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Cristian: Eduardo Andrés Suárez Ojeda
Cristian: Eduardo Andrés Suárez Ojeda
Primera Infancia
muchas cosas sobre él, sobre casi toda su vida. Él ha sido honesto conmigo
como nadie más que conozca; por lo menos, a partir de un cierto momento.
Ser honesto, es una virtud rara de encontrar. Ella exige, entre otras cosas,
no tener prejuicios para poder hablar sobre cualquier tema. Yo creo, que no se
viene al mundo con esa condición, más bien que se forma en la vida a través
valor para ser honesto, para vencer los miedos y las barreras que obstaculizan
las opiniones de los demás, al menos ser suficientemente valiente, como para
no hacerles mucho caso o para soportar las consecuencias de exponer
en casa de familias ricas. Tuvo que sufrir mucho por esa causa. Era una mujer
inteligente que de niña pudo ir a la escuela, incluso a la secundaria, cuando sus
Al principio no fue tan difícil, aunque su marido ganaba muy poco. Ellos se
amaban y él se comportaba correctamente, venía temprano del trabajo, la
ayudaba en las tareas del hogar e incluso trabajaba a veces como ayudante de
un carpintero del barrio, con lo que traía algunos billetes más para la casa.
Cuando el niño fue un poco mayor, Teresa habló con su hermana para que
eso. En realidad, ella no era mujer para esos trabajos. Además no tuvo suerte,
familias, tampoco todo lo que comían los demás. Tuvo que aprender a ser
insultada sin decir nada o protestar, para no perder el empleo, cuando no hacía
algo como había ordenado la señora de la casa o como ésta se lo había
imaginado.
Un día, el marido regresó del trabajo más temprano que de costumbre y no
había nadie en la casa. Al principio no se preocupó, ella podía haber ido a
cualquier lugar con el niño. Un rato después apareció Teresa, pero sola.
— ¿Dónde estabas? ¿Dónde está Cristian?
empleada en casas ricas, donde seguramente tenía que permitir que el señor la
manoseara cada vez que le diera la gana, su prestigio estaría perdido. Los
— Sí, sí, con tu hermanita, que no puede cuidar ni de sus propios hijos. Ellos
casa. La madre de Cristian hablaba continuamente con él, pero tan pronto
tenía que presenciar sus peleas y discusiones y eso le hacía mucho daño. Él
siempre ha sido uno, que no muestra mucho hacia afuera, pero en cuyo interior
ocurren y se sienten muchas cosas. Por eso, no decía nada, pero sufría mucho
limpiaba, para lavarla y plancharla. Eso tenía que hacerlo ya tarde en la noche
después de haber liquidado todas las tareas del hogar y de haberse ocupado de
su querido niño, al que bajo ninguna circunstancia hubiera descuidado. Ese
esfuerzo tenía un precio y ella tuvo que pagarlo. Cada día estaba más débil,
hasta que adquirió una enfermedad pulmonar que no duró mucho. Teresa
murió tranquila delante de los ojos del niño, que en correspondencia con su
podía respirar. Al menos durante toda una semana no dijo una sola palabra,
por mucho que los adultos se esforzaran por hacerlo hablar. Permanecía horas
sentado en un rincón cualquiera de la casa, y sólo con un gran esfuerzo,
lograron hacerle comer algo. Pero el tiempo todo lo alivia y poco a poco,
regresó a la vida.
no vio a su padre nunca más. Eso no fue tan triste para él como pudiera
pensarse. Siempre los niños pasan a los adultos la cuenta por sus acciones.
Había amado a su padre, pero cuando vio cómo trataba a su mamá, llegó
Ella era viuda y tenía dos varones, ambos mayores que Cristian. Cuando su
padre no estuvo de acuerdo con que ella se ocupara del niño, tenía algo de
razón. Los muchachos de Lucía crecieron sin mucha atención y control de los
padres. Ellos pasaron la mayor parte de su infancia en la calle, bajo influencias
La segunda vez que esto ocurrió, ella lo envió a la cama de su hijo mayor
Sebastián, para que Cristian pudiera dormir el resto de la noche, ya que en ese
— ¿Jugar? ¿A qué?
— Voltéese por favor. – Cristian obedeció, y sin darle tiempo a hacerlo por sí
izquierda, como si estuviera aplicando alcohol allí y la pellizcó con las uñas
de los dedos en ese punto, simulando el pinchazo de la aguja, sólo por unos
La noche siguiente Cristian mojó las sábanas de nuevo y su tía lo envió otra
quería dormir más y en esa cama mojada, era imposible. Por tanto, fue al
cuarto de al lado, después de haberse lavado y puesto un calzoncillo limpio.
demás y utiizada para sus fines o para satisfacer sus propios deseos y esto es lo
que estaba ocurriendo con Cristian y sus primos.
Esta vez Sebastián hizo evidente que ellos estaban despiertos y Cristian
comprendió que algo tramaban.
— Hoy vamos a jugar a los médicos, pero de una forma un poco diferente.
ocasionas.
— ¡Doctor, ayúdeme por favor! ¡Mi hijo tiene fiebre muy alta! Cristian se
— Primero que todo tenemos que ponerle una inyección para bajarle la fiebre.
Después veremos.
Cristian simuló que lloraba cuando oyó de la inyección. Esto les gustó
mucho a los otros, pues eso significaba que Cristian participaba del juego.
— Ven mi niño, es sólo un momento – dijo Frank con aparente dulzura.
también Frank tenía fiebre y que también necesitaba una inyección. Esta vez
pijama. Sebastián ejecutó todo el proceso de nuevo, pero esta vez pinchó la
nalga de su hermano un poco más fuerte, tanto que Frank tuvo que reprimir un
grito. Cristian se rió bajito, cuando vio, que no solo él debía recibir las
maldades y bromas.
Cuando Sebastián terminó con Frank, éste dijo que Cristian se había
portado con muy mala educación, porque se había reído de su dolor. Sin que
Cristian pudiera hacer resistencia, Frank lo agarró, lo arrojó sobre sus piernas
y lo despojó completamente de su única prenda de vestir y aprovechando que
su madre en ese momento lavaba la ropa en una lavadora que hacía mucho
ruido, le golpeó varias veces el trasero a Cristian, que esta vez tuvo que llorar
de verdad, porque le había dolido mucho. Esta vez fue Cristian el que
maltratado y vejado por él y por su hermano. Él sabía que eso se podría poner
peor, y no estaba dispuesto a tener que aceptar continuamente esa humillación.
que persigue sus objetivos tenazmente y que hace todo lo que haga falta por
alcanzarlos. Puede ser que se tome mucho tiempo para tomar una decisión,
pero cuando la encuentra, es muy difícil pararlo. Él tiene una voluntad fuerte y
externas.
Los próximos días los primos esperaron inútilmente por él. Como primera
cosa empezó a no tomar agua después de las comidas y durante ellas, sólo
sorbos. La primera noche en que tomó esa medida, se atoró con un pedazo de
boniato, lo que provocó en los primos mucha risa, pero preocupó a la tía que
enseguida le preguntó:
decidió levantarse con ella, sólo tenía que inventarse un buen pretexto. Le dijo
a la tía que había comprobado que él se orinaba en las primeras horas de la
mañana y por eso debía levantarse más temprano, por otra parte, quería
ayudarla en sus quehaceres. Ella no encontró este pretexto muy convincente,
pero le convenía, pues Cristian se reveló como una ayuda significativa. Como
ellos no podían hacer nada contra eso, los primos perdieron su interés en
Cristian, o al menos eso parecía.
muy pequeña para sus primos mayores, así que no tenía que temer que los
seto y muchos árboles. A él le gustaba bajarse allí para sentarse unos minutos
a la sombra de los árboles. Cuando ya llevaba un rato sentado allí, vio con el
rabillo del ojo que Sebastián estaba recostado medio desnudo a uno de los
árboles y jugaba con algo que estaba entre sus piernas. En un instante se dio
cuenta que Sebastián tenía los pantalones por las rodillas. Aunque el árbol lo
además que con lo que Sebastián jugaba era con su propio pene. Cogió miedo
de que Sebastián lo descubriera, se levantó silenciosamente, se montó en su
Él no podía entender qué hacía su primo allí, qué hacía con su miembro. Ya
se había dado cuenta, cuando jugaban a los médicos, que durante el juego, el
bicicleta. Había mucho calor y él tenía puesta una camiseta ligera y un short,
porque a él le gustaba montar bicicleta vestido así. Se bajó de la bicicleta en el
momento no se utilizaba. Aunque su tía era muy pobre, había tenido suerte
con la casa. Ella había trabajado allí como empleada, cuando la familia que
vivía en la casa decidió emigrar a los Estados Unidos. Eran los inicios de 1959
y la situación política estaba muy tensa y Lucía recibió la vivienda del Estado
dormir a la suya. Ahora había allí sólo una cama estrecha sin colchón y una
pequeña mesa con una silla.
— ¡Ven rápido! ¡Te lo vas a perder! ¡Es una serpiente!
Su curiosidad pudo más que su recelo y corrió hacia allá. Enseguida que
llegó, Sebastián cerró la puerta con el pretexto de que la serpiente podía huir.
Cuando Cristian se viró, se dio cuenta que Sebastián estaba totalmente
a llorar.
Cristian y lo sentó en sus piernas. El pene de Sebastián estaba bajo las nalgas
de Cristian y naturalmente éste lo sentía duro. Sebastián acariciaba los muslos
mano y Sebastián tuvo que gritar de dolor. Cristian se dio cuenta que la
ventana estaba abierta, recogió su short del piso y con ayuda de la silla que
estaba junto a la mesa, saltó hacia el patio. Sólo después, se dio cuenta que
que jugaba con ellos. Sólo quería realmente, estar cerca de la tía.
El Desarrollo Definitivo
Cada día Cristian se sentía más seguro de sí mismo. Estaba más grande y
más fuerte. No puede decirse que fuera un Hércules, pero había desarrollado
músculos en los brazos y en el pecho. A él le gustaba hacer deportes en la
levantar siquiera los pesos más ligeros, por mucho que resoplara, rezongara o
estos deportes. Sólo el hecho de estar allí y de que se esforzaba por tener una
buena actuación, unido a su liderazgo en atletismo, elevó su prestigio en la
banda.
Como en todas las regiones del país, la alternativa preferida por ellos para
profesionales era una fiesta. De cualquier parte surgían guantes, bates y sobre
todo jugadores. Si no, se daban por satisfechos con pelotas de trapo, que se
sus equipos. Los capitanes se alternaban para escoger uno de los otros
nunca fue de los primeros escogidos, pero tampoco nunca se quedó fuera.
fildeando.
Cuando era todavía bastante pequeño, tomó parte en uno de los pocos
juegos en que participaba entonces, en el que se jugaba con una pelota dura.
que “Cristian era el joven con la frente más dura que ojos humanos hayan
visto”.
Hubo sin embargo otros días de juego más gloriosos. Ya era un poco mayor.
del puerto. El juego había sido muy duro y parejo. En la última entrada su
equipo perdía 4 a 3 pero bateaba con dos hombres en bases y dos outs. Había
todavía una sola posibilidad de fabricar más carreras y ganar el juego. En estos
capitán del equipo opinaba que eso podría ser productivo. En esa tensa
posibilidad de su vida. Si tenía éxito, todos lo sabrían pronto, que él había sido
el héroe del juego, que él lo había decidido. Así, sumido en ese sueño, vino al
home, donde se colocan los bateadores para batear. Hizo un swing con toda su
todavía, a más altura y por tanto con mayor alcance. El jardinero central no
pudo atrapar la pelota y los hombres que estaban en las bases pudieron
En la tribu de los muchachos del barrio oyó por primera vez de mujeres y
sexo. Era para él completamente nuevo cómo los mayores hablaban con gran
nostalgia, admiración y deseo sobre algunas muchachas, tanto del barrio como
pechos y sus traseros. Algunos admiraban las caras bonitas, los ojos o las
piernas, pero los supuestamente más experimentados no querían saber nada de
eso. Para ellos solamente las otras regiones eran interesantes. Algunos
las que llevaban las muchachas a una esquina y las besaban en la boca o le
acariciaban los pechos, el fondillo o incluso entre las piernas. Los más audaces
llegaban a decir que se habían mostrado desnudos unos a otros y que alguna de
las muchachas incluso les había tocado el rabo, e incluso que se habían venido
tenía muchas amigas, pero no sentía ningún deseo por ellas. Encontraba
bonitas y simpáticas algunas, pero nada más. Él no se atrevía naturalmente a
preguntar a sus primos, aunque ya entre ellos había una relación bastante
amistosa. A pesar de todo, se habrían burlado de él y les habrían dicho a los
demás, que él no sabía nada de esas cosas. No tenía nadie más a quién poder
dirigirse, con su tía no podía contar, se trataba de cosas de hombres. Por eso
decidió espiar de vez en cuando a los mayores o a los que se las daban de ser
mucho mayor que ella y con el que había tenido dos hijos. No puede decirse
permitía. A ella le habría gustado, pues era sólo unos años mayor que
Sebastián, y parecía aburrirse junto a su marido.
Cuando Cristian descubrió a Sebastián por detrás, éste estaba parado con
los pantalones en los tobillos, medio oculto de la casa vecina por un árbol. La
habido una vez una competencia para ver quien lo tenía más grande; él no
ganó, pero hubo otros mucho mayores que él que no pudieron vanagloriarse de
estar tan bien provistos como él), le pareció enorme el rabo de su primo y
parecía estar muy duro. Lo más curioso de todo eso era que Sebastián lo
movía frenéticamente hacía delante y hacia atrás. ¿Qué pretendía él con eso?
leche. Mientras eso ocurría, Sebastián se movía todavía más rápido y más
excitado. A Cristian le pareció percibir que la vecina observaba a Sebastián
con el rabillo del ojo, mientras emprendía algo entre sus piernas. De repente,
Sebastián quedó completamente tranquilo y lanzó un suspiro. Su rostro
(Cristian se había corrido un poco hacia un lado para poder ver mejor lo que
sucedía) tenía una expresión hasta ahora desconocida para Cristian. Era una
mezcla de alivio, alegría y hasta de mansedumbre, que resultaban casi
cercanías de su primo mayor y estar siempre que pudiera, tan cerca de su tía
como fuera posible. Esa fue la primera masturbación que él de alguna manera
vivió.
una inocencia que no podía pasar inadvertida. Todo esto lo envolvía en un aura
que resultaba atractiva para las muchachas. Algunas de ellas emprendían
atención. Sin lastimarlas, les hacía saber que él por el momento no estaba
interesado en esos flirteos.
las muchachas que más le atraían en la escuela. Una vez en uno de los recesos,
se encontraron y estuvieron conversando un rato:
— Deja ver qué puedo hacer. Pero ve de todas formas chico, aunque no
consiga invitación, a lo mejor convenzo al portero de que te deje entrar.
¿Me lo prometes?
La tía Lucía siempre lo trató como a sus propios hijos. Él recibía una
de dinero, cuando, como todos los niños y jóvenes, se quería comprar algo.
Cuando era posible, su tía lo complacía. Ella se ocupaba de que sus tres hijos,
incluido aquí Cristian, tuvieran la ropa adecuada, pero ellos no habían tenido
mucho más temprano que de costumbre, se bañó y se vistió con la ropa que
había escogido. A sus primos no les gustaban las fiestas, no participaban en
ellas, decían que eso no era para hombres, sino para adolescentes. La
verdadera razón era que ellos tenían pena de no tener la ropa correcta y que no
sabían bailar. Ellos acostumbraban a merodear en los alrededores de la fiesta e
intentar flirtear con alguna muchacha y si era posible capturarlas para algo
más, como por ejemplo, para besarse. Cristian estaba tranquilo, pues sabía que
sus primos se habían puesto de acuerdo con dos muchachas del barrio para ir
— ¿Por qué, tía? ¿Luzco tan mal como si un bicho me hubiera picado?
— Ah, tía, no preguntes tanto. ¿Tendrías quizás un poco de perfume para mí?
— Sí, sí. Mi hijo más chiquito se me ha escapado de las manos. Sí, en mi
escaparate hay una botella verde redonda, tiene un perfume que viene bien
— Ni un quilo, tía.
— En la gaveta del escaparate hay una carterita chiquita con un poco de
dinero. Coge 5 pesos y ¡ay de ti, si coges un centavo más! – Ella se atrevía
a permitirle algo a él que no hubiera hecho nunca con sus verdaderos hijos.
Ella lo conocía bien y sabía que él era incapaz de tomar algo sin su permiso
regrese!
escuela; le extrañó, pues no sabía que Andrés frecuentara las fiestas. Junto a él
estaban Alexander y William, otros dos con los que se llevaba bien y
enseguida se unió a ellos. Apenas unos minutos después, Ondina, otra amiga
de la escuela, se asomó al balcón y habló algo desde allí con Andrés, quien de
diciendo: “Lo siento, no puedo hacer nada”. Cristian se hubiera ido para la
casa, pero ya después que estaba allí, hubiera hecho el ridículo si se iba tan
temprano.
se acercaron a ellos, dos trigueñas y una rubia, quizás un poquito más joven
que las otras. Conversaron un ratico y una de las trigueñas dijo que estaba
cansada y propuso ir a sentarse en el parque que estaba cerca de allí. Desde
del parque, mientras él estaba sentado en un banco con la rubia en otra zona
comportaba también un poco como él, tímida, retraída, pero poco a poco se
produciendo toda la literatura romántica de que era capaz; por lo menos así
pasaba el tiempo, hasta ver si lograba averiguar dónde estaban los otros. La
muchacha parece que se sintió estimulada con el discurso de Cristian y ahora
comportarse “agresivamente”.
Unos minutos después, por suerte, aparecieron muy contentas las otras dos
parejas, Alexander venía como abrochándose la portañuela, ¿sería porque
estaba abierta o porque eso era lo que él quería que William y Cristian
pensaran? Una de las trigueñas dijo que tenían que irse, que no tenían permiso
— Por fin, esta niña supo lo que es un hombre. Lloraba de emoción cuando
tocaba el “aparato” y por supuesto que el “aparato” tuvo que llorar a
lágrima viva.
— No, no, esa no es mi onda – dijo William.- El que toca soy yo. Le subí la
nalguitas redonditas tan lindas que tiene. Después tuvo que ver cómo me
hacía yo mismo una paja. Todavía estoy que exploto. Dime algo Cristian,
porque no tenía ni la menor idea de que iba a regresar tan tarde. Se dejó caer
espaldas en el suelo. Era su tía, que todavía a estas altas horas de la noche
estaba despierta, porque cuando se fue a acostar, se dio cuenta de que Cristian
casi enseguida se durmió. Sin embargo, sintió enseguida el leve ruido que hizo
Cristian durmió toda la noche hasta tarde en la mañana del siguiente día.
esperaba por él. Los primos habían ido a jugar pelota, de manera que los dos
estaban solos en la casa. Él le contó todo, ella lo escuchó atentamente y al
la escuchó atentamente sin decir una palabra. Cristian era un joven reflexivo y
Lucía estaba convencida de que su sobrino la había entendido.
— Entonces, ¿despilfarraste en bebida, el dinero que te di? – preguntó Lucía.
— No, tía. Toda la bebida me la regalaron. El dinero está íntegro aquí y lo voy
a volver a poner enseguida en tu cartera.
— No es necesario hijo mío. Consérvalo para el caso en que salgas con una
nuevo y esta vez los dos supieron que había algo que los unía muy
estrechamente.
Cristian meditó mucho sobre lo ocurrido la noche anterior. Comprendió que
aturdido. Él la encontraba bonita, pero, ¿que debía hacer con ella? ¿Quería él
en realidad hacer algo más que conversar como amigos, o quizás bailar sin que
sabía responder y decidió poner pausa en esas actividades hasta que se sintiera
preparado para ello. Se quedaría con la escuela y el deporte, que era lo que
más le gustaba.
Tocaba guitarra y piano y tenía una bella voz, melodiosa y cálida. Una vez,
Cristian y Joaquín estaban en un grupo que se había reunido en el patio de la
escuela durante uno de los recesos y hablaban sobre las canciones de moda en
canciones. Los demás oían con la boca abierta, porque nunca lo habían oído
cantar y además lo había hecho excelentemente bien. Todos aplaudieron
espontáneamente, se rieron con gusto y Cristian se puso rojo como un tomate.
influencias. Sus propios hijos seguían mezclándose con jóvenes que a ella no
ellos no pensaban más que en deporte, sexo y otros placeres similares, entre
estaba todavía ocupada con las tareas del hogar. Apenas un minuto después de
que el grupo apareció en escena, la reconoció en la tercera fila. Lucía lucía
bella, como nunca antes la había visto, mientras ella se sentía muy orgullosa
de él viéndolo allá arriba.
La presentación del grupo resultó todo un éxito, pero paradójicamente
más, se había leído ya casi todo el libro. En esa época, la pasión por la lectura
se enseñoreó del muchacho y no pudo nunca más librarse de ella. Pasaba
incontables horas en compañía de sus libros, de los cuales aprendió
muchísimo, entre otras cosas había logrado entender mucho mejor el misterio
de la relación física entre un hombre y una mujer.
Una vez, cuando leía “Los tres mosqueteros”, dejó un momento el libro
Dos días más tarde ya había terminado “Los tres mosqueteros” y había
continuar con la lectura del libro, pero no lo encontró arriba de la mesa, donde
normalmente ponía los libros que estaba leyendo. Registró toda la sala, pero
no lo encontró. Recordó que hacía dos días Frank había estado hojeando el
libro que estaba leyendo y aunque se había expresado de una forma tosca
Cuando abrió la puerta no quería creer lo que tenía ante sus ojos. Aunque él
no había estado interesado en el sexo, aunque no había tenido aún ninguna
experiencia sexual, era inevitable, que ya supiera sobre el tema, entre otras
cosas por la lectura. Había aprendido lo esencial acerca de lo que ocupaba a un
hombre y una mujer en su relación de uno con el otro. Pero lo que vio, no
delante y hacia atrás con una mirada de lujuria que Cristian no había visto
nunca. Frank gemía silenciosamente, pero con un indiscutible tono de
en la lectura. Salió de la casa, dio una vuelta a todo su alrededor, hasta que
inconscientemente llegó al patio trasero. Sin saber qué hacía, se ocultó detrás
del mismo árbol donde antes había visto masturbarse a Sebastián, se zafó el
vida.
Después de este incidente se sentía aturdido. Parecía preocupado, incluso
no tenía ganas de leer, se separó del grupo y permanecía la mayor parte del
La Incógnita
Ya Cristian había leído y oído decir a sus amigos de la tribu, que la relación
sexual entre un hombre y una mujer podía producir una gran satisfacción a
ambos, independientemente de la función natural reservada al acto sexual en la
pensado siquiera que fuera posible una relación carnal entre dos varones y lo
se lo imaginaba, pero a juzgar por las caras y los sonidos emitidos por Frank y
si sobre todo para Frank, quien era el que había recibido la penetración del
pene del otro, aparentemente bien grande y duro por lo que pudo apreciar, no
resultaba doloroso, pero aunque no tenía naturalmente una respuesta confiable,
Pero lo que más lo confundía era su propia actitud. Había salido huyendo
cuando el otro muchacho lo invitó a acercarse, porque él no tenía ni quería
tener nada que ver con eso. ¿Qué habría pasado si hubiera aceptado? Frank se
habría percatado de su presencia y seguramente se habría puesto violento, pues
no admitiría que Cristian lo viera en esa situación tan humillante y diría él,
servil. ¿Sería posible sin embargo que Frank también hubiera querido
incorporarlo al juego? ¿Cómo habría seguido la historia en ese caso? ¿Qué
mortificaba que no podía apartar de su mente lo que había visto y sobre todo la
figura del joven, aquel cuerpo fuerte, brilloso a causa del sudor, la espalda y el
verse, que había quedado fuera del ano de Frank. ¿Por qué lo obsesionaba
tanto esa imagen? Hasta ahora, es verdad que no se había interesado mucho
por las muchachas ni había sentido deseo sexual por ellas, pero tampoco había
alguna que otra ocasión, sobre todo en los campamentos en el campo, a la hora
convirtió en idea fija como le había sucedido con este incidente. Recordaba
dolores de cabeza y aceptó que el profesor que los atendía lo inyectara, pues
no tenía otra cosa que darle. Él estaba jugando dominó con un grupo
entonces se había sentido algo excitado, incluso notó que Andrés, uno de sus
mejores amigos, lo había mirado de una manera rara, como de asombro o
que más confiaba, era el único a quien había contado las intimidades de su
infancia, los problemas entre sus padres, la sensación de abandono que sintió
después de la muerte de su madre, el odio que llegó a sentir por su padre por la
forma en que trataba a su mamá y por haberlo abandonado como si fuera algo
sin importancia alguna. Incluso en una ocasión en que todos esos recuerdos lo
tenían deprimido, llegó a contarle a Andrés todo lo que sus primos habían
en el plano sexual, por lo que él podía suponer, pero era una persona que sabía
escuchar y tenía siempre una palabra amable para reconfortarlo a uno. Aun así,
sólida preparación para enfrentar los estudios universitarios. Para Cristian era
una solución ideal, él amaba los estudios y aquí tendría la oportunidad de
probarse a sí mismo; dadas sus condiciones familiares, el estar becado
juntos prácticamente todo y eso creaba lazos mucho más fuertes que los que
aunque Cristian iba muy poco, a lo sumo una vez al mes, naturalmente, no
las cosas que pasaban a su alrededor, había hecho todo una clasificación de
diversos tipos humanos que había reconocido entre sus compañeros. Entre
ellos estaba el que él llamaba “los indecisos” donde incluía a aquellos que por
sus maneras, su forma de proyectarse y hasta por algún que otro comentario,
parecían no tener bien definida su orientación sexual. Por supuesto no se
compañeros.
Andrés tenía sin embargo la impresión de que la relación de Cristian con
con precisión, pero que no podía pasar por alto. No obstante, a Andrés nunca
empezó a percibir pequeños indicios por aquí, incidentes por allá, que le
traumática trayectoria de Cristian, pensaba que más que una elección u otra de
Cristian por su parte sentía que esta nueva vida contribuía para bien o para
mal a despejar sus confusiones. De cualquier forma se sentía más aliviado. Sin
confesárselo a sí mismo, en su fuero interno admitía que las muchachas
bonitas seguían gustándole, que no pocas veces se excitaba con algún pedacito
de carne que quizás por accidente dejaban mostrar o por los desnudos que veía
en algunas películas, pero que algo similar le pasaba con algunos varones.
para los que sería un padre ejemplar y tenía todos los requisitos para ello, por
sus fantasías bivalentes, igual que nunca había emprendido un contacto sexual
con muchachas, no le había pasado tampoco por la mente emprender algo
unos días, pero tenía que hacer diversas tareas de apoyo en el campamento.
columna y otros ocasionales como Cristian, que había estado con fiebre de
un ataque gripal. Ambos vivían en su misma tienda de campaña. Un día a
estar ocurriendo allí. Desde ese día comenzó a ver a Cristian de una manera
diferente. Era evidente que él había estado participando de alguna
era uno de los que por muchos detalles tenía clasificados en la categoría de
se habían improvisado en una zona separada de las barracas del albergue. Para
trasladarse de un lado a otro había que recorrer algunas decenas de metros
pasando cerca del comedor. En una ocasión, cuando Andrés venía de regreso
de las duchas, se encontró con Cristian y Raimundo que iban para allá, pero
oyó que Cristian le proponía a Raimundo esperar un poco en el comedor
enseguida salió del albergue Raúl con una toalla en el cuello, en dirección a las
duchas. Raúl era una persona muy agradable, muy amistosa, gran amigo de
Andrés. Tan pronto Raúl pasó por delante de Cristian y Raimundo, Andrés
notó claramente cómo cambiaba el rostro de Cristian, quien enseguida
pasaron por una de las turbinas que se usan para el regadío de los campos.
agua muy fresca y limpia. La tentación era demasiado grande para estos
muchachos agotados por el trabajo del día y por el intenso calor. Alguien
habló de bañarse allí y uno de ellos, sin esperar nada más, se desnudó
disfrutaban del frescor del agua zambulléndose hasta donde la profundidad del
estanque les permitía, tirándose agua y hundiéndose los unos a los otros. Ya
Andrés había salido y se estaba vistiendo, cuando oyó una algarabía
los muchachos, se unía ahora una vida en total libertad: vida común en
apartamentos en pequeños colectivos, estudio cuándo y dónde quisiera y toda
la capital a sus pies con su amplia colección de restaurantes, cines, teatros,
se había enrolado en una salida ilegal del país y afortunadamente logró llegar
sano y salvo a los Estados Unidos, por lo que en virtud de las regulaciones
existentes en ese país, pronto obtuvo su residencia allí. Casi no tenía
comunicación con su mamá Lucía, pero ésta sabía que estaba bien, pues
aunque fuera muy de vez en vez, algunas veces le mandaba un billetico. Frank,
el otro primo, se había ido de la casa, decía que estaba viviendo en casa de un
amigo, pero tenía muy buena posición a juzgar por la ropa que vestía y su
que ahora la tía Lucía estaba sola en la casa, los gastos se reducían
seguridad social, como la que recibía Lucía por viudez y decidió entonces,
entregar a Cristian toda la pensión que recibía desde la muerte de sus padres, a
algo externo se hacía visible era que entre los amigos que más frecuentaba se
incluían algunos que Andrés hubiera colocado sin dudas entre los indecisos.
Salvo uno o quizás dos, el resto tenía poco o ningún amaneramiento, pero
todos tenían algo que invitaba a clasificarlos como tales, desde un arete o pelo
largo, que en aquella época de finales de los sesenta, principios de los setenta
del siglo pasado no eran en lo absoluto usuales, hasta alguna que otra
manifestación que apuntaba a sus inclinaciones sexuales. Andrés también
había notado todo esto, pero como no veía en Cristian ninguna manifestación
un sábado en la noche. Julio, uno de sus íntimos, que no estaba becado pero
tendría que pasar tanto trabajo para llegar a la beca a esa hora. A Cristian le
pareció buena idea y aceptó. Pasaron una noche excelente, el show fue
soberbio, y el resto de la noche bailaron sin cesar con la música de una de las
pero como bailaron tanto, la bebida no les había hecho mucho efecto.
Cuando llegaron a la casa, tomó una bolsita que había enviado desde el día
— No Julio, el problema es que yo tengo que hacer otra cosa primero, báñate
entra tú.
— Hazme caso muchacho. ¿Es que te da pena bañarte conmigo o tienes miedo
— Oye, Julio, no hables más mierda y acaba de bañarte que ahora sí estás
perdiendo tiempo. – y sin esperar otra respuesta se fue para la sala. A Julio
no le quedó otra alternativa que hacer lo que decía Cristian.
comprobó que en efecto la cama de Julián era bien grande, así que no había
razones para sentirse incómodo, se acostó, como siempre, boca arriba con los
— Ven, querido Cristian, hazme ese gran favor y de paso háztelo a ti mismo,
Aquellas palabras parece que lo despertaron por completo. Con una gran
andaré con mujeres, pero tampoco con hombres que quisieran ser mujeres.
delincuentes que cuando vean un macho tan rico, te violen sin compasión.
Cristian sabía que el barrio tenía fama de ser peligroso y no creyó prudente
irse a esa hora. Sabía además que después de su reacción, Julio no sería capaz
— No te voy a insistir para que te quedes conmigo, pero no hace falta que
duermas incómodo. Puedes ir para el cuarto de mis padres.
— Pero, tus padres…..
— No están ahí, fueron este fin de semana a Santa Clara a casa de mis abuelos
paternos. Te dije que hicieras silencio cuando entramos para que creyeras
dejado engañar como un bebé. Cuando se retiraba hacia el otro cuarto, oyó
que Julio le gritaba:
confiarse a Andrés y pedirle que lo ayudara, pero tampoco esta vez llegó a
hacerlo.
reunía con los otros compañeros en los recesos ni participaba de sus cuentos y
sus risas. La única otra cosa que lo acompañaba por estos días era la lectura,
que en la vida capitalina tan agitada había abandonado un poco, pero que
conversación que había tenido con su tía la última vez que fue a verla. El
sábado por la noche se habían sentado en la sala para ver una película, pero
eso.
— Todavía no ha surgido nada que valga la pena tía. Hoy en día no es fácil
— Creo que estás exagerando un poco, además de que estoy segura de que son
eres tú. – Hacía poco tiempo se había sabido que la vida de Sebastián en los
Estados Unidos se había convertido en un desastre. Creía haber encontrado
el paraíso, pero sin saber inglés, habiendo terminado a duras penas sólo la
vez y ahora había sido detenido de nuevo y recibido una condena que
parecía ser larga. Todo lo sabían por terceros, pues de él directamente no
habían recibido ninguna noticia. Poco después de la salida de Frank de la
casa, no quedaron dudas de que el amigo donde vivía no era más que un
chulo, que si bien lo mantenía como un príncipe, lo usaba como su pareja y
feliz, pero Cristian, que lo conocía un poco, se imaginaba que para Frank
– Cristian negó con la cabeza e iba a decir algo, pero Lucía no le dio
tiempo.
Cada vez que recordaba esta conversación, se abatía aún más a medida que
veces que se vieron, Andrés tuvo la impresión de que Cristian había cambiado,
hasta la expresión de su rostro parecía apagada. Otras veces lo vio solo
leyendo en la Plaza Cadenas. Si algo bueno tenía eso, era que al menos se
había alejado de los sujetos con que andaba últimamente y que no agradaban
para nada a Andrés. Sus ubicaciones al graduarse terminaron de separarlos por
algún tiempo. Mientras Andrés quedaba como profesor en la propia
Científicas, lo que había sido también el sueño del joven. Así ambos
hasta ese momento se habían forjado, aunque aún ninguno de los dos, aunque
en contextos y situaciones diferentes, había logrado encaminar su vida
delante.
mujer de su vida, con la que se casó y tuvo una linda niña que ya tenía algo
más de un año, cuando se le presentó la oportunidad de realizar su Doctorado
a tiempo completo por unos tres años en una prestigiosa universidad alemana.
profesional, pero para ello tendría que renunciar al disfrute de su pequeña hija,
con la que tenía verdadera obsesión. Durante su primer año allí, año difícil
porque implicaba entrar en contacto con costumbres, hábitos y sobre todo con
según le dijo, había perdido ese carácter jovial que siempre había tenido, pero
Unos meses más tarde, ya al inicio del segundo año de Andrés, iba por un
pasillo en dirección al comedor de la Universidad, cuando de repente se
encontró frente a frente con Cristian. Después de la sorpresa inicial, dieron
sólida amistad. Como siempre ocurre, los dos tenían muy poco tiempo, Andrés
debía apurarse para llegar puntual al seminario de investigación de su
departamento y Cristian tenía apenas unos minutos para el inicio de una
conferencia. Andrés apenas pudo saber que había venido también por tiempo
centro de la ciudad.
Andrés no sabía si preguntar si se había casado, pero por fin lo hizo y notó que
si para bien o para mal. Ya él mismo había tenido que enfrentarse a algunas
experiencias desagradables.
En la planta baja de la Universidad había una cafetería que Andrés visitaba
con frecuencia para tomar café, muchas veces acompañado de una torta de
chocolate. En el pasillo que conducía a la cafetería había dos baños, uno para
allí, tenía urgente necesidad de ir al baño. Después que entró y se sentó y dio
un vistazo al entorno, se asombró de ver que en el tabique de la izquierda,
que estaba ubicado de forma tal que de un lado al otro podía verse
notado nada, pero ahora le pareció percibir del otro lado un cierto movimiento.
Cuando se fijó, pudo ver claramente las piernas desnudas de un hombre joven
resultaba difícil entender que eso pudiera ocurrir en una instalación de alto
nivel académico y cultural como ese. Después comprendió que eso nada tenía
que ver con la institución ni afectaba para nada su prestigio, posteriormente
todas. Le pareció raro, pues si bien era el único baño que había en ese pasillo,
entender que tantas personas tuvieran que hacer cola precisamente en ese baño
y estaba convencido de que eso tenía que ver con las “innovaciones
de sexo en grupo con detalles de todas clases sobre lugar, fecha, hora, etc. Para
la calle se estaba reventando, sobre todo si había frío. Allí sí abundaban los
que otros, los penes de las personas que venían a orinar. En todo eso pensaba
Andrés cuando supo de la presencia de Cristian en ese ambiente, condicionado
seguramente por otra cultura, que no era la del machismo intransigente y la de
los prejuicios de una supuesta rigidez moral, que quizás no fuera tan pura
como parecía, y sí mucho más hipócrita, a la que él y Cristian estaban
acostumbrados.
Andrés tenía razón en preocuparse por la influencia de este ambiente sobre
Cristian. Cuando Cristian se percató de la existencia de ese baño, se convirtió
pasar de allí. A medida que la mañana avanzaba, los días en que estaba en la
del mediodía, iba “in crescendo” hasta que lograba despegarse de su asiento e
ir al encuentro de una nueva aventura. Por lo general, todo funcionó a
conocer las características de todas las personas que iban allí. Uno acercó su
mostrar el trasero. En una ocasión, después de una aventura que encontró muy
placentera, en la que sintió lograr una cierta empatía con su compañero de
juegos, éste le hizo pasar por el hueco una nota que decía: “Vivo solo en un
quería encontrarse cara a cara con su vecino, esa era la única forma en que
podría identificarlo, pues se había comportado de forma muy discreta y no
Pero no estaba preparado para un encuentro tan personal. Tenía deseos y tenía
miedo. Una contradicción tan vieja como la vida misma y él no sabía cómo
resolverla.
de par en par. Ante sus ojos estaba sentado Cristian en el inodoro, con los
pantalones en los tobillos, con el pene erecto en sus manos y virado de frente
al hoyo que daba a la cabina contigua. Sólo atinó a gritar: ¡Cristian! Y no tuvo
tiempo para más. Desde adentro, Cristian haló la puerta, la cerró de un portazo
y le puso el seguro, lo que negligentemente había olvidado hacer cuando entró.
Tanto fue el choque emocional, que Andrés no pudo evitar que se le saliera un
poco de orine y sólo a duras penas pudo contener el resto hasta llegar al
próximo baño. Estaba anonadado, se lamentaba por no haber hecho lo que
Cristian se paró turbado sin saber qué hacer, hasta que Andrés se lanzó sobre
él, le dio un fuerte abrazo, al tiempo que le decía: “¡Cristian, mi hermano, qué
con fuerza entre sus brazos. Cristian le explicó que había estado una semana
encontrarlo allí.
— ¡Oye amigo, la espaguetada no está siquiera a la candela!
— Ja, ja. Me alegro, así te ayudo y logramos que eso se pueda comer, porque
si te la dejo a ti….- Andrés puso cara de ofendido, pero se echó a reír. –
Además estoy loco por conversar contigo. Hace siglos que no hablamos
como es debido.
Ya en la habitación de Andrés, Cristian comenzó a contar de su estancia en
todos los problemas que había confrontado hasta encontrar el camino correcto,
ayudarte en alguna cosa? Oye, cualquier cosa que pueda haber pasado entre
ocultarte o que disimular contigo. La vida quiso que vieras todas mis
cartas. ¿Para qué voy a negármelo a mí mismo? Sí, son los hombres los que
me gustan físicamente y no logro explicarme por qué tiene que pasarme eso
a mí. Yo no quería eso para mi vida. Por eso estoy abatido, no tenía que
pasarme eso también, después que he pasado por tantas cosas ya. Mi cuota
conversación que había tenido con la tía sobre los futuros nietos.
— Pero es que no tienes que ver eso como una desgracia, ni como una causa
de sufrimiento. Los deseos o inclinaciones de las personas nunca podrán
nació o las que se fueron conformando con el paso de la vida y que son en
caso de que adoptaras una decisión que no sea la que ella preferiría.
uno para el otro. Dios o la naturaleza o lo que sea, no creó al hombre para
— ¿Es eso lo único que te preocupa? Tú eres un científico y sabes muy bien
entonces hay tantas relaciones así, de las que nunca sale un hijo? ¿Es que
esa relación entonces no tuvo sentido? ¿Que todas esas cosas son
excepciones que son muy superiores a la regla, pero no “per se”, sino
porque supieron adaptarse a las condiciones de esa excepcionalidad y
hacerlas valer. De eso es de lo que se trata. No obstante, reconozco que es
un dilema para el cual es difícil encontrar una respuesta satisfactoria.
— ¿Cómo cuáles?
— Miedo a que eso que me he imaginado como algo divino, demuestre ser
por mucho que lo pienso y por mucho que tú trates de convencerme con
antinatural pueda ser placentera. Miedo a que duela cualquier cosa que se
haga, a uno o a los dos, a que duela física o moralmente. Pero a lo que más
que me enseñó a disfrutar la maravilla del sexo, la que me dio entrada a ese
mundo maravilloso, a pesar de que la primera vez que lo intenté, no pude,
por ignorancia, por impaciencia, por miedo, miedo a quedar mal, a no ser
suficientemente activo, errores que no debes cometer tú también. Carmen
me dio la bella hija que tenemos, me enseñó esa otra maravilla, la de ser
padre, pero me enseñó también, quizás sin saberlo, que el sexo va mucho
llamo un pensador, me encanta reflexionar sobre todas las cosas que pasan
Cristian no quería hablar más del tema o si sólo quería una pausa.- Ni te
Andrés había comprado algunas cervezas, venía con una en la mano para
ofrecer a Cristian, pero se lo encontró aparentemente dormido en su cama. Le
pareció percibir que en realidad no dormía, que disimulaba hacerlo para pensar
y eso le parecía bueno a Andrés.
Cuando el almuerzo estuvo listo almorzaron como bestias: espaguetis con
queso, jamón, chorizo y salami, una fuente de ensalada a base de papas,
Cristian fregaba, hicieron un buen café con la cafetera que había traído
desconocidas de ese país. Rieron mucho con los incidentes de cada uno, hasta
hombres?
— Unos cuantos, y después que estoy en este país, sé que en el mundo hay
muchos más de lo que pensaba.
científicas que aseguran que el 60% de los hombres ha tenido al menos una
relación homosexual en su vida.
nuestro medio por ejemplo sería exagerado, pero hay otras poblaciones, ya
sea regiones del mundo o poblaciones especiales como las penales, en que
podría ser mucho mayor. Pero, dejemos eso, de los que conoces, ¿sabes de
alguno que después que comenzó por la razón que sea, haya dejado de
hacerlo porque le haya resultado repulsivo o desagradable?
— No dudo que los haya, es una de las cosas que temo me pase a mí, pero
conocer o tener referencia de alguno, la verdad es que no.
violaron, pero eso debió provocar repulsión, como ocurre casi siempre con
las mujeres violadas. ¿Por qué sin embargo estos hombres continuaron
entonces con esa práctica? Otros quizás lo hicieron por curiosidad, por
saber qué se siente, algunos pueden no haberlo hecho más, pero otros
habrá algunos que se hayan dado cuenta que no les gusta, pero otros
siguieron por ese camino. ¿Por qué si se supone que sea desagradable?
— Realmente no, pero es una pregunta interesante y me parece que bien difícil
de responder.
del hombre, que ante ese efecto bomba produce un líquido que arrastra los
eyaculación, y con ella esa sensación inigualable que ningún otro fenómeno
masturbación.
— Todavía no sé qué tiene que ver todo esto con nuestro asunto.
— Cuando un hombre hace el acto sexual con una mujer, hace falta también la
erección del pene, por la vía que prefieras, pero eso no basta, hay que
— Pero eso tampoco es lo que nos ocupa. Nadie duda de lo placentero de una
ahora una relación entre dos hombres. Como siempre, la erección de quien
Mirado fríamente, pudiera ser mucho más difícil en una relación hombre –
hombre lograr esa erección, y esa suposición tendría toda la lógica del
vista del que, como se dice, juega el papel activo. Sabemos que para lograr
el placer sexual al máximo nivel hace falta la eyaculación, para eso es
necesario producir sobre la próstata el efecto de bomba y para ello hace
erección. Hasta las mujeres dicen que eso duele la primera vez y eso que
ellas generan un lubricante para esas ocasiones. Así que me imagino que no
sólo la primera vez debe ser doloroso para el hombre, incluso para el que
penetra. Si alguna vez haces el amor con una mujer que no ha lubricado
bien, te darás cuenta de lo que te digo. Lo que para mí está claro es que los
¿Qué me dices?
— Cualquiera diría que tienes una vasta experiencia práctica. Es sólo una
broma, sé que no hay nada de eso, pero tu razonamiento parece tener toda
la lógica. Tengo que digerir todo lo que me has dicho. Es mucho para
tragarse de una sola vez. Pero entonces el pobre penetrado seguirá siendo
que esto puede ocasionar a la “víctima” te invito a ver películas como “El
último tango en París”, francesa, “Amantes”, española, o las cubanas
“Bocaccerías Habaneras” y “Verde, verde”. Con independencia de la
ficción, ahí se puede entender todo lo que he dicho y lo que me falta por
decir. ¿Sabes dónde se encuentra la próstata? Enfrente del recto. ¡Vaya
del recto. Sabes que aquí se produce una de las enfermedades que con
realiza un urólogo es un tacto rectal con su dedo del medio, a través del
del medio del urólogo luciría insignificante ante un pene normal erecto, así
— Correcto, entonces se trata de vivir una vida plena con las condiciones que
— Ahora tengo que estar solo, pues estoy ante una gran encrucijada. Hace
unos días, en una de esas aventuras de la Universidad que conoces, tuve un
logré una cierta empatía que nunca esperé alcanzar en esos eventos. Me
— Si lo supiera, quizás no estaría aquí. Tengo que analizar bien todo lo que
Andrés y Cristian estuvieron dos semanas sin verse. Andrés había ido poco
departamento.
— Perfecto, me cuadra, ya para entonces habré salido de todos los rollos que
tengo ahora.
— A las 10am a más tardar, pues no creas que vas sólo a comer. ¡Tienes que
cocinar también!
— ¡Ni hablar! Voy a esa hora, pero sólo a ver cómo te las arreglas con la
espaguetada.
suburbano.
FIN
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