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CAPITULO XXI EL USO DE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES SITUACION ANTERIOR A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, En el largo periodo que se extiende desde los origenes del Cristia- rnismo hasta el siglo XVI prevalece la distincién entre guerras justas (permitidas) y guerras injustas (prohibidas). San Agustin (354-430) sostiene que una guerra es licita cuando es justa y que es justa la guerra defensiva, Ia que venga la violacién de un derecho y la que persigue la reparacion de un dafio. El pensamiento de San Agustin, dominante en la Edad Media, constituyé la base de la doctrina can6: nica y escolistica posterior. Por otra parte, la influencia de la Iglesia en la Europa medieval determina que la concepcién de la guerra justa sea recogida por el derecho de la época. Los primeros escrito- res de derecho internacional, como Vitoria y Grocio, siguen la tradi- ci6n escolistica: distinguen entre guerras justas (permitidas) y gue- tras injustas (prohibidas) y tratan de determinar el criterio de distin- cién entre unas y otras. El concepto de guerra justa comienza a declinar en el siglo XVI, época en que se transforma el orden politico de Buropa y nacen los Estados soberanos. Los reyes y principes absolutes, celosos de su so- berania, se arrogan el derecho de decidir libremente cuando pueden recurrir alas armas para imponer sus derechos y sus pretensiones. La doctrina, ante las dificultades que existen para determinar cuando una guerra es justa, termina capitulando ante la practica: ella reconoce 361 que “la guerra en forma, en cuanto a sus efectos, debe ser considerada como justa de une parte y de otra’! El “derecho a la guerra” (jus Belli) pasa a ser conceptuado como atributo natural, necesatio y esencial de la soberania, De esta manera, desde el siglo XVI hasta la Primera Guerra Mun- dial el derecho internacional no limita la libertad de los Estados para recurrir a la guerra, En este periodo, la guerra, cualquiera que sea su origen, es considerada como un hecho: las partes estén en situacion de igualdad; los terceros Estados pueden permanecer ajenos a la lu- cha; y el derecho internacional sélo establece algunas normas para hhumanizar las hostilidades. No deja de ser curioso que en esa época el derecho internacional haya impuesto condiciones al uso limitado de la fuerza, como las represalias, pero que no las haya impuesto al uso itimitado de la fuerza: la guerra, ‘A comienzos del siglo XX Ja libertad de los Estados para reourrir a Ja fuerza armada comienza a ser limitada por el derecho internacional, Convencion Daaco-PoRtER Con motivo del bloqueo de las costas de Venezuela, realizado en 1902 por Alemania, Gran Bretatia e Italia, el Ministro de Relaciones Exterio- res de la Repiblica Argentina, Dr. José Maria Drago, sostuvo el princi- pio de que el incumplimiento por un Estado de su deuda piiblica no justifica el empleo de la fuerza armada en su contra, En la Segunda Conferencia de Paz de La Haya (1907) se suscribié la llamada Conven- cién Drago-Porter, la cual, en parte, recoge esta doctrina, En la mencio- nada Convencién, las partes contratantes se obligan a no recusrira la fuerza armada para el cobro de deudas contractuales debidas por el gobierno de un pais a los nacionales de otro, excepto si el gobierno deudor rechaza el arbitraje o no cumple la sentencia arbitral dictada. "La fase es de Vatt, intluyente autor del siglo XVII, Vattel admite que la guerra injusia esta prohibida por el derecho de gentes natural, pero considera que évte slo obliga 362 Pacto DE LA SociEDAD DE LAs NACIONES El Pacto de la Sociedad de las Naciones (1919) establecié entre los Estados miembros de la Sociedad'de las Naciones la obligacién de solucionar sus diferendos por medios pacificos y de no recurrir a la guerra sino después de haber agotado tales medios, El Pacto prohibi6 el recurso a la guerra en varios casos estricta- mente definidos, como, por ejemplo, en contra de un Estado que se conformara a una decisién arbitral o judicial o a una decisién undni- ‘me del Consejo de la Sociedad recaida en el diferendo respectivo. De esta manera, el Pacto no prohibi6 todas las guerras, sino establecié criterios formales para distinguir entre guerras legales (que no contra- venian el Pacto) y guerras ilegales (que contravenian el Pacto). ‘También el Pacto de la Sociedad de las Naciones contemplo un sistema de sanciones en contra de los Estados que recurrieran a la guerra en contravenci6n a las obligaciones asumidas en él; pero cada uno de los Estados miembros de Ia Sociedad decidia por si mismo, en uuncaso determinado, si otro Estado miembro habia recurrido ala guerra en contravencién del Pacto y si, por lo tanto, tenia obligacion de par- ticipar en la imposicién de sanciones al Estado infractor. Pacto BRIAND-KELLOG Para llenar las lagunas que presentaba el Pacto de la Sociedad de las Naciones, varios Estados suscribieron en 1928 el Tratado de Renun- cia a la Guerra, llamado también Pacto Briand-Kellog. Los Estados partes en este instrumento condenan el recurso a la guerra para la solucién de sus controversias internacionales y renuncian a ella como instrumento de politica nacional en sus relaciones mutuas; sus con- troversias s6lo podrian solucionarse por medios pacificos Las prol es de recurrir a la guerra contenidas en ef Pacto de la Sociedad de las Naciones y en el Pacto Briand-Kellog no surtieron efecto, En 1932 Japén ataca a China y se anexa Manchuria; en 1936 Italia invade Etiopia y la anexa a su territorio; desde su legada al 365

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