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EGUZKILORE (Flor protectora contra las fuereas negativas) Cuaderno del Instituto Vasco de Criminologia. San Sebastian, N.° Extraordinario. Enero 1988. Jornadas Penitenciarias Vasco-Navarras © Julio Caro Baroja. ieleyendo textos sobre libre albedo y la libertad” * Antonio Beristain. ‘Relacionos ene lot prvados de Hertady el mundo exsertr. (El vo- luntariado)” 7 i wvier Asiain Ayala. ‘Las transferencias penitenciarias” ® Inaki Goikoetxeta. “Las transferencias penitenciarias” » Félix Mara: “Para ung informacién fhyente ¢ influyente de lo juidio-penal en los medios de comunicaci6n” ieee jeriberto Asencio Cantisan. ‘La intervencién judicial en la fase ejecutiva de la pena” + Joaquin Giménez Garcia. “EL juez y la cancel” * Marino Iracheta Iribarren. “Judicatura y privacién de libertad” «..... + Elias Neuman. “EI preso victima del sistema penal” + J.L. de la Cuesta Arzamendi. “Presente y futuro de las Instituciones Penitenciarias Espafolas” ‘+ Borja Mapelli. “Los establecimientos de maxima seguridad en la Legislacién Penit” * Luis Garrido Guzmén. “Régimen penitenciario ¢ instituciones de méxima seguridad” * Enrique Rutz Vadillo. “El futuro inmediato del Derecho Penal. Los prineipios basicos sobre los, que debe asentarse, Las penas privativas de libertad” .. * Enrique Echeburua Odriozola y Paz de Corral Gargallo. | tratamiento psicol6gico en las Instituciones Penitencietias” .... ‘* Francisco Bueno Arts. “Naturaleza, contenido y eficacia juridica de la Asistencia Social” ‘+ Angel Fernandez Maestu. “Tratamiento y asistencia sOcial” ssc ~ + L Fernando Rey Huidobro. “Tratamiento y asistencia social penitenciaria” «. * Federico Tajadura. “Tratamiento y asistencia social” © Enrique Ruiz Vadillo. “Palabras pronunciadas en el Acto de Clausura” + duan Ramén Guevara Saleta “Discurso de Clausura” vv 43 47 53 37 or 81 93 5 129 145 157 179 191 203 209 221 . 227 231 179 EGUZKILORE ‘Numero extraordinario. Enero 1988: 179-190 “EL TRATAMIENTO PSICOLOGICO EN LAS INSTITUCIONES PENITENCIARIAS: ALCANCE Y LIMITACIONES” Enrique ECHEBURUA ODRIOZOLA Paz de CORRAL GARGALLO Departamento de Personalidad, Evaluacién y Tratamiento Psicoldgicas. Facultad de Filosofia y Ciencias de la Educacién, Universidad del Pais Vasco. 1. 1. Introduccién. Desde la perspectiva de la criminologfa, asf como de la de las ciencias de la conducta, la pena de prisidn ya no se justifica por las funciones de custodia y casti- go, sino por el fin rehabilitador. De hecho, por lo que a Espafia se refiere, el articulo 1° de la Ley Organica Penitenciaria establece que “las instituciones penitenciarias reguladas en la siguiente ley tienen como fin primordial la reeducaci6n y la reinser- cién social de los sentenciados a penas y medidas penales privativas de libertad, asf como la retencién y custodia de detenidos, presos y penados”. 180 EL TRATAMIENTO PSICOLOGICO EN LAS INSTITUCIONES PENTTENCIARIAS ALCANCE Y LIMITACIONES El tratamiento psicolégico de los delincuentes es, de por sf, problematico. Siem- pre se ha considerado a la poblacién delincuente como “especialmente dificil” y “rea- cia” a las técnicas de cambio psicolégico. Una de las razones de tal dificultad es que no se puede evaluar y tratar la conducta delictiva directamente. A diferencia, por ejemplo, de una persona que experimenta una ansiedad en las relaciones sociales, que puede ser manipulada de forma directa y provocada en las distintas situaciones cotidianas del sujeto, no se puede pedir a alguien que robe o asesine para ser en- tonces “tratado”, ya que son estos actos previos negativos los que deben poner en marcha la rehabilitacién del sujeto. Otra dificultad para el tratamiento psicolégico, a diferencia de la practica psicolégica habitual en que el terapeuta trata conductas gue deparan un gran nivel de sufrimiento al sujeto, es que los delincuentes encuen- tran satisfacciones a través de la comisién de delitos, tanto de indole material como social (Garrido, 1986; Feldman y Orford, 1985) Las premisas subyacentes al tratamiento psicolégico de los delincuentes en las instituciones penitenciarias, sobre todo desde la perspectiva de la terapia de con- ducta, son las siguientes: a) un contexto institucional es especialmente apropiado para la modificacién de la conducta delictiva, ya que es un ambiente controlado fisicamente y en él pueden regularse las contingencias de castigo y refuerzo casi con una precision de laboratorio; y b) el cambio de conducta que tienen lugar en un contexto institucional podré generalizarse al ambiente natural, especialmente si se da una transici6n graduada desde una situacién de control artificial a situaciones de control més naturales (Burchard y Lane, 1983). Los programas practicos llevados a cabo no confirman, sin embargo, estas pre- misas. La relativa ineficacia de los programas de intervencién psicolégica para redu- cir las reincidencias surge, en parte, del conflicto entre la funcién de la institucién como rehabilitadora y su otra funcién, a veces més importante, de castigo (Ken- nedy, 1981}. Castigar a los delincuentes, proteger de ellos a la sociedad y servir como amenaza a los posibles infractores de la ley se constituyen en objetivos que hacen prioritario el control sobre la fuga. Este énfasis en el castigo y el control difi- culta cualquier tipo de tratamiento psicolégico (Cressey, 1973; Mitford, 1973). Por desgracia, la importancia dada al castigo y al control en el sistema de justi- cia criminal ha limitado la oportunidad de los procedimientos de liberacién progre- siva, como el trabajo con autorizacién, los permisos de escolarizacién fuera y los permisos para el hogar. En lugar de eso, lo més frecuente es el paso brusco de la prisi6n a la completa liberaci6n o a la mfnima supervisi6n y asistencia del control de libertad vigilada, con los problemas de adaptacién que supone un cambio tan brusco (Goldfarb y Singer, 1973). Un defecto principal en este contexto es el alto grado de coacci6n: los progra- mas psicolégicos tendrén menos éxito si no son voluntarios o no permiten alguna forma de participacién del sujeto en la planificacién y administraci6n del programa (Kazdin, 1973), ya que, en caso contrario, pueden ser percibidos por muchos delin- cuentes como un castigo.

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