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184 renunciar (siendo que la renuncia seria ya una eleccién). No sep “que Skinner sea un detractor de la libertad, como se ha dado a e resultas, eso si, de su diatriba contra el presunto «hombre aut ‘tones de control, disponiendo las condiciones que hacen més pro comportamiento que otro y, en fin, previniendo consecuencias). Ciettamente, el énfasis (obsesivo) de Skinner en el control (equi lox motives inconscenses que Freud sypondra en fod Conducta po que pareciera), escandalizé al personal, que empez6 a reclamar la como si de la amputacién de lo més preciado se tratara, Lo irénico del ¢€ que el énfasis (igualmente obsesivo) de Sartre, en este caso, en la lil fe leve aver que fe gente hace lo imposible para iparse de cls, ab el determinismo y llevando incluso a actuar de mala fe respecto de si mism Segiin se propone aqui, el sujeto operante estaria en las mejores ciones para situar la libertad dentro del determinismo, es decir, dentro mundo (no dentro del fuero interno). Por lo pronto, se tratarfa de un ido en el mundo ontingencias ‘mereceria elevar ‘a a Precisamente, le nocién de persona en su rafz etimolégica (y antropol6gic se puede avenir a un planteamiento conductista, A su vez, un planteamiento conductista Je puede convenir a la nocién de persona, en vista de algunas de sus ramificaciones (sustancialistas, idealists, mentalistas, metafisicas, en defi- nitiva), Con todo, aqui no cabe mas que dejar apuntado este planteamiento. Para ello sera suficiente partir de la etimologfa de la persona y retomar con- ceptos dejados atras. cimiento). 643. El reconocimiento como contingencia decisiva de la persona sociedad en cs conocida Por lo que respecta a la etimologfa de la persona, no se tratarfa sélo de la palabra «persona» sino de la raiz misma de ser persona, en el sentido. que ua, como Ortega decia que el hombre cs un animal etimologico, no por otra cosa que dictorios con poral enraizamiento en la prictica socal (del miso mode que ls pastes tienen etimologia no porque sean palabras, sino porque tienen historia, la his- Fftoria de su origen y uso). Como es conocido, la palabra «persona» tiene su { origen en la «mascara» (prosopon) que utilizaban los actores dal teatro griego existr sin | antiguo para que el pablico teconociera al personaje representado y probs- silos amigos 3 Véase Martin E. Morf (1998), Sartre, Skinner, and the compatibilist freedom ro be aut hentically, Bebavior and Philosophy, 26, 29-8, La persona en escena 185 | blemente también para que oyera su voz «persona en ella, cual megéfono, El punto es que la mascara («persona») es el personaje teatral. Es decir, el personaje es reconocido en y por la mascara, Pues bien, la extensién de la «andscara» a su designacién de la persona en la vida real, fuera ya del teatro (si se quiere en el escenario de la vida), lejos de ser casual, puede ser por causa de la analogia radical entre teatro y vida Por lo pronto, el teatro mimetiza La vida es de por si un drama, en dl sentito etimolbuico de obra y accion (gn perjuitio de sus VicisTade “Cecilia cate la comedy la agedia]®. Por lo mismo, foe individucs serian interpretes de papeles, al formar parte de organizaciones supraindivi- uals, fueran estos papeles debidos al destino de un designio divino, al esta- tus de un orden juridico o al cumplimiento con una imagen piblica. Los indi- viduos serfan, pues, actores en los que la méscara coincide con la persona presentada, La mascara es Ia persona misma, La persona se persona en la mascara, La persona es mascara. A diferencia del teatro, pero haciendo mas radical sui sentido dramético, el actor de la vida es responsable de su papel. ‘Tiene que ser capaz de hacer su papel y de responder por él en su carne, La~ cine aqui ya la smagen pica, bs pil la cara, a conducta, Sin dada, la persona tiene un sentido ético radical, tomando «ético» de ethos, cardcter, figura, compostura, comportamiento, todo ello definido por su presencia ante los demas. Se hace aqui preciso sefalar el reconocimiento como contingencia decisi- va de la persona, En efecto, la persona es lo que es en funcisn del reconoci miento de los demas. El reconocimiento se ejercita de muchas maneras, ‘Dejando spurte el reconocimento jusdico formal de person en I socedac moderna, habria que ver que el reconocimiento ya se empieza a dar en los cuidados infantiles y contintia sin cesar nunca en la identificacién, distincién, aceptacién y todo tipo de atenciones que los demés dispensan a uno. El reco- _nocimiento es correlativo de la presentacién, de ahi el cuidado también por parte de uno de su presentacién ante los demas. Las personas son activas ope- rando en los demas el trato requerido y debido (sujetos operantes de recono- cimiento). Es por ello también que la persona resulta comprometida con la sociedad en corresponder con la imagen (conductas, en definitiva) por la que es conocida y reconocida, Tan es asf, que uno queda comprometido por la mejor imagen alcanzada (sin duda, nobleza obliga). Otra cosa es que cada cual, como es usual en la sociedad moderna, tenga distintos y hasta contra- dictorios contextos de reconocimiento, con lo que ello suponga de conflicto ¢ incluso de problema de identidad. Asi, por poner un ejemplo de Skinner, el repertorio de conducta adquitido en el seno de la familia constituye un yo 0 personalidad y ef adquitido en el servicio militar otro. Los dos yos pueden co- existir sin conflicto, pero cuando las contingencias confluyen como sucederia si los amigos del servicio militar (o para el caso de la empresa) van a casa, » Precisamente el iltimo capitulo («Contingencia y drama, asies a vide»), abunda en esta 264 Contingencia y drama haber un arte para tratar con la arbitrariedad, pero en esto no llega a Aris- tteles, Su «fuerte» esta en afirmar que lo «que hace a los seres humanos libres» es la «multitud de determinantes», pero no habla de ninguna «deliberacién aristotélica para abrirse paso, ni tampoco parece dejar las cosas al «liberalismo» rortyano. Si es que no elegimos lo que somos, como debiera decir Marquard y no dice, habria que «elegir lo contingente>, que dice Savater'!, Siendo asi, se echa de menos a Sartre y, por lo que aqui toca, a Skinner. Si las contingencias son tan importantes, tiene que haber alguna forma de techné sobre ellas”™ A\lo que parece, la técnica de lo contingente la pone el andlisis de la con- ducta. Por su parte, el anilisis de la conducta debiera estar «més puesto» en To contingente, sobre todo, en lo contingente que es el mundo y la vida. Con todo, dentro de su sobriedad filosética, hay que reconocer que el andlisis de la conducta es una psicologia centrada en el propio gozne donde radice la posibilidad misma de toda psicologia: la contingencia. Lo demas son histo- tias, En este sentido, el andlisis de la conducta serfa la psicologia mejor cen- trada, El descentramiento de las demi , sin embargo, su éxito adaptativo no dejaria de tener tambien sus contingencias. Como quiera que el conductismo se precia de ser la filosofia de la ciencia de la conducta, harfa bien en no serlo menos de la contingencia y de lo contingente y, por Jo que toca, haria igual- ‘ents bien on redder la reiganibre de Anateles. «Drama» significa etimoldgicamente «accién» y, aunque sélo fuera por esto, no debiera sorprender su empleo aqui, a Ta par de contingencia. Del mismo modo que «contingencia» significa mas que lo que dice el andlisis de Ja conducta, «conducta» también significa més que lo que dice dentro de este anilisis. Esto mas que significa, nada mejor que verlo en el horizonte del tér- ‘mino «drama» y, asi, en la perspectiva del drama de la vida. Puesto que en este horizonte del drama aparece inmediatamente su senti- i teareal b essdtan (eterna in») se sia en el mismo contexto, por no decit ya escenario, del desenvolvimiento de la vida. En este sentido, ‘no seria impropio ver Ia vida como un continuo desenvolvimiento de accio- nes. Esto dicho, no otra cosa seria que la «corriente de conducta» Hevada a” 2, Marquard, ob. cit. pig, 145. » Fernando Savater (2002), Flegit fo contingente,Claves de Razin Prctca, 2002, nim, 128, pigs. 12-14. °2 Técnicas, y art, si se prefiere, de hecho, ahi esté el warte de prudencia» antes de que cexisteran las eéenieas del andlisis de la conductay, en general, dela psicologia (pero no Cien- cia, sie sigue en esto también 2 Aristétees, pues como dijo el Estagirta, de lo contingente no hay ciencia, sélo de lo necesario). —

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