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Adolescencia y agresión

Cobos, Francisco

ISSN 0120-0534
Vol.3 (1971) Nº2
REVISTA LATINOAMERICANA DE PSICOLOGIA
1971 VOLUMEN 3 - No. 2 223-235

ADOLESCENCIA Y AGRESION

Francisco Cobos
Universidad Nacional de Colombia
y

Harward University

The resulte ot the PBychiatric evaluation of 29 adolescents are


presented: Almost all the subiect« were male and the clinical problems
for which they 80ught psychiatric help were very similar. Three main
areas o f function were affected: introlamily relationships with prominent
pasive-aggreB8ive behaviors; interpersonal difficulties, manifestedmainly
in relation to authority figures; and school performance. Most
subjects had exhibited socially unacceptable behaviors in relation to
the use of cars, antl a small number of them had been victims or had
victimized others in driving accidents. The similarity of the clinical
problems suggested eommon etiological tactors, a hypothesis that was
eonfirmed. Amonghese factor« the prominent common onu were
related to the characteriologic features of the parents, mainly those of
tne tatner; as well as the type of father adolescent relationship,
Extension of this basic conflict to other functional areas, sucb as
school and social group, accounted for the similarity of the
symptomalogy in these areas. lt is suggested that the .herapeutic
management should be geared toward decreasing the buic father
adolescent confliet, and to alioid an antagonistic eonfrontation. Such
approach would decrease the intensity of the conflict and also should
improue school performance and social attitudes and behaviors.
224 FRANCISCO COSOS

El presente trabajo tiene por finalidad presentar algunas experiencias


clínicas relacionadas con ciertas manifestaciones psicopatológicas de la
agresión en adolescentes. El profundo impacto que ellas han tenido no
solo en relación al sujeto mismo, sino también en término de las res-
puestas, algunas de ellas anormales, que dichas manifestaciones han
evocado en los adultos cercanos al adolescente, así como cierta trascen-
dencia que ellas pueden tener en cuanto al funcionamiento social del
adolescente y a la eficiencia de los mecanismos que el grupo social des-
plaza para controlarlas, han hecho que consideremos conveniente que
tales experiencias sean reportadas.

MATERIAL

En un período de nueve meses fueron evaluados 29 adolescentes


masculinos en una consulta privada, por un psiquiatra de niños (el
autor). La atención psiquiátrica fué buscada en todos los casos por uno
de los padres, excepto en uno en el cual el psiquiatra fué inicialmente
llamado por un religioso, amigo de la familia del adolescente. En todos
los casos los adolescentes tuvieron la fantasía en la entrevista inicial de
que estaban concurriendo a la cita con el psiquiatra obligados por los
padres, auncuando en todos los casos menos dos, fué fácil para el sujeto
hacerse consciente de la necesidad de la evaluación, dadas las obvias
dificultades evocadas por su conducta.
La "queja" inicial presentada por el adulto difirió considerablemente
de la descripción de los "problemas" ofrecida por el adolescente mismo.
Para aumentar el contraste tales "quejas" y "problemas", serán presen-
tados sintéticamente, a manera de doble columna.
"Queja" prelltmtada por el adulto "Problem.. " -,,:t.to por el adolescente
l. Dificultadu de la escolaridad 1. Dificultadu de la escolaridad
"No da rendimiento, ha perdi- "No sé por qué me va tan mal en
do cursos. Saca notas malas, a pe- el colegio. No puedo estudiar, cuan-
sar de no ser bruto. Lo que pasa do quiero hacerlo mi cabeza se lle-
es que es un sinverguenza. No na de otras ideas. No hago sino pen-
quiere estudiar. No se concentra. sar en cosas del sexo, en carros de
No hace esfuerzos. Es grosero carreras o quizá en la guerra de
con los maestros, los cuales no lo Vietnam. Además realmente no me
pueden aguantar. Lo van a volver importan las notas. A veces estudio
I\OOLESCENCIA y AGRESION 225

a botar del colegio. Tiene una pero en los exámenes no puedo


conducta inaguantable no sola- pensar, me dá rabia conmigo mis-
mente en la casa sino en el cole- mo. No sé qué me pasa. Algunos
gio también. Si lo botan de este profesores me han ayudado, otros
colegio no lo van a recibir en me dán la impresión de que están
ningún otro colegio". bravos conmigo por algo. Si me
botan a lo mejor todo se arregla".

2. Dificultades intrafamiliares 2. Dificultades intrafamiliares


"Es imposible, no hace caso a "Sí, sé que a veces está cansado,
nada. No hace sino molestar a pero yo sé que me pide que le al-
todo el mundo. Si se le pide algo cance algo para ver si yo le voy a
se molesta o simplemente nos ig- hacer caso. Sólo quiere probarme
nora. Muchas veces hace exácta- que él me puede dominar. Comien-
mente lo contrario de lo que se za con un tema que él sabe muy
le ha pedido, solo por molestar. bien me molesta y sigue hablando
Sabe muy bien que me molesta y hablando. Mirando hasta que yo
que sea tan perezoso, pues bien, le contesto. No importa qué digo
todos los días tengo que desper- yo, siempre está mal. Dice que solo
tarlo o si nó continuaría dur-. yo me limpio los dientes con un pa-
miendo todo el día. Loque más lillo, él lo hace con las uñas. No es
me molesta es su sonrisita burlo- que me importe que él se comporte
na. Siempre está diciendo que no como un cerdo, es que no se dá
ha oído las órdenes que se le han cuenta y me llama cerdo a mí. Al-
dado. Le pido que lleve las car- gunas de tales medidas son idiotas,
tas al correo y las pierde. Cuando no tengo para qué pararme a las 6.
vienen los abuelos a visitarnos, Por otra parte siempre estoy can-
se queda dormido. Cuanto más sado, quiero dormir más y él parece
le decimos que se corte el pelo, no necesitar dormir. No me impor-
más largo se lo deja. Algunas ve- ta, pero yo soy diferente y él no se
ces se vuelve como loco de la ra- dá cuenta. Dice que los hippies son
bia, tiene que encerrarse en su todos locos. Todos los que usan el
cuarto para controlarse. Rompió pelo largo son unos degenerados,
los 20 discos que yo le había re- Ios que usan corbatas como la mía
galado. Nunca usó el reloj que le son maricas. Siempre está pensando
trajimos del viaje. Yo francamen- que a lo mejor yo soy un homo-
te no sé cómo hablarle. Parece sexual y está asustado de eso, pero
226 FRANCISCO COBaS

que habláramos dos idiomas di- claro no dice nada. No tiene nece-
ferentes. "No entiendo qué es lo sidad porque yo le adivino lo que
que quiere pero sí sé que me ha- piensa. Lo que más me molesta es
ce poner rabioso. Francamente que siempre dice algo y yo sé que
parece que no fuera de mi fami- está pensando otra. ¿Qué es lo que
lia, no tiene nada en común con quiere? ¿Lo que dice o lo que
nosotros. No podemos decimos piensa? Ni él mismo se entiende.
dos palabras sin terminar en "pe- Claro que yo entiendo que él siem-
lea". pre me habla para poder comenzar
una pelea y fregarme. A lo mejor
se siente mejor así".

3. DificultlJdes con autoridad 3. Dificultades con autoridad


"Lo llamó el rector a su ofi- "Mi papá siempre está tratando
cina, y este muchacho le dijo de comprar la ayuda de otras per-
que se fuera al carajo, que lo sonas mayores contra m Realmen-
í,

dejara vivir en paz. Cuando el te yo le dije que iba a usar el carro,


tío paró frente a la casa, el mu- ¿de qué otra manera podía haber
chacho se metió y arrancó rápi- conseguido las llaves? El quería
damente, prácticamente robán- hacerme quedar como un ladrón.
dole el carro ya que no volvió Sí, mi papá fué al colegio a pedirle
sino dos horas después. No me al rector que me vigilara y me pro-
dijo nada pero era talla ira en su hibiera ciertas amistades. El rector
mirada que yo creí que me iba a es un buen tipo, claro que tiene
hacer algo. Son locos, imagíne- que hacerle caso a los papás, ellos
se, los dos se estaban burlando son los que pagan. Siempre dice
del policía. Cuando se dió cuen- que yo soy el peor de la familia
ta que no tenía más remedio que y me pone ejemplos. Yo sé que
admitir su error, le dijo al pro- ellos son buenos tipos, pero me dá
fesor que él no sabía enseñar, rabia que me esté siempre compa-
que era un estúpido. Se muere rando porque siempre salgo de per-
de la risa cuando yo le pongo dedor".
de ejemplo al tío que es una
persona muy imp'ortante. No
lo entiendo, a veces, a pesar de
ser tan religioso, habla de la
iglesia como con ira".
ADOLESCENCIA Y AGRESION 227

4. Dificultades intrapersonale. 4. Dificultade. intrapersonale,


"De verdad me molesta verlo "La mayoría del tiempo tengo
a veces tan incapaz de controlar- esta impresión de que algo me vá a
se. No tiene razón para estar de- pasar. Con frecuencia me sudan las
primido, nadie le ha hecho nada. manos y a veces estoy asustado
A veces no hace otra cosa sino como si algo fuera a ocurrir. En la
pasear de arriba a abajo, fuman- noche tuve este susto: el corazón
do, como si fuera responsable del me saltaba, estaba sudando mucho,
futuro del mundo. Todo le pare- tenía ganas de salir corriendo. Real-
ce malo, la casa que tenemos no mente yo debo ser estúpido, nada
es sftficientemente buena, las va- me sale bien. Era un examen muy
caciones no fueron como él las fácil, sin embargo no pude decir ni
había pensado. A veces creo que una palabra. No sé qué voy a hacer,
él se averguenza de mí, a lo me- simplemente no sé. Después de to-
jor cree que no soy suficiente- do a lo mejor mis papás entienden.
mente bueno para ser su padre. Mi papá es un buen tipo, es mi pa-
Ultimamente ha tenido dificulta- pá. Lástima que fuera de tan mal
des para dormir. Obviamente es- genio y no pudiera pensar en otra
tá angustiado por algo, pero yo cosa sino en el almacén".
no entiendo qué pueda ser, no-
sotros le proporcionamos prácti-
camente todo. Lo que más me
sorprende es que a veces está tan
cariñoso, principalmente con la
mamá y conmigo también. Súbi-
tamente tengo la impresión de
que es otra vez un muchachito
chiquito que necesita de mí".

Además de tales quejas a las cuales hemos dado especial importancia


debido a su definitiva prevalencia en el cuadro de presentación, era
posible detectar otras áreas de conflicto intrapsfquieo. Más aún, los
conflictos personales, en el grupo de sujetos en consideración, habían
resultado en situaciones sociales inaceptables. 21 de tales sujetos ha-
bían tenido recientemente episodios durante los cuales habían "robado"
automóviles" en la mayoría de los casos pertenecientes al padre, aun-
cuando en tres casos el vehículo pertenecía a un tío y en otro se' trataba
228 FRANCISCO COSOS

del automóvil de la madre. 14 de los 21 sujetos envueltos en dichos


episodios habían participado previamente en eventos no socialmente
aceptables relacionados con vehículos (uso no autorizado, abuso, real
robo, accidentes de circulación etc.) De los 21 participantes en eventos
asociados con carros 17 de ellos hab ían tenido accidentes de circulación,
relativamente serios, de muy variada descripción. Como resultado de
uno de tales accidentes, 2 personas hab ían muerto.
Además de las características sintomatológicas, es claro que existen
otros parámetros que aumentan la similaridad existente entre los miem-
bros de éste grnpo de adolescentes. Entre éstos, el más fácil de destacar
es la filiación de estos sujetos a los estratos socio-económicos más altos
de la ciudad, arbitrariamente definido en términos de Ingreso, Educa-
ción, Ocupación y Lugar de Residencia. Este hecho puede no tener un
alto nivel de correlación con el cuadro clínico presentado, ya que la
población examinada es definitivamente seleccionada por el tipo de la
práctica psiquiátrica a la cual concurrieron sus miembros.
Por otra parte, la composición familiar fué lo suficientemente típica
como para sugerir que la posición introfamiliar del sujeto puede tener
algún papel en la determinación de los mecanismos a través de los cua-
les se llegó a la situación sintomatológica. 18 de los adolescentes vistos
eran el. mayor de los hijos varones, y de hecho 13 de ellos eran el mayor
de todos los hijos. En un caso se trataba de un hijo único y en el caso
restante se trataba de el mayor de una pareja de gemelos no idénticos,
hijos únicos en su hogar. Entre los 18 casos en los cuales el sujeto era el
mayor de los varones había una cierta predominancia de hijas, ya que el
número total de hijos de esas 18 familias era 62 con un promedio de
3.4 hijos, de los cuales 33 eran niñas y 29 eran niños.
Otro elemento con un alto grado de prevalencia en los miembros del
grnpo en estudio, fué la existencia de un hermano menor, el cual llena-
ba en algunos casos un número considerable de las siguientes caracterís-
ticas:
- Existencia de un marcado antagonismo con el sujeto, a pesar de la
cual la relación era de mayor intensidad que con cualquier otro de
los hermanos(as).
- Con gran frecuencia este hermano se identificaba, y era identificado,
con la familia paterna. Físicamente se decía que se parecía a uno de
los' miembros de la familia paterna.
ADOLESCENCIA Y AGRESION 229

- Este hermano, se consideraba y era considerado por casi todos los


miembros de la familia, incluyendo el sujeto, como "más" inteligen-
te, más capaz de rendimiento escolar y más "estable" afectivamente.
- La comunicación entre este hermano y el padre era más fácil, fre-
cuente e íntima.
- Este hermano era percibido por el sujeto como un competidor al cual
era imposible vencer. Además de los sentimientos de hostilidad, el
sujeto percibía cierta admiración por este hermano. Uno de los suje-
tos tenía frecuentemente la fantasía de que éste era su hermano ma-
yor.

EXPLORACION DINAMICA

La exploración dinámica de estos sujetos reveló claramente que to-


dos ellos se hallaban en las fases tempranas de la adolescencia. Por tales
entendemos aquellos estadios en los cuales la principal labor del desarro-
llo consiste esencialmente en la decatexisación de los Objetos Primarios.
Sobre este contexto desarrollacional se presentaba en todos los sujetos
examinados una situación conflictiva, la cual con pocas variaciones era
común a todos los casos, y que se puede sintetizar de la siguiente ma-
nera:
El marco dentro del cual aparece el elemento conflictivo es el de las
relaciones con los objetos primarios, pero principalmente con el padre.
Es éste, quien toma características de extrema importancia para el su-
jeto, las cuales solo pueden ser claramente comprendidas a la luz de una
descripción caracteriológica de tales padres. En general se puede decir
que se trataba de sujetos en quienes ciertos componentes orales alter-
naban con elementos anales, en la integración caracteriológica. Esta
mezcla de precursores caracteriológicos, tan difícil de precisar, pero
tan común, se acompañaba de un nivel alto de narcisismo paterno, si-
tuación que se ve complicada en la relación con el adolescente por la
rigidez anal de la conducta. Se tuvo la impresión al examinar tales pa-
dres que el componente oral correspondía, en la admirable descripción
de Karl Abraham (1949), a elemento sado-masoquista, lo cual no es
sorprendente dada la historia común para muchos de estos padres de
que ellos provenían de familias muy deprivadas y que su progreso so-
cio-económico se debía a su "capacidad personal". Evidentemente la
230 FRANCISCO COBaS

auto-imagen personal, en muchos de ellos, requería un constante refor-


zamiento, lo cual no permitía ninguna circunstancia en la cual se pusie-
se en duda o desafiase el valor de tal imagen.
Por otra parte, la historia pasada de estos padres, sugería también
que tal situación conflictiva se había centrado, en todos ellos, alrededor
de sus relaciones heterosexuales, las cuales básicamente se caracteriza-
ban por intensa necesidad de reforzar la auto-estimación en términos
de masculinidad. Tal situación se entenderá mejor si se anota que el
elemento esencial en la caracteriología de las madres era la necesidad
de probar que la mujer no está de ninguna manera en posición de in-
ferioridad en cuanto a "potencia" se refiere. De hecho fué posible
poner de presente que la mayoría de estos matrimonios se movían en
una atmósfera sostenida por tal "lucha por el poder".
Por lo tanto, estos padres no podían soportar el reto que la presen-
cia del adolescente, el cual de alguna manera se asocia en fantasía a la
imagen de la esposa, hace a su posición privativa de "hombre de la
casa". La relación es una en la cual, dada la necesidad paterna de pro-
bar y probarse su propia potencia, el adolescente se convierte fácilmen-
te en el campo en el cual se llevan a cabo tales pruebas.
El segundo elemento de gran importancia en la interrelación conflicti-
va es la necesidad del adolescente de identificarse con el agresor, ya que
tal cosa pone trabas muy severas al proceso de separación catéxica pro-
pia del desarrollo normal e impide el progreso más allá del primer esta-
dio de la adolescencia.
Así planteados los elementos principales del conflicto, no debería
ser difícil explicar los diversos síntomas presentes en la situación. La
mayoría de ellos corresponden a maneras variadas y diversas de dispo-
ner de las cargas agresivas. Por ejemplo, parece ser que las dificultades
en la escolaridad representan en este grupo diversas formas de manifes-
tar la agresión contra aquellas figuras agresivas, las cuales valoran alta-
mente el éxito escolar. Es posible también entender que a un nivel más
profundo el progreso en la escolaridad representa una verdadera mani-
festación agresiva, la cual dada su intensidad, puede ser necesario inhi-
bir ya que de otra manera la presencia de la angustia requeriría la apari-
ción de otros elementos defensivos que se manifestarían como síntomas.
A un nivel más superficial es comprensible que el remanente de an-
gustia dificulte el funcionalismo cognitivo, con reducción del rendi-
ADOLESCENCIA Y AGRESION 231

miento escolar. Las dificultades intrafamiliares son simplemente expre-


sión de las conductas pasivo-agresivas, francamente agresivas o abierta-
mente inhibidas del sujeto. En algunos casos ellas corresponden a pe-
ríodos de falta de control egotal de las tendencias agresivas, en cuyo ca-
so la disminución en la apreciación de la realidad permitiría la aparición
de episodios violentos similares a las rabietas del niño menor.
Se puede aceptar una explicación similar en relación con las dificul-
tades con las figuras de autoridad, uno de los elementos sintomáticos
de mayor importancia social, y sobre el cual volveremos posteriormen-
te. En cambio, las dificultades intrapersonales constituyen simplemente
la prueba, por una parte, de la intensidad del conflicto, y por otra, de
la insuficiencia de las estructuras defensivas ya que ellas en realidad
están constituídas por la angustia, la imagen personal empobrecida, los
sentimientos de culpa, etc. Es importante tener en cuenta que en reali-
dad en ninguno de estos sujetos fué posible detectar una situación de-
presiva auténtica. Auncuando es difícil hallar una explicación sencilla
para este fenómeno, es posible que tenga algo que ver con el hecho de
que la agresión se dirige hacia un objeto del cual, gracias a las tenden-
cias propias del desarrollo, el individuo se halla en proceso de separa-
ción, y en cuyo caso el conflicto está engendrado precisamente por los
obstáculos de tal separación.

TRASCENDENCIA FAMILIAR Y SOCIAL DEL CONFUCTO

Además de los factores propios de la situación terapéutica, el conflic-


to del adolescente así descrito, tiene varias áreas de trascendencia, cuya
mención es uno de los objetivos principales de este escrito, Para efectos
prácticos nos referiremos solamente al área de la escolaridad y al área
social relacionada con las acciones policivas necesarias para controlar
algunas de las conductas no socialmente aceptables de estos sujetos.
Ambas situaciones se centran alrededor de la interacción del sujeto
con un individuo (rector del colegio, profesor, maestro, policía, etc.) el
cual comparte con el padre ciertas peculiaridades tales como las de ser
adulto, poseer autoridad, etc. La existencia de un funcionalismo de tipo
transferencial dentro de estas relaciones les confieren a ellas caracterís-
ticas peculiares. ~ esto lo que hace que ellos evoquen muy frecuente-
mente la situación conflictiva.
232 FRANCISCO COBOS

Queremos destacar, por su importancia socio-antropológica, el he-


cho que los tíos, y particularmente los tíos maternos, parecen ocupar
en este respecto una situación específica que es quiZa lo que le dá su
gran valor como atenuante de conflictos, particularmente de tipo edípi-
co, a la familia extendida. En la observación de estos sujetos nos pare-
ció claro el hecho de que los tíos del adolescente parecían tomar su
partido, aún en los casos en los cuales la conducta inaceptable había si-
do dirigida a ellos.
Del tipo de relación que se establezca entre el maestro, la autoridad,
etc., y el adolescente, dependerá grandemente el que éste tenga que
duplicar o no con estas nuevas figuras de autoridad las conductas
a que él se vé obligado con su padre, en virtud del tinte transferencial
que tales relaciones tienen. Si el maestro o la autoridad tienen que ser
defensivos y reforzar su potencia, el adolescente con este tipo de con-
flicto no tendrá otra alternativa que identificarse con el agresor y con-
tinuar produciendo conductas socialmente inaceptables.
Es precisamente la capacidad para permitirle adquirir potencia al
adolescente, lo que prueba la potencia del maestro o del agente de la
autoridad y lo que los califica como tales. En tales condiciones se le
permite al adolescente retirar su catexis, sin peligro de ser atacado o
dejado de amar, lo cual lo habilita para proceder a funcionar a niveles
superiores del desarrollo. Estamos conscientes de que este planteamien-
to simplemente sugiere que los individuos en quienes se centra el con-
flicto del adolescente, y quienes deben manejar algunas áreas de tal con-
flicto, deben adoptar y usar el enfoque que el te rapista ha encontrado
razonable y exitoso en el tratamiento de este tipo de problemas.

CONCLUSIONES

De la observación de 29 adolescentes vistos en una consulta psiquiá-


trica se han derivado las siguientes conclusiones:

1. Una de las situaciones patogénicas más frecuentes del adolescente


masculino es aquella engendrada por la necesidad del padre de no
permitirle al adolescente el retiro de la catexis, fenómeno básico
en las etapas iniciales de esta etapa del desarrollo.
2. Tal cosa representa un verdadero ataque, el cual puede representar
ADOLESCENCIA Y AGRESION 233

para el padre una prueba de su potencia, y el cual obliga al adoles-


cente a identificarse con el agresor.
3. La identificación con el agresor resulta en una verdadera necesidad
de ser agresivo, agresividad que se puede manifestar abiertamente,
de forma pasiva, etc.
4. La fantasía agresiva contra el agresor provoca sentimientos de cul-
pa, terrores de ser destruído, etc. La situación conflictiva debe ser
controlada mediante sistemas defensivos, los cuales se describen
como síntomas y cuya falta de completa eficacia deja un remanen-
te más o menos notable de angustia.
S. La misma situación es frecuentemente evocada cuando el adoles-
cente entra en interacción con figuras de autoridad. tales como
maestros, agentes del orden, etc. Las respuestas de éstos intensifi-
cará el conflicto o lo hará innecesario.
6. El peor tipo de respuesta, y desafortunadamente la más frecuente,
es una que, debido a los factores culturales y generacionales en-
vueltos, semeja en todo la del padre. Este tipo de respuesta obliga
al adolescente a repetir una vez más los elementos de la interac-
ción con el padre, esta vez con una de las figuras de autoridad a
que nos venimos refiriendo.
7. Lo anterior intensifica la situación conflictiva del adolescente al
colocarlo en un círculo vicioso, el cual él no .puede romper sin
ayuda externa. E§ esta ayuda la que le es negada cuando las figu-
ras de autoridad persisten en ocupar la situación transferencial del
padre.
8. Las dificultades que las personas tales como los maestros, profe-
sores, agentes de policía, ete., tienen con ciertos adolescentes, po-
drían ser francamente obviados o por lo menos atenuadas si sus
relaciones con el adolescente no fuesen simples réplicas de las ge-
neradas por las actitudes paternas.
9. Parece importante poder aplicar algunos de los conocimientos de-
rivados de la psicopatología del adolescente al manejo de sus pro-
blemas sociales. Esto requerirá un enfoque especial del psiquiatra
que trata tales sujetos, así como un cambio de actitud en los adulo
tos que tienen contactos importantes con adolescentes.
234 FRANCISCO COBOS

RESUMEN

En un período de pocos meses se vieron en una práctica privada de


psiquiatría infantil un número considerable de adolescentes masculinos,
la inmensa mayoría de los cuales presentaban un cuadro sintomatológi-
co muy similar, caracterizado por (1) dificultades de la escolaridad,
con bajo rendimiento del aprendizaje, deseo de suspender el proceso
educativo, etc. (2) Dificultades intrafamiliares, caracterizadas principal-
mente por conductas oposicionales, pasivo-agresivas, brotes esporádi-
cos de hostilidad y violencia, imposibilidad para comunicarse con los
padres excepto en términos agresivos, etc. (3) Dificultades sociales en
relación con figuras de autoridad y adultos en general. (4) Dificultades
intrapersonales, principalmente angustia, sensación de hallarse "atra-
pado", sentimientos de culpa, empobrecimiento de la auto-imagen,
sentimientos ambivalentes hacia los padres.etc.
Un número considerable de los sujetos había tenido recientemente
episodios durante los cuales se habían presentado instancias de uso no
autorizado, abuso, robo, etc., de vehículos automotores, los cuales ha-
bían resultado en un número considerable de accidentes, y en la muer-
te de dos personas. Todos estos casos presentaban un gran número de
elementos integrantes del cuadro, en los cuales era posible ver una
gran similitud, sugiriendo de esta manera que la génesis, el tipo de con-
flicto y sus características, así como el manejo terapéutico podrían
ser también similares. Entre ellos deben mencionarse: Clase socio-
económica, composición familiar, posición intrafamiliar, etc. Sin em-
bargo, los elementos decisivos parecen estar constituídos por ciertos
rasgos prominentes de la caracteriología tanto del padre como de la ma-
dre, así como por el tipo de relación entre ellos. Todos los sujetos se ha-
11ahanen los períodos tempranos de la adolescencia. Los padres eran
incapaces de permitir la separación afectiva de estos adolescentes, lo
cual veían como una deprivación más. Por otra parte estos padres eran
definitivamente agresivos, como manera de reforzar las fantasías de po-
tencia. La identificación del adolescente con el agresor engendraba un
cuadro clínico característico.
El conflicto puramente intraindividual extiende su radio tie acción a
otras áreas principalmente relacionadas con la escolaridad y la agresión
social; ya tanto el maestro como el agente del orden son en última ins-
ADOLESCENCIA Y AGRESION 235

tancia una condensación transferencial de la imagen paterna. Es por


ésto por lo cual estas figuras continúan acrecentando las dificultades
a que se vé enfrentado este tipo de adolescente, cuando ellas responden
al adolescente con los mismos estilos neuróticos del padre. Para conve- .
niencia de la sociedad en general y de los medios educativos en particu-
lar, parece importante que los representantes de estos sectores se ha-
llen conscientes de que el manejo adecuado y razonable de estos adoles-
centes puede hacer innecesaria la intervención policiva o psiquiátrica.

REFERENCIAS

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