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ies i Peet. 4 : . ie is b. : DE WW 7 Jullo Goin (1 959- 2008) Pensando en 1992 (io sve a Colcién porto: ane Ganado Kim J ‘Algunos criicos e intelectuoles estén de acuerdo en que en los afios ochenta se ‘cambi6 radicalmente la forma de producir arte en México. Nuestro pais potencié ‘en ese momento una serie de malestares econémicos, sociales, politicos y cul- turales contenidos que venia arrastrando hacia mucho tiempo y que, pesar de los recurrentes discursos oficiales en los sexenios posteriores, no se han siquie- 1a paliado un poco. Los acontecimientos que se presentaron como las constan- tes devaluaciones de la moneda nacional en el 82, en donde el peso paso de 22.0 70 frente ol dolar en tan solo unos dias; los terremotos del 85; el fraude electoral del 88; las explosiones en San Juan Ixhuatepec el 19 de noviembre del 84; Ia visible migracion del campo a la ciudad, que como consecuencia tuvo anillos de miseria y desempleo en los principales urbes; se evidenciaron como signos del fracaso modernizador del pais. Al mismo tiempo, aparecié Ia pande- mia del SIDA y sus consecuenclas, primero en ciertos sectores de la sociedad, para después extenderse notablemente Desde la Revolucién, México no habia suftido tantos descalabros fan severos y {que ofectaran a gran parte de Ia poblacién de manera directa. Se experimenté un ddesencanto generalizado por la pérdida de lo que en afios anteriores se habia logrado de manera palpable con el llamado desarrollo estabilizador, sobre todo en las clases medias urbanas. En los ochenta se aceler6 el coos Para muchos los ferremotos crearon una manera de organizacién social nunca Vista, al morgen del gobierno y sus estructuras, la sociedad civil salié a las calles de entre los escombros para salvar vidas y reconstruir su patrimonio. La ineficaoia de funcionarios y del aparato estatal se revel6 en unas cuantas horas. No se contuvieron ni las devaluaciones, ni la consciencia de que se necesitaba tna restructuracion urgente. Reestructuracion que parece nunca llegar, a pesar de la creencia a ciegas de que ésta se basa en la democracia. Las generaciones que se formaron en esa década llevan en sus frentes la mar- a de la frustracion del desarrollo del pots. La deficiente educacin a todos los niveles se pauperiz6, el probable satto de una clase social a otra, que en otros an momentos permitia Ia obtencién de un titulo universiario se cancel6, para tener ‘como opcién de supervivencia el tianguis del barrio, el toxi familiar 0 1a migra- cidn al norte. Las prdcticas sexuales tuvieron que desacelerar el ritmo liberal que habian ganado de alguna manera. Surgieron colonias de migrantes que inven fron sus propios gustos, se apropiaron de otros de plano calcaron con papel ccatbén reciclado el rock, el disco y lo punk. Se gener un desasosiego generali- ado que adernés de repercutir en el botsillo, ore6 una necesidad de plantearse ‘nuevas formas de identidad colectiva, de sexualidad segura y de replonteamien- tos politicos. Si principios del siglo XX algunos intelectuales se plantearon un proyecto de ‘facién basado en lo imagen indigenisia 0 revolucionaria, después de 70 afios ste habia caducado. E! largo trecho que transitaron las diversas formas artisti- cas orquestadas, las més de las veces desde fa veticalidad del PRI y sus institu ciones culturales como el INBA y el INAH estaban por tomar oiros caminos, Preguntorse sobre la pertinencia de resignicar el papel de la identidad nacional fa pora muchos artistas una via para trazarse lo que querian ser y la imagen que deseaban proyectar desde Ia individualidad de sus presupuestos estéticos «al margen de los diclados oficiales y de los artistas que se cobijaban en ellos. Desde la segunda mitad de los afios cincuenta, cuando aporeci6 en el horizonte atlistico nacional una respuesta radical al Muralismo y a la Escuela Mexicana de Pintura, las ideas sobre lo nacional se diversificaron y amplioron su radio de ac- cin, formas y presupuestos estéticos, politicos y sociales. Después del paradig- ‘matico 68 muchos artistas toriaron la decision de trabajar en colectivos por con- venir a sus estrategias artsticas y politicas. Es por eso que se formaron Proceso Pentigono, integrado por Viclor Mufioz, Felipe Ehrenberg, Carlos Finck y José An- fonio Hemanez Amezcua; Suma que aglutin6 a personalidades como Ricardo Ro- cha, Mario Rangel Faz, Oliverio Hinojosa, Gabriel Macotela y Paloma Diaz, entre ros; Peyote y la comparifa comandado por Adotfo Patino y el TA, Taller de Arte @ Ideologia que conformaron Alberto Hijar, Felipe Leal, Andrés de Luna, Adriana Contreras y Ailio Tuis. Los grupos, asi lamiados estos orgonismos autogestivos, planteaban sus prdcticas atisticas como nodos enlre grupos sociales 0 como ‘agentes crilicas de la situaciGn politica de México y Latinoamérica. Otros artistas, ‘como Marcos Kurtycz trabajaron bajo preveptos del conceptualismo, las mds de las veces inspirados en los centros hegeménicos de produccién cultural. Tampo- ‘co hay que olvidar que gran parte de la producoin de imdgenes artisticas que dominaban en los espacios oficiales devenian en ciertos mados de abstraccién en sus muy diversas modalidades. A principios de los afios ochenta aparecieron algunas maneras de representacién figurativa que fenian caractertsticas similares Y que se fueron expandiendo en el frabojo de una serie de artistas, principalmente pintores j6venes de diversas procedencias, que respondian de forma significative los avatares en los que les habia tooado participar. Dulce Mario Nunez (1950) Poles esizages, 1992 do soe mos }) Coleen de Popo en pace de a Seretoro de Hacienda y Cra bles

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