste a la puerta. Mi imaginación no se acercó a la realidad. Eres tan
malditamente hermosa.
Caitlyn se sonrojó. No estaba segura de cuán cierto era eso, pero no había
duda del hambre en la expresión de Jack. Ella levantó su mano hasta su hombro
y trazó la línea de sus músculos con sus dedos.
Él atrapó su mano en la suya y besó su palma. Es curioso cómo una cosa
tan simple podría enviar una sacudida de calor directamente a su corazón. Él
también lo sabía, porque sonrió de nuevo cuando soltó su mano para acomodar
la suya justo en la base de su garganta. Desde allí, descendió acariciando su
cuerpo, deteniéndose en el camino para reseguir la curva de su pecho, fluyendo
desde su cintura hasta la cadera, antes de finalmente descansar a una corta
distancia de los rizos en la unión de sus muslos.
Jack estaba casi fuera de sí con la necesidad de tomar a esta mujer fuerte y
rápido. Pero había pasado un largo tiempo para Caitlyn, lo que significaba que
tenía que tomarse su tiempo y hacer lo correcto por ella. Estudió la hermosa
maraña de su largo cabello extendido sobre la almohada. Color café era una
palabra tan aburrida para una mezcla tan gloriosa de tonos dorados y marrones,
con un atractivo toque de rojo arrojado en buena medida.
—Ahora, ¿dónde estaba yo cuando nos detuvimos para mudarnos aquí? —
Sus dedos suavemente provocaron sus pliegues resbaladizos. —Oh, sí, lo
recuerdo.
Un roce la hizo levantar las caderas y desear mucho más. —¡Ahora, Jack!
Él probó su preparación con un dedo y luego con dos, lo que hizo que sus
exigencias se volvieran más insistentes. Al final, se lo agradeció, colocándose
entre sus piernas y dejándola guiarlo hacia donde ambos necesitaban que
estuviera. Era un hombre grande en todo, lo que implicaba un ajuste bastante
apretado. Aprovechando su ya frágil autocontrol, dejó de moverse, decidido a
darle tiempo a su cuerpo para adaptarse.
Pero Caitlyn no lo iba a aceptar. Atrapó su rostro entre sus manos y lo
miró. —Jack, deja de provocarme.
En lugar de discutir, la besó una última vez, usando su lengua para imitar
el ritmo que le exigía. Cuando ella le clavó los dedos en el culo, el último
vestigio de su control se rompió. Retirándose es su mayor parte, flexionó las
caderas para conducirse en su interior con fuerza. Cuando lo hizo por segunda
vez, ella echó la cabeza hacia atrás y gimió con aprobación, animándolo a
hacerlo de nuevo.
Les dio a ambos un duro viaje, sin contenerse en absoluto. No pasó mucho
tiempo hasta que Caitlyn se arqueó de la cama y flotó al comienzo de su clímax.
Jack rodó sus caderas con fuerza, amando la forma en que decía su nombre y
suplicaba por más de lo mismo. La complació una vez, dos veces, y la tercera
vez empujó a Caitlyn justo por el acantilado, dejándola temblando debajo de él.
Verla con los párpados pesados por la satisfacción, lo lanzó por la borda
siguiéndole los pasos. Él gritó su nombre mientras derramaba su propio placer
en lo profundo de su acogedor calor.
Cuando unas pocas chispas de conciencia finalmente reavivaron su
cerebro, Jack rodó hacia un lado y acurrucó a Caitlyn a su lado. Tenerla allí, su
cabeza sobre su hombro y la calidez de su aliento contra su piel, era el momento
más perfecto que alguna vez había tenido.
Probablemente había algo profundo que debería estar diciendo, pero no
podía encontrar las palabras correctas. Finalmente se conformó con presionar un
suave beso en su frente antes de darle a sus hombros un suave apretón. —Eso
fue... completamente increíble.
—Sí, lo fue. —Caitlyn le sonrió mientras su mano vagaba por su cuerpo.
—Y estoy esperando que vuelva a serlo pronto.
Jack se rio y tiró de su exigente mujer encima de su cuerpo. —Veamos qué
podemos hacer para que eso suceda.
Después de algunos besos y,más tarde, un puñado de toques
cuidadosamente elegidos, estaban en el camino correcto para lograr su objetivo
por segunda vez. Después, se quedaron dormidos, contentos y envueltos bajo las
sábanas.

Jack se sentó en un lado de la cama para ponerse sus jeans. Miró por
encima del hombro a la hermosa mujer que había demostrado ser una amante
generosa y exigente. —Odio dejarte, pero debería estar en casa antes de que el
chico se levante por la mañana.
Caitlyn se sentó y se deslizó más cerca de él. Pasó la mano por su brazo
mientras apoyaba la cabeza contra su espalda. —No te preocupes por eso, Jack.
Entiendo que Ricky tiene que ser lo primero para ti en este momento.
Maldita sea, no quería dejar que las necesidades de Ricky se interpusieran
entre ellos, pero no sabía cómo reaccionaría el chico si el SUV de Jack no estaba
en su lugar habitual por la mañana.
—Te llamare mañana. Tal vez podamos hacer algo el domingo por la tarde
y llevar a Ricky con nosotros.
No era como si Jack realmente quisiera una carabina cuando salía con
Caitlyn. Pero si el chico pasaba un tiempo con los dos, tal vez se acostumbraría a
verlos como pareja. Jack no sabía cuáles eran las reglas cuando se trataba de
tales cosas, pero realmente quería tener ese tipo de relación con Caitlyn.
—Suena bien para mí.
Ella agarró la manta de ganchillo de la mecedora cerca de la cama y se la
puso alrededor de los hombros antes de desaparecer en el baño por unos
segundos. Cuando regresó, llevaba un camisón corto que mostraba sus grandes
piernas. Una razón más por la que Jack odiaba dirigirse a la puerta. Maldita sea.
A regañadientes, metió los pies en sus zapatos y se ató los cordones. Luego
se levantó y se dirigió directamente hacia Caitlyn. Ella se acomodó entre sus
brazos y lo abrazó. Jack pasó el dedo por debajo de la tira estrecha de su
vestimenta. —Sabes que esto está haciendo que sea aún más difícil para mí
marcharme.
Su sonrisa de respuesta fue astuta y satisfecha. —Vaya, lamento escuchar
eso.
Él tiró de su camisón hasta las caderas. Justo como sospechaba. Nada
debajo. Bien entonces. Un hombre tenía un límite de resistencia a tanta
tentación. Sin previo aviso, la levantó y la arrojó sobre la cama. Como la mujer
malvada que era, Caitlyn lo recibió con los brazos abiertos.

La luz en el cielo crecía en el este cuando Jack finalmente giró y avanzó


por el camino de entrada de su madre. No había conseguido dormir mucho y no
tenía muchas esperanzas de que eso cambiara en un futuro inmediato. Se arrastró
escaleras arriba hasta su cama y esperaba que tanto Ricky como su madre lo
dejaran solo por un par de horas al menos.
Una vez dentro del anexo, se detuvo en la cocina para tomar un refrigerio.
Tan cansado como estaba, le llevó unos segundos preguntarse por qué había un
cuenco sucio en el fregadero. Ciertamente no lo había dejado allí, y Ricky sabía
que el lugar estaba fuera de los límites cuando Jack no estaba. Eso solo dejaba
una pregunta: ¿cuál de sus hermanos se había presentado sin previo aviso?
—Llegando a casa bastante tarde, ¿verdad, hermano mayor?
Bueno, mierda. Eso respondía esa pregunta. Jack amaba a sus dos
hermanos, pero en este momento habría preferido que hubiera sido Mikhail en
lugar de Tino quien estaba apoyado en la puerta de la cocina. Ambos hermanos
le darían la lata por volver a casa arrastrándose al amanecer, pero Mikhail al
menos habría esperado hasta que Jack tuviera la oportunidad de recuperarse de
una noche bien gastada.
—Sí lo hago. ¿Celoso?
Jack tomó un gran bocado del queso que había sacado de la nevera para
evitar tener que responder más preguntas. Desafortunadamente, él tenía razón
sobre su evaluación de la situación. Tino se acercó. —Tal vez. Mamá dijo que
tuviste una cita esta noche con la maestra que contrataste para ser tutora de
Ricky. Algo sobre una película y una cena.
Jack bajó el queso con un vaso de agua del grifo. —Cierto.
—Entonces, ¿a qué restaurante la llevaste?
Al menos esa pregunta era fácil de responder. —La nueva barbacoa junto
al centro comercial. A ambos nos gustó.
—Bueno saberlo. ¿La película también fue buena?
¿Cómo se suponía que iba a saberlo? Él y Caitlyn no habían llegado a ver
mucho de los créditos antes de perder interés en cualquier otra cosa que no fuese
el uno en el otro. —No particularmente.
—Pero…
Dios, odiaba jugar a las veinte preguntas. No iba a responder a la que Tino
realmente quería preguntar, y los dos lo sabían.
—No más preguntas, Tino. Me voy a la cama, que es donde deberías estar
tú también.
Pasando del idiota de su hermano, Jack subió los escalones. Debería haber
sabido que Tino no iba a dejarlo descansar. —Bueno, cuando vuelvo a casa
después de una cita caliente, suelo sonreír. Pero ese soy yo. Tú estás hecho de
otra manera. Por la forma en que estás gruñendo, considero que te gusta mucho
Caitlyn.
Jack esperó hasta que llegaron al rellano en la parte superior de las
escaleras antes de girar hacia Tino. Quería abofetear al imbécil, no derribarlo por
las escaleras. Marlene podría perdonar a Jack por hacerle algunos morados a su
hermano. Ella no apreciaría nada que le rompiera el cuello al idiota.
Cuando llegó a la puerta de su habitación, se giró y agarró a Tino por la
parte delantera de su camiseta. —Cierra la puta boca respecto a Caitlyn, Tino.
Cómo pasamos nuestra velada no es asunto tuyo.
Luego empujó a su hermano, entrando caminando de espaldas en su propia
habitación. Tino se rio, pero sabiamente se mantuvo fuera de su alcance. —En
realidad, me imagino que pasaste la velada comiendo barbacoa. Es por como
pasaste el resto de la noche por lo que siento curiosidad. Sin embargo, creo que
dejaré esa pregunta hasta después de que hayas dormido un poco.
Jack rodó sus hombros para sacudirse parte del temperamento que su
hermano había despertado. —Y te digo rotundamente que si quieres vivir lo
suficiente para disfrutar del tiempo que vayas a pasar aquí en casa, te sugiero
que abandones el tema permanentemente.
Como de costumbre, Tino no tuvo el suficiente sentido común como para
saber cuándo callarse. —En realidad, creo que acabas de responder a cualquier
pregunta que pudiera haber tenido.
Luego cerró la puerta de su habitación, poniendo al menos esa barrera
entre los dos, lo que fue una jugada inteligente. Tal vez el idiota viviría para ver
otro día después de todo.
Jack entró a trompicones en su propia habitación y se desvistió hasta
quedar en cueros, dejando su ropa donde sea que aterrizaran. Era tentador tomar
una ducha antes de meterse en su cama, pero rechazó la idea. En este momento,
todavía tenía el aroma de Caitlyn en su piel y no iba a renunciar a eso un
segundo antes de lo necesario.
Se acomodó, acostándose de lado y odiando que estuviera solo. Aun así,
estaba bastante seguro de que estaba sonriendo cuando finalmente se durmió.
Capítulo Dieciséis
Traducido Por Hechizo de Luna
Corregido Por Alhana

Ricky echó el cerrojo a la puerta de su dormitorio. No siempre lo mantenía
cerrado. Ni Marlene ni Jack nunca habían entrado a hurtadillas en su habitación
sin tocar primero. Aun así, quería unos minutos de privacidad garantizada
mientras hacía una llamada telefónica rápida.
Si acaso él hacia la llamada.
No era como si su madre alguna vez pareciera feliz detener noticias suyas,
pero aún así necesitaba saber que estaba bien. Si no lo estaba, bueno, tal vez sus
recuerdos nebulosos de la noche en que fue golpeado volverían a enfocarse.
Nada lo haría más feliz que ver al bueno del viejo Lawrence yendo a la cárcel. El
problema era que eso no haría feliz a la madre de Ricky, no cuando dependía del
bastardo para pagar las cuentas.
Y si habían cumplido sus planes de formar una familia propia, bueno, esa
era otra historia.
Miró la pantalla del teléfono móvil que Jack le había comprado. Su lista de
contactos era lastimosamente corta: Jack, Marlene y Caitlyn. No había guardado
el número de su madre en el teléfono por si Jack alguna vez decidía husmear.
Aunque era sábado y Lawrence probablemente no estaba trabajando, Ricky
realmente necesitaba escuchar la voz de su madre. Él tomó aliento y marcó su
número. Su pulso se aceleró un poco mientras esperaba a que ella descolgara.
En cambio, recibió un mensaje que le heló la sangre. Su número había sido
desconectado. ¿Qué demonios? Ella tenía el mismo número desde que podía
recordar. Incluso cuando el dinero era escaso, siempre se aseguraba de pagar la
cuenta del teléfono. ¿Había presionado un botón equivocado?
No, marcó el número correcto. Tal vez había un problema técnico o algo
así, pero él no lo creía. Esperaría un par de días y lo intentaría de nuevo. Si ella
no se hubiera liado con Lawrence, Ricky habría corrido directamente a la casa de
su madre para ver cómo estaba. Sin embargo, sospechaba que esto era solo un
paso más en el proceso de eliminarlo de su nueva vida. También podría ser que
Lawrence descubriera que Ricky había intentado llamarla un par de veces. Ella
nunca había contestado, pero al menos había escuchado el sonido de su voz
cuando la llamada había ido al buzón de voz.
Independientemente de la razón, odiaba-odiaba-a ambos en ese momento.
Lawrence por ser el imbécil que era, y a su madre por... bueno, por ser quien era,
también.
Golpeó su almohada y luego enterró su rostro en ella para esperar a que
sus ojos dejaran de escocerle. Él no lloraría por ella. No otra vez. No era como si
fuera un niño pequeño que necesitaba a su mami. Esa parte de su vida había
desaparecido desdehacíatiempo. Había buenas razones para eso, también, y él
estaría mejor sin ella. Para enfatizar el punto, borró el número de su madre de su
registro de llamadas.
Cuando ese poco de desafío no ayudó, arrojó la almohada contra la pared,
lo que no hizo nada para embotar su temperamento. Hijo de puta, era difícil
respirar alrededor del nudo lacerantede furia alojado en su pecho. Quizássacar su
temperamentocon uno de los sacos de boxeo en el gimnasio de Jack ayudaría,
incluso si tan solo pudiera golpear con una mano.
Después de guardarse el teléfono en el bolsillo, se miró la cara para
asegurarse de que no se le hubiera escapado alguna lágrima antes de bajar a la
cocina. No había señales de Marlene en ninguna parte, lo cual era algo bueno. La
mujer tenía una extraña habilidad para saber cuándo algo molestaba a Ricky. Ella
nunca presionaba para obtener respuestas, pero se aseguraba de que supiera que
estaba dispuesta a escuchar si necesitaba hablar.
Como si las palabras arreglaran alguna vez algo.
Salió por la puerta de atrás y cruzó el camino de entrada hasta el anexo.
Quizás esta no había sido una buena idea tampoco. Marlene no era la única cuyo
radar detectaba los estados de ánimo de Ricky. Al menos cuando Jack
preguntaba si estaba pasandoalgo, él tomaba un no por respuesta y no trataba de
forzar el problema cuando Ricky no vertía inmediatamente sus tripas.
Llamó a la puerta y esperó a que Jack respondiera. El SUV estaba
estacionado al frente, algo que Ricky había revisado tan pronto como se había
levantado esa mañana. Casi había esperado que no estuviera puesto que Jack
había salido con Caitlyn la noche anterior. Intentaron esconderlo a su alrededor,
pero él no era un idiota. La pareja, obviamente sentía una mutua atracción
sexual. Eso era asunto de ellos, al menos mientras Jack la tratara bien.
Después de unos segundos, golpeó de nuevo. Esta vez oyó pasos que se
dirigían hacia él. Pero cuando la puerta se abrió, no era Jack quién estaba parado
allí. Ricky retrocedió un paso, preparándose para salir disparado hacia la casa,
cuando finalmente reconoció al tipo como uno de los hermanos de Jack. Él
nunca lo había conocido, pero había visto suficientes fotos de él repartidas por la
sala de estar de Marlene.
—Eres el policía del ejército.
El hombre asintió. —Soy Tino. Tú eres Ricky.
La conversación se detuvo en ese momento. Tino lo miró por un par de
segundos antes de retroceder. —Supongo que quieres hablar con Jack.
Bueno, sí. —Sí, si él está aquí.
—Lo está.
Tino inclinó la cabeza hacia un lado como si escuchara. —Si no me
equivoco, mi hermano mayor está ahora arrastrando su culo perezoso fuera de la
cama. ¿Quieres entrar y esperar por él?
—Sí.
Tino se encogió de hombros. —Tú mismo. Yo iba a preparar el desayuno.
¿Quieres un poco?
Inseguro de qué más hacer, Ricky siguió a Tino a la pequeña cocina. —
Comí antes.
—Eso no significa que no puedas volver a comer. Pensé que haría
panqueques si Jack tiene los ingredientes. Los míos no son tan buenos como los
de mamá, pero están lo suficientemente cerca.
—Claro, tomaré un par.
Mientras Tino comenzaba a sacar cuencos, platos y una plancha, señaló
con la cabeza hacia la cafetera. —No sé qué necesitas de Jack, pero por lo
general es más fácil lidiar con él si se ha metido ya una dosis de cafeína. Haz
algo útil y pon la cafetera.
Ricky no se molestó en responder. Se dirigió al recipiente donde Jack
guardaba su alijo de tostado oscuro y luego sacó el molinillo de café. Un par de
minutos más tarde, el aroma del café llenaba el aire.
Tino respiró profundamente. —Dios, eso huele bien. Apuesto a que Jack
hará su aparición en cualquier momento.
Efectivamente, los peldaños de arriba crujieron. Ricky agarró tres tazas del
estante sobre el fregadero y las llenó con café. Él puso azúcar en su propia taza,
pero dejó el de Jacknegro. —¿Tomas algo en el tuyo?
Tino negó con la cabeza mientras volcaba los dos primeros panqueques en
un plato y se lo tendía a Ricky. —Negro está bien. Mejor comienza a comerlos
rápido antes de que Jack se apropie de ellos.
—Demasiado tarde. Deberías haberte movido más rápido. —Una gran
mano se extendió sobre el hombro de Ricky para agarrar el plato de la mano de
Tino. Jack se estacionó en la mesa de la cocina y cogió el jarabe de arce. —
Además, teniendo en cuenta que pagué por los víveres, merezco comer primero.
Tino se burló. —Tienes suerte de que mamá no esté aquí. Golpearía tu
mano por robarle comida a un chico hambriento.
A Ricky no le gustaba mucho que lo llamara chico, pero la sonrisa de Tino
lo invitó a seguirle el juego. —Sí, sé que ella estará decepcionada contigo
cuando le cuente lo que sucedió. No olvides que espera que seas un buen
ejemplo para mí.
Tino se rio. —Muy buena, Ricky.
Jack resopló. —Supongo que mamá ya le preparó un gran desayuno esta
mañana, lo que me hace preguntarme por qué estás aquí gorroneando el nuestro.
Ricky aceptó el segundo plato que Tino le tendió. —Oye, no estabas
hablando mierda. Estos se parecen a los que tu madre hace.
—Cuida tu boca, chico. —Jack lo miró con dureza. —Ya sabes cómo se
siente mamá acerca de maldecir.
—Sí, lo sé—Ricky hizo una pausa para mojar los panqueques con una
gruesa capa de jarabe. —Y también sé lo enojada que estaría si supiera cómo
hablas a mi alrededor cuando estamos en un trabajo o cuando crees que no está
escuchando.
Tino se unió a ellos en la mesa. —Me gusta este tipo, Jack. Él no soporta
ninguna mierda de ti.
Jack le lanzó a su hermano una mirada fulminante. —Sigue así, hermanito,
y te usaré en lugar del saco de boxeo para mi entrenamiento matutino.
Evidentemente, Tino tomó en serio la amenaza de Jack, porque
inmediatamente cerró la boca. Los tres comieron en silencio hasta que
terminaron su primera ronda de panqueques. Tino recogió su plato. —¿Cuántos
más quieren cada uno de ustedes?
Ricky negó con la cabeza. —Yo estoy bien.
Jack levantó cuatro dedos. —Los quiero de tamaño completo, también.
Ninguno de esos estúpidos dólares de plata que trataste de ponerme la última
vez.
Tino regresó a la estufa y comenzó a servir más masa en la plancha. Ricky
tomó un sorbo de café y vio a Jack limpiar el resto de su jarabe con el último
bocado de sus panqueques. —Entonces, ¿qué te trae por aquí esta mañana,
Ricky?
Tal vez esta no era una buena idea después de todo. No esperaba que Jack
tuviera compañía. —No hay una razón especial.
Dos pares de ojos se concentraron en él. Antes de que los dos hermanos le
reclamaran por la evidente mentira, él levantó una mano. —Vale,vale. Quería
saber si podría usar tu saco de boxeo o levantar pesas o algo así.
—Claro, adelante. —Jack lo miró largamente. —¿Todo bien?
No había una buena respuesta a esa pregunta. Por otro lado, pasar tiempo
con Jack y Tino ya había mejorado su estado de ánimo. —Ahora ya está todo
bien.
—Comienza con algunas pesas primero. Es mejor calentar los músculos un
poco antes de golpear la bolsa.
—Lo haré.
Ricky escapó a la otra habitación antes de que Jack lanzara las preguntas
que el hombre realmente quería preguntar. Había una buena posibilidad de que
lo siguiera al gimnasio y le preguntara igualmente,aunque podría dar a Ricky un
respiro ya que Tino estaba allí.
Levantó una pesa y comenzó a contar una serie de repeticiones. Todavía se
sentía incómodo por tener que hacer todo con una sola mano, pero rápidamente
se acercaba el día cuando le sacarían el yeso. Desde el principio, él se había
estado diciendo a sí mismo que solo se quedaría con Jack y Marlene hasta que su
brazo sanase. Ahora, ya no estaba tan seguro de querer salir corriendo. Ambos lo
trataban bien, y era agradable dormir detrás de una puerta cerrada con llave todas
las noches. No sabía a quién estaba manteniendo afuera, pero dormía mejor que
incluso cuando aún vivía con su madre antes de que Lawrence se hubiera abierto
camino en sus vidas.
El sonido de la risa llegó desde la cocina donde los dos hermanos todavía
se molestaban entre sí por cualquier cosa estúpida. Era difícil no estar celoso de
su relación, pero al menos lo habían incluido en los juegos que jugaban entre
ellos. Puede que no durara para siempre, pero mientras lo hiciera, le agradaría
mucho fastidiarlosa ellos tanto como éstos lo fastidiaran a él.

Jack escuchó a Ricky contar tranquilamente en la otra habitación. Se quedó


en silencio por un segundo, y luego la música se encendió. No era algo que Jack
normalmente escucharía, pero estaba bien siempre que hiciera feliz a Ricky. Tan
buenos comohabían estado los panqueques de Tino, en este momento no le
estaban sentando muy bien. Maldito chico. Algo tuvo que haber sucedido para
enviar a Ricky aquí al gimnasio necesitando golpear algo... o a alguien. —
Desearía que él simplemente me dijera qué demonios le está pasando.
Tino había estado limpiando la mesa, pero se detuvo para mirar la pared
que separaba la cocina del gimnasio. —Da miedo lo mucho que me recuerda a
nosotros mismos a esa edad. Especialmente a ti.
Jack no se molestó en negarlo. —Sí, lo veo, también. Aún no sabemos los
detalles, pero supongo que lo ha pasado bastante mal.
—¿Los policías están teniendo suerte para rastrear al gilipollas que le
rompió el brazo?
Jack se levantó para rellenar su taza de café y luego la de Tino. —No, y el
chico finge que no recuerda nada. Me imagino que está tratando de proteger a
alguien al no delatar al tipo.
Tino asintió. —Lo más probable es que sea a algún miembro de su familia.
¿A un hermano o tal vez a su madre?
—Esa es la respuesta más probable. Me inclino a que sea su madre u otro
adulto. Ninguno de nosotros tenía hermanos o hermanas, pero no puedo
imaginar que los hubiéramos abandonado en los infiernos de los que nos
escapamos. Mi instinto me dice que Ricky tampoco lo haría.
—¿Crees que planea quedarse contigo y mamá después de que saquen el
yeso de su brazo?
Déjale a Tino hacer las preguntas difíciles, las que mantenían a Jack
despierto por las noches, preocupándose por su joven carga. —No lo sé. Eso
espero, pero la única vez que realmente perdió el control fue cuando Caitlyn
mencionó que podía quedarse en una escuela por un año entero. Si eso golpea un
nervio, no debe estar planeando quedarse tanto tiempo.
Su hermano puso su mano en el hombro de Jack. —Todo lo que podemos
hacer es mostrarle que él está bien con nosotros, Jack, y que nos gusta tenerlo
aquí. Fuimos lo suficientemente inteligentes como para resolverlo cuando
teníamos su edad. Quién sabe, tal vez él también lo será.
Tino era una persona con la que Jack podía compartir sus verdaderas
preocupaciones. —No es como si tuviera experiencia en cuidar a un chico. ¿Qué
pasa si estoy haciendo todo mal?
En lugar de ofrecer simpatía, su hermano se rio. —En serio, Jack, no seas
idiota. Antes que nada, mamá sería la primera en avisarte si la estuvieras
jodiendo. En segundo lugar, como acabamos de decir, eras un niño como Ricky.
¿Quién mejor para entender por lo que está pasando?—Luego su sonrisa se
desvaneció. —Puede que no se dé cuenta, pero ese niño ya confía en ti, Jack. Esa
es la mitad de la batalla cuando se trata de lograr que acepte la oportunidad de
una vida mejor como la que le estás ofreciendo.
—Tal vez. —Dios, esperaba que así fuera.
Tino volvió a sentarse a la mesa. —Entonces, ¿cuándo puedo conocer a la
dama que te mantuvo fuera hasta que saliera el sol?
Al cerebro privado de sueño de Jack le tomó un par de segundos ponerse al
día con el cambio abrupto de tema. —En lo que a mí respecta, “nunca” sería
demasiado pronto.
—¿Qué pasa? ¿Temes que se vea abrumada por mi buen aspecto y
encanto?
Jack puso los ojos en blanco. —Sí claro. La mujer es más inteligente que
eso.
—Si ella es tan inteligente, ¿qué está haciendo contigo?
Sabía que Tino estaba tirando de su cadena, pero el comentario todavía le
dolía. Probablemente porque ese pensamiento cruzó por la propia mente de Jack
una o dos veces. —Antes que nada, a ella le gusta bailar. Nuestra primera cita
fue en ese lugar que mencionaron Mikhail y tú, el que tiene música en vivo y
una gran pista de baile.
Eso hizo que la mandíbula de Tino se cayera en estado de shock. —¿En
serio? Quiero decir, sí, a Mikhail y a mí nos gusta ir de discotecas al centro, pero
no es el tipo de lugar en el que alguna vez te haya imaginado pasando un buen
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rato. Un bar boonies siempre ha sido más de tu estilo.
Una vez más, otra verdad, no es que él lo admitiera. —Nos lo pasamos
genial esa noche.
—¿Y anoche?
Jack no respondió, pero la noche anterior había comenzado bien y terminó
genial. Sospechaba que su sonrisa delataba más de lo que quería, porque Tino
acababa de sacar su celular. —¿En qué zona horaria se encuentra Mikhail en este
momento?
¿Por qué querría saber eso? —Por lo que sé, todavía está en la franja
horaria de la costa este. —Toda la atención de Tino se centró en su teléfono
celular, sus pulgares borrosos mientrastecleaba un mensaje de texto. —¿Qué le
estás diciendo?
—Estoy dejándole saber a Mikhail que has sido puesto fuera de combate.
Jack intentó agarrar el teléfono, pero Tino lo retiró fuera de su alcance. —
No seas idiota.
—Lo siento, pero para eso están los hermanos. —Hizo todo un acto al
presionar el botón Enviar. —Y no sería justo por mi parte negar al bebé de la
familia la oportunidad de fastidiarte, también.
Como si Jack no tuviera suficiente en su plato ahora mismo. Lo último que
necesitaba era que Mikhail y Tino se unieran contra él. —Imbécil.
—Sí, bueno, aprendí del mejor.
—Solo recuerda que me vengaré, y no lo verás venir.
Su hermano no estaba impresionado. —Sí, sí, lo entiendo. Tienes todas
esas habilidades especiales de las Fuerzas Especiales. Lo he escuchado todo
antes. No estoy impresionado. He puesto a muchachos más duros que tú entre
rejas.
Jack sacó la artillería pesada. —Está bien, entonces solo le diré a mamá
que tú y Mikhail me están molestando. Supongo que dejará de enviarles cajas
con chucherías por un tiempo. Sí, una palabra por mi parte, y ella cortará eso en
seco.
—No, ella no haría eso.
Aunque Tino no parecía tan seguro de eso, Jack no se detuvo. —Ni
siquiera tendré que golpearte. Mikhail hará eso por mí cuando deje de recibir sus
dosis de galletas con chispitas de chocolate de parte de mamá.
Su hermano estaba de vuelta enviando un mensaje de texto, sin duda
advirtiendo a su hermano menor que descartara todo acerca de Jack y Caitlyn.
Una vez cumplida su misión, Jack se dirigió al gimnasio para ver cómo estaba
Ricky. El adolescente había pasado de las pesas a la gran bolsa.
—Oye, chico, ¿qué te dije sobre tu juego de pies?
—Lo siento, Jack, lo olvidé. —Ricky se congeló a mitad de movimiento y
ajustó su postura.
—Eso está mejor. Sé que es difícil cuando solo puedes usar una mano,
pero no quieres adquirir malos hábitos, solo tendrías que romperlos más tarde
cuando salga el yeso.
Jack tomó la cuerda para saltar y comenzó a calentarse. Unos segundos
más tarde, Tino se unió a ellos. —Ricky, lánzame tu teléfono.
—¿Por qué? —Había un mundo lleno de sospecha en esa sola palabra.
—Quiero darte mi número en caso de que necesites un buen consejo,
especialmente cuando se trata de cosas importantes como la ropa. Jack tiene
buenas intenciones, pero realmente apesta en ese departamento.
Ricky le entregó su teléfono, pero no parecía muy feliz por eso. Tino tecleó
su número y le pidió a Ricky el suyo, todo el tiempo actuando como si no fuera
gran cosa. Pero lo era. Tino acababa de lograr algo que Jack había estado
tratando de resolver desde que le había comprado el teléfono a Ricky; acababa
de conseguir echarle una buena ojeada a la lista de contactos del niño.
Después de devolverle el teléfono, Tino se dirigió directo a la pera de
velocidad de boxeo y le dio una rápida ráfaga de golpes que hizo que Ricky se
detuviera en seco. —Guau, él es rápido.
—Sí, lo es. —Jack siguió saltando. —Aunque tenemos casi la misma
altura, yo llevo mucho más músculo en mi cuerpo. Mikhail tiene varios
centímetros de altura más que los dos, y está en algún lugar entre nosotros en
peso y fuerza. La conclusión es que Tino es el más pequeño de nuestra camada
particular. Lo que le falta en fuerza, lo compensa con rapidez y sigilo en general.
Tino no rompió su ritmo. —Púdrete.
—Lo siento, me olvido de lo sensible que eres acerca de tus brazos flacos
y piernas de pollo.
Fue divertido ver a su hermano morder el cebo. Tino le lanzó a Jack una
mirada que habría derretido el acero. —No soy el que levanta pesas solo para
sobre-compensar sus... deficiencias personales.
En ese punto, Ricky había dejado de entrenar para ver la continua
contienda verbal. Era bueno verlo divirtiéndose. —Adelante, ríete, Ricky.
¿Mencioné que tengo un SUV sucio y una camioneta que podría necesitar un
buen lavado?
El chico solo sonrió. —Caramba, me encantaría ayudarte con eso, pero le
prometí a tu madre que segaría el jardín para ella hoy. De hecho, será mejor que
empiece con eso.
—Bien. Sigue así.
—Lo haré
Ricky comenzó a caminar hacia la puerta. —Encantado de conocerte,
Enano de la Camada.
Se había ido antes de que Tino pudiera hacer mucho más que farfullar,
pero luego se rio. —Sí, como dije, él es como tú. Creo que deberíamos
quedárnoslo solo por el factor de entretenimiento.
—Yo también lo creo, hermanito. Yo también lo creo.
Lo cual le recordó. —¿Qué descubriste en sus contactos?
La expresión de Tino se volvió sombría. —No mucho. Él tiene tu número,
el de mamá, el de Caitlyn, y ahora el mío.
—Bueno, mierda.
—Si hubiera tenido más tiempo, habría revisado su registro de llamadas.
No podía hacer eso con él ahí parado.
—No, él no se habría tomado eso bien. Gracias por intentarlo, sin
embargo.
Jack volvió a poner la cuerda de saltar en su gancho y se dirigió a la bolsa
pesada. —Por cierto, iba a ver si Ricky quería ir a un partido de béisbol conmigo
y con Caitlyn mañana. Pensé que a mamá también le gustaría venir. Si prometes
portarte bien, serás bienvenido a acompañarnos.
Los ojos de Tino se iluminaron. —Lo prometo, y me encantaría.
Jack emitió una advertencia más. —Lo digo en serio, Tino. No sé cómo
van a funcionar las cosas para mí y para Caitlyn a largo plazo, pero ella es
importante para mí. Para Ricky, también. —Dejó de golpear la bolsa el tiempo
suficiente para agregar una cosa más. —Cuando le dije al chico que iba a salir
con Caitlyn, él estuvo de acuerdo con eso, siempre y cuando la tratara bien. Si
arruino las cosas, tengo que responder ante él.
En lugar de reírse, la expresión de Tino se volvió seria. —¿De qué te
quejas? Hace unas semanas, estabas todo obsesionado por dejar el ejército y
tener que asumir los últimos trabajos de papá. Ahora, has descubierto que no
odias el trabajo, que has conocido a una mujer que aparentemente está dispuesta
a aguantarte, y un chico que obviamente adora el suelo sobre el que pisan tus
enormes pies.
Si Jack no lo supiera, podría haber pensado que Tino realmente sonaba
celoso. Era hora de un poco de honestidad. —Tienes razón. Disfruto dirigiendo
el negocio más de lo que pensé que lo haría, y hay trabajo suficiente para poder
tener al menos a otro empleado a tiempo completo. Pero esas otras dos cosas que
mencionaste, Caitlyn y Ricky, no estoy seguro de si puedo manejarlas en
absoluto.
Su hermano le dio una palmada en el hombro. —Eso es porque te
importan. Sí, tu padre y tu abuelo apestaban a lo grande, pero Marlene y Joe nos
enseñaron de qué se trataba la familia. Lo harás bien si te das una oportunidad.
No tengas miedo de dejar entrar un poco de felicidad en tu vida.
Jack resopló. —¿Y cuándo te hiciste tan sabio?
Su hermano se rio. —Siempre lo he sido. Ahora eres lo suficientemente
inteligente como para reconocerlo.
Entonces Tino se acercó a los escalones y se dirigió a su habitación. Jack
miró alrededor del gimnasio y decidió que no estaba de humor para entrenar. Tal
vez rastrearía a su madre y a Ricky para ver si estaban dispuestos a ir al partido.
Esperaba que lo estuvieran, porque sospechaba que ese era el tipo de cosas que
hacían las familias.
Capítulo Diecisiete
Traducido Por Kralice Khalida
Corregido Por Maxiluna

—Espero que no te moleste que invite a mi hermano y a mi madre a
acompañarnos hoy.
Caitlyn estudió al trío caminando justo delante de ellos mientras ella y Jack
salían del estadio junto con el resto de los forofos. El partido de béisbol había
sido muy reñido, pero al final el equipo local había salido victorioso. Marlene
parecía divertirse mientras caminaba junto a su hijo mediano, que mantenía una
animada conversación sobre el partido con Ricky. Ella no podía escuchar lo que
estaba diciendo, pero implicaba mucha gesticulación con las manos y risas. Era
bueno ver al adolescente relajado y pasando un buen rato. Claramente, él y Tino
habían congeniado muy bien el uno con el otro.
—Cuantos más, mejor. —Le dio un apretón rápido a la mano de Jack. —
Por cierto, pienso que fue muy astuto cómo tú y Tino acabaron comprando
recuerdos para Ricky como si estuvieran compitiendo. Sé que es reacio a
permitirte que gastes mucho dinero en él, pero no podía rechazar una camiseta
del equipo, una gorra de béisbol y ese dedo gigante de espuma cuando tu honor
personal estaba en juego.
Jack se rio. —Mi tarjeta de crédito definitivamente recibió un golpe, pero
valió la pena. Normalmente odio perder ante mis hermanos, pero estoy dispuesto
a hacer una excepción cuando se trata de Ricky. Odio pensar lo que Tino ahorró
para pagar esa pelota autografiada y una camiseta oficial del equipo.
Se aseguró de que estuvieran lo suficientemente lejos detrás de los otros
tres para que no la oyeran. —En ese viaje que él y yo hicimos al puesto de
refrescos para tomar un helado, Ricky admitió que esta era la primera vez que
iba a un partido de béisbol profesional. Tú y tu familia seguramente le han dado
algunos recuerdos especiales.
Jack miró a las miles de personas que salían del estadio. —Un juego de
pelota no es gran cosa.
—Lo es para Ricky. —Caitlyn se dio cuenta de que Jack podría sentirse
incómodo al ser elegido para el papel de héroe. —Al compartir a tu madre y
hermano con él, le has demostrado a Ricky que él importa. Es posible que no
sepamos mucho sobre sus antecedentes, pero supongo que podría ser otra
primicia para él, una que podría marcar la diferencia en la dirección que tomará
su vida a partir de ahora.
—Espero que también le dificulte alejarse de nosotros. No puedo soportar
la idea de que vuelva a vivir en las calles nuevamente o, lo que es peor, que
regrese con quien sea que lo haya internado en el hospital.
Jack empezó a decir algo más, pero se detuvo cuando Ricky se dejó caer
para caminar junto a ella. —Tino dice que va a asar chuletas a la parrilla para
cenar esta noche. Quiere saber si todavía andarás por ahí cuando cenemos.
Jack gimió. —Dios, chico, tienes las habilidades sociales de un
Neanderthal.
Ricky pareció ofendido. —¿Qué dije?
—Prueba a preguntarle cortésmente a Caitlyn si le gustaría cenar con
nosotros.
—Eso fue lo que hice.
Caitlyn hizo todo lo posible para no reírse, mientras Jack trataba no muy
pacientemente de explicarle los detalles de etiqueta a un chico de catorce años.
—No, la forma en que lo pones lo hizo sonar como si hubiera abusado de
nuestra bienvenida, y estás esperando que se vaya antes de que Tino encienda las
brasas.
La cara de Ricky se sonrojó. Para darle crédito, inmediatamente se volvió
hacia ella directamente. —Guau… eso no es lo que quise decir en absoluto. Nos
gustaría... Me gustaría si pudieras quedarte a cenar.
Ella mantuvo su agarre en la mano de Jack y enganchó su otro brazo con el
de Ricky. —Me encantaría ser tu invitada a cenar.
—Está bien, entonces. —Él sonrió. —¿Oyes eso, Jack? Ella será mi
invitada a cenar, no la tuya.
Mirándolo por encima de la cabeza de Caitlyn, Jack fulminó con la mirada
a Ricky. —Como el infierno. La dama está conmigo.
Era hora de detener sus riñas antes de que se les fuera de las manos. —
Muy bien, ustedes dos. Dejen de pelear por mí como dos perros y un hueso
viejo.
Tino debió de haber escuchado al menos parte de la conversación. —
Caitlyn, si esos dos idiotas no te están tratando bien, puedes caminar conmigo.
Antes de que ella pudiera responder, sus dos acompañantes actuales
cerraron filas para enfrentar la amenaza percibida del tercer hombre en su
compañía. En lugar de aguantar más postureo, ella soltó a Jack y a Ricky, hizo
una ronda final en torno a Tino, y alcanzó a Marlene. La mujer mayor se rio
entre dientes. —Los niños siempre serán niños.
Ambas les dirigieron a los tres muchachos una mirada con aires de
superioridad antes de darles la espalda. Caitlyn estaba bastante segura de haber
escuchado a Jack reír mientras ella y Marlene continuaron caminando. —¿Estás
segura de que no te importa que me quede a cenar? Escuché a Tino decir que
solo le quedan unos días antes de que tenga que volver a presentarse en el
trabajo. Es posible que desees pasar un tiempo a solas con tu familia.
—Realmente me gustaría que te quedaras aunque solo fuera para ayudar a
igualar las probabilidades. —Marlene se inclinó un poco más cerca. —Los
quiero mucho, pero una envejece siendo la única mujer en el grupo.
—Puedo ver que te sentirías de esa manera. —Luego, sintiéndose un poco
como si no fuera justa con Jack y los demás, agregó: —Creo que es dulce ver
cuánto te adoran tus hijos, y también estoy incluyo a Ricky en ese grupo.
Marlene miró a sus hijos. —Estoy de acuerdo, aunque ninguno de ellos
apreciaría que se los considere tan dulces. Y desde la muerte de Joe, me han
ayudado a mantenerme cuerda. Sin ellos, no sé cómo lo habría superado todo. Te
hubiera gustado Joe. A todo el mundo le gustaba.
Tenía que ser difícil perder al hombre que había amado tanto. Habían
tenido el tipo de matrimonio que Caitlyn había esperado tener antes de que todo
hubiera salido tan terriblemente mal. —Estoy segura de que me habría gustado.
Casi me siento como si lo conociera al menos un poco, porque estoy segura de
que hay mucho de él tanto en Jack como en Tino.
La sonrisa de Marlene era un poco triste. —También te gustará Mikhail.
Cada uno de mis hijos tiene un temperamento diferente, pero en el fondo se
parecen mucho a Joe. Solo desearía que hubiera vivido para verlos a todos
asentados y con familias propias.
Las dos cayeron en un silencio mientras la multitud se congregaba en la
esquina esperando que la policía parara el tráfico y los dejara cruzar. Mientras
esperaban, una imagen de Jack jugando con un par de chicos con su misma
sonrisa traviesa y brillantes ojos verdes brilló en la mente de Caitlyn. Trató de
ignorar el dolor que provenía de saber que ella nunca sería la que le daría esos
niños. Sobre el bullicio de la multitud que los rodeaba, pudo escuchar su voz
profunda y luego la risa en respuesta de Ricky. Jack sería un gran padre. De
hecho, él ya lo era. Puede que no lo viera, pero era una influencia tan positiva
para Ricky.
Quizás no debería quedarse a cenar, no porque no disfrutara pasando
tiempo con Jack y su familia, sino porque lo disfrutaba demasiado. Era
demasiado pronto para ponerle un nombre a sus sentimientos hacia él, pero se
fortalecían con cada minuto que pasaba en su compañía. Si se alejara de ella
ahora mismo, dolería. Mucho, de hecho. El riesgo para su corazón solo se haría
más fuerte a medida que pasara el tiempo.
Cuando ella miró hacia atrás para ver dónde estaba el hombre en cuestión,
Jack inmediatamente abandonó a su hermano para pararse a su lado. Después de
deslizar su brazo sobre sus hombros, la acercó más a él. —Parecías bastante
seria ahí atrás por un minuto. ¿Tienes dudas sobre salir con el clan Lukash esta
noche? Siempre podemos escabullirnos a tu casa para otra película. —Él le
guiñó un ojo. —Me lo pasé genial el viernes por la noche cuando lo único que
hiciste fue presionar el botón de encendido.
También ella, a pesar de que el verdadero entretenimiento de la noche no
tenía nada que ver con lo que daban en pay-per-view. —No tengo dudas.
Disfruto de tu familia. Además, estoy deseando un buen bistec rojo. Cuando
Tino se detenga para comprar los filetes, me gustaría coger algunos ingredientes
para una ensalada.
—No tienes que hacer eso. Eres nuestra invitada.
—Sé que no es necesario, pero me gustaría aportar algo a la comida. Ni
siquiera me dejaron comprar mis propios snacks hoy. Tino incluso le dio dinero a
Ricky cuando él y yo hicimos nuestra escapada para comprar helados.
Él le dio un rápido beso. —Vale, puedes hacer la ensalada. Tino puede
arreglárselas con los filetes. Ricky y yo cocinaremos papas. Agrega algunas
bebidas frías, y lo tenemos cubierto. De esa forma, mamá tendrá un día libre de
cocinar. Sé que le gusta mantenerse ocupada, pero no debería tener que esperar
por nosotros todo el tiempo.
Ahí se fue otro pedacito de su corazón. —Jack McShane, eres un buen
hombre.
Razón por la cual, aunque ella podría arrepentirse algún día, iba a pasar
cada minuto que pudiera con él.
—Por favor, párate junto a la recepcionista de camino a la salida para
programar una cita más. Digamos, en unas cuatro semanas.
Ricky vio como el doctor tecleaba algo en la computadora. Mientras
esperaba, flexionó los dedos y pasó la mano arriba y abajo por su brazo. Se
sentía extraño no tener más el yeso. La última radiografía mostró que los huesos
estaban bastante curados. Para todos los demás, eso probablemente sonaba como
una buena noticia.
Sus propios sentimientos sobre el tema eran más retorcidos.
El doctor terminó con lo que fuera que estuviera haciendo. —Está bien,
Ricky, quiero que avises a la señora Lukash o al señor McShane si tienes algún
problema con tu brazo. Una cierta cantidad de dolor es normal, pero estate atento
a cualquier hinchazón o si el dolor empeora. Tómalo con calma con tu brazo por
un tiempo, pero gradualmente puedes volver a hacer tus actividades normales.
¿Alguna pregunta?
—¿Puedo levantar pesas siempre que no lo intente con tropecientos kilos?
El hombre se rio. —Sí.
—¿Qué hay de trabajar con el saco de boxeo?
Claramente, la pregunta sorprendió al doctor. —Me mantendría alejado
hasta que te vuelva a ver.
—Está bien. —No es que, probablemente, él estuviera presente para
presentarse a esa cita. ¿Quién sabía dónde estaría en un mes? Todo este tiempo,
había planeado pasar el rato en la casa de Jack hasta que su brazo sanara. Ahora
ese día estaba aquí. Maldición, deseaba saber qué debería hacer.
Primero, intentaría llamar nuevamente al número de su madre. Si todavía
estaba desconectado, tendría que pasar por la casa para ver cómo estaba. Una
vez que supiera cuál era la situación, podría hacer sus planes. Odiaba la idea de
aparecer sin previo aviso, lo que aumentaba el riesgo de que se topara con
Lawrence. Ese pensamiento lo hizo frotarse el brazo otra vez y recordar cómo
había sido su último encuentro: Lawrence soltando una retahíla de maldiciones
mientras le daba una paliza a Ricky.
Tal vez debería pedirle a Jack que fuera con él, pero eso significaría decirle
quién era ella. Era poco probable que Jack se quedara en la camioneta y dejara
que Ricky entrara solo. Además, Jack probablemente tendría que contárselo a la
policía o algo así. Incluso si mantenía a Jack fuera de todo eso, la señora
Harkens y la policía seguían buscando a la familia de Ricky. Eventualmente,
podrían tropezar con algo que los llevara directamente a su madre y a Lawrence.
Solo podía imaginar lo que haría el hombre si las autoridades llegaban a su
puerta.
—¿Ricky? ¿Estás bien?
La preocupación en la voz de Marlene dejaba claro que no era la primera
vez que decía su nombre. Ni siquiera había notado al doctor salir de la sala de
examen. Dios, necesitaba meter la cabeza en el juego.
—Si estoy bien. Solo decepcionado por no poder comenzar a golpear el
saco. —Hizo acopio de lo necesario para una pequeña sonrisa. —Estaba
esperando eso.
Ella le dio una palmadita en el hombro mientras salían de la oficina del
doctor. —Bueno, al menos el yeso está fuera ahora. Eso te facilitará mucho las
cosas. Ya sabes, como lavar tu propia ropa, lavar los platos, lavar los autos.
¿Debo continuar?
—No, capto la idea. —Suspiró, fingiendo ser muy maltratado. —Pero el
doctor tenía razón. Realmente duele. Ya sabes, como mucho.
Pero no pudo contener una sonrisa, y Marlene se rio con él. —Sube al
auto, mocoso. Sabes que estás contento de que te saquen esa escayola después de
todo este tiempo.
—Sí, lo estoy.
En verdad, a él realmente no le importaba ayudar en la casa. Y sería bueno
poder ayudar a Jack más en el trabajo. Todo lo que realmente podía hacer era
traer y llevar cosas, pero ya había aprendido mucho con solo mirar. Tanto Tino
como Jack le habían dicho que así era como su padre los había iniciado en el
negocio. También señalaron que la carpintería básica, la fontanería y las
reparaciones eléctricas eran todas habilidades comercializables.
Era una pena que no se quedara el tiempo suficiente para aprenderlos. No
tenía sentido posponer esa visita a su madre. Mañana caminaría hasta su casa.
No, no mañana. Él ya le había prometido a Jack que lo ayudaría a él y a Tino a
poner a punto la camioneta de su padre.
En algún momento en los próximos días, iría. Antes de que lo hiciera,
empacaría algo de su ropa y otras cosas. Si las cosas salían como él esperaba,
tendría que salir a la carretera y rápido. Su vieja mochila había desaparecido la
noche en que ingresó en el hospital. Afortunadamente, tenía suficiente dinero de
su asignación para comprarse una nueva. Tal vez pondría algo del resto de sus
cosas en una bolsa de basura y la dejaría con Shelley para compartirla con Casey
y Justin. No tenía sentido dejar que la ropa de abrigo se desperdiciara.
Siempre existía la remota posibilidad de que su madre lamentara
repentinamente su decisión de elegir a Lawrence antes que a Ricky. De ser así,
llamaría a Jack y le pediría que los ayudara a llegar a un lugar seguro. Pero si
ella no lo hacía, podría contar con que lo delatara a Lawrence. Es decir, si el
bastardo no era el que abría la puerta en primer lugar. Si eso sucedía, Ricky era
carne muerta. Tal vez de verdad esta vez. Si él escapaba, tendría que agarrar su
alijo de dinero y ropa y largarse para siempre.
Con sus planes hechos, miró por la ventana y deseó como el infierno que
nunca hubiera conocido a Jack McShane y a su familia. Los extrañaría cuando se
fuera, y ni siquiera podría despedirse antes de irse.

La tarde era cálida y soleada, pero Caitlyn sospechaba que habría


disfrutado de un paseo por la playa con Jack, independientemente de cómo
estuviera el clima. Los dos habían salido a comer pizza en el momento en que
terminó la lección de Ricky. Se sintió un poco culpable al irse con Jack sin
invitar al resto de su familia, pero solo un poco.
Tal vez Tino había captado eso, porque se propuso desafiar a Ricky a una
velada de juegos de computadora. Algo sobre que el chico le había pateado el
culo antes y Tino exigía la oportunidad de igualar la puntuación. Ella había
querido agradecérselo mientras esperaba que Jack se cambiara la ropa de trabajo.
La voz profunda de Jack retumbó cerca de su oreja. —¿En qué estás
pensando tanto?
Caitlyn se apartó el cabello de la cara. —Estaba pensando en un hombre
guapo y en cuánto me gusta.
Él apretó su brazo alrededor de su cintura. —Oh, ¿en serio? ¿Alguien que
conozco?
La expresión petulante en el rostro de Jack dejó en claro de quién pensaba
que estaba hablando. Qué pena estallar su globo. —Sí, estaba pensando en Tino.
Sí, mordió el anzuelo. —¿En serio? ¿Crees que ese idiota escuálido es
guapo?
—¿Quién no? Ese pelo oscuro y ondulado, esos ojos color caramelo y una
sonrisa que solo promete a una mujer que él…—hizo una pausa y respiró hondo,
dejándolo salir lentamente para darle un efecto mientras se abanicaba con la
mano, —…sabe manejarse en una pista de baile.
—Muy lindo, Caitlyn. —Jack trató de lucir muy insultado, pero el brillo en
sus ojos decía lo contrario. —¿Por qué estabas pensando en mi hermano mucho
más bajo que yo?
Se sintió obligada a señalar la verdad. —Solo es una fracción de pulgada
más bajo, si acaso.
—Pero es una fracción importante de una pulgada. Pobre chico, es difícil
ser el enano de la camada.
En lugar de alentarlo a seguir atacando a Tino cuando el hombre no estaba
allí para defenderse, ella volvió la conversación al tema original. —Me gusta que
tu hermano trate a Ricky como un miembro de la familia. También creo que se
dio cuenta de que me sentía un poco culpable por haberme ido contigo a pasar la
noche y no haber invitado al chico a comer pizza también. Tino inmediatamente
desafió a Ricky a una velada de juegos de computadora y otras actividades
varoniles.
—Vale, le concederé ese punto. Fue amable de su parte. Sin embargo, sigo
teniendo mejor aspecto.
—Y yo te concederé ese punto. —Caitlyn se giró para mirar directamente a
Jack y lo besó. —Tengo algún fetiche con los hombres con cabello castaño
rojizo y ojos verdes.
Jack se pasó la mano por la cabeza. —Castaño rojizo, ¿eh? Siempre lo
llamé marrón.
—Llámalo del color que quieras. Te queda bien. —Tiró de un pequeño
mechón que le colgaba sobre la frente. —También me gusta que esté creciendo
un poco.
—Es bueno saberlo. Después de diez años en el ejército, parece extraño
llevarlo así de largo. Cada vez que me miro en el espejo, mi primera reacción es
que necesito recortarlo y dejarlo del largo reglamentario.
Comenzaron a caminar de nuevo. —¿Lo extrañas mucho? El ejército,
quiero decir.
Apreciaba el hecho de que Jack no respondiera de inmediato, y que en
cambio meditara el asunto antes de contestar, en lugar de solo ofrecer algún
comentario superficial. —Sí, lo extraño. Había planeado convertirlo en mi
carrera, permanecer en él al menos otros diez años, tal vez incluso veinte. Era
bueno en lo que hacía, y nuestro país necesita hombres con mi particular
conjunto de habilidades.
Mientras hablaba, los guio hacia uno de los grandes troncos que estaban
esparcidos a lo largo de la playa. Se sentaron y miraron a través del agua hacia
las islas, en el Estrecho y las montañas Olympic coronadas de nieve en la
distancia. —Me gustaba el sentido de propósito que me daban los militares, así
como la estructura y el control que proporcionaba. —Luego, para aligerar el
momento, sonrió solo un poco y agregó: —Por no mencionar lo bien que me veo
en uniforme.
—He visto las fotos en la sala de estar de tu madre. Te ves increíble. —
Ella apoyó la cabeza contra su hombro. —Me encanta lo orgullosa que está de ti
y de tus hermanos.
—Los tres sabemos que el día más afortunado de nuestras respectivas
vidas fue el día en el que ella y Joe decidieron que valíamos la pena de ser
salvarnos.
Ese comentario, por verdadero que podía haber sido, hizo que le doliera el
corazón. ¿Qué tipo de personas harían que un hombre como Jack dudara de su
autoestima? —Sabes que Marlene siente lo mismo por los tres, y Joe también.
Tú, Tino y Mikhail no son solo unos chicos por los que se les pagó un poco para
mantenerlos vigilados por un tiempo. Ustedes se convirtieron en sus hijos, lo
mismo que si los hubieran dado a luz a los tres.
Jack mantuvo su mirada fija en la extensión de agua frente a ellos. —
Como dije, mi día más afortunado.
Finalmente, él miró hacia ella. —No has dicho mucho sobre tu familia.
Eso era bastante cierto. —Mis padres están jubilados. Mamá también era
maestra. Mi padre era ingeniero mecánico. Ahora dividen su tiempo entre aquí y
Arizona.
—¿Algún hermano?
—Solo uno. Un hermano mayor llamado Jeremy. Es contable y nunca se
ha casado. Estuvo a punto hace un par de años, pero las cosas no funcionaron.
He estado pensando que ustedes dos se llevarían bien. Es un gran fanático de los
deportes, así que tendrían mucho en común.
—Me gustaría conocerlos en algún momento.
—Eso es muy valiente de tu parte.
Caitlyn lo dijo como una broma, pero Jack no lo tomó de esa manera. —
¿Hay alguna razón por la que no quieres que me conozcan?
—Oh, no, en absoluto. Si pensaba que alguien necesitaba protección, eras
tú. Mi padre es bastante tranquilo, mayormente, pero mamá puede ser un
auténtico terror cuando quiere algo.
—¿Y qué quiere ella?
Bien podría golpearlo con la dura verdad. —Ella quiere que me case
nuevamente. Mamá teme que nunca le dé otra oportunidad al matrimonio
después del desastre que resultó ser el primero. Que no confiaré en mi juicio
cuando se trata de hombres.
Si Jack podía compartir algunas verdades duras, también podía ella. —
Josh era guapo y encantador, al menos al principio. Pero cuanto más tiempo
estuvimos casados, más resultó ser un completo idiota. Él se complacía
menospreciando todo lo que yo hacía. Según él, no podía vestirme bien sin su
consejo, no mantenía la casa lo suficientemente limpia, no podía cocinar tan bien
como su madre, y así sucesivamente. Después de un tiempo, comencé a creerle.
—Suficiente de eso. Incluso para sus oídos, sonaba llorosa y patética. —Llegué
al punto en que apenas me reconocía en el espejo. Un día, me di cuenta de que
necesitaba salir de aquello si quería sobrevivir. Josh te diría que fue él quien
solicitó el divorcio, pero yo ya había estado en contacto con un abogado para
hacer lo mismo. Desde entonces, terminé la universidad, encontré una carrera de
la que estoy orgullosa y construí una vida para mí que es satisfactoria.
Ella esperó a ver cómo reaccionaría Jack. En ese punto, estaba sentado,
inclinándose hacia delante y apoyando los codos en las rodillas. Finalmente, hizo
un ruido de disgusto. —Lo juro, algunos hombres solo están programados para
ser idiotas. Estás mejor sin él y fuiste lo suficientemente inteligente como para
resolverlo. Mira todo lo que has logrado alcanzar por tu cuenta. —Luego la miró
pensativo. —¿Les has dicho a tus padres que estás saliendo con alguien? Ese
alguien soy yo, por supuesto.
Ella hizo una mueca. —Aún no. Se supone que cenaré con ellos esta
semana, y pensé que lo mencionaría... que te mencionara entonces. Jack, no es
que no quiera que te conozcan. Quería ver cómo iban las cosas entre nosotros
antes de tirarlos a la mezcla.
Para su sorpresa, sonrió. —Hombre, entiendo eso. Mi madre está
realmente deseando que uno de nosotros se case y tenga un montón de nietos
para que ella los malcríe. —Se sentó erguido y negó con la cabeza. —Sé que ya
ha hecho colchas como regalo para cada una de nuestras novias aún sin nombre.
Peor aún, no dudaría que ella tenga ya un alijo de colchas de bebé de las cuales
no quiere que sepamos.
La imagen de Jack sosteniendo a un pequeño bebé pelirrojo envuelto en
una de las hermosas colchas de Marlene apuñaló a Caitlyn en el corazón. Luchó
contra el dolor que a veces aún lograba tumbarla de lado si no tenía cuidado.
Necesitando un anclaje contra las emociones que amenazaban con
embestirla como el viento que levantaba las nubes blancas del Estrecho Puget,
tomó la gran mano de Jack entre las suyas, entrelazando sus dedos.
—Por lo tanto, mi sugerencia es que les cuente a mis padres sobre ti y que
arregle una oportunidad para que los conozcas si lo deseas. Sin embargo, no
dejemos que mi madre y tu madre se crucen en sus caminos pronto.
—De acuerdo. —Jack fingió estremecerse. —Solo el pensamiento da
miedo. Lo último que necesitamos es que las dos conspiren contra nosotros.
—Muy cierto. Al menos tu madre solo hace edredones. Mis padres me
compraron un certificado de regalo por una semana en un resort con un amigo.
Ya sabes, el tipo de lugar que alberga a solteros. Creo que esperaban que
encontrara al tipo perfecto allí y lo trajera a casa.
Los ojos de Jack se volvieron duros, su boca un corte rectilíneo. —¿Y
cuándo irás a ese viaje?
—No hay necesidad de desmayarse, muchachote. No estoy planeando ir.
—Ella lo besó en la mejilla. —Le dije a mamá eso cuando ella me dijo por
primera vez lo que habían hecho, y eso fue antes de que tú y yo comenzáramos a
vernos.
—Me alegra de oír eso. —Entonces una expresión completamente
diferente iluminó su hermoso rostro, una con humor y una pizca de calor. —Pero
solo por curiosidad, ¿el certificado de regalo especifica si ese amigo debe ser
mujer?
A ella realmente le gustaba la forma en que este hombre pensaba. —Por
qué, no, no es así. ¿No es interesante?
Jack se levantó y la tomó entre sus brazos. —Solo digo que si necesitas
que alguien sea el hombre perfecto, estoy dispuesto a dar lo mejor de mí.
Caitlyn envolvió sus brazos alrededor de su cuello, gustándole la oleada de
calor que le proporcionaba el contacto completo. —¿Tienes algún talento
especial que te califique para ese papel?
La sonrisa de Caitlyn lo calentó otro grado más. —Ninguna que pueda
demostrarte aquí en la playa.
Hizo una pausa para mirar a los alrededores antes de hacer contacto visual
con ella otra vez. Él estaba en lo correcto. La playa era el lugar favorito para
familias y grupos de adolescentes. No era el lugar más privado en el que
pudieran estar.
—Si estás dispuesta a regresar a tu casa, me alegraría tener una audición.
—Le mordió la nariz y luego la besó, su lengua se movió dentro y fuera de su
boca a un ritmo que hizo que estuviera a punto de tumbarlo justo allí en la playa,
maldita fueran las multitudes.
Antes de que su última gota de sentido común se evaporara en el calor que
estaban generando, ella interrumpió el beso. —Estoy dispuesta, Jack. Pero antes
de hacer una audición formal, creo que deberías ensayar la parte... tal vez incluso
varias veces.
—¡Estupendo! Este podría ser el papel de toda una vida. —Jack la tomó en
sus brazos y la hizo girar en volandas, riendo mientras los hacía dar vueltas en
círculos.
Seguramente él solo estaba bromeando, o al menos no quiso decir eso de la
manera en que sonó. Ahora no era el momento de preocuparse por eso. En vez
de eso, Caitlyn se aferró a sus poderosos brazos y se rio con él. Sin importar lo
que sucediera, ella disfrutaría del viaje mientras durara.

—Eso es, chico, dale otra buena vuelta.


Ricky dio otro tirón a la llave inglesa y luego comprobó la correa del
ventilador como Jack le había mostrado. —Se siente lo suficientemente apretado
para mí.
Tino se acercó a él para comprobarlo también. —Sip, justo en el blanco.
Buen trabajo.
Le revolvió el cabello a Ricky antes de retroceder. Ya habían cambiado el
aceite y las bujías. Los dos hermanos habían dejado que Ricky hiciera la mayor
parte del trabajo real. Lo iniciaron revisando el aire en los neumáticos y luego
pasaron al motor. Él nunca había ayudado con una puesta a punto antes, pero fue
divertido. Cuando volvió a poner la llave inglesa en el arcón de herramientas,
Jack le entregó otro paquete. —Lo siguiente, el filtro del aire. Todo lo que tienes
que hacer es quitar esa cubierta, quitar el filtro viejo y luego dejar que este caiga
dentro.
El trabajo le llevó dos minutos de principio a fin. —Eso fue fácil.
—Sí, pero sigue siendo importante. Un filtro de aire sucio realmente
estropea el rendimiento de un motor. —Jack se limpió las manos con un trapo.
—Eso debería funcionar por ahora. Lo único que queda por hacer es asegurarse
de que el motor funcione mejor. Escuchaste cómo sonaba cuando la bujía estaba
fallando. Veamos si solucionamos el problema. —Le arrojó las llaves a Ricky. —
Enciéndelo y luego ven a escucharlo.
De acuerdo, genial. Algo más que él nunca había hecho. Había sido muy
pequeño cuando su padre murió, y su madre había abandonado el automóvil de
la familia cuando no podía pagar ni el seguro ni el combustible para que siguiera
funcionando. Giró la llave y le dio un poco de gasolina a la camioneta. Arrancó
en el primer intento. Una vez que estuvo seguro de que seguiría funcionando, se
unió a Jack y a Tino junto al guardabarros delantero.
Tratando de sonar como si supiera de lo que estaba hablando, le dio al
motor una mirada de satisfacción. —Ya no está fallando.
—Lo hiciste bien, chico. —Jack golpeó su hombro contra el de Ricky.
Luego miró a su hermano. —¿Cuántas horas pasamos aquí fuera con papá
trabajando en esta vieja camioneta?
—Más de las que puedo contar. —Tino pasó la mano por la parte superior
del guardabarros. —Él también nos enseñó a todos nosotros cómo conducir con
esta vieja belleza. Me gustaría decirte que todas estas abolladuras y golpes
provienen de papá por usarlo en el trabajo, pero eso sería una mentira. —Señaló
una abolladura considerable en el guardabarros. —Yo puse ahí esa abolladura la
primera vez que traté de aparcar en paralelo.
Para no ser menos, Jack caminó hacia el portón trasero, arrastrando a
Ricky en su estela. —Esa otra ocurrió cuando retrocedí hacia un poste de
teléfono que saltó y me atacó.
Ricky sonrió. —¿Cómo pasaste por alto un poste telefónico?
Jack movió sus cejas arriba y abajo. —Según recuerdo, estaba ocupado
mirando a una chica con jeans ajustados y una camiseta aún más ajustada.
Todos se rieron ante eso. —¿Qué hay de tu otro hermano? ¿Dejó también
su marca en la camioneta?
Tino sonrió. —Sí, lo hizo. La primera vez que papá dejó que Mikhail
llevara la camioneta a su partido de béisbol, la dejó aparcada al lado de la valla
en el jardín. Una pelota que salió del parque aterrizó en el capó y luego rompió
el parabrisas.
Jack se acercó para trazar el hoyuelo en el metal. —Me había olvidado de
eso. Papá estaba tan orgulloso.
De acuerdo, eso no tenía sentido. —¿No quieres decir que estaba enojado?
Los dos hermanos se sonrieron el uno al otro. —Podrías pensar eso, pero él
no lo estaba. No cuando Mikhail fue quien golpeó el home-run de tres carreras.
Joe no pudo poner en su sitio al idiota cuando éste era el héroe que ganó el
partido para el equipo local.
De repente, Ricky no quería saber más sobre su historia familiar. No podía
imaginar un futuro donde estaría de pie con estos dos intercambiando historias
divertidas. En este momento, él no tenía hermanos, pero su madre había dejado
en claro que la situación podría cambiar en cualquier momento. La idea lo dejó
mareado, pero solo por quién sería su padre.
No es que importaría. Su madre también había dicho que Lawrence
pensaba que era mejor que los niños que tuvieran no fueran expuestos a un chico
problemático como Ricky. Sí claro. Lawrence no quería a nadie alrededor que
pudiera hacerle frente.
—Miren, si hemos terminado aquí, tengo cosas que hacer.
Se fue sin darle a Jack o a Tino la oportunidad de detenerlo. Una vez que
estuvo en su habitación, cerró la puerta y se dejó caer en la cama. Enterrar su
cara en la almohada no ayudó; darse la vuelta sobre su espalda no era mucho
mejor, pero al menos podía mirar por la ventana. Desde su habitación, podía ver
las copas de los árboles en el patio trasero y solo la esquina del techo del garaje.
A estas alturas, Jack y Tino probablemente habrían regresado allí,
compartiendo una cerveza y disfrutando de todas sus aventuras. Sin duda, Jack
pensaba que Ricky les debía una disculpa por irse sin ayudarlos a limpiar el
desastre que habían causado al trabajar en la camioneta.
Una pena. Él tenía sus propios problemas con los que lidiar en este
momento. Primero, marcaría el número de su madre otra vez. Unos segundos
más tarde, arrojó el teléfono a un lado con disgusto.
—¿Por qué siquiera me molesto?
No hubo una buena respuesta a esa pregunta. Quizás alguna pequeña parte
de él aún esperaba que ella se interesara por su hijo. Tal vez realmente quería
creer que era solo un error del sistema lo que le impedía contactar con ella desde
la seguridad de su habitación aquí en la casa de Jack. Y tal vez no importaba en
absoluto porqué quería pensar que todavía había esperanza de que de alguna
manera los dos pudieran volver a cómo eran las cosas antes de que su padre
muriera, y ella todavía lo amaba.
Llegado mañana, resolvería el asunto de una forma u otra y luego seguiría
con su vida.
Capítulo Dieciocho
Traducido Por Apollimy
Corregido Por Nyx

—Mamá, ¿has visto a Ricky esta mañana? Pensé que saldría a trabajar
conmigo hoy.
Marlene asomó la cabeza fuera de la cocina. —No, no lo he visto desde
anoche en la cena. ¿Estás seguro de que no está en su habitación?
Maldita sea, Jack tenía un mal presentimiento sobre esto. —Golpeé en su
puerta un par de veces, pero no respondió. ¿Lo has escuchado en algún
momento?
Ahora, su madre también parecía preocupada. —Sí, lo escuché moverse
temprano esta mañana alrededor de las cinco o cinco y media. Ya sabes, como si
hubiera tenido que usar el baño. Por lo que sé, regresó a su habitación después.
Jack comprobó qué hora era. Si no se iba pronto, llegaría tarde. —Tal vez
esté un poco indispuesto o algo así. Déjalo dormir. Si se despierta y quiere pasar
el rato conmigo, dile que me llame.
Tino entró. —O puedo llevarlo al sitio cuando finalmente salga de la cama.
Mejor aún, iré contigo. Ha pasado un tiempo desde que le eché una mano a papá
en el trabajo, pero no he olvidado cómo hacerlo. ¿Te parece bien?
Trabajar con su hermano se sentiría como en los viejos tiempos. —Sí,
podría venirme bien tu ayuda. Además, será mucho más divertido darte órdenes
a ti que a Ricky. E hice suficiente almuerzo para dos, así que deberíamos irnos.
Tino se dirigió a la puerta de atrás. —Iré corriendo al anexo, me pondré
mis viejos jeans y sacaré mis botas de trabajo del armario.
Jack agarró la nevera y lo llevó fuera para guardarla en la parte trasera dela
camioneta. Mientras esperaba a su hermano, miró hacia el segundo piso de la
casa. ¿Debería volver arriba y golpear la puerta del chico una vez más? Ricky no
iba con él todos los días, pero aparecía cuando decía que lo haría.
Por supuesto, ayer habían hablado sobre que él se le uniría mientras habían
estado trabajando en la camioneta. Todos habían disfrutado el tiempo que habían
pasado con la cabeza bajo el capó, o al menos él y Tino lo habían hecho. Hasta
los últimos minutos, Jack habría jurado que Ricky también se estaba divirtiendo.
Hubo algo extraño en él cuando se alejó abruptamente, dejándolos mirando su
espalda.
—¿Algo va mal?
Jack miró a Tino. —No estoy seguro. Estoy pensando que Ricky y yo
tendremos una charla cuando regrese a casa. Una que hace mucho tiempo que
tenemos pendiente.
Tino no contestó hasta que ambos estuvieron dentro dela camioneta. —
Estás preocupado porque el yeso ya no está en su brazo.
—Sí, lo estoy.
—¿Dijo algo sobre irse? Porque, por lo que puedo ver, el chico es muy
feliz, justo donde está.
Cuando Jack se detuvo en un semáforo en rojo, miró hacia Tino. —Ayer,
estuvo bien ayudándonos en el camión, y luego fue como si un interruptor se
encendiera justo antes de irse. Por supuesto, sé que es un adolescente, por lo que
su estado de ánimo puede cambiar en un instante. No soy tan viejo como para no
recordar cómo era montar esa montaña rusa en particular.
—¿Pero?
Cuando la luz cambió, Jack aceleró el motor más fuerte de lo que debería.
Tino tendió una mano para apoyarse mientras cruzaban la intersección.
—Oops, lo siento.
Como de costumbre, Tino nunca perdía la oportunidad para molestarlo. —
No es un problema. Siempre fuiste un loco al volante.
Jack lanzó a su hermano una mirada irónica y dio unas palmaditas en el
tablero. —Me estaba disculpando con la camioneta, gilipollas. Esta anciana
merece ser tratada mejor que eso. Tú, no tanto.
Tino se rio, pero luego su sonrisa se desvaneció. —Así que volvamos a
Ricky.
—Dios sabe que estoy tocando todo esto de oído, pero siempre tuve la
sensación de que se estaba escondiendo con nosotros hasta que sanara su brazo.
No debería enloquecer solo porque el chico decidió quedarse a dormir.
Su hermano terminó el pensamiento por él. —Pero te habrías sentido
mejor si te hubiera dicho que había cambiado de opinión sobre venir hoy.
—Sí, lo haría. —Hizo una pausa para volver a verificar la dirección que
estaba buscando. —La otra cosa es que mi amigo Gabe podría tener otro trabajo
para mí. No estoy seguro de cuánto tiempo tendría que irme, pero generalmente
es un trabajo de guardaespaldas para estadounidenses de negocios en viaje al
extranjero. Me gusta el trabajo, porque me permite usar mi entrenamiento
militar. Sin embargo, no estoy seguro de que deba aceptar la tarea esta vez.
—¿No puede mamá vigilar a Ricky por ti?
—Ella lo hizo la última vez que me fui a un trabajo, y todo salió bien. Sin
embargo, me dejó muy claro cuando le pedí que dejara que Ricky viniera a vivir
con nosotros que él era mi responsabilidad. Me sentiría mejor respecto a irme si
supiera con certeza lo que está sucediendo en esa dura cabeza suya.
Habían llegado al sitio. Mientras descargaban el equipo que necesitaban
para construir el cobertizo de herramientas en el patio trasero, Tino preguntó, —
No es que sepa más que tú sobre cómo manejar a un adolescente, pero ¿has
intentado preguntarle al chico qué es lo que quiere? ¿Si él está feliz viviendo
aquí, contigo y mamá?
—No con muchas palabras. Ambos hemos insistido en decirle que tiene un
hogar con nosotros todo el tiempo que lo desee. —Se dirigió al patio trasero con
el banco de trabajo portátil y su caja de herramientas. —Supongo que eso no es
lo mismo que preguntarle si está satisfecho con cómo van las cosas.
Tino le dio una palmadita en el hombro. —Yo le preguntaría y vería a
dónde te lleva.
—Lo haré.
Y solo por si acaso, le diría a Gabe que tendría que buscar a otra persona
para que aceptara ese trabajo.

Ricky se sentó en el parque esperando que el sol se decidiera salir. El día


podría aclararse y ser cálido más tarde; en este momento estaba nublado,
húmedo y frío. Se subió la capucha de su sudadera más cerca de su cara y se
metió las manos en los bolsillos.
Aparte de él, el parque estaba vacío. Fue decepcionante que Shelley y los
demás no estuvieran por allí. Bebió un sorbo de café y se terminó el panecillo de
arándanos que había comprado en la cafetería de la esquina, una extravagancia
que tal vez no podría volver a disfrutar por un tiempo. Si la mañana resultaba
como él esperaba, tendría que ser más cuidadoso con su dinero para asegurarse
de que durara el mayor tiempo posible. Había considerado saquear la nevera y la
alacena de Marlene antes de salir sigilosamente de la casa, pero ya se sentía lo
suficientemente mal por irse sin decir una palabra.
Además, él no era un ladrón. Todavía. Bueno, tal vez, porque todavía tenía
el teléfono que Jack le había comprado para que él lo usara, aunque lo había
apagado cuando salió por la puerta antes del amanecer. Lo último que quería
hacer era recibir una llamada de Jack o de Marlene.
Durante las largas horas de la noche sin dormir, pensó en escribir una nota.
Algo que le hiciera saber a Marlene y a Jack que apreciaba todo lo que habían
hecho por él. Había mirado hacia el techo mientras trataba de juntar las palabras
correctas. Pero todo lo que sentía por ellos, por no mencionar por Caitlyn e
incluso por Tino, se revolvió dentro de él. Además, no había nada que él pudiera
decir que cambiara las cosas.
Era hora de ponerse en movimiento, así que arrojó la taza y la bolsa de
papel a la basura. Todavía tenía una larga caminata por delante para llegar a la
casa de su madre. Ya había escondido su mochila y la bolsa de cosas que había
traído para compartir con sus amigos detrás de unos arbustos al lado de la
estación de autobuses. Cuando entró para verificar el horario, había sido tentador
mientras estaba allí comprar un boleto para el primer autobús que se dirigiera al
sur. Al final, no había estado listo para dar ese paso.
Todavía no había señales de sus amigos, por lo que se dio por vencido y
comenzó a caminar. Cuando vio a Toby dirigiéndose directamente hacia él, no se
molestó en agacharse. En cambio, dejó de caminar y dejó que Toby fuera hacia
él. El otro adolescente no estaba tan nervioso como la última vez que ellos dos
hablaron, lo que significa que Toby debía haber reunido suficiente dinero para
una dosis a primera hora de la mañana.
—Oye, Ricky, te quitaron el yeso.
—Sí, hace unos días.
—Eso está bien. —Recorrió con sus ojos a Ricky, de arriba abajo, antes de
volver a explorar sus alrededores. —Más ropa nueva, también. Hombre, no sé
dónde has estado desde que te caíste y rompiste tu brazo, pero no puede ser tan
malo. Deberías decírselo a ese tipo que te ha estado buscando. Él está
preocupado por ti.
Ricky dio un paso atrás.
—No me caí y me rompí el brazo, Toby. Como te dije antes, ese tipo me
dio una paliza de muerte.
Toby se burló de Ricky, su sonrisa desagradable. —Sí, me dijo que estabas
difundiendo mentiras sobre él. Te creí al principio, pero Lawrence no es un mal
tipo. Me ha tratado bastante decentemente.
Qué carga de mierda. —Entonces, supongo que él fue quien pagó tu dosis
de esta mañana.
El adolescente no se molestó en negarlo. Después de limpiarse la nariz con
la manga, él asintió. —Sí, me ayudó un par de veces. No es gran cosa.
— ¿Pero qué tienes que hacer a cambio, Toby? Ahora que me has visto,
¿vas a correr hacia Lawrence?
Toby comenzó a balancearse de un lado a otro, sus habituales nervios
regresando.
—No será necesario. Él viene a mí.
El miedo se disparó por la columna de Ricky. — ¿Cuando?
—Alrededor de la hora del almuerzo la mayoría de los días. Algunas veces
más temprano.
¿Era por eso que la cabeza de Toby parecía estar montada en un soporte
giratorio en este momento? ¿De verdad estaba esperando que Lawrence llegase
en cualquier momento? En lugar de hacer más preguntas, Ricky salió corriendo,
dirigiéndose hacia el parque donde tenía una mejor oportunidad de perder a Toby
en uno de los varios senderos que serpenteaban entre los árboles.
Una mirada sobre su hombro antes de llegar a la primera curva en el
camino mostró que Toby lo estaba siguiendo, pero a un ritmo más lento. Ricky
lo despistó con una marcha más rápida y luego cruzó la hierba hacia un sendero
que conducía de regreso a la calle. Necesitaba perder al otro adolescente tan
pronto como fuera posible y luego buscar a su madre antes de que Toby lograra
alertar a Lawrence de que Ricky estaba por el área. Aunque Toby era más alto,
entre su adicción a las drogas y su vida en las calles, no tenía mucha resistencia.
Ya se estaba quedando atrás. Mientras tanto, Ricky corrió varias manzanas y
luego disminuyó la velocidad para recuperar el aliento. No había forma de que
Toby pudiera alcanzarlo ahora, y llamaría menos la atención caminando.
No le llevó mucho tiempo llegar a la casa de su madre. Caminó sin
detenerse mientras seguía explorando el lugar. No había señales de Lawrence o
su camioneta. Esas eran las buenas noticias. La mala noticia era que la puerta de
entrada estaba cerrada y no había luces encendidas dentro que pudiera ver. Dio la
vuelta al bloque mientras consideraba qué hacer a continuación. No podía seguir
dando vueltas sin aumentar el riesgo de toparse con Lawrence.
En la siguiente vuelta, tendría que armarse de valor y llamar a la puerta. Lo
que sucediera después de eso dependería de quién respondiera. Cuando llegó al
camino de entrada, casi se dio por vencido y siguió caminando, pero tenía que
saber de una vez por todas, si su madre lamentaba su decisión de sacarlo de su
vida.
Necesitó de todo lo que tenía para dar ese primer paso por el camino de
entrada hacia la casa. Aunque no podía ver a nadie, tenía la extraña sensación de
que lo estaban observando. Redujo la velocidad de sus pasos y estudió las
ventanas. Allí, la cortina en el otro extremo de la casa se movió un poco.
Esperó unos segundos para ver si alguien abría la puerta principal. Como si
hubiera sido su madre la que estaba mirando y no pudiera esperar a que tocara en
la puerta, necesitando verlo. Sí claro. La puerta permaneció cerrada y no se
encendió luz alguna.
Entonces tuvo su respuesta. Nada había cambiado. Eso no significaba que
fuera a escabullirse como si no tuviera derecho a estar allí. Marchó hacia el
porche y golpeó la puerta con el puño.
—Mamá, abre. —Seguía sin haber respuesta, lo que solo sirvió para
revolver su temperamento aún más. —No me iré hasta que lo hagas.
Finalmente, escuchó pasos al otro lado de la puerta. —Ricky, te dije que no
vinieras aquí.
—A la mierda, mamá. Ambos sabemos que no eres tú quien no me quiere
aquí. Es ese imbécil con el que te casaste. —Tenía que creer que eso era cierto o
se volvería loco. —Ahora déjame entrar. Te prometo que no me quedaré mucho
tiempo.
Durante un largo momento, pensó que su miedo a Lawrence podría evitar
que ella abriera la puerta. Maldita sea, todo lo que quería hacer era decir adiós.
Lo mataría alejarse para siempre, pero no se iba a ir sin mirarla a los ojos por
última vez. Se merecía tano como eso.
Finalmente, escuchó el clic de la cerradura y la puerta se abrió unos
centímetros para revelar la cara de su madre. —¿Qué quieres, Ricky?
No hubo calidez, ninguna bienvenida. Cerró los ojos contra el escozor de
las lágrimas, odiándose a sí mismo por mostrar incluso esa debilidad frente a
ella. Mientras luchaba por recobrar el control, se concentró en cosas mejores,
mejores personas: Jack, Marlene, Caitlyn, Tino. Ninguno de ellos lo había
conocido por más de unas pocas semanas, y sin embargo, le habían mostrado a
Ricky más amor en ese tiempo que su propia carne y sangre en años. ¿Qué
diablos estaba haciendo allí esperando recibir algunas migajas de afecto de esta
mujer que se había convertido en una completa desconocida para él?
—Sabes, mamá, tengo buenas noticias para ti. No quiero nada de ti. Te
deseo el tipo de vida que te mereces con Lawrence. Que Dios ayude a cualquier
niño que ustedes dos puedan tener. —Sintiéndose mejor, más ligero de alguna
manera, le dio la espalda y comenzó a alejarse.
Para su sorpresa, su madre abrió de un tirón la puerta y salió al porche. —
Ricky, no me hables de esa manera. Soy tu madre, y tú me tratarás con respeto.
Él sabía que era mejor no meterse en una discusión que no había forma de
ganar, pero no pudo evitar gruñirle. —¿De verdad? ¿Qué clase de madre deja
que su único hijo duerma en las calles?
Ella frunció el ceño y miró hacia la casa contigua. —Mantén tu voz baja.
Los vecinos son lo suficientemente entrometidos sin que cuentes los asuntos
privados de nuestra familia a pleno pulmón.
Subió el volumen unas cuantas muescas. —¿Por qué debería importarme
lo que piensen? Yo no soy el que eligió a un animal como Lawrence como
marido. Ya sabes, el bastardo que me rompió el brazo tan gravemente que tuve
que someterme a una cirugía para reconstruirlo.
Ahora las manos de su madre estaban cerradas en puños y sus ojos
salvajes. —No hizo tal cosa, Ricky. Mi esposo es un buen hombre.
Ricky se burló. —Es bueno con esas botas de punta de acero, quieres decir.
Tuve los huesos rotos y hematomas para probarlo.
Sus ojos se volvieron más fríos. —Si Lawrence te castigó, debiste haber
hecho algo para merecerlo.
Dios, ella todavía estaba defendiendo al hombre. —Nadie merece lo que él
me hizo. Pasaron semanas hasta que todos los moretones se desvanecieron.
Podría haber muerto allí en la calle cuando terminó conmigo si un extraño no
hubiera llamado a la policía.
—Deja de decir mentiras, Ricky. No lo toleraré.
Ricky comenzó a decir más, a derramar todo el dolor, la frustración y la
rabia que habían estado pudriéndose dentro de su pecho durante tanto tiempo,
pero se detuvo. No importaba lo que dijera, la mirada salvaje en sus ojos dejaba
claro que ella sabía muy bien lo que Lawrence había hecho y no le importaba.
—No importa. Y si te facilita dormir por la noche pensar que soy un
mentiroso, bien. Pero eso no es cierto, y tampoco lo es tu creencia errónea de
que todavía eres mi madre. Hemos terminado.
Esta vez se alejó y siguió caminando. Todavía pudo escucharla gritarle por
lo menos mientras pasaba otro bloque. Por extraño que parezca, lo hizo sonreír.
Mantendría a los vecinos muy entretenidos. Probablemente Lawrence no estaría
feliz con eso, pero no era problema de Ricky. Ya no.
Empujó su trasero unas pocas manzanas y luego salió de la calle en la que
vivía su madre. Con suerte, había hecho una escapada limpia, pero no estaría de
más tomar un poco más de precaución por si acaso. Originalmente, había
planeado pasar por el parque de nuevo para ver si Shelley y Justin habían
aparecido. No había forma de que se arriesgara a hacerlo ahora. Volvería
directamente a la estación de autobuses para recuperar su mochila y otras cosas.
Entonces él... ¿qué? Ese viaje en autobús al sur ya no tenía mucho sentido
para él. No cuando tenía personas que se preocupaban, a las que realmente les
importaba lo que le sucediera. Marlene y Jack probablemente se habían dado
cuenta de que ya se había ido. Tendría que hacer una gran humillación cuando
volviera a casa, cortar el césped, y probablemente lavar el enorme SUV de Jack
todos los días durante un mes para enmendarlo.
Eso estaba bien por él. Demonios, incluso se ofrecería como voluntario
para volver a recoger el anexo si eso ayudaba. Sonriendo ante la idea, siguió
caminando. Una vez que recuperara sus cosas en la estación de autobuses, que
ahora estaba a solo un par de cuadras, llamaría a Jack y le pediría que fuera a
buscarlo. Eso aseguraría que no se cruzara en el camino ni con Toby ni, lo que
era peor, con Lawrence.
Una vez que regresaran a la casa, hablaría con Jack sobre lo que había
sucedido con su madre y cómo había llegado a vivir en las calles. Debería
haberlo hecho mucho antes, pero era vergonzoso admitir que la única persona
que debería amarlo por encima de todos los demás había elegido a un perdedor
como Lawrence.
Jack podría estar enojado con Ricky por no haberle confiado la verdad
antes de ahora, pero sospechaba que el hombre también lo entendería.
Con eso en mente, sacó su celular y lo encendió. Una mirada a la pantalla
mostró que se había perdido una gran cantidad de llamadas de Marlene y Jack.
¿A cuál debería llamar? Al final, no había competencia. Marlene podría ser más
comprensiva, pero era Jack con quien Ricky tenía que aclarar las cosas primero.
Marcó el número de Jack y contuvo la respiración mientras esperaba que
respondiera.
Capítulo Diecinueve
Traducido Por Apollimy
Corregido Por Nyx

—Oye, Tino, ¿dónde están esas tablas que pedí?
Sin respuesta. Jack apagó la sierra y caminó hacia el frente del cobertizo
que habían estado construyendo. Cuando no vio a Tino por ningún lado, se
dirigió a la camioneta para ver qué era lo que mantenía ocupado al imbécil. Con
ambos trabajando, habían progresado mucho más de lo que esperaba en un día.
Si trabajaban una o dos horas más de lo normal, quizás realmente finalizarían la
maldita cosa.
Afuera, Tino estaba de pie frente a la camioneta hablando por el móvil,
Jack estaba a punto de desgarrarlo por haber aflojado cuando notó la expresión
de preocupación en el rostro de su hermano. ¿Qué diablos había pasado ahora?
Se estacionó frente a Tino y le lanzó una mirada inquisitiva. Su hermano
levantó un dedo para decirle que esperara. —Está bien, espera, mamá.
Todo el cuerpo de Jack se estremeció cuando una sensación de pavor se
apoderó de él. —¿Qué ha hecho Ricky ahora?
—Mamá dijo que tenía que hacer un par de diligencias rápidas esta
mañana. Le dejó una nota para que la llamara cuando se levantara. No estuvo
fuera más de media hora.
¿El hombre nunca llegaría al punto? —Tino, solo dime dónde está.
—Ese es el problema. Cuando mamá llegó a casa, la nota estaba justo
donde la había dejado. Cogió la llave de repuesto de su puerta y entró. Él no
estaba allí. Su cama estaba hecha, y le falta un montón de ropa. Debe haberse
escapado antes del amanecer.
—Dame el teléfono.
Tino vaciló. —No es su culpa, Jack. Deberíamos haberlo comprobado
antes de irnos.
—Maldita sea, sé que no es su culpa. Yo soy el que no golpeó la jodida
puerta hasta que la abrió. Si él no respondía, debería haber entrado allí yo
mismo. La única razón por la que no lo hice fue porque le prometí cuando vino a
casa con nosotros que nunca entraría en la habitación sin su permiso.
Finalmente puso sus manos sobre el teléfono. —Mamá, ¿estás bien? Sé
que estás molesta porque se ha ido, pero no lo estés. Debería haberlo visto venir,
especialmente cuando sospeché que algo estaba mal.
Jack escuchó lo que ella tenía que decir. —Sé lo que tenemos que hacer,
pero no llamemos al Servicio de Protección de Menores todavía. Déjame darme
un paseo por la zona donde solía pasar el rato. Llamaré si descubro algo.
Él desconectó la llamada. —Recojamos. Te dejaré en casa para que mamá
no esté sola.
Tino ya estaba sacudiendo la cabeza. —Recogemos y luego vamos a casa y
cogemos tu SUV. Podemos cubrir el doble de territorio de esa manera.
—Si estás seguro.
Su hermano ahora lucía su comportamiento de policía militar. —Estoy
seguro. El chico es prácticamente mi sobrino.
Lo que significaba que el chico era prácticamente el hijo de Jack. Le
gustaba esa idea, incluso si quería retorcer el cuello de Ricky por preocuparlos a
todos de esta manera.
—Llamaré a Caitlyn. Si está libre, tal vez pueda venir para quedarse con
mamá.
Hechos los planes, corrieron hacia el patio trasero. Mañana seguirían
temprano para dar los últimos toques al cobertizo. El propietario no esperaba que
se hiciera hoy, de todos modos. En este momento tenían cosas más importantes
de las que ocuparse. Cosas de familia, incluso si a Ricky le costaba entender que
eso es lo que él era para ellos.
Veinte minutos después, estaban de regreso en la casa. Jack había dejado
que Tino condujera para poder hacer llamadas telefónicas. Comenzó con la
llamada más obvia y marcó el número del chico. Sin respuesta. No disponible.
Hijo de puta, iba a retorcerle el cuello a Ricky cuando lo encontrara. ¿No había
aclarado Jack las reglas la última vez que el chico había salido?
A continuación, probó con Caitlyn, pero fue al correo de voz. Entonces
recordó que anoche en su casa había mencionado algo acerca de tener una
reunión en su escuela a la que tenía que asistir hoy. Esa debía ser la razón por la
que ella no respondía. Dejó un mensaje y le pidió que lo llamara o que pasara
por la casa cuando tuviera oportunidad. Tal vez debería haberle contado lo que
estaba pasando, pero no quería preocuparla si lograban rastrear al chico antes de
que ella tuviera la oportunidad de revisar sus mensajes. Si lo encontraban, Jack
volvería a llamar con una actualización.
Después de desconectar, llamó a su casa para avisar a Marlene de que
estaban en camino. En verdad, necesitaba ese contacto con ella, esperando contra
toda esperanza que hubiera sabido de Ricky en los pocos minutos desde que Jack
había hablado con ella por última vez. Sin suerte. Luchó por parecer mucho más
calmado de lo que realmente estaba, pero ella lo sabía.
—Jack, lo encontraremos y lo traeremos a casa. De una forma u otra, ese
chico aprenderá que su lugar está contigo. Con nosotros.
Él cerró los ojos y rezó porque ella tuviera razón. —Ya casi hemos llegado,
mamá.
Tino dejó la camioneta con el motor encendido mientras Jack salía y se
dirigía hacia la casa. Marlene salió al porche. Ella siempre había sido la que
mantenía la cabeza en las peores tormentas que enfrentaron como familia. Él
caminó directo a sus brazos y dejó que la familiar calidez de su abrazo y el
aroma de su perfume favorito calmaran su miedo por el chico.
—Tino me va a ayudar a patrullar el área donde sé que Ricky estuvo
merodeando antes de venir aquí. Probablemente no sirva de nada, pero tengo que
hacer algo.
Marlene lo besó en la mejilla y le dio un último abrazo. —Lo sé, hijo. Ve y
búscalo. Estaré bien. Además, alguien debería estar aquí si llega a casa por su
cuenta.
Jack corrió hacia la camioneta para asegurarse de que Tino supiera en qué
parte de la ciudad estarían patrullando y luego subió al SUV y se dirigió en esa
dirección él mismo. Tino cruzaría las carreteras del norte y del sur mientras Jack
conduciría por las calles este/oeste, así como por las callejuelas que las
entrecruzaban.
Cubrió al menos dos millas cuadradas sin ningún rastro de Ricky en
ninguna parte. Llamó a Tino para ver si había tenido más suerte, incluso
sabiendo que su hermano le habría avisado si hubiera visto al niño. En lugar de
darse por vencido, Jack dio la vuelta y condujo por el área de nuevo. Cuando
terminó donde había empezado, se detuvo para golpear con el puño el volante.
¿Dónde demonios podría estar Ricky?
Tal vez era hora de llamar a la policía y a la trabajadora social de Ricky.
Maldita sea, había esperado que no tener que llegar a eso. Llamó a Tino otra vez.
—Esto no nos está llevando a ninguna parte. Regresemos a casa y
llamemos a la caballería. Los policías tienen más recursos que nosotros. Cuanto
más esperemos para involucrarlos, más lejos se encontrará Ricky.
Antes de que Tino pudiera responder, el móvil de Jack indicó que tenía
otra llamada entrando. Cuando vio el número, maldijo incluso mientras el alivio
lo inundaba.
—Tengo que colgar. Ricky está llamando.
Contestó al segundo tono. —Chico, ¿dónde diablos estás?
La voz del chico sonaba temblorosa. —Lo siento, Jack. Sé que lo he jodido
de nuevo.
—Sí, lo hiciste, pero lo solucionaremos cuando lleguemos a casa. —Hizo
una pausa antes de hacer la única pregunta que tenía sus tripas atadas en nudos.
—Vas a venir a casa, ¿verdad?
Hubo mucho ruido de fondo proveniente del extremo de la llamada de
Ricky. Muchos autos o quizás camiones. Jack tuvo que escuchar con fuerza para
escuchar la respuesta del chico.
—Sí, si me dejas.
Jack dejó que algo de su ira y preocupación brillaran cuando él respondió.
—Diablos sí, te dejaré. Maldita sea, ambos sabemos que es ahí donde
perteneces. Ojalá pudiera atravesar tu dura cabezota. Puede que no hayamos
nacido como familia, pero nos hemos convertido en una de todos modos. ¿Lo
entiendes?
Contuvo el aliento y esperó a que el chico respondiera.
—Entendido, Jack.
Tal vez lo hacía. Jack esperaba que así fuera. No estaba seguro de cuánto
más de este terror podía manejar.
—¿Dónde estás? Iré a buscarte.
—Estoy en la estación de autobuses, pero ¿podrías darte prisa? Fui a ver a
mi madre esta mañana y me temo que mi padrastro me estará buscando. Él fue
quien me mandó al hospital.
Jack pisó el acelerador. —Voy en camino. Estaré ahí en menos de cinco
minutos.
Luego escuchó el chirrido de unos neumáticos, y Ricky gritó: —¡Joder,
Jack, ya está aquí!
Ahora no era el momento de entrar en pánico. Jack buscó la calma y el
control que siempre le daba su entrenamiento militar antes de partir en una
misión en lo más hondo de su ser. Siguió conduciendo con una sola mano,
mientras trató de darle al adolescente órdenes que podrían salvarle la vida
—Ricky, dirígete a la estación de autobuses. Quédate dentro donde haya
gente. Él no podrá hacerte daño allí.
Dios, por favor haz que eso sea verdad.
—¡Ricky! ¿Me has oído?
Él pudo haber escuchado el sonido de una carrera. Seguro que escuchó a
alguien gritar, pero no pudo distinguir una palabra de lo que se dijeron. Antes de
que pudiera exigir una actualización de Ricky, la línea se cortó. La rabia asesina
mezclada con el miedo por el chico le quemaba las venas. Si ese mal nacido le
ponía una mano encima a Ricky, tendría mucho que pagar.
Jack marcó el número de su hermano en la marcación rápida.
—Tino, creo que el bastardo que le rompió el brazo a Ricky lo alcanzó de
nuevo fuera de la estación de autobuses. Llama a la policía y luego lleva tu culo
allí. Voy a necesitar respaldo.
Su hermano sabía cuándo aceptar órdenes. —Lo haré. Estaré allí en cinco.
Era un poco más fácil respirar sabiendo que los refuerzos ya estaban en
camino, pero solo un poco. Jack entraba y salía del tráfico, que era liviano. Giró
la última esquina hacia la calle donde se encontraba la estación de autobuses.
Mientras conducía, hizo todo lo posible por escanear la zona en busca de Ricky.
Nada. No había señales del chico por ninguna parte. Quería creer que
Ricky lo había escuchado y había llegado a la relativa seguridad de la estación,
pero no había ninguna garantía de que ese fuera el caso. Jack se acercó a la acera
y pisó el freno. Sin molestarse en cerrar, salió corriendo del SUV y cruzó la calle
hacia el estacionamiento de la estación de autobuses. Todavía no había señales
del chico ni de nadie que pudiera haberlo visto. Hijo de puta, ¿dónde podría
estar?
Se dirigió hacia la estación, pero el vestíbulo estaba casi vacío. Jack se
acercó al mostrador.
—¿Un chico adolescente acaba de pasar por aquí?
El vendedor de tickets negó con la cabeza. —No que yo haya visto, pero
estuve trabajando hasta hace unos cinco minutos. El otro agente acaba de irse a
almorzar, así que no puedo preguntárselo.
Jack sacó una instantánea de Ricky en su celular. —Este es él. Su nombre
es Ricky Patton.
El hombre estudió la imagen. —Sabes, podría haber estado aquí antes. Me
preguntó sobre los autobuses a Portland. Le dije el horario, pero él no compró un
boleto. Sé que no estaba en el autobús que acaba de salir.
—Gracias. Si aparece, dile que espere aquí hasta que regrese.
A estas alturas, el agente estaba frunciendo el ceño a lo grande.
—¿Hay algún problema? ¿Eres un pariente suyo?
—Sí. —No era una mentira en lo que a Jack se refería. —Llamó para
decirme que alguien lo estaba acosando. Vine para asegurarme de que estaba
bien. —Jack garabateó su número de teléfono en un trozo de papel. —Llámame
si te enteras de algo o lo ves. —Se alejó sin esperar a que el hombre aceptara
llamar. Fuera, miró en ambas direcciones pero sin suerte.
Cuanto más duraba esto, más miedo tenía por el chico. Maldita sea, si
hubiera ido a verlo esa mañana en lugar de dirigirse al lugar de trabajo. Mejor
aún, si Ricky hubiera confiado en él lo suficiente como para decirle qué
demonios estaba pasando.
¿Y qué papel jugaba la madre de Ricky en todo este fiasco? ¿Qué había
hecho que hiciera que Ricky tomara las calles para vivir?
Jack tomó una dirección al azar y comenzó a correr lentamente, planeando
dar la vuelta al edificio. Justo después de un grupo de arbustos, vio una mochila
y algo de ropa que se derramaba sobre la hierba de una bolsa de basura. El
paquete no parecía familiar, pero eso no significaba nada. Si el chico había
estado planeando su escapada durante un tiempo, podría haberlo comprado sin
que la familia lo supiera. Abrió la mochila y sacó los dos artículos que estaban
en la parte de arriba de su contenido, la misma camiseta y el mismo jersey que le
habían comprado a Ricky en el partido la otra noche. Bien, eran del chico, así
que Jack se estaba moviendo en la dirección correcta.
Una camioneta familiar venía girando a la vuelta de la esquina. Jack saludó
a su hermano y corrió hacia él.
—Esta mañana, más temprano, estuvo en la estación de autobuses
revisando el horario. Le dije que me esperara adentro, pero él no está allí. Parece
que podría haber dejado caer sus cosas cuando vio a su padrastro y salió
corriendo. Me preocupa que el bastardo ya lo tenga.
Jack tenía una muy buena idea de lo que su hermano estaba pensando en
ese momento, y realmente esperaba que Tino nunca dirigiera ese tipo de ira fría
en su dirección. —¿Que necesitas que haga?
Antes de responder, Jack hizo una pausa para escuchar, sirenas, y cada vez
eran más fuertes. —Los policías están llegando. Espera y pon los en marcha
mientras sigo buscando.
—Lo haré. —Tino estacionó el camión y salió. Agarró el brazo de Jack
antes de que pudiera escapar. —Una cosa, Jack. Tu trabajo es proteger a Ricky,
lo que significa evitar que su padrastro lo lastime nuevamente. Es el trabajo del
sistema legal asegurarse de que el hombre pague por lo que le hizo al niño. No te
pongas en plan todo Rambo con su culo. Ricky te necesita en tu casa, no en la
cárcel por asalto.
Su hermano no le estaba diciendo a Jack nada que él no supiera ya, pero
las intenciones de Tino eran buenas. —Haré lo que sea necesario, pero no dejaré
que se salga de control.
Tino lo miró unos segundos antes de asentir. —Está bien, ve a buscar a tu
chico. Enviaré a los policías en tu dirección tan pronto como lleguen aquí.
Cuando Jack se fue por la calle a grandes zancadas pero a paso lento,
revisó cada rincón donde el chico podría haber caído o que su padrastro podría
haberlo arrinconado. Cuando llegó a la siguiente calle transversal, vio una
camioneta aparcada en un ángulo extraño a mitad de la cuadra a su izquierda.
Jack miró hacia atrás, hacia donde Tino esperaba y señaló en la dirección en que
se dirigía a continuación.
Cuando su hermano ondeó la mano, Jack aceleró el paso. Cuando llegó a la
camioneta, puso su mano sobre el capó. Todavía caliente, por lo que no había
estado allí por mucho tiempo, lo que hacía que fuese cada vez más probable que
estuviese en el camino correcto. El único problema ahora era averiguar hacia
dónde habían ido los dos desde allí.
Estaba apostando por el callejón al otro lado de la calle. Jack comenzó en
esa dirección cuando escuchó el inconfundible sonido de un puño que entraba en
contacto con carne, seguido inmediatamente de un grito de dolor. Él habría
reconocido esa voz en cualquier parte, Ricky. Había varios grandes contenedores
de basura esparcidos a lo largo del camino que le bloqueaban la vista de gran
parte del callejón. Puede que no fuera capaz de ver dónde estaban, pero podía
seguir el jaleo que estaban haciendo.
—¡Déjame ir!
Ricky sonaba asustado pero aún desafiante. Aguanta, chico. Ya voy.
Una voz más profunda gruñó en respuesta. —Te advertí que te mantuvieras
alejado de mi casa y de mi esposa. Pensé que te lo había dejado claro la última
vez que trataste de acercarte a hurtadillas a mis espaldas. Creo que esta vez
necesito romper más que tu brazo.
Ricky le gruñó al hombre. —Ella era mi madre antes de que te metieras en
nuestras vidas. Tengo derecho a verla si quiero.
Ese comentario fue seguido por otro golpe. —Pero ella no quiere verte
más, Ricky. Estamos construyendo una nueva vida juntos y no necesitamos el
pequeño pedazo de basura que ella ha estado arrastrando de su vida anterior.
Dios, no era de extrañar que Ricky no hubiera estado ansioso por contarle
a nadie sobre su familia. Al menos Jack estaba casi allí, con las manos apretadas
en puños y listo para la batalla. Llegó al segundo contenedor de basura justo a
tiempo para ver que el hombre golpeaba a Ricky otra vez, lo suficientemente
fuerte como para que la cabeza del chico rebotara contra la pared de ladrillo
detrás de él.
Jack gritó, —Detente ahora, y podrás vivir lo suficiente para que la policía
llegue aquí.
Cuando el hombre se giró para mirar a Jack, se las arregló para tirar de
Ricky estrangulándolo con su brazo envuelto alrededor del cuello del chico lo
suficientemente fuerte como para dificultarle respirar. Aun así, Ricky lanzó una
advertencia.
—Jack, quédate atrás. Lawrence está loco de remate.
Incluso mientras hablaba, Ricky luchó como un loco para liberarse,
logrando lanzar un par de patadas sólidas a las espinillas de su captor. Arañó los
brazos del hombre, sacando sangre con sus uñas. Lawrence maldijo y apretó
más fuerte al adolescente mientras éste se retorcía. Mientras tanto, miró a Jack.
—Señor, este es un asunto de familia. Este chico no es más que un
problema, y tengo el derecho de castigarlo como mejor me parezca. No sé quién
diablos es usted y no me importa, pero quédese fuera de esto.
Jack se acercó más. —Soy su tutor legal. Incluso si no lo fuera, evitaría
que nunca más lastimaras a Ricky. —Aunque era demasiado tarde para eso. La
mandíbula del chico ya estaba hinchándose donde el puño de Lawrence debió
haberle golpeado con una fuerza considerable. Cuando tiró del brazo de Ricky
hacia atrás, el chico hizo una mueca de dolor. Era el mismo que se había roto la
última vez que los dos se habían encontrado.
Lawrence no estaba comprando lo que Jack le decía. —No eres su
guardián, legal o de otro tipo. Sé con certeza que la madre de Ricky nunca dejó
la custodia del niño.
—Y los policías van a tener algunas preguntas para ella también. Ricky ha
estado viviendo con mi familia desde que salió del hospital, y sin embargo, nadie
ha abierto un informe de persona desaparecida sobre él. Creo que hay leyes
contra el abandono infantil.
El hombre todavía bramaba. —No había ninguna razón para involucrar a
los policías en un asunto familiar. Lo he estado buscando yo mismo. Puedes
preguntar por todos lados.
Ricky volvió a unirse a la conversación. —Sí, ha estado comprándole
drogas a un chico que conozco para que le informara si me veía.
—No le compré drogas a ese adicto. Él la compró por sí mismo. No puedo
controlar en lo que gasta el dinero.
Dios, ¿esto podría empeorar? Jack casi había llegado al final de su
paciencia. —No te mereces a un chico como Ricky. Te advierto en este momento
que lo dejes ir, o te arrepentirás del día en que naciste.
Lawrence arrastró a Ricky unos pasos atrás, tal vez preparándose para huir.
—Y yo le digo que se vaya, señor, o el chico no será el único con moretones y
huesos rotos.
Lawrence medía varios centímetros más que Jack y pesaba tal vez unos
catorce kilos más, pero era principalmente barriga cervecera. Tampoco había
sido entrenado por una de las fuerzas de combate más elitistas del mundo. Jack
sonrió a Lawrence, lo que claramente tomó al hombre por sorpresa.
—Deja ir a Ricky, y te dejaré caminar. —Sacudió la cabeza en dirección al
extremo del callejón donde podía ver el parpadeo de luces rojas y azules. —
Aunque considerando que los policías están a la vuelta de la esquina, te sugiero
correr. Demonios, incluso podrías llegar tan lejos como hasta tu camioneta si
realmente mueves el culo. De lo contrario, tú y yo bailaremos, y te prometo que
no te gustará cómo resultará eso.
Jack dejó caer sus manos a los costados, haciendo todo lo posible para
parecer como si no le importara, de una manera u otra, lo que el hombre
decidiera hacer. Mientras adoptaba esa postura, hizo contacto visual con Ricky y
lentamente miró hacia abajo, hacia el suelo, a los pies del niño. Luego esperó
para ver si su mensaje había sido captado. El chico se congeló por un breve
segundo, y luego, por primera vez, un poco de esperanza brilló en sus ojos.
—¡Suéltame! —Ricky gritó y renovó sus esfuerzos por escapar.
Después de patear a Lawrence en las espinillas de nuevo, él
repentinamente se relajó y cayó al suelo en un montón desmadejado. El
repentino cambio desequilibró a su padrastro, dándole a Jack la oportunidad que
necesitaba.
Antes de que el otro hombre pudiera montar cualquier tipo de defensa,
Jack estaba sobre él. Después de alejar a Lawrence de Ricky, Jack lo empujó de
cara contra la parte posterior del edificio. Levantó el brazo de Lawrence detrás
de su espalda lo suficientemente fuerte como para lastimarlo, pero sólo muy
cerca de hacer un daño real.
El hombre grande se retorció y se sacudió como un pez que lucha para
liberarse del sedal de un pescador, un flujo constante de amenazas y maldiciones
salían de su boca todo el tiempo.
Jack ignoró la diatriba. —Chico, ¿puedes levantarte? ¿Hay algo roto?
Ricky se puso en pie tambaleándose. Hizo una mueca cuando se frotó el
lado de la cara. —No lo creo.
—Bueno. Ve por el callejón hacia los policías que se dirigen hacia aquí.
Diles que tengo a Lawrence bajo control. Tino también estará cerca. Quédate con
él.
Tan pronto como el chico estuvo fuera del camino y fuera de su rango de
audiencia, Jack se inclinó cerca de la oreja de Lawrence. —No importa cómo
resulte esto hoy, Lawrence, si te acercas a ese chico otra vez, vivirás para
arrepentirte.
Tal vez Lawrence no había escuchado a la policía caminar hacia ellos, pero
los agresores nunca saben cuándo callarse. —No sé quién diablos te crees que
eres, pero voy a presentar cargos contra ti por asalto. Entonces voy a jurarle a los
policías que Ricky te convenció para hacerlo. Con suerte, acabará en una jaula
que es donde debería estar un animal como él. Si no lo hace, me aseguraré de
que se mantenga alejado de mi esposa permanentemente.
—Señor McShane, nos hacemos cargo desde aquí. Por favor, aléjese de él.
Jack miró por encima de su hombro y se sintió aliviado de ver a los
Detectives Daily y St. John entre los oficiales que habían respondido a la
llamada de Tino. Antes de soltar a Lawrence, quería que supieran exactamente
quién era el hombre y qué había hecho.
—Detective Daily, este imbécil es evidentemente el padrastro de Ricky,
Lawrence. Admitió frente a mí que fue él quien le rompió el brazo a Ricky que
lo envió al hospital. Ricky fue a visitar a su madre esta mañana, y ella volvió a
informar a Lawrence sobre el chico. —Luego levantó sus manos y dio un paso
atrás. —Sé que querrán tomarme declaración, pero necesito comprobar cómo
está Ricky. Les prometo que no iré a ninguna parte hasta que digan que puedo
irme.
St. John miró a su compañero antes de asentir. —Asegúrate que no lo hace.
Jack comenzó a caminar por el callejón, todavía estaba muy cerca de la
sobredosis de adrenalina debido a la pelea.
—McShane, espera.
Se volvió para esperar a que Daily lo alcanzara. Era difícil permanecer allí
cuando cada instinto que tenía lo empujaba a encontrarse con Ricky y asegurarse
de que el niño estuviera a salvo.
—Ricky está esperando en la calle con tu hermano, quien ya nos contó lo
que sucedió hoy. Quería que supieras que pedimos el coche de asistencia para
que los técnicos de emergencias puedan comprobar cómo está Ricky. También
tendrá que ser visto en la sala de emergencias. Queremos que todas las lesiones
estén bien documentadas en caso de que algo de esto acabe yendo a los
tribunales.
Jack asintió. —Me aseguraré de que Ricky comprenda bien por qué
tenemos que hacer esto bien. Después de que lo hayan visto, lo llevaremos a
casa. Ahí es donde estaremos si necesitan hablar con cualquiera de nosotros más
tarde.
Daily tomó una respiración profunda. —Para que conste, todos
escuchamos a ese tipo amenazar con asegurarse de que Ricky se mantuviera
alejado de su esposa permanentemente. Lo vamos a arrestar y presentar cargos
por asalto y cualquier otra cosa que podamos pensar para mantenerlo tras las
rejas. También querremos el nombre y la dirección de la madre, porque también
queremos tener una larga conversación con ella.
—Me aseguraré de que Ricky se lo dé.
Jack no estaba seguro de querer la información, no cuando necesitaba un
objetivo conveniente para su temperamento y no podía confiar en sí mismo para
recordar que no golpeaba a las mujeres. Ni siquiera una que se lo merecía. Se
detuvo y colocó ambas manos contra la pared mientras luchaba por recuperar el
control sobre sus emociones. Eventualmente, tendría que desahogarse de alguna
manera, pero por ahora tenía que ocultar su enojo no solo a los policías, sino
también a Ricky. El chico no necesitaba saber qué tan cerca estaba Jack de
romperle el cuello a su padrastro. El mundo estaría muchísimo mejor con un
bruto menos como Lawrence.
Finalmente llegó al final de la manzana y vio que el automóvil de
asistencia había llegado. Tino estaba esperando a que los técnicos de
emergencias del departamento de bomberos revisaran a Ricky por si estaba
herido. Al menos ya le habían dado una compresa de hielo para su rostro. Tal vez
eso mantendría baja la hinchazón. Eso esperaba.
Tan pronto como el adolescente vio a Jack, se levantó y sacudió la manta
que le habían puesto sobre los hombros. Jack se apresuró hacia el chico y lo
envolvió en sus brazos, teniendo cuidado de no estrujarlo innecesariamente.
Ricky enterró su rostro contra el pecho de Jack, sus estrechos hombros
temblaron por los efectos secundarios del brutal encuentro.
—Lo siento, Jack. Debería habértelo contado todo.
Su voz estaba amortiguada, pero no había duda de que estaba llorando.
—Sí, deberías haberlo hecho, pero entiendo por qué no lo hiciste. Nadie
quiere admitir que su familia es una mierda. He estado en esa situación yo
mismo.
Jack no tenía experiencia en consolar a los adolescentes angustiados, pero
a veces el simple contacto humano podía hacer milagros. Unos segundos más
tarde, Tino se les unió y puso una mano sobre el hombro de Jack y la otra sobre
el de Ricky. Al menos los policías y los Técnicos de Emergencias les
permitieron unos minutos de privacidad para recuperarse.
Finalmente, fue Ricky quien dio un paso atrás.
—Quieren llevarme al hospital para que me revisen. Les dije que tenía la
mandíbula magullada, no rota, pero la policía dijo que tenía que ir.
—Lo sé. —Jack pasó su brazo alrededor de los hombros de Ricky otra vez.
—Y para que lo sepas, probablemente también quieran tomar fotos. El Detective
Daily dijo que quieren documentar todo lo que sucedió tan cuidadosamente
como puedan. Planean acusar a Lawrence de asalto, y quieren todas las
evidencias que puedan reunir en caso de que vaya a juicio.
Ricky sollozó, probablemente un resto de su llanto. —¿Tendré que
testificar?
No tenía sentido mentir sobre eso. —Sí, es posible que tengas que hacerlo,
pero estaremos allí contigo en cada paso del camino. Sé que será difícil para ti,
pero todos queremos asegurarnos de que el bastardo nunca te ponga las manos
encima de nuevo.
—¿Y mi madre? ¿Qué pasará con ella?
Cuando Jack no respondió de inmediato, Ricky frunció el ceño y miró a
Tino y luego a Jack. ¿Qué podrían decir?
—Todo lo que sé con certeza es que los policías van a querer hablar con
ella sobre lo que ha estado sucediendo. Para empezar, querrán saber por qué no
denunció tu desaparición. Ya sabes, cosas por el estilo.
En ese momento, Ricky podría haber aparentado catorce años a primera
vista, pero esos ojos que le devolvían la mirada a Jack eran mucho más viejos.
—Ella y mi padre lo hicieron bien. Pero después de que él muriera, apenas
podía cuidar de sí misma. No había manera de que pudiera cuidarme también.
No la culpo por haber elegido a Lawrence antes que a mí. Al menos no tenía que
preocuparse de dónde vendría su próxima comida.
Tino finalmente se unió a la discusión. —Qué diablos, Ricky. Deberías
culparla. Ella es tu madre, por el amor de Dios.
Jack lo rechazó. —No ahora, Tino. Podemos hablar de todo eso más tarde.
Veamos lo que los policías quieren de nosotros ahora mismo y luego ve al
hospital.
Su hermano le tendió la mano. —Dame las llaves de tu SUV, y lo haré.
Al menos uno de ellos seguía pensando. —Antes le dije a Caitlyn que me
llamara, pero ¿le harías saber a mamá lo que está pasando? Dile que Ricky y yo
estaremos en el hospital.
—Dalo por hecho. Y, chico, ella estará muy contenta de que te hayamos
encontrado. Estaba preocupada.
Jack le arrojó las llaves. —Aparqué en la calle frente a la estación. De
camino, ¿puedes recoger la mochila del chico y la bolsa de plástico también?
Estaban tirados en unos arbustos al lado del edificio.
—Apuesta por ello. —Tino sonrió a Ricky. —Os veo a ambos pronto.
Mamá y yo también iremos al hospital, por si nos necesitas.
Gracias a Dios que su hermano había estado allí para ayudar. Lo último
que Jack quería en ese momento era dejar de estar al lado de Ricky, incluso por
el corto período de tiempo que le llevaría recuperar su automóvil.
—Nos vemos allí, ¿de acuerdo?
Se dio cuenta de que Ricky todavía estaba temblando y lo llevó de vuelta a
donde estaban los técnicos de emergencias médicas. Levantó la manta y la
envolvió alrededor de los hombros del chico.
—Mantenlo así. Hoy no hace frío, pero a veces los escalofríos son un
efecto secundario de enfrentar al enemigo.
Ricky se cubrió con la manta, su expresión era tan sombría. —Mi madre y
yo no estábamos muy bien antes de que Lawrence comenzara a husmear, pero lo
hizo todo mucho peor. Odio a ese tipo, Jack.
—No te culpo. Es un imbécil importante. Solo un matón de proporciones
épicas usaría sus puños contra un chico. —Bajó la voz antes de continuar. —Ver
a Lawrence fue como un recuerdo de cuando yo era un niño. Mi viejo, su
hermano y mi abuelo eran como él.
Los ojos de Ricky se agrandaron. —¿Y tu madre?
No tenía sentido ocultarlo ahora.
—Ella se fue cuando yo era un niño. La única forma en que mi padre la
dejara ir era si ella me dejaba atrás. Nunca la culpé por marcharse mientras pudo.
—Luego negó con la cabeza. —No, eso no es cierto en absoluto. La culpé
entonces, y la culpo ahora. Ella sabía cómo sería mi vida con él, y de todos
modos me dejó allí.
La mirada de niño perdido en la cara de Ricky se desvaneció
convirtiéndose en una de sombría aceptación. —A veces realmente odio a mi
madre. Pero después de esta mañana, no siento nada por ella de una manera u
otra. Es como si ya no existiera en mi vida.
—Es su pérdida, Ricky. —Jack abrazó al chico de nuevo, manteniendo su
agarre suave pero firme. —Y no olvides que tienes otras personas que te quieren
ahora: mi madre, mi hermano, Caitlyn y yo. Puede que no sea lo mismo, pero es
real.
Vio que los dos detectives se dirigían hacia ellos casi al mismo tiempo que
Tino se detenía en el SUV de Jack.
—Veamos qué tienen que decir estos tipos, y luego te llevaré al hospital.
Ricky miró a los policías con preocupación, pero se mantuvo firme. —¿Y
luego puedo ir a casa contigo?
—¿A dónde más ibas a ir? También es tu hogar.
Evidentemente, eso era lo correcto, porque por primera vez, Ricky parecía
esperanzado. —¿Crees que podríamos pedir pizza?
—Tal vez mañana por la noche. Supongo que mamá estará cocinando
como una loca. Siempre lo hace cuando está preocupada por uno de sus chicos.
Los ojos de Ricky se llenaron de lágrimas otra vez. —¿Y yo soy realmente
uno de sus chicos?
Como si Jack y Marlene no hubieran hecho todo lo posible durante las
últimas semanas para dejarle eso en claro. Obviamente, Ricky todavía necesitaba
que le aseguraran que no era solo un niño extraviado que se habían llevado a
casa, que ahora era un verdadero miembro de la familia. El hombro de Jack
golpeó al chico un poco más fuerte que de costumbre para enfatizarlo.
—Sí, tuviste suerte. Ahora perteneces a la pandilla Lukash como Tino,
Mikhail y yo.
Luego, juntos, se volvieron y esperaron a la policía.
Capítulo Veinte
Traducido Por Nad!
Corregido Por Nyx

Caitlyn se dirigió hacia la puerta principal de la casa de Marlene. Por lo
que ella sabía, ella y Jack no habían hecho ningún plan acerca de esta noche,
pero quería asegurarse de que todo estuviera bien. Ella había intentado
devolverle la llamada a Jack durante un par de descansos en el trabajo, pero éste
no había respondido. Normalmente no se habría preocupado, pero había
escuchado una nota tan extraña en su voz cuando le había dejado un mensaje
antes.
Levantó la mano para llamar al timbre cuando un fuerte estruendo la
sobresaltó. Parecía que provenía del anexo. Cuando fue seguido de cerca por
otro aún más ruidoso, decidió investigar. Moviéndose cautelosamente, regresó al
viejo departamento de garaje que compartían Jack y sus hermanos. No había
señal de nadie fuera.
Entonces captó un movimiento por el rabillo del ojo. Justo cuando volteó
la cabeza para mirar hacia la ventana lateral del garaje, algo pasó volando por
dentro y terminó con otro estruendo. ¿Qué estaba pasando? ¿Alguien había
irrumpido en el lugar? No parecía probable cuando tanto el SUV de Jack como
la vieja camioneta de su padre estaban estacionados en el frente.
Ella se acercó más a la ventana para mirar adentro y al instante deseó no
haberlo hecho. Era Jack quien destrozaba el lugar. Mientras ella miraba, él lanzó
una mancuerna de colores brillantes a través de la habitación. Incluso con la
pared del garaje de por medio, podía oírlo vocear maldiciones mientras arrojaba
otra inmediatamente al siguiente estante. Luego él comenzó con los discos de su
conjunto de pesas, arrojándolos uno tras otro.
Mientras ella miraba, su piel se volvió fría a pesar del calor del sol de la
tarde. Si no fuera por el color familiar de su cabello y el hecho de que este era su
hogar, no estaba segura de haber reconocido a Jack en absoluto. Su rostro se
contorsionaba con absoluta furia mientras continuaba destrozando el lugar. Se
apartó de la ventana, esperando escapar antes de que él la viera.
¿Cómo le había ocultado Jack este lado de su personalidad? El sabor
familiar de la desilusión y el miedo la ponían enferma. Dios, ¿ella nunca
aprendería? Josh había sido de la misma manera, todo encanto y buena
apariencia hasta que algo disparaba su temperamento. ¿Cuántas veces había
explotado en un altercado cuando algo insignificante no había salido a su
manera? La mayoría de las veces no había sido por algo que ella hubiera hecho;
simplemente acababa siendo el objetivo más cercano de su enojo.
¿Qué había puesto a Jack así? ¿Y dónde estaban todos los demás?
Seguramente si Tino o Marlene supieran que Jack estaba fuera de control de esta
manera, estarían tratando de detenerlo. Bueno, tal vez no Marlene. Ella no era lo
suficientemente grande como para hacerle frente al tamaño de un hombre como
Jack, pero seguramente Tino podría hacer lago. ¿Y dónde estaba Ricky?
El temor por el adolescente la hizo correr por el camino de entrada para
ver si había alguien en la casa.
Caitlyn abrió la puerta trasera y gritó: —¡Marlene! ¿Hay alguien en casa?
Sin respuesta. Entró y se detuvo para cerrar la puerta tras de sí. No
mantendría a Jack fuera si dejaba el anexo, pero podría retrasarlo lo suficiente
como para que ella escapara por el frente. Después de revisar rápidamente el
primer piso, se dirigió hacia las escaleras donde estaban ubicadas las
habitaciones.
Fue un alivio encontrarlos todos vacíos. En lugar de quedarse, rápidamente
bajó corriendo las escaleras y salió por la puerta principal. Una vez que llegó a
su automóvil, entró y cerró las puertas. ¿Qué debería hacer ella ahora? ¿Debería
llamar al asistente social de Ricky y contarle lo que estaba pasando? Ese era su
deber si honestamente pensaba que el adolescente estaba en un potencial peligro
por parte de Jack.
Ella miró fijamente su teléfono pero no pudo obligarse a marcar el número.
¿Qué podría decir? ¿Qué ella lo había visto arrojar algunas cosas, que él estaba
volcando su ira contra algunos objetos, no contra las personas? No era como si
alguien más hubiera estado presente para presenciar la demostración de
malhumor excepto ella. No, sin conocer los hechos, fácilmente podría hacer más
daño que bien, no solo a Jack sino también a Ricky. Si el trabajador social lo
sacaba de esta casa, quién sabía dónde terminaría acto seguido.
Luego estaba el hecho de que ella se preocupaba por Jack. No, esa era una
palabra demasiado débil para lo que sentía por el hombre. Ella lo amaba, y él
también la amaba. Su corazón lo sabía, incluso si aún no lo hubieran admitido.
Además, confiaba en él. Eso lo supo desde el principio.
Sí, de vez en cuando admitía que a veces se le iba la cabeza cuando se
trataba de Ricky y sus problemas. Por su propia experiencia como maestra, sabía
que la mayoría de los padres se sentían de esa manera a veces. Eso no
significaba que no estuvieran haciendo un buen trabajo criando a sus hijos. Eso
mismo era cierto en Jack, incluso si él no era el padre biológico del niño.
También estaba claro que al adolescente le gustaba Jack y lo admiraba. Un chico
de la calle como Ricky no confiaba fácilmente, y Jack se había ganado el respeto
del muchacho.
Por lo que ella había visto, el hombre era increíblemente paciente con
Ricky, pero eso no significaba tampoco que fuese demasiado blanco con el
chicho. Si Ricky cruzaba la línea, como el día en que se había ido sin llamar,
Jack le había dejado ver que no estaba contento con su comportamiento o las
decisiones que había tomado. También se había asegurado de hacerle saber a
Ricky que todos cometían errores y que habría consecuencias. Aún recordaba lo
sorprendido que había estado Ricky de que Jack no lo hubiera arrojado a la calle.
— ¿Entonces qué debo hacer?
A pesar de que hizo la pregunta en voz alta, ella era la única que podía
responderla. Considerándolo todo, tenía dos opciones. Podía dejar que las
cicatrices de su pasado gobernaran sus emociones, lo que significaba llamar a la
asistente social sin saber realmente qué estaba pasando. Su segunda opción era
confiar en sus instintos que le decían que Jack era el hombre bueno que ella creía
que era, lo que significaba que debería darle la oportunidad de explicarlo.
Si no le gustaba lo que él tenía que decirle, bueno, aún podría hacer esa
llamada.
Rezando por estar haciendo lo correcto, Caitlyn abrió la puerta del coche,
marchó de regreso al camino de acceso al anexo antes de que se arrepintiera.
Respiró hondo cuando llamó a la puerta y esperó a ver qué pasaba después.
Cuando Jack no respondió, ella presionó su oreja contra la puerta y
escuchó. No más choques o maldiciones. Después de tocar de nuevo, abrió la
puerta lo suficiente como para ver la habitación del otro lado.
—¿Jack?
Sin respuesta.
Ella estaba bastante segura de que él estaba allí en alguna parte. De hecho,
ahora podía escucharlo respirando con dificultad, como si hubiera estado
corriendo una carrera larga y dura, y todo fuera cuesta arriba. Abrió la puerta del
todo para ver más de la habitación. Al principio no lo vio, pero luego observó
sus piernas en el suelo al otro lado del sofá.
Su preocupación por Jack anuló lo último de su cautela. Ella entró de
puntillas en la habitación, que parecía como si un tornado hubiera atravesado el
lugar.
—Jack, ¿estás bien?
—Oh, sí, estoy excelente. ¿No puedes decirlo?
Su voz era pura grava, pero al menos él había respondido. Dio un paso
alrededor de las pesas dispersas y otras cosas que él había arrojado al suelo.
Cuando finalmente lo vio, ella jadeo. Parecía haber envejecido diez años desde
ayer, y sus bonitos ojos verdes parecían mirar directamente al infierno.
—¿Qué paso aquí, Jack?
Él se rio, pero no fue un sonido feliz. —¿Cuál es el problema Caitlyn, no
te gusta lo que he hecho con el lugar? Trabajé tan duro en ello también.
Ella ignoro su sarcasmo. —Si no quieres decirme porque rompiste el lugar,
al menos dime que Ricky está bien.
Porque estaba claro que algo horrible le había sucedido al chico. Ella no
podía imaginar que alguna otra cosa hubiera dejado a Jack así.
—Lo estará, no gracias a mí.
Jack levanto sus rodillas y escondió su rostro sobre sus brazos cruzados. —
Ha vuelto al hospital.
Caitlyn se derrumbó en el suelo junto a él. Moviéndose lentamente, ella
acaricio la parte posterior de su cabeza. —Háblame. Dime que pasó.
El silencio se prolongó durante lo que pareció una eternidad. Finalmente,
levanto la cabeza y agitó su mano para señalar el desorden en la habitación. —
Deberías irte, Caitlyn. No te dejes atrapar en el caos que me sigue a todos lados.
Sus ojos se veían un poco salvajes, pero ella no se retiraría ahora.
Moviendo su mano en círculos lentos sobre su espalda, mantuvo la voz tranquila.
—Repito, dime que pasó. No puedo ayudarte si no me hablas.
Jack apartó su mano mientras se ponía de pie y comenzaba a caminar de
un lado a otro en la pequeña superficie del suelo que estaba libre de escombros.
—Ricky se fue antes del amanecer esta mañana. La pequeña mierda empacó un
montón de su ropa, otras cosas y luego simplemente desapareció. —Él hizo una
pausa para mirar por la ventana. —Debería haber sabido que algo andaba mal
cuando no se levantó para ir al sitio de trabajo conmigo. Mamá dijo que lo había
escuchado moverse un par de veces durante la noche. Pensamos que tal vez se
sentía mal o algo así. Entonces, en lugar de ir arriba y comprobarlo como
debería, me fui a trabajar como si nada pasara.
No era de extrañar que se estuviera castigando a sí mismo. —Jack, no
podías haber sabido que se iría así. No eres lector de mentes. Por el amor de
Dios, cualquiera podía ver que había sido feliz viviendo aquí contigo y tu
madre.
Los anchos hombros de Jack estaban rígidos por la tensión. —Es justo eso.
En cierto modo, lo sabía, Caitlyn. Siempre me he preguntado si se iría una vez
que el yeso no estuviera en su brazo, y él pudiera cuidarse de nuevo. Ayer por la
tarde, él, Tino yo pusimos a punto la camioneta de papá juntos. Le estábamos
enseñando de la misma manera que Joe nos enseñó a nosotros. Todo fue bien
hasta el final. Entonces fue como si alguien hubiera accionado un interruptor, y
el chico se alejó. No dijo qué le molestaba, y yo no pregunté. Parecía distraído
toda la noche.
—Nuevamente, Jack, no podías haber sabido lo que estaba pensando.
Algo del temperamento de Jack regresó rugiendo. —No me pongas
excusas. Debería haberlo sabido… debería haber hecho algo… cualquier cosa
que hubiera evitado que el bastardo de su padrastro pusiera sus manos sobre
Ricky otra vez.
Oh, querido Dios, no le extrañaba que Jack pareciera tan destrozado por
dentro. Su propio corazón se dolía, tanto por el chico en el hospital como por el
hombre parado frente a ella. Nunca había visto a alguien tan necesitado de un
abrazo, incluso si fuera la última persona en la tierra en admitirlo. Levantándose
del piso, se unió a él en la ventana. Incluso sin tocarlo, podía sentir las oleadas
de calor y frustración que emanaban de su cuerpo.
—Entonces, ¿Cómo lo encontró el hombre?
Jack se metió las manos en los bolsillos. —Tal como sospechábamos, la
madre de Ricky vive en la zona, pero su verdadero padre murió hace varios años.
Los dos lucharon financieramente después de su muerte. Por lo que sabemos, se
casó con este tipo, Lawrence, quien los arrastró aquí desde California. Como
sucede con demasiada frecuencia, al hombre le gustaba la mujer pero no su hijo.
Cuando ella tuvo que elegir entre ellos, eligió el boleto de la comida en lugar de
a su hijo. Para asegurarse de que Ricky recibiera el mensaje de que ya no lo
querían en la fabulosa nueva vida que ellos estaban construyendo juntos,
Lawrence casi mató al chico. Fue entonces cuando Ricky terminó en el hospital
la última vez.
Ahora Caitlyn estaba furiosa. —¿Qué clase de monstruo elegiría a un
animal como ese hombre por encima de su propio hijo?
—No todos son tan fuertes como tú.
—No vayas a poner excusas por ella, Jack. Daría cualquier cosa, cualquier
cosa, por tener un hijo como él, pero esa mujer arrojó a Ricky como si fuera un
pedazo de basura.
Ahora era ella la que necesitaba un abrazo, pero Jack envolvió sus brazos
sobre su pecho y se movió más lejos de ella. —Larga historia, en pocas palabras,
Ricky fue a verla esta mañana para darle una última oportunidad de dar un paso
adelante y ser su madre de verdad otra vez. Creo que él sabía cuál sería el
resultado, pero es difícil renunciar a los padres para siempre, sin importar cuán
horribles sean. Fiel a su forma, la mujer lo ahuyentó y luego llamó a su nuevo
marido para avisarle que Ricky había regresado.
La temperatura de la habitación parecía haber bajado veinte grados. —
Atrapo a Ricky, ¿no?
No es que ella realmente necesitara preguntar. La respuesta estaba escrita
en el sombrío conjunto de la boca de Jack y el dolor de sus ojos. —Lo hizo, pero
no antes de que Ricky me llamara para ir a buscarlo. Para el momento en que los
rastreé, el tipo ya lo había golpeado un poco, pero logré sacarlo de encima del
chico. Mi hermano llamó a la policía, que se llevó al bastardo bajo arresto.
—¿Cómo de grave son las heridas de Ricky?
—Tiene la mandíbula hinchada y una conmoción cerebral junto con una
nueva cosecha de hematomas. Los policías están presentando cargos contra la
madre y el padrastro, por lo que querían que los médicos hicieran una evaluación
completa de las lesiones de Ricky. Los doctores también querían mantenerlo
durante la noche en observación para asegurarse de que la conmoción cerebral
no sea grave. Mamá y Tino están con él ahora mismo. —Echó un vistazo al
desastre detrás de ellos. —Me contuve hasta que lo ingresaron, pero luego tenía
que escapar antes de que perdiera el control por completo.
—¿Estás bien?
—No, así que necesitas irte. No soy seguro para tenerme cerca, que es lo
que le contaré a la asistente social de Ricky cuando llame.
Caitlyn lo agarró del brazo. —No hagas eso, Jack, al menos no hasta que
hayas tenido tiempo para pensarlo.
—No hay nada que pensar. —Él miró su mano sobre su brazo como si
fuera una especie de parasito. —Los hombres de mi familia, mi verdadera
familia, eran poco mejores que animales. No soy diferente.
¿Estaba loco? Su culpa por haber considerado llamar ella misma a la
señora Harkens, la trabajadora social, solo alimentaba su temperamento. —Eso
es una mierda, Jack McShane, y ambos lo sabemos. Eres un buen hombre, el
mejor que he conocido. Me siento segura contigo. Después de casarme con un
bastardo como Josh, ¿sabes lo difícil que fue para mí dejar que alguien se
acercara a mi otra vez?
Él claramente no estaba de humor para escucharlo. —Pero…
Ella lo detuvo. —No hay peros, Jack. Si fueras como los otros hombres de
tu familia, nunca hubieses aceptado a un chico como Ricky en primer lugar, y
esa gente nunca fue tu verdadera familia de todos modos. Si no fueras tan buen
hombre, Marlene y Tino no te amarían tanto como lo hacen.
Jack negaba con la cabeza. —Pero no mantuve a Ricky a salvo. Iba a irse.
—Y duele saber eso, Jack, pero es un chico. Los dos sabemos que no
siempre piensan bien. Cuando lo hizo, ¿a quién llamo para que fuera a buscarlo?
Tú, Jack, nadie más. Él sabía que eras la única persona en el mundo que vendría
corriendo sin importar nada, la única persona que lo entiende mejor que nadie.
Sus ojos se veían tan sombríos. —Si eso es cierto, ¿por qué se fue en
primer lugar? ¿Por qué no confió en mí para ayudarlo a lidiar con su madre y su
padrastro?
Claramente él pensó que esa era su carta de triunfo. Ella no lo estaba
comprando, ni por un segundo. —Te diré por qué. Es porque la persona que
debería amarlo más, la que debería quererlo sin importar cuán mal se pusieran
las cosas, le dijo que no era digno de quedarse allí. Ese tipo de rechazo puede
arruinarte de muchas maneras.
Jack se burló. —¿Cómo podrías saberlo? Tus padres podrían estar de tu
parte para que salieras en citas otra vez, pero tú nunca, ni una sola vez, dijiste
que no te amarán.
Un eco de dolor familiar se instaló en su pecho cuando le arrancó la costra
de una herida que en realidad nunca había cicatrizado. —Los padres no son las
únicas personas que deben amarte sin importar nada. No olvides que los votos
matrimoniales dicen algo sobre en la riqueza y en la pobreza, y sobre enla
enfermedad y en la salud.
Los ojos de Jack se agrandaron. —¿Qué estás diciendo?
Ella se obligó a mirarlo a los ojos mientras envolvía sus brazos alrededor
de su abdomen para proteger a un niño que ya no estaba allí. —Ya te dije que
Josh nunca pensó que yo estuviera a la altura de su idea de lo que debería ser una
esposa y que incluso había hablado con un abogado sobre mis opciones. Lo que
no te dije es que estaba embarazada. Dios, Josh estaba tan orgulloso de sí mismo.
Iba a ser padre, tener un hijo, comenzar su propia dinastía. —Las lágrimas
vinieron como siempre cuando ella se permitía pensar en el peor momento de su
vida. —Entonces aborté. Las cosas fueron de mal en peor, y tuvieron que
hacerme una histerectomía de emergencia para salvar mi vida.
Los ojos de Jack se endurecieron adoptando un color jade oscuro. —¿Qué
hizo el bastardo?
—Él solicitó el divorcio mientras yo todavía estaba en el hospital. Dijo que
necesitaba una mujer completa, no una que no pudiera proporcionarle un hijo.
—¡Ese hijo de puta! Él no se merecía una mujer como tú.
—Me tomó un tiempo darme cuenta de eso, pero finalmente lo hice.—
Cuando los fuertes brazos de Jack la abrazaron, ella soltó una respiración
temblorosa y luego forzó una sonrisa. —Entonces, cuando digo que un rechazo a
ese nivel a veces hace que sea difícil hacer lo inteligente, sé de lo que estoy
hablando. Por ejemplo, debería haberte dicho que te amo antes, pero tenía miedo
de permitir que alguien volviera a tener tanto poder sobre mí.—Luego ella se
levantó lo suficiente como besar a Jack en los labios. —Lo siento, no quise soltar
todo eso sin previo aviso. Ahora, voy a ver a Ricky al hospital. Necesitará todas
las caras conocidas a su alrededor para que él pueda conseguir avanzar ahora
mismo.
Luego ella se alejó, demasiado dolorosamente consciente de que cuando le
dijo a Jack que lo amaba, él no había dicho una palabra en respuesta. Eso no era
una sorpresa. Incluso si él hubiera albergado algunos sentimientos por ella, ¿qué
hombre querría una mujer que no podía darle hijos?
Ella recorrió todo el camino hasta su automóvil antes de verlo ir tras ella.
No había nada más que decir, entonces Caitlyn encendió el motor y se alejó.
Capítulo Veintiuno
Traducido Por Nad!
Corregido Por Nyx

Jack vio el coche de Caitlyn desaparecer por la calle y se maldijo a sí
mismo por ser un tonto. Acababa de dejar que lo mejor que le había pasado se
fuera sin hacer nada para detenerla. Sí, todo lo que ella acababa de decirle le
había dejado con la sensación de haber sido golpeado en la cabeza con un cuatro
por cuatro, pero aún debería haber hecho algo, haber dicho algo.
Rastrear a su ex marido y golpearlo durante un rato no cambiaría nada para
Caitlyn, pero Jack se sentiría mejor al saber que alguien había hecho pagar al
bastardo por hacerla sentir como algo menos que increíble. Como él había dicho,
Josh no se la merecía; Jack tampoco estaba seguro de hacerlo de hecho. Aun así,
ella lo había visto en su peor momento y no había escapado. Al menos hasta que
él falló al no ser capaz de aceptar el obsequio que ella casi le había entregado en
bandeja de plata.
Ella lo amaba.
Inseguro de qué hacer con esa noticia en particular, regresó al anexo. Tenía
un desastre para limpiar, y no estaba hablando del que había hecho al destrozar
el lugar. Tal vez podría darle sentido a lo que debería hacer a continuación
mientras recolocaba el gimnasio.
Había recogido la mitad del desastre cuando se abrió la puerta detrás de él.
Era demasiado esperar que fuera Caitlyn, pero su hermano estaba parado en la
entrada.
Tino inspeccionó la habitación y negó con la cabeza. —Dime que no
tiraste el piso de arriba también, porque no seré feliz si tengo que dormir en el
suelo.
Jack volvió a barrer los pedazos del jarrón que había derribado. —No, no
lo hice. Casi me quedé sin fuerzas cuando me quedé sin pesas para tirar.
—En caso de que estés interesado, Ricky ha estado preguntando por ti.
Caitlyn le dijo que tenías algunas cosas de qué ocuparte, pero que no tardarías en
presentarte.
Tino se sentó en el banco de pesas, luciendo casi tan cansado como Jack.
—Ella no estaba equivocada acerca de eso, ¿verdad? Porque te digo que el chico
parece bastante malditamente asustado en esa cama de hospital. Cada vez que
alguien pasa por la puerta, él revisa para ver si eres tú.
Jack vació el recogedor en la basura y lo guardó junto con la escoba.
Después de buscar algo más que hacer, cualquier cosa que lo mantuviera
demasiado ocupado para pensar, finalmente se dio por vencido y se sentó.
—Realmente lo jodí todo, Tino.
Su hermano bufó. —Solo hay una cosa que has hecho mal hoy, Jack. Ricky
es el que está en el hospital con una mandíbula hinchada y un gran dolor de
cabeza, y tú te sientas aquí con tu propia fiesta de compasión privada. Ese chico
te necesita en el hospital, no aquí sentado sobre tu trasero.
Era hora de algunas verdades duras. —No estoy tan seguro de eso. Quería
matar a ese tipo por lastimar a Ricky de nuevo.
Tino se pasó la mano por la cara, una señal de que el día de hoy tampoco
había sido fácil para él. —Pero no lo hiciste. Le impediste lastimar a Ricky más
de lo que ya lo había hecho y luego dejaste que la policía se hiciera cargo.
Jack levantó su dedo índice y su pulgar mostrando aproximadamente un
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cuarto de pulgada entre ellos. —Pero estuve así de cerca de perder el control.
La risa de su hermano fue dura. —Yo también, Jack. Y te digo que en este
momento, esos dos detectives también querían un pedazo de Lawrence.
Entonces, si es un crimen querer darle al padrastro de Ricky una buena patada en
el culo a la antigua, entonces todos nosotros habríamos sido culpables.
Entonces Tino se levantó y se unió a Jack en el sofá. —Ambos sabemos
que mucho de lo que le sucedió a Ricky ha sido una explosión no deseada del
pasado para ti. Lo entiendo. Demonios, he tenido algunos flashbacks propios.
Pero en este momento, esto no se trata de ninguno de nosotros. Se trata de Ricky
y de lo que él necesita, y lo que necesita eres tú.
Jack se inclinó hacia atrás y cerró brevemente sus ojos. Tino no le estaba
diciendo nada que él no supiera. Él también necesitaba arreglar las cosas con
Caitlyn, pero no estaba listo para hablar de eso. Ella necesitaba ser la primera en
escuchar lo que él sentía por ella. Entonces, de vuelta al asunto en cuestión.
—Quiero estar allí para el chico como Joe estuvo allí para mí. Mejor aún,
realmente desearía que Joe estuviera aquí para los dos en este momento.
Tino dejó escapar un gran suspiro. —Sí, lo extraño también. A veces finjo
que está sentado a mi lado y diciéndome lo que necesito escuchar.
Los dos hermanos se sumieron en el silencio, cada uno perdido en sus
propios recuerdos de Joe Lukash. Entonces, lo que el abogado de Joe había
dicho ese día en su oficina apareció en la mente de Jack. Algo sobre aferrarse a
las cartas que Joe les había dejado hasta el momento en que más desearan que
Joe estuviera allí para ayudarlos a lidiar con algo importante en sus vidas.
Él saltó del sofá y se dirigió a su habitación. Sacó la carta del cajón de la
cómoda y luego se sentó en la cama. Su instinto le decía que este era el momento
adecuado para leer la carta. Al mismo tiempo, era reacio a abrir el sobre.
Tino lo había seguido por las escaleras. —Adelante, léelo, Jack. ¿Qué
puede doler?
—Sé que esto suena estúpido, pero me da miedo ver lo que tenía que
decirme. Sin mencionar que casi siento que me estaría despidiendo de él otra
vez.
Su hermano se encogió de hombros. —Tú decides. Voy a tomar una ducha
rápida. Si no vas a regresar al hospital pronto, tendré que ir a relevar a mamá.
Jack esperó hasta que escuchó el agua correr en la ducha antes de
finalmente abrir el sobre, teniendo cuidado de no romperlo. Después de
desplegar la única hoja de papel que estaba cubierta con la escritura prolija y
familiar de Joe, leyó por encima el contenido y luego volvió a la parte superior
para volver a leerlo con más cuidado. Era difícil enfocarse a través del brillo de
las lágrimas en sus ojos, pero eso no importaba. Abrazaba cada palabra que Joe
había escrito allí para que él lo leyera.

Querido Jack,
Si estás leyendo esto, bueno, ambos sabemos que ya no estoy ahí. Lo
siento por eso. He pensado mucho sobre lo que me gustaría decirte si solo
tuviera una última oportunidad para ofrecerte un consejo.
Así que, aquí va: date un descanso, chico. Tú no eres tu padre y nunca lo
has sido.
Todo el mundo tiene una mezcla de características. Algo bueno, algo malo.
Algunos lo adquieren por el camino. Otros lo tienen programado en sus genes.
Solo recuerda que lo que importa es lo que haces con esas características.
Sí, tienes un temperamento. Vaya cosa. También lo tuve yo, aunque mi
fusible era un poco más largo que el tuyo. Lo importante para recordar es que ni
una sola vez en toda tú vida usaste ese temperamento contra alguien más
pequeño o más débil que tú.
Aprendiste a enfocar tu intensidad de maneras seguras, algo que tu viejo
nunca hubiera pensado en intentar hacer. Supongo que los hombres y mujeres
con los que serviste estaban muy contentos de tener a alguien como tú luchando
a su lado.
Cuando dudes de ti mismo, piensa en las vidas que has salvado, en las
personas indefensas que has protegido y en todas las personas que te quieren,
como yo. Estaba orgulloso de ser tu padre.
Con amor, Joe

Después de leer la carta por tercera vez, la dobló y la deslizó dentro del
sobre. Miró hacia el techo como si fuera el lugar donde el hombre que eligió ser
su padre estuviera esperando escuchar la respuesta de Jack.
—Mensaje recibido, papá. Yo también te amo. Desearía que estuvieras
aquí para conocer a Caitlyn y a Ricky. Voy a pedirles a ambos que sean mi
familia, al igual que tú y mamá me pidieron que fuera parte de la que estaban
construyendo. Deséame suerte.
Luego agarró las llaves de su auto y golpeó el suelo en una carrera.

Marlene recogió su bolso. —Dado que Caitlyn está aquí, Ricky, voy a ir a
casa a ver cómo están Jack y Tino antes de tomar una larga siesta. Uno de
nosotros volverá a relevarla pronto.
El chico negó con la cabeza. —Estaré bien solo. Tú también deberías irte,
Caitlyn.
Las dos mujeres intercambiaron una mirada por encima de la cabeza del
chico. Como si alguna de ellas lo fuese a dejar solo así. Marlene le dio una
palmadita en el brazo. —No seas tonto, Ricky. Nadie te va a dejar solo. Así no es
cómo funciona la familia.
Ella volvió su atención a Caitlyn. —Me gustaría hablar contigo en el
pasillo por un minuto si te parece bien.
No había manera de negarse ante la mujer mayor, pero Caitlyn no estaba
por escuchar lo que Marlene quería decirle. Por otro lado, si preguntaba por
Jack, no quería ser ella quien le dijera que se había vuelto loco en casa.
—Vuelvo enseguida, Ricky.
Él gruñó en respuesta y cerró los ojos. Ella siguió a Marlene al pasillo.
Como de costumbre, la madre de Jack fue directa al grano. —Cuando pasaste
por casa, supongo que Jack hizo algo para molestarte, quizás lo viste
desahogando su ira por lo que le pasó a Ricky.
No tenía sentido negarlo. —Estaba lanzado por el aire sus pesas en el
anexo cuando llegué allí.
Marlene suspiró y miró hacia la oscuridad creciente fuera de la ventana al
final del pasillo. Preocuparse por su hijo y por el niño que yacía en la cama del
hospital al fondo del pasillo la hacía parece más vieja de lo que era. —Jack
siempre ha sido tan duro consigo mismo. Nada de esto fue su culpa. Pero
conociendo a mi hijo, él se echará toda la culpa de lo que salió mal. Estoy
realmente sorprendida de que se haya contenido todo el tiempo que lo hizo.—
Sacudió su cabeza. —Sospecho que verlo fuera de control de esa manera
probablemente te asustó un poco.
Caitlyn no le mentiría a la otra mujer, que amaba a Jack tanto como ella.
—Un poco. De hecho, revisé tu casa para asegurarme de que todos estuvieran a
salvo, pero en ese momento no sabía qué había sucedido. Casi me fui, pero luego
me di cuenta de que Jack no debería estar solo. Me costó un poco, pero
finalmente conseguí que me dijera qué sucedió. Después, hice mi mejor esfuerzo
para convencerlo de que no podía haber sabido lo que Ricky iba a hacer.
Marlene se rio un poco. —Me imagino que no estuvo de acuerdo. Lo juro,
no importa lo duro que Joe y yo hemos trabajado para hacerle darse cuenta de
que él no se parece en nada a su abuelo o a su padre, todavía espera resultar ser
como ellos. Para que conste, esta es la primera vez que yo sepa que pierde los
papeles así en más de diez años. Ha pasado por muchas cosas en los últimos
meses, perdiendo su carrera, perdiendo a Joe y luego casi perdiendo a Ricky
también.
Caitlyn entendía demasiado bien lo difícil que era mantener tu vida unida
cuando todas las pérdidas seguían sumándose. —Le dije que personas como su
padre y su abuelo nunca habrían alzado una mano para ayudar a Ricky en primer
lugar y que no les habría importado lo que le sucedió hoy. Jack es un buen
hombre, y le dije que Ricky lo necesitaba ahora más que nunca. El verdadero
problema es que no se da cuenta de que él también necesita a Ricky.
Marlene la sorprendió con un fuerte abrazo. —Eres una mujer sabia,
Caitlyn Curtis. Y teniendo en cuenta la naturaleza obstinada de mi hijo, espero
que también seas paciente.
Caitlyn se empapó del calor del abrazo de la otra mujer. —Todo lo que
puedo hacer es prometer intentarlo. Justo ahora, la pelota está en la cancha de
Jack.
—Lo está, ¿verdad? —Marlene sacó las llaves de su bolso. —Te dejaré
volver con el chico, así no creerá que todos lo hemos abandonado. Como le dije,
uno de nosotros vendrá a relevarte pronto.
—Estaré aquí.
—Estoy segura de que Ricky aprecia que estés aquí con él. Después de
hoy, necesita que se le recuerde que hay personas que realmente se preocupan
por él.
Marlene comenzó a alejarse, pero luego se volvió. —Me aseguraré de que
quien regrese te traiga la cena y tal vez algunas delicias para Ricky.
—Malcrías a ese chico, Marlene. Pero como dijiste, él necesita todos los
recordatorios que pueda conseguir de que la gente lo ama.
Y eso también era cierto para Jack, pero sospechaba que su madre sabía
eso también.
Tan pronto como regresó a la habitación de Ricky, preguntó: —Jack no
volverá, ¿verdad? Él me odia por huir de nuevo.
La voz contrita de Ricky era la única evidencia de lo que le costaba esa
simple declaración. Caitlyn no quería mentirle, pero honestamente no quería
hacer promesas que no podía cumplir. Ella se conformó con una verdad parcial.
—No, él no te odia, Ricky, pero lo que pasó hoy golpeó a Jack bastante fuerte.
Siente que te falló al no llegar a tiempo para evitar que tu padrastro te lastimara
de nuevo.
Era difícil leer la expresión del adolescente con la cara distorsionada por la
hinchazón y los moretones. Parecía tan joven y perdido acostado en esa cama. Al
mismo tiempo, la expresión en sus ojos era tan vieja y resignada a aceptar que el
mundo no era un lugar feliz. —No es su culpa. Me escapé sin decírselo. Yo sabía
lo que podría pasar.
Ella tomó la mano de Ricky en la suya y le dio un suave apretón. —Y él
entiende por qué querrías ver a tu madre, Ricky. De acuerdo, hubiera sido más
inteligente llevar a alguien de apoyo contigo, pero Jack también sabe por qué no
lo hiciste. Él nunca mantendría eso en contra tuya.
El adolescente sostuvo la mano de Caitlyn en un apretón mortal pero giró
su rostro lejos de ella. —No cometeré ese error otra vez. Ella no me quiere en su
vida. Ni ahora. Ni jamás.
—Lamento tener que decir esto, pero ella es completamente tonta.
—No sé lo que hice para que ella me odie así.
Dolía escuchar la resignación desconcertada en su voz. —Oh, cariño, no es
nada que hicieras. Tal vez perder a tu padre rompió algo en ella, y algunas
personas simplemente no tienen espacio en sus corazones para nadie más que
ellos mismos. Mi ex marido era así, y nada de lo que hice lo hizo feliz. De todos
modos, es difícil saber qué hacer cuando las personas que deberían amarte
simplemente no lo hacen.
Caitlyn se levantó e intentó agarrar al niño entre sus brazos sin moverlo
innecesariamente. Por segunda vez en un día, iba a compartir su propio dolor
con la esperanza de aliviar el de los demás. —Tuve que someterme a una cirugía
que significa que nunca podré tener mis propios hijos, Ricky. Pero incluso si eso
no hubiera sucedido, daría cualquier cosa por tener un hijo como tú en mi vida.
Una voz profunda se unió a la conversación. —¿Incluso si él es parte de un
paquete?
Ella soltó a Ricky y ambos se volvieron para mirar al hombre parado en la
entrada. Su pulso se aceleró en respuesta a la mirada apasionada que Jack le
dirigió antes de girar su mirada en dirección a Ricky. ¿De qué clase de paquete
estaba él hablando? Antes de que ella pudiera preguntar, Ricky habló.
—¡Jack, has vuelto!
El hombre en cuestión se dirigió al lado opuesto de la cama de Ricky. —
¿Pensaste que no lo haría?
El hecho de que el adolescente asintiera con la cabeza rompió el corazón
de Caitlyn. El de Jack también, considerando el destello de dolor que cruzó su
hermoso rostro. —Sí, bueno, lamento haberte abandonado por un tiempo. Lo que
te sucedió hoy despertó algunos viejos recuerdos de mi pasado. Necesitaba
trabajar en algunas cosas antes de volver.
—Porque tu viejo era como mi padrastro.
Jack tragó saliva y luego asintió. —Sí, su hermano y mi abuelo también.
Afortunadamente, algunas personas me han señalado que yo resulté ser
diferente. Lo mismo que tú, Ricky. Somos mejores que los antecedentes de los
que provenimos, que es algo que ambos debemos recordar ocasionalmente.
Él se inclinó y alborotó suavemente el cabello del chico. —Así que, aquí
está el trato. Si estás dispuesto a quedarte para recordármelo, prometo estar ahí
para recordártelo a ti.
En ese punto, la cabeza de Ricky no paraba de dar vueltas, con los ojos
muy abiertos cuando miró primero a Jack, luego a Caitlyn, y luego otra vez a
Jack. —¿Todavía quieres que regrese a vivir a tu casa, aunque lo arruiné hoy?
—Sí, chico, lo quiero.
El corazón de Caitlyn se sintió más ligero de lo que había estado desde que
vio a Jack quebrado y herido en el piso del anexo. —Lo ves, Ricky, te dije que lo
entendería.
Antes de que pudieran continuar la conversación, una enfermera entró en
la habitación. —Perdón por interrumpir, pero necesito verificar los signos vitales
de Ricky.
Jack se apartó de su camino. —Voy a tomar prestada a Caitlyn por unos
minutos, chico, pero nosotros estaremos en el pasillo.
Él la condujo junto a la misma ventana donde había hablado con Marlene
antes. —Quiero disculparme por algo que hice antes.
—No hay necesidad. Una vez que supe lo que sucedió, yo misma quería
tirar algunas cosas contra la pared.
La boca de Jack se arqueó en una pequeña sonrisa. —Podía haber sido
divertido verlo, pero no era por eso por lo que quería disculparme.
Se movió más cerca de ella, colocando sus grandes manos en la curva de
su cintura. —Quiero disculparme por dejarte ir después de que compartiste cómo
ese ex marido estúpido tuyo te trató cuando perdiste al bebé y todo lo que siguió.
Debió haber sido un bastardo egoísta para alejarse de su esposa cuando más lo
necesitaba.
Caitlyn dejó que Jack la tomara entre sus brazos, rodeándola con una
fuerza suave. —Lo odié por eso, pero finalmente me di cuenta de que él no valía
ni siquiera esa gran emoción por mí parte. No lo amo; no lo odio. En todo caso,
le tengo lástima por tener una mente tan pequeña y un corazón aún más pequeño.
Si fuera realmente mezquina, también podría mencionar algunas otras
características de él que tampoco eran tan impresionantes en tamaño.
Ella se consoló con el profundo estruendo de la risa de Jack. —Me alegro
de que lo hayas superado a él, y el dolor que te causó, porque ese tipo no tiene
idea de qué trata la vida. Joe y Marlene no podían tener hijos, pero eso no
significaba que no pudieran tener una familia. Quiero una familia propia, pero
quiero una como la que tenía Joe: con la mujer que amo y un hijo que sea como
yo, incluso si no compartimos el mismo ADN.
Algo como la esperanza estaba floreciendo en el pecho de Caitlyn cuando
las palabras de Jack se enroscaron alrededor de su corazón. —Eso suena como
un plan maravilloso, Jack. ¿Tienes a alguien especial en mente?
Su agarre sobre ella se tensó brevemente antes de retroceder lo suficiente
como para mirarla. —Voy a decir lo que debería haber dicho antes, Caitlyn,
cuando me dijiste que me amabas. Espero que lo hayas dicho en serio, porque te
amo tanto que casi no puedo respirar cuando no estás conmigo. Quiero compartir
todos los días de mi vida contigo y con Ricky, si él nos quiere. Si a él le parece
bien, quiero pedirles a los detectives que vean si el fiscal presionaría a la madre
de Ricky para que renuncie a sus derechos parentales para que podamos
adoptarlo. Ya sabes, para hacerlo oficialmente nuestro. Si él no quiere eso, al
menos le pediré a la corte que nos convierta en sus tutores permanentes.
De repente, pudo ver su futuro con exquisito detalle. Ella, un ex soldado y
tres hijos, comenzando con un cierto adolescente. —Querré al menos un hijo
más, Jack, preferiblemente dos. Una niña y un niño.
La simple alegría en la cara de Jack era todo lo que ella podía haber
esperado. —Eso suena genial para mí, Caitlyn. Cualquier cosa que quieras
mientras te cases conmigo.
—Lo haré, y preferiblemente lo antes posible. —Luego ella se detuvo y se
mordió el labio inferior. —Pero primero, tendré que decirles a mis padres que
estamos saliendo. Saltar de repente a un prometido y a un nieto todo al mismo
tiempo podría ser un poco demasiado.
Jack se rio de nuevo, luciendo mucho más despreocupado que cuando
entró por primera vez en la habitación del hospital de Ricky. —Quizás solo
deberías decirles que planeas darle buen uso a ese certificado de regalo que te
dieron para usarlo como una escapada de luna de miel. Apuesto a que estarán
bien con eso.
Ella rozó un beso en sus labios. —Ellos lo estarán. Solo quieren que yo sea
feliz.
—Eso es lo que quiero yo, también, —dijo Jack justo antes de besarla. —
¿Y estarán bien si se trata de un paquete?
—Aun mejor. Pero antes de que empecemos a hacer más planes, tal vez
deberíamos ver qué piensa Ricky de todo esto.
Jack la besó de nuevo. Luego la tomó de la mano, y juntos se dirigieron a
la habitación de Ricky para invitarlo a ser miembro fundador de su flamante
familia.
Epilogo
Traducido Por Maxiluna
Corregido Por Nyx

CINCO MESES DESPUÉS


Marlene se escabulló afuera, contenta de encontrar un minuto a solas.


Hacía calor para una noche de diciembre, el aire fresco y vigorizante se sentía
bien. Incluso en el patio, podía escuchar la música y ver a los invitados a la boda
disfrutando de la recepción. Caitlyn y su madre habían hecho un trabajo
maravilloso al planear la boda, y ella les agradeció que pidieran su ayuda para
organizarlo todo.
Ella miró por la ventana a sus tres hijos. —Joe, mira a nuestros
muchachos. Todos se ven tan apuestos esta noche.
Algunas personas podrían pensar que estaba loca por hablar con su difunto
esposo, pero ella sabía que él estaba allí junto a ella en esta noche especial.
—No podríamos haber elegido una mejor esposa para Jack. Caitlyn tiene
un corazón tan grande, y ella lo ama mucho. Esas sombras en los ojos de Jack
casi han desaparecido ahora que ella ha entrado en su vida. Y ellos ya tienen su
primer hijo. También te gustaría Ricky. Se parece mucho a Jack cuando tenía su
edad, y todos tenemos grandes esperanzas para él.
Se apartó de la ventana para mirar las estrellas que se encontraban sobre su
cabeza. —Joe, te extraño tanto, pero nuestros muchachos se han acercado para
ayudarme a seguir adelante. El negocio está floreciendo bajo la supervisión de
Jack, tal como esperabas. Tino no ha dicho nada específico, pero sospecho que
volverá a casa para quedarse pronto. Cuando lo haga, rezo para que encuentre a
alguien especial que lo ame de la manera que se merece. Luego está Mikhail.
Será interesante ver a dónde lo lleva su camino. A pesar de todo, sabes que no
estaré satisfecha hasta que los tres chicos encuentren la felicidad que
compartimos tú y yo.
Antes de que pudiera decir más, se abrió la puerta detrás de ella. Jack
caminó por el patio para pararse a su lado. —¿Hablando con papá otra vez?
No tenía sentido negarlo. —Sí, quería hacerle saber cómo fue la boda.
Bendito sea, Jack envolvió su brazo alrededor de sus hombros. —Espero
que le hayas dicho hola de mi parte.
—Díselo tú mismo. —Ella suavizó su comentario con una sonrisa. —
Ahora, supongo que no viniste aquí para interrumpir mi conversación con Joe
sin ningún motivo.
—Pensamos que querrías saber que Caitlyn está a punto de tirar el ramo.
Después de eso, quiero un último baile contigo antes de que despeguemos los
dos. Ricky también mencionó algo sobre querer mostrarte los nuevos
movimientos que le enseñé. Pido disculpas de antemano por cualquier daño que
le haga a los dedos de tus pies.
Ella se rio y dejó que su hijo la llevara dentro para reunirse con sus
familiares y amigos. Cuando entraron por la puerta, ella miró hacia atrás una vez
más y susurró al aire de la noche: —Oye, Joe, uno listo, faltan dos.
Continua con...
Lee un adelanto del siguiente libro de la
serie Los Chicos Del Sargento Joe:
Siempre Será Verdad: Tino
Alexis Morgan



¡Para Diane y Paul, gracias a los dos por su amistad y todas las risas!
Capítulo Uno
Traducido por Maxiluna
Corregido Por Fangtasy

—Espera...
Tino Gianelli murmuró las palabras en voz baja mientras se mantenía en
equilibrio y listo para entrar en acción si era necesario, lo cual estaba apostando
iba a suceder en cualquier momento. La pequeña rubia había llamado su
atención justo después de haber llegado hace dos horas. Él no sabía quién era
ella, pero sí sabía que la mujer tenía mucha más energía de la que cualquier
persona debería tener. Ella estaba aquí, allí y en todas partes. Y ahora mismo,
estaba demasiado ocupada hablando con uno de los otros voluntarios para darse
cuenta de que estaba a punto de chocar con un cubo de pintura de cinco galones
mientras caminaba hacia atrás.
Efectivamente, tan pronto como terminó de contestar una pregunta, alguien
más la llamó desde el otro lado del gimnasio. Cuando ella se giró para responder,
solo los rápidos reflejos de Tino y su fuerza superior salvó el día. La levantó por
la cintura y la llevó a un lugar seguro a unos pocos metros de distancia antes de
volver a bajarla. Tan pronto como estuvo seguro de que ella no se caería, a
regañadientes soltó su agarre sobre ella.
Guau, ella era incluso más baja de lo que había pensado. Midiendo él un
pizco por debajo del metro ochenta y seis, la superaba por al menos veintisiete
centímetros, tal vez más cerca de los treinta. Señaló hacia el cubo. —Lo siento si
te sobresalté, pero estabas a centímetros del desastre.
Al menos ella no se volvió contra él inmediatamente por mangonearla sin
previo aviso. En lugar de eso, miró el cubo de plástico anaranjado brillante al
que señalaba y luego volvió a mirarlo a él. Sus cejas se elevaron, y su boca
instantáneamente se iluminó con una brillante sonrisa enmarcada por un
conjunto de hoyuelos matadores. —Bueno, eso habría sido embarazoso, por no
mencionar el desperdicio de buena pintura. Gracias por lanzarte en picado para
salvar el día... y a mí.
Él le sonrió. —De nada.
Ella le tendió la mano. —Soy Natalie Kennigan, coordinadora del
proyecto.
A Tino le gustó el firme agarre en su mano, pero le gustó aún más su risa
feliz. Evidentemente, él no era el único que se sentía así, porque varios otros en
la zona hicieron una pausa de lo que estaban haciendo el tiempo suficiente para
mirar en su dirección. Tino los ignoró y mantuvo toda su concentración sobre
Natalie. Había pasado mucho tiempo desde que había estado cerca de alguien
que irradiara tanta calidez, y no pudo evitar empaparse en ella tanto como pudo.
—Tino Gianelli, voluntario y héroe a tiempo parcial.
Ella reaccionó a su presentación con otra sonrisa rápida. —Esta debe ser su
primera vez como voluntario aquí, Sr. Gianelli. Hubiera recordado si nos
hubiéramos visto antes.
Sí, bueno, ella misma era bastante inolvidable, pero se guardó ese hecho
para sí mismo. —Sí, es mi primera vez aquí, y por favor llámame Tino.
—¿Cómo se enteró de nuestro proyecto?
Tino miró alrededor del gimnasio. —Mi madre vio un artículo en el
periódico y lo mencionó. Tengo algo de tiempo en mis manos y pensé que podría
ser capaz de ayudar.
Eso era mayormente cierto. Había dejado el ejército hace unas semanas y
aún no había decidido qué hacer acto seguido. Evidentemente, había estado
demasiado depresivo como para estar en casa, porque tan pronto como su madre
leyó sobre el proyecto que necesitaba voluntarios con experiencia en el trabajo
de la construcción, le había metido el periódico bajo la nariz. Después de dar
unos golpecitos sobre el artículo con su dedo índice, ella le había informado que
si no iba a conseguir un trabajo estable o ir a la universidad, al menos podría ser
útil para alguien. En ese momento, le molestaba la implicación de que no estaba
siendo autosuficiente. Si bien no le importaba hacer un poco de trabajo físico,
había pasado los últimos diez años sirviendo a su país. ¿No era eso suficiente?
Obviamente no.
Natalie estaba demasiado ocupada estudiando los agujeros recién
reparados en la pared para darse cuenta de la desaceleración en su estado de
ánimo. Ella pasó sus dedos a lo largo de la cinta que él acababa de aplicar para
cubrir las uniones en el panel de yeso. —Bueno, apreciamos toda la ayuda que
podemos obtener. Especialmente cuando dicha ayuda sabe lo que está haciendo.
Supongo que esta no es la primera reparación como esta que has hecho.
Eso era bastante cierto, incluso si hubiera pasado la mayor parte de la
última década con un rifle en la mano en vez de una paleta. Sin embargo, ella no
necesitaba saber nada de eso.
—Parchear paredes de yeso es solo otro de mis muchos talentos. También
soy bueno con la carpintería, la fontanería simple y las reparaciones eléctricas,
sin mencionar la pintura. —Alzó la mano para tocar la mancha húmeda de color
verde suave en la mejilla de ella con la yema del dedo y la sostuvo en alto para
que ella la viera. —Te ves bien con este color, pero sospecho que querrías que
esto terminara en la pared.
Su tez blanca se ruborizó con un tono rosado, pero su sonrisa no se
desvaneció en lo más mínimo al aceptar el trapo que sacó del bolsillo de su
cadera. Mientras se frotaba la mejilla, ella le dijo: —Han dicho que lo que me
falta en habilidad lo compenso con entusiasmo, y es por eso que me mantienen
alejada de las herramientas eléctricas. Los detalles sobre el porqué son realmente
trágicos, así que por favor no preguntes.
Levantó sus manos como una promesa de no entrometerse. —Dejaré que
mi imaginación corra salvaje entonces. Por si te sirve, ahora mismo me imagino
una batalla entre tú y un muro. Implica martillos neumáticos y moto-sierras.
Su risa volvió a sonar. —Suficientemente cerca. Todo lo que puedo decir
es que fue épico.
Luego le dirigió a su caja de herramientas una mirada que solo podía
describirse como envidiosa. —¿Son todos esos juguetes tuyos? Parece que
viniste preparado para cualquier cosa.
Para cualquier cosa excepto conocer a alguien como ella. —No estaba
seguro de qué tipo de trabajo haría, y preferiría usar mis propias herramientas.
—Me alegro de que hayas venido preparado. Dios sabe que hay todo tipo
de trabajos por aquí que necesitan hacerse. Lo suficiente como para mantener a
un ejército de voluntarios ocupados durante meses. —Echó un vistazo al
gimnasio, tal vez comprobando el progreso que se estaba realizando. —
Hablando de eso, será mejor que vuelva al trabajo ya mismo.
Tino debería haberla dejado irse. Él tenía su propia tarea asignada para
terminar, pero no pudo resistirse a pasar unos minutos más en su compañía. —
Estaba a punto de cortar algunos paneles más de yeso dañados. ¿Quieres probar
mi sierra de sable portátil?
Sus ojos azules se iluminaron con interés. —¿Estás seguro?
—¿Por qué no? Ya he marcado la sección que debe sacarse. Todo lo que
necesitas hacer es cortar a lo largo de las líneas. Y si las cosas se descarrilan un
poco, siempre puedo hacer un parche un poco más grande para ocultar la
evidencia.
Por un segundo, pensó que ella podría abrazarlo antes de que finalmente
dijera: —Prometo tener cuidado.
Se puso las gafas de seguridad y sacó un segundo par de la caja de
herramientas. —Ten, ponte esto.
Después de darle un rápido tutorial sobre cómo funcionaba la sierra,
colocó a Natalie frente al área dañada. Cuando ella apuntó con la punta de la
sierra hacia el lugar correcto, se colocó directamente detrás de ella, listo para
corregirla cuando fuera necesario. Por el bien de ambos, necesitaba concentrarse
en el trabajo que tenían entre manos, pero era mucho más consciente de la sexy
mujer de pie justo delante de él. No compensaba distraerse con el leve aroma de
su perfume o el halo de rizos salvajes que se habían escapado de una de esas
cosas hecha de elástico y tela destinadas a mantener su cabello recogido.
—Está bien, déjala que rasgue, Natalie.
Pulsó el botón de ENCENDIDO y se sobresaltó un poco cuando la sierra
cortó el panel de yeso. Él estabilizó sus brazos con sus manos, pero luego dejó
que fuera ella quien continuara sola. A grandes rasgos, hizo un trabajo bastante
creíble, tomándose su tiempo y mordiéndose el labio inferior mientras guiaba la
cuchilla a lo largo de las líneas que él había marcado.
Después de terminar el último corte, Natalie apagó la sierra y se apartó de
la pared para evaluar su trabajo. —Está un poco torcido.
Él limpió un poco del polvo. —No lo suficiente como para que importe.
Hiciste un buen trabajo, especialmente si era la primera vez que usabas una
sierra eléctrica. Además, nadie podrá verlo una vez que esté cubierto con cinta y
empastado.
Sus palabras claramente la complacieron mientras le entregaba la sierra y
las gafas de seguridad. —Gracias por dejarme hacer eso, Tino. Me quedaría para
ayudar con el parcheo, pero son casi las once y media, y todos paran para
almorzar al mediodía. Se supone que debo ayudar a servir hoy, así que será
mejor que vaya a limpiarme.
Luego ella frunció el ceño. —Te unirás a nosotros para el almuerzo,
¿verdad?
En realidad, había planeado terminar los últimos parches y luego dirigirse
a la casa de su hermano. Sin embargo, comer con un grupo de extraños de
repente sonaba mucho mejor que beber cerveza y ver un partido de béisbol con
Jack.
—Claro, puedo quedarme.
—¡Estupendo! Espero que te guste la pizza y la ensalada. —Natalie
recogió una pequeña mochila y se dirigió a través del gimnasio a su velocidad
habitual. A medio camino, ella se detuvo y se volvió para mirarlo. —Si hay
espacio, guárdame un lugar en tu mesa.
Vale. Entonces puede que todo esto de la atracción no fuese sólo por su
parte. —Lo haré. Nos vemos.
—¡Genial!
Ella de dedicó otra de sus brillantes sonrisas y desapareció a través de la
puerta al otro lado de la habitación.

Natalie se forzó a cruzar el resto del gimnasio sin mirar atrás por segunda
vez, a pesar de que ansiosamente quería saber si Tino Gianelli la estaba mirando
mientras se alejaba. Ella sospechaba... no, esperaba que lo hiciera.
Era el primer hombre interesante, por no decir atractivo, que había
conocido desde que terminó su compromiso con Benton Humboldt. Le gustaba
el cabello oscuro y ondulado de Tino y sus ojos burlones del color del chocolate
agridulce. Probablemente no importaba nada, pero una chica siempre podía tener
esperanzas. Además, coquetear con un hombre guapo ante un trozo de pizza de
pepperoni y ensalada César era una manera inofensiva de volver a sumergir los
dedos de sus pies en la charca de las citas.
—Hola, señorita Natalie, ¿cómo te va?
Le sonrió a Clarence, el conserje que mantenía las cosas funcionando en el
centro. A pesar de pasar más de cuarenta horas allí durante la semana, se
presentaba todos los sábados para ayudar con el esfuerzo en curso para restaurar
el edificio a su antiguo esplendor. Ella enlazó su brazo con el suyo. —Hoy
deberíamos lograr pintar al menos la mitad del gimnasio. Uno de los nuevos
voluntarios está por terminar de parchear los agujeros en las dos últimas paredes.
Realmente espero convencerlo de que regrese. Él parece saber realmente lo que
está haciendo.
—Eso está bien, niña. Tendrás este lugar brillando pronto.
—Eso espero. Sé que tener todo nuestro material por todas partes hace que
tu trabajo sea más difícil.
Él sonrió. —Ahora, no te preocupes por eso. No me importa ni un poco, y
es solo temporal, de todos modos.
Eso era cierto, pero parecía llevar una eternidad realizar un progreso real.
Tenía que recordarse a sí misma que la pintura descolorida y los muebles
obsoletos estaban desapareciendo lentamente.
—Hay mucho más que podríamos estar haciendo por la gente en esta área
una vez que logremos que el edificio cumpla con la normativa y que el nuevo
laboratorio de computadoras esté finalizado.
Clarence le dio una palmadita en el brazo. —Me encanta cómo miras a esta
vieja chica y ves todas sus posibilidades. La mayoría de la gente solo veía lo
deteriorada que había llegado a estar, y lo único que querían era derribarla para
construir un puñado de tiendas de lujo o alguna otra cosa igual de inútil. La
gente de por aquí necesitan un lugar donde reunirse. Ya sabes, para juntarse
como una comunidad. Los forasteros no entienden eso y deberían mantenerse
fuera de nuestros asuntos.
Él no estaba diciendo nada que no le hubiera dicho ya una docena de veces
antes. Una vez más, Natalie no se molestó en señalar que ella había sido una
extraña la primera vez que visitó el edificio o que era dinero foráneo lo que
estaba recuperando su amado centro comunitario de las ruinas. Además, ella
estaba de acuerdo con él. Las personas que vivían en el área inmediata deberían
tener la mayor voz y voto respecto a cómo se hacían las cosas.
Estaban a punto de pasar junto a la puerta del baño de señoras. —Será
mejor que me detenga aquí y me limpie un poco antes de servir el almuerzo. Me
aseguraré de guardarte un par de esos brownies que tanto te gustan.
—Me echas a perder, señorita. —Él le sonrió y le guiñó un ojo. —No es
que me esté quejando, fíjate. Avísame si necesitas que coloque más mesas o
cualquier cosa.
—Lo haré.
Natalie se dirigió al baño. Una mirada en el espejo hizo que quisiera
golpearse la cabeza contra la pared. —Bueno, ¿no te ves adorable?
No solo tenía todavía los restos de la mancha de pintura embadurnando su
mejilla, sino que su cabello era un desastre ingobernable. Parecía como si
acabara de levantarse de la cama y ni siquiera se hubiera molestado en cepillarse
el cabello antes de salir de casa. Suspiro. Y aquí pensando que la sonrisa de Tino
había sido de coquetería. Ahora sospechaba que le había resultado difícil
reprimir su risa. Teniendo todo en consideración, ni siquiera podía culparlo.
Después de empapar una toalla de papel con agua y jabón, se limpió el
resto de la pintura de la cara. Era tentador ponerse un poco de maquillaje, pero
se conformó con un poco de lápiz labial. Luego, se recogió bien el cabello,
pasándose un cepillo a través de éste antes de trenzarlo rápidamente. Como de
costumbre, algunos mechones escaparon para enmarcar su rostro con suaves
rizos. Se había pasado años intentando, sin éxito, domar su cabello. Estaba tan
bien como podría llegar a estarlo.
A pesar de todo, ella tenía mejores cosas que hacer que acicalarse frente a
un espejo todo el día. Era casi la hora de comenzar a servir el almuerzo. Tenían
muchos otros voluntarios para ayudar con esa tarea, por lo que no era
imprescindible que apareciera. Sin embargo, repartir la pizza era la única
oportunidad que tenía de agradecer personalmente a todos los que habían venido
hoy para ayudar. El dinero de la fundación podría estar pagando la factura del
proyecto, pero eran los voluntarios quienes lo hacían posible. A ella le gustaba
que cada uno de ellos supiera que apreciaba todo lo que hacían para ayudar.
Se dirigió al pasillo y agarró un delantal. La cocina ya era puro bullicio
con tanta actividad. Ella buscó automáticamente a Rosalie Earle entre la
multitud. La mujer mayor dirigía la cocina como un sargento de instrucción
benevolente, dirigiendo a sus efectivos para operar con sorprendente eficiencia.
La cocina había sido una de las primeras áreas del edificio en ser renovada. En
lugar del montón de aparatos desparejados que habían estado irremediablemente
desfasados, el lugar ahora estaba lleno de brillantes mostradores de acero
inoxidables, un refrigerador de uso comercial, estufas empotradas y lavaplatos.
Estaba orgullosa de lo que habían logrado en lo que podría ser el corazón del
centro comunitario.
Se abrió paso entre los demás en la cocina para llegar hasta Rosalie. —
Estoy aquí. Ponme a trabajar.
Rosalie levantó un dedo para darle a entender que la había escuchado.
Natalie no se había dado cuenta de que estaba hablando por el teléfono y dio un
paso atrás para darle algo de privacidad a la otra mujer. Unos segundos más
tarde, Rosalie terminó su llamada.
—Perdón por eso, pero he estado hablando con algunos otros restaurantes
en el área donde podríamos pedir comida para futuras fiestas de trabajo. Creo
que es importante repartir nuestras compras por el vecindario.
—Buena idea. Estoy segura de que todos apreciarían el negocio.
Natalie agarró un par de guantes desechables. —¿Está todo dispuesto para
el almuerzo?
Rosalie asintió. —Deberíamos estar listos para empezar a las doce.
Supongo que quieres servir la pizza de nuevo, así que te he guardado el puesto.
—Eso es genial. Por cierto, le prometí a Clarence que apartaría un par de
brownies para él. ¿Dónde puedo esconderlos?
Su amiga puso los ojos en blanco. —Puede venir a buscar sus propios
brownies si quiere algunos tan intensamente.
Pero mientras hablaba, Rosalie agarró un pequeño plato de papel y se
dirigió al mostrador donde los postres habían sido colocados. Escogió tres de los
brownies, dos de las galletas de chocolate y una barra de limón. Después de
cubrir las chucherías con plástico, escribió el nombre de Clarence en una nota
adhesiva y la colocó en la parte superior.
Natalie escondió una sonrisa. Rosalie y Clarence se enfrentaban como un
par de gatos callejeros que trataban de establecer sus territorios. Natalie
sospechaba que había algo más que eso. Como quizás que ambos estaban
luchando contra una fuerte atracción que ninguno de los dos estaba listo para
reconocer. Sabía con certeza que Clarence era viudo y que Rosalie estaba
divorciada, por lo que no había nada que los mantuviera separados a excepción
de la pura terquedad. Era tentador jugar a la casamentera, pero no quería
arriesgar su propia amistad con cada uno de ellos si las cosas no funcionaban.
Una de las otras mujeres gritó: —Atención, todos. La muchedumbre
hambrienta ha llegado.
Natalie tomó su lugar habitual al frente de la fila y abrió las primeras tres
cajas de pizza. Siempre pedían un número igual de pizzas de pepperoni, de
queso y vegetarianas. Sería interesante ver cuál pediría Tino. Ella apostaría que
un tipo grande como él iría a por la de pepperoni, la única con carne en ella. Lo
vio caminando hacia ella mientras la fila se movía hacia adelante.
Tino notó que ella lo miraba y asintió con una sonrisa. Natalie le devolvió
la sonrisa. Al mismo tiempo, ésta tuvo que luchar para evitar revisar su cabello
para asegurarse de que se comportaba bien Cuando su bandeja finalmente estuvo
frente a ella, preguntó: — ¿Qué tipo de pizza quieres y cuántas rebanadas?
Siempre pedimos más de la necesaria, así que no dudes en tomar toda la que
quieras.
Él estudió las opciones. —En ese caso, tendré dos trozos de la vegetariana.
De acuerdo, entonces ella habría perdido esa apuesta. Le sirvió dos de los
trozos más grandes y le entregó el plato. —Aquí tienes, y gracias de nuevo por
ser voluntario hoy, sin mencionar la lección de reparación de paneles de yeso.
—En cualquier momento. Avísame si hay otras habilidades que te gustaría
que demostrara.
El problema de tener una piel tan clara era que ella se sonrojaba demasiado
fácilmente. En este momento, sospechaba que sus mejillas estaban teñidas de un
rojo brillante, porque las habilidades que venían a su mente no tenían nada que
ver con arreglar el centro comunitario. Él también lo sabía, porque le guiñó un
ojo mientras se dirigía a la barra de ensaladas.
—Es nuevo, ¿no?
Natalie miró por encima del hombro a Rosalie. —Sí, hoy es su primer día
aquí. Espero que regrese. Definitivamente tiene el tipo de habilidades que
realmente estaba buscando.
Cuando su amiga comenzó a reír, Natalie repitió lo que acababa de decir.
Una vez más, quería golpearse la cabeza contra algo. —Señora, tienes una mente
malvada. Ese hombre tiene conocimientos sobre carpintería básica, fontanería y
cosas así.
Rosalie le dio una palmadita en el hombro. —Sigue diciéndote a ti misma
que eso es todo en lo que estás interesada si te hace sentir mejor. Yo podría ser lo
suficientemente mayor como para ser la madre de ese hombre, pero no estoy
ciega a su particular... conjunto de habilidades.
Normalmente, Natalie amaba la risa ronca de Rosalie, pero no en este
momento en particular. Por un lado, estaba bastante segura de que se estaba
sonrojando de nuevo, sin mencionar que Tino acababa de mirar de nuevo en su
dirección. ¿Se había dado cuenta de que él había sido el tema de su discusión?
Por la pequeña sonrisa que tiraba de las comisuras de su boca, sospechaba que la
respuesta era sí.
Para empeorar las cosas, ella se había retrasado en sus deberes. Era hora de
poner su cabeza en el juego. Dirigió su atención a la siguiente persona en la fila.
—¡Muchas gracias por venir hoy! ¿Qué tipo de pizza te gustaría?
Tino tenía una llamada que hacer. Mientras esperaba que su hermano
respondiera, reservó el lugar vacío junto a él y mantuvo un ojo sobre Natalie
Kennigan. La larga fila de voluntarios finalmente se estaba reduciendo, y quería
ver si cumplía su promesa de unirse a él para almorzar. Cuando la miró mientras
todavía estaba llenando su bandeja, ella parecía casi culpable, como si la hubiera
pillado a ella y a su amiga hablando de él. Si era así, se preguntaba qué habían
dicho. Algo interesante, seguro, teniendo en cuenta el modo en que se había
sonrojado.
Se dio cuenta de que había pasado por alto escuchar la respuesta de su
hermano. —Tino, supongo que me llamas por alguna otra razón que no sea para
que pueda escuchar tu respiración en mi oído. Porque, te lo digo directamente, es
algo espeluznante.
—Guárdatelo, Jack.
Su hermano se rio, algo que parecía hacer mucho más últimamente. Tino
intentó no envidiar la felicidad recién descubierta de su hermano con su esposa y
su hijo adolescente adoptivo, pero era difícil. Una vez más su mirada se dirigió
hacia Natalie, la razón por la que había llamado a su hermano en primer lugar.
—Quería hacerte saber que no creo que vaya a ir hoy. Ha surgido algo.
Hubo un segundo o dos de silencio antes de que su hermano respondiera.
—¿Está todo bien? Pensé que estarías haciendo un par de horas de trabajo
voluntario en ese centro comunitario solo para mantener a mamá a raya.
—Sí, lo iba a hacer. Resultó ser más complicado de lo que pensaba.
Más silencio. —¿Hay alguna posibilidad de que la complicación sea
femenina y atractiva?
De ninguna manera seguiría por ahí, no con la tendencia de su hermano a
mortificarlo cada vez que tenía ocasión. —Hoy no tienen a nadie más por aquí
que pueda hacer un trabajo decente reparando las paredes. Me gustaría terminar
lo que comencé. Si consigo encintar el panel de yeso y lo cubro, la próxima
semana podrán terminar de pintar el gimnasio.
—¿Necesitas una mano? Ricky y yo podríamos estar ahí en veinte
minutos.
Oh diablos, no. Teniendo en cuenta que Jack ahora dirigía la empresa de
construcción de la familia, definitivamente tenía las habilidades necesarias. Lo
que no tenía era la capacidad de mantener su nariz fuera de los asuntos de Tino.
—No, no quiero alejarte de Caitlyn y del chico en tu día libre. Puedo
manejarlo.
—Está bien, si estás seguro. Ricky estará decepcionado de que no vengas.
Mencionó algo sobre patear tu culo con ese nuevo videojuego que le
conseguiste. Él ha estado practicando.
—Dile que también compré una copia para mí, y mi avatar se comerá el
suyo para desayunar. Discúlpame con Caitlyn por haberme escabullido de ir a
cenar.
—No hay problema, hermanito. Nos vemos el lunes.
Tino reprimió la necesidad de recordarle a Jack una vez más que solo había
una diferencia de cuatro meses en sus edades. —Estaré allí.
Jack hacía la mayor parte del trabajo en el negocio familiar, pero Tino
había estado ayudando en algunos de los trabajos más grandes cada vez que su
hermano necesitaba un par de manos adicionales. También había asumido toda la
documentación que su madre había tenido que afrontar cuando su difunto padre
había dirigido el negocio. Como siempre, una sensación de pérdida se apoderó
de Tino cuando pensó en el hombre que había sido su ancla en este mundo. La
repentina muerte de Joe Lukash había dejado un gran vacío en todas sus vidas.
—¿Es ese asiento para mí?
¿Cómo le había pasado desapercibido el acercamiento de Natalie? Bajó el
teléfono el tiempo suficiente para decir: —Claro que sí.
Hora de colgar. —Mira, tengo que irme. Te veré el lunes.
—Suena bien. —Hubo otra pausa. —Y, Tino, si ella es la razón por la que
nos estás dejando de lado, estoy totalmente de acuerdo.
No dispuesto a alentar los esfuerzos de casamentero de su hermano, Tino
mantuvo su respuesta a un simple adiós, pero estaba bastante seguro de que su
hermano se estaba riendo cuando colgó. Sin duda, obtendría el tercer grado el
lunes, pero él se ocuparía de eso entonces.
Mientras tanto, se guardó el teléfono en el bolsillo y deslizó su silla un
poco para darle a Natalie más espacio para maniobrar. Ella dejó su bandeja al
lado de la de él y se sentó con un suspiro. —Chico, se siente bien descansar los
pies por un momento. He estado corriendo desde las cinco y media de esta
mañana más o menos.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en este proyecto en particular?
—Alrededor de un año y medio ahora. —Ella abrió la tapa de su bebida y
tomó un sorbo rápido. —Eso incluye la etapa de planificación, sin embargo. El
trabajo real comenzó hace aproximadamente tres meses cuando un contratista
profesional destripó la cocina y la reconstruyó prácticamente desde cero.
Después de eso, en todo el lugar se instaló una Wi-Fi y el sistema telefónico se
actualizó. Lo siguiente es el laboratorio de computadoras. Planeamos ofrecer
clases de formación para adultos a bajo costo, así como también hacer que el
laboratorio esté abierto para que los estudiantes de la zona puedan usarlo.
Luego ella hizo una mueca. —Lo siento, no quería seguir y seguir sobre
eso.
¿Cuándo fue la última vez que él estuvo tan emocionado por algo? Tal vez
nunca. En lugar de seguir con ese pensamiento deprimente, le dijo: —No te
disculpes. No hubiera preguntado si no estuviera interesado. Diré que fuiste
inteligente al dejar que los profesionales se encargaran de las cosas difíciles.
Puede que resulte más costoso comenzar, pero al menos sabes que todo está bien
hecho.
Natalie miró alrededor de la habitación. —Realmente aprecio la
disposición de todos para apoyar y ayudar, pero hay un límite en lo que se puede
hacer con el trabajo voluntario.
Sus hoyuelos hicieron su aparición. —Pero, suficiente de hablar de mí. Así
que, ¿qué hay de ti, Tino? ¿Qué haces cuando no estás salvando a damiselas que
merodean en torno a cubos de pintura?
Acababa de tomar un gran bocado de pizza, lo que le dio unos segundos
para decidir cuánto quería compartir. —Bueno, hasta hace unas semanas estaba
en el ejército. —Antes de que ella pudiera pedir detalles, agregó: —Serví en la
policía militar con múltiples destinos en el Medio Oriente.
Tal vez ella sintió que él realmente no quería dar más detalles sobre el
asunto, porque cambió de tema. —No sé tú, pero quiero llegar a la mesa de
postres antes de que todo lo bueno haya desaparecido. Mucho de eso es casero.
Cuando se levantaron, él preguntó: —¿Hiciste algo de eso?
Una de las mujeres que estaban sentadas a su otro lado inmediatamente se
rio. —Espero que no.
Aunque Natalie se unió a la risa resultante, Tino hizo una mueca. —Lo
siento, ¿he tocado un tema doloroso?
La sonrisa de Natalie no decayó en absoluto. —De ningún modo. Incluso
si no puedo hornear tan bien como Rosalie, tengo otros talentos.
La otra mujer asintió con la cabeza. —Eso es verdad. Nada de esto se
hubiera hecho sin nuestra Natalie dirigiendo al rebaño en este proyecto.
—Ahora, Brenda, vas a hacer que me sonroje. —Volvió su atención de
regreso a Tino. —Creo que mi amiga Rosalie va a servir un par de sus tartas de
zarzamora, las cuales están para morirse. No seré feliz si no atrapo un trozo. Lo
considero mi recompensa por trabajar duro esta mañana.
Luego se lanzó hacia el otro lado de la habitación, dejando que Tino
siguiera su estela. Sería agradable un trozo de tarta, pero ver el lindo trasero de
Natalie con esos vaqueros ajustados mientras se dirigía directamente a la mesa
de postres era definitivamente una dulce recompensa por sí mismo.
Se había dado cuenta de que ella se había limpiado la raya de pintura de la
mejilla y que también había tratado de domar su cabello desde la última vez que
la había visto. Eso era una pena. A él le gustaría verlo suelto y cayendo sobre sus
hombros. O mejor aún, extendido sobre su almohada. Se sorprendió a sí mismo
flexionando los dedos, imaginando cómo sería enredarlos entre sus suaves rizos
mientras los dos se conocían mucho mejor.
Natalie agarró dos platos que ya contenían generosos trozos de tarta de
zarzamora. Mientras ella le entregaba uno, llevó a cabo las presentaciones. —
Tino Gianelli, esta es mi amiga Rosalie Earle.
—Encantado de conocerla, Sra. Earle.
Por la mirada pensativa que le dirigió a él su amiga, debió haber entendido
la dirección que habían tomado sus pensamientos con respecto a Natalie. Tino
sonrió e hizo lo que pudo para parecer inocente. Lo que nunca había funcionado
bien con su madre adoptiva, y Tino sospechaba que esta mujer tenía la misma
capacidad espeluznante de ver más allá de esa mierda.
Miró a Natalie y luego a él, su expresión cautelosamente amigable. —Eres
el chico nuevo, el que tiene el impresionante conjunto de habilidades que ella
estaba admirando antes.
Fingió no darse cuenta de la reacción de Natalie, aunque sospechaba que
Rosalie no estaba hablando de lo bien que podía parchear paneles de yeso. —
Esta es la primera vez que estoy por aquí, y Natalie ha hecho un gran esfuerzo
para hacerme sentir bienvenido. No estoy seguro de si es porque sé cómo
parchear paneles de yeso o porque le dejé jugar con una de mis herramientas
eléctricas.
Los ojos de Rosalie se abrieron de par en par y su risa resonó en la
habitación. —Bueno, eres un hombre valiente.
Por alguna razón, Tino se sintió obligado a defender a Natalie. —Ella lo
hizo genial.
—Bueno, deberías haber estado aquí cuando ella…
Natalie cortó a su amiga a mitad de la frase. —Rosalie, le advertí que había
habido un incidente. Ahora tenemos que comernos nuestro pastel. Ya es casi
hora de volver al trabajo.
Tino sonrió a Rosalie de nuevo antes de seguir a Natalie de regreso a sus
asientos. —Estoy ansioso por probar su tarta.
Mientras se alejaba, Rosalie lo llamó. —Espero verte pronto otra vez,
Tino.
No había decidido si volvería. Había disfrutado de la experiencia más de lo
que había esperado, pero desde que dejó el ejército, no había estado de humor
para comprometerse con nada más lejos de pasar el día en cuestión. Eso no
significaba que no le importaría pasar un poco más de tiempo con Natalie
Kennigan. Por supuesto, nadie dijo que pasar el rato aquí en el centro
comunitario era la única forma en que podía disfrutar de su compañía.
Las otras personas ya estaban regresando al trabajo, pero Natalie parecía
dispuesta a demorarse un poco más sobre su pastel. Tan pronto como Tino se
sentó, ella dejó su tenedor y lo miró. —Te contaré todos los detalles sórdidos
sobre el desafortunado incidente si lo deseas. Parece que mi supuesta amiga está
decidida a sacar el tema.
Dio un mordisco a la tarta antes de contestar. —Dos cosas: primero, tienes
razón sobre la tarta. Es deliciosa. Segundo, no tienes que compartir los detalles,
sórdidos o de cualquier otro tipo. Creo que una relación debería tener un poco de
misterio.
Natalie inclinó su cabeza un poco hacia un lado y lo estudió por unos
segundos. —¿Así que vamos a tener una relación?
—Eso depende. —Se permitió otro bocado de tarta y la diversión de
dejarla en suspense un poco más.
—¿De qué?
—De si quieres o no ir a cenar y a ver una película conmigo. Digamos, el
próximo viernes por la noche.
Esta vez fue Natalie quien usó el postre de su amiga para comprarse un
poco de tiempo. Finalmente, ella asintió. —Ya tengo otra... obligación para el
viernes. Pero si puedes cambiarlo por el jueves por la noche, hay trato.
¿Esa obligación involucraba a otro hombre? No era como si tuviera
derecho a preguntar. —Me vale. ¿Alguna preferencia sobre a dónde ir?
Los ojos azules de Natalie brillaron, y sus hoyuelos jugaron al
esconditemientrasse terminaba el último bocado de su tarta. —Sorpréndeme.
Un soldado, incluso un ex soldado, sabía qué hacer cuando se le asignaba
una misión. Consideraba la disposición del terreno, el objetivo a alcanzar, las
armas que podría llevar y, finalmente, el oponente con el que planeaba
enfrentarse. Oh, sí, esto iba a ser divertido.
—Una sorpresa será, entonces. Te recogeré a las siete.
Notes
[←1]
Es una pieza musical de carácter solemne que se interpreta al anochecer, en los funerales
y en ceremonias donde esté presente la bandera de Estados Unidos. La pieza está
especialmente ligada a las fuerzas armadas de USA y se atribuye su composición a Daniel
Butterfield, General del Ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión. La pieza se
suele tocar por un solista de trompeta o corneta natural.
[←2]
Indica que no son sus hijos biológicos, pero que los ama como si lo fueran.
[←3]
Sistema de ejercicios físicos empleando el propio peso corporal; en el sistema el interés
está en los movimientos de grupos musculares más que en la potencia y el esfuerzo.
[←4]
Rhythm and Blues.
[←5]
Bonnies: Se dice de un lugar bonito, apacible, agradable
[←6]
Una pulgada equivale a 2,54 cm.

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