Bonvillani Andrea Travesias Grupales Cap 6

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Andrea Bonvillani Travesias Grupales Algunas coordenadas para trabajar/pensar con grupos Editorial Brujas Andrea Bonvillani Doctora en Psicologja por la Universidad Nacional de Cérdoba, con la Tesis de titulo: “SUBJETIVIDAD POLITICA JUVENIL. Estudio comparativo en jovenes cordobeses de procedencias sociales contrastantes” (2009). Posdoctorado del Centro de estudios avanzados de la misma universidad sobre el tema "Subjetividades”. Ex - Becaria de Doctorado y Postdoctorado CONICET. Profesora a cargo de la Catedra de Teoria y técnicas de grupo de la Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cordoba. Coordinadora Académica de la Carrera de Maestria. en Intervencién e investigacién Psicosocial (MIIPS) de la Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cordoba. Ha dictado Cursos sobre trabajo grupal en diversos espacios. Directora de distintos proyectos de Investigacion a nivel local e internacional en el cruce de tematicas: juventudes-politica- grupalidad, entre los que se destaca su participacién de varios afios en el Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) “Juventudes, Infancias: Instituciones Sociales, Politicas y Culturas en América Latina”. Actualmente coordina el Grupo de Trabajo CLACSO “Ciudadanfas criticas, subjetivaciones y transformaciones sociales”, periodo 2013-2016. Andrea Bonvillani TRAVESIAS GRUPALES Algunas coordenadas para trab ajar/pensar con grupos €(Bditovial Brujas Tieulo: TRAVESIAS GRUPALESA. Algunas coordenadas para trabajar/pensar con grupos Autor: Andrea Bonvillani Imagen de Tapa: Connected to the star Autor: Paul Klee - 1923 ;Bonvillani, Andrea "Travesias grupales : algunas coordenadas para trabajar-pensar con grupos . - 12 ed.- | (Cordoba : Brujas. | 148 p. ; 24x16,5 om. ISBN 978-987-591-585-5 4, Psicologia. |. Titulo CDD 150 © Editorial Brujas Edicién 2016 Impreso en Argentina ISBN: 978-987-591-222-9 Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta publicacién, incluido el diseffo de tapa, puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningGn medio, ya sea electrénico, quimico, mecénico, éptico, de grabacién 0 por fotocopia sin autorizacion previa. ay f te + Miembros de la CAMARA X i) XGditorial BYWJAS ge ceNTINA DEL LIBRO ON. ENCUENTRO- Grupo Editor www.editorialbrujas.com.ar publicaciones@editorialbrujas.com.ar Tel/fax: (0351) 4606044 / 4691616- Pasaje Espafia 1485 Cordoba - Argentina. Ami hija... por hacer que todo tenga sentido Indice Algunas palabras para empezar... 9 Capitulo I Lo grupal, los grupos... Algunas pistas para pensar las multiples formas de presentacién de la experiencia colectiva 13 Capitulo II Lo grupal, los grupos... Los momentos en su estudio y teorizacion 35 Capitulo II ~Qué hace que queramos participar de grupos? 55 Capitulo IV Grupos: las cosas del poder 73 Capitulo V De la coordinacién militante a la coordinacién posible: condiciones de operacién y preguntas pendientes 87 Capitulo VI Técnicas de Educacién popular. El taller 111 Capitulo VII Un grupo, una trama. Multiples miradas a un grupo de mujeres como expresi6n territorial de un movimiento social 127 Cierres (provisorios) para seguir pensando 143 Algunas palabras para empezar... “Para qué escribe uno, si no es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en In escuela o Ia iglesia, Ia educacion nos descuartiza: nos ensefia a divorciar el alma del cuerpo y la razén del corazén. Sabios doctores de Etica y Moral han de ser los pescadores de la costa colombiana, que inventaron la palabra sentipensante para definir el lenguaje que dice Ia verdad”. Eduardo Galeano, El libro de los abrazos {Qué significa proponerse hoy la tarea de la escritura? Qué significa proponerse hoy escribir un “librito” (2) sobre grupos? Escribir estas Iineas, significa en lo personal “juntar mis pedazos”, como dice el Maestro... puesto que son lineas que recursivamente he escrito y re-escrito en varias vueltas a lo largo de estos afios. Primeros apuntes tomados en los Seminarios de la siesta de los miércoles en la Catedra de Psicologia social hace ya mas de diez afios, que fueron tomando forma de fichas de cursos, y que revise una y otra vez en estos afios recientes en el espacio de la Asignatura Teoria y técnica de grupos, de la Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cérdoba, donde transito y comparto hace ya mas de dos décadas... Pero es también armar mis pedacitos, mis fragmentos de lo que he sido/hecho en este tiempo de aprendizajes, de viajes externos ¢ internos, de encuentros con otros diversos, variados: pobladores locales, j6venes siempre militantes, colegas, constructores finos y piadosos de preguntas y alguna que otra certeza que llega, por fin, tranquilizante... aunque provisoria. Siento, de algtin modo, que la experiencia de esta escritura anuda momentos intensos de este tiempo: grupos de discusién centrados en algunos intereses de investigacion con jévenes cordobeses (universitarios, de sectores populares), el trabajo en espacios comunitarios en el acompafiar en la resolucién colectiva de preocupaciones, problemas diversos, el ensefiar/aprender el hacer con grupos, el ensefiar/aprender Psicologia social a grupos de estudiantes universitarios. Todas ellas experiencias de estar para ser con otros: ENCUENTROS. Basicamente trabajar con grupos es eso: experienciar el encuentro existencial con otros que habilitan abrazos, que despiertan preguntas, que animan cuerpos. Es as{ que trabajar/pensar lo grupal se parece a emprender una travesia: un viaje en el cual se asume radicalmente el riesgo del encuentro, de dejarse atravesar por la corporeidad del otro, por sus olores, por sus colores, por sus palabras... es una multiplicacion compleja del sentido de los otros, que como por arte de magia se pueden chocar, se pueden abrazar, pero que indefectiblemente ya no seran los mismos después del estar ahi, grupalmente. Travesia como viaje, como arrojarse a la aventura, como dejarse llevar por la incertidumbre de lo que resulte magicamente de la combinacion de subjetividades y de momentos. Pero también travesia como empresa ardua, laboriosa, porque es apostar en el juego del contrapunto, generando preguntas, arriesgando alguna que otra respuesta, invitando a la movilizaci6n “sentipensante”, sabiendo que uno cuando trabaja e intenta pensar con grupos, se ubica baésicamente en un lugar incémodo: hacer que los otros imaginen/hagan algo mejor para y por ellos. En este sentido, me gustaria seguir creyendo en lo mejor de la apuesta de Pichén Riviére cuando piensa que hay algo asi como un gesto “revolucionario”, 0 mas modestamente, movilizador, en el trabajar con colectivos: “;A qué vamos a las instituciones? Pichén decia: “A armar quilombo”. Es decir, a crear condiciones de posibilidad para que lo silenciado tenga palabra” (Fernandez, 2004: 190). Entonces, travesias grupales que suponen comprometerse en el encuentro afectivo y afectado con las palabras silenciadas, para alojar deseos, para imaginar que otro mundo es posible, y que en él merecemos estar todos. Este trabajo es producto de mis propias aventuras con lo grupal, e invita, al mismo tiempo, a emprender otras. Es asi como tiene una clara vocacién didéctica: intenta acompafiar, a través de la objetivacion de mis viajes por las experiencias y lecturas sobre lo grupal, a aquellos interesados en lanzarse a las travesias grupales. Podran ver, en consecuencia, que hay un énfasis en mostrar lo mas diddcticamente posible la articulacién permanente entre la teorfa y la practica, poniendo en tensién algunos nudos conceptuales que hacen, a mi entender, a las probleméticas centrales que nos interrogan a aquellos que trabajamos/pensamos con grupos, con situaciones concretas que he recogido en mi experiencia de estos afios, que operan al interior de la escritura a veces a modo de ejemplo, a veces interrogando las supuestas certezas te6ricas. Otra caracteristica que considero define esta propuesta, es la recuperacién de algunos corpus conceptuales que podrian a priori pensarse como inesperados para reflexionar sobre lo grupal. En este registro, he tratado de nutrir mi caja de herramientas con algunos aportes del estructural constructivismo de Pierre Bourdieu, para inscribir los procesos grupales en condiciones sociales concretas 0 de recuperar la impronta de las metodologias cualitativas para sustentar ciertas actitudes de indagacién que debieran informar la tarea de la coordinaci6n, por nombrar s6lo algunas apuestas. Escribir estas lineas, ha despertado en mi un interrogante central: ¢Por qué me interesa esto de los grupos? podria dar diversas respuestas, més 0 menos académicas, mas 0 menos pragmaticas, pero lo que se me ocurre con més certeza es que estudio/trabajo con grupos porque me gusta la contencién... Hace un tiempo, le pregunté a una pequefia sabia: 2Qué quiere decir “contencién”? y ella, toda sencilla, me : “contener es dar un abrazo”. Por eso: uno tiene que saber que cuando se mete con los grupos vienen los abrazos... abrazos a veces ruidosos y Ilenos de luz, a veces esquivos, sigilosos; a veces, forzados y hasta furiosos... Quiero decir, para trabajar/pensar con grupos hay que asumir de entrada el riesgo de “afectarse”, es decir de dejarse llevar por el “sentimiento, lo emocional, lo afectivo, todo esto que vibra, en momentos particulares (ritos), con el simple placer de estar-juntos” (Maffesoli, 2005: 169). Capitulo I Lo grupal, los grupos... Algunas pistas para pensar las miltiples formas de presentacién de la experiencia colectiva “No podemos no estar dentro de la intersubjetividad: es nuestra condicién de sujeto, en ella nos constituimos”. René Kaés, 1996 Mas alla de nuestras elecciones, desde que nacemos hasta que morimos nuestra vida es posible en la medida en que nos vinculamos con otros, en que transitamos/formamos grupos?. Adin asi, la existencia de los grupos como entidades dignas de ser abordadas como objetos de estudio por la Psicologia social, ha sido puesta en duda por aquellos teéricos que sostienen que el concepto grupo debe ser subordinado al reino de los individuos, en tanto lo nico real son las unidades que componen el grupo, se decir, las personas. Uno de los representantes mds notorios de esta tradicién en Psicologia social es Allport, para quien es una falacia “explicar los fendmenos sociales en términos del grupo como un todo, 1 Hablaré de “grupo/s” hasta tanto formule algunas puntualizaciones respecto de los alcances y limites que tiene su uso para designar las multiples formas en que pueden presentarse las experiencias que compartimos con otros, por ejemplo para diferenciar entre grupos, grupalidades, lo grupal. cuando la verdadera explicacién se encuentra tinicamente en las partes que lo componen, los individuos” (Allport citado por Blanco et. al. 2005:22) En algun sentido, esta posicién supone poner en tela de juicio la existencia del grupo como objeto conceptual de indagacién, porque este no seria otra cosa que una coleccién de individuos, considerados los legitimos objetos de estudio para la Psicologia. Entonces, cabe ahora preguntarse: Si, en la medida en que se trata de una evidencia empirica inequivoca, asumimos la existencia material de los grupos (esto es: los grupos forman parte de nuestra experiencia cotidiana), gpodremos decir lo mismo de los grupos como objetos de estudio para las Ciencias Sociales? En otras palabras, ;cudles son los argumentos que permitirfan. afirmar que los grupos deben ser considerados objetos de relevancia para el estudio de la vida social? Responder a estas preguntas le da forma a la primera parte de este capitulo, mientras la segunda se ocupa de dar cuenta de las dificultades con las que nos encontramos para delimitar de algtin modo el concepto “grupo”. Resulta paradojal que aunque todos tengamos un conocimiento experiencial de los grupos y que, incluso, podamos trabajar con ellos de manera intuitiva en nuestra practica cotidiana, nos resulte muchas veces dificil definir qué entendemos por “grupo”. Sucede que se trata de un objeto te6rico complejo que integra multiples dimensiones analiticas que se presentan entrecruzadas. Por otra parte, en los tiltimos afios y al calor de profundas _ transformaciones sociales, econémicas, politicas y culturales, se ha producido una suerte de explosion de diversas formas colectivas de asociacién, que ponen en juego modalidades variadas de sociabilidad, e implican niveles dispares de formalizacién y compromiso psicosocial de sus miembros. En este escenario de despliegue del lazo social debemos ubicar desde movimientos sociales a comunidades virtuales en internet, pasando por toda una gama de formas diversas de participacién de 1a sociedad civil. También hay que puntualizar que la crisis de 2001 en nuestro pais, moviliz6 diversas modalidades de respuestas colectivas, como expresiones de protesta (“cacerolazos”), de deliberacion de asuntos _ptiblicos (asambleas _barriales), de gestion colectiva de necesidades (comedores y _huertas_comunitarias, microemprendimientos productivos), o de reinvencién auto- gestionaria de esquemas organizacionales que probaron su inoperancia para responder a las demandas de la gente (fabricas tomadas, por ejemplo). Ademés obligaron al reposicionamiento en el espacio social -con intenciones y suerte dispar- de aquellos colectivos en los que tradicionalmente se tramitaba la representacién politica y gremial, tales como partidos politicos y sindicatos. En este marco y en un segundo momento, este capitulo intentara responder al siguiente interrogante: ;Qué entendemos por grupo? I) Relevancia del estudio de los grupos para la Psicologia a) Grupos y constitucién subjetiva. “el ser humano solo es eapaz de decir “yo” porque y si al mismo tiempo, es capaz de decir “nosotros”. Ya la idea “yo soy”, cuanto mas In idea “yo pienso”, presuponen la existencia de otras personas; en suma presuponen un grupo, una sociedad” Elias, citado por Blanco, et. al. 2005 Desde que nacemos y de manera cotidiana formamos parte de distintos grupos, como la familia, los compafieros de la escuela, los del barrio, los del trabajo... Esto pone en evidencia con claridad dos hechos, que por estar interrelacionados pueden pensarse como dos caras de una misma moneda: ¢ La sociedad debe incorporar a cada nuevo hombre que nace, para ello necesita inducir a respetar normas y valores, inculcar modos de ver y hacer determinados, y también maneras de relacionarnos. Para alcanzar esta meta se sirve sucesivamente de estos grupos. + Nuestra subjetividad se construye gracias a las experiencias cotidianas que tenemos dentro de los vinculos con otros: primero, y mas importante, nuestros padres, hermanos, familiares y después otros mas “distantes” como maestros, pares, etc. Ayestaran (1996) lo expresa asi: “el grupo aparece como instrumento basico de socializacién y la historia de los grupos es la biisqueda de una explicacién que nos permita comprender la interaccion entre lo individual y lo social” (Pag. 34). En este sentido, el grupo familiar se constituye en la primera agencia de socializacién, ya que seré el escenario vincular en el cual el nifio transitaré desde la dependencia y la indefension caracteristica de sus primeros afios, hacia el logro de la autonomia en un proceso de aprendizaje cotidiano. La familia es un grupo fuertemente atravesado por la carga emocional que suponen los intensos vinculos entre sus miembros, sobre todo si pensamos que en él “encuentran su destino de gratificacion y frustracién necesidades vitales, (...) que sdlo pueden ser satisfechas en y por Ia relacién con otro” (Quiroga, 1991: 1). El grupo familiar, entonces, opera basicamente en dos sentidos: -como “sostén”, porque cuando hablamos de necesidades no s6lo se trata de aquellas de caracter biolégico como alimentarse o protegerse de las inclemencias del tiempo, sino ademas de contener, proteger, dar seguridad, acompajiar en el proceso de apertura y relacionamiento con el mundo, etc. y todo esto lo hace la familia. -como intermediario de un orden social. Diversas teorfas han insistido en que la posibilidad de integrarse al orden social, esto es “socializarse”, descansa en gran medida en la familia. Asi, por ejemplo, para dos referentes del Interaccionismo Simbdlico como son Berger y Luckmann (1994), las interacciones con las personas significativas del entorno inmediato del nifio, es decir, padres, hermanos, familiares en general, permiten que se vayan estableciendo definiciones compartidas de las situaciones que el nifio vive, para constituir de esta manera el yo y el mundo a través de la internalizacién: "la aprehension o interpretacién inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto expresa significado, 0 sea, en cuanto es una manifestacién de los procesos subjetivos de otro que, en consecuencia, se vuelven subjetivamente significativos para mi (...) la internalizacion, en sentido general, constituye la base, primero, para la comprension de los otros, semejantes, y segundo, para Ia prehension del mundo en cuanto realidad significativa y social." (Berger y Luckmann, op. cit.: 165). La identificacion con los otros significantes?, el apropiarse e internalizar sus roles y actitudes, los cuales mediante una progresiva abstraccion, sustentada en la reciprocidad de interacciones y capacidades cognitivas para clasificar y seleccionar, pueden ser generalizados y respetar normas sociales con prescindencia de la imposicién externa particular. La adquisicién del Otro generalizado es para los autores una formacién dentro de la conciencia que implica la internalizacién de la sociedad y de la realidad objetiva en ella establecida, a la vez que permite conformar una identidad coherente con el mundo en que el individuo vive, operaciones de constitucién subjetiva mediadas por la familia, por lo menos en los primeros momentos (fundantes) del psiquismo3. En sintesis, la familia es una organizacién grupal instituyente del sujeto que configura el mundo interno, la subjetividad, en la reconstrucci6én e internalizacién de los vinculos que en ella se experiencian. b) El grupo como soporte identitario* “porque nosotros vamos a un boliche y te discriminan porque sos negro, por la forma de vestir y por la forma del pelo, y ellos van al baile... y ese que le encanta la Mona y dice "yo no puedo ir al baile por Ia vestimenta que yo tengo, la forma de vestir, me discriminan’ dice, yo siento discriminacién... porque va y le empiezan a gritar Eh! Cheto equé hacés acé?, andate al boliche. Y es discriminacién tanto de ellos hacia nosotros y de nosotros a ellos” Julidn, 18, Villa El nylon § 2 Hablar de otros significantes, implica la referencia a los padres (biolégicos) u otros que ocupan esa posicién, es decir, que se trata del ejercicio de una funcién, que excede el lazo biolégico. Ademés, en orden a las profundas transformaciones que ha sufrido la familia como institucin propia de la Modernidad, es necesario abrir el juego a la posibilidad de que estas funciones no las realicen los padres (pueden ser tios, abuelos), las ocupen padres del mismo sexo/género (parejas homosexuales), sean compartidas por varios (familias ensambladas), etc. ® He trabajado con mayor detenimiento estos aspectos en Bonvillani (2003), al cual temito. 4 Algunos de estos aspectos han sido desarrollados en Bonvillani (2009). 5 Fragmento de entrevista que forma parte del trabajo de campo de la Tesis doctoral “SUBJETIVIDAD POLITICA JUVENIL. Estudio comparativo en Gran parte de lo que podemos enunciar como constitutivo de nuestro yo, deriva de nuestras pertenencias a colectivos diversos: educativos, laborales, barriales, politicos, recreativos, etc. Es decir, gran parte de lo que sigue a la frase “yo soy....” (con todo lo engafiosa y provisoria que esta enunciacién puede ser), refiere a distintas adscripciones grupales. En este marco, un elemento a tener en cuenta es que la realidad del grupo es una realidad comparativa, puesto que la identidad grupal se constituye en tensién con la identidad de otros grupos. La Teoria de la Identidad social (Tajfel y Turner, 1979) se propone integrar aspectos psicol6gicos en el marco de relaciones intergrupales a estructuras macrosociales en que actian esos grupos. La identidad social se define como aquéllos aspectos del concepto del yo basados en su pertenencia a grupos, junto con sus correlatos psicolégicos, emocionales y evaluativos. Desde esta teoria, la Identidad social y la pertenencia a grupos estén intimamente articuladas porque la concepcién que alguien puede tener de si mismo (identidad subjetiva) esta compuesta por descripciones de si en términos de las caracteristicas que definen al grupo social al cual pertenece. La identidad es explicada desde las diferencias de posicién social en las relaciones sociales que se producen entre grupos: la identidad surge a partir de procesos de comparacién y competicién. social en el marco de relaciones intergrupales, pensadas como asimétricas y antagonistas. La construccién de la identidad social supone registrar subjetivamente la distincion “Nosotros”/“Ellos”, es decir un proceso simultaneo de identificacién con el propio grupo de pertenencia y de diferenciacién con otros grupos sociales. La distincién implica la asignacion de determinados atributos a todos los miembros del grupo, ya sea el propio como el ajeno, lo cual hace jovenes cordobeses de procedencias sociales contrastantes”. Direccién: Alicia Gutiérrez. Carrera de Psicologia, Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cérdoba. Inédita. que esta diferenciaci6n -principio fundante de toda identidad- funcione como categorizaci6n social (Turner et. al., 1990). La categorizacién es una representacién cognitiva que permite clasificar a los otros y a nosotros mismos como miembros o no de un grupo. La estructura normativa de la sociedad interviene en la formacién y mantenimiento de las categorias, por lo tanto la categorizacion es tanto un proceso cognitivo como valorativo que da como resultado evaluaciones positivas y negativas. Ahora bien, partiendo del supuesto que las personas tratan de conseguir una identidad social positiva, es decir estan motivadas para evaluarse a si mismas en forma positiva, la tesis que sostiene esta teorfa es que las personas tienden a valorar positivamente los atributos del endogrupo y negativamente los del exogrupo. La categorizaci6n esta muy vinculada con la produccién de estereotipos. La percepcién subjetiva de las personas referidas a su pertenencia a un grupo social tiende a exagerar las similitudes percibidas en el seno del grupo y por ende también a aumentar las diferencias frente a otros grupos. Este proceso de simplificaci6n y exageracién perceptiva de ciertos rasgos que constituye al estereotipo, permite la consolidacién del sistema relacional nosotros/ellos. Considero necesario formular algunas criticas a este planteo. La reduccién a componentes cognitivos (racionales) hace que Ja teoria pierda de vista otras dimensiones en la construccién de la identidad. Por ejemplo y, a propésito del supuesto de la tendencia a buscar una identidad positiva, se podria preguntar cémo da cuenta la teoria de aquellos sujetos que procuran darse una identidad estigmatizada cuya autodefinicion parece estar conducida por un orden diferente, tal vez irracional. En esta direccién se ubican las criticas de la Psicologia social latinoamericana. La revisién de Montero (1999) al concepto original arroja luz respecto de la construccién de identidades sociales en grupos desfavorecidos en el contexto de Latinoamérica, para los cuales lejos de existir una sobrevaloracién -tendencia general enunciada por Tajfel y Turner respecto de la sociedad “central”- se observa una minusvaloracion en la comparaci6n con otros grupos, que generando autodescalificacién y percepcién de falta de control sobre la propia existencia, se traduce en el establecimiento de relaciones de desigualdad con esos grupos®. Mas alla de estas observaciones, la Teoria de la Identidad social ofrece una manera de analizar los grupos, prestando especial atencién a la percepcién de las diferencias intergrupales y a las connotaciones de valor asociadas a ellas, lo cual muchas veces se constituye en un ingrediente fundamental para que exista el grupo. Otra linea de visibilidad que habilita, tiene que ver con las posibilidades de darnos “identidad” que nuestra pertenencia a grupos nos aporta, las cuales “alcanzan su mayor significacién cuando se las relaciona con las diferencias que se perciben respecto de otros grupos, y con las connotaciones de valor de esas diferencias” (Tajfel citado en Blanco et. al. 2005: 31) II) gDe qué hablamos cuando hablamos de “grupo”? “En un bar a nadie se le ocurriria empezar a discriminar entre el grupo, lo grupal o la grupalidad. Alli uno seria tomado por un pesado, y con razén. Pero aqui no estamos frente a una barra, ni ejerciendo el derecho ciudadano al céctel lingtiistico. Tratamos de disefiar un camino de investigacién y produccién conceptual, relativo a potenciales intervenciones, Por lo tanto estamos situados al costado, a distancia meditatioa, de las nociones y sus diversos empleos”. Juan Carlos De Brasi, 2001 Obsérvese que desde la manera de formular la pregunta, ya podemos detectar un posicionamiento en la forma de pensar el problema: no se trata de decir lo que los grupos son, sino de c6mo vamos a definirlos desde una particular vision y asuncién te6rico- epistemoldgica-politica. Esta distincién es la que plantea Ana ‘La génesis de este rasgo de la identidad social propia de ciertos grupos latinoamericanos puede explicarse desde siglos de dominacién palitica, econémica y cultural, recogidos por toda la tradicién critica de las Ciencias Sociales. 20 Fernandez (2001) cuando habla de dos niveles de existencia de los grupos: - FACTICO, lo que nos Ilevaria a una teorfa de lo que es, es decir, una ontologia grupal y - DISCIPLINARIO, lo que nos lleva a una teoria sobre su conocimiento, es decir, una epistemologia de lo grupal. Sin negar el primero, de Jo que se trata es de reconocer que debemos transitar el pasaje de “grupo” como el primer registro fenoménico de la experiencia -lo que aparece alli ante nuestro ojos como una evidencia inmediata-, hacia la comprensién de que esto que vemos ahi como un “grupo” es un recorte y una construcci6n resultante de las posiciones te6ricas/técnicas que hemos asumido. Es decir, evidentemente cuando decimos “grupo” hablamos de un conjunto de personas que han coincidido en un espacio y tiempo y que se sienten convocadas por algo en comin. Ahora bien, lo que interpretemos de los acontecimientos que alli observemos y cémo nos conduzcamos frente a esas personas desempefiando roles técnicos, depende de nuestros marcos referenciales, entonces, es desde ellos desde los cuales “producimos (leemos) una realidad grupal”. En palabras de Fernandez (op. cit.): “Aquellos aconteceres que en el grupo aparecen como la dado, el dato primero, son en realidad construcciones realizadas desde el a priori conceptual; dada su invisibilidad se ofrecen como “la evidencia de los hechos”, cuando en realidad son un efecto de teoria” (pag. 56) y, con ello, del dispositivo implementado. Por ejemplo: el hecho de que, en funcién de la puesta en marcha de un dispositivo de trabajo determinado, hagamos que las personas se sienten en circulo, ,garantiza que se borren las jerarquias, las diferencias y que, entonces, de manera inmediata se logre la democratizacion de las relaciones en el grupo? En este marco, Fernandez enuncia una distincién fundamental: “Jos grupos no son lo grupal...” (op. cit.: 19). Lo grupal, en tanto un campo que puede alojar multiples experiencias colectivas, es inclusivo del/os grupo/s. Se trata mas que de un objeto delimitado a priori, de un modo de lectura de los fendémenos sociales e institucionales que resulta del recorte particular que hace quien “interpreta” e interviene en _la realidad. Por ejemplo, la participacion en colectivos de gran tamafio como un a movimiento social, puede estudiarse a nivel grupal, es decir a través de las unidades de operacién grupales que son su expresi6n localizada en los territorios comunitarios. Entonces, una de las formas de estudiar o abordar lo grupal es el pequefio grupo, que ahora se pensaré no como una obviedad inmediata (lo dado), sino como una contingencia (aquello que, en el marco de un proceso grupal, puede o no cristalizarse): “Dentro del vasto campo de lo grupal surgen procesos grupales especificos y singulares que pueden recorrer trayectos o hacer historias mds 0 menos prolongadas en el tiempo y pueden lograr grados y tipos de grupalidad muy diversos. A estos procesos grupales podemos Ilamarlos grupos...” (Souto de Asch, 1993: 59). Esto implica que la copresencia fisica -es decir que dos o més personas coincidan en un mismo espacio y tiempo- no constituye necesariamente un grupo. Lo cual pone en evidencia la idea de proceso grupal: la copresencia - conjunto de personas ligadas por constantes de espacio y tiempo- es una condici6n necesaria pero no suficiente para ser grupo. ;Qué mas tiene que existir? Sentimientos que liguen a los miembros y que les permitan llevar adelante la/s tarea/s que los han convocado. En otros términos, que se desarrolle “grupalidad”, es decir la potencialidad de ser grupo, una dimension constitutiva de la subjetividad en tanto posibilita la experiencia del lazo social. ZY cémo se consigue eso? Con tiempo recorrido juntos, pero no cualquier tiempo, un tiempo "significativo"; que me permita saber quien tengo en frente mio, qué puedo esperar de él, y a su vez, que les permita a los demas responder a estas mismas inquietudes acerca de mi. En definitiva, el grupo no viene dado... se hace, se construye, se “amasa”. Se tienen que dar un conjunto de condiciones de posibilidad para que un agrupamiento -copresencia fisica, encuentro inicial- se constituya en un grupo. 2Y cuales son dichas condiciones? « Espacio y tiempo constante; * Un determinado nimero de personas que deben compartir el proceso; es decir un tiempo historizado en una trayectoria comin 22 ¢ Un objetivo compartido que sientan que se cumple a través de lo que hacen cuando se juntan; e La posibilidad de que los miembros desarrollen vinculos entre si y hacia el grupo, es decir que desarrollen lo que se lama "grupalidad": la potencialidad, la posibilidad de ser un grupo, “especificidad del acontecer grupal” (Souto de Asch, op. cit.). * Procesos psicosociales de mutua afectacién, los cuales estén estrechamente vinculados con e] desarrollo de grupalidad, porque de hecho son recursivamente un factor que la hace posible y a su vez es reforzado por ésta. Se trata, concretamente de los sentimientos que se despliegan en el encuentro con el otro, aquello que vibra en nosotros al vivir juntos la experiencia grupal. Estas condiciones de posibilidad, que permiten transitar el proceso desde un agrupamiento inicial hacia la conformacién de un grupo, pueden darse en forma independiente a la presencia de un técnico que las disponga. Esto sucede frecuentemente cuando se observan procesos de pequefios grupos alojados en las experiencias organizativas que pueden darse en cooperativas, comedores comunitarios, organizaciones sociales diversas como movimientos sociales, por ejemplo’. No obstante, cuando estas condiciones de posibilidad para la conformacién de un grupo son dispuestas deliberadamente por un técnico, hablamos de un dispositivo grupal. Es decir, desde alguna forma de coordinacién, se opera técnicamente como rol diferenciado en el grupo, poniendo en marcha este dispositivo. Los dispositivos grupales se particularizan en funcion tanto de los campos de aplicacién (clinico, social, educacional, etc.), como por los supuestos tedricos desde_~=s los-—«S ss que_~— se._sostienen. En consecuencia, no seré lo mismo un dispositivo grupal pensado desde el Psicoandlisis que otro pensado desde el Cognitivismo social, ast 7A manera de ilustracion, encontramos la crénica que de este tipo de procesos realiza Bonvillani (2010) respecto de un grupo de jévenes cordobeses militantes en un movimiento social Focal, mostrando especificamente como opera el registro de afectacién emocional en las posibilidades de emancipacién subjetiva. 8Por ejemplo, en el clésico dispositivo de grupo operativo pichoniano, estos roles técnicos son ocupados por la figura del coordinador y el observador, los que se encuentran sujetos a revisin como resultado de la reconfiguracién de las perspectivas de andlisis grupal. Véase el Capitulo V. 23 como habra diferencias de partida si consideramos un dispositivo para que funcione con fines terapéuticos, de formacién o de acompafiamiento en la gestién colectiva de las necesidades, por mencionar sélo algunas situaciones y objetivos. En sintesis, y a riesgo de caer en cierto esquematismo, podriamos graficar la relacién de articulaci6n entre agrupamientos, grupos, grupalidad, proceso grupal, campo grupal y dispositivo grupal, de la siguiente forma: AGRUPAMIENTOS | DISPOSITIVO GRUPAL | 7 I PROCESO. GRUPAL Desarrollo de GRUPALIDAD De lo que se trata, en sintesis, es de reconocer que esta potencialidad de hacer lazo social, no debe ser reducida a los “agrupamientos, grupos naturales o dispositivos grupales como acontecimientos empiricos especificos, pero naturalmente los incluye, en la medida en que los grupos constituyen el escenario intimo y préximo de la vida cotidiana” (Baz, 2007: 686). Considero que el aporte més importante que nos deja la perspectiva critica de Fernandez sobre lo grupal es la necesidad de evitar caer en esencialismos a la hora definir “grupo”, lo que nos levaria por el camino de enunciar determinada caracteristica como definitoria, con exclusién de los contextos o los momentos socio-histéricos en los cuales estamos pensando sobre los grupos. Esto no invalida la posibilidad de aportar algunos lineamientos que nos permitan aproximar una definicién, con Ia exigencia de pensarlos en relacién a la situaci6n particular que estemos analizando: habré que explicitar de qué manera estas 24 marcas de identidad grupal -por Ilamarlas de alguna manera- se expresan en el “caso por caso”. Debemos estar dispuestos a revisar en cada experiencia nuestros supuestos, al punto de admitir que ellos -en tensién con los miiltiples matices que la grupalidad puede presentar en la realidad actual- pueden necesitar ser cambiados. Algunas coordenadas para pensar los grupos La recuperacién de los aportes de algunos autores (Barreiro, 2005; Ayestaran, 1996; Souto de Ash, 1993; Blanco et. al., 2005) que aqui se propone para armar alguna definicion aproximada de grupo, tiene un carécter meramente orientador, es decir, que no aspira a cerrar los sentidos acerca de la emergencia de nuevas formas de presentaci6n de la experiencia cotidiana con otros. Un grupo es un conjunto® de personas que tienen: a) Una interacci6n mutua y de conjunto, relativamente frecuente o asidua, lo que implica mantener constantes las dimensiones espacio-temporales b) Una cierta historia-compartida que conforma un “proceso grupal” y que, como dijimos, permite recorrer el camino que va desde ser un agrupamiento a la constitucion de un grupo. Esto puede entenderse también como el desarrollo de la grupalidad: “posibilidad, potencialidad de ser grupo. Dimensién con sentido de temporalidad, de proceso, de camino 0 trayectoria que puede llegar a niveles y grados muy diversos. Hay una posibilidad de devenir, de construir-se, de auto-organizarse abierta y flexiblemente en esta dimensién de grupalidad” (Souto de Asch, op. cit.: 59). SLa cuestién de la “numerosidad” (Moscovici en Morales, 1996) es un criterio a tener en cuenta debido a que incide en las posibilidades de desplegar algunas cualidades de la interaccién cara a cara necesarias para el desarrollo de la grupalidad. En ese sentido, aqui no estamos considerando agregaciones de gran escala, tales como la “sociedad”, masas, movimientos sociales (Gonzalez, 1999) 0 relaciones interpersonales (parejas, duplas), sino grupos reducidos de personas 0 pequefios grupos (Feméndez, 2001). c) Algan objetivo o interés compartido que puede estar inscripto en distintos grados de conciencia personal y mutar a lo largo del proceso, determinando grados diversos de compromiso subjetivo. d) Cierta nocién “subjetiva” de pertenencia (conciencia de un “nosotros”) e) Una cierta trama vincular o interdependencia funcional (Lewin citado por Blanco, et, al. 2005). O lo que se denomina clasicamente en Teoria sobre grupos como “estructura”: “cierto grado de organizacién, manifestado por ejemplo en la asignacion de diferentes roles a sus integrantes” (Cétedra de Psicologia social II, 2004: 7). Trama vincular o estructura que se objetiva a través de algunos indicadores observables, tales como: « Las conductas, actitudes o reacciones de un miembro inciden de alguna manera en la de los otros * Una cierta normatividad y un cierto estilo de relacién interpersonal dominante, un cédigo compartido, con diversos grados de aceptaci6n interna « Generalmente se da una cierta distribucién de funciones para los distintos miembros ¢ Estas fuerzas o tensiones internas al grupo lo ubican en una situacion de permanente movimiento. Lo que aparece en tension son fuerzas que tienden hacia la cohesién grupal, con fuerzas que entran en conflicto, dislocandolo, produciendo nuevas sintesis grupales f) Los grupos son fenémenos de interaccién que estan vinculados con el poder, en dos sentidos: en tanto bisqueda de hegemonia interna que genera luchas entre los miembros, en tanto ellos mismos pueden funcionar como dispositivos de respuesta a demandas de centros de poder. En relacién a este ultimo punto debemos mantener una actitud de vigilancia que lleve a preguntarnos: ja qué demanda respondemos cuando trabajamos con grupos? Como hacemos jugar las circunstancias socio-histérico- 26 politicas en nuestra comprensién de los colectivos en los que intervenimos? g) Los grupos no son islas. Nocién de atravesamiento institucional y de organizadores socio-culturales del grupo. Como sostienen Blanco et. al. (2005), “Ia realidad de un grupo se inserta necesariamente dentro de un contexto social mds amplio, del que forma parte” (pag. 30). Es decir, que dentro de los factores que producen acontecimientos grupales debemos reservar un lugar de importancia a elementos que hacen a la estructura social (econémicos, sociales, politicos) y la cultura (imaginario social, creencias, tradiciones), enmarcados en el momento socio-histérico de que se trate. h) Si bien los grupos humanos pueden operar sin el concurso de un agente externo, para optimizar su funcionamiento la figura del coordinador produce anélisis del proceso grupal, es decir de los discursos y practicas resultantes de la interaccién grupal destinada al logro de los objetivos que se han propuesto los miembros. Definimos las practicas de los agentes desde el estructural-constructivismo de Pierre Bourdieu, es decir, como una accién entendida en el encuentro entre la posicién objetiva que éste ocupa en el espacio social (de acuerdo a los capitales econémicos, simbélicos, culturales y sociales"! que posee) y la toma de posicion, es decir los habitus como “subjetividad socializada”: “disposicién a” (pensar, sentir, evaluar, actuar) que es simultaneamente producto de la instituci6n de lo social en los cuerpos y productor de practicas y representaciones sociales. 1°Una ampliacién de este punto puede consultarse en el Capitulo IV. UMientras los capitales econémicos estan especialmente referidos a bienes materiales, los restantes se aplican a recursos intangibles de diversa naturaleza: los culturales estan ligados especialmente a los conocimientos incorporados en Jos agentes, el social al circulo de relaciones estables que posee el agente y cuya movilizacin le permitira lograr un rendimiento diferencial de algunas de fas otras especies de capital. Finalmente el capital simbélico seria “Una especie de capital que juega como sobreaviadido prestigio, legitimidad, autoridad, reconacimionto, alos otros capitales..” (Crutiérrez, 1997" 35). 27 i) De esta manera se esté pensando lo grupal como una forma de organizacién colectiva que atraviesa distintas experiencias microsociales en orden a la satisfacci6n de necesidades diversas -“de redistribucién, de reconocimiento” (Fraser, 1997)- configurando distintas sociabilidades, marco en el cual se producen en forma cotidiana conflictos y tensiones, pero también negociaciones y acuerdos. Por ultimo quisiera dejar formulada una pregunta y algunas lineas propositivas para su respuesta: de qué manera contribuyen los grupos en la reproduccién/transformacién del orden social? Se me ocurre que bien vale la pena que los que trabajamos con grupos abramos nuestro pensamiento a perspectivas analiticas desarrolladas en otros campos disciplinarios que pueden ser ubicados en forma genérica dentro de la Teoria social, para recuperar conceptos que nos permitan pensar lo que hoy sucede en el trabajo grupal, a partir de los atravesamientos socio-politicos que resefiamos al comienzo. Asi, por ejemplo, el concepto de capital social entendido como “conjunto de recursos actuales o potenciales que estén ligados a la posesién de una red duradera de relaciones mds o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento; o en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no sdlo estan dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos), sino que también estén unidos por lazos permanentes y utiles” (Bourdieu en Gutiérrez, 2005: 61). Este concepto viene a dar nombre a practicas que los sujetos en situacién de pobreza desarrollan en su vida cotidiana y que les permiten tramitar sus limitaciones materiales y simbélicas a partir de contar como recursos las relaciones de ayuda mutua que pueden movilizar, ya sea con otros en su misma situacién o de otras clases sociales. Ahora bien, la capacidad de encontrarse con otros y generar lazos solidarios es un recurso que puede activarse a los fines de dar soluciones autogestivas a diversas necesidades comunitarias que van desde la falta de alimentos, de vestimenta, de educacién, de salud. Soluciones que pueden articular a estos actores sociales con diversos grupos y organizaciones que conforman el entramado social y, como medida que prevenga la ya consolidada retirada del 28 Estado de sus funciones, posicionar sus demandas en el espacio publico. Esto quiere decir que el desarrollo de la grupalidad en colectivos en situaci6én de pobreza, puede considerarse una estrategia de reposicionamiento efectivo en el espacio social. Por lo tanto, se hace necesario dimensionar en nuestras practicas los procesos de asociatividad colectiva -en tanto anudan autogestion y solidaridad- como potenciales estrategias emancipadoras de los sujetos. Algunos “tipos” de grupos A continuaci6n se ofrece a manera de orientacién una diferenciaci6n basica entre las diferentes formas como pueden presentarse los grupos. La misma se constituye en una modelizaci6n didactica que sirve a los fines de trazar a grandes rasgos algunas diferencias, pero que no excluye el reconocer que en la practica estos limites pueden ser difusos. Cuando el grupo depende o esta inserto en determinada organizacién social, hablaremos de grupos con un encuadre institucional, debido justamente a que esta pertenencia le otorga mayor nivel de formalizacisbn y el necesario apego a una normatividad (encuadre) preexistente al propio grupo (Maisonneuve, 1998). El prototipo en este caso suele ser el grupo que conforma un equipo de trabajo. Mientras que la denominacién “grupos espontaneos”, se reservaré para aquellos que no dependen de una organizacién determinada, y por ello presentan escaso o nulo nivel de formalizacién. El ejemplo clasico en este ultimo caso suele ser el grupo de amigos. Esto no implica, evidentemente, que este segundo tipo no se encuentre atravesado por cuestiones institucionales y que, incluso, se de su propias reglas para funcionar en tanto tal. En sintesis podria decirse que en los “grupos encuadrados institucionalmente, (las) metas y tareas tienen mds importancia estructurante que en grupos espontdneos construidos a partir de afinidades” (Catedra de Psicologia Social II, 2004: 3). 29 También puede diferenciarse entre grupos “naturales” y grupos de laboratorio, en la medida en que en el marco de una investigacion se pueden generar de manera artificial grupos de personas a los fines de realizar determinado estudio. El establecer una diferencia entre uno y otro tipo de grupo adquiere en este caso una importancia central, en tanto se orienta a impedir que, a partir de lo concluido en el examen de un grupo experimental, se infieran “propiedades generalizables a “los grupos”, sin mis, como si ello no requiriera poner en claro las mediaciones que permiten pasar del cobayo al espécimen silvestre” (Catedra de Psicologia Social II, op. cit.: 3). De acuerdo a los propésitos que el grupo permitiria realizar, podemos encontrar: -De aprendizaje (un ejemplo evidente: el grupo clase) -De autoayuda (por ejemplo: Alcohdlicos anénimos) -Terapéutico -De reflexion (por ejemplo: sobre lecturas biblicas, o sobre una practica profesional, los Ilamados “Grupos Balint”}2) -De gestion colectiva de necesidades (por ejemplo: microemprendimientos, copa de leche, comedor, huertas comunitarias, roperos, para lograr pavimentaci6n de calles, agua potable, etc.) -De investigacion (por ejemplo: grupos de discusién/ grupos focales/ grupos experimentales) -De trabajo (por ejemplo: el grupo de operarios que constituyen una seccion de una fabrica) Obsérvese que algunos de estos propésitos estan vinculados de manera directa a las distintas Areas de intervencién grupal. Evidentemente los grupos terapéuticos con la clinica grupal, los de aprendizaje con el campo de aplicacion educacional, los que posibilitan gestionar colectivamente necesidades, con lo socio-comunitario. .. 2 Son aquellos que originalmente estuvieron centrados en “utilizar el dmbito de reflexién grupal como instrumento de investigacion, ensefianza y aprendizaje de Ia relacién médico-paciente” (Edelman y Kordon, 2005: 28), para luego incorporar en Ia reflexion otros actores que hacen a la situacién de salud/enfermedad. 30 Bibliografia del Capitulo I Ayestaran, S. (1996): El grupo como construccién social. Barcelona: Plural. Barreiro, T. (2005): Cap. 1. “Cultura, grupo y persona”. En Trabajos en grupo. Buenos Aires: Novedades educativas. Baz, M. (2007): “Dimensiones de la grupalidad. Convergencias teéricas” En Anuario de Investigacién 2006. UNAM-X. México. Pp. 684-699. Berger, P. y Luckman, T. (1994): La construccién social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu. Blanco, A., Caballero, A. y De la Corte, L. (2005): Psicologia de los grupos. Espafia: Pearson -Prentice Hall. Bonvillani, A. (2003): “Importancia del proceso de socializaci6n para la Psicologia Social: antecedentes, supuestos y categorias centrales”, en “Notas de Psicologia Social” (Versi6n revisada y aumentada) Facultad de Psicologia, Universidad Nacional de Cérdoba. Cérdoba: Editorial de la Universidad Nacional de Cordoba. Bonvillani, A. (2009): “De la esencia a los anclajes: una revision del concepto de identidad”. En Ana Correa (Comp.) La fase borrosa de las representaciones sociales. Lecturas del campo representacional en torno al trabajo en Ia Villa. Cérdoba: Editorial de la Universidad Nacional de Cordoba. Bonvillani, A. (2010): “Jévenes cordobeses: una cartografia de su emocionalidad politica”. Némadas N° 32 Monografico Trazos jévenes de otra figura de la politica. Instituto de Estudios 31 sociales contemporaneos (IESCO), Universidad Central, Bogota. Bonvillani, A. (inédito): Tesis doctoral “Subjetividad politica juvenil. Estudio comparativo en jévenes cordobeses de procedencias sociales contrastantes”. Direccién: Alicia Gutiérrez. Carrera de Psicologia, Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cérdoba. Catedra de Psicologia Social II (2004): Guia de estudio. Teorias de los grupos. Facultad de Ciencias Sociales, Licenciatura de Trabajo Social. Universidad de la Republica (Uruguay). De Brasi, J. C. (2001): “La recuperacién de la grupalidad. Notas minimas para una arqueologia grupal”. Revista Campo grupal. Afio 4, N° 29, Buenos Aires. Domenech, M. (2004): “Grupos, movimientos colectivos e instituciones sociales”. En Ibafiez Gracia, T. (Coord.) Introduccién a la Psicologia social. Barcelona: Editorial UOC. Edelman, L. y Kordon, D. (2005): “A manera de introduccién a la teoria y practica de los grupos”. Dossier Grupos. Revista Vertex. Pp. 25-28. Fernandez, A. (2001): El campo grupal. Notas para una genealogia. Buenos Aires: Nueva Visién. Fraser, N. (1997): Justitia interrupta. Reflexiones criticas desde la posicion postsocialista. Bogota: Siglo del Hombre editores. Gonzalez P. (Coordinadora) (1999): Psicologia de los grupos. Teoria y aplicacién. Espafia: Sintesis. Gutiérrez, A. (1997): Pierre Bourdieu: las pricticas sociales. Direccién General de Publicaciones, UNC. Gutiérrez, A. (2005): Pobre’, como siempre...Estrategias de reproduccién social de la pobreza. Argentina: Ferreira Editor. Maffesoli, M. (2005): La transfiguracion de lo politico. La tribalizacion del mundo postmoderno. México: Herder. Maisonneuve, J. (1998): Cap. I “Corrientes de investigacion y nociones basicas” En La dindmica de los grupos. Buenos Aires: Nueva Visi6n. Montero, M. (1999): “Globalidad, identidades y nacionalismos”. En Mota Botello, G. (Comp.) Psicologia politica del nuevo siglo. Una ventana a la ciudadania. México: Sociedad Mexicana de Psicologia Social. Morales, F. (1996): “Innovacién y tradicién en el estudio de los grupos”. En Sabino Ayestarén (Editor) El grupo como construccién social. Barcelona: Plural. Quiroga, A. (1991): Matrices de aprendizaje. Buenos Aires: Ediciones Cinco. Souto de Asch, M. (1993): Hacia una didactica de lo grupal. Buenos Aires: Mifio y Davila. Tajfel, H. y Turner, J.C. (1979): An Integrative Theory of intergroup behavior. Chicago: The University of Chicago Press. Turner, J.C. et. al. (1990): Redescubrir el grupo social. Madrid: Morata. 33 Capitulo II Lo grupal, los grupos... los momentos en su estudio y teorizacién En este capitulo se presenta un breve recorrido en los estudios que dentro de la disciplina psicolégica se han ocupado de los grupos. Si bien es cierto que esta trayectoria podria levarnos a los origenes de las Ciencias humanas y sociales -en la medida en que se trata de fenémenos que estan en la base de los estudios sobre el hombre y sus modos de relacién-, en este caso me centraré en la descripcién de algunos hitos en la investigacion grupal, cuando ésta se constituye como campo cientifico diferenciado. El propésito de este apartado no es hacer una exhaustiva revisién histérica, sino presentar algunos posicionamientos teéricos centrales que nos permitan introducir criterios de diferenciacién conceptual en lo referido a los fenémenos grupales, asi como algunos elementos de lectura que posibilitan visualizar las demandas sociales a las que éstos estudios respondieron y, en todo caso, calibrar los compromisos politicos-ideologicos que quedan invisibles en las formulaciones tedricas, a pesar de ser operativos en las practicas grupales actuales". 28Geguiremos especialmente la ya clisica perspectiva critica de Fernandez (2001). 35 1) Los pioneros Los primeros estudios que tomaron al grupo como objeto auténomo fueron los que se desarrollaron en las décadas de 1920 y 1930. En esta época destacan estudios pioneros que marcaron gran parte de los desarrollos posteriores sobre grupos. Siguiendo a Domenech (2004), detallaremos los aportes de: -Jacob Levi Moreno (1889-1974), creador de la sociometria!4 como método para medir la atraccién y el rechazo entre los miembros del grupo. A partir de las respuestas que los miembros del grupo dan en relacién a su adhesion o no a determinados compafieros para hacer una tarea propuesta, se elabora un mapa del estado de las relaciones socioafectivas del grupo, un “sociograma”. Esta técnica permitia conocer fenémenos grupales tales como la posicién dentro de Ja estructura interna de roles, los patrones de amistad o formacién de subgrupos, subrayando la importancia de la dimensi6n informal interna del grupo. -Elton Mayo (1880-1949), quien buscando los efectos de factores ambientales o biolégicos en el rendimiento de los trabajadores, puso en evidencia cémo algunos componentes psicolégicos que se juegan en la relacién entre los miembros de un grupo son decisivos a la hora de determinar la productividad grupal. Concretamente sus estudios en la planta Hawthorn de la empresa Western Electric cercana a Chicago, mostraron que las condiciones materiales del entorno donde un grupo trabaja son importantes para explicar su incidencia en la productividad, en la medida en que estén moduladas por los sentimientos de pertenencia que desarrollan los empleados acerca de ellas, es decir que “su mejor rendimiento depende més de Ia interrelacién afectiva entre ellos que de las mejoras en sus condiciones de trabajo” (Fernandez, op. cit.:62). Aparece por primera vez la idea de una “moral de grupo” que depende de los intercambios afectivos de caracter informal entre los miembros y “Se detallan aqui los aportes centrales de cada autor, con lo cual se estén dejando de lado otros no menos relevantes pero que escapan al alcance de este capitulo. Asi, por ejemplo, en el caso de Moreno podemos mencionar el teatro de la espontaneidad, el psicodrama, entre otros. Una importante fuente para quien quiera profundizar en la tematica lo constituye el trabajo de Anzieu y Martin (1990). 36 con la autoridad (el jefe de seccién de la fabrica) y que va pensandose como un plus grupal: hay algo que se produce cuando se trabaja en grupo que excede la mera suma de las individualidades y que parece tener efectos positivos en orden a la mayor productividad. | -Kurt Lewin (1890-1947), es quizd el autor que mas reconocimiento en el campo de estudios sobre grupos ha tenido, debido a la importancia pionera de sus aportes, que incluyen la creacién del primer centro especializado en la indagacién de los fenémenos grupales. Un concepto fundamental de su teoria es el de “espacio vital’, que define como un campo de fuerzas en el que los individuos se mueven en cada momento. Dicho espacio vital resulta de la relacion entre dos factores: la persona y su ambiente psicolégico y, en consecuencia, Lewin piensa el comportamiento humano en términos de una ecuaci6n entre el individuo y el medio ambiente. El espacio vital esta dividido en “regiones”, cada una de las cuales ejerce un atractivo o repulsion sobre la persona, lo cual explica la “Jocomocién” de una regién a otra, haciendo que el espacio vital sea concebido como un campo de fuerzas dinamico, es decir, en continuo proceso de cambio. Los individuos, entonces, nos movemos de una region a otra del espacio vital buscando reducir la tensién que nos produce el desequilibrio en el sistema de valencias de las regiones que lo componen. Lewin extrapolé su modelo de explicacién de la conducta individual para el andlisis de los grupos: los cuales se consideraron desde esta perspectiva como regiones del espacio vital de los individuos. Ademas, los propios grupos se pensaron como campos de fuerzas, siendo la conducta grupal resultado del sistema de tensién entre sus miembros en una situacién determinada. Para Lewin la esencia de un grupo no debe buiscarse en sus partes componentes, sino en la relaci6n de mutua dependencia que entre ellos se establece: “A la psicologia le costé mlucho tiempo descubrir que un todo dindmico posee propiedades diferentes de las propiedades de sus partes o de la suma de sus partes. (...) El todo no mas" que la suma de sus partes, sino que tienen diferentes propiedades. Ell enunciado debiera ser: 'El todo es diferente de la suma de sus partes'” (Lewin, 1939:133). 37 Las investigaciones de Lewin tendieron a explicar de qué manera un grupo logra cohesionarse y permanecer como totalidad dindmica, es decir en continuo movimiento de las fuerzas que lo componen. Sus estudios experimentales popularizaron el enfoque de laboratorio para el estudio de los grupos y el entrenamiento de sus miembros. Los hallazgos producidos en estos experimentos luego se transfirieron para explicar la dinamica de grupos en la vida cotidiana (escuelas, talleres, comunidades). En 1943 trabajé para el gobierno de los Estados Unidos en la modificacién de conductas alimenticias en amas de casa‘5, oportunidad en la que “descubre que tomar una decisién en grupo compromete mds a la accién que una decision individual; que es més facil cambiar las ideas y las normas de un grupo pequerio que las de los individuos aislados (costumbres alimenticias, rendimiento en el trabajo, alcoholismo, etc.) y que la conformidad con el grupo es un elemento fundamental frente a la resistencia interna para el cambio” (Fernandez, op. cit.: 65). El acento que Lewin pone en entender al grupo como un sistema de interdependencia entre sus miembros, supone avanzar sobre caracterizaciones individualistas de los grupos’, aunque no explica los fundamentos que sostienen los vinculos de mutua dependencia. Por otra parte, Lewin pensé a los grupos como estructuras espaciales en las cuales los elementos del aqui y ahora son Jos que influyen en la produccién del comportamiento grupal. Critica a. lo 15En respuesta al requerimiento de consumir productos alternativos a la caine vacuna debido al desabastecimiento producido por el consumo en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de sus célebres experimen tos estuvo referido a los tipos de liderazgo: "El estudio mis famoso de grupos inspiriado por Lewin fue Ia investigacién sobre climas sociales de grupo llevada a cabo en 1938 1939 en Id ciudad de Iowa por R. Lippitt y R. White. Dispusieron varios _rines le niftos jugando bajo diferentes estilos de liderazgo adulio. El primer bloque de estudtios comparaba los resultados entre los esquemas autocratico y democritico de liderazgo. in segundo bloque incluia estos dos estilos mas el de "laissez-faire", un tipo de ee no directivo comparado con el estilo centrado en el lider (autocratico) y con el centi en el grupo (democritico)" (Schellenberg, 1978:88). Este trabajo estaba claramemte orientado a demostrar “empiricamente” las ventajas de la democracia sobre la autocracia, mostrando la preocupacién que tenian los defensores de la primera frente a la produccion de conductas masivas como el nazismo. 1Me refiero, por nombrar a la figura més representativa, la tradicion individualista de Allport (1897-1967) que supone que los individuos son la unidad de excelencia en las Ciencias Sociales: cualquier fendmeno social. - incluido por supuesto el grupal-, por m4s complejo que fuera, debe y puede ser explicado en términos individuales. Para ampliar esta discusion, puede consultarse Farr (2005). 38 que Martin Bar6é (1999) engloba en el concepto de “ahistoricismo”: “Ut presente sin pasado, un aqui sin un alli, terminan por convertirse en una naturalizacion positivista de lo dado que cierra las posibilidades para comprender el carcter ideoldgico de las realidades grupales” (pag. 12). Esta reducci6n hizo que Lewin perdiera de vista la dimension socio-histérica que atraviesa las teorizaciones sobre los grupos, y de ahi, quiz4, no pudo ver el impacto que tuvo en la propia, la urgente demanda del sistema capitalista (estadounidense) en términos de productividad y control social de los conflictos raciales. En sintesis, durante las décadas del 20’, 30' y 40' se fue consolidando una tradicion teérica y metodolégica que asimilaba lo grupal al grupo, es decir que los estudios que se producian estaban centrados en el propio grupo, en lo que pasaba en su interior, en la diinamica de relacién entre sus miembros. En estrecha relacion con esto, podria pensarse cierta negacion de los tedricos mas relevantes del momento a introducir en sus andlisis la importancia de los contextos socio-politicos en los que los grupos por ellos estudiados estaban operando. Mas aun, la pregunta central en este momento podria enunciarse asi: ;Qué es lo que hace mejorar el rendimiento de un individuo en grupo? A través de las experiencias de Mayo y Lewin, se hab{a descubierto que cuando las personas se juntaban para realizar algo los resultados eran mejores que cuando lo hacian solas o por separado. De ahi que el grupo fuera pensado esencialmente como un instrumento para lograr mayor eficiencia en la resolucién de una tarea, en la toma de una decisi6n, 0 en la posibilidad de cambiar habitos de vida de acuerdo a los requerimientos de cierto orden social que se fue afianzando a lo largo de estas décadas. Asi se explica de qué modo las producciones te6ricas mas relevantes respondieron al encargo de los centros de poder a los fines de garantizar la estabilidad del sistema econémico y socio-cultural que suponia el capitalismo: reordenamiento del consumo a gran escala, reivindicacién de los ideales democraticos -en la version de la democracia liberal norteamericana- como reaccién al avance del comunismo post Segunda Guerra mundial. En consecuencia, no llama la atencién que el contexto de produccién de los estudios fundacionales sobre el grupo, deba anclarse en los requerimientos de la practica empresarial en los afios 20’ o en las urgencias de gobierno de los Estados Unidos en funcén a las problematicas derivadas de su participacién en la Segunda Guerra Mundial, evidenciando que la toma de posicién teézica implica, aunque quiera negarse, “el entrecruzamiento de los espacios cientificos, ético y politico” (Fernandez, op. cit.: 77 ). II) Estudiando el “Adentro Grupal” En un segundo momento, que transcurre aproximadamente entre las décadas del 50' y el 70', la mirada continua centrada en el "adentro grupal", pero buscando su especificidad. Las preguntas centrales de este momento son: {Qué es lo esencial al grupo? Como esta formada su estructura? Asi, los distintos autores delimitaron aquellos componen tes que permiten definir un grupo, a los que llamaron “supuestos basicos” (Bion), "organizadores internos" (Pich6n Riviére). En esta etapa, muy influenciada por el Psicoandlisis, se presta especial atencion a la dimension emocional en los grupos, y, especificamenite, al aspecto fantaseado inconciente en las relaciones que se producen en su interior. En este marco incluimos los aportes de Wilfred Bion (1897+ 1979), quien realiza sus primeras experiencias con grupos a partir de su trabajo como psiquiatra en un hospital durante la Segunda Guerra Mundial. Ante la imposibilidad de llevar adelante una psicoterapia de tipo individual -debido a la cantidad de enfermos-, implementa una serie de trabajos en grupo, tendientes a mejorar la organizacién de la vida cotidiana hospitalaria. Este es el contexto de producci6n del concepto de “espiritu de cuerpo”, con el que da cuenta de los sentimientos que experimentan los soldados alli internados en relaci6n a la situaci6n que comparten con los demas, el cual vincula con las posibilidades de curacién de los pacientes. Mas tarde (1948), Bion se encarga de la recuperacién de veteranos de guerra, implementando los primeros rudimentos de una psicoterapia de grupo. A partir de estas experiencias determina que los comportamientos del grupo se dan en dos niveles: | 40 -tarea comin, corresponde a un nivel racional, conciente, destinado a producir operaciones tendientes a lograr un objetivo comun. Es el llamado por Bion “grupo de trabajo”. -emociones comunes, que responden a procesos ps{iquicos primarios, de car4cter inconciente. En este nivel se localizan los Iamados “supuestos basicos”, que remiten a fantasias grupales inconcientes de tres tipos: a) De dependencia. Se trata de la fantasia segun la cual el grupo esta reunido para que alguien le de la satisfaccién de todas sus necesidades y deseos. b) De ataque y fuga. Supone la conviccién grupal de que existe un enemigo, al que hay que atacarlo y huir. c) De apareamiento. Implica la esperanza de que algo bueno sucedera en el futuro, que “algo positivo nacera”. EI grupo de trabajo es con frecuencia interferido por alguna de estas configuraciones de fantasias, generando una modalidad especifica de funcionamiento grupal. Siguiendo a Fernandez (op. cit.), el aporte de las teorizaciones de Bion se centra en la posibilidad de establecer “un sistema de legalidades implicito en el desorden de los hechos empiricos grupales” (pag. 106), a través de su original idea de esquemas subyacentes de caracter emocional inconciente, que organizan los comportamientos de los grupos. En relacion a las criticas que se le pueden formular, como en el caso de los anteriores autores examinados, el centramiento en el adentro grupal como unico elemento de lectura de su acontecer, impide la consideracién de otros aspectos importantes. En este caso la inscripcin institucional de las experiencias a partir de las cuales Bion produce teorfa sobre los grupos (ejército inglés en la Segunda Guerra Mundial), nos obligan a introducir preguntas acerca de la validez de generalizacién de sus hallazgos, es decir: podemos explicar la logica de otros grupos que no estén dentro de Ja matriz socio-organizativa de una institucin de las caracteristicas extremadamente verticalistas del ejército? Estas marcas operan sus efectos en la forma con que Bion denominé los supuestos basicos -préstese atenci6n a los recursos 41 discursivos militares e incluso belicistas a los que apela, de hecho él mismo era militar ademas de psiquiatra- y que quizé subyace en esta tipologia que reduce la variedad de emociones que pueden presentarse en un grupo, pudiendo ser éstas positivas y no sdlo negativas, como el autor lo plantea. En mi experiencia con grupos diversos en especial en contextos socio-comunitarios altamente vulnerabilizados en sus condiciones de vida, muchas veces aparecen constelaciones emocionales cercanas al supuesto basico de dependencia, en el sentido de esperar que alguien externo (el intendente, el puntero politico, el cura, el médico) de la solucién magica a todos los problemas, o creer que si ganan las elecciones personas de otro signo politico las situaciones de vida cambiaran para mejor. Pero también en mi experiencia, estos sentimientos que Ilegan a ser compartidos por todos los miembros del grupo y muchas veces obstaculizan su tarea, no siempre remiten a un registro inconciente: sus raices se hunden en la trayectoria de vida de los agentes y no obedecen necesariamente a un pasado arcaico “irrepresentable”, sino a relaciones pasadas y actuales con personas e instituciones “de carne y hueso”. Estos sentimientos se van matrizando en experiencias inscriptas en las trayectorias de reproduccién social de grupos pobres en su interaccién (entendida estructuralmente como un vinculo de dominacién, es decir una relacién de poder asimétrica) con diversos actores como el Estado, iglesias, organizaciones del tercer sector y otros grupos sociales poderosos. Estas instancias socializadoras que reconocen como telén de fondo el asistencialismo y el clientelismo, operan constituyendo lo que en otro trabajo”” he caracterizado “identidad de recepcién’”'®: se trata En Bonvillani (Inédito). 18Esta idea de la recepcion para caracterizar formas de identificacion en la pobreza se encuentra presente en autores de diversas perspectivas. Asi, encontramos el concepto de “subjetividad subsidiada” (Cardarelli y Rosenfeld, 2000) y la “asistencializacion” como una de las operaciones ideoldgicas desde las ciales se construye la identidad villera para Branner (1978). También Bourdieu aborda la cuestiOn: “La imposibilidad del desposeido del poder de dar sentido a su vida en el doble sentido de expresar la significacién y la direccion de su existencia es (..) el destino de todos los dominados, obligados a éaperarlo todo de los dermds, poseedores del poder sobre el juego y sobre ln expectation objetiva y subjetion de ganancias que puede ofrecer, y por Io tanto, dueitos de jugar con la angiistia que nace inevitablemente de la tension entre la intensidad de Ia espera y la improbabilidad de la a2 de una forma de nombrar una disposicién subjetiva particular en el sentido de un conjunto de esquemas que sirven para percibir y dar sentido a la realidad, produciendo representaciones sociales y modelando practicas. El ntcleo de esta toma de posicién seria el tadicar la autoimagen en el recibir, con la concomitante auto- percepcién deficitaria para enfrentar las situaciones desde los recursos personales. De alli que estos sentimientos pueden estar presentes, pero no necesariamente se remiten a niveles profundos de fantasia inconciente. En la teoria de Enrique Pichén Riviére (1907-1977), encontramos esta preocupacién por las formas de estructuracién interna de los grupos a través de la integracién de aportes conceptuales diversos: -de Lewin, la lectura dinamica de los grupos, en especial el concepto de “resistencia al cambio”, -de George Mead (el padre del Interaccionismo Simbélico), toma el modelo de la internalizacion de roles como constitutivo del yo, a partir del cual piensa el mundo interno como crénica fantaseada y al grupo como escenario de esa crénica. -del modelo Psicodramatico de Moreno, el concepto de rol. Pero tal vez la originalidad de su pensamiento reside en haber incursionado en un campo de articulacion siempre atractivo para las Ciencias Sociales, como es el que se produce al poner en didlogo al Marxismo y al Psicoanilisis. En la obra pichoniana, el Materialismo hist6rico aparece transversal en la formulacién del “hombre en situaci6n”, es decir determinado por las condiciones socio-histéricas en las que vive. Linea de sentido que se expresa en la importancia central que tiene para su esquema de comprensién de los grupos, el concepto de tarea y operatividad como transformacion material y simbdlica de la propia vida. Mientras que la vertiente que corresponde al Psicoandlisis de corte kleiniano, permite el ingreso a su teorfa de la comprensién profunda del psiquismo, es decir de la dimension afectiva e irracional en los grupos por medio de los conceptos de ansiedades basicas y mutua representacién interna, que veremos a continuaci6n. sutisfccién..La apuesta de ese juego es el probleme de la razon de sr, a justifcacién de 1a existencia humana...en su singular particularidad.” (Bourdieu, 1999: 333: 4B La produccién de Pichén Riviere referida a los grupos puede ordenarse a partir de la pregunta: ;Qué hace que un grupo sea grupo?, es decir busca precisar las determinaciones especificas del grupo: la esencia de lo grupal que permite definirlo, sus invariantes estructurales. En la indagacién y trabajo con grupos él constata en forma reiterada y sistematica un conjunto de fenémenos que, a partir de esta insistencia, considera universales (Pichén Riviére, 1985). Las aportaciones del autor incluyen la creaci6n de un dispositivo técnico al que llama grupo operativo: se caracteriza por estar centrado en una tarea. Esta tarea puede ser: aprendizaje, diagnéstico institucional, autogestién de recursos en relacién a distintas necesidades, etc. “Operativo” es el calificativo que sefiala la identidad de este dispositivo grupal: su especificidad esta definida en relacién a un hacer, es decir su capacidad para operar y producir transformaciones (del mundo y de si mismo en un interjuego dialéctico). gEn qué consiste genéricamente la tarea? En “aprende a pensar”. El énfasis que Pichén Riviére pone en el aprendizaje, tiene que ver con su concepcién de salud como adaptacién activa a la realidad, en oposicién a la enfermedad como una perturbacién producida por la estereotipia de los instrumentos del yo en su relacién con Ja realidad. Se ha dicho que la tarea es el elemento fundante del grupo operativo. Ahora bien, ;qué fenémeno universal la posibilita? La interaccién que genera una trama vincular que es el sostén del grupo. El vinculo para esta teoria es una interaccion significativa porque permite el reconocimiento de si y del otro en la comunicacién, es mutuamente modificante y por lo tanto produce aprendizaje. gCuél es el fundamento del vinculo? La necesidad, porque nos acercamos al otro con expectativas de que a través del vinculo que construyamos con él, podremos satisfacer la percepcién de una carencia que es la necesidad. Entonces la formulacién de una necesidad y los vinculos que el sujeto despliega en el escenario interaccional, son los cimientos del grupo. De este modo, la tarea es el conjunto de acciones que el grupo se propone para satisfacer las necesidades. Pichon Riviere advierte que bajo esta tarea explicita -operaciones que el grupo se propone 44 en tanto eje de su constitucién como tal, por aquello que lo ha convocado- subyace otra implicita referida a la elaboracion de las ansiedades que la tarea explicita suscita en el grupo. Inspirado en el concepto de ansiedad depresiva y paranoide de Klein, distingue dos ansiedades basicas: “miedo a la pérdida” y “miedo al ataque”. El supuesto que sostiene esta formulaci6n, es que toda situacion nueva dispara potencialmente un desequilibrio en el sujeto, produciendo tensi6n: tanto como miedo a la pérdida de aquello que se posee en el mundo interno como a ser atacado su narcisismo por aquello desconocido. Ambas ansiedades en conjunto constituyen la situacién basica que debe superar el grupo operativo: resistencia al cambio, en una recuperacién y reelaboracién que hace del concepto de Lewin. A este nivel Pichon Riviére ubica distintos emergentes universales, como la fantasia de enfermarse, de tratamiento y de curacién y sentimientos de inseguridad e incertidumbre que pueden tener una manifestaci6n fenoménica en el grupo, a través del enfrentamiento entre subgrupos con ideologias contradictorias. A partir del desarrollo de la tarea, el grupo ira produciendo una red de vinculos que constituyen lo que Pichén Riviére denominé Mutua representaci6n interna. Esta instancia surge como consecuencia de la interaccién, pero a su vez incide dialécticamente en ella: en este escenario interaccional que es el grupo, se desarrolla un proceso de entrecruzamiento de proyecciones entre los integrantes que marca un salto cualitativo para el grupo, significa pasar del agrupamiento (simplemente: personas ligadas entre si por constantes de espacio y de tiempo) a ser un grupo. Es decir, cada miembro ha internalizado la estructura vincular del grupo: lo que el grupo representa para él y lo que él representa para el grupo. Hay indicios que pueden mostrarnos la instalaci6n de la Mutua representacién interna, por ejemplo: el uso del “nosotros” para nombrarse como colectivo, la posibilidad de decodificar una ironia (‘cargada” o “chiste”) como un acto de humor y no de agresion. La Mutua representacién interna tiene un efecto practico en el grupo: si yo conozco mejor al que trabaja conmigo, es decir, si “lo tengo internalizado”, trabajo mejor, porque puedo anticipar las respuestas del otro y ajustarlas complementariamente a las propias. Su expresién conductual es la adjudicacién y asuncién de roles: el 45 interjuego que se produce en el grupo entre esperar del otro determinada conducta (adjudicarla) y que el otro la asuma 0 no. Asi quedan definidos los organizadores internos del grupo: -Constelacién necesidad -objetivo-tarea; -Mutua representacién interna y -Asunci6n y adjudicacién de roles. Siguiendo el ejercicio que hemos venido haciendo con las proposiciones teéricas sobre los grupos, cabe entonces interrogar las condiciones de produccién socio-histérica del abordaje conceptual y técnico grupal de Pichon Riviére. Las ideas de esta autor se forjaron al calor de las profundas transformaciones que caracterizan las décadas de 1960-1970, transformaciones que cuestionaron tanto la esfera de la privado -el estilo de vida de la clésica familia burguesa, por ejemplo- como la de lo ptiblico -las formas de hacer politica, las estructuras de poder al interior de las universidades, etc.- Este momento historico se caracteriz6 por una fuerte movilizaci6n de la sociedad civil, sustentado en la confianza depositada en la fuerza de los grupos para lograr objetivos de cambio social. De ahi el centramiento de los grupos en los actividaes concretas destinadas a lograr mejores condiciones de vida. Por otro lado, estos eran grupos autogestionados, es decir que tenian la posibilidad de fijar sus propios objetivos y darse para si las tareas correspondientes. El condicionamiento de la institucién, si bien reconocido, no era demasiado tenido en cuenta. Luego del trabajo pionero de Pichén Riviére en nuestro pais, en el marco de su implantaci6n posterior a lo largo de las décadas del 70’y 80’, la técnica de "grupo operativo" qued6 adherida al grupo de formacion en el que los operadores psicosociales se matrizan como tales el interior de las escuelas privadas de Psicologia Social, es decir, grupos de pocos miembros que persisten a lo largo de un tiempo dilatado y que pueden desarrollar proceso grupal tendiente al afianzamiento de roles y formas de trabajo particulares, articulandose con la figura de un coordinador con el cual se desarrollan procesos transferenciales muchas veces intensos. Las condiciones actuales en las que se desenvuelve la practica con 46 grupos distan bastante de estas caracteristicas: inestabilidad, precariedad laboral, incertidumbre son marcas de época que atraviesan las experiencias subjetivas y grupales. En un balance de lo producido teéricamente hasta aqui, podemos observar en sintesis, que los fendmenos grupales se explicaban sélo teniendo en cuenta lo que sucedia en su interior: la estructura de roles, los procesos de cohesién grupal, el papel de las fantasias inconcientes. En fin, el grupo era pensado como un objeto cerrado, delimitado y qué podia explicarse en s{ mismo: “grupo centrado en el grupo, como un todo autorregulado y auténomo, plegado en si mismo, el ‘grupo-isla’ ” (Fernandez, op. cit.: 77). III) Los grupos / Lo grupal En la década de los 80' se comienzan a cuestionar estas ideas, basicamente en dos sentidos: a) las posibilidades de ver y estudiar al grupo como un objeto con limites precisos, cuya explicacién (esencialista) se agota en si mismo, lo que Fernandez (2001) ubica dentro de la critica a las “Idgicas de objeto discreto”. b) la idea de que en el mismo momento en que se junten personas ya tenemos grupo. Esto configura el momento actual de estudios sobre los grupos, que como sostiene (Fernandez, op. cit.) se asocia a los nuevos paradigmas de la ciencia atin en proceso de formulacién, los cuales convocan diversas perspectivas tericas, que podemos ubicar en el debate estructuralismo-postestructuralismo, por marcar sélo un eje de discusién. Hay que decir, siguiendo a la autora argentina, que los trabajos del grupo liderado por Didier Anzieu (1923-1999) en Francia y que cuenta entre sus miembros més representativos a René Kaés, constituyen una especie de bisagra entre el momento que describimos anteriormente y el actual, en la produccién teérica en torno a los grupos. 47 Como muestra de esto, Kaés conceptualiza el “aparato psiquico grupal” como “una imagen cuyos referentes son a la vez endopsiquicos y externos, es decir correspondientes a la realidad material y social” (Fernandez, op. cit.: 131), lo cual implica reconocer la incumbencia de factores en apariencia “externos” en la constitucién de los grupos. Esto abre el juego a pensar que existen otras dimensiones que pueden organizar a los grupos, ademas de las meramente “internas” al mismo, sean éstas de cardcter conciente 0 inconciente. Los grupos no son islas. Funcionan dentro de una instituci6n u organizacién. Pensemos en el grupo de padres de la escuela, en el grupo de operarios de una fabrica, en el grupo-clase que integramos en el espacio universitario: jen cudntas situaciones podemos verificar estas vinculaciones e implicancias mutuas de lo institucional en lo grupal? Todo un universo de condiciones materiales que organizan la posibilidad de funcionalidad grupal en lo cotidiano que hace referencia al concepto de "atravesamiento institucional", que es objeto del Capitulo IV. Pero no es s6lo eso.... Cuando los miembros del grupo llegan a él no dejan afuera sus valores o creencias. Por el contrario, éstos operan como marcos de referencia en cada interacci6n grupal, haciendo que también lo social, en un sentido amplio, esté en el grupo, le de forma. Asf, en un grupo mixto podremos ver la manera cémo se muestran las imagenes y los mandatos sociales que varones y mujeres ponen en juego acerca de su rol en la sociedad, por ejemplo. Hacer jugar dimensiones que se consideraban externas al grupo, puesto que la intencién era definirlo- en su esencialidad interna, permitié verlo mas que como un objeto recortado como un campo de problemas, como una “red de entrecruzamientos, de implicaciones” (Souto de Asch, 1993), vasto, complejo, multideterminado. Y, en consecuencia, abierto para ser investigado y entendido desde distintas disciplinas tales como la sociologia, la politica, la filosofia, la economia, etc. Los aportes del momento actual en las teorizaciones sobre lo grupal, pueden sintetizarse en dos lineas: 48 -“Los grupos no existen en un vacio social” (Morales, 1996). -En el campo grupal pueden haber tanto agrupamientos como grupos, dependiendo de los grados de desarrollo de esta cualidad de grupalidad’’. Lo que determina el pasaje de un estado a otro, es también objeto de revision en la transicién del segundo al tercer momento epistémico. Si para Pichon Riviére el afianzamiento de la tarea grupal es el elemento estructurante del grupo, para Fernandez (1993) las posibilidades para que un agrupamiento devenga en grupo, estén centradas en la posibilidad de que instituya para si creencias y mitos, inventando sus propias significaciones imaginarias que le permitan agenciar marcas identitarias. Como cierre y respecto de la inclusion de la perspectiva de anilisis critico, que hace Fernandez acerca de cémo a lo largo de la reciente historia se han definido los grupos, entendemos que la lectura propuesta no busca desechar lo producido en los primeros momentos de teorizacién sobre lo grupal, sino recuperar de cada etapa las contribuciones mis significativos en orden a pensar qué entendemos por grupo. En ese sentido, de las producciones de Lewin y de Mayo podemos rescatar la posibilidad de hacer visibles fenémenos propios de la interaccién, pensados desde una_perspectiva microsociolégica: roles, liderazgos, climas grupales, comunicaci6n, resistencia al cambio, etc. No obstante, en ese mismo movimiento quedaban sin abordar por la teoria los fenémenos inconcientes que explican parte de la légica grupal, asi como la inscripcién institucional de los grupos. En esa direccién es valido recuperar las producciones que desde el Psicoandlisis se hicieron para comprender la vida de los grupos, en especial los aportes de Bion, Pichon Riviére y Kaés, pero entendiendo que si bien en el grupo puede haber -como en toda situacién humana- circulacién de fantasias o aspectos irracionales, no todo lo que alli sucede puede explicarse por esta via: existen elementos concientes de los participantes. También debemos Ideas que no desarrollaré aqui, en tanto forman parte nodal del Capitulo anterior. 49 considerar que los grupos operan en condiciones socio-hist6ricas determinadas que configuran sus “organizadores externos”. A manera de sintesis integradora, se ofrece a continuacién un cuadro de los Momentos epistémicos” en el estudio de los grupos/lo grupal. Periodo de | Principales ‘Areas de ‘Areas de mayor referentes visibilidad invisibilidad produccién -Eladentro “El papel de Jas PRIMER Moreno | grupal (conciente) | fantasias MOMENTO | 1920 al 1940 Mayo inconcientes en Lewin} -Grupo como Jas relaciones instrumento para | grupales aumentar el -Asimilacion de rendimiento lo grupal al individual grupo -Factores de -La importancia cohesion y de los contextos dinémica grupal _| socio-histéricos enla produccién de los dispositivos grupales -El papel del -Eladentro registro SEGUNDO Bion _| grupal conciente en las MOMENTO | 1950 al 1970 Pichén (inconciente) relaciones Riviere grupales | -Organizadores | -Asimilacién de grupales lo grupal al grupo -La importancia de los contextos socio-histéricos 2Fernndez (op. cit.) utiliza la idea de “momento epistémico” para referirse a una periodizacién que propone respecto de Jas distintas teorizaciones que se han producido respecto de los grupos desde las primeras décadas del siglo XX hasta las producciones contempordneas a su propio trabajo, es decir, los nacientes afios 2000. Es necesario distinguir que este concepto sirve a manera de Genealogia acerca del estudio de los grupos, diferenciando claramente lo que se ha dicho en los espacios académico-cientificos acerca de ellos, de Jo que los mismos son, en tanto escenarios de experiencias colectivas especificas. 50 enla produccion de los dispositivos | grupales ~Cuestionarla | -Inflacién de logica de objeto | produccion discreto y, en teOrica sobre los TERCER Kags | consecuencia, la_| grupos que no MOMENTO | 1980-(...) | Fernandez | reduccién delo _ | se corresponde grupalal grupo | conel -Critica a los desarrollo de esencialismos en | opciones elestudio de los | técnicas de grupos intervencion -Nocién de grupo-isla como critica a los momentos anteriores -Nocién de atravesamiento institucional y organizadores socio-culturales del grupo -Enfasis en la creacién de significaciones imaginarias grupales Reelaboraci6n a partir de Fernandez (2001). 51 Bibliografia del Capitulo II Anzieu, D. y Martin, J-Y. (1990): La dindmica de los grupos pequefios. Madrid: Biblioteca Nueva. Bonvillani, A. (inédito): Tesis doctoral “Subjetividad politica juvenil. Estudio comparativo en jévenes cordobeses de procedencias sociales contrastantes”. Direccion: Alicia Gutiérrez. Carrera de Psicologia, Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cordoba. Bourdieu, P. (1999): La miseria del mundo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econémica. Brunner, J. (1978): “Apuntes sobre la figura cultural del pobre”. Documento de Trabajo N° 69. Flacso: Santiago de Chile. Cardarelli, G. y Rosenfeld, M. (2000): “Con las mejores intenciones”. En Silvia Duschatzki (Comp.), Tutelados y asistidos. Programas sociales, politicas piblicas y subjetividad. Buenos Aires: Paidés. Domenech, M. (2004): “Grupos, movimientos colectivos e instituciones sociales”. En Ibafiez Gracia, T. (Coord.) Introduccién a la Psicologia social. Barcelona: Editorial UOC. Farr, M. (2005): “La individuacién de la Psicologia social”. En Polis, Investigacion y Andlisis Sociopolitico. Vol. I, N° 2. Pp. 135-150. Fernéndez, A. (1993): "De lo Imaginario Social a lo Imaginario Grupal", en Tiempo histérico y campo grupal - Ana M. Fernandez y Juan C. De Brasi (comp.). Buenos Aires: Nueva Vision 52 Fernandez, A. (2001): El campo grupal. Notas para una genealogia. Buenos Aires: Nueva Vision. Lewin, K, (1939): Teoria del campo y experimentacion en psicologia social. Cuaderno N° 10 del Instituto de Sociologia de la Facultad de Filosofia de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Martin-Baré, I (1999): Sistema, grupo y poder. Psicologia Social desde Centroamérica (II). UCA Editores. Morales, F. (1996): “Innovacién y tradicién en el estudio de los grupos”. En Sabino Ayestaran (Editor) El grupo como construccién social. Barcelona: Plural. Pichon Riviére, E. (1985): “Aportaciones a la didactica de la Psicologia social”. En El proceso grupal: del psicoandlisis a la Psicologia social. Buenos Aires: Editorial Nueva Visién. Schellenberg, J. (1978): Los fundadores de la psicologia social. Madrid: Alianza. Souto de Asch, M. (1993): Hacia una diddctica de lo grupal. Buenos Aires: Mifio y Davila. 33 Capitulo II {Qué hace que queramos participar de grupos? Toda vez que nos acercamos a otro lo hacemos por necesidad: buscamos amor, alimento, compafiia, confrontar nuestros puntos de vista... En los primeros momentos de la vida, esta caracteristica se hace mas patente: la situacién de indefeccién del bebé lo obliga a demandar a su entorno para vivir. No. obstante el resto. de nuestra. vida,.en. grados. variables, dependemos de nuestras relaciones para sostenernos. Puede decirse entonces que la necesidad, 0 si se quiere el deseo, es el motor del vinculo. Nos acercamos con expectativas de que ese otro, a través del vinculo que construyamos con él, podra satisfacer nuestra necesidad. Esto hace que nuestras conductas sean direccionales, estén guiadas por un determinado objetivo a cumplir. Desde la perspectiva de Pichén Riviére, la necesidad es la piedra basal sobre la que se asienta el grupo, porque es ella la que determina el punto de arranque para la produccién de la conducta en general: “aquello que no se tiene, o mejor, de la percepcién de que algo no se tiene que un acto psiquico serd posible. Toda conducta seré entonces funcion de una necesidad, entendiendo por necesidad la percepcién de una carencia, de un desequilibrio” (Woronowski, 1996: 102) 55 El compartir una necesidad (como puede ser el aprender), que se expresa en un objetivo comin, son los cimientos de todo grupo. Es decir, la percepcién de una tension interna (necesidad) motiva acciones destinadas a obtener la gratificacién, la satisfaccion de la necesidad y esta es la condicién de emergencia de la “Tarea”. Entonces el interjuego entre necesidad y satisfaccién es lo que fundamenta la tarea. Nos encontramos aqui con una formulacién de muy alto nivel de generalizacién, ya que su horizonte se ubica en la explicacion de una modalidad de existencia humana, de constitucién subjetiva “en el interior de la red vincular, en la que cada sujeto emerge y en Ia que resuelve esa contradiccidn interna entre la necesidad y Ia satisfaccién” (Quiroga, 1986: 94). Esta relacién tripartita: necesidad-objetivo-tarea, conforma el Primer organizador interno del grupo, de acuerdo al planteo de Pichon Riviere. Ahora bien, analizando estas proposiciones a la luz de algunas experiencias en terreno en la actualidad, cabe preguntarse: ZEI registro de esta tensién interna es infalible?, vale decir: siempre que existe la carencia ésta es significada por quien la experimenta como una necesidad? Toda vez que el sujeto detecta una necesidad, arbitra de inmediato los medios para satisfacerla, es decir, se pone en tarea? gDe qué orden son las necesidades? ;De qué modo se tensionan lo social/lo individual en la produccién de las necesidades? Por qué nos juntamos con otros? ¢Qué hace que participemos de grupos? {Qué importancia tiene a nivel de la técnica de trabajo grupal que nos preguntemos por el umiverso de las necesidades/ motivaciones/ objetivos para participar? 36 Necesidades, motivaciones, expectativas: una breve distincion conceptual La nocién de “necesidad” presenta una interesante riqueza te6rica, ya que pone en juego la interaccién de dimensiones tanto individuales como colectivas, socioculturales. Comprendidas en un sentido amplio, las necesidades deben ser concebidas como carencias y a la vez como potencialidades. Por el contrario, “concebir las necesidades tan sélo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiologico, que es precisamente el ambito en el que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensacién de “falta de algo”. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, mds atin, pueden llegar a ser recurso. La necesidad de participar es potencial de participacién, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto” (Max-Neef et. al., 2010:21). Cuando digo “potencialidad” quiero significar que el reconocimiento de la necesidad puede conducir a la motivaci6n, en la medida en que movilice a la accion en busqueda de satisfacer esa necesidad. Porque puede ocurrir que, aunque la carencia sea percibida, el sujeto o el colectivo de que se trate no se movilicen en orden a su satisfaccién. En otros términos, no existe una via directa entre necesidad y accién de busqueda de satisfactores. A partir de lo cual, habra qué preguntarse en varios sentidos: ¢Cuales han sido las experiencias de los sujetos/colectivos? gCudles son los apoyos sociales con los que cuentan para satisfacer esa necesidad? 2Cuéles son las condiciones subjetivas en las que se encuentra ese sujeto 0 grupo para transformar su situaci6n de necesidad? Concretamente: ;Cudles son sus expectativas frente a la posibilidad de cambio? ;Reconocen/objetivan sus propias capacidades para hacerlo? También puede suceder que, debido a procesos de naturalizacién de las propias condiciones de vida, los sujetos no 37 signifiquen como necesidad una determinada situacién. Esto implica dos cuestiones, a saber. Por un lado, sostener en el trasfondo del abordaje sobre el tema una cierta “normatividad” sobre las necesidades, es decir, que por mas que se asuma que son “objetos sociales a definir” existen necesidades basicas que todos los seres humanos debemos tener satisfechas. Y, entonces, por otro lado, implica sostener que merced a un proceso socio-histérico de construccién de hegemonia, determinados grupos en situacion de desventaja frente a otros tienden a resignarse ante esta situaci6n, naturalizandola y, en consecuencia, limitando sus posibilidades de luchar para que estas condiciones de vida que los oprimen se modifiquen. En el siguiente testimonio de una joven que participa en un movimiento social piquetero, podemos ver ejemplificado este mecanismo de naturalizacién de las carencias y los efectos que produce a nivel de las practicas: “es como que se han acostumbrado a eso, a vivir del plan, a vivir de lo que le dan, digo yo. Le decia a las mujeres: tenemos que comer lo que nosotros queremos comer, no el bolsén que nos da el intendente. Nosotros nos hemos acostumbrado a este plan pero tenemos que tener un sueldo, yo quisiera tener un trabajo, yo quisiera tener una profesi6n, eh...por ahi colgamos los ganchos y decimos “no, no, no, no nos falta nada” pero si, te falta la luz, no tenés el servicio de luz porque es clandestina, no todos tienen agua, hay muchas cosas que nos faltan y como que la gente no se da cuenta porque....o se ha acostumbrado a vivir asi...no sé” (Marisa, mujer joven de sector popular)". Respecto del concepto de “motivacién”, es conveniente recuperarlo para pensar la l6gica grupal en la medida en que pone en primer plano la posibilidad de “movilizar la accién” de los sujetos a la participacién con otros. No obstante, es necesario atender a la critica que Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1975) formulan a dicho concepto, en el sentido de quitarle su marca “individualista”, para pensar que se trata del registro subjetivo de 2 Todos los fragmentos textuales que se consignan en este Capitulo han sido recogidos en el marco del trabajo de campo de la investigacién que originé mi Tesis doctoral “Subjetividad politica juvenil. Estudio comparativo en jvenes cordobeses de procedencias sociales contrastantes”. Direccién: Alicia Gutiérrez. Carrera de Psicologia, Facultad de Psicologia de la Universidad Nacional de Cordoba, Inédita, Se han modificado los nombres a los fines de preservar su identidad. 58 un proceso social. Se quiere expresar que, aunque en la practica del encuentro con el otro, la motivacién aparece como una expresi6n singular (discursivamente individual), debemos tener en nuestro horizonte de comprensién que se trata de la significacién que el agente ha hecho de una serie de imposiciones sociales y culturales derivadas de su posicién en el espacio social. Es decir, no debemos confundir una forma de acceso (a través del agente) con la génesis de la motivacién (social). En sintesis, “estar motivado para ...”, aunque aparece en el registro discursivo en primera persona como una apropiacién pura del yo, se trata de una construcci6n socio- cultural: lo que se quiere o se desea para sf mismo, esta condicionado por un campo de posibilidades/imposibilidades que derivan de la pertenencia social del hablante. Siguiendo a Schutz (1974) por “motivo” entenderé la construccién de sentido mas simple con la cual una accién es interpretada por el actor. En consecuencia, esta categoria hace referencia al universo subjetivo de preferencias y necesidades que los actores refieren para explicar porqué hacen lo que hacen. La perspectiva temporal que el autor le otorga al proyecto -como una anticipacién de las consecuencias de las acciones-, le permite definir los dos tipos distintos de “motivo”: -“Motivo - para”. Desde el punto de vista del actor, este tipo de motivo se refiere al futuro porque designa el estado de cosas que resultaré de su accién proyectada hacia adelante. Se relaciona con los fines para los cuales se realiz6 la accién. El “motivo para” es el propésito para el cual se realizara la accién. ~“Motivo - porque”. Desde el punto de vista del actor, este tipo de motivo se refiere al pasado, es decir a las experiencias que pretéritamente lo Ilevaron a actuar como lo hizo. El “motivo porque” es la raz6n o causa del acto. Schutz advierte que el actor solo tiene a la vista el “motivo para” de su accién en marcha, es decir el propésito que lo lleva a la accién. El actor sélo puede captar retrospectivamente el “motivo porque”, es decir que se requiere que el actor vuelva sobre el acto ya realizado para captar qué lo determiné a hacer lo que hizo. El concepto de motivo es altamente relevante en la tradicién interpretativista que Schutz representa, ya que los motivos - para y los motivos - porque permiten comprender las acciones sociales, a través de la conexién de sentido que los actores les otorgan. En esta direccién, Schutz propone que para aumentar la probabilidad de comprender la accién del otro es necesario buscar la significacién que la accién tiene para el actor. En el andlisis de los procesos grupales, es de gran relevancia tener siempre presente la significacién que los sujetos les dan a sus motivos para estar ahi, ya sea como propésito o expectativas o como causa para hacerlo. Ahora, retomando lo dicho en relacion a la forma de entender el universo motivacional, debemos hacer jugar los condicionamientos sociales en esta comprensién de los motivos, es decir ver en cada formulaci6n que el agente hace de ellos, el anclaje subjetivo de las coordenadas de clase, género y generacién a las que el mismo pertenece. En este sentido, es fértil para pensar de qué modo aquello que parece a primera vista como el producto de una eleccién libre de los agentes sociales, es, en realidad, producto de la actuacién del “sentido de los limites” (Bourdieu, 1991), una especie de barrera mental que implica la aceptacién no consciente de la diferencia social y la disposicién a practicas que la reproducen. Asi, cuando alguien afirma querer o no querer algo para si, debemos preguntarnos cémo esta jugando en esa formulacién este sentido incorporado de “lo pensable y lo no pensable, de lo que es para nosotros 0 no lo es, lo posible y lo no posible” (Gutiérrez, 1997: 66), que es el sentido (social) de los limites. A modo de ejemplo, analicemos esta expresién: “Mi hijo tiene 14 arios y recién empieza el secundario y siempre nos dice “yo no quiero ir ala facultad porque se que ustedes no me lo van a poder pagar”. (Gabriela, mujer joven de sector popular) Otra cuestién para pensar es: cudl es el alcance que le estamos dando aqui a la estrategia grupal como forma de resolucién de las necesidades. En este sentido vale la pena aclarar que no se propone aqui a lo grupal como una suerte de panacea de las problematicas humanas, mas bien se la esté pensando como una posibilidad a) altamente productiva, dependiendo de los problemas que se intenten abordar y de las condiciones sociales y subjetivas con las que se cuente. En tal direccién, hay que pensar que no existe una relacién necesaria entre registro de la necesidad y puesta en marcha de objetivos o tareas grupales. Ademas, esto puede comprobarse todos los dias en las experiencias que los que intentamos trabajar con grupos solemos tener en términos de resistencias y abandonos. Aqui valdria hacer la pregunta inversa: :qué dificulta a la gente a trabajar con otros? Sefialamos algunas expresiones recogidas en distintas experiencias de trabajo grupal: ..'se pierde tiempo y yo no tengo: los chicos, Ia casa. Mi marido podria, pero esta todo el dia afuera”... ..“En grupo nunca se me dio, debe ser porque no me gusta el chusmerio, el putenje. Unos tiran para un lado, otros tiran para otro... Nunca fui adicto a un lider, debe ser eso que no me hace trabajar en grupo”... “estamos aislados todos..., por eso yo prefiero no meterme, para que después no te odie nadie. La gente aci estd en su casa, con sus problemas. Uno haciendo eso se agarra enemigos”... . “siempre son los mismos los que deciden... nunca se lega a nada”... En sintesis, resulta necesario deconstruir la constelaci6n pichoniana necesidad-objetivo-tarea para pensarla como “no inmanente”: no existe una relacién de necesariedad entre los tres elementos. Por ejemplo, puede suceder que se signifique una carencia como necesidad pero esto no implica en forma inmediata que se objetiven los medios para satisfacerla. En este sentido, Montero (2006) propone que el pasaje del sentimiento de necesidad y la acci6n concreta a nivel de la comunidad, puede estar obstruido por distintos mecanismos psicosociales que operan por ejemplo a nivel de las creencias, tales como expectativas de solucién provenientes del exterior, desconocimiento sobre alternativas de acci6n, falta de organizacién comunitaria, etc. 61 Las necesidades en clave politica: demanda, encargo” {Quién/es decide/n qué debe considerarse “necesario”? ~C6mo se decide tal cuestién? Este no es un tema menor, por el contrario: se trata nada mas y nada menos que determinar a qué deberemos atender en tanto sociedad, a qué se le dara prioridad y de qué manera-se satisfara la necesidad. A nivel macro estructural esto implica tomar posicion, por ejemiplo, respecto de cuéles seran las problematicas a las que el Estado dara respuesta y de qué forma, a través de qué politicas lo implementara, etc. En esta direccién, Fraser (1991) propone cambiar el centro de la discusién desde las necesidades hacia lo que se dice de ellas: de ese modo se pondra el foco en la determinaci6n de quién es el actor legitimado socialmente para definirlas y las formas de tramitar su satisfaccién. Se trata de considerar, entonces, las “politicas de interpretacion de necesidades” que podemos comprender por contraste con aquellas posiciones que “asumen que no importa quién interprete las necesidades en cuestién, ni desde qué perspectiva ni a la luz de qué intereses; ast, pasan por alto el hecho de que el punto politico en cuestion es quién logra establecer definiciones sustantivas y autorizadas” (Fraser, op. cit.:7). El no tener en cuenta la dimensién politica que esta inscripta en la definicién de necesidades, impide que se comprenda hasta qué punto éstas pueden ser el resultado de una imposicién de puntos de vista e intereses de grupos sociales dominantes en relacién a otros que son los que efectivamente las experimentan. Pensemos -por dar s6lo un ejemplo- en las politicas sociales de vivienda: zquién podria discutir que la vivienda digna es un satisfactor que corresponde a una necesidad que corresponde a un derecho? Ahora bien: gc6mo deben ser esas viviendas?, za qué canones funcionales y estéticos deben responder?, ;qué grupos sociales deben tener prioridad en el acceso a ellas?, dénde deben estar ubicadas dentro de la trama urbana? 2Este punto lo he trabajado en extenso en Bonvillani (2005). 2En este punto vale recordar las argumentaciones que distintos actores sociales (Estado, pobladores de clase media y de sectores populares) han sostenido en Jas disputas siempre latentes en nuestra sociedad en el marco de los procesos de 62 A nivel microsocial, como el de los Hamados “pequefos grupos”, importa analizar qué lleva a una persona a acercarse a ese colectivo, qué necesidad considera que podra satisfacer a través de esa accién. En coherencia con lo que venimos planteando, respecto de no considerar a los grupos como islas, en este caso esta pregunta debemos formularla prestando atencién al marco organizativo en el cual esta operando el grupo. Asi, en grupos formalizados al interior de una organizacion (escuela, empresa, Iglesia, hospital 0 servicio de salud en general, etc.), partimos de la base que, de hecho, los miembros que lo integran lo hacen en cumplimiento de un cierto condicionamiento institucional, derivado de su pertenencia a esa organizacién. Esto es muy patente en el caso del grupo-clase: un “grado” o “curso” estan integrados por un conjunto de personas que tal vez no se eligieron entre si para constituirse como tal, y, menos atin, no lo eligieron a uno como “docente” 0, si pensamos en el dispositivo grupal, no lo eligieron a uno para que ocupara ese rol técnico especifico. En estos casos, en el horizonte de nuestro trabajo técnico debemos considerar la siguiente paradoja: la forma de articulacién que estos miembros del grupo tienen con él es de una “motivacién condicionada”, 0 dicho de otra forma, una necesidad (de aprendizaje, por ejemplo) “modelada” de acuerdo a la forma de satisfacerla que esa organizaci6n propone, del cual el docente o coordinador del grupo es parte. Uno puede preguntarse en estos casos: si ellos pudieran, gelegirian esta forma de trabajo que propongo?, incluso, ;Me elegirfan como coordinador? Estas consideraciones deben servirnos para no dar por sentado -como si fuera una cuestién automiatica- que toda vez que un conjunto de personas coinciden en tiempo y espacio, con un objetivo comun, ese objetivo que persiguen responde libremente a una necesidad sentida por todos. Una vez mas: el camino necesidad - objetivo -tarea no es directo y automatico. Es mas, gqué pasa si hacemos mds compleja la cuestion y pensamos el ejercicio de nuestro rol de coordinacién en un grupo relocalizacion de villas o del Programa “Hogar clase media”, ambos en el marco de las politicas sociales del estado provincial cordobés. 63 dentro de una comunidad con el entrecruzamiento de actores sociales que esto supone, en orden a la lucha por imponer intereses particulares? Lo primero que deberiamos preguntarnos a nosotros mismos es: ;Quién demanda nuestra presencia alli?, ;desde qué lugar social lo hace?, ;qué demanda?, ja quién demanda?, es decir, gcémo se representa a ese otro (técnico) que es demandado?, a su vez, ,qué debo hacer yo (técnico) frente a ella?, ;qué expectativas tengo yo frente a la demanda? Estos interrogantes se anudan en una cuestion central para cualquier intervencién social que consideremos, y, en particular, si reflexionamos acerca de como nuestro trabajo como coordinadores de grupos puede servir a distintos poderes: las necesidades de las personas que conforman una comunidad pueden ser traducidas como encargos 0 como demandas. Distinguir a las necesidades de quiénes respondemos cuando disponemos las condiciones técnicas para trabajar en grupos, debe estar siempre presente en nuestra mirada de lo grupal, de tal forma de evitar ubicarnos en el lugar de instrumentos de sectores de dominacion social. También se constituye en un importante analizador para pensar de qué forma, actores sociales dominantes en el espacio social, “formatean” las necesidades de los grupos vulnerabilizados, imponiendo visiones del mundo y formas de accién grupal. Este punto se hace patente, por ejemplo, en los ejercicios de “acrobacia” que los técnicos hacemos muchas veces para poder encuadrar nuestra propuesta de trabajo en los requerimientos de lineas de crédito de agencias internacionales o de Ja oferta de distintos organismos estatales a los fines de conseguir darles factibilidad econémica a nuestros proyectos. Necesidades y motivaciones para participar en grupos: algunas clasificaciones orientadoras. Serrano y Vicherat (2000) distinguen entre una légica instrumental y otra expresiva para dar cuenta de las necesidades/motivaciones que pueden articular a las personas con los grupos: “la légica instrumental supone articular esfuerzos colectivos en torno a la obtencién de beneficios materiales especificos que, en ocasiones, vienen predefinidos desde la oferta priblica. La légica expresiva, por su parte, tiene que ver con la capacidad de generar espacios de encuentro colectivo en los que la propia subjetividad se pone en juego y es reconocida” (op. cit.: 26). Consideramos que la diferenciaci6n es fértil a condicién que no se la vuelva rigida e inamovible, es decir como si fueran dos logicas opuestas e irreductibles. Por el contrario, proponemos pensar que pueden actuar de manera articulada e, incluso, confundirse en algunos momentos del desarrollo grupal. Ciertamente esta clasificaci6n podria ser complementada por la que propone Fraser (1997) cuando habla de dos tipos de injusticias que generan dos tipos de demandas en el espacio publico: las “socioecondmicas, arraigadas en la estructura politica-econémica de la sociedad. Los ejemplos de este tipo de injusticia incluyen la explotacién (...), la marginacién econémica (...) y la privacién de los bienes materiales. (....) La segunda forma de entender la injusticia es la cultural o simbélica, En este caso, la injusticia esté arraigada en los patrones sociales de representacion, interpretacién y comunicacin. Los ejemplos de este tipo de injusticias incluyen la dominaci6n cultural (...), el no reconocimiento (...) y el irrespeto” (pag. 21-22). En este marco, nos hacemos eco de Fraser cuando propone: “La distincién entre la injusticia econdémica y la cultural es, desde luego, una distincion analitica. En la prictica las dos se entrecruzan (...) Lejos de ocupar dos esferas herméticas separadas, la injusticia econémica y cultural se encuentran, por consiguiente, usualmente entrelazadas de modo que se refuerzan mutuamente de manera dialéctica” (pag.23). Podria pensarse que la clasificacién de Serrano y Vicherat (op. cit.) se organiza bajo el criterio de la forma de presentacién de la accién del grupo, que entonces puede ser instrumental o expresiva, mientras que la de Fraser (op. cit.) se basa en el conflicto estructural que motiva la accién de los distintos grupos sociales, a partir de la cual podemos identificar demandas de redistribucion y de reconocimiento. Conviene, en orden a articular una mirada macro y micro social, tener presente ambos énfasis a la hora de ubicar las légicas que motivan a la participacién social en grupos. 65 Siguiendo a distintos autores, propongo a continuacién un minimo detalle de algunas de las necesidades “expresivas”, las cuales muestran el rol central que adquiere la dimensién del sujeto y el espacio que se reclama para el yo. a) Necesidad de pertenencia y afiliacion En primer término, nuestra pertenencia a un grupo familiar es el que nos permite constituir nuestra estructura psiquica, definir una identidad: “el grupo nos provee de modelos identificatorios, de un lenguaje, de normas y valores; nos posibilita la construccién de una autoimagen mediante el mecanismo de los espejos que nos brindan nuestros otros significativos” (Barreiro, 2005: 35). Este proceso que se inicia con la propia produccién de nosotros como sujetos, se mantiene a lo largo de nuestra vida, traduciéndose en la bisqueda de proteccién, compafiia y seguridad. El grupo puede ofrecer estos satisfactores y lo hace por la propia dind4mica de convivencia que adopta y la rutina de reunirse. Los beneficios personales tienen que ver con sentirse parte de un colectivo e importante para otros. Muy relacionada con el sentimiento de pertenencia, la afiliacion es definida como una “tendencia que leva a buscar el contacto con otras personas” (Sanchez y Garcia Martinez, 2001: 174). Estos autores citan los trabajos de Schachter quién vinculé la busqueda de reducci6n de la ansiedad con la afiliaci6n a grupos, en la medida en que en esas circunstancias los otros miembros del grupo pueden servir de distraccion y también porque esas personas que comparten la situacién ansiégena con uno pueden servir de modelos a ser imitados para afrontarla. Como resultado de la pertenencia grupal las personas obtenemos el contacto social: estar con otros permite apoyo social, procuracion de una identidad colectiva, etc. b) Necesidad de reconocimiento. La importancia de satisfacer esta necesidad en los grupos queda explicita si comprendemos lo que implica su falta: “nuestra integridad depende del hecho de recibir aprobacién 0 reconocimiento por parte de otras personas. (Conceptos negativos tales como insulto o 66 degradacién) son formas relacionadas de irrespeto, de negacién de reconocimiento” (Honnet, citado por Fraser, 1997; 22). El grupo puede satisfacer entonces estas necesidades de ser confirmado en la propia identidad, de ser aceptado y valorado de acuerdo a las propias potencialidades, en sintesis, puede posibilitar el tener una comprensi6n positiva de si mismo. El grupo permite la expresividad de las potencialidades que necesitan ser reconocidas. c) Necesidad de formacién y aprendizaje. El encuentro con otras personas puede conducir al logro de conocimiento. d) Necesidad de esparcimiento y recreaci6n. La participacion en grupos puede servir para desplegar expectativas ludicas, obtener novedad, estar estimulado por los cambios en la vida, en fin, lograr placer. Juntarse es la forma de salir de la rutina cotidiana que aparentemente puede opacar la expresividad de cada uno, explorar otros espacios, conocer otras realidades més alla de lo cotidiano. e) Participar en grupos también puede significar buscar un espacio propio, para uno mismo, para la expansién del propio yo. Aqui podriamos incluir la busqueda de bienestar, la busqueda de la salud, la procuraci6n de la alegria. f) Altruismo, conducta prosocial Siguiendo a Sanchez y Martinez (op. cit.), entenderé que la participacién en grupos puede estar conducida por la procuraci6n de ayudar a otros. Para los autores, cuando esta conducta se hace sin esperar beneficios, se trata de una motivaci6n altruista. Ahora, cabe preguntarse: si la propia produccién del acto de ayuda hacia otro genera algun tipo de satisfaccién personal por hacerlo, zes posible dejar de lado la consideracién de un beneficio personal? gqué sentido podria tener negar que tal procuracién de satisfacci6n personal existe? g) Necesidad de poder La participacién en grupos donde se pretende ejercer representaci6n se vincula muchas veces con la necesidad de buscar 67 prestigio y notoriedad para imponer la propia forma de ver la vida. El ejemplo podria ser la participaci6n en grupos politicos. De ahi que el capital politico sea una forma especial de capital simbélico, de prestigio y honorabilidad. Para Bourdieu (2001) se trata de un “capital reputacional ligado a Ia notoriedad, al hecho de ser conocido y reconocido, notable” (pag. 20). En coherencia con lo que hemos sostenido respecto de la articulacién entre ambas ldgicas, las necesidades de tipo expresivas pueden actuar como instrumentales en el sentido de permitir el logro de objetivos de transformacién material para los miembros del grupo. No obstante vale la pena insistir que dentro de la légica instrumental ubicaremos especificamente todas las motivaciones que se orientan a satisfacer necesidades materiales comunes: btisqueda de alimento, abrigo, mejoramiento del habitat, salud, etc. Analizar porqué las personas participamos en grupos desde la légica instrumental, nos Ieva a recuperar un concepto que hoy dia ocupa mucho espacio en las preocupaciones de las Ciencias Sociales como es el de “capital social”, el cual designa “la capacidad de las personas de actuar en comtin y participar en grupos y organizaciones guiadas por normas de reciprocidad e intercambio basados en la confianza mutua” (Serrano y Vicherat, op. cit.: 6) La participacion en grupos sociales permite, entonces, acumular capital social que permite afrontar distintas situaciones de la vida y procurarse satisfaccion a las necesidades colectivas mediante el desarrollo de la asociatividad para la gestion de tales satisfactores. Ahora bien, es necesario apuntar al menos dos matices aestas ideas. Por un lado recuperaremos el enfoque que Bourdieu (1980) le da al concepto de capital social, ya definido en el Capitulo I. Recordemos que este autor utiliza el concepto de “capital” como una metéfora general para expresar recursos diferenciales de poder, ya que la estructura social esta constituida por campos de lucha por dicho poder. En tanto una especie de capital, el social se encuentra distribuido desigualmente en el espacio social y, por ende, se establecen luchas para acumularlo. Entonces, el capital social no se 68 distribuye de manera homogénea en el espacio social: algunos grupos estan en situacién de desventaja en esta lucha por obtenerlo. Por otro lado, hay que prestar atencién al uso politico que distintos organismos oficiales como el Banco Mundial, por ejemplo, hacen del concepto pensandolo como una suerte de panacea a partir de la cual los pueblos atrasados podran alcanzar su desarrollo. Esta puede Ppensarse como una estrategia para disimular las causas profundas que explican las situaciones de opresién, que dependen més de una distribucién desigual de recursos materiales que de una falta de organizacién y desconfianza entre miembros de grupos sociales pobres. A este respecto comparto con Hintze (2004) que lo central para superar la desigualdad radica en distribuir de manera equitativa la riqueza, es decir, basicamente el capital econémico. No obstante, vale la pena prestar atenci6n a las consecuencias positivas que puede tener el ampliar y afianzar relaciones sociales a través de la pertenencia a grupos diversos, calibrando en cada caso su proyecci6n real en orden a acompafiar procesos de lucha por la redistribucion de recursos de todo tipo. Importancia de la cuestién en relacién a la operacion de coordinacién En el caso de los grupos formales, ya hemos anticipado que es importante prestar atencién a cémo se posicionan los miembros del grupo en relacién a la imposici6n institucional, en orden a calibrar si se trata de una participacién por mera obligacién, 0 existe la posibilidad de construir un contrato particular con ellos que articule desde un compromiso subjetivo la participacién de cada cual. Otro apunte para hacer es la conveniencia de recuperar la nocién de “motivo para” que aporta Schutz ya que se acerca bastante a la idea de expectativas para la accién. En relaci6n a nuestro tema, es muy importante indagar las expectativas que tienen aquellos que se acercan a un trabajo grupal que estemos coordinando, puesto que nos dan pistas acerca de cémo se estén representando, al menos inicialmente, nuestro rol y al grupo mismo. 69 También esto es necesario para despejar aquellas expectativas que no podran ser cumplidas de acuerdo al encuadre que proponemos, desalentando una participacién que pudiera ser frustrante a la larga. También es fértil técnicamente analizar el tema de las necesidades que pueden motivar la participacibn en grupos, pensando que ellas pueden pasar por un proceso que, en distintos grados de conciencia, pueden articular a cada miembro con el grupo. Es decir, pueden ir cambiando, precisandose, ampliandose, de acuerdo al proceso que cada uno en relacién a los otros va haciendo dentro del devenir del propio grupo. 70 Bibliografia del Capitulo IIT Barreyro, T. (2005): “Las personas en los grupos: sus necesidades”. 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Buenos Aires: Lugar. nR Capitulo IV Grupos: las cosas del poder “... cuando se invisibiliza la politica de los grupos -sus propios juegos de poder- familiarizando, edipizando sus rebeliones y sumisiones, tras un aparente tecnicismo aséptico se ejerce una violencia: la apropiacién de sentido, que politiza, despolitizando su lectura” Ana Marfa Fernandez, 2001 De algun modo, examinar la relacién grupos-poder permite ingresar a la lectura sobre lo grupal una dimensi6n analitica referida a los modos como opera lo socio-histérico-politico en la produccién/reproduccién de las __ significaciones _grupales, dimensi6n incluida en el gran capitulo de los atravesamientos institucionales u organizadores socio-culturales de los grupos. Genealogicamente hablando, considerar estos aspectos en el anilisis de lo grupal, implica asumir el salto cualitativo que permitié superar las limitaciones de los primeros momentos de teorizacién sobre lo grupal, caracterizados por un centramiento en el “interior de los grupos”, ya sea en clave de sus dindémicas concientes 0 de sus narrativas inconcientes. Las cuestiones (“cosas”) del poder estan inscriptas en los procesos grupales en varios sentidos. B Por un lado, en las tendencias de dominacién que los miembros ejercen unos sobre otros para imponer un punto de vista, una manera de hacer, etc. Este punto ha sido tematizado por la Psicologia de los grupos, en dos de los grandes t6picos de la Dinamica de grupos: “la cuestion del liderazgo y la influencia grupal” (Catedra de Psicologia social II, 2004: 9). Pero ademas, permite inscribir en la cuestién grupal la dimensién del conflicto, de las disputas, de las alianzas, entendiendo por tal, la tensi6n entre posicionamientos subjetivos al interior del grupo que es inherente a la propia dinamica de encuentros/desencuentros entre subjetividades. Si tenemos en cuenta que “el trabajo y la vida del grupo requieren una descentracién en relacién consigo mismo” (Anzieu y Martin, 1990), resulta comprensible que un escollo insoslayable para nuestra participacién en grupos, sea sortear la amenaza que tal descentramiento supone para nuestro narcisismo. A este registro intragrupal de la dimensi6n del poder, debemos sumar otro intergrupal, puesto que se pueden observar luchas de poder entre grupos. Por otra parte, los mismos grupos pueden operar como dispositivos de respuesta a demandas de centros de poder, y, en ese caso, reproducir en su misma practica la dominacién estructural. En este punto es necesario atender especialmente a la tensién encargo- demanda. Por ejemplo, el encargo de un funcionamiento eficiente de los equipos de trabajo en las empresas, esto es, la llamada “productividad grupal”, que caracteriz6 el momento fundacional de las teorizaciones sobre los grupos. Finalmente, la practica de coordinacién grupal esta atravesada por la cuestién del poder y su ejercicio esta requerido por la necesidad de estar siempre atentos a cémo lo jugamos: “renunciar a un liderazgo deberia significar también interrogar el grado o forma de efecto-verdad de las intervenciones de la coordinacién, no ya por su contenido sustantivo, sino por el lugar de poder que instituye el ofrecerse de transferencia” (Fernandez, 1993: 88). 28Véase al respecto el Capitulo V. 74 Si, los grupos no son islas “De este modo, el grupo tiene siempre una dimensién de realidad referida a sus miembros y una dimension, mds estructural, referida a la sociedad en Ia que se produce. Ambas dimensiones, la personal y la estructural, estin intrinsecamente ligadas entre si”. Ignacio Martin-Bar6, 1999. Pensar la naturaleza del grupo en términos de interdependencia de sus miembros como lo propone Lewin o la postulaci6n de los organizadores internos del grupo de Pichén Riviére, remite entre otras teorizaciones sobre los grupos, a la plena conviccién que a la hora de explicar lo que sucede en un grupo alcanza con dar cuenta de los procesos psicolégicos 0 interaccionales de los individuos que lo componen, ya sea que se inscriban en el plano conciente o inconciente. Esto supone una comprensién de los grupos como entidades replegadas en si mismas, idea que campea en las clasicas producciones que constituyen una Psicologia grupal tradicional y que Fernandez (2001) recusa cuando expresa: “los grupos no son islas”. Entonces si sostenemos que hay algo més alla de las crénicas individuales/interaccionales a la hora de dar cuenta de lo que sucede en un grupo, se impone la siguiente pregunta: ;Cémo hacemos jugar las circunstancias socio-hist6rico-politicas en nuestras lecturas sobre lo grupal? En primera instancia hablar de dichas circunstancias a la manera de contexto que actuaria como escenario por fuera del grupo, implicaria quedar atrapados en una légica que articula varios pares que permanecen, entonces, en polaridad_ irresoluble: individual/ (grupal)/colectivo; interno/externo; adentro/afuera. Es asi como diversas corrientes de pensamiento sobre lo grupal incluyen la cuestién socio-histérica a la manera de una influencia: “Influencia parece ser, a veces, el casto eufemismo detras del cual hay que leer poder, y hasta la mala palabra dominacién” (Catedra de Psicologia social II, 2004: 9). 15 Por el contrario, se hace necesario pensar la relacién entre lo grupal y lo histérico-social en términos de “inherencia” (Castoriadis, citado por Fernandez, 2007) y no de influencia. Si la pens4ramos como una relacién de influencia, si icaria mantener separados estos dos dominios para conjuntarlos después, cayendo en la tentacién de ejercitar alguna operacién que supusiera determinacion de alguna esfera sobre la otra. Esto implica que ambos (socio- hist6rico-politico/grupal) aparecen en la procesualidad de su despliegue permanentemente requeridos el uno por el otro, son “inherentemente” necesarios: “Lo social estd en el sujeto de una manera diferenciada e histérica, en la organizacién de su subjetividad individual; sin embargo, el sujeto estd permanentemente en lo social a través de su accion y de los espacios dialégicos dentro de los cuales esta entidad social se organiza” (Gonzalez Rey, 2008: 42). Tal vez lo que quiero plantear podria graficarse en la “cinta de Moebius””, figura que en apariencia tiene dos caras pero que si se colorea su superficie, comenzando por la que parece su cara externa, al final queda coloreada toda la cinta; por tanto, sélo tiene una y no tiene sentido hablar de cara interna y cara externa. En sintesis, solo una apariencia producida en parte por nuestra acotada capacidad de percibir/nos, puede hacernos creer que lo grupal y lo socio-cultural son dominios separados e independientes. Las significaciones imaginarias sociales forman uno de los hilos que hacen a la trama grupal, hilos que sélo por un efecto de lJectura pueden “apreciarse” por separado. Es decir, la diseccién de los hilos es un efecto del dispositivo de lectura: en la practica de la vivencia grupal, todo esta en relaci6n de “inherencia”. Por el contrario, cuando un hecho colectivo es interpretado de manera excluyente desde una perspectiva individual, se corre el riesgo de “despolitizar” su lectura, porque se eluden las condiciones socio-historicas en las cuales éste se produce, y, en consecuencia, los intereses particulares que estan alli jugando. Esto es a lo que Fernandez (1993) llama “psicologizacién o psicoanalizacién de los hechos de masas”, mecanismo de comprensi6n de los procesos grupales que 23 Llamada asi en honor al matematico aleman August Ferdinand Moebius (1790-1868). 6 pretende por negacién, neutralizar la cuestién del poder en los grupos. ZEl poder como cosa? No, las cosas del poder. Como es sabido, en distintos trabajos Michel Foucault distingue entre relaciones de poder y estados de dominacién. Las primeras pueden caracterizarse como sigue: -se encuentran siempre presentes en toda relaci6n humana y por ello pueden darse en distintos ambitos (familiares, pedagégicos, politicos); -el signo que permite diferenciarlas de otras relaciones humanas es que a través de ellas “uno quiere dirigir la conducta del otro” (Foucault, 1999: 405) -son reversibles, es decir se pueden modificar; -dependen de que los sujetos que en ellas intervienen sean libres, es decir que cuenten con alguna manera de producir la transformacién de la relacién: “El poder sdlo se ejerce sobre sujetos libres, y sélo en tanto ellos sean libres. Por esto entendemos sujetos individuales o colectivos que estin enfrentados a un campo de posibilidades en el cual diversas formas de comportarse, diversas reacciones y comportamientos pueden ser realizados. Cuando los factores determinantes saturan la totalidad, no hay relacionamientos de poder, la esclavitud no es una relacion de poder en tanto los hombres estan encadenados” (Foucault, 1988: 16). En este sentido las relaciones de poder son “juegos estratégicos entre libertades -juegos estratégicos que hacen que unos intenten determinar la conducta de los otros, a los que éstos responden, a su vez, intentando no dejarse determinar en su conducta o procurando determinar la conducta de aquéllos-...” (Foucault, op. cit.: 413). Por el contrario, reserva la nominacién “estado de dominacién” para aquellos casos en los que las relaciones de poder se cristalizan y bloquean: “Cuando un individuo o un grupo social legan a bloquear un campo de relaciones de poder, volviéndolas inméviles 0 fijas, e impidiendo toda reversibilidad del movimiento -mediante 1 instrumentos que pueden ser tanto econdmicos como politicos o militares- estamos ante lo que se puede denominar un estado de dominacién”, lo cual hace que las relaciones de poder se constituyan en “perpetuamente desimétricas y que el margen de libertad (sea) extremadamente limitado” (Foucault, op. cit.: 405). Entonces debemos hacer la distincién entre el ejercicio legitimo de un poder, que se juega en toda relacién humana en la que quiero dirigir la conducta de los otros y el ejercicio de la dominaci6n que inmoviliza al otro por medio del abuso del poder. Otro de los aspectos de la concepcién foucaultiana del poder que interesa aqui resaltar, es la critica que el autor formula a lo que denomina “concepcién negativa del poder”, a partir de la cual se propone superar una forma de definir el poder por el cual éste se considera s6lo como represor, para pensarlo como un productor de modalidades de relacién del sujeto con el conocimiento, que otorgan legitimidad a las formas de dominacién (Griiner, 2003). Esto implica atender a las manifestaciones particulares e individuales del poder, es decir, a los mecanismos a través de los cuales el poder se hace cuerpo en los sujetos -los produce en tanto tales-, para circular a través de ellos, para emprender un anilisis reticular y ascendente, ya que el poder tiene que ser pensado funcionando en cadena: “No estd nunca localizado aqui o alld, no es atributo como Ia riqueza o un bien. El poder funciona, se ejercita a través de una organizacién reticular” (Foucault, op. cit.: 152). Asi, siempre con Foucault, se sustituye la idea sustancialista del poder como una cosa que se posee, que alguien en posicién de dominacién posee, aunque también se supera la idea de una relacion binaria y de sentido univoco por la figura de la red, en tanto el poder presenta multiples formas de ejercicio, que resisten a una definicién homogénea. Esto quiere decir que, aunque Foucault no niega que existen “mecanismos mds generales y formas de dominacién global”, es necesario estudiar el poder “en sus formas e instituciones mds regionales, mas locales” (op. cit.: 150), para desde alli, desmenuzar las expresiones minimas, las mas acotadas, mas capilares, mas particulares, que éste puede asumir. Sobre este punto, se consideraré con Fernandez (2007), que se impone un analisis del poder “que exige el andlisis de las ry conjunciones, de las articulaciones, de las complicidades y las mediaciones, entre macro y micropoderes” (pag. 86). Esta tensi6n entre macro-micro poderes se despliega de manera constante en la vida de los grupos, constituyendo de algan modo su propia crénica en tanto tales. Asi, podemos pensar que cuando hablamos de “atravesamientos institucionales” nos estamos refiriendo a la presencia activa de los macro poderes, ya que en los grupos “operan también en latencia las significaciones imaginarias que dan sentido a las instituciones donde estén inscriptos” (Fernandez, 1993: 81). Pero al mismo tiempo, reconocemos la capacidad auto- instituyente de los grupos para crear normas, pautas, expresiones deseantes que proyectan aspiraciones ejercitando un poder local, ya que “Un grupo se instituye como tal cuando ha inventado sus significaciones imaginarias” (Fernandez, 1993: 82), es decir cuando puede “ilusionar” significaciones imaginarias propias. Entonces, en el estudio de los grupos podemos sostener que la lucha por el poder impregna la trama vincular que los constituye. Es mas: el propio grupo puede ser pensado como una red 0 malla de poder y, en consecuencia, seria conveniente conceptualizar la dinamica de vinculos, alianzas y tensiones que se producen en ellos al modo de una circulacién de micropoderes. El poder de la institucién en los grupos: celebraci6én y denuncia “Por una parte, la celebracién, por el grupo que se instituye y se desinstituye incesantemente, de la funcién creation del imaginario social (...); por la otra, la denuncia de la institucion institwida, alienada y que perpetiia la rigidizacin del movimiento social, la permanencia de los poderes coercitivos y Ia jerarquia de los valores susceptibles de oponer a ia satisfaccién del deseo” René Kaés, 1998 Si pensamos que el ejercicio del poder en una sociedad implica la imposici6n de marcos de regulacién de las relaciones sociales, 9 resulta evidente que es a través de las instituciones que este poder encuentra uno de sus canales para manifestarse. Sin embargo, y siendo relativamente esqueméticos en orden a lograr transmitirlo pedagégicamente, se podria articular la cuestién del poder y las instituciones en una doble vertiente. De una parte, y siguiendo la observacién de Lourau (1975), el poder en tanto modalidad reguladora de lo social, esta emparentado con “lo instituido, la cosa establecida, las normas vigentes” (pag. 137). Pero la “instituci6n” no designa sélo a lo instituido. Entendido dindmicamente, el acto de “instituix” es “fundar, crear, romper con un orden antiguo y crear uno nuevo” (Lourau, op. cit.: 137), con lo cual también convoca la idea de fuerzas instituyentes que permiten desplegar poderes a nivel local, en las interacciones cotidianas donde los __sujetos, produciendo/ pensando con otros, deciden aunque sea en margenes acotados, su propia existencia. Siguiendo a Baz (2006): “Un relieve particular lo ubicaremos en Ia tensién entre lo instituido y la actividad instituyente de las colectividades, que tiene que ver con la capacidad de interrogarse y de interrogar y transformar el mundo en el que viven” (pag. 30). Ya hemos sostenido con Fernandez que los grupos no son islas, ahora podemos agregar que no son islas flotantes: sus existencias estan ancladas en distintas experiencias institucionales u organizacionales”*. Las relaciones que se establecen entre los grupos y las instituciones u organizaciones a las que pertenecen, son miltiples y complejas, pero en ningtin caso de “externalidad”, como indicaria una lectura naturalista de los grupos que los pensara como territorios vinculares cerrados en si mismos. Al respecto, uno de los Algunos autores diferencian entre instituciones y organizaciones, Schvasstein (2000), por ejemplo, reserva el segundo concepto a la materializacién en entidades concretas. de las l6gicas normativas (abstractas) que, ya sea formalizadas en codigos o sostenidas por la mera costumbre, regulan Ja vida social, cuando afirma: “Las organizaciones, en un tiempo y en un lugar determinados, materializan el orden social que establecen las instituciones” (pag. 30). Otros, como Kaés (1998) 0 Fernandez (2001) no establecen diferenciaciones conceptuales, hablando sélo de instituciones. Fernandez, no utiliza generalmente el concepto de “organizacion”, puesto que piensa la dimensi6n institucional como una “red simbélien que articula componentes funcionales e imaginarios” (2001: 161). 80 fundadores del Analisis Institucional francés expresa lo siguiente: “el origen y el sentido de lo que ocurre en los grupos no es cosa que se deba buscar tan sélo en aquello que aparece en el nivel visible de lo que se ha dado en llamar dindmica de grupos. Asi hayan sido creados para la formacion de los hombres o para la investigacién o experimentacién de las ‘leyes’, hay una dimensién oculta, no analizada y, sin embargo, determinante: la dimensién institucional” (Lapassade, 1977: 15). Esta relacién “oculta, no analizada y, sin embargo, determinante entre grupos e instituciones, ha quedado graficada por este autor con el concepto de “atravesamiento institucional” (Lapassade, op. cit.). El Diccionario de la Real Academia Espajiola define la acci6n de “atravesar” como “Poner algo de modo que pase de una parte a otra” y “Pasar un objeto sobre otro o hallarse puesto sobre él oblicuamente”. Es decir, la nocién de atravesamiento supone la existencia independiente de dos planos que se entrecruzan, produciendo uno efectos sobre el otro. Asi, para ser bien graficos, podriamos decir que hay algo de lo institucional/lo organizacional que se introduce, penetra al grupo y produce efectos en él. De este modo, en el concepto de atravesamiento parece persistir una concepcién segin la cual el grupo es una instancia distinta, separada y previa de aquello que lo atraviesa, es decir la institucion. Por lo tanto, vale la pena interrogarse acerca de su fertilidad analitica como para superar el antiguo concepto de influencia social. Atin haciendo esta salvedad en relacién al término en si, se lo preservara a condicién de pensarlo en sus posibilidades de dar cuenta de la capacidad de lo socio-histérico en la produccion de lo grupal, lo cual significa mas que operar atravesamiento: estamos queriendo designar la presencia significativa de lo socio- histérico en el proceso mismo de configuracién de los anudamientos grupales. Es decir, los grupos devienen tales cuando Pprocesan/tramitan esas configuraciones imaginarias sociales y son capaces de producir otras nuevas que les permitan dar cuenta de sus propios deseos, ilusiones, mitos. A estas discusiones esta referida la afirmacion de Fernandez (op. cit.) cuando dice: “el llamado contexto es, en rigor, texto del grupo; es decir que no hay una realidad externa que produce mayores 0 menores 81 efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que la realidad es parte del propio texto grupal, en sus diversas modelizaciones; es por eso fundante de cada grupo” (pag. 148). Los atravesamientos institucionales, en tanto uno de los hilos que configuran la trama grupal, pueden inscribirse de distintos modos en dicha trama. El mas evidente alude a las cuestiones de organizacién y de encuadre de trabajo que vienen derivadas de la propia pertenencia organizativa del grupo: horarios, espacios, pautas de interaccién, frecuencias de los encuentros, sistemas de control y evaluacién, ete.27 Como sostiene Baz (2006): “Desde esta perspectiva se toman en cuenta los distintos marcos de regulacién (universos de normas, valores y sistemas de referencia como los mitos, las ideologias), incluyendo las distintas temporalidades y condiciones institucionales, asi como los marcos relacionales (incluyendo las relaciones no s6lo intragrupales sino intergrupales) que convergen en la situacién de grupo” (op. cit.: 30). Pero hay otra forma de anclaje institucional de los grupos que se juega a nivel del universo de significaciones imaginarias que alli se producen: “la institucién como disparador de lo imaginario grupal” (Del Cueto y Fernandez, 1985: 4). Estas significaciones imaginarias sociales son multiples y heterogéneas y acttian otorgando identidad a la sociedad, se trata de una red compleja de ideas “acerca de Dios, el poder, el hombre, la naturaleza, la mujer, el sexo, el dinero son creadas por los propios sujetos en el devenir de su historia y perpetuados y recreados por las instituciones y los grupos que la habitan” (Del Cueto, 2006: 2). ‘aciones sociales le dan forma a las producciones grupales particulares porque estan presentes en las subjetividades de sus miembros: las concepciones/valoraciones que los sujetos tienen acerca de lo que es bello, bueno, necesario, impregnan las interacciones grupales y les dan su formato. 27 A modo de ilustracion de estos aspectos puede consultarse el capitulo VI, en el cual se muestra de qué modo operan en un caso de andlisis puntual. 82 Si bien no se pueden soslayar las marcas que los atravesamientos institucionales y socio-histéricos producen a nivel del imaginario grupal, tendiendo a la reproduccién de lo instituido, “un pequefio grupo produce significaciones imaginarias propias” (Fernandez, 1993: 81), siendo esta una de las condiciones de posibilidad para devenir en tanto tal, desde una agrupamiento inicial. Para Del Cueto (op. cit.), en la dimensién grupal, hay una incesante creacién de lo nuevo, de lo no previsto: “Existen lineas de fuga, marginalidades, expresiones de sentido diferentes que adquieren fuerza y movimiento y hacen surgir lo nuevo, lo instituyente. Muiltiples subjetividades expuestas en la escena grupal” (pag. 3). En sintesis, hemos visto en este capitulo como las “cosas” del poder estan inscriptas en los procesos grupales en varios sentidos. No tenemos que perder de vista que los poderes se expresan de diferentes formas en el mundo grupal, no sélo reproduciendo efectos de dominacién, sino operando en el despliegue incesante de producciones imaginarias que tienden a cuestionar lo establecido, inspirando formas de accién colectiva que intentan plasmar suefios y esperanzas. 3 Bibliografia del Capitulo IV Anzieu, D. y Martin, J-Y. (1990): La dinémica de los grupos pequefios. Madrid: Biblioteca Nueva. Baz, M. (2006): “Modalidades de la accién colectiva. El grupo de trabajo”. 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Cuando el niio y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena después de mucho caminar, la mar estall6 frente a sus ojos, Y fue tanta la inmensidad de Ia mar, y tanto su fulgor, que el nifio quedé mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguié hablar, temblando, tartamudeando, pidid a su padre: ‘Aytidame a mirar!’” Eduardo Galeano, "El libro de los abrazos". Palabras (dudas) iniciales éQué se entenderé aqui por “trabajar con grupos”? éCoordinar? ;Moderar? ;Facilitar? ;Conducir? ;Liderar? Podria hacerse una suerte de recorrido que mostrara las diferentes maneras de nombrar este acto técnico y, con ellas, de que 87 modo distintos supuestos teéricos han sostenido estas formas de operar. Hace algunos afios que trabajo/pienso con grupos: mujeres, jOvenes, nifios, docentes, alumnos, colegas... y cada vez se me hace més nitida la idea que “oficio” es la forma més acertada para nombrar lo producido en esas experiencias: hay técnica, hay formaci6n sistematizada, hay capacitacién, pero los aprendizajes mis potentes son siempre los de la reflexién sobre la practica. Entonces, ¢Cémo transmitir un oficio? ;Como estabilizar un devenir? ;Cémo ofrecer pautas fijas si de lo que se trata es de pensar y actuar en la infinita diversidad caleidoscépica del encuentro con otros? Prescribir qué hacer con los grupos, significaria, al menos en parte, decir cémo ser coordinador. De esta forma se estaria rigidizando una tarea que podria definirse como “artesanal", en la medida en que permite, y al mismo tiempo exige, la creacién de una manera propia de ser coordinador, que se actualiza cada vez que se tensionan las particularidades personales con la singular trama de vinculos que cada grupo supone. Pero atin en Ja artesania podemos definir algunas condiciones de operacién que nos sirvan de coordenadas de orientacién en el proceso de construccién propia, personal, que cada uno hard en relacion al quehacer con los grupos: “Ia ‘prictica’, que enunciada asi ya es una ‘teoria del hacer’, no es todavia un quehacer determinado. S6lo apunta a una serie de condiciones por las cuales una acci6n es posible. Asi queda a resguardo de la accién por Ia accién, o sea: de un formalismo como cualquier otro” (De Brasi, 2001: 8. Subrayado mio). En el medio local, quiz4 uno de los modos de trabajo con grupos mas difundido y reconocido, sea la Técnica de grupo operativo fundada por Enrique Pichén Riviére’*. Esta forma de %Como "marca de origen", los grupos operativos surgen como respuesta practica a una situacion problematica vivida por Pichén Riviere en una institucion de salud mental: "Alrededor de 1945, circunstancias particulares crearon Ia necesidad de transformar a pacientes de mi servicio en operadores, por haber quedado cesante todo el personal de enfermeria, Es decir, que ante una situacin concreta hubo que curr en pocos dias el hecho de no tener enfermeros, al carecer de toda ayuda institucional, La formacion de enfermers fue el problema ‘fundamental, y en pocos dias, una semana, pude obtener la continuacién de la taren en mi servicio -que era una sala de 88 operar con grupos, que alcanzé su esplendor en la década de los 70’ es, de alguna manera, la matriz desde la cual se pensé y se piensa, atin, el trabajo de los psicélogos en esta area, sobre todo en nuestro pais. La forma de coordinar grupos que esta técnica configura se acerca bastante a lo que Bonano (1999) ha designado “vocacién militante”, en el sentido de que se sostiene por un compromiso subjetivo que excede los requerimientos meramente técnicos para proyectarse como una forma de lograr transformaciones sociales que posibiliten el bienestar de la poblacién: el grupo como instrumento para desplegar esta intencionalidad de cambio. Sin duda, esta forma de pensar y hacer con los grupos estaba estrechamente imbricada con un cierto clima de época que confiaba ~casi en forma deterministica- en sus potencialidades para subvertir un orden instituido. Al calor de semejante movilizacién social nacié la técnica pichoniana de intervencién grupal: “La propuesta del Grupo Operativo, se sabe, demanda e impone trabajar y trabajarse, transformar y transformarse. Esta practica de st, este modo de subjetivacion a través del cual el sujeto se produce de manera funcional al dispositivo social, se apuntalaba y articulaba con significaciones sociales fuertemente asentadas en Ia esperanza y la conviccién de la transformacién social progresista, acaso revolucionaria, por los colectivos sociales organizados” (Bonano, op. cit.: 8). A nadie escapa que las actuales condiciones materiales de vida, como las significaciones sociales que marcan nuestra época, distan mucho de esta confianza en el lazo social: més bien nos hablan de fragmentacién social y soledad como formas psicosociales que asume la vulnerabilizacién que amplios sectores de la poblacién han sufrido, entre otras causas cercanas, debido al arrasamiento (en multiples sentidos) que supuso la década menemista. Considero que respetando la mirada situada que siempre tuvo Pichén Riviére para proponer herramientas analiticas que permitieran modificar las adolescentes-, en base a la formacién de individuos a través de la tarea determinada, para obtener técnicos para el cuidado diurno y nocturno de esa comunidad de jévenes que habian quedado desamparados por una orden superior (...) Es decir, que gracias a esa medida un poco absurda en ese momento, nacis esta técnica, el grupo operaitvo como una técnica social, donde se hacia posible el tratamiento de los enfermos mentales por sus "colegas", pero con muy poco aprendizaje de técnica de enfernieria y con trabajo de grupo" (Pichon Riviére, 1985: 234-235). 89 situaciones de opresi6n social, cabe al menos revisar algunos de los lineamientos a partir de los cuales se disefiaron los dispositivos de la coordinacién grupal desde esta técnica, para atender asi de manera responsable a las necesidades y urgencias sociales de nuestro tiempo. En un plano inmediato, hay que advertir que las condiciones del campo de intervencién también se han modificado, Desde la emergencia de multiplicidad de experiencias de trabajo con colectivos que despliegan diversas formas de asociatividad (movimientos sociales, fabricas recuperadas, asambleas barriales, etc.), hasta la reformulacién de nuestro lugar técnico en espacios tradicionales: “Al entrar en crisis la concepcién de un estado garante de los intercambios y custodio de los derechos de los ciudadanos, las practicas de salud o de educacién, que fueron un dmbito privilegiado para el trabajo con grupos se reducen y se transforman en prestacién de servicios- mercaderias, bajo la légica de la rentabilidad” (Bozzolo, 2008: 166). La impronta que las légicas propias del tercer sector han tenido en las condiciones laborales para operar con grupos no ha sido menor, puesto que se han ido constituyendo en los tltimos tiempos en verdaderas opciones de empleo, a costa muchas veces de resignar calidad en la tarea. Pero no se trata de tirar al nifio con las aguas del bafio. En tal sentido podran ver que en estas paginas se ensaya un rescate de algunos elementos propuestos por la escuela de coordinacién de grupos fundada por Pich6n Riviére, siempre a partir del ejercicio de la revision orientada a calibrar su fertilidad para operar como herramientas, varias décadas después de que éstas fueran pensadas e implementadas. Sobre la interpretacién psicoanalitica en los grupos Interpretar implica develar un sentido oculto, pero del que se sabe a priori: ese saber depende de la posicién tedrica del interpretante. Cuando el Psicoandlisis interpreta lo hace desde un a priori que es la determinacién inconciente, que establece un orden de jerarquia sobre los dem4s componentes que inciden en la 90 situacion. La interpretacién en la situacién grupal estuvo requerida desde los origenes del estudio y trabajo con grupos desde un horizonte terapéutico: “En los grupos terapéuticos la interpretacién tiene el propdsito de desmontar el conflicto defensivo inconsciente, a través del andlisis del discurso, enredado en relaciones plurales transferenciales, que permiten percatarse con sorpresa, a los integrantes del grupo, del vaivén de identificaciones y proyecciones, de que somos capaces” (Radosh Corkidi, 2004: 543). Esto delimita la forma que toman las interacciones grupales entre los miembros del grupo (pacientes) y con el coordinador (analista), siendo estas ultimas entendidas como asiento de los mecanismos transferenciales-contratransferenciales. Esto se hace patente en el enfoque de Bion, quien “frente a un grupo se pregunta équé me quiere hacer el grupo?, y en base al andlisis de su contratransferencia, puede intervenir e intentar interpretar” (Radosh Corkidi, op.cit.: 544). La tradicién interpretativista en el estudio de los grupos esta profundamente imbricada con el desarrollo del Psicoandlisis y convoca a un conjunto de teéricos de renombre; desde los estudios pioneros de Bion, pasando por la técnica de grupos operativos de Pichén: Riviere, hasta desarrollos mas actuales realizados por la llamada Escuela grupal francesa (Anzieu, Kaés, Bejarano, Missenard, Pontalis, entre otros). El traspaso acritico de una légica de pensamiento psicoanalitica, propia del encuadre de trabajo individual en un proceso terapéutico a la intervenci6n con grupos, produjo la figura del “Coordinador-oriculo” (Fernandez, 2001): sdlo él tiene el poder de explicar lo que al grupo le pasa, desde la interpretacién de la estructura inconciente que subyace, desde este posicionamiento tedrico, a todas las manifestaciones grupales. Ahora bien, si estamos pensando los procesos colectivos como un entramado de miltiples hilos que se entretejen, esto implica una imposibilidad légica de explicar las producciones grupales desde un unico origen: ya sea éste la fantasia inconciente o la dimensién socio-cultural o los vinculos imaginarios que alli construyen sus miembros. 1 La caja de herramientas Resulta dificil transmitir un saber acabado sobre estos temas cuando se parte de la idea que la resoluci6n técnica sobre el trabajo con grupos se dirime no sélo desde enunciaciones teéricas, sino también desde las microdecisiones practicas que configuran una toma de posicién en cada experiencia especifica, decisiones que exceden Jos meros marcos teéricos para proyectarse en responsabilidades sociales y éticas sobre lo que hacemos cuando trabajamos con otros. Entonces, més allA de como lo Ilamemos, de lo que se trata es de construir un posicionamiento técnico para trabajar con grupos, al que rescatando su forma mas habitual de ser nombrado, designaremos como “coordinacién”, pero apartandonos de su marca de fundacion original, asociada a la tradicién pichoniana, como podran corroborar a lo largo de este trabajo. Me ha parecido adecuado utilizar la idea foucaultiana de “Caja de herramientas” para enmarcar el uso que se hard de distintas teorias en la construccién del posicionamiento técnico de la coordinacién: “La teoria como caja de herramientas quiere decir: que se trata de construir no un sistema sino un instrumento (...). Que esta brisqueda no puede hacerse mds que gradualmente, a partir de una reflexion (necesariamente histérica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas” (Foucault, 1992). En consecuencia, no se trata de apegarse a las teorfas como si éstas fueran un “catecismo”, sino mas bien hacer el esfuerzo de ponerlas al servicio de una estrategia metodolégica que apele a la diversidad y a la transdiciplinariedad, en orden a las caracteristicas de los problemas que se deben enfrentar cuando se coordina grupos. En tal sentido, distinguiré algunas perspectivas de andlisis que provienen de diversas tradiciones disciplinarias y de las cuales recuperaré corpus conceptuales as{ como lineas de accién y formas de operacion, que considero fértiles para nuestra tarea”®: 2°No voy a detenerme en este punto a desarrollar cada una, puesto que lo haré en forma adual a lo largo del planteo de este capitulo. En el caso de la Educacion Popular, sus aportes estan desarrollados en el capitulo siguiente. 92 -Educacién popular -Investigacién-acci6n participativa -Elementos de metodologia cualitativa -Teoria y técnica de Grupo operativo -Anilisis institucional francés Por otra parte podra recurrirse a otros cuerpos conceptuales, segtin lo requiera la problemética especifica que se aborde en el marco de la estrategia grupal de intervencién. Por mencionar sélo algunos ejemplos: teorfas de género, teorias del desarrollo humano, Perspectivas analiticas referidas a las experiencias de ensefianza- aprendizaje, etc. Una de las diferenciaciones que querria marcar en relacién al esquema pichoniano de comprensi6n del rol de coordinacién, esta referida, justamente, al alcance que le estamos dando en este espacio a dicho rol técnico. Las condiciones grupales en las que se desarrollaba la coordinacién grupal derivada del “modelo purificado” del grupo operativo, ha sido caracterizada adecuadamente por Bonano (2008), del siguiente modo: “grupos pequenos de muy larga duracién, estables y cerrados, en los que estén solidificadas la pertenencia y la Hamada mutua representacién interna, que destinan una parte muy considerable del espacio-tiempo grupal para trabajarse en funcién del aprendizaje del proceso grupal, y que articulan una intensa carga en las relaciones transferenciales” (pag. 148). Puestas en tension con las condiciones en las que actualmente trabajamos con grupos, este modelo resulta muchas veces una suerte de idealizacién que impide la operacion efectiva: “los muy diversos tipos y tamafios de agrupamientos que podrian beneficiarse con procedimientos de intervencién que incluyan herramientas grupales, malamente se dejan tomar por ese modelo. Generalmente son agrupamientos de muy diverso tamario, el problema presentado no tolera centrar el trabajo del grupo en el aprendizaje de los fenémenos grupales, la red transferencial no tiene ninguna centralidad en el coordinador y habitualmente la dimension institucional no es "contexto", sino objeto mismo del intercambio” (Bonano, op. cit.: 148). Extrapolar aquellas condiciones de operacion a las actuales supondria excluir una diversidad de modalidades de asociatividad 93 que, escapando a estos requisitos taxativos, son las mas frecuentes a la hora de ser demandados como técnicos para trabajar con grupos. Entonces, en este espacio hablaremos, ademas de intervenciones més prolongadas en el tiempo, de “procedimientos de intervencion que incluyan herramientas grupales”, retomando la acertada expresion de Bonano (op. cit.). Esto implica que no siempre es posible pensar la coordinaci6n dentro de un proceso con el grupo sostenido en el tiempo, muchas veces podra tratarse de intervenciones puntuales, acotadas a unos objetivos de mediano y corto alcance, incluso en el marco de una intervencion de tipo mas general, que tenga a lo grupal como uno de los escenarios posibles, aunque no el unico. Es por eso que distinguiremos entre: -lectura de proceso, que supone un trabajo de més largo alcance con el grupo y -procedimientos de intervencién con objetivos acotados, marco en el cual podran aplicarse técnicas grupales. Esta diferenciacion tiene el propdésito de impedir que se fuercen lecturas de un proceso grupal inexistente, es decir que como coordinadores pretendamos hipotetizar en relacién al acontecer grupal cuando el dispositivo de trabajo ha fijado unos pocos encuentros, con la inestabilidad en las presencias de los miembros que esto supone. A la inversa, es muy comtn que en el planteo de intervenciones sostenidas en el tiempo, se utilicen distintas técnicas grupales en el marco de “talleres” con objetivos puntuales: diagnéstico, prevencién, reflexion, toma de decisién respecto de Iineas de accién para resolver problematicas varias, etc. En este Uiltimo contexto de intervencién mencionado puede hablarse de “proceso grupal”, y, en consecuencia, corresponde ofrecer al grupo una lectura, un punto de vista acerca de lo alli acontecido, bajo las coordenadas que a continuaci6n precisaré. : 94 Lectura de proceso: coordenadas 1) Andlisis de la demanda/encargo Se recupera como linea de accién propia del linaje del andlisis institucional francés (Lourau, Lapassade, etc.) el andlisis critico del encargo y de la demanda. Ademis de las consideraciones politicas en relacién al anialisis de los poderes a los que estamos respondiendo cuando armamos “grupo” (Bonvillani, 2005), es necesario insistir en la importancia técnica de tener claridad en relacién a qué se espera de nosotros en tanto “técnicos externos”, en la medida en que esta se constituye en la condicién de posibilidad de cualquier intervencién. Asi, es necesario desmontar cierta fantasia en el sentido de que la comunidad o los grupos estan “con los brazos abiertos esperandonos”, por més necesitados que los hayamos “construido” en nuestras concepciones, tal vez atravesados por discursos asistencialistas 0 filantrépicos que pueden matrizar nuestro acercamiento a colectivos en situacién de vulnerabilidad social, por ejemplo. 2) El “coordinador” y el “observador” no son miembros del grupo Como plantea Ana Fernandez (2001), si hay algo que debemos reconocerle al Psicoandlisis como aporte efectivo al crecimiento de los abordajes grupales, es la posibilidad de pensar a los roles técnicos como diferenciados del grupo con el que se trabaja. Esta idea es especialmente patente en el caso de la propuesta pichoniana, a partir de la cual “el coordinador-observador se halla descentrado en relacién al grupo y su finalidad, por la funcién que ambos cumplen” (Bauleo, 1977: 22). Esta intensa renuncia a ubicarse en el lugar de “hacerse cargo” de la tarea del grupo, se puede entender como una suerte de reaccion de Pichon Riviére a la microsociologia elaborada por Lewin, que al asimilar coordinaci6n y liderazgo, eludia interrogarse por los efectos de sugestién y violencia simbélica que resultaban de liderar el grupo (Fernandez, op. cit). Es decir que el énfasis en situar los roles técnicos desde la externalidad respecto del grupo, esta al servicio de evitar caer en 95 practicas de coordinacién manipuladoras, que en lugar de rehusar el lugar paternalista y desalentar la dependencia del grupo, la direccionan para lograr que el grupo haga lo que el técnico quiera®. Como sostiene Bauleo (op. cit.): “Este ubicarse distanciado del coordinador, requiere que haya aprendido que su funcion no es la de lider del grupo, aunque el grupo en su primer momento deposite en él el liderazgo, el coordinador deberd devolverlo (...) el coordinador no tiene que ser el lider del grupo, porque sino provoca una simbiosis de éste con él” (pag. 22). Ahora bien, como reaccién, la posicién abstinente para situar el rol de coordinacién que Pichon Riviére recupera del Psicoanilisis, merece ser matizada. Porque si bien nos exime de pensar la coordinacién como equivalente al liderazgo, con los riesgos de asumir actitudes personalistas y manipuladoras que esto implica, podemos caer en la posicién ingenua de creer que, como automatas, deberfamos quedarnos al margen de dichos procesos: el coordinador en su verticalidad asume distintos grados de compromiso subjetivo con el grupo, es muy dificil y hasta reprochable que logre ser indiferente a las angustias y malestares subjetivos. Ademés cabe la posibilidad de que se ubique en un lugar de tanta externalidad que su rol se desdibuje y, entonces, dé lo mismo que él esté o no. La cuesti6n esta en puntualizar qué y como hacer con eso, no en negarlo. 3) Intervenci6n grupal y valores: la cuestion de la Implicacién Como puede verse estoy queriendo tematizar la coordinacién mis alla de una mera cuestién de procedimientos para pensarla en orden a decisiones ético-politicas, porque cuando coordinamos grupos permanentemente estén en juego nuestras definiciones acerca de lo que es bueno, de lo que es bello, de lo que debe ser. Dentro del andlisis institucional francés, este nudo problematico se ha denominado “Implicacién”, categoria que Sista es una “ética” que Pichén Riviere retoma como posicién del Psicoandlisis, peto que aparece también en otras formas de andlisis como el institucional: ourau solia decir que el socioandlisis habia cumplido su funcién cuando el grupo-cliente despedia a los técnicos. Esta era la sefial que eran capaces de autogestionar sus problemas. 96 supone un fuerte cuestionamiento a las pretensiones de lograr objetividad de la tradicién positivista, a partir de mantener la separacién entre realidad y sujeto que la conoce. Asi el investigador en Ciencias Sociales “es exterior a su terreno de indagacién, no participa en él (...) debe, en toda la medida de lo posible, hacer tabla rasa de sus experiencias anteriores, de sus propios valores, de sus opiniones o de sus prejuicios. Su subjetividad debe borrarse ante la realidad empirica a su vista” (Friedberg, citado por Lapassade, 1980). Sostener la implicacién, por el contrario, significa rechazar epistemolégicamente esta “ilusi6n” de objetividad, y en consecuencia, asumir una posicién ético-politica que desmitifica la neutralidad: “(ya que) su intervencién modifica el objeto de estudio, lo transforma. El analista es siempre, por el mero hecho de su presencia y atin cuando lo olvide, un elemento del campo” (Lapassade, op. cit.) Ahora bien, considero que en estos temas hay que hacer un esfuerzo extra para situarse en un punto de equilibrio posible. Reconocer que la implicacién es inevitable, es la instancia de partida para emprender la prdctica constante y permanente de la reflexion sobre las formas de su incidencia en nuestras maneras de trabajar con el grupo, en cémo “leemos” sus procesos. Se trata, entonces, de no condenar nuestro involucramiento subjetivo pero tampoco de celebrar un ejercicio voluntarista del rol, sin ninguna reflexion al respecto: “La implicacién es un nudo de relaciones. No es ni ‘buena’ (uso voluntarista), ni ‘mala’ (uso juridico-policial). lo que para la ética, para la investigacién, para la ética de la investigacién, es titil 0 necesario, no es la implicacién, siempre presente, sino el andlisis de la implicacion, ya presente en nuestras adhesiones y no adhesiones, nuestras referencias y no referencias, nuestras participaciones y no participaciones, nuestras sobremotivaciones y desmotivaciones, nuestras investiduras y no investiduras libidinales” (Lourau, 1991: 3). Quiza un punto critico en relacién a cémo se juega nuestra implicaci6n, sea la cuestion de los valores. En ese sentido, uno de los desafios cuando coordinamos grupos es el de caminar siempre en un filo peligroso: entre la normativizacion y el relativismo- neutralidad. Cuando digo relativismo me refiero al posicionamiento desde la creencia del “todo vale”, a partir del cual da lo mismo lo que el 97 grupo haga. A esta forma de pensamiento acerca de los valores, le corresponde una forma de coordinacién desde una supuesta neutralidad que hace que el coordinador se autoexcluya de fijar posicién sobre las distintas cuestiones que el grupo tiene que decidir. Entonces, ante recomendaciones de maxima abstinencia, cabe preguntarse: gel coordinador debe callar ante situaciones de maltrato o de injusticia que se produzcan/promuevan en el grupo?, gel coordinador no debe actuar de ningin modo cuando existe riesgo de vida?, zcual es el limite de la no imposicién de valores hacia el otro? Como insumo para construir una respuesta posible, tengo en mi horizonte la dimensién del compromiso politico con los grupos vulnerabilizados socialmente que ha sido una de los pilares de la Psicologia social de la Liberacién y que encuentra su sintesis en las palabras de su figura més representativa: “Ia concientizacién constituye una respuesta histérica a la carencia de palabra personal y social de los pueblos latinoamericanos, no sélo imposibilitados para leer y escribir el alfabeto, sino sobre todo para leerse a si mismos y para escribir su propia historia” (Martin-Baré, 2006: 7). Mas alla de las consideraciones generales que puedan formularse al respecto, suele ser adecuado pensar estas cuestiones de tan dificultosa resolucién desde Ja toma de decisiones puntuales segtin el caso, pero siempre con una actitud reflexiva y critica de la propia implicacién: “Como Ia certeza se ha vuelto indecible, es preciso, entonces, jugar en cada casillero del tablero con una decision precisa...con una critica que la encamine” (De Brasi, op. cit.: 8). 4) La coordinaci6n como ejercicio permanente de la Reflexividad Cuando decimos que la coordinacion es una posicién a construir, queremos decir también que no se hace de una vez para siempre. Cada experiencia, cada situacion que nos interpela desde nuestro no-saber, debe ser vivida como una oportunidad para aprender. Por eso, es necesario tener en nuestro horizonte una disposici6n a revisar en forma permanente las decisiones que tomamos cuando coordinamos grupos. Pensar sobre lo dicho y sobre lo hecho, en lo posible con otros -esta es también una justificacién de la insistencia en el “equipo técnico”- se sostiene en la 98 idea de la reflexividad: “Ia posibilidad de que Ia propia actividad se ouelva objeto explicito (...) explicitacién de si como un objeto no objetivo en la manera como lo son los otros objetos, simplemente por posicién y no por naturaleza” (Castoriadis, 2002: 102). Ahora bien, esta “torsién de si”, como Castoriadis la denomina, debemos diferenciarla de la “reflexividad” como la pensaban Descartes y el propio Kant: si para ellos ésta es “simplemente dada”, un a priori, para el filésofo griego se trata de una potencialidad, que se produce bajo determinadas condiciones que hacen a la operacién subjetiva de volverse sobre si mismo utilizando como herramienta el lenguaje y la imaginacién. 5) La tentaci6n de “regimentar el sentido”. Una de las materias primas con las que contamos aquellos que trabajamos en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas es la palabra. Y en los grupos esto se hace especialmente patente si tenemos en cuenta que como decfa Pich6n Riviére, la comunicacién es el carril por donde circulan las interacciones. Cuando digo “comunicacién” me refiero en un sentido amplio a las posibilidades que tiene la subjetividad humana de expresién en multiples niveles y canales: lo verbal, lo gestual, lo corporal. Entonces, cémo nos posicionamos en relacién a los sentidos que estas formas de expresi6n de la subjetividad muestran, es una cuestion a debatir. En mi experiencia, el rol del coordinador en este punto pibotea mas en el escuchar que en el decir, Aunque la actitud casi reverencial de escuchar puede ser en la practica una “pose” democratica. Me refiero al hecho que como es “politicamente correcto” hacerlo, entonces se trata de escuchar y tener la capacidad de tolerar la diferencia, cuando lo escuchado no se corresponde con mi postura. Pero en el fondo, yo como coordinadora debo siempre ejercer una actitud de reflexividad y vigilancia sobre mis propias intervenciones como para no generar una vivencia puramente imaginaria de escucha, para luego sancionar al diferente y reconducir el proceso de S'Hago la salvedad aqui en relacién a los grupos de aprendizaje: en ellos quizA las intervenciones “verbales e intencionadas” del coordinador (que puede homologarse al del docente, aunque no de manera deterministica) son mas frecuentes en orden a desplegar saberes especificos en relacion al objeto de ensefianza-aprendizaje 99 acuerdo a mi punto de vista. Entonces, en definitiva, el desafio pasa por correrse del lugar de poder que le han atribuido los miembros del grupo al coordinador: debe evitar cerrar el sentido. Por el contrario: su tarea consiste en posibilitar con su actitud de escucha que nuevas significaciones, mas complejas, mas inclusivas de multiples miradas, siempre estén surgiendo. Como expresa Fernandez (2001): “El coordinador sélo podré puntuar algtin sentido, interrogar una rareza, resaltar una paradoja, indicar alguna insistencia y ya no serd quien descubra la verdad de lo que en el grupo acontece (...) El coordinador no es el poseedor de una verdad oculta, sino alguien interrogador de lo obvio, provocador-disparador y no propietario de las producciones colectivas” (pag. 158). Ahora bien, vuelve a estar presente aqui el juego de tensiones entre uno y otro extremo. Entre renunciar a ejercer violencia simbélica hacia el grupo y negar la propia posicin como sujeto social con opiniones y representaciones propias, existe una brecha. Brecha en la que permanentemente se mueve nuestra practica. Brecha que debemos asumir como espacio donde se aloja nuestro posicionamiento técnico. Brecha en la que debemos jugar el desafio ético y politico de pensar/ trabajar con otros. 6) La dimensién actitudinal del coordinador Quiz4 esta sea una especie de “Cenicienta” de los “grupélogos”, porque refiere al registro mas fenoménico de la experiencia grupal y, en tanto tal, el que suele ser pensado como el més irrelevante, engafioso, y hasta banal. Sin embargo, en mi experiencia se me ha revelado como fértil en orden a pensar aspectos que debieran ser tenidos en cuenta en el trabajo cotidiano con grupos, aunque evidentemente la profundidad de su alcance sélo puede ser comprendida si lo pensamos en el marco general desde el cual se ha planteado la cuestion de la coordinacién: -Las intervenciones de la coordinacién deben tender a evitar caer en la hostilizacién hacia los miembros del grupo y entre ellos. Esto apunta a generar cierto clima de trabajo donde sea posible el compartir con otros una tarea y generar condiciones psicosociales 100 para que las subjetividades que alli se encuentran puedan interaccionar de algtin modo. Claro que no debemos ser ingenuos: esto depende del esclarecimiento que el coordinador pueda formularse en relacién a las representaciones que tiene respecto del “otro” con el que trabaja. Una indicacién en este sentido la realizan los institucionalistas franceses cuando aclaran que la pertenencia de clase, de género o de etnia es el campo de anilisis de la implicacion mas inmediatamente objetivo. Entonces, considero una actitud ética que como coordinador se reconozcan los propios “puntos ciegos”, que pueden hacer decidir no coordinar determinados tipos de grupos por diferencias éticas 0 ideolégicas irreconciliables. Otra indicacién para hacer al respecto es la de prestar atencion no sdlo a la actitud verbal con las que nos dirigimos al grupo: muchas veces en este plano adquiere mayor relevancia la dimension gestual o no verbal, en tanto es un espacio de expresién que escapa a nuestro control racional y puede poner en evidencia las propias contradicciones del coordinador. -No permitir agravios o descalificaciones entre los miembros del grupo y hacia el equipo técnico y, por supuesto, no generarlos. Se debe tender a trabajar en un clima de respeto mutuo. -No alentar la formacién de subgrupos 0 facciones que actien como bandos enfrentados. -Procurar que la palabra circule entre ellos. -No temerle al conflicto, pero tampoco provocarlo si no estan dadas las condiciones para contenerlo. Es decir, que se deberia desplegar una “estrategia de incorporacién del conflicto” (Nuftez, s/d: 24), la cual parte del supuesto de la existencia de una conflictividad estructural inherente a las relaciones humanas, en tanto agentes que ocupamos determinadas posiciones en un_ espacio social estratificado. Esto implica, no obviarlos, 0 lo que es peor, contribuir a que se disimulen desde una posicién ingenua de preservacién de una idealizada armonia. Supone, ademés, generar condiciones para que éstos afloren oportunamente, cuando el estado de fuerzas del grupo los pueda por lo menos afrontar. Siguiendo al mismo autor, este posicionamiento se debe articular con una “estrategia de incorporacion de cooperacién y de solidaridad”: se trata de integrar a las 101 formas de resolucién de las problematicas detectadas, Ja experiencia que ese grupo puede tener en relacién al trabajo colectivo y solidario. De acuerdo con Nufiez (op. cit.) esto supone “el reconocimiento del otro como legitimo y la recuperacién de las practicas histéricas ensayadas por los agentes comunitarios” (pag. 25), evitando imponer acciones desde la externalidad de la intervencién. -Finalmente cabe mencionar que en la construccién de una posicién técnica de coordinacién, intervienen aspectos que hacen a la “forma de ser” del sujeto que encarna tal practica, configurando un determinado “estilo de coordinacién”. Al respecto, podria decirse, que toda aquello que conlleva nuestra manera de presentamos frente al grupo (gestos, vestimenta, forma de caminar, de hablar, de pararnos, etc.) forma parte del dispositivo de coordinaci6n implementado por nosotros. 7) La estrategia metodol6gica propiamente dicha: los dispositivos y la intencionalidad La propuesta se centra, entonces, en construir estrategias de trabajo grupal, entendiendo por tales un conjunto articulado de acciones basadas en decisiones y razones buscando determinados efectos. Con esta proposicién quiero subrayar un doble caracter que la practica de coordinacién de grupos debe asumir™. Por un lado, el hacer con fundamento, es decir, poder dar cuenta de los supuestos que guian la aplicacién de determinada técnica grupal. Por otro, el hacer intencionado apunta a que el coordinador pueda reconocer, més all4 de la contingencia inherente a toda interaccién, los propésitos que busca con las acciones que pone en juego con el grupo. En este sentido se piensa el dispositivo grupal: disponer en forma intencionada una serie de condiciones que constituyen el encuadre de trabajo, en tanto se mantienen constantes a lo largo del proceso y, por lo tanto, permiten hacer "lecturas" de dicho proceso. 22Retomo aqui lo trabajado en Paulin, Tomasini y Bonvillani (2003). 102 La insistencia en mantener constante la conformaci6n del pequefio grupo, por ejemplo, se sostiene justamente en esa idea: sdlo en la medida en que el tiempo, el espacio, los contenidos a trabajar, dejan de ser variables, se pueden analizar con cierto grado de confianza los fenémenos que aparezcan en el devenir del grupo, sino ;c6mo distinguiriamos un efecto buscado de uno producido por la contingencia? Todo esto apunta a que el coordinador se apropie de su quehacer, que pueda dar y darse razones acerca de lo que hace, posicién muy diferente a reproducir acriticamente recetas que circulan, aplicandolas sin tener en cuenta sujetos, contextos e intenciones. En este sentido, consideramos que una de las operaciones propias de la coordinacién es el disponer una serie de condiciones que ayudaran a un mejor desenvolvimiento de la tarea del grupo, en la medida en que tenderan a lograr un marco comin en el proceso: "El encuadre (...) es el conjunto de constantes que se mantendran en el transcurso del trabajo grupal: espaciales, temporales, tedricas y técnicas" (Souto de Ash, 1996: 54). Como vemos, el encuadre consiste justamente en tornar constantes a las variables, es decir, en la delimitacién en forma deliberada por parte del coordinador de los aspectos y dimensiones que hacen a las situaciones de trabajo grupal. En el caso de los encuadres de grupos institucionalizados (como por ejemplo un grupo que funcione dentro de una organizacion no gubernamental), debemos sefialar que se restringen las posibilidades de gobernabilidad del coordinador. Se trata mas bien de normas de funcionamiento dispuestas desde la institucién de que se trate: desde la carga horaria que dispondr, el uso de los espacios y los tiempos, etc. No obstante, este sefialamiento en relacién a los limites de fijar encuadres de trabajo, considero muy importante que el coordinador explicite estas condiciones en las que habra de transcurrir el proceso, de tal forma de despejar dudas y evitar malos entendidos. Adquieren especial importancia en este sentido los acuerdos iniciales que el coordinador establece con los miembros del grupo: 103 objetivos-expectativas (que son pistas para dilucidar la tensién demanda/encarga), horarios y lugares de reunién, actividades, normas de funcionamiento, caracteristicas de la experiencia a realizar, expectativas acerca de su rol, etc. La explicitacién de esta serie de acuerdos iniciales configuran el llamado "contrato de trabajo", que no debe interpretarse en su uso cotidiano como un acuerdo escrito y firmado, sino como la puesta en comin de criterios y las decisiones derivadas, en relacion al proceso de trabajo del grupo. Seria pertinente ubicar los alcances y limites del contrato, en los términos de Fernandez (op. cit.): “Nunca estd todo dicho en un contrato. Sus dimensiones no dichas, implicitas, operan sus efectos de latencia. (...) (Pero), es importante no apurar maniqueismos y saltar a imaginar posibilidades de agrupamientos por fuera de contratos. Asi como sin contrato diddctico no hay ensefianza ni aprendizajes posibles, no pueden pensarse dispositivos grupales por fuera de contratos. Estos normativizan enunciados y pricticas -como también sus légicas- estableciendo qué es pertinente en determinada inscripcién institucional y qué no lo es. Por lo tanto, al demarcarlo, hacen posible el campo de intervencién” (pag. 170, subrayado mio). 8) La operaci6n técnica de coordinacién como acto investigativo: la sistematicidad en la bisqueda del sentido grupal. Si bien se piensa el quehacer del coordinador basicamente como una practica de intervencién grupal, considero que esta practica se asienta en la necesidad de un conocimiento sobre el colectivo con el que se esta trabajando, lo cual exige una disposici6n para conocer la realidad subjetiva y material del otro. En ese sentido es que estoy proponiendo los postulados basicos en los que se apoya la Investigacion-accién participativa y ciertas expresiones de la Metodologia cualitativa, para integrar una posible caja de herramientas de la coordinaci6n grupal. Como dice Rockwel (1987) en relaci6n al registro etnografico, la tarea especifica del observador es “documentar lo no documentado”, es decir recuperar de la manera mas textual posible la palabra de los miembros del grupo, en las distintas situaciones que configuran su proceso. Esto que es escuchado, visto, en fin, percibido por el observador, funciona como fundamento de las 104 intervenciones del coordinador. Esta no es una tarea sencilla, sin embargo resulta fundamental para poder autorizarnos en nuestras acciones hacia los grupos el tener conocimiento fundado acerca de lo que sucede como parte de su proceso. En otras palabras, si quiero hacer una lectura del proceso grupal, es preciso tener qué leer, algo asi como una memoria de lo sucedido: los avances, los obstaculos, los retrocesos, etc. Esto demanda una escucha atenta de las vicisitudes en ese grupo, tanto a nivel de las interacciones entre sus miembros como de ellos en la resoluci6n de la tarea que los convoca. Cuando hablamos de construir conocimiento sobre el grupo, hablamos de una co-construccién que se asienta en la operacién dialégica por la cual entran en interaccién distintos tipos de saberes. Las distintas orientaciones estratégicas de la Investigacion Accién Participativa (IAP) han producido diferentes maneras de definir dicha interaccién. Algunos principios basicos de su aplicacién, que recupero como marco para la construccién de conocimiento y también del vinculo personal que establezco con los sujetos con los que trabajo, son los siguientes: a) Ubicar a las personas afectadas por los problemas que se quieren abordar con la intervencién grupal, como los protagonistas del proceso. En ese marco, como técnica trato de adoptar una “actitud de escucha y didlogo permanente” que me permita sobre todo descubrir y acompafiar en la potenciacién de los recursos materiales y simbélicos con los que cuentan los sujetos involucrados. b) Unir esta actitud de busqueda de conocimiento del otro con una orientacién hacia el cambio “en Ia realidad social que requiere de la cooperacién grupal, y un cambio en los individuos, considerando ambos como interrelacionados” (Krause, 2002: 48). Por eso se trata de articular la reflexion con la accién, porque ademas este tipo de investigacién parte de la practica inmediata de los grupos, abarcando no sédlo las situaciones de encuentro grupal propiamente dichas, sino todas las interacciones cotidianas. El proceso de IAP debe ser una via “de movilizacién y emancipacion de los grupos sociales en situacién de dependencia” ©) 105 (Colectivo Ioé, 2003: 8), situacién que caracteriza las sociedades latinoamericanas atravesadas por fuertes procesos de injusticia social. d) Respetar y recuperar los conocimientos locales, no significa renegar de los profesionales: “Se quiere evitar el sesgo profesionalista, que limita la competencia a los ‘técnicos’, pero también el sesgo basista, que hace de la ‘base’ el tinico criterio de validacién y tiende a demonizar las aportaciones técnicas y las necesarias mediaciones organizativas” (Colectivo Ioé, op. cit.: 14) Ademis de recuperar estos principios basicos de la aplicacién de la LAP, se enfatiza el uso que en este marco se hace de técnicas de construccién de la informacién propias de la tradicién de la investigaci6n cualitativa®. Asi, por ejemplo, la construccién de alguna hipotesis sobre el acontecer grupal debe estar fundamentada en forma rigurosa por los indicios que se encuentran en el registro de los encuentros grupales. Luego de lecturas minuciosas sobre dicho registro comienzan a compararse los fragmentos de dicho registro en los que insiste un mismo fenémeno: puede ser un incidente repetido o las intervenciones de un miembro del grupo, o situaciones conflictivas entre miembros, etc. Estas recurrencias identificables en el cuerpo del texto grupal (registro), se van anudando en la lectura que hace el equipo técnico para hacer hipétesis sobre el acontecer grupal. Pero como en todo proceso de conocimiento entendido como co- construcci6n cualitativa, estas conjeturas no constituyen un saber acabado sobre lo grupal, slo tendran cierto efecto comprensivo en Ja medida en que sean “trianguladas”, es decir, puestas en tensién con los puntos de vista de los propios miembros del grupo, que son en realidad, sus duefios. La triangulacion implica en la practica del trabajo grupal, sostener que la hipotesis del equipo técnico es una %3Cuando hablamos de “investigacién cualitativa” no desconocemos que se trata de un campo complejo y controvertido que admite en su interior multiples enfoques metodol6gicos, soportados por premisas epistemologicas que presentan matices. No obstante y a los fines del presente trabajo, he asumido provisionalmente algunas de los ejes que constituyen la propuesta del Método comparativo constante de Glaser y Strauss (1967 y ampliaciones). Plantear los fundamentos epistemoldgicos asi como los procedimientos analiticos que esta metodologia implica, excede los limites de este trabajo, en consecuencia invitamos a los interesados a profundizar el tema. 106 version posible de lo ah{ acontecido, y como tal debe ser sometida a la re-visién de otras subjetividades, las de los integrantes del grupo. En sintesis, coordinar grupos es ... ayudar a mirar... Mirar la inmensidad..., la riqueza inagotable de sentimientos, pensamientos, significados, practicas que produce en cada uno de nosotros el formar parte de un grupo, pero a condicién de correrse del lugar de padre. 107 Bibliografia del Capitulo V Bauleo, A. (1977): “Notas para la conceptualizacién sobre grupos”. En Contrainstitucién y grupos. Madrid: Fundamentos. Bonano, O. (1999): “Desacoples subjetivos”. Revista Campo grupal. Afio 2, N° 9. Buenos Aires. Bonano, O. (2008): “Grupo y dimensién colectiva de las practicas”. 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A partir de estos supuestos, para ser un “buen coordinador” se deberfa contar con una especie de "recetario de técnicas", listas para ser utilizadas con independencia del enfoque de la intervencién, de las caracteristicas del grupo y del contexto particular de que se trate. En este sentido lo piensa el Equipo de Educacién popular Alforja (1988) cuando sostiene que "los coordinadores se convierten ast en puros dinamiqueros” (pag. 3), en alusién a la corriente de dinamica de grupos que centra sus aportes en diferentes técnicas destinadas a hacer més eficiente al grupo. En este sentido, Mustieles (1993) habla de la “loca carrera por ‘inventar’, aplicar y publicar indiscriminadamente técnicas de dindmica de grupo” (pag. 420). Esto contradice la poderosa riqueza en términos de despliegue de la creatividad grupal, que justamente resulta del caracter indeterminado de los grupos. En este sentido, la construccion de una diddctica que permita conducir procesos de ensefianza y aprendizaje vinculados con la practica de la coordinacién, no MW deberia consistir, a mi entender, en Ja transmisién de un repertorio de técnicas y ejercicios, sino en que los coordinadores puedan reflexionar acerca de las condiciones generales desde las cuales se puede pensar la creaci6n e implementacién de ellas en marcos de trabajo especificos con grupos. De esta forma, cada cual podra construir la actividad adecuada con la técnica precisa en cada caso y de la forma més creativa. Todo Io cual no implica negar el valor de la practica en la vida de los grupos, sino mas bien, es un reconocimiento del hecho, a veces olvidado, de que la eficacia de una técnica depende del conocimiento de la teoria que la fundamenta y del grado de conciencia que tenga quien la aplica acerca de los efectos que pretende lograr. Esto se refiere a lo que he planteado anteriormente en relaci6n a la intencionalidad que debe guiar los dispositivos de intervencién que el coordinador inventa para hacer su tarea. Siguiendo a Mustieles (op. cit.), “esto es lo que nos permite discriminar lo que es una técnica de lo que no lo es (...) cuando existe intencionalidad podemos hablar de técnica, cuando no, de improvisacién. La intencionalidad tiene que ser conciente para el coordinador y éste tiene que ser capaz de explicitarla” (pag. 419). Ahora bien, cabe aclarar que la improvisacién no es negativa en si misma, debido a que responde a la propia légica espontanea que atraviesa las relaciones humanas en la vida cotidiana*. Lo que sucede es que no debemos hacer de la improvisacién una justificacién para evitar la planificacién y, por otra parte, debemos ser capaces en tanto técnicos, de reflexionar sobre los alcances que tuvo ese acto contingente en el desarrollo de la tarea colectiva. Desde estas puntualizaciones se hace necesario aportar algunas pautas que orienten respecto del uso de las técnicas, asi como sus alcances y limites en lo referido a la operacién de coordinacién. Las técnicas son herramientas que sirven para el logro de determinado objetivo, dentro de un marco légico general que guia la 34 Esto es especialmente aplicable a las realidades altamente inestables en las que se producen nuestras practicas en los distintos campos de intervencién grupal, atravesados por multiples factores tales como la privacién econémica de aquellos con los que habitualmente trabajamos y por nuestra propia precariedad laboral. 412 intervencién del coordinador. Por ello, para planificar el uso de determinada técnica es necesario tener presente distintos elementos en forma articulada: -el tema o problema que se quiere abordar a través de ella. Por supuesto que lo ideal seria que este tépico fuera determinado por el grupo, a través de la formulacién de una demanda al coordinador, pero en la practica es muy frecuente que seamos “encargados” de desarrollar una tematica con un grupo que no necesariamente lo requirié, en calidad de “agentes efectores” de determinada acci6én desde el Estado, Organizacién no gubernamental u otras instancias organizativas. En ese caso es preciso, en orden a pensar practicas de intervencién grupal en condiciones concretas y actuales, trabajar de alguna forma en una adecuacién de esa probleméatica que es “pajada” desde lugares externos a la realidad del grupo o comunidad para constituirla en una necesidad o problematica sentida por ellos. Este es un desafio complejo porque, entre otras cosas, ha de tramitarse entre las exigencias de ejecucién temporal de nuestro “empleador” y los tiempos de los destinatarios de la accion, pero imprescindible en orden a _ generar instancias de involucramiento subjetivo que hagan posible la propia intervencion. En ese caso, la herramienta central de estos momentos iniciales es la escucha atenta, generada en el marco de un clima de aceptacién y respeto por el otro. -el nivel de alcance que se proponga la intervencién. Por ejemplo, no es lo mismo buscar que la técnica permita conocer la dinamica de determinada problematica (diagnosticar)35 que generar practicas para dar respuesta a ella. En este segundo caso, las acciones para hacer frente a ella pueden ser asistenciales o preventivas. Por otro lado puede tratarse de una accién de capacitacion en relacion a determinada tematica. También podemos planificar una actividad tendiente a generar condiciones para que el grupo se organice para hacer frente a la problematica cuando esta ha sido detectada y definida. En orden a esto, existe un cierto sentido de oportunidad que debe tener la implementacién de una técnica determinada, puesto que si no existe un conocimiento previo acerca 55Por otra parte, se puede buscar un auto-conocimiento de las personas (por ejemplo en relacién a su autoestima) o sus creencias o representaciones en relacion a determinado objeto social. 113 del grupo y de sus posibles problemas particulares, resultara incoherente iniciar nuestro acercamiento desde otro nivel de intervencién que no sea el més “plenamente” diagnéstico. El nivel de alcance que nos proponemos con la implementacién de la técnica grupal, se plasma en la determinacién de los objetivos, que se proponen respecto del tema elegido. -Determinar la forma de expresividad humana (percepcién, emocion, pensamiento, expresién, accién, etc.) que se quiere poner en juego con la técnica a implementar. En el siguiente cuadro, se describen un conjunto de técnicas de acuerdo al area de conducta o forma de expresividad humana en la cual hacen eje, asi como recomendaciones basicas para su implementaci6n y ejemplos. 114 NOMBRE DESCRIPCION SUB- TIPOS RECOMENDACIONES EJEMPLOS A través de la creacion de una situaci6n ficticia, el coordinador busca que los De animacion Se proponen cohesionar, animar, Deben ser activas, utilizando elementos como el humor que sirven para integrar al conjunto. Técnicas de presentacion como el Ovillo wm _ |Participantes se|creando un ambiente Los refranes para 4 Jinvolucren, y logren "vivir" que propicie el formar parejas —|determinada situacion. De| encuentro y la g esta manera posibilitan la| participacion fi |aparicion de _actitudes| De andlisis Tormenta de ideas z espontdneas enel grupo | Su objetivo es brindar Armado de elementos conceptua- rompecabezas les que permitan re- flexionar sobre situa- ciones de Ja vida real vz [Se basan en la utilizacion Presentacion ordenada y coherente Psicodrama S |e la expresion corporal Usar elementos como el movimiento, la voz, | Juego de roles wa g para representar _ situa- los gestos. Cuento dramatizado a ciones, comportamientos, Que se hable con claridad y voz alta 5 formas de pensar. Que no hablen o acttien dos a la vez. < AUDITIVAS AUDIO- Se usa el sonido combi- nado o no con imagenes. Aportan elementos de informacién adicional al grupo sobre determinado tema. El coordinador debe conocer de antemano el contenido de lo que se trabajar, para que sea una herramienta de debate y no de distraccién. Para un mejor aprovechamiento es mejor tener preparadas consignas para la reflexion. Charla Conferencia Video-debate Anilisis de pelicula o publicidad 15 ‘VISUALES Pueden ser producciones del propio grupo o mate- riales elaborados por per- sonas externas al grupo. Las primeras sirven para “objetivar" lo que el grupo trabajé sobre determinado tema. Las segundos se usan para aportar elementos nuevos ala reflexion Escrite tienen como soporte todo material escrito. La letra debe ser clara y al alcance de la lectura de todos los participantes. La redaccion debe permitir transmitir concretamente las ideas y conclusiones a las que el grupo arribé. No se pueden utilizar si los miembros del grupo no saben leer, o si el nivel de las producciones externas es tan complejo que no permite integrar la participacién del colectivo. Deben acompafiarse con procedimientos que faciliten la expresién y el intercambio de ideas. Papelografo Lluvia de ideas Lectura de textos Anilisis de informes de investigacion Anilisis de novelas o poestas Expresan contenido en forma simbélica, por eso se necesita decodificarlas pa- ra entender el mensaje. Graficas: Utilizan como recur- sos dibujos, graficos, simbolos Comenzar por reconocer los elementos que estén presentes en aquello que percibimos. Luego que los miembros que no lo hicieron expresen que interpretaci6n hacen del grafico Por tltimo, las personas que lo hicieron deben contar que quisieron expresar con el dibujo. Se debe buscar el intercambio respetuoso de maneras de decodificar el mensaje. Realizaci6n de afiches y colages. Andlisis de graficos y fotograffas. ‘Adaptacion a partir de lo propuesto por Alforja (1988) 116 Si bien es cierto que nuestra condicion subjetiva nos constituye en unidades complejas en donde interactian todos estos aspectos, es necesario que determinemos antes de elegir o construir una técnica a utilizar cual de todos ellos queremos priorizar. Para decidir esto debemos valorar en forma interrelacionada el eje temdtico que queremos abordar y los objetivos que nos propusimos. Por ejemplo, si nos planteamos explorar el impacto emocional que produce determinado problema en ese grupo, una técnica que permita sdlo la expresividad a nivel intelectual o cognitivo no nos sera operativa. También tendremos que tener en cuenta determinadas caracteristicas del grupo para anticiparnos a cémo “recibiran” el tipo de actividad que les propondremos. Por ejemplo, evaluar si por las caracteristicas idiosincraticas 0 etareas convendra en el primer encuentro poner en practica un dispositivo que exija una fuerte desinhibicién, que suelen caracterizar a las técnicas corporales o psicodramiaticas. - Existen algunos criterios de eleccién (Mustieles, op. cit.) que el equipo técnico debe tener en cuenta a la hora de seleccionar una técnica grupal. Algunos de ellos son: vy Numero de participantes con los cuales se trabajara. Este punto esta en relacién a otro de los items a considerar, es decir el tiempo que disponemos. Asi, por ejemplo, si trabajamos con muchos participantes y contamos con tiempo escaso para el encuentro, sera mejor que ajustemos el tipo de técnica para que todos puedan expresarse y participar, o de lo contrario, ampliemos el tiempo para realizar la actividad. ¥ Caracteristicas de los participantes, tales como su grado de instruccién formal, el momento en su desarrollo evolutivo, las competencias y habilidades que la técnica exige, deben evaluarse a la hora de utilizar determinado dispositivo. Asi, por ejemplo, se debe evitar especialmente proponer actividades que puedan ser humillantes 0 mortificadoras para aquellos que puedan sentirse en evidencia ante lo que no saben, por ejemplo leer y escribir. El equipo debe anticipar este tipo de situaciones y contenerlas en el disefio, por ejemplo solicitando la realizacién cooperativa de las consignas entre los que saben y no saben escribir. La cuestion de la edad y el género de los participantes es muy importante a la hora de decidir el 7 tipo de actividad, en orden a no cometer errores respecto a proponer’ una actividad que someta a nifios a exigencias cognitivas 0 motrices que no puedan afrontar en orden al momento vital en el que se encuentran. v Si se trata de una actividad dentro del proceso que el grupo viene haciendo, se debe tener en cuenta en qué momento concreto se encuentra dicho grupo. Por ejemplo, si es un momento inicial, de presentaci6n o si se trata de una actividad de cierre del proceso. Y Tiempo. Es uno de los elementos del encuadre al que hay que atender cuando disefiamos la actividad grupal, puesto que el coordinador debe ser el primero en respetar el tiempo que se acord6 con el grupo. De lo contrario, debemos exponernos a que el grupo se quede més allé de lo previsto tal vez en presencia fisica pero queriéndose ir o que directamente se vayan retirando, lo cual dificultaré el cierre de la actividad. De todos modos, hay que conservar en la practica una actitud suficientemente flexible como para entender que muchas veces el tiempo est4 en funcién de la productividad grupal y que vale més la forma como se haya trabajado que respetar a rajatabla unos limites temporales que se vivan como expuestos externamente. Y Distinguir entre el “espacio grupal” y el “espacio institucional” (Mustieles, op. cit.). El primero esta referido al tamafio fisico y a las caracteristicas del recinto donde planificamos realizar la actividad grupal, el cual debe ser tenido en cuenta a la hora de definir que tipo de actividad determina la técnica elegida. Asi, por ejemplo, si planificamos una actividad que requiere de movimientos corporales debemos garantizar que el lugar con el que contamos tenga suficiente espacio para realizarlos. O si, tal vez, es un espacio saturado de objetos, debemos disponer con anticipacién de la posibilidad de despejarlo para poder realizar la actividad. La idea de “espacio institucional” se refiere a una dimensién simbélica, es decir a la cultura de la institucion u organizacién concreta donde el grupo funciona. Asi, por ejemplo, si trabajamos con un grupo clase en una escuela donde no se acostumbra a hablar en voz alta o reir en las aulas, debemos anticipar hasta que punto se 118 admitira un tipo de actividad que despliegue esas reacciones en los alumnos. ¥ El equipo técnico debe por lo menos conocer la técnica que habra de utilizar, ya sea porque la ha experimentado 0 porque tiene suficiente informacién acerca de ella. Hay otros aspectos que tienen que ver directamente con las caracteristicas personales de quien coordinaré la aplicacién del disefio: se debe sentir comodo en tal actividad, es decir, que conviene no adoptar formas de trabajo que no vayan de acuerdo con el estilo del coordinador. -Finalmente hay que distinguir entre técnica y actividad grupal propiamente dicha. Es decir, la implementaci6n de la técnica elegida o construida supone la realizacién de distintas actividades por parte del grupo, como lo podemos ver ejemplificado en el siguiente cuadro: Objetivos [Técnica [Procedimiento de implementacion -Que los miembros de un| De -Formar un circulo con todos los grupo que recién se inicia| presentacién _| participantes se conozcan. "La telarafia" |-Cada uno dice su nombre y otro -Generar un clima que dato relevante de acuerdo a las propicie el encuentro caracteristicas del grupo, luego lanza el ovillo de lana hacia otro compajiero. -Se repite hasta que todos se presentan formando una especie de telaraiia. La columna “procedimiento de implementacién” describe una por una las distintas actividades que la puesta en prdctica de la técnica de presentacion supone. Acercandonos a este nivel de implementacién especifico deberemos definir un disparador para la actividad a realizar. El tipo de técnica elegida determina el disparador que se utilizard: se trata de un elemento dispuesto por el equipo técnico que “provoca” al grupo para que este inicie la actividad correspondiente. Por ejemplo si selecciona una técnica audio-visual, el disparador puede ser un fragmento de pelicula o de serie televisiva 0 un dibujo animado, etc., que permite visualizar elementos del tema que quiero trabajar. 119 También puede ser la dramatizacion de una escena, un poema, una cancién, una pregunta, una imagen, etc. Debemos distinguir disparador de consigna. Esta ultima es la enunciacion que en forma verbal o escrita formula el equipo técnico indicdndole al grupo lo que se espera que realice. Siguiendo el ejemplo anterior, esta indicacion tendria concretamente que ver con la pelicula seleccionada, conteniendo las pautas que el equipo técnico define para que el grupo realice la actividad. La consigna puede ser invitar a la discusién y reflexion en relacion a lo que produjo el disparador y/o la produccién de un trabajo grupal, por ejemplo un colage a partir de escuchar una cancién, un poema, etc., relacionados con el tema elegido. Es necesario que la consigna sea clara y precisa, es decir que oriente en la realizacién de la actividad evitando las confusiones. De todas formas hay que puntualizar que, si caracterizamos la tarea del equipo técnico en el desarrollo de la actividad grupal desde el acompafiamiento, esta consigna podra ser ampliada, aclarada 0, incluso, rectificada en caso de que no se comprenda, de tal modo de facilitar la realizacién de la misma. La principal diferencia con el disparador es que éste tiene como principal objetivo motivar al grupo a que focalice su atencién en determinada problematica 0 situaci6n que se quiera trabajar, o que se sensibilice en relacién a ella. Finalmente es necesario subrayar que uno de los criterios principales para determinar la calidad de una técnica es el grado de coherencia entre los elementos antes definidos, los cuales, como hemos visto, acttan en forma interrelacionada, es decir que deben valorarse uno en relacién al otro. Sobre el dispositivo del taller El Taller es una metodologia de trabajo grupal que tiene aplicaciones en distintos 4mbitos de intervencién: comunitario, educativo, laboral, sanitario, recreativo, etc. A manera introductoria diremos que se apoya en una concepcién de construccién colectiva ya sea en relacién al conocimiento, 0 como escenario para la 120 expresividad, recreacién o para la definicién de Iineas de accién comunes. En definitiva, se fundamenta en la idea de practica compartida para el logro de determinados objetivos grupales. En tal sentido, se trata més que nada de disponer condiciones psicosociales, es decir, el encuentro con el otro (en el sentido del no- yo, de la diferencia) que permitan la expresién, la comunicacién, el conocimiento y la accién colectiva. El uso del taller en Latinoamérica ha estado relacionado con las dinamicas pedagégicas propias de la Educacién Popular propuesta por Paulo Freire. Desde alli, que una primera aclaracion a plantear sea que, si bien este es el contexto de produccién de este instrumento de trabajo colectivo, en este espacio lo pensaremos mas alla de la meramente educativo para proyectar su uso con distintos propésitos: preventivos, diagnésticos, expresivos, de sensibilizacién, etc.: “La educacién popular (...) no puede reducirse a ser un sinénimo de escuela o colegio, tampoco campo y tarea distintivos del docente. Para nosotros es una dimensién insoslayable de toda intervencién profesional de quien participa de los esfuerzos del pueblo por el cambio y la transformacion” (Celats, 1991:12). En tal sentido presentaré a continuacién algunas caracteristicas generales que definen esta metodologia de trabajo grupal, recuperando en forma critica los aportes de la tradicién freiriana: a) El taller se considera como una instancia de reflexién y accién donde se articulan la practica y la teoria, el conocimiento y el trabajo. b) El taller se considera un “dispositivo productivo” porque es generador en varios sentidos: -se aprenden contenidos, _practicas, _ procedimientos, haciéndolos con otros -se producen objetos materiales (cartillas, murales, etc.) y simbélicos (discursos, narrativas, representaciones, etc.) c) El taller facilita la produccién y recreacién de miltiples interacciones: 121 -entre individuos (entre participantes, los participantes y el facilitador, las parejas, los grupos, en la puesta en comin en los plenarios, etc.), -entre el individuo y el espacio, -entre el individuo y los productos (la imagen que se produce, el relato, etc.) -entre el individuo, el cuerpo y el entorno auditivo o visual. En fin: un aqui y un ahora donde se generan nudos de relaciones no sélo desde el decir, sino desde la interaccién (corporal, dramiatica, gestual y espacial) y desde el hacer. Podemos asi rastrear la “construccién de un tejido seméntico en el que se construyen individual y colectivamente redes de sentidos, de descubrimiento de los sentidos de los otros” (Riafio Alcala, 2000: 147). d) En mi practica, utilizando esta metodologia de trabajo grupal, he podido distinguir la produccién de distintos efectos en el grupo, atin tratandose de experiencias acotadas a algunos pocos encuentros: -el taller se puede constituir en una unidad en si mismo, donde el “didlogo colectivo de acuerdos y desacuerdos” (Riafio Alcala, op. cit: 151) promueve momentos de negociacion y consenso que posibilitan la reconstruccién y reelaboracion de sentidos, muchas veces reconociendo o desmitificando los estereotipos que se tienen sobre los otros o sobre la propia situacién. -la movilizacién de sentimientos muchas veces permite una descarga de tipo catértica (llorar, reir, enojarse), en relacién a situaciones de malestar o angustia que se comparten con otros. -poner en comin las propias experiencias, lo que se siente y lo que se piensa en torno a distintas momentos de la propia vida, permite descubrir similitudes con las experiencias de otros, y descubrir la raiz social de un problema que la construcci6n ideolégica ha hecho pasar como “individual” y “natural”. Intentar sustituir la representacién social (dominante) individualista y de libre albedrio, por otra que inscriba la propia existencia en una historia compartida de dominacién material y simbdlica, se constituye en un aprendizaje por dems significativo para aquellos 122 que ocupan una posicion social desfavorable. Porque, como sostiene Bourdieu (1999): “Hacer concientes ciertos mecanismos que hacen dolorosa e incluso intolerable la vida no significa neutralizarlos; sacar a la luz las contradicciones no significa resolverlas. Empero, por escéptico que uno sea (...), no es posible considerar nulo el efecto que puede ejercer al permitir a quienes sufren descubrir la posibilidad de atribuir ese sufrimiento a causas sociales” (pag.55). -la puesta en comin de las vivencias propias, de los malestares y su colectivizacién, pueden constituirse en condicién de posibilidad para la busqueda de apoyo social, para la movilizacién de redes existentes de las cuales, con frecuencia, se desconoce su existencia, 0 a la generacién de proyectos colectivos que permitan canalizar salidas posibles a los problemas. e) El taller debe recuperar la experiencia cotidiana de los actores sociales que en él participan para poder generar instancias de reflexion colectiva. Es decir que debe referenciarse en las practicas sociales de los participantes, ya sea para canalizar sus sentires, sus pensamientos acerca de ellas y/o para construir desde alli nuevos conocimientos 0 practicas, en Ja tensién con el acervo de conocimientos del técnico que lo coordina. Este ultimo punto nos reenvia a una cuestién que ha sido blanco de criticas hacia la propuesta de la Educacién Popular. Dentro de sus postulados, el taller se considera una instancia donde se respeta la cultura y los conocimientos populares, promoviendo un didlogo horizontal de saberes, que se consideran por fuera de las relaciones de imposicién de una autoridad sobre el grupo. Considero al respecto que en los talleres como en cualquier otra forma de intervencién grupal, existen relaciones de poder dentro de este espacio, aunque se proponga ser “dialégico y horizontal”, ya que esas dindmicas incluyen relaciones asimétricas que se originan en el lugar de autoridad diferencial del coordinador. Es decir, la mera enunciacién de la forma horizontal de trabajo no cancela en si misma las desigualdades sociales y las distancias que éstas producen entre los agentes. Esto no implica que se deba abusar de ese lugar investido de poder, por el contrario, se trata de trabajar las diferencias en un esfuerzo que se funda en la intencionalidad de producir practicas democraticas. Se comprende que los supuestos de 123 base de la educacién popular reaccionan a una forma de trabajo pedagégico con los sectores populares que se ha caracterizado por ser verticalista, centrada en el saber hegeménico del docente y el menosprecio por el conocimiento local. No obstante, esto no debe hacernos caer en el otro extremo de reivindicar el saber popular a costa de devaluar el académico o profesional, reproduciendo una vision polarizante que no nos ayuda a construir salidas que integren de manera estratégica distintas comprensiones del mundo. 124 Bibliografia del Capitulo VI Alforja (1988): Técnicas participativas para la educacién popular. Buenos Aires: Hvmanitas. Bourdieu, Pierre (1999): “Post-scriptum’. En La miseria del mundo. Espafia: Fondo de cultura econdémica. CELATS (Centro latinoamericano de Trabajo social) (1991): Trabajo social y educacién popular con nifios. Pert. Mustieles, D. (1993): “Las técnicas en el trabajo con grupos”. En Clinica y andlisis grupal, N° 73. Madrid. Pp. 419-432. Riafio Alcala, P. (2000): “Recuerdos metodol6gicos: el taller y la investigacion _etnogrdafica”. En Estudios sobre las culturas contempordneas. Epoca II. Vol. V. N°10, Colima, México. Pp. 143- 168. 125 Capitulo VII Un grupo, una trama. Multiples miradas a un grupo de mujeres como expresi6n territorial de un movimiento social36 En este capitulo presento de manera analitica un conjunto de emergentes de trabajo de campo que surgen en el marco de una investigacion que se realiz6 durante el periodo 2006-20073’. El caso en estudio lo constituy6 un grupo de mujeres que realizaban distintas actividades (copa de leche, produccién de dulces caseros) como contraprestacién por percibir planes Jefes y Jefas de hogar -obtenidos a instancias de su participacién en un movimiento social- en la seccién mas pobre de una localidad cercana a Cérdoba capital (Argentina). 36Reelaboracion a partir de la Ponencia publicada en las Memorias del III Foro de Psicologia organizacional, Facultad de Psicologia - Universidad Nacional de Céordoba- Editorial Brujas. Pp. 173-177. 2006. 37Proyecto de Investigacion “SUBJETIVIDAD POLITICA Y SOCIALIDAD: la participacién politica ‘en grupos de jévenes, de dos sectores poblacionales contrastantes de la provincia de Cérdoba”, subsidio bianual Agencia Cordoba Ciencia en el marco del Programa de Apoyo a equipos de investigacion de reciente formacién 006-2007) El mismo se éncontr6 articulado con er proyecto de investigacion “Migraciones y pobreza en el Area Metropolitana de la Ciudad de Cordoba, Argentina: estrategias migratorias de familias pobres residentes en la localidad de Malvinas Argentinas, en su dimension socio-politica”, bajo la direccién de la Dra. Alicia Gutiérrez (Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofia y Humanidades de la Universidad Nacional de Cérdoba). 127 A nivel metodolégico, en la investigacién he adoptado un enfoque etnografico, a partir del cual se privilegiaron el trabajo de campo y la interpretacion cualitativa. En esa direccién se combinaron distintas técnicas: observacién de las actividades cotidianas de distintas esferas que componen el movimiento, entrevistas en profundidad y grupales. El proceso analitico se orienté a la reconstrucci6n de las practicas organizativas, asi como a las significaciones por medio de las cuales las mujeres que forman el grupo las interpretan. A partir de lo cual presentaré algunas proposiciones que hablan de las distintas miradas posibles del proceso grupal que ellas estaban protagonizando. Relacién entre el movimiento social y el grupo especifico. Apropiacion de los objetivos del movimiento a nivel de los agentes en terreno: lo social, lo politico. El marco organizativo en el que se despliega el proceso grupal que analizaremos es el del Movimiento Barrios de Pie*’, siendo este 88Ge trata de un movimiento social, es decir de una forma de accién colectioa que apela a la solidaridad, comparte una identidad colectiva, explicita un conflicto social, cuestionando una forma de dominacion social. Otro recorte para hacer en nuestro caso, es que se trata de un movimiento piquetero aus por ser “un movimiento de movimientos” (MTD y Colectivo Situaciones, 2002) agrupa una variedad multiple y heterogénea de experiencias, lo cual le imprime marcas identitarias y formas de funCionamiento particulares. Svampa y Pereyra (2003) describen a Barrios de Pie asi: “organizacin territorial vinculada a Patria Libre. Anteriormente se denominaba CTA dé los Barrios, cuando integraba la FTV (durante 2000-2001) (...) presenta una matriz ideol6gica ligada al populismo de izquierda y desde fines de 2003 ‘viene encabezando la estrategia piquetera hacia una politica de “trmsversaidad’, Enj el Tideraago de Kirchner” (pag, 236). En entrevistas con algunos de los fundadores del movimiento en Cordoba, ellos reivindican que Barrios de Pie nacié en esta ciudad, bajo el nombre “Movimiento Cordoba desde abajo” y que luego “salté a todo el pais, incluso a Buenos Aires, que fue una estrategia politica nuestra, de decir vamos a crear en movimiento en todo el pais, por lo importante que es Buenos Aires para la vida politica de todo el pais, en los centros grandes urbanos y en las provincias mds humildes. Muchos de los compafteros que estaban ac les tocé la taren de crear la misma iden, la misma identidad desde la vision de las personas de cada una de las provincias, pero siempre conseroando una misma forma de trabajar y una vision de que proyecto estamos hablando” (Tomas, 38, ‘Coordinador del Area de Educacién Popular e iniciador del movimiento). 128 grupo de mujeres en particular una de las expresiones territoriales de aquel. Dentro del variado arco que supone el movimiento piquetero, Barrios de Pie se ha caracterizado por una légica de construccién organizacional de fuerte implantacién territorial a través de la cual despliega un conjunto de acciones sociales que combinan desde variadas formas de ayuda mutua y autogestién, hasta la negociacién con distintas instancias estatales para obtener y administrar subsidios de desempleo y para microemprendimientos y otras iniciativas de caracter productivo. Como se sabe, la condicién de la contraprestacién frente a la percepcién de los planes Jefes y Jefas de Hogar originé la organizacién de distintas actividades de caracter comunitario relacionadas con la satisfaccién de necesidades urgentes: asi nacieron comedores, copas de leche, roperos comunitarios, huertas, etc., marco en el cual desde fines del afio 2004 viene trabajando este grupo. El origen de su vinculacié6n con el movimiento marcé de alguna manera una particularidad en la modalidad inicial de organizacion territorial, debido a que la convocatoria espontanea recay6 -como por casualidad- en Marisa (25), una joven de la comunidad que luego se constituira en su lider y en el eslabén de coordinacién con el movimiento a nivel central: “vino un sefior acd al barrio, a traer unos planes sociales, convocd a gente para planes sociales e hizo una previa reunién donde nos dijo como que tenfamos que participar de las reuniones, trabnjarlo, porque esta el problema de los que estén ahora que por ahi no trabajan y Ia sociedad discrimina diciendo ‘son unos vagos’, cosas asi” (Marisa, 25, Dirigente comunitario)” Podemos observar que ya en los origenes de este grupo aparecen discursos sociales hegeménicos produciendo efectos de sentido: “la sociedad discrimina diciendo ‘son unos vagos’”, expresa Marisa, para poner en evidencia cémo son mirados y juzgados por la “sociedad” aquellos que perciben planes sociales, valorados negativamente a través de una imputacién moral negativa vinculada con la vagancia. El grupo, se constituye entonces, con la 39Los nombres son ficticios. Cuando se citan fragmentos discursivos textuales, se lo hace entrecomillados y en letra cursiva. Se indican, ademas, la edad del hablante y su modalidad de pertenencia al movimiento social. 129 premisa de “trabajar los planes”, es decir, es el escenario de una respuesta defensiva frente a la desvalorizacion de la mirada social. Concretamente el grupo decide en sus momentos iniciales instalar un comedor en la casa de Marisa quien, como se dijo, se constituye en aquellos momentos en la delegada barrial frente a Barrios de Pie y en verdadera lider a nivel comunitario. Luego, por cuestiones que analizaremos en el apartado siguiente, el comedor no se puede sostener y pasan a dar la copa de leche. A partir de la triangulaci6n del relato de las entrevistadas, aparecen distintos grados de conocimiento y apropiacién en relaci6n a los objetivos del movimiento que configuran dos “circulos de pertenencia”, diferenciados en torno al proyecto que las mujeres llevaran adelante: -Marisa y sus allegadas directas, en su mayoria familiares y mujeres (hermana, primas, sobrinas), las cuales ocupan lugares de coordinacién, por ejemplo del drea de jévenes. Ellas conocen con mayor detalle el proyecto general del movimiento y las circunstancias, propdsitos y modalidades de vinculacion con las distintas acciones a través de las cuales se justifica la percepcién del plan (por ejemplo la copa de leche, pero también el microemprendimiento de fabricacion de dulces caseros). -vecinas y amigas del subgrupo anterior cuyo “reclutamiento” obedece a su pertenencia a la red social cercana al circulo anterior. Su relacion con Barrios de Pie parece por momentos invisibilizada (desconocen los referentes a nivel del movimiento, por ejemplo) en tanto se articulan basicamente en torno al interés de cobrar el plan y dar cumplimiento a la tarea correspondiente. Esta diferenciacién tiene consecuencias en varios sentidos. Entre ambos circulos existen claras diferencias en el acceso y manejo de la informaci6n de las posibilidades que ofrece la pertenencia al movimiento, mas alla del mero cobro de un plan social (por ejemplo para beneficiarse con otros proyectos como microemprendimientos), pero ademés la participacién en reuniones u otras actividades con dirigentes y con otros delegados barriales, posibilita el establecimiento de relaciones, lo cual permite la acumulaci6n de capital social, es decir de aquellos recursos derivados de la 130 pertenencia a redes sociales, tan significativas en el mundo de la pobreza. Por ejemplo, sabemos que algunas de las jévenes que participan del nucleo més integrado a Barrios de Pie y que han sido victimas de violencia doméstica, han accedido a la contencién y ayuda material del Area de género de dicho movimiento, a instancias de su conocimiento e involucramiento efectivo en la misma. Por otra parte se nota una débil identificacion con las consignas ideolégicas de Barrios de Pie, lo cual se evidencia en mayor grado en el circulo de pertenencia mas lejano y hace pensar que la articulacion de este grupo con el movimiento es de caracter mas bien formal y operativo, es decir, relativo a las cuestiones practicas que hacen al funcionamiento de la copa de leche y la contraprestaci6n correspondiente. Esta débil adscripcion parece ser “suturada” desde el movimiento con una participacién impuesta que en mucho recuerda a la actualizacién de la contraparte en los intercambios clientelares (Auyero, 1998). Al respecto, una de las mujeres refiere una experiencia que tuvo con la coordinadora del comedor: “(la coodinadora) Hama y dice que hay una charla, que uno tiene que ir... ni sé de lo que se va a hablar...La mayoria de las cosas, vamos porque sabemos que nos obligan”. (Maria, 25. Participante en terreno). Tal vez el punto de mayor distancia entre la base y los dirigentes més adscriptos al movimiento, lo constituya la participacién en politica partidaria que Barrios de Pie encaré en 2006. Concretamente algunas de las entrevistadas, especialmente las que integran el circulo mas alejado, desconocen que Barrios de Pie en el plano local se alié con el juecismo en las elecciones legislativas de aquel afio. Otras, las mas cercanas a Marisa, muestran rechazo a la incorporaci6n de objetivos politicos a la practica que realizan en el barrio, puesto que los hacen equivaler a intereses partidarios, y eso est totalmente devaluado en el imaginario local: “al principio me parecié mal, porque digo yo: al final es como que nos hicieron caer al hacer tantas cosas buenas sin tener la politica de por medio y después caer con esto ya... no me gusté mucho” (Alicia, 21. Participante en terreno). 131 En este punto aparecen una de las lineas de tensién interna del grupo, que de algun modo fractura las posiciones y produce conflictivdad. Por un lado aquellas que, atin con prevenciones, aceptan la necesidad de la participacion politica como forma de lucha por los derechos de clase: “Io que te digo es que es necesario que...los de abajo...de algin modo estemos ahi, en la politica también. A mi nunca me gust6 porque yo pienso, creo como toda la gente, que los politicos mienten, que se roban todo; pero es necesario que participemos, porque si no siempre va a haber uno arriba que nos va a estar pisoteando” (Marisa, 25. Dirigente comunitario). Por otro, aquellas que reivindican lo que podriamos denominar “militancia doméstica y especifica”, es decir asociarse para resolver problemas concretos que hacen a la supervivencia cotidiana, por fuera de una afiliacién ideolégica y de una practica de militancia tradicional de estilo partidaria: “Jos politicos hacen las cosas por interés, por un tiempo, por las elecciones y después se deja de hacer. En cambio el movimiento esté siempre en el barrio, constante haciendo cosas, ayudando a los chicos” (Rosa, 22. Dirigente comunitario). Se revela de este modo, que un andlisis posible de los puntos de tensién que ocurren en las interacciones grupales, no se agota en las crénicas psicélogicas (internas) de sus miembros, sino que debemos recurrir a registros aparentemente “externos” (en este caso, Jas concepciones y posicionamientos frente a lo politico), los cuales operan como organizadores de lo grupal, en direccién a lo que sefialan varios autores en términos de atravesamientos y organizadores socio-histéricos de los grupos (Lapassade, 1977; Fernandez, 2001). Vicisitudes del proceso grupal: fortalezas, dificultades, lineas de tensién En el proceso de trabajo grupal aparecen dos dificultades que amenazan la continuidad de la tarea en tanto estan referidas a la 132 provisién de los insumos necesarios (leche, azticar, harina) que es aportado por el movimiento, como a la asistencia de las mujeres para preparar y servir la copa de leche. Estos pueden considerarse emergentes en tanto develan algunos conflictos que vienen arrastrandose desde el origen de la actividad y otros que se han producido en orden a cambios en la disponibilidad de algunos agentes que motorizaron el proceso en sus comienzos. Es posible que el alejamiento de Marisa de la coordinacién -debido a su ingreso en una carrera universitaria- haya incidido en diversos aspectos en la organizacion de las actividades porque como ella misma dice “no hay nadie que se haga cargo”. Asi por ejemplo, la falta de mercaderia devela la inexistencia de articulacién con el movimiento, encargado de proveerla bajo ciertas condiciones: “es ir alas reuniones de Ia organizacién en Cérdoba, después hay que ira retirar la mercaderia, que :cémo nos van a dar (se refiere al nivel central del movimiento) si no saben lo que estamos haciendo? Conseguir un flete, Henar planillas de las asistencias de los planes, ¢ ir con proyectos a las reuniones”. (Marisa, 25. Dirigente comunitario). De acuerdo a comentarios escuchados en las observaciones, las mujeres que han ocupado el rol de Marisa en la copa de leche, parecen no cumplir con su funcién de coordinacién de acuerdo a las. expectativas de las mujeres participantes, ya sea porque ejercen de manera un tanto autoritaria su lugar sin acompafiar a sus compafieras, 0 porque no asisten a las reuniones del movimiento, con la consecuente desarticulacién de este grupo con la organizacion centralizada: “oayan pensando todos los que estan ahi que hacen para vender. Si no hay harina, no hay azticar, si no tienen plata, porque a la plata hay que juntarla’” (Irene, 45. Coordinadora de la copa de leche en ausencia de Marisa) 133 “quedamos un poco en el aire, muy descolgados, y eso nos perjudica un montén porque en algiin momento ellos vienen para acd y ven cémo estamos y me parece que no les va gustar en realidad” (Silvia, 25. Participante en terreno). El grupo también ensaya explicaciones en relacién a las caracteristicas subjetivas de otras de las coordinadoras que sucedié a Irene quien, a su vez, habia reemplazado a Marisa. Expresan que por su “falta de cardcter” no logra controlar al grupo: “y porque nosotros no damos bola...estén haciendo mucho lo que quieren”. Gilvia, 25. Participante en terreno). De este modo, estas tensiones que aparecen a nivel discursivo grupal entre un perfil de coordinacién autoritorio o mas permisivo, se constituyen en un analizador de las concepciones que este grupo tiene en relacién a la autoridad. Es decir, se movilizan a instancias de las discusiones grupales respecto de qué tipo de coordinadora esperan o necesitan, un conjunto heterogéneo de significaciones imaginarias sociales que circulan acerca del ejercicio de la autoridad, que podrian enunciarse como una premisa del tipo: “para conducir adecuadamente a un grupo se necesita tener caracter”. Estamos en este caso en presencia de aquellas significaciones sociales que le dan forma a las producciones grupales particulares porque estén presentes en las subjetividades de sus miembros: las concepciones/valoraciones que los sujetos tienen acerca de lo que es bello, bueno, necesario, tal como he planteado en paginas anteriores. La cuestién de la falta de mercaderia es ocasién para que emerja otro punto conflictivo con el movimiento, que parece haber quedado pendiente: “nos sacan cinco pesos... y nos hacen firmar un recibo, pero si tenemos que sacar de nuestro bolsillo para comprar... Le tendriamos que decir que saquen de los cinco pesos para comprar las cosas...” (Maria, 25. Participante en terreno). Efectivamente esto pone de manifiesto un malestar con la organizacion de la cual depende el grupo: algunas expresan que nunca les explicaron con claridad los destinos de estos fondos, y por lo tanto, sospechan de los usos de los mismos. Esta incomodidad 134, respecto de la gestion de los recursos que realiza Barrios de Pie, repercute a nivel de los modos de sociabilidad que se despliegan en el grupo, por ejemplo, generando tensiones entre aquellas mujeres que aparecen como mas cercanas al proyecto socio-organizativo del movimiento y las otras que se posicionan a mayor distancia: muchas veces las primeras procuran en las interacciones grupales defender al movimiento, ante las suspicacias que se despiertan respecto de los recursos. Es decir, observamos aqui de qué modo la dimensién institucional se inscribe en las vicisitudes del grupo, produciendo conflictos, alianzas, rupturas; mostrando una vez mas cémo “el contexto se hace texto del grupo” (Fernandez, Op. Cit.). El tema de las inasistencias de algunas de las mujeres los dias que les corresponde preparar y servir la copa de leche, parece motivado por confusiones en la propia organizacién que se han dado para hacerlo, pero también porque algunas han conseguido empleo y se les hace dificil cumplir con las dos tareas a la vez. Esto repercute a nivel del clima grupal en diversos sentidos: -genera malos entendidos y malestar “encima que no tenemos plata, se estin mirando con cara de ‘no viniste ayer y yo tuve que venir en lugar tuyo’” (Gilvia, 25. Participante en terreno). ~se vive como una sobrecarga en las que efectivamente asisten “la Marcela esté laburando y tiene unos pesos seguros...lo que pasa es que si vos tenés las dos cosas, el plan y trabajo tenés que decidirte, porque yo como se que Ia otra no tiene trabajo y siempre puede ir... entonces no es asi” (Maria, 25. Participante en terreno). -produce fragmentaciones “porque ella -se refiere a una de las mujeres que incumplié- va a cobrar el plan como si lo hubiera hecho. El 27 -dfa de cobro del Plan- no va.a tener ningiin problema” (Claudia, 22. Participante en terreno). 4 No es necesaria la asistencia diaria, puesto que son aproximadamente trece personas las afectadas a la tarea de la copa de leche. Crearon un sistema de distribucién interna al cual volcaron en una planilla y que pretende organizar la asistencia por dias de la semana. 135 Una cuestion que llama la atenci6n en este punto es que, estas quejas se refieren a las inasistencias de las mujeres, no asi a las de los varones que componen el grupo. Al respecto hay que decir que si bien hay varones inscriptos en la lista para cobrar los planes, su ausencia en las distintas situaciones de observacion del grupo es corroborada por las mujeres y explicada con distintos argumentos: “son medios vagos”, “Los hombres prefieren trabajar en la construccién que venir a buscar lefia, Son tareas mas para mujer. Es porque son machistas” “El esté acostumbrado a traer la plata a la casa. También tienen vergtienza de tener que hacer las cosas de las mujeres”. Este se constituye en un analizador de cémo el grupo, por lo menos su fraccién femenina, esta pensando la cuestion del género: es decir, se trata de cémo las significaciones sociales imaginarias instituidas respecto de los roles estereotipados de varén/mujer, inciden en la tramitaci6n de una situacién que debiera producir conflictos (la falta de compromiso con la tarea de parte de los varones), la cual, por el contrario, es relativizada o disculpada por las mujeres. Se revela asi un atravesamiento que por via de la naturalizacion de lo instituido social permite perpetuar la dominaci6n masculina. Finalmente, avanzando en el proceso de conocimiento de la légica del grupo, se llega a conocer un conflicto inicialmente ignorado: existen viejos resquemores hacia Irene (hermana de Marisa) debido a su manejo de los planes: “era una cuestién de acomodo, la Irene anoté a las dos hijas solteras, al hijo, ala cufiada, ala hermana de la curiada” (Silvia, 25. Participante en terreno). Esta situaci6n, a la cual accedemos por boca de Silvia (quien a su vez es prima de Irene y Marisa), parece haber motivado tanto el distanciamiento de pobladores que inicialmente querian participar, como una argumentacion casi extorsiva que permite evitar el cuestionamiento por las inasistencias de algunas mujeres a la copa de leche, paralizando la accién de la coordinadora actual: 136 “a algunas chicas que estén en Ia copa de leche vos le legds a decir “tienen que venir a cumplir las horas’ y ellas te van a decir ‘zy por qué, por qué tenemos que cumplir nosotras, si ustedes...?”. ;Que querés que les diga? si van a decir ‘alld en la Irene no trabaja ninguna’, porque saben que todos somos familiares” (Gilvia, 25. Participante en terreno). Entonces, encontramos una linea de significacién para explicar los conflictos que remite al atravesamiento de la légica familiar que encarnan sus protagonistas, es decir Marisa, Irene, Silvia, etc. etc. que hace que este grupo se constituya en algo as{ como una “empresa endogamica”, que reproduce las modalidades de vinculacion propias de lo doméstico-familiar, imprimiéndole marcas identitarias claras. Este tipo de malestares explicitados en distinto grado, ademas contribuye a profundizar procesos de erosién del tejido social, que ya estaban presentes en la comunidad de referencia: “acd falta union de los vecinos”, expresa Marisa para referirse a la localidad en la cual vive. Estas dificultades para articular y mantener un proyecto colectivo, parecen haber incidido desde la perspectiva de la entrevistada, en que el comedor no durara mas de un mes, ya “que la gente de aca esti muy mal acostumbrada (...) vos dects ‘comedor’ y Ia gente cree que le van dar todo. Nosotros conseguimos que nos dieran la mercaderia, pero la carne la teniamos que conseguir nosotros y por eso le pedimos una contribucién de dos pesos semanales, Ia gente no colaboraba”. (Marisa, 25. Dirigente comunitario). Es decir, emerge otra dimensién que parece ser fértil a la hora de explicar las dinamicas grupales en este caso: la cuestién de la idiosincracia de la comunidad en la cual el grupo esta inserto le imprime caracteristicas _particulares produciendo efectos disruptivos. 137 Algunas palabras a modo de cierre En este capitulo he mostrado distintas aristas que ofrece el proceso socio-organizativo de un movimiento social especifico, en su expresion a nivel territorial grupal. Para pensar este grupo aparece en toda su fertilidad la propuesta de Fernandez (2001) en el sentido de abordar lo grupal como un campo de problemiaticas, atravesado por multiples inscripciones: deseantes, socio-histéricas, institucionales, etc. El grupo nace vehiculizando un deseo, acaso personal, pero de proyeccién socio-comunitaria: ayudar a los chicos del barrio, resolver necesidades inmediatas de alimentaci6n. Para lo cual un micleo inicial-lideral-familiar, “convoca” tanto a varones como a mujeres. Pero la naturaleza doméstica de la tarea hace que los varones no acompafien la tarea. Aparece aqui productiva una primera légica, la del atravesamiento institucional referido a cuestiones de género, permitiendo explicar las modalidades de inscripcion (fluctuante o inexistente) de los varones, en tensi6n con lo que se espera hegem6nicamente de ellos y, correlativamente, de las mujeres. Se ha detectado ademas una “Jégica familiarista” que permite explicar cierto repliegue endogamico del grupo sobre si mismo, lo cual impide la apertura hacia los demas miembros de la comunidad, a instancias, incluso, de prdcticas de manejo discrecional de los recursos que debieran repartirse equitativamente y que profundizan los procesos de fragmentacion social en curso. Pero, claro, una vez mas esto nos permite mostrar de qué modo los miltiples hilos que tensionan lo grupal acttian potencidndose unos a otros: este cierre endogamico de corte familiar, se asocia a ciertas caracteristicas de aislamiento y limitada participacién en las cuestiones vividas como publicas que hacen a la cultura local de la comunidad, profundizando el efecto de clausura del grupo. La falta de informacién tanto a nivel intragrupal como a nivel de su relacién con el movimiento, no es una dificultad menor, teniendo en cuenta que ésta puede constituirse en un recurso cuya distribucién desigual puede profundizar las diferencias de 138 integracién que se aprecian con claridad. Estas dificultades con la informacién muestran de qué modo cierta inoperancia institucional a nivel del movimiento social atraviesa la vida del grupo produciendo distintos efectos, como por ejemplo fracturas entre quienes manejan datos concretos y las que aparecen excluidas del usufructo de ese recurso. El anilisis de los conflictos operativos que se ven en el grupo los muestra como sintomas de probleméticas de diversa indole: desde cuestiones estructurales que en nuestro pais llevan a la inestabilidad laboral presente tanto en los planes sociales como en los mismos empleos, hasta la modalidad de los liderazgos requeridos en funcién de las caracteristicas del grupo, pasando por situaciones de desarticulacién en las distintas esferas del movimiento. Es decir, muestran en tensién una trama de hilos que remiten a distintos registros: desde aquellos que hacen a los estilos subjetivos de los miembros, hasta atravesamientos socio-histricos que nos hablan de una particular modalidad de relacién del Estado con los sectores sociales mas vulnerabilizados a través de las politicas sociales que éste les propone. Trama en la cual aparece el atravesamiento institucional en términos de los vacios organizativos que deja el movimiento social, tanto a nivel de los insumos necesarios para la realizacién de la tarea, como también en cierto desamparo al que somete a las mujeres, puesto que no acompafia la resolucion efectiva de la problematica de la coordinacion. Este nivel de conflictividad tiene como telén de fondo lo que Schettini (1997) reconoce como uno de los principales problemas de los movimientos sociales y que tiene que ver con cubrir la necesidad de su propia constitucién sin apelar a mecanismos de coordinacién jerarquica, es decir, darle coherencia movilizando el compromiso subjetivo con un proyecto colectivo y no a través del uso de sanciones jerarquicas. Lo cual remite a la cuestién de las significaciones sociales imaginarias referidas a la autoridad: el grupo metaboliza esta cuestién social preguntandose cémo deberia ser su coordinadora, qué estilo lideral deberia encarnar. Si bien entre las banderas de los movimientos Ppiqueteros se encuentra su desprecio por las prdcticas clientelares a asistencialistas de los partidos politicos tradicionales (Calvo, 2004), 139 en el caso planteado, se revelan indicios de las dificultades para escapar a este modo de funcionamiento. Queda por profundizar si se trata de una estrategia del movimiento para captar y mantener adhesiones 0 si es el resultado indeseado por no haber abordado estas disposiciones psicosociales que, como dijimos, se encuentran inscriptas en las representaciones y practicas de los agentes y por ello tienden a perpetuarse. Si bien como sostienen Svampa y Pereyra (Op. Cit.) la posibilidad de la autogesti6n es una de las fortalezas de los movimientos sociales, consideramos que la distancia que parece separar a Barrios de Pie de este grupo especifico se parece mas al desamparo, ya que las posibilidades de producir procesos auténomos en relacién a la gestion de las necesidades, deberia ser suficientemente acompafiada por agentes que han acumulado experiencia en la cuestién a lo largo de su trayectoria. Esto puede ser critico en orden al sostenimiento del proyecto, teniendo en cuenta que se trata de un proceso socio-organizativo incipiente cuya discontinuidad amenaza la supervivencia de aproximadamente cuarenta nifios que “se acuestan con esa tacita de leche y ese pan con dulce”. 140 Bibliografia del Capitulo VII Auyero, J. (1998): “Desde el punto de vista del cliente. Repensando el tropo del clientelismo politico”. En Apuntes de Investigacién N° 2/3. Buenos Aires. Bonvillani, A. (2005): Informe de Beca de doctorado Secyt (UNC). Proyecto “Identidad social y practicas de participacion politica. Estudio comparativo de su génesis en grupos de jévenes de dos sectores poblacionales contrastantes de la ciudad de Cordoba”. Direccion: Alicia Gutiérrez. Mimeo. Calvo, D. (2004): Politicidad, reflexividad y auto-referencia organizada ;Estamos hablando de politica?. Ponencia presentada en el II Congreso Nacional de Sociologia, UBA. Buenos Aires. Fernandez, A. (2001): El campo grupal. Notas para una genealogia. Buenos Aires: Nueva Vision. Gutiérrez, A. (2005): “Acerca de la nocién de capital social como herramienta de andlisis. Reflexiones te6ricas en torno a un caso empirico”. En Perspectivas sobre la administracién, las politicas puiblicas y el Estado. N° 2, Universidad Nacional de Comahue. MTD y Colectivo Situaciones (2002): Hipdtesis 891. Mas alld de los piquetes. Buenos Aires: Ediciones de mano en mano. Schettini, P. (1997): Resistencia y reivindicacién en las practicas cotidianas de un movimiento de lucha por la tierra. Ponencia presentada en el V Congreso de Antropologia social. La Plata. Svampa, M. y Pereyra, S. (2003): Entre la ruta y el barrio. Las experiencias de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires: Biblos. 141 Cierres (provisorios) para seguir pensando Andando el camino del conocimiento de procesos psicosociales, una de las cuestiones que se tornan evidentes, es que todo intento es provisorio y que se llega a cierres siempre inestables, abiertos a nuevos interrogantes. Este es el espiritu de estas palabras (finales). Hace algunas décadas, Lourau reconocfa que el concepto de grupo adquirié a partir del primer cuarto del siglo pasado una importancia decisiva en la comprensién sociol6gica: “el grupo pasa a ser el concepto central de las formas de sociabilidad, e incluso de la sociologia en su conjunto: la sociologia se ha convertido en la ciencia del grupo” (Eubank, citado por Lourau, 1975). De ahi que se fuera constituyendo alrededor y a propésito del “grupo” como instancia de teorizacién, investigaci6n e intervencién, un conjunto de empresas académico-profesionales muy productivas y heterogéneas. Una variada complejidad que se expresé tanto en sus aplicaciones especificas a distintos campos de accién, como en la diversidad de apuestas te6ricas que inspiré. En la actualidad, algunos se atreven a poner en evidencia la erosi6n que parece estar sufriendo el grupo como tema de estudio, e incluso, como locus desde el cual se piensasn las intervenciones psicosociales (Souto, 2009). Aluvi6n individualista, que como parte del imperio neoliberal que nos arrasara en la década de los 90’, sigue presente en diversas formas hoy, es entendible que todo aquello que se asocie a una idea de colectivo como forma de trabajo o de pensamiento, es de entrada un campo de lucha que pareciera exigir justificacién frente a ciertas 143, modas -incluso académicas- que han construido su hegemonia poniendo en valor la naturalizaci6n de la empresa individual como criterio de éxito, desarrollo o salud mental. Entonces, si consideramos que la _ celebracién del individualismo y la fragmentacién se constituyen en signos de época que permean en varios registros las practicas sociales, la indagacién sobre las condiciones en las que en la actualidad se produce lazo social es de una alta relevancia no sdlo tedrica, sino politica. De esta manera a lo largo de estas paginas he pensado lo grupal como una forma de encuentro con el otro y con lo otro (la diferencia), que atraviesa distintas experiencias microsociales en orden a la satisfaccion de necesidades materiales y simbélicas diversas, configurando distintas sociabilidades que cotidianamente enmarcan conflictos y tensiones, pero también practicas placenteras y contrahegeménicas. Entendiendo lo grupal como el espacio material y simbdlico donde se siguen desarrollando procesos de subjetivaci6n en experiencias colectivas, es posible pensar que més que la desaparici6n de un objeto teérico, se trata de mutaciones en “los modos de presentacién de lo grupal” (Souto, op. cit.), atendiendo a los cambios en los tiempos histéricos y los modos de sociabilidad. Pero no sdlo eso. Sospecho que se trata ademas, de una reformulacién en los nombres a través de los cuales se designan experiencias intersubjetivas fuertemente subjetivantes y, en consecuencia, grupales. Es decir, la significacién existencial del estar con otros para ser, contintta intacta, sdlo que el uso de otras categorias y el entramado conceptual en la cual ésta es incluida se ha modificado, contribuyendo a que ocurrencias vinculares que efectivamente corresponden a la experiencia grupal, se invisibilicen. Asi, algunas piezas tedricas de la més estricta actualidad pibotean en el eje grupal, aunque esta presencia quede solapada. Por ejemplo en las “tribus” (Maffesoli, 1990), un objeto intensamente celebrado en distintos espacios académicos, en tanto formaciones sociales paradigmaticas, sobrevuela permanentemente el registro de la socialidad grupal, aunque su forma de narrar la experiencia del encuentro haga centro en otras denominaciones. Otra via que permite explicar estas mutaciones en la importancia aparentemente decreciente en el estudio de los grupos, se proyecta hacia la centralidad de una racionalidad economicista a partir de la cual se privilegia una operacién eficiente en lo técnico, en desmedro de la reflexién te6rico-politica que supone el trabajar/pensar con grupos. La proliferacién de manuales, folletos, cursos, gurties que ofrecen recetas de como lograr el grupo (equipo) més eficente, es un sintoma de esta tendencia, por la cual se corre el riesgo de “vaciar el sentido complejo y profundo de Ia formacién por el de mera instrucci6n y acopio, donde el conocimiento queda reemplazado por la informaci6n con lo que ello significa para los vinculos del sujeto, 0 donde conocer es tomado como sindnimo de gestionar conocimiento” (Souto, op. cit.: 1) Por el contrario, el planteo de este texto ha sido contribuir a la formacién de aquellos que trabajan/piensan/sienten los grupos como instancias privilegiadas de despliegue de experiencias subjetivantes, a través de la construccién de herramientas que permitan afrontar problemas en diversos campos de intervencién (social, clinico, educativo, investigativo), pero siempre en tensién con la necesidad de ejercitar de manera permanente la reflexividad sobre las estrategias de intervencién que ponen en juego, para: a) esclarecer los lugares de poder desde los cudles somos demandados como “expertos” en grupos, b) visibilizar los supuestos epistemolégicos que animan nuestros dispositivos, c) asumir los efectos que éstos producen, en orden a reproducir situaciones de dominaci6n 0 a alojar la posibilidad de emancipaci6n subjetiva y colectiva. En sintesis, la propuesta se ha fundamentado en la comprensi6n de los corpus teéricos como cajas de herramientas que sirvan a la construccién de dispositivos grupales, segin los propésitos de intervencién que define la légica especifica de cada ambito. Se sostiene, ademds, el requerimiento de analizar las posibilidades/limitaciones de los distintos planteos te6rico-técnicos, atendiendo a dos supuestos: 145, -que la instrumentaci6n de los mismos se enmarca en el disenio de una estrategia de intervencién grupal que excede la mera aplicacion de una “técnica aislada” para proyectarse como un “modo de lectura” del proceso grupal; -que se los debe pensar en tensién con la problematica particular que supone cada espacio de realizacion de la apuesta grupal, y los correspondientes objetivos de intervencion que definen especificidades. Asumir la creacion de dispositivos grupales responde a criterios éticos en tanto nos demanda examinar nuestras propias practicas, para dar fundamentos de por qué hacemos 0 no esto 0 aquello cuando intentamos darle formato a la experiencia gtupal. Pero también tiene un efecto tranquilizador en tanto permitiria mantener medianamente controlada la variabilidad contingente de las “otredades”, que en tensién vinculante “son” el grupo. Apenas una ilusién. Magicamente la riqueza de lo grupal sobreviene siempre y entonces, avenirse a aquello que ocurrira més alla y a veces a pesar nuestro como coordinadores, resulta inconveniente, pero necesario y hasta maravilloso: ;quién se atreveria a prevenir-se a la riqueza de un encuentro inesperado?; .quién se atreveria a negarse la posibilidad de “ser en el abrazo” o de ponerle “alas a su soledad”? “Yo no se de pajaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad deberia tener alas” Alejandra Pizarnik 146 Bibliografia Lourau, R. (1975): El andlisis institucional. Buenos Aires: Amorrortu Editores Maffesoli, M. (1990): El tiempo de las tribus, Espafia: Icaria. Souto, M. (2009): “Los sentidos de lo grupal en el campo pedagégico en la actualidad”. Revista Huellas, Psicoandlisis y Psicologia social. Afio 1, N° 1. Madrid. Pp. 1-7. 147 Reimpreso por Editorial Brujas * marzo de 2017 * Cérdoba~Argentina Travesias Grupales Algunas coordenadas para trabajar/pensar con grupos Basicamente trabajar con grupos es eso: experienciar el encuentro existencial con otros que habilitan abrazos, que despiertan preguntas, que animan cuerpos. Es ast que trabajar/pensar lo grupal se parece a emprender una travesia: un viaje en el cual se asume radicalmente el riesgo del encuentro, de dejarse atravesar por la corporeidad del otro, por sus olores, por sus colores, por sus palabras... es una multiplicacién compleja del sentido de los otros, que como por arte de magia se pueden chocar, se pueden abrazar, pero que indefectiblementewya no serdn los mismos después del estar ahi, grupalmente. inv 75119

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