11 Abraham y Torok 27 5 16 La Corteza y El Nucleo PDF

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‘De Maria Torok en esta biblioteca ‘La inguietante extrafeza de Froud ante Bl hombre de la ore. Qe E. TA. Hoffmann, Nicholas Rand y Maria Torok, en El psiquismo ante la prueba de las gereraciones. Clinica del fantasma, ‘Serge Tisseron et al Sobre Nicolas Abraham en esta biblioteca “Invencién pottiea y psicoandlisis del secreto en Le fant6me d'Hamlet Ge Nicolas Abraham-, Nicholas Rand, en El psiquismo ante la prueba de las gencraciones. Clinica del fantasma, Serge Tisseron et a. La corteza y el nticleo Nicolas Abraham Maria Torok Amorrortu editores ‘Buenos Aires - Madrid Biblioteca de psicologiay psicoansl Directores: Jorge Colapinto y David Maldavsky ‘Lécorce et le noyou, Nicolas Abraham y Maria Torok (© Flammarion, Paris, 1987 ‘Traduecién, Mirta Sogoviano ‘La reproduecin total opareil de este libro en forma idéntica ooficads por eual- aquier medio mecdnico, electrénico 0 informatico, inluyendo fotoeopia, grabacién, Aigitalizecién o cualquier sistema de almacenamiento y recuperacién de informa- ‘eidn, no autorizada por lo editoes, viola derechos reservados. (© Todos los derechos de Ia edicién en castellano reservados por ‘Amorrortu editores 8A, Paraguay 1225, 7 piso (1057) Buenos Aires, ‘worwamorrortueditores. com ‘Amorrortu editores Espana SL (San Andrés, 28 - 28004 Madrid (Queda hecho el depésito que previene Ia ley n° 31.728 Industria argentina. Made in Argentina ISBN 960.518-094-2 ISBN 208-212505-X, Paris, edicién original Abraham, Nicolas La cortera y el nicleo/ Nicolas Abraham y Maria Torok. -1* ed, - Buenos ‘Aires : Amorrortu, 2005. ‘416 p. 29x16 em. - Biblioteca de psicologiay psicoanslisis /diigida por Jorge Colapinto y David Maldavsky) ‘Traduccion de: Mirta Segoviano. ISBN 950-518-0942 1. Psicoanélisis, L Torok, Maria 11. Segoviano, Mirta, trad, II. Titulo cpp 150.195 Impreao on los Talleree Gréticas Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en enero de 2008. ‘Trada de esta edicién: 2.000 ejemplares, La primera edicién francesa de La corteza y el niicleo fue publicada en 1978 por Aubier-Montaigne, coleccién «La philosophie en effets, dirigida por Jacques Derrida, Sarah Kofman, Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy. La presente edicién ha sido revisada y completada. La corteza y el nticleo La corteza de las palabras A partir de ahora el psicoandlisis posee su »Lalande-, Técnico, eriticoe incluso histérico, el primer Vocabulaire de esta ciencia lar- gamente septuagenaria se conaagra a definir, registrar, preseribir y proseribir: los sentidos, usos, malos usos y abusos de una lengua que, pese a su creciente difusién, ha seguido siendo esotérica e in- comprensible. El poderoso esfuerzo de clarificacién al que los auto- res dedicaron ocho afios de investigaciones y reflexiones, apunta, mis alld de las cuestiones lexicoldgicas, a «la organizacién concep- ‘tual», como dice Lagache, yal «aparato conceptual, segtin los térmi- nos deLaplanche y Pontalis, de una summa de saberes y précticas cu- ‘ya originalidad era un desafio a la voluntad codificadora, Determi- nar los estatutos inter- e intradisciplinarios de cada concepto psico- ‘analitico, y esto no sin haber seguido sus vicisitudes y avatares a través de la obra freudiana y mds allé de esta, ejerciendo al mismo tiempo una critica celosa en cuanto a la extensién, connotacién, implicaciones e interferencias, esa es la empresa, y ese, el reto. ‘La importancia de la apuesta presidié la de In puesta en accién: relectara (en tres lenguas) y examen de las cinco mil paginas de las, obras completas de Freud, sin hablar de los textos de Ferenczi, Abraham, Melanie Klein y otros més, no siempre los més sencillos, establecimiento de un vasto fichero con, al menos, cuatrocientos titulos e innumerables referencias, aprovechamiento del fichero asi obtenido mediante minuciosos y sutiles estudios comparativos, de- tectando sin piedad las metasemias, contradieciones, aporias y ‘euestiones que quedaron abiertas: registro ademds en un atestado conciso y sustancial de los resultados surgidos de la discusién y, fi- nalmente, coronacién de esta larga preparacién, puesta a punto de las definiciones de concepto (més de trescientas), que pueden impri- mirseen caracteres gruesos y que ofrecen una respuesta autorizada al legitimo interrogante de quienquiera, hombre de ciencia, fil6so- f, jurista, o incluso psicoanalista: :qué es, pues, «transferencian, srealizacién alueinatoria del deseo, «libido», «pulsidne, «yo? 183 La ejecucién se corresponde con la meta. Con sus concisas 515 paginas in-octavo, que indican las equivalencias terminolégicas en cineo lenguas, que combinan las definiciones con discusiones his rieo-criticas, apoyadas por citas y remisiones a los textos, la obra se ofrece inmediatamente como el repertorio razonado de los instru- mentos de pensamiento autorizados del psicoandlisis. Y si un uso frecuente del Vocabulaire debe levarnos a rectificar un tanto esa primera apariencia, esta refleja sin embargo la funcién asignada a Ia obra: constituir un corpus juris con fuerza de ley y que, en lo suce- ssivo, nadie alegaré ignorar. No nos corresponde aqui someter a di cusidn los fundamentos, cualesquiera sean, de tal jurisdiccién: ya se ‘trate de un comentario de la obra freudiana, de la eficacia de una préctica o de consideraciones epistemolégicas (de hecho los tres son invocados), el resultado no deja de presentarse como la tentativa —enorme— de fijar los estatutos de la «cosa» psicoanalitica, tanto ‘en sus relaciones con el mundo exterior como en su relacién consigo misma, Esta es, pues, una realizacién que, para el psicoandlisis entero, std llamada a cumplir las funciones de aquella instancia a la cual Freud confirié la prestigiosa designacién de Yo. Ahora bien, refirién- donos, por esta comparacién, a la teorfa freudiana misma, queremos ‘evocar esta imagen del Yo que lucha en dos frentes: hacia el exterior, ‘moderando los requerimientos y los ataques, hacia el interior, cana- izando los impulsos excesivos e incongruentes, Freud concibié esta instaneia como una capa protectora, ectodermo, crtex cerebral, cor- teza. Este papel cortical de doble proteccién, hacia el interior y hacia el exterior, se reconoceré ficilmente en el Vocabulaire, papel que no se cumple —entendemos—sin cierto camuflaje de lo mismo que se debe salvaguardar. Aunque la corteza se impregne de aquello a lo que presta abrigo, de aquello que, encubierto por ella, en ella se des- cubre, Y si el nticleo mismo del psicoandlisis no tiene que manifes- tarse en las paginas del Vocabulaire, ocurre sin embargo que, oculta e imperceptible, su accién se refrenda a cada paso por su resistencia a constituirse en enciclopedia sistemética, El insigne mérito de los ‘autores es no haber disimulado jamés las dificultades inherentes a su tarea y haber dado a comprender esto: si debe realmente exis! una organizacién conceptual del psicoandlisis, esta no podria obte- ner su unidad de las formas de pensamionto eldsicas. Su aprehen- sién requiere una dimensién nueva, que es preciso encontrar. 184 El primer tiempo de la exégesis Cualesquiera sean las objeciones triviales a las que las elabora- ciones tedricas del psicoandlisis son vulnerables, nadie piensa ya en ‘refutar el aleance real de su clinica, Hoy estamos de acuerdo en afir- mar que la alternativa de rechazar la teor‘a por falta de cohesién 0 bien de admitirla como un mal menor, deberia ser superada. Habré quienes estarian tentados de objetar: sf, certamente, pero para es0 hharfa falta una teoria mejor adaptada a los hechos, La dificultad de un tal liberalismo cientifico, aplicado al psicoandlisis, consiste preci- samente en que, si se cambiara el discurso que los define, los -he- chos» mismos serfan desnaturalizados. Lo hemos visto claramente cada vez.que se intenté impregnar al psicoandlisis en otros sistemas de inspiracién (conductismo, existencialismo, fenomenologia). Por- que los conceptos psicoanaliticos, por aviesos, incoherentes y hasta escandalosos que parezcan, poseen no se sabe qué poder y no podria- ‘mos incluirlos en sistemas de referencia ajenos sin quitarles su ner- vio propio. La teoria psicoanalitica se rehtisa pues, enérgicamente, a toda tentativa de modificacién o reajuste. Ante esta verificacién, queda abierta una sola via: buscar lo que ella, detras de sus contra- dicciones y lagunas, consigue comunicar.) Alo que el texto freudiano invita es a una empresa de exégesis, con la condicién de que esta s0- porte y sostenga la originalidad de! mismo texto que se propone es- clarecer. Ahora bien, este trabajo de exégesis debe proceder por tapas y exige al menos dos tiempos. En el primero, seré indispensa- ble inventariar todo lo que da lugar a comentario. Dicho de otro mo- do, hacer la lista de todo lo que, por diversas causas, constituye un problema en la elaboracién freudiana, Semejante repertorio de pro- blematicas, establecido por medio de los instrumentos clésicos, ex- plicacién conceptual, comparacién de las diversas etapas del pensa- niento, concordancia y discordancia seméntica en la sineronia y en ladiacronia, filiaciones, permanencias y variaciones tematicas,etc., {uo prcisamente ol objeto de In pasta hitiionritien del Voabu- aire Es, pues, un gran mérito de los autores, por su paciente y minu- ciosa labor, haber preparado ast el segundo momento de la exégesis, ‘momento decisivo puesto que, tras el inventario de los aspectos pa- raddjicos y heterdclitos de la teorfa psicoanalitica, ya no se podré eludir la verdadera cuestién, que es esta: si las teorfas de Freud for- man la corteza protectora de su intuicién, oculténdola y descubrién- 1Cf, Pontalis,Aprés Freud, Julliard, 1965, pags. 113-54 185

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