Narcis Is Mo

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Stylus a2 — afhyrre NARCISISMO nN Le AES eh Stylus 2 noviembre 1989 Narciso ovIDIO 1 Lectura de Narciso M.C.TENORIO 5 E) Padre como Sefior de las imagenes P.LEGENDRE 21 Narcisismo, realidad y fantasia J.NAVARRO 41 # ARCHIVO « La persecucién y el arte de escribir L.STRAUSS 53 « LECTURAS « P. BERCHERIE, Los fundamentos de la clinica BE. BOTERO 73 Nota 76 # ILUSTRACIONES « L. Strauss por DAVID LEVINE, pagina 54 » Grabado de AMBROISE TARDIEU, pagina 72 . Cualquier reproduccién de fos materiales publicados en esta revista debe contar con la aprobacién previa de los editores. © 1989 NARCISO seramorrosis OVIDIO Y mientras eso en las tierras por la ley fatal es cumplido, y salvas son las. cunas de Beco dos veces.necido, cuentan que acaso Jove, alegrado con néctar;: sus cuitas graves hab{a-dejado,.y con 1a ociosa Juno, indolentes juegos habia movido, y: "Mayor, en verdad, es el vuestro =hab{a dicho-, que el placer que toca a los machos." Ella niega. Placié indagar cud] sea del docto Tiresies- la sentencia; ambas Venus eran conocidas a éste pues en la verde selva dos cuerpos de magnas‘serpientes que se apareaban, habfa ultrajado con el golpe de béculo, y de varén en mujer convertido (jaémirable!), pasado . habia siete otofios; en el octavo, de nuevo a les mismas vié, yi "Si tanta es la potencia de la llaga dada 2 vosotras ~dijo- que de su autor mude en la contraria la suerte, hoy también os heriré." Golpeadas las mismas serpientes, a forma anterior regres6é y vino la imagen nativa. Este rbitro, pues, tomado en el pleito jocoso, los dichos de Jove confirma; la Saturnia, grave mAs que lo justo Y¥ Ro en proporcién con la causa se hab{a dolido, se dice, y los ojos de su juez condené a eterna noche. Kas el padre omnipotente (pues a dios ninguno le es lfcito hacer vanos los hechos de un.dios), por la lumbre quitaca, le i6 saber lo futuro y alivié, con la honra, la pena. Aquel, celebérrimo por su fama en las urbes aonias, al pueblo que las pedfa, daba irreprensibles respuestas, Tomé experiencias de la fe de su cierta voz, la primera, la cerGlea Liriope, a quien otrora en.su’curva corriente el Cefiso entrelaz6, y encerrada en sus ondas, le hizo violencia. Parié de su vientre pleno, bellisima, la ninfa un infante, que ya entonces ser amado podia, y lo llama Narciso. Del cual consultado, si habria de ver, luengos, de su senectud madura los tiempos, el vate fatidico: "Si no se conociere", responde. La voz del augur, vane se vié mucho tiempo; éxito y cosas la prueban, y linaje de muerte, y novedad de locura. Pues @ los tres veces cinco, un afio el Cefiso habfa afiadido, y parecer nifio y joven podi a €1, mucho jévenes, nifias deseéronlo muchas; nas (hubo en su tierna forma tan dura soberbia) - @ 61 ningunos jévenes, lo tocaron nifias hingunas- Hiré 2 ste empujando e las redes a los trépidos ciervos una ninfa sonora, que ni para alguien que hablaba, a callarse, ni aprendié ella misma 2 hablar antes: Eco, cue vuelve el sonido. Cuerpo hasta entonces, no voz, era Eco; y garrula, empero, nto otro uso de su boca, que el que ahora. tiene; tenia que devolver de muchas, les palabras extremas pudiera. 316 320 325 330 335 340 350 355 360 2-Stylus 2 365 370 400 405 5 Esto lo habSa hecho Juno porcue, como a las ninfas pudiera sorprender en el monte, bajo su Jove yacentes, ella prudente, a la diosa retenfa con plAtica luenga, nientras hufan les ninfas. Después que esto sintié la Saturnia, habl6: "Potestad de esta lengua por la cual soy burleda, te seré dada parva, y de la voz, un uso brevisimo". Y, con el hecho, amenazas confirma; empero, ésta repite voces del fin del hablar, y oféas palabras dcvuelve. Luego, cuando a Narciso por apartados campos vegando vid, y se incendié, sigue sus vestigios a hurto; y cusnto m&s lo sigue, més cerca con la flena se abrasa, no otramente gue cuando, a io suno de las tcas untados, los vivaces ezufres las arrinadas flamas se roban. i0h, cuéntas veces con blandos dichos acercérsele quiso y ofrecer muelles preces! Su naturaleze se opone Y¥ no consiente que empiece; mas, lo que consiente, dispuesta esté 2 esperer sonidos, 2 los que ella sus palabras remita. De su tropa fiel de compafieros el nifio acaso alejado: "sQuién -dijere- est& presente?" Y Eco respondiera: "Presente". Se pasma ésce, y cuendo la vista hacia todas partes dirige, Ven", con voz magna clama; lena elle el que liane Se vuelve e ver, y de nuevo, no viniendo nadie, pronunci: "gPor qué me huyes?” Y tantes palabres recibié, cuznias Persiste y, por la imagen de le alterna voz engefiade: "gous juntémonos", habla; y Eco, que a sonido ninguno habrfa de responder con més gusto, contestéle: "Juniénonos", y con sus palabras se alienta ella misma, y selienco ce la selve, iba a echar al esperado cuello los brazes. hguél huye, y huyendo: "Las manos de los abrazos retira; noriré antes -habla- que tengas poder de nosotros". 2 contesté ella, sino: "Tengas poder de nosotros". Bespreciada, se oculta en las selvas, y con frondas sus rostros pudibundes cubre, y vive, desde ellf, en solos antros. Mas del dolor Ge le repulse, empero el anor se une y crece, ¥ Su cuerpo miserable atendan veladores cuidaéos, y reduce la flacura su piel, y a los aires el jugo se va del cuerpo todo. S6lo quedan la voz y los huesos; resta la voz; los huesos -~dicen- tonaron figure de piedre. De alli, se oculte en las selves y en monte ninguno parece: ofda es por todos; un sonido es quien vive en aquélla. ‘sia ésta, asf a otras ninfas de ondas o montes nacidas, habia burlado éste; asf, antes, las reuniones viriles De alli alguien despreciado, les manos al éter alzando "Que asi ame é1 mismo, sea justo; asi, no de lo amado se aduefie", habfa dicho; a sus preces justas, la Ramnusia asinti Hebfa una fuente sin fango, argéntea de nitidas ondas, a la cual ni pastores ni cabras en el monte pacidas u otro ganado, habian tocado; @ la cual ave ninguna ni fiera habia turbado, ni rama caida del 4rbol. En torno, habfe grama que le préxima humedad fomentaba, y una selva que por ningin sol tibiarse el lugar dejaria. Aqui el nifio, del afan de cazar y el calor, fatigado, tendié, la fez del lugar y la fuente siguiendo. Stylus 2- 3 Y mientras ensfa calmar su sed, crecié una sed diferente; y mientras bebe, por la imagen de su vista forma robado, le esperanza sin cuerpo, sma; cuerpo juzga ser lo que es onda. Se pasna 61 mismo de sf, y con el mismo rostro, inmutable, se fija, como una estatua de pario mérmol formeda. Puesto en el suelo, mira ~astro doble- sus ojos, y dignos de Baco, dignos también, sus cabellos, de Apolo, y sus imberbes mejillas y ebiirneos cuellos, y la honra de su boca, y el rubor en el candor niveo mezclado, y admica todo aquello por lo cual es é1 mismo admirable. Se ansia, imprudente, y es eprobado el mismo que aprueba, y mientras busca es buscado, y a la per incendia y se quema. jCudnias veces a la fucnte falaz dié inGtiles besos! jCuantas veces sus brazos, que el visto cuello intentaban asir, hundié a medias aguas, y no se aprendié dentro de elles! Qué vez, no sabe; mas ardido es con aquello que ve, y el mismo error que los engafia, sus ojos incita. Crédulo: ga qué, en vano, intentas asir simulacros fugaces? En parte alguna hay lo que buscas; vuélvete: pierdes lo que amas. Esa es la sombra de tu reflejada imagen que miras. Nada ése tiene de sf; viene y permanece contig: contigo partiré, si ta partirte pudieres. 4 él, no el de Ceres; a él, no del descanso el cuidado puede arrancarlo ce alli; mas en la opace hierba extendido, nira la forma mendaz con ojo insaciable, y por sus ojos 61 mismo perece; y alzdndose un poco, tendiendo hacia las circunstantes selvas sus brezos: "gAlguien por aceso, oh selvas, amé m&s cruelmente? -profiere-. Sabéis pues, y para muchos fuisteis oportuna latebra. gh alguien ~aunque tantos siglos de vuestra vida se pasen— recordéis que en la luenga edad se haya asi consumido? Y me place, y lo veo; mas lo que veo y me place, empero, no encuentro; tiene tan grande error al amante. Y porque més me duela, ni un ingente mar nos separa, ni via ni montes ni, con cerradas puertas, murallas; Somos de agua exigua apartados. Ansfa ser, é1 mismo, tenido; pues cuantas veces tendemos besos a las Limpidas linfes, tantas veces se esfuerza hacia mf €1, con boca vuelta hacia Puede tocarse, piensas; lo que obsta a los amantes, es minimo, Quicnquier seas, aquf sal; ga oué, Unico nifio, me engafias? 20 a dénde vés, buscado? Hi mi forma ni edad, ciertamente, son para que huyas, y emarénme incluso las ninfas. lio sé cual esperanza con rostro me prometes ainigo; ¥ cusnéo yo te slargo los brazos, los alargas de grado; cuendo ref, ries, ijoté también a menudo tus lagrimas cuando yo lagrimaba; a le scfial, también sefies respondes; ¥en cuanto del movimiento de tu hermose boca sospecho, pelabras devuclves, que 2 las orejes nuestras no vienen. se soy yo: lo sent{, y no me engafie mi imagen: Por amor de mi, soy quemado, y las llamas muevo y soporte. 2Qué heré? eSer rogedo, o rogar? ZQué rogaré en adelante? ho que ensfo, est coumigo; inope me hizo e mf le ebundancia ish, ojalé de nuestro cuerpo epartarme pudiera! ais 420 425 430 438 440 445 450 riba. 460 4 -Stytus 2 Voto nuevo a un amante: querrfa que lo que amamos distara. Y ya el dolor las fuerzas quita, y no, de mi vida, 470 luengos tiempos me quedan, y en la edad prix Ni la muerte es grave a mf, que depondré en la muerte dolores; éste, que es dilecto, querrfa yo que fuera ms duradero. hora, dos concordes moriremos en una sola elma". Dijo, y regresé a la misma faz, insensato, 478 y con lagrimas turbé les aguas, y, el lago mcvido, se volvié oscure la forma. Como viera que éste se ib: "gh dénde buyes? Quédate y no, cruel, @ mf que te amo me dejes -clamé-; lo que no es posible tocar, sea licito mirar, y al m{sero furor ofreces alimentos". 480 Y mientras se duele, bejé desde el sumo borde su veste, ¥ con marméreas palmas golpeé su pecho éesnude. Un réseo rubor atrajo el pecho golpeado, ho otramente que suelen las manzenes que, blancas en parte, en parte rojean, © como suele la uva en varios racimos 425 llevar el purpireo color, no todavia madura. En cuanto lo miré de nuevo en la onda licuada, ho soporto més alla; mas como derretirse les flevas ceras con fuego leve, y las matutines escarchas con el sol tibio suelen, asf por el anor atenuado 490 se licua, y gastado es poco @ poco por el fuego escondido. Y ya ni sv color es el del candor mezclado al rubor, ni el vigor y las fuerzas y lo que visto ha poco placia, ni permanece el cuerpo que Eco en otre tiempo habia anado. Esa, enero, cuando lo vid, aunque memoriosa y eireda, 495 se dolié, y cuantas veces el nifio miserable "jAy!", dijera, ésta, con sus resonantes voces, "jAy!", repetia, y cuando con les manos 61 habse golpeado sus brazos, ésta_ también devolvia el sonido mismo del golpe. Fue éste la Gltima vor del que en le onda usual se miraba 500 "jAy, nifio en vano dilecto!" Y devolvié otras tantas palabres el lugar; y habiendo dicho adiés, "jAdids!", también dijo Ecc. Aquél rindié en la verde hierba su cabeza cansada; la muerte cerré ojos que 1a forma de su cuefio admiraban. ALL{ tambign, después que en le inferne sede fue recibico, 505 se mirada en el ague estigia. Hermanas, lloraronlas néyades y para el hermano depusieron sus cortades cabellos; llovaron las drfadas; Eco a les que lloran responde. ya rogo y sacudides teas preparaban, y féretro; en parte alguna estaba el cuerpo; uns flor crocina por cuerpo 510 encuentren, elbas hojas cifiendo su ceniro. RUBEN BONIFAZ NINO, traductor. — OVIDIO, Mete- inayous, Sep Cultura, México, 1968, t. 1, Hbro TIL, p. 149-154 Lectura de Narciso MARIA CRISTINA TENORIO Publius Ovidius Naso, ciudadano romano, nacié en Sulmona, Italia cen- trel en 43 a. de C. Murié, exiliado de Roma por Augusto, en 17 4, de C. Poeta reconocido en su tiempo, contemporéneo de Virgilio, -y amigo de Horacio, publicé, entre otros libros: Amores, una coleccién de cortos poemas de anor; Heroides, cartas en verso supuestanente escritas por’ amadas abandonadas a sus antiguos anantes; Ars Anatoria, un manual sobre el amor; Renedia Anoris, Metamorfosis y Fasti. — Ketamorfosis es el més conocido de sus poemas. Empezando con la transformacién del caos en un universo ordenado, continia con 1a mito- logia griege, la guerra de Troya y la huide de Eneas a Itelia. Esto le permite eniazar con un recuento de los primeros reyes romanos, hasta llegar a la transformacién de Julio César -padre adoptivo de Augusto- en estro, En 15 libros, narra unas doscientas cincuenta leyendas de transformaciones o Metamorfosis, abarcando asi toda la historia de los orfgenes de Roma. Todos ios mitos y leyendas que entreteje tienen un elemento en comin: la metamorfosis de hombres y deidades. Provienen de diversas fuentes: 1a tradicién griega, el folclor latino, e incluso relatos babilénicos y del Oriente. Ho existe ningtin texto griego que narre el mito de Narciso. Todas las versiones del mismo son presentadas por poetas o letrados romanos muy posteriores al florecimiento de la cultura griega. Pierre Hadot! Sefiala los principales acuerdos y diferencies entre las versiones romanas y cristianas que narren la leyenda: Conon habla de Narciso en sus Merraciones de Historias Mitolégices. P, Hadot, "Le. Hythe de Karcisse et son interprétation par Plotin™, en KARCISSES, Nouvelle Revue de Psychanalyse No. 13, 1976, Gallisard, Paris. p. 61-108. © -Styius 2 Pausanias relata la leyenda en su descripcién geogréfica de la Beocia. Pero para Pausanias el error de Narciso resultaba inconcebible; asf, introdujo una variante: Narciso tenfa una hermana gemela « quien aneba apasionadamente, Habiéndole arrebatado la muerte, Narciso fue presa del dolor y en el reflejo que la fuente le devolvia ineginéd ver a dj 2 su amada hermana® Plotino, en las Enéades (siglo III a, de C.), utiliza el mito para ilustrar su tesis platénica de que les bellezas del mundo sensible no son sino un reflejo yuna imagen fugitiva de la belleza trascenden- te. Pere é1, es “la historia del hombre que quiso coger su bella imagen sostenida por les aguas... Habiéndose sunergide en 1s profunda corriente, @1 desaparecié: le ocurre lo mismo a aquel que se aferra @ le belleza de los cuerpos y no la abandona; no es su cuerpo, sino su alma, lo que se hundiré en las profundidades oscuras funestas a la inteligencia, viviré allf con les sombras, ciego que vive en el Hades", Nonnos, en Dionisfaca (siglo V d. de C.), recuerda la leyenda y luego cuenta cémo Dionisio utiliz6 narcisos como narcéticos, para adormecer @ Aura y seducirla. Todos los autores, @ pesar de las variaciones, sefielan un elemento comin: al mirarse en la fuente, Warciso cree ver a otro ée quien se enamora sin saber que es su propio reflejo. Ovidio es, sin embargo, quien ofrece no sélo la prinera versién conociéa del mito, sino la ms completa; y es 61 el Gnico autor antiguo en llevar a Nerciso hasta si mismo en la fuente, sefielando su pesién cono el reconocimiento locura insensata, Igualmente es é1 quien agrega a la leyenda el epi- sodio del enemoramiento de la ninfe Eeq. 2. Pausanias, Deseripeién de Grecia Yol. III, libro IX, capt. HKXI pardgrafos 7, By % Edie, Orbis, Biblioteca de Historia, Barcelona 1986, p. 637 y 6. 3. Plotine, Enéedas, I, 6 8 Citado por H. Dasisch, p. 112 en "Otun Nercisse Itutret, en fouvelle Revue de Peychenalyse fio. 13. p. 109-146. Stylus 2-7 E1 tema del enamoramiento del reflejo de 1a propia imagen se encuentra en cuentos y leyendas de muchfsimas culturas. No obstante, es la 1e- yenda misma de Narciso la que ha inspirado miltiples obras literarias y ha funcionado como matriz cultural en el mundo occidental‘. A titulo de ejemplo menciono algunas obras: El Divino Narciso, Auto Sacranental de Sor Juana Inés de la Cruz; Eco y Narciso, de Calderén de la Barca; Le Traité de Karciose, de André Gide: El Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, también puede pensar- se como una varfante del tema de Narciso, sobre el cual incluso escri- bié varios poemas. As{ mismo, muchos poetas han compuesto temas sobre Narciso: Paul Valéry, Rainer Marfa Rilke, Rafael Alberti, Federico Garefa Lorea, etc. Retomemos ahora el texto completo del mito en Ovidio y analicemos cada uno de sus elementos, ‘en su orden de aparicién. 1. Origen de Narciso (342-4)® En Tespies (Beocia) nace un nifio, hijo del rfo Cefiso y le bella ninfa Liriope. Dice Ovidio: "la certilea Liriope, a quien otrora en su curva corriente (342) El Cefiso entrelazé, y encerrada en sus ondas, le hizo (343) violencia". (34a) EL nifio concebido es e1 fruto de esta unién del agua: el.rfo y la ninfa de las aguas, cuyo nombre recuerda el de una flor®, Se prefi- gure asf su naturaleza y su destino: — fruto del anor del agua, se anaré a sf mismo en el reflejo que el agua le devuelve; 4. Véase Louis Vinge, The farcisses There in Kestern European Literature up to the Early 19th Century, Gleerups, 1967. Citedo por P. Hedot. Los némeros entre paréntesis, de aqui en adelante, se refieren al ninero del verso en el poena de Ovidio, Libro II! de Ketasorfosis. Liriope parece ser una variacién de Leirien, lirie en griege. 8 -Stylus 2 — como su madre, deidad del agua con nombre de flor, Narciso se convertiré en una flor que se mira en las aguas”. a. Belleza que enamora (345) E1 nifio parido por la ninfa es de tal belleza que ya desde la cune, al verlo, cualquiera lo enarfa, Parece estar destinado a convertirse bs npednr D 3. El nombre (346) a a fae en objeto de amor ée cuantos lo rodean, Su madre lo llama Nareiso®. Es esta la tinica mencién 2 un acto de nominacién, del cual toda referencia al padre esté excluida. Curiosa, exelusién del nombre. gel_padre en una cultura -le griege= en Ia cuel Vanuye era precisanente el padre el'encargado de realizar los actos de nomi- dade nacién e inseripeién social de sus hijos en su linaje y en su ciudad? Un WAY qt no add 1 “Mies 4, La indagacién por su destino (346-7) Mh eins Liriope quiere saber si su bello hijo tendré © no una larga vid leg Apela a Tiresies, el adivino, para que predige su future. ! (tlumsagadiln Liaw rs 5. Tiresias (316-40) Ovidio explica el origen-de la clarividencia del ciego Tiresies: he- biendo sido hombre y mujer sucesi nte, es el tinico ser que, supe- rando la sabiduria divina, refine dos scberes: el saber de la éiferen- cia sexual y el del goce fenenino, Es, pues, un saber de la sexuali- 0s destinos humanos. Y es este saber ad el que le permite conocer imposible, porque indecible, el que la airada Juno cestiga encegue- : ee ee eee ciéndolo: La Flor del narcise "ere para la antigledad una flor frie y hineda que buscabe la sonbra y la frescura, y parecfa nirarse en el agua de las fuentes". Nacfa en prinavera y rorfa con los calores del verano. (Hadot, op. cit. p.82). 8. EL Hareiso, cone flor narcética que adornece, aparece ligado en la cultura griega ala nuerte. Se le utilizaba para adoraar las tunbas, y su aparicién en suefos era de eal presagio (ibid, p.83). 9. Giulia, Sissa, “La Fapila en la Ciudad Griega (Siglos ¥, IV, 2. de C.)" en toria de la Facilia, Toro I, Alianza Editorial, Hadrid, 1988, (p.162-201). Stytus2- 9 Este mismo Tiresias seré quien sefiale a Edipo la causa de los males que azotan a Tebas: su unién incestuosa con Yocasta. De nuevo, un saber privilegiado de la sexualidad indecible. Pro 6. El Augurio (348) Lf 3% “anor Narciso viviré luengos afios "si no.se conocieren!, En los Fasti (v. 226) dice Ovidio, refiriéndose nuevamente a Narciso: "Infelix, quod non alter et alter eras". Infeliz por no haber sido diferente a sf mismo’, 7. EL joven de belleza embigua (351-3 y 420-4) 4 los 16 afios Narciso resulta de una belleza admirable que atrae y seduce a jévenes y doncellas por igual. "Parécer joven y nifio podia". No es la suya una belleza varonil, Sus imberbes mejillas, el tinte sonrosado sobre la blancura de nieve de su piel, sus ojos como dos astros, sus cabellos de Apolo y su cuello de marfil (420-4), son todos atributos de una belleza que no esté en correspondencia con una edad precisa y deja ambiguo su sexo. Narusakes ll cyikay — orl 8. Objeto imposible de amor (353-5 y 402-3) vo hag” ee walt Ante el deseo de los espfritus de las aguas y de los bosques, de 61 AL vb prendados, y ante le solicitud amorosa de muchos mancebos y doncellas, Narciso permanece siempre distante. Su suave y joven cuerpo albergaba un orgullo tan indémito que ninguno de esos jévenes o doncellas se atrevfa a tocarlo. Desdefia y repele el amor del que es 10, isis de este augurio en el texto de Pierre Legendre inclufde en este revists (c.f. "Privera leceién sobre Warcise"). IL. Citade por Hadot, p.9he prep bilicdad 10-Stytus 2 hen DE Se 9. Eco la amante (356-401) Eco, la ninfa sonora, voz sin mensaje, todo lo que podia hacer era repetir I@s @ltimas palabras de las muchas frases que ofa (360-1). En su_anor_desesperado, que no puede decir con sus propias pelebras, “ “2, sigue a Narciso y acecha las pelabras de éste para reflejarlas, El “Gidlogo" que logra asi establecer puede resumirse como sigue (380-85): Ni -gQuién esté presente? EB: -Presente. (ilarciso no ve quien le responée y grita:) Nz =jVen! Ei =jVen! (Como nadie eparece, .Narciso exclama:) Nz =gPor qué me huyes? . E: gle huyes? Deagniprante Prlalseas Nz -Aquf juntémonos. re pe OG E: -Juntémonos, so fue Ame El Gnico medio que tiene la ninfa para decir su_deseo es arrancar : a desco oS anrencer algo del Otro -"voces del fin del hablar", fragmentos de éiscurso. mOxTOn cele ecole tae lata) ss Eco encamma asi la figure del deseo inconsciente, deseo del Otro' Palabras He prnterr « Hareiso no puede reconocer cono suyas las palabras que Eco le Gevuelve @ su manera; le resulten extrafias, ajenas, pues se han convertido en significantes del deseo de Eco. Pero Eco se obstine en hacer reco- nocer su deseo, y vuelve a formular su demande con significantes aje- nos. Ser preciso entonces que Nerciso se reconociera en ellos, reco- nociera como suyo el deseo de Eco. Pero para Narciso este operacién Ge reconocimiento en el deseo de otre es imposible. El rehusa @ reco- nocerse como causa del deseo, del deseo de otro, E1 no pusde darse como cuerpo a la satisfaccién de otro cuerpo, ni acceder con otro 2 lo que Le Gaufey: llama “la reflexividad del deseo" ® 12, Sobre este concepte el deseo es el deseo del Otro, véese J. Lacan: "Subversién del sujeto y dialéctica del deseo" en Escrites, ¢ igualaente su Seninaric inédite EI deseo y su interpretecién. 13, Guy le Gaufey , Seninaric De la réelité au fentasre, 1984. Leceién X, del 16 de junio, taterial policopiade, Stylus 2-11 10. Los amorosos desdefiados (386-406) Eco, no obstante, se engaiia creyendo reconocer en Narciso su propio deseo. Asf, cuando éste exclama: "jVen!... Aquf juntémonos", ella toma tales palabras como significantes de su deseo de unién, y no s610 responde "Juntémonos", sino que sale de su escondite en el bos caje "a echar al esperado cuello los brazos". Pero é1 se desprende y huye agitand: "Las manos de los abrazos retira; (390) noriré antes... que tengas poder de nosotros" (391) (¥ la desdichada Eco en su ingobernable pasién por e1 significente sélo puede reiterar su demanda de amor: "Tengas poder de nosotros"). Otro amante, despreciado igualmente por Narciso en otra ocasién, habfa implorado al cielo un castigo para el orgulloso joven: ~jCaige él amoros de otro, como nosotros hemos cafdo amorosos de él! Y no pueda 61 tampoco poseer su amor. (405) Los dioses impondrén su castigo a aquel que no ha aceptado plegarse a los juegos del amor (406). El castigo seré la ejecucién al pie de la letra de ambas imprecaciones: — Morirfa antes de dejar que me toques ~ Caiga 61 amoroso de otro... y no pueda poseer al objeto de su amor. El destino esté inscrito en las palabras de estas demandes: Narciso no podré poseer el objeto de su deseo; moriré por querer ser su tnico BpOSeSEEOLE ee 11, Repliegue Narcisista (407-414) SAGircise)huye del deseo de ninfas y amorosos. Se interna en el bosque, lejos de todo: y ¥ @s @llf donde encuentra 1a fuente (407-412), "Fuen- te... argéntea de nfitidas ondas", agua de su origen, en la cue se veré sin reconocerse. pablo ee nie, / we gop or Av ob — os Es el ‘repliegue narcisista en defensa contra la intrusién de la de- 12-Sytus 2 manda de amor. Ante la demanda real de Eco, Narciso, prototipo fiftico PaReesOe protoripe matic ge_todo buen neurético, no tiene més recurso que la hufda. Pues, come Lacan lo ha demostrado, 1a demanda de amor esté en estrecha rela cién con la engustia de castracién, Narciso se niega a leer en las ‘palabras de Eco el retorno desde el Otro de su propio mensaje en fo: invertida. Porque elli leerfa inexorablemente su propia carencia. Narciso -no puede arriesgarse a dar lo que 61 no tiene (definicién lecaniana del anor), * Narciso sélo ama al Amor, al anor con maydscula, al anor total, y totalmente narcisista ~y en eso se parece a aquellos hunenistas que anan al Honbre pero no pueden tolerar al honbre a su lado. 12. La imagen en el agua (415-424 y 430-1) La apacible fuente en la cual busca reposo y apaciguamiento a su sed le devuelve una imagen que le engafia y fascina puerve when smamen avelce.enaaie Yit8 "y mientras ensfa calmer sa sed, crecié uns sed diferente; (415) “la esperanza sin cuerpo, ama; cuerpo juzga ser lo que es onda (417) Boers ee hs dec Se inaugura asi una posicién nueva en Nareiso: 1a de anante, El "ena" y el objeto de su fescinacién es la imagen felaz del _espejo de agu: “por la imagen de su vista forma robad (416) "Qué vea, no sabe; mas ardide es con aquelio que ve, (430) y el mismo error que los engefia, sus ojos incita" (431) Homento de contemplacién en el que la imagen de un etre lo y sujeta: veo a un otro y lo amo. 13, El deseo reflejado (425~' 450-3; 457-60) De le edmirecién quieta y arrobadapesa Narciso ¢ le seduccién del amado: inGtiles besos, intentos fallidos de « rel cuerpo que le escapa. ent busca es buscado y @ le par incendia y se quema, (426) Stylus 2-13 Narciso ve en su anado 1a reciprocidad de su pasién: npnsia ser, 61 mismo, tenido; ante 450) pues cuantas veces tendemos besos a les limpidas ninfas, (451) tantas veces se esfuerza hacia mi 1, con boca vuélta Shi hacia arriba" (452) Cortegys puktie F1 otro a quien amo me ana. Narciso atribuye a la imagen su propio ee Geseo. Ve su pasién reflejada, y toma por amor correspondido lo que no es més que la reflexividad de un deseo, Lacan nos dice, so _ pede A 1 anon) se distingue del deseo... pues su neta no es la satis~ ne 1 blar de acors~siné alli donde le relacién sinbélica existe ! o Hyp, como tal EF Sabfs So ST 4 sitingete el anor cow pasta inginaria ator nareisista del don active que £1 constituye en el plane siz bélico. E1 anor de quel que desea ser anado, es esencialnente un intento de capturar en sf niseo al otro, coo objeto... El anor... se dirige hacia el ser del otro. Sin la palabra, ‘en cuanto ésta afirma el ser, hay solamente Verliebtheit, fascinacién inaginario, pero ao hay anor 14, Darin Manginer'9 b cum revs ta, “+ Pues el deseo reflejado es lo propio-del-amor narcisiste, y el deseo Weel TS GHE ‘produce le significacién: que. se. ane el anor. En el momento en que el amado -el objeto emado o eronenos~ se substi- tuye al amante al que desea, el erastes- y se congorta como un amante, Gos deseos (dos carencias) se conjugan, surgiendo el anor*®, eae Maeeipatesy th inatcuvtele « 14, Objeto de amor inaccesible (430-463) H. Damisch (p.118) sefiala con toda precisién cémo tan gran error mueve al narrador mismo, Ovidio, a “"manifestar su presencia en vocativo, a interpelar directamente no a su lector, como es lo acostunbrado sino @ un héreo, para tratar de romper el cfirculo en el cual est& preso" (432-36). 14. Je Lacan, en el Capt. XXII, Me concept de Ianalyse", p.304, de Whe Sécinaire. Livre I, Seuil, Paris, 1975. (Para efectos de nayor precisién y claridad he prefe- rido traducie yo eisna las citas de este seninario, en lugar de utilizar la traduc- cign de Paidés). 18. Hociones desarrolladas por Lacan en su Seninarie La Transferencia, especialnente en las leceiones III y IV al estudiar los discursos sobre el anor del Banquete ée Platén. 14-Stylus 2 dear “crédulo: ga qué, en vano, intentas asir simulacros fugaces (432) En parte alguna hay lo que buscas; vuélvete: pierdes Jo que anas (433) Esa es la sombra de tu reflejada imagen que miras" (434) Nareiso no pone en éuda el testimonio de sus ojos, no sospecha si quiera que lo que 61 tora por el objeto del deseo es nada menos que el sujeto del mismo (425-6), Ue nh hqade at aye Nada puede arrancarlo del espejo de egua que lo desdobla,"y por sus ojos 61 mismo perece" (440). mayy Ae quedir ali NO a Ty mani, ay Gert Lin ee ae ae ye ets Heste equi Narciso ha permanecido mudo. Ahora, pasaré a le posicién Giscursiva, dirigiéndose a las selvas, a les que toma por testigo de su desdichado amor. De lo que ve y desea, pero no pi ie poseer, habla ahora en tercera persona (442-453): "y me place, y lo veo; mas lo que veo y me place, (446) empero, no encuentro; «++ " (447) ‘somos de agua exigua apartades" (aso) { Persistiendo en su error, trata de hablarie a su amado,de expresar su demanéa de unién, como otrora Eco: "Quienquier seas, aqui sal; ca qué, Unico nifio, me engafias (454) 40 a dénde vas, buscado?" (455) En su intento de convencerle, Narciso enumera los gestos del anor, aparentenente correspondide, que le incitan al mirarlo Bobo ve le "y cuando yo te elargo los brazos, los alergas de grado (458) reconoe cuando ref, rfes. Noté también a menudo tus légrimas (489) pres a cuando yo lagrimaba; a la sefial, también sefias responées;" (460) sdlo yt 4 Y es aqui cuando una falla se insinfia: los indicios del am han sido percibidospor la mirada. astute "y, en cuanto del moviniento de tu hermosa boca sospecho, (461) <2 nav palabras devuelves, que 2 las orejas nuestras no vienen (462) duty Suu te vey At wat bh yc dhe NO Stytus2-15 Ninguna palabra ha llegado a sus oféos; jni siquiere un eco de su propia voz! 16 Dice Lacan Siempre hemos discernido dos planos en los cuales se ejerce el intercambio de la palabra humana -el plano del reconocimiento, en cuanto la palabra anuda entre los sujetos ese pacto que 1 ‘sforma, y 10s establece como sujetos humanos que se comuni can- el plano de lo comunicado, en el que se pueden distinguir todo tipo de niveles, el llamado, 1a discusién, €1 conocimiento, la informacién, pero que en Gltimas tiende a realizar el acuerdo respecto al objeto. eae a y més adelante agrega: “la palabra es esencialmente el medio para ser reconocido"(p.264) Harciso se ha dirigido al amado huidizo tratando de obtener un acuer- do, que se situarfa en el segundo plano enunciado por Lacan. En un casi eco de Eco, Karciso implora al desconocido no huir y unirsele. Pero en el intercambio buscado en la palabra, y ya no sélo en lo ima~ ginario puro, ninguna palabra ha venido de vuelta, estableciendo el reconocimiento de dos sujetos, Narciso comprende taréfement: Yo soy el objeto’ que amo "Ese soy yo; lo sent{, y no me engafia mi imegen;" (462) Es tan s6lo en la instencia discursiva, en el orden del lenguaje, Génde la imagen deja de tener valor de otro y pasa a ser reconocida como imagen propiamente hablando. Le imaginario animal, "pre-humano", serfa precisamente la imposibilidad de reconocer el valor de imagen de una apariencia; el animal tome las im4genes por otros, sus congé- heres, © las desprecia como naderfa, £1 significante subvierte el imperio de la imagen, y atraveséndola, perforéndola, hace que ella tenga que soportar una carencia y asf, sea imagen; es decir, que re- presente otra cosa diferente a sf misma. 16. J. Lacan, Capt. IX "Sur le Karcissisne", op. cit. p.126. (los subrayados son afos H.c.t.) 16 -Siytus 2 5.Mareiso "enlazade a su deseo" (464-68) “por amor de mf soy quemado... (464) zqué haré? @Ser rogado, o roger? zqué rogaré en adelante? (465) Lo que ansfo, est conmigo; inope me hizo a mi la abundancia (466) ih, ojalé de nuestro cuerpo apartary iera! (467) En palabras de P. Legendre*”, hasta tal punto est& Narciso enlazado @ su deseo, que hace cuerpo con 61, 0 con ello -precisa Legendre- ese deseo indecible. En lugar de unificarse identificdndose en su ima gen, Narciso se divide: "El cree a ultranze ser dos, él y la forma de su cuerpo, 16. Iegen especuler, icagen de la muerte (469-508) "Porque cuando ae pierdo en ai nirada, podrfa creer que es nortiferat". (Versos finales de terciso, de Rilke (abril 1913). “I la muerte es grave a mf, que depondré en 1a muerte dolores: (471) “Ahora, dos concordes moriremos en una sola alma" (473) f Dorbet seme, yt no PM hw wubte, $04 ay menu, Narciso se cierra en una unidad imaginaria letal con su doble especu- lar. “Narciso no debe conocerse; no debe verse: porque verse, para a 19, 41, es ver la muerte; y desearla’®", Damisch®? reconoce en esta prohibicién del conocerse que Tiresies enuncié cone augurio, la misma prohibicién que en todas las cultures antiguas, asi cono en las lejanas, y en las populares, establece un tabi sobre 1a contemplacién de le imagen en una superficie que le refleje o la cepte. fn tal tebi, asf cono en las préctica mégices con 61 vinouladas, se aprecia el ecertado presentimiento de la estre~ cha relacién que une la imagen especular 2 la muerte, A autibay prasee EoLES ee pee alk 17, Ver mi traduceién, en esta misma revista del texto donde Legendre analiza este “** punte con gran riger y riqueze. no Lea 18. ibid. 19, H, Davisch, articule etade, p. 148. 20. ibid, p. 141-4. ( Stytus 2-17 tacan nostré con gran lucidez la relacién entre narcisismo y pulsién de muerte: tivo de la dialéctica especular en el otro. Esta dialéc- pri 1 tica fundasental introduce yz 12 dinensién nortal del instinto vbw de suerte, En primer lugar la captacién libidinal implica <2 pare el individuo ‘un valor irresediablenente sortal... En m1 Segundo lugar -punto subrayade por el. pensaiento “de Freud- el instinto de auerte’.tona en el howbre una significacién diferente en cuanto su Iibido esti originalnente Forzada pesar por una etapa inaginaria... EL hombre logra 1a culminacién de su Ifbido antes de unirse 2 su objeto. Por alli se introdice esta. falla especial que st perpetGa en €1 en la relacién 2 un otro infinitasente nds nortal para él que para todo otro eninal. Esta: icagen del azo, que es To que él ve bajo La farsa de 1a icagen specular, se confunde en él con la izagen de le cuerte2l. Ya muerto, en el Hades, Narciso seguiré sonetido a este amor implaca~ ble: su propia imagen. “ALLS también... se mirabe en el agua esti- gia". (505) mrurti dy Narciso, sin inscripeién en lo simbélico””, capturado en lo imaginario “puro, no puede pensarse mortal. Pera él no existe 1a distancia entre la muerte pensada, asunida como hecho cierto del futuro, y la muerte real, orgénica; distancia que s6lo el lenguaje hace posible, tinico jlenguaje hace posib medio que permite la esuncién de la vida™®, eae eb wh aoe Como no puede asumirse mortal, su tinica salida es el pasaje al acto de su muerte™4 . 21. J. Lacan, op. cit. p.l71-2 (subrayados sfos) 22. Recuérdese lo que en el punto 3 desarrollé sobre 1a exclusién de toda referencia al nombre del padre en el acto de noninacién de Narciso. Este resulta entonces sin inscripcién genealégica, asunto del cual ell nencionado texto de Legendre nos de- avestra toda su gravedad. 23. Fue Lacan quien fundé bajo la denoninacién de "entre-dos-cuertes" el concepto al gue aludo. Lo presenté y desarrollé anplianente en sus Seninarics La Etica y La Transferencia. Qué hay 28s all6 del espejo? Oe entrada, hay lo isaginario fh, AX hye ywe ali «Ore how brat 16 -Stytus 2 17. Por cuerpo una flor (480-85; 509) Narciso clama a la muerte, golpea su pecho y al hacerlo sus miembros se vuelven blencos y la roja sangre acude al lugar golpeado (480-86). Esta imagen, que permite a Ovidio mostrar le metamorfosis, lleva im plicito otro sentido: Cicerén®® sefiala que a propésito de las expre~ siones de duelo las mujeres se golpeaban el pecho, las piernas y la cabeza. Asi, muerte y duelo por la muerte se atinan en una imagen ambigiia, comparable a 1a anbigiiedad del joven golpedndose- como una mujer, “en parte alguna estaba el cuerpo; una flor crocina por cuerpo (508) encuentran, albas hojas cifiendo su centro" (509) £1 sujeto capta y reconoce originalnente el deseo por interne- dio no sélo ée su propia iragen, sino del cuerpo de su sene- Jante... Es en la medida en que él reconoce sv deseo en el cverpo del otro, como el canbic se produce. fs en la cedida en que su deseo pasa al otro lado cono él se csicila el cuerpo del otro y se reconoce coxo cuerpo 26. Narciso no logré nunca reconocer su deseo en otro cuerpo. Por eso no logra tener un cuerpo, asumir su imagen, identificarse con ella, @ falta de que un senejante le diera cuerpo’. Narciso, al carecer de cuerpo nunca pudo pensarse en cuanto causa de deseo para otro, Y su sisna cuerte de anoréxico hace eparecer, 2 todos salvo a 1, lo que él habré sido: una florecita... Narciso no hizo de la flor de su juventud objeto de ningin conercio: €1 no pudo resolverse a ser ello. ‘Ello': lo que suscita un deseo otro y, suscitands ese deseo otro, suscita el deseo cono tal, 28. 24, El narcisismo, contnnente pensado como perteneciente al énbito de Eros, nuestra asi su fundamental relacién con 1a pulsién de suerte. Sélo 12 intrincacién de las dos grandes pulsiones, Eros y Ténatos, peraite el surginiento de la vida, segin le habe visto Freud. 25. Hadot, op. cit. p. 96 26. Lacon, Le Sérinsire. Livre I, p. 169 (subrayados nfos). 27. Fea, quiso darle su cuerpo 2 Karciso, al no poder dérselo perdié su corporeided, tansfornindose en roce ~ insensible al anor y al dolor (396-9). 2B. G. Le Gaufey, Opus. Cit Stylus2-19 ie. Yo soy mi origen Al convertirse en una flor del agua, Narciso no logra la identifica- cién consige mismo, sino ser uno con el cuerpo de 1a madre: flor (1ei~ rion) y ninfa del agua -Narciso, flor del agua. La metamorfosis produce esta esimilacién a su origen -la madre- y ello est atin m4s fuertemente expresado en el final de otras versio- nes, del mito, en las que Narciso muere hundiéndose en las aguas; recrea asf la violencia inaugural de la escena primitiva, en la que las aguas del rfo envolvieron el cuerpo de su madre. Esta imagen Bae aaa nan cera tates foulins| aurata aaner cor deleea|en|neprose™ cida por 61, pero sélo para engendrar su propia muerte. Su re-escenificacién de la escena primitiva, niega el valor de acto inaugural a aquella violacién, fundadord de su propia existencia. Anula asi el tiempo, se excluye de la historia que siempre remonta a una anterioridad, y se vuelve la leyenda inmortal que la flor pere- cedera jamés deja de evocar. Cada ver que el otro es exactanente el nisno que el sujete, no hay wés ano que el ano absolute, 1a suerte 29. 29. J. Lacan, Le Sécinaire. Livre I, p. 316.

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