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Recopilación realizada por: Elena Perez Mayuri

3 Leyendas de nuestro Perú


Leyendas de la Sierra
El toro encantado

(Ayacucho)

En el Perú, en una ciudad llamada Huanta, hay una laguna que tiene como
nombre Rasuhuillca, ésta laguna esta en medio de otras tres lagunas que la rodean,
pero Rasuhuillca es la más grande, por lo tanto la principal. La laguna está en la cima de
un cerro que domina la entrada del pueblo, por eso se ha construido en ella una represa que
suministra de agua para el regadío, y para el consumo del pueblo.

Los pobladores de Huanta, cuentan que dentro de ésta laguna se encuentra un toro negro,
muy hermoso y corpulento, este espectacular espécimen se encuentra sujeto con una
cadena de oro cuyo extremo guarda una anciana canosa.

Hace muchos años, en un descuido que tuvo la anciana, el toro logro vencer a la anciana y
salió a la superficie, e inmediatamente las aguas de la laguna se embravecieron y rompieron
los diques con grandes oleajes, inundaron el pueblo, arrasaron toda la población
produciendo grandes estragos y gastos incalculables.

Entonces, los indios que habitaban en la ciudad, al darse cuenta de esto, inmediatamente
trataron incansablemente de atrapar al toro, lucharon mucho, pero lograron conseguir su
cometido y lo hundieron nuevamente.

Desde aquel día la gente teme que otra vez el toro pueda escaparse y la laguna inunde la
floreciente ciudad de Huanta.
El sapo de piedra

(Pasco)

Se sabe que en un pueblecito pasqueño, hace ya muchísimos años, vivía una anciana de
tétrica figura, siempre trajeada de negro que era dueña de una chacra a las afueras del
pueblo. A la llegada de cada cosecha, debido a extrañas y mágicos conjuros que realizaba
diariamente, obtenía considerables cantidades de grandes y harinosas papas, en tanto que
sus vecinos, sólo ralas, pequeñas, aguanosas y agusanadas. Nadie comprendía el por qué de
este prodigio; es más, como no habían podido arrancarle una sola palabra, vivían intrigados
acerca de su identidad.

Así las cosas, a la llegada de la cosecha de aquel año, nuevamente las papas más
abundantes y hermosas fueron para ella. Los vecinos, la mirada torva e inconforme, veían
cómo la anciana almacenaba las enormes papas en su gigantesco costal.

Una noche, mientras la vieja dormía, un sapo de enormes proporciones y repulsivo aspecto
que había logrado introducirse en el hórreo, comenzó a devorar aquellos apetitosos
tubérculos. El escandaloso ruido que hacía al comer despertó a la irascible mujer que, al
sorprenderlo, pronunció fuera de sí enérgicas y cabalística palabras en un extraño idioma
que nadie conocía; luego se echó a soplar con todas las fuerzas que le daba su esmirriada
naturaleza, abultando sus carrillos, rugosos y flácidos como un globo descomunal; al
momento -clímax de sortilegio- un silbante viento huracanado se desató sobre el poblado
destechando casas y arrancando árboles desde sus raíces. El sapo, causante de la ira
satánica, voló por los aires a muchísimas leguas de distancia hasta quedar colgado de una
gigantesca roca donde permanece hasta ahora, pero ya convertido en piedra. Recién las
gentes comprendieron que la vieja de las negras vestiduras, era una bruja malvada que poco
tiempo después, al sentirse descubierta, huyó del pueblo una noche que los perros
inundaron de sobrecogedores aullidos al poblado.
Yanacocha

(Ayacucho)

Dicen que por aquella época las aguas de esa laguna eran cristalinas, pero con tanto tesoro
perdió el color de sus aguas y se la llamó Yanacocha (Pozo Negro).

Junto con todos los tesoros se arrojó un joven, que murió inmediatamente.

Según la leyenda, desde que anochece sale de la laguna un toro de oro amarrado también
con una cadena de oro. El toro trata de escaparse, pero no puede, por que la cadena la sujeta
una hermosa sirena de cabellos de oro.

Y a las doce de la noche, en medio de la lucha del toro con la sirena, se oye una voz que
dice:

Yo soy un joven que vine a buscar este dinero pero estoy preso convertido en toro, si sacan
este encanto todavía me puedo salvar.

Muchos van a sacar el tesoro pero apenas entran a la laguna desaparecen para siempre en
sus negras aguas.

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