SELECCION DE AN cose Ly Be te eto POR
J. M. COETZEE
BIBLIOTECA PERSONALRoBERT Musi. (1880-1942) fue un escritor austriaco y, junto con
Thomas Mann y Franz Kafka, uno de los mas importantes novelis-
tas en lengua alemana del siglo XX. Pertenecié a una distinguida
familia de la alta burguesia. Hijo tinico, e inclinado por su padre ala
carrera militar, pronto se revelé en Musil una fuerte vocacién cien-
tifica, Abandoné la Academia y se matriculé en la Escuela Técnica
Superior, donde estudié Ingenieria mecdnica. En 1903, se trasladé
a Berlin para estudiar Filosofia y Psicologia aplicada. Este vagabun-
deo intelectual y profesional fue un rasgo caracterfstico de Musil. El
éxito de su primera novela, Las tribulaciones del joven Térless (1906),
le permitié abandonar la ensefianza y empezar su trabajo como bi-
bliotecario y editor en Die neue Rundschau. Entre sus obras se cuen-
tan Uniones (1911), Los alucinados (1921), Tres mujeres (1924), Vicente
0 la amiga de los hombres importantes (1924), Papeles pdstumos es-
critos en vida (1936), Sobre la estupidez (1937). Vivié en Viena hasta
la anexién de Austria a la Alemania nazi en 1938, momento en el
que se exilié en Suiza debido al origen de su mujer Martha y a su
visceral oposicién al régimen nazi. Pese al reconocimiento de su
obra en vida, Robert Musil se hallaba en la pobreza cuando fallecié
en Ginebra el 15 de abril de 1942. La obra que lo consagré péstuma-
mente fue El hombre sin atributos, una de las obras narrativas mas
ambiciosas del siglo XX. Nietzscheano de orientacion, embebido de
ciencia y de técnica, pero insatisfecho de una y de otra, Musil quiso
realizar un hicido y severo diagnéstico de si mismo, su época y el
hombre en general. En sus obras combind, de manera excepcional,
la ironia con la utopia para analizar la gran crisis espiritual de su
época y la descomposicién del Imperio austro-hiingaro.JOHN MaxweELL «J. M.» Coetzee nacié el 9 de febrero de 1940
en Ciudad del Cabo y se crié en Sudéfrica y Estados Unidos. Es pro-
fesor de literatura, traductor, lingiiista y critico literario. En 1961 se
licencié, con honores, en Matematicas y Filologia Inglesa en la Uni-
versidad de Ciudad del Cabo. En 1962, trabajé en el Reino Unido
como programador informatico. Mas tarde vivié en Estados Uni-
dos, donde se doctoré en Lingiiistica en la Universidad de Texas, en
Austin. Fue profesor de Literatura Inglesa en Buffalo, Universidad
de Nueva York, y cuando regresé a Sudafrica, en la Universidad de
Ciudad del Cabo.
En 1974 publicé su primera novela, Tierras de Poniente. Le si-
guieron En medio de ninguna parte (1977), con la que gané el pre-
mio literario sudafricano CNA; Esperando a los bdrbaros (1980),
también premiada con el CNA; Vida y época de Michael K (1983), con.
la cual obtuvo su primer Booker Prize y el Prix Etranger Femina;
Foe (1986); La edad de hierro (1990); El maestro de Petersburgo (1994);
Infancia (1998); Desgracia (1999), que le valié un segundo Booker
Prize, con lo cual se convirtié en el primer autor que recibié dos
veces el premio mds prestigioso de la literatura inglesa; Juventud
(2002); Elizabeth Costello (2003); Hombre lento (2005); Diario de un
‘mal afio (2007); Verano (2009); Aqui y Ahora, cartas 2008-2011 (2012),
un didlogo espistolar con su amigo el escritor norteamericano Paul
‘Auster y La infancia de Jestis (2013). También ha publicado varios
libros de ensayos, entre ellos: Contra la censura (1996); Las vidas de
los animales (1999); Costas extrafias (2002) y Mecanismos internos
(2007). En 2003 recibié el Premio Nobel de Literatura.
En 2013 la Unién Astronémica Internacional aprobé el nom-
bre «Coetzee» en honor a John Maxwell Coetzee para el asteroide
(216591), descubierto por el astrofisico Dr. Gianluca Masi.
Es uno de los escritores mas importantes de lengua inglesa. En
la actualidad reside en Australia.INTRODUCCION
J. M. COETZEE
TRADUCCION DE LA INTRODUCCION: CRISTINA PINAEn 1924 Robert Musil publicé una coleccién de relatos titulada
Tres mujeres. El mds memorable de ellos, «Tonka», remite a un
infeliz enredo de la propia juventud de Musil. Un muchacho
de una familia austriaca de buen pasar establece una relacién.
con una joven checa sencilla, Tonka. La lleva a Berlin, donde
viven juntos. Allf, ella se queda embarazada; peor atin, parece
que ha contraido sifilis. El calendario demuestra que su amante
no puede ser el padre; ademés, los médicos confirman que es
imposible que él pueda haberla contagiado. Sin embargo, ella
insiste en su historia de que no ha conocido a ningtin otro hom-
bre. Su sinceridad es tan evidente, que su amante se pregunta
si no puede haber algo asf como la inmaculada concepcién (y
una inmaculada infeccién venérea). Pero en tiltima instancia, él
carece de la voluntad —es decir, del amor— de creer en las afir-
maciones de ella. «No es la amada el origen de los sentimien-
tos provocados por ella al parecer, sino que estos sentimientos
estan puestos tras ella como una luz
. Le resultaba imposible
poner la luz por detras de Tonka».
A medida que Tonka enferma y se afea mas, su amante se
consagra a atenderla, haciendo cualquier cosa que sea nece-
17saria; incluso la cuida con una gran ternura para que, tras la
muerte de la muchacha, pueda sentir que tiene la conciencia
limpia y hasta pueda decirse que es mejor persona a raiz de la
experiencia. El velo solo cae por un instante:
.entonces el recuerdo grité dentro de él: {Tonka! Tonka! La
sintié desde la tierra hasta la cabeza, y la vida de ella entera.
Todo lo que no habia sabido nunca estaba en ese instante ante
41, la venda de la ceguera parecia haber descendido de sus ojos;
por un instante, pues en el siguiente parecié ocurrirsele rapi-
damente algo.
En esta fabula, cuyo morosa apertura circunstancial parece
incluirla dentro del realismo doméstico aleman més soso, so-
bre una muchacha que, a pesar de que probablemente miente,
también es inocente y un hombre que fracasa en una prueba
imposible, Musil encontré un vehiculo perfecto —tal vez, en til-
tima instancia, un poco demasiado perfecto, demasiado esque-
méatico— para uno de sus temas perdurables: la imposibilidad
de tender un puente sobre la brecha abierta entre lo racional
y lo irracional, entre lo moral, que siempre esta basado en el
ejemplo del pasado y por lo tanto en el célculo, y lo ético, que
requiere un salto hacia el futuro desconocido.
La metdfora maestra que Musil usa para captar estas in-
conmensurabilidades o (en sus propios términos) «incompara-
bilidades» viene de la matematica. Entre los mimeros enteros
y las fracciones de los ntimeros enteros —que juntos forman
los Hamados ntimeros racionales— y, en cierta forma, obligados
INTRODUCCION J. M. COETZEEa mezclarse por las operaciones de razonamiento matematico
con ellos, se encuentran los ntimeros irracionales, infinitamen-
te mds nutridos y que evaden la representacion en términos de
ntimeros enteros. Entre dos ntimeros racionales, cualesquiera
sean y al margen de cudn cerca estén, hay un enjambre infini-
tamente denso de ntimeros irracionales. Pasar de un ntimero
racional al siguiente, como hacemos todos los dias, es, en con-
secuencia, como cruzar un puente cuyos pilotes estan unidos
por algo en lo cual no podemos poner el dedo, algo que «en
realidad» no existe.
Para poder funcionar en el mundo de lo racional, debemos
excluir de nuestra conciencia lo irracional que, misteriosamen-
te, yace bajo nuestros pies y todo a nuestro alrededor. Debemos
aceptar las convenciones de la tribu respecto de lo que ha de
admitirse como real y lo que debe ignorarse, convenciones en-
carnadas en el lenguaje de uso cotidiano. Debemos, en efecto,
elegir la ceguera. Sin embargo, segtin Musil, aceptar que lo que
conocemos de la realidad esta circunscripto por la convencién
no significa que no podamos ser conscientes de lo irracional.
Por el contrario, como Ulrich, el héroe de la gran novela de
Musil, El hombre sin atributos, podemos mantener cierta reser-
va hacia el mundo real, una viva sensacién de posibles mundos
alternativos. Mantener esta reserva nos define como lo que Ul-
rich llama un «posibilitario», alguien preparado para existir en
«una red de niebla, imaginaciones, fantasia y el estado de 4ni-
mo subjuntivo», vivir una «vida de merodeo» sin compromiso
ideol6gico, ser «sin cualidades», mantener como la propia mo-
dalidad natural la modalidad irénica («En mi caso —dijo Musil
19en una entrevista— la ironia no es gesto de condescendencia
sino una forma de lucha»).
Con un sentido tan agudo del papel de la represién en la
formacién de la cultura, podemos imaginar que Musil sin duda
congeniaba con Sigmund Freud. Pero en realidad, el autor no
le tenfa simpatia al movimiento psicoanalitico: le disgustaba
su actitud «culturosa», desaprobaba sus afirmaciones arrolla-
doras y sus patrones no cientificos de prueba. Hacia el propio
Freud, toda su vida mantuvo reserve
lesde su punto de vista,
Freud estaba fundamentalmente equivocado al postular que el
inconsciente, lo irracional reprimido, o lo que Musil, con deli-
berada vaguedad, a veces Ilama «la otra condicién», esta desti-
nado a ceder sus secretos a la indagacion racional. Le daba mas
credibilidad a lo que lama la variedad «superficial» de la psico-
logfa, es decir, la psicologfa experimental. Crefa que esta psico-
logia superficial en un aspecto era mds radical que la psicologia
profunda de Freud: al someterse a las mismas leyes de la légica
y la causalidad que gobiernan lo racional, reconoce francamen-
te que «la otra condicién» esta fuera de su alcance. Para entrar
en «la otra condicién», Musil crefa que uno debe abandonar
el modelo cientifico de pensamiento (Wissenschaft) y adoptar el
modelo de la creacién poética (Dichtung), es decir, abandonar
la légica por la analogfa. En opinién de Musil, Freud llega a sus
percepciones mas profundas cuando opera no ya como un cien-
tifico sino como un «seudo poeta».
Trazando una clara linea, por lo tanto, entre la provincia del
Wissenschaft y la del Dichtung, Musil se lanza a explorar, como
Dichter, la condicién «otra», sumergida. Los tres relatos de 1924)
INTRODUCCION J. M. COETZEEpresentan personajes al borde de la revelacién, a punto de dar-
se —o de retraerse en el momento de hacerlo— «otro» tipo de
conciencia. «Tonka» es un estudio d ia ética. A pesar
de su superfi ———— de gran
sutileza en la voluntad de cegarse, una voluntad que esta siem-
pre detrds de la necesidad de su protagonista de creer la historia
increible de la muchacha y oculta para él en lo fundamental,
mis alld de su tinico relémpago de comprensién.
En «La portuguesa» —una obra mas desapacible, cuyos blo-
ques de prosa sumamente elaborada marcan los lugares donde
Musil esta liberandose de sus problemas a través de la escritu-
ra—, el milagro, ambiguo y absurdo como es, tiene lugar delante
de nuestros ojos: el amor entre un hombre viejo y su joven mujer
vuelve a latir a rafz de la muerte ejemplar de un gatito sarnoso y
mugriento que ambos, oscuramente, sentfan que era Cristo.
En «Grigia» un gedlogo que esté trabajando en un valle ais:
_lado en lasalturas del Tirol tiene una relacién con una campe-
sina, una mujer de la tierra con nombre de animal,a través dey
Ja cual se libera del mundo y de la propia vida, concibiendo uny
amor mistico por su lejana esposa. (En una entrada del diario de
los tiltimos afios de su vida, Musil desestimaba «Grigia» por ser
«un desastre»).
Musil nunca deja de ser admirable por la facilidad con la que
se mueve entre la experiencia/sensorialj el pensamiento ) sensual |
y laabstraccién,jen gran medida como el poeta que mas admira-
ba entre sus contempordneos: Rainer Maria Rilke. «La cuestion
no es que reflexionemos sobre las cosas. Mas bien, simpy
Piensan a sf mismas dentro de nosotros», como esc
21diario. La linea de su prosa, cuando est trabajando en su mejor
nivel, como en «Tonka» y en muchas partes de El hombre sin atri-
butos, es la manifestacién de una mente que empuja suave perd
Aun asi, en los relatos de Musil queda una cierta aspiracién
idealista hacia el amor mistico, la consumacién trascendente.
Lo vemos en «Grigia>ly en «La portuguesa»; también es el ras~
go mds débil de una narracién anterior «La consumacién del
amor», que data de rr.
«La consumacién del amor» es un audaz ejemplo de soste-
nida intensidad poética y uno de los textos clave del modernis-
mo aleman. De unas cincuenta y cinco paginas, fue el resultado
de dos afios de ferviente trabajo por parte de Musil. Es la histo-
ria de una mujer, Claudine, quien «perfecciona» su amor por
su marido entregandose con renuente voluptuosidad a actos de
degradacién sexual con un extranjero por quien no siente nada,
un complaciente mujeriego de mediana edad. Hacia el final de
la breve relacién, Claudine siente que ha alcanzado un estado
de liberacién mistica, un estado en el cual «estar a disposicién
de todos y en verdad de uno solo».
Como los papeles privados de Musil lo dejan en claro, la his-
toria est basada en una infidelidad de la que seria su esposa,
Martha Marcovaldi. Algo que comenzé como un intento del au-
tor por explorar sus propios sentimientos de celos, se convirtié
en un alegato en cierta forma grandioso del adulterio mistico
(en un ensayo de 1913 Musil fue mas adelante, deseando la Ile-
gada de una época en que la «erética bipolar» resultara anti-
cuada), pero tal vez también (y esta es una posibilidad que el
INTRODUCCION J. M. COETZEEtratamiento narrativo de Musil, encerrado en la vida interior
de Claudine, no permite emerger y articularse) sea un esfuerzo
por asumir la experiencia sexual de la mujer —escribiéndola,
convirtiéndose en su autor— y as{ despojarla de su autonomia
perturbadora. Uno sospecha que si Musil encontré dificil escri-
bir «La consumacién del amor» se debié a que presentaba un.
desafio real y, en tiltima instancia, ético a la integridad de su
empresa de ceder a los procesos por los cuales el pensamiento
se realiza, analdgica o paralégicamente, en metaforas, pareci
dos, similitudes. Los ritmos de la meditacién de Claudine (si la
voz del texto es la suya) nos invitan a caer en una sosegada falta
de voluntad, en tanto nos conducen por lo que Musil mas ade-
lante llamaria «el sendero cargado al maximo... el camino de las
transiciones mAs graduales, imperceptibles», entre la satisfecha
rectitud marital y el abandono perverso.
La historia de Claudine infiere varias torsiones propias del
fin-de-siécle a la ensefianza cristiana de que, en la medida en que
el alma es pura, no se la puede dafiar por medio de violaciones
cumplidas en la carne. La primera torsi6n tiene lugar cuando
Claudine ofrece su cuerpo a la violacién; la segunda, cuando se
entrega sin reserva, cediendo tanto su voluntad como su cuer-
po. La prueba, suponemos, es si resulta posible mantener un
nticleo tiltimo de personalidad intocado por el martirio de la
carne. Pero Claudine es consciente de que la doctrina puede su-
frir un tiltimo estadio de perversion y no lo repudia: la buisque-
da activa de la violacién, la tortura y la muerte como medio de
una especie de trascendencia negativa. A su marido le confiesa
su fascinaci6n por la experiencia interior de un psicdpata al que
23llama G., que luego reapareceré convertido en el enigmatico
Moosbrugger de El hombre sin atributos. «...pienso que él cree
estar actuando bien», dice ella. En mas de un sentido, «La con-
sumacién del amor» es un ejercicio por pensar lo impensable.
La actitud ulterior hacia esta narracién —que aparecié en
compaiifa de la menos exitosa «La tentacién de la calma Vero-
nika»— es interesante: aunque fue la tinica de sus obras que po-
dia soportar releer, disuadié a sus amigos de que se aventuraran
aleerla, Era tan oscura, decia, a tal punto cuestién de «los arca-
nos del artista», que el lector comtin con seguridad responderia
aella con «revulsién».
Robert Musil nacié en 1880 en Klagenfurt, en la provincia aus-
triaca de Carinthia. Su madre, que venia de la alta burguesia,
era una mujer muy nerviosa interesada en las artes; su padre,
un ingeniero de la administracién imperial que, en sus tiltimos
afios, seria recompensado por sus servicios con un titulo de no-
bleza menor. La pareja era «progresista»: Musil padre aceptaba
sin protestas la relaci6n entre su esposa y un hombre més joven,
Heinrich Reiter, iniciada poco después del nacimiento del hijo
del matrimonio. Reiter finalmente se instalé con los Musil en
un menage @ trois que duraria un cuarto de siglo.
Para su educacién, al nifio no lo enviaron al clasico Gymna-
sium sino pupilo a escuelas militares: primero a una Unterreal-
schule (escuela primaria) en las afueras de Viena, después a una
Oberrealschule (escuela secundaria) cerca de Brno, capital de
Moravia. La tiltima se convirtié en el modelo de la escuela de su
primera novela, Las tribulaciones del joven Torless.
InTRODUCCION J. M. CoeTzEEMenor y mAs pequefio que sus compafieros, Musil cultivaba
una dureza fisica que mantuvo toda su vida. Sin embargo, a los
diecisiete afios decidié no seguir la carrera militar y, en cam-
bio, se zambull6 en los estudios de ingenieria. Sus diarios de la
época lo revelan preocupado por el sexo, pero en formas insé-
litamente reflexivas. Se descubria reacio a aceptar el rol sexual
prescripto por las costumbres para los muchachos, es decir, que
debian desfogar sus impulsos salvajes con prostitutas y chicas
de la clase trabajadora hasta que fuera momento de formalizar
el debido matrimonio correcto. Se embarcé en una relacién con
una muchacha checa llamada Herma Dietz que habia trabajado
en la casa de su abuela; contra la intensa desaprobacién se su
madre y a riesgo de perder a sus amigos, se fue a vivir con Her-
ma, primero en Brno y después en Berlin.
Durante algunos afios, Herma siguié siendo el centro de su
vida sentimental. La relacién que los unfa —directa por parte
de Herma, més compleja y ambivalente por la de Musil— se
convirtié en la base de «Tonka». La crisis de celos que aparece
en «Tonka» estd tomada de un episodio en la vida de la pareja.
El camino que Musil siguié para enfrentar la crisis es revelador
respecto de sus valores: ni ceder a los sentimientos bajos ni, por
un acto de voluntad, conquistarlos; en cambio, se convirtié en
un personaje de la historia de Herma/Tonka y después intentd,
a través del distanciamiento que permite la ficcién, convertirse
en la persona que, en el nivel ético, deseaba ser.
A juzgar por la claridad e intensidad de la escritura del au-
tor, tanto en las entradas del diario vinculadas con Herma y,
después, en el relato «Tonka», el experimento ético-estético
5funcion6. Musil (0 el yo ficcional R que cre6) crece visiblemen-
te ante nuestro ojos, convirtiéndose en un muchacho menos
imprudente, menos cfnico, mas tolerante, mds carifioso. «La
relacién desgraciada de ella [Herma/Tonka] con R —escribe
para si— da forma simbélica al hecho de que... uno no puede
depositar su fe en la comprensién». Siamaa Herma, debe creer
en su inocencia. La ficcién se ha convertido asi en un escenario
para elaborar sus relaciones con los otros, un laboratorio para el
refinamiento del alma. El joven Musil esta aprendiendo a amar
y, extrafiamente, cuanto més ama, més hicido e inteligente se
vuelve.
Desde el punto de vista intelectual, la educacién que Mu-
sil recibié en las escuelas militares era decididamente inferior a
Ia oftecida por los Gymnasia clasicos. Para compensar esta de-
ficiencia, comenzé a asistir a conferencias sobre literatura y a
conciertos. Lo que empezé como un proyecto para ponerse ala
altura de sus contempordneos mejor educados, pronto se con-
virtio en una absorbente aventura intelectual. Los afios 1898 y
1902 marcan una primera fase en el aprendizaje literario de Mu-
sil. El joven se identificaba especialmente con los escritores e
intelectuales de la generacién que florecié en la década de 1890
y contribuyeron a tal punto al movimiento modernista. Cayé
bajo el hechizo de Mallarmé y de Maeterlinck, rechazando el
credo naturalista de que la obra de arte debia reflejar fielmente
(«objetivamente») una realidad preexistente. Como apoyo fi-
los6fico, se volvié hacia Kant, Schopenhauer y (especialmente)
Nietzsche. En sus diarios desarrollé para si mismo el personaje
artistico de «Monsieur le vivisecteur», alguien que explora es-
INTRODUCCION J. M, COETZEEtados de conciencia y relaciones emocionales con un escalpelo
intelectual. Practicé imparcialmente sus habilidades para la vi-
viseccién en él mismo, en su familia y sus amigos.
A pesar de estas nuevas aspiraciones literarias, Musil siguié
preparandose para la carrera de ingeniero. Aprobé sus exame-
nes con honores y se mudé a Stuttgart como ayudante de inves-
tigacin en el prestigioso Technische Hochschule. Pero su labor
cientifica comenz6 a aburrirlo. Mientras todavia escribfa arti-
culos técnicos y trabajaba sobre un instrumento que habia in-
ventado para usar en experimentos 6pticos (después patentaria
el instrumento, esperando, con escaso realismo, poder vivir de
las regalias), se embarcé en una primera novela, Las tribulacio-
nes del joven Térless. También empezé a preparar el terreno para
un cambio en su orientacién académica. En 1903 abandoné for
malmente la ingenieria y partié hacia Berlin a estudiar filosofia
y psicologia.
Las tribulaciones del joven Térless se edité en 1906. A pesar
de su éxito y a pesar del sello que estaba empezando a dejar
en los circulos artisticos de Berlin, Musil se sentia demasiado
inseguro de su talento como para comprometerse con una vida
dedicada a la literatura. Siguié sus estudios de filosofia, docto-
randose en 1908.
Herma Dietz murié en 1907. A esta altura, Musil habia co-
nocido a Martha Marcovaldi, una mujer casada de origen judio
siete afios mayor que él, quien habfa dejado a su marido italiano
para estudiar arte en Berlin. Con Martha —una artista e inte-
lectual por propio derecho, au courante del feminismo contem-
pordneo— Musil establecié una relacién intima y erdticamente
27intensa que duré para el resto de su vida. Se casaron en 1911 y
se establecieron en Viena, donde Musil habfa aceptado el cargo
de archivero de la Technische Hochschule, y ese mismo aiio pu-
blicé su segundo libro, Uniones, formado por las nouvelles «La
consumacién del amor» y «La tentacién de la calma Veronika».
Ambas obras fueron compuestas con una actitud obsesiva, cuya
base era oscura para su autor; si bien se trataba de textos bas-
tante breves, su escritura y revisi6n tuvo ocupado a Musil dia y
noche durante dos afios y medio.
En la guerra de 1914-18 Musil sirvié honrosamente en el
frente italiano. Después de la guerra, preocupado por la sensa-
cién de que los mejores afios de su vida creativa se le estaban es-
capando, esboz6 no menos de veinte obras nuevas, incluida una
serie de novelas satiricas. Una pieza teatral, Los visionarios (1921)
y una coleccién de relatos, Tres mujeres, ganaron premios. Fue
clegido vicepresidente de la rama austriaca de la Organizacion
de Escritores Alemanes. Aunque no era masivamente leido, es-
taba en el mapa literario.
Antes de que pasara mucho tiempo, las novelas satiricas
planeadas fueron abandonadas o absorbidas por un proyecto
maestro: una novela en la que la capa més alta de la sociedad
vienesa, dandole la espalda a las oscuras nubes que se retnen en
el horizonte, reflexiona largamente sobre la forma que adoptara
su proximo festival de autocomplacencia. La novela se propo-
nfa ofrecer una visién «grotesca» (palabra de Musil) de Austria
en la vispera de la Guerra Mundial. Apoyado financieramente
por su editor y por una sociedad de admiradores, consagré to-
das sus energias a El hombre sin atributos. El primer volumen.
InTRODUCCION J. M. COETZEEsalié en 1930, y tuvo una recepcién tan entusiasta tanto en Aus-
tria como en Alemania, que Musil —un hombre modesto en
otros aspectos— pensé que podia ganar el Premio Nobel. El se-
gundo volumen le resulté mas dificil de escribir. Engatusado
por su editor, si bien Ileno de dudas, permitié que un extenso
fragmento apareciera en 1933. En secreto, comenzo a temer que
nunca completarfa la obra.
La decisién de volver al entorno intelectual mas vivaz de
Berlin quedé trunca por el ascenso de los nazis al poder. Musil
y su esposa volvieron a Viena, donde el aire estaba leno de ma-
los presagios. El escritor empezé a sufrir de depresién y de una
mala salud generalizada. Entonces, en 1938 Austria fue absorbi-
da por el Tercer Reich y los Musil tuvieron que mudarse a Suiza.
Pensaban que Suiza seria s6lo una parada en el camino hacia el
refugio ofrecido por la hija de Martha en Estados Unidos, pero
la entrada de Estados Unidos en la guerra puso fin a ese plan.
Junto con decenas de miles de otros exiliados, los Musil se en-
contraron atrapados.
«Suiza es famosa por la libertad que se puede disfrutar en
ella —observé Bertolt Brecht—. La trampa es que hay que ser
turista». El mito de Suiza como tierra de asilo se vio seriamen-
te dafiado por el tratamiento que dio a los refugiados durante
la Segunda Guerra Mundial, cuando su primera prioridad, por
encima de cualquier consideracién humanitaria, era no mal-
quistarse con Alemania. Apoyandose en que sus obras estaban
prohibidas en Alemania y Austria, Musil pidi6 asilo sobre la
base de que podia ganarse la vida como escritor en cualquier
otra parte del mundo germanoparlante. Aunque le dieron per-
29miso de residencia, nunca se sintié a gusto en Suiza. Su obra
era poco conocida, no ten{fa talento para autopromoverse y la
red de mecenazgo suiza lo desdefiaba. El y su esposa sobrevivie-
ron de limosnas. «Hoy nos ignoran, pero una vez que estemos
muertos se jactarén de que nos dieron asilo», sefialé el autor
amargamente. Estaba demasiado deprimido como para seguir
adelante con la novela. En 1942, a los 61 afios, después de una
sesidn de vigoroso ejercicio en la cama elastica, tuvo un infarto
y murid.
«Pensaba que tenia una larga vida por delante —dijo su viu-
da—. Lo peor es que deja una increible cantidad de material,
esbozos, notas, aforismos, capitulos de novela, diarios, al cual
podria haberle dado sentido». Rechazada por los editores co-
merciales, publicé privadamente un tercer volumen de la nove-
la, que constaba de fragmentos en un orden poco riguroso.
Nacido en los afios declinantes del imperio de los Habsburgo,
Robert Musil sirvié a su Majestad Imperial y Real en una san-
grienta conflagracién continental y encontré la muerte durante
la conflagracién todavia peor que siguid. Mirando hacia atrds,
llamarfa a la época en la que vivié «una era maldita». Pertenecia
a una generacién de intelectuales germanoparlantes que expe-
rimenté las sucesivas fases de esa era con especial inmediatez:
primero, la premonitoria crisis en las artes, encarnada en la
primera ola del movimiento modernista; después la guerra de
1914-1918 y las revoluciones desatadas por la guerra, que destru-
yeron tanto las instituciones tradicionales como las liberales, y
por fin los desnortados afios de posguerra, que culminaron en
IntRopucci6n J. M. CoETZEEel ascenso del fascismo al poder. El hombre sin atributos —un
libro en cierta forma superado por la historia durante su escri-
tura— se propuso hacer el diagnéstico de esta crisis, que Musil
Ilegé a ver cada vez mas como consecuencia del fracaso de la
elite europea liberal en reconocer, a partir de la década de 1870,
que las doctrinas sociales y politicas heredadas del lluminismo
no eran adecuadas para la nueva civilizacion de masas que cre-
cia en las ciudades.
Para Musil, el rasgo mas obstinadamente retrégrado de la
cultura alemana (de la cual era parte la cultura austriaca, ya
que no tomaba en serio Ja idea de una cultura austriaca auté-
noma) era su tendenciala separar el intelecto del sentiment
Enfrenté esta brecha con especial claridad entre los cientificos
con los que trabajaba, hombres intelectualmente dotados que
vivian lo que él consideraba vidas sentimentales burdas. Le pa-
recia que la educacién de los sentidos a través del refinamiento
de la vida erética entrafiaba la promesa de elevar a la gente a
un plano ético ms alto. Deploraba los roles rigidos, que se ex-
tendian incluso al ambito de la intimidad sexual, confirmados
en su vigencia por las costumbres burguesas tanto de hombres
como de mujeres. «Como consecuencia, se han perdido y su-
mergido regiones enteras del alma», escribié.