ProstCap 8

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Antoine Prost jon ditigida por Sergio Sevila y Jenato Talens Pedro Ruiz Torn Doce lecciones sobre la historia | Edicion y taduceién de Anaclet Pons y Justo Sema FrROnest CATEDRA UNIVERSITAT DE VALENCIA de su situacién que es al mismo tiempo conocimiento de si mismo. Al repensar lo que alguien mis penso, lo piensa él mismo. Al saber ue alguien mas Jo pens6, sabe que él mismo es capaz de pensarlo Y al descubrir lo que él es capaz de hacer descubre la clase de hom bre que es. Sies capaz de comprender al repensirlos, los pensamien tot de muchas distntas clases de gente, se sigue de ahi que él debe ser muchas clases de hombre, Que debe ser, de hecho, unt microcos: ‘mo de toda la historia que puede conocer, De esta suerte, su propio autoconocimiento ¢s al mismo tiempo su conocimiento del mundo de los asuntos humanos. An Auobiograpy, pigs. 114-115 (tad. esp., pig. 119). re ae Deberemos retomar mas adelante esta vertiente «comprensivar del procedimicnto histético, pero su andlisis exigind situar al otto lado de {a balanza elementos menos intuitivos, mas tacionales y firmes. Si bien este momento no lo es todo en Ia historia, no es menos cierto que se trata de un componente esencial, que da calor y vida a la explicacion. 174 8 Imaginacién e imputacién causal La comprensién concede a la imaginaci6n un lugar esencial en la construecién de la historia, Transfert a una situacion historica esque: ‘mas explicativos probados en el presente, ponerse en el lugar de aque los a los que se estudia, es imaginar las situaciones y a los hombres. Para ilustrar este punto, Collingwood tomaba el ejemplo de aquel que invita 2 un amigo a cenar y que, unos minutos més tarde, piensa como Ly se lo imagina en el trance de subir las escaleras de su casa y de bus car las llaves en el bolsillo. Cuando se lo imagina, obra como lo haria el historiador cuando construye la historia. La observacibn no tiene nada de novedosa, Un historiador como ‘Seignobos, a quien por lo comin se le toma como fuente de las verda- des mas ingentas, ya lo tenia en cuenta (CHARLES SEIGNOBOS: ESTAMOS OBLIGADOS A IMAGINAR, Realmente, en Ciencia social se tabaja, no con cosas verdade +35 sino eon las representaciones que de ellas nos formamos. No se ven los hombres, los animales, las casas que se consignan en el cea 0, no se ven las instituciones que se describen. Hay que imaginare Jos hombres, las cosas, los actos, los motivos que se estudian, Estas Jmgenes son la materia pricica de la Ciencia Socal, estas imagenes elo que ve analiza. Algunas pueden ser recuerdos de cosas que per sonalimente se ha observado, pero un recuerdo no es ya mis que una imagen, La mayor parte, pot lo demi ni siquiera han sido obtent- 175 das por recuerdo, las inventamos a imagen de nuestros recuerdos, es decir, por analogia con imagenes obtenidas por medio del recuerdo, (..) Pata describir el funcionamiento de un sindicato, nos Biguramos los actos gestiones de sus miembros. La Méthode historique, pig, 118 (trad. esp., pigs. 105-106). 7 i Con un vocabulario diferente, Seignobos dice lo mismo que Co- lingwood. Resultaria inl retomar aqui la cuestion de sila immagine iGn sélo es aplicable a la construccidn de los hechos histéricos. Aho- a bien, es la que preside la biisqueda de las causas, ¢s a la que apela por lo general la explicacién historica, dicho ahora en un sentido que ‘no se opone ya.a la comprensién como explicacién wientifica» que vi- mos en el capitulo precedente, sino que més bien la prolonga. ALA BUSQUEDA DE LAS CAUSAS Casusesy condiciones Podemos discutir sobre la importancia que en el ambito de la his toria deba tener la biisqueda de las causas. Pero no adoptaremos una Perspectiva normativa. Mas que decir lo que deba ser la historia, ambi cionamos analizar cémo se practica habitualmente. Ahora bien, si exis: ten en historia otras formas de inteligibilidad adem de la reconstitu cién de causalidades, hay que reconocer que los historiadores ocupan gran parte de su ticimpo buscando las causas de los acontecimientos ue estudian y determinando cules son las més importantes. éCusles son las causas del nazismo?, éy de la guerra de 19142, dy del Terror? y de la caida del Imperio romano? Es en tomo a cuestiones como éstas sobre las que se organiza el debate histérico. Para comprender lo que dicen los historiadores cuando hablan de esto, es necesrio sealzar algunas distnciones, pues hay casas y ‘A menudo, se acostumbra a oponer causas superficiales a causas profuundas, lo cual nos devuelve al juste de las temporalidades: las se gundas son més dificiles de percibir, mas generales, mas globales, més importantes, tienen un mayor peso sobre los acontecimientos, hasta cierto punto son més ecausas» que las superficiales. Esto nos remite a tuna jerarquia causal que no tiene cabida en el universo de las ciencias: dentro de la l6gica determinista, una causa lo es 0 no lo es, pero no lo 176 puede ser ni mucho ni poco. Evidentemente, la palabra no tiene el iismo sentido en ambos universos. ‘Quiz’ sea més clarificadora la distincion entre causas finales, ma- teriales y accidentales, Las primeras se refieren ala intencién, ala con- ducta juzgada en términos de racionalidad, es decir, a la compren- sion, distinguiendo con Weber entre racionalidad objetiva con rela cidn a lo regular y racionalidad subjetiva con relacién a fines (véase supra, cap. 7), Pero, junto a las causas finales, estan las causas materia- les, es decir, los datos objetivos que explican el acontecimiento o la si tuacién histérica: la mala cosecha, la subida del precio del pan, etcé tera. Mis que de causas, convendria que habléramos de condiciones: éstas no determinan, en sentido estricto, el acontecimiento o la situa cin, no lo hacen ineludible y, sin embargo, podemos pensar que sin elas no se habria producido. Las condiciones lo hacen posible e in-

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