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ENTENDER LA PINTURA a 7 | r { “No mires la clepsidra con alas membranosas, mi Ja dura guadana de las alegorias. Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire, frente a la mar poblada con barcos y marinos.” Garcia Lorca DALI Dats muri et 23 de enero de 1989, poco después de las diez de la mafiana, en el hospital de Figueras. Tras ser embalsamado, fue sepultado delan- te del retrato de Lincoln, en el teatro- museo que 6! proyect6, decoré y dond ‘esta ciudad catalana, donde habia na- cido el 11 de mayo de 1904. El destino de su vida, una mezcla bien dosificada de genialidad y delirio, ‘parece presentido: "Mi feto se enreda- ‘ba en una placenta infernal." En reali dad, Dali nacié tres afios después de la muerte de su hermano primogénito, causada por una meningitis cuando Salvador Da Foto F. Catala ccribié en 1973—me puse a caminar so- bre los pasos de un muerto adorado, a quien se continué amando a través de ri, tal vez més alin. El exceso de amor que me infligia mi padre desde los pri- meros dias de mi vida fue una herida narcisista. Sélo por medio de la para- noia, esto es, la exaltacién orgullosa de mi mismo, logré salvarme del aniquila- miento de la duda sistemdtica." El nombre que le pusieron, Sal- vador, es el mismo que tenia su herma- xno muerto, de quien el pintor parece el gemelo, el socias perfecto. El espejo vir viente de aquel cuyo inquietante retrato sélo contaba siete afios. “Alnacer—es- | se encontraba en el dormitorio de sus Retrato del pode y de lo hermana, 1925. Grafito sobre pope, 50x33 em. Borcelona,coleciénprivads padres, colgado junto a un Cristo cru- ificado de Velazquez. Salvador Dalf It se convirti, pre- ccozmente, en un pequefio déspota. Las ctisis histéricas y teatrales, desencade- nadas a propésito para conmover y la- mar la atencion de la familia, eran ha- bituales. Ni siquiera el nacimiento de su hhermana Ana Marfa, a quien estuvo li- ¢gado por mucho tiempo, logré aplacar- lo. Al contratio, a medida que pasaba eltiempo, ms irresistible era el deseo de expresar con cinismo y ferocidad su propia diversidad. A los once afios, en el colegio de los padres maristas, gol ‘peé a un nifio més pequefia que él, slo porque —ademds de estar sucio— co- ‘ia chocolate, lo que consideraba vul- gar, de condicién inferior. E nit entermo os el stulo de su primer autorretrato, realizado a la edad de diez afios. Poco después co- menz6 su primer curso de dibujo. Su maestro era Juan Niffez, que era tam- bién un buen grabador, de quien aprendié el uso del claroscuro. A con- tinuacién, a través de las lecciones de Ramén Pitot, conocié a los impresio- nistas y realistas catalanes. Luego des- cubrié la témpera, el cubismo y a Juan Gris, y alos fururistas italianos. Pas6 el llamado “periodo de la piedra", en el que insertaba en la tela pequefias pie- dras esmaltadas para que resaltara el cielo, para subrayar la uminosidad de las nubes. A principios de los afios vein- te fue admitido en la escuela de la Aca- emia de San Fernando de Madrid, de la cual fue expulsado, acusado de sub- versién anarquista; fue arrestado y pas6 tun corto periodo en la cércel, en Ge- rona (1923). Tras ser readmitido, fue de- finitivamente expulsado en 1926 por su excesiva excentricidad. Alafo siguien- te conocié a Picasso en Paris, y diez afios més tarde, en Londres, Stefan Zweig le presenté a Sigmund Freud. ‘Conocié a luis Bufiuel y a Garcia Lorca en Madrid en 1923, Dalf se trans- formé, Ante todo en un dandy. El cabe- lio largo, las patillas a media mejila, el traje de terciopelo negro y el fantasti- co sombrero de fieltro, la capa imper- meable que le llegaba hasta los pies y la pipa apagada que nunca abandona- ba se convirtieron de pronto en cabe- llos cortisimos y engominados. camisa de seda azul y gemelos de zafiro, ropa deportiva, muy cara, Su jomada, que gi- raba alrededor de una charla culta, se arrastraba de un cinzano con aceitunas Daly Gela en una togratio de Man Ray en 1936 {Nueva York) en el bar Regina a una comida a base de macarrones con pichones en el restaurante Los Italianos, una cerveza con gamibas en la cerveceria alemana, una nueva sesion en Los Italianos, whisky y champén, pollo y espaguetis, alas dos de la madrugada en el club del Palace. Con Bufiuel realizé la escenifica- cién de Un perro andaluz y colabor6, en una segunda etapa, en L'age d'or, dos peliculas surrealistas que envolvie- ron a Paris en el escéndalo; pero Dali tomé distancia del segundo film, juz- gandolo “anticlerical e irreligioso” por culpa de Bufiuel. En cambio, con Garcia Lorca tuvo una amistad muy intima, como lo prue- bala apretada correspondencia mante- nida entre 1928 y 1936, Hasta ese mo- mento, Dali no habja amadoa nadie de esta forma. Las mujeres le resultaban indife- rentes. En todo caso, admitia de bue- na gana el trato, al menos eso decia, sélo de aquellas que se podian definir como elegantes y aquellas otras que frecuentaban los burdeles. Pero ni unas, ni otras lograban, sin embargo, excitar ssus fantasias eréticas.

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