Criminologia

You might also like

Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 8
Fr (2006), Sociogia Criminal ugenina. Via Eales tuna direccién determinada, vals por provocar una reaceién en sentido Inverso, la que a su vez llega a (raspasar el justo limite, y solo después de estos movisnientos extremios en apnestos sentidos, se produce naturalmente Ja corriente media y definitiva para cada momento hist6rico, llegando a ser mids tarde el origen de uria sueesi6n no interrumpida de ritmo de aceiéa y de reaccién. De aqui se deduce inmediatamente una consecuencia, a saber: que ened orden te6rico aceptamos de buena voluntad y con reconacimiento, todo Lo gue han hecho hasta el presente las escuelas clasieas con respec- to al estudio juridico del delito, reservandonos, no hay para qué decirlo, cl derecho impreseriptible de modifiear las ideas cuando el progreso de Jas ciencias naturales ba mostrado su desacuerdo con Ja realidad de los hechos. ¥ confesamos de igual suerte, que sin el trabajo glorioso de nues- tros predecesores, tendriamos forzosamente que detenernos: que es 10 que exige la ley universal de evolucién, segiin la que, como decia Letimitz, el presente es hijo del pasado y padre del porvenir.” u 6. Slendo éstos los origenes y los puntos de vista de la escuela positi- va en el derecho criminal y penal, no serfa posible explicar mas que por os prejuicios arraigados, por la repugnancia que produce de ordinario “Par oer justo, y para demostrar coo las ideas de Ia escuela positivaexistan ya, no solo en estado embrionario en la conciencis general, sino expresadas clara- Inente por alganos pensadlores. ao esperando para desenvolverseeimponerse otra (Osa, due las coudlcioncs favrabies del mecio simbienteeieifico¥ soca, sg Jae inieado mas arriba, recocdar€ aginas observaciones de Gal (Surfs fonctions du cervcau, Paris, 1825), com las que demuestra uma presciencia extraordinarl, [os delitos nose cometen ellos solos; no pueden, pues, considerarse como seres abetractos. Los delitos son productos por individuos que actian: reaben. Pues. su caracter de ka naturaleza y de Ia condicién de aquellas personas que los omne- ten. yno puede aprecdrecles mas que sein estas naturaleza y condci.” (I, 358) "ibs debtos se han considerado en si mismo, abstraccion hecha de su autor: para modificar la voluntad de los maltechores, se erey6 que bastaria tnfigrios penas” (1, 399), —"El abjeto de lepslacién debe ser, en tanto que Io persnita Ta faturaleca del hombre, prevenir los deitos, corrogir los malhechord, y dar ala Socledad seguridad contra aquellos quc som incorregibles” I, 399). Durante Ww figjo. nose lin avanzado ni un solo paso sobre estas ideas feeundasgutrevstas por Gal, cn as cuales Romagnosiy Carto Cattaneo tuvieron la icin en el campo de In soctoogia. ponténdolas en plena Iz la sociologia criminal de un modo cientsfleo Y practico en nuestro tempo. aco Foes 28 toda snnovacién y ala que Lombroso amiaba el “Misoneismo”, las acu- ssaciones a que ha dado lugar por parte de los tedricos y los practicos, cl advenimiento de esta corriente clentifica Hemos sido acusados en materia de derecho penal, de inetinarnos al “nihilismo completo", unicamente por haber dicho que esta ciencia, tal como lioy &851¢. ne sc apoya de ordinario sobre bases positivas, ¥ que en consecuencia, asi como de la astrologia salié la astronomia, de la alquimia la quimica, de la demonologia la psiquiatria, ec., de igual ma- nera pensamos que de la penologia actual, dusoria en la préctica. debia nacer un cuerpo de doctrina ms positive y mids titi a la sociedad. Nues- tos acusadores no se apereibian de que ésta era precisamente la signi- ficacién de la nueva escuela, que venia en consecuencia a renovar y vivi- ficar, por la comprobacién de los estudios experimentales, la parte cier- {a e imperecedera det derecho eriminal, eompensando por medio de este inestimable heneficto la pérdida del follaje y de las ramas que la retafisica habia desecado. Es ley sabida que en la Naturaleza todo pro- ccede por grados:y por ello la efencia criminal, como cualquier otro orga- nism viviente, Se propone en sus progresos no destruir todo Io hecho hasta ol presente en Ia regi6n esirictamente juridica, sino mas bien am- pular las partes muerias y aclyvar Ia evoluctén ulterior de aquellos gér- rmenes que Ios criminalistas no han podico desarrollar, absortos por el cumnplimient de su misién histérica y muy a menudo extraviados por tn métedo que fue siempre infecundo. 7. Ya que la ciencia avanza atzavesandlo periodos de aeci6n y de rea ci6n, y que toda corriente dirigida en determinado sentido, una vez lle- gada a su maximum, inteia una corriente opuesta que por reaccién: llega al otro extremo, hasta que se establece la resultante, la cual se encuen- tra entre unay otra, existe, por asi decirlo, un ecieeticismo natural. Mas no pertencesn al mismo, aqueltos que, colocados entre la escuela clasi- ca y la positva, no han tomado parte ni por la una vi por la otra, y han prociamado wna “alianza” entre las ciencias antropoldgicas y las pena- Ies. En éstas, en efecto, frente al desarrollo completo de la escuela clasica yy de lasiniclaciones de ia escuela positiva, el eclecticismo solo puede ser un a priori, ya que protende determinar la resultante de dos corrientes, de as cuales la Sltima esté Jejos de haber conseguido su completa ex- ppansidn: debe ser por ello, y es efectivamente arbitrario y siempre provi- sional, e raz6n a que la resultante debe cambiar de sitio a cada desen- ‘volvimiento ulterior de la nueva corriente cientifica. Si por ofr parte el ectecticismo se produce después que las dos co- rrientes han realizado su ciclo, es perfectamente insitil que fos hombres st Sociovoeia Craw de estudio se empefien en determinar por si mismos la resultante, pues: to que ésta se determina mejor y mas seguramente de un modo espontta- ‘neo. por un trabajo natural Pretender fijar desde ahora, por transacciones eclécticas, esta resul- tante natural, es desde Inego una obra estéril y vana, si no llega a incu: rrir en laridiculez de lo que yo he llamado “el miétodo de la expectativa’ en virtud del cual, clertas personas querrian que se prosiguiese ¢] exa- men positive de las delitos y de los delincuentes, pero que, 10 obstant tos aluviéramos “provisionalmente” a las tcorias eriminales dominan: tes, 0 sea, a aquellas que todos los dias los hechos mismos nos presen tan en desacucrdo con la realidad.” Y por fin, en la clencia como en la vida, quedando siempre la realidad por debajo de la idea de la cual es la manifestacién, todo el mundo sabe que los revolucionarios son los que efectaan las reformas: que los reformistas conservan el statu quo, y que los conservadores retrocedes. He aqui por qué, para obtener reformas efectivas, si bien hablando abstractamente, debiera bastar con ser reformista, en realidad precisa ser revolucionario, En resumen, el eclecticismo debe ser una resultante natural, aun cuan- do no debiera haber eclécticos, puesto que el eclecticismo stil se_hace € solo. Los celécticos existen porque natura. nor facit saltus; porque en la cien- clay en la vida, los espiritus resueltos y constantes encuentran siempre a ‘su lado otros espiritus mediocres; y porque, cuando clertos hombres han tomado la iniciativa de una nueva direccién eientifica, es muy facil y hasta muy comodo, legando después de ellos, darse por poco precio el aire de un innovador, no stendo més que un pardsito intelectual. No diré de cllos que + Ferri, Uno spiritista del diritto penate, cn los Arehs. Di psych... VIL, 1-2, y Stud sulla criminalied ed altel saggt. Turin, Bocca, 1901. Este juicio que yo be Jormulado sobre el eclecticismo, y en el cual muchos han encontrado. se com- prende facilmente, una acidez muy marcada, esta perfeclamentc en armonia Con el que emite Loria en un articulo sobre las ideas medias, donde dice que la, historia de éstas, si la misma fuera posible. “no seria en todo caso mas que la historia de lo mediocre, de Jo timido y de lo hibrido; seria un documento de verguenza y de humuillacién para el hombre; mientras que la historia de tas ideas exiremas, podria ser la epopeya del espiritu adivinatlor, la corona tamor- tal colocada por la historia en la eabeza de it bumanidad; la apseosis, en fin, de este Ahasverus pensante y atormentado, que desde hace tantos Siglos avanza, ‘sin descanso a través de las dolorosas regiones de la idea’. (Rivista dt Sociologia, febrero 1895, pag. 107). nico Pr se Ee Pe su existencia sea. como se ha dicho de la hipocresia, un homenafe tributa- do alla virlud: pero sf dire que no es mis que un efecto, y como un econo. clmtento de las ateves docirinas. En efecto, en la lucha actual entre las dos escuelas criminales, no solamente los clasicos puros hacen eoncesiones, habiendo quedado Carrara como tinico y logico intransigente hasta su muerte, porque comprendia may bien que en los sistemas metafisicos, wna sola piedra removida bce cacr todo el edificio: sino también Jos criminalistas menos antigu0s 0 neodlasicos, como se le ha lamado, mvoean con gusto mn matrimonio de conventencia entre el viejo derecho penial yla joven cieneia positiva, olvidaado que la escuela nueva, sin cutbargo, representa una in novacién completa en el método cientifico, y que no existe térmnino medio: 0 ‘se emplea el silogisme sobre el delito consierado como ser juridico abs- tracto, o bien se estudia como fenémeno natural. Una vez Tesuelta esta innovacién en el método, todo lo demas viene irresistiblemente impuesto por Ia observacion de los hechos, ‘Tan verdad es esto, que para nucstros eclécticns todo se reduce a hacer figurar al hombre que comete el delito y a los factores naturales de este tillimo, en el capitulo preliminar, en el grupo sonoltente y convencional de las “elencias auxlliares” del derecho penal, y después, arrasirarse por las Viejas hucllas de los stlogismos juridicos, sin preguntar jamas a esias cien- ‘cas auoaiares os hechos que deban servir de base a las indluceiones gene- rales, Asi proceden, por ejemplo, entre los mas modernos, Liszt y Garraud, cen sus tratacos de derecho etiminal. Se ha visto también apaceccr en Italia una (ercera escuela, que pre- tendio apoyarse sobre tres “puntos fundamentales”: 1°, el respeto ala personalidad del derecho civil penal, en su renovacién cientifica; 2°, causalidad y no fatalidad del delito, y como consecuencia, “exclusion det tipo criminal antropolégico”, y 3°, reforma social, como deber det Esta- to en la lucha contra et detito. Sin embargo, esta nueva escuela, segiin sin trabajo alguno previ en la tercera edicion del presente libro (1892). no podia vivir y prosperar, seacillamente porque no tenia razéu de ser: no puede creerse que siz. ples divergencias en la apreciacién personal, basten a constituir una escuela ona corriente cientifica, Si esto bastara, en lugar de una escue- 1a criminal clistea, contariamos por lo menos con una docena; porque se encontraria facilmente por lo menos una docena de grupos de criminalistas, cuyas ideas differen acerca de determinados puntos par- tculares, por ejemplo, sobre la razén fundamental del derecho de casti- gar, respecto de cuyo punto, Berner ha llegado a distinguir hasta quince teorias, clasificdndolas en tres apartados, que él flama de teorias abso- Jutas, relativas y mixtas. Estas divergencias personales se producen mas ficllmente aim en la teoria positiva. por la diversidad todavia mayor de Jas observaciones personales sobre los hechos posilivas: pero no queda por ello menos evidente que la escuela clasica y la positiva forman cada una un todo organico earacterizado por la unidad de su método y de sus. conclusiones gencrales. La exactitud de esto, lo demuestra el mismo Tarde —otro ecléciteo st los hay. y espiritualista disfrazado, como se ha visto en sus tltimos volt menes nada concluyentes, sobre la légica social y la oposietén universal, después del diagndstico cientifico que yo habia formulado de sus prece dentes trabajos—; Tarde, pues, hablando de los dos jefes y de los sim. ples soldados de la “tercera escuela”, aun cuando estaba todavia en su periodo de nacimiento, les advertia paternalmente “no entretenerse en polémicas imitiles, sobre el punto de st se trataba verdaderamente de una tercera escuela que se abria sobre la tierra fecunda de Italia": y yo. afadia por mi parte, que para constitutr una tercera escuela no es sufi- ciente “lanzarse sobre tas estatuas a lo Miguel Angel, escuipidas por Lombroso, y arafarlas en algunos puntos, auxiliado de fa tupa, con la Tima silogistica’. Realmente, aun fuera de la observacién exacta de Fletscher, segin la que, la‘escucla positiva se coloca entre la tesis espiritualista —que concen- tra por completo el origen del delito cn el punto matemaitco del libre arbi- trio—. y la tesis primitiva del sociatismo sentimental —que la pone exclusi- vamente én la mniseria—, mientras que los socialistas. después de mi obra Socialismo y ciencia positied, estén conformes en admitir, que sila mise- ria fuere suprimida, no par eso s¢ suprimirian las formas esporddicas del debito, como consecuencia de influencias patologicas, traumaticas, et., in- evitables. Van Hamel decia de una pretendida “escuela intermedia”, que se basaba sobre la importancia dada a los factores sociales er la génesis del delito {como st la escucla criminal positiva no hubiese puesto estos factores a plena lua desde sus comienzos, con la primera edicién del presente li- bro}: "Una escucla con existencia separada no tiene razén alguna de ser. Porque todo movimiento quedaré estéril en cuanto se aleje det punto de partida de la escuela italiana, es decir, del estudio etiol6gico del delincuente yde los tres ordenes de factores (individuales,fisicos y sociales) del delito”. Para el pensamiento y para el trabajo cientifico solo hay dgs grandes caminos: la deduccisn a priori, 0 la induceién positiva; pero entiénda- se bien, sin que el método deductivo excluya en absoluto la induccién en el apriorisiico y viceversa, ya que en esto sdlo existe und Thesti6n de preferencia, Al lado de estos dos caminos puede haber sendas. pero no Ewnco Fess una tercera ruta, Por esto la escuela clisiea tlene sus ieregularidades, como las tlene y Tas tena de igual manera la escuela positiva Consigitientemente los tres puntos cismaticos, que segiin se preten de, pudieran constituir la razon de ser de una tercera escuela, son se- eundarios o incxactos. En principio, la preocupacién de la personalidad del dezecho penal, s s6lo una cuesiién puramente escolAstica; lldmescle derecho penal. criminologia © sociologia criminal, de lo que se trata, es de estudiar cl delito como fenémeno natural y social, y de indicar el método y los medtos que hemos de emplear para preservar de él a la sociedad: lo dernds, s6lo es una futilidad académica, y ya me ocupazé de ello en la Conclusidn de este libro. La palabra “pena”, «queria decir hace siglos, compensactn; en la escuela clasica, signiflea castigo y dolor (asi €5 como lo sostiene Carnevale!: en Ia escuela positiva, denota defensa Tepresiva y preventiva. BI segundo punto es un equiveco: ninguno de nosotros habla det fatalisno del delito, sino unicamente, de determinis- ‘mo causal o natural; stendo esto tan cierto, que Lombroso, a quien mas gue a nadie se ha acusado de fatalismo bielogico, cité cl ejemplo del delincuente nato, que gracias a las condiciones favorables del medio, no comete delito alguno, y en el tercer yolumen de su tltima edicion del Uomo delinquente, sadicé los medios de prevenir y de curar la enferme- dad social generadora de 10s delitos. Por wllimo. el tercer punto esi en absoluto mjustificado, si es una verdad que la escuela positiva ha sido la primera en sistcmalizar las cuatro clases de procedimientos preventi- vos contra el delito, y ademas la teoria de la prevencién social (equiva- entes de la pena), insistiendo en la ineficacia flagrante de las penas en la lucha contra el delito, y proclamiando que los males soctales cxigen re- medios también sociales, segiin veremos més adelante 8. Atraviesa al presente la escucta criminal positiva su tercer perfo- do, aquel que en Ia cvolucion de toda ciencia nueva. precede al triunfo definitive. Es indudable que todas las innovaciones pasan necesaria- mente por Jas fases sigulentes: en principio permanecen ignoradas det mayor mimero, porque las primeras claridades de su aurora se confin- den con los titimos resplandores crepusculares de las teorias tradicio- nales que dominaban. Inmediatamente son objeto de tas burlas de los profanos, como todo cuanto choca con los hébitos mentales cle la mulli- ud, y parecen sofocadas bajo el silencio otimpico de los pontifices de la clencia ortodoxa y oficial: este es el periodo de prueba, porque o bien las Innovactones intentadas no son viables y mucren durante la fase de las burlas populares y de los desdenes académicos, o bien estén dotadas de lanecesaria vitalidad, y entonces a través de los juicios ininteligentes de la muchedumbre distraida, o de las falsificaciones de adversartos poco

You might also like