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SELECCION DE AN cose Ly Be te eto POR J. M. COETZEE BIBLIOTECA PERSONAL RoBERT Musi. (1880-1942) fue un escritor austriaco y, junto con Thomas Mann y Franz Kafka, uno de los mas importantes novelis- tas en lengua alemana del siglo XX. Pertenecié a una distinguida familia de la alta burguesia. Hijo tinico, e inclinado por su padre ala carrera militar, pronto se revelé en Musil una fuerte vocacién cien- tifica, Abandoné la Academia y se matriculé en la Escuela Técnica Superior, donde estudié Ingenieria mecdnica. En 1903, se trasladé a Berlin para estudiar Filosofia y Psicologia aplicada. Este vagabun- deo intelectual y profesional fue un rasgo caracterfstico de Musil. El éxito de su primera novela, Las tribulaciones del joven Térless (1906), le permitié abandonar la ensefianza y empezar su trabajo como bi- bliotecario y editor en Die neue Rundschau. Entre sus obras se cuen- tan Uniones (1911), Los alucinados (1921), Tres mujeres (1924), Vicente 0 la amiga de los hombres importantes (1924), Papeles pdstumos es- critos en vida (1936), Sobre la estupidez (1937). Vivié en Viena hasta la anexién de Austria a la Alemania nazi en 1938, momento en el que se exilié en Suiza debido al origen de su mujer Martha y a su visceral oposicién al régimen nazi. Pese al reconocimiento de su obra en vida, Robert Musil se hallaba en la pobreza cuando fallecié en Ginebra el 15 de abril de 1942. La obra que lo consagré péstuma- mente fue El hombre sin atributos, una de las obras narrativas mas ambiciosas del siglo XX. Nietzscheano de orientacion, embebido de ciencia y de técnica, pero insatisfecho de una y de otra, Musil quiso realizar un hicido y severo diagnéstico de si mismo, su época y el hombre en general. En sus obras combind, de manera excepcional, la ironia con la utopia para analizar la gran crisis espiritual de su época y la descomposicién del Imperio austro-hiingaro. JOHN MaxweELL «J. M.» Coetzee nacié el 9 de febrero de 1940 en Ciudad del Cabo y se crié en Sudéfrica y Estados Unidos. Es pro- fesor de literatura, traductor, lingiiista y critico literario. En 1961 se licencié, con honores, en Matematicas y Filologia Inglesa en la Uni- versidad de Ciudad del Cabo. En 1962, trabajé en el Reino Unido como programador informatico. Mas tarde vivié en Estados Uni- dos, donde se doctoré en Lingiiistica en la Universidad de Texas, en Austin. Fue profesor de Literatura Inglesa en Buffalo, Universidad de Nueva York, y cuando regresé a Sudafrica, en la Universidad de Ciudad del Cabo. En 1974 publicé su primera novela, Tierras de Poniente. Le si- guieron En medio de ninguna parte (1977), con la que gané el pre- mio literario sudafricano CNA; Esperando a los bdrbaros (1980), también premiada con el CNA; Vida y época de Michael K (1983), con. la cual obtuvo su primer Booker Prize y el Prix Etranger Femina; Foe (1986); La edad de hierro (1990); El maestro de Petersburgo (1994); Infancia (1998); Desgracia (1999), que le valié un segundo Booker Prize, con lo cual se convirtié en el primer autor que recibié dos veces el premio mds prestigioso de la literatura inglesa; Juventud (2002); Elizabeth Costello (2003); Hombre lento (2005); Diario de un ‘mal afio (2007); Verano (2009); Aqui y Ahora, cartas 2008-2011 (2012), un didlogo espistolar con su amigo el escritor norteamericano Paul ‘Auster y La infancia de Jestis (2013). También ha publicado varios libros de ensayos, entre ellos: Contra la censura (1996); Las vidas de los animales (1999); Costas extrafias (2002) y Mecanismos internos (2007). En 2003 recibié el Premio Nobel de Literatura. En 2013 la Unién Astronémica Internacional aprobé el nom- bre «Coetzee» en honor a John Maxwell Coetzee para el asteroide (216591), descubierto por el astrofisico Dr. Gianluca Masi. Es uno de los escritores mas importantes de lengua inglesa. En la actualidad reside en Australia. INTRODUCCION J. M. COETZEE TRADUCCION DE LA INTRODUCCION: CRISTINA PINA En 1924 Robert Musil publicé una coleccién de relatos titulada Tres mujeres. El mds memorable de ellos, «Tonka», remite a un infeliz enredo de la propia juventud de Musil. Un muchacho de una familia austriaca de buen pasar establece una relacién. con una joven checa sencilla, Tonka. La lleva a Berlin, donde viven juntos. Allf, ella se queda embarazada; peor atin, parece que ha contraido sifilis. El calendario demuestra que su amante no puede ser el padre; ademés, los médicos confirman que es imposible que él pueda haberla contagiado. Sin embargo, ella insiste en su historia de que no ha conocido a ningtin otro hom- bre. Su sinceridad es tan evidente, que su amante se pregunta si no puede haber algo asf como la inmaculada concepcién (y una inmaculada infeccién venérea). Pero en tiltima instancia, él carece de la voluntad —es decir, del amor— de creer en las afir- maciones de ella. «No es la amada el origen de los sentimien- tos provocados por ella al parecer, sino que estos sentimientos estan puestos tras ella como una luz . Le resultaba imposible poner la luz por detras de Tonka». A medida que Tonka enferma y se afea mas, su amante se consagra a atenderla, haciendo cualquier cosa que sea nece- 17 saria; incluso la cuida con una gran ternura para que, tras la muerte de la muchacha, pueda sentir que tiene la conciencia limpia y hasta pueda decirse que es mejor persona a raiz de la experiencia. El velo solo cae por un instante: .entonces el recuerdo grité dentro de él: {Tonka! Tonka! La sintié desde la tierra hasta la cabeza, y la vida de ella entera. Todo lo que no habia sabido nunca estaba en ese instante ante 41, la venda de la ceguera parecia haber descendido de sus ojos; por un instante, pues en el siguiente parecié ocurrirsele rapi- damente algo. En esta fabula, cuyo morosa apertura circunstancial parece incluirla dentro del realismo doméstico aleman més soso, so- bre una muchacha que, a pesar de que probablemente miente, también es inocente y un hombre que fracasa en una prueba imposible, Musil encontré un vehiculo perfecto —tal vez, en til- tima instancia, un poco demasiado perfecto, demasiado esque- méatico— para uno de sus temas perdurables: la imposibilidad de tender un puente sobre la brecha abierta entre lo racional y lo irracional, entre lo moral, que siempre esta basado en el ejemplo del pasado y por lo tanto en el célculo, y lo ético, que requiere un salto hacia el futuro desconocido. La metdfora maestra que Musil usa para captar estas in- conmensurabilidades o (en sus propios términos) «incompara- bilidades» viene de la matematica. Entre los mimeros enteros y las fracciones de los ntimeros enteros —que juntos forman los Hamados ntimeros racionales— y, en cierta forma, obligados INTRODUCCION J. M. COETZEE a mezclarse por las operaciones de razonamiento matematico con ellos, se encuentran los ntimeros irracionales, infinitamen- te mds nutridos y que evaden la representacion en términos de ntimeros enteros. Entre dos ntimeros racionales, cualesquiera sean y al margen de cudn cerca estén, hay un enjambre infini- tamente denso de ntimeros irracionales. Pasar de un ntimero racional al siguiente, como hacemos todos los dias, es, en con- secuencia, como cruzar un puente cuyos pilotes estan unidos por algo en lo cual no podemos poner el dedo, algo que «en realidad» no existe. Para poder funcionar en el mundo de lo racional, debemos excluir de nuestra conciencia lo irracional que, misteriosamen- te, yace bajo nuestros pies y todo a nuestro alrededor. Debemos aceptar las convenciones de la tribu respecto de lo que ha de admitirse como real y lo que debe ignorarse, convenciones en- carnadas en el lenguaje de uso cotidiano. Debemos, en efecto, elegir la ceguera. Sin embargo, segtin Musil, aceptar que lo que conocemos de la realidad esta circunscripto por la convencién no significa que no podamos ser conscientes de lo irracional. Por el contrario, como Ulrich, el héroe de la gran novela de Musil, El hombre sin atributos, podemos mantener cierta reser- va hacia el mundo real, una viva sensacién de posibles mundos alternativos. Mantener esta reserva nos define como lo que Ul- rich llama un «posibilitario», alguien preparado para existir en «una red de niebla, imaginaciones, fantasia y el estado de 4ni- mo subjuntivo», vivir una «vida de merodeo» sin compromiso ideol6gico, ser «sin cualidades», mantener como la propia mo- dalidad natural la modalidad irénica («En mi caso —dijo Musil 19 en una entrevista— la ironia no es gesto de condescendencia sino una forma de lucha»). Con un sentido tan agudo del papel de la represién en la formacién de la cultura, podemos imaginar que Musil sin duda congeniaba con Sigmund Freud. Pero en realidad, el autor no le tenfa simpatia al movimiento psicoanalitico: le disgustaba su actitud «culturosa», desaprobaba sus afirmaciones arrolla- doras y sus patrones no cientificos de prueba. Hacia el propio Freud, toda su vida mantuvo reserve lesde su punto de vista, Freud estaba fundamentalmente equivocado al postular que el inconsciente, lo irracional reprimido, o lo que Musil, con deli- berada vaguedad, a veces Ilama «la otra condicién», esta desti- nado a ceder sus secretos a la indagacion racional. Le daba mas credibilidad a lo que lama la variedad «superficial» de la psico- logfa, es decir, la psicologfa experimental. Crefa que esta psico- logia superficial en un aspecto era mds radical que la psicologia profunda de Freud: al someterse a las mismas leyes de la légica y la causalidad que gobiernan lo racional, reconoce francamen- te que «la otra condicién» esta fuera de su alcance. Para entrar en «la otra condicién», Musil crefa que uno debe abandonar el modelo cientifico de pensamiento (Wissenschaft) y adoptar el modelo de la creacién poética (Dichtung), es decir, abandonar la légica por la analogfa. En opinién de Musil, Freud llega a sus percepciones mas profundas cuando opera no ya como un cien- tifico sino como un «seudo poeta». Trazando una clara linea, por lo tanto, entre la provincia del Wissenschaft y la del Dichtung, Musil se lanza a explorar, como Dichter, la condicién «otra», sumergida. Los tres relatos de 1924) INTRODUCCION J. M. COETZEE presentan personajes al borde de la revelacién, a punto de dar- se —o de retraerse en el momento de hacerlo— «otro» tipo de conciencia. «Tonka» es un estudio d ia ética. A pesar de su superfi ———— de gran sutileza en la voluntad de cegarse, una voluntad que esta siem- pre detrds de la necesidad de su protagonista de creer la historia increible de la muchacha y oculta para él en lo fundamental, mis alld de su tinico relémpago de comprensién. En «La portuguesa» —una obra mas desapacible, cuyos blo- ques de prosa sumamente elaborada marcan los lugares donde Musil esta liberandose de sus problemas a través de la escritu- ra—, el milagro, ambiguo y absurdo como es, tiene lugar delante de nuestros ojos: el amor entre un hombre viejo y su joven mujer vuelve a latir a rafz de la muerte ejemplar de un gatito sarnoso y mugriento que ambos, oscuramente, sentfan que era Cristo. En «Grigia» un gedlogo que esté trabajando en un valle ais: _lado en lasalturas del Tirol tiene una relacién con una campe- sina, una mujer de la tierra con nombre de animal,a través dey Ja cual se libera del mundo y de la propia vida, concibiendo uny amor mistico por su lejana esposa. (En una entrada del diario de los tiltimos afios de su vida, Musil desestimaba «Grigia» por ser «un desastre»). Musil nunca deja de ser admirable por la facilidad con la que se mueve entre la experiencia/sensorialj el pensamiento ) sensual | y laabstraccién,jen gran medida como el poeta que mas admira- ba entre sus contempordneos: Rainer Maria Rilke. «La cuestion no es que reflexionemos sobre las cosas. Mas bien, simpy Piensan a sf mismas dentro de nosotros», como esc 21 diario. La linea de su prosa, cuando est trabajando en su mejor nivel, como en «Tonka» y en muchas partes de El hombre sin atri- butos, es la manifestacién de una mente que empuja suave perd Aun asi, en los relatos de Musil queda una cierta aspiracién idealista hacia el amor mistico, la consumacién trascendente. Lo vemos en «Grigia>ly en «La portuguesa»; también es el ras~ go mds débil de una narracién anterior «La consumacién del amor», que data de rr. «La consumacién del amor» es un audaz ejemplo de soste- nida intensidad poética y uno de los textos clave del modernis- mo aleman. De unas cincuenta y cinco paginas, fue el resultado de dos afios de ferviente trabajo por parte de Musil. Es la histo- ria de una mujer, Claudine, quien «perfecciona» su amor por su marido entregandose con renuente voluptuosidad a actos de degradacién sexual con un extranjero por quien no siente nada, un complaciente mujeriego de mediana edad. Hacia el final de la breve relacién, Claudine siente que ha alcanzado un estado de liberacién mistica, un estado en el cual «estar a disposicién de todos y en verdad de uno solo». Como los papeles privados de Musil lo dejan en claro, la his- toria est basada en una infidelidad de la que seria su esposa, Martha Marcovaldi. Algo que comenzé como un intento del au- tor por explorar sus propios sentimientos de celos, se convirtié en un alegato en cierta forma grandioso del adulterio mistico (en un ensayo de 1913 Musil fue mas adelante, deseando la Ile- gada de una época en que la «erética bipolar» resultara anti- cuada), pero tal vez también (y esta es una posibilidad que el INTRODUCCION J. M. COETZEE tratamiento narrativo de Musil, encerrado en la vida interior de Claudine, no permite emerger y articularse) sea un esfuerzo por asumir la experiencia sexual de la mujer —escribiéndola, convirtiéndose en su autor— y as{ despojarla de su autonomia perturbadora. Uno sospecha que si Musil encontré dificil escri- bir «La consumacién del amor» se debié a que presentaba un. desafio real y, en tiltima instancia, ético a la integridad de su empresa de ceder a los procesos por los cuales el pensamiento se realiza, analdgica o paralégicamente, en metaforas, pareci dos, similitudes. Los ritmos de la meditacién de Claudine (si la voz del texto es la suya) nos invitan a caer en una sosegada falta de voluntad, en tanto nos conducen por lo que Musil mas ade- lante llamaria «el sendero cargado al maximo... el camino de las transiciones mAs graduales, imperceptibles», entre la satisfecha rectitud marital y el abandono perverso. La historia de Claudine infiere varias torsiones propias del fin-de-siécle a la ensefianza cristiana de que, en la medida en que el alma es pura, no se la puede dafiar por medio de violaciones cumplidas en la carne. La primera torsi6n tiene lugar cuando Claudine ofrece su cuerpo a la violacién; la segunda, cuando se entrega sin reserva, cediendo tanto su voluntad como su cuer- po. La prueba, suponemos, es si resulta posible mantener un nticleo tiltimo de personalidad intocado por el martirio de la carne. Pero Claudine es consciente de que la doctrina puede su- frir un tiltimo estadio de perversion y no lo repudia: la buisque- da activa de la violacién, la tortura y la muerte como medio de una especie de trascendencia negativa. A su marido le confiesa su fascinaci6n por la experiencia interior de un psicdpata al que 23 llama G., que luego reapareceré convertido en el enigmatico Moosbrugger de El hombre sin atributos. «...pienso que él cree estar actuando bien», dice ella. En mas de un sentido, «La con- sumacién del amor» es un ejercicio por pensar lo impensable. La actitud ulterior hacia esta narracién —que aparecié en compaiifa de la menos exitosa «La tentacién de la calma Vero- nika»— es interesante: aunque fue la tinica de sus obras que po- dia soportar releer, disuadié a sus amigos de que se aventuraran aleerla, Era tan oscura, decia, a tal punto cuestién de «los arca- nos del artista», que el lector comtin con seguridad responderia aella con «revulsién». Robert Musil nacié en 1880 en Klagenfurt, en la provincia aus- triaca de Carinthia. Su madre, que venia de la alta burguesia, era una mujer muy nerviosa interesada en las artes; su padre, un ingeniero de la administracién imperial que, en sus tiltimos afios, seria recompensado por sus servicios con un titulo de no- bleza menor. La pareja era «progresista»: Musil padre aceptaba sin protestas la relaci6n entre su esposa y un hombre més joven, Heinrich Reiter, iniciada poco después del nacimiento del hijo del matrimonio. Reiter finalmente se instalé con los Musil en un menage @ trois que duraria un cuarto de siglo. Para su educacién, al nifio no lo enviaron al clasico Gymna- sium sino pupilo a escuelas militares: primero a una Unterreal- schule (escuela primaria) en las afueras de Viena, después a una Oberrealschule (escuela secundaria) cerca de Brno, capital de Moravia. La tiltima se convirtié en el modelo de la escuela de su primera novela, Las tribulaciones del joven Torless. InTRODUCCION J. M. CoeTzEE Menor y mAs pequefio que sus compafieros, Musil cultivaba una dureza fisica que mantuvo toda su vida. Sin embargo, a los diecisiete afios decidié no seguir la carrera militar y, en cam- bio, se zambull6 en los estudios de ingenieria. Sus diarios de la época lo revelan preocupado por el sexo, pero en formas insé- litamente reflexivas. Se descubria reacio a aceptar el rol sexual prescripto por las costumbres para los muchachos, es decir, que debian desfogar sus impulsos salvajes con prostitutas y chicas de la clase trabajadora hasta que fuera momento de formalizar el debido matrimonio correcto. Se embarcé en una relacién con una muchacha checa llamada Herma Dietz que habia trabajado en la casa de su abuela; contra la intensa desaprobacién se su madre y a riesgo de perder a sus amigos, se fue a vivir con Her- ma, primero en Brno y después en Berlin. Durante algunos afios, Herma siguié siendo el centro de su vida sentimental. La relacién que los unfa —directa por parte de Herma, més compleja y ambivalente por la de Musil— se convirtié en la base de «Tonka». La crisis de celos que aparece en «Tonka» estd tomada de un episodio en la vida de la pareja. El camino que Musil siguié para enfrentar la crisis es revelador respecto de sus valores: ni ceder a los sentimientos bajos ni, por un acto de voluntad, conquistarlos; en cambio, se convirtié en un personaje de la historia de Herma/Tonka y después intentd, a través del distanciamiento que permite la ficcién, convertirse en la persona que, en el nivel ético, deseaba ser. A juzgar por la claridad e intensidad de la escritura del au- tor, tanto en las entradas del diario vinculadas con Herma y, después, en el relato «Tonka», el experimento ético-estético 5 funcion6. Musil (0 el yo ficcional R que cre6) crece visiblemen- te ante nuestro ojos, convirtiéndose en un muchacho menos imprudente, menos cfnico, mas tolerante, mds carifioso. «La relacién desgraciada de ella [Herma/Tonka] con R —escribe para si— da forma simbélica al hecho de que... uno no puede depositar su fe en la comprensién». Siamaa Herma, debe creer en su inocencia. La ficcién se ha convertido asi en un escenario para elaborar sus relaciones con los otros, un laboratorio para el refinamiento del alma. El joven Musil esta aprendiendo a amar y, extrafiamente, cuanto més ama, més hicido e inteligente se vuelve. Desde el punto de vista intelectual, la educacién que Mu- sil recibié en las escuelas militares era decididamente inferior a Ia oftecida por los Gymnasia clasicos. Para compensar esta de- ficiencia, comenzé a asistir a conferencias sobre literatura y a conciertos. Lo que empezé como un proyecto para ponerse ala altura de sus contempordneos mejor educados, pronto se con- virtio en una absorbente aventura intelectual. Los afios 1898 y 1902 marcan una primera fase en el aprendizaje literario de Mu- sil. El joven se identificaba especialmente con los escritores e intelectuales de la generacién que florecié en la década de 1890 y contribuyeron a tal punto al movimiento modernista. Cayé bajo el hechizo de Mallarmé y de Maeterlinck, rechazando el credo naturalista de que la obra de arte debia reflejar fielmente («objetivamente») una realidad preexistente. Como apoyo fi- los6fico, se volvié hacia Kant, Schopenhauer y (especialmente) Nietzsche. En sus diarios desarrollé para si mismo el personaje artistico de «Monsieur le vivisecteur», alguien que explora es- INTRODUCCION J. M, COETZEE tados de conciencia y relaciones emocionales con un escalpelo intelectual. Practicé imparcialmente sus habilidades para la vi- viseccién en él mismo, en su familia y sus amigos. A pesar de estas nuevas aspiraciones literarias, Musil siguié preparandose para la carrera de ingeniero. Aprobé sus exame- nes con honores y se mudé a Stuttgart como ayudante de inves- tigacin en el prestigioso Technische Hochschule. Pero su labor cientifica comenz6 a aburrirlo. Mientras todavia escribfa arti- culos técnicos y trabajaba sobre un instrumento que habia in- ventado para usar en experimentos 6pticos (después patentaria el instrumento, esperando, con escaso realismo, poder vivir de las regalias), se embarcé en una primera novela, Las tribulacio- nes del joven Térless. También empezé a preparar el terreno para un cambio en su orientacién académica. En 1903 abandoné for malmente la ingenieria y partié hacia Berlin a estudiar filosofia y psicologia. Las tribulaciones del joven Térless se edité en 1906. A pesar de su éxito y a pesar del sello que estaba empezando a dejar en los circulos artisticos de Berlin, Musil se sentia demasiado inseguro de su talento como para comprometerse con una vida dedicada a la literatura. Siguié sus estudios de filosofia, docto- randose en 1908. Herma Dietz murié en 1907. A esta altura, Musil habia co- nocido a Martha Marcovaldi, una mujer casada de origen judio siete afios mayor que él, quien habfa dejado a su marido italiano para estudiar arte en Berlin. Con Martha —una artista e inte- lectual por propio derecho, au courante del feminismo contem- pordneo— Musil establecié una relacién intima y erdticamente 27 intensa que duré para el resto de su vida. Se casaron en 1911 y se establecieron en Viena, donde Musil habfa aceptado el cargo de archivero de la Technische Hochschule, y ese mismo aiio pu- blicé su segundo libro, Uniones, formado por las nouvelles «La consumacién del amor» y «La tentacién de la calma Veronika». Ambas obras fueron compuestas con una actitud obsesiva, cuya base era oscura para su autor; si bien se trataba de textos bas- tante breves, su escritura y revisi6n tuvo ocupado a Musil dia y noche durante dos afios y medio. En la guerra de 1914-18 Musil sirvié honrosamente en el frente italiano. Después de la guerra, preocupado por la sensa- cién de que los mejores afios de su vida creativa se le estaban es- capando, esboz6 no menos de veinte obras nuevas, incluida una serie de novelas satiricas. Una pieza teatral, Los visionarios (1921) y una coleccién de relatos, Tres mujeres, ganaron premios. Fue clegido vicepresidente de la rama austriaca de la Organizacion de Escritores Alemanes. Aunque no era masivamente leido, es- taba en el mapa literario. Antes de que pasara mucho tiempo, las novelas satiricas planeadas fueron abandonadas o absorbidas por un proyecto maestro: una novela en la que la capa més alta de la sociedad vienesa, dandole la espalda a las oscuras nubes que se retnen en el horizonte, reflexiona largamente sobre la forma que adoptara su proximo festival de autocomplacencia. La novela se propo- nfa ofrecer una visién «grotesca» (palabra de Musil) de Austria en la vispera de la Guerra Mundial. Apoyado financieramente por su editor y por una sociedad de admiradores, consagré to- das sus energias a El hombre sin atributos. El primer volumen. InTRODUCCION J. M. COETZEE salié en 1930, y tuvo una recepcién tan entusiasta tanto en Aus- tria como en Alemania, que Musil —un hombre modesto en otros aspectos— pensé que podia ganar el Premio Nobel. El se- gundo volumen le resulté mas dificil de escribir. Engatusado por su editor, si bien Ileno de dudas, permitié que un extenso fragmento apareciera en 1933. En secreto, comenzo a temer que nunca completarfa la obra. La decisién de volver al entorno intelectual mas vivaz de Berlin quedé trunca por el ascenso de los nazis al poder. Musil y su esposa volvieron a Viena, donde el aire estaba leno de ma- los presagios. El escritor empezé a sufrir de depresién y de una mala salud generalizada. Entonces, en 1938 Austria fue absorbi- da por el Tercer Reich y los Musil tuvieron que mudarse a Suiza. Pensaban que Suiza seria s6lo una parada en el camino hacia el refugio ofrecido por la hija de Martha en Estados Unidos, pero la entrada de Estados Unidos en la guerra puso fin a ese plan. Junto con decenas de miles de otros exiliados, los Musil se en- contraron atrapados. «Suiza es famosa por la libertad que se puede disfrutar en ella —observé Bertolt Brecht—. La trampa es que hay que ser turista». El mito de Suiza como tierra de asilo se vio seriamen- te dafiado por el tratamiento que dio a los refugiados durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su primera prioridad, por encima de cualquier consideracién humanitaria, era no mal- quistarse con Alemania. Apoyandose en que sus obras estaban prohibidas en Alemania y Austria, Musil pidi6 asilo sobre la base de que podia ganarse la vida como escritor en cualquier otra parte del mundo germanoparlante. Aunque le dieron per- 29 miso de residencia, nunca se sintié a gusto en Suiza. Su obra era poco conocida, no ten{fa talento para autopromoverse y la red de mecenazgo suiza lo desdefiaba. El y su esposa sobrevivie- ron de limosnas. «Hoy nos ignoran, pero una vez que estemos muertos se jactarén de que nos dieron asilo», sefialé el autor amargamente. Estaba demasiado deprimido como para seguir adelante con la novela. En 1942, a los 61 afios, después de una sesidn de vigoroso ejercicio en la cama elastica, tuvo un infarto y murid. «Pensaba que tenia una larga vida por delante —dijo su viu- da—. Lo peor es que deja una increible cantidad de material, esbozos, notas, aforismos, capitulos de novela, diarios, al cual podria haberle dado sentido». Rechazada por los editores co- merciales, publicé privadamente un tercer volumen de la nove- la, que constaba de fragmentos en un orden poco riguroso. Nacido en los afios declinantes del imperio de los Habsburgo, Robert Musil sirvié a su Majestad Imperial y Real en una san- grienta conflagracién continental y encontré la muerte durante la conflagracién todavia peor que siguid. Mirando hacia atrds, llamarfa a la época en la que vivié «una era maldita». Pertenecia a una generacién de intelectuales germanoparlantes que expe- rimenté las sucesivas fases de esa era con especial inmediatez: primero, la premonitoria crisis en las artes, encarnada en la primera ola del movimiento modernista; después la guerra de 1914-1918 y las revoluciones desatadas por la guerra, que destru- yeron tanto las instituciones tradicionales como las liberales, y por fin los desnortados afios de posguerra, que culminaron en IntRopucci6n J. M. CoETZEE el ascenso del fascismo al poder. El hombre sin atributos —un libro en cierta forma superado por la historia durante su escri- tura— se propuso hacer el diagnéstico de esta crisis, que Musil Ilegé a ver cada vez mas como consecuencia del fracaso de la elite europea liberal en reconocer, a partir de la década de 1870, que las doctrinas sociales y politicas heredadas del lluminismo no eran adecuadas para la nueva civilizacion de masas que cre- cia en las ciudades. Para Musil, el rasgo mas obstinadamente retrégrado de la cultura alemana (de la cual era parte la cultura austriaca, ya que no tomaba en serio Ja idea de una cultura austriaca auté- noma) era su tendenciala separar el intelecto del sentiment Enfrenté esta brecha con especial claridad entre los cientificos con los que trabajaba, hombres intelectualmente dotados que vivian lo que él consideraba vidas sentimentales burdas. Le pa- recia que la educacién de los sentidos a través del refinamiento de la vida erética entrafiaba la promesa de elevar a la gente a un plano ético ms alto. Deploraba los roles rigidos, que se ex- tendian incluso al ambito de la intimidad sexual, confirmados en su vigencia por las costumbres burguesas tanto de hombres como de mujeres. «Como consecuencia, se han perdido y su- mergido regiones enteras del alma», escribié.

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