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er eG ery ‘ | 4 Sumario ee ’)« WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION José Ferrater Mora HUMANISMO Y MISTICISMo DE A, Huxtey . Concha’ Zardoya® AS DOS METAFORAS CONSTITUCIONALES . B. Canal Feijéo i Los oyos DE BERCEO _ Daniel Devoto Bh 4G ar eC. . * , ied Maia ¥ REALIDAD, Fryda Schiultz de Mantovani bi Carva ve Espana... vi... Rigardo Gullén DIGRESION SOBRE LA ETIQUETA oe José Juan Bruera EL GUSTO POR La PUBLICIDAD : George Pendle La MAQUINA DE GOBIERNO... . ass Jestis Prados Arrarte La HISTORIA DE LA MATEMATICA Francisco Vera REVELACIONES SOBRE LA “CONDUCTA SEXUAL” Jaime Perriaux * DUDADOR BS... 2.00 4 A Jorge Luz uriaga LU RECUNT AGS CNR Ra Sept Stn Miguel Alfredo Olivera Oarzca Exronr 4 TOYNBEE EN Mane NOTAS DE LIBROS . por Guillermo de Torre, Julio Cortézar, Carmen Gandara y otros. Ra A CHANGIN VE ALON UA) INM 6 VIL ‘MARZO : 14 VOLUMEN: PA ERTL QUINTO. BUENOS AIRES, hve Avk il DA D Relig s cz) dead ene s Publicacién’ bimestral CONSEJO DE REDACCION Director: Francisco ROMERO. Cousejeros: AMADO ALOoNso, Francisco AYALA, Cartos ALBERTO Errno, CARMEN GANDARA, Lorenzo Luzuriaca, Epvarpo MALLea, E. Martinez Estrapa, Rat. Prepiscu, JULio Rey Pastor, Jose Luis Romero, SEBASTIAN Sorex, GUILLERMO pr TORRE. Toda Ia correspondencia deberd ser dirigida a la Secretaria Pon eueecaiel ie eoebeae Vein cae ae ATs a Lorenzo Luzuriaga. Todos loi trabajos que inserta esta revista fueron expecial- mente eicritor para ella; queda probibida sx reproduccida fotel o parcial sin mencionar la procedencia, No se mantitne correshondencia sobre originales espontdneamente envicdos, PRECIOS: Argentina, suscripcién anual $ 25.— m/arg.; nimero suelto, $ $—. Paises de lengua espafiola o portuguesa, suscrip- ida anual, §,50 délares; niimero suelto, 1 délar. Otros paises, suscripcién anual, 6— ddlares; numero suelto, 1,50 délar. Secretaria de Redaccién y Administracién: DeEFENsSA 119, I’, n? 1 BuENOS AIRES ARGENTINA Teltfono33 (Avenida )i-3482) ya Ba ‘ODO MAS CLARO Y OTROS POEMAS. U ae Pe is altos de Ja poesia espafola actual ha agrupado q en los que escribiera lejos de su pais en los afos ro, que prueba una yez mds cémo to moderno no le impiden figurar en. a honrosa tradicién de le Iricu espaiio cue: LOS'CAMINOS Dit! el ilustre autor i PADORES. ‘o, ejercido la ‘De DORES ELECTRICOS. Una de las obras Fe melgtes: de corriente alterna y acer por completo las exigencias de nuestros ela, de la “Coleccion Tratados Técnicos”, DOS PRODUCTOS Un solo blasén de calidad E. T. BELL: Los grandes matemdticos. Desde Zenén a Poincaré. Su vida y sus obras .......... seca eal scare caver ah ieeareit eee ts ech $ 50— Una visidn total de la evolucién del pensamiento matemdtico y de las yidas de sus principales exponentes, desde Zenén de Elea y Eudoxio de Gnido hasta Weierstrass y Cantor. Un volumen de 690 paginas encuadernado en tela e ilustrado. FRANCOIS PORCHE: Baudelaire. Historia de un alma.. § 20.— Una imagen completa de la vida atormentada y dramatica del gran poeta y una reconstruceiin de su época. Con ilustraciones. UNA POPE-HENNESSY: Charles Dickens ............ Be Se conocen sus novelas, tan populares, pero se ignora que su vida fué también una verdadera novela. Su infancia desgraciada, sus amistades literarias, sus predcupaciones filantropicas, su vida sentimental, ete. MAURICE ASHLEY: Oliver Cromwell. Una dictadura conservadora ener seen fn fiteale ceteretebaeiae vavete HeR ceria terete gnmete Moles El autor demuestra que Ja politica de Cromwell, el famoso protector de Inglaterra, fué conservadora y dictatorial. Si Carlyle pinté un Cromwell “blanco” y Bellocq un Cromwell “negro”, Ashley nos pinta un Cromwell con sus verdaderos y mezclados colores, a la luz de nuevos documentos. JUAN RAMON JIMENEZ: Sonetos espirituales, Biblioteca Contem- pondnes IN? Dots ere eee aos ee $3 Juan Ramén Jiménez ‘que domina todas las téenicas del verso, da asimismo al soneto una maestria singular. He aqui uno de sus mds famosos libros que estaba agotado hace muchos anos. EDITORIAL LOSADA, S. A. ALSINA 1131-BUENOS AIRES MONTEVIDEO e SANTIAGO DE CHILE «© LIMA Exclusivamente para el libro BARTOLOWE UC. CHIESINO ARTES GRAFICAS AMEGHINO $38 Sm AVELLANEDA T. H. 22: AVELLANEDA. 7780 (eae aay eer INDUSTRIAS) QUIMIGAS ARGENTINAS Edificio “Duperia!’” - Paseo Colén 285 (R44) - T. E. 34, Defensa 2151 - Bs. As. oo§ po ooo0000 06 7 0 be J oseph Black en mas de 30 atos de la- bor cientifica, publicd wni- camente 3 apisculos sobre temas guimicos, pero su trabajo ¢s dé tanto valor que su nombre figura entre los ions de la quimnica moderna. El més wmportante de sus opdsculos titulada “Excperimentos sobre magnesia, cal viva otras sustancias altalinas’ dado a conocer en 1756, trata de los cambios quimicos que se operan cuando se agresa cal viva a una legia altalina pata convertirla en dlcalis cdusticos producienda wed 1. ‘tambitn piedra de cal. Nacido en 1728 estudié en la Uneicesdad de Glasgow. En 1756 fué designado Profesor de Anatomia y Oulmica y “10 aiios despues acepee itn nombramiento en le Universidad de Edimburgo. Pero los méritosde este gran quimeico: escocts futon consagradas por sus trabajos sobre los alealis. cuya fabricacién constituye una de las ramas mds importantes de la industria quimica briténica. Imperial Chemical Judustries Limited, Londres : REPRESENTADA EN LA ARGENTINA PoR COUPERIAL “DUPERIALY Ha aparecido el nitmero 5 de BREVIARIOS ‘N. H. BAYNES: El imperio bizantina .. 0 2. 1+. 4s $ 5 Novedades: BABINI: Historia de la ciencia argentina .. .. 600... = $ 9.50 ALLEN: Principios generales de seguros .. set ale Pa 2— LUNDBERG: La investigacién social. — esti: clay TURNER: Las grandes culturas de la fainaniedh. op Ae BLOCH: El pensamiento de Hegel .. .. : 20.— RODHE: Psique (La idea del alma y des la cnneeaidre: nie los griegas) © hi ew ke eae CASSIRER: El problema ‘del foidviiante. PASSES So Le el ae SODI PALLARES: Be ees asec) ee ee arse eee (encuadernado) ave 22. FONDO BE CULTURA ECONOMICA INDEPENDENCIA 802 BUENOS AIRES Ro BAe dee cde oD A BOLETIN DE SUSCRIPCION Sr. Gerente de Reatiap, S. R. L. Defensa 119, 1° - Buenos Aires. Ruégole me suseriba a la Revista REALIDAD por un afio, a partir del n’ .... a cuyo efecto incluyo el importe de® .........-.. Nombre completo .-........ Rocca Doe aie tines eeeevicl seers oe i Domicilio 2... eecricaay-aee Recor vee tt ares oe eae PE espinal { * Argentina, $ 25.—. Pafses de lengua espafiola o portuguesa, 5.50 d6- jares, Otros paises, 6 délares. Coleccidn completa (dos afos), § 50.— m/n. Una mirada vigilante acompa- fata a su original desde que usted nos lo confia hasta que se lo devolvemos trausformado. en libro, IMPRENTA LOPEZ i al servicio del libro: PERU 666 - BUENOS AIRES Seguin teniamos anunciado PROXIMAMENTE se pondran a la venta los dos primeros titulos de nuestras ediciones EDUARD SPRANGER LA EXPERIENCIA DE LA VIDA A su edad avanzada, el gran fildsofo y pedagogo aleman plan- tea y dilucida este problema: ;En qué consiste la curiosa especie de saber, intransmisible, intransferible, que sélo es yalido para cada uno y que sdlo en el curso de a propia vida se adquiere: el saber de experiencia? Tal es la ultima, Tuminosa leccién del maestro, ALEX COMFORT LA NOVELA Y NUESTRO TIEMPO E] autor, uno de los mas brillantes escritores jévenes de In- glaterra, cuya firma conocen los lectores de REALIDAD, acomete aqui, con la yalentia intelectual y Ja lucidez que lo caracterizan, el tema de las posibilidades, perspectivas y fun- cién del género narrativo en Ja desconcertante sociedad actual, cuyos tasgos temerosos pone de relieve. a Su originalidad hard muy discutida esta obra. Los pequetios y bien presentados volimenes que irdn integrando la Biblioteca de REALIDAD serdn servidos a nuestros suscrip- fores con un importante descuento sobre su precio de-venta al_priblico, cas. ia) i a cae ‘ail * REALIDAD DE ES a ee el ds PUBLICACION BIMESTRAL Afio WL + Marzo-Abril 1949 «Vol. 5 WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION Por JOSE FERRATER MORA tel mundo recobra un dia la calma y decide que la importan- cia de un hombre puede no depender de la cantidad de gacetillas que se le consagren descubrira que uno de los ge- nios de nuestra época es un vienés, profesor en Cambridge, Ila- mado Ludwig Wittgenstein. No ignoro, claro esta, que no es un desconocido, y apenas necesito subrayar que su nombre figura con cierta frecuencia, desde casi treinta afos a esta parte, en las paginas de multiples escritos de filosofia y;, sobre todo, de logica matematica, Pero aun admitiendo —lo que es harto pro- blematico— que esto logre en nuestra época sacar a nadie de una relativa oscuridad, lo cierto es que inclusive tal reiteracién de su nombre esta muy lejos de corresponder al lugar que ocupa Wittgenstein en Ja caética jerarquia intelectual contemporanea, Los mismos filosofos “analiticos”, inclusive algunos que, como John Wisdom, pueden ser considerados como sus discipulos y para quienes nuestro fildsofo es uno de sus dioses mayores, estan muy lejos de sospechar que, en fin de cuentas, la contribucién de Wittgenstein a la teoria de la ldgica y al andlisis del lenguaje no es sino una de las facetas de su extrano genio. Quisiera mos- trar en esta breve neta por qué se me ha ocurrido ahora, a mi JOSE FERRATER MORA que no soy “analitico” ni menos aun cantebriense, romper una modesta lanza en favor del reconocimiento del genio singular de Ludwig Wittgenstein, Comencemos por reconocer que nuestro autor no puede cul- par demasiado a sus contempor4neos —si por azar tuviese alguna vez la intencién de hacerlo— de ignorancia de su ‘obra. Y ello Por un motive por demas obvio: porque Ludwig Wittgenstein no tiene lo que se suele Hamar una “obra’’. Este extrafio analista ' comienza no sélo por abstenerse de escribir novelas o de fabricar : articulos, sino inclusive por abstenerse de escribir libros de filo- / sofia. En verdad, como autor lo es hasta ahora de un solo libro: el Tractatus logico-philosophicus, Aparecié, por vez primera, en 1921, en el ultimo ntimero de una revista de Ostwald: los Anna- len der Naturphilosophie. Fué traducido al inglés y aparecié en libro, en 1922, con el texto original al lado. Algunas ediciones han mostrado que no ha sido una obra invendible. Pero aun este libro, que ha tenido, como antes se indicé, una continua reso- nancia en el campo de la Idgica y de la actual semantica, no ha sido mas que un primer ensayo para aquello que, a nuestro en- tender, demuestra a mayor abundancia el genio de su autor: la facultad pasmosa que tiene de reflejar, sin apenas proponérselo, la tragica grandeza de nuestra época. Casi nos atreveriamos a decir, partiendo de este supuesto, que el libro mismo ha tenido que el autor le impuso, un “tratado”; jamas se ha podido ver en él lo que realmente es: un espejo. $i, claro esta, el Tractatus ha obligado a Bertrand Russell a echar por Ja borda, entre otras cosas, su teoria de la reductibilidad. Ha servido de norte para el desarrollo de muchas de las ideas del Circulo de Viena. Ha sido una de las banderas en torno a las cuales se ha agrupado el circulo analitico de Cambridge, Todo esto es, filoséficamente, valioso; a ratos, incitante; casi siempre, importante. Pero no es, por supuesto, lo decisivo. Lo decisivo es que con él se comenzé a biselar un espejo que ha terminado por devolyernos, descora- i zonadoramente agrandada, nuestra imagen. Lo decisivo es que ; él ha servido a Wittgenstein como un trampolin para dar el poca fortuna. En él se ha visto casi siempre, con las restricciones sy ee mtee ee ahaa oa - aul ITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION 131 mayor salto que puede darse en el camino hacia el abismo, Por so, y sdlo por eso, estimamos a Wittgenstein como un genio. ; Por eso, y sdlo por eso, nos atreyemos a afirmar que Wittgenstein y la destruccién equivalen aproximadamente a la misma cosa, Hay —o ha habido— genios del amor. Hay —todavia— genios del instinto. Este que nos ocupa es el genio de la desinte- gracién, de la destruccién, de la ruptura. Algunos filésofos, como Heidegger, nos han hecho contemplar un mundo Ileno de nihi- lidad. Otros, como Sartre, nos han presentado un mundo nau- seabundo. Otros, como Kafka o Camus, nos han ofrecido un universo absurdo. Pero nuestra época es mas terrible que todo esto, y necesita para reflejarla un genio sobrecogedor y casi es- _ Pantoso. En ultimo término, esos conocidos fildsofos y escritores nos hacen vivir todavia en la confianza de que hay un mundo. Aunque tremenda, la ruptura no es, pues, radical. Tenemos aqui : “un suelo que tiembla, pero tenemos todavia un suelo. El terre- moto reduce todas nuestras antiguas habitaciones a ruinas. Pero sobre las ruinas atin se puede vivir. Inclusive —pensamos— se puede reconstruir. Quiero hacer constar ante todo que Wittgens- tein nos deja huérfanos de estos tristes despojos. Pues cuando con Jas ruinas desaparece el suelo, y con el Arbol desgajado sus Taices, ya no tenemos donde apoyarnos, y nuestra vida no sera ya un sostenerse en la nada o un afrontar con lucidez el absurdo, sino un radical y absoluto desaparecer. El horror que tiene Wittgenstein a la publicidad, el hecho de decidirse a transmitir su Pensamiento, en la medida en que puede haber tal cosa, por Ja via oficial e inofensiva de unos cur- sos reducidos de filosofia, puede ser debido a muchos motivos, Uno de ellos puede ser la rectificacién constante que obliga al _ filésofo, a medida que ahonda en su problema, a verlo todavia _ como algo inmaturo, Otro puede ser, simplemente, la reiteracién, i en una época turbia, del “vivir escondido” en cieron algunas finas mentes de Ia ultima fase del mundo antiguo, Otro, finalmente, puede ser la fidelidad a su propio apotegma: Wovon man nicht sprechen kann, dariiber muss man schweigen: aquello de que no se puede hablar, hay pe ;silenciar| Es muy. roven}t S iW at. oe que se compla- “132 JOSE FERRATER MORA posible que todos estos factores influyan de algun modo en esa extrafia Wille zum Gebeimnis, en esa singular voluntad de se- creto, Pero una causa mds fundamental, acaso ignorada por su propio autor, es, a nuestro entender, lo que le mueve a no fijar su pensamiento por escrito. Digamosla de una vez: a medida ‘que transmite su pensamiento, Wittgenstein se ve obligado a eliminarlo. A medida que le va dando una forma, se ve preci- sado a destruirla. Y ello no por azar, ni menos atin por una extrema escrupulosidad en el manejo de los pensamientos, sino por una razon absolutamente radical: porque la tendencia ultima 2 inevitable de un tal modo de pensar es la supresion del pensa- miento. El pensamiento es el gran perturbador —easi diriamos el gran tentador—, El pensar mismo se convierte, si podemos dar todavia alguna significacién a esta palabra, en la gran culpa, en el pecado esencial del hombre. Podemos anticipar desde este instante que el propdsito mas hondo de Wittgenstein es la eli- minacién de toda idea general, Ja negacién de la posibilidad de que pueda hablarse con sentido de nada —lo cual implica, a su vez, cualquiera que sea la forma de implicacion admitida— que puede hablarse con sentido de todo. Pero hablar con sen- tido de todo y de nada quiere decir sumergirlo todo, incluyendo el pensamiento de este todo, en la mis completa indiferencia. El término final del desenvolvimiento de este pensar que se aniquila a si mismo seria, asi, la absoluta y radical mudez. Pero no nos apresuremos. Las “conclusiones” de Wittgenstein apenas pueden tener sentido si no las comprendemos en funcion de su “método”. Algunas palabras sobre éste seran, pues, me- cesarias. Advirtamos acto seguido que no podremos —por los mis-_ mos supuestos de que partimos— realmente “explicarlo”. Para que asi fuese, tendriamos que ver en él a un métado mas de la filosofia. Pero el método de Wittgenstein no pertenece apenas, excepto en un muy vago punto de partida, a la filosofia. Perte- nece por entero a la curacién: es, en el sentido mas propio de este término, una terapéutica. No,es un positivismo Iogico, me- = =~ al Lo Wl ¥ i AAFC: WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION 133 nos todavia, un positivismo sistematico; es, como a veces se le ha Hamado, un positivismo terapéutico, un psicoanilisis intelec- tual, un analitismo médico, Ya por lo dicho se pedré comprender : hasta qué punto un tal “método” es inefable. Su “explicacién” seria ni mas mi menos que su ¢jecucién: la forma de su pensar seria, como lo era ya la filosofia en el Tractatus, una actividad una serie de Operaciones. Por lo tanto, explicar a Witt een -equivaldria, en el fondo, a seguir a Wittgenstein. Su “filosofia” gal Wagos ecos que nos Ilegan de ella— no es una teoria, sino un “llamado”. Un “llamado” a‘la propia “conciencia”. agicada por Preocupaciones, trastornada por angustias, fecavada or in= quietudes. Esta conciencia es la conciencia tipica del Loabie! aquello que lo constituye como ser humano. Fué descubierta a si madurez, desde el instante en que Socrates advirtié ie lo oo del hombre es tener problemas. Mejor Mas desde ao ea gue se revelé que el ser problematico es el carac- ‘ter constitutivo del hombre, Tener problemas y ser problema no fué desde entonces algo nefando. Fué lo contrario: nuestra ma- yor y més alta nobleza. Pero los problemas, que han hecho al hombre, lo han deshecho. El hombre ha quedado saturado d problematismo. Y ello hasta el punto de que ha acabado por es tratar con Ia realidad, sino con los problemas que la pesltdad le ofrece, Ya no se ve a si mismo, sino el problema de si mismo. Bo ie pues, parece haberse impuesto la salyacién sobre ro, a diferencia de las otras ocasiones en que tal ha ocurrido, la salvacién no propone ya al hombre ir més alla de si, sino més aca de si; no le propone ya interiorizarse para avan- Zar, sino exterlorizarse para retroceder. Aqui tocamos un punto muy esencial de la accién que nos Propone Wittgenstein. Pero antes de Ja accién vino la insinua- cion —ya que, evidentemente, no podemos hablar aqui ni de teoria ni siquiera de programa, Era una insinuacién de un ca- racter muy particular, aparentemente mil leguas alejada de las conclusions que aqui extraemos. En efecto, siguiendo algunos de los caminos ya preparados por el tinico escrito de ‘Wittgenstein, el tema central de sujmeditacién 0, mejor dicho, de : JOSE FERRATER MORA ha sido durante afios el tema del lenguaje. ¢Se quiere asunto mas inofensivo? El analisis del lenguaje, de sus desviaciones, de -sus implicaciones ldgicas, de sus obstaculos y de sus trampas parece cualquier cosa menos algo destinado al mas radical intento practicado hasta ahora de deshumanizacién del hombre. Pero vea el lector lo que muy prontamente ocurre. El lenguaje es, desde luego, un tema central, Mas aun: es propiamente el tema fundamental en tanto que la filosofia no es propiamente més que un analisis del lenguaje. Pero este anilisis nos lo revela ante todo con un caracter manco:’como “insuficiente”. Es lo que reconocian ya los légicos extremos. Es lo que, por su lado, reco- nocian los misticos. Los primeros, porque la postulada pureza del lenguaje obliga a emplear una expresi6n tautologica —y, por lo tanto, innecesaria—. Los segundos, porque el lenguaje es im- potente para expresar una cierta experiencia —y, de consiguien- te, no menos innecesario—. Hasta aqui, nada excesivamente alar- mante. Todo lo contrario. El andlisis del lenguaje ha permitido la construccién de una serie de disciplinas semanticas que nos ‘han proporcionado algunos de los mis finos andlisis hasta ahora habidos de las operaciones expresivas y de Ja légica —o sinta- -xis— de todas las expresiones. Pero, en tltimo término, estos anilisis dependen todavia de ciertos supuestos antiguos: Sobre todo el supuesto de que el instrumento expresivo debe ser puri- -ficado si queremos verdaderamente resolver las cuestiones que se nos plantean. Por radicales que sean, los positivistas légicos, los analitistas extremos y los “‘cientificos unificados”’, tienden apro- ximadamente a lo mismo a que habia tendido la filosofia desde sus origenes: a la consecucién de un saber no engafioso, a una depuracién de nuestro instrumental conceptual y expresivo. Si hablamos, como diria Carnap, de lo “material” por un modo formal, o si practicamos la operacion inyersa, nos engafiaremos. No seré menos Util nuestro engafio para conseguir hablar de cada “cosa” segtin el lenguaje que le corresponda. A través de todos ‘estos andlisis permanecerd casi incélume la doctrina tradicional del hombre. Tal vez el hombre Iegue a ser, en vez de un con- -teinplador, un operadbr fde la realidad. Acaso lo que Si con- PCE \ Lr VIS TVS WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION 135 ciencia se convertira en conducta. Pero el saber conseguido no sera jamas considerado como aocioso. Servira cuando menos para algo muy esencial: para resolver Tas cuestiones. Por lo tanto, no se dudard ni un solo instante de que al hombre se le plantean cuestiones. Menos, sin duda que antes. Un buen fragmento de las cuestiones eee eu desealificado como “sin significacién”. El hombre, se dird, tenia preocupaciones que se debian a un falso uso del lenguaje. Una depuracién lingiiistica tendra, por lo tanto, no sélo efectos inte- lectuales, sino también psicolégicos y sociales. Pero aun en estas condiciones el hecho de tener cuestiones, de plantearselas y de intentar responderlas, no aparecera como un puro absurdo, Bas- tara simplemente que las cuestiones planteadas tengan ignition. cidn. Estaremos, pues, todavia en el terreno del “humanismo”, Aunque incomparablemente reducido el Ambito del hombre, to- f davia habra algo a lo cual podamos [lamar sin demasiada fe zon lo humano. El hombre manipulara cosas y forjara sistemas _ deductivos, jugara al ajedrez con el universo. No es mucho. Pero si tomamos esto en el buen sentido todavia encontraremos en él una chispa de lo que Leibniz llamaba un petit Dien, Wittgenstein considera que todo esto se parece a veces bas- aT su oe No en vano ha sido uno de los padres de Pe i : F — 4 al revés de lo que suele ocurrir, aqui nos encontramos co que las opiniones de los “hijos” son menos radicales que la : os. ce a los hijos se permiten todavia lujos indecibles, or ejem j Bey i oe plo, e. a tener ideas generales”, de considerar su aa i a como “ldgico’”” 6 como “sistematico”. Por ejemplo, u : : * eae i a jo de aes cuestiones, sin ponerles mas condicién que la cnet - teas ; a signi aes Los hijos” estan, en el fondo, Ienos de ES ie ciones. Por eso discuten, Por eso pretenden estable- cer “reglas generales”. Ahora bien, nada tan carente de signi- ficacién como resolver cuestiones. Pues —y aqui nos estamos acercando al corazén de esta actitud— las cuestiones no deben ser resueltas, sino disueltas, Lo cuestionable, es, pues, la cuestién misma. La existencia del problema. La resolucién de cuestiones eae lo que es lo mismo, la mostracién de que las cuestiones son <> 136 JOSE FERRATER MORA insolubles— esta edificada sobre un supuesto que para Wittgen- stein es completamente inadmisible: la de que hay un sistema de lenguajes: y de metalenguajes que en ultima instancia, va tejido en la trama de un lenguaje “ideal” o, si se quiere, para evitar problemas “metafisicos”, de una sintaxis. Esto es para Witt- genstein un completo espejismo. Es —permitasenos a nosotros, que no pertenecemos a su grupo una interpretacion— un resto de “humanismo”. Pues si los hombres siguen discutiendo, es por- que hay en ellos alguna enfermedad secreta, Una discusion sobre algo solamente puede ser zanjada de dos maneras: o por medio del aporte de algun dato nuevo que nos muestra que “la cosa es asi”, o por medio de una purificacién expresiva que nos con- duzea a una tautologia. Todo lo demas, sera resbalar sobre lo mismo. De hecho, sera un piétinement sur place, donde la pala- bra place significa nada menos que uno mismo, que el hombre que ha decidido plantear y resolver la cuestién acerca de la cual ningtin otro dato empirico podré sernos proporcionado. En esta posicién, el hombre no haré sino hurgar en su propia llaga, com- placerse pecaminosamente en su propio cancer, en yez de deci- dirse a coger el bisturi y a extirparlo. Este bisturi es precisamente el “método” de Wittgenstein. No necesitaremos ya apenas decir que no se trata de un bisturi “general”, intercambiable, dispuesto a extirpar las Iagas y las preocupaciones de cualquier hombre. Si asi ocurriera, el método seria, una vez mas, sistema, y la cuestidn acabaria también por ser resuelta. Pero la cuestién, insistimos, no puede ser resuelta porque no bay cuestidn, sino, a lo sumo, enfermedad, preocu- pacién, cancer y Ilaga. De ahi que Wittgenstein no dé propia- mente “clases” de filosofia. De ahi, y a mayor abundamiento, que no pueda por principio escribir nada. No le sera posible, por supuesto, “reducir” ningin dato a una proposicién general. La proposicion general, siendo una funcion verbal, no enuncia pro- piamente nada. A lo sumo, se limitara, para decirlo con una misteriosa frase de nuestro filésofo, a “Ienar el mundo’. Pero tampoco le serA posible reducir las cuestiones a un anilisis légico- gramatical, Este andlisis es,imposible, porque, no obstante, lo que ee a Pee WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION 137 algunos pretenden, nunca se puede hablar con sentido en un lenguaje del lenguaje mismo. Si tomamos otro nivel verbal —un metalenguaje— para hablar del “objeto lenguaje” ello no hara sino hacer retroceder un poco mas la cuestidén. Al final, nos en- contraremos, segtin Reichenbach ha sagazmente advertido, con que todo metalenguaje —aun aquel por medio del cual expre- semos. las condiciones formales que debe llenar para ser valida, una tautologia— sera, en el fondo, un enunciado empirice. Por lo tanto, y una vez mas, lo “general” quedara desterrado, De ahi que Ja primera divisién de las “cuestiones” en “cuestiones empiricas” y “cuestiones verbales”, que parecia ser la culmina- cién de todo el analisis de Wittgenstein, no haya resultado, a la postre, mas que una cautelosa manera de acercarse a su verdadero método, de ejercitar su actividad inefable. Pues lo primero que encontramos cuando reducimos toda cuestién verbal a una sin- taxis es el hecho de que estas sintaxis sean multiples, de que no haya —como lo creia todavia la légica al uso— una invariante general capaz de religar las funciones verbales particulares. Asi, faltos de nuestro unico y ultimo apoyo, de un sistema lingiiis- tico relativamente unitario, deberemos agarrar con energia aquel mismo bisturi a que antes aludiamos. Y deberemos comenzar, por lo tanto, el uso de este método que dejara desde este mo- mento de ser método —y cuanto mas teoria— para convertirse en una extrama cura de almas, en una aniquiladora actividad. Pues no pudiendo haber por principio cuestiones generales, todo mérodo general resultar4 invalido, miserablemente impo- tente. Se necesitara un método individual, estrictamente personal, El profesor de filosofia se convertira en un psicoanalista sui generis, El alumno sera, en el sentido mas riguroso de esta expre- sién, un “‘paciente”. Tal vez el alumno, batido por todos los fuegos de la légica y de la semantica, agobiado por el peso de la insolubilidad de las antinomias, conserve todavia una ilusién. Por ejemplo, podra creer que habiendo varias clases posibles de expre- siones es posible hablar de una analogia entre ellas, El fantasma de la “cuestién general” y del “problema filoséfico” surgira de nuevo delante de él, turbandolo sin remedio con la amenaza de a Se ee 138 JOSE FERRATER MORA la inquietud, de la cual depende todavia su condicién humana. Pero su ilusién sera de duracién breve. Wittgenstein le mostrara que no hay analogia entre dos clases de expresiones, Si la hubiese, la analogia resultaria ipso facto indtil. Seria sustituida por una sola clase de expresién. La presuneién de tal analogia, y del “problema general” subsiguiente sera debida tinicamente a las imprecisiones, a las fallas, a las torpezas de su lenguaje diario, a las infinitas anagazas de un demonio familiar y peligroso: la Umgangspracke. Tan pronto como se ponga un poco de orden en su expresién, el demonio huira empavorecido. El bisturi se- guira funcionando. Poco a poco ira entrando en la verdadera do- lencia, esa que exigira ya mo una conversacién en un lenguaje todavia impregnado de ecos filoséficos, reminiscente de viejos mitos humanistas, sino una verdadera y real actividad: el acto extirpador de la Ilaga. Pues, naturalmente, el “problema” filosd- fico habra surgido ante el paciente, porque éste vivira todavia Ileno de inquietud y, ademas, de un tal tipo de inquietud que sdlo podré apaciguarse temporalmente por medio de su exacer- bacién intelectual, por medio de su “enmascaramiento” en una cuestién, en una pregunta de aleance general, en un problema. Con esto Ilegaremos no al problema, sino a lo mas importante para Ja tranquilidad: a la fuente del problema. El psicoanalista intelectual, el positivista terapéutico desmontara una por una las capas de lenguajes y de sublenguajes que se entrecruzan en la supuesta alma del paciente, capas ligadas por una ilusién y ali- mentadas por oscuras perturbaciones emotivas. Para ello tendra que emplear no sélo el bisturi, sino la mano de almirez, Su acti- vidad destructora de cuestiones sera infatigable. Lo primero que hard ante una “cuestién” sera entonces obvio: pulverizarla. Y sdlo cuando tengamos en nuestras manos disuelta la cuestidn, fragmentada, podremos habérnosla con “ella”. Los ‘“calambres” mentales del paciente —para usar la formula de Max Black— seran aliviados desde el instante en que reconozca la ausencia de significacién no sdlo de sw cuestién, sino de toda cuestién posi- ble, Sdlo asi quedaré verdaderamente “liberado”, enmudecera en su corazén y; se. dedicar4 tranquilamente a la manipulacién de Tit ele “WITTGENSTEIN O LA DESTRUCCION 139 las cosas. El “paciente” expulsara su “complejo” mental y podra cconsagrarse a la “actividad” y a la “vida”. Yo no sé cémo Witt- genstein y sus discipulos llaman a este complejo, ni siquiera —lo que es mds probable— si le dan algin nombre. Yo he descubierto uno, que es el unico posible: lo llamo el “complejo socratico”. Hace veintistis siglos hubo en Grecia un hombre que ejecuté una operacién estrictamente inversa a la de Wittgestein. Este hombre, Séerates, quiso también liberar a los hombres de algiin “complejo”. Pero esta liberacién se hizo justamente descu- briendo que el hombre es un problema. Por eso Wittgenstein es el Anti-Sdcrates.. Por eso, como Sdcrates, utiliza un método in- dividual, de hombre a hombre. Por eso, como Sécrates también, no escribe —o apenas—. Por una de las misteriosas razones de la armonia, el genio de la destruccién debia parecerse en muchos puntos al genio de la construccién. En el mundo pintado por los desolados de nuestro tiempo, la realidad misma se ha hecho cuestién. Esto nos ha conducido a una filosofia cuyo centro es el abandono radical, el absurdo sin atenuacién, la angustia. Esto nos ha conducido también a un mundo donde un débil dogmatismo cualquiera sirve apenas de pelicula transparente a través de la cual surge, cada dia mas po- tente, la desesperacién del hombre. En el mundo que a través de su analisis personal nos “describe” Wittgenstein, lo que se nos ha hecho cuestién es la cuestién misma. No conozco manera mas tremenda, mds pavorosa, de desentrafar la raiz misma de la actual situacién humana. No digo, entiéndase bien, que esta si- tuacién sea irreparable; personalmente, estoy mucho mas cereana de la esperanza que de la angustia. Pero afirmo que se trata por lo menos de la situacién en que muchos hombres, tal vez casi todos, se sienten colocados, Si la genialidad del pensador en una época de crisis consiste en reflejar la crisis que se vive del modo mis radical, no conozco reflejo mas exacto, mas pavoroso, mas amenazador que el que nos proporciona el camino hacia la des- “humanizacién que, a través de pacificos y casi secretos psicoand- lisis intelectuales, nos muestra Ludwig Wittgenstein. Por eso digo que Wittgenstein es un genio; por eso afirmo que, cuando el JOSE FERRATER MORA EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE ALDOUS HUXLEY Por CONCHA ZARDOYA* mundo recobre —si tal sucede— la calma, sentir en él reflejado, de un modo pasmosamente exacto, su pasado. No es culpa de nadie si por el momento no advertimos la significacién de sus gestos, si para conocer lo que pasa en el fondo de nuestro abismo_ atendemos mucho menos a lo que nos dice un oscuro profesor de Cambridge que a lo que proclama un célebre dramaturgo de Paris. s un lugar comtin considerar que la primera guerra mun- dial, al dejar honda huella en los espiritus de los escritores europeos, sirvié para acelerar la destruccién de las creen- cias tradicionales que habian sustentado al artista, en el pasado, 5 en su tarea de comunicacién. El proceso de esta crisis habia em- Bi pezado ya, por supuesto, mucho antes de 1914, He intentado estudiar las obras de Aldous Huxley desde el punto de vista de esos valores tradicionales en el desarrollo de la cultura europea occidental: de los valores que tendian a una vision naturalista y humanista del mundo. (Miguel de Mon- taigne, el gran escéptico francés, es acaso el maximo represen- tante de esa concepcién), En uno de los periodos de su carrera literaria, Aldous Huxley orienté su obra, sin duda, desde una vision acerca de la vida que emanaba originariamente de la tra- ! dicién humanistica del Renacimiento. Después abandond este < . intento de sintesis humanista del mundo y procuré una sintesis : 4 mistica y, finalmente, quietista. Considero esta evolucién del ; humanismo al quietismo —que niega la supremacia del individuo ' q en el dominio de la ética— como una rebelién contra la razén. : Tal rebeldia es un vasto fenédmeno del siglo XX que se ha mani- i i festado en Ja exaltacion de una raza o nacién, deificada por las ideologias totalitarias contemporaneas, por el énfasis freudiano Baltimore, Md., invierno 1948/9. bo ena tT oe * Nacida en Valparaiso, Concha Zardoya ha desenvuelto en Espaiia una intensa actividad literaria. Entre sus muchos escritos figuran libros de pocsia, como Pajaros del Nuevo Mundo y Dominio del Hato, en Ia prestigiosa coleccién Adonais, de Madrid; cuenros, ediciones de clasicos, obras criticas. Actualmente profesa en la Universidad de Urbana, Minois. it aN ty i ee z ot CONCHA ZARDOYA Mie lo inconsciente; en la subordenacién colectivista del individuo al grupo, en la explicita denegacién de la razén como instru- mento sustentado por la Psicologia de la conducta, en la subor- dinacién de lo individual a la ética de la maquina y en el evi- dente predominio de la metodologia sobre el fin o PBs dna caracteriza la actitud del siglo XX con respecto al conocimiento *. El artista contribuye al fendmeno de la rebeldia anti-racional cuando niega la importancia suprema del individuo y considera el problema del valor desde un punto de superioridad sobre-hu- mana o infra-humana, Tal desarrollo es la progresién principal que he Ilegado a descubrir en las ideas de Huxley, y he inten- tado un analisis de sus términos. La obra del gran escritor, desde sus comienzos a 1926, re- vela a un hombre que halla su propia patria sélo en la vida del intelecto. Temperamento y educacién, a la vez, conspiraron pa- ra convertir a Huxley en un intelectual por excelencia. Al al- canzar la madurez en un mundo de postguerra que habia per- dido muchos de sus contactos con las corrientes de los valores tradicionales, Huxley estaba idealmente preparado para llegar a ser el representante irdnico, inteligente y desilusionado de la “dl tima”’ generacidn. Como muchos de sus caracteres de ficcién, Huxley encontré en su emancipacidn de los valores tradicionales una fuente a la vez de libertad y a la vez de desengafio. (“He ate civilization and it killed him... God manifests himself as 1 Nuestro siglo significar4, en la historia del perisamiento humano, un predo- minio de lo anti-racional: el imperio del misticismo politico. El fascismo y nazismo fueron una especie de religién muy mala, pero religién al fin, El comunismg también Jo es —aunque los mismos comunistas no se den cuenta de ello. ¥ de ahi la fuerza abrasadora de estas ideologias; de ahi su propagador impulso mistico y su éxito, ae las masas. Las leyes individuales quedan subordinadas a la ética colectiva: el hombre s6lo es hombre en cuanto representa a su raza o a una colectividad completa. Su Personalidad queda enmarcada dentro del “grupo” o del “todo’’: dentro del racismo nacionalista o del comunismo universal. La demoeracia capitalista trata ahora de salvar las dlcimas posiciones intelectuales y sociales de lo que ha sido llamado Se. mismo y racionalismo. E! triunfo sobre el totalicarismo racista Ia ha fortalecido 9 sus posiciones. Pero aiin tiene que librar una batalla a vida 9 muerte. ¥ a aus Teconocer que su enemigo tiene algo muy importante a su favor: la anevita e pro: Bresion histéricay Pero no hemos: de gdiscutir aqui premisas histéricg-politicas., . - ter. EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 143 an absence, for he isn’t compatible with Machinery”... “I don’t want comfort, I want God, I want poetry, I want real danger, I want freedom, I want sin... ®. Muchos cri ticos, al analizar su obra mas antigua, le consideran simplemente burlesco e irre- verente. Pero un cuidadoso estudio de su obra demuestra que Huxley no podia permanecer como un simple espectador irénico de la vida. Muchas de las actividades de su misma generacién le horrorizaban sinceramente, Nos damos cuenta, a través de su obra inicial, de su tedio y de sus gustos. Aunque comprendemos sus justas razones para atacar la educacién moderna y el fend- meno de las peliculas y Ia radio en el mundo contemporaneo, no podemos dejar de asombrarnos ante la fina vehemencia de su ataque. Apenas parece posible que el puritano siglo XVIL haya considerado los combates de toros y perros mas repugnantes que lo que las diversiones modernas de las masas han llegado a parecer a Huxley. Asi, este nativo tedio de Huxley pronto se dejé sentir en el dominio de la ética, Hay una notable diferencia de tono entre la burla humoristica de Crome Yellow y la indig- nacion moral de Antic Hay. Para Huxley, los individuos de su generacién estaban mas “perdidos” de lo que ellos mismos su- ponian. Creia sinceramente que la civilizacién del siglo XX se encontraba en una etapa de decadencia, y su brillante cultura le permitia presentar el caso de una manera convineente. Li- braba una valerosa batalla contra la falta de sentido del orden mecanico, el cual haria de la vida un Pullman o un Ford, subs- tituyendo las instituciones. Reclamaba libertad para huir de las cosas que absorben la vida: la mAquina, la uniformidad, la es- tandarizacién, el confort a que aspira todo el mundo. Exigia el derecho a la personalidad. Aunque Huxley no desarrolla un punto de vista sistematico hasta Point Counter Point (1928) y Do What You Will (1929), percibimos en Antic Hay (1923) y Those Barren Leaves (1925), el nucleo, bastante consistente ya, del cual emana su satira. Los caracteres que el escritor ataca en estas dos novelas, se aseme- 2 Brave New World. 144 CONCHA ZARDOYA jan mucho a aquellas gentes de Point Counter Point, a quienes acomete por ser algo menos que humanas o que se esfuerzan en ser algo mas. Sin embargo, las ideas huxleanas, hasta 1926, que parecen ser las mds inmediatamente personales, son las que de- fienden reformas sustentadas por la inteligencia dirigida. Por aquel aio, Huxley no estaba muy satisfecho al registrar los devastadores efectos sobre su generacién de la pérdida de los valores integradores y formativos. Y empezo la indagacién que le ha estado ocupando hasta hoy. En Jesting Pilate (1926), des- taca a la vez la diversidad y la unidad que se manifiestan en la experiencia del hombre. Aunque vuelve de su gira en torno al mundo con una apreciacién profunda del relativismo de todas las cosas y, atin mds, asevera que existen ciertos valores funda- mentalmente humanos, valores que es locura intentar justificar por medio de la légica tan sdlo. Y llega a decir que “no se pue- de estar comprometido” en la corrupcién de estos valores. En cuanto al intento de Huxley para lograr una sintesis hu- manista en Point Counter Point y en Do What You Will, la obra de su amigo, D. H. Lawrence, ejercié una influencia que debe tener en cuenta el que estudia al primero. El caracter de Ram- pion, en Contrapunto, quedé definitivamente modelado sobre la misma persona de Lawrence, y Rampion es el imaginario inter- locutor de Huxley ante muchas ideas que forman parte del “culto a Ja vida” creado por Do What You Will. Pero la influencia de Lawrence sobre las ideas de Huxley en este periodo, es ejercida en un cierto sentido indirecto. No se ha intentado todavia un examen humanista de las ideas de Lawrence, pero no podemos afirmar que, en la doctrina de Huxley de este periodo, exista ningun cultivo mistico del inconsciente como por parte de La- wrence, Point Counter Point es un intento de Huxley para al- canzar una verdadera ética humanista, transfiriendo a su escep- ticismo nativo, a su inherente independencia intelectual, algo del credo lawtenceano acerca de la vida del cuerpo y del instinto. Dotado siempre para cl auto-andlisis, Huxley reconocia su pro- pia tendencia a cultivar.su intelecto de manera excesiva, Una sintesis humanista exigia un equilibrio de la mente y el cuerpo, EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 145 as consciente y de lo inconsciente, Y era a Lawrence a quien i ans Huxley para la comprensién de la rica vida del cuerpo y de pone Pero éste toma tinicamente lo necesario del cono- ee awrenceano acerca del cuerpo, para crear una sintesis hum: i i manista. El acusado pirronismo de Phili ‘Quarles, el j de Point Counter Point 4 : eee oe ‘ oie que esta modelado sobre el propio tem- Berne e Huxley, ilustra de qué modo éste habia luchado ptar una versidén codificada ionali: 2 racionaliz as i oo y lizada de las ideas de : Rampion es utilizado en Point Connfer Point como un re- ee de Sa ie del “culto a la vida”, explicada en hat You Will, Este ultimo |i i ibro es id 4 detallada que Huxley nos ha dado ale i Pecan a ¢ i Z ¢ ado 3 a de su posicién huma- ee El ethos humanista presentado aqui descansa sobre hipd- ee ae conciernen a la rica diversidad de la experiencia hu na y Ja incapacidad del homb mene re para lograr el conocimi s I a 1ento a absoluto. La unidad y diversidad son “hechos” que son ie as verdaderos”. Las teorias cientificas son “verdaderas” ae e apoyan en impresiones sensoriales que son € Jas mismas para todos los indivi i gra te individuos, si la visién metafisica del mundo es igual Seeilsiat 6 Gee eae cl gualmente “verdadera” o Mis que se origina en el deseo del individuo de racio- at a eae Cag Sin embargo, en el mismo indi , €l Humor fluctuante, circunstanci : ; wen neias, estados mentales * a . e Be ee haran que él posea variables concepciones de lo real ae ee ee estan formadas por discontinuos ene el ser, La realidad, para cada < ada uno de nosotros, es disti : id, pat i istinta. Estamos obligados a vivir discontinua e feiconsaten cercente Per cl hombre “consciente” conoce también el “hecho” de la u . : é ni- dad. Reconoce que existe en ella, aunque sometido a diversas influencias y construido por diversos componentes, el conti fluido de la personalidad. i as aa concordancia con tales hipétesis metafisieas, Huxley des arrolla Ja écica humanista de su “culto a la vida”. Condena tod. ; f . a linea de conducta abierta a la personalidad multiforme con es clusién de los demas caminos. La vida del, cuerpo tiene tanto ; Peat Ni eich) se Oe ae bee bE ila ie CONCHA ZARDOYA 146 mas derecho a la existencia que la vida de la mente o del espi- titu, Huxley parece coincidir aqui con Lin Yutang, que decia: “Toda buena filosofia practica debe comenzar con el reconoci- miento de que tenemos un cuerpo... El hombre esta hecho de carne y de espiritu a la vez, y deberia ser empefio de la filo- sofia ver que la mente y el cuerpo vivan armoniosamente jun- tos, que haya una reconciliacién entre los dos”. La doctrina ética (la de Pascal, por ejemplo) que lucha contra una parte del ser del hombre en nombre de otra, no es “falsa”, porque no tene- mos un conocimiento de lo “verdadero”, sino perjudicial, “life- destroying” (Do What You Will). El unico acto inmoral es el acto contra Ja vida, contra la integridad del “yo” que per- mite la expresién de la mente y el cuerpo, de la vida intelectual consciente y de la vida instintiva, visceral. Como Montaigne, Huxley cree que el hombre no es angel ni bestia. El objetivo de la vida es Ia vida. Los hombres que han intentado vivir unica- mente como Angeles, negando los derechos del cuerpo, han obra- do en la vida como bestias. Las ideas supra-celestiales van extra- famente unidas a la conducta sub-terrestre. Es el intento de Lucy Tantamount —tipica representante de la “emancipada” moderna—, de Spandrell, Burlap, Illidge y otros personajes en Point Counter Point, para ser algo mas o algo menos que hu- manos, satirizados por Huxley a través de su medium: Ram- pion. Toda la potencia de pensamiento y sentimiento, en Lucy ‘Tantamount, se sacrifica al sensacionalismo del sexo. Su con- cepto del amor es, justamente, la moda moderna acerca del amor y que Huxley critica en un ensayo de Do What You Will. Su vic- tima —Walter Bidlake— representa la concepcién romantica y cristiana del amor y que Huxley discute en el mismo ensayo. Las dificultades que Philip Quarles experimenta, en la mis- ma novela, al intentar abrazar el credo del “culto a la vida” que sustenta Rampion, acaso indica que Huxley estaba incapa- citado por temperamento para mantener una concepcioén huma- nista de la vida. Un humanismo naturalista, como el de Mon- taigne, exige una bien concebida armonia entre la mente y el cuerpo, una) armonia tan gerrada que el efectivo dualismo de la aye EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 147 mente y el cuerpo se funden en una intima concepcién de la correspondencia de todas las partes del ser del hombre con la Naturaleza. Hux'ey ha tenido siempre conciencia de los dere- aa del puro intelecto, y esta faceta de su temperamento in- orma, por lo menos en parte, su abandono del humanismo des- pués de 1935. De igual importancia, si no mayor, en la renuncia huxleyana a la concepcién humanista de la vida, es su creciente horror, de los treinta a los cuarenta afios, a la religién del na- ene y a la amenazadora destruccién de la civilizacién por A aoa ae Huxley habia criticado siempre y severamente cultura el siglo XX, Ilegé a interesarse mas y mas por la posibilidad de la destruccién de aquélla en visperas de una nue- va conflagracién mundial. En un articulo, titulado Tbe Problem of ee (1933), rechazaba los cuatro credos posibles a sus con- tempordneos: supranaturalismo, nacionalismo, socialismo y la idea del progreso. En lugar de éstos abogaba por una fe, que él denominaba “humanismo pesimista”, pero se mostraba one de las grandes dificultades que se implicaban al trazar eae filo. sofia de la razén en los términos de esa sinrazén que es lo ce que parece ser capaz de excitar la conviccién popular. En Boon! the Mexique Bay (1934), investiga la posibilidad de desviar a inocentes canales la inclinacién de sus contemporaneos hacia | histeria nacionalista, Y, hacia 1936, habia Hegado a asociarse al movimiento pacifista iniciado por Canon H. R. L. Sheppard movimiento que, por aquel afio, se habia constituido en ioe : le dee Union El ocimen folleto ofictalide Nuitinton. Webab Ace You Going to Do About It?, fué escrito por Hunley en 1936, Por primera vez en su carrera, Huxley habia abandonado su posicién de espectador independiente de la vida para entrar la esfera de Ja accién y dentro de un grupo, a Examinemos ahora el nuevo punto de vista adoptado Huxley en Eyeless in Gaza (1936) y en Ends and Means (193%). En este ultimo libro, como en Do What You Will och a antes, Huxley se preocupa de la cuestién de la unidad \ nde versidad, pero la enjuicia ahora de una manera com fe a diferente, El hecho de la diversidad es ineludible, oe Ce CONCHA ZARDOYA tigacién contempordnea de los fisicos nos ha mostrado una al- tima identidad fisica fundamental para el mundo. Las que pa- recen ser existencias independientes son interdependientes de la realidad. Atin mas, las recientes investigaciones de la medicina, de la psicologia experimental, del hipnotismo y de la telepatia han demostrado la existencia de una identidad subyacente de la mente, de la misma manera que los misticos han logrado una experiencia directa de la unidad espiritual subyaciendo indepen- diente de la consciencia. Nuestro insaciable afan puede justifi- earnos al afirmar la existencia de algun principio integrador en el universo, Admite Huxley que la conviccién final sdlo puede ocurrir a aquellos que realizan un acto de fe, pero este acto de fe no es mis dificil intrinsecamente que aquel que el cientifico realiza cuando supone que las leyes del pensamiento son también leyes de las cosas. Huxley no se interesa por el problema de la fe con respecto a un Dios personal. La realidad ultima, como lo ha demostrado la experiencia de los misticos cristianos orto- doxos, no es una realidad personal sino espiritual, fuera de los alcances de la personalidad. Nada, en efecto, se puede predicar de ella, y es imposible atribuirle cualidades éticas. La nueva ética, en su propia mente al menos, procede del “hecho” de que la unidad es la raz6n fundamental del mundo, el cual presenta una diversidad aparente. Bueno es todo aquello que trabaja por la unidad, y malo lo que trabaja por la separacién, El! ideal defi- nitivo es el ideal del mon-atiachment, y cl cultivo de este ideal depende ampliamente de las mayores virtudes de amor y de inteligencia. Una emocion o semsacion que es “separadora’’, “‘des- integradora”, es demoniaca, mala. La ira, la envidia, el miedo, el orgullo, la vanidad, el deseo, la ambicién y la avaricia son de- moniacos, porque realizan una no-adherencia o no-enlace de las cosas de esta tierra. Asi, hasta el desarrollo de la personalidad, si la personalidad es considerada como algo que ha de desarrollarse por si mismo y no en orden a ser trascendente, es demoniaco. “(And minds —minds are unique, but unique above a substratum of mental identity. Identity and interchangeableness of love, trust, courage. Fearless affection restores the lunatic to sanity, EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 149 transforms the hostile savage into a friend, tames the wild ani- mal, The mental patterns of love can be transferred from one mind to another and still retain its virtue—. Evil is the accentua- tion of division; good, whatever makes for unity with other lives and other beings’’) *, Eyeless in Gaza es una historia moral. Es Ja historia de un hombre que aleanzé Ia salvacién, pero sélo después de todo un proceso en que las fuerzas de la condenacién estuvieron atacandole en cada circunstancia. Casi podriamos considerar esta obra como una comedia terrenal con la visién de un final feliz para el mun- do. Pero aceptemos o no este final como el tinico posible, si la naturaleza humana no existe para perecer, la descripcién del pro- ceso de desintegracién, cuando Ja vida ha perdido su sabor y su libertad, es digna de una profunda atencidn, Las ideas de Ends and Means representan el resultado de la desviacién de Huxley hacia el misticismo. He de manifestar aqui que me siento cautelosa ante un hecho: que la posicién anti- humanista sea, necesariamente, “anti-racional”. éQué concepcidn acerca de la yida puede ostentar la exclusiva de Ja razén? :Quién puede estar seguro de conservar a perpetuidad dicho campeona- to? Considerar, pues, que esta obra de Huxley ha sido anti- humanista y que ha contribuido a la rebelién contra la razén en el siglo XX, es pura critica subjetiva, Huxley, por cierto, concibe su sintesis, en Ends and Means, como “idealismo racio- nal”. Jacques Maritain, en su posicién de humanismo teocéntri- co, proclamaria indubitablemente las justificaciones de la razén como un orga#ut, como lo harian todos los grandes escoldsticos de la Iglesia. { Mi punto de vista no presume de que una posicién ética, que no coloque a Ja naturaleza en su centro, contenga en si las po- tencias del irracionalismo o supra-racionalismo. Las hipétesis me- tafisicas que conciernen a la “realidad total” y el conocimiento del hombre acerca de ésta, logran una ética correlativa, siendo aquéllas absolutas por su caracter, Una sintesis filosdfica que 3 Eyeless. fr Gaza, CONCHA ZARDOYA 150 postula la existencia de valores absolutos, puede conseguir el em- pleo instrumental de la raz6n, consiguiéndolo de manera ultima, definitiva, para fines no humanos. No es suficiente el empleo de Ja razén como instrumento, en la progresién hacia la “verdad” o la “realidad”. El empleo pura- mente instrumental de la razén no es garantia de la “naturali- dad” de la posicién filoséfica que resulta de tal empleo. Los fild- sofos pueden utilizar la razén como un instrumento y atin cons- truir una econcepcién de la vida fuera del camino de Ja natura- leza del hombre. A menos que no se dé la primacia a la raz6n en la sintesis, el irracionalismo no puede admitirse. ¥ si se da la primacia a la razén, entonces el ethos, que es parte de la sinte- sis, debe realizar la armonia del ser del hombre. Es un problema de definicién. Pero la hipdtesis que subyace bajo mis principios aparentemente categéricos, es obvia: el hom- bre no tiene conocimiento de lo absoluto. Si el universo, como todo, posee significado o valor, no podemos conocer nada de él, Y, aunque podamos utilizar Ja razén como instrumento para aleanzar algunos conceptos de la realidad total, la visién resul- tante no es necesariamente “racional”. Porque hemos utilizado el término “razén” en dos sentidos por completo diferentes. La razén que es empleada como instrumento para hacer trascender el flujo de la existencia, no es la razén a la cual el humanista concede una “situacién preponderante”. Cuando damos preemi- nencia a la razén humana individual dentro de nuestra vision del mundo, llega a diferir, en cuanto a caracter, de Ja razén concebida tan sélo como un instrumento de progresién hacia la “verdad”, Y si la razén humana individual esta hecha para lo- grar una “situacion preponderante” en nuestra visién de la vida, entonces la ética incluida en esa vision insistiré en el armonioso desarrollo de todas las facultades del hombre. De manera inevi- table, al no poseer un conocimiento de la verdad absoluta, la razon humana individual posee tan solo la naturaleza del hom- bre individual como una referencia por medio de [a cual cons- truye una doctrina ética. Bs por-cite principio| de razon —la razén humana individual, EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 151 con todas sus deficiencias y todas sus virtudes, en el centro del mundo del hombre— que me atrevo a considerar esa rebelién contra el humanismo, es decir, a la luz de la rebelién contra la razén, Es la amplia tendencia del hombre moderno a sucumbir ante una visién de la vida que niega Ja soberana eminencia del individuo: en mi opinién, es una de las corrientes mas caracte- risticas del pensamiento del siglo XX. El cultivo de la vida in- consciente, la religién del nacionalismo y racismo —evidenciada en el fanatismo totalitario—, la revolucién nihilista, son aspectos de la rebelién irracional que Huxley ha deplorado por si mismo. Pero Huxley se ha rebelado también contra la razon, conside- rando a ésta como elemento de juicio. Seria posible, por defini- cién, mostrar que la metafisica de dicha obra de Huxley resulta de un extremo “racionalismo”, La razén —argiiria Maritain— puede conducir al hombre a lo largo de una sucesién de conoci- mientos profundos que, finalmente, le compelen a un acto de fe. Huxley dice, en After Many a Summer, que es imposible para una parte del universo tener significacién, a menos que el uni- ‘verso como todo también posea significado. Para el “mas alto racionalismo” tal paradoja puede ser “verdadera”; para la razon humana individual, al no poseer ningun conocimiento de lo abso- luto, las palabras carecen de sentido, El “olor de santidad” envuelve a muchos intelectuales de la generacién de Huxley. Pero el ejemplo de éste es de supremo interés por muchas razones. Infaliblemente, él ha intentado su- perar el aislamiento intelectual inherente a su temperamento, Su pirronismo escéptico no le ha abandonado nunca del todo; si Mr. Propter, en After Mamy a Simmer, no es un cinico con res- pecto a la eternidad, es insondable en cuanto a los negocios hu- manos. En las dos primeras décadas de su carrera literaria, Hux- ley fué irreverente como ningtn otro escritor puede serlo con respecto a los profesores de lo absoluto. Relativista por excelencia, humanista por convicciGn teorética, analista del ser, Huxley ha yenido a cultivar los jardines de la infinitud y la eternidad y a afirmar un conocimiento de la realidad ultima. La descripcién de los “estadios” o “escalones’” de su desarrollo mistico, acaso 12 CONCHA ZARDOYA ‘pueda hallarse en el retrato de Huxley, de Anthony Beavis, en Eyeless in Gaza. Beavis, en el principio de la novela, posee algu- nas semejanzas con Philip Quarles de Point Counter Point. (El andlisis completo de aquella obra seria, en parte, una repeticién de los motivos e ideas de la segunda.) Etica y psicolégicamente, es un relativista, y su mente se caracteriza por una libertad inte- lectual que le ha protegido de todo azoramiento mental o de la confusion. Bajo la influencia de una crisis, en las relaciones con su esposa, es impulsado a una reconsideracién de su vida pasada. Llega a la conclusién de que ha utilizado el pensamiento y el conocimiento, a los cuales considera ahora como telas raidas, como fines en si mismos, justamente como D. H. Lawrence, por ejemplo, ha utilizado la vida fisica indiferenciada como un fin en si mismo. También percibe que la vida, considerada asi no es bastante, Beavis se da cuenta de que se halla en el umbral de una dificultad intelectual, e intenta descubrir el justo “fin” a que deben aspirar sus energias fisicas y mentales. Durante un viaje a Méjico, Beavis encuentra a su propio mentor en la perso- na de Mr. Miller, que inmediatamente le diagnostica que sufre por todas las cosas a causa de una impropia conduccidn fisica hasta una mente no habituada a la técnica de una contemplacién mistica. De regreso a Inglaterra, Beavis se une a Miller para la propagacién del evangelio pacifista y, por el doloroso cultivo de la virtud de la. no-adherencia, del no-enlace, es incapaz, final- mente, de alcanzar la contemplacién mistica de la unidad espi- ritual que subyace en todas las cosas. Aunque los que estudian a Huxley se hallasen desprovistos de todos sus libros, excepto de Point Counter Point y Eyeless in Gaza, podrian construir un anélisis completo, aunque gene- ral, de la naturaleza de vida que Huxley ha ofrecido a su gene- racién. 5 Cuando lei Ia ultima obra citada, tuve la impresién de un hombre que ha alcanzado el misticismo conscienfemente, porque considera a éste légicamente coexistente con sus creencias éticas Y politicas, ‘emo el ea circundado emocional y espiritual- Archivo Histo! co dé Revista EL HUMANISMO Y MISTICISMO DE HUXLEY 153 mente una experiencia verdaderamente mistica de la comunién con el Todo. Yo no puedo impugnar la sinceridad de Huxley. No me siento competente para juzgar cual representacién de la experiencia mistica es “completa” y cual no lo es. El largo pasaje de la inmersién mistica de Beavis en el Infinito, que cierra Eye- less in Gaza, no tiene aureola de falsedad, pero la relacién que implica con respecto al universo, parece demasiado conveniente por coincidir con Ia politica y la ética de la novela. El misticismo de Huxley parece ser el ultimo anillo de una cadena preconce- bida. Acaso uno pueda actualmente aproximarse a la vision mis- tica de la vida y el mundo por tal proceso de Iégica. No intento negarlo. Pero admitir este punto es indicar cudn opresoras fue- ron las influencias de la doctrina pacifista sobre la yisién mis- tica a la que ha vuelto Huxley, en su deseo de salvar la civiliza- cidn ante la amenaza de la guerra mundial. En After Many a Summer Dies the Swan (1939), Huxley se aleja mucho de la visién antropocéntrica del mundo, Por el contrario, en Ends and Means, solo aquellos actos que sirven como medios dignos para llegar a fines buenos, son recomendables: el mundo debe practicar la conducta del bien reciproco. En After Many a Summer, Fluxley enfoca todos nuestros actos en un plano puramente humano. Las hipstesis metafisicas que subya- cen en el libro, se refieren a tres planos de la existencia: el ani- mal, el humano y la eternidad o infinito. En el plano animal, Huxley sugiere que existe el bien en-el armonioso ajuste del orga- nismo con respecto a lo que le rodea; pero esto significa que tal posibilidad del “bien” no queda nunca realmente explicada o ilustrada en la noyela. En el plano mas elevado, el bien existe en Ja experiencia de la eternidad y en la trascendencia de la per- sonalidad. Ello exige un conocimiento del mundo, sin apetito ni aversién, En el plano estrictamente humano, el hombre no puede alcanzar nada, salvo el mal, y ninguno de sus actos es libre: “Dios esta absolucamente presente sélo en ausencia absoluta de lo que Ilamamos nuestra humanidad., Ninguna necesidad 6 ntinas | WWW.anira.com.ar BERT Peete Wear aare is4 CONCHA ZARDOYA rrea condena al individuo al futil tormento de ser simplemente humano” *. ;Simplemente humano! Las palabras son dolorosas para quien admira al Aldous Huxley de Point Counter Point, al Huxley que al menos buscaba, ciegamente en Ia oscuridad intelectual, su camino hacia una exposicién del humanismo de Montaigne en términos del siglo XX. Interesa trazar los cambios de las ideas de Huxley, porque ellos proporcionan alguna luz para entrever una de las mas poderosas corrientes del pensamiento del siglo XX: la rebelidn contra la razén y el asentimiento a la sirena que se’ Hama supra-racionalismo y Ja glorificacién de lo incons- ciente. Si Aldous Huxley estuviese sdlo al trazar esta ruta, un estudio acerca de ésta seria mucho menos significativo. D. H. Lawrence, que, como Huxley, detestaba muy acertadamente los efectos de la légica tajante y de un intelectualismo estéril sobre la vida moderna, fué mas lejos: hasta negar enteramente la vali- dez de la razon, en favor de algo sub-mental: la oscura cons- ciencia de la sangre. No dudo que Lawrence deploraria los peo- res aspectos de este misticismo de lo inconsciente, puesto que se fundan en el racismo totalitario y en Ja supra-consciencia nazi del Estado. El desplazamiento de un nivel de vida a otro, en la rebelidn contra Ja razon, es obvic, Los esquemas éticos homo- céntricos abren el camino a otros biocéntricos, teocéntricos o policéntricos. La consciencia humana individual esta amenazada de submersién en una supra-consciencia de clase, raza o nacién, en una sub-consciencia de la vida nocturna del hombre, donde algtin dios oscuro e ininteligible esta entronizado. Creo que puede demostrarse que Aldous Huxley no ha en- contrado una mansion confortable en el éxtasis mistico. Pero se ha esforzado —gse esfuerza todayia?— valientemente en encon- trarla. Siempre apartado, de hecho, mAs que antes en su meta- fisica, intenta cultivar —repito— el jardin de la eternidad. El tiempo es el gran mal; el cambio —flujo— existe siempre, si existe una ilusién; debemos vivir en un plano de eternidad, por- 4° After Many a Summer Dies the Swan, i eMail rh EL HUMANISMO Y¥ MISTICISMO DE HUXLEY 155 que los actos, en el nivel puramente humano, nunca pueden con- ducir al bien. ;Desde qué altura de vértigo considera los proble- mas “simplemente humanos’’, los deseos “simplemente humanos”! Philip Quarles se ha separado del todo, de la buena vida, por una excesiva tendencia hacia el cerebralismo puro: Aldous Huxley, en 1941, estaba sitiado por todo un sistema metafisico. Urbana, Illinois, enero 1949. ‘LAS DOS METAFORAS CONSTITUCIONALES Por BERNARDO CANAL FEIJOO UANDO Sarmiento, en 1845, adopta la férmula “civiliza- cién y barbarie”, —vigente desde hacia cuando menos diez afios en el discurso politico polémico de los “uni- tarios’’— para explicar el proceso de Ja historia argentina, sabido es que emplea una terminologia que viene desde el Iluminismo, y en poder de Sarmiento paga tributo a la filosofia socioldgica dialéctica que, bajo la influencia de Fichte y Hegel, habian pues- to de moda veinte afios antes algunos profesores y fildsofos franceses post-romanticos y sansimonianos, La vegetacién polé- mica ha impedido, en general, a la historiografia y a la critica sociolégico filesdfica argentina, ver la planta alli oculta en su arborea sustantividad, y no han faltado quienes tradujeran los aleances del famoso dualismo a la idea literal y simplota de que la civilizacién era atributo inherente a Ja ciudad, y la barbarie atributo necesario de las campaiias, como tampoco quienes ha- Haran opertuno ridiculizar esos prejuicios, que ya un siglo antes Rousseau habria desbaratado para siempre. Es cierto que hay un equivoco constante en la terminologia, en la argumentacién y en la ejemplificacién empleadas por Sarmiento a ese propésito; que su terminologia es, desde un punto de vista filosdfico y sociolégico, insegura y tanteante (apenas disimulado, )sino epuestis;la~sinttsis mo LAS DOS METAFORAS CONSTITUCIONALES 161 una Forma, es decir una totalidad estructurada, una estructura de totalidad, en totalidad. Apenas si es necesario decir lo que es esa virtualidad (0 exi- gencia potencial) morfogenética o “‘constitucional’ presupuesta en cada uno de los términos del dialéctico dualismo sarmienteano. En ninguna parte terminaria siendo tan obvio el sentido de esa ‘idea como entre nosotros. La Ciudad es, de hecho, un estado de concentracién, moral y fisica; las potencias de la ciudad son concéntricas, concentrativas: centripetas, El alma de la Ciudad es substancialmente ego-ista; poco o nada tiene en si que ver con sus fragiles huéspedes sentimentales y sus nobles instituciones filantrépicas; el alma de la ciudad empieza mas adentro o mas arriba. Proyectada a la funcién constitucional ultraurbana, ‘na- cional” —el alma de la ciudad no cambia de signo; la ciudad concentracional, concéntrica, centripeta, impone su signo esen- cial: la politica constitucional vital de la ciudad exige la centra- lizacién. La politica constitucional centrada sobre la idea de “‘ci- vilizacién”, esto es, de funcién organica o superorganica de la ciudad, exige,consubstancialmente, inherentemente, un unitaris- mo, 0 sea una estructuracién formal por hegemonizacién de la ciudad sobre el resto del panorama de la realidad, general o local (pues este problema de fisica constitucional rige tanto para el macrocosmos nacional como para el micrecosmes provincial; también en provincias ha habido un proceso de civilizacién cons- titucional, por asi decir, aunque para referirse a las provincias la idea de constitucién necesita volverse bastante extensiva). Por su parte, gcudl es la virtualidad morfogenética esencial del otro polo dialéctico argentino, de las campafias? Apunta en direccién totalmente opuesta a la de la ciudad: las campafias son dispersivas y centrifugas: son descentralizadoras. El alma de las campanas es... jel campo! —el campo, en el mismo sentido en que se dice, barbarismaticamente, que se va a la ciudad “por- que hay mas campo”, cuando en realidad lo tinico que se puede y se ya a buscar en la ciudad es la dimensién contra-campo, de concentracién, de concentricidad, que solo la ciudad realiza y /ofrece. El campo, alma dejlas campafias, es una polaridad campo- v¥ a 162 BERNARDO CANAL FEIJOO afuera. El alma de la ciudad convoca la idea de foco que en to- das partes se transfiere, mas 9 menos yocativamente, a una idea de “centro”, aunque el riguroso centro de las ciudades nunca coincide con el centro geométrico del plano urbano, para ma- yor evidencia de su raz6n coercitiva y no légica. La campafa, por su parte, no tiene centro; no tiene foco; con facil retrué- cano podria decirse que tiene, a lo sumo, fogones, hogares, mul- tiplicados o solitarios. Se sale al campo; se entra a la ciudad; decir, “salgo” a la ciudad, “entro” al campo, sefalaria direcciones absurdas. : Sarmiento sintié dramaticamente esta esencia biolégica des- portillante de las campanas, y pretendié enjuiciarla aplicandole la desapacible palabra “desasociacién”, extrano neologismo, de su invencién quiza, que, acaso mas intuitiva que reflexivamente, describia con una especie de casuismo didactico un tanto basto, el riesgo de la virtualidad morfogenética, contra nacionalista ins- cerita en el dinamismo esencial del ser de las campaiias. Mas tarde, en plastica corroboracién tambien casuistica, de aquel irrevisible enjuiciamiento, propugnaria la imposicién del “alambrado” de los campos, concebido por él mas que como recurso de obvia economia doméstica, como instrumento de coercién constitu- cional; el alambrado de Sarmiento no esta destinado a cercar mieses —que son incapaces de desprenderse de sus raices— ni inmovilizar ganados —que raramente o nunca abjuran de su querencia geografica—; esta concebido para cercar, localizar, fi- jar, el alma dispersiva, “desasociativa”, descentralizadora, anti- integracional, anti-nacionalista, de las campaiias. Trasladada a la figuracién politica formal, esa virtualidad morfogenética de las campafias debia representarse, por oposicién al ““unitarismo’, como un estado de “pluralismo” autonomista que en grado constitucional no podia dejar de Mamarse “federalismo”: las campafias son necesariamente, biolégicamente, connaturalmente, autonomistas y federalistas. Montesquieu, los pre-romanticos, ha- bian ya descubierto que el mundo era geograficamente federa- lista. Y en su hermosa apologia del federalismo norteamericano, Tecqueville lo habia juzgadoyen. el. fondo, mas|comoruna inhe- LAS DOS METAFORAS CONSTITUCIONALES 163 rencia fortuita del inmenso fondo geografico en que se tecor- taba la voluntad nacional, que como un dictado de idealismo eo como le we el doctrinario e intelectual fervor latino asta entonces. o que el espiritu constituci i queria, ansiaba, se proponia, ees rara ee ae tee ricismo ¢ idealismo, ir de un salto mas alla de todo conformismo o efectualismo fisiocratico —naturalista— y romantico, En sintesis, pues, en la proyeccién politica mds rigurosa de: la idea de ciudad, trascendiéndola politicamente, hay una forma constitucional, fatal y necesaria; de igual modo que en la pro- yeecién politica rigurosa de la idea de campamias, trascendiéndolas politicamente, hay una rigurosa forma constitucional, necesaria y fatal. La conciencia patridtica argentina se decidia electiva- mente por la primera. Y esta decisién se fundo en dos evidencias concurrentes absolutas de la época, una realista, la otra idealista: la de que el proceso de la existencia histérica marcha en el ee —como en todas partes— a la unidad en Ia totalidad de la forma hecho que tiene politicamente el nombre local de Nacién; y la de que la Ciudad es el supremo instrumento técnico para activar y consagrar ese fin. Desde entonces, la voluntad constituyente o formalista, que acompana a la pasién constitucional, se yuelye una metodizacion positiva del uso de la virtualidad politica tras- cendente de la ciudad; y la historia del pais se vuelve, estricta- mente, una historia de la civilizacién, o sea de la funcién consti- tucional, © constitutiva, inspirada, regida y orientada de un modo sistematico desde, por y para la ciudad. Es aqui, en el pais, donde por primera vez en el mundo se literaliza el sentido de la palabra civ izacion, en su inmediata acepcién etimoldgica, como signi- ficadora de la funcién politica morfogenética —consticucional— metddica de Ja civitas. En el lenguaje argentino, a partir del rapto sarmienteano, la palabra civilizacién casi no es un substantivo, es es bien un verbo; no indica un ser o un estado, sino Ning funcién, una técnica, una accién (0 es, lo mismo que la palabra accién”, un substantivo destinado a designar un verbo absoluto). Poh ae or of eh eye — LOS OJOS DE BERCEO Por DANIEL DEVOTO En recuerdo del Dr. Eduardo Amoretti. Oitme, compaiteros, asi veades Mayo: veed cudles espaldas e cudles cuestas trayo, .. o lo veo junto a la yentana, inclinado sobre sus escrituras. El sol del invierno en los chopos, los sembradios pardos y alineados, las montafias que se ven de color azul; todo eso latiendo por el aire de afuera. Pero adentro no hay ojos —unos ojos limpios, un poco fatigados— sino para el escrito que con- centra, en su clara superficie, la luz del dia que termina: Sefiores, si quisiéredes, mientre dura el dia, destos tales miraglos ain mas vos diria; si vos mon vos quexdsedes yo mon me quexaria, ca como pozo fondo tal es Sancta Maria... Pero el dia es corto, y acaba pronto; y mucho es lo que hay para ver en los relatos: Non vos querria mucho en esto detener, querria adelante aguijar e mover, enanzar enna obra, dandome Dios poder, que otras cosas muchas habemos de veder. EI dia es corto, y su luz va bajando; pero adentro, guardada entre los muros, resplandece otra lumbre. Nuestro Gonzalo grande copiando historias viejas nos dice su dictado mientras le sale fuera la luz del corazén. Asi otro gran poeta eligié para celebrar a Berceo, entre todas las galas de la tierra, “la luz del corazén”, reflejo de la divina que enciende,los hermosos versos vicjos: LOS OJOS DE BERCEO 165 Tu Criste que luz eres, que alumnas el dia, que tuelles las tinieblas, faceslas ir su via, bien creo que luz eres, Jumne del alma mia, € que prodigas lumne e toda bienfetria, Con el resplandor del Espiritu Santo, “lumbre de confortar”’, Ja luz envuelye para Berceo todo lo santo y puro. Cristo es —lo dice su Madre— el Fyo, que mas alumnas que el sol ni la luna; Santo Domingo de Silos es nuestro Sefior Sancto Domingo, lumne de los perlados: Santa Aurea Luz era e confuerto de la su vecindat: y cuando en la Fiesta de Pentecostés el Espiritu Santo fué sobre los Discipulos, la lumbre como lenguas parecig derramada Por eso cuando Juan, el ciego de Silos, se acerca a Santo Domingo, : non quiso el mezquino pedir vino, nin pan, r ¥ quedé lamentandose, dando apellidos, hasta que el Santo, oyéndolo, ex6 e preguntéli cual cosa demandaba? Dixo elli que lumbre, que 41 non cobdiciaba, Y Pedro, natural de Llantada, cautivo en Murcia después de la rota de Alarcos, rogaba a Dios que lo sacase de tan “ciega prisién”, ca si non li valiese, a poca de sazén, seria ciego 9 muerto, 0 con granty lisién, LOS OJOS DE BERCEO 167 166 dice uno de los Milagros; los ladrones de la acémila de San Emi- i 4 jas desgracias. “Mezquino”, desdichado, I 4 ees a cic en : liano fueron castigados en sus ojos: es para Berceo el que carece de Ja vista. Otra vez serdn “una ciega mezquina” o una “ciega lazrada”; a otro Hamara, : ‘moesella- dor”. En todos sus poemas leeremos la misma compasion por el ciego y sus ojos enfermos: Hobieron sendos ojos de las caras quebrados, tanto que sendas nueces cabrien en los forados; En cabo el mezquino perdid la visién, y a Garci Mufioz, natural de Gomiel, la gota ésta fué sobre todo la peor lesién, més sofridera era la otra perdicién, * ' non habia sin la lumbre nula consolacién. . . tolliele Ja memoria, fabla e visién. Hasta el mismo Cristo, en aquel Viernes que siempre sera nom- brado, Ca ome que non vede yaz en gran angostura, i i Est dura... gun mba vo) yar, Barger, nin: do Eee los ojos hobo presos et la faz bien majada. Los ojos, parte tan principal, eran también amenazados por los castigos terrenales: La oscuridad que envuelve a los ciegos se escribe para nues tros propios ojos: i ié mafiana... Ege ee ce Fervos he sin los ojos, st mucho papeades. . . Domingos e cutianos lazraba emparejo... el Rey Don Fernando a Santo Domingo’; y el Santo le res- ponde que si se deja cegar por la célera, no alcanzara a ver “la faz del Criador”. Por eso los Confesores hacen tanto milagro en las ojos, imagen corporal de los ojos corales; y Berceo nos ta cémo tanto ciego pedia “que ficiesi por elli alguna ora- “que li torne su seso, déli su visién”; y de todos los Santos Y Berceo se detendra describiendo los males de los ojos: - Confesores se dice, como de San Lorenzo, por encomio muy ipal, que tan turbiados que non podia veer”, “los ojos concobados, | princi brazos desleidos”, “los ojos feos, la boca tuerta”, “el cejo turbio, los ojos remellados”, “non vedian de los ojos todos es labrados”... Y Enfermé este clérigo de muy fuerte manera, que li querian los ojos salir de la mollera, Non vedie de los ojos mas que con el polgar... _..tanto vedia de fuera como de yus el techo... Confondidli los ojos malatia coitada, si yoguiese en carcel non yazrie mas cerrada... facie sobre los ciegos vertudes cada dia. es Santo Domingo —el que merece una Vide mas larga— ue en vida y en gloria hace mas curaciones de ojos: “los otros ia los enviaba sanos, que lis daba los ojos, los piedes ¢ simple amenaza caprichosa sino proceder juridico establecido. Cf, Poema @ a mio Cid Roy Diaz que madi nol diessen posada, / e aquel que gela spiesse vera palabra / que perderie los averes « mas los ojos de Ia cara” 3 ch 45-46); ete. + Ac 1 1a otra perdicién, para la que no habia consejo de hembra ni de yar ni atin de fisicos, era que “non podie comer una bocada”, con lo que tenis i {\as_maribs 4 los_pies de su_sirsto cxidos - y ct) ) ¥ eer ae ad. DANIEL DEVOTO" 168 las manos”; muchos que habian venido ciegos “alumbrados tor- naron”; “la ciega mezquiniella” que rogaba: Oyasme, Padre sancto, padrén de la Castiella, tuelle de los mis ojos esta tan grant manciella, que pueda con mi lumbre tornar a mi casiella.. . *“perdié la ceguedad por qui presa andaba’’; a Pelayo, Conde de Galicia, “fué luego de la cara la tiniebla tollida”; y un muchacho aragonés, Pedro de nombre, abrié los ojos “‘que tenia concloidos”, y “hobo la lumen de los ojos cobrada”. Otro hubo que “vido bien. de los ojos como nunca mejor”; alumbraron ciegos y ciegas sin ntuimero, y Sancha la de Asturias, la que para ir a orar sobre el cuerpo santo priso su guionaje que la solia guiar, “torn a Corneiana sin otro guiador”; y Berceo puntualiza bien cada caso y su autenticidad: uno, a quien cadidli de los ojos toda la pesadumbre, vedia enna iglesia el suelo e la cumbre, era un ciego cuyo origen ignoraba Gonzalo, porque ...de cual parte que vino non departe la villa muy bien el pergamino, ca era mala letra, encerrado latino, entender no lo pudi, por Sefior San Martino y se cuida de certificar lo que no sabe con firmeza: En comarca de Silos, el logar non sabemos, habia un home ciego, delli vos fablaremos, de cual guisa cegara, esto non lo leemos, lo que non es escripto no lo afirmaremos, ..-En ese dia misme que ésta guarecid, alumné y un ciego, en Espeja nacid, Joan habie nomne, si otri non mintid, el que primeramientre la gesta escribid. Arc LOS OJOS DE BERCEO 169 Y¥ en el detalle de cada curacién, en la alta alegria del ciego, se alumbra el reflejo de la propia alegria de Berceo cuando sintia que iban los ojos alumbrando. La misma gracia que hace “fablar los mudos e los ciegos veer” usa Nuestra Senora —Nuestra Sefiora, “mas fermosa de mucho que non es la Aurora”, a quien “corre la lengua cuando cuita habemos”, y cuyo nombre y memoria “sabor face en orejas, dul- zor en corazén’— cuando oye y exaude el ruego continuado: Solvi los pecadores que yacen enredados, da lumne a los ciegos los que andan errados... Ruego por los ciegos de ojos y por los ciegos en el pecado, los ciegos “de los ojos corales”, los que “en facer el pecado fue- ron ciegos ¢ botos”, cuyos ojos semejan los errados ojos cerrados de los paganos: ...¢a andaba errada esa loca mesnada adorando los idolos e la cosa labrada. ¢Y cémo dejara de oirlo la que padecié por la vista el marti- rio mas cruel? Aquélla que, preguntada por San Bernardo: Cuando Cristo fo preso si ti con elli eras? Tu cémo Io catabas, e con cuales ojeras. , . .. Dicia; Ay, mezquina, qué hobi de veer! ...Ploren bien los mis ojos, non cesen de verter. Ploren bien los mis ojos, non cesen de manar... Vedia asadura amarga yo mezquina, amargos cocineros e amarga cocina: el titulo en lengua Hebrea e Latina, en Griego la tercera, pan de mala farina... Cémo no habia de oirlo la que, en el amarguisimo dia en que perdié su “sol”, toda su “‘claridat”, Ja “Jumne” de sus ojos, veia sin embargo, entre tanta alevosia hecha su hijo, que 170 DANIEL DEVOTO facien otro escarnio esa gent renegada: vendaibanli los ojos que non vidiese nada, dibanli garzones quisque su pescuzada dicien: Adruna, Cristo, qui te did la colpada. Burlar de ojos que no ven es burla atin mas cruel narrada por quien da tanto y tan repetido precio al testimonio del ojo: “bien parece por ojo...”, “vidiéronlo por ojo...” “bien parece por vista’, “yo quiero esta cosa por mis ojos veer”, “a ojos de. ..”, “estendieron los ojos, cataron...” en una docena de variantes; y hasta llega Berceo a preferir la visién directa al relato escrito, que es para él testimonio supremo: “por ojo lo ve- tedes, saber vos han mejor”. Y el ojo da razones que van més alla de su campo sensorial, en todos los sentidos: Santo Domingo eligid, entre sus compafieros, sélo a los que vedia que eran de manera pesada; San Millan, ansioso de doctrinarse con San Félix, la hora de veerlo vederla non cuidaba; y Teéfilo, dirigiéndose arrepentido a la Virgen, se somete a su piedad diciéndole: Esta razén, Sefiora, tuya es de veer, faciendo penitencia si me debe valer... 4 Y tanto es su precio, que el elogio mas alto que de las cosas pue- de hacerse es decir que el ojo no las alcanza: Nunca tal criatura podié home veer Qui pudo veer nunca cuerpo tan palaciano 1 Berceo recurre otras veces a expresiones acufiadas: “vedia de la casa lo que él veer quiso”; y acude también a su propio testimonio visual: asi en el telato de una visién de Santa Aurea: “Habia en la columna escalones e gradas, / veer solemos tales en las torres obradas, / yo sobi por algunas, esto muchas vegadas, / por tal suben Jas almas que son aventuradas”. Hasta una vex llega a decirnos, de las dos campanillas pequefias que s¢ tafien solas, que “Si home bien ao cata, non las podric asmar’’, LOS OJOS DE BERCEO 171 Nunea tan rica obra vid homne carnal, obra era angélica ca non era material; tan folgado yazia como so un tendal, © como qui se duerme en un verde pradal. .. Porque si el ojo puede ser la puerta del pecado para quien mira las vanas cosas de la tierra y no anda, como Santo Domingo, ...como buen ordenado, los ojos apremidos. . (porque el Santo “traia en contra tierra los ojos apremidos / por non catar folias tenialos bien nodridos”, cerrados a la tierra, ‘como lo estaban, “con toca bien atada”, los del ladrén que iban a ahorcar), en cambio puede abrir la puerta del paraiso: en vida, quien llega a merecerlo, recibe de ...Dios otras gracias honradas e complidas, le veer visiones, personas revestidas, tan buenas de ver, que Santo Domingo una visién vido, por ond fué confortado del lacerio futuro, siquier de lo pasado, sin contar que “otras vido, sin ésta, visiones estrafias”. Y Santa Aurea también las vid: Alz6 Oria los ojos escontra aquilén, vido grandes compafias, fermosa criazén; semejaban yestidos todos de bermején. Pregunté a las otras: “zEstos qué cosa son?” Dixéronli las virgines que eran sus guionas: “Todos éstos son martires, unas nobles personas; dejaronse matar a colpes de azconas, Jesu Cristo por ende didlis ricas coronas... ” Y cuando. estas visiones, mejores que las, flores de mayo, se les ie ad” 172 : DANIEL DEVOTO “quitaban de ojos, tenian gran pesar. Pero pesar, con todo, pasa- jero: sabian que luego la Virgen Maria los Ilevaria con Ella ...a la gloria do nunca vean mal: y alli los bienaventurados seran mucho sobtiles, en veer muy enteros, non les faran embargo nin sierras nin oteros, nin nieblas, nin calinas, nin leguas nin migeros: veran del mundo todo les cabos postrimeras, y el Seftor les permitira la alta gloria “de veer la Su Faz”. Los réprobos, en cambio, en el agrio dia en que todo sera a ojo en medio del mercado, podran Ilorar de los ojos cuanto mas se podia, podran ir lloran- do de los ojos cuanto podian Morar, que el Sefior, que de toda la tierra es la salud y el manto, en cuya mano yacen los vientos y la mar, y que hace —maravilla mas alta— a los barbaros ha- blar latinidad, ser4 inexorable. Nada podr4 librar a nadie de un Amo que es sin fin y sin empezamiento; sus ...amigos en el mar fallan vados, a los otros en seco los fallan enfogados, jAy de los que “veran a Dios irado”! No habra quien les pueda esconder de su vista; y por todas partes lo veran: que } si cerraren los ojos porque no yean nada, dentro sera el yierven que roe la corada. En el infierno darian mucho mal grito, y pasaran el amargo viento que quisieron evitar sobre la tierra. Nada les sabra a trigo; y sus almas acompafiaran a la del codicioso Podesta de Roma a ...Ja posada A do nunca veria cosa de que fuese Pagada; AALCNIVO Fils Ico det nacidos”. LOS OJOS DE BERCEO 173 nin veria sol nin luna nin buena ruciada, e seria en tiniebra como emparedada. Las serpientes y los escorpiones, que “haben amargos dientes” y “aeudos aguijones” los comeran hasta el corazon, y los Angeles infernales levarlos han al fuego, al fuego infernal, do nunca verin lumbre, sinén cuita y mal. darlis han malas cenas et peores yantares, grant fumo a los ojos, grant fedor a las nares... Y para huir de este peligro, nada mejor ni tan seguro como alejarse del mundo y su condicién, entera y totalmente: que aunque para el Apdstol mejor es casarse que abrasarse, Santa Aurea m4s querria seer ciega que veerse casada, voluntad tanto mas terrible cuanto que se nos dice, del Conde de Galicia, que perdié la visién, andaba embargado, ca homne que non vede non debia seer nado, empledndose para hablar de un ciego —y repitiendo sin saberlo la desgarradora expresidn del coro final del Edipo Rey: “La muerte es preferible a la ceguera” — las palabras terribles que sdlo se aplican con verdad a Judas: al que mas li valiera que non fuese nacido. t 1 En otro lugar: “Si [Judas] non fuese nascido, él nom perdria nada”. (cf. S, Mar. XXXVI, 24). También lo dice de si mismo el burgués de Constantinopla al verse empo- brecido: “Mucho mas me valiera que non fuese nacido”. Pero aqui, libre del énfasis total de condenacién que tiene em los otros dos lugares, e3 sélo el encare- cimiento popular, el mismo que usan los ¢spaitoles cuando la muerte de Don Alfonso el Casto en el Poema de Fermin Gonzdlez: “Dicien: Mis nos valdrie nunca seer ae 2 EN 174 DANIEL DEVOTO Pero atin ante las mayores acechanzas del Maligno, la virtud que saly6 a Jonas del vientre del pescado sabe protegernos. Cuando la bestia maldita quiso estorbar la vida de nuestro sefior San Emiliano, ...la virtut de Dios sancta e benedicta guardélo como guarda homne a su nifita. Roguemos, pues, nosotros, y cada uno por todos que libre Dios las almas de rabioso milano, que El “torne a nos sus ojos”, y que cuando Ilegue la hora se- flalada en que los ojos prendan suefio, como es su natura, y nos toque a nuestra vez, como a Santo Domingo, lo que el Padre sancto cobdiciaba veer, exir deste mal sieglo, en el bueno caer, que la dulce “Reina de los cielos, madre del pan de trigo”, nos reciba, con todas sus ... yentes aguisadas, con pafios festivales sus cabezas lavadas. Roguémosle por nosotros y por los nuestros. Porque aquél que miraba crecer sus trabajos en la alegria del trabajo: Yo Gonzalo por nomne, clamado de Berceo, de Sant Millin criado en la su merced seo: de fazer este trabajo hobi muy grand deseo, riendo gracias a Dios cuando fecho lo veo, el que no torcid letra por voluntad sino llevado a veces por sus cerrados latines, y que juraba, de una cocina pequena que hizo Santo Domingo: ‘oo Al ‘ LOS OJOS DE BERCEO 175 Yo Gonzalo, que fago esto a su honor, yo la vi, asi vea la faz del Criador, y que luego que le Ilegé su vejez siguié, magtier ya cansado y débil de sus ojos, romanceando sus vidas y milagros de santos y santas en los dias cortos cuya luz dura poco: . +, Sigamos la estoria, esto es aguisado. Los dias son non grandes, anochezr4 privado, escribir en tiniebra es un mester pesado. . . el que nos pidid, en su dulce humildad, nuestro rezo: ...de sendos Pater nostres que me vos ayudedes, a mi faredes algo, vos nada non perdredes.. . Gonzalo de Berceo es, ya, todo luz del corazén, undumbre pu- risima de luz, ardiendo en el centro de un paisaje mas ancha que el que puede verse desde la més alta de las torres terres- tres. Ni nieblas ni calinas, ni leguas ni migeros contaran ya para sus ojos abiertos; y estara viendo todo el universo y el infinite de las tierras en la cara de Dios. NOTA Se han utilizado, modernizando las grafias, las siguientes ediciones de obras de Berceo: la de Fitz-Gerald de la Vida de Santo Domingo de Silos (Pacis, 1904), la de Solalinde de El Sucrificio de Ia Misa (Madrid, 1913) y las de Carroll Marden de la Vida de Santa Oria, la Estoria de Sant Millén y los Milagros de Nuestra Se- fiora (Madrid, 1928 y 1929). Los otros poemas se citan por su primera edicién, la de Sinchez (Madrid, 1780). Sduchez significa el glosario de esta primera edicidn. Ac., el Diccionario de la Real Academia Espafiola. Cejador, sa Vocabulario medieval castellano (Madrid, 1929). Lanchetas, su Gramdtica y vocabularia de las obras de Gonzalo de Bercea, Ma- drid, 1900, ive DANIEL DEVOTO GLOSARIO ‘Apauna: pres. ind. de “Adrunar, ‘adivinar’” (Sinchez). aguisadas: p. p. de Aguisar, ‘aderezar’; Ac. trac también aguisamiento, “compostura 9 adorno’. aguisado: ‘apropiado, razonable’ (Cejador). dl: “pron. indet,, ‘otra cosa’ (Ac.). apremidos: p. p. de “Apremir, ‘oprimir’ ” (.Ac.). asmar: ‘Pensar, juzgar’ (Cejador); ‘estimar, 19 y 2° aceps. —o sea ‘apreciar, , juz- gac’—, comparar (Ac.); ‘juzgar, pensar, imaginar’ (Sanchez); ‘estimar, con- siderar, pensar, imaginar, calcular, determinar, resolver, decidir, idear, concebir, querer, intentar, tratar de, encontrar, hallar’ (Lanchetas). Ninguna de estas acepciones parece convenir exactamente al sentido de este pasaje, que ¢#: “como son tan pequefias estas campanillas, si no se las mira bien no se las distingue claramente’. azconas: “Azcona, arma arrojadiza, como dardo, usada antiguamente” (Ac.). Bermeyon: “ant. bermellén® (Ac.). bienfetria: Falta. Solamente en Ac., con el sentido —que aqui no cabe— de ‘behe- tria’, ¥ que da también su otra forma, “Benefactria, ant., ‘accién buena’. -boto: “fig. Rudos o torpes de ingenio o de algin sentido” (Ac.). Catina: “Accidente armosférico que enturbia el aire y suele producirse por vapo- res de agua” (Ac.). eatar (cata, catabas): “Ver, mirar” (Ac.). eeio: ‘cefio’ (Cejador). eellero: ant. cillero, esto cs ‘bodega, despensa, sitio seguro...’ (Ac.). colpada: ‘golpe, bofetada’ [?] (Lanmchetas), Ac. trae el ant. colpar, *herir’. concloi p. p. de concloir, ‘cerrar’ (Cejador). confuerto: ‘confortamiento, fortaleza, alivio, consuelo" (Lanchetas). eorada: “entranas’ (Cejador). ~ DeRecHERO: “justo, receo” (Ac.). EMBARGADG: p, p. de Embargar, ‘abrumar, turbar’ (Cejador), ‘suspender, paralizar. Dicese especialmente de los sentidos y potencias del alma’ (Ac.). enanzar: ‘adelantar, avanzar’ (Ac., que lo da como voz navarra). exir (exd): “ant. salir” (Ac.). Forano: “ant. agujero!’ (Ac.). Designa aqui particularmente la cuenca del ojo. Grsra: En Berceo designa generalmente la historia escrita. Lacrrio: ant. Laceria, ‘miseria, pobreza, trabajo, fatiga, molestia’ (Ac.). lazrada: p. p. de lazrar, ant. ‘padecer trabajos y miserias’ (Ac.). Mayana: “golpeado, p. p. de maiar” (Lanchetas). manciella: mancilla, ant. fig. ‘llaga o herida que mueve a compasién’ (Ac.). mesellador: ‘desgraciado’ (Cejador). Migero: ‘milla, mojdn’ (Cejador). Noparpo: p. p, de nodrir, ‘educar, insteuir’ (Cejador).. | Archivo Histc LOS OJOS DE BERCEO 177 OyeRas: ‘ojos’ (Sanchez). Pataciawo: palanciano: ‘excelente’ (Cejador). papear (papeades): ‘hablar’ (Cejador); ‘chillar, parlar, hablar’ (Lanchetas). Mas acertado aparece Sanchez: ‘hablar sin conocimiento’. pesado: p. p. de pesar, fig. ‘tener una cosa estimacién o valor; ser digna de mucho aprecio’ (Ac.). pescuzada: pescozada, pescozdn, “golpe que se da con la mano en el pescuezo o en la cabeza” (Ac.). Quisque: ‘cada uno’ (Cejador). Remerrapo: ‘que tiene mella, Dicese principalmente de los labios, y de los ojos que la tienen en los parpados’ (Ac.). ‘Los ojos inyectados en sangre’ (Lanchetas). ruciada: rociada, ‘rocio’ (Cejador). SeNERO: “Unico, sin par” {Ac.). siegla: siglo, ‘comercia y trato de los hombres, en cuanto toca y mira a la vida comiin y politica’ (.Ac.). siesto: “sitio” (Cejador). solviz imp. de “Solver, ‘absolyer’” (Sanchez). f Touzer (tolliele, tollida, euelles): amt. ‘quitar’ (Ac.). Vierven: lat. vermis, ‘gusano’, Falta. ¥: “Lo mismo que ‘alli*” (Sdnchez). MAGIA Y REALIDAD ’ ortue, el de la mocedad madura en sabiduria y conciencia pero G atin pasible al encanto intempestivo de lo ilégico, se pregunta en Werther: “Pero, Sefor zestara escrito en el destino del hombre que sdlo pueda ser feliz antes de tener razén o después de haberla per- dido?” Esta interrogacién germinal, que le acompafa durante toda su existencia, florece en las invernales y radiantes palabras que sobre lo demoniaco, el enigma inefable del mundo, dirige a su albacea Ecker- mann; “Es aquello que no puede resolverse por entendimiento ni razon. No reside en mi naturaleza pero estoy sometido a él”. Lo demoniaco, superior a Ja naturaleza de Goethe es, acaso, el pathos, triunfo supremo de la vida sobre el pensamiento. Y asi lo reconoeié el poeta hasta en su yejez, etapa del cuerpo que no se da em el espiritu cuando ¢éste, como en el del genio de Weimar, se sobrepone a la caducidad. La vejez total apareja una esclerosis del entendimiento, y a éste ya no le cabe la flexibilidad de reconocer lo patético, aunque no deje de sentirlo, y sé estanca en una ética formal y visible pero sorda a los ecos humanos. Es la letra eserita para iniciados herejes. Porque los aprendices de vida creen en el pathos, y éste es, definitivamente, el que los hace crecer. La pasion es la hormona de la vida y en ella vemos ese no saber ni en- tender que los situa, ambiguamente, cerca de la animalidad, o si quere- mos algo que deprima menos, al lado de lo primitive, naturaleza angélica de Ia que nos llega la fuerza y sentimos el destino . Esquivemos a propésito la debatida teoria de la mentalidad primi- tiva —para la que largas e¢ inoportunas referencias habria que hacer aqui— y fijemos directamente nuestra mirada en ese estadio de la yida que precede al conocimiento y se llama la infancia, sinuosa linea de la que levantan estadisticas la sociologia y sobre todo la psicologia. Pero para eso situémones en la cercana infancia del hombre y no en la de esa abstracta humanidad que proporcionan las cifras y las especula- ciones de diversa indole, En el mejor caso hagamos un ensayo de apro- ximacién, sin recoger ni levantar dogmas. Ardua tarea, por inexplica- ble casi, para quien ve en la infancia un sentido magico que, cuando es auténtico, no decae sina mas bien se sostiene y agudiza en las vidas plenamente realizadas. En facil caracterizacién podriamos definir a la infancia por su inmediata yirtud: la pureza, El nifio es puro porque desconoce el bien y el mal, Pero sucede que va conociendo y clige, es decir, se adentra en el tiempo, en su vida. En el conocimiento del MAGIA Y REALIDAD 179 bien y del mal abandona paulatinamente su estado de infancia, se hace hombre. Pero esa cualidad virginal, que es su pureza, sobrevive en algu- nos como un asombro permanente, un sentirse extrafios y sorprendidos cada dia ante el hecho del mundo. ¥ el hombre en quien esto acontece se siente mas a su gusto en lo bello, en lo bueno, porque es lo que no suscita desarmonias en el orden de su ser, aquel orden suyo ¢ interior con el que va creciendo, o viviendo. El mal le es enemigo porque es. abruptamente hostil, desordenado para la intimidad, Bernard Groethuysen refiriéndose a Kierkegaard ha dicho en L’en- fant et le inetapbisicien *, “.. hay, de algan modo, una relacién espe- cial entre la metafisica y el estado de infancia, O, en toclo caso, podria haber una entre el mundo, que de algtin modo estaria més alla de las interpretaciones y el mundo todavia no interpretado”. Y mas adelante: “El nifio no es lo que sera el hombre, y si eredis reconocer yuestras cualidades en la infancia no hay en ella sin embargo nada en qué cons- tituir una unidad de vida, Porque lo que ha dado unidad a mi vida no ¢s el hecho de que yo haya sido de este modo o del otro, sino que es esta vida misma, tal como ella se desenvuelve”. Y esa unidad a algunos les es venida de aquel impetu virginal, digamos puro, que ha precedido pero siempre decide el conocimiento y la eleccién en el conocimiento. Este es, y no otro, el sentido magico de la infancia que perdura en algunos hombres. No es entonces la razén la que en ellos discrimina, sino ese misterioso influjo de pureza y extrafeza en el mundo, El nifio —parece innecesario decirlo— no tiene una concepcién ni una forma ideal de la realidad. Simplemente la ve distinta, pero porque él también es distinto de lo que Je rodea, $i rechaza la realidad, y una forma del rechazo es Ia invencién diaria del juego, no es porque lo real se le antoje despreciable; sino porque no Ie satisface plenamente y pre- fiere crear otra armonia, en consonancia con la que es sélo suya, inte- rior ¢ inapresable. Sabe muy bien que el juego no es la realidad, pero para él es mas verdadero que ésta. La seriedad profunda del juego radica en que el nifio tiene conciencia de que esta jugando: vive con los pies en la tierra y su ser inmerso en Ia propia fabula. El juego es pa- tético; participa de todas las potencias del ser y lo substrae aparen- cialmente del espacio y realmente del tiempo, por lo menos mientras dura su subyugante frenesi. La esencia del juego es una trasmutacién 1B. Gronrnuysen, Mythes ef porfratts. Gallimard, Paris, 1947. rep FRYDA SCHULTZ DE MANTOVANI de la realidad, poder magico del que es capaz la infancia sélo porque se halla antes del conocimiento, antes de la razén que aclara, fija los ‘contornos y petrifica los fantasmas. El misterio no es clima para la razén. Lo es, en cambio, para cl arte: juego también en el que decide la infancia sublimada. Pero para que el artista lo sea es necesario que se produzca en él esa extraneza, ahora consciente, ante los objetos del mundo que al nifio le era dada por Ja condicién virginal de su alma. ‘Que subsista en él la pureza, que no es pasiva sino impetuosa, no celestial y asexuada sino demoniaca, en el sentido que le daba Goethe al no poder resolverla por entendimiento ni razén. El pathos de la pureza es lo que hace al artista que, como el nifio, se siente fascinado por la pre- sencia ambigua e imprecisa de su contorno: seres y cosas de lenguaje extrafio, formas vagas que sdlo para él tienen un mensaje de cielo o infierno. La realidad esta cuajada de objetos magicos que el nio y el artista pueden evocar o suprimir. De ahi el surgimiento: del mito, en todas las épocas; en el mito opera lo inteligencia colectiva, pero silo como ordenacién de los materiales que proporciona el sentimiento en sus dos polos decisivos: el placer de existir y el temor de Ia TAMEEE Ss Raiz patética incomparablemente descrita por Cassirer al decir que “el mito fué, mucho antes que la filosofia, el primer maestro de la hu- manidad, el tinico pedagogo, en la infancia del género humano, capaz de plantear y resolver el problema de la muerte en un lenguaje com- prensible para la mente primitiva’’. Porque el hombre siente el placer de existir, a despecho de su razén que constantemente le muestra la fugacidad de las cosas humanas, se crea una respuesta —reconstruidos los elementos dispersos— y con lo que Freud !lama la ommipotencta del pensamiento mata a la muerte. Asi nace el mito, juego intemporal en que el hombre se realiza, porque pasa de la potencia al acto. Pero esta potencia no le llega de la claridad racional, de su mente discursiva y evolucionada, sino que le es dictada por lo demoniaco, oscura fuerza que esta mds all4 o en otro plano distinto del conocimiento. Y en el mito cree, aungue sea absurdo. Crear mitos y ereer en ellos, con Ja pasién del artista, con el sentido magico del nifio. Porque el mito y el juego son realidades indudables, alimentadas de temor y placer. Pero en la naturaleza draméatica del nifio y del artista hay algo que contamina a su propia creacién, Y este algo se desliza con un olor a tumba, El nifio sabe que Io reclama el tiempo y que el juego es una apariencia querida, que muere sin su presencia. Y por los resquicios del mito se cuela la razén, que interpreta y deforma. Sin el orden de su MAGIA Y REALIDAD 131 momento perfecto el mito y el juego se ven desbaratados: no son sino ereacién de humo, inseparable de su creador. Por eso el artista fija el mito en su obra, duradera sustancia que lo sobrevive. Y sucede que en cada obra entrafa una imagen, la vuelca desde su intimidad y se siente después yacio de ella, desconcertado ante el acto que se le desprende. Pero una y otra imagen, sucesivas y distintas, van formando la unidad de su vida y el creador es creado por su creacién, aunque con sutil deslizamiento irdnico su conciencia a veces niegue Ja realidad de la imagen mientras la pasidn se aferra, magicamente, a su verdad, La pureza asi entendida no es moral ni inmoral: es un asombro indeclinable ante la vida y Ja muerte, Ilamémosle sentido rhagico en el nifio, impetu creador en el artista, poder metafisico en el hombre, Cuando ese poder se resuelve en un af4n interrogativo se produce el filésofo, hombre que desconfia de las apariencias y pide cuentas a su propia razén; intérprete solitario cuyo destino es ser scguido y negado por los que vienen detris y se afirman en sus huellas para avanzar en Ja aventura del mundo. El filésofo tantea en la oscuridad, pero a veces ocurre que se embriaga con la luz que lleva dentro y entonces ya no le sirve de apoyo: lo proyecta en un envidn por el que descubre, casi sin saberlo, las esencias a las que se abandona, como ante una verdad revelada. A. la revelacién de la verdad se atiene el mistico, fiel a la gracia que no quiere ser entendida sino gozada. El mistico se siente connatural del misterio, claramente disparado de la razén: fermento en el que deja atras a los tedlogos, gentes de Ja ciencia de Dios que han escogido una senda en la que recogen parsimoniosamente las vyerdades demostrables. E] mistico es sospechoso para la ciencia, objeto de andlisis para la filo- sofia que no puede aceptar humildemente esos saltos en el vacio. Pero hay un modo de filosofia que, con la mistica, participa de esa connaturalidad del misterio y proveca el escdndalo de Ja ldégica, su hermana adusta y célibe: esta es la metafisica, que estd de vuelta del desabrimiento de las premisas y un poco ebria también de ese zumo de infancia que madura en Ia soledad humana. Siente que el hombre quiere su propia trascendencia y por eso alli donde se manifiesta mds plena- mente humano, en el mundo espiritual, ya sea en el arte o en los diver- sos érdenes de la cultura, es capaz de una creacidn por la que vive y en la que se sobrevive. En este frascender coincide el filésofo con el artista, hombre que realiza las formas simbglicis como.un_.ciego impe- 182 FRYDA SCHULTZ DE MANTOVANI tuoso que nada sabe de su esencia pero siente y quiere su trascendencia. El metafisico es un temerario que padece la pasién de su libertad de la légica; artista goza, libre y puramente, de una libertad intacta, como la del nifo. Pero no son las obras del filésofo ni las del artista las que nos dan una prueba del estado de pureza, de la persistencia virginal de la in- fancia en el hombre. Las obras denuncian ese estado, pero ambiguamente. La verdadera prucba es la vida total, la unidad de ese impetu que, acosado por las citcunstancias, no sdlo sobrevive sino que se afirma porque no reside en la naturaleza del hombre: impera sobre ella, supe- 4 rior a su yoluntad y entendimiento. No son las obras, sino el impetu que lo mueve a crearlas. O a sojiarlas, prueba impalpable en la que se desliza la vida. El visionario conoce en si mismo ese impulso patético que lo Ileva a jugar magica y trascendentalmente sobre Ja realidad. Y también conoce la burla de lo real, fracaso que no le deja huellas porque el pathos de la pureza lo traspasa tanto, el sentido magico del nifio esta tan maduro en el visionario que su esencia no puede ser arada por la realidad. Pero no todos los hombres son visionarios, y el hombre —Goe- | the— se encargari de decirles a los prudentes que “la reflexién dilata, pero paraliza; la accién vivifica, pero limita’’. Y en esa oposicion dra- matica de reflexién y accién se encuentra la madurez, etapa que go- bierna el mundo, La realidad debe estar regida por el orden y no es posible que la magia la trastrueque, para desesperacién del hombre que paulatinamente ha ido abandonando, se ve abandonado de su sentido del juego y no conserva, a veces, mas que formas patoldgicas de aquel estado de gracia. La armonia es una calidad dificil y casi siempre imperfecta. Pero el hombre consigue una apariencia de la armonia: mito también, hijastro de la légica, legitimo y renegado hijo de la fantasia. Y contra ese mito hibrido, que es el orden circundante, se revuelve siempre la pureza violenta de los artistas, el impetu de los visionarios, la serenidad des- be engafiada de los metafisicos. Porque la realidad es una costra de espesas | 4 apariencias, y estos indignados —cuya virtud de infancia se trans~ forma en furor— son los tnicos capaces de desenmascarar al espanto y denunciarlo, como arcingeles vengadores. El concierto del mundo esta hecho de voces fingidas y slo pretende adormir al hombre para qugalyde sy propiorser, ard que fabendone da wvigilig-dinstregua de su) MAGIA Y REALIDAD ; 183 existencia, Y hay tiempos en que se levanta de la tierra, como de un pudridero adornado, el hedor de Ia corrupcién de las almas, mas nacivo que el de la materia descompuesta. Y entonces se deja oir el suciio de estos despiertos, la voz de estos solitarios. A veces toma la forma de una enérgica mansedumbre y de su martirio surge una duradera ver- giienza, porque es el crimen de todos. Pero la expresién mas humana de los indignados es la de la violencia, y estos nunca parecen martires sino hombres que se rebelan ante la decrepitud y el vicio. Su sufrimiento es un gozo gigantesco de nifios que mueren viendo la cara de Dios. O, acaso, esa oscura fuerza que los empujaba no era mas que su tremenda visién, sumergida en el alma adulta, y venia de atras latiéndoles imborrable, hecha pasién de vida decorosa, El decoro es la pureza concebida por el hombre. El nifio no concibe su pureza; la vive, nada mds, Por eso el hombre sabe que era feliz en su infancia, cuando se extrafiaba de las cosas y sentia un im- petu docente de trasmutar lo real. Hay sin embargo en todo esto algo muy hondo que subsiste en el hombre, “‘el nifio eterno” de Nietzsche: y eso es en algunos —miartires religiosos o civiles, reformadores sociales, artistas, filésofos, los que la opinién vulgar Ilama iluminados— el sacrificio voluntario, la expiacién de la culpa de todos, especie de ofrecimiento magico para salvar la realidad. Porque el hombre ama la vida y conoce la finitud de su exis- tencia su placer esta tocado de dolor, como el juego de Ja infancia. Sélo que el hombre no puede recomenzar su juego patético, porque su pureza se le corrompe con la razén, Entonces llega a una magia supre- ma, en la que encarna a su infancia, y puede hacer suyas las palabras de Goethe, el sometido a lo demoniaco atin en la cumbre de la sabiduria: “Hay en el mundo cosas que el poeta debe velar en vez de descubrir”. El poeta, es decir, el hombre que intuye la verdad sin saberlo, con su sentido de nino indémito. Lo que no es afirmar que la razén no con- quiste ni conserve yerdades, Al contrario, la razén hace suyas las ver- dades que la poesia descubre, y regula su uso, como buena adminis- tradora del bien comin. La infancia, con su patético Hamado, es la que irrumpe en la vida del hombre, Pero esa infancia no es la suya, de niftlo desconocido y perdido, ni tampoco la abstracta que dos o tres consideraciones teoricas pueden proporcionarle, La que le llega es un modo de entendimiento o . xisién. por el que a criatura humana, en su jdependencia de lo incog- oo bushels ha Pan eee ket ae ee a aad RICARDO GULLON noscible, guarda sus poderes en la prudencia del ultimo limite, alli don- de naufraga la soberbia razén. Y prefiere velar magicamente la realidad, para vivicla y hacer que los demis la vivan en toda su profunda y misteriosa pureza. FryDa SCHULTZ DE MANTOVANI CARTA DE ESPANA LA CRISIS DE LA CRITICA Ce. Ios editores hablan de crisis se refieren a descenso en las ventas; los escritores, aludiendo al tema, pensamos por regla ge- neral en la baja calidad de la produccién libresca. Todo va ligado, entrecruzado y tejido de tal manera, que, al abordar la cuestién, surgen multiples puntos de desarrollo que es preciso ordenar convenientemente para evitar el desbordamiento, Eseritores, libreros, editores, cuantos de un modo u otro estan inte- resados por la suerte del libro en este pais, hablan ahora de crisis. En- carece el papel y el costo de los demas elementos de produccién, sube el precio de los libros, y, al mismo compas, merman las ventas y el publico se hace exigente, con exigencia desconocida en los primeros afos de Ja década. El alejamiento de la clientela es un hecho diariamente lamentado y atribuido a diversas causas, segiin la posicién y los deseos de cada uno de los afectados. Los editores culpan a la desidia de los libreros y a la poca habilidad de los escritores para escoger asuntos que interesen al publico; los libreros se quejan de la baja calidad de la mercancia, de Ja defectuosa distribucién y de la falta de olfato edito- nial, que ha estragado y fatigado los paladares més sufridos; los escrito- res a su vez, tachan a los libreros de rutina y desidia, y acusan a los editores por la falta de curiosidad y de sensibilidad que los retiene siem- pre en los mismos nombres y en los mismos tipos de obras. Todos tienen parte de razén. Pero existe un factor, generalmente no tenido en cuenta al valorar las causas de Ia crisis actual, y a propésito del cual quiero informar a jlosilectores ‘por _parecerme de considerable _ CARTA DE ESPANA 185, importancia, y porque acaso en los paises hispancamericanos pueda también advertirse con significacién parecida, Por tratarse de un ele- mento de los Ilamados imponderables, suelen desdefiarlo quienes, a la hora del balance, sdlo hacen aprecio de los que pueden sopesar con la mano y reducir a cifras, Ese factor es la desorientacién del piblico, a quien se han venido ofreciendo como obras de primer orden, libros que hace pocos anos no hubieran encontrado editor, y presentado como ge- nios en agraz a chicos excelentes, pero a menudo desprovistos de talento para el arte de escribir, Tal desorientacién debe imputarse de modo principal a una causa: la falta de critica literaria. Me refiero natural- mente a la critica militante, ejercida al dia en periddicos y revistas sobre las obras recientes, no a los estudios criticos publicados en libro sobre autores y obras literarias de ayer y de hoy, pues tales estudios no contribuyen sino indirecta y lentamente a la orientacién o desorienta- cién del piblico, y quedan, por tanto, fuera de la cuestién que intento diseutir. ‘Aun arriesgindome a entrar en un circulo vicioso, propongo el examen de una tesis cuyo enunciado, expuesto un tanto abruptamente, podia ser éste: la causa primera de nuestra carencia de critica literaria es la falta de lectores, La gente suele leer libros incotizables, libros te- nidos por ajenos a la literatura, intrusos en la literatura (novelas “rosa”, policiacas, “coyotes, pornografia mas 0 menos disfrazada), y de esos no se habla, o mejor dicho no se escribe. ;Para quién se escriben, pues, los libros, los otros libros? Salvo excepciones, que alcanzan ventas de cuatro o cinco mil ejemplares, se escriben para un millar de personas, y de ese millar una considerable minoria esta compuesta por escritores. Al eseritor, falto de un ptblico, apenas le queda sino la pequefia vanidad de verse elogiado por sus colegas. Estos, que comparten sus sentimientos porque se han encontrado, y alternativamente se encuen- tran, en idéntica situacién, se inclinan a concederle esa compensacién, por medio de notas y articulos vagamente clogiosos, que no compro- meten a nada y ni siquiera exigen la previa lectura del texto comentado. Quien vende mucho y “‘siente’ un publico, sabra, respaldado por él, hacerse fuerte contra la censura critica, Tal empresa es mds ardua cuando el escritor no puede apoyarse sino en la confianza en si mismo; a algunos les basta, pero no a la mayor parte. Otra circunstancia hace penoso el ejercicio de la critica literaria: el cardcter familiar de las relaciones entre escritores. Como en una fa- _ milia, su trato es constante, salpicado de efusiones, celos, recelos, altas aes RICARDO GULLON y bajas en Ja temperatura pasional, y como en ella, entre sus compo- nentes existe un vinculo, una solidaridad frente a la presion exterior (siquiera esa solidaridad sea en Ia prdctica un tanto precaria, presen- tando resquicios y fisuras por donde se originan desgarramientos y mu- tilaciones), frente al profano. Los escritores, residentes en su mayoria en los grandes centros de poblacién, Madrid y Barcelona, viven en cons-~ tante comunicacién personal; se yen y hablan en conciertos, cafés, ex- posiciones, conferencias, estrenos. Esta frecuente comunicacién da lugar a amistades y enemistades, ajenas en bastantes casos a la creacién literaria, pero casi decisivas a la hora de juzgarla. gCémo calificar de mediocre Ja novela del excelente amigo cuya solicitud fué tan extremada en ocasiones inolvidables, o cémo reconocer piblicamente que el simpatico ciudadano a cuyo lado tomamos café diariamente es, en cuanto ensayista, un majadero de tomo y lomo? © se renuncia a vivir en sociedad o no es posible dedicarse a la critica literaria. Quien, por invencible y verdaderamente rara vocacién, al profesar en esta via se niega a transigir, debe contar con dos cosas: el aislamiento desde luego, y después, la esterilidad de su esfuerzo, Yo he dicho alguna vez que la opinién del critico no interesa sino al autor y a sus enemigos. gEs esto cierto? Para tratac de averiguarlo, volyamos al circulo vicioso: :Quién lee al critico? EI buen piiblico esta prevenido contra las opiniones estampadas en letra de molde, Las supone embusteras, determinadas por la amistad (en algunos casos, pocos, por la animadversién) y sabe que raramente reflejaran un parecer sincero. Por eso las reputaciones se establecen di- rectamente, de lector a lector, de amigo a amigo, en la confianza otor- gada al gusto de una persona, cuya opinién se manifiesta sin veladuras, al resguardo de una conversacion, sin mayores responsabilidades. Tal fué, segin creo, la manera con que Nada, de Carmen, Laforet, ha Megado a ser conocida en circulos bastante alejados de la literatura. gInfluyd la critica? Lo dudo. Conozco gentes de buen seso remisas a interesarse y dejarse convencer precisamente por la unanimidad de los elogios, donde ereian advertir cl remusguillo de las concertadas alharacas que, bien poco antes, reputaron de admirables a verdaderos engendros del género harrativo. La falta de critica produce confusionismo, el “hoy por ti y mafana por mi”, y atin algo peor, la conspiracién de los mediocres para atacar por elevacién a los mejores. El mecanismo de estas conspiraciones es sen- eillo: sé alaba.dJua 4 y “ her n, no pér Sug méritos,,sino—para disrhinuir [fos de 187 ‘CARTA DE ESPANA Pedro. De este modo, ‘“‘calzando” un poquito al primero y rebajando cuanto se pueda al segundo, se Ilega a uma ideal formula nivelatoria, Otro inconveniente grave del compadrazgo y chabacaneria de la pseudo- critica, es el descenso del nivel exigido a la creacién. Nunca se ha pedido menos a los escritores, Cualquier foliculario puede dispara- tar impunemente sin que nadie le vaya a los aleances. Puede publicarse, por ejemplo, un desatinado engendro biografico sobre Larra o sobre Nujfiez de Arce sin que ni un comentarista se levante a reprochar al autor su necia osadia. “Siempre se han publicado libros malos’’, se obje- tara, y al asentir sefalaré que la gravedad del mal no estd en la pu- blicacién, sino en la publicacién impune y, mas atin, en la publicacion superelogiada precisamente por los llamados a censurarla, Existe un nucleo de excelentes criticos, Pero voluntariamente confi- nados en campos de investigacién histérica, en el estudio de grandes figuras de nuestra historia literaria. Por falta de animo polémico, rehu- san entrar en el peligroso tremedal de la critica militante, y sdlo en raras ocasiones como suele hacer Dimaso Alonso con ciertas obras de poesia, se aventuran a juzgar algiin libro de excepeional calidad. Aun ‘contando con escritores capaces de cumplir adecuadamente el menester critico, falta en les periédicos el equivalente, no ya a la gran figura de Glarin, sino siquiera a la discreta y benévola del buen Eduardo Gomez de Baquero; el orientador de buena fe, dotado de ciertas condiciones de gusto y de cultura, amigo de poner un poco de orden en el reyuelto mundillo de nuestra liceracura, Ese orden sdlo puede lograrse ejercitando de nuevo muy en serio la actividad critica, planteando de modo pertinente los problemas que implica el estudio de una obra literaria, ;Cual era la intencién del es- eritor? Cdmo la desarrolla? Analizando los medios puestos en juego y el resultado obtenido, y explicando, hasta donde Ileguen las fuerzas del glosador, las causas de los eventuales aciertos o fracasos. Esto es* facil de decir y dificil de hacer, pero nunca me ocurrié pensar que tal labor sea sencilla: exige vocacién decidida, curiosidad por los problemas literarios y un especialisimo tacto para situar cada obra en su sitio. Recientemente, un pequefio grupo de escritores, dedicados a las ta- reas criticas de primera linea, han lanzado Ja idea de constituir un Club de Criticos que sirviera de nexo a éstos, y cuya misién seria discernir recompensas a las mejores obras publicadas cada mes y otorgar un ~ pepremio anual, alibros |de su especialidad Lalidea no.es nueva yen Casi, ¥¥ Vi¥ aC ee RICARDO GULLON todos los paises funcionan, con diversos nombres y distintas modalida~ des, agrupaciones andlogas. En Espafia se intenté ya, hace veinte afios, algo parecido, El éxito depende de la seriedad y la honradez con que se plantee la nueva tentativa. Los organizadores —Mufioz Cortés, José Luis Cano, Wazquez Zamora— son honestos y capacitados. Su intencién es buena y si logran salvar los escollos de mas bulto y mantenerse indepen- dientes, la empresa ayudaria a clarificar el ambiente, La proyectada sociedad aspira también a fomentar la edicién y difu- sién del libro de ensayos, que, segtin los iniciadores del Club, encuentra grandes resistencias, si no declarada hostilidad, en los editores. No estoy seguro de si no debiera decirse otro tanto de los demas géneros literarios, siquiera los poetas pueden contar con las colecciones exclusivamente dedicadas a ellos —Adonais, Halcin, Norte, Proel, Mensaje...— en su mayor parte sostenidas por un reducido nicleo de suscriptores, fieles a la Ilamada de la poesia. Pese a la hostilidad sefialada, es en libro donde de vez en cuando hallamos serios y logrados estudios de critica, alguno de los cuales fué mencionado en correspondencias anteriores. Pero, segtin queda dicho, suelen evadirse de la actualidad, buscando asunto, como lo ha hecho Rafael Lapesa, en su espléndido Garcilaso de la Vega, en zonas alejadas de lo presente, Sefialaré dos excepciones: un poeta de la generacién de 1936, Ildefonso Manuel Gil, acaba de publicar un tomito de Ensayos sobre poesta portuguesa confempordnea, leno de finos atisbos y escrito con agudeza y entusiasmo. Este tipo de obras que ofrecen a la hipotética curiosidad del buen ibero panoramas de mundos poco conocidos a pesar de su cercania y —segtin ha demostrado Gil— de su parentesco con el Auestto, son quizd las mas raras de encontrar y las que mas importaria yer realizadas, a condicién de que lo fueran con el amor y la penetracién puestos en su tarea por este joven escritor, La segunda excepcién es el Ortega y la idea de la razén vital, de Julian Marias. Un buen libro de critica, o mejor de exposicién, del pensamiento orteguiano. No es desde Iuego Ja obra definitiva, ni por SU extensién ni por su intensién, pero sirve de interpretacién auténtica (en el sentido que la palabra auténtica adquiere referido a la interpre- tacién de la Ley, pues Marias es sin duda el mejor conocedor de las intenciones de su maestro y puede explicarlas con innegable autoridad) ¥, Junto con otros textos del mismo Marias, constituye la exégesis mds OTE CORES: y segura de las teorias) de aquél: ray . DIGRESION SOBRE LA ETIQUETA 189 Tal vez pueda tacharse de unilateral y excesiva mi tésis, al imputar a la falta de critica tamta parte de la responsabilidad en la iniciada erisis de la produccidn libresca, pero sean cualesquiera las reducciones y atenuaciones que se quiera inteoducir en ella, siempre resultard visible la descompensacién ocasionada en nuestra vida literaria por la carencia de las indispensables orientaciones y de guias de genuina vocacida, autoridad y responsabilidad. Ricarpo GULLON. Santander, marzo de 1949. -DIGRESION SOBRE LA ETIQUETA © deja de Iamar la atencidén el que algo a primera vista tan absur- do como es Ja etiqueta (reglas y a veces hasta leyes de cortesania) haya pervivido conservando su vigencia, en tanto otras normas del trato social, mas importantes y fundamentales, han desaparecido casi sin dejar rastros. Si tales cuestiones se encaran con cierto 4nimo investigador que se coloque por encima de aquello que el mismo Kant Iamaba “esprit des bagatelles”, pronto se echa de ver que constituyen capitulo —y no de los menos interesantes— de la indagacidn socioldgica. En nuestra nota no tenemos la pretensién de desarrollar una tesis cientifica sino de esbozar algunas ideas en torno a un problema que se nos ocurre yenero de atrayentes asuntos conexos. De esta consciente limitacién temiatica, nace la modestia de la expresion que encabeza estas lineas. Una investigacién a fondo del tema requeriria mostrar los diversos “traits d’unién” entre Ja etiqueta, la cortesia y aun ciertos tipos de conducta colectiva reflejados en la moda, pues, aunque todos tres ele- mentos puedan subsumirse en la calificacién genérica de wsos sociales, lo cierto es que cada uno supone un comportamiento diverso en el sujeto social y se desarrolla en un clima y con un “tempo” propio, 190 JOSE JUAN BRUERA El fenémeno de la moda, que ha sido estudiado por gran cantidad de autores (Francisco Ayala cita un buen numero de ellos en su Tratado y él mismo le ha dedicado alli sagacisima atencién), aunque diverso del que ahora se encara, tiene con ¢l, no obstante, relacién definida. Baste consignar, como el mismo Ayala sefala, que para Spencer existe correspondencia evidente entre las opiniones democraticas y ciertas pe- culiaridades del traje. ¥ la rebeldia e indisciplina que el socidlogo inglés comprobaba para los demdcratas en lo concerniente a los dictados de la moda, puede verificarse hoy respecto de muchas reglas de etiqueta, de parte de toda persona de buen seso, sin distincién de credo o color politico. : Otros puntos de contacto existen entre la moda y la etiqueta, aparte de ser ambas, como antes se dijo, oritundas de un género comin: el uso o costumbre social; tal vez su diferencia resida, en cambio, en que la etiqueta tiene reglas menos flexibles, mas perdurables y mas rigidas, en tanto que el caracter connotativo de la moda esta en ser funda- mentalmente transitoria y pasatista; también en que ésta es mas uni- versal, mas “popular” y aquélla circunscripta a un ambito mas estricto o reducido. Con la cortesia ocurre otra cosa. Sin dejar de pertenecer a la misma familia-tipo que la etiqueta y la moda, la “misse au point’ cientifica de ella esta indefectiblemente solicitada y como dirigida por el caudal valorativo, Al pasar de las dos primeras a esta tercera forma del trato social ocurre que se produce, casi insensiblemente, un cambio de punto de vista traducido en una diversa actitud intencional y, a la larga, en una diferente conducta estimativa. Es que para aquel sujeto que con una laxitud imperdonable hemos llamado el hombre de buen seso, la sola mencién de los conceptos de “moda” y “etiqueta” Ieva aneja un acento peyorativo, arrastra en mayor o menor grado Ja idea de una virilidad a medias o degradada, de una pasién por lo pequefio y anodino, de lo que es liviano y tornadizo,., Mas la cortesia es la médula de la educa- ion civil, es lo que pule y acicala al hombre sin afeminarlo, es la mas alta condecoracién al mérito que la dignidad humana acepta y exige. La cortesia es, por tanto, calificada con un signo positive, al paso que la etiqueta y la moda —cuando de calificar se trata— merecen uno negativo o bien revelador de hibrida indiferencia. Asi pues, la etiqueta difiere de la cortesia y de la moda. Corresponde a un cireulo social necesariamente el mas auto-elevado, el mas auto- distinguido entre todos los estratos sociales, De esta calidad de circuito epee et DIGRESION SOBRE LA ETIQUETA 191 clausurado, de esfera excluyente, cuyas prescripciones yalen sdlo para una minoria que se declara a si misma selecta, deriva su cardcter imper- meable, atildado, refractario a lo fraternal y abierto. Véase, con un ejemplo, cémo la etiqueta en cuanto conjunto de ceremonias sociales, difiere de la simple cortesia. Si saludo a un amigo, en la calle, con un ademan cordial o quitandome el sombrero, en ambos casos el gesto sera mis o menos cortés. Si al quitarme el sombrero lo mantengo en alto sobre mi cabeza durante varios segundos para vol- verlo Iuego a su sitio describiendo una curya aproximadamente para- bolica, me situaré mas bien en un terreno que ultrapasa la cortesia y los buenos modales para colindar con algunos de esos estilos y ceremonias que, tomados en conjunto, constituyen la etiqueta. La inclinacién exa- gerada del cuerpo en el saludo, la genuflexién que estrictamente signi- fica hincar la rodilla, el prosternarse rozando el suelo con la cabeza, etc., son maneras de manifestar respeto, admiracidn o sumisién que hoy cast ho se usan, o no se usan del todo, Pero han sobrevivido otras modalidades a las que no pueden sustraerse ni adn personas que juzgamos dotadas de independencia de criterio. Casarse de frac o de jaquet, adosarse ci- lindro 9 galera para determinados actos, designar una reunién de gente espantosamente aburrida como “show-party” o “garden-party”, suelen ser tema de laboriosa disquisicién entre las personas, claro est4, para quienes esos temas pueden ofrecer materia de prolijo estudio. La enumeracién no se agota con esto y podria ser tan extensa —ras- treando en direcciones semejantes— que nos incitara al fatil devanco. La debilidad por figurar en la seccién “sociales” de los diarios, el anhelo de aparecer como “viajero” frente al alicorto e infeliz sujeto que se halla amarrado a sus lares como la raiz a la tierra, y otros ejemplos, como decimos, numerosisimos, podrian llevarnos sin mds a la facil —y por lo dems agradable— conclusién, de que la etiqueta no es otra cosa que un resabio continuamente retofiado de la estupidez humana, muestra congruente de su permanente flaqueza. Sin negar que esto sea verdad completa, no hay duda que el problema de la ceremoniosidad social puede encararse desde un punto de vista mas alto, es decir, mas profundo. En el dilatado repertorio de signos y sim- bolos a que pueden reducirse, en esencia, los modos y usos sociales que se clevan, en ocasiones, hasta convertirse en verdaderas leyes (pensamos en la sancién para quien los transgrede), aquellos que configuran la que denominamos efiguefa son susceptibles de ser vistos como “respuesta” a ciertos “lamados” del medio ambiente, Asi contemplado el problema JOSE JUAN BRUERA 192 pierde toda yirtualidad valorativa y aun ética, para conyertirse en un adisforo elemento mas de la fenomenologia de la sociedad. Acaso el “quid” del asunto estuviese entonces en considerar las reglas de etiqueta como reacciones compensatorias de ciertas debilidades, insuficiencias ¢ inseguridades que de este modo resultarian encubiertas, ya que mo colmadas. En efecto, y segun se ha establecida, el fendmeno social Hamado etiqueta parece que se introduce en Europa entre fines de la edad antigua y los albores de la edad media, reconociendo un origen bizantino y un destino palaciego, En épocas en que la monarquia trataba de hacerse hereditaria y el mayordomo de palacio (aventurero sagaz y osado que empuiaba el cetro o se sentaba en un trono por derecho propio) empexo a ser desplazado por un hijo, hermano, sobrino (un familiar al fin) del monarca extinto, en esta época, decimos, era menester que el suce- dido— se exornase en su persona y en su representacion, con los atributos del mando, con las apariencias del poder, siempre yuxtapuestas y ad- yenticias con respecto a lo que mando y poder son en si mismos y no en sus figuraciones exteriores. Para obtener este logro, nada mejor que imponer una rigida ceremonia que obligara a humillarse, arrodillarse, prosternarse, etc., al que de hecho era mis fuerte, ante quien era mis poderoso de derecho, Resultaba de ello que no sélo el interlocutor del Rey, Emperador, Pontifice, Sultan o Mandarin quedaba sujeto por voluntad impuesta a la orden de quien tenia tan gran poder que con una palabra o un gesto podia hacer poner de pie al que estuviese hincado, sino que los demas circunstantes, y con ellos la nobleza y el pueblo todo, mostraban una sumision ejemplarizadora al simbolo del poder, puesto que la persona misma que lo encarnaba era a menudo un producto decrépito y caduco de una dinastia en consun- cién o decadencia. Visto, pues, en su traduccion al lenguaje de simbalos sociales, el signo del poder (pura cascara y representacién ficticia del poder real), pero estimulo eficaz cuando se lo encubre bajo el manto de la ceremonia o de la liturgia, provoca la respuesta o la reaccién de quien obediente- mente acata su vigencia, Pues la obediencia es aqui la condicién “sine qua non” de la respuesta, Cuando ante el estimulo de la formula, cuando ante el Ilamado de las formas no hay respuesta adecuada, el sujeto Fe belde es eso: un rebelde, una revolucionario, un disconforme o un resen- tido segun el caso. Que Ia etiqueta es el conjunto de estilos que adoptamos pal poner DIGRESION SOBRE LA ETIQUETA 193 tieso lo que es flacido, para Ilenar lo que esta hucco y para conferir poder a lo que no lo tiene, es facil comprobarlo mediante una compa- facion un tanto barroca. El granadero de Napoledn, coloso de seis pies de altura, rudo como el oso estepario, temblaba ante el corso como un nifio, obedecia con la fidelidad del perro y enmudecia como un esclavo. Esto no es leyenda puesto que la historia mas pulera lo ha confirmado. La presencia de ese ser pequefiuelo y fr4gil que era Bonaparte bas- taba para imponer silencio a un regimiento y a cada uno de sus com- ponentes. El estimulo que provocaba tal efecto era, presumiblemente, el reconocimiento undnime e incontrovertido de la superioridad men- tal de ese hombrecillo y, acaso, de su innegable valor personal, Si-es que hubo —y es casi seguro que si— una porcién de sugestién hipné- tica, de aureola magica alrededor de su persona, ella fué provocada por el prestigio indubitable de una individualidad subyugadora. Frente a ello, el monarca afeminado o hemofilico que recibia im- pavido a sus generales yictoriosos y a sus cortesanos genuflexos, el corrupto pontifice de Roma debilitado por los excesos y el libertinaje que pretendia que un hombre de Ja calla espiritual de Lutero adorase sus plantas y, en fin, cualquier quidam, Zar o César, que con las in- signias del mando, pero slo con ellas, obtiene obediencia tayana en el servilismo y en la degradacién, son ejemplo cabal de Ja supervi- vencia de una fuerza simbdlica que operando como tal, esto es, como mero signo, aguarda por puro efecto catalitico, una respuesta desme- surada a Ja desnuda exhibicién de su poder. * También Ja etiqueta es la reaccién, en cierto modo refleja, im- puesta por al interesado, o por el grupo interesado, en nivelar un deficit o disimular un claro desnivel; y la respuesta al Iamado es mas o menos desmesurada, mis 0 menos corregida y suavizada, segun sea la Jerarquia formal de los personajes que actuan o la importancia de fos intereses en juego, ¢Quién ignora hoy que resulta mas dificil entrevistar a un astro de la pantalla que al ganador del premio Nobel? Este suele tener abiertas las puertas de su casa y aquél esta rigurosa- mente controlado en sus actos y en sus dichos por las agencias publici- tarlas y por los “g-men”, Dicho sea todo lo que antecede sin el menor animo de corrosiva eri- tica ya que, en la circunstancia, tal empefo, aparte de hallarse ausente por completo, resultaria innocuo y trasnochado, En la hora que corre las prescripciones impuestas por la etiqueta no convencen sino a los convencidos,y,, para decitlo con una frase a_I6. Alphonse Daudety es OMe ne hee at ene si} he hela es ee eee Jose JUAN BRUERA is dspid al que se ha secuestrado su veneno, un virus cuyo anticuerpo esta al alcance de la mano. i Antes de terminar estas lineas no serd ocioso, sin embargo, destacar que el repudio que hacia aquéllas disposiciones siente frecuentemente cualquier hombre de buen gusto y sensibilidad equilibrada, no entrafia desprecio por todo formalismo. ©, para decirlo en otros términos, lo que hiere y repugna en la etiqueta es el apego a formas yacias y férmulas inoperantes, lo cual no supone el desprecio del formalismo en otros aspectos: tal el caso que se da en un cimulo de instituciones provenientes de la sociedad civil o del Estado, Por ejemplo: en el Derecho y en algunas manifestaciones de tipo similar, el formalismo subsiste sin mengua de la institucién 2 que se adseribe, sea porque es garantia indispensable de su eficaz cumplimiento, sea —y es lo més frecuente— porque constituye el medio mejor de resguardar un valor econémico, biolégico, espiritual, ete., que aparece asi juridicamente protegido. Retomando una idea anterior: la etiqueta es una exteriorizacion, un epifendmeno, una supervivencia por lo general arcaica, aunque su data sea reciente, de formas de vida periclitadas o en trance de desapa- recer, pero que se mantendra aun durante tanto tiempo como espiritus débiles quicran aparecer dotados de vigor, ¢ instituciones superadas y esteriles aspiren a presentarse como necesarias y fecundas. Lo mismo que un arbol que se seca, no necesitara de la mano del hombre para yenirse al suelo: un proceso de mecanica social lento pero ineludible, 1a tornard cada vez mas excéntrica ¢ inconsistente. En tanto, el hombre de buen gusto no pierde su tiempo en ha- cerle guerra al etiqueteo ni a la vana ceremonia palaciega, viva y subsistente todavia atin cuando los palacios se vayan terminando. Aquel hombre ignora tranquilamente estos ritos y los juzga, cuando Ja opor- tunidad adviene, con el criterio sereno de quien se halla exento de vanidad pero también de resentimiento. Porque es de la mayer impor- tancia anotar que detrés del iconoclasta de los usos sociales, sucle escon- derse con frecuencia un resentido, Y depreciar la etiqueta por resenti- miento es tanto o més peligroso que practicarla por rutina o por debi- lidad de espiritu. El hombre que hace entrar su resentimiento en la linea de batalla, opera siempre un poco a la manera de la Mama del incendio: Su furia es sustancialmente destructora y la estela que traza marca al mismo tiempo su tragico destino: arrasarlo todo, sin discernir lo malo de lo bueno, lo que debe desaparecer de lo que es menester que by ‘a 1 Fyé sobrévivay \ Jose (Juan BRUERA.| Pe eg IX. IDEAS Y LETRAS EN LA INGLATERRA DE HOY EL GUSTO POR LA PUBLICIDAD by un viejo proverbio: “Good wine needs no bush”, “El buert paiio en el arca se vende”. Quiere decir que una cosa —o una per- __ Sona— que posee mérito no requiere publicidad. El mérito, por si mismo es suficiente. Ademas, he aqui el corolario del proverbio; da a en- tender que el pafio malo necesita anuncios, $i objetos —o personas— de calidad. inferior han de hacerse atractivas para la comunidad, habra de ser mediante la propaganda, que ocultara la falta de excelencia intrin- seca. En consecuencia, hay siempre en nuestra mente una sospecha de que la propaganda contiene un elemento de engaiio. Pero el insidioso poder de la propaganda es ahora enorme, y tenemos gtan dificultad en resistirlo, Aun el mas cinico vendedor comienza pron- to a creer en la excelencia del artieulo que ofrece a la venta. De modo analogo, el periodista moderno, con todos los recursos de la retérica y psicologia a su disposicidn, no sélo puede hacernos creer que lo blanco es negro, sino que después de un poco se hace incapaz de ponerlo él mismo en duda, Un autor inglés, impresionado por este estado de las cosas escribio recientemente: “zQué accién emprender frente a nuestra ere viccién de que una cansa —por ejemplo, la causa marxista, o la causa del progreso— es, al mismo tiempo, inevitable en absoluto, y en absoluto indeseable? Laots¢ nos ayuda a encontrar una respuesta: Hay ciertas cosas de las que, por muy poderosas que puedan ser las pruebas aportadas en favor suyo, munca debemos consentirnos el ser convencidos” Ea la actualidad se esta realizando en Gran Bretafa un ineeabla experimento en el orden de la publicidad comercial. En los afos ultimos los hombres jovenes de este pais (como en algunos otros paises) han perdido el habito de usar sombrero, Los fabricantes britanicos de som- breros han organizado en visto de esa una campafia general para pro- mover la venta de sus productos. La campaiia sombrerera est4 Senin a persuadir al publico de que el hombre que usa sombrero tendr4 me éxito en los negocios y en el amor que el hombre que anda con | cabeza descubierta de puertas afuera, Esta propaganda ha sido pre da con mucha habilidad; una gran cantidad de dinero esta siend : ee a ella; y Ja campafa continuaré durante dos aiios. Los Renmin eS fi : en que en el término de dos anos sera tan inconcebible que un Santee ande por Ia calle sin sombrero como Io seria que anduviese sin pantalones 196 GEORGE PENDLE El ingenio del moderno técnico publicitario, y la amplitud de su influjo, son en verdad tremendos. eile Hay, sin embargo, otro aspecto de la actual mania publicitaria que me parece merecer especial consideracién, No mis alla del comienzo del presente siglo, era casi de rigor, en las familias britdnicas dignas, que el ciudadano honorable debe evitar que se lo mencione en los periddicos. ‘Ser mencionado en la prensa, bajo cualquier pretexto, era mas bien degradante, Pero hoy dia la publicidad suele considerarse como un fin deseable en si mismo. El hombre o la mujer a-quien se presta una con- siderable publicidad es tenido ipso facéo por importante y envidiable por la masa de la poblacién, Incluso un delincuente gana simpatizantes y admiradores al publicarse en los periddicos su fotografia y una resefa de sus hazafias. Un estafador puede, en verdad, ser jaleado hacia fraudes cada vez mayores y més lucratives cuando la prensa ha exhibido sus ha- bilidades al mundo y hecho de él una figura nacional. Una proposicién siempre creciente de la poblacién britanica (y esto se aplica, desde Iuego, en un grado aun mayor al pueblo de los Estados Unidos) supone que casi nadie rechazaria la luz de magnesio, Cuando la seftorita Greta Garbo comenzé a desear lo oscuridad se did por seguro que eso era tan sélo un nuevo método de obtener publicidad. Con frecuencia se expresa el asombro por qué escritores como E. M. Forster y T. S. Eliot hayan adquirido su alta reputacién a despecho de haber mostrado clara y constantemente que no les produce placer la publicidad y prefieren hacer sin ella su propio camino. Muchos artistas de talento renunciarian antes a sus perspectivas de inmortalidad que a estar hoy “en todos los labios”. Tan febril es el hambre de publicidad que alguna gente seria capaz de recorrer largas distancias para conseguir que sus fotografias aparezcan en los periédicos. Una de las audiciones mas populares de la radio es un programa de discos gramofdnicos especial- mente elegides por los oyentes. Cuando se emite cada disco, es anun- ciado el nombre y direccién de la persona que lo ha elegido. Las due- fias de casa tienen un placer indecible al oir sus nombres emitidos por este procedimiento, que comunica su oscura identidad a millones de otros oyentes desconocidos. Al elegir un disco de graméfono para irra- diar no han cumplido una obra creadora digna de admiracién publica; pero se han asegurado la “publicidad”, que es por si misma un premio codiciado, Unamuno solia decir que la propiedad mas cara al ser humano era Su ptopio nombre, Sin. nuestro, nombre, png) seriamos-iada. Unamuno i EL GUSTO POR LA PUBLICIDAD 157 hubiera podido afiadir que el nombre ex sé mismo tampoco es nada: tiene que ser “hecho carne”. Nuestra vida entera esta consagrada a dar sig- nificacién a nuestro nombre, a darle carne, a aumentar su estatura y a defenderlo. Nuestro mds apremiante deseo a lo largo de toda la vida es per- petuar nuestro nombre en nuestra progenie fisica espiritual. Pero este natural deseo humano ha degenerado, Tentados por fotdgrafos y reporteros de prensa, técnicos publicitarios y productores cinematograficos, tende- mos a creer ahora que lo que importa no es lo que somos, sino el numero maximo de nuestros préjimos que conocen nuestro nombre y nuestra cara, La tentacién crece de continuo; y el numero de individuos y or- ganizaciones comerciales en procura y ¢stimulo de ese nuestro apetito, es legién, Quizis he exagerado la extensién de nuestra apetito de publicidad; pero es en verdad una grave amenaza. Hace uns cuantas semanas un pequefio incidente me revelé la importancia que la gente atribuye a la publicidad, Un accidente de menor importancia se produjo en un em- palme rural del ferrocarril en el Condado de Essex. Varios pasajeros su- frieron leves lesiones cuando una mAquina que se desviaba topd contra el tren parado en que estaban. Una de las pasajeras era una joven enfer- mera de hospital que se condujo valerosamente, asistié a sus compafieros en la plataforma y atendié a los que tenian heridas. Era una chica modesta, hizo espontaneamente lo que creia su deber, y no esperaba recompensa. Un pasajero bien intencionado, sin embargo, considerd que era necesaria alguna recompensa para esta moderna Florence Nightingale, Exclamé sin vacilar: “Merece publicidad”. Hablaba con la conviccién de que la publicidad era una adecuada recompensa al heroismo. Nadie dud6 por un momento de que la muchacha seria feliz viendo su fotogra- fia impresa en el periédico con un relato de su hermosa conducta. La publicidad es la medalla moderna, una condecoracién que ha de ateso- rarse, no en una vitrina, sino en el libro de recortes de prensa. Por fortuna, hay algiin “movimiento de resistencia” contra la pu- blicidad. Muchos de nosotros observamos que la publicidad ejerce una influencia desmoralizadora; que nos estimula a adoptar valores falsos; que distrae nuestra atencién y energias de la tarea real de vivir una vida buena, obtenga o no reconocimiento, En Gran Bretafia mucha gente, incluso entre las generaciones mas jéyenes, reconoce que aquellos que deliberadamente buscan la luz de magnesio estan equivecados en su juicio. No obstante, las facilidades para obtener publicidad se multiplican en forma espectacular, y nuestro “pitblico” crece sin cesar, Algunos GEORGE PENDLE 198 periddicos tienen una circulacién de mas de tres millones de ejemplares —lo que significa que si muestra fotografia aparece en, por ejemplo, el Daily Express, sera vista probablemente por unos yeinte millones de fndividuos en estas islas, Una emisora popular de radio es escuchada por cerca de diez millones de oyentes. Para concluir, una confesién personal: Alguna que otra vez, yo irradio por la BBC programas de “Cuestiones del dia”, y tengo plena conciencia de que lo importante es tan sdlo que mi emisidn sea tan verdadera y eficaz como pueda. Y sin embargo no consigo superar el deseo de que la escuche la mayor cantidad posible de gente, Sélo mediante deliberados esfuerzos de auto-disciplina puedo expulsar un sentimiento de que Ja cantidad de oyentes es al menos tan importante como la calidad de mi emisién. El espejismo de millones de personas escuchando nuestras palabras ejerce una terrible fascinacién sobre casi todos nosotros, seamos poctas o politicos,, comentaristas o comediantes, Hay todavia en la raza britanica una fuerza puritana que resiste —aun cuando no siempre con eficacia— la tentacién de publicidad. La amplia celebridad que puede alcanzarse por medios de auto-anuncio es todavia sospechosa, hasta para aquellos que la buscan. Sabemos que la fama de esta especie es demasiado facil, y por consiguiente desprovista de valor. El espiritu puritano que sobrevive en nosotros insiste en que el finico fin digno de luchar por él es (como demostré con tanta vivacidad John Bunyan) diffcil de alcanzar, Creo que ese espiritu se afirmara de modo creciente. Los modernos métodos de publicidad son aun nuevos e incitantes; pero nos cansaremos de ellos, Georce Penpie. Londres, marzo de 1949, er on LA MAQUINA DE GOBIERNO o alude el titulo a los procedimientos o sistemas de gobierno, sino a la primera aplicacién que se hace de una maquina a la decisién de problemas que hasta ahora se procuraba resolver mediante ar- duas conferencias de hombres ptblicos. Tratase de un instrumento que habra de decidir en el futuro sobre los aspectos mas inesperados de los problemas econémicos, con toda la autoridad de lo misterioso y sin que quepa frente a ella apelacién de ningun género. Hagamos un poco de historia. La ciencia electrénica ha permitido la construccién de complica- disimos aparatos capaces de realizar millares de operaciones en tiem- po minimo, y especialmente utiles para resolver sistemas de ecuaciones. Susceptible de ser representado el organismo econémico-social por ese género de anotacién matematica, segtin sabemos desde Pareto y Walras, el ejército norteamericano ha adquirido una de tales maquinas para llevar a cabo los estudios de la movilizacién econémica y preparar los problemas logisticos que puedan surgir en ocasién de una guerra. Se afirma que durante la pasada conflagracién fué necesario disponer a veces de un periodo de hasta seis meses para ordenar todos los datos de una gran operacién militar, y que la maquina electrénica reduciria ese largo plazo a unas horas solamente. Su utilidad aparece, pues, am- pliamente justificada por las conveniencias de defensa. Por mi parte no puedo sino aplaudir esa decisién que concederia una yentaja inapreciable a las fuerzas de la libertad en los tiempos convul- sos que vivimos, pero no oculto mis temores de que la maquina pudiera ser declarada material excedente de guerra una vez acabadas las even- tuales hostilidades, y adquirida, en unién de algunos jeeps y carpas de segunda mano, por las autoridades econdmicas de cualquier pais, con las consecuencias que luego se diran. Vaya enhorabuena la utilizacién de la maquina para resolver los complicados problemas de Ia logistica, que de otro modo han de reque- rir un, tiempo precioso, y aun los de la reconstruccién inicial de un pais asolado por las hostilidades o por alguna catastrofe natural de gran aleance; pero el problema seria enteramente distinto tratindose de la direccién de una economia de paz. Pues, en aquellos casos, el fin es conocido y esta dictado sin apelacién por las directrices del Estado Ma- yor o por la necesidad de volver las cosas a su lugar, mientras que durante la paz no existen fines tan facilmente definibles, y la discusién JESUS PRADOS ARRARTE 200 en torno a ellos adquiere un caracter esencialmente politico. gHabra de impulsarse en mayor grado la agricultura que la industria? gDebera concederse prioridad al consumo futuro sobre el presente? ¢Sera ven- tajoso redistribuir los ingresos entre distintos sectores de la poblacién, o-entre las distintas actividades? Las decisiones son por fuerza de na- turaleza politica y estaran dictadas por consideraciones ideolégicas; pero la demagogia sobre estas decisiones adquiriria todo el ascendiente fun- dado en la comprobacién de procedimientos cientificos y en el uso de la misteriosa maquina electrénica. En adelante les bastard a los gobiernos para fundar una politica con afirmar que ha sido revelada, cual misterio divine, por el compli- cado engranaje de una maquinaria cuya comprensién se halla fuera del alcance de las masas, y hasta es posible suponer la magnanimidad con que se ofreceri la prueba del calculo a los jefes de la oposicién. {La ma- quina ha hablado!, rezaran los titulares de los diarios, y ante sus manda- mientos sinaiticos los hombres libres deberan encerrar su disconformidad en el dolor o exponerse a ser purificados en el ostracismo social, El fundamento cientifico inicial de estos instrumentos mecanicos deriva del uso del termostato, es decir, de una maquina a la cual se Te pueden encomendar fines, totalmente diferente, pues, de un instru- mento al cual se le exige la realizacién de operaciones y que sélo puede yariar su sistema de actuacién bajo la vigilancia y las decisiones de un cerebro humano, De la aplicacién del termostate la ciencia ha avanzado hasta crear centenares de procedimientos que substituyen las decisio- nes humanas fomando drdenes; por ejemplo, separar los envases defec- tuosos; abrir una puerta al Iegar al piso un ascensor; combinar elemen- tos en cierta medida, adaptandose a la distinta clase de materiales, etc. La multiplicidad de estos mecanismos ha dado origen a una nueva cien- cia que reine los elementos comunes de estas decisiones encomendadas a las maquinas com cerebro, y que ha recibido en los Estados Unidos el pomposo nombre de “Cybernetics”, bajo cuyo titulo se ha iniciado una corriente de literatura cientifica. Las maquinas “cybernéticas” muestran asombrosas analogias con el cerebro humano, y los circuitos memorizadores de las calculadoras elec- tronicas arrojaran luz sobre la naturaleza de la memoria humana a corto plazo; la traduccién de las letras de imprenta en sonidos, utilizada en el propésito de desarrollar una méquina de leer para los ciegos, ha re- sultado en un diagrama que, segtin los fisidlogos creen, representa los entros de visién en el cerebro, ¥ hasta la creacién del hombre parece LA MAQUINA DE GOBIERNO 201 reproducir las mismas perturbaciones que se acusan en la creacién di- vina: las complicadas invenciones de maquinas de calcular electrénicas ofrecen a veces todos los sintomas del histerismo, y —se teme— de la menopausia, lo que se comprobara cuando las miquinas alcancen la edad conveniente. El “shock -eléctrico” se utiliza ya para corregir sus desarreglos, y no parece excluido que algiin ingeniero practicén su- giera alguna forma complicada de enlace de electrones, que jugara asi el papel de matrimonio de solterones, EI temor de todo espiritu libre a la “Cybernética” no es consecuen- cia de aquel miedo a lo desconocido que motivé en el siglo XIX la afir- macién de que los ferrocarriles enyvenenarian Ja leche de Jas vacas con su humo, o que impuso el aviso previo al transito del tranvia de caballos mediante un mayoral provisto de ruidosa trompeta; es conse- cuencia del temor a que Jas mAquinas con un propdésito influyan en tal modo sobre las decisiones humanas que éstas se vean mediatizadas. Ya el termostato, que quizé determine con gran economia la temperatura exacta de un horno en el cual se produce una reaccién quimica, resulta entera- mente incémodo para regular la temperatura de una habitacién, pues en la sensacién de calor o de frio intervienen causas fisiologicas, pero tambitn psicoldgicas, Llevemos el principio mas adelante y supongamos un ter- mostato que decida nuestra alimentacién con mayor tirania que el doc- tor Tirteafuera o que establezca mediante las indicaciones de un ampe- rimetro amoroso el momento adecuado para las correspondientes acti- vidades. .. No ha de llegar tan lejos el empleo de la nueva técnica, pero ésta es de especial peligrosidad aplicada al “gobierno”, en cuyo campo ha de jugar precisamente un gran papel. Encierra el peligro de una aplicacién cientifica de caracter finalista que, partiendo de ideas preconcebidas tan absurdas como se quiera, Ilegue a conclusiones precisas en las cuales se hayan introducido por prestidigitacién cientifica ecuaciones previas que la maquina ha de recordar con toda exactitud, pero cuyo valor como premisas no sea tan claro para los no versados en el calculo, aun cuan- do conozcan perfectamente el problema discutido. Pues las ecuaciones econémicas son simples tautologias vacias de contenido que unicamente adquieren un significado si se efectiian hipétesis adicionales sobre el comportamiento de ciertos factores econémicos, que nunca pueden ser definidos ni elegidos por la maquina, sino por quienes dirigen su fun- cionamiento; pero sobre esas hipstesis seria facil tender una convenien- te cortina de electrones para “sacar los conejos” que convengan a las autoridades. aoe FRANCISCO VERA La maquina, en estos tiempos que corren, puede asi acabar con la posibilidad de la libre discusién y adquirir rapidamente el caracter de los oraculos del pasado, no siendo imposible que Ja consulta Megara a efectuarse en forma solemne y con el adecuado ceremonial por el jefe del Estado, y que los maquinistas ocuparan el lugar social reservado de antiguo a las pitonisas o grandes sacerdotes, aun cuando todo ello se oculte bajo el democratico delantal blanco de trabajo. Sera el resultado prometéico del descubrimiento de los intrincados resortes de la inteli- gencia humana, que quiz represente la muerte de lo tinico de que jamas gozara mAquina alguna: el libre albedrio, Jesus Prapos ARRARTE LA HISTORIA DE LA MATEMATICA Je crois que I'histoire des Sciences doit étre écrite plutét en vue des enseignements qui peuvent en résulter, que pour servir au reglement des comptes des savants. En d'autres termes, il me parait plus interessant de rechercher en quoi consiste une idée et de quelle autre idée elle procéde que de savoir quels ptres lui ont doné naissance et pour quelle part chacun. Maximinign Mane: Histoire des sefen- ces matherdtiques ef physiques, t, VI, p. 77, Paris, Gauthier-Villars, 1885. L. a historia de la Ciencia, contra lo que se cree vulgarmente, no es una euriosidad de erudito, sino que tiene el rango de explicacién de las representaciones légicas del Universo, y como sus diversos capitulos son él resultado de un Iaboreo colectivo y no un conjunto de comparti- mientos-estancos, el historiador, como Ja Ruth biblica, ha de espigar en unos y otros para hacer una gavilla cuyos elementos constitutivos cast pierdan su inidividualidad para abismarse en el seno de la colectividad. He subrayado el adverbio porque es imposible prescindir en absoluto del factor humano al narrar los sucesos cientificos, y como todos los sucesos se verifican en un lugar del espacio y en un momento del tiempo, LA HISTORIA DE LA MATEMATICA 203 el historiador de la Ciencia debe pintar el telin de fondo de su repre- sentacidn de los fenémenos politicos, sociales y religiosos que caracterizan cada una de las etapas que ha recorrido una disciplina en su marcha asintotica hacia la perfectibilidad para destacar sobre é1 —como en los primeros planos de Ia técnica cinematografica— lo que interesa particu- larmente a la disciplina en cuestién haciendo de ella no una scientia, sino una Wissenschaft a la que no sean ajenas las interpretaciones epis- temoldgicas, pero poniendo especial cuidado, al exponer las hipotesis que han establecido Ios sabios en el fluir del tiempo, para no hacer de Ja historia de la Ciencia la historia de los errores humanos. Buscar el hilo del pensamiento cientifico a través de las obras de los ereadores de las teorias y seleccionarlas de modo que abarquen una vision de conjunto de la rama cientifica cuya historia se hace, es faena de muchas dificultades y grave responsabilidad porque bordea el doble pe- ligro de convertir la Ciencia en campo de rivalidades nacionales y de adentrarse en la zona de los precedentes, cuyos contornos imprecisos dan origen a muchas sorpresas desagradables. Este criterio, que estimo el mas adecuado para escribir la historia de la Ciencia en general, tiene su maxima aplicacidn en la historia de la Matemitica, en particular, porque sus teorias no han salido, como Minerva de la cabeza de Jupiter, hechas y perfectas mediante un acto -de la inteligencia, sino que la exploracién de un filén ha servido Jas mas veces para descubrir otros cuya existencia no se sospechaba o que se habian buscado inutilmente. Ciencia eminentemente conser- vadora, la Matematica, transcurrido el periodo oriental en que sélo fué una protociencia, Ileva mds de dos mil aiios ofreciendo el espectaculo de una ininterrumpida continuidad y de una progresiva construccién sis- tematica, a la manera de las viejas ciudades europeas que no han sufrido Jas grandes demoliciones implicadas en los trazados de las modernas ciu- dades americanas, sino suaves rectificaciones de calles para adaptarlas a las necesidades del momento y, de vez en cuando, la apertura de una nueva via. De aqui el interés emotivo que inspiran las teorias matematicas y la seduccién que ejercen sobre los espiritus inquietos que pasan brusca- mente del asombro pueril al entusiasmo irreflexivo sin conocer la etapa intermedia de la admiracién —principio del conocimiento, segiin Ba- con— que es preciso despertar dando una gran importancia a las cosas sencillas, amables y bellas, en vez de dirigir la atencién de los espiritus aludidos hacia el extremo rigor légico que preconizan quienes ignoran ge FRANCISCO VERA. la opinién de uno de los mds grandes matematicos de principios del siglo actual, Felix Klein, cuyas son estas luminosas palabras de su magistral Elementarmathemati&. vom boeheren Stand punkte aus: “Co- mo cuando s¢ sube 2 una montafia se va notando que la pureza de la atmésfera aumenta por momentos, pudiera creerse que si se asciende indefinidamente serd cada vez mayor el bienestar que se experimenta. Sin embargo, todo el mundo sabe que esto no ocurre, sino que, por el contrario, existe un limite de altura pasado el cual la vida humana es imposible.” Andlogamente, en la ascensién de los légicos hacia Ja pu- reza cientifica eliminando la intuicién —en lo posible porque hasta los simbolos de Peano tienen un fesiduo de elementos intuitivos— se en- cuentran innegables ventajas, pero sdlo hasta cierto limite que no puede sobrepasarse sin que cl excesivo predominio de la légica sobre la intuicién produzea la esterilidad del razonamiento. Tal es el sentido que seguramente quiso dar D’Alembert a su bien conocida frase: “Allez en avant ec Ja foi vous viendra”, que ha debido tener en cuenta Eric Tenple Bell en sus Mew of Mathematics que, con el titulo de Los grandes matemdticos, acaba de publicar la Editorial Losada, de Buenos Aires. Aunque los diversos capitulos de esta obra no estan rotulados con el marbete de una teoria, sino con un nombre propio: el del matematico que la creé o que més contribuyé a su desarrollo, se adaptan perfecta- mente al criterio antes expuesto. Bell explica la creacién, que es lo que queda, sin olvidar al creador, que es lo que no queda, objetivando su recuerdo y proyectandolo sobre el medio social en que vivid, dejando al lector el cuidado de deducir por si mismo la buena ensefianza de que vara vez se supera el ambiente cientifico de una época, el cual se va formando lentamente por experiencias colectivas acumuladas e intuicio- nes individuales con cuya conexién topa en un momento feliz —re- sultado de Ja inspiracién o de un largo esfuerzo— el hombre cuyo nom- bre asumen, pero cuyo valor depende de las consecuencias que se de- duzcan y de los frutos que se obtengan y no del trabajo de los eruditos, a quienes no debemos exigir que, ademas de establecer la paternidad de los deseubrimientos, sean profetas. Con una claridad extraordinaria, Bell explica a los no especializados en Matematica cada una de las teorias fundamentales de esta ciencia, poniendo ejemplos sencillos y salvando habilmente el escollo de vul- garizar sin decir vulgaridades, de tal manera que la lectura de Los gran- des ‘matemdticos da una idea precisa de lo que es la Matematica moderna Pe eee ee LA HISTORIA DE LA MATEMATICA 205 y de su vinculacién con la antigua. Algunas de sus paginas, como las en que analiza la teoria de grupos, los invariantes, los numeros ideales, el Algebra simbélica, las Geometrias no euclideas, etc., pueden citarse como modelo de alta yulgarizacién, y todo ello salpicado de anécdotas gracio- sas y hasta mordaces y de observaciones de tipo social o politico que son remansos en la lectura y motivos para establecer nexos y relaciones las mis veces precisas y atinadas y siempre oportunas. Con profundas raices positivistas, la obra de Bell es un esfuerzo para fundar la historia de la Ciencia sobre una filosofia de la razén, idea que esta potencialmente contenida en Comte, pero como ni éste ni sus discipulos la llevaron a cabo, ha habido necesidad de hacerla actual y, por lo que a la Matemitica se refiere, destacar el hecho de que al interés histérico por estudiar el desarrollo de una civilizacién, es decir: por com- prender al hombre, se une el interés filoséfico que aspira a captar el sentido mas profundo de la Ciencia como réplica consciente a la acti- vidad inconsciente que crea en nosotros una imagen del mundo, para cuya mds perfecta explicacién —hasta ahora— hacen falta los recursos de la Matematica, todos los cuales —desde los mas sencillos y elemen- tales hasta los mas complicados y superiores— estan expuestos en Los grandes matemdticos con indicacién del primero que los empleé y cuya biografia sirye de pretexto a Bell para analizar la poderosa individualidad del genio. Si aceptamos la opinién —adoptada por Stendhal— de que la novela debe ser como un espejo paseado a lo largo de un camino, esta opinién es aplicable a la historia de la Matematica en el sentido que la entiende Bell, quien ha paseado su espejo a lo largo de la realidad y no a Jo largo de un suefo. Esta obra del profesor norteamericano es una construccién sélida que deja, ademas, un ancho margen para sofiar, pero no provoca pesadillas, como Ja mayor parte de los “‘vulgarizadores cientificos” cu- yos engendros sélo son un conjunto de metiforas superpuestas, Francisco VERA. REVELACIONES SOBRE LA “CONDUCTA SEXUAL” ciertas palabras varia tan sutilmente de un idioma a otro, que sera imposible traducir al pie de la letra el titulo del asombroso bestseller norteamericano de 1948: Sexual Behavior in the Uuman Male, Ciertos fendmenos de nuestro tiempo, como la difusién hasta la saciedad del psicoandlisis —mejor dicho, de formas desnaturalizadas de él—, han abierto los ojos, incluso a gente nada puritana, sobre la sabiduria y el buen gusto de que haya un minimo de tabues sexuales; y seria tal vez violar alguno de ellos traducir: La Conducto Sexual del Macho Humano, No se puede hablar del “hombre”, por el equivoco aquél de que “hombre” sea en nuestra lengua —a diferencia de lo que pasa en alem4n, latin, ete— tanto “ser humano en general” como “varén"; y estamos justamente en terreno donde hay que hacer hin- capié en que se habla de éste o de aquel sexo. Digamos, pues, para ser, a la yez que precisos, minimamente pudorosos, que se publicé en Esta- dos Unidos, en enero de 1948, un libro, La Conducta Sexual del Varén, que abre sin duda una nueva etapa en el conocimiento de esa fuerza, variablemente magica, dolorosa, cotidiana, sérdida y tremebunda, que es lo sexual. Los libros que van directamente al tema sexual pueden quizas dis- tribuirse en tres especies: Los que componen Ia Iamada a veces litera- tura erdética; el Decamerdu, pongamos por caso. Los pornograficos; vienen de ellos, claro esté, mil ejemplos a la mente, pero sélo para que otro tabu sexual vede al punto que se los cite, Los libros cientificos, los que caen dentro de algunas de las no pocas disciplinas de la sexo- logia; ilustres entre ellos; el Sexo y Cardcfer de Weininger, todo Ha- velock Ellis, el gran libro de Helene Deutsch sobre Psicologia de la Mujer. Y ahora el indigesto tomo de Kinsey, Pomeroy y Martin. Indigesto porque son XV $04 paginas donde no hay un solo chiste, un minimo toquecillo picaresco, una vaga alusién sentimental; y si, en cambio, prosa frigida, 162 tablas estadisticas y 173 graficas sobre coordenadas cartesianas, A, Kinsey, el autor principal, y director, du- Fante los nueve afios que lleva ya, de la investigacién que ha resultado en el libro, es profesor de zoologia en la Universidad de Indiana, Su especialidad ha sido la taxonomia y, m4s concretamente atin, Ia clasifi I - tema sexual sigue tan rodeado de tabuies, y la connotacién de REVELACIONES SOBRE LA “CONDUCTA SEXUAL” 207 cacién de avispas. Y ha aplicado a esta pesquisa de la conducta sexual humana no poco de la técnica para el estudio de sus insectos. (En lo que hay, por cierto, y sin negar el valor cientifico de ese imprescindible enfoque preliminar, una siniestra educacién a aquello en que amenaza parar la civilizacién occidental: la termitera), Hasta ahora quienes ha- bian eserito sobre lo sexual lo habian hecho partiendo de su propia experiencia —siempre tan inconsolablemente limitada, Aélas!— y de referencias que por una otra via les llegaban u obtenian, mas o menos numerosas, de mayor o menor precisién y veracidad, pero hasta hoy nunca sistematicas y, dentro de los limites de la técnica estadistica, totales. Kinsey y sus colaboradores, Pomery —psicélogo— y Martin —«specialista en estadistica—, con la ayuda de un equipo numeroso de personal experto, han interrogado ya a 12.000 personas, selecciona- das en forma tal que representen todas las condiciones sociales, creen- cias religiosas, edades, etc., del panorama norteamericano. : Las entrevistas han sido individuales todas , de varias horas a veces, repetidas con la misma persona otras, y se las ha llevado a cabo des- pués de convencer al interrogado de que se guardaria escrupuloso se- ereto de su nombre. La extraordinaria ingenuidad de los norteamericanos, entre quienes —sobre todo fuera de los negocios— no hay casi “vives”, y la falta de pudor propia de un pueblo que, como éste, lleva en buena parte la vida de sanos “animales”, garantizan muy sdlidamente — junto con todas las artimafias del psicdlogo profesional utilizadas— la seriedad de lo dicho por cada uno de los 12.000. (La investigacién esta proyectada para ocho volimenes, y con entreyistas a 88.000 personas 1 “Animales” en el sentido, nada peyorativo, que explana Keyserling en su fun- damental Norteamérica Liberfada, El que no crea en esa falta de pudor —gracias a Ta cual ocurre a veces que los forteamericanos, como “los caribes brasilefos... no s¢ separen uno de otro cuando dan suelta a sus pequeias necesidades— cambiaria de opinién si hubiera visto cierta amplia y muy neecsaria sala de, por ejemplo, la Biblio- teca Publica de Chicago em 1947, y la falta de ciertas puertecillas en Ios cubiculos de ella. ©, también, en Jas salas correspondientes de algunas estaciones de ferrocarril, donde si se quiere un cubiculo con puertecilla, hay que gastar una moneda. Sin mo- neda, no hay puertecilla, ni intimidad, Desde luego no debe entreleerse en lo anterior Ningtin menosprecio de ese pais, sobre todo comparado con el mio, que es la Argentina. Aunque muchos de mis com- patriotas piensan de otra manera, no dudo un solo instante de que, hasta hoy, 1949, el contribute, para bien o para mal, de los Estados Unidos, a Ja civilizacién de Occi- dente —aun sin ser tal vez realmente de creacién— es inmensurablemente mayor que el argentine. Y creo, ademds, que no hay mayor parriotismo que aceptar virilmente, sin auteengafios, las insuficiencias, los “todavia no”, el ser mera promesa, de la nacién @ que pertemecemos. : ee ry ee ri JAIME PERRIAUX 208 en total. De entre los volimenes proximos: La etait a Mujer. Factores Sexuales en el Ajuste Re Heterosexualidad Home ee can x Sti cbveraaea aes espumado de los millares y m1 ple ; oe ee de las que clasifican ee ee ene Se ie Br ae mie 2 mas solemne de los Estados BO Ee ae BF ia yendido unos 230.000 ejempla- oe Al one en nersieell a que Ilegaron Lo que el viento ee ee janine Ambar, La Importancia de Vivir, etc. Por lo me lo SS SHRIeneae pesado del libro no eS a ae See A ciales. Es que sabian que nunca se habia ee lo e oe cabalmente, y es que son bien pocos los temas que fascinan sexual. : ue Kinsey al empezar que su libro es ae “informe ee fb Lae gente hace” (what people do), y no sobre lo que debe acer ee they should do). Vienen luego sus espesos capitulos, que iy pués de una primera parte de metodologia— alrededor ‘ He ee central de “descarga sexual” (sexsal outlet) En los capitulos i a gunda parte se habla de los “factores que influyen sobre la cae eenale: edad, estado matrimonial, clase social, ence, eee ae macién religiosa. Y después —tercera parte— los capitulos sol ss ‘ ; tes de la descarga sexual”. (Como los tabiies pesan demasia 9, ie sdlo que esas fuentes son, para Kinsey, nueve, y no ae a am mencionar algunas en inglés: heterosexual petting, pre-marital in oe se, marital intercourse, extra-marital intercourse, Domnieenals OF a] A lo largo de todo el libro se tiene de behavior ° conducta concepto bien limitado que satisfaria a la mas estricta tradicién de la escuela norteamericana que Ileva ese nombre, Solamente la conducta exterior, visible y palpable, o, si se quiere, solamente Ja conducta en sus exteriorizaciones. El lenguaje, el enfoque general, las tablas y grafi- cos, son practicamnte los mismos que se habrian empleido para estu- diar la conducta sexual del chimpancé macho, el besugo macho o el zangano, Baste decir que en ninguna de las 304 paginas, practicamente, se habla, ni de pasada, de amor, affaire, liaison, amante, afecto, roman- ticismo. Coneluido el libro, gqué queda? Resulta, por lo pronto, aunque no lo diga Kinsey explicitamente, que todo esto de lo sexual, montado sobre algunas) de-los resortes biolégicos mas: potentes ¢lindémites que REVELACIONES SOBRE LA “CONDUCTA SEXUAL” 209 tiran del hombre, esta, a la par, ditigido fortisimamente por lo més opuesto a lo stricto sensu bioldgico: por el espiritu. A lo menos por el espiritu en su versién “objetiva”, esto es, por lo social, jQué cerca del puro animal, en todo esto, y a la vez, qué lejos! Lo que nos parece mas “natural” resulta la manera de hacer Jas cosas propias de nuestra sociedad, producto de la evolucién histérica, y distinto por entero de lo que parecera lo mas “natural” del mundo al maori, al japonés o al gtiego clasico. No se puede entrar en detalles, pero los hay que estre- mecen. (Recudérdese aquel libro de Malinowski.) Hasta tal punto, pues, encauzan lo sexual bioldgico, y se sobrepo- nen a él, usos, es decir, reglas de conducta sociales, reglas creadas and- nimamente por todos, la gente, nadie en particular—, inculeadas en hosotros también andnimamente, y, Iegado el caso, impuestas en la misma forma, que incluso en los Estados Unidos, donde se ha alcan- zado el grado de estandardizacién que Ilama tanto la atencién de los observadores europeos —la mass production de seres humanos— se advierten diferencias muy grandes en Ja conducta sexual conforme se pertenezca a una u otra clase social, Segun Kinsey, y ésta es quizis uno de los resultados mas impre- vistos de la investigacién, el maximo de la eapacidad, y actividad (ac- tual performance), sexuales est4, para cl varén, entre los 16 y 18 afios. Hay variaciones grandisimas de individuo a individuo en la acti- vidad y caracteristicas sexuales. La actividad sexual del v. za mucho antes, y continua mucho después, mente, ‘ arén comien= de lo que se cree general- ...esencialmente todos los varones solteros tienen ‘descarga sexual’ regular, y usualmente frecuente; sea antes del matrimonio, o después, viudos, separados o divorciados.’? De los varones que se casan a los 20 afios, el 73,1 por ciento ha tenido intercourse antes del matri- monio, De Jos que se casan a los 35, el 87,5 por ciento, Un 70 por cien- to de la poblacién masculina blanca de los Estados Unidos ha tenido «1 Wn momento u otro alguna experiencia con prostitutas, Casi la mitad de los maridos norteamericanos han enganado o engafan a sus “sposis Con otras mujeres. El 37 por ciento de la poblacién maculina total de los Estados Unidos ha tenido al menos en algiin momento de su vida experiencia homosexual de una u otra suerte, (A més de estas estadisticas y graficos tan capitales, los hay, desde luego, en abun- dancia, para cuestiones de menos bulto: detalles de técnica, averigua- ciones sobre la pura fisiologia de lo sexual que contradicen vigorosamente ciertas ereencias muy arraigadas, etc.), La distancia entre lo que sucede JAIME PERRIAUX 210 de veras y lo que deberia suceder segiin yas reglas juridicas y morales mis o menos aceptadas es realmente extrema. Basta un dato entre la poblacién ‘otal de solteros que van de la adolescencia a los 30 afos fa frecuencia de “descarga sexual” Iega a 3,0 por semana. Esto nos lleva a una de las reflexiones suscitadas por la lectura del Sexual Behavior, que aparte su valor inmenso para el conocimiento de lo sexual es una contribucién de peso a la sociologia y al método de la investigacion sociolégica. Esa brecha entre lo que debe hacerse y lo que s¢ hace de veras actualiza la distincién, debida a Sumner —quizis, con Cooley, el socidlogo norteamericano de creacién mas importante—, entre folkways y mores. Los primeros son los usos que carecen de todo “moral”. En los segundos se da, en cambio, ese tono “moral”; son dice Sumner aproximadamente, los habitos y tradiciones populares en que va incluido un juicio de valoracién por el que se considera que promueven el bienestar de la sociedad. En nuestra sociedad actual es fuerte —y muy reveladora de no pocas cosas— Ja tendencia a otorgar tono “moral” sdlo a reglas sobre lo sexual, (Piénsese en lo aludido en frases como “es un libro, o una pelicula, inmoral.”) Entre los usos que’ encauzan lo sexual bioldgico, y se sobreponen a él, los hay que son folkways, y los hay que son mores. (Alguno de éstos rigen sin inter- mediario ésta o aquella faz de la actividad biolégica; otros recaen sobre Ja actividad biolégica desarrollada ya dentro del molde de un folk- way). Es preciso distinguir tres planos, pues, El de lo sexual meramente bioldgico, el de los folkways y el de los mores. Un ejemplo tomado de otra esfera hard mds visible esta distincién. Comer es una actividad metamente biolégica. Pero esté encauzada por folkways —entre mu- chos otros usos relacionados con la comida, por ejemplo, los muy con- cretos de las diversas recetas, “platos nacionales”, horas de comida, utensilios empleados para cocinar y comer, etc. Sea directamente sobre la mera actividad bioldgica, sea muchas veces entrelazados con éste o aquel folkway que la encauza, aparecen a veces mores. Ejemplos: las prohibiciones de alimento del Levitico, la de comer carne y leche el mismo dia entre los Masai africanos, o carne de animal marino y de reno el mismo dia entre ciertos esquimales canadienses, la de beber agua si no es a través de un tubo especial para las adolescentes de algunas tribus del litoral pacifico de Norteamérica, En nuestra sociedad de hoy son pocos los mores de alimentacién. Con todo, los muy im- portantes dejorden religioso y, aparte,-residuos como ¢ | de no_mezelar REVELACIONES SOBRE LA “CONDUCTA SEXUAL” 211 ~ ie h i ase 7 eee ees de los folkways Ilegan a ser, psicolégicamente, abitos; frente a ellos no se da casi a i E partamiento alguno del patré rén 0 mae thy el folkway. Frente a los mores, en cambio dnd a pues , sa re que todo esto es de limites nunca precisos, y que hay zonas inter. medias, y movimientos, histéricamente, de una zona a otra ha ae un coeficiente de apartamiento. En determinado numero de a ee mere S total de veces en que se esta frente a la imperacién o Pr z oo le a o aquélla regla del tipo mores, los sometidos a ella: cen, Pero no por eso dejan d iti : le admitir en sw fi i la validez de la regla violada. SA s : a co fee ae oe ee ae aron: ¢Hasta cuando Bee oe . apartamiento entre la mayor parte oe eo. Bgl cleric efectivo de la actividad sexual? feo ue ee habra que hacer atin mas enérgica la se- libro—, en pes Oe ee ms ces os a a ctiva se ajuste mucho més ee ce s x algun “inventor ial di valores morales? ;No hay que partir sin mas remedio ae es Eee pe sel ey me el que informa Kinsey? ;Puede es ge? a q gun dia no haya mores sobre lo sexual? 2 (Parece q 3 pitnsese en Brave New World (Un Mundo Feliz) de A. Hi me esa sociedad utopica es de escandalosa inmoralidad que dos ae fe ee aye llegue a durar unas semanas, 0 que Po oe iComo reobrara a la larga el libro de Cin ealidad social que ha procurad i tificamente? Bees ced Ciertas conclusio: an e nes que se extraen de la obr. i a confirm I ¥i : : i ; a o que ya pensaban muchos: La actitud mas digna frente a lo sexual sera, gran . 2 Lo sexual, entonces, quedari i lo que ocurre, en lo eee oe a ee Ee oe ep = anotadas— respecto a la actividad biolégica de tre eats ae eeoomacned veurre con las actividades biolégicas a que aluden las expresiones ee vee jae yores” y “aguas menores”, Sdlo se dan, respecto a ellas ikea as Sea éste 0 aquel aparato receptor, ste o aquel elemento niwieniesd a Bae see Bil cs ciate wicledader WEairelles bai eerie are (eee ee pe eee aguas" ha llegado a estar regida por cerca de ochenta reglas, d cipal ne debe hacérselas volviendo el rostro hacia el norte, de noche h say AMR al pisar la propia orina, etc. te arraaepe cecit DID JAIME PERRIAUX nmamero de veces —no todas—, una de mucha indulgencia. Desde Iue- go, para con los demas. Pero también, llegado el caso, para consigo mismo. Propésito de no reincidir, si, si se quiere, y muy enérgico, Pero sentimientos atroces de culpabilidad, no. Porque si resulta que casi to- dos los pecados —hasta cuando llegan a perversiones— los comete un mimero de gentés mucho mayor que el se cree hasta ahora, el senti- miento de culpabilidad, asi compartido, tiene que ser mas liviano que cuando el pecador o pervertido se siente caso insdlito y poco menos que monstruoso *, Casi siempre hay una relacién directa entre la mayor cultura, vida espiritual, etc., del varén, y la mayor dificultad, y més limitaciones, de su vida sexual, Un cinico diria que en el momento en que se renun- cia a las criadas se lanza uno por camino tal que acabara seguramente de mala manera, (Véase el Amiel de Maraiién, que es la mds insuperable descripcién de un caso limite del fenémeno.) He Varones y mujeres son, Bien sir, muy diferentes, en actividad, fre- cuencia de ella, intensidad del apetito sexual, importancia de lo sexual en su vida, mayor o menor separacién de cuerpo y alma en lo sexual, etc. Por otra parte, se pregunta uno nuevamente, gcomo pudo dudarse de ello? Las formidables diferencias anatémicas y fisiologicas entre hombre y mujer, y la facil interpretacién simbdlica de ellas, deberia haber bastado, tras breve meditacién, para hacer evidente que también son distintas su actitud ante lo sexual, y que, por tanto, bien esta, en principio al menos, que haya para ambos ese doble standard, ese doble juego de mores, que tanto ha irritado a veces. i Kinsey y sus colegas se han cefido esmeradamente a la primera parte del “distinguir para unir’”. Han abstraido, y, —deliberadamente— solo han visto, en definitiva, el lado mas crudamente exterior de la conducta sexual, sobre el doble plano de lo fisiolégico y de lo social, Pero habra que juntar lo que se disolvio, la “unién magica” de alma y cuerpo. Ahora falta el libro, o los libros, en que, contando con el resultado ingente de la investigacién kinseyana, se nos hable de todo io que acompafia, o puede acompafiar, la “descarga sexual” y, fundido eon ella, trasmuta lo meramente biolégico en honda, vibrante, Sumanidad. JAIME PERRIAUX 3» Apuntad@ esto en el comentario bibliogrifico.de The New Yorker... DUDADORES ro como punto de partida el comentario de Horizon a un ataque que recibié de Literatura sovittica, doa Carmen Gandara ha lanzado otro en Jas paginas de esta misma Revista 1 contra Jas “palidos dudadores”, que asi Hama a los liberales, mucho mas peligroso por mucho mis fino y respetable. Aunque a mi parecer no resulte menos injusto que el de la critica A. Elistratova, a cargo de la cual estuvo la agresién rusa. ; No es el caso de hacer hincapie en que el articulo de nuestra exce- lente escritora viene a ratificar precisamente lo que Horizon. afirma y ella niega. Es, a saber, que contra las ideas liberales y humanistas hay concertada hoy una ofensiya doble, El bifronte ataque proviene, dice la revista britanica, de los comunistas por un lado, y del catolicismo, por otro. Es desde el Cristianismo, con fuerte apoyo catélico aprestado por citas de Eliot, Maritain y Newman, desde donde la sefiora de Gan- dara lanza el suyo, Se trataria, sin embargo, de un Cristianismo ajeno. a “poderes temporales impuros”, sonador de “Ia voz de un nuevo San Pablo” que llegue a promover “una nueva revolucién cristiana”. De un Cristianismo en suma, me atreyo a concluir, un tanto marginal y hete- rodoxo, casi un cristianismo de “dudadores”, ya que por lo menos yacila sobre la tendencia de muchas de sus iglesias en procura del apoyo esta- tal y sobre Ja eficacia de las voces que en ellas se escuchan. El drama espiritual que podemos imaginar en esa espera ha de Ile- narnos de respetuosa emocién. Y si otra cosa no hubiera en las pagi- has que comentamos las hubi¢semos pasado en silencio a pesar de no compartir su fe admirable. Pero junto a la propia afirmacién de fe y a la denuncia de lo que hay de débil en la posicién filoséfica ex- puesta por Horizon —que no corresponde al liberalismo, como des- pués se demostraraé— doa Carmen Gandara carga de Ileno contra aquella doctrina. La llama cémoda, artificiosa, precaria, cobarde, en un magnifico despliegue digno de figurar —lo digo sin el menor asomo de adulacién o de itonia— en una antologia de la invectiva literaria. Veéase si no en su articulo el pirrafo que dedica a_describir al hombre moderno, producto exclusivo, a su juicio, de “cierto muy evolucionado liberalismo”; justamente el que incluye la frase... ‘‘este palido duda- dor mortifero...”. jLastima que todo ello busque base en unas lineas de la revista britanica que no tienen el significado que les atribuye! ~1= Ripa Lipang N21 2,.corkespandiente sa snaviembre,diciembre 1948 — 214 JORGE LUZURIAGA Permitaseme que a pesar de haber sido ya transcritas en el articulo que comento vuelva a trasladarlas aqui para facilitar las confronta- ciones. Dice Morizont: “...no tenemos ninguna prucba de que los valores absolutes —Verdad, Justicia, Virtud, Libertad— existan real- meros acomodos de nuestra conyeniencia; mente pues quizd sdlo sean MEStrAne i la civilizacién occidental mas he aqui que pertenecemos a ese sector de ccident que ha sido educado (conditioned) para comportarse como si existie- ran. Nuestros valores yienen de Grecia, Roma y la Biblia, del Renaci- miento; somos, en realidad, humanistas. El dilema del humanismo es precisamente que su Razon —por la cual vive— le impide creer en los valores abstractos por los cuales esta, paraddjicamente, dispuesto a moric”. Y, comentando este parrafo, escribe la seftora de Gandara: “Es po- sible que sea porque —tal como esta ahi expresada— esa posicion se torna cada dia menos vital y menos vivible y suena melancolicamente a viejo cristal de vitrina (mds commovedor, por cierto, cuanto mas amenazado), pero el hecho es que nunca nos ha sorprendido mas fuerte- mente su artificioso y precario aspecto; nunca habiamos percibido mejor Ja dificultad que halla ella misma en fijar y defender esa complacica instalacién en la duda en que consiste cierto tipo —ay, lujoso— de li- beralismo”. Si la critica, aguda y derecha como un florete, se hubiera satisfecho con hacer su victima en ese “cierto tipo de liberalismo”, aunque dis- crepasemos respecto al calificative de lujoso en el sentido peyorative que le da el contexto, nada fundamental habriamos tenido que oponerle. Pero a continuacién la sefiora de Gandara deja de distinguir entre libe- rales y desahucia del porvenir no sélo a los participantes de la posicién filoséfica transcrita, efectivamente trasnochada, sino a todos, de una vez y en bloque, destinandolos a habitar esa especie de ferritorios reser- vados que por deseo de Eliot les asignara la Christian Society cuando haya triunfado del comunismo. Pues la contienda de hoy esta entablada, dice nuestra escritora, en- tre comunistas y cristianos, con exclusién de los liberales —también, al parecer, de los que puedan sentirse entre los viltimos. Consecuente- mente, cuando la lucha termine, “el mundo... seré o cristiano 0 co- munista. Los liberales no pesaran en la balanza. Una fe no puede luchar sino contra otra fe, Con un “as if” en Ja boca no se ganan ciertas batallas”. \ Horizon numero de novembre de 1948, paginas 297 y siguientes. DUDADORES 215 Aqui esta, a mi juicio, el error basico en el que incurre al ensan- charse una critica que nacié certeta. La sefiora de Gandara se ha de- jado desorientar por Ja falsa afirmacién del articulista britanico. El “as if” a que éste se refiere, es el suyo propio y no corresponde a todos los liberales nia todos los humanistas, ni es exclusivo de ellos, Es el drama de un liberal racionalista o, para decir bien, de un racionalista a secas, sea liberal o no, y lo mismo convendria a un marxista o a muchos cristianos, que son racionalistas también. En nuestro caso se trata de un racionalista crepuscular en lucha con el escepticismo |. Pues obsérvese que la contradiccién —y, de ella, la duda— que denuncia el escritor britanico proyienen no de vacilaciones sobre las excelencias de la libertad politica y de la tolerancia, que constituyen la esencia del liberalismo —ésas las defiende con el mayor vigor en todo momento de su comentario— sino de la antinomia que se produce en su espiritu entre Razén y Valores absolwfos. Aunque el texto no es de- masiado explicito se puede, sin embargo, entender lo que ha querido decir, sin mayor esfuerzo, Es, sencillamente, que su Razén advierte una entidad cambiante —la realidad, la vida— que cree que no se aviene con la inmutabilidad de unos Walores absolutos, Ve en torno suyo productos culturales que siendo obra del esfuerzo por realizar aquellos valores debieran ser idénticos y son heterogéneos. Y ante tal espectaculo nuestro insular confiesa no saber a qué carta quedarse, No se arriesga a despedir a los Valores —aunque en su desorientacién Ilegue a pensar si no son “‘meros acomodos de su conyeniencia”— para quedarse sdlo con la vida a secas. Pero no puede tampoco —ante la evidencia de su razén— ignorar la multiplicidad y riqueza de las reali- zaciones culturales que se ofrecen en la vida. Y éstas son muchas veces contradictorias y hasta entran en sangrienta colisién en ocasiones... Se trata, en suma, como habran advertido los lectores profesionales de la filosofia o aficionados a ella, de un encuentro entre racionalismo y telativismo. El hecho de que estas dos posturas antagénicas hayan 1 Para rendir culto a Ia exactitud corresponde advereir que el articulista de Horizon no nombra una sola vez a los liberales. Humanista —humanist— es la con- dicién que se atribuye. No importa. El principio que defiende con ese nombre —la tolerancia— conviene igualmente a los liberales y en el sentido en que emplea Ha lo a punto de resolverse con total felicidad. a casa de Los Gisnes, el monte que la rodea y | Tae lo cruzan, existen; sus personajes van vi es ee : i 3 i ws vienen en el tiempo y Ja at- mésfera quel respican es a la vez misteriosa y real, La situacién descri interesa, apasiona. Mas todo ello, de todo ello ¢qué resulta? :Cé: ne resuelve la situacién planteada? Pues bien; wo se ees ‘Tan fhe ie es el arraigo de la voz que ha evocado la melancolia de is ven a cia, en el otro clima, en la otra tierra —la region de las eee que al Ilegar al desenlace,éste es evitado, eludido, y todo ello se esfuma tras la facil cortina de lo no sucedido. El Ivrpostor iba a ser un bello relato; todo él esta Ieno de ese desolado dramatismo que se desprende de los campos de Buenos Aires y que Silvina Ocampo —como lo ha revelado en algunas de sus poesias mas conmovedoras— siente profunda- mente, Lamentamos que el impulso inicial del relato no lo haya llevado hasta un final digno de su comienzo. Resumiremos de este modo nuestra impresién de un libro que no slo debe ser leido sino meditado, Sus cinco relatos, escritos en prosa poética (la prosa, sin més, macié de las bodas, dificiles, triunfales, de la Poesia con el Tiempo), son, mas que relatos, estampas o poemas. Todos ellos, cada uno de ellos, estd rodeado de una atmdsfera, de un aura, cuya sugestién nos persigue como un perfume aspirado en suemios. Su calidad literaria es noble y rara, Pero es, nos parece, en poesia, donde su autora alcanza mayor altura y mas feliz expresién. fees CaRMEN GANDARA Ernesto Sapato: E! Tiinel, Ed. Sur, Buenos Aires, 1948. 185 pags. ik excelencia de este libro del talentoso autor de Uno y ef Universo, reside en su cerrada dialéctica, Y su dialéctica proviene directa- mente de las novelas de caballerias, digo, de las novelas policiales, de las cuales Ernesto Sabato es un cultor entusiasta. El lapsus Caballe- via-Policiales —que de intento no corrijo— se debe a la interesante cuanto peregtina teoria de uno de los personajes de El Tuinel, que pa- rece hablar, en esto, con pensamientos del autor: “La novela policial 242 representa en el siglo veinte lo que la novela de caballeria en la época de Cervantes... Creo que podria hacerse algo equivalente a Don Qui- jote: uta sdtira de la novela policial...”” (pag. 126). Este mismo per- sonaje tiene también su proyecto de novela policial, en donde el ase- sino oficia de detective. Ernesto Sabato sigue en esto la receta de su personaje, no porque en El Tinel descubra el asesino su propio crimen, sino porque ejerce todos los prodigios deductiyos acostumbrados en el género, para explicarnos sus estados de 4nimo hasta llegar a él. El lec- tor se maravilla ante Ja prodigiosa facilidad del autor para deseribir el paso, brusco o paulatino, del amor al odio, de la furia a la calma, de Ja ternura a la brutalidad, de Ja acritud a Ja dulzura. En este sentido, hay en Sabato una maestria real. El protagonista de E] Trinel es un pintor, un afamado artista de nombre Castel, que reside en Buenos Aires, pero ha nacido —o por lo menos se ha criado— en un paisaje de nieve (p. 176); a pesar de lo cual, tiene un temperamento lo suficientemente voleanico como para Megar al crimen pasional, Sus concepciones de la vida, de la muerte, de los valores morales, espirituales y avin intelectuales son —tratindose de un artista— de una mediocridad que pasma. Castel no es un ple- beyo (jque ha de serlo!) sino un hombre pequefio, que apesta a burgues. Su fama de artista —si legitima— se debera a la “‘genialidad” brumosa que le presta su locura: por lo menos, es ésta la unica explicacién que se me ocurre, pues no puedo imaginarme a este ser, de espiritualidad tan roma, como artista destinado a perdurar. Lo mas detestable de Castel no es su inmoralidad ni su maldad esencial, sino su insoportable concepto del bien y sobre todo de la ‘‘moralidad” ajena (tan portefio, jeso si!). Es un puerco con obsesién ser4fica, Un rebelde que cultiva con delecta- cién de sefiora obesa los mas anticuados convencionalismos. No vive en el mundo —grande— de 1948, sino en un mundillo, en un pa- fiuelo, vigente hace veinte o treinta afios, Se rebela contra el cédigo de los topos pero, en el fondo, venera el cédigo. En ningiin momento se le ocurre que lo que ha de hacer para transformarse en un artista cabal, es arrojar el cédigo por la borda. Con respecto al “pasado” de su amante, indaga con implacabilidad de policia de gobierno de facto, “edonde, cémo, quiénes, cudndo?” (p. 87), sin imaginar que su com- Patera tendria el derecho de hacer otro tanto, E! la quisiera virgen, aunque su propia virginidad, la de él, esté ya tan maltrecha y olvidada, Engafiar al marido, santo y bueno, pero aunque sabe que es casada, no quiere que lo engafie a él (p, 90): “si alguna vez sospecho que me has engafiado, te mataré como a un perro”, le dice. Castel ha leida Othelo, y lo confiesa (p. 104). : ¥ ella? Sdlo Ia conocemos al través de la mentalidad de él, Sw tmarido es ciego (jnada menos!) y “filésofo estoico” para mas da- tos (p 165) —por otra parte, son estos todos los datos que se le dan: al lector sobre el marido, adem4s, naturalmente, de su nombre y ape- Ilido, Maria —que es el nombre de ella— es una extrafia mujer que tiene estancia con un gran parque cultivado, en el camino a Mar del Plata (p. 174). Tiene, ademas, un automdvil con chofer de nuni- forme (p. 115) y vive en un departamento de la calle Posadas. La estancia es antigua, la estacién esté bautizada con el apellido de familia del marido (p. 114) y la casa es alli de dos pisos (p. 118), edificada por el abuelo en el viejo casco de la estancia del bisabuelo (p. 119). ("¥ @ mi que me importa” piensa el protagonista cuando recibe estos informes de un primo de Maria, de nombre Hunter, que vive perma- nentemente alli, no se sabe bien por qué), Pareceria que todos estos datos realistas y circunstanciales sobre Maria Iribarne de Allende, Ia protagonista, se consignan con el propésito de situarla en una clase “social determinada. Pero Maria no tiene nada de genérica, ni de #épica; e§ una mujer muy particular, que concierta citas en los bancos de las plazas en horas en que su amante, para yerle la cara, tiene que encender un fdsforo (esta escena se repite una y otra vez, ps. 81, $2, 86, 87), mientras ella le dice: “pequefio mio, pequefio mio, claro que te quiero”; y como la situacién se hace luego un tanto embarazosa, él sale del trance preguntindole (ja ella!) qué edad tiene (p. 84 in fine), © insiste en lo mismo (p. $6) hasta que escucha lo que era de esperar “que importancia tiene eso?”’, le contesta, preguntindole, ella. Verdad €s que esta conversacién tan trivial tiene un significado pro- fundo, segtin nos lo advierte el protagonista en la pag. 86. En la es+ tancia hay flores (p. 180), pero no existe un solo perro: el criminal puede acercarse en automoyil (quiz4s con escape libre, dada su par- ticular excitacién), dejarlo en el camino real y Iegarse caminando tranquilamente hasta la escalinata (p. 175) de la casa, sin que ningéin ladrido, grunido o lamida, salga a estorbarle el paso. A Maria Iribarne debié gustarle intensamente la pintura, puesto que su repentino y borrascoso amor por Castel se encendié ante uno de sus cuadros, Dificilmente habria sucumbido a sus demés atractivos, puesto que sabemos que él es fisicamente feo (p. 29), amante atroz (p. 90) y moralmente insoportable. REALIDAD Este pintor, que vive con la obsesién de la castidad ajena, suele, por lo demas, tener ocurrencias muy peregrinas, como la de castigar las ima- ginadas infidelidades de Maria, buscando en los cafetines de la recoba a sina de esas mujeres “depravadas” (p. 161) para Ilevarla a su lecho; luego no se Je ocurre nada mejor que enrostrarle, exasperado, su obvia condicién y arrojarle un pufiado de dinero, como en la Traviata. (Qué convencio- nal es, en el fondo, todo esto: por lo pronto, esas mujeres “depravadas’” suelen oficiar de madres, hermanas y amigas desinteresadas de los hombres’ de mar). Y aunque él no es “depravado”, Ia echa luego a punta pies (p. 162) de su taller. Claro que este artista es un paranoico, a pesar de su licido razona- miento y a pesar de que pretende dejarse guiar “vinicamente por la légica” {p. 164); sélo asi se explica su desesperacién cuando exclama patéti- camente: “Dios mio, si es para desconsolarse por la naturaleza humana, el pensar que entre ciertos instantes de Schuman o Brabms y un pros- tibulo bay ocultos y tenebrosos pasajes siubterrdncas” (p. 166). Franca- mente, creo que el hombre moderno no se desconsuela por tan poca cosa. En cuanto al titulo —un verdadero acierto del autor— lo encon- tramos detalladamente explicado (ps. 176, 177): al protagonista —un solitario— le parece estar viviendo en un tunel, sin otra comunicacion con el mundo exterior, que unas cuantas ventanillas de trecho en trecho. Por un momento cree descubrir (mirando por la ventanilla) que ese tunel de su vida corre paralelo con otro, con el de Maria Iribarne, De ahi su deslumbramiento ante ella. Pero muy luego se percata dolorosa- mente de su error, aprende que hay “ws solo tinel’’, el suyo, y, desen- gafiado asesina a su amante; pero no de un tiro, sino con el cuchillo grande de la cocina (p. 172), asestindole una puialada en el pecho (p. 182). Podria sacarse aqui —pues que del final se trata— la si- guiente moraleja: “Nunca tomes por amante a quien vive en un tunel’ , dando a la palabra tunel, el sentido profundo y arcano que, con lograda mietafora, expresa el autor. Leyendo a Sabato echamos de menos a Dickens. El autor de El T1i- nel usa para escribir su cabeza y su mano. El gran inglés hacia inter- yenir también a su corazén. Sin él, podra componerse un excelente tratado de ldgica, pero dificilmente una gran novela, humana, con per- sonajes de carne, hueso y alma. De todas maneras, cerramos el libro con la impresién de no haber perdido nuestro tiempo. Hemos aprendido mucho sobre el arte de no- velar. Una idea, como relimpago, se rios cruza por la mente:-gno ser ( } cs ¢ ‘NOTAS DE LI y Bo) 245 ‘ésta una satira contra las novelas policiales? no seria ésta [a realizacion disimulada, del proyecto de Quijote paralelo? Pero no, no uede seri 7 lo que el autor nos proponia, por boca de su personaje, nana Suen policial, era algo mucho mas complejo y de mayor aliento. En eee i nuevo Quijote superaria dificilmente a esta novela en lo que i refi : al magistral ensamblamiento de cada parte, una con otra, de cada Be rrafo uno con otro. Cada pagina nos deleita, aunque el Meaaaaee ne desconcierte. Y el todo nos interesa y divierte desde la primera pagina hasta la ultima. Que si no es ésta la dificultad mayor, tampoco puede considerarse como ¢l mérito menor de un buen noyelista, M. A. O. G. A. Lunpperc: Técnica de la Investigacién social. Fondo de Cultura Econémica, México, 1949. Pp una cosa es principalmente notable la figura de G. A, Lundberg 5 en el campo de la Sociologia académica actual: representa la tesis extrema del cientificismo, que, no admitiendo otra fuente de co- .nocimiento sino la acreditada en su momento por las ciencias naturales, quiere extender sus métodos a la realidad social, con el resultado inevi- table de, por un lado, deformar el objeto al aplicarle unos procedi- _ Mientos cognoscitivos inadecuados a su esencial condicién, y por otro, dejar con eso a las ciencias sociales en una perpetua e irremediable situacién de segundonas respecto de las ciencias naturales. Los métodos cientificos inventados para éstas y aplicados un dia a ellas con pleno €xito, son susceptibles de rendir, cuando se los pone en juego frente a otro distinto orden de la realidad, algunos frutos utilizables, incluso preciosos; pero fragmentarios siempre, auxiliares a lo sumo, y, por ende, incapaces de satisfacer las expectativas legitimamente vinculadas a la disciplina que estudio el correspondiente objeto. El libro que da ocasién a estas lineas, titulado en su yersién original Social Research, ha sido criticado ya entre nosotros, precisamente por ofrecer el ejemplo mis radical de su tendencia y, por consiguiente, oan que oe lo tome como punto de referencia en la polémica contra una direccién teorética, si ya periclitada en cuanto a la vigencia de sus presupuestos ¢ insostenible en un orden intelectual tiguroso, vigente en cambio, y con viciosa lozania, en los medios,cientificos tradicionales que hacen de Ja rutina ley de su movimiento, y del lugar comin b 1ones. io ea ts traduccién de esta obra a lengua castellana debe con- : siderarse como Util, por cuanto hace mis accesible un libro de ae gable importancia, cuya tesis, nada progresiva para los mejor atee } y formados, puede tener entre nosotros el benéfico resultado de esco- tazonar a los charlatanes irresponsables, proclives al confusionismo. — GD. Freud y la literatura ¢Qué es el psicoanilisis visto desde el plano literario? ¢De ddnde arranca? €Qué ha aportado Freud a Ja literatura? He ahi algunas de las interesantes cuestiones que plantea Lionell Trilling en un ensayo publicado originalmente por Horizon (aim. 92) de Londres y que reproduce Asomante (nim. 4, de 1948) de Puerto Rico. Para dicho ensayista el psicoanilisis constituye en realidad una de las modali- dades en que culmina la literatura roméntica del siglo KIX. Resulea dificil averiguar ‘donde se inicia esa relacién, Pero pudiera marcarse un punto de arranque en el diilogo de Diderot titulado Le neven de Ramean, publicado en 1752. Los interlocu- tores son el mismo autor y un sobrino del famoso compositor. El joven Rameau, protagonista de la narracién es un tipo despreciable, indtil y desvergonzade. “Quiz —eseribe Trilling— seria ir demasiado lejos si pretendi¢ramos descubrir en Rameau el EWo freudiano y en Diderot el Ego. La semejanza con estos conceptos de Ia psico- logia de Freud parece manifiesta. Mas, por lo menos, podemos ya percibir aqui una caracteristica comin al romanticismo y a la teoria freudiana: o sea, la percepcidn de que existen en Ja naruraleza humana elementos animicos ecultos y que Io oculto y lo manifiesto estin en completa oposicién”. _ Pasando al segundo punto de su investigacién, Trilling se pregunta si Ia literatura por si misma no hubiera Iegado a los mismos nuevos resultados sin la contribucida de Freud. Y¥ alega el caso de Proust quien, a su parecer, no leyé a Freud, y el de Eliot. “La exégesis de The Waste Land s—cuya lectura semeja extraordinariamente Ja interpretacién de un suenio— fué escrita por Eliot, segiin sabemos hoy, sin inter- vencién de Freud, y fueron otros poetas amigos de Eliot quienes le prepararon sus smétodos de exposicién analitica”., Respecto a otros autores y tendencias en los que Parece mas incucstionable cl reflejo freudiano —Katka, cl superrealismo, Thomas Mann, Joyce—, Trilling se muestra también remiso a reconocer tal influencia, ale- gando que “el elemento racionalista es lo més destacado en Freud, quien antes que mada es un verdadero positivista”, Y agrega: “La Pasién que pone Freud en el aturalismo positivista de su edad dorada, en su pureza pristina, prerrevolucionaria, es tan valioso que lo considera como la verdadera forma ¥ arquetipo de la vircud intelectual. La psicologia analitica, dice, aspira al dominio de Ja faz tenebrosa de la vida, a fortalecer el Yo, a hacerle mis independiente del Super Yo, a ampliar su campo de accién, y, de este modo, abarcar la organizacién del Ello. Donde estaba cl Elio, o sea donde residian todas las fuerzas ilégicas, irracionales, oscuras, buscadoras del placer, deberia instalarse el Yo, esto es, la inteligencia y Ia conciencia predomi- nantes. © lo que es lo mismo, concluye Freud, con frase reminiscence del Fansfo: en ganar terrenos al mar como en el desagtie del Zuyder-Zec, Freud no hubiera “aceptado nunca el papel que Tomas Mann le asigna de legitimador del mito y de los oscuros impulsos irracionales del alma humana, Todo lo contrario; su racionalismo apoya todas Jas ideas de la Iustracién que niegan validez al mito o a la religidn; %¢ aficma en un naturalismo simple, en un determinismo de la misma calidad y en una concepcidn epistemolégica un tanto estrecha”, Por nuestra parte recordamos cierta réplica que Freud, asediado indtilmente por Dali, a fi de que legi di6 en Londies, aa los-iltimos afios ote KH de su vida, al pintor superrealisca: “Ustedes van —le dijo mas o menos— de lo claro a la oscuro, Mi ruta es opuesta: voy de lo oscuro a lo claro”, Cineuentenario del 98 Como era previsible no ha dejado de conmemorarse el afio pasado tal fecha en Espafia. Cierto es que la recordacion estuvo condicionada por las consabidas circuns- rancias... En cualquier caso, es visible cierto esfuerzo de objecividad —y aun de simpatia nostilgica, mis o menos subconsciente, hacia los tiempos liberales— en la serie de articulds que componen el niimero especial de Ja revista Aréor (Madrid, diciembre de 1948} consagrado a tal fecha. Melchor Fernandez Almagro trata en un articulo —ameno y curiosamente documentado, pero na muy convincente— in- titulado “Reacciém popular ante el desastre“, de rectificar la general creencia acerca del modo impasible como la gente recibié la derrota colonial. Pero es lo cierto que, aparte la bisuteria parlamentaria y la mala retérica periodistica, solamente voces como las de Pablo Iglesias y Pi y Margall dejaron oir palabras sensatas. E] mismo articulista escribe: “Para que el desastre produjera ‘ipso facto” un cambio radical en la politica espafola, habria sido menester que los espaioles hubieran hecho de Santiago de Cuba, como los franceses de Sedin, una razén revolucionaria. Pero esto no éra posible en esa ocasién por dos motivos: porque Espafia conservaba atin su fe en la monarquia, ¥ porque no contaba, en otro caso, con un instrumento capaz de hacer la reyolucién”. Sin embargo, “no aventura el juicio, ni mucho menos, quien piense que la crisis del real y simbdlico 98 se relaciona.intimamente con el advenimiento de la Dictadura en 1923; con la proclamacién de la Repiblica en 1931 y con él estallida de la guerra de Liberacién [j!] em 1936: frutos tardios del malestar, de Jas inquietudes, de las contradiceorias ansias a que cl Desastre diera lugar, ponienda, por Jo pronto, todo en entredicho, sometiéndolo a implacable revision: desde lo po- litico y social a lo histérico y cultural’. Por su parte Pedro Lain Entralge, quien ya habia abordado el mismo tema en un libro, teje ahora nuevas variaciones sobre “La generacién del 98 y el problema de Espafa”. “La respuesta tépica —escribe— al desastre de 189% por parte de los ¢spaiioles capaces de expresién tuvo un nombre especificao: la “regeneracién de Espafia’. Terrible palabra si uno atiende a su significado propio. Espana, dicen todos, necesita regenerarse, volver a nacer. La pérdida de los. ultimes restos del antiguo imperio colonial seria la sefial de que un ciclo de la vida espafiola, el que comenzd a la muerte de los Reyes Catélicos y Cisneros, esti ya concluso, » Espaiia, sola con- sigo mismo, fecundada por su propio dolor, dispuesta a iniciar palingenésicamente da nueva etapa de su vida inmortal. Pero zentienden todos los espafioles de igual modo esa anhelada regeneracién?” Justamente haber explicado con claridad estas disere- pancias era la tarea importante que el comentarista soslaya. De los restantes articulos, el de mis valor ilustrativo es el que Germain Bleiberg —siguiendo una exploracién ya antes esbozada por otros— consagra a los origenes literarios de los escritores del 98 en las revistas mis tipicas de aquel periodo. “ Ahora bien, como en dicho mamero de Arbor no se “concluia”, no se precendia dar ninguna “conclusién” cendenciosa —actitud pulcra que, por desacostumbrada, no dejé de asombrarnos gratamente— he aqui que en el siguiente, com la apariencia candorosa de “Hive rezagado y sobre el icema noventaiochista # "'B orro Vi HVO foil evist rgentin< LA CARAVANA INMOVIL “que pone “Jas cosas en su punto”, en aquel punto sectario que nos parecid milagroso "yer momentineamente olvidado... Para Rafael Calvo Serer, en. “Del 98 a nuestro “tiempo”, las posiciones rudamente criticistas de la realidad ¢spaiiola en que se situa- ‘ron Unamuno, Baroja y Azorin —por mucho que los dos ultimos hayan cantado Ja palinodia— son recusables. Quien Gnicamente “logra superar en su exacto sentido da disyuntiva de espafolizacién y europeizacién” es Maeztu, gMaeztu, el renegado, el encrgumeno? No; esos son calificativos pasados de moda, Maeztu, el hombre que segun el articulista —frente a “los intentos institucionales de modernizer a Espafia, hechos a partir de 1a Revolucién —Giner de los Rios y Ortega— emprendid, desde Accién Espaiiola, el movimiento contracorriente”. Queden, pues, todos enterados de que aquella revista oscura, publicada por marqueses ociosos durante la segunda Republica, tuvo mayor significacién que la Institucién Libre de Ensefianza y que Ja revista Espata.., Pero el articulista no se satisface con tal manera de escribir Ia historia. Aspira no sélo enmendarla y a remendarla, sino a unificarla, Y jojo con aquellos que se obstinen en respetar cualquier versién distinta! A su juicio “la revalorizacién de la ofra Espafa, representada por Ia Espatta peregrina y por sus fellow-fravellers, intenta “tepetir la triste experiencia de nuestro siglo XIX. Frente a esta nueva desviacion, un siglo de guerras civiles exige de nosotros una actitud resuclta, tajante y clara. “Mucho més; cuando el neoliberalismo revive, tras el fracaso de Ja excesiva estratifi- cacién; cuando los intencos del neoliberalismo econédmico van acompafiados de una liberalizacion del pensamiento...". Em una palabra, intransigencia y palos a la cabeza... La conclusién, mas desoladora aun, pero perfectamente previsible, se corona cuando el articulista termina clamando por una “cultura dirigida...". El teatro francés de hoy Conocido es el alza de nivel y Ja mejoria de calidad que ha experimentado el reatro francés después de Ja ultima guerra. Quizi sea excesiva la afirmacién de “Henri Peyre (en Occidental, Nueva York, mim, 2, febrero del 1949) al afirmar -que “el teatro brilla actualmente en Francia con un resplandor sin igual en otros “paises”, pero en cualquier caso dos factores evidentes determinan alli esa brillancez: Ja cosecha recogida por unos cuantos actores y “metteurs en scene” de primer orden, “que iaron desde 1919 Copeau Jouvet, Baty, Pitoeff entre otros; y en segundo Tugar, el paso a la escena de escritores “literarios”, Pero hay ademas otra causa: “tel teatro framcés de mediados del presente siglo es floreciente y grande porque no teme a lo frdgico. Sus personajes se alzan, en un combate desigual, contra fuerzas que los aplastan: eso es lo propio de la tragedia... Ell teatro ha comprendido ademis ue, para rivalizar dignamente con la novela moderna, debe shondar en las adquisicioncs recientes de la psicologia, penetrar en los bajos fondos del hombre, desvelar en el astintos erdticos o deseos crueles o la furia de dominar, pintar lo inconsciente, tanto como Ia delgada capa de convencionalismo que ofrecemos a nuestros semejantes en Ja vida ordinaria, O'Neill lo habia hecho, Mauriac, Sartre lo rehacen hoy dia’. -¥ a estos nombres agrega luego, naturalmente, los de Anouilh, Cocteau, Camus, Mon- therlanc, .. Muy certera es la calificacién que aplic, Peyre a las obras del ultimo: “piezas casi jansenistas, desdefiosas de las facilidades de Ja escena corriente, pero en las cuales algunos caracteres estin grabados con un buril magistral’. Goethe a la luz del marx. El nuevo centenario gocthiano se anuncia ya con diversas publicaciones. Entre ellas, un libro de Georg Luckacs, filésofo marxista, titulado Goefhe und seine Zeit, Lo comenta muy agudamente un especialista francés de temas alemanes, Edmond Ver- meil, en Crifiqne (Paris, nim. 32, enero de 1949), Retengamos tnicamente aquella parte que se refiere 2 la actitud de Goethe respeeto a la revolucién francesa: “La leyenda forjada —comenta Vermeil— parte wnicamente de las primeras reacciones de Goethe. Desdefia sus posiciones ulteriores. Goethe, como Hegel, parece haber comprendido desde el primer momento que la Revolucién francesa inauguraba una era nuevo. Goethe no prefesa en modo alguno aquel culto de Io irracional que Nietzsche, Gundolf, Spengler, Klages y otros le prestan. Adopta las vistas sociales de Jos revolucionarios franceses. Lo que desdefia deliberadamente son sus métodos ple- beyos. Distincion sutil y paradéjica, cierto es, pero que denota en Goethe aquella Feaccién espontanea, a la vez burguesa y aristocratica, que Heine tiene mas tarde ante la amenaza del comunismo parisiense. Pero George Luckacs muestra en este punto gus verdaderas intenciones, Pretende establecer que en Alemania, de Lessing a Goethe, y después de Goethe a Hélderlin y a Hegel, se ha formado una filosofia “sui generis”, un pensamiento “dialéctico™ que habra de penctrar seguidamente én el materialismo histérico de Marx y encontrari en él su jusificacién final. De suerte que a Goethe Je habria reservado el destino un papel singular: servir de puente de cransicién entre el realismo social del siglo KVIIT y el del siglo XIX”? Todavia Cervantes «Aunque algo tardiamente no dejan de manifestarse todavia nuevos ecos literarios del centenario cervantino. Con una circunstancia singular: quienes primero debian haberse hecho presences, Megan los ultimos. Aludimos a los ilustres varones de la hoy nuevamente realzada Academia Espafola, Rebasada por todos los Aquiles particulares, aélo hoy, com su paso de tortuga asmitica, la Academia llega a la meta prevista, pu- blicando un nimero de su Boletin (tomo XXII, Madrid, 1943) dedicado a Cervantes. Pero los nuevos “inmortales* —D, Alonso, G. Diego, J. M. de Cossio, E, Garcia- Gomez— estan ausentes, El homenaje, que encabeza tipicamente José M? Pemin, queda @ catgo de sefores no menos calificados: el Duque de Maura, Julio Casares, Cotarelo, Martinez Kleiser, Alonso Cortés... Pero dejando a un lado tales aportaciones, fijémonos en Ja de otro académico que ‘Pudiera estar a mitad de camino entre ambos bandos. Aludimos a Eugenio d’Ors y a su trabajo “Fenomenologia de los libros de caballerias’. Al principio parece que se tratara de una nueva arremetida contra Don Quijote, ya ini ja por otros, a favor de los héroes caballereseos que aquél desplazé; de un nuevo intento Para sustituir a Don Quijote por Amadis, Pero en realidad D’Ors permanece dentro de limites menos audaces. Antiquijotesco, con todo, no deja de retacear la grandeza del héroe, “¢Qué significa —escribe— como ideal heroico el libertar a una cuerda de presos, cuando ya estin, en el Continente descubierto y remoto, millones de indios que esperan ser desligados de las cadenas de la ignorancia por la evangelizacién? ¢A qué deshacer, con tajos y mandobles, los encantamientos de un hechicero maligno, cuando uno mismo pudiera convertirse, ay fuerza de saber y de industria, hechisero exorcizador de las malas artes del otro. La constante de la caballeria también esucitar, cuando las horas renacentistas, en el idealismo del misionero o en el ealismo del inventor”. ; Orra contribucién cervantina, también rezagada, pero de mayor calidad, la consti- tuye el numero de la Revista de Ideas Estéticas (Madrid, nims. 22-23, 1948), M. Garcia Blanco en “Algunas interpretaciones modernas del Quijote’? estudia reencar- -nmaciones del personaje en varias obras: una dpera de 1910 representada por Chaliapin -y cl famoso film de Pabst que protagonizé el mismo cantante ruso; “El retablo de _ Maese Pedro” de Falla; un drama de mudecos “Viacrucis del Caballero de la Triste Figura en veintiuna estaciones y veintiuna mutaciones”, realizado por Bragaglia, en Roma; la comedia de Azorin “Cervantes o la casa encantada”; cl drama de Lunacharsky “Don Quijote libertado”, y la tragicomedia de Gastén Baty, “Dulcinea”. Jaspers y el problema de la verdad La conducta de Karl Jaspers parece mas clara que la de otros filésofos alemanes tontemporaneos. Poco después de Ja guerra se desolidarizé de las masas germanicas ¥ tomé posicién en el problema de la responsabilidad alemana, segim muestra un libro reciente de tal titulo, Al mismo tiempo publicé el primer tomo de una Philosopbische Logik que Heari Niel en Critique (Paris, nim. 31, diciembre de (1948) comenta asi: “La mayor parte de los temas aqui tratados aparecian en sus libros anteriores, Sin embargo, en esta obra surge una evolucién de la que sélo antes 30 percibian indicios, El tema de Ja trascendencia, concebido antes en forma laica, aleanza su coronacién bajo la forma de Dios. Esta fe en Dios mo significa, empero, ruptura con Ja historia. Esta, por el contrario, se convierte en la dimensién tltima de lo real. La misma verdad queda integrada con ella; es verdaderamente un existente que llega a ser. Est concepcién de la verdad tiene la ventaja de resticuir un sentido al universo de la técnica y de permitir Ia comunicacién. Pero si no rebasamos el orden filos6fico gacaso tal comunicacién no sera finalmente vana? Tal es la vanidad “oicuramente presentida que ha impulsado a algunos estudiantes de Heidelberg a aban- donar un maestro, empero venerado, por una doctrina que promete falsamente, pero sin embargo promete, la realizacién del fin de la historia’. Unamuno vuelve a Salamanca Este wltimo significado de reintegro a un lugar que ¢l maestro hizo suyo, —pero donde hubo de sufric en los tiltimos dias, tironeado mis que nunca por cotrientes adversas, y donde se quiso dar indtilmente un sentido unilateral a obras— asumen ahora unos limpios “Cuadernos de la cdtedea Miguel de Unamuno", cuyo primer na- mero acaba de aparecer, publicados por sus amigos y discipulos de la Facultad de Filosofia y Letras en la Universidad de Salamanca. Cierto es que las contribuciones ‘del primer cuaderno estin a cargo exclusivamente —con la excepcén de M. Garcia Blanco que firmé una documentada “Crénica unamuniana”— de escritores franceses: Jacques Chevalier y Maurice Legendre, entre otros, Nombres, por cierto, alguno de ellos, con significacién demasiado reminiscente de los dias de Vichy. Pero esta era una de tantas paradojas —vitales, no sélo escritas— de Unamuno: sus amigos mas proxi os, aquellos que se le acercaron con ppreferencia emtre Jos extranjeros, AT _ 1A MAR = | I ae fueron especialmente gentes de [as Iamadas, por lo menos, derechistas y caréli Superando interpretaciones desviadas: el fondo radicalmente religiosa de Un: X era el imain de tales aproximaciones. No ha lugar a ningiin Teproche en este cas0, pues la intimidad que con él truvo Chevalier, y una excursién que ambos hi leron a la Pefia de Francia, en la raya de Portugal, durante cl verano de 1911, nos = porciona confidencias muy curiosas. i Don Miguel habla —claro es que no por vez primera; parecidas palabras las expresd antes y después con su firma— de la civilizacién moderna, mejor dicho, de lo que no es Ia civilizacién. “Imaginémonos —decia; y advidetase que retraducimos del francés sus palabras— que se nos disparase a quemarropa esta pregunta; “¢Como se mide la civilizacién de una época o de un pais?”, Yo creo —y he hecho Ia experiencia a mi costa— que la mayoria nos responderia: “Se mide por el progreso, por la difusién de la ciencia y de sus aplicaciones practicas”. Sobre todo, hay que decirlo, de sus aplicaciones practicas; pues a la mayoria de los hombres, les impre- siona mas el bienestar que el conocimiento. Sin embargo, tengames cuidado de que cl bienestar no mate en nosotros al ser verdadero, 0, mis precisamente, de que ¢l desarrollo ‘excesivo del cuerpo y de todo lo que con él se telaciona, es decir, en definitiva Ia animalidad, no dae al desarrollo del espiritu, a lo que en cl hombre es verdadera: mente humano”. Mas adelante decia: “En el fondo, esta civilizacién es una civili - #acién sin alma, porque es una civilizacién sin fin, 0, mis exactamente, cuyos fines no sGlo mos son exteriores, sino extrafios. Las ciencias son una cuestién de economia. Un nuevo descubrimiento cientifico, de ‘los que Ilamamos tedricos, ¢s como un descubrimiento mecinico, el de Ia maquina de vapor, el teléfono, el fondgrafo, el aeroplane, una cosa que sirve para otra cosa, Asi, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada, Pero ésta para qué nos sirve? Se toma ¢l tranvia eléctrico para ir a escuchar una Opera, y en este caso tiene uno derecho a preguntarse: gqué es lo mis util, el tranvia o la Opera? Lo mas frecuente €s que se fabrique por fabricar y que se compre para-gastar, Harto sabido es q los automovilistas cambian de Miquina cada dos o tres afios, como minimum adquieren coches cada vez mas rapidos a fin de poder trasladarse cada vez ripidamente al punto donde quieren ir; y una vez alli, no saben qué hacer, m: ‘el tiempo, Conozco a uno que tragaba las leguas para ir a yer una ciudad donde un castillo y una catedral; pero una vex alli no visitaba el castillo ni la catedra En Nueva York: Occidental, dirigida por Angel del Rio. Revista trilingtie, con- ene yaliosos articulos de conjunto ¥ serias resefas sobre libros importantes, redactadas en espafiol, inglés y francés. En Syracuse: Symposium, publicada semestralmente por cl Departamento de Lenguas Rominicas de aquella Universidad norteamericana con Ia cooperacién del Centro de Estudios Hispanicos, Es asimismo trilingtle, y en su niimero 3 sobresale un estudio de Eduardo M. Torner sobre “Analogias entre la lirica espafiola antigua y la moderna”, ¥en México: una revista unipersonal: Sala de Espera, redactada exclusivamence por Max Aub. Son pliegos mensuales que contienen novelas breves, cuentos, y come- dias del autor de Campo de sangre. En Buenos Aires: Ciclo, Madi y Contempordnes. Las tres dan la preferencia i artistico. En Ciclo se combinan dosificadamente la pintura abstracta y el psicoandlisis, se traduce y comenta a Henry Miller, Elias Piterbarg recoge y discute palabras de André Breton, Medi, dirigida por el pintor Késice, en su num. 2, defiende la absoluta preeminencia de la pintura no figurativa y nos da un pequefio muestrario de un no- visimo lenguaje en forma de “Suplemento para el Diccionario Madi inutilmente complicada y desprovisto de gracia, Confemporduca es una hoja de aniloga —pero enemiga— tendencia, : En Lima: Las Moradas, titulo de inevitable reminiscencia santateresiana, aplicacién imprevista para designar a una revista literaria de nuevas tendencias, En su nimero 4 rinden homenaje a Proust varios escritores peruanos. En ed 5 Juan Archivo Historico de Revis Pere etors: constitucionales, por Berzardo Canal Feijéo .. ios de Berceo, por Daniel Devofo .. .. .. cae ay vealidad, por Fryda Schultz de Mantovani ' de Espafia, por Ricardo Guilén .. 2. 2. 100. ee. 6n sobre la etiqueta, por José Juan Bruera .. .. El gusto por Ia publicidad, por George Pendle... ...... .. a maquina de gobierno, por Jes#s Prados Arrarte .. .. .. La historia de la matematica, por Francisco Vera . evelaciones sobre la “Conducta sexual”, por Jaime Perriaux “Dudadores, pot Jorge Dusuriage 20000. 0. Pe ee ek | Teatro, por Miguel Alfredo Olivera .. .. .. Ortega expone a Toynbee en Madrid, por G. D. NOTAS DE LIBROS “El tunel”, por M. A. O. : “Técnica de la teterieicisa “social”, por G.-D, .. 164 178 184 189 195 192 202 206 213 223 226 229 232 238 241 ESTE DECIMO CUARTO NUMERO DE_ / REAL Pp A Dien Revista de Ideas ~ ‘ i SE TERMINO DE IMPRIMIR HS f EL DfA 17 DE MAYO DE 1949 ; ‘ EN! LA IMPRENTA LOPEZ - CALLE PERU 666, BUENOS AIRES, — i REPUBLICA ARGENTINA Impbreso cn la Argentina Prinéted in Argentina > alae f _ Marca RecistraDa N* 238.293 Ruoisrro DE LA Paortepan Intevectuar N* 237,122 » EpITADA POR REALIDAD, Soctepap pe REsPonsapitipap Liitspa Capital: $ 50.000 m/n. Archivo Historico di e 3

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