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NUESTROS” PAISAN OF ae LOS INDIOS aS [a Lele, INTRODUCCION EN TORNO DE NUESTRA IDENTIDAD Existe una serie de mitos “historicos” (“Argentina es un pais sin identi- dad”; “somos europeos”; o mas simplemente: “no se sabe qué somos” y asi hasta el infinito) que conviven con nosotros formando parte de nuestras dudas y nuestros temores. Sin embargo, la propia historia a través de hechos cruciales se encarga de hacer aflorar la verdad subya- cente, subterranea de lo que significa la Argentina como identidad étni- co-cultural. Pareciera que se necesitara de esos acontecimientos para que los argenti- nos como comunidad y cultura nos encontréramos con nosotros mismos, a uavés de una identidad que se revela en momentos de crisis 0 de fiesta. Es como si esos momentos pertenecieran a un tiempo y un espacio sagrados que poco a poco se fueran diluyendo en un tiempo y un espacio profanos, los de todos los dias. Tenemos dificultades para incorporar y hacer perma- necer en la cotidianeidad los resultados de ésta revelacién. En esa busqueda de nuestro verdadero perfil cultural muchas veces olvi- damos parte de nuestras raices. Siempre tenemos presente sucesos como la gran inmigracién, 0 sca el aluvién de curopeos que llegé al pais entre mediados del siglo pasado y fines de la década del 20. Pero existe una fuerte tendencia a olvidar que esos inmigrantes constituyen la segunda matriz cultural. La primera se desplegé mucho antes, siglos antes, cuando se encontra- ton los espafioles de la Conquista con las comunidades indigenas de nues- to actual territorio, dando origen a ese primer nudo de nuestra cultura, €sa primera mestizacion que fue la matriz original hispano-indigena. En el siglo xvi los ind{genas se enfrentaron en esta parte del mundo al Conquistador espaol. Muchos de ellos, transformaron su cultura en una cultura de resistencia, permaneciendo libres en sus territorios durante si- 8los, pero muchos otros ingresaron de Ilcno en la otra posibilidad de la : el mestizaje, que unid las dos vertientes étnico-culturales. Esa uni6n es la primera matriz cultural del pueblo argentino yen Beneray ’ Ss Cs Incluso al final de aquel perfodo se desarrollé la Presencia de] cor nente africano que tuvo una incidencia importante hasta fines del sigiy sado para desaparecer luego aunque no para siempre, como Io. demucsty él resurgimiento actual de expresiones de su cultura, Lo real es que hasta 1869 vivian en la Argentina 1.736.000 habitantes criollos, mestizos, negros ¢ indigenas, provenientes todos de la ma ginaria, las comunidades autéctonas y el elemento afro. Ent 1926, periodo de la gran inmigracién, entran al Pals un total de Poco mig de 5.700.000 extranjeros, pero permanecen en forma definiti alrededor de 3.000.000. Hacia 1914, los inmigrantes representaban un 30% aprox. madamente del total de la poblacién que cn ese momento ascendig @ casi ” 8.000.000 de habitantes, Pero la cuestién —que podriamos enriquecer con cifras mas actuales— no tienc solamente una faz c ntitativa, Luego de un momento inicial de natural separatismo en el que las dos matrices, la original hispano-indigena y la egunda fruto de la inmigra- cin, se encuentran frente a frente, comienza lo que podriamos llamar la Segunda gran mestizacion, esta vez de vastos alcances culturales, produc. * to de procesos tales como Ia fusién de los criollos con los Inmigrantes, la mutua adaptaci6n, la “argentin én” de todos, las sucesivas genetacio- nes que comienzan a echar raices en este suelo —con sus valores ¢ intere- Ses desde el pais— y que tratan de superar cl desgarro que provocan las rai. ces de los abuelos abandonadas en alguna aldea de Europa. Los distintos fenémenos Politicos, sociales y econémicos van transfor- mando a la Argentina en una cultura en movimiento: las migraciones in- * ternas de las décadas del 40 y el SO promueven la interrelacién constante de los diversos niicleos Poblacionales del interior (de ascendencia indige- na 0 hispano- indigena) con los de las grandes ciudades (criollos, extranje- Fos ~mayoritariamente de origen espafiol e italiano- y descendientes de ellos) generandose una dindmica interna, a 1a que debe sumarse la inmi- gracion de los paises limftrofes ~factor de arraigo al continente de la po- é blaci6n argentina— la Persistencia de las formas de vida tradicionales abri- gadas en comunidades aborigenes Convertidas ahora en minorias étnicas, y los niicleos “cerrados” de colonias extranjeras en distintos puntos del a Pais (los turcos en e! Noroeste, los galeses en el sur, los alemanes y pola- Cos de Misiones, los ingleses en Santa Fe, los recientemente ingresados del sudeste asidtico). iz ori. Te 1857 Todo este Segundo gran proceso de Mestizacién, que no necesariamente implica la constitucién de un tipo étnico definido, es mas bien la aproxi- ‘Macion paulatina a una conciencia masiva de i ule tenencia a una comu ue es la Argentina y la ai hi otieiuiad - ; idhesion a sus Peculiaridades. a ‘rece con fendémenos tales como los movimientos pol el desarrollo de los medios de comunicacién que acerca las Pero no es menos cierto que esa concieng cas ambigiiedades y contradicciones que = cr problematica cultural. Es en este mareo aide luna de las claves munidades indigenas como parte de la Cutie et donde se inugiia Nuestra En América Latina y en nuestro pais, ia argentina, a constituyen en Componentes importantes de teeta historicamente un factor relevante en los proces co-cultural de los mismos Procesos de ‘Aunque es cierto que desde el punto de vist es distinta segiin el pais de que se tr ece en me ides indfgenas se OS. ya Ss Ya que han sido Conformacién éni. ‘ 4 Cuantitativo dicha ry le, existe una ba: 1 si at base comin e ellos que es Ia matriz original hispano-indigena. En consecrne oes mensionar el valor de las comunidades aborigenes compromine nt de las vertientes cn la conformaci6n cultural de noc ‘al de cada nacié auanys ada naciér Asimismo, es importante tener en cuenta que e: 5 ealidad j at Sas Culturas originaria atravesaron procesos que de alguna u otra manera tuvieron que ware er con el devenir global de la sociedad nacional y en ese sentido se relacionan siempre con los otros sectores de la comunidad. 42 En la A ena no tiene la misma inci- dencia cuantitativa que en otros paises americanos, constituye de todas maneras un sector bien definido de la cultura del pueblo. A lo largo de nuestra historia él ha participado en miiltiples y decisivos momentos co- mo el del mestizaje biocultural y sus consecuencias en la conformacién de las distintas regiones, asi como también en hechos que fueron dando for- ma al pafs: las invasiones inglesas, el ejército de los Andes, la Indepen- dencia y la otra cara de 1a moneda: Ja lucha con el Estado naciente por la defensa de los territorios propios, el genocidio, la confinaci6n, el someti- miento y la miseria. En nuestros dias, las comunidades indigenas argentinas y su cosmovi- si6n, que es tnica por estar fuertemente vinculada con la tradicién origi- naria de América, son parte integrante de nuestra cultura y en cuanto tal deben ser recuperadas, valoradas y respetadas. La “cuesti6n indigena” fue siempre harto debatida en nuestro pals. Cicli- camente fue centro de interés ¢ innumerables discusiones. Como si fuera menester debatir la idea de dignificar de una buena vez Ja vida de un sec- tor cronicamente postergado de Ja sociedad argentina. Es que esto tiltimo no siempre s¢ ha entendido asi. La misma historia evidencia el desmoronamiento paulatino de nuestra poblacion eats ya sea por acci6n directa (las campafias militares) © Pot bumeniicr elaboracién y ejecucién de politicas. que permiticron la “desapanies tural” de estas comunidades). ai jones si e coinciden ¢ : eras a sidorados compatriotas, aberracion que los indigenas no fueron const i ae hoy, con grandes esfuerzos, esté comenzando a set SUPS fa de medio mi- La situacién actual indica que en la ‘Argentina viven cere . eas margina- én de indigenas, la mayoria de ellos en ‘condiciones de extrema gentina, si bien el componente ind 3s interregnos democr 4 asi como lidad, en lugares que para el resto de los argentinos er a ee son una : el fin del mundo, Devorados por enfermedades de 1 " i ‘ Weg oi bofetada a nuestra sociedad en los umbrales del siglo xx1, ale), is elementales posibilidades de desarrollo, Superan cl desampar: a ia iniciativa (a través de organizaciones comunitarias y/o as = oi nivel nacional) y el apoyo de instituciones del Estado 9 Privadas, Bp general existen propuestas aisladas, con mayor © menor grado de Clicacia, yaliosas todas, pero sin coordinacién entre si. 2 Creo que es necesario ir pensando en una tarea comin que haga conver. ger las distintas experiencias en un proyecto de alcances Nacionales retina y contenga en forma definitiva a las comunidades indigenas co, bidas como parte indisoluble de la cultura argentina, sin Palernalismog dg ninguna clase. . Ante la “cuestion indigena” varias han sido las corrientes que se han ma. nifestado a lo largo de la historia argentina: la anti-indigena: niega la realidad de | comunidades, la importancig de su cultura y especialmente su dignidad como hombres. Esta concep. cidn levé en la practica a la destruccién total 0 parcial de muchos grupos Sinicos, instrumentada a partir de Senocidios (supresién fisica) y etnoci- dios (vaciamiento cultural). -la pro-indigena a ultranza: es cl otro extremo de la posicién anterior, Distorsiona la problematica aborigen a partir de soluciones excesivamente Sectoriales, acentuando en lo que divide, porque hace hincapié en las es- Pecificidades culturales de los gFupos aborigenes que son ciertas, pero de- ja de lado todos aquellos elementos que son importantes lazos de unién con la comunidad nacional. —la indigenista: ojercida por los Estados nacionales de América Latina, que bajo el pretexto de “integrar” las poblaciones autéctonas a la sociedad Racional, las ha ido Hevando a un Progresivo estado de aculturacién. Frente a estas allternativas, surge cada vez con mayor nitidez Ja perspec- tiva de la Participacion igualitaria, que concibe al indigena y su comuni- dad como parte de la sociedad naciot Otro, con sus peculiaridades, esta alimen- T eslit parte del mundo, admitiendo que es Unica e irrepetible y “cargando con todo cl usin pueda despertar en nosotros: el micdo a 2 Ese miedo implica, por ejemplo, reconocer nuestra pa . ha, con todo lo que la vieja sangre trac consigo. oe ios arpa aceptemos ¢sla definicién de nosotros mismos serd un gran paso oe Jante que conlleva aceplar las diferencias, aceptar la ambigtiedad que provoca ser una sintesis de Europa y América, aceptar el hecho ican una comunidad “nueva” y no “trasplantada” como algunos nos descri- ben, aceplar que nuestra historia es la demostraci6n de una lucha tra- bajosa por consolidar un pueblo con fisonomfa propia y finalmente aceptar las dificultades que aferradas en cl interior de cada uno obsta- culizan nuestro crecimicnto. Esa es nuestra tan buscada identidad: la conciencia de la heterogeneidad, Laconciencia de lo multiétnico y lo pluricultural que caracteriza a nuestra forma de vida como tolalidad. En ese hallazgo estaré la fortaleza cultural de los argentinos. Ese hallaz- go serd la posibilidad de reconocernos tal como somos, como cuando en una mafiana cualquiera nos quedamos por un instante miréndonos la cara en el espejo. Y ése sera el instante en que aceptemos, valoremos y estemos mas 0 me- nos satisfechos de ser el indigena, el criollo, el inmigrante, el portefo, el del interior, el surefio, el del norte, el vallisto, el islefio, el chaquefio, el mestizo y Lantos otros... Sera el momento cn que nos demos cuenta que asi como otros argenti- nos pueden aprender de nosotros, también nosotros podemos aprender de los dems. De los paisanos guaranies, por ejemplo; de nuestros chirigua- nos de Salta, ms exactamente. Ellos creen en la existencia de una “Tie- rra sin Mal”, una tierra justa y sin dolor. Durante generaciones enteras, durante siglos, la buscaron por todo el continente. Y asi llegaron a nues- tro territorio. Asi se instalaron y se quedaron, El mito guarani, vivo en la tradicion, se confunde hoy con el objetivo de toda la comunidad argenti- na, que busca su tierra sin mal, que sabe que est bajo sus pies, en el pro- pio suelo mancillado. A través de sus mitos, nuestros hermanos chiriguanos nos ofrecen una ensefianza que cada uno puede recoger a su estilo. Cuando advirtamos que el didlogo solidario entre todas las formas de vida que nutren la Naci6n es la posibilidad de consolidar una comunidad mds arménica y justa; cuando nos demos cuenta de que esa empresa compartida nos hard més libres y mas ficles a nosotros mismos, entonces, slo entonces, habremos recupe- rado realmente nuestra verdadera cultura. ees Este libro, que aspira a sumarse a esa tarea colectiva, bucea en la identi- dad de los argentinos. Es cierto que 1o hace desde un lugar y una Optica particulares, como lo son cl abordar los problemas de las comunidades in- digenas, en un intento por echar algo de luz sobre cl conjunto, He clegido este camino para que podamos entender un poco mejor nucs- tro modo de ser como pueblo. Es el camino de las luchas y los desvelos de las culturas indigenas argentinas en la historia de la conformacion a nal. Es, por tanto, un camino saturado de violencia, de sangre y de cruel- dades infinitas; y por eso mismo no debemos olvidarlo. Los indigenas, dades que se de torid argentina, He querido rescatar su forma de vida des SUS Vivencias actuales, memoria colectiva y e compatriotas, con las espaldas castigadas por todo ese bagaj Scurgaron sobre ellos, han sido y son Parte acti de el origen, su Protagoni Ly para contribuir a que ellos tengan un lugar en | n la vida de todos los dias, junto al resto de sus

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