Andrés Segovia PDF

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FUNDACION ANDRES SEGOVIA Homenaje a Andrés Segovia cConmemoracion Centenario de su Primer Concierto en Madrid ATENEO (Cientifico, Literario y Artistico) 1913 - 2013 PFQ Lunes, 6 de mayo de 2013 19,30 Horas Canovas del Castillo, 59 LINARES CENTENARIO Primer Concierto de Andrés Segovia en e] ATENEO de MADRID ANTECEDENTES HISTORICOS 1. EN EL TREN CORREO CORDOBA- MADRID Segovia padece dfas de inquietud y dua, visita a su abuelo paterno, quien lo recibe carifiosamente en su hogar de Jaén, Con él permanece desde ‘el 21 de marzo hasta el 26 de abril. En estos di encuentra aislado, consagrandose intensamente al estudio, Este aislamiento es mucho més intenso ya que no tiene verdaderos amigos en Jaén y, al caracer de los frecuentes contactos con sus amigos de Granada y Cordoba, le invade la nostalgia. De otra parte, Ia ansiada actuacién en Madrid lo inquieta hondamente, Este estado psicoldgico del joven, que en febrero ha cumplido veinte afios, es preocupante; asi lo hemos deducido por la correspondencia intima que mantiene en estas fechas a su amigo Miguel Cerén, le escribe una carta y en uno de sus parrafos le dice: «..Me voy a Madrid muy pronto, quizds dentro de diez dias. Tengo ciertos temores de emprender la lucha definitioa que ha de cubrirme de gloria o reclinarme al oscuro rincén de un populacho enseftando solfeo alos nifios y dando lecciones de flamenco... Lo digo con Dibujo Francisco Bafos. franqueza, jtengo miedo! Tengo ‘boca confianza en mis escasas fuerzas, y la poca que tengo desaparece ante la frialdad de wn priblico implacable: Escrfbame Vd. Es un favor, no tengo con quien charlar ni con qué distraerme y su carta vendrd a fortalecer mi Pos », He aqui un momento , conflictivo, de Andrés Segovia. ene veinte affos, va a ira Madrid a atravesar su. «rubicén>. jla suerte sid echada! En visperas de su primer concierto en la Corte, y junto al afin que le aletea impulsftidolo al velo, experimenta la gravedad de una dua, el temor de tn posible fracaso. ‘Antes de emprender el viaje a Madrid quiere despedirse de sus amigos cordobeses. Se desplaza desde Jaén a C6rdoba. Posiblemente, el dia 29 de abril toma desde Cérdoba el tren correo que ha de levarle al destino tantas veces sofiado. Nos dice Segovia ‘en el avance de sus Memorias que su Equipaje consistfa en una maleta de escaso volumen que contenfa més libros y partituras que ropa y, naturalmente, la guitarra oculta en un estuche que tenia la forma de un trapecio. Ello constituia sus tinicas propiedades sobre la tierra. Ocupa un departamento de segunda clase, y sitia el instrumento en el lugar mds firme y seguro pasando revista con discrecién a sus compafieros de viaje. Segovia, con fina ironia, nos describe en sus memorias a los viajeros que lo ‘acompafian. También el coloquio mantenido en el tren correo, que marchaba lento y hacia largas paradas en casi todas las estaciones del recorrido, Queremos hacer revivir aqui a estos personajes y su tertulia, ¥ mds ati plasmar sus figuras en un acertado dibujo del pintor linarense Francisco Bafios. El tren correo llega a su estacién final. Segovia se despide de sus compafieros de viaje y pisa suelo de Madrid. Muy pronto ha de cumplirse su deseo. Hak, ij aids carte gros y sti von ceseo un ta peti on sd Med wn 1913 uo cpl de nena ogi, thas ran mis es ‘a or, cobel ‘conch ends y gr ord ge, eye pun lo rece 5 aes y de cabals qe odors, Gent sn i ao sa ae en pies dv, as, con ss Wal de, ees ws naw dy a, dls de cls Hibs, les guess de 2 hr con cues cds. Ves emeians rumda de Puerta del Sol, aio 1913. basting fey stare tala cept pb oro, deo de {rep rege cn bt elt cz aso cel ps fe rege ccm ens Wells ens) me dea ao sei sd, p dee fe Lo yn eh he bs ape, Pau de sero ng ig (erén conocemas que se bospedé en la pensién modrilena Le Bon Diner, sioen cle MesncRonas, in Calle Alcala, afo 1913, 2. EN EL TALLER DE MANUEL RAMIREZ SU PRIMER OBJETIVO: ENCONTRAR UNA NUEVA GUITARRA i ‘Manuel Ramirez. Su primera salida fue ir al taller del constructor de guitarras Manuel Ramirez, calle de Arlabin, ntim. 11. Esta visita era ‘muy importante para él, ya que la guitarra de que disponia, construida por Benito Ferrer solo era apta para el estudio, si bien la venta uilizando en sus conciertos ppublicos.y_privadas; necesitaba. poseer tra de sonoridad més potente y de mayor calidad. Segovia nos narra todas los pormenores de esta providencial visita: «Eniré en la tienda y dije a Ramirez: “Me lamo Andrés Segovia, soy guitarrista y amigos comunes de Cordoba me recorniendan a usted”. Sin apartar la sonrisa, pero moderando su expresion burlona, me dijo alargéndome la mano: ‘Hasta esta casa ban Wegado ecos de su nombre Parece que Sevilla entera se echo a la calle el aito pasado para ir a ofrle’. Estas palabras me trajeron el recuerdo del escaso priblico que habia asistido en Sevilla a mis iltimos conciertos, en ‘contraste con los lenos de la temporada anlerion, y me puse colorado como un tomate." Recelando, ademas, que Ramirez exagerase adrede sus lisonjas, ‘aparenté no haberlas oido y continué: “He llegado a Madrid hace pocos dias y ‘me propongo dar pronto una audicion en el Ateneo. La guitarra que poseo, St. Ramirez, no responde a lo que exijo de ella. Yo desearia que me concediese usted la mejor de que dispusiera actualmente, Ni qué decir tiene que creo ‘muy razonablemente el que fife usted un estipendio moderado por esa especie de alguiler, a usanza de las tiendas de musica cuando ceden pianos de concierto; estoy dispuesto, si usted lo reclama, a satisfacerlo por adelantado. Ademds, si la guitarra probada con Gito es enteraniente de mi agrado, le propondré a usted que me la venda. ea @ ne a Foto de la fachada del taller de Manuel Ramirez. Dibujo de V. Bobri Cuento con hallarme pronto en condiciones de adquirirla, si las iusiones que traigo a Madrid no se vuelven desencanto al tocar la realidad”, Ramirez pareci6 escuchar mi firada con agrado y basta juraria olvidé de mi aspecto. Me miro con simpatia y, batiendo con su poderosa mandibula inferior una risa cuya espuma le asomaba por la comisura de bs labios. exams. “Caray! No est propuesia. Hasta boy nadie me ‘ha pedido una cosa igual. Si se alguilan pianos Erard, Pleyel, etc. para ‘ar conciertos, epor qué no se han de alguilar guitarras Ramirez?”. Y dabriendo la portezuela del mostrador, ‘me invité a entrar en el taller Trabajaban alli sus mejores oficiales, al frente de los cuales estaba el meritisimo ‘Santos Hernandez, Ramirez le ordend que bajara una de las mejores guitarras ‘yi me la entregd». «La contemplé despacio, antes de despertar sus resonancias. La gracia de sus curvas, el oro viejo de la tapa de ‘Pino, de finas vetas, y los ornamentos delicadamnente labrados alrededor de sw ‘exacto orificio; el mastil emergido, esbelto, del auslero busto -fondos y aros de palosanto- para acabar en una cabeza airosa y pequenita;lodos las Cw eae i Guitarra Manuol Ramirez, expuosta en él EB suseo Metropolitano ‘de Nueva York rasgos, en fin, lineas y luces de su gril ‘cuerpo penetraron en mi corazin como tos de la ‘que, sefialada por el cielo, nos sale de repente al paso para convertirse en nuestra amada compaiiera. Con indecible alegria de todo mi ser, me puse a pulsarla. Su sonido era profuundo y en los graves, didfano y vibrdiil en los agudos, y el acento, alma de su voz, noble y ‘persuasivo. Olvidé cuando no era ella 'y estuve locando largusimo rato lo que yo habia aprendido hasta entonces [..] Tan profindo era mi gozo que trataba y0 de desdoblarme en dos seres para sentir, simulténeamente, el placer activo de “hacer” musica en tan magnifico instrumento y el goce pasivo de % escucharla, coino si lejos de mi otro la “hiciese”. Comprendé que aquella utara ora a berramienta peretacon ‘que debia cumplir mi sino artstico, y 44 su contacto senti con nueva enorgia lo irrefrenable y perentorio de mi ocacion. ‘Miré a Ramirez para expresarle el deseo de entrar, sin mds tardanzza, en posesién de mi guitarra, pero no tuve tiempo de romunciar una sla palabra porque 6 ‘adivinando mi anbelo, en un rapto de generosidad y desprendimiento, se ‘adelanté a iecirme: “iTuya es la ‘guitarra, joven! Liévala contigo mundo ‘adelante y que tu trabajo la haga fértil. Por lo deimas no te apures; pdgamela sin dinero’. Me levanté a abrazarle, mis apes leas de igrimas: ‘Eta es tna de s acciones que’ tienen valor y no precio” -le die, pero con voz tan ‘apagada y rola que apenas se oyeron mis palabras». Segovia cumpliria los deseos de Manuel Ramirez: su trabajo lograria a fertlidad de la guitarra tan generosamente entregada. 3. SU ESTANCIA EN LA PENSION "BON DINER" Mesonero Romanos, n.° 3 - Madrid id ral DIAS DE INTENSO TRABAJO Ya en la pensién, con la nueva guitarra, rendido por los continuados ensayos se dormia; pero al poco tiempo se desvelaba, teniendo que vencer el deseo de abrazarla nuevamente por temor a molestar a sus vecinos. En estos dias intensifica el estudio a la vez que iban reduciéndose sus escasas disponibilidades econémicas a pesar de ser muy bien administradas. Y con la esperanza de que tras el concierto en el Ateneo se produciria un cambio favorable en su vida, decia para sf: «La opinion de la critica y de los miisicos madrileios reinvidicara la mala fama de mi calumniado instrumento, y mi carrera por las provincias, déciles a la tutela artistica de la capital, sera como coser y cantar... Fl joven Andrés, sometido a un constante trabajo, perdi6 peso e incluso leg6 a estar enfermo con fiebre muy elevada: «ie pasaba todo el dia probando nuevas transcripciones, combinando eercicios mas dificiles, machacando las obras que babrian de aparecer en el programa de mi préximo concierto». SU PRIMER ADMIRADOR EN MADRID D. Gumersindo, duefio de la pensién tenfa un mono a quien llamaban Romanones, y las relaciones de Andrés con el inquieto animal fueron cada dia mas frecuentes y afectuosas. Solia el mono estar pendiente de las entradas de Segovia a la pensién para que lo regalara con chucherfas que le trafa de la calle. Segovia escribe en el avance de sus Memorias un hecho digno de ser mencionado relacionado con el agradecido mono: «(ina mafiana temprano of ruidos en la puerta de mi cuarto y fui a abrirla. El mono salté sobre mi, arrastrando la cadenilla con que solia estar sujeto a la mano de su duefio, y se puso a mirar dentro de mis bolsillos con celeridad y destreza. le hice algunas caricias para recompensarlo de la calma con que sufrié su desengano y pronto se acurrucé en mis brazos, dejando escapar aquella retabila de sonidos guturales con los cuales expresaba su satisfaccion y contento. Al poco rato, lo coloqué blandamente en una butaca y tomé la precaucion de atarle al brazo de la misma. Cogi la guitarra para continuar mi estudio diario y el primer acorde lo espant6 de tal manera que se dio a soltar chillidos como si lo apalearan; pero fue calinindose y al spanto sucedié wekemente | 8) I «Wn 3 ib Hint Cet Bibujo de su hijo Andrés. En 1978 anot6 Segovia, al pie del mismo, la frase «Mi primer admirador en Madrid 1913», contemplativo, como si la vitalidad de todo su ser se bubiera concentrado en el esfuerzo de oir y comprender. Cerca de una hora habia transcurrido cuando se oyeron pasos recios en el corredor. Instantes después abriose la puerta y aparecié la figura estrafalaria de D. Gumersindo con la expresion de angustia en sus ojos. Era la hora en que solfan legar a Madrid los trenes principales de Andacia y Cataluia y D. Gumersindo andaba buscando a si curiosidad. Pugnaba por desatarse y por venir a examinar, de cerca, el dulce misterio sonoro. Yo prosegut imperturbable en mi trabajo y lo vi ceder, poco a poco, al opio sutil de la miisica hasta que cayé en la inaccién y en el silencio; solo movia sus ojos tristes para acompanar los continuos movimientos de mis manos. La My Ge SOO Chae Hacer ‘ordculo. Al vernos juntos respir6 aliviado, ya que teméa que se bublese Sat . escapado: “Vino a escucharme, le dije sonriente, Déjelo usted aguf de (——— nacaciones..."». eh eae more Ja frase «Mi primera visita al nerviosa comicidad de su cuerpecillo, quedé paralizada en éxtasis Museo delPrado 1913», As{ pues, un mono llamado Romanones fue su primer admirador en Madrid. 4. SE GESTIONA EL CONCIERTO EN EL ATENEO A los pocos dfas de su residencia en Madrid, un grupo de amigos inicié las gestiones para conseguir la celebracién de su concierto en el Ateneo. Entre ellos, José Maria Chacén y de la Aldea y José Maria Izquierdo Martinez fueron los que més contribuyeron al alcance de este logro. José Maria Chacén y de la Aldea tropez6 con muchos inconvenientes para que el concierto tuviese lugar en el Ateneo. Ocurrié algo similar, pero con éxito, a lo padecido en Cérdoba en el afto 1912 cuando pretendia ofrecer un recital en la Sala del Conservatorio; también los argumentos que daba su amigo a los directivos del Ateneo eran rechazados al pensar estos que la guitarra carecia de prestigio para ser introducida en la «docta i casa», pues crefan que se iba a convertir el respetable = 4 aie pédium de su salén de actos en un tablado flamenco, teneo fachada, Pradon.°21-Madrié. — Tampoco cedian al conocer el repertorio musical que se Jes mostraba, temiendo que fuese el concierto una parodia reprobable de la buena musica. Ante la dificil situacién que se presentaba, fue muy eficaz la intervencién de José Maria Izquierdo y Martinez que disfrutaba de muchas amistades en el Ateneo. Este, con toda clase de argumentos, casi logr6 convencer a los directivos. Por tiltimo, uno de aquellos censores, el mas anciano, acept6 ir a escuchar al joven Andrés acompafiado de un violinista, quedando prendado de la guitarra y muy satisfecho de su interpretaci6n. Su dictamen fue, pues, favorable. Los directivos informaron al Presidente, que dié luz verde para que el concierto se celebrase e incluso se fijé la fecha. El presidente del Ateneo Gientifico, Literiario y Artistico de Madrid era en aquella fecha Rafael Maria de Labra. Su amigo Chacén le comunica con gozo el feliz resultado, resalténdole la colaboracién preciada de José Maria Izquierdo, y le indica que tiene que hacer todo lo humano y divino posible en su interpretacién para que los criterios desacertados que tienen de él los miembros del Ateneo sean desechados, y le insta a que introduzca en el programa las mejores obras de su repertorio y 4 que «toque como los angeles». Nos dice Segovia que, con radiante alegria, le respondié: «Puedo morir tranquilo si ti, que sabes un punto mds que el diablo en las cosas del cielo, afirmas que los angeles practican también mi bello instrumento; pues me apesadumbraba @ idea de dormirme en Ia tierra tocando la guitarra y despertarme en la otra vida tocando el arpa». Al conocer Andrés Segovia la fecha fijada y su proximidad, lleno de contento, refuerza su estudio y, totalmente aislado, ensaya las diversas obras del programa, ocupando su trabajo las horas del dia y restindole otras al suefio. La meta que él consideraba decisiva, circunscrita a este periodo de su vida artistica, pronto se alcanzarfa con la admisién de la «gran marginada» en el Afeneo de Madrid.

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