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TEUTLI E los tiempos primordiales los habitantes de nuestra tierra eran gigantes, cuentan nuestros abuelos. En ese entonces Teutli, que antes se llamaba Yeteteco, y que hoy podemos mirar- lo como el volcan que sefiorea las tierras momoxcas, ya era un hombre anciano, pero posefa una gran fortaleza. Su cabello casi blanco le enmarcaba el rostro, que lucia las naturales marcas del tiempo. A pesar de que mostraba siempre un gesto duro, sus ojos dejaban ver ilusién y esperanza, y es que el amor le habia sido sorprendido. Su corazén habia quedado prendado de una joven mujer llamada Iztaccihuatl, que pertenecia ala nobleza mexica. El viejo Teutli habia intentado acercarse a la muchacha, pero habia sido indtil, ya que a pesar de poseer riquezas, no era noble, era sdlo un pochteca, un comerciante de esas tierras. Varios fueron los intentos por demostrar que era un digno pretendiente para la joven, pero el padre no lo aceptaba. Después de casi un afio de lu- cha constante, el padre finalmente acepté. Cuentan que ella debfa recibir los halagos amorosos del viejo, quien era muy avaro con la gente pobre, situacién que a la joven no le agradaba. Aunque con ella no escatimaba gastos y le ofrecia aves, piedras preciosas y hasta oro. Pero a la mujer no terminaban de convencerle las actitudes inhumanas que este hombre tenja con la gente del pueblo. Después de un par de meses, la muchacha se veia harta de fingir carifio hacia el anciano, pero sabia que su padre la habia comprometido y que era razén de gobierno, de alianzas, La rea- lidad era que ella guardaba un secreto que se habia tornado do- loroso, su corazén pertenecia a un hombre joven, bondadoso y sencillo llamado Popocatepetl. Se conocian desde nifios, él era guerrero. La joven mujer sabia que la relacién era imposible, que 73 su familia jamés permitiria esa union. La distancia social, familiar y de linajes los separaba determinantemente. Pero su corazén no entendia esas razones e intereses. Ella amaba a ese hombre y por él harfa cualquier cosa, cualquier sacrificio. Atendiendo al compromiso contraido con el acaudalado Teutli, el patriarca hizo los preparativos para que la unién de su hija fuese del conocimiento de su pueblo. La ceremonia esta- ba pactada, el juego de poder era lo mas importante para él. La unién de estos linajes beneficiaria al sefiorfo con acuerdos co- merciales y politicos. Pero la noche anterior al festejo, Popocatepetl e Iztaccihuatl escaparon. Acogidos por la oscuridad caminaron entre los arbo- les y la maleza para no ser descubiertos. Cuando estaban salien- do del pueblo, el grito del padre retumbé por el caserfo. Habia descubierto el robo, asi que mandé a sus guerreros a buscar a la muchacha. Los enamorados corrieron hasta que el corazén casi les abrfa el pecho, pero cuando estaban a punto de llegar a las chi- nampas fueron sorprendidos. A la joven la encerraron en su casa yaél, en una habitacién completamente tapiada con troncos. Los tristes sollozos de Iztaccihuatl se escucharon toda la no- che. Desde un orificio de su cautiverio velé a su amado, ya que desde donde ella estaba podia ver la choza donde lo tenian preso. Resplandecfa el sol de mediodfa cuando entraron a la habi- tacién tres mujeres jévenes ataviadas con tunicas blancas y flores en la cabeza. La cogieron con firmeza de ambos brazos y la sa- caron al solar. Delicadamente la pusieron de pie dentro de una tinaja hecha de barro que contenfa agua con aroma a pirti. Ta- Ilaron su cuerpo, lavaron su cabello y la secaron lentamente con lienzos de algodén, La sentaron en un tronco y Ie colocaron un vestido blanco Ileno de flores coloridas. La ungieron con aceites de ricino, Finalmente, le hicieron una gran trenza adornada con flores y le colocaron unas sandalias de cuero para cubrir sus deli- cados pies. Después, las mujeres la condujeron al centro del pueblo. Entre una gran multitud se abrieron paso y la dejaron frente al templo, todos la miraban en silencio. Ahi estaba su padre, su ma- dre y el viejo Teutli. 74 La unién era inminente. Ella, con légrimas en los ojos y apenas pudiendo pronunciar palabra, soporté la celebracién. Al anciano no se le vefa muy contento, y al finalizar la ceremonia, en lugar de dirigirse al temazcal ritual él la tomé del brazo y casi cargindola la llevé a lo que serfa su casa, demostrando con esto que ella le pertenecia. Desde su cautiverio, Popocatepetl escuché el alboroto. Su ira y sentimiento de impotencia crecieron cada minuto, hasta que empez6 a golpear la puerta, los troncos y las paredes que lo aprisionaban. Sus captores trataron de controlarlo atando- lo, pero su ira era incontenible. Con todo su cuerpo empezé a golpearlos, parecia una fiera, una pantera acorralada. Brincaba y mordia, golpeaba sin cesar. Hasta que uno a uno de sus celadores fueron cayendo al suelo. Salié corriendo de la prisién y se dirigié al templo. Cuando Ilegé, el lugar estaba vacié y el suelo cubierto con flores. Su esfuerzo habia sido inttil, ella ya no era suya. Se sen- t6 junto aun gran ahuehuete y lloré con gran dolor su pérdida. Algunos ancianos del pueblo lo miraron con compasién pues sabian de su historia. Ellos se acercaron a confortarlo y también a contarle que la gente se sentia humillada por las actitudes de Teutli. As{ que ni tardo ni perezoso pidié que lo ayudaran a ven- cer al viejo y a rescatar a Iztaccihuatl. Convencidos de las peticio- nes, los pobladores se armaron con piedras, palos y fuego, todo lo que sirviera para poder atacar al mal hombre. El grupo armado se dirigié a la casa del anciano. Ya cerca lo lamaron con gritos y amenazas. El salié envalentonado e inespe- radamente recibié piedras y palos. Tres hombres cogieron una culebra grandisima y se la lanzaron. El la apreté con sus manos y golpedndola contra el suelo, la maté. Una vez muerta, la cule- bra se convirtié en piedra.t Mientras la gresca estaba en el punto mas violento, los pobladores lanzaron piedras incandescentes que el viejo esquivaba. Aprovechando el alboroto, Iztaccihuatl y Popocatepet! huyeron hacia tierras de Amecameca. No habian avanzado lo suficiente cuando una flecha que iba dirigida al mu- “slo que hoy forma la cordillera que abarca desde el volcén Teutli hasta San Pedro Atocpan. 7S

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