FRANCIS FUKUYAMA
La construccién del Estado
Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XI
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|Algunos fragmentos de las conferencias en las que
se basa el presente libro fueron también pronunciados
en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en la
‘Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Interna-
conal (USAID); quisiera expresar mi agradecimiento a
Enrique Iglesias, presidente del BID, y a Ann Phillis, de
Ja Oficina de Politica y Coordinacién de Programas de
USAID por organiza esos actos. Las exposiciones de al-
sgunas partes del capitulo 3 fueron realizadas en el Miler
Genter dela Universidad de Virginia, ene Carr Center de
la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universi
dad de Harvard, en el Transatlantic Center de la Escuela
de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS), en la Es-
cucla Maxwell dela Universidad de Syracuse yen el Fondo
‘Alemén Marshal
La inestimable colaboraci6n de mis ayudantes de
investigacién Matthias Mathis, Krisztina Csiki, Matt
Miller y, especialmente, lade Bjdrn Dressel, results fus-
damental en la tarea de reunir el material para el libro.
De igual forma, el apoyo de mi ayudante, Cypthia Do-
roghaz, fue de gran uilidad en muchas de lasiferentes
fases dl proyecto, uy
Por iltimo, quisiera dart las gracias a mi familia, una
vez mis, porel respaldo que me ha oftecido alo largo del
proceso de escritura de ese libro.
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1
Elementos ausentes en la estatalidad
El Estado es una antigua intcucién humana cuyo
oxigen se remonta a unos dice milafios ates, cuando sur
tieron las primerassocidadesagricols en Mesopotamia,
Por otra pate, en China ha exstido durante miles de
sfios un Estado con una burocraca muy bien preparada,
En cuanto a Europs, el Estado moderno que dispone de
grandes cjércitos, poderestributarios y una burocracia
centralizada capas de eercer una avtorida soberana en
tun amplioterrtoro es mucho més ecieme, puesto que
se originé hace unos cuatrocientos o quinientos aos,
cuando se consolidacon las monaruas francesa, espa-
olay sueca. El surgimiento de estos Estados y su ca-
pacidad para proporcionae orden, seguridad, leyes y
derechos de propiedad fue lo que hizo posible el crec-
riento del mundo econémico moderno,
Lbs Estados poseen una ampliavariedad de funcio-
nes, tanto para lo bueno como para lo malo. El mismo
poder coactivo que les permite defender los derechos de
propiedad y procurar seguridad publica, les permite
también confscar la propiedad privada y vulnerar fos
derechos de sus ciudadanos. F monopolio del poder le
-—sitio que ejercen los Estados permite que los indivi-
¢duos puedan escapar en sus paises de lo que Hobbes de-
rnominé la «guerra de todos contrs todos», pero cons
tituye, a la vez, la causa de conflictos y guerras en el
‘Ambito internacional. La labor de la politica moderna ha,
consistido en domar el poder del Estado, orientar su ac
tividad hacia propésitos considerados legit
personas a las que sirve y regular el ej
con el Estado de derecho.
En ste sentido, los Estados modernos no pueden ca-
liticarse de universales. En zonas muy extensas del mun-
do, tales como el Africa subsahariana, no existian antes
Segunda Guerra Mun
an boom de construc~
cidn de Estados en todo el mundo en desarrollo que dio
buenos resultados en paises como la India o China, pero
que no fue més alli del nombre en muchas otras partes
de Aiica, Asia y Oriente Préximo, El ikimo imperio
leuropeo en caer, Ia antigua Unisn Sovietica, iniié un
proceso muy similar con resultados diversosiy en mu-
chas ocasiones igual de confictivas. i
Et problema de los Estados débilesy la negesidad de
construir Estados procedia, por tanto, de muchos aiios
sas, pero los atentados del 11-Slo hicieron més eviden-
te, Lapobreza no constituyela causa directa del terroris-
‘mo: quienes organizaron los arentados contra el World
‘Trade Center y ef Pentigono en ess fecha procedian de
familias de clase medi, y su evolucién hacia el radiealis-
‘mo no se produjo en sus paises de origen, sino en Europa
del coloniaisme europeo, ‘Tras
dial, la descolonizacién provoc
Occidental. Sin embargo, los atentados arrojaron luz so-
bre un asunto clave para Occidente: Ia oferta del mundo
moderno es muy atractiva porque conjuga la prospeti
clad material de las economias de mercado con la libertad
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politica y cultural dela democraca liberal. Se trata, pues,
de una combinacién que resulta objeto de deseo para
cantidades ingentes de personas y asflo demuestra el
jo pricticamente unilateral de inmigrantes y refugiados
que se desplazan desde paises menos desarrollados a
‘otros ms desarrollados.
Sin embargo, la modernidad del Occidemte liberal re-
sulta dfiil de sleanzae para muchas sociedades del mun-
do, Sibien algunos paises de Asia Oriental han hevado a
cabo esta transicid con éxito lo largo de las dos ilti-
mas décadas, otros paises del mundo en desacrolto se han
cestancado o incluso han experimentado una regresién
durante el mismo periodo. La cuesti6n que cabe plan-
tearse es, por tanto, si as instinuciones y los valores del
Oceidente liberal son verdaderamente universales o si
por el contrario, como mantendsia Samuel Huntington
(1996), representan Gnicamente el resultado de Ia evo
Tucién de unos habitos culturales procedentes de una